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Arrianismo

Grabado de Arrio argumentando la supremacía de Dios Padre, y que el Hijo tuvo un comienzo, al haber
tenido un verdadero nacimiento.

El arrianismo es una creencia cristiana no trinitaria. Afirma que Jesucristo fue


creado por Dios Padre y está subordinado a él. Las enseñanzas arrianas fueron
atribuidas a Arrio (c. 250-335 d. C.), un presbítero de Alejandría, Egipto, y se
oponen a las llamadas ortodoxas acerca de la naturaleza divina.
La cristología arriana sostiene que el Hijo de Dios no existió siempre, sino que fue
creado por Dios Padre. Esta creencia se basa, entre otros textos bíblicos, en un
párrafo del Evangelio según san Juan[1] donde Jesús declara:

Oyeron que yo les dije: “Voy y vuelvo a ustedes”. Si me amaran se


gozarían de que voy al Padre, porque el Padre es mayor que yo.

Evangelio según san Juan 14:28 (Versión Reina Valera, actualizada 2015)

El Primer Concilio de Nicea del 325 consideró que las doctrinas arrianas
eran heréticas y el Primer Sínodo de Tiro, en el 335, exoneró a Arrio.[2] Tras su
muerte, fue anatemizado de nuevo y fue declarado herético otra vez en el Primer
Concilio de Constantinopla del 381.[3] Los emperadores romanos Constancio
II (337-361) y Valente (364-378) fueron arrianos o cercanos al arrianismo.
ComienzosEditar
En algunos grupos de los primeros cristianos se enseñaba que Cristo había pre-
existido como Hijo de Dios desde antes de su encarnación en Jesús de Nazaret, y
que había descendido a la Tierra para redimir a los seres humanos.[4]
Arrio creía que Dios Padre y Dios Hijo no habían existido juntos desde
siempre,[5] sino que el Logos era un ser divino creado por Dios Padre antes que
el mundo y que estaba subordinado al Padre.[6] Arrio y sus seguidores apelaban
al ya mencionado texto del Evangelio de Juan, y además a Proverbios, donde la
Sabiduría Divina (identificada entonces con el Logos, es decir Jesucristo)
proclama: [7]

El Señor me creó al principio de su obra, antes de que él comenzara a


crearlo todo.

Proverbios 8:22 (Versión Dios habla hoy, 1996)

Arrio había sido discípulo de Luciano de Antioquía en su academia de Antioquía,


y heredó de él una versión modificada de las enseñanzas de Pablo de
Samosata.[8] Después de la conversión de Constantino y en vista del áspero cariz
que tomaban las disputas teológicas, se convocó al Concilio de Nicea, el cual
adoptó una solución general a esta controversia. La gran mayoría apoyó las
doctrinas trinitarias, que pasaron a considerarse la ortodoxia (es decir la forma
correcta de entender la fe cristiana) y la posición arriana quedó en minoría y fue
declarada heterodoxa o herética.
La controversia acerca del arrianismo se desarrolló durante todo el siglo IV.
Incumbió a muchos miembros de la Iglesia: simples creyentes, sacerdotes,
monjes, obispos, emperadores y miembros de la familia imperial romana. Los
emperadores romanos, Constancio II y Valente, se convirtieron en arrianos o
semi-arrianos. También se hicieron arrianos los godos, vándalos y lombardos. La
profunda controversia en el seno de la Iglesia durante este periodo podría no
haberse materializado sin la significativa influencia histórica de las doctrinas
arrianas.[9] De los trescientos obispos que acudieron al Primer Concilio de Nicea,
solo dos no firmaron el Credo Niceno, que condenaba el arrianismo.[10] Según
algunos estudiosos, esta mayoría obedeció a la pena de exilio impuesta por
Constantino a quienes se rehusaran a firmar el acuerdo alcanzado en Nicea. Sin
embargo, se ha señalado que dicha suposición es gratuita dado que no aparece en
las fuentes, más aún muchos de los obispos presentes en el mencionado concilio
fueron posteriormente perseguidos y encarcelados por defender la ortodoxia
cuando el emperador Constancio II decidió apoyar a los arrianos; entre
ellos Atanasio de Alejandria.

Además, si se encuentra algún escrito sobre Arrio, podría ser arrojado al


fuego, por lo que no solo se borra la maldad de su enseñanza, sino que no
quedará nada para recordarlo. Y por esto hago una orden pública, de que
si se descubriese que alguien esconde un escrito compuesto por Arrio, y
no lo lleva inmediatamente a su destrucción por fuego, la pena será la
muerte. Tan pronto como se descubra su ofensa, él podría ser sometido a
castigo capital [...]

Edicto del emperador Constantino contra los arrianos.[11]

El arrianismo continuó existiendo durante varias décadas, aunque el aparente


resurgimiento del arrianismo después de Nicea fue, más bien, una reacción anti-
nicena explotada por los simpatizantes de los arrianos que algo propiamente
arriano.[12] A finales del siglo IV, se había derrotado todo resto de arrianismo en
el seno de la jerarquía oficial de la iglesia romana, que era trinitaria.[13] En
la Europa Occidental, el arrianismo, que había sido predicado por Ulfilas, un
misionero arriano entre las tribus germánicas, era dominante entre godos y
vándalos (y más tarde, fue significativo entre los lombardos); pero dejó de ser
una creencia mayoritaria en estas tribus en el siglo VIII, a medida que los reyes de
esos pueblos fueron adoptando gradualmente el catolicismo. Este proceso
empezó con Clodoveo I rey de los francos en 496, si bien él no era arriano,
sino pagano, siguió con Recaredo I de los visigodos en 587 y culminó con Ariberto
I de los lombardos en 653.
CreenciasEditar
La reconstrucción de lo que realmente dijo Arrio y el por qué lo dijo es una gran
tarea, porque ha sobrevivido muy poco de su propio trabajo, con la salvedad de
las citas hechas con propósitos polémicos por sus oponentes, y también porque
no se sabe a ciencia cierta qué teorías teológicas y filosóficas habían conformado
su sistema de creencias.[14]
Los arrianos no creían en la doctrina tradicional de la Trinidad, que sostiene
que Dios, Jesús y el Espíritu Santo son un único ser.[15]
La carta de Auxentius de Durostorum[16] sobre el misionero arriano Ulfilas da
una imagen clara de las creencias arrianas. Ulfilas fue ordenado obispo por el
arriano Eusebio de Nicomedia y regresó a su pueblo para emplearse como
misionero. Ulfilas creía que Dios Padre (el Dios Sin Comienzo, el Dios
Todopoderoso) siempre había existido y era el único dios verdadero (Evangelio
de Juan 17:3). Así mismo, creía que el Hijo de Dios, Jesucristo, (Dios
"unigénito", Evangelio de Juan 1:18;[17] Dios Poderoso, Libro del profeta
Isaías 9:6) empezó después de que el tiempo empezase (Proverbios 8:22-29; Libro
de las revelaciones 3:14, Epístola a los colosenses 1:15), y quien es Señor/Guía
(Primera epístola a los corintios 8:6). El Espíritu Santo (el poder iluminador y
santificador) tampoco es Señor/Guía. El capítulo 8, versículo 6, de la Primera
epístola a los corintios 8:6 dice:

[...] para nosotros existe un solo Dios, el Padre, que es principio de todo y
fin nuestro y existe un solo señor, Jesucristo, por quien todo existe y
también nosotros.
Primera epístola a los corintios 8:6. Escrita por san Pablo de Tarso a la
comunidad cristiana de Corinto. Siglo I.

En una carta a Auxentius, Ulfilas resume así sus creencias:

Yo, Ulfilas, obispo y confesor, he creído siempre, y en esto, en la única fe


verdadera, hago el camino hacia mi Señor: creo solo en un Dios Padre, el
que no tiene comienzo y es invisible, y en su unigénito hijo, nuestro
Señor/Guía y Dios, el diseñador y el hacedor de toda la creación, no
habiendo otro como él. Por lo tanto, hay un Dios de todos, que también es
Dios de nuestro Dios; y hay un Espíritu Santo, el poder iluminador y
santificador, como dijo Cristo después de la resurrección a sus apóstoles:
"Yo les enviaré lo que el Padre prometió, por eso quédense en esta ciudad
hasta que sean revestidos con la fuerza que viene desde el cielo"
(Evangelio de Lucas 24:49) y también dijo: "Pero recibirán la fuerza del
Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes [y serán testigos míos en
Jerusalén, Judea y Samaria y hasta el confín del mundo]" (Hechos de los
apóstoles 1:8). Ni Dios ni Señor/Guía, sino fiel ministro de la fe de Cristo;
no igual, pero sujeto a obediencia en todo al Hijo. Y creo que el Hijo está
sujeto y es obediente en todo a Dios Padre.[18]

Arrio escribió una carta a Eusebio de Nicomedia que decía:

Algunos de ellos dicen que el Hijo es una erupción, otros que es una
producción, otros que no tiene comienzo. Estos son impíos a los que no
podemos escuchar, aunque los herejes nos amenacen con un millar de
muertes. Nosotros decimos y creemos y tenemos que aprender, y que
enseñar, que el Hijo no fue sin comienzo, ni ninguna parte suya fue sin
comienzo, y que su subsistencia no depende de nada; sino que es por su
propia voluntad y consejo por lo que ha subsistido antes del tiempo y
antes de las eras tan perfecto como Dios, solo empezado e incanjeable, y
que antes de ser empezado, o creado, o propuesto, o establecido, él no
estaba. Porque él no carece de comienzo. Nosotros somos perseguidos
porque decimos que el Hijo tiene un comienzo pero que Dios no tiene
comienzo.[19]

El Primer Concilio de Nicea y sus consecuenciasEditar


En el 321, Arrio fue denunciado por un sínodo en Alejandría por enseñar un
punto de vista heterodoxo de la relación entre Jesús y Dios Padre. Como Arrio y
sus seguidores habían tenido una gran influencia en las academias de Alejandría
(el antecedente de las modernas universidades y seminarios) sus opiniones
teológicas se habían divulgado mucho, sobre todo en el Mediterráneo Oriental.
En torno al 325, la controversia se había vuelto lo suficientemente significativa y
el emperador Constantino I convocó una asamblea de obispos, el Primer Concilio
de Nicea, que condenó la doctrina de Arrio y formuló el credo de Nicea
original.[20] El término central del credo de Nicea, usado para describir la relación
entre el Padre y el Hijo, es el homousismo (ὁμοούσιος), o consustancialidad, que
significa "de la misma sustancia" o "un mismo ser". El Credo de Atanasio es usado
menos habitualmente, pero es más abiertamente anti-arriano en lo que respecta a
la Santísima Trinidad.
El foco del Concilio de Nicea fue la naturaleza del Hijo de Dios y su relación
precisa con Dios Padre (véase la obra de Pablo de Samosata y los sínodos de
Antioquía). Arrio enseñó que Cristo era divino/sagrado y que fue enviado a la
Tierra para la salvación de la humanidad[15] pero que Jesucristo no era igual a
Dios Padre (el infinito) en el escalafón y que Dios Padre y el Hijo de Dios no eran
iguales al Espíritu Santo (que sería el poder de Dios Padre).[5] En el arrianismo,
Cristo no era consustancial con Dios Padre[21] porque aunque tanto el Padre
como el Hijo habrían sido una esencia, no eran la misma esencia ni el mismo ser
(véase homousismo).[21] Dios Padre es una deidad y es divino y el Hijo de Dios no
sería una deidad pero sí sería divino ("Yo, el Señor, soy el único Dios." Libro del
profeta Isaías 46:9).[15] Dios Padre envió a Jesús a la tierra para la salvación de la
humanidad (Evangelio de Juan 17:3). Ousia significa "esencia" o "ser" en la
cristiandad oriental, y es un aspecto de Dios que es completamente
incomprensible para la percepción humana. Es todo lo que subsiste por sí mismo
y que no tiene su ser en otro.[22] Para los homousios el Dios Padre, el Hijo de Dios
y el Espíritu Santo son seres no creados. Juan Damasceno escribió:

Dios no es originado, es interminable, eterno, constante, no ha sido


creado, es inmutable, inalterable, simple, no complejo, incorpóreo,
invisible, intangible, indescriptible, sin límites, inaccesible a la mente,
incontenible, incomprensible, bueno, justo, el Creador de todas las
criaturas, el Todopoderoso Pantocrator.[23]

De acuerdo con la enseñanza de Arrio, el Logos pre-existente que se encarnó en


Jesucristo fue un ser creado; solo el Hijo fue directamente creado y empezado por
Dios Padre, antes de las eras, pero era una esencia o sustancia distinta, aunque
similar, de la del Creador. Sus oponentes argumentaban que esto podría hacer
parecer a Jesús menos que a Dios y esto era herético.[21]Gran parte de la
distinción entre las distintas facciones era sobre la frase que Cristo dijo en el
Nuevo Testamento para expresar la sumisión al Dios Padre.[21]El término
teológico para esta sumisión es kenosis. Este concilio ecuménico que declaró
Jesucristo era una forma de Dios en existencia o en realidad (hypostasis), que los
latinos tradujeron como "persona". Jesús era Dios en esencia, ser, y/no natural
(ousia), que los latinos tradujeron como sustancia.
Se cree que Constantino exilió a todos aquellos que rehusaron aceptar el credo de
Nicea (Arrio, el diácono Euzoios y los obispos libios Theonas de Marmarica y
Secundus de Ptolemais) y también a los obispos que subscribieron el Credo pero
que rehusaron unirse a la condena a Arrio (Eusebio de Nicomedia y Theognis de
Nicea). El emperador también ordenó la quema de todas las copias del libro Talía,
en el que Arrio había expresado sus tesis. No obstante, no hay evidencias de que
su hijo y sucesor, Constancio II, que era arriano, fuese exiliado.
Aunque se le ordenó mantener lo que la Iglesia había definido en Nicea,
Constantino también quiso que reinase la paz en la situación y, con el tiempo, se
hizo más indulgente con aquellos condenados al exilio en el concilio. Primero
permitió regresar a Eusebio de Nicomedia, que era un protegido de su hermana, y
a Theognis una vez que firmaron una declaración algo ambigua de fe. Ambos, y
otros amigos de Arrio, se afanaron en que se levantaran las prohibiciones de
Arrio. En el Primer Sínodo de Tiro, en el 335, ellos esgrimieron acusaciones
contra Atanasio, obispo de Alejandría, y principal oponente de Arrio; después de
esto, Constantino desterró a san Atanasio y lo consideró como alguien que
impedía la reconciliación. Ese mismo año, el Sínodo de Jerusalén, bajo la dirección
de Constantino, readmitió la comunión de Arrio en el 336. No obstante, Arrio
murió en Constantinopla de camino a este evento. Algunos académicos sugieren
que Arrio podría haber sido envenenado por sus oponentes.[24] [25] [26] Eusebio y
Theognis mantuvieron el favor del emperador, y cuando Constantino, que había
sido catequizado durante su vida adulta, aceptó el bautismo al final de su vida,
este le fue administrado por Eusebio de Nicomedia.[27] [28]
Según Atanasio de Alejandría, opuesto a Arrio, estas son algunas de las
enseñanzas arrianas, citadas en su obra Discurso contra los arrianos:

Dios no siempre fue Padre" sino que "hubo un tiempo en que Dios estaba
solo y aún no era Padre, pero después se convirtió en Padre." "El Hijo no
existió siempre;" pues, así como todas las cosas se hicieron de la nada, y
todas las criaturas y obras existentes fueron hechas, también la Palabra
de Dios misma fue "hecha de la nada" y "hubo un tiempo en que no
existió" y "Él no existió antes de su origen", sino que Él y otros "tuvo un
origen de creación". Pues Dios, dice, "estaba solo, y la Palabra aún no era,
ni tampoco la Sabiduría. Entonces, al desear darnos forma, Él hizo a cierto
ser y lo llamó Palabra, Sabiduría e Hijo, para que pudiera darnos forma
por medio de Él.[29]

Debates teológicosEditar
El Concilio de Nicea no terminó con la controversia, ya que muchos obispos de las
provincias orientales discutían el homousismo, el término central del credo niceo.
Pablo de Samosata había avocado el monarquianismo cristológico. Tanto el
hombre como su enseñanza, incluido el término "homousio" habían sido
condenados por los sínodos de Antioquía en el año 269.
El hijo de Constantino I, Constancio II, que se había convertido en emperador de
la parte oriental del Imperio Romano, animó a los arrianos y revocó el credo
niceo. Su consejero en estos asuntos fue Eusebio de Nicomedia, que había sido del
partido arriano en el Concilio de Nicea, y que también había sido ordenado
obispo de Constantinopla. Constancio II usó su poder para exiliar a los obispos
adheridos al credo niceo, sobre todo a san Atanasio de Alejandría, que se marchó
a Roma. En el año 355 Constancio II se convirtió en el único emperador
(Constantino I fallecería en el 337) y extendió su política a las provincias
occidentales, usando a menudo la fuerza para presionar a los creyentes, y
exiliando al papa Liberio para instalar al "antipapa" Félix II.
Como los debates hacían estragos a la hora de adoptar una nueva fórmula, se
crearon tres grupos entre los oponentes al credo niceo. El primer grupo estaba
opuesto sobre todo a la terminología de Nicea y prefería el término
"homoiousios" (igual en sustancia) en lugar del "homousio" niceo, y, al mismo
tiempo, rechazaban a Arrio y a sus enseñanzas y aceptaban la igualdad y el
carácter co-eterno de las personas de la Trinidad. Por esta posición centralista, y
a pesar de rechazar a Arrio, fueron llamados "semi-arrianos" por sus oponentes.
El segundo grupo también evitaba invocar el nombre de Arrio, pero en buena
medida seguía las enseñanzas de Arrio y, en otras palabras, describía al Hijo
como un ser igual (homios) al Padre (homoios). El tercer grupo hablaba
explícitamente de Arrio y describía al Hijo como diferente (anhomoios) al Padre.
Constancio apoyaba al primer o al segundo grupo y perseguía al tercero.
El debate entre estos grupos produjo numerosos sínodos, entre los que
estuvieron el Concilio de Sárdica en el 343, el Concilio de Sirmio en el 358 y el
doble Concilio de Rímini y Seleucia del 359, y no menos de catorce formas de
credos entre el año 340 y el 360, lo que llevó al pagano Amiano Marcelino a
comentar sarcásticamente: "Las carreteras están llenas de obispos galopando".
Ninguno de estos intentos fue aceptable para los que defendían la ortodoxia
nicea: escribiendo sobre posteriores concilios, san Jerónimo señaló que el mundo
"se despertó con un llanto cuando se descubrió arriano".
Después de la muerte de Constancio II en el 361, su sucesor, Juliano, un devoto de
los dioses paganos de Roma, declaró que él no se plegaría a ninguna facción de la
Iglesia, y permitió a todos los obispos exiliados regresar; esto provocó un
aumento de las disensiones entre los cristianos. El emperador Valente, no
obstante, recuperó la política de Constancio y apoyó al partido "homoiano",
exiliando a los obispos y empleando la fuerza contra los opositores. Durante su
persecución, se exiliaron muchos obispos a los extremos más lejanos del Imperio
(por ejemplo, el exilio de Hilario de Poitiers a las provincias orientales) Estos
contactos y la difícil situación común dieron lugar a un acercamiento entre los
partidarios occidentales del credo de Nicea y los "homousios" del este semi-
arrianos.
Epifanio de Salamina etiquetó al partido de Basilio de Ancira en el 358 como
"semi-arriano". Esto ha sido considerado inapropiado por el historiador J. N. D.
Kelly, que argumenta que algunos miembros de ese grupo eran prácticamente
ortodoxos desde el principio pero que no les gustaba el adjetivo "homousio",
mientras que otros se movieron hacia esa dirección después, con la llegada de los
arrianos.[30]
Teodosio I y el Concilio de ConstantinoplaEditar
No fue hasta el co-reinado de Graciano y Teodosio I cuando el arrianismo
despareció de entre las clases dirigentes y las élites del Imperio Romano de
Oriente. La esposa de Teodosio, Elia Flacila, fue una herramienta en la campaña
para acabar con el arrianismo. Valente murió en la Batalla de Adrianópolis del
378 y fue sucedido por Teodosio I, que se adhirió al credo de Nicea. Esto permitió
que se avivase la disputa.
Dos días después de que Teodosio llegase a Constantinopla, el 24 de noviembre
del 380, expulsó al obispo homiousio y puso a las iglesias de esa ciudad bajo el
gobierno de Gregorio Nacianceno, que era el líder de la pequeña comunidad nicea
de allí. Este acto provocó una revuelta. Teodosio había sido bautizado por el
obispo Acholius de Tesalónica, durante una grave enfermedad, como era habitual
en los comienzos del mundo cristiano. En febrero, él y Graciano publicaron un
edicto[31] que decía que todos sus súbditos debían profesar la fe de los obispos de
Roma y de Alejandría (el credo niceo), o serían apresados para ser castigados.
Aunque buena parte de la jerarquía de la Iglesia oriental se oponían, Teodosio
logró conseguir la unidad en las bases del credo niceo. En el 381, en el Primer
Concilio de Constantinopla, un grupo conformado sobre todo por obispos del este
se reunió en una asamblea y pactaron aceptar el credo de Nicea del 325 con
algunos elementos propios, lo que fue conocido como el credo de Nicea-
Constantinopla del 381.[32] Entre esos elementos nuevos había algunos
comentarios en relación con el Espíritu Santo. Generalmente, esto se considera el
fin de la disputa sobre la Trinidad y el fin del arrianismo en el Imperio Romano y
entre los pueblos cristianos no germánicos.
Difusión posterior del arrianismoEditar
Véase también: Arrianismo en Hispania

Ulfilas, obispo y misionero, propagó el arrianismo entre los pueblos germánicos,


particularmente los visigodos, vándalos, burgundios y ostrogodos. Después
del Concilio de Constantinopla del año 381, el arrianismo fue definitivamente
condenado y considerado como herejía en el mundo católico. Sin embargo, el
arrianismo se mantuvo como religión de algunos pueblos germánicos hasta
el siglo VI, cuando Recaredo I, rey de los visigodos, se bautizó como católico en el
año 587 e impuso el catolicismo como religión oficial de su reino dos años
después con la lucha y oposición de los visigodos arrianos, tras el III Concilio de
Toledo (589). En Italia, las supervivencias arrianas en el reino
longobardo persistieron hasta muy avanzado el siglo VII[33]y el rey
lombardo Grimoaldo (662-671) puede considerarse como el último monarca
arriano del reino[34] (y de Europa).
El arrianismo en la actualidadEditar
Los socinianos, una denominación nacida luego de la Reforma Protestante
en Polonia, no creen en el aspecto de Jesús Dios, por lo que en alguna medida
podrían ser considerados herederos del arrianismo.
Teologías actuales surgidas en la iglesia católica son acusadas de reproducir
esquemas arrianos, con una presentación no cristológica de Jesús. En 2007,
Demetrio Fernández ―entonces obispo de Tarazona y hoy obispo de Córdoba―
acusó al teólogo José Antonio Pagola por lo expuesto en su libro Jesús,
aproximación histórica (PPC, 2007).
Esta «herejía» (desde el punto de vista católico), sigue en la mente de algunos
miembros de la Iglesia: por lo general, se cree que determinadas nuevas
eclesiologías combinan la teología liberacionista con el nuevo arrianismo
científico, surgido de determinadas corrientes historicistas en la investigación
bíblica. No obstante, la doctrina oficial de la Iglesia es concluyente al declarar el
arrianismo como herejía en el Primer Concilio de Nicea (325), inicialmente, y
desde el Primer Concilio de Constantinopla (381) de forma definitiva.
Una iglesia inglesa moderna, llamada Sagrada y Apostólica Iglesia del Catolicismo
Arriano (The Holy Catholic and Apostolic Church of Arian Catholicism), dice seguir
las enseñanzas de Arrio y lo canonizó el 16 de junio de 2006. Su doctrina dice que
solo el Padre es el Dios absoluto, y que Jesús tuvo un comienzo, en la carne, y que
está subordinado al Padre. Enseñan también que Jesucristo era el mesías
redentor sin pecado, aunque no aceptan el nacimiento virginal de Jesús, la
resurrección del cuerpo de Jesucristo, la divinidad o la adoración de Jesús ni la
infalibilidad de Jesús, lo que los sitúa en una posición opuesta al propio Arrio, que
sí aceptaba todo eso, con excepción del nivel de divinidad de Cristo. Las
enseñanzas de esa iglesia arriana están más alineadas con el socinianismo que
con el auténtico arrianismo.
Aunque, según el propio Arrio, Cristo existía antes de María, esa iglesia arriana
cree que no. Dicha iglesia cree que Jesús era el hijo natural de José y María y que
el Espíritu Santo supervisó la concepción, y también enseñan que la resurrección
de Cristo no fue en la carne, sino que fue espiritual. De hecho, su credo "católico
arrio" es una creación moderna, no una fe antigua.

Los testigos de Jehová guardan unas pocas similitudes con el arrianismo, en el


sentido que ambas consideran a Jesús como el unigénito del Dios Padre, y no
como Dios mismo. Estos han sido llamados a veces "arrianos modernos" o "semi-
arrianos",[35] [36] normalmente por sus oponentes.[37] [38] [39] Aunque hay algunas
similitudes significativas en su teología y su doctrina, los testigos de Jehová
difieren de Arrio en lo de que el Hijo puede conocer por completo al Padre (algo
que Arrio negaba), y por su negación de la personalidad literal del Espíritu Santo.
Arrio consideraba que el Espíritu Santo era una "fuerza activa" de Dios, o una
"energía", que no tenía comienzo, y que no era un sujeto existente, al igual que
piensan los testigos de Jehová. Los arrianos originales también rezan
directamente a Jesús, mientras que los testigos de Jehová oran a Dios, aunque
Jesús es un mediador.[40]
Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
(mormones) han sido acusados a veces de ser arrianos por sus detractores.[41]No
obstante, su cristología difiere en varios aspectos de la teología arriana.[42]
Véase también
Referencias
Enlaces externos

Última edición hace 14 horas por Gustavo Rubén


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