You are on page 1of 16

Poder, un esbozo foucaultiano

Luis Armando Durán Segura


Profesor e investigador de la Universidad de Costa Rica. Costarricense. Bachiller y Licenciado en Antropología Social por
la Universidad de Costa Rica. Magíster en Antropología y Magíster en Estudios Culturales por la Universidad de los An-
des, Colombia. Doctorando en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional de Costa Rica. Correo electrónico:
luarduse@yahoo.es

Recibido: Febrero 2014 • Aceptado: Mayo 2014

RESUMEN
El texto se encarga de realizar una breve síntesis de la noción de poder en algunos escritos de la
prolija obra del filósofo francés Michel Foucault. Su intención es que las lectoras y los lectores no
familiarizados cuenten con las herramientas básicas para afrontar el concepto, el contexto de su
emergencia y desarrollo, así como sus aplicaciones recientes en el análisis social.

Palabras clave: poder, relaciones sociales, Michel Foucault, política.

ABSTRACT

aportes
The text makes a short summary of the concept of power in some writings in the extensive work
of French philosopher Michel Foucault. The intention is that the unfamiliar reader acquires the
basic tools to understand the concept, the context of its emergence and development and recent
applications in social analysis.

Key works: power, social relations, Michel Foucault, politics.

…su pensamiento se servía de crisis y conmociones


como condición creativa Quienquiera que sea, o lo que sea, él es lo que le haría
Gilles Deleuze sobre Michel Foucault falta ser a cualquier sabio francés en la actualidad:
evasivo.
Así como en sus mapas, sus intervenciones no ofrecen la Clifford Geertz sobre Michel Foucault
garantía de éxito, ya que de cierta forma se encuentran
ideológicamente en continua revisión. No se protegen de No me pregunten quién soy y no me pidan que siga
lo aleatorio, de donde esas intervenciones nacen. siendo el mismo.
Michel de Certeau sobre Michel Foucault Michel Foucault sobre su trabajo

En la medida en que el movimiento mismo del texto da


cuenta admirablemente de lo que propone, la escritura
de Foucault es perfecta: esa espiral generativa del poder, Anotación I
que ya no es una arquitectura despótica, sino un enca-
denamiento infinito, un enrollamiento y una estrofa sin ¿Tiene alguna utilidad académica, política y
origen (sin desenlace tampoco), con un desplegamiento social escribir unas cuantas líneas sobre las ideas
cada vez más vasto y más riguroso. de Michel Foucault en pleno año 2014? ¿Es opor-
Jean Baudrillard sobre Michel Foucault tuno rescatar su memoria justo en la fecha en que

Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015 55


se conmemoran tres décadas exactas de su muer- neófitas. Todo lo opuesto. Es una suerte de manio-
te? ¿Acaso no constituye esto una necia reitera- bra provocativa para aquellas personas que no se
ción, una tentativa casi facsimilar a otras tantas, han acercado al concepto, que en el contexto ac-
es simplemente un comentario más? En primera tual son, seguramente, muy pocas. Es incluso una
instancia sí. Habría de aclararse que, contunden- suerte de “engaño” para quienes ya han camina-
temente, su obra está recubierta y saturada por do por esas ricas sendas, personas versadas en el
lecturas sigilosas, interpretaciones críticas, rese- tema, para que enciendan, retomen o recuerden.
ñas anecdóticas, relecturas estridentes, apelacio-
nes, interpretaciones, que aparecieron, aparecen Apertura
y aparecerán en decenas de idiomas y desde infi-
nidad de geografías. Conviene iniciar replicando que Michel Fou-
Pero bien... “que se nos deje en paz cuando se cault fue el autor más citado del mundo entre
trata de escribir” (Foucault, 1979: 30). El presente 2007 y 2009 en tópicos sociales según los especia-
texto, que intenta ser un borrador o cuaderno de listas británicos de The Times Higher Education
apuntes, rastrea anotaciones personales desper- Guide, para vislumbrar su profunda influencia
digadas en libretas, archivos de computadoras y contemporánea, pero también para reconocer su
en reglones subrayados de las publicaciones del estado de moda académica en el ámbito de las
mismo autor francés. La escritura, lo debatía con Ciencias Sociales y Humanas. En dicho ranking,
frecuencia, termina siendo una tecnología para aparece por encima de figuras tan determinan-
la experiencia, de desdoblamiento, recuento y tes y polémicas como Pierre Bourdieu, Albert
transformación personal. Y en este caso, para re- Bandura, Erving Goffman, Max Weber, Karl
encontrar nociones que sirvieron como paraguas Marx, Bruno Latour, Jürgen Habermas, Anthony
interpretativo en diferentes momentos y frente Giddens y Judith Butler, entre otras, que estuvie-
a diferentes fenómenos. “Escribir para ser otro” ron situadas en el podio de la “engalanada” y
(Foucault, 1979: 30), una ritualidad que plasma “distinguida” lista.
el cambio, escribir para no ser el mismo, desfigu- Al margen de la popularidad alcanzada glo-
rarse, modificarse. balmente, su porosa obra –traducida casi en su
totalidad al español– se puede considerar como
Anotación II una de las más ricas del siglo XX, no solo por

No se tiene la intención de presentar acá un


análisis absoluto, completo y sistemático de la
obra de Michel Foucault, tarea titánica y quimé-
rica de por sí. Por el contrario, y en un plano más
1. La iniciativa está precedida por algunos trabajos, bas-
terrenal, tiene como objetivo adentrar al interesa- tante profundos, elaborados desde diversos flancos. So-
do e interesada en sus tópicos políticos –en el sen- bre el autor se ha dicho, se dice y se dirá mucho. Sin
tido extendido– y en algunas de las posibilidades, embargo, basta con revisar el desarrollo de la acepción
alcances y matices de la categoría de poder. Esta foucaultiana de poder en algunos diccionarios-compen-
dios de Filosofía (Castro, 2011 y 2004; Cortés y Martí-
postura de rastreo, razonablemente, es más ase-
nez, 1996; Raynaud y Rials, 2001), Estudios Culturales
quible; no obstante, igualmente ardua. Dicho lo y Críticos (Cousin y Hussain, 1984; Payne, 2002; Sardar,
cual, conforma una suerte de introducción, una 2005; García, 2009), Antropología y Etnología (Kapfe-
pequeña presentación de postulados que se pue- rer, 2007; Moore, 2000; Bonte e Izard, 1996) y Sociolo-
den considerar como fuertes o centrales.1 gía (Fernández, 2000; Campillo, 2002). Existen trabajos
sobresalientes desde la perspectiva decolonial: Restrepo
Así, no trata de mostrar aspectos descono-
(2004), Castro-Gómez (2007) y la revista Tabula Rasa,
cidos de esos llamados y valorados como “no- número XVI (2012), que contiene un dossier con escri-
vedosos”, tampoco de ilustrar, educar o formar tos de Ramón Grosfoguel, Monserrat Galcerán, Julia
a un número determinado de lectores y lectoras Suárez-Krabbe y otros y otras.

56 Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015


sus aportes metodológicos, teóricos y conceptua- arte, el papel del autor, las epistemes de las cien-
les, sino también por su creatividad, criticismo y cias naturales y la cultura helénica.
agudeza. La vida de este vasto pensador estuvo Se consideraba, más bien, un nómada trans-
asociada, asimismo, con un permanente compro- gresor de límites, que habitaba las fronteras y
miso político frente a las exclusiones, separacio- bordes de los saberes ortodoxos. Ser clasificado,
nes y discriminaciones en la sociedad occidental y prisionero de una ubicación y de una competen-
con el apoyo de las disidencias y pluralidades se- cia, revestido de la autoridad que proporciona a
xuales y eróticas. Estas intervenciones lo llevaron los fieles su incorporación a una sapiencia, enca-
a desplegar una relevante actividad en los foros sillado en una jerarquía de conocimientos y de
públicos, en los medios de comunicación y en las lugares, era para Foucault, la figura misma de la
aulas universitarias. muerte (de Certeau, 1998). Decía, por el contra-
Paul Michel Foucault nació en la comu- rio: “¿Quién soy? Un lector”, afirmación de es-
nidad de Poitiers (situada a 400 kilómetros al cape, utilizada curiosamente por J. L. Borges en
sur de París) en 1926, en el seno de una familia muchas oportunidades. Fue un avergonzado por
acomodada, hijo de un prominente médico de su posición legítima en el “orden del discurso”
la región. Se licenció en Filosofía en 1948 y en (Foucault, 2000), como lo expresó en la presenta-
Psicología en 1950, ambas en la École Normale ción de su sonada clase inaugural de 1970.
Supérieure (Escuela Normal Superior de París). En 1966 publicó su obra más conocida, Les
En 1961 leyó su tesis doctoral de Filosofía en la mots et les choses (Las palabras y las cosas), y se
incorporó a la Universidad de Túnez, desde don-
Universidad de Clermont-Ferrand, donde poste-
de volvió a París atraído por los movimientos del
riormente ejerció la docencia. Desde mediados de
año 68, revueltas que influyeron a toda su gene-
la década de los cincuenta hasta mediados de la
ración. En 1969 apareció otro de sus libros cla-

aportes
década de los sesenta, se dedicó a estudiar y ex-
ves, L’archéologie du savoir (La arqueología del
plorar diacrónicamente las instituciones clínicas,
saber), e ingresó un año más tarde en el Colegio
el orden psiquiátrico y la locura. Folie et déraison
de Francia, institución de referencia académica
(Historia de la locura en la época clásica) en 1961
donde permaneció como profesor de Historia
y Naissance de la Clinique (El nacimiento de la
de los Sistemas de Pensamiento hasta su muerte
clínica) de 1963 lo colocaron en los círculos de en París en el año de 1984. Para la mitad de los
referencia. Se ocupó, en ese momento, de la cons- años setenta, había publicado Surveiller et punir
trucción de la racionalidad europea-occidental (Vigilar y castigar) y La volonté de savoir (La vo-
y de lo otro (lo ajeno) que hallaba en su interior. luntad del saber), la primera parte de su Histoire
Trabajos que le asignaron el apelativo de filósofo de la sexualité (Historia de la sexualidad), que
meticuloso y de estudioso del detalle. tuvo continuidad en L’usage des plaisirs (El uso
A pesar de su formación, Foucault nunca de los placeres) y Le souci de soi (La inquietud
se adscribió a ningún saber decimonónico de- de sí), de 1984. Luego, los cursos en el Colegio
limitado, no se sintió cómodo definiéndose o de Francia, trece en total, fueron recogidos como
colocándose en alguna grilla disciplinar y, en con- obras póstumas.
secuencia, se rehusó tajantemente a ellas. Nunca La arquitectura interna (cuadro 1) de la labor
fue un filósofo convencional (Strathern, 2014). Él de Michel Foucault es siempre compleja de inven-
mismo, con cierta frecuencia, sarcasmo y “mofa”, tariar, catalogar y especificar por su variedad y
señalaba el carácter indeterminado, fragmentario constante autorrevisión; pero también, porque
e hipotético de su trabajo, su renuencia a elaborar su trabajo se distinguía por promover y escarbar
teorías acabadas y omniexplicativas, su horror un “pensamiento de otro modo” (Deleuze, 1987).
por la totalidad (Castro, 2004: 5). Igual, se ocupó El propio autor no encontraba diferencias en su
de temas dispares, por ejemplo, la literatura, el corpus teórico, no las notaba y se autodefinía

Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015 57


Cuadro 1
Arquitectura básica de la obra de Foucault

Periodización Ontología histórica Autodefinición intelectual


Arqueológico La verdad y el saber Arqueólogo de su propio pensamiento
Genealógico El poder y los sujetos Historiador de las problematizaciones
Ético/Estético Moral y agentes éticos Historiador del presente
Fuente: Elaboración propia.

como historiador de las problematizaciones2, o significados, el poder constitutivo del discurso y


simplemente afirmaba que era un personaje sin la efectividad política de la teoría y la investiga-
rostro, un investigador histórico y político o un ción. Se inició en la década de los sesenta como
practicante de una historia del presente y de una una tendencia dentro de la filosofía francesa, mo-
ontología del presente. tivada inclusive por la crítica cultural del Mayo
Rabinow y Dreyfus (1988), por su parte, del 68. Posteriormente la aproximación migró
muestran que existen tres grandes fracturas en hacia el mundo angloparlante, particularmente al
su pensamiento, dividiendo su obra por los obje- estadounidense, donde tuvo un impacto transfor-
tos de investigación tratados: la verdad y el saber mativo en la filosofía, al igual que en los estudios
(1954-1970), el poder y los sujetos (1971-1978), la literarios y culturales.
moral y los agentes éticos (1979-1984). Esta divi- Resaltan los nombres de “glorificados” au-
sión concuerda con la clásica clasificación reali- tores y autoras, discordantes muchas veces en-
zada a partir de sus métodos de estudio: periodo tre sí, como Jacques Lacan, Jacques Derrida,
arqueológico (1954-1970), genealógico (1971- Gilles Deleuze, Felix Guattari, Roland Barthes,
1978) y hermenéutico-ético/estético (1979-1984). Jean-François Lyotard, Julia Kristeva y Jean
Roger Chartier (2006) dice que fue arqueólogo Baudrillard. Estos y estas se concentraron en te-
de su propio pensamiento, siempre evaluando su mas de intervención como el giro lingüístico y her-
producción, discursos y alusiones3.
menéutico, las representaciones, el conocimiento,
el deseo, el género y la sexualidad, y especialmen-
Los fuertes movimientos de la agenda te por el poder y la subjetivización. Arturo Es-
posestructuralista francesa cobar explica que se trata de una epistemología
El posestructuralismo es sobre todo una he- interpretativa y constructivista que, como punto
terogénea aproximación teórica al conocimiento de partida, critica la linealidad, la razón, la pro-
y a la sociedad que acoge la incertidumbre de los gresividad, el desarrollo, la no-simultaneidad y la
no-ambigüedad (Escobar, 2005).
Aquellos filósofos y filósofas a quienes se
llegaría a conocer como posestructuralistas con-
2. En palabras del autor se trataría de conseguir que sea frontaron el proyecto estructuralista y moder-
cuestionado e interrogado todo aquello que se da por nista, tomando una actitud escéptica hacia la
evidente, aquello que parece ser verdad absoluta y na-
tural, aquello que se presenta como incuestionable, que
determinación por estructuras subyacentes y los
no suscita dudas ni interrogantes, o que está en el olvido intentos de encontrar la verdad última del len-
por ser tema indigno de la teoría clásica y que, por lo guaje, la cultura, la sociedad y la psiquis, como sí
tanto, se presenta como aproblemático. lo habían pretendido Ferdinand Saussure, Claude
Levi-Strauss, Karl Marx y Sigmund Freud, res-
3. Otros estudios sobre las ideas de Foucault se pueden
encontrar en Rabinow (1984 y 2003), Couzens (1988) y pectivamente. Los pensadores y las pensadoras
Blanchot (1992). estructuralistas, precedentemente, aducían el

58 Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015


origen y la organización de fenómenos sociales Hay que admitir que el poder produce saber; que
complejos a estructuras más profundas4. Desve- poder y saber se implican directamente uno al otro;
lar o descubrir esas estructuras era la tarea de la que no existe relación de poder sin constitución co-
ciencia estructural (Gibson-Graham, 2002). rrelativa de un campo de saber ni de saber que no
Por el contrario, en la discusión posestruc- suponga y no constituya al mismo tiempo relaciones
de poder. (Foucault, 2002: 35)
turalista se encuentra en la desestabilización (en
términos de intencionalidad), en el antifunda- Gracias a este autor, se entiende, pues, que el
mentalismo (en términos epistemológicos) y el significado se produce bajo condiciones sociales e
antiesencialismo (en términos ontológicos) como intelectuales específicas y que el conocimiento no
paradigmas característicos de su teorización. En
es un reflejo verdadero, sino una fuerza producti-
consecuencia, esta corriente se rehúsa a consi-
va y constitutiva. Aunque los conocimientos no
derar el conocimiento como algo basado en la
pueden ser diferenciados de acuerdo con un ma-
realidad o que estaba encargado de ser reflejo de
yor o menor grado de precisión –su éxito o fraca-
ella. Nada de lo social es “natural” o “anterior” al
so para reflejar el mundo–, sí pueden distinguirse
discurso. Eduardo Restrepo y Axel Rojas (2010)
por sus efectos –los diferentes sujetos a los que
apuntan que para el posestructuralismo la reali-
asienten dispositivos de poder, las instituciones y
dad se descifra como discursivamente constitui-
prácticas que permiten, al igual que aquellos que
da, lo que no quiere decir que sea solo un discurso.
excluyen o suprimen. De esta forma, Foucault
No hay un concepto primario, fundamen-
tal o inmutable, sino que hay una infinidad de expuso cómo el tipo de conocimiento producido
contextualizaciones que proveen lecturas múlti- (poder/saber) –desde diversos extremos intelec-
ples y antagónicas de lo que es o puede ser algo tuales– es un problema de consecuencia y no de
o alguien. Para esta agenda de estudio, la crea- indiferencia (Gibson-Graham, 2002).

aportes
ción de significado es un proceso inacabado, un
sitio de constante forcejeo –político– donde se Anotación III
generan significados alternos y cuya firmeza es
Edgardo Castro (2012) sutilmente acierta
apenas temporal.
cuando afirma que la analítica del poder para
Precisamente, la influencia de Foucault so-
bre el posestructuralismo se ha concentrado en muchos autores y autoras provocó y provoca
demostrar cómo las diferentes formas de poder “anestesias y parálisis”, especialmente en lo que
están entrecruzadas con la producción de cono- respecta a la política, la acción y el compromi-
cimiento para crear ciertas concepciones valori- so. Basta leer las manifestaciones detractoras, sus
zadas en diversos periodos históricos (Strathern, apegos y reacciones.
2014). Arguye: Por un lado, y en lo estrictamente concep-
tual, la noción de poder resulta, para la crítica
tradicional, paradójica, etérea, vaga, no metódi-
4. Como caso paradigmático se tiene la obra de Claude ca, ligera, pretensiosa y sin mucha cavilación. El
Levi-Strauss (1977 y 1998), considerado el padre del concepto se les presenta como confuso, laxo, poco
estructuralismo científico. Este etnólogo francés tenía útil, nada explicativo y poco más que un curioso
como objetivo fundamental la búsqueda de regularida-
e infructuoso intento acaparador, es decir, nulo
des universales. Partiendo de un cerebro humano común
para todas las culturas, el estructuralismo estaba intere- clarificador en términos académicos. Desde las
sado en los procesos de elaboración de dicotomías de la disciplinas, principalmente, se ha censurado que
mente, a partir de las oposiciones binarias que canalizan no presente una diferenciación escalonada com-
la reflexión en cualquier sociedad. El estructuralismo prensible del poder y de su distribución, lo que no
defiende la idea de que un parecido extremo une en lo
sustancial a todas las culturas, lo cual explica que esta
permite distinguir organizaciones diferentes.
orientación teórica se ocupe de las semejanzas entre las Por otro lado, en la praxis, se le reclama al
culturas antes que de las diferencias (Ortner, 1984). concepto cierto dejo apolítico; que se muestre

Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015 59


abrumadoramente neutral, sin posición fija y ni- evidentemente, pero sí el asunto de mayor arti-
hilista en tonalidades peligrosas. Se dice frecuen- culación. Está presente tangencial y centralmente
temente que ata de manos y pies, sin posibilidad en sus diferentes discusiones, desde sus primeros
de acción concreta, directa e inmediata. Se dice, escritos en la década de los cincuenta, hasta sus
también, que carece de un programa estratégico, últimas obras en los ochenta. Empero, la noción
que no muestra un objetivo claro (a quién atacar, misma de poder parece tener algunas considera-
en qué momento, cómo hacerlo y con qué me- bles modificaciones a lo largo de sus textos. Aun
dios). Apelan a que involucra a todos y todas en así, su conceptualización es siempre de ruptura,
el problema del poder, que no receta decálogos según lo subraya Hindess (1996), constituye una
prácticos para salir a la calles, ni para protestar, “alternativa radical”. Por esto, fue quizás el más
ni para posibilitar reformas o cambios. importante analista del poder –y de lo político en
Como es evidente, estos malentendidos con- el amplio sentido del vocablo– en la segunda mi-
vertidos en opiniones desacertadas, se difunden tad del siglo XX (Fernández, 2002).
desde los lugares autorizados para la representa- La entrada de sus análisis es diferente de la
ción y la manufactura del discurso, lugares que acostumbrada en muchos sentidos6. Su trabajo
casi siempre tienen presunciones de linealidad, de
esencias y absolutos, de la univocidad que debe
tener la lucha social y la crítica universitaria, de 5. Esta cuestión le lleva a preguntarse sobre la relación en-
tre el intelectual, la teoría y lo político. Gilles Deleuze
la correspondencia y la correlación plena dentro y Michel Foucault (2005) proponen, en una admirable
de un sistema de pensamiento “correcto” y den- conversación, que las relaciones teoría-práctica son con-
tro de un orden previamente establecido. dicionantes, pero a la vez parciales y fragmentarias, y
Ahora bien, el concepto de poder efectiva- no simples aplicaciones o relaciones de semejanza. La
mente es ambivalente (tiene componentes osci- teoría serviría como una caja de herramientas, de don-
de se aprovechan los artefactos útiles para cada caso
lantes y hasta contrapuestos, tanto internos como particular, por eso es que necesariamente es un apara-
externos, en disputa continua), y lo es, en sentido to de combate. La teoría no expresaría, no traduciría,
no peyorativo, porque encarna lo que el mismo no aplicaría una práctica; en sí misma es una práctica,
poder es: ambivalente. Una intricada y densa pero no totalizadora, sino local y regional. Es una lucha
urdimbre de relaciones que sostiene y posibilita contra el poder, lucha para hacerlo aparecer y golpearlo
donde es más invisible y más efectivo, porque desde su
acciones de montaje y, por qué no, de desman- localidad, es una querella contra ciertos discursos y sa-
telamiento. Un juego diario, pero histórico, una beres. Por lo tanto, no se trata de decir la verdad desde la
tensión, un estado de guerra permanente. teoría, tampoco de representar a los aparentemente sin
Las luchas, si se pueden llamar de esta ma- voz. El papel del intelectual, dicen los autores, no es el
nera, son fragmentarias y discontinuas para el de situarse un poco adelante o un poco al margen para
decir la muda verdad de todos (sucumbir en la indigni-
autor; en otras palabras, son específicas. La ana- dad de hablar por los otros); es ante todo luchar contra
lítica de poder no desactiva ni mina el sentido o las formas de poder en donde este es a la vez el objeto y
la razón de ser de las luchas, como se argumenta el instrumento de órdenes del saber, de las verdades y de
desde flancos opositores. Estas, las luchas, están los discursos que obstaculizan, prohíben e invalidan el
cargadas de pedazos de biografía y renuncian a habla de todos.
explicaciones totales y, especialmente, a ser una 6. El texto clásico de Thomas Hobbes, El Leviatán de 1651,
opción puramente eficaz. Las luchas contra el abre la tradición sustancialista, exponiendo que “el po-
poder pasan a otras trincheras, más desperdiga- der de un hombre (universalmente considerado) consiste
das de lo acostumbrado5. en sus medios presentes para obtener algún bien mate-
rial futuro” (1987: 69). El poder surge como la capacidad
de realizar algo, requiriendo instrumentos para su ad-
La noción foucaultiana de poder quisición y amplificación. En esta tradición sustancialis-
ta, de comprensión del poder, este aparece simplemente
Poder es un nodo central por el cual tran- como algo de lo que se dispone o de lo que se carece
sita la ocupación de Foucault. No es el único, (Fernández, 2000).

60 Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015


dirigió la atención hacia las formas en que los acaecer, del cómo es que ellas operan, qué con-
conocimientos ejercen y producen poder –por secuencias tienen, qué interacciones establecen,
medio de aparatos de regulación; por ejemplo, qué acontecimientos franquean; y ii) posibilitar
instituciones escolares, prisiones, ejércitos, casa diferentes conceptualizaciones polemológicas,
de trabajo y fábricas en donde prevalecen las antisustancialistas, relacionales, concretas y no
técnicas de disciplina y vigilancia corporal–, y estáticas que de ahí se derivan.
mediante el desarrollo y aplicación de tecno- Inicialmente esta noción de poder parte de
logías para administrar el “ser” –por ejemplo, un funcionamiento más que del decálogo categó-
presupuestos, dietas, mapas, columnas de ayu- rico o de una definición “cincelada en piedra”. El
da sexual, propagandas de productos de higiene poder es entendido en la acepción foucaultiana
personal– que motivan la organización de la vida como una característica inherente de las relacio-
diaria. Se dirigió a examinar la manera en que es- nes sociales, por más diversas que sean, que tie-
tos conocimientos y significados son normaliza- nen lugar en el interior mismo de la sociedad, en
dos y aceptados como verdad. su reproducción. Las relaciones de poder, por lo
Esto abre literalmente la posibilidad de re- tanto, no son abstractas; por el contrario, son el
pensar el poder no escuetamente como fuerza resultado de relaciones de fuerza concretas que
represiva, es decir, como una instancia negativa, han surgido con ciertas peculiaridades en un mo-
sino como una fuerza de avanzada productiva, mento histórico determinado.
por lo tanto positiva7. Esta operación analítica El propio Foucault decía, sobre su elabo-
tiene varias implicaciones sobre el manejo de las ración, que no trataba de proponer principios,
relaciones de poder, centralmente, en: i) partir del reglas y que ni a lo sumo se presentaba como la
teoría general del poder; ya que para él no existen
universales, más bien intrincamientos y yuxtapo-

aportes
Esta concepción se extiende en el pensamiento del fi-
siciones locales del poder. El poder para el autor
lósofo inglés Bertrand Russell, quien lo piensa como no es una cosa, tampoco una sustancia, un flui-
una sustancia que puede ser, entre otras cosas, trans- do, algo que emana de esto y aquello; más bien,
ferida, repartida y suprimida. Argumenta el autor que se trata de un conjunto de estrategias y mecanis-
“volviendo a la analogía de la física: el poder, como la mos que tienen como objetivo lograr la victoria.
energía, puede considerarse que pasa continuamente de
una de sus formas a otra y debería ser tarea de la ciencia
El análisis de los tejidos del poder se abocaría
social buscar las leyes de esa transformación” (Russell, entonces a “saber por dónde pasa la cosa, cómo
1939: 11). Esta noción es retomada a mediados del si- pasa la cosa, entre quiénes, entre qué puntos, de
glo XX por la sociología funcionalista de Wright Mills acuerdo con qué procedimientos y con qué efec-
(1980), especialmente en su elaboración de la suma cero. tos” (Foucault, 2008: 14).
La tradición sustancialista y positivista del poder en-
El poder no es algo que se posea (no es una
cuentra, sin embargo, su primer opositor en Max Weber institución, ni un régimen, ni es una estructura,
(1979), quien originalmente se preocupó por analizar las aunque a veces se vale de ellas), sino acciones que
transformaciones de la modernidad y del Estado (Fer- se ejercen como prácticas de luchas, confronta-
nández, 2002). El autor mostró las legitimidades que se ción, negociación, acuerdos y desacuerdos entre
logran cuando los otros se desenvuelvan en la forma de-
seada a pesar de su probable resistencia. La definición de
actores y actrices sociales. Estos ejercicios com-
poder viene sucedida de “la probabilidad de imponer la ponen una trama que colma la sociedad, pero que
propia voluntad, dentro de una relación social, aun con-
tra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento
de esa probabilidad” (Weber, 1979: 43). El concepto de 7. Pensar las relaciones de poder en términos de represión,
poder, dice el autor, es sociológicamente amorfo. Todas a Foucault (2001) le pareció insuficiente. Aún así, reco-
las cualidades imaginables de un hombre y toda suer- noció que todo lo que trabajó entre 1970 y 1976 podría
te de constelaciones posibles pueden colocar a alguien inscribirse en ese marco de lucha-represión, postura que
en la posición de imponer su voluntad en una situación reelaboraría y abandonaría en los textos posteriores
dada (Weber, 1979: 43). a 1977.

Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015 61


nunca terminan de consolidarse por sus propias más tenues, nadie es ajeno o está exento
expresiones históricas, microsociales y cambian- a esta trama.
tes. El poder se disemina y pulula, pero también • La lucha de clases puede, pues, no ser “la ratio”
se diluye. Se entiende además, en esta perspectiva, del ejercicio del poder. No obstante, la lucha
que el poder no solo se limita exclusivamente a su de clases puede ser la garantía de inteligibili-
carácter prohibitivo. En ocasiones, estas formas dad de algunas grandes estrategias. Esto va
de privación se imbrican con formas de creación en detrimento de los postulados de marxistas
y producción de “cosas”, por ejemplo de vida, de dogmáticos. En esta terminología, el poder
conductas, de cuerpos y de estéticas. tampoco es una superestructura externa (me-
Para sintetizar esta postura, se presenta a ramente ideología) de la producción misma.
continuación un punteo tentativo del tópico • Las relaciones de poder no obedecen exclu-
(Foucault, 1980, 1988, 1993, 1996a, 1996b, 2007, sivamente a las formas de castigo. El poder
2008). Para ello se fragmenta en siete postulados negativo, por ejemplo, se ostenta en la obra
el tema, sin que esto signifique que se agote en freudiana y psicoanalítica en general. Para
estos simples rubros. Foucault, por el contrario, el poder “hace”, y
no solo destruye, inflige, pena o castra. Dis-
• El poder aparece con un carácter relacional. ciplina, vigila y normaliza, en ocasiones sin
Su ejercicio consiste en conducir conductas; el empleo de la fuerza física excesiva o cor-
es decir, hay poder cuando un individuo o poral, logrando someter a los cuerpos y ade-
más a las conciencias. Consecuentemente, el
grupo actúa sobre las acciones de los otros,
poder subjetiviza y produce ciertas tipos de
o sobre su campo de acción actual o even-
sujetos sociales, ciertas formas de ser/hacer/
tual, ya sea presente o futuro. El poder no
ver en el mundo.
se posee, existe solo en su ejercicio. Es una
• El poder no se agota en lo jurídico y se extien-
estrategia ante otros y otras. El poder no es
de más allá de la política en sentido legislativo.
nunca lo que alguien tiene, sus recursos ma-
Las relaciones de poder atraviesan los más
teriales o simbólicos, y tampoco lo que brota
íntimos y minúsculos campos de la vida y la
de alguien. No pertenece ni a una persona
cultura, tanto los interiores-privados como
ni, por lo demás, a un grupo determinado; los exteriores-públicos; por lo tanto, el aná-
solo hay poder, porque hay articulaciones lisis de los mecanismos de poder sería insu-
de gestión en relevos, dispersión, redes, apo- ficiente si explorara solo su aparato formal
yos recíprocos, diferencias de potencia, e institucional. El poder como una trama,
desfases, etcétera. compuesta de relaciones de relaciones, media
• El poder coexiste en todo el cuerpo social, las interacciones entre sujetos, entre objetos y
lo traspasa e impregna. Está presente en la entre ideas. Es una situación definitoria, pero
asimetría de relaciones vitales, al punto que nunca definitiva (Giavedoni, 2012). No se
puede empezar a funcionar en este sistema de puede encontrar un anclaje único, ni sobre-
diferencias. Siempre se está en el poder, no se determinante, solo plataformas volubles que
puede estar fuera de él; lo que no significa lo eventualizan.
que se esté atrapado en formas de domina- • Las relaciones de poder están inscritas de
ción despóticas. El poder es, al fin y al cabo, manera multiforme y diversa. El entrecru-
una trama extendida, esparcida. Empero, no zamiento esboza hechos de captura, no en
se trata del simplista retrato que argumenta el sentido de una solitaria estructura bina-
que algunos detentan el poder y otros que ria, dominador/dominados, poderoso/débil,
lo sufren; inversamente, el poder nos involu- sino en múltiples y heteromorfas relaciones.
cra a todos, en zonas más densas y en otras El poder es heterárquico, no una desnuda

62 Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015


pirámide vertical (unos arriba que decretan y estudia la metamorfosis de los métodos punitivos
otros abajo que acatan), sino oblicuo, mole- a partir de una tecnología política del cuerpo y se
cular. La vida social compuesta de diferentes puede leer una historia común de las relaciones
cadenas de poder, funciona con lógicas dis- de poder y de las relaciones de objetualización.
tintas. No existe un nivel básico que gobierna El texto se orienta sobre el cómo ciertas técnicas
sobre los demás, “sino que todos los niveles convierten al “hombre”, el alma, el individuo –
ejercen algún grado de influencia mutua en normal o anormal– en objeto de intervención pe-
diferentes aspectos particulares y atendiendo nal, y cómo un modo específico de sujeción ha
a coyunturas históricas específicas” (Castro- podido dar nacimiento al “hombre” como objeto
Gómez, 2007: 170). de saber para un discurso con estatuto científico
• No existen relaciones de poder sin resistencias. (2002: 31). Muestra un desahogo tecnológico de
Estas últimas son más reales y trascendentes la productividad del poder y con ello un cambio
cuando se forman en el lugar exacto donde se en la forma de concebir, manejar y controlar los
ejercen las relaciones poder: el cuerpo, la co- espacios correccionales por parte de sus produc-
dificación, la sexualidad, la ética, el espacio. tores. Se trata ahora, dice Foucault, de disciplinar
Las resistencias no son meras rupturas ac- la sociedad.8
cidentales, ni imágenes invertidas del poder, La sociedad occidental asiente el nacimiento
desafían sus múltiples centros; donde hay de un acumulado de técnicas disciplinarias cen-
poder está su contrapartida, la resistencia. tradas en el cuerpo que producen efectos indivi-
La resistencia, que solo aparece como acto, dualizantes y manipulan al mismo como foco de
y como contraataque, es equivalentemente intervención. Estos, los cuerpos, deben hacerse
activa, inventiva, creativa, móvil, como lo es útiles y dóciles. El poder toma literalmente al
el poder. Si no acaecieran resistencias siem- cuerpo como objeto de fuerzas con tecnologías

aportes
pre, afirmó Foucault, no habría relaciones de de adiestramiento y corrección9. Por esto aparece,
poder. Todo sería simplemente una cuestión junto con la modernidad, el control de la activi-
de obediencia absoluta. No obstante, como dad humana mediante el “arte” de las disposi-
no hay un gran mandato, no hay un gran ciones espacio-temporales. Aunque estas no se
rechazo. Este aspecto es poco acabado por limitan única y exclusivamente a las prisiones en
el autor; sin embargo, otros teóricos como sentido escrito, sino que abarcan también institu-
Michel de Certeau (1996, 1999, 2007), José ciones sociales como escuelas, ejércitos, fábricas y
Giavedoni (2012), Reinaldo Giraldo (2009) hasta hospitales.
y James Scott (2003) se han preocupado por Así, la disciplina procede a la distribución
darle continuidad al análisis de las resisten- de los individuos en el espacio, y a su vez “or-
cias cotidianas. ganiza un espacio analítico” (Foucault, 2002:
147). El poder disciplinario establece una infra-
Revisada esta lista, se presentan en seguida penalidad; reticula un espacio que las leyes dejan
dos de los más representativos y comentados vacío; mide, registra, examina, califica y reprime
ejercicios o técnicas de poder analizados por un conjunto de conductas que su relativa indife-
Michel Foucault. rencia hacía sustraerse a los grandes planes de

Política de/sobre la anatomía


o anatomopolítica
8. Posteriormente Gilles Deleuze (1995) anunció el paso de
las sociedades disciplinarias a sociedades de control.
Vigilar y castigar (2002) fue animada en par-
te por el involucramiento del autor en el GIP 9. El sociólogo Richard Sennet (1999), quien empezó el
(Grupo de Información sobre las Prisiones / proyecto de estudio del cuerpo con Foucault, realiza una
Groupe d’information sur les prisons). En ella, historia paralela y alternativa a la expuesta.

Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015 63


castigo (Foucault, 2002: 182). De la misma ma- El beneficio y utilidad son método de ejecu-
nera, propone nuevas conductas, nuevas formas ción: un solo vigilante se hacía cargo de toda la
de portar la anatomía, de sentirla y practicarla. prisión; instalado en el centro del espacio cons-
La disciplina se basa en técnicas minuciosas, truido, lograba advertir las acciones de todos los
con frecuencia ínfimas, no en vano importantes, penados sin que ellos lo pudieran mirar a él, pero
puesto que definen cierto modo de adscripción estando conscientes de su presencia. En esta dis-
política y detallada del cuerpo, una nueva mi- posición el poder no solamente oprime al opri-
crofísica del poder. Las técnicas no han cesado, mido, sino que también afecta al sujeto opresor.
desde el siglo XVII, de invadir dominios cada Todos los que trabajan dentro de estos sistemas,
vez más amplios y han tendido a cubrir el cuerpo incluido el vigilante en su torre, están ligados a
una compleja red de conciencias.
social entero (Foucault, 2002: 142). Estos peque-
Precisamente, la sombría mazmorra de la
ños ardides, conferidos de una gran capacidad de
premodernidad, donde se cometían atroces tortu-
expansión, han provocado la transformación del
ras, ha sido reemplazada por la moderna prisión,
régimen punitivo en el umbral de la época con-
intensa y brillante, basada en el encuentro de lu-
temporánea. Para ellos, los productores del espa- ces; pero Foucault advierte que “la visibilidad es
cio, se privilegia el nacimiento y la reproducción una trampa” (Foucault, 2002: 2005). Por medio
de un discurso urbanístico (Rabinow, 2004). El de esta vigilancia ocular, la sociedad moderna
poder se inscribe claramente en el diseño del es- ejercita sus sistemas de control, de poder y de co-
pacio arquitectónico para asegurar la vigilancia y nocimiento. El autor sugiere que dentro de todos
la normalización. los niveles de la sociedad moderna existe un tipo
Colocando la dimensión espacial como di- de prisión continua, un pequeño teatro. Todo está
mensión activa provoca una inflexión con las vi- conectado por la vigilancia (deliberada o no) de
siones historicistas lineales (Foucault, 1986). La unos seres humanos por otros.
reflexión de las espacialidades se incita con el ar- En resumen, se debe entender el arquetipo
gumento de que: panóptico, o más bien el panoptismo, “como un
modelo generalizable de funcionamiento; una
podría escribirse toda una historia de los espacios – manera de definir las relaciones del poder con la
que sería a la vez una historia de los poderes–, desde vida cotidiana de los hombres” (Foucault, 2002:
las grandes estrategias de la geopolítica hasta las 208). Gracias a las técnicas de vigilancia, óptica
pequeñas tácticas del hábitat, de la arquitectura y panóptica, se efectúa un juego de miradas que
institucional, del salón de clase o de la organización asegura la intervención, sin recurrir en principio,
hospitalaria, pasando por las implantaciones econó- al exceso, a la fuerza y a la violencia. Se llega a
mico-políticas. (Foucault, 1980: 5) los cuerpos con la profundidad de la imágenes
(facilitar cuerpos sumisos y productivos) persi-
Precisamente, la tecnología de poder discipli-
guiendo el adiestramiento repetitivo, minucioso
nario se maximiza a finales del siglo XVIII con
y concreto de las fuerzas racionales. Toda una
la incorporación del panóptico en la arquitectu-
ortopedia social. Estos tres aspectos del panop-
ra carcelaria; fórmula establecida por el filósofo
tismo –(auto)vigilancia, (auto)control y (auto)co-
inglés Jeremy Bentham, que substituyó la oscu- rrección– constituyen una dimensión prototípica,
ridad del calabozo medieval por la novedosa lu- fundamental y característica de las relaciones de
minosidad, tratando de hacer transparente cada poder que existen en el mundo coetáneo10.
movimiento, por pequeño que fuera para inte-
rrogarlo y sistematizarlo, de personajes aparen-
temente “dominados”. Esta invención, en primer
10. Avances en el tema de vigilancia e hipervisualidad se
lugar, compone una maquinaría social que diso- pueden encontrar en el trabajo de Guy Debord (1999),
cia la pareja “ver-ser visto” (Foucault, 2002: 205). Paul Virilio (1999) y Comaroff y Comaroff (2009).

64 Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015


Política de/sobre la vida o biopolítica que además se apostó por la vida como unidad
a maximizar, multiplicar, fortalecer. Ella, la vida,
Michel Foucault, sin duda, abrió un prome- que anteriormente era tenida en cuenta por el po-
tedor campo de experimentación conceptual al der únicamente en aras de su eliminación, pasó a
señalar que el objetivo primordial del poder – ser el escenario sobre el cual iba a ejercer control
ello forma parte de la diatriba– no es otro que el potenciador. El derecho de muerte entonces tuvo
control, la creación/destrucción y la gerencia de que acoplarse a las exigencias orgánicas que dis-
la vida en cada uno de sus estratos, variaciones, pusieran de la supervivencia y conservación. Se
singularizaciones y modos de efectuarse. ¿Qué yuxtaponen la relación disciplinaria y la regula-
debe entenderse por vida y ser viviente, y cómo dora y las relaciones vitales.
el poder delimita, condiciona o facilita incluso No hay continuación lineal entre el poder
la emergencia y el despliegue de la vida misma? disciplinario (anatomopolítica), que se refiere al
Para desentrañar algunos de los problemas deri- poder ejercido sobre el hombre-cuerpo indivi-
vados de esta postulación interrogativa, se debe
dualizado, dócil y útil (Foucault, 2002), y entre
repasar la alteración que realiza el filósofo de un
lo biopolítico, que se refiere al hombre-viviente,
aforismo condicionante.
por lo que se centra en varios aspectos, objetos o
Las posibilidades del entendimiento de las
campos que le atañen como especie. Dice:
complejas tramas del poder aparecen relaciona-
das directamente con dicha inversión retórica. …una tecnología del poder que no excluye la prime-
La mutación parte de que, en la soberanía mo- ra [disciplinaria] sino que la engloba, la integra, la
nárquica, el Rey tenía el derecho tanatológico modifica parcialmente y, sobre todo, que la utilizará
de ordenar la muerte: “el soberano no ejerce su implantándose en cierto modo en ella, incrustándo-
derecho sobre la vida sino poniendo en acción su se, efectivamente, gracias a esta técnica disciplina-

aportes
derecho de matar, o reteniéndolo: no indica su ria previa. (Foucault, 2001: 219)
poder sobre la vida sino en virtud de la muerte
que puede exigir” (Foucault, 1996a: 164). Al res- A pesar de esto, Foucault se preocupa por
pecto afirma que, en un momento iniciático, se diferenciar los rasgos del poder disciplinario y
trata del “derecho de hacer morir y dejar vivir” los rasgos del biopoder. Este último no actúa so-
(Foucault, 1996a: 166). bre el cuerpo como unidad, sino sobre un cuer-
Ahora bien, el biopoder introduce un cambio po compuesto y variado. El poder biopolítico se
en la manera en que se despliega el poder, ya no diferencia del primero –disciplinario– en cuanto
de un derecho de muerte, sino de una maximiza- se trata de un efecto de estandarización y regula-
ción de la vida: rización regional. Ya no adiestra personalmente,
sino que establece mecanismos con miras a even-
…por primera vez en la historia, sin duda, lo bio- tualizar una estabilidad biológica, un equilibrio.
lógico se refleja en lo político; el hecho de vivir ya La atención, centrada en la vida, se dirige hacia
no es un basamento inaccesible que sólo emerge de un nuevo objeto que es definido por el autor
tiempo en tiempo en el azar de la muerte y su fata- como la población: “se trata de un nuevo cuerpo:
lidad; pasa en parte al campo de control del saber
cuerpo múltiple, cuerpo de muchas cabezas, si no
y de intervención del poder. (Foucault, 1996a: 172)
infinito, al menos necesariamente innumerable”
Si con el derecho del soberano se trataba de (Foucault, 2001: 219).
“hacer morir y dejar vivir”, en el biopoder se ins- La vida dejó de ser un campo neutro, des-
tala el nuevo derecho, inverso, “de hacer vivir y conocido, compartido por todas y todos en el
dejar morir” (Foucault, 1996a: 167). En fin, un cual nunca se ponía en juego la política; antipo-
vehemente poder surgido durante el siglo XVIII. dalmente, se tornó como objeto de intervención
Foucault (2001) dice que no solo se reempla- e instrumentalización por parte de las técnicas.
zó la muerte como castigo contra el delito, sino Por supuesto, dicho poder no capturó la vida

Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015 65


objetivamente como un elemento que le fuera ex- provocar e invitar a la lectura de esta voluminosa
traño. En tanto objeto de conocimiento, ejerció producción, que a pesar de estar troceada por las
control sobre ella y la produjo, o de forma tauto- editoriales y casas de publicación, es relativamen-
lógica si se quiere, la produjo para ejercer control te accesible. Producción que se exterioriza como
sobre ella posteriormente. Lo que llama Foucault una referencia ineludible para entender los nue-
(2001) la entrada de la vida en la historia permi- vos lugares de “lo político” (Balandier, 1994). El
te que, en el ámbito político, se determine qué es efecto viral y el carácter masivo de sus propuestas
vivir y cómo y cuándo se vive. En esto radica el han beneficiado y empapado los debates de mu-
paso del poder soberano al biopoder11. chas corrientes. No en vano, en estas tres últimas
décadas su figura ha adquirido, en los Estados
Anotación IV Unidos y América Latina, un renombre equipa-
rable a los sensacionales héroes de la mitología
Obviamente el alcance y la complejidad del “hollywoodense” (Cusset, 2005).
concepto de poder no se limita a lo anteriormen- Sobre la creación foucaultiana, Castro afir-
te mencionado. Este se extiende ricamente en ma que:
diversos campos del saber social como la histo-
ria, la arquitectura, el urbanismo, la pedagogía, ...nada más alejado de las intenciones de Foucault
la lingüística, la antropología, las relaciones in- que elaborar una teoría política para decirle a la
ternacionales, la sociología, la criminología, la gente lo que debe pensar o hacer, deduciendo estas
anitpsiquiatría y la psicología crítica. Implicacio- prescripciones de una visión general acerca del curso
nes que riegan el pensamiento actual. Su influen- de la historia o de su destino inevitable. Al contra-
cia se puede mapear a través de la recepción de rio, sus investigaciones acerca del poder son análisis
específicos (sobre las prisiones o el sistema médico,
sus textos en los estudios políticos, en los estudios
por ejemplo) que buscan establecer aquellos puntos
feministas, de género y de la sexualidad, en los de ruptura donde antiguas prácticas cumplen nue-
estudios sobre identidad y etnicidad. También, vas funciones o donde surgen y se articulan nuevas
en los estudios subalternos y poscoloniales, la prácticas, y que son, al mismo tiempo, los lugares en
crítica etnográfica, los estudios sobre el cuerpo y los que la acción política puede resultar. (2012: 23)
las subjetividades y los análisis sobre la violencia,
que emplean las cavilaciones de tal corriente. El poder, se ha revisado, es algo considera-
blemente complejo, pero a la vez concreto y efec-
Cierre tivo. No es el burdo reflejo del poder estatal, de la
economía o del mercado; tampoco es reductible
Este texto ha intentado poner en relieve – a la función perversa de la negación, pues estas
modestamente claro está– algunas caracterís- son formas límites o acopladas de este. El poder
ticas diferenciales del concepto de poder en las no solo constriñe, sino que también origina: oca-
investigaciones de Michel Foucault. Es obvio que siona efectos de verdad y produce saberes. Por
el trabajo del autor es cualitativa y cuantitativa- tal razón, las relaciones de poder están siempre
mente más extenso que lo expuesto. Se intentó surcando todo el cuerpo social, sosteniéndolo,
produciéndolo y recreándolo: no como un gran
leviatán, a la manera hobbesiana, sino como un
conjunto de dispositivos ejercibles y ejercitados,
11. Avances divergentes en el tema de biopolítica se pueden una situación estratégica definitoria, pero nun-
encontrar en la obra de Agambem (2003 y 2006), Espo- ca definitiva, que hay que analizar para deducir
sito (2006), Duncan (2007), Osorio (2012), Stoler (1995)
de qué manera funcionan, qué efectos producen,
y Ugarte (2005); compilatorios de Giorgi y Rodríguez
(2007), Lemm (2010), Arribas, Cano y Ugarte (2010); y cuáles son sus discursos y cuáles son sus prácticas.
en América Latina los estudios de Castro Gómez (2008 Primero, la técnica disciplinaria o anatomía
y 2010), Pedraza (2004a y 2004b) y Arias (2013). política, que se identifica por ser una tecnología

66 Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015


individualizante del poder, se basa en la inspec- biológico y lo político, las tecnologías modernas
ción de los individuos, sus comportamientos y intervienen y colonizan de un modo nuevo.
sus cuerpos con el fin de anatomizarlos, es decir,
crear cuerpos máquinas, mansos y desintegrados. Anotación V
Está apoyada en la disciplina como instrumento
de control del cuerpo social, penetrando en él Michel Foucault es ya un clásico del siglo
hasta llegar hasta sus partes más chicas: las par- XX. Lo es en toda regla y en plenitud de condi-
tículas, las células, las moléculas. La cautela, la ciones. Es una veta casi inagotable de materiales.
intensificación del rendimiento, la multiplicación De la curiosa lista que realiza Italo Calvino en
de capacidades, la repetición, el emplazamiento y Por qué leer los clásicos se pueden emplear, con
la utilidad son algunas de sus características. Por varios grados de ímpetu, ocho características
eso las cárceles, los ejércitos, los hospitales y las para redefinirlo:
aulas presentan similitudes.
“V. Toda lectura de un clásico es en realidad una
Se concuerda con García Canal cuando
relectura.
muestra que el poder disciplinario:
VI. Un clásico es un libro que nunca termina de decir
...se arraiga, adquiere peso, volumen, consistencia; lo que tiene que decir.
se inscribe en los cuerpos, diseña muros y fronteras,
VII. Los clásicos son esos libros que nos llegan tra-
se implanta en el suelo, marca su territorio: tiene
yendo impresa la huella de las lecturas que han
la materialidad de una fuerza, adquiere visibilidad.
precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que
Espacio y poder se entrelazan, no pueden ya ser
han dejado en la cultura o en las culturas que han
comprendidos fuera de este indisoluble vínculo, don-
atravesado.
de las relaciones de poder actuantes en un espacio le

aportes
otorgan a éste movimiento, vida, dinamismo; preco- VIII. Un clásico es una obra que suscita un incesante
nizan y exigen continuas transformaciones, nuevas polvillo de discursos críticos, pero que la obra se
distribuciones, nuevas maneras de organización y sacude continuamente de encima.
expresión. Le dan su sello y carácter. (2006: 72)
IX. Los clásicos son libros que cuanto más cree uno
conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inespera-
Segundo, que el grupo de técnicas que con-
dos, inéditos resultan al leerlos de verdad.
forma el biopoder, tiene como objeto las pobla-
ciones humanas, la especie, las masas, multitudes XI. Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente
y grandes colectivos, grupos de seres vivos regi- y que te sirve para definirte a ti mismo en relación
dos por procesos y leyes biológicas y, por razones y quizás en contraste con él.
obvias, vitales. De la biopolítica devienen marcos XIII. Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a
informativos; industrias de seguridad, racismo y categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo
gubernamentalidad; coacción etaria y sexual; ta- no puede prescindir de ese ruido de fondo.
sas y estadísticas conmensurables de natalidad, XIV. Es clásico lo que persiste como ruido de fondo in-
alimentación, belleza, mortalidad, medicación y cluso allí donde la actualidad más incompatible se
morbilidad; nuevos parámetros para el erotismo; impone”. (Calvino, 1993: 7-13)
prácticas urbanísticas, salubristas e higienistas
fundadas en los modelos de pestes-plagas-mons- También es elemento sagrado, una “deidad”
truos; abstracciones noso-políticas; movilidades en las disciplinas sociales y humanas. Un aparato
extendidas/limitadas en los territorios; guerras a prueba del tiempo, que se reinventa y que rehúye
exploratorias, entre muchos otros, que pueden a flamantes censuradores. Se santifica, ensalza, se
vincularse para mediar la vida en la dirección que discute y apropia; se revive diariamente; se con-
se desee (Ibarra, 2008). A partir en el intersticio voca en divulgaciones escritas y audiovisuales, en
de lo biológico, en esa faja entre lo inmanente, lo charlas, coloquios y conversatorios. Su distintiva

Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015 67


imagen (suéter monocromo de cuello alto, oca- Castro, Edgardo (2004). El Vocabulario de Michel Foucault.
sionalmente abrigado con una chaqueta de cue- Buenos Aires: Prometeo.
ro o un saco mediamente formal, lentes y cabeza Castro, Edgardo (2011). Diccionario Foucault: temas, concep-
afeitada) se volvió objeto de consumo e idolatría. tos y autores. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
Maquinando, ficcionalmente, dicha deno-
Castro, Edgardo (2012). Michel Foucault. El poder, una bestia
minación lo atormentaría como ninguna otra magnífica. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
categoría lo habría hecho antes. Ser un clásico,
recubierto de dogma y portador de un aura, mo- Chartier, Roger (2006). Escribir las prácticas. Foucault, de
Certeau, Marin. Buenos Aires: Ediciones Manantial.
lestaría e irritaría irremediablemente al “hombre”
que evitaba tener un rostro, una identidad unívo- Comaroff, Jean y Comaroff, John (2009). “Obsesiones crimi-
ca o una oficialidad. nales después de Foucault: poscolonialismo, vigilancia
policial y metafísica del desorden”. En: Violencia y ley
en la poscolonia: una reflexión sobre las complicidades
Referencias bibliográficas Norte-Sur (pp. 67-131). Barcelona: Katz.
Agamben, Giorgio (2003). Estado de excepción. Valencia: Cortés, Jordi y Martínez, Antoni (1996). Diccionario de Filo-
Pre-textos. sofía. CD-ROM. Barcelona: Herder.
Agamben, Giorgio (2006). Homo Sacer I. El poder soberano y Cousin, Mark y Hussain, Athar (1984). Michel Foucault.
la nuda vida. Valencia: Pre-textos. Londres: Macmillan Publishers Limited.
Arias, Denis (2013). Criaturas de lo heroico y lo monstruo- Couzens, David (ed.) (1988). Foucault. Buenos Aires: Edicio-
so. Metáforas del saber biopolítico y sus cuerpos (Costa nes Nueva Visión.
Rica, 1900-1946). Tesis Doctoral en Historia. Universi-
dad Libre de Berlín. Cusset, François (2005). French Theory. Foucault, Derrida,
Deleuze & Cía. y las mutaciones de la vida intelectual en
Arribas, Sonia, Cano, German y Ugarte, Javier (2010). Hacer Estados Unidos. Barcelona: Editorial Melusina.
vivir, dejar morir. Biopolitica y capitalismo. Madrid: La
Catarata. De Certeau, Michel (1996). La cultura en plural. Buenos Ai-
res: Nueva Visión.
Balandier, Georges (1994). El poder en escenas: de la repre-
sentación del poder al poder de la representación. Madrid: De Certeau, Michel (1998). “La risa de Foucault”. En: Histo-
Paidós. ria y Psicoanálisis. México: ITESO.

Blanchot, Michel (1992). Michel Foucault, tal y como lo ima- De Certeau, Michel (1999). La invención de lo cotidiano II.
gino. Barcelona: Pre-Textos. Habitar, cocinar. México: Universidad Iberoamericana.

Bonte, Pierre e Izard, Michael (1996). Diccionario Akal de De Certeau, Michel (2007). La invención de lo cotidiano I. Las
Etnología y Antropología. Madrid: Akal. artes de hacer. México: Universidad Iberoamericana.

Calvino, Italo (1993). Por qué leer los clásicos. Barcelona: Debord, Guy (1999). La sociedad del espectáculo. Madrid:
Tusquets. Pre-textos.
Campillo, Antonio (2002). “El ‘sueño antropológico’ y la Deleuze, Gilles (1987). Foucault. Buenos Aires: Paidós.
historia de la subjetividad”. En: Prior, Ángel (coord.),
Nuevos métodos en ciencias humanas (pp. 61-80). Barce- Deleuze, Gilles (1995). Conversaciones. Valencia: Pretextos.
lona: Anthropos.
Deleuze, Gilles y Foucault, Michel (2005). Un diálogo sobre
Castro-Gómez, Santiago (2007). “Michel Foucault y la colo- el poder y otras conversaciones. Madrid: Alianza.
nialidad del poder”. Tabula Rasa, 6(1): 153-172.
Duncan, James (2007). In the shadows of the tropics. Climate,
Castro-Gómez, Santiago (2008). La hybris del punto cero. Bo- race and biopower in nineteenth century Ceylon. London:
gotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana. Ashgate.

Castro-Gómez, Santiago (2010). “Siglo XVIII: el nacimiento Escobar, Arturo (2005). “El ‘postdesarrollo’ como concep-
de la biopolítica”. Tabula Rasa, 12 (1): 31-45. Universi- to y práctica social”. En: Daniel Mato (coord.) Po-
dad Colegio Mayor de Cundinamarca. líticas de economía, ambiente y sociedad en tiempos de

68 Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015


globalización (pp. 17-31). Caracas: Universidad Central García, María (2009). “Poder”. En: Szurmuk, Mónica y Mckee
de Venezuela. Irwin, Robert (Coord.). Diccionario de estudios culturales
latinoamericanos. México: Siglo XXI.
Esposito, Roberto (2006). Bíos. Biopolítica y filosofía. Ma-
drid: Amorrortu Editores. Giavedoni, José (2012). “Resistir en la tierra del panoptismo.
Esbozo en torno al problema de las relaciones de poder y
Fernández, Óscar (2000). “Poder”. En: Diccionario Electo- las resistencias desde una perspectiva foucaultiana”. Tabula
ral, Tomo II (pp. 1000-1007). San José: Instituto Intera- Rasa, 16(1): 243-261.
mericano de Derechos Humanos.
Gibson-Graham, J. K. (2002). “Intervenciones posestructurales”.
Fernández, Óscar (2002). “Weber y Foucault”. Reflexiones, Revista Colombiana de Antropología, 38(1): 261-286.
81(2): 36-41.
Giorgi, Gabriel y Rodríguez, Fermín (Comp.) (2007). Ensayos
Foucault, Michel (1979). Arqueología del saber. México: sobre biopolítica y excesos de vida. Buenos Aires: Paidós.
Fondo de Cultura Económica.
Giraldo, Reinaldo (2009). “La ética en Michel Foucault o de la
Foucault, Michel (1980). El ojo del poder. Entrevista con posibilidad de la resistencia”. Tabula Rasa, 10(1): 225-241.
Michel Foucault. En: Bentham, Jeremías. El Panóptico
(trad. Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría). Barcelo- Hindess, Barry (1996). Discourses of Power: from Hobbes to
na: La Piqueta. Foucault. Oxford: Blackwell.
Foucault, Michel (1986). “Of others spaces”. En: Diacritics, Hobbes, Thomas (1987). Leviatán. México: Gernika.
22-27.
Ibarra, Jorge (2008). Foucault y el poder. Diatriba al Derecho,
Foucault, Michel (1988). “El sujeto y el poder”. En: Revista la Razón de Estado y los aparatos disciplinarios. Valparaí-
Mexicana de Sociología, 3(1): 15-34. México. so: Manuscrito.
Foucault, Michel (1993). Microfísica del poder. Barcelona: Kapferer, Bruce (2007). “Poder”. En: Barfield, Thomas (edit.).
La Piqueta. Diccionario de Antropología (pp. 408-410). México: Siglo

aportes
XXI.
Foucault, Michel (1996a). Historia de la sexualidad III. Mé-
xico: Siglo XXI Editores. Lemm, Vannesa (Edit.) (2010). Michel Foucault: Neoliberalismo
y biopolítica. Santiago de Chile: Editorial Universidad Die-
Foucault, Michel (1996b). La verdad y las formas jurídicas.
go Portales.
Barcelona: Gedisa.
Levi-Strauss, Claude (1977). Antropología estructural. Buenos
Foucault, Michel (2000). El orden de las cosas. Barcelona:
Aires: Eudeba.
Tusquets.
Levi-Strauss, Claude (1998). Mitológicas I. Lo crudo y lo coci-
Foucault, Michel (2001). Defender la sociedad: Curso en el
do. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Collège de France (1975-1976). México: Fondo de Cul-
tura Económica. Moore, Henrietta (2000). “Anthropological Theory at the Turn of
the Century”. En: Moore, Henrietta (edit.). Anthropological
Foucault, Michel (2002). Vigilar y castigar: nacimiento de la
Theory Today (pp. 1-23). Cambridge: Polity Press.
prisión. México: Siglo Veintiuno.
Ortner, Sherry (1984). “Theory in Anthropology since the
Foucault, Michel (2005). Un diálogo sobre el poder y otras
conversaciones. Madrid: Alianza Materiales. Sixties”. Comparative Studies in Society and History 26(1):
126-166.
Foucault, Michel (2007). Nacimiento de la Biopolítica. Bue-
nos Aires: Fondo de Cultura Económica. Osorio, Jaime (2012). Estado, biopoder, exclusión. Análisis des-
de la lógica del capital. Barcelona: Anthropos.
Foucault, Michel (2008). Seguridad, territorio y población.
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Payne, Michel (2002). Diccionario de teoría crítica y estudios
culturales. Madrid: Paidós.
Foucault, Michel (2009). Historia de la sexualidad I. La vo-
luntad de saber. México: Siglo XXI. Pedraza, Zandra (2004a). “Y el verbo se hizo carne… Pensamien-
to social y biopolítica en Colombia”. En: Castro-Gómez,
García Canal, María (2006). Espacio y poder. El espacio en la Santiago (ed.). Pensar el siglo XIX. Cultura, biopolítica y
reflexión de Michel Foucault. México: Universidad Autó- modernidad en Colombia (pp. 185-200). Pittsburg: Univer-
noma Metropolitana. sidad de Pittsburg.

Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015 69


Pedraza, Zandra (2004b). “El régimen biopolítico en América Russell, Bertrand (1939). El poder en los hombres y en los
Latina. Cuerpo y pensamiento social”. Iberoamericana pueblos. Buenos Aires: Losada.
4(15): 7-19.
Sardar, Ziauddin (2005). Estudios culturales para todos. Bar-
Rabinow, Paul (1984). The Foucault Reader. Pantheon Books. celona: Paidós.

Rabinow, Paul (2003). The Essential Foucault. The New Press. Scott, James (2003). Los dominados y el arte de la resistencia.
Discursos ocultos. Mexico: Era.
Rabinow, Paul (2004). “Ordonnance, Discipline, Regulation:
Some Reflections on Urbanism”. En: Low, Setha y Zúñiga, Sennet, Richard (1999). Carne y piedra. Madrid: Alianza.
Lawrence (Edit.) The Anthropology of Space and Place:
Stoler, Ann (1995). Race and the Education of Desire.
Locating Culture (pp. 353-361). Oxford: Blackwell.
Foucault’s history of sexuality and the colonial order of
Rabinow, Paul y Dreyfus, Hurbert (1988). Foucault. Más allá things. Duke: Duke University Press.
del estructuralismo y la hermenéutica. México: UNAM.
Strathern, Paul (2014). Foucault en 90 minutos. México: Si-
Raynaud, Philippe y Rials, Stephane (2001). Diccionario Akal de glo XXI.
Filosofía Política. Madrid: Akal.
Ugarte, Javier (Comp.) (2005). La administración de la vida.
Restrepo, Eduardo (2004). Teorías contemporáneas de la etni- Estudios biopolíticos. Barcelona: Anthropos.
cidad: Stuart Hall y Michel Foucault. Popayán: Editorial
Virilio, Paul (1999). La máquina de visión. Madrid: Cátedra.
Universidad del Cauca.
Weber, Max (1979). Economía y Sociedad. México: Fondo de
Restrepo, Eduardo y Rojas, Axel (2010). Inflexión decolonial: Cultura Económica.
fuentes, conceptos y cuestionamientos. Bogotá: Institu-
to de Estudios Sociales y Culturales Pensar, Universidad Wright Mills, Charles (1980). La élite del poder. México:
Javeriana. Fondo de Cultura Económica.

70 Revista Año XIV, N.º 29:55-70, enero-junio 2015

You might also like