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EL BIBLIOCAUSTO ARGENTINO

Quema de libros durante la última dictadura militar

La última dictadura militar padecida por Argentina es sin duda la más memorable razón por
la que en la actualidad debemos apreciar la posibilidad de vivir en democracia por más
imperfecciones que ésta tenga. Dentro del terrorismo de Estado, la quema de libros masiva
llevada a cabo durante la misma significó un fin a la libertad de las mentes argentinas. La
política cultural y educativa aplicada sentenció a muerte la facultad humana de razonar y a
la creación de pensamientos libres de todas las víctimas de esos años oscuros.
Wikipedia define la quema de libros como “la práctica, generalmente promovida por
autoridades políticas o religiosas, de destruir libros u otro material escrito; está vinculada al
fanatismo ideológico y suele acompañar a muchos conflictos bélicos. La práctica
generalmente es pública y está motivada por objeciones morales, políticas o religiosas, al
material publicado.” Quemar libros ha sido históricamente un método aplicado por
autoridades para terminar con ideas que fueran en contra de las suyas, buscando eliminar
ideologías consideradas inmorales, desatando guerras y conflictos, atentando con los
derechos humanos que se nos conceden por el simple hecho de ser personas, destruyendo
años de literatura y cultura. Cada libro tiene el poder de dejar una idea en la mente de una
persona, por lo que son usados para la enseñanza y formación de las personas. Si bien las
sociedades necesitan autoridades que ordenen un territorio, es importante que los
ciudadanos tengan la libertad de establecer el límite de las acciones de las mismas sobre
un territorio. El establecimiento de un régimen ideológico excesivamente controlador y
censurador en un territorio llevó a que su obsesión por tener el poder atente con la cultura
de los habitantes de un país. Por lo general estas autoridades consideran que libros de
autores con ideologías diferentes, o quizás simplemente libros de poesía exponen a la
juventud al peligro de conocer una realidad diferente contraria a la establecida que es
considerada incorrecta. Lamentablemente en la historia de la humanidad ocurrieron
numerosos casos de este tipo en los que dirigentes de un territorio acudieron a la quema de
libros. Fue un método de limpiar la mente de las personas para someterlos y encerrarlos en
una sola idea, reprimiéndolos de conocer un mundo diferente a través de la magia que ocurre
en la unión de palabras dentro de un libro.
En el marco de la política represiva del ’76 en Argentina, este acto fue para el proceso una
práctica purificadora del ser nacional. Los militares consideraban como subversivo a toda
idea que fuera en contra de sus principios y creían que los subversivos usaban medios como
la prensa, las canciones de protesta, las historietas, el cine, el folclore, la literatura, la cátedra
universitaria, la religión entre otros para obtener sus objetivos. Así, buscaron eliminar a las
fuentes que ellos consideraban peligrosas para la juventud argentina por exponerlos a
nuevas ideas. Los libros considerados subversivos contenían ideologías de izquierda,
peronistas, socialistas, marxistas, entre otras. Sin embargo, a medida que avanzaba el
control, se fueron descartando más libros de carácter literario y poético ¿Por qué?
Sinceramente no lo entiendo. Si el objetivo era proteger al país de una revolución comunista,
¿era necesario aniquilar años de cultura argentina quemando libros de poesía o folclore?
¿Era necesario torturar a los argentinos por poseer un libro de poesía? ¿Salir a la calle y ser
secuestrado por estar leyendo una historieta? ¡Qué locura! Comenzaron eliminando libros y
terminaron eliminando personas, cometiendo un genocidio. ¿Cómo es posible que los
argentinos hayamos tenido que tolerar semejante masacre? El abuso del poder llevó a la
muerte y desaparición de inocentes que simplemente eran obreros o iban a la universidad.
Creían que prohibir algo tan enriquecedor como la lectura terminaría con esas ideas y el
país quedaría limpio, hoy tenemos miles de víctimas argentinas que aún recuerdan este
episodio de terror con mucha tristeza.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que no solo los militares tuvieron la culpa de lo
sucedido. Las guerrillas, dentro de las cuales se encontraban: FAR (Fuerzas Armadas
Revolucionarias), ERP- (Ejército Revolucionario del Pueblo), FAP (Fuerzas Armadas
“Peronistas”), Montoneros y FAG (Fuerzas Armadas Guerrilleras), fueron las que levantaron
la furia de los militares al querer establecer un Estado comunista en el país de la misma
forma en que los militares obtuvieron el poder, hiriendo inocentes y pasando por encima del
derecho de todos los argentinos. Estos grupos tenían como principal objetivo llegar al poder
a través de la “lucha revolucionaria”, crear un país socialista y anexar a la Argentina a la
URSS (Unión Republicanas Socialistas Soviética) actuando a través de atentados,
asesinatos, intento de robos a bancos y a cuarteles militares y la fabricación de armas
caseras. En esta parte, si bien no todas las guerrillas tenían el mismo objetivo, se expandía
la violencia en el país.
Si bien la quema de libros en Argentina no comenzó en el ’76, en el marco de esa política
represiva significaba una purificación del ser nacional. El 26 de junio de 1980 en Sarandí,
partido de Avellaneda, Buenos aires, a un amplio galpón llegaron camiones cargados de
veinticuatro toneladas de libros. Dichos libros pertenecían a la editorial Centro Editor de
América Latina, una de las editoriales más prestigiosas del país y el continente, fundada y
dirigida por Boris Spivacow, un respetado matemático de 65 años, hijo de inmigrantes rusos.
Spivacow había sido gerente de la Editorial de la Universidad de Buenos Aires hasta que en
la Noche de los Bastones Largos en 1966 junto a otros profesores e investigadores fue
forzado a abandonar la Eudeba y la Universidad. Las fuerzas armadas de la época tenían
su mirada puesta en esta editorial y ese 26 de junio de 1980, las tropas cargaron veinticuatro
toneladas de cultura y conocimiento hasta un sitio baldío. Allí un oficial dio la marcial y
solemne orden de prenderles fuego, sin siquiera darse cuenta de la atrocidad que estaba
cometiendo en ese instante miserable. Se quemaron años de saber, de poesías, ficciones,
investigaciones, años de cultura argentina derribados por otros argentinos. Otro recurso
aplicado por los mismos argentinos asustados por tener libros que puedan ser considerados
subversivos fue tirar los mismos en inodoros y pozos ciegos o enterrarlos. Eran argentinos
que tenían miedo de ser secuestrados, torturados, desaparecidos por el simple hecho de
tener un libro innecesariamente prohibido por los militares.
Otro caso de quema de libros durante la dictadura en 1976 ocurrió en Córdoba cuando el
interventor de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrado, teniente primero Manuel
Carmelo Barceló sacó de la biblioteca y mandó a incinerar títulos de Margarita Aguirre, Pablo
Neruda y Julio Godio, entre otros. En la misma provincia, el jefe del Tercer Cuerpo de
Ejército, Jorde Eduardo Gorleri, exhibió en conferencia de prensa una hoguera en el patio
de la unidad militar en donde se quemaron libros de León Trotsky, Mao Tse-Tung, Ernesto
Che Guevara, Fidel Castro, Juan Domingo Perón y fascículos del Centro Editor de América
Latina que robó de las bibliotecas y librerías. También en Rosario, provincia de Santa Fe,
los militares usurparon la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil perteneciente a La Vigil, una
institución que tenía una biblioteca de 55.000 volúmenes en circulación y 15.000 en
depósitos, a principios de la década del setenta. El 25 de febrero de 1977 se quemaron miles
de libros, por ejemplo seiscientas colecciones de la obra completa del poeta Juan L. Ortíz.
Si bien en la actualidad no imagino una Argentina comunista, los militares con su dictadura
llegaron al límite. Ambas partes tenían objetivos contrarios y ninguno incluía el
establecimiento de una democracia en donde todos los argentinos pudieran leer sin ser
reprimidos y convivir en una sociedad ordenada, sin importar si estaban leyendo un libro de
ideas peronistas o de ideas nazis. Se ocuparon de una guerra ideológica con violencia y
terrorismo. Se dividió al país, se reprimió y torturó a sangre fría a personas que estaban al
medio, que esperaban a que lleguen tiempos mejores, a personas inocentes que fueron
desaparecidas sin estar involucradas en ninguna guerrilla. Hasta allí llegó el poder, hasta el
atentado de argentinos inocentes. Así se infringió a un derecho tan básico e indispensable
como lo es la libertad de pensamiento mediante la quema de libros, creyendo que así
liquidarían la fuente de ideas que, fueran buenas o no para el país, terminaron con la vida
de miles de argentinos. ¿Limpiar la sociedad? ¿Qué clase de limpieza es esa en la que una
persona no puede elegir qué libro sacar de la biblioteca? ¿Purificar al ser nacional? ¿Un ser
nacional carente de libertad de expresión? Yo soy argentina y estoy orgullosa de vivir en un
país democrático que me permite elegir lo que quiero leer. Estoy orgullosa de nuestro
territorio tan variado y hermoso, de nuestras costumbres y de todas esas cosas que nos
identifican. Sin embargo debo aceptar que tuvimos una historia muy conflictiva en cuanto a
la organización de los gobiernos de nuestro país. Y si bien a nuestra sociedad le falta
crecimiento en valores y educación, quiero seguir viviendo y aportando algo de mí a ese
país tan hermoso para que no se vuelva a atentar con nuestros derechos.
Lamentablemente, en la historia de la humanidad no fue la primera vez que se quemaron
libros. Recordemos el bibliocausto nazi, durante la Segunda Guerra Mundial. "Fue sólo un
preludio: donde se queman libros, se acabará por quemar personas", escribió al respecto el
poeta Heinrich Heine (1797-1856). Y así fue. Se quemaron millones de libros como si
estuvieran terminando con una ideología, limpiando al mundo de relatos considerados un
pecado por pertenecer a autores judíos o expresar ideas socialistas. En este caso no solo
fueron las autoridades las encargadas de quemar libros, sino que también los propios
habitantes, víctimas de un fanatismo ideológico, se encargaron de llevar a cabo quemas
publicas de libros. El poder del régimen era tan vigoroso e influyente que creaba un
fanatismo en sus integrantes. A la vez Hitler era tan temido que muchos simplemente
aceptaban el régimen por miedo a ser víctima de las políticas represoras. Otros valientes
optaron por irse del país, los cuales eran vistos como traidores por no quedarse a luchar por
su patria. Estos últimos no eran traidores, simplemente eran conscientes de los crímenes
que el Estado estaba dispuesto cometer por su ambición con limpiar su país de judíos y
prefirieron no formar parte de dicha calamidad. Al igual que en Argentina, se buscó limpiar
al ser nacional. Quemar libros de nuevo fue el método aplicado para terminar con ideas que
en ese caso pertenecían a judíos. Una vez más, años de cultura y literatura hechos cenizas.
Volviendo a nuestro país y retrocediendo en el tiempo, los militares no fueron los primeros
en usar la quema de libros. Cuando los españoles llegaron a nuestro territorio en busca de
riqueza, se encontraron con nuestros antepasados: los indios. Estos pocos miles de
soldados exterminaron casi totalmente a una población de cien millones de “Querandíes”,
como ellos les llamaban. En su gran afán de llevarse todo el oro que pudieran encontrar en
el territorio, aniquilaron un sesenta por ciento de toda la memoria escrita por los primeros
dueños de nuestras tierras. Un imperio necesita de un modelo económico y político, pero
además requiere de valores culturales y del recuerdo de los pueblos anteriores ya vencidos,
por lo que la memoria es el vínculo más importante de la identidad nacional. El objetivo era
simple: destruir la memoria histórica. Más de quinientas lenguas se extinguieron para
siempre. Así, con fuego, robo y censura se encargaron una vez más de eliminar nuestros
tan preciados libros.
Para concluir, ¿Es la quema de libros una práctica eficiente cuando se necesita exterminar
una idea? ¿Es la tortura hacia una persona el método adecuado para someterla a una
ideología en contra de su voluntad? ¿Existe alguien capaz de cambiar todos los
pensamientos del mundo a su antojo? En la historia de la humanidad podemos encontrar la
respuesta. En la actualidad, recordamos cada caso de quema de libros como una situación
en la que las alas de nuestra mente fueron cortadas y como un atentado a nuestra cultura y
a nuestros conocimientos. Es nuestro deber como argentinos impedir que se nos arrebate
un derecho tan hermoso y pleno como lo es la lectura. Todavía tenemos víctimas de esa
dictadura que forman parte de la memoria histórica de nuestro país y de lo ocurrido. Nosotros
los jóvenes debemos encargarnos de seguir formando el país haciendo valer nuestros
derechos, dejando que esos años de terror perduren en la memoria de todos nuestros
ciudadanos para evitar que pase de nuevo. Merecemos un país democrático en el que se
fomente la lectura a través de la educación y así seguir enriqueciendo nuestra tan preciada
cultura argentina, buscando siempre el progreso de la mano de los derechos. Unidos como
país en un mismo territorio podemos llegar cada vez más lejos, todo empieza con la reflexión
de nuestro pasado para accionar en el presente y ver los resultados en el futuro.
La marcha de la bronca
Pedro y Pablo
Bronca cuando rien satisfechos
al haber comprado sus derechos
Bronca cuando se hacen moralistas
why entran a correr a los artistas
Bronca cuando a plena luz del día ' '
sacan a pasear su hipocresía
Bronca de la brava de la mía
bronca que se puede recitar
Para los que toman 1o que es nuestro
con el guante de disimular
Para el que maneja los piolines
de la marioneta universal
Para el que ha marcado las barajas
why recibe siempre la mejor
con el as de espadas nos domina
why con el de bastos entrara a dar why dar why dar
Marcha, un, dos,
No puedo ver tanta
mentira organizada
sin responder con voz ronca
mi bronca, ni bronca
Bronca porque matan con descaro
pero nunca nada queda claro
Bronca porque roba el asaltante
pero también roba el comerciante
Bronca porque está prohibido todo
hasta lo que haré de cualquier modo
Bronca porque porque no se paga fianza
si nos encarcelan la esperanza
Bronca, bronca...
Los que mandan tienen este mundo
repodrido y dividido en dos
culpa de su afán de conquistarse
por la fuerza o por la explotación
Bronca pues entonces cuando quieren
que me corte el pelo sin razón
es mejor tener el pelo libre
que la libertad con fijador
Marcha, un, dos...
No puedo ver tanto desastre organizado
sin responder con voz ronca
de bronca, de bronca
Bronca sin fusiles y sin bombas
Bronca con los dedos en "V"
Bronca que también es esperanza
Marcha de la bronca y de la fe
Marcha, un, dos...

TAREA FINAL: pensar como sería un video (que imágenes colocarían para describir la dictadura
brasilera)

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