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Sobre la técnica: 1953-1983 / Gilbert Simondon - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Cactus, 2017.
448 p.; 22 x 15 cm - (Clases; 15)
1. Filosofía. 2. Tecnología. 3. Educación. I. Martínez, Margarita, trad. II. Rodríguez, Pablo Esteban, trad.
III. Título.
CDD 121
Cet ouvrage, publié dans le cadre du Esta obra, publicada en el marco del
Programme d'Aide à la Publication programa de Ayuda a la Publicación
Victoria Ocampo, bénéficie du soutien Victoria Ocampo, cuenta con el apoyo
de l’Institut Français. del Institut Français.
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editorialcactus@yahoo.com.ar
Gilbert Simondon
Sobre la técnica
(1953-1983)
Editorial Cactus
Serie Clases
Volumen 15
Índice general
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I. cursos
IV. entrevistas
(1982)
3 de julio de 1982
Querido camarada
se hace el revoque. Las huellas dejadas por las tablas de encofrado sobre el
cemento de la chimenea del convento dominicano de L’Arbresle, cerca de
Lyon, son visibles porque así se lo ha querido, sobre todo por la mañana o
por la noche, cuando la luz es rasante. Para este mismo convento, Xénakis
calculó matemáticamente las proporciones de los vitrales del corredor de
los monjes. Le Corbusier utilizó el revoque con cemento en cada una
de las celdas que dan a la galería. Pero no se trata de un revoque hecho
con el fratacho, que tiene su entelequia en una superficie ópticamente
lisa. Se trata de un lanzamiento realizado con una pistola de cemento,
que cubre los muros con un oleaje sobre el cual puede jugar la luz. Arte
y naturaleza se pueden interferir mutuamente: en Firminy-le-Vert, cerca
de Saint-Étienne, el edificio Le Corbusier fue construido sobre columnas,
lo que deja asomar el horizonte bajo la construcción opaca, que ya no
es una muralla. En Chandigarh, no sé. En la resplandeciente ciudad de
Marsella, tampoco. La Capilla de Notre-Dame-du-Haut, en Ronchamp,
no fue construida sobre columnas, pero el tejado en forma de ala, o de
velo, ornamenta el paisaje, y a la vez es ornamentado por él: es símbolo de
la naturaleza. Si volvemos al convento dominicano de L’Arbresle, encontra-
mos en el perfilamiento de los pasillos unas T invertidas que, en el centro
del techo, soportan tuberías y cableados. Lo que otros intentan esconder
detrás de mamposterías de madera o en placares para guardar escobas, en
los rincones de ciertas salas con un revestimiento falso (anfiteatros de la
Sorbona), Le Corbusier lo manifiesta siguiendo un impulso fanerotécnico.
La fanerotécnica ya es por sí misma estética: la Torre Eiffel (torre de
la exposición) y el viaducto de Garabit1, sobre el río Truyère, tienen una
fuerza estética innegable. En su origen, la Torre Eiffel no tenía ninguna
función que justificara su erección, salvo la de ser un mirador en altura.
1
Acerca de estos dos ejemplos, a los que Gilbert Simondon recurre con frecuencia,
véase “La mentalidad técnica”, en este mismo volumen: “La actitud tecnocrática
no es universalizable porque consiste en reinventar el mundo como un campo
neutro para la penetración de las máquinas; construir una torre metálica o un
puente inmenso es sin duda realizar una labor de pionero y mostrar cómo el poder
industrial puede salir de la fábrica para ganar la naturaleza, pero sigue habiendo
en esta actividad algo del aislamiento del inventor, en tanto que la torre o el
puente no se insertan en una red que cubre la Tierra entera con sus mallas, de
acuerdo con las estructuras geográficas y las posibilidades vivientes de esta Tierra”.
Reflexiones sobre la tecnoestética
Pero muy pronto fue la mejor antena emisora de Francia. Y todavía lo es,
incluso cada vez más: las antenas de la televisión trepan hasta su último
piso y la hacen todavía mayor.
El viaducto de Garabit, sobre el río Truyère, es todavía más maravilloso,
por la forma en cadena invertida de su arco principal, y por el empotra-
miento en las rocas de los travesaños. Y también porque está en plena
naturaleza. Atraviesa la naturaleza y es atravesado por ella. Y también y
todavía más, quizás, por las condiciones de su construcción: primero dos
semi-puentes paralelos aplicados contra las dos colinas, luego el día de la
unión, si hubiera habido viento, se habría podido producir una catástro-
fe. “Pero no habrá viento”, había dicho Eiffel. Y efectivamente no hubo
viento. Los dos semi-puentes giraron lenta y simultáneamente a 90º por
tracción de los cables. Fueron posicionados, en sus extremos, uno contra
el otro, y fueron acerrojados. Y desde ese momento el viaducto existe en su
unidad, en su plena perfección. Ciertamente es una obra de tecnoestética,
perfectamente funcional y perfectamente lograda, bella, simultáneamente
técnica y estética, estética porque es técnica, y técnica porque es estética.
Hay una fusión intercategorial.
Esta meditación orientada hacia el descubrimiento de una axiología
intercategorial se puede prolongar por medio de la contemplación y la
manipulación de las herramientas. Comparemos una pinza tipo alicate
Peugeot France con una cizalla Facom del modelo llamado “pico de cuer-
vo”. Una y otra herramientas son rojas –pero no del mismo rojo; tienen
aproximadamente el mismo tamaño y las dos tienen la empuñadura
ligeramente arqueada en el extremo para permitir un mejor agarre. Sin
embargo, la cizalla Facom tiene algo además de la simple funcionalidad.
Resplandece y, cuando se la utiliza, ofrece una sensación de facilidad que
no está alejada del placer sensorio-motor.
Existen casos en los que la tecnoestética puede originarse en una norma,
o más exactamente, en algo análogo a un conflicto de deberes: un ciclista
tiene necesidad de tener varias llaves escalonadas de 8 a 20 mm aproxi-
madamente. En razón del peso, no puede llevar 8 llaves del modelo “de
boca fija” o “plana”. Pero precisamente existe un modelo de llave única
de 8 diámetros diferentes: está hecha de dos cabezas perforadas, cada una
con cuatro agujeros hexagonales; las dos cabezas están unidas por una
barra rectilínea de nervaduras longitudinales que acrecientan la resistencia
Fragmentos y notas
tubos brillantes; luego, los cuatro carburadores cuyas tapas tienen forma
de domo, y que dominan el bloque del motor. Finalmente, el enorme
distribuidor a partir del cual se despliegan los doce cables que van hasta
las bujías de encendido.
Si nos ocupamos de un motor, no es porque sea lo único que posee un
cierto nivel de individuación, sino porque, en relación consigo mismo,
es consistente y coherente; desde ese punto de vista, el automóvil entero
sería una especie de compuesto –en la mayor parte de las condiciones
patológicas– (un accidente puede deformar la carrocería sin que el motor
sufra de ningún modo, y el motor también puede dejar de funcionar sin
que la carrocería se vea afectada). El motor del Jaguar representa el grado
más elevado en la actualidad entre los motores a nafta de los automóviles
equipados para andar sobre una ruta.
La antena está inmóvil, y sin embargo irradia. Es, según el término inglés,
“an aerial”, un punto aéreo. Y de hecho, la antena juega con el cielo sobre
el cual se recorta. Es una estructura que se recorta sobre las nubes o sobre el
fondo más claro. Forma parte de un cierto espacio aéreo que disputa a veces
a los aviones, como lo demuestra el ejemplo de France-Culture. Incluso en
un automóvil, la antena, sobre todo si es una antena emisora, da testimonio
de la existencia de un mundo energético y no material.
Para volver a la planicie de Villebon, que se prolonga del lado de Ulis
(región de Courtabœuf ), encontramos dos extraordinarias torres de agua
en forma de corola, coronadas por un habitáculo vertical estrecho. Su
color claro, la fineza de su soporte hace que el día naciente las acaricie con
sus rayos destacando su relieve circular. La estética de la torre de agua ha
sido desde hace largo tiempo un problema para los arquitectos. Para ser
funcional, es preciso que la torre de agua sea más alta que aquello a lo cual
abastece. En consecuencia, domina todo aquello a lo que debe proveer,
y debe estar situada en un lugar alto, lo cual la hace visible desde todos
lados. Se puede intentar resolver el problema que plantea la efracción de la
torre en un lugar maquillándola, camuflándola por medio de adjunciones
inesenciales. Esto se hizo en Culhan. Un antiguo castillo, ubicado cerca de
uno de los puentes, está flanqueado de torres circulares de techo puntia-
gudo cubierto por tejas rosas. La torre de agua, que no se puede dejar de
ver cuando se contempla el castillo desde el puente, fue hecha a imagen
y semejanza de las torres del castillo: también está cubierta de un techo
puntiagudo que tiene tejas envejecidas. Pero se puede ver con claridad
que es una torre de agua de construcción bastante reciente que se quiere
hacer pasar por un antiguo resto del castillo. Esta mentira materializada
no agrega verdaderamente nada al encanto del lugar. Manifiesta solamente
hasta dónde se puede llegar en el camino del mimetismo arquitectónico.
Desde hace ya largo tiempo, cierta manera de construir las casas dejaba
aparecer simultáneamente los materiales y la estructura. Es el tipo de casa
de estructura de madera a la vista (por ejemplo, la plaza Plumereau, en
Tours). Las maderas están agrupadas formando cuadrados y rombos. Entre
las maderas, la mampostería está sostenida mediante piedras y la argamasa
que une a los ladrillos entre sí. Los ángulos son de madera, y a veces están
cubiertos de tejas clavadas para evitar los efectos de la lluvia y el rocío. El
conjunto forma un bloque relativamente firme que, aun si sus basamentos
son insuficientes, se inclina sin disociarse ni romperse. Sin embargo, si
exceptuamos las maderas, que están talladas con gran precisión según la
dirección de las fibras, los materiales en sí mismos no son de muy alta
calidad. Si raspamos un ladrillo con las uñas, se deshace en capas de fino
polvo, probablemente por la falta de una temperatura lo bastante elevada
en la cocción. En un ladrillo del siglo xix, lo que se rompería serían las
uñas: la época del carbón modificó la calidad de los materiales. Hay que
agregar que las casas tienen medianeras, lo cual contribuye a estabilizarlas
por el apoyo mutuo que se aportan.
Ningún revoque vela la estructura del entramado. La técnica aparece
geométricamente como un entrecruzamiento de fuerzas.
Suplemento 1
Sobre la tecnoestética
2
La expresión la jument de retour, “yegua vieja”, es un término que no solo
alude al caballo o la yegua envejecidos y en mal estado (lo que traducimos
por “matungo”), sino que también se emplea despectivamente para referirse a
los delincuentes reincidentes o bien que se han fugado varias veces y han sido
recapturados. [N. de los T.]
Fragmentos y notas
Suplemento 2
Suplemento 3
Suplemento 4
3
Sigue aquí la descripción inconclusa de la experiencia perceptiva de aquel que
se mantiene parado sobre una trilladora (N. de E.).
4
Aquí se trata de una imagen televisiva (N. de E.).
5
En el estudio de Simondon “La perception de longue durée”, publicado en el
Journal de psychologie normale et pathologique (1969-1970), las largas duraciones
son “aquellas que permiten mantener la actividad perceptiva sobre un stimulus
después de que ha sido completamente identificado y detectado”, sea durante
varios minutos o varias horas, y hacen aparecer entonces “una evolución lenta de
Fragmentos y notas
la percepción”, que pasa de una fase geométrica o simbólica a una fase mecánica, y
finalmente a una fase orgánica (p. 398). Mientras que la corta duración se adapta
a la percepción de un stimulus como signo o como símbolo (aprendido y, por lo
tanto disponible para una captura casi instantánea), la larga duración (como en
la observación) corresponde a los procesos que, en la relación perceptivo-motriz
entre el ser vivo y su medio, son “aptos para la detección y la identificación de lo
viviente”, son más primarios, más universales, “menos institucionales y menos
culturales o convencionales”. La observación “encierra una génesis gracias a la
cual el ser vivo que observa extrae la actividad, las líneas de organización, los
movimientos y las tendencias de los elementos y de los otros seres vivos que lo
rodean” (N. de E.).
Entrevista
Salvar el objeto técnico
(1983)
gs – Sí, pero hay otros investigadores que se dedican a eso. Pienso particu-
larmente en los movimientos fisiocráticos contemporáneos (los ecologistas)
que se ocupan de salvar al hombre, de darle vías de liberación. Solo que
los mismos no se interesan, o se interesan muy poco, por el objeto técnico,
que permanece olvidado.
2
El bas de caisse es un larguero que va debajo de las puertas delantera y trasera
de los automóviles. Se le conoce comúnmente como “estribo”. [N. del T.]
Salvar el objeto técnico
3
Ver El modo de existencia de los objetos técnicos, primera parte (N. de E.)
Salvar el objeto técnico
de una sola vez. Desde 1550 hasta nuestros días se ha producido toda una
serie de perfeccionamientos4. Al comienzo se hacían pozos inclinados en
los que había escalones. Luego se han hecho pozos cada vez más angostos
por los que pasaban cargas guiadas cada vez más importantes, aire, etc.
En cambio, se puede conocer el objeto técnico por deducción cuando
ha sido inventado como consecuencia de una axiomática. Por ejemplo la
radio es una invención de científico. No puede ser pensada sino deducti-
vamente, a partir de la propagación prevista por Maxwell de la corriente
de desplazamiento.
5
Precisiones manuscritas: “La tecnología deductiva proviene de las ciencias, de
la mecánica, de la geometría, pero puede dejar escapar fenómenos sutiles que no
son del mismo orden de magnitud (el torno de Couffignal), convocando el estado
líquido de la materia y las diferentes categorías del estado viscoso, según Darmois,
o los fenómenos de precristalización. La materia no es pasiva e indefinidamente
maleable sino en apariencia; la materia aristotélica no aspira hacia la forma ‘como
la hembra aspira al macho’ sino en apariencia. La materia es infiel a la forma”.
“Una tecnología enteramente deductiva sería análoga a la tabla de Mendeléyev;
prevería los ‘agujeros’ tan bien como los caracteres de los elementos presentes.
Y ciertamente es lo que comienza a suceder; la fusión controlada del núcleo
atómico liviano ya está siendo científicamente implementada, con su defecto de
masa, su rendimiento, la composición de sus radiaciones. Pero lo que no está
siendo implementado, son los medios para controlar esa fusión, porque entre los
diferentes dispositivos ninguno es perfecto, como el Tokamak o un rosario de
microexplosiones, y los diferentes tipos de confinamiento”. “El objeto técnico y
los sujetos que lo utilizan no están en un mundo artificial”. El ejemplo del “torno
de Couffignal” es el ejemplo que da Louis Couffignal de un accidente por ruptura
de un muñón de un torno para una vagoneta de mina cuyo diámetro habría sido
calculado a partir de una fórmula establecida por Reuleaux (N. del E.).
Salvar el objeto técnico
del trabajo de sus ancestros, y que les pertenecen. Es la razón por la que
quieren llegar a hacerlos aterrizar. Entonces, para tentarlos, les fabrican
un camino. Es una variante del “Cargo-Cult”6.
6
La alusión al “Cargo-Cult” se vincula, según una nota de Gilbert Simondon,
con una sugerencia de Anita Kéchickian, que él quiere concederle. Se trata del
culto que se practicaba en varias tribus de Australia y Melanesia a los cargamentos
que llegaban desde Occidente. (N. de E.).
Salvar el objeto técnico