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Manuel Agustin Aguirre Historia del pensamiento economico Coleccion ——_————__—_—_——— Pensamiento Publicaciones Tercer Mundo —CIPAD Social ‘ Manuel Agustin Aguirre Historia del Pensamiento - Econdémico DEDICATORIA: @ los estudiantes de Historia del Pensamiento Econémico, de la Escuela de Economia de la Facultad de Ciencias Econémicas de la. Uni- versidad Central, con quienes he. compartido, durante muchos aitos, mis inquietudes y mis _ esperanzas. PRESENTACION Esta obra tiene como base los apuntes taquigréficos que mi hija, Lia Graciela, tomarz del Curso de Historia del Pensamiento Econdémico, dictado ej tiltimo afio lectivo, 1956-57, en la Escuela de Economia de la Facultad de Ciencias Econémicas de la Universidad Central, a los que he introducido pequefias modificaciones de forma o para ampliar o abre- viar alguna parte, a fin de adecuarlos a la publicacion. No puedo negar mis vacilaciones antes de resolverme a que se den a la publicidad estos “Apuntes”, debido a que conozco sus vacios ¢ im- perfecciones; pero me he decidido al final, considerando que todo aque- lo puede ser materia de una nueva consideracion y discusidn en el seno mismo de los siguientes Cursos, lo que ha de mejorar y completar el que hoy se dicta. Lo doy, pues, casi como ha sido tomado en su eaposicién de viva voz, ya que asi pienso que guarda mayor calor y vida. Lo expuesto, naturalmente, no tiene por objeto disculparme del poco valor de este aporte al estudio del Pensamiento Econémico. La .ori- ginalidad —si es que existe tal originalidad— es dificil sobre todo en la investigacién histérica de periodos sobre los que se han escrito cientos de obras; si hay algo titil en este trabajo, es quizds la obseyvacién de los hechos desde un punto de vista bastante descuidado por los historia- dores y la presentacion sincera y sin prejuicios, de lo que consideramos la verdad, Si es que esta obra sirve de ayuda a los estudiantes y a todos aque- Ulos que se interesan por esta clase de problemas, estard mds que jus- tificado mi esfuerzo. M.A.A. LIBRO PRIMERO INTRODUCCION Sefiores estudiantes: Al iniciar este nuevo Curso de Historia del Pensamiento Econdmico, quiero renovar, como todos los afios, mi fe en la ciencia, en los destinos de nuestra Facultad y en el porvenir de la juventud que se forma y pre- para en sus aulas. . Me-ha tocado dictar, desde hace algunos afios, esta importante ma- teria que, por la amplitud de 8u contenido y su relacién con diversos cam- pos de la cultura, como veremos luego, merece una preocupacién especial y una honda dedicacién. Por ello, cada afio, siento cada vez mas la grave responsabilidad que pesa sobre mi, asi como la obligacién de sefialar la que pesa sobre voso- tros; porque el éxito o fracaso de un Curso, si bien depende mucho del Profesor, no lo es menos de los sefiores estudiantes, que constituyen el campo fértil o no, donde ha de esparcir-sus semillas el sembrador. Asi como la mala simiente produce simples hierbas sin frutos, la buena tam- bién podra perderse, si no encuentra la tierra fecunda que ha de hacerla germinar y crecer, He hablado de responsabilidad; de ella vengo hablando a los sefiores estudiantes, sin temor de insistir y repetirme, desde. que iniciara, hace ya tantos afios, la hermosa pero dificil misién de ensefiar. La responsa- pilidad intelectual debe ser la primera de las responsabilidades: no enga- fiar a los demas ni engafiarse a si mismo, respecto a lo que se sabe 0 ig- mora; no simular el conocimiento sino poseerlo. No esta en obtener la nota indispensable para aprobar e] afio, sino en tener conciencia de haber hecho el esfuerzo persistente que exige una asimilacién profunda y ver- dadera de los conocimientos trasmitidos. Un titulo no es tal y se convier- te en moneda falsificada, en una estafa intelectual, desde el momento 7 ule Do esta respaldado por el oro de los conocimientos; es un cheque . sit fondos, como he expresado alguna vez. La responsabilidad del economista y sobre todo la del economista ecuatoriano, que tratamos de formar en nuestra Facultad, es doblemente grave: por una parte, se trata de una profesién nueva, que encuentra, como es natural, la resistencia del empirismo ensefioreado de los destinos econémicos nacionales, que es necesario vencer a costo de preparacion, de conocimientos y eficiencia; por otra, de una profesién en cuyo ejercicio se han de abordar problemas tan complejos y fundamentales, relaciona- dos con la vida misma de la sociedad y los miembros que la componen, que no es posible acercarse a ellos y empefiarse en vencerlos o sea resol- verlos, si no se esté plenamente equipado con todos los conocimientos de la ciencia y el saber econdmicos. Un médico tiene frente a sia un enfer- mo; un abogado, generalmente el destino econémico de un individuo ouna familia; un ingeniero, el de una obra ‘publica o privada; el economista, ha de legar a tener muchas veces la direccion econémica de un pais y el destino de toda una sociedad. En el camino de la preparacién eficaz, hay que confiar fundamental- mente en el propio esfuerzo: la voluntad acendrada y aim sacrificada, Por saber; la pasién encendida por comprender y conocer; el anhelo reno- vado de ser Util para los demas, para la sociedad, han de constituir el esti- mulo constante de nuestra propia superacién. El Profesor no es mis que un guia, un indicador de rutas y caminos; un estudiante —toda nuestra vida somos estudiantes si algo hemos de llegar a saber— con un poco de experiencia para sortear los escollos y orientarse mejor por los ‘sinuosos ya rere ‘oa senderos de] conocimiento; pero no hay que espe- La tarea no es siempre facil. Con frecuencia sto de i lla expresion de Desiré Roustand: “El educador ne es mas een ‘char latén si nos disimula esta dura, pero sélida verdad, de que en materia de educacién, sélo lo que cuesta esfuerzo es realmente de provecho”. (1) . Xx hay que estar siempre prestos a realizar ese esfuerzo, sin desalientos ni desesperanzas. Todo aquel que aspire a los dones de la cultura en gene- ral y a los de la cultura econémica en especial, debe estar dispuesto al sacrificio que ello impone y sélo entonces se habré hecho digno de sus ‘Trutos. ‘ El estudio de las ciencias econémicas habia estado descuidado duran- te muchos afios en el pais. A pesar del conocido principio de que primero es comer y luego filosofar, nosotros llegamos hasta a filosofar, mientras @) “Los Problemas de la Cultura”.—Ed. Ereilla, pig. 8. manteniamos nuestra economia y atin continuamos manteniéndola, en manos del empirismo, de la desorganizacién y de los grandes intereses coaligados, que se sienten los duefios-y tnicos usufructuarios de la na- cién, reinando sobre un pueblo cada véz mas pauperizado y hambriento. Contra todo esto tiene que insurgir e] economista ecuatoriano; que luchar valerosa y denodadamente; que blandir sus armas con entereza y fideli- dad a los grandes destinos nacionales, que son los del pueblo y no los de aquellos circulos aduefiados indefinidamente del Poder. Las ciencias econémicas en un pais como el] nuestro, tienen que ser ciencias insurgentes, porque deben ensefiar, demostrar y atin realizar la indispensable transformacién econémica social que necesita e] pais, si ha de marchar hacia adelante por el camino de su renovacién y progreso. Y el economista no tiene que ser simplemente un buen servidor de los viejos intereses, sino un renovador, un transformador y un constructor. Para el economista no es la hora de preguniarse si la profesién es un medio lucrativo'o no de vivir, sino que debe tomarla ante todo como una misién ‘que es necesario cumplir con dignidad y entereza. Por eso considero que la misién de] Profesor, y asi enticndo el ejer- cicio de la cAtedra, no es el de constituirse en simple trasmisor de cono- cimientos académicos y frios, sino que ha de ser también un educador, un modelador de la personalidad del alumno, no séJo con los atributos de la ciencia, sino también con los de la voluntad_y el caracter: la inte- gridad y rectitud en el pensar, en el sentir y en el actuar; el amor inde- clinable a la verdad; y un profundo sentido de responsabilidad, de hu- manidad y de justicia, han de ser las caracteristicas fundamentales del hombre que ha de formar nuestra Facultad de Ciencias Econémicas. Después de estas breves palabras, trataremos en esta exposicién inicial, de dar algunos conceptos que consideramos necesarios para la mejor comprensién del contenido y objetivos de la materia que nos pro- ponemos estudiar durante el presente afio; pues la delimitacién de] cam- po de nuestro estudio y la claridad de los fines perseguidos, ha de ser de gran eficacia para nuestra labor. DENOMINACION DE LA .MATERIA.—Algunas denominaciones se han utilizado para designar la materia de nuestro estudio, como la de Historia’ de la Economia e Historia de las Doctrinas Econémicas; pero estas denominaciones, dado su contenido, scfialan como punto de partida la formacién de una ciencia o una doctrina econdmica, cosa que no su- cede en los periodos precapitalistas, Antigiiedad y Edad Media, pues la ciencia econémica nace y se desarrollo paralelamente al nacimiento y desarrollo del sistema capitalista. Por otra parte, pareceria que la deno- minacién primera, implicara una orientacién’mas teérica que doctrinal; mientras la segunda, mas. doctrinal que teérica. El Profesor francés Gaetan Pirou, ha insistido en la convenien ig de’separar lo mas radicalmente posible, la doctrina y la teoria, la explica. cién y la apreciacion, el conocimiento de lo real y el juicio de valor} (2) Por su parte, Joseph A. Schumpeter, en su “History of Economic Analy. sis’ —obra monumental a la qué tendremos que referirnos continuamen- te, aunque no siempre estemos de acuerdo con sus apreciaciones— trata de distinguir entre “pensamiento econémico” y “an4lisis econdmico”, co- mo lo hace notar Emil James (3), empefiandose en escribir la historia de este ultimo; pues considera que el pensamiento econémico se mani- fiesta en las tentativas que tienden a describir la- actividad econémica y juzgarla, mientras que el andlisig econémico ha consistido sobre todo en la elaboracién de conceptos que permiten una explicacién racional o sea los utiles, la caja de herramientas, como diria Joan Robinson, que hacen posible aprehender la realidad. Hacer la historia de la ciencia €co- némica, es entonces exponer cémo, poco a poco, se han perfeccionado estos utiles. Sin embargo, los mismos historiadores, que aceptando tales dis- tinciones, emprendieron en la historia de las teorfas, los andlisis, méto- dos o doctrinas, se encontraron con que, quiéranlo o no, no podian des- lindar ni aislar Jos unos de las otras, ya “que el aislamiento de la doctri- na economica es a menudo una operacién quirargica delicada” (4), pues resulta bastante artificial y falso separar en el pensamiento econémico de un autor, aspectos que se relacionan intimamente, pues los unos lle- van implicitos o explicitos a los demas. , De ahi que e] titulo, Historia del Pensamiento Econémico, venga mas suelto y cémodo, puesto que encierra, en primer término, las sociedades pre-capitalistas, donde si no podemos encontrar doctrinas 0 teorfas eco- némicas ya formadas, organizadas o sistematicas, hallamos, sin embar- go, un pensamiento econémico que resulta itil y necesario estudiar conocer, para mejor comprender la formacién de la ciencia y la doctrina en su desarrollo posterior; y en segundo término, porque su amplitud, nos evita enmarcamientos previos y limitaciones, que pueden impedirnos tomar aun autor tal cual es y estudiarlo en todos los aspectos qua sea necesario y conveniente. He ahi la raz6n del nombre que se ha dado a 1: materia en nuestro Plan de Estudios, “” fini INTENTO DE DEFINICION.—Personalmente, considero que las de- iclones no deben darse al principio sino al fin de un Curso o un texto, ya que sdlo entonces es posible comprenderlas; o que mejor es prescin- ir de ellas, ya que es dificil o casi imposible, encerrar ia materia en (2) “Tratado de Econcmia Politica”. i noma Pointe pa? Beonomia | ‘litte - Vol. I.—Titulo III, La Historia de la Eco- 3) “Hicoire Scmmaire de los P: (4) Maurice Bouvier—Aj: pag. 79 ‘Alam snsée Economique”.-—Ee. Mon:chestien. pag. 12. listoire des Doctrines Economiques”.—Ed. Plon 10 Ja cAscara de nuez de una definicién. Sin embargo, ensayaremos algo por el estilo, sin pensar que pueda ser otra cosa que un primer intento de aproximacién hacia el campo de nuestro estudio; pero aun en este €aso nos encontraremos con que el concepto definidor dependeré del aspecto fundamental que se proponga destacar e] historiador. Schumpeter, por ejemplo, define su “History of Economic Analysis”, como “la historia de los esfuerzos intelectuales que han realizado los hombres para compren- der el fenémeno econdmico, o lo que es lo mismo la historia de los’ aspec- _tos analiticos 0 cientificos del pensamiento econdémico”. El Profesor Silva Herzog, en su “Historia y Antologia del Pensa- miento Econémico, Antigiiedad y Edad Media”, tan util para los estu- diantes, nos dice: “La economia se ocupa de estudiar los fendmenos y las leyes de la produccién, circulacién y‘distribucién de las riquezas; la historia econémica refiere y examina los hechos econdémicos, es decir, los hechos relativos a la produccién, circulacién y distribucién de las ri- quezas a través del tiempo; la historia del pensamiento econémico ana- liza y clasifica lo que los escritores y especialistas han dicho en los dis- tintos paises y épocas acerca de las leyes y los fendmenos de la produc- cién, circulacién y distribucién”. El Profesor Lewis Haney, en su “History of Economic Thought”, nos dice que puede ser definida como “una exposicién critica del desarro- Ilo de las ideas econémicas, investigando su origen, interrelaciones y manifestaciones”. Edward Heimann, la presenta “como una serie de métodos emplea- dos en Ja solucién de los problemas econémicos”. Y Jenny Griziotti, cree que “La historia de las doctrinas econémi- cas tiene como tarea poner de relieve y coordinar las contribuciones que las diferentes escuelas han aportado al edificio de la ciencia econémica, tal como se ha formado a través de los siglos”. Nosotros, que consideramos la economia no como una relacién entre los hombres y las cosas 0 las cosas entre si punto de vista que ha des- viado lo que debié ser el verdadero objetivo de la economia como ciencia social— diriamos que la Historia del Pensamiento Econémico deberia ser el conocimiento de lo que se ha pensado en cada etapa econdmico-so- cial, acerca de las cambiantes relaciones econdmicas que se establecen entre los hombres en el proceso de la produccién, distribucién, cambio y consumo de, los productos del trabajo humano y en general de las leyes que rigen la actividad econémica. Naturalmente, en cada definicién, como se ve, estén claros o impli- citos los objetivos que se propone y persigue el historiador. 11 EL METODO.-—Iin términos generales, hay dos formas 0 modos, opues- . tos y contrarios, de enfocar la historia en general y la Historia del Pen- samiento Econémico, en especial. El primero consiste en considerar que las ideas son las rectoras y modeladoras del hacer y acontecer histéricos, de manera que los hechos y sus consecucncias estén originados y hay que buscarlos en los pensamientos mas o menos geniales que los engendran o determinan, De manera que una época histérica es tanto mas 0 menos grande, segin lo sean los hombres que la pensaron. Asi la historia y su desarrollo no pueden estar sujetos a leyes, ya que lo que acontezca de- pendera del advenimiento casual no causal, de los personajes, casi siem- pre predestinados y encargados de modelar su propia época. Todas las tendencias, y son multiples, que siguen esta linea,‘ se las coloca bajo el. rubro general de idealistas. Los historiadores que enfocan la Historia del Pensamiento Econémi- co con este criterio, no sélo consideran a cada autor como un ente aisla- do, sin conexién con los demas hombres y fendmenos de su tiempo, sino que se contentan con analizar y a veces comentar exhaustivamente, los textos en que se expresan las teorias 0 sistemas, abstrayéndolos de la realidad que los condicionara y modelara, para darles una existencia ideal y auténoma, en un mundo irreal y vacio, donde viven y se nutren unos de otros, en una sucesién artificial y falsa. \ E] segundo modo de enfocar la historia, consiste en considerar que las ideas no brotan al azar en el cerebro de los hombres, como las setas bajo el invierno, sino que esos hombres que piensan y tienen ideas, han nacido dentro de una sociedad determinada y pertenecen a ella: son hombres sociales; sociedad que tampoco es el producto del azar, sino qué depende de ciertas condiciones materiales que le sirven de base, como el territorio en que se asienta, la poblacién que la forma, y sobre todo el modo como obtiene de la naturaleza sus medios de subsistencia, sin Jo cual dejaria de existir,o sea la manera como aplica su trabajo a la naturaleza, por medio de los instrumentos y los procedimientos que ha forjado en cada época; todo lo cual constituye lo que se denomina las fuerzas productivas de la sociedad; pero los hombres al enfrentarse con ja naturaleza y producir, entran, quiéranlo o no, en determinadas y ne- cesarias relaciones de trabajo, de propiedad, de eooperacién, de explota- cién o dominacién, o sea lo que se llama relaciones de produccién., Estos dos elementos, el primero, que se refiere a las relaciones del hombre con Ja naturaleza, fuerzas productivas; y el segundo, a las relaciones entre los hombres en el proceso de la- produccién, 8 lo que forma el modo de produccién, dentro del cual tales relaciones constituyen mas concreta- mente la estructura econdmica de la sociedad, sobre la que se levanta la superestructura o sea todas las formas ideoldgicas, es decir, las mani- festaciones de la conciencia social, De manera que es el ser social 0 sea 12 e] modo en que se halla organizada y vive la sociedad, lo que determina la conciencia social; y no la conciencia social, la que determina el ser social. | . En otros términos, la segunda forma de enfocar la historia y que se denomina el materialismo histérico, sostiene que el modo de produc- cién o mas precisamente la estructura econémica de la sociedad, deter- mina, en Ultimo término, cémo piensan y sienten los hombres, en un determinado momento histérico. Insisto en aquella expresién, en tltimo. término, para evitar el error de aquellos que creen que el factor econ6- mico es el tinico determinante; pueden existir y existen otros factores; pero al final, si los analizamos todos, descendiendo por el Arbol social hasta la raiz, hemos de encontrar que los hombres viven dentro de una estructura econémica determinada, dentro de relaciones que ellos no han creado ni pueden modificar a su antojo, y que de la posicién que ellos ocupen en el proceso productivo, de la clase a que pertenezcan, depende su forma de pensar, de sentir y actuar, por mas que apareritemente apa- rezcan otres méviles inmediatos. Los hombres hacen la historia, pero e1 condiciones determinadas, independientes de su voluntad. . Pero la historia no es otra cosa que el reflejo de los cambios con- tinuos y permanentes que se realizan en la naturaleza y la sociedad, asi como en el pensamiento, porque la ley fundamental del universo es la transformacién incesante de todo lo que existe, de manera que para- déjicamente podriamos decir que lo Gnico permanente es que todo cam-: bia. ;Cémo se realizan los cambios en la Historia? No por ninguna in- tervencién sobrenatural, ni debido a la idea genial del hombre genial, sino por el desarrollo auténomo de las propias fuerzas que trabajan en el seno de la sociedad. Existe una ley general que establece, dentro de cada modo de produccién, una necesaria correspondencia entre las fuer-. zas productivas y las relaciones de produccién, de manera que a un de- terminado desarrollo de éstas, corresponde una forma especial de aqué- las. Sin embargo, llega un momento en que las*fuerzas productivas, es- pecialmente ep virtud del desarrollo de los instrumentos de produccién, de la técnica, de la divisién del trabajo, etc., no pueden contenerse den- tro del marco estrecho de las relaciones de produccién, que si bien en un momento determinado impulsaron el desenvolvimiento de tales fuer- zas, en ‘otro, llegan a constituirse en un obstaculo para su desarrollo, lo que se expresa, en el terreno social, por una lucha de clases entre aqué- las que desean continuar beneficiandose con el mantenimiento de la mis- ma estructura econémica o sea de las relaciones de produccién caducas, como la relacién de propiedad, que juega un rol fundamental, y las que pugnan -por transformar esta estructura y con ella todas las relaciones economicas sociales, y en primer término el derecho de propiedad exis- tente en cada época; todo lo cual termina por una conmocién violenta 13 ° revolucién, que destruyendo la vieja estructura, crea nuevas formas de relacién que, a su vez, constituyen un mero acicate para un posterior desarrollo de las fuerzas productivas; y asi sucesivamente. De este modo, el cambio de la estructura econémica, determina consecuentemente la transformacién de la superestructura social, politica e ideolégica, en ge- neral. : : En virtud de este desarrollo, se ha pasado del comunismo primitivo, etapa prehistérica, al modo de produccién esclavista, feudal, capitalista y Socialista, (ésta en una tercera parte del mundo), en una marcha y desenvolvimiento constante y continuo, que, no sin ciertos retrocesos e involuciones, nos da la visién general de un Progreso siempre ascenden- te. De ahi que cuando aparece la critica de tales o cuales instituciones, no es-que ha surgido una inteligencia excepcional, que ahora se da cuen- ta de los errores tanto tiempo aceptados, sino que tales instituciones o relaciones se han constituido en un obstaculo pata el desarrollo econd- mico social, y hay que derribarlas como la nica forma de que el pro- greso continue. Desde que se realizara la divisién del trabajo entre las actividades , manuales e intelectuales, los que han tenido la prerrogativa de dedicarse a estas Ultimas, han pretendido crear un mundo aparte, ideal, en el que Jas ideas se mueven por si mismas e independientes de la realidad o crean la realidad, lo que ha determinado, como hemos-dicho, una serie de ideo- logias idealistas, que cuanto mas se alejan del mundo material, m4s falsas y vacias se vuelven, hasta llegar al solipsismo berkeliano. Felizmente, ' en el campo del pensamiento econdémico, esta evasion de la. realidad re- sulta mas dificil, por tratarse de fenémenos de la vida diaria que no se pueden escamotcar facilmente, y, por lo mismo, la relacién del pensa- miento econémico con la estructura cconémica, se manifiesta en forma mas clara y comprensiva que en otros campos ideolégicos, como el de la filosofia, por ejemplo. Sin embargo, no hay que creer que la aplicacién de nuestro método sea una cosa simple y mecanica, una férmula matematica que nos dé como resultado una relacién constante entre la estructura econémica de una etapa y una forma tal o cual del pensamiento, pues no se puede ne- gar, como hemos anotado, la existencia de otros factores, ni tampoco la influencia que la superestructura —ideas politicas, religiosas, morales, , filoséficas—, ejerce, a su vez, dialécticamente, sobre la estructura; asi- mismo, existen muchos viejos conceptos, entre ellos los que denomina- Mos prejuicios, que perteneciendo a etapas anteriores, se superviven en las etapas posteriores; o ideas nuevas que comienzan a germinar en aquéllas, todo lo cual plantea el problema de la forma y el contenido, que a veees pueden hallarse en oposicién, como cuando hablamos -de 14 vino viejo en odres nuevos o al contrario. Por otra parte, al tratarse de una ciencia como la que vamos a estudiar, hay que considerar la in- fluencia que las ideas de un autor pueden tener sobre otras y la propia concatenacién que éstas adquieren en el desarrollo de la ciencia; pero en definitiva podemos afirmar que sélo el conocimiento de la estructura econémica de una época, es la unica forma de comprender y de explicarse e] pensamiento econdmico de la misma (5). Con las aclaraciones indicadas, este es e] método que procuramos aplicar en nuestras investigaciones y exposiciones, ya que si en algo se diferencia la ensefianza histérica de la economia, de la Historia del Pen- samiento Econémico, es que al tratarse de la primera, se pone el acento en el conocimiento de la teorfa, que es lo propio de la Teoria Econémica; mientras que en la segunda, lo esencial es la interpretacién y explica- cién de tales teorias o sistemas,.en relacién con los demas fendmenos y considerandolos como productos de su épaoca. RELACIONES DE LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONO- MICO CON OTRAS CIENCIAS.—Todas las cosas se. hallan relaciqnadas unas con otras en una interaccién que no podemos ni debemos ignorar, si hemos de llegar a tener una visién completa de los fenémenos que estudiamos. Las relaciones e interrelaciones del fenémeno econdémico con los dem4s fenémenos sociales, se expresa en las conexiones e intercone- xiones de nuestra ciencia con las dem4s ciencias econdmicas y sociales, en general. No es necesario detenernos a explicar la relacién que existe entre la Historia del Pensamiento Econémico y materias conexas como la Economia o Teoria Econémica, que si bien explica y teoriza sobre los fenédmenos del presente, se transforma en historia, cuando este presente llega a ser pasado; con la Historia Econémica, que es la que nos da a conocer los hechos econémicos de cada etapa de la sociedad en su des- arrollo, hechos que constituyen la base de sustentacién del pensamiento econdémico; con la Politica Econémica, que es Ja aplicacién de la econo- mia a la realidad, ja teoria que se vuelve accién, la economia practica o practica econémica; con la Ciencia Financiera, la Estadistica, ete., que han de proporcionarnos mucho del material que nos corresponde enjui- ciar e historiar; pero es necesario no olvidar que tratandose de una cien- cia social, nuestra materia se relaciona también con otras ciencias, co- mo la Historia General, la Filosofia, la Sociologia, la Politica, el Derecho, etc. La Historia es una sola y las historias de la Economia, del Arte, de la Filosofia, de la Politica, no son sino parte de aquélla. Para compren- (5) Para una explicacién un poco mas amplia aunque tcdavia elemental del Método Dialéctico y el Materialismo Historico, véase mis “Lecciones de Marxismo 0 Sccialismo Cientifico”.— Ed. U. C.: Vol. I, pégs. 12 a 133. 15 derlo mejor, basta considerar que todas cllas estudian diferentes as} tos del hombre cn sociedad, separados por razones didacticas y de diy sién del trabajo; pero que forman en su desarrollo una sola y gran his' ria de la sociedad, en sus diferentes manifestaciones, que es lo que Com quiso que fuera la Sociologia; y que se asientan, ademas, sobre una mig: ma base, la estructura econémica de una determinada época. Asi, no se 4 puede estudiar la Historia del Pensamiento Econémico, sin -mantenerse en contacto estrecho con la Historia de la humanidad, que es la que ofre: ce el panorama general dentro del cual hemos de movernos y de la cual nuestra disciplina es. una rama especial. Las dos corrientes fundamentales de la Filosofia, el idalismo, que SOs- : tiene que las ideas son lo primero y las cosas una mera encarnacién o re- produccién de aquéllas, de manera que el mundo no tiene una realidad independiente sino que es una simple representacién de la mente; y el ma- terialismo, que considera que el mundo material existe independientemer-. te de nosotros y acepta la naturaleza tal cual es, sin la intervencién de elementos extrafios; la concepcién estatica o metafisica del mundo, que considera las cosas como algo permanente e inmutable, frente a la coneep- cidn dialéctica, que sostiene que las cosas se hallan en continua y perma- nente transformacién; las teorias gnoseolégicas que dudan o niegan la posibilidad del conocimiento, (escépticos y agnésticos), en oposicién a’ ' los que sostienen que el hombre es capaz de conocer la realidad y com- "% probarlo con la experiencia; los conceptos y métodos de la Légica for- mal y las grandes conquistas de la Logica dialéctica, que constituyen el verdadero método cientifico; las concepciones de la Moral, de la Psi- cologia, etc., han influido y contintian influyendo en las concepviones econémicas o sea en el ‘pensamiento econdmico, como tendremos oca- sion. de verlo a.través de nuestro estudio. Es indudable, pues, la rela- cién entre la Filosofia y la Historia del Pensamiento Econémico. -La Sociologia, que en su aspecto general es el estudio de las leyes que rigen la sociedad en su origen y transformaciones, y sobre todo la Namada Sociologia Econémica, tienen una estrecha relacién con la Eco- nomia y la Historia del Pensamiento Econémico, ya que, como hemos dicho, el hombre que piensa no es un ente aislado que ha cafdo del cies lo, sino un producto de la sociedad y sus instituciones, y, por lo mis- mo, sus ideas sdlo pueden ser comprendidas en funcién de la estruc- tura econdémico social de determinada época en que le ha tocado vi- vir y actuar. En lo que se refiere a la Politica, aun si consideramos e] término en si mismo, ha estado continuamente ligado al de Economia; de ahi que Aristdteles, al clasificar los diferentes métodos administrativos, en relacién con las formas de Gobierno, nos hablara de una Econo- 16 ee ew Oa pe oe eae ~ ia “regia”, o de la monarquia; “provincial”, referente a las provin- vias; ena’ Secmiomia Politica”, eprrespondiente a la polis, o sea la cies: Q Batado, de los griegos; denominacién que fuera resucitada en oeielo XVI, por Montchretien, y que desde entonces, a pesar de algu- e esfuerzos por cambiar tal nombre por otros como los de Teoria Me i Economia, Teoria Econémica o simplemente Econémica, con el on de quitarle toda adherencia politica, aspiracién de los partidarios » una “economia pura”, ha perdurado sin embargo y se vuelve cada oes mas justificable, debido a la participacién creciente del Estado en ja actividad econdmica. demas, la politica no es en realidad otra cosa que la econo- mia er estén: en el vrondo de toda actividad politica est& lo econémi- co; y si en esta mutua interaccion dialéctica, la economia es lo unda- mental, no se puede negar la gran influencia de la politica, constitu- yendo ambas actividades una simbiosis, que se ha expresado tradicion nalmente en aquella denominacién de Economia Politica. Para noso' ros, que no creemos ni en la filosofia pura, ni en la ciencia pura, ni en © arte puro y mucho menos en la economia pura, descarnada yee encontramos que Ja Historia del Pensamiento Econémico se halla os trechamente relacionada con la Historia del Pensamiento Politico y la Politica en general. mismo sucede con el Derecho, que en lo fundamental No es otra cosa aut la expresién juridica de la propiedad, relacién basica dentro de Ja estructura econémica de la sociedad; derecho que es creado y on a cado por la clase econémicamente dominante y gobernante, con el fi de garantizar sus intereses econémicos. Seria demasiado largo > apr sar la relacién estrecha entre el Pensamiento Econémico y la Legisla- cién Econémica, en cada época; pues precisamente el primero aleanza muchas veces su expresién en la segunda; por otra parte, la ley 0 i reglamento, influyen también en lo econémico y en el pensar ave le &l se deriva. “La literatura econémica, dice F. Zweig, prepara el ca- mino para la legislacién econdmica, como lo hicieron las publicacio- nes econémicas de los siglos XVI y XVII en Francia y en Tnglaterra; le manera semejante, La Riqueza de las Naciones de Adam Smith ent en la Camara de los Comunes a través de William Pitt; los libros Hight Price of Bullion y los Principios de Ricardo se tradujeron pronto gn Ley de 1844 de Peel, al igual que la critica de Malthus a las Taye te Asistencia de los Pobres encontraron expresién en la abolicién ee ayuda exterior en 1834, y los opusculos: de los Fabianos pronto Pro lu- jeron una rica cosecha de legislacion social” (6). (6) “Fl Pensamiento Econémico”.—Ed. Fondo de Cultura Economica, pag. 51. 17

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