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Unidad Nº 2: Representación y conceptualización

histórica
Fruto innegable del denominado giro lingüístico y de la
importancia adquirida por el lenguaje para el pensamiento
filosófico en el siglo XX, surge durante la década del ‘70 la
llamada filosofía narrativista de la historia, el narrativismo se
enmarca en un debate más amplio ocurrido hacia la segunda
mitad del siglo XX, acerca del lugar de la narrativa en la
historia, y más específicamente, del estatus de la narrativa
como instrumento cognitivo.
En la segunda mitad del siglo XX la discusión se centró en si
la narrativa es una forma idónea de representar lo histórico o
si es posible una escritura de la historia que no sea narrativa.
Desde Herodoto hasta los tiempos recientes lo que
consideramos como sucesos históricos se han transmitidos
en forma de narración, de relatos que recogían la secuencia
temporal de las situaciones y los acontecimientos.
La moderna concepción de la historiografía ha tendido, en
una progresión sistémica,hacia la conversión del texto
histórico partiendo de su antiguo carácter de pieza literaria
(como las crónicas medievales o de la conquista de América,
o grandes tratados didácticoscomo los de Mariana o Bossuet)
a textos cada vez más explicativos para acabar siendo textos
argumentativos.
En el siglo XIX, con el positivismo, al tradicional
fundamento de la historia narrada, se le agregó el uso del
documento, pero el vehículo de transmisión histórica siguió
siendo casi exclusivamente la narración. En el segundo
tercio del siglo XX es cuando la idea de la historia narración
empezó a ser combatida a partir de la escuela de los Annales
y otras corrientes historiográficas. Pero en el último cuarto
del siglo pasado las más influyentes teorías de la literatura,
las teorías del texto que arrancan de las corrientes
estructuralistas y postestructuralistas y la filosofía del
lenguaje de tradición analítica, comenzaron a dirigir su
atención al texto historiográfico en cuanto fuerza literaria, es
decir en cuanto discurso narrativo
Fueron las corrientes historiográficas de la ¨epoca de oro¨ del
siglo XX (Annales, cuantitativismo, marxismo), las que
discutieron y negaron la ligazón insustituible de la historia
con la narración. Ahora cabe la pregunta de si es posible una
historia que no sea narración. Para algunas posiciones la
historia como género literario está estrechamente relacionada
con la problemática general del género narrativo. Por ello
consideran que ¨...el texto historiográfico (...) es un discurso
que en sus características formales y culturales no se
distingue esencialmente del ficcional, del texto de la novela
o del cuento, que constituyen la ficción narrativa por
excelencia¨
Algunas corrientes modernas de análisis histórico filológico
van más allá y afirman no sólo la coincidencia de la historia
con la forma narrativa, sino ¨la necesidad de su
coincidencia¨. El caso más significativo es el de Paul
Ricoeur para quien la narración no es un mero vehículo de
comunicación de la experiencia histórica, sino que lo
narrativo sería la condición esencial de la historia. La tesis
mantenida por Ricoeur sostiene que Conocer la historia, ¨...
hacer de ella una representación inteligible, tiene la misma
significación que la de construir un relato y, por lo tanto, lo
histórico y lo historiográfico tienen la misma estructura que
el relato como discurso secuencial en el que los
acontecimientos se integran en una trama en torno al eje de
la sucesión temporal misma¨. Como alternativa contraria, ¨...
el conocimiento de la historia puede ser representado en un
tipo de lenguaje descriptivo o explicativo, que no reproduce
la estructura de un relato, de una narración que obedece a
una trama, en un lenguaje proposicional, en argumentación
deductiva o inductiva, al modo en que la ciencia describe al
mundo.
LA NARRACIÓN HISTÓRICA La posición narrativista no
considera solamente que la narración es un vehículo de
trasmisión. Sus teóricos pretenden que ese discurso narrativo
es mucho más ya que responde a diversos códigos y, en
consecuencia, existen distintas formas de narración. Esta
posición afirma que La narración ¨transmite mucha más
información que el discurso de la ciencia y soporta una gran
variedad de interpretaciones. El discurso dista de ser un
elemento neutro. El discurso es un aparato para la
producción de significado más que meramente un vehículo
para la transmisión de información (...) no es tampoco una
mera crónica, produce más significado que ella¨´. Afirma
Hayden White que ¨El discurso se construye en virtud de la
imposición de una estructura de relato a un determinado
conjunto de acontecimientos, y es la elección del tipo de
relato el que da significado a éstos¨171 . El efecto de esta
armazón puede considerarse una explicación pero las
generalizaciones que aquí se emplean como universales no
apunta a formular leyes que expliquen la causalidad de los
sucesos como ocurre con las ciencias, sino a descripciones
pintorescas de los sucesos históricos como las tramas
literarias. Paul Ricoeur distingue tres tipos de relato: mítico,
histórico y ficcional y, por otro lado, el mundo real. Su tesis
sostiene que los acontecimientos históricos poseen la
estructura misma del discurso narrativo y eso distingue a los
acontecimientos históricos de los naturales. La dimensión
narrativa es lo que distingue a la historia de las otras
ciencias humanas y sociales.
La clave de todo relato es su trama. La trama es lo que une
a los acontecimientos en un conjunto inteligible y los dota de
sentido. A partir especialmente de Ricoeur, la tematización
de la problemática de la narratividad dio nueva legitimidad
a la narración histórica, hasta no hace mucho despreciada por
ser típica de la historia tradicional, en particular de la historia
política. En el nivel más simple, implicó la desaparición de
la categorización de ¨inferioridad¨ otorgada por algunos
historiadores estructuralistas y la apertura de nuevas
posibilidades de abordar el pasado. Muchas corrientes
historiográficas actuales evidencian su carácter
esencialmente narrativo en las formas de exposición
histórica.
DISTINTAS POSTURAS DEL NARRATIVISMO No se
puede considerar a la denominada corriente ¨narrativista¨
como única y homogénea por cuanto dentro de ella, si bien
los autores coinciden en general con la ¨vuelta a la
narración¨, difieren en la forma de concebirla. Así, Paul
Ricoeur, en Tiempo y Narración considera que ¨...toda
historia, incluso la menos narrativa, aún la más estructural,
está construida siempre a partir de las fórmulas que
gobiernan la producción de las narraciones cualesquiera que
sean.
Para Ricoeur existe una unidad entre los distintos géneros
narrativos que tiene que ver con el carácter común de toda
experiencia humana que es su carácter temporal, articulado
por el acto de narrar en todas sus formas. De la vinculación
entre narratividad y temporalidad se deducen los rasgos
comunes que caracterizan tanto a los relatos que tienen una
pretensión de verdad como a los de ficción. Las entidades
que manejan los historiadores (¨sociedad¨, ¨clases¨,
¨mentalidades¨, etc.) son para Ricoeur ¨cuasi personajes¨,
dotados de propiedades que son las de los héroes singulares
o de los individuos ordinarios que conforman las
colectividades que designan estas categorías abstractas. Las
temporalidades históricas dependen del tiempo subjetivo: la
larga duración no sería más que una modalidad derivada de
la ¨puesta en escena¨ de los acontecimientos. Ricoeur
considera que los procedimientos explicativos de la historia
continúan aferrados a la lógica de la causalidad singular, al
modo de comprensión que, en lo cotidiano o en la ficción,
permite dar cuenta de las decisiones y de las acciones de los
individuos o de los personajes
Michel de Certeau en Hacer la historia y en La escritura de
la historia, afirma que toda escritura histórica es un relato, un
relato que elabora su discurso según los procesos de
¨narrativización¨ que reorganizan y reordenan los pasos y las
operaciones de la investigación. En su teoría formula la
tensión fundamental que, considera, caracteriza a la historia.
La historia es una práctica ¨científica¨ productora de
conocimientos, pero una práctica cuyas modalidades
dependen de las variaciones de sus procedimientos técnicos
y de las coerciones que le imponen la comunidad científica.
Sin embargo,
Certeau plantea la producción o reconstrucción del objeto
científico por parte del historiador, es decir que el pasado no
está de por sí constituido como objeto, sino que es
construido por el investigador. Esto implica la aplicación de
reglas (técnicas y métodos) con
el propósito de alcanzar un conocimiento que sea verificable
y objetivo.
Hayden White, en Metahistoria, afirma que
La historia ¨... es una estructura verbal en la forma de un
discurso narrativo en prosa¨
Considera que la elección que hace el historiador de una
matriz tropológica, de una particularidad de desarrollar la
trama de la intriga y la capacidad explicativa, es igual a la
de los novelistas. Piensa que Las narraciones históricas son
¨... ficciones verbales cuyos contenidos son tan
inventados como descubiertos y cuyas formas tienen más en
común con sus contrapartes en la literatura que con las de las
ciencias¨
.En consecuencia comparte con la literatura las mismas
estrategias y
procedimientos, es decir que carece de un sistema de verdad
propio. Tanto el mito, como la literatura y la historia, son
formas de conocimiento.
Hayden White propone analizar este discurso como un
artefacto verbal: “cada
historia es en primer lugar y sobre todo un artefacto verbal,
un producto de un tipo especial de uso del lenguaje. Y esto
sugiere que, si el discurso histórico ha de ser comprendido
como productor de un tipo distintivo de conocimiento, debe
primero analizarse como estructura del
lenguaje”

Koselleck
El concepto moderno de historia y su ambivalencia hace
posible un acercamiento al problema de las representaciones
del hombre y del tiempo. Este carácter adquiere relieve en
las reflexiones sobre la Histórica llevadas a cabo por
Koselleck, en las que pasado y futuro se vuelven
problemáticos y crean la necesidad de una metodología
idónea para su comprensión.
Esta metodología, fundada en las categorías de espacio de
experiencia y horizonte de expectativa, termina perfilando, a
través de la metáfora temporal de los estratos del tiempo, las
relaciones del historiador frente a la historia, en tanto
escenario estratificado del trilema de la interpretación
histórica y marca la pauta para la pregunta por su
interpretación bajo la óptica de la simultaneidad temporal.
Sin embargo, la historia no es solo el recuento de los hechos,
sino que es e implica una auténtica meditación que la lleva a
la posibilidad de ser ella misma, en tanto la historia es
también lo que cada uno es; es decir, si se considera el
carácter dual del concepto moderno de historia, esto es, que
en él se configura tanto la realidad espacio-temporal de los
acontecimientos (Geschichte), al igual que su narración
(Historie), entonces la historia impele a su reflexión y
recreación, más si se estima que no es posible estar por fuera
de ella. Así, pensar y concebir la historia, implica también
pensarse y concebirse en el tiempo y como tiempo.
Frente a la comprensión de la historia como recuento de los
hechos (o historiografía de sus acepciones antes y después de
la Modernidad), la lectura de Reinhart Koselleck del
concepto de historia1 es una reflexión que proporciona
formas de comprensión, apropiación y narración de la
historia misma, sustentando así su propuesta teórico-
metodológica; por tanto, el objetivo del presente texto es
intentar articular y exponer a lo largo del mismo algunos
elementos claves de su Histórica (Historik) o teoría del
tiempo, pues en ellos es posible ver una invitación al
cuestionamiento no solo de la forma de hacer historia,

CRÍTICA DEL NARRATIVISMO Si lo que distingue una y


otra forma de relato, el histórico y el ficcional, es su
contenido de verdad, es evidente que tal contenido no puede
ser esclarecido por el relato mismo sino por una instancia
distinta a él. La historiografía tradicional consideraba que la
validación se daba a través del uso de documentos, y las
teorías historiográficas más ¨cientificistas¨ ponen el acento
en el uso de métodos y técnicas adecuadas y en la verdad de
sus proposiciones que deben ser de carácter universal.

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