08.
SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 124
0213-0599/05/21.3/124
ANALES DE PSIQUIATRIA
Copyright © 2005 ARAN EDICIONES, S. L.
Alcohol y abusos infantiles: la transmisión intergeneracional
del alcoholismo
S. AGRA ROMERO, V. PRADO ROBLES, J. M. CRESPO IGLESIAS1
USM-IV. Hospital Psiquiátrico de Conxo. Complexo Hospitalario Universitario de Santiago. A Coruña.
1
USM-1. Servicio de Psiquiatría. Complexo Hospitalario Arquitecto Marcide-Novoa Santos.
O Ferrol. A Coruña
RESUMEN
El objetivo del trabajo es presentar una breve revi-
sión de la asociación entre abuso de alcohol, maltrato
infantil y género y, por otra parte, la transmisión inter-
generacional del alcoholismo.
PALABRAS CLAVE: Abuso de alcohol. Maltrato
infantil. Transmisión intergeneracional del alcoholismo.
INTRODUCCIÓN
En 1983 Gottheil (1) opinaba que las personas
aprenden cómo comportarse mientras beben en la
relación con sus padres, con sus parejas y con el
contexto social. El alcoholismo parental ejerce un
efecto negativo sobre los hijos debido a que el alco-
hol interfiere de varias maneras dicha relación. Por
una parte, el abuso/dependencia parental de alcohol
impide captar correctamente los cambios en el
comportamiento del hijo, ya sean estos comporta-
mientos adecuados o no, lo que conduce a que los
padres reaccionen de forma inadecuada, ya sea
excesiva, ya sea indulgente, lo que crea en el hijo
un entorno de inseguridad, incoherencia y contra-
dicción (similar al “doble vínculo”). En el estudio
realizado por Lang y cols. (2) sobre los efectos del
alcohol en la interacción padres-hijos observaron
que los padres eran incapaces de responder adecua-
damente al comportamiento de los hijos, fracasan-
Correspondencia: Santiago Agra Romero. Hospital Psiquiátrico de
Conxo. Plaza Martín de Herrera, 2. 15706 Santiago de Compostela (A
Coruña).
AN. PSIQUIATRIA (Madrid)
Vol. 21. N.º 3, pp. 124-137, 2005
ABSTRACT
The objective of this study is to present a brief exa-
mination of the association between alcohol abuse,
child maltreatment and gender and, by the other hand,
the intergenerational transmission of alcoholism.
KEY WORDS: Alcohol abuse. Child maltreatment.
Intergenerational transmission of alcoholism.
do a la hora de ser indulgentes o de aplicar la disci-
plina. Por otra parte, el abuso/dependencia del alco-
hol parental impide la adecuada supervisión de los
hijos; la severidad y la arbitrariedad, los frecuentes
cambios de humor, la hiperreactividad agresiva
ante pequeñas contrariedades, etc., impiden que los
hijos reciban la protección y el apoyo emocional
adecuado, el conocimiento de las normas o reglas
de convivencia, los límites personales en las rela-
ciones, etc., lo que, por una parte, constituye la
enseñanza de un modelo que conduce al consumo
de alcohol como forma de enfrentarse a la vida y,
por otra, obliga a los hijos a buscar fuera del entor-
no familiar la estabilidad y el apoyo que se le niega.
El alcoholismo parental también suele acompañar-
se de malos tratos al cónyuge y a los hijos; es noto-
ria la incapacidad parental para mantener el puesto
de trabajo y, por tanto, el aporte económico a la
familia, todo lo cual provoca frecuentes discusiones
en el seno de la misma. En tales circunstancias no
es de extrañar que estos hijos se conviertan en el
futuro en padres o madres abusadores/dependientes
de alcohol y perpetúen la transmisión intergenera-
cional del alcoholismo.
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 125
Vol. 21. N.º 3, 2005 ALCOHOL Y ABUSOS INFANTILES: LA TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL DEL ALCOHOLISMO
En relación con nuestro país, el estudio de Eche-
burúa y cols. (3) de 1990 había encontrado una
tasa de alcoholismo en el grupo de maltratadores
del 36,1%. El más reciente estudio del Centro Rei-
na Sofía para el estudio de la violencia encuentra
que “el 35% de los agresores consumen sustancias
tóxicas”; en este sentido subraya el hecho de que
“son las mujeres las que consumen más drogas
mientras que, en el caso de los hombres, prevalece
el uso del alcohol”. Un folleto editado reciente-
mente por la Child Welfare League of America
(CWLA) referido a los EE.UU. (4) resalta lo
siguiente:
—Más de ocho millones de niños viven con
padres consumidores de tóxicos.
—El abuso de sustancias existe entre un 40 y un
80% de familias en las que los niños son víctimas
de abuso.
—Los hijos de padres consumidores de tóxicos
que no reciben adecuado tratamiento tienen más
probabilidad de permanecer bajo cuidados más
prolongados y volver a precisar cuidados mayores
prolongados una vez que han regresado a su domi-
cilio.
—Los hijos de padres consumidores de alcohol
u otras drogas tienen tres veces más probabilidades
de ser abusados y más de cuatro veces más proba-
bilidades de sufrir rechazo que los hijos de familias
no abusadoras.
Uno de los hechos más llamativos de la práctica
clínica cotidiana en la consulta de una USM, en la
que el alcoholismo ocupa uno de los primeros luga-
res en las demandas de atención y en un país donde
el alcoholismo alcanza al 3% de la población adulta,
radica en la ausencia de casos registrados de alcoho-
lismo y maltrato infantil en dicha población: la revi-
sión de los historiales clínicos de los pacientes alco-
hólicos consultados y tratados en dicha USM a lo
largo de los últimos cinco años no aporta informa-
ción alguna sobre este punto (ni siquiera casos judi-
ciales), lo cual contrasta con la abundancia de refe-
rencias bibliográficas, por no mencionar la
actualidad del tema (abusos, maltrato, violencia
doméstica, alcoholismo, etc.). Es precisamente este
contraste (gran impacto social, irrelevancia clínica)
lo que nos ha animado a abordar el tema mediante la
revisión bibliográfica desde dos puntos de vista: por
una parte, el alcohólico como víctima y como cau-
sante de abusos/maltrato y, por otra, la transmisión
intergeneracional del alcoholismo.
ALCOHOL, ABUSOS Y GÉNERO
ESTUDIOS EN MUJERES
La mayoría de los estudios sobre la correlación
entre victimización infantil y abuso de alcohol en
125
adultos se han llevado a cabo en mujeres. Estos
análisis han recurrido a una amplia variedad de
muestras, incluyendo a mujeres de la población
general, mujeres con historial judicial de abuso o
rechazo infantil, así como mujeres en tratamiento
por alcoholismo.
Alcohol y edad de abusos
Según Covington (5), en 1986 el 74% de las
mujeres alcohólicas a tratamiento habían sufrido
abuso sexual antes de los 11 años de edad, mien-
tras que este había tenido lugar en el 31% de las
mujeres del grupo control. En 1987 Briere y Runz
(6) informaban de que las mujeres consultadas con
historia de abuso sexual tenían 10 veces más pro-
babilidades de resultar adictas a las drogas y 2
veces más de resultar alcohólicas que las mujeres
consultadas sin historia de abusos infantiles. Según
el estudio retrospectivo de Miller y cols. (7) de
1987, las mujeres alcohólicas no sólo tienen más
posibilidades de sufrir abuso sexual infantil con y
sin contacto antes de cumplir los 18 años, sino
también de sufrirlo durante largos periodos de
tiempo, especialmente las que eran hijas de padres
alcohólicos; según estos autores, por lo general no
era el padre el causante de los abusos, sino que su
falta de protección a la hija favorecía que fuese
abusada por otros. Tampoco había constancia de
que el consumo de alcohol se hubiese iniciado
antes de los abusos. El análisis multivariado indica
que el abuso sexual infantil (incluidas las experien-
cias sin contacto físico) y el alcoholismo parental
son predictores independientes de alcoholismo en
mujeres. Peters (8), basándose en un estudio comu-
nitario, encontró que el 17% de las mujeres vícti-
mas de abusos sexuales presentaban síntomas de
alcoholismo frente al 4% de las controles y que el
27% consumía al menos un tipo de droga frente al
12% de las controles. Para Stein y cols. (9) las víc-
timas de abuso sexual infantil tenían más probabi-
lidad en algún momento de su vida de consumir
drogas o abusar/depender del alcohol, tanto en el
caso de las víctimas varones (55,4% drogas, 44,9%
alcohol) como de las mujeres (13,7% drogas y
20,8% alcohol).
ALCOHOL E INCESTO
Especial atención merecen los estudios que rela-
cionan alcohol e incesto: en 1992 Pribor y Dinwid-
die (10) encontraron en mujeres víctimas de inces-
to una mayor prevalencia de dependencia y abuso
del alcohol en la etapa adulta al compararlas con
mujeres no abusadas. Por su parte, Beckman y
Akerman (11) recuerdan que “el primer estudio
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 126
126 S. AGRA ROMERO ET AL.
nacional sobre victimización sexual infantil infor-
maba de una tasa del 27% de mujeres”. La literatu-
ra en esta área sugiere una fuerte asociación entre
incesto infantil y desarrollo de abuso de alcohol.
Las tasas de prevalencia de incesto en mujeres
alcohólicas oscila entre el 12% y el 85% y varía de
acuerdo con la población estudiada (por ejemplo,
alcohólicos anónimos, dispositivos asistenciales).
Muchos autores observan que las tasas de incesto
informadas por las mujeres alcohólicas son signifi-
cativamente más altas que las informadas por la
población general. Los estudios que comparan la
prevalencia de incesto infantil en mujeres alcohóli-
cas y no alcohólicas y que apoyan este hallazgo
son escasos: los de Wilsnack y Klassen (12) y
Miller y cols. (13) sobre todo.
En opinión de Beckman y Ackerman (11) la ele-
vada tasa de victimización sexual infantil entre
mujeres alcohólicas puede ser una consecuencia de
la inestabilidad, a menudo asociada con alcoholis-
mo paterno, frecuentemente informada en su fami-
lia de origen. El incesto que ocurre dentro del con-
texto de la familia alcohólica generalmente es el
resultado del comportamiento alcohólico del
padre. Al mismo tiempo se ha visto que el incesto
puede ocurrir cuando una madre alcohólica no está
disponible a su marido. Como resultado su marido
se dirige a la hija en busca del apoyo y amor que
recibía de su esposa. El estudio de Erhard (14)
sobre ajuste en la etapa adulta de hijas de alcohóli-
cos encontró que el incesto era más probable que
ocurriese cuando la madre era el progenitor alco-
hólico.
Con respecto al incesto, surge la pregunta de si
todas las mujeres víctimas de incesto se convierten
en alcohólicas. Hurley (15) compara dos grupos de
mujeres víctimas de incesto, uno de 10 alcohólicas
y otro de 9 no-alcohólicas y encuentra que las víc-
timas alcohólicas presentaban con mayor frecuen-
cia inhibición sexual, anorgasmia, escaso interés
sexual y utilización del alcohol como alivio de
esos sentimientos y para disminuir la inhibición
sexual.
Alcohol y gravedad de los abusos
Diferentes autores han estudiado la relación
entre los abusos y el alcohol desde la perspectiva
de la gravedad de los abusos. Así, según Windle y
cols. (16) la historia familiar de alcoholismo está
asociada a una alta prevalencia de abuso físico o
sexual infantil; sin embargo, encuentran diferen-
cias de género con respecto al tipo de abuso; para
las mujeres con historia familiar solamente había
diferencias menores según el tipo de abuso (por
ejemplo, solamente sexual, solamente físico o bien
dual) con los otros tres grupos de abuso en un ran-
AN. PSIQUIATRIA
go de 53 a 64%. Para los hombres, las diferencias
entre grupos en la prevalencia de una historia fami-
liar fueron marcadamente diferentes: 72,0% para
el abuso dual; 54,4% para el abuso físico y 38,7%
para el abuso sexual.
Downs y Miller (17) al estudiar a mujeres con
problemas de alcohol, encontraron asociación
entre abuso sexual e historia familiar de abuso de
alcohol. Winfield y cols. (18) al estudiar al mismo
grupo de mujeres de la muestra del trabajo de Bur-
nam y cols. (19) encontraron una fuerte asociación
entre tasas de abuso o dependencia de alcohol e
historia de abuso sexual. Spack y cols. (20) en su
seguimiento comunitario del año 1997 también
aprecian una asociación positiva en mujeres que
habían sufrido abusos en su infancia. Beitchman y
cols. (21) opinan que las formas más graves y trau-
máticas del abuso, como son las que implican
penetración, violencia y abuso por el padre, son las
que tienen un mayor potencial de producción de
trastornos psicopatológicos. Según Miller y cols.
(13) había grandes diferencias en las tasas de abu-
so entre mujeres con y sin problemas de alcohol
según la gravedad de la forma de abuso, como las
que implican penetración. Mullen y cols. (22) en
otra muestra comunitaria encontraron asociación
con abuso de alcohol solamente en el subgrupo de
víctimas cuyo abuso había implicado penetración.
Para Fergusson y cols. (23) las tasas de abuso de
alcohol encontradas en su estudio con jóvenes de
18 años estaban en relación con el grado de grave-
dad del abuso sexual.
Wilsnack y cols. (24) investigaron la relación
entre abuso sexual infantil y conducta etílica adulta
en 1099 mujeres que participaban en un segui-
miento de ámbito nacional a 10 años sobre bebida
en mujeres. En este estudio, los investigadores
valoraban retrospectivamente los abusos sexuales
infantiles a través de los auto-informes de las parti-
cipantes. Aquellas mujeres que habían sufrido abu-
sos sexuales infantiles tenían significativamente
más posibilidades que las demás mujeres de infor-
mar sobre uno o más de uno de los siguientes pro-
blemas y comportamientos relacionados con el
alcohol:
—Consumo de alcohol en los 30 días previos a
la entrevista de seguimiento.
—Intoxicación en el año anterior a la entrevista
de seguimiento.
—Uno o más de un problema relacionado con el
alcohol (por ejemplo, disputas con miembros de la
familia, problemas laborales, accidentes domésti-
cos, problemas con los hijos) en el año anterior a la
entrevista.
—Uno o más de un síntoma de dependencia del
alcohol (por ejemplo, olvidos durante la ingesta,
ingesta matutina, incapacidad para parar o reducir
la bebida) en el año anterior a la entrevista.
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 127
Vol. 21. N.º 3, 2005 ALCOHOL Y ABUSOS INFANTILES: LA TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL DEL ALCOHOLISMO
En 1998 Fleming y cols. (25) en otro estudio
comunitario compararon la prevalencia de abuso
sexual infantil entre mujeres con abuso de alcohol
(identificadas a través de sus respuestas al Alcohol
Use Disorders Identification Test [AUDIT] y
mujeres sin abuso de alcohol. Según dicho estudio
el abuso sexual infantil por sí mismo no predecía
de forma significativa el abuso de alcohol. Sin
embargo, cuando lo consideraron junto a otros fac-
tores en el trasfondo de la familia de la mujer (por
ejemplo, tener una madre percibida como fría o
descuidada o casada con un alcohólico; creer que
el alcohol es un desinhibidor sexual), la historia de
abuso sexual infantil se convirtió en un predictor
significativo de abuso de alcohol en la etapa adul-
ta.
Schuck y Widom (26) en un estudio prospectivo
de un grupo de mujeres que habían sufrido abusos
en su infancia y su relación con el alcohol, llegan a
la conclusión de que la victimización infantil pue-
de ser uno de los factores causales del desarrollo
de problemas con el alcohol en mujeres.
Carmen y cols. (27), Bryer y cols. (28) y Brown
y Anderson (29), en sus estudios llevados a cabo
en pacientes psiquiátricos adultos obtuvieron
resultados opuestos a los anteriores: no se encontró
relación entre una historia de victimización sexual
y abuso de alcohol.
Downs y cols. (30) en 2004 encuentran en muje-
res asociación entre experiencias de abuso infantil
y desarrollo de problemas con el alcohol, si bien
reconocen que tal asociación es compleja y preci-
sada de ulteriores estudios.
ESTUDIOS EN HOMBRES
Según Black y cols. (31), los adultos criados en
familias alcohólicas informaron de una menor uti-
lización durante su infancia de recursos interperso-
nales; de forma significativa tenían más trastornos
familiares caracterizados por una mayor tasa de
divorcios y de muerte parental y familiar prematu-
ra; informaban de más problemas emocionales y
psicológicos en la etapa adulta; habían sufrido más
abusos sexuales y físicos en la infancia y se con-
vertían con mayor frecuencia en alcohólicos y se
casaban con mujeres alcohólicas cuando se les
comparaba con adultos criados en familias no alco-
hólicas.
Schaefer y cols. (32) pretenden averiguar la pre-
valencia de abuso físico infantil en adultos alcohó-
licos para determinar las diferencias que puedan
existir en el perfil psicológico y los patrones de
abuso de alcohol tanto en abusados como no abu-
sados. Sus hallazgos indican que aproximadamen-
te un tercio de los alcohólicos sufrieron abuso físi-
co infantil, quienes a su vez informaron de
127
malestar y síntomas psicológicos más graves que
los no abusados, si bien no diferían de estos res-
pecto al inicio, la gravedad y la historia del trata-
miento de la dependencia alcohólica.
Windle y cols. (16) informaron que las diferen-
cias entre grupos en la prevalencia de historia
familiar de alcoholismo eran marcadamente dife-
rentes: 72,0% para el grupo de abuso dual y de
38,7% para el grupo de abuso sexual solamente.
Además, mientras la historia familiar de alcoholis-
mo estaba asociada con abuso infantil tanto en
mujeres como en hombres, la probabilidad de vic-
timización por abuso dual era mayor en los hom-
bres.
En su estudio prospectivo de 1994 Ireland y
Widom (33) analizaron si la victimización infantil
tenía que ver con un aumento del riesgo de deten-
ciones relacionadas con el abuso de alcohol u
otras drogas, tanto en la adolescencia como en la
etapa adulta. Este análisis encontró que en los
varones la historia de abuso infantil no predecía
de forma significativa las detenciones por abuso
de alcohol u otras drogas. También citan el estu-
dio de Widom y cols. (34) de 1995 sobre el segui-
miento de la misma muestra en el que llegaron a
la conclusión de que no existía relación entre vic-
timización infantil y el posterior abuso de alcohol
en hombres (pero sí un aumento significativo del
riesgo para las mujeres). También citan a Lange-
land y Hartgers (35) como autores de uno de los
primeros estudios prospectivos, quienes tampoco
detectaron incremento del riesgo de abuso de
alcohol en hombres adultos que habían sufrido
abusos físicos en su infancia. Finalmente, los
estudios retrospectivos revelan que la tasa de abu-
so físico o sexual infantil entre hombres alcohóli-
cos era similar e incluso más alta que las encon-
tradas en la población general. En conjunto no
existe suficiente información a partir de la cual se
puedan alcanzar conclusiones firmes acerca de la
relación entre victimización infantil y abuso de
alcohol en varones adultos.
De acuerdo con Langeland y Hartgers (35) es
difícil alcanzar conclusiones acerca de la presencia
de un vínculo directo entre abuso sexual o abuso
físico infantil y posterior alcoholismo en mujeres.
En otras palabras, el abuso sexual y el abuso físico
infantil pueden haber incrementado el riesgo de
desarrollar problemas con el alcohol en mujeres,
pero no se puede concluir que esta vía de riesgo
sea recta e inevitable. El resultado puede también
reflejar la interacción de varios factores causales
tales como disfunción familiar concomitante,
rechazo infantil, problemas parentales de abuso de
sustancias o experiencias de victimización en la
etapa adulta.
En opinión de Widom y Hiller-Sturmhöfeld (36)
los investigadores sugieren que la diferencia de
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 128
128 S. AGRA ROMERO ET AL.
género puede resultar, en parte, de las diferencias
de cómo responden hombres y mujeres a la victi-
mización infantil. Por ejemplo, una teoría común
es que los hombres pueden tener más facilidad
para expresarse mediante conductas externalizan-
tes (por ejemplo, agresión). Por el contrario, según
Widom y cols. (34) las mujeres pueden ser más
propensas a internalizar su pena y su padecimien-
to, lo que las puede conducir a conductas autodes-
tructivas, incluido el abuso de alcohol. Otra posibi-
lidad es que los hombres del conjunto de la
muestra presenten un alto riesgo de abuso de alco-
hol (aproximadamente dos tercios de los hombres
en la muestra cumplen los criterios DSM III-R de
diagnóstico de abuso y/o dependencia de alcohol)
por diferentes razones y que el abuso o rechazo
infantil puedan no haber sido un factor de riesgo
independiente para los posteriores problemas de
alcohol en esos hombres.
Para finalizar, existe el general convencimiento
de que hay una asociación entre abuso infantil y
problemas con el alcohol si bien a día de hoy no
hay suficientes evidencias con las que establecer
conclusiones acerca de abuso sexual o abuso físi-
co infantil y alcoholismo en varones. En el caso
de las mujeres, sí hay indicios de tal vínculo. Sin
embargo, la experiencia clínica, así como los
estudios de investigación realizados, no terminan
de demostrar con claridad la naturaleza de tal aso-
ciación. Por ejemplo, según Fergusson y Mullen
(37) parece que el abuso sexual infantil aumenta
el riesgo de padecer ciertos trastornos psiquiátri-
cos, entre los que se encuentra el consumo de
tóxicos, en lugar de estar asociado a un trastorno
determinado.
En opinión de Moncrieff y Farmer (38), las
razones que pueden justificar tal incapacidad
pueden radicar, por una parte, en la dispersión de
la información que podría aclarar la naturaleza
de la relación entre abuso sexual y alcohol y, por
otra, a las dificultades metodológicas de todo
tipo relacionadas tanto con el alcohol como con
los abusos; estas dificultades tendrían que ver
con la propia definición de abuso, con los tipos
de abuso, con la gravedad de los mismos y, como
consecuencia, con la mayor o menor precisión a
la hora de establecer la prevalencia de los mis-
mos; con los diferentes métodos de recogida de
datos (cuestionarios, entrevistas, estudios pros-
pectivos, retrospectivos, etc); con las caracterís-
ticas de las muestras; con los conceptos de abuso
o mal uso de alcohol, con las cantidades ingeri-
das, etc.
Sin embargo, debido a limitaciones metodoló-
gicas es difícil alcanzar conclusiones acerca de la
presencia de un vínculo directo entre abuso
sexual y abuso físico infantil y el posterior alco-
holismo.
AN. PSIQUIATRIA
HIPÓTESIS EXPLICATIVAS
Aun teniendo en cuenta todas las dificultades
reseñadas anteriormente, se han postulado diferen-
tes hipótesis explicativas de la asociación entre
abuso infantil y problemas con el alcohol en la eta-
pa adulta.
Moncrieff y Farmer (38) tras efectuar la revisión
pertinente postulan las siguientes: primera, la agre-
sión sexual es una causa de abuso de alcohol;
segunda, el abuso de alcohol predispone a las per-
sonas a la agresión sexual; tercera, tanto la agre-
sión sexual como el abuso de alcohol son el resul-
tado de la presencia de algún otro factor; cuarta, la
agresión sexual predispone a la gente a desarrollar
otros trastornos que se asocian al abuso de alcohol;
quinta, la asociación es un artefacto. Con respecto
a una historia de abuso sexual y problemas de alco-
hol es posible especular con un cierto número de
factores que pueden explicar esta comorbilidad. Se
sabe que una historia familiar de abuso de alcohol
incrementa el riesgo de problemas con el alcohol
en la descendencia y puede también asociarse con
abuso sexual dentro y fuera de la familia. Según
Rose y cols. (39), Yama y cols. (40), Downs y
Miller (17), Moncrieff y cols. (41) y Fergusson y
cols. (23) una historia familiar de problemas con el
alcohol se asocia con una historia de abuso sexual,
aunque un único estudio con adolescentes, el de
Singer y cols. (42) no encontró tal asociación; sin
embargo, para Windle y cols. (16) la asociación era
evidente solamente en personas que habían sufrido
abuso, tanto sexual como físico.
Una posible explicación del vínculo entre histo-
ria familiar de problemas con el alcohol y abuso
sexual es la hipótesis de que los padres alcohólicos
puedan ser abusadores de sus hijos. Sin embargo,
los hallazgos de Yama y cols. (40), Miller y cols.
(13) y Moncrieff y cols. (41) sugieren que las per-
sonas con problemas de alcohol hayan sido abusa-
das por alguien ajeno a la familia. Según esto, la
supervisión y protección inadecuadas pueden ser
los mecanismos a través de los cuales los proble-
mas parentales y familiares con el alcohol ponen
en situación de riesgo a los hijos. Distinguir qué
parte es achacable a la historia familiar de alcoho-
lismo y qué parte es achacable al abuso resulta,
cuando menos, difícil, como lo demuestra la esca-
sez de trabajos: Miller y cols. (13) en 1993 encon-
traron que el abuso sexual se mantenía como pre-
dictor independiente de posteriores problemas con
el alcohol, cuando los problemas parentales con el
alcohol eran tenidos en cuenta en el análisis de
regresión múltiple.
Otra manera de comprender la asociación es
postular que el abuso sexual predispone al desarro-
llo de trastornos psiquiátricos o trastornos de per-
sonalidad que, a su vez, se asocian con problemas
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 129
Vol. 21. N.º 3, 2005 ALCOHOL Y ABUSOS INFANTILES: LA TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL DEL ALCOHOLISMO
de alcohol. Polusny y Follette (43) han encontrado
tasas elevadas de enfermedad depresiva en super-
vivientes de abuso sexual y consumo elevado de
alcohol como respuesta a la depresión inicial. En
opinión de Boney-McCoy y Finkelhor (44) existe
evidencia de que el abuso sexual infantil puede
precipitar un trastorno de estrés postraumático,
donde el abuso de alcohol puede constituir una de
las manifestaciones de este trastorno. Sin embargo,
Cottler y cols. (45) han sugerido que el abuso de
alcohol precede al inicio del trastorno de estrés
postraumático en personas con un problema identi-
ficado de alcohol o drogas. Moncrieff y Farmer
(38) no descartan que la asociación sea un artefac-
to pero dado que los estudios aportan resultados
inciertos proponen realizar estudios más exhausti-
vos.
Por su parte, Langeland y Hartgers (35), tras
revisar la bibliografía, encuentran que la asocia-
ción entre abuso infantil y problemas con el alco-
hol tiene que ver con el recurso al alcohol como
una forma de automedicación, cuya finalidad sería
la de mitigar las secuelas psicológicas de los abu-
sos: se ha postulado que el abuso y rechazo infantil
(o más específicamente la falta de vínculos segu-
ros) a menudo ocasiona trastornos en el desarrollo
social y en el desarrollo de procesos de regulación
del sí-mismo, concretamente regulación del con-
trol de afectos e impulsos; debido a la incapacidad
para regular el despertar fisiológico. Las personas
que fueron abusadas o rechazadas cuando niños
son más vulnerables a los comportamientos auto-
destructivos y adictivos, en sus intentos por con-
trolar los estados emocionales intensos. Otras
explicaciones más específicas en la línea de las
hipótesis de automedicación/autorregulación se
refieren a que los tóxicos, incluido el alcohol, pue-
den ser usados: a) para afrontar los síntomas de
estrés postraumático (p. ej.: pesadillas, recuerdos
recurrentes, etc.); b) para conseguir la disociación
inducida químicamente como una estrategia (cró-
nica) de afrontamiento para resolver las cognicio-
nes, recuerdos y afectos asociados al abuso; c) para
facilitar, en lugar de reprimir, los recuerdos del
abuso y para ser capaz de hablar acerca del mismo;
d) para sobrellevar la reconstrucción compulsiva
del trauma original; e) para regular o aumentar la
autoestima; y f) para proporcionar una ilusión de
control en el funcionamiento interpersonal, con el
fin de evitar sentimientos de incapacidad o deses-
peranza asociados con la victimización.
Para Widom y Hiller-Sturmhöfeld (36) los
mecanismos que subyacen a la asociación entre
abuso parental de alcohol y abuso sexual infantil
permanecen confusos a pesar de lo cual no dejan
de citar el trabajo de Widom y cols. (34) de 1995
quienes proponen las siguientes hipótesis acerca
del recurso al alcohol:
129
—Un mecanismo para afrontar o escapar del
trauma de la victimización infantil y la depresión
con ella relacionada.
—Una forma de reducir sentimientos de soledad
y aislamiento.
—Automedicación como intento de asumir el
control de la experiencia.
—Una forma de mejorar la autoestima.
—Una forma de comportamiento autodestructi-
vo.
Según esto, factores tales como escasa habilidad
relacional, comportamiento antisocial y trastorno
de estrés postraumático (PTSD) pueden servir de
intermediarios en las relaciones entre victimiza-
ción infantil y problemas de alcohol en la etapa
adulta.
Con respecto al afrontamiento (“coping”)
Miller y cols. (46) han sugerido que algunas víc-
timas de abuso infantil se sirven del alcohol
como mecanismo para resolver el trauma asocia-
do al abuso y sus consecuencias. Por ejemplo, la
victimización infantil frecuentemente ocasiona
depresión. Las personas que carecen de los ade-
cuados mecanismos (por ejemplo, buscar la ayu-
da de los demás) para afrontar el trauma de la
victimización infantil y la depresión resultante,
utilizarían el alcohol para conseguir la mejoría
subjetiva. Debido a que el alcohol simplemente
oculta, pero no cura, el problema, la necesidad de
alcohol puede persistir e incluso aumentar con el
paso del tiempo, aumentando el riesgo de desa-
rrollar abuso o dependencia del alcohol. Este
mecanismo puede ser más común en mujeres que
en hombres, debido a que en los hombres la
depresión, en muchos casos, parece ser una con-
secuencia más que un factor que contribuya al
abuso de alcohol.
Schuck y Widom (26) también examinaron el
papel de las habilidades de afrontamiento y de
otros factores conductuales y psicológicos (por
ejemplo, depresión, aislamiento y soledad, sen-
timientos de inutilidad y baja autoestima) en la
relación entre abuso y rechazo infantil y proble-
mas de alcohol en el adulto. El estudio incluyó
582 mujeres con abuso y rechazo infantil judi-
cialmente probados. De los factores estudiados,
solamente el uso de alcohol, como un mecanis-
mo de afrontamiento, sirvió como mediador
entre el abuso y rechazo infantil y los posterio-
res problemas con el alcohol. Además, el abuso
y rechazo infantil incrementaba significativa-
mente el uso de alcohol u otras drogas como
forma de afrontarlos, lo cual, por el contrario,
incrementaba significativamente el número de
problemas con el alcohol. En la relación entre
rechazo (pero no abuso) infantil y posteriores
problemas con el alcohol, la depresión también
fue mediadora.
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 130
130 S. AGRA ROMERO ET AL.
TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL DEL
ALCOHOLISMO
Según el estudio de Midanick (47) el 25% de los
encuestados tenían al menos un familiar de primer
grado con problemas de alcoholismo. Para Beardslee
y cols. (48) el 26% de las personas expuestas al alco-
holismo parental durante la infancia presentaban con
posterioridad este problema, mientras que el 9% de
las personas sin historia familiar de alcoholismo
reciben el diagnóstico de dependencia del alcohol.
Mediante dos estrategias se ha investigado la
posibilidad de que los tóxicos puedan ser la res-
puesta al maltrato sufrido en la infancia. Una de
ellas consistía en preguntar a adolescentes o adul-
tos en consulta acerca del maltrato infantil y proce-
der a comparar su consumo/abuso de tóxicos con
aquellos que no habían sido objeto de maltrato
infantil (Downs y cols. [49]; Miller y cols. [7]; Sin-
ger y cols. [42]; Harrison y cols. [50]; Dembo y
cols. [51]; Kang y cols. [52]); los estudios realiza-
dos bajo este punto de vista apoyan el argumento
de que el maltrato aumenta el consumo tanto de
alcohol como de otras drogas; sin embargo, en opi-
nión de Ireland y Widom (33), este tipo de estudios
adolece de varios problemas metodológicos, entre
los que se incluyen la dependencia del recuerdo
retrospectivo del maltrato y el precisar muestras
muy específicas. La otra estrategia utiliza la reco-
gida de datos longitudinal en amplios periodos de
tiempo, ya sea a partir de muestras de población
seleccionadas aleatoriamente o bien de estudios de
casos-control. En 1995 Widom y cols. (34),
mediante autoencuestas sobre consumo y depen-
dencia de alcohol encontraron que los abusados
(abusados antes de los 12 años, abusos demostra-
dos judicialmente), cuando se los comparaba con
el grupo control, tenían más probabilidad de pre-
sentar problemas de consumo y dependencia del
alcohol al principio de la etapa adulta; sin embar-
go, cuando se controlaba estadísticamente el uso
paterno de alcohol con otras características, la rela-
ción entre maltrato y problemas de alcohol sola-
mente se mantenía para las mujeres. Thornberry y
cols. (53) mediante la búsqueda de datos a partir de
una muestra aleatoria de jóvenes urbanos de alto
riesgo encontraron que cualquier caso demostrado
de maltrato previo a los 18 años de edad estaba
relacionado con consumo de drogas y con proble-
mas asociados al consumo de alcohol según auto-
encuestas a adolescentes. Según estas investigacio-
nes, el abuso de tóxicos como causa y como
consecuencia de maltrato infantil indica de forma
consistente que el consumo paterno de alcohol (u
otras drogas) incrementa el riesgo de maltrato
infantil en la familia, aunque el riesgo varía de
unos estudios a otros. Para Garbarino y Kostelny
(54), Rishters y Martinex (55) y más recientemente
AN. PSIQUIATRIA
Ernst (56) las tasas más altas de maltrato infantil
tenían lugar en barrios caracterizados por infravi-
viendas, pobreza, violencia y falta de ayudas socia-
les. Para Dore (57) el abuso de drogas contribuye a
la paternidad desadaptada de tres formas, lo que
podría denominarse “modelo tridimensional”, el
cual, en nuestra opinión, podría aplicarse de forma
exclusiva al abuso/dependencia del alcohol: prime-
ro, por el efecto directo del alcohol sobre el com-
portamiento parental (capacidad para responder a
las necesidades de los hijos, tanto físicas como
emocionales o sociales, etc.); segundo, por el efec-
to del alcohol sobre el contexto en el que tiene
lugar la paternidad (la pareja, el entorno físico, las
interacciones sociales, la economía, etc.); tercero,
por la propia historia personal de abuso y abando-
no asociados a su vez con consumo de alcohol y
drogas en la adolescencia y en la etapa adulta.
TRANSMISIÓN GENÉTICA
Existen numerosos estudios que apoyan la teoría
de la transmisión genética del alcoholismo, desde
Amark (58) hasta la fecha, por lo que se acepta que
todo hijo de alcohólico tiene más probabilidades
de llegar a convertirse en alcohólico en la etapa
adulta, unas 4 ó 5 veces más que los hijos de no
alcohólicos; en opinión de Miller y Gold (59)
“...no existe ninguna enfermedad psiquiátrica en la
que la dominancia familiar sea tan potente...”.
Goodwin (60,61) informó de una tasa de prevalen-
cia del alcoholismo del 25% en varones parientes
de alcohólicos, lo cual supera la prevalencia esti-
mada para los varones alcohólicos que está entre el
3 y el 5%. La prevalencia de alcoholismo entre
mujeres parientes de alcohólicos está entre el 5 y el
10%, lo que supera la prevalencia estimada para
las mujeres alcohólicas: entre el 0,1 y el 1%. La
transmisión genética del alcoholismo se ha estu-
diado a partir de estudios con marcadores genéti-
cos; estudios de gemelos; estudios de adoptados;
de alto riesgo y de tolerancia.
1. Los estudios con marcadores genéticos, según
Steinglass y cols. (62), no aportan resultados con-
cluyentes.
2. Estudios de gemelos: algunos investigadores
han estudiado la predisposición genética al alcoho-
lismo en gemelos monocigóticos y dicigóticos en
los que al menos uno de ellos era alcohólico. Dado
que los gemelos monocigóticos tienen los mismos
genes pero los dicigóticos no, debería encontrarse
un alto nivel de alcoholismo entre los monocigóti-
cos lo cual apoyaría la base hereditaria del alcoho-
lismo. Muchos estudios han demostrado que la fre-
cuencia de alcoholismo en monocigóticos es
mayor que la de los dicigóticos. Pickens y cols. (63)
han estudiado tanto a monocigóticos como dicigó-
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 131
Vol. 21. N.º 3, 2005 ALCOHOL Y ABUSOS INFANTILES: LA TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL DEL ALCOHOLISMO
ticos varones y hembras y encuentran una concor-
dancia significativa monocigóticos/dicigóticos en
varones respecto al abuso de alcohol, dependencia
de alcohol, así como abuso y/o dependencia de
otros tóxicos. Para las gemelas había concordancia
monocigóticas/dicigóticas solamente en la depen-
dencia del alcohol.
Los hallazgos de otros estudios de gemelos que
indican una alta concordancia de alcoholismo entre
gemelos monocigóticos (así como la base genética
del alcoholismo) se contradicen con el estudio fin-
landés de 902 varones gemelos. Este estudio mues-
tra diferencias estadísticamente no significativas
en las tasas de alcoholismo entre gemelos monoci-
góticos y dicigóticos, lo cual indicaría, sin embar-
go, que la frecuencia y cantidad de bebida era sig-
nificativamente similar para unos y para otros. En
un estudio de 3810 gemelos australianos, Heath y
cols. (64) apreciaron importantes influencias gené-
ticas respecto a la frecuencia y cantidad.
3. Estudios de adopción: el examen de hijos de
padres alcohólicos pero adoptados al nacer y cria-
dos por no alcohólicos se ha revelado como un
método útil de estudio de variables genéticas y
ambientales asociadas con el alcoholismo futuro.
Los estudios de adopción escandinavos proporcio-
nan un cuadro convincente acerca de la posible
influencia genética del alcoholismo (65-72). En un
estudio representativo, Cadoret y cols. (69) encon-
traron que los varones adoptados cuyos padres bio-
lógicos eran alcohólicos resultaron tener cuatro
veces más probabilidades de convertirse en alco-
hólicos. Goodwin (61) ha sido uno de los más acti-
vos investigadores de hijos adoptados de alcohóli-
cos. A partir de sus múltiples estudios llega a la
conclusión de que los hijos de padres biológicos
adoptados al nacer, tenían cuatro veces más proba-
bilidades de convertirse en alcohólicos que los
hijos de padres control normales. Los problemas
de alcohol que presentaban los adoptados incluían
inicio precoz de ingesta elevada, pérdida de con-
trol, alucinaciones y tratamiento contra la bebida.
El alcoholismo era significativo en los hijos adop-
tados de padres biológicos alcohólicos. Cadoret y
cols. (73) estudiaron 197 adultos adoptados (95
varones y 102 mujeres) de padres biológicos alco-
hólicos y determinaron que se presentaba un factor
genético por el que el alcoholismo es un marcador
y que ejerce su efecto en las mujeres como una
interacción genes/ambiente que conduce a la
depresión mayor. McGue y cols. (74) estudiaron
653 casos de adopción con un niño adoptado y
otros parientes (ya sean hijos biológicos o adopta-
dos) y encontraron que la relación entre problemas
paternos con la bebida, el funcionamiento familiar
y la implicación del adolescente con la bebida era
moderada y significativa entre los descendientes
biológicos pero no entre los adoptados. Cutrona y
131
cols. (75) estudiaron tanto a hombres como muje-
res adoptados y encontraron que en las mujeres
adoptadas, tanto los conflictos familiares a tempra-
na edad como la psicopatología de la familia de
adopción, interactuaban con los factores genéticos
para incrementar en la mujer el riesgo de abuso o
dependencia de alcohol. Esto se cumplía en los
varones adoptados estudiados.
4. Estudios de alto riesgo: Schuckit (76,77) ha
realizado el estudio de la tolerancia en hijos de
alcohólicos que consumen alcohol antes de llegar a
ser alcohólicos. Los resultados indican que los
alcohólicos heredan probablemente la capacidad
para beber mayores cantidades que los individuos
sin predisposición genética al alcoholismo.
5. Estudios de tolerancia: para Miller y Gold
(59) tanto la tolerancia como la falta de tolerancia
al alcohol se heredan, por lo que una persona con
tolerancia al alcohol tiene mayor riesgo de desarro-
llar alcoholismo y viceversa, lo que hace suponer
que la baja tolerancia al alcohol reduciría el riesgo
de alcoholismo.
Los investigadores están de acuerdo en que el
modelo genético de transmisión del alcoholismo es
multifactorial. Los diferentes autores han identifi-
cado tres tipos de asociación en parejas que pueden
estar vinculadas al alcoholismo. El primer tipo,
también llamado “homogamia social”, se refiere a
la tendencia a casarse con personas de similar clase
o posición; el acto de beber está condicionado por
la pertenencia a dicha clase social. El segundo tipo
se refiere al emparejamiento selectivo directo o
fenotípico, que consiste en la atracción mutua en
personas propensas al alcoholismo (beben por y
para estar juntos). El tercer tipo, el contagio, con-
siste en que uno de los miembros de la pareja, el
que bebe, induce al otro a beber también. Del aná-
lisis de estos tres tipos de asociación, los autores
encontraron que el más socorrido era el segundo, o
sea, el emparejamiento selectivo fenotípico, lo cual
no invalida la consideración inicial de que en la
etiología del alcoholismo están presentes tanto fac-
tores genéticos como ambientales, es decir: la pre-
disposición genética es el componente básico
necesario junto con la exposición al alcohol para
que se desarrolle el alcoholismo. Schuckit y cols.
(78,79) explican que, tanto la heterogeneidad
genética como las influencias ambientales, se com-
binan de forma desconocida, situando a algunas
personas y a otras no en alto riesgo de desarrollar
abuso/dependencia de alcohol; en los individuos
de alto riesgo, mencionan una disminución de la
respuesta al alcohol como uno de los factores
genéticos de riesgo. Tarter (80) opina que los ras-
gos caracteriales interactúan con factores medio-
ambientales y aumentan el riesgo de alcoholismo.
Heath y cols. (64) observaron la relación entre per-
sonalidad y temperamento y respuesta cardiaca en
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 132
132 S. AGRA ROMERO ET AL.
niños con alto riesgo. Wiers y cols. (81) proponen
dos vías diferentes para los hijos de alcohólicos;
sugieren que el hijo de un padre alcohólico prima-
rio, multigeneracional, puede sufrir una disfunción
hereditaria leve del cortex prefrontal, lo que deriva
en características neuropsicológicas y personales
similares a las del padre alcohólico; el hijo de un
padre alcohólico secundario puede estar sujeto a
estrés y aprendizaje social que puede llevarlo a una
afectividad negativa y a un afrontamiento represi-
vos, lo que a su vez conduce al abuso/dependencia
de alcohol u otras drogas.
APRENDIZAJE SOCIAL
En opinión de Van Exan y cols. (82), poco se
sabe acerca de cómo el modelado paterno y coetá-
neo influyen en las intenciones futuras de los ado-
lescentes hacia el alcohol. Según McKee y Hinson
(83) hay indicios de que la identificación parental
juega un importante papel en la transmisión inter-
generacional del consumo de alcohol, mientras que
para Wall y McKee (84) el posible papel modela-
dor de la identificación parental sobre la relación
entre conducta de bebida de padres e hijos no ha
sido investigada en profundidad; según estos auto-
res, el papel del género y el grado de identificación
con padres y coetáneos son influencias potencial-
mente modeladoras sobre la transmisión intergene-
racional de los patrones de consumo de alcohol.
De forma más específica, se piensa que el género
del modelo interactúa con el género del observa-
dor, de forma que el mismo sexo, por oposición al
modelado de sexo cruzado, será más influyente
(85). Además, se postula que el nivel de identifica-
ción con uno de los padres (o ambos) determina el
grado según el cual los hijos imitarán el comporta-
miento de sus padres. Kandel y Andrews (86) opi-
nan que la influencia de los padres como modelos
es más fuerte en las primeras etapas del contacto
con el alcohol. Dado que la adolescencia represen-
ta una etapa del desarrollo en la que los coetáneos
tienen particular influencia, es importante compa-
rar la influencia de los padres con la de los coetá-
neos. Se ha propuesto que los adolescentes perci-
ben tanto a padres y coetáneos como guías
competentes en diferentes áreas de sus vidas. En
opinión de Kandel y Andrews (86) los coetáneos
influyen más sobre las metas y aspiraciones vitales
futuras; estos modeladores potentes, incluidos el
género y la identificación, pueden ejercer una
influencia independiente o interactiva sobre la
transmisión de los patrones de consumo de alco-
hol. Para Van Exan y cols. (82) el determinante
más consistente del uso de alcohol por parte de los
adolescentes son los propios coetáneos, mientras
que tanto la identificación materna como paterna
AN. PSIQUIATRIA
no ejercen influencia modeladora sobre la transmi-
sión intergeneracional de los patrones de consumo
de alcohol, lo cual sugiere que la identificación
puede ser un predictor individual o bien puede ser
mediada por las expectativas hacia el alcohol. La
interacción de doble vía apoya solamente de forma
parcial un aprendizaje social comprensible de los
patrones de consumo de alcohol.
TRANSMISIÓN FAMILIAR
Para los teóricos de la terapia familiar sistémica
como Steinglass y cols. (62) la transmisión del
alcoholismo consiste en un proceso insidioso que
puede darse en la infancia, en la adolescencia o en
la etapa adulta, por lo que “...la transmisión del
alcoholismo de una generación a la siguiente abar-
ca a todo el sistema de la familia a lo largo del
tiempo...” donde los transmisores son uno o los
dos cónyuges y los receptores son los hijos. La
transmisión del alcoholismo entre los miembros de
la familia implica diferentes factores. El alcoholis-
mo parental altera la vida familiar y contribuye al
mal funcionamiento de la progenie lo cual, a su
vez, puede conducir al abuso de alcohol u otras
drogas por parte del adolescente. Wolin y cols.
(87) y Bennett y cols. (88) muestran que el grado
de organización y ruptura en la familia alcohólica
permite distinguir el bienestar futuro del hijo de
alcohólicos. La alteración del ritual familiar (por
ejemplo, las comidas, las vacaciones, el ocio) está
significativamente asociado a la transmisión dife-
rencial del alcoholismo. El mantenimiento de los
rituales familiares durante los periodos de elevada
ingesta paterna ocasiona pocos casos de transmi-
sión alcohólica si se les compara con aquellas
familias que sí alteran sus rituales. La estabilidad
ritual en las familias alcohólicas durante la infan-
cia y la adolescencia parece influir en el posterior
alcoholismo. Además, aquellas familias que mues-
tran más estabilidad también evidencian menos
alcoholismo en los hijos adultos de alcohólicos.
Las familias alcohólicas informan de mayores
niveles de conflicto que las familias no alcohóli-
cas. La bebida es el principal factor en la ruptura
familiar. Los padres consumidores de alcohol a
menudo carecen de la capacidad de proporcionar
estructura y disciplina en la vida familiar, pero de
forma simultánea esperan que sus hijos sean com-
petentes de forma más precoz en una amplia gama
de tareas que los hijos de padres no consumidores.
Incapaces de hacer todo perfectamente bien en
todo momento, los hijos de estas familias pueden
percibirse a sí mismos como fracasados. Los hijos
jóvenes de padres alcohólicos son influidos negati-
vamente cuando el cuidador significativo de la
familia (generalmente la madre) está muy implica-
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 133
Vol. 21. N.º 3, 2005 ALCOHOL Y ABUSOS INFANTILES: LA TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL DEL ALCOHOLISMO
da en el consumo de alcohol u otras drogas; el chi-
co todavía es joven; la familia se ve involucrada en
el problema del consumo de alcohol; la familia se
va aislando socialmente o bien se hace patente la
falta de una familia amplia que proporcione con-
trol y estímulo al chico. Los siguientes problemas
familiares están frecuentemente asociados en la
familia alcohólica: conflicto familiar intenso; vio-
lencia física o emocional; cohesión familiar dismi-
nuida; organización familiar disminuida; aisla-
miento familiar aumentado; estrés familiar
aumentado que incluye problemas laborales, enfer-
medad o tensión conyugal, así como problemas
económicos y frecuentes cambios de domicilio.
Aunque las familias alcohólicas constituyen un
grupo heterogéneo, han sido identificadas caracte-
rísticas que les son comunes. Las familias de los
alcohólicos presentan niveles bajos de cohesión
familiar, de expresividad, de independencia y de
orientación intelectual, así como altos niveles de
conflictividad si se las compara con familias no
alcohólicas. Sin embargo, algunas características
no son específicas de las familias alcohólicas: dis-
minución de la capacidad para resolver problemas
así como comunicación hostil se observan tanto en
familias alcohólicas como en familias con proble-
mas distintos del alcohol. Más aún, las característi-
cas de la familias con miembros alcohólicos recu-
perados y de las familias con miembros no
alcohólicos no difieren de forma significativa, lo
cual sugiere que la ingestión continuada de los
padres puede ser la responsable de la ruptura de la
vida familiar en un hogar alcohólico.
Jacob y Johnson (89) estudian las influencias
que surgen en el entorno familiar del alcohólico:
los efectos específicos del alcohol y los efectos no
específicos del alcohol. Los efectos específicos del
alcohol reflejan el impacto del uso y abuso paren-
tal del alcohol sobre el uso y abuso que el hijo hace
del alcohol; según esto, estas influencias son más
relevantes en los hijos de alcohólicos que en los
hijos de no-alcohólicos. Los efectos no específicos
del alcohol, por el contrario, comprenden hechos
más generales del entorno familiar que incremen-
tan el riesgo de conducta desviada por parte del
hijo, incluido el abuso de alcohol. Como resultado,
estas influencias afectan tanto a niños como ado-
lescentes y no son específicas de los hijos de alco-
hólicos. Algunas influencias no específicas, sin
embargo, pueden tener un fuerte impacto en los
hijos de alcohólicos puesto que ciertos factores que
contribuyen a esos efectos (por ejemplo, la psico-
patología parental) tienen más prevalencia entre
los hijos de alcohólicos que en los hijos de no-
alcohólicos. Según estos autores el modelo más
potente del papel que las influencias del entorno
familiar juegan en el desarrollo del alcoholismo
hace hincapié en los efectos no específicos del
133
alcohol.
1. Influencias específicas del alcohol: la investi-
gación para determinar la influencia del consumo
parental ha evaluado los efectos a nivel individual,
diádico y familiar. Los estudios de estos efectos se
han centrado en los papeles del modelado parental
y las expectativas parentales sobre el alcohol en el
modelado del comportamiento bebedor de los hijos
de alcohólicos. Los estudios que determinan el
impacto del consumo paterno de alcohol en el
desarrollo de las expectativas de los hijos respecto
al alcohol han revelado lo siguiente:
—La percepción que los hijos tienen de las cir-
cunstancias y la cantidad de consumo por parte de
los padres parece influir sobre la propia frecuencia
de consumo.
—Las expectativas filiales sobre el alcohol
reflejan el reconocimiento de las normas relaciona-
das con el alcohol y un conocimiento de los patro-
nes de bebida paternos desde una edad muy tem-
prana.
—Las expectativas sobre el alcohol parecen ser
uno de los mecanismos que explican la relación
entre el alcoholismo paterno y el consumo fuerte
entre los descendientes durante la etapa escolar.
—Los cambios en los patrones parentales de
consumo dan lugar en los hijos a cambios en la
naturaleza y el impacto de sus expectativas respec-
to al alcohol.
Los efectos diádicos se han centrado en la rela-
ción marital de los padres, las relaciones padre-
hijo y las relaciones del hijo con sus hermanos,
siendo la relación padres-hijos la que ha suscitado
la mayor atención. Los resultados sugieren que el
abuso paterno de alcohol puede estar asociado a
una disminución de la supervisión del comporta-
miento de los hijos. Esta faceta particular de la
paternidad es un factor que aumenta el riesgo entre
los hijos cuando estos se asocian con parejas con-
sumidoras de tóxicos.
Los efectos a nivel familiar se han evaluado a
partir de características familiares tales como
comunicación, calor o cohesión, las cuales pueden
influir sobre el riesgo de problemas con el alcohol
en hijos de alcohólicos.
2. Influencias no específicas del alcohol: el aná-
lisis de la literatura de los últimos años sobre el
desarrollo cognitivo y social del niño da lugar a
dos conclusiones de particular relevancia: primera,
todas las variables que pueden afectar al desarrollo
del niño (p. ej., carácter de los padres, influencias
conyugales y fraternas, así como el contexto socio-
cultural en el que se ubica la familia) están repre-
sentadas en las interacciones padre-hijo. Segunda,
la interacción padre-hijo se caracteriza básicamen-
te por dos principales dimensiones parentales: la
crianza (por ejemplo, calor y apoyo) y el control
(por ejemplo, supervisión y disciplina). Las altera-
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 134
134 S. AGRA ROMERO ET AL.
ciones en cualquiera de estas dos dimensiones pue-
de tener efectos graves y a gran escala en el desa-
rrollo cognitivo y socioemocional del niño.
La paternidad inadecuada, que se caracteriza por
la falta de afecto y/o por altos niveles de hostilidad
y criticismo, relajo de la supervisión y disciplina,
así como falta de implicación, proporciona las
bases para el desarrollo de un patrón de comporta-
miento agresivo, antisocial. Incluso en la edad pre-
escolar puede comenzar a manifestarse en forma
de incumplimiento. Con el paso del tiempo el
incumplimiento se convierte en un patrón de com-
portamiento caracterizado por el rechazo hacia los
compañeros, pobre rendimiento académico, delin-
cuencia, abuso de drogas (alcohol) así como aso-
ciación con compañeros conflictivos.
En opinión de Patterson y cols. (90), entre las
numerosas fuerzas que determinan el desarrollo
emocional y social del niño, los trastornos en la
dimensión del control son los más relevantes en el
desarrollo del comportamiento descontrolado. Este
modelo pone especial énfasis en el impacto de un
estilo interactivo coercitivo entre padre e hijo. Un
estilo interactivo coercitivo se caracteriza por el
refuerzo inconsistente del buen comportamiento y
por expectativas conductuales inciertas por parte
de los padres y por falta de cumplimiento por parte
de los hijos. La continuación de este estilo relacio-
nal coercitivo da lugar a un mayor rechazo parental
y a una disminución del contacto con los hijos a lo
largo de la preadolescencia, al igual que la inade-
cuada supervisión, disciplina, control y habilidades
comunicativas paternas durante la adolescencia.
De forma lenta y constante este estilo interactivo
coercitivo también se extiende a la relación del
niño con sus compañeros y profesores, aumentan-
do las posibilidades de ser rechazado por sus com-
pañeros, de tener dificultades escolares y de aso-
ciarse con compañeros conflictivos. Uno de los
apoyos de esta hipótesis procede de los estudios de
la psicopatología infantil y su tratamiento. El otro
apoyo procede del estudio longitudinal de adoles-
centes:
—El grado de calor, apoyo y control mutuos en
la relación padre-adolescente predice de forma sig-
nificativa el riesgo de consumo de tóxicos en la
adolescencia.
—Características de la personalidad adolescente
tales como búsqueda de sensaciones, rebeldía y
tolerancia hacia la conducta asocial fueron fuertes
predictores de consumo de tóxicos (alcohol) en
adolescentes.
—Una relación positiva entre padres y adoles-
centes actúa como factor de protección, compen-
sando el riesgo de consumo de tóxicos (alcohol)
asociado al consumo de tóxicos (alcohol) por parte
de los coetáneos.
CONCLUSIONES
AN. PSIQUIATRIA
Los investigadores han estudiado el abuso de
alcohol tanto como propiciador como consecuen-
cia del abuso infantil. Hasta la fecha los estudios
no han podido determinar de forma concluyente el
papel del abuso parental de alcohol en la perpetra-
ción de abuso físico o sexual o rechazo infantil.
Sin embargo, algunos estudios han indicado que el
abuso parental de alcohol puede incrementar el
riesgo en los hijos de experimentar abuso físico o
sexual, ya sea por un miembro de la familia ya sea
por otra persona. Además, los investigadores han
propuesto algunas hipótesis con respecto a los
mecanismos a través de los cuales el abuso paren-
tal de alcohol podría contribuir al abuso o rechazo
infantil.
La relación entre victimización infantil y abuso
de alcohol en el adulto se muestra algo más sólida,
sobre todo en mujeres que fueron víctimas de abu-
so o rechazo infantil. Además, los estudios que uti-
lizaron varios tipos de muestras encontraron que
las mujeres que habían sufrido maltrato infantil
eran más propensas a tener problemas con el alco-
hol en la etapa adulta que otras mujeres y que las
mujeres a tratamiento del alcoholismo tenían más
posibilidades de haber sufrido victimización infan-
til que las otras mujeres. Muy pocos estudios han
investigado la relación entre victimización infantil
y uso de alcohol en adultos varones que permitan
conclusiones firmes, pero la evidencia hasta ahora
indica que el abuso o rechazo infantil no es un fac-
tor de riesgo independiente de posteriores proble-
mas de alcohol en varones.
Hasta la fecha no existe una herramienta de eva-
luación universalmente aceptada que ayude a iden-
tificar la transmisión intergeneracional del alcoho-
lismo. Su reconocimiento es muy complicado
debido a que las propuestas de tratamiento a menu-
do implican sólo al padre o madre bebedor, por lo
que casi nunca llega a extenderse la exploración a
los miembros más jóvenes de la familia. Sin
embargo, siguiendo a Tower (91) respecto del mal-
trato infantil: “...el comportamiento de los padres o
del cuidador a menudo es revelador...por ejemplo,
la valoración que hace la madre de su embarazo,
de su trabajo y de su entrega a menudo permiten
entender su actitud hacia su hijo...además, si un
padre culpa o desprecia a su hijo, lo ve como dife-
rente, malo o malvado o parece desentenderse del
hijo, hay que sospechar abuso o rechazo...”
Señalar también las dificultades para la investi-
gación: concepto de abuso/consumo de alcohol;
dispersión de los trabajos (revistas de sociología,
psicología, etc., a menudo de escasa difusión); fal-
ta de estudios empíricos que se centren principal-
mente en la relación entre consumo parental de
tóxicos y maltrato infantil; insuficiente informa-
ción estadística que permita análisis significativos;
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 135
Vol. 21. N.º 3, 2005 ALCOHOL Y ABUSOS INFANTILES: LA TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL DEL ALCOHOLISMO
diferencias metodológicas en los estudios.
A menos que se instauren medidas preventivas
en la infancia y adolescencia, un cierto número de
hijos de alcohólicos están destinados a seguir los
pasos de sus padres. Las intervenciones efectivas
deben basarse en parte en la investigación de aque-
llos factores de protección que permiten a algunos
hijos de alcohólicos evitar los comportamientos
desviados en la infancia y adolescencia. Siguiendo
BIBLIOGRAFÍA
1. Gottheil E, ed. Alcohol, drug abuse and aggression.
Springfield, IL. Charles C. Thomas, 1983.
2. Lang AR, Pelham WE, Atkenson BM, Murphy DA.
Effects of alcohol intoxication on parenting behaviour in
interactions with child confederates exhibiting normal or
deviant behaviours. Journal of Abnormal Child Psycho-
logy 1999; 27 (3): 177-96.
3. Echeburúa E, Corral P, Sarasua B, Zubizarreta I, Sauca
D. Malos tratos y agresiones sexuales: lo que la mujer
debe saber y puede hacer. Vitoria: Servicio de Publica-
ciones de Emakunde/Instituto Vasco de la Mujer, 1990.
4. National Council on Child Abuse and Family Violence
(08-April-2004); http: //www.nccafv.org/parental subs-
tanceabuse.htm.
5. Covington SS. Facing the clinical challenges of women
alcoholics: physical, emotional and sexual abuse. Focus
Fam Chem Depend 1986; 9 (3): 10-11, 37, 42-4.
6. Briere J, Runz M. Post sexual abuse trauma: Data and
implications for clinical practice. Journal of Interperso-
nal Violence 1987; 2: 367-79.
7. Miller BA, Downs WR, Gondoli DM, Keil A. The role
of childhood sexual abuse in the development of alcoho-
lism in women. Violence and Victims 1987; 2: 157-72.
8. Peters SD. Child sexual abuse and later psychological
problems. En: Lasting Effects of Child Sexual Abuse;
Wyatt GE and Powell GJ, eds. Newbury Park, CA: Sage
Publications, Inc, 1988. p. 101-17.
9. Stein JA, Golding JM, Siegel JM, Burnam MA, Soren-
son SB. Long-term psychological sequelae of child
sexual abuse: The Los Angeles epidemiological catch-
ment area study. En: Lasting Effects of Child Sexual
Abuse; Wyatt GE, Powell GJ, eds. Newbury Park, CA:
Sage Publications, Inc, 1988. p. 135-54.
10. Pribor EF, Dinwiddie SH. Psychiatric correlates of
incest in childhood. American Journal of Psychiatry
1992; 149 (1): 52-6.
11. Beckman LJ, Ackerman KT. Women, Alcohol, and
Sexuality. En: Recent Development in Alcoholism,
Volume 12: Women And Alcoholism; Galanter M, edit.
New York: Plenum Press, 1995. p. 267-85.
12. Wilsnack SC, Klassen AD. Childhood sexual abuse and
problem drinking in a US national sample of women.
Women’s Issues Related to Alcohol Abuse and Violence
Conference, University of Illinois at Chicago, College of
Nursing, September, 1992.
13. Miller BA, Downs WR, Testa M. Interrelationships bet-
ween victimization experiences and women´s alcohol
use. Journal of Studies on Alcohol 1993; (Supl. 11):
109-17.
14. Erhard AV. Effects of sex of alcoholic parent, family
functioning and compensatory support on adult adjust-
135
a Dore (57) y su modelo tridimensional del abuso
de drogas (incluido el alcohol): “...las soluciones
no son simples. Las intervenciones deben ir dirigi-
das hacia cada una de las tres vías del consumo de
drogas. No es suficiente con mantenerse limpio y
abstinente de drogas, ni tampoco el hacer los cursi-
llos por orden judicial; tampoco el entrenamiento
en habilidades de manejo de los hijos...”.
ment of daughters of alcoholics. California School of
Professional Psychology, Los Angeles, 1993.
15. Hurley DL. Women, alcohol and incest: an analytical
review. Journal of Studies on Alcohol 1991; 52 (3): 253-
68.
16. Windle M, Windle RC, Scheidt DM, Miller GB. Physi-
cal and sexual abuse and associated mental disorders
among alcoholic inpatients. American Journal of Psy-
chiatry 1995; 152 (9): 1322-8.
17. Downs WR, Miller BA. Inter-generational links between
childhood abuse and alcohol-related problems. En:
Alcohol Problems in the Community, Harrison L, ed.
New York: Routledge, 1995. p. 14-51.
18. Winfield I, George LK, Swartz M, Blazer DG. Sexual
assault and psychiatric disorders among a community
sample of women. American Journal of Psychiatry 1990;
147: 335-41.
19. Burnam MA, Stein JA, Golding JM, Siegel JM, Soren-
son SB, Forsythe AB, et al. Sexual assault and mental
disorders in a community population. Journal of Consul-
ting and Clinical Psychology 1988; 56: 843-50.
20. Spack L, Spack F, Allebeck P. Factors in childhood and
youth predicting alcohol dependence and abuse in Swe-
dish women: findings from a general population study.
Alcohol and Alcoholism 1997; 32: 267-74.
21. Beitchman JH, Zucker KJ, Hood JE, Dacosta GA, Ack-
man D, Cassavia E. A review of the long-term effects of
child sexual abuse. Child Abuse Neglect 1992; 16: 101-
18.
22. Mullen PE, Martin JL, Anderson JC, Romans SE, Herbi-
son GP. Childhood sexual abuse and mental health in
adult life. British Journal of Psychiatry 1993; 163: 721-
32.
23. Fergusson DM, Horwood LJ, Lynskey MT. Childhood
sexual abuse and psychiatric disorder in young adultho-
od: II. Psychiatric outcomes of childhood sexual abuse.
Journal of American Academy of Child and Adolescents
Psychiatry 1996; 35: 1365-74.
24. Wilsnack SC, Vogeltanz ND, Klassen AD, Harris TR.
Childhood sexual abuse and women’s substance abuse:
national survey findings. Journal of Studies on Alcohol
1997; 58 (3): 264-71.
25. Fleming J, Mullen PE, Sibthorpe B, Attewell R, Bam-
mer G. The relationship between childhood sexual abuse
and alcohol abuse in women. A case-control study.
Addiction 1998; 93 (12): 1787-98.
26. Schuck AM, Widom CS. Childhood victimization and
alcohol symptoms in females: casual inferences and
hypothesized mediators. Child Abuse Neglect 2001; 25
(8): 1069-92.
27. Carmen EH, Rieker PP, Mills T. Victims of violence and
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 136
136 S. AGRA ROMERO ET AL.
psychiatric illness. American Journal of Psychiatry
1984; 141: 378-83.
28. Bryer JB, Nelson BA, Miller JB, Krol PA. Childhood
sexual and physical abuse as factors in adult psychiatric
illness. American Journal of Psychiatry 1987; 144:
1426-30.
29. Brown GR, Anderson B. Psychiatric morbidity in adult
inpatients with childhood histories of sexual and physi-
cal abuse. American Journal of Psychiatry 1991; 148:
55-61.
30. Downs WR, Capshew T, Rindels B. Relationships bet-
ween adult women’s alcohol problems and their childho-
od experiences of parental violence and psychological
aggression. Journal of Studies on Alcohol 2004; 65 (3):
336-244.
31. Black C, Bucky SF, Wilder-Padilla S. The interpersonal
and emotional consequences of being an adult child of
an alcoholic. International Journal of the Addictions
1986; 21 (2): 213-31.
32. Schaefer MR, Sobieraj K, Hollyfield RL. Prevalence of
childhood physical abuse in adult male veteran alcoho-
lics. Child Abuse Neglect 1988; 12 (2): 141-9.
33. Ireland T, Widom CS. Childhood victimization and risk
for alcohol and drug arrests. International Journal of the
Addictions 1994; 29 (2): 235-74.
34. Widom CS, Ireland T, Glynn PJ. Alcohol abuse in abuse
and neglected children followed-up: Are they at increased
risk? Journal of Studies on Alcohol 1995; 56 (2): 207-17.
35. Langeland W, Hartgers CH. Child sexual and physical
abuse and alcoholism: a review. Journal of Studies on
Alcohol 1998; 59: 336-48.
36. Widom CS, Hiller-Sturmhöfel S; Alcohol abuse as risk
factor for and consequences of child abuse. Alcohol
Research & Health 2001; 25 (1): 52-7.
37. Fergusson DM, Mullen PE. Childhood sexual abuse: an
evidence based perspective. En: Developmental Clinical
Psychology and Psychiatry. Thousand Oaks, CA: Sage
Publications, 1999.
38. Moncrieff J, Farmer R. Sexual abuse and the subsequent
development of alcohol problems. Alcohol & Alcoho-
lism 1998; 33 (6): 592-601.
39. Rose SM, Peabody CG, Stratigeas B. Undetected abuse
among intensive case management clients. Hospital and
Community Psychiatry 1991; 42: 499-503.
40. Yama MF, Fogas BS, Teegarden LA, Hastings B. Child-
hood sexual abuse and parental alcoholism: interactive
effects in adult women. American Journal of Orthopsy-
chiatry 1993; 63: 300-5.
41. Moncrieff J, Drummond DC, Candy B, Checinsky K,
Farmer R. Sexual abuse in people with alcohol pro-
blems. A study of the prevalence of sexual abuse and its
relationship to drinking behavior. British Journal of Psy-
chiatry 1996; 169: 355-60.
42. Singer MI, Petchers MK, Hussey D. The relationship
between sexual abuse and substance abuse among psy-
chiatrically hospitalised adolescents. Child Abuse
Neglect 1989; 13: 319-25.
43. Polusny MA, Follete VM. Long-term correlates of child
sexual abuse: theory and review of the empirical literatu-
re. Applied and Preventive Psychology 1995; 4: 143-66.
44. Boney-McCoy S, Finkelhor D. Is youth victimization
related to trauma symptoms and depression after contro-
lling for prior symptoms and family relationships? A
longitudinal, prospective study. Journal of Consulting
and Clinical Psychology 1996; 64: 1406-16.
45. Cottler LB, Compton WM, Mager D, Spitznagel EL,
Janca A. Posttraumatic stress disorder among substance
users from the general population. American Journal of
Psychiatry 1992; 149: 664-70.
AN. PSIQUIATRIA
46. Miller BA, Maguin E, Downs WR. Alcohol, drugs and
violence in children’s lives. En: Recent Developments in
Alcoholism: Volume 13. Alcoholism and Violence,
Galanter M. ed. New York: Plenum Press, 1997. p. 357-
85.
47. Midanik L. Familial alcoholism and problem drinking in
a national drinking practices survey. Addict Behav 1983;
8: 133-41.
48. Beardslee WR, Son L, Vaillant GE. Exposure to parental
alcoholism during childhood and outcome in adulthood:
a prospective longitudinal study. British Journal of Psy-
chiatry 1986; 149: 584-91.
49. Downs W, Miller B, Gondoli D. Childhood experiences
of parental physical violence for alcoholic women com-
pared with a randomly selected household sample of
women. Violence and Victims, 1987; 2: 225-40.
50. Harrison PA, Hoffmann NG, Edwall GE. Sexual abuse
correlates: similarities between male and female adoles-
cents in chemical dependency treatment. Journal of Ado-
lescent Research 1989; 4: 385-99.
51. Dembo R, Williams L, Wothke W, Schmeidler J, Brown
CH. The role of family factors, physical abuse and
sexual victimization experiences in high-risk youth’s
alcohol and other drugs use and delinquency: a longitu-
dinal model. Violence and Victims 1992; 7: 245-66.
52. Kangs S, Magura S, Laudet A, Whitney S. Adverse
effects of child abuse victimization among substance-
using women in treatment. Journal Interpersonal Violen-
ce 1999; 14: 657-670.
53. Thornberry TP, Ireland TO, Smith CA. The importance
of timing: the varying impact of childhood and adoles-
cent maltreatment on multiple problem outcomes. Ame-
rican Society of Criminology Conference, 2000.
54. Garbarino J, Kostelny K. Child maltreatment as a com-
munity problem. Child Abuse Neglect 1992; 16: 455-64.
55. Rishters JE, Martinex P. The NIMH Community Violen-
ce Project I: children as victims of and witnesses to vio-
lence. Psychiatry 1993; 56: 7-21.
56. Ernst JS. Community-level factors and child maltreat-
ment in a suburban county. Social Work Research 2001;
25: 133-43.
57. Dore MM. Impact and relationship of substance abuse
and child maltreatment: risk and resiliency factors. What
research tell us. Protecting Children in Substance Abu-
sing Families Conference; Minneapolis, 1998.
58. Amark C. A study in alcoholism: clinical, social-psy-
chiatric and genetic investigations. Acta Psychologica
Neurologica Scandinavica suppl 1951; 70: 1-283.
59. Miller NS, Gold MK. Alcohol. Barcelona: Ediciones en
Neurociencias, Citran, 1993.
60. Goodwin DW. Is alcoholism hereditary? New York:
Oxford University Press, 1976.
61. Goodwin DW. Alcoholism and genetics: the sins of the
fathers. Archives of General Psychology 1985; 42: 171-
4.
62. Steinglass P, Bennett LA, Wolin SJ, Reiss D. La Familia
Alcohólica. Barcelona: Editorial Gedisa, 1989.
63. Pickens RW, Svikis DS, McGue M. Heterogeneity in the
inheritance of alcoholism. Archives of General Psy-
chiatry 1991; 48: 19-28.
64. Heath AC, Meyer J, Jardiner R. The inheritance of alco-
hol consumption patterns in a general population twin
sample. II. Determinants of consumption frecuency and
quantity consumed. Journal of Studies on Alcohol 1991;
52: 425-33.
65. Goodwin DW, Schulsinger F, Hermansen L. Alcohol
problems in adoptees raised apart from alcoholic biolo-
gical parents. Archives of General Psychology 1973; 28:
238-43.
08. SANTIAGO AGRA 24/6/05 11:17 Página 137
Vol. 21. N.º 3, 2005 ALCOHOL Y ABUSOS INFANTILES: LA TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL DEL ALCOHOLISMO
66. Goodwin DW, Schulsinger F, Knop J, Mednick S, Guze
SB. Alcoholism and depression in adopted-out daughters
of alcoholics. Archives of General Psychology 1977; 34:
751-5.
67. Bohman M. Some genetic aspects of alcoholism and cri-
minality: a population of adoptees. Archives of General
Psychology 1978; 35: 269-76.
68. Cloninger CR, Bohman M, Sigvardsson S. Inheritance
of alcohol abuse: cross fostering analysis of adopted
men. Archives of General Psychology 1981; 38: 861-8.
69. Cadoret RJ, Cain CA, Grove WM. Development of alco-
holism in adoptees raised apart from alcoholic biologic
relatives. Archives of General Psychology 1980; 78:
561-3.
70. Cadoret RJ, Troughton E, O’Gorman TW. An adoption
study of genetic and environmental factors in drug abu-
se. Archives of General Psychology 1986; 43: 1131-6.
71. Sigvardsson S, Bohman M, Cloninger R. Replication of
the Stockholm adoption study of alcoholism. Archives
of General Psychology 1996; 53: 681-7.
72. Goodwin DW, Schulsinger F, Knop J. Psychopathology
in adopted and non-adopted daughters of alcoholics.
Archives of General Psychology 1979; 34: 1005-9.
73. Cadoret RJ, Winokur G, Langbehn D. Depression spec-
trum disease. I. The role of gene-environment interac-
tion. American Journal of Psychology 1996; 153: 892-9.
74. McGue M, Sharma A, Benson P. Parent and sibling
influences on adolescent alcohol use and misuse: evi-
dence from a US adoption cohort. Journal of Studies on
Alcohol 1992; 57: 8-18.
75. Cutrona CE, Cadoret RJ, Suhr JA. Interpersonal varia-
bles in the prediction of alcoholism among adoptees:
evidence for gene-environment interactions. Com Psy-
chol 1994; 35: 171-9.
76. Schuckit MA. Differences in plasma cortisol after etha-
nol in relatives of alcoholics and controls. Journal of Cli-
nical Psychiatry 1984; 45: 374-9.
77. Schuckit MA. Subjective responses to alcohol in sons of
alcoholics and controls. Archives of General Psychiatry
1985; 41: 879-84.
78. Schuckit MA, Li Ti-K, Cloninger CR, et al. Genetic of
alcoholism. Alcoholism. Clin Exp Res 1985; 9: 475-92.
79. Schuckit MA. A clinical model of genetic influences in
alcohol dependence. Journal of Studies on Alcohol
1994; 55: 5-17.
137
80. Tarter RE. Developmental behaviorgenetic perspective
of alcoholism etiology. Recent Developments in Alco-
holism 1991; 9: 69-85.
81. Wiers RW, Sergeant JA, Guning WB. Psychological
mechanism of enhanced risk of addiction in children of
alcoholics: a dual pathway? Acta Paediatrica 1994; 404
(Supl.): 9-13.
82. Van Exan J, Kranck M, Wall AM, Lai D, Wekerle C,
McKee SA. Understanding adolescent’s current and
intended alcohol consumption patterns: a test of social
learning theory. Project on Adolescent Trajectories and
Health (PATH), 2003.
83. McKee SA, Hinson RE. If your father drinks then you
had better like your mother: maternal buffering affects
involved in paternal identification and paternal alcohol
use. Alcoholism: Clinical and Experimental Research,
23, 118a.
84. Wall AM, McKee SA. Cognitive social learning models
of substance abuse and intimate violence. En: Wekerle
C, Wall AM, eds. The Violence and Addiction Equation:
theoretical and clinical issues in substance abuse and
relationship violence. Philadelphia: Brunner/Mazel,
2001.
85. Bandura A. Social foundation of thought and action: a
social cognitive theory. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-
Hall, 1986.
86. Kandell DB, Andrews K. Processes of adolescent socia-
lization by parents and peers. The International Journal
of Addictions 1987; 22 (4): 319-42.
87. Wolin SJ, Bennett LA, Noonan DL, Teitelbaum MA.
Disrupted family rituals. Journal of Studies on Alcohol
1980; 41: 199-214.
88. Bennett LA, Wolin SJ, Reiss D. Couples at risk for
transmission of alcoholism: protective influences.
Family Process 1987; 26: 111-29.
89. Jacob T, Johnson S. Parent-child interaction among
depressed fathers and mothers: impact on child functio-
ning. Journal of Family Psychology 2001; 15 (1): 38-
52.
90. Patterson GR, Reid J, Dishion T. Antisocial boys. Euge-
ne, OR: Castilia, 1992.
91. Tower CC. The role of educators in the prevention and
treatment of child abuse and neglect. A Report to Con-
gress on Substance Abuse and Child Protection. Was-
hington DC: U.S. Government Printing Office, 1992.