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El primer paso real que dieron los gramáticos hacia el estudio del habla
subordinada a unidades sociales fue la introducción de un modelo en el que tanto
el hablante como el oyente desempeñaban un papel decisivo. E n el Congreso
de Style, que organizó la Universidad de Indiana, en 1958, el lingüista ruso
Román Jakobson, en un trabajo que ampliaba los hallazgos del psicólogo
austriaco Karl B ühler4, propuso u n modelo de eventos comunicativos
compuesto de seis «factores constitutivos», cada uno de los cuales «determina
una función diferente del lenguaje» (Jakobson, [1960] 1974:353). La figura 9.1
reproduce los seis factores, y la figura 9.2 las seis funciones, tal como las
representaba esquemáticamente Jakobson.
CONTEXTO
MENSAJE
REFERENCIA!.
POÉTICO
EMOTIVO…………………………………………………………..CONAT1VO
FÁTICO
METALINGÜÍSTICO
REFERENCIA!.
Como muestra esta cita, la tarea que se propuso Hymes para- él y sus discípulos
(muchos de los cuales se convertirían en grandes figuras de la antropología
lingüística) fue conectar las especificidades del uso del lenguaje con la com
unidad dentro de la cual dichos usos tienen lugar, son interpretados y
reproducidos. El vínculo con la comunidad se estableció por medio del evento
comunicativo como unidad de análisis. Él escribió: «en un sentido, esta
perspectiva se centra sobre las comunidades organizadas como sistemas de
eventos comunicativos» (1964b: 18).
Estos factores eran componentes del habla o componentes de los actos de habla
(Hymes, 1972a: 58). El término original «evento comunicativo» (Hymes, 1964b)
se abandonó más tarde a favor de «evento de habla». Por eventos de habla se
entendía, en sentido estricto, «aquellas actividades o aspectos de actividades
gobernadas directamente por reglas o normas para el uso del habla» (Hymes,
1972a: 56); son ejemplos de eventos de habla una lectura, una conversación
telefónica, una oración, una entrevista o un chiste. En estas actividades el habla
cumple un papel decisivo en la definición de lo que sucede, esto es, si
suprimimos el habla, la actividad no puede tener lugar. Las situaciones de habla,
por otro lado, son actividades en las que el habla desempeña un papel menor o
subordinado, como un partido de fútbol, un paseo con un amigo, un viaje en
autobús o una visita a un museo. Esta distinción analítica entre eventos de habla
y situaciones de habla es intuitivamente sugerente, pero puede ser problemática,
especialmente si, como analistas, esperamos distinciones nítidas entre ambas,
porque lo que encontramos en el mundo real son situaciones o fragmentos de
situaciones en las que el habla se usa de forma constitutiva, es decir, como un
instrumento para sostener o definir ese tipo particular de situación. Este uso es
lo que caracteriza una conversación, pero puede también caracterizar un juego,
o un paseo con un amigo. La ausencia de habla en estos casos podría ser tan
importante como su presencia en esas otras situaciones que hemos definido
como eventos de habla (véase Durante, 1985).
Para Jakobson, la noción de evento de habla fue una forma de unificar sus seis
componentes y sus funciones correspondientes de lenguaje. Con el código
lingüístico como preocupación central de su modelo, Jakobson aportó
sugerencias importantes sobre la forma de relacionar las distintas formas de
participación con modelos gramaticales. Sin embargo, Jakobson no estaba
interesado en la organización sociocultural de los eventos de habla ni en el papel
que desempeñaban dentro de la comunidad. Por otra parte, para Hymes la
comunidad es el punto de partida, y los eventos de habla están allí donde se
forman y reúnen las comunidades. La unidad de análisis deja de ser una unidad
lingüística como tal, y se convierte en una unidad social en la que se basa o
integra el habla. Por tanto, a Hymes le preocupan menos las funciones del habla
en el sentido, de Jakobson y más, en cambio, el modo en que los diferentes
aspectos de la interacción contribuyen a definir lo que se dice y cómo se dice.
Los actos de habla y los eventos de habla son, pues, unidades de participación
para Hymes en, al menos, dos sentidos: (i) son formas en que las personas se
vinculan a la comunidad; (ii) son formas de constituir una comunidad. La
comunidad, p o r su parte, puede entenderse a distintos niveles. En un nivel micro
internaccional, la «comunidad» se refiere a un grupo pequeño o grande de
personas que se organizan alrededor de una actividad común, que puede variar
desde una conversación a dos bandas a través del teléfono, una ceremonia de
iniciación con una docena de participantes, hasta un mitinpolítico con miles de
personas. En un nivel macro interaccional, entiendo «la comunidad» como un
grupo de referencia, normalmente más amplio, real o imaginario (cfr. Anderson,
1983), cuya constitución excede los límites del aquí y el ahora de una situación
determinada, y que se establece sobre la base de uno o más criterios de
pertenencia de tipo geopolítico, tribal, étnico, profesional y lingüístico.