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Causa especial n.

º 20907/2017
Sr. Instructor
Tribunal Supremo

AL EXCMO. SR. INSTRUCTOR

ANÍBAL BORDALLO HUIDOBRO, Procurador de los Tribunales,


actuando en nombre de los Ilustres Sres. Diputados JORDI
SÀNCHEZ I PICANYOL, JORDI TURULL I NEGRE y JOSEP RULL i
ANDREU, cuya representación tengo debidamente acreditada en
autos, ante el Excmo. Sr. Instructor comparezco y, como
mejor en Derecho proceda, DIGO:

Que habiéndoseme notificado Auto de fecha 9/07/2018 por el


que, entre otros pronunciamientos, se acuerda la imposición
a mis mandantes de la medida cautelar de suspensión
prevista en el art. 384 bis LECrim y, estando en desacuerdo
con dicha decisión, procedo a interponer contra ella
RECURSO DE REFORMA Y SUBSIDIARIO DE APELACIÓN, que baso en
las siguientes

A L E G A C I O N E S

PRIMERA.- Sobre la procedencia del presente recurso

El Sr. Instructor ha decidido, en aparente unidad de acto,


acordar en un mismo Auto la conclusión del sumario e
imponer a mis mandantes la medida cautelar de suspensión
prevista en el art. 384 bis LECrim. Sin embargo, considera
esta representación que, a la vista de su contenido y en
aras de preservar el derecho al recurso como garantía
básica derivada del art. 24 CE, dichas decisiones pudieron
y debieron plasmarse en resoluciones distintas y, por pura
lógica, la resolución adoptando la medida cautelar debió

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preceder en el tiempo a la conclusión del sumario. Ello por
dos principales motivos:

1) En primer lugar, porque el procesamiento de mis


mandantes es firme desde el pasado día 26 de junio, no
conociéndose las razones por las que se ha tardado
prácticamente dos semanas en acordar la medida cautelar
cuando, en la perspectiva del Sr. Instructor, ya concurrían
sus dos presupuestos (prisión y procesamiento firme). En
todo caso, aunque el retraso se explicara por la voluntad
de no interferir en el encuentro de los presidentes de los
Gobiernos español y catalán, como han informado algunos
medios1, se trataría de una pura decisión de cálculo
político, totalmente impropia de la Administración de
Justicia en un sistema donde rige la división de poderes y
que de ninguna manera podría servir para legitimar que se
privara por tal motivo a los procesados de sus recursos
ordinarios frente a las decisiones del Juez de Instrucción.

2) En segundo lugar, debe entenderse que la decisión de


acordar la medida debió preceder al cierre de la
instrucción porque el Instructor sólo puede acordar una
medida cautelar cuando mantiene todavía su competencia
sobre la causa, es decir, siempre antes de haber dictado la
resolución prevista en el art. 622 LECrim con la que pierde
su competencia. Por tanto, al ser previa la medida a la
conclusión del sumario la primera debe poder todavía
recurrirse.

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Noticia titulada “El TS no ha suspendido a los acusados del 1-O para
no obstaculizar el diálogo” publicada por el periódico La Vanguardia
el día 09/06/2018, en la que se afirma que “Obviamente, el Supremo no
ha renunciado a ejercer sus funciones ni a aplicar las previsiones
legales con arreglo a su interpretación de las normas penales. Se
trata, sencillamente, de que ha aplicado a la presente situación el
mismo código de prudencia en la administración de los tiempos que
observa en fases políticamente candentes, como son por ejemplo las que
anteceden a los períodos electorales”. Disponible en:
https://www.lavanguardia.com/politica/20180709/45776768457/ts-
acusados-1-o-juez-llarena.html

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Por tales motivos considera esta representación que la
medida cautelar impuesta debe someterse al régimen de
recursos aplicado por el Sr. Magistrado durante toda la
fase instructora (tanto para la impugnación de medidas
cautelares, como de formación de piezas separadas,
denegación de permisos penitenciarios etc.) y, en
consecuencia, se interpone contra ella recurso de reforma y
subsidiariamente de apelación. Una posibilidad que el Sr.
Instructor no excluye tampoco en la parte dispositiva del
Auto ahora impugnado cuando señala que su pérdida de
competencia debe entenderse “más allá de la interposición
de recurso de apelación cuando sea procesalmente
admisible”, una afirmación algo ambigua pero que esta
defensa considera aplicable al caso que nos ocupa por
analogía a lo que se ha venido haciendo durante toda la
instrucción.

SEGUNDA.- Vulneración de los arts. 23 y 24 CE, 5.1 LOPJ y


384 bis LECrim

En relación con la medida cautelar acordada de entrada


conviene precisar que esta defensa no cuestionará en este
recurso la concurrencia formal de los dos presupuestos
aplicativos del art. 384 bis LECrim que ha considerado el
Sr. Instructor en su Auto, a saber, la imputación de un
delito de rebelión y la actual prisión provisional de mis
mandantes. Aun cuando esta defensa discrepa radicalmente de
que los hechos investigados, siquiera indiciariamente,
puedan subsumirse en el citado tipo legal, o de que los
tres recurrentes merezcan estar en prisión, tales
circunstancias fueron ya impugnadas en su momento y
actualmente se encuentran pendientes de revisión por parte
del Tribunal Constitucional y, llegado el caso, por el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, además de rebatirse
cuando llegue el momento en el acto del juicio oral. En
consecuencia, el presente recurso se centrará
exclusivamente en cuestionar la interpretación del término

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“individuos rebeldes” en la que se ha basado el Sr.
Instructor para fundamentar su decisión, por entender que
dicha aplicación, absolutamente literalista, no se
corresponde con la interpretación dada en su momento por el
Tribunal Constitucional y causa perjuicios
desproporcionados en los derechos fundamentales de mis
mandantes y de todos aquellos ciudadanos que les votaron en
las elecciones del día 21/12/2017.

En tal sentido, y de entrada, resulta absolutamente


sorprendente que en una decisión tan poco frecuente como la
tomada por el Sr. Instructor, que cuenta con tan pocos
precedentes en la historia del Derecho penal español, no se
haya dedicado ni una sola mención a la importantísima
Sentencia del Tribunal Constitucional 199/1987, de 16 de
diciembre, que resolvió en su día los recursos de
inconstitucionalidad interpuestos contra el antecedente
legislativo inmediato del art. 384 bis LECrim.

Así, si bien es cierto que este último precepto en su


actual redacción fue introducido en la legislación procesal
mediante la Ley Orgánica 4/1988, ya con anterioridad la Ley
Orgánica 9/1984, de 26 de diciembre, contra la Actuación de
Bandas Armadas y Elementos Terroristas y de Desarrollo del
Artículo 55.2 de la Constitución, había introducido la
posibilidad de suspender cautelarmente a cargos públicos,
estableciendo en su art. 22 que “Firme un auto de
procesamiento por delito comprendido en esta Ley, el
encausado quedará automáticamente suspendido en el
ejercicio de la función o cargo público que estuviere
ostentando”. Siendo las personas a las que alcanzaba tal
previsión (art. 1 de la Ley en cuestión) “las personas
integradas en bandas armadas o relacionadas con actividades
terroristas o rebeldes”, es decir, exactamente las mismas a
las que se aplica la actual versión del art. 384 bis
LECrim.

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Siendo tan evidente la estrecha relación –por no hablar de
identidad- entre estos dos preceptos resulta difícil de
entender que el Sr. Instructor no haya considerado en
absoluto esta importante decisión constitucional, que
precisa de modo bien claro cómo debe interpretarse el
término “rebeldes” cuando se trata de suspender
cautelarmente a un cargo público procesado. En tal sentido
afirma el Tribunal Constitucional en la Sentencia 199/1987:

“El párrafo primero del apartado primero del art. 1 de la


Ley Orgánica 9/1984, declara que la misma es de aplicación a
las personas «rebeldes». Se suscita la cuestión relativa a
si esa genérica inclusión queda dentro del ámbito de
aplicación previsto en el art. 55.2 de la Constitución, en
el cual encuentren legitimación todas las medidas de
suspensión de derechos que la Ley establece. Conviene
señalar que el problema también aquí no es de la
razonabilidad de la medida legal, sino el de su
compatibilidad con el precepto constitucional. Ya se ha
dicho que la Constitución no ha hecho de la «suspensión
individual» de ciertos derechos fundamentales un instrumento
de protección extraordinaria de la seguridad del Estado,
genéricamente concebida, sino que le asignó una finalidad
muy concreta: La investigación de las actuaciones de las
bandas armadas o elementos terroristas. En la discusión
parlamentaria se constata, sin embargo, una equiparación
explícita, en cuanto ataque al sistema democrático y a la
sustitución de la forma de Gobierno y de Estado elegida
libremente por los ciudadanos, entre terrorismo y rebelión.

Es cierto que el art. 55.2 no ha mencionado expresamente a


los rebeldes, sino sólo a las bandas armadas o elementos
terroristas. Sin embargo, no cabe duda de que, como señala
el Letrado del Estado, la rebelión es la más grave de las
acciones delictivas susceptibles de ser realizadas, o
intentadas, por una banda armada. Por definición, la
rebelión se realiza por un grupo que tiene el propósito de
uso ilegítimo de armas de guerra o explosivos, con una
finalidad de producir la destrucción o eversión del orden

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constitucional. A su vez el art. 8 de la Ley Orgánica 9/1984
equipara la integración en una organización rebelde a la
integración en una banda armada, refiriéndose a la
utilización de «armas de fuego, bombas, granadas, sustancias
o aparatos explosivos o medios incendiarios de cualquier
clase». Por ello a tales rebeldes en cuanto integran el
concepto de banda armada del art. 55.2 de la Constitución,
les resulta legítimamente aplicable la suspensión de
derechos a la que habilita el precepto constitucional.

En consecuencia, no resulta contraria a la Constitución la


mención de las actividades rebeldes en el art. 1 de la Ley
Orgánica 9/1984, y por ello su inclusión dentro del ámbito
de la misma”.

De los anteriores pasajes se extrae de manera absolutamente


inequívoca que en su día el Tribunal Constitucional admitió
la grave limitación de derechos que supone la presente
suspensión cautelar de los procesados en la medida en que
la finalidad de tal cautela fuera prevenir y combatir la
acción de bandas armadas y organizaciones terroristas y, en
tal sentido, consideró sinónimas a los efectos de esta
previsión legal la condición de “rebelde” y de “armada”,
llegando a citar expresamente que ambas condiciones se
caracterizan por el hecho de emplear «armas de fuego,
bombas, granadas, sustancias o aparatos explosivos o medios
incendiarios de cualquier clase».

Como es público y notorio, en el presente procedimiento se


ha discutido y se continuará discutiendo acerca de si cabe
atribuir el carácter de violento a los hechos que se
imputan a mis mandantes, algo que han negado tribunales de
los más prestigiosos sistemas judiciales europeos, como es
el caso de Alemania. Pero lo que en ningún caso cabe
aceptar –y así lo afirmó la propia Sala de Apelaciones en
su Auto confirmando en procesamiento- es que los
recurrentes emplearan en su actividad instrumentos que

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pudieran merecer la consideración de armas o explosivos o
métodos similares a los terroristas

Esta interpretación restrictiva del precepto que en su día


sostuvo el Tribunal Constitucional ha sido
inexplicablemente soslayada en el Auto que nos ocupa, lo
que es especialmente grave tratándose de una resolución
nada menos que del Tribunal Supremo. Por lo demás, la
vigencia de lo afirmado en la STC 199/1987 no se ve en modo
alguno cuestionado por las tres resoluciones
constitucionales posteriores que sí se citan en el Auto del
Sr. Magistrado. En concreto:

1) La STC 71/1994, que resuelve un recurso de


inconstitucionalidad sobre el art. 384 bis LECrim en su
actual redacción, no entra en absoluto en la cuestión de
qué deba entenderse por “individuos rebeldes” a los efectos
del citado precepto y en modo alguno desautoriza a la
previa STC 199/1987 que, por el contrario, cita
expresamente (FJ.º 3) como precedente vinculante. Es más,
en esta STC 71/1994 se sostiene expresamente respecto de
los preceptos cuestionados que “la primera conclusión que
arroja nuestra propia doctrina, en virtud de una
interpretación textual y sistemática del precepto
constitucional, por lo que hace al carácter de este
instituto, es la de que se trata de un supuesto de
<suspensión> de determinados derechos fundamentales, es
decir, de situaciones normativas temporales en las que el
régimen de determinados derechos fundamentales no es el
previsto como regular y ordinario, sino uno distinto,
instaurado como respuesta a una amenaza específica al orden
democrático, cual es el terrorismo”. Es decir, se vuelve a
sostener expresamente que la finalidad de la Ley Orgánica
que introdujo en su día e art. 384 bis LECrim no fue otra
que combatir el fenómeno terrorista, en un elocuente
párrafo extrañamente no citado tampoco en su Auto por el
Sr. Instructor.
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2) La STC 218/1989, también citada en el Auto ahora
impugnado, resuelve un recurso de amparo en un caso de
procesamiento por tráfico de drogas que nada tiene que ver
con el supuesto que nos ocupa, ni tampoco con el alcance
del art. 384 bis LECrim.

3) Y, por fin, la igualmente citada STC 89/1993 guarda


relación con un recurso de inconstitucionalidad interpuesto
contra diversos preceptos del Código Penal que regulaban
los delitos de terrorismo, pero no aclara nada respecto de
cómo debe interpretarse la expresión “rebelde” contenida en
el art. 384 bis LECrim. Es más, esta resolución dice
expresamente que la cuestión de qué deba entenderse por
“elementos rebeldes” “queda al margen del recurso”.

En resumen: el Auto que hora se impugna, de modo


absolutamente sorprendente, cita en apoyo de su decisión
tres resoluciones del Tribunal Constitucional que sólo
tangencialmente guardan relación con la cuestión
verdaderamente problemática en el presente caso y, en
cambio, incomprensiblemente omite cualquier consideración a
la resolución constitucional verdaderamente determinante
para interpretar el precepto aplicado, esto es, la STC
199/1987, en lo que supone una clara vulneración del art.
5.1 LOPJ.

En todo caso, y más allá de lo injustificado de la


interpretación extensiva aplicada por el Sr. Magistrado en
su Auto, no contribuye precisamente a sostener la
proporcionalidad de la medida cautelar acordada el hecho de
que la decisión –como se reconoce en el propio Auto- afecte
nada menos que a varios diputados, un cargo electivo al que
no puede aplicarse una suspensión cautelar en los mismos
términos que si se tratase de cualquier funcionario
público. Ello por cuanto suspender a un diputado altera la
formación de las mayorías parlamentarias y vulnera en tal
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medida los derechos ya no sólo de dichos representantes
públicos (que se ven abocados a tener que renunciar a su
cargo si no quieren echar a perder la mayoría que resultó
de los comicios), sino también de sus electores, en lo que
supone una doble vulneración del art. 23 CE y, en última
instancia, de la democracia como valor fundamental del
sistema constitucional.

Seguramente consciente de la desproporción de su decisión,


el Sr. Instructor ha tratado de moderarla proponiendo al
Parlament de Cataluña una solución que cabe calificar,
cuando menos, de innovadora, sugiriendo a la Cámara la
creación de una figura carente de todo soporte
constitucional, legal o reglamentario, como es la figura
del “diputado interino”, que sustituye temporalmente al
diputado suspendido. Dejando al margen que en un
ordenamiento donde rige de verdad la división de poderes la
Sala de lo Penal del Tribunal Supremo no tiene
absolutamente ninguna competencia para indicarle a una
Cámara legislativa cómo debe interpretar su propio
reglamento, resulta muy dudoso que el Reglamento del
Parlamento catalán admita en su vigente redacción la figura
propuesta y, en tal medida, la vía intermedia sugerida por
el Sr. Instructor para no caer en la absoluta desproporción
que él mismo ha advertido en su decisión muy probablemente
resulte inviable.

En tal medida, si realmente el Sr. Instructor quiere evitar


los desproporcionados efectos que derivan de su decisión, y
que él mismo ha reconocido, sin duda la mejor opción pasa
por interpretar el art. 384 bis LECrim a la luz de la
citada STC 199/1987. Es decir, pasa por entender que el
concepto “individuo rebelde” que aparece en dicho precepto
no es aplicable a los ahora recurrentes por no haber
actuado en el marco de bandas armadas o actividades
terroristas y, por tanto, que los Sres. Diputados no quedan
suspendidos en el ejercicio de sus cargos.
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TERCERA.- Denuncia por vulneración reiterada del derecho de
defensa de los procesados (art. 24 CE y 6 CEDH) al
habérseles reducido injustificadamente los plazos
procesales para recurrir durante toda la instrucción.

Durante prácticamente toda la fase instructora, el Sr.


Instructor ha venido aplicando para el cálculo de los
plazos procesales el criterio de computar también los
sábados y festivos, lo que ha reducido de manera importante
el tiempo que han tenido los letrados de las defensas para
poder preparar sus recursos y conciliar el ejercicio de su
profesión con su ocio y vida familiar. Ello ha provocado,
además, evidentes dificultades para que los abogados
pudieran mantener con normalidad el necesario contacto
abogado-cliente en la preparación de los escritos
procesales, dada la brevedad de los plazos concedidos y el
hecho de que los procesados estuvieran presos a cientos de
kilómetros de su lugar de residencia. Dicho criterio fue
comunicado inicialmente a las defensas, que a lo largo de
toda la instrucción han tenido que adaptarse a él para no
correr el riesgo de que recursos muy importantes para los
intereses de sus clientes fueran inadmitidos por
presentarse fuera de plazo, como ha sucedido en alguna
ocasión.

Pues bien, en su Auto de 5 de julio de 2018 la Sala de


Apelaciones ha estimado un recurso de queja de esta
representación procesal motivado por el hecho de que el Sr.
Instructor hubiera inadmitido un recurso de reforma del Sr.
Sànchez por entender que se había interpuesto fuera de
plazo en virtud del citado criterio de computar también los
días inhábiles. La Sala ha dejado bien claro en su Auto que
a los efectos de interposición de recursos los días
inhábiles no computan y ha reiterado, además, que éste es
desde hace años el criterio de la Sala Segunda del Tribunal
Supremo (STS 473/2012) de la que forma parte el Sr.
Instructor.
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La consecuencia de todo ello es que durante toda la
instrucción se ha producido una injustificable restricción
de los derechos de defensa de los investigados a quienes se
ha reducido de manera injustificada el tiempo para preparar
sus recursos. Dicha vulneración no tiene una reparación
sencilla y, desde luego, esta defensa no solicitará ahora
la nulidad de las resoluciones afectadas y la concesión de
nuevos plazos, pues ello redundaría en una mayor dilación
del procedimiento y un evidente perjuicio para los clientes
que se encuentran privados de su libertad. Pero a los
efectos de acudir en su momento al Tribunal Europeo de
Derechos Humanos esta defensa quiere denunciar la grave
vulneración sufrida durante toda la instrucción por los
ahora recurrentes, tanto del art. 24 CE como del derecho a
un proceso equitativo proclamado en el art. 6 CEDH.

Por todo lo expuesto:

AL SR. INSTRUCTOR SOLICITO: que tenga por interpuesto en


tiempo y forma el presente recurso, procediendo a darle el
trámite previsto para su oportuna resolución, además de
tener por formulada la citada denuncia por vulneración de
derechos fundamentales, y estimándolo acuerde revocar el
Auto de fecha 9/07/2018 en el particular relativo a acordar
la imposición a mis mandantes de la medida cautelar de
suspensión prevista en el art. 384 bis LECrim.

OTROSÍ DIGO: que al admitirse el presente recurso, y a la


vista de los derechos fundamentales afectados por la
resolución que ahora se impugna, así como la necesidad de
evitar perjuicios irreparables en tales derechos y no
alterar la formación de mayorías en el Parlament de
Cataluña, se permita a los Sres. Diputados, hasta tanto no
se hayan resuelto los presentes recursos, continuar

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ejerciendo su voto por delegación, suspendiendo así por el
momento los efectos del art. 384 bis LECrim.

En Madrid, a 11 de julio de 2018


Firmado digitalmente por
NOMBRE PINA Firmado digitalmente por BORDALLO
BORDALLO
NOMBRE PINA MASSACHS HUIDOBRO ANIBAL - 05211265V
MASSACHS JORDI JORDI - NIF 35113728L Nombre de reconocimiento (DN): c=ES,
Fecha: 2018.07.13 10:41:22
- NIF 35113728L +02'00' HUIDOBRO ANIBAL serialNumber=05211265V,
sn=BORDALLO HUIDOBRO,

- 05211265V
givenName=ANIBAL, cn=BORDALLO
Jordi Pina Massachs HUIDOBRO ANIBAL - 05211265V
Fecha: 2018.07.13 11:20:58 +02'00'
MOLINS & SILVA

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