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Recomendaciones de la Sociedad
Española de Arteriosclerosis
ESTUDIOS OBSERVACIONALES
Los conocimientos derivados del Estudio de los Siete Paises se han consolidado con
los resultados similares de otros estudios. Así, el Estudio Ní-HonSan permitió
reforzar la importancia de la dieta frente a los factores genéticos, al comprobarse
cómo los japoneses, que tienen una baja mortalidad coronaria en su país,
adquieren tasas altas al emigrar a países industrializados donde el consumo de
grasa saturada es mayor. Otro estudio, el International Atherosclerosis Project,
demostró que el análisis anatomopatológico de la aorta y arterias coronarias,
procedentes de autopsias de individuos de varios países diferentes, revelaba la
correlación existente entre la extensión de las lesiones ateromatosas, las cifras
medias de colesterol de la población y el porcentaje de calorías derivadas de la
grasa saturada en la dieta. Parecidas conclusiones se han obtenido en los estudios
de los emigrantes a Israel, en el Western Electric Study, el Honolulu Reart Program,
el Ireland Boston Study y el Estudio de los Adventistas del Séptimo Día. En este
último se observó que los vegetarianos de esta comunidad religiosa tenían una
incidencia de EC que era un 77% inferior a la presente en poblaciones no
adventistas. De modo consistente, los distintos estudios indican que, a más
consumo dietético de grasa saturada, mayor mortalidad coronaria.
Los ácidos grasos orne ga-3 o ri-3 han centrado la atención de los investigadores al
observarse que su consumo elevado, como tiene lugar entre los esquimales de
Groenlandia, se asocia a una prevalencia muy baja de EC. Los mecanismos de su
presunto efecto beneficioso se discuten más adelante, pero debe tenerse en cuenta
que hay factores de confusión que obligan a interpretar con prudencia los estudios
en esquimales, como la baja prevalencia de factores de riesgo cardiovascular en
dicho grupo étnico, lo que puede magnificar el posible efecto protector de este tipo
de grasas.
El estudio MRFIT se llevó a cabo en más de 12.000 varones, definidos como de alto
riesgo a partir de sus cifras de colesterol, tensión arterial y consumo de tabaco. El
cambio de la colesterolemia fue escaso, 5%de descenso a los 6 años en el grupo de
intervención y 3% en el grupo control. La mortalidad no descendió globalmente en
el grupo tratado, aunque se hizo aparente su reducción entre los fumadores
hipercolesterolémicos.
En conjunto, estos estudios, que representan los más importantes en los que se ha
realizado una intervención dietética con pretensión de prevención primaria,
muestran una tendencia general hacia el descenso de la mortalidad por EC al
reducir la infesta de grasa saturada. Sin embargo, el tamaño y grado de
modificación de las variables ha sido en general insuficiente para poder obtener
resultados concluyentes. Por otra parte, la mayoría se han efectuado
exclusivamente en varones, y algunos se han llevado a cabo en personas residentes
en instituciones, lo que hace difícil generalizar los resultados al resto de la
población. Por estas dificultades, se han realizado recientemente estudios de
intervención dietética en prevención secundaria que han permitido obtener
resultados en menos tiempo y con números muy inferiores de sujetos que en los de
prevención primaria.
Burr investigó, en unos 2.000 varones que habían padecido un episodio coronario,
el efecto de tres dietas, una rica en grasa poliinsaturada, otra en que abundaba la
fibra vegetal y una tercera rica en pescado. En el grupo ue consumió pescado se
observó un descenso del 29% en la mortalidad global, incluida la mortalidad por
EC. En otro estudio con 406 pacientes con infarto de miocardio o angina de pecho,
se recomendó al grupo de intervención una dieta pobre en grasa saturada y con un
incremento del aporte de verduras y frutas; su cumplimiento consiguió reducir el
consumo de grasa saturada al 7% de la energía total, descendiendo un 15% el
cLDL y reduciéndose la incidencia de reinfarto y la mortalidad coronaria. Es
importante señalar que los efectos de la dieta fueron aparentes a las 6 semanas, lo
que sugiere que ésta actuó a través de mecanismos ajenos a las lipoproteínas,
como pueden ser los trombogénícos o relacionados con el tono vascular.
Colesterol
Grasas (triglicéridos)
Las grasas y aceites son una parte importante de la alimentación humana. Están
compuestos mayoritariamente por triglicéridos, formados por tres ácidos grasos
unidos a una molécula de glicerol. La longitud de la cadena hidrocarbonada de los
ácidos grasos, junto con el grado de insaturación (número de dobles enlaces
CH=CH), determinan sus propiedades fisicoquímicas y efectos metabólicos. En la
tabla 1 se representan los prototipos, estructura molecular y fuentes dietéticas de
los tres tipos principales de ácidos grasos de la dieta (Cn indica el número de
átomos de carbono de la molécula).
Los ácidos grasos poliinsaturados se clasifican en n-6 y n-3 según la posición del
doble enlace con respecto al metilo-terminal de la molécula. El principal ácido graso
n-6 es el línoleico (C18:2), que abunda en los aceites vegetales (maíz, girasol, soja,
etc.). Los ácidos grasos n-3 se encuentran en pequeñas cantidades en algunos
aceites vegetales, pero su fuente principal son los animales marinos. Los principales
son el ácido linoleico (C18:3), el eicosapentaenoico (EPA; C20:5) y el
docosahexaenoico (DHA; C22:6).
Ácido graso
Familias Estructura Fuentes
principal
Grasa animal y
Palmítico(C16:0)
de algún
Saturados Esteárico H3C-RCOOH
vegetal
(C18:0)
(palma, coco)
H3-C-C-C- Grasas
Poliinsaturados Linoleico
C-C-C6 = vegetales
(n-6) (C18:2)
R'COOH (maíz, girasol)
Algunos
aceites
vegetales
(C18:3),
Linolénico H3-C-C-C3 =
n-3 pescados y
(C18:3) C-R'''COOH
aceites
marinos
(C20:5,
C22:6)
El número n indica la localización del primer doble enlace a partir del metilo-
terminal del ácido graso
Los ácidos grasos n-6 y n-3 no pueden ser sintetizados por el organismo humano y
únicamente se obtienen a través de la dieta. Sin embargo, se cree que una
pequeña cantidad de ácido línoleico (alrededor de un 2% de la energía total) es
suficiente para cubrir las necesidades en ácidos grasos esenciales.
El efecto de los ácidos grasos saturados aumentando los niveles de colesterol total
están bien establecido. Hace casi 30 años, los estudios dietéticos pioneros de Keys
et al y Hegsted et al demostraron que al compararlos con los hidratos de carbono,
los ácidos grasos saturados aumentaban la colesterolemía, los monoinsaturados
tenían un efecto neutro y los poliinsaturados lo reducían. Sin embargo, la
sustitución de saturados por monoínsaturados producía un descenso en las
concentraciones de colesterol total. Si bien se reconoció el efecto
hipocolesterolemiante de los monoinsaturados, se consideró inferior al de los
pohinsaturados.
En años recientes, diversos estudios han analizado el efecto de la dieta sobre el CT
y sus fracciones lipoproteicas. Está claramente demostrado que los ácidos grasos
saturados aumentan el CT y el cLDL, mientras que los poliinsaturados los
disminuyen. Un mecanismo por el que aumentan el cLDL es a través de la
supresión de la actividad de los receptores celulares para las LDL. Estudios en
humanos indican que el efecto de los ácidos grasos saturados de elevar el cLDL se
debe principalmente a una disminución de la eliminación de las LDL circulantes.
Otro mecanismo que se ha sugerido para el efecto hípercolesterolemiante de la
grasa saturada es mediante la modificación de la composición en ácidos grasos de
los fosfolípidos tanto de las membranas celulares como de las lipoproteinas,
interfiriendo con el funcionamiento normal de receptores celulares o reduciendo la
interacción de las partículas lipoproteicas con los mismos.
Durante muchos años el interés sobre los ácidos grasos de la dieta se ha centrado
en los saturados y los poliinsaturados. Esto motivó que la composición grasa de las
dietas se expresase como el indice P/S, utilizándose este cociente como un
determinante clave en la regulación de los niveles de colesterol. Los ácidos grasos
monoinsaturados fueron olvidados en la mayoría de estudios, por lo que la dieta
habitualmente recomendada para reducir la colesterolemia y prevenir el desarrollo
de EC sustituía los saturados por poliinsaturados, sin dar normas sobre los
monoinsaturados. A pesar del entusiasmo por aumentar los poliinsaturados de la
dieta, no hay datos epidemiológicos sobre el beneficio a largo plazo de su consumo.
Por el contrario, los datos epídemiológicos apoyan la infesta de monoinsaturados. El
Estudio de Siete Países mostró que un consumo elevado de monoinsaturados
derivados del aceite de olíva se asociaba tanto a bajos niveles de colesterol como a
tasas reducidas de EC. En este estudio no se encontró ninguna población que de
forma habitual consumiera cantidades elevadas de poliinsaturados. Además, varios
estudios en los últimos años han mostrado que tanto los poliinsaturados como los
monoinsaturados tienen un efecto hipocolesterolemiante similar cuando ambos
reemplazan en la dieta a los ácidos grasos saturados Por otra parte, las dietas ricas
en poliinsaturados pueden disminuir el cHDL.
Es posible que los ácidos grasos insaturados disminuyan el cLDL como resultado de
un incremento en la actividad de los receptores LDL, lo cual no seria un efecto
intrínseco de estas grasas, sino un efecto pasivo, secundario a la sustitución de los
ácidos grasos saturados. Es decir, las grasas insaturadas permitirían la expresión
natural de la actividad de 105 receptores LDL, mientras que los ácidos grasos
saturados reducirían dicha actividad activamente.
En resumen, los ácidos grasos monoinsaturados son tan eficaces en reducir los
niveles de cLDL como los poliinsaturados. Además, los monoinsaturados pueden
aumentar las concentraciones de cHDL y de apo A-I. Estos efectos combinados de
las dietas ricas en monoinsaturados inducen un perfil lipoproteico más favorable
para disminuir el riesgo aterogénico.
Los efectos de los ácidos grasos n-3 sobre el metabolismo lipoproteico son
controvertidos y no están tan bien definidos como los de otros ácidos grasos
insaturados. Aunque está bien demostrado que disminuyen la trigliceridemia, su
efecto sobre los niveles de cLDL y cHDL depende del tipo de paciente y del estado
de normo o hiperlipidemia. Así, en pacientes con híperlipidemia los ácidos grasos n-
3 disminuyen el cLDL si simultáneamente se disminuye el contenido dietético de
ácidos grasos saturados. El efecto sobre el cHDL puede variar, desde no producir
cambios o una ligera disminución hasta leves aumentos. Esto último se observa en
pacientes con hipertrigliceridemia y probablemente se debe a la relación inversa
entre los niveles de lipoproteinas de muy baja densidad (VLDL) y HDL. Por tanto, el
efecto más llamativo de los ácidos grasos n-3 sobre la composición lipoproteica es
el descenso en los niveles plasmáticos de triglicéridos y VLDL, tanto en sujetos
normo como hiperlipidémicos. Esta reducción se debe a la inhibición de la síntesis
hepática de triglicéridos y VLDL.
Otros nutrientes de origen marino y consumo frecuente en España son los moluscos
y crustáceos, denominados genéricamente marisco. Este es habitualmente pobre en
grasa total y relativamente rico en ácidos grasos n-3, con un contenido variable en
colesterol (bajo en los mejillones, almejas y ostras; intermedio en el cangrejo, y
relativamente alto en las gambas y calamares). Por otra parte, los moluscos de
concha contienen cantidades apreciables de esteroles marinos, que compiten con la
absorción de colesterol y pueden disminuirla. Por lo tanto, la utilización de marisco
en sustitución de otras fuentes de proteínas en la dieta habitual puede tener un
efecto beneficioso sobre la composición lípoproteica.
Hay que tener en cuenta que, cuando se reduce la proporción de grasas en la dieta,
aumenta paralelamente el consumo de hidratos de carbono, al mantenerse el de
proteínas relativamente constante. Las dietas altas en hidratos de carbono (60% o
más de las calorías diarias) que contienen azúcares simples aumentan los
triglicéridos y el cVLDL, reduciendo al mismo tiempo el cHDL.
Por otra parte, cuando la grasa se sustituye por hidratos de carbono complejos,
contenidos en los vegetales, el efecto sobre el metabolismo lipídido es beneficioso,
con descenso del CT, cLDL y triglícéridos. Tales efectos pueden adscríbirse en parte
al contenido en fibra alimentaria de estos nutrientes. No obstante, las dietas con
mucho hidrato de carbono complejo y poca grasa son poco variadas y escasamente
apetitosas, por lo que su aceptación no es muy buena entre la población.
Grasa total ^ ^ ^
Colesterol ^ = ^
Ácidos grasos
^ ^ ^
saturados
Ácidos grasos
v v =o^
monoinsaturados
Ácidos grasos
v v =ov
poliinsaturados
Exceso de calorías ^ ^ v
En parte por ello, el consumo de sal es superior en las dietas ricas en hidratos de
carbono, lo que favorece la elevación de la tensión arterial. Estas dietas pueden
favorecer, además, la osteoporosis, por disminución de la absorción intestinal de
calcio y aumento de su pérdida renal.
Existen dos tipos distintos de fibra alimentaria: la fibra insoluble, como la celulosa,
lignina y algunas hemicelulosas, abundante en los cereales, y la fibra soluble, como
las gomas y pectinas, contenida sobre todo en legumbres, verduras y frutas.
Diversos estudios de intervención dietética han mostrado que, por lo general, los
alimentos que contienen abundante fibra soluble o sus extractos tienen mayor
efecto hipocolesterolemiante que los vegetales ricos en fibra insoluble como el
salvado.
El efecto sobre el metabolismo del colesterol de una dieta rica en fibra soluble se
ejerce, por un lado, por su capacidad para absorber ácidos biliares de modo similar
a una resma de intercambio aniónico, promoviendo así su eliminación fecal y
estimulando el catabolismo del esteroide, con el efecto neto de disminuir los niveles
de CT y cLDL de la sangre. Por otro lado, el aumento de la infesta de fibra (sea
soluble o insoluble) acelera el tránsito intestinal, reduciendo de modo variable la
absorción de colesterol. Finalmente, la fibra alimentaria contiene esteroides
vegetales, como el betasítosterol y las saponinas, que compiten con el colesterol
para su absorción intestinal.
La suplementación con fibra soluble de una dieta baja en grasa induce una
reducción de la colesterolemia adicional a la obtenida con la dieta baja en grasa sin
fibra sobreañadida. Una de las limitaciones del consumo de fibra es que se
necesitan ingestas elevadas para alcanzar el efecto hipocolesterolemiante, lo que
favorece la aparición de efectos secundarios gastrointestinales, como el
meteorismo. En cualquier caso es una medida útil asociada a las dietas con bajo
contenido en grasa saturada.
Por otra parte, debido a que el alcohol compite con los ácidos grasos para su
oxidación hepática, aumenta la síntesis hepática de triglicérídos y, por tanto, de
VLDL. Cuando 105 mecanismos de aclaramiento de las lipoproteinas ricas en
triglicéridos son normales, no se modifica la trigliceridemia, pero si están alterados,
como sucede en ciertas dislipemias primarias, el consumo de incluso pequeñas
cantidades de alcohol puede aumentar notablemente los triglicérídos plasmáticos.
Además, el consumo de cantidades importantes de alcohol, típicas del fin de
semana, estimula notablemente la síntesis hepática de triglícéridos e inhibe la
actividad lipasa hepática, produciendo un aumento temporal tanto de los niveles de
triglicéridos como de cHDL.
Café
No parece que el café o la cafeína tengan efectos importantes sobre los niveles
plasmáticos de lipoproteínas, mientras que se ha sugerido que el café descafeinado
aumenta los niveles de cLDL. En todo caso, sí bien durante años se ha sospechado
una asociación entre el consumo de café y las enfermedades cardiovasculares,
datos recientes demuestran que ni el número de tazas diarias de café ni la infesta
total de cafeína se relacionan con el riesgo de EC o de accidente cerebrovascular,
en tanto que el consumo elevado de café descafeinado podría asociarse con un
aumento marginal del riesgo.
Se ha sugerido que las dietas ricas en ácidos grasos saturados de cadena larga
incrementan la agregación plaquetaria y aceleran la trombosis, mientras que los
ácidos grasos insaturados, especialmente de la serie n-3, evitarían estos
fenómenos. Los ácidos grasos n-3 pueden tener una acción antiateromatosa a
través de los cambios inducidos en el metabolismo eicosanoide, ya que su aporte
dietético disminuye la formación de tromboxano A2, permaneciendo estable la
producción de prostaciclina 12.
El Concepto de que una sola dieta es útil para modificar favorablemente el perfil
lipídico, independientemente de su eventual alteración previa (aumento del
colesterol, de los triglicéridos, o de ambos), es fácilmente comprensible revisando
la tabla 2. La limitación de la infesta de grasa saturada y su sustitución parcial por
grasa mono y pohinsaturada reducen tanto el cLDL como el cVLDL (y
evidentemente los triglicéridos), con un descenso marginal o mantenimiento de las
cifras de cHDL. La reducción del colesterol dietético (prácticamente siempre
asociado a grasa saturada) incide favorablemente sobre el cLDL. Por último, evitar
el exceso calórico (fundamentalmente limitando la grasa total y los hidratos de
carbono simples) reduce el cLDL y cVLDL manteniendo estable el cHDL o
elevándolo.
Los cambios dietéticos se traducen muy rápidamente (en días) sobre los niveles de
triglicéridos, mientras que las cifras de colesterol tardan varias semanas en
alcanzar niveles estables con dieta mantenida.
EVOLUCIÓN DE LOS HÁBITOS ALIMENTARIOS EN ESPAÑA
Datos del ministerio de Sanidad y Consumo, 1992 (en porcentaje de valor total de
la compra)
1964 11 58 31
1980 13 46 40
1990 15 40 45
Por tanto, los datos disponibles sobre los hábitos dietéticos actuales en España
indican que ha existido una evolución desde la dieta mediterránea tradicional (rica
en verduras, legumbres y fruta, pescado v aceite de oliva, con un consumo
moderado de vino, una relativamente baja ingesta de lácteos y azucares simples y
prácticamente sin alimentos preparados comercialmente) hacia patrones de ingesta
más característicos de las sociedades occidentales, con una mayor contribución de
la grasa animal al consumo energético total en detrimento de la ingesta de hidratos
de carbono complejos y fibra vegetal, secuela lógica de la industrialización,
urbanización, avance tecnológico y aumento del poder adquisitivo de la sociedad
española. Ya que la dieta es el principal determinante de los niveles medios de
colesterol en las poblaciones, con toda probabilidad estos hechos contribuyen al
aumento observado de las cifras de colesterol tanto en adultos como en niños en la
población española, que actualmente muestra concentraciones similares a las de los
países del norte de Europa, con tasas más altas que las nuestras de mortalidad
coronaria.
RECOMENDACIONES NUTRICIONALES
Hasta tiempos recientes ha sido difícil identificar la dieta ideal para reducir el riesgo
de arteriosclerosis. En los últimos años se ha recomendado un aumento en el
consumo de ácidos grasos poliinsaturados. Sin embargo, las dietas ricas en este
tipo de grasas pueden reducir los niveles de cHDL y aumentan la susceptibilidad de
las LDL a la oxidación; por otra parte, existen datos de que su consumo elevado
favorece la formación de cálculos biliares y, en estudios en animales, se ha
sugerido que pueden incrementar el riesgo de carcinogénesis. Por tanto, tenemos
que considerar estos efectos a la hora de hacer una recomendación dietética, ya
que puede darse la paradoja de que las dietas ricas en poliinsaturados sean
nocivas.
Esta dieta puede ser más aceptable para la mayoría de la población que otra con un
bajo contenido en grasas y alto en hidratos de carbono. Además, al proporcionar
más variedad y mayor palatabilidad, favorece el cumplimiento de las
recomendaciones dietéticas. Para conseguir esto, debe aconsejarse una disminución
del consumo de leche entera y derivados lácteos (principal fuente de origen de la
grasa saturada), así como carnes grasas, vísceras, embutidos y aceites de coco y
palma (constituyentes en muchas ocasiones de los productos de bollería). También
es importante aumentar el consumo de cereales, legumbres, hortalizas y frutas, así
como utilizar aceite de oliva y sustituir algunos platos de carne por pescado,
especialmente los grasos que tienen mayor contenido en n-3. Además, en
individuos sin hipertrigliceridemia, puede permitirse un consumo moderado de
alcohol. Estas modificaciones dietéticas se acercan a la llamada dieta mediterránea,
que además de mejorar el perfil de riesgo aterogénico y trombogénico aporta
abundante fibra alimentaria, calcio y antioxidantes naturales (vitaminas C, E y
betacarotenos).
Nutrientes Dieta
Proteinas 12-16 %
Saturada < 10 %
Monoinsaturada 15-20 %
Poliinsaturada < 7%
RECOMENDACIONES NUTRICIONALES
A LA POBLACIÓN GENERAL
No hay que olvidar que una dieta saludable con normalización del peso corporal
tiene efectos beneficiosos sobre otros aspectos de la salud, entre los que destacan
la corrección de otros factores de riesgo asociados al sobrepeso, como son la
hipertensión arterial y la intolerancia a la glucosa. Además, la ingesta excesiva de
grasa animal se ha relacionado con la frecuencia de aparición de ciertos tipos de
neoplasia. Todo ello justifica que se elaboren unas recomendaciones dietéticas
generales aplicables a toda la población.
Para que una dieta sea recomendable a toda la población, tanto adulta como
infantil, se requiere:
Igualmente, las recomendaciones dietéticas deben ser compatibles con los hábitos
personales y costumbres culturales.
Limitados
Alimentos Recomendables
(máximo 2-3 Desaconsejables
(Frescos o (Todos los
veces por (excepcionalmente)
congelados) días)
semana)
Pan*, arroz*,
pastas*, harinas,
Bolleria (croissants,
cereales (de
*Pastas italianas ensaimadas,
Cereales preferencia
con huevo magdalenas)
integrales),
ganchitos, galletas
galletas
integrales
Aguacate*,
Todas Patatas chips, patatas
Frutas, aceitunas*,
(legumbres* o verduras fritas en
verduras y patatas fritas en
especialmente grasa o aceites no
legumbres un aceite
recomendadas) recomendados, coco
adecuado*
Leche y yogur
Queso fresco o
desnatados,
con bajo
productos Leche entera, nata,
Huevos, contenido en
comerciales cremas y flanes,
leche y grasa, leche y
elaborados con quesos duros o muy
derivados yogur
leche grasos
semidescremados,
descremada,
huevo entero
clara de huevo
Vaca, buey,
Embutidos en
ternera, cordero,
general, bacon,
cerdo y jamón
Carnes y Pollo y pavo sin hamburgesas
(partes magras),
aves piel, conejo comerciales,
salchichas de
salchicha, visceras,
pollo o ternera,
pato, ganso, patés
venado, caza
Mantequilla, manteca
Aceites y Aceite de oliva, Margarinas de cerdo, tocino, sebo
grasas* girasol y maiz vegetales aceite de palma y
coco
Almendras,
Frutos avellanas, Cacahuetes salados,
Cacahuetes
secos* castañas, coco
nueces, dátiles
Sofritos, Aliños de
pimienta, ensalada pobres Salsas hechas con
mostaza, en grasa, mantequilla,
Especias y
hierbas, mahonesa, margarina, leche
salsas
vinagreta, all-i- besamel entera y grasas
oli, caldos elaborada con animales
vegetales leche desnatada
Agua mineral,
Refrescos
zumos
azucarados*, Bebidas con
infusiones, café,
Bebidas bebidas chocolate, café
té(3 x día),
alcohólicas de alta irlandés
vino*, cerveza*
graduación*
(2x día)
A continuación se describen los grupos de alimentos que forman parte de una dieta
equilibrada y variada.
1. Carnes y aves. Son ricas en proteínas, vitaminas del grupo B, hierro, cinc y otros
minerales. Se recomienda evitar las carnes rojas que aportan una cantidad
sustancial de grasa total y saturada y elegir, en cambio, cortes magros de vaca,
cerdo, ternera o cordero, eliminando la grasa visible antes de cocinar. Excepto el
pato y el ganso, la volatería en general y el pollo y pavo en particular (una vez
retirada la piel) contienen menores proporciones de grasa saturada y colesterol que
las carnes rojas; lo mismo sucede con el conejo. En nuestro medio es muy común
el consumo de jamón, por lo que puede permitirse su consumo dos o tres veces por
semana procurando, como siempre, eliminar la grasa visible. La mayoría de
embutidos y salchichas son muy ricos en grasa saturada, por lo que son
desaconsejables.
Las vísceras (hígado, riñones, sesos, etc.) son muy ricas en colesterol y, por tanto,
debe evitarse su consumo. El hígado es una fuente importante de hierro y
vitaminas, pudiendo tomarse una porción de 100 g una vez al mes.
Niños y adolescentes
Mujeres
Tercera edad
INDUSTRIA ALIMENTARIA
INSTITUCIONES SANITARIAS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Los medios de comunicación tienen una gran influencia sobre los hábitos
poblacionales; por tanto, como responsables críticos de la información al público,
pueden representar un papel muy importante en el esfuerzo conjunto para
instaurar hábitos alimentarios saludables en la población. Por una parte, deben
proporcionar una información veraz y rigurosa sobre los patrones alimentarios
saludables; y por otra, tienen que controlar la calidad de la publicidad sobre
alimentos difundida a través de ellos. Para poder influir en la audiencia, además de
los profesionales de la salud, los medios de comunicación deben requerir a líderes
de opinión y otras personas con capacidad de influir en la población.
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