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LITERATURA, NACIÓN E
IDENTIDAD. FORMACIÓN DEL CAMPO INTELECTUAL EN EL RÍO DE LA PLATA.
PANORAMA HISTÓRICO GENERAL DE LA LITERATURA DEL SIGLO XIX.
La homogeneidad lingüística fue un dogma que, incluso a nivel académico, tuvo validez
hasta bien entrada la década del cincuenta.
Hoy – es posible hablar de varias regiones lingüísticas dentro del territorio nacional y de la
presencia de por lo menos cuatro variedades lingüísticas.
Vale la pena señalar que el área o variedad lingüística constituida por Montevideo o por el
litoral oeste.
A nivel diastrático, las variedades o variaciones lingüísticas según el estrato social a que
pertenece el hablante son pronunciadas.
Dicha homogeneidad encubre una heterogeneidad regional que, en el mejor de los casos
debilita la mencionada homogeneidad.
La noción de cultura que manejo incluye además de las llamadas “bellas artes” y del resto
de manifestaciones artísticas tradicionales, aquellos elementos discursivos que configuran
la autoimagen que una comunidad ofrece de sí misma.
Durante ciertos períodos de nuestra historia pudo haberse dado la hegemonía de ciertos
“constructos” lo que permitiría hablar, eventualmente y en una formulación generalizante,
de unidades culturales a nivel nacional. El plural, entonces, implica y propone: por un
lado, la inexistencia de una única nacional y, consecuentemente por el otro, la
coexistencia de varias cultural nacionales.
La discusión entre una cultura de “dotores” y una cultura “gaucha” o “campesina”, aunque
en proceso de desvanecimiento dada la urbanización creciente del país, sigue vigente
aunque transformada o actualizada.
“Pero, ¿hay una manera de ser uruguayo o uruguaya?” - a nivel cultural que es común a
toda sociedad y si no, es permanente a lo largo de nuestra historia, al menos posee cierta
estabilidad durante períodos importantes, ¿pero, de cuál uruguayo o uruguaya hablamos?
¿qué homogeneidad estamos proponiendo?
Está, como acervo común, el conjunto de símbolos: Artigas, el Éxodo, Obdulio Varela,
Maracaná, etc. Está también el mate, a pesar de ser regional, y la torta frita. Está, por
sobretodo eso, el haber vivido o el vivir en la misma sociedad. Pero, y esto es parte
central de mi argumentación, el vivir o el haber vivido una misma historia, el compartir
ciertos símbolos, el vivir conjuntamente los sucesivos auges y miserias de la economía
uruguaya no implica una homogénea interpretación de esos símbolos y muchísimo menos
el compartir proyectos de país. El Uruguay que imaginan los distintos actores o sujetos
PROBLEMAS QUE PLANTEA LA LITERATURA URUGUAYA. LITERATURA, NACIÓN E
IDENTIDAD. FORMACIÓN DEL CAMPO INTELECTUAL EN EL RÍO DE LA PLATA.
PANORAMA HISTÓRICO GENERAL DE LA LITERATURA DEL SIGLO XIX.
Se sostiene o se podría sostener que, en definitiva, toda sociedad o toda cultura presenta
los rasgos de lo descrito anteriormente. Como indicador de diversidad de culturas y que
en realidad, la tal diversidad no es otra cosa que el pluralismo, la riqueza y la
heterogeneidad inherente a toda sociedad organizada.
Dicha argumentación propone que todos somos iguales, más ricos o más pobres, pero al
fin y al cabo todos somos lo mismo. Tal discurso y tal presupuesto es producido desde la
clase media; desde una perspectiva hegemónica en la clase media que, a nivel
ideológico, no puede o no quiere saberse diversa y plural:
Otro modo de pensar, a considerar, sostiene o podría sostener que la diversidad existe
pero que el grado de tal diversidad no es tal como para poder hablar de culturas o
subculturas dentro de la sociedad uruguaya.
Todo lo podíamos. Éramos diferentes que el resto de América Latina y, sobre todo,
éramos mejores.
PROBLEMAS QUE PLANTEA LA LITERATURA URUGUAYA. LITERATURA, NACIÓN E
IDENTIDAD. FORMACIÓN DEL CAMPO INTELECTUAL EN EL RÍO DE LA PLATA.
PANORAMA HISTÓRICO GENERAL DE LA LITERATURA DEL SIGLO XIX.
En un momento posterior, otro sector u otra comunidad tuvo como imagen discursiva
central el “asalto al cielo”, el país como la comunidad que podría hacer aquella realidad la
utopía social.
Pero hay otras comunidades. Piensan que han heredado el viento y deben construir un
Uruguay nuevo o que deben construir un Uruguay nuevo o que deben dejarlo caer y
abandonar el barco.
Hay entonces junto a la cultura de la restauración, otras cultural: una cultura del irse, una
cultura de la importación, una cultura del reciclaje.
La cultura del irse se nutre, fundamentalmente, de dos elementos: uno nostálgico, que
salva del naufragio aquellos elementos que habrán de componer el museo de la memoria
y que abandona todo intento de construcción, todo intento de conjugar colectivamente los
verbos un futuro en relación con la comunidad que abandona; otro que abre un universo
simbólico donde visas, idiomas, certificaciones, pasajes son factores clave, y que
evidencia la disposición a la transculturación. La cultura del irse no es nueva.
planetaria que el desarrollo de la comunicación vía satélite hace posible. El planeta es una
aldea y el simulcast una realidad cotidiana.
La cultura de la importación termina muchas veces por darse la mano con la cultura del
irse y apunta, en muchas oportunidades, a la estética del simulacro.
La cultura del reciclaje abarca la cultura del urgador de basura como a la cultura de
alguna comisión de patrimonio que recicla casas y tugurios.
Es esfuerxo por reciclar supone una postergación del futuro y un volver al pasado.
Supone la necesaria y justa revaloración de la tradición y del pasado pero supone también
retacearle rubros a la dificultosa construcción del futuro. Se trata de conjugarlo con una
apuesta al futuro.