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TRAQUEOBRONQUITIS INFECCIOSA CANINA

Mauricio Venegas García


Médico Veterinario Zootecnista
Especialista en Medicina y Cirugía de Perros y Gatos

Introducción

La traqueobronquitis infecciosa canina (TBI), también conocida como “Tos de las


perreras” y, recientemente, también denominada Complejo de enfermedad
respiratoria canina, describe una infección respiratoria aguda, altamente
contagiosa, caracterizada por tos paroxística, con expectoración y descarga naso
ocular variable, típicamente sin signos de neumonía. Se le considera no como una
enfermedad simple, sino más bien, como un síndrome de enfermedad clínica.

Involucrados en este síndrome multi-etiológico se incluyen agentes infecciosos


tales como virus, bacterias y micoplasmas. Los agentes causales más
comúnmente encontrados son una combinación de Bordetella bronchiseptica con
virus de la parainfluenza canina o adenovirus canino.

El pronóstico para la recuperación es excelente en perros con infección no


complicada. El aislamiento en conjunto con la administración de antibióticos de
amplio espectro y antitusígenos son las bases del tratamiento en pacientes con
signos clínicos. La hospitalización normalmente no está indicada a menos que
haya evidencia de dificultad respiratoria y neumonía.

Actualmente, hay disponibles una amplia variedad de vacunas aprobadas para la


protección de perros contra los principales agentes virales y bacterianos
involucrados en la traqueobronquitis infecciosa.

Etiología

-Virus
Durante muchos años, el virus de la parainfluenza canina tipo 2 (VPiC-2) se ha
considerado como el virus más frecuentemente aislado en perros con TBI. La
infección normalmente provoca tos de duración corta y autolimitante con efectos
sistémicos mínimos.

El adenovirus canino tipo 2 ([AVC-2]; causante de laringotraqueítis infecciosa) y,


en menor proporción, AVC tipo 1([AVC-1]; virus de la hepatitis infecciosa canina)
se han reportado como causantes de enfermedad aguda, leve y autolimitante del
tracto respiratorio alto en perros, que se caracterizan por tos.

Aunque es sabido que el virus del Distemper o moquillo canino actúa de forma
sinérgica con el VPiC-2 y B. bronchiseptica, no se considera un patógeno primario
causante de TBI.
Otros virus como el herpesvirus canino (HVC) y reovirus 1, 2 y 3, se han aislado
ocasionalmente de perros con tos.

-Bacterias y micoplasmas

Bordetella bronchiseptica es una bacteria gram-negativa y el principal agente


etiológico de la TBI en perros.

Otras bacterias aisladas del tracto respiratorio en perros con TBI incluyen
Streptococcus sp., Pasteurella sp., Pseudomonas y varios coliformes. Aunque son
consideradas invasoras oportunistas, las infecciones bacterianas secundarias son
causa de graves complicaciones (neumonía y sepsis) que ponen en peligro la vida
de los pacientes con TBI.

Los micoplasmas son microorganismos procarióticos comúnmente aislados en


muestras colectadas de la mucosa nasofaríngea y laríngea de perros sanos. La
presencia de Mycoplasma (especialmente M. cynos) en muestras obtenidas de las
vías respiratorias bajas de perros, se asocia frecuentemente con neumonía.

Epidemiología

La traqueobronquitis infecciosa canina es altamente contagiosa y se presenta más


frecuentemente cuando se congregan grupos de perros de diferente edad y
susceptibilidad. Casi siempre hay historia de exposición a otros animales en
perreras, peluquerías, hospitales o exposiciones. La principal fuente de contagio
son los aerosoles y el contacto directo.

El rango de hospederos para B. bronchiseptica incluye animales salvajes,


roedores y gatos.

Los agentes causales de TBI se trasmiten hasta por 2 semanas pos infección,
mientras que la eliminación de Mycoplasma sp. y B. bronchiseptica puede durar
por 3 meses o más.

Signos clínicos
De forma característica, los signos clínicos de la TBI incluyen tos paroxística,
frecuentemente asociada a arqueamiento y expectoración en un paciente que, por
lo demás, se encuentra sano y activo. La inflamación de las cuerdas vocales, en
asociación con laringitis, puede resultar en una tos fuerte, de tono alto
frecuentemente descrita como graznido de ganso o de foca. El arqueamiento y la
expulsión de moco después de un episodio de tos pueden malinterpretarse por el
propietario como vómito. Sin embargo, las secreciones expulsadas, no se
observan de forma constante debido al pequeño volumen y la tendencia del perro
a deglutir las secreciones expectoradas. Se pueden observar anorexia, fiebre y
letargia en perros infectados durante un brote. El inicio de los signos clínicos
frecuentemente se presenta de 3 a 10 días post-exposición. El examen físico
generalmente no es relevante; el reflejo tusígeno es inconstante y no es un
hallazgo clínico específico.
Un segundo y más severo síndrome respiratorio se ha observado en perros sin
previa vacunación o exposición a la infección natural. Aunque la tos puede estar
presente el signo clínico predominante está asociado a secreción nasal y ocular de
mucoide a mucopurulenta. La neumonía puede ser un factor complicante que en
algunos casos puede poner en riesgo la vida, particularmente en cachorros. Los
perros afectados presentan fiebre, letargia, anorexia y pueden mostrar cierto grado
de dificultad respiratoria.

Diagnóstico

El diagnóstico de TBI se basa en los hallazgos de la historia clínica y el examen


físico que encajan en los criterios clínicos descritos anteriormente. Una respuesta
favorable y rápida al tratamiento antimicrobiano y antitusivo empírico apoya el
diagnóstico de TBI no complicada. Los estudios radiográficos y hematológicos son
irrelevantes en casos de TBI no complicada. Las muestras obtenidas por lavado y
aspiración transtraqueal y por lavado y aspiración bronquio alveolar pueden
mostrar evidencia de exudado neutrofílico y bacterias. El cultivo bacteriano de
estas muestras puede ser de ayuda para confirmar neumonía en pacientes
complicados y el antibiograma para prescribir la terapia adecuada.

Los estudios radiográficos de perros con complicaciones respiratorias asociadas a


TBI presentan signos de hiperinflación pulmonar, neumonía intersticial y
atelectasia segmental. Para descartar neumonía en todos los perros con signos de
enfermedad sistémica, fiebre o anorexia, se debe considerar el estudio
radiográfico de tórax.

Tratamiento

Aunque se considera un problema autolimitante, el tratamiento básico de


pacientes con TBI es la administración oral de un antimicrobiano. La doxiciclina a
dosis de 5-10 mg/kg, una vez al día por un mínimo de 2 semanas es la primera
opción de antibiótico debido a su eficacia contra B. bronchiseptica. También puede
ser de beneficio para el paciente la administración de supresores de la tos en la
forma de fármacos antiinflamatorios o antitusivos. La administración de
glucocorticoides por periodos cortos (prednisolona 0.25-0.5 mg/kg, oral, cada 12
horas, hasta por 5 días) junto con un antibiótico es segura y efectiva para atenuar
la tos severa en infecciones no complicadas, pero debe evitarse en pacientes que
puedan tener neumonía. Los antitusivos, como el butorfanol y la hidrocodona, se
han recomendado en el tratamiento de la TBI canina. Otros fármacos supresores
de la tos, como el dextrometorfano, parecen tener poco o nulo efecto sobre la tos
asociada a TBI. El uso prolongado de antitusivos narcóticos no se recomienda en
casos de TBI complicados con neumonía bacteriana.

Los beneficios de la terapia con broncodilatadores en perros con bronquitis no es


claro, por lo que no se espera un efecto importante en perros con TBI.
La terapia de aerosol (nebulización) es de beneficio en pacientes con TBI con
acumulación excesiva de secreciones bronquiales y traqueales; y aquellos con
infección bacteriana bronquial o pulmonar. No se ha observado beneficio en
nebulizar agentes mucolíticos, ya que pueden ser irritantes e inducir
broncoespasmo. Los pacientes que no responden a la administración oral o
parenteral de antibióticos pueden responder a la administración de antibióticos
nebulizados como la kanamicina, gentamicina y polimixina B.

El uso de antivirales, la vacunación intranasal y el uso de expectorantes no se


recomienda, debido a que no ha sido establecida su utilidad en el tratamiento de
perros con TBI.

Prevención

Hay disponibles en el mercado, varias vacunas aprobadas para protección contra


B. bronchiseptica, AVC-2 y VPiC-2, para administración tópica (intranasal) y
parenteral. Sin importar la vía de administración, los perros vacunados presentan
sustancialmente menos tos que los perros control, posterior a un desafío con una
cepa virulenta de B. bronchiseptica. Es importante establecer que la vacunación
por cualquier ruta es efectiva e indicada para perros en riesgo.

De forma general, la duración mínima de la inmunidad derivada de vacunas de


virus activo-modificado de VPiC-2 y AVC-2 se espera que sea de 3 años después
de la vacunación en perros adultos. Por otro lado, la duración de la inmunidad
contra B. Bronchiseptica después de la vacunación por cualquier vía se espera
que sea considerablemente más corta (3 a 10 meses), por lo que se recomienda
aplicar un refuerzo por lo menos 5 días antes de una probable exposición en
perros que no han sido vacunados en los últimos 6 meses.

Literatura revisada
Ettinger S.J., Kantrowitz, B.: Diseases of the Trachea. In Ettinger, S.J., Feldman,
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Ford, R.B.: Bordetella bronchiseptica: Beyond Kennel Cough. In Bonagura, J.D.,


Twedt, D.C., editors: Kirk’sCurrent Veterinary Therapy XIV, U.S.A., 2009, Saunders
Elsevier.

Ford, R.B.: Canine Infectious Tracheobronchitis. In Greene, C.E., Editor: Infectious


Diseases of the Dog and Cat, 3rd. Ed., Canada, 2006, Saunders Elsevier.
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Respiratory Disease in Dogs and Cats, U.S.A., 2004, Elsevier.

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