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UN FANTASMA EN EL COLEGIO

Un día, un niño llamado Andrés Miranda, estaba en el colegio, en sexto curso, cuando de pronto
sintió una sensación muy rara, como si hubiera un terremoto. Se asustó mucho, pero como nadie
más parecía asustado, pues pensó que era cosa de su imaginación. Al momento, sintió otro
terremoto, y como ese era más fuerte que el anterior, pues decidió levantarse para decírselo a
Don Alvino, el profesor, lo malo es que justo cuando se levantó sonó la campana para ir al recreo,
todos salieron y él y otros cuatro o cinco alumnos se quedaron en la clase, ya que eran los más
lentos. El maestro les preguntó que si no pensaban salir al patio, y los todos salieron. Cuando iban
bajando las escaleras, Andrés volvió a sentir el terremoto, y como sus profesores siempre les
habían enseñado a los alumnos que en caso de un terremoto, debían de colocarse pegados o lo
más cerca posible de una viga. Por lo que a Andrés no se le ocurrió otro sitio mejor que el sótano,
donde había vigas. Bajó al sótano y de pronto.... se despertó! Todo había sido un sueño. Pero....
¿Qué colegio era ese con el que había soñado? y ¿Quién sería Don Alvino?

Pero él se había quedado dormido en el colegio, en el gimnasio, sobre una colchoneta, como tenía
clase de gimnasia y la maestra ya estaba a punto de jubilarse, pues no se dio cuenta. Además se
había colocado en un sitio en el que se ponían muchos, para no tener que hacer educación física.
Lo pensó que decirle a su profesor, ya que se había retrasado tanto. Lo malo es que cuando llegó a
su clase, estaba vacía todas las clases estaban vacías, y con razón, fue a mirar el reloj del colegio y
ya eran las 5 menos diez, ¡ya hacía casi una hora que se habían ido todos!

La puerta principal estaba cerrada, y como no había más salidas, pues pensó otros métodos para
salir, como por ejemplo pidiendo ayuda desde una ventana. Pero tendía que subir a las del tercer
piso, ya que las del primer y segundo piso estaban cerradas con candados, para que no se colasen
gamberros ni ladrones. Cuando subió grito por la ventana ayuda, pero nadie le hizo caso, era como
si no le escuchasen. Además nadie iba a ir a buscarle, ya que a sus padres les había dicho que iba a
ir con sus amigos al monte a buscar nidos, y que luego a la noche se quedaría en casa de sus tíos,
que vivían en un pueblo a un kilómetro aproximadamente del suyo, por el que pasaba diariamente
para llegar al colegio o a casa. Nadie se preocuparía por donde estaba. Cuando bajaba de nuevo
por las escaleras, vio un dibujo que había hecho en segundo curso, ya que él tenía mucho arte
para hacer dibujos y pinturas. En el cuadro aparecía un colegio, pero no un colegio cualquiera, era
el colegio de su sueño, o más bien dicho de su pesadilla. Cuando llegaba a la planta baja, escuchó
la puerta principal, pensó que era alguien que le había escuchado y venía a ayudarle así que gritó: -
Soy Andrés Miranda, ¿me van a ayudar?, pero no, eran ladrones, ya que estaban hablando sobre
algo oculto en el colegio. Se asustó mucho y por eso corrió hasta ocultarse, después cambió de
escondite y así sucesivamente, hasta que de pronto, una de las veces que corría de acá para allá
vio a través de una cristalera, un…¡FANTASMA! Se asustó más aún y siguió ocultándose, hasta que
escucho una voz anciana que le dijo: -Andrés, soy un amigo, déjate ver, no te voy a hacer daño,
solo quiero pedirte perdón.

Andrés que estaba muy asustado se escondió en la sala de Audiovisuales y como no tenía donde
ocultarse, pues decidió salir corriendo y entrar en otra sala o clase. Abrió la puerta y salió
disparado hacia la clase de ciencias naturales. Donde podría esconderse en algún armario. Cuando
salió, sintió una sensación muy rara, el fantasma estaba cálido y a la vez frío, y también húmedo y
a la vez reseco. Era una sensación extraordinaria. El fantasma siguió llamándolo por los pasillos, y
Andrés, siguió escondiéndose, también oía las conversaciones de los ladrones, decían cosas como
que iban armados, y también escuchó que estaban esperando a otros dos, así que él se
encontraba allí encerrado con cuatro ladrones y un fantasma. Se escondió en el desván, puso
muebles en mal estado, o que habían sido renovados por otros, los amontonó y se ocultó detrás,
no se dio cuenta de los murciélagos y cuando ya estaba escondido, sentado en el suelo, la bandada
de animales salió a volar, y él se asustó tanto, que dio un grito tremendo. Pensó que el fantasma
iría a buscarlo sin duda, por lo que tenía que salir de allí, ya que era como una ratonera, con una
sola puerta. Se escuchó gritos y corridas abajo, parecía que ya estaban los cuatro ladrones, ya que
las voces le sonaban familiares, y ya no parecía la voz de solo las dos personas que había antes,
parecía que había más voces. Corrió y se escondió en la sala de Ciencias Naturales, pero vio en el
suelo un cadáver descuartizado con los ojos arrancados. Se asustó tanto que volvió a gritar. Se
ocultó en otra clase, pero encontró a una mujer, debía de ser uno de los ladrones. Luego se
mantuvo en la puerta principal, pero escuchó que el fantasma se acercaba, pero, ¿dónde estaría el
último ladrón? También se preguntó, porque el fantasma abría y cerraba las puertas, sin tener la
necesidad de hacerlo, ya que era un fantasma y se suponía que no tenía huesos. Como lo volvió a
escuchar diciendo su nombre, pues se asustó, subió por las escaleras a la primera planta, y
encendió la mayoría de las luces y abrió las puertas de las clases. Después subió a la segunda
planta e hizo lo mismo, y por último subió a la tercera planta y encendió todas las luces de esa
planta, mientras que las encendía, escuchó al fantasma cerrando las puertas y apagando las luces
de la primera planta.

Bajó por las otras escaleras y se metió en el gimnasio, ¡Cómo no se le habría ocurrido antes, ese
era el mejor lugar para ocultarse, ya que se podría meter en el sótano o debajo de las colchonetas.
El fantasma también entró, y parecía que venía acompañado por los ladrones, y lo buscaron,
Andrés giró la cabeza y vio al último ladrón colgado por el cuello de los percheros. Él dijo en voz
alta, porque me quieres, y que me quieres hacer, todos se acercaron hacia donde lo habían
escuchado, pero no lo veían. Andrés pensó que como no lo iban a ver si estaban a tan solo unos
pasos. El fantasma le dijo a Andrés que entrase en el sótano, que la puerta estaba justo detrás de
él. Él se negó, pero supo, que de todas formas, no había escapatoria, por lo que decidió entrar. Él
fantasma, que resultó que no era un fantasma le explicó lo sucedido, pero él pobre se puso a
llorar, ya que se sentía culpable. Le explicó, que un día hace ya más de treinta años, Andrés salió al
patio a jugar con sus amigos, él tan solo tenía once años, cuando de pronto a el anciano obrero le
habían mandado derrumbar el colegio, pera hacer uno nuevo, pero no se le ocurrió mirar en el
sótano, donde estaba Andrés escondido. El colegio se derrumbó y aplastó al muchacho. El obrero
le pidió disculpas a Andrés, y él intentó tranquilizarlo, pero se sentía fatal por lo ocurrido. Al final
el obrero le regaló al colegio una estatua en la que aparecía Andrés con una bici que era la que él
deseaba ese año por navidad. Andrés se convirtió en piedra, y ya no volvió a revivir el día de su
muerte nunca más, como había hecho durante tantos años. Se metió dentro de la piedra de su
estatua y descansó en paz, por siempre.

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