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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD


ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE ENFERMERÍA

CONSTIPACION INTESTINAL

DEFINICION

También conocida como estreñimiento es el acumulo de los residuos fecales en el


intestino durante un tiempo superior al normal. Esto provoca que las heces se vuelvan duras
siendo difíciles de evacuar o provocando dolor al intentarlo. También es posible que sienta que se
necesita evacuar el intestino incluso después de que lo ha hecho.

Sólo un 5% de los niños sufren de constipación por causas orgánicas o congénitas. En más del
95% de los casos esta es crónica, ósea que se da una defecación infrecuente o dificultosa en
forma persistente, o sensación de evacuación incompleta.

TIPOS

Funcional

Es el tipo más frecuente de constipación.


Puede ser de origen:

 Dietético:
 Psicológico: (más frecuente en los mayores de 2 años).
 Otros tipos de causas: como la fiebre, viajes, mudanzas, separación familiar y los largos
períodos de inmovilización por enfermedad.

En general la constipación funcional se origina a partir de la negación del niño por defecar
debido a la presencia de dolor en la región anal, pero existen a su vez factores que pueden
exacerbar o empeorar este tipo de constipación.

Orgánica
Son producidas por enfermedades tanto de localización intestinal como extraintestinal.
Se destacan:

Las malformaciones anales, estenosis anal, inflamaciones, hemorroides, fisuras anales,


megacolon, Chagas, Enfermedades neurológicas, diabetes, hipotiroidismo, y las debidas a causas
medicamentosas (antiácidos, anticonvulsivantes, bismuto, antiespasmódicos, etc.).

CLASIFICACION
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 Pasajera. Surge de forma temporal por una causa externa relacionada con un cambio de
dieta, de ritmo de vida, vacaciones, estrés, falta de ejercicio, toma de un medicamento.
Cuando desaparece esta causa, se retoma el ritmo normal.
 Crónica o habitual. Se produce durante largos periodos de tiempo. En estos casos hay
que establecer un diagnóstico para descartar que lo provoque una enfermedad. Se deben
adoptar hábitos saludables que restablezcan el ritmo normal de la defecación.

En el caso de que parezca que la causa más probable puede ser un tumor, hay que estudiar el
intestino. Para ello se utiliza un colonoscopio, que consiste en un tubo con una cámara incorporada
que permite ver las paredes del intestino y descubrir la presencia de tumores u otras lesiones.

CAUSAS

Entre los factores que pueden contribuir a la constipación se incluyen los siguientes:

 Retención. El niño puede ignorar la necesidad de ir al baño a defecar porque tiene miedo o
porque no quiere interrumpir algún juego. Algunos niños retienen cuando están lejos de su
casa porque se sienten incómodos al usar baños públicos.

La evacuación intestinal dolorosa causada por heces largas y duras también puede producir
retención. Si el niño siente dolor al defecar, es posible que quiera evitar esta experiencia
que le provoca tanta angustia.

 Problemas para aprender a ir al baño. Enseñarle al niño a ir al baño muy tempranamente,


puede no querer hacerlo y contener las heces. Si este proceso de enseñanza se transforma
en una guerra, la decisión voluntaria de ignorar las ganas de defecar puede convertirse
rápidamente en un hábito involuntario difícil de cambiar.

 Cambios en la alimentación. Una alimentación con poca cantidad de vegetales y frutas


ricos en fibra o agua puede causar constipación. Uno de los momentos más habituales en
el que los niños se constipan es cuando cambian de una alimentación con líquidos a una
que incluya sólidos.

 Cambios en la rutina. Cualquier cambio en la rutina del niño —como un viaje, el clima
caluroso o el estrés— puede afectar la función intestinal. Los niños también son más
propensos a sufrir constipación cuando empiezan a ir a la escuela fuera de casa.
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 Medicamentos. Algunos antidepresivos y otros medicamentos pueden contribuir a la


constipación.

 Antecedentes familiares. Los niños que tienen familiares que han sufrido constipación son
más propensos a tenerla. Esto puede darse por compartir factores genéticos o ambientales.

 Enfermedades. No es frecuente que la constipación en niños indique una malformación


anatómica, un problema en el sistema metabólico o digestivo, u otra enfermedad no
diagnosticada.

FISIOPATOLOGIA

En el desarrollo de la continencia fecal existen una serie de factores que influyen en la misma: un
reservorio rectal intacto, la correcta inervación y propiocepción del complejo muscular anorrectal,
funcionamiento coordinado del esfínter externo con el esfínter interno, así como la normal
percepción en el margen anal y un desarrollo cognitivo apropiado en la corteza cerebral.

El adecuado conocimiento de todos los mecanismos implicados en la defecación y la continencia


nos ayudan a la mejor comprensión del estreñimiento y sus consecuencias.

Una compleja mezcla de contracciones en el segmento proximal y relajaciones en el distal mueven


la materia fecal dirigiéndola hacia la región anal. Cuando el bolo fecal alcanza las paredes del
recto, las distiende y con este proceso de estiramiento de las paredes del recto, detectado por los
presorreceptores, se inicia el acto de la defecación15.

En este momento las paredes rectosigmoideas se contraen y el esfínter anal interno se relaja
(reflejo rectoesfinteriano, reflejo inhibitorio anal o RIA) mediado por las vías parasimpáticas,
induciendo así el deseo de defecar. El esfínter externo que es un músculo estríado, de control
voluntario, regula este deseo. Si las condiciones son favorables el niño aumenta la presión
abdominal, desciende el suelo pélvico, relaja su esfínter externo, el músculo puborrectal y se
produce la defecación. Pero en otras condiciones se inhibe voluntariamente la defecación,
contrayendo el esfínter anal externo y el músculo puborrectal. Esta contracción voluntaria del
esfínter externo se conoce como el reflejo anal excitador (RAE) y permite mantener la continencia,
hasta la desaparición del deseo de defecar. Se trata de un reflejo aprendido con el entrenamiento,
y por lo tanto susceptible de perfeccionamiento.
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En el proceso madurativo y a lo largo de la vida, se producen muchos más fenómenos inhibitorios


que fenómenos defecatorios.

El complejo rectoanal, en condiciones normales, se comporta como una válvula perfecta, ya que
no solamente regula las deposiciones, sino que analiza el contenido del recto y mediante el reflejo
sensoriomotor discrimina este contenido, dejando expulsar por ejemplo el contenido gaseoso, sin
permitir la salida de contenido fecal.

Cuando crónicamente se retienen las heces, los presorreceptores rectales disminuyen su


sensibilidad, adaptándose a una mayor repleción y dificultando todo el mecanismo anteriormente
explicado. Se necesita una mayor presión (mayor bolo fecal) para relajar el esfínter interno y
desaparece el reflejo anal excitador, lo que lleva aparejada la aparición de la encopresis.

Las heces retenidas, se deshidratan y endurecen, aumentando progresivamente su volumen y


cuando el proceso retentivo se vence, el bolo fecal produce en su salida fisuras, sangrado y dolor.
Este dolor origina un bloqueo voluntario de la defecación, y el conocido círculo vicioso de: dolor
→ retención fecal → temor a la defecación con bloqueo voluntario de la misma → distensión
rectal por fecalomas → encopresis → formación de fisuras → dolor. El final es la persistencia de
estreñimiento.

CUADRO CLINICO

 Deposiciones pobres o muy secas con períodos prolongados entre ellas.


 Presencia de muchos gases.
 Menos de tres movimientos intestinales por semana
 Dolor con el movimiento intestinal
 Dolor y hinchazón abdominal
 Rastros de heces líquidas o similares a la arcilla en la ropa interior de tu niño (esto indica que
las heces retroceden en el recto)
 Sangre en la superficie de las heces duras
 Fiebre
 Vómitos
 Sangre en las heces
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DIAGNOSTICO
Luego del interrogatorio y la búsqueda de antecedentes el pediatra examinará al paciente y dentro
de esta evaluación puede incluir en casos puntuales la realización de tacto rectal para la valoración
del tono muscular y tamaño del esfínter anal determinando también si la ampolla rectal (parte final
del recto) se encuentra ocupada o no con materia fecal.
En casos específicos puede requerir de estudios complementarios como, radiografías, colon por
enema, manometría anorectal (para medir la presión y sensibilidad esfinteriana y rectal) y necesitar
en determinados casos la solicitud de una biopsia rectal.
Lógicamente no toda constipación o estreñimiento requiere de este tipo de estudios o maniobras
siendo la clínica e historia del paciente lo que justifique su realización.
TRATAMIENTO
Para prevenir y tratar estos cuadros la dieta rica en fibra es un punto fundamental.
A esto se le debe sumar la adecuada tolerancia y dentro de ellos tenemos algunos alimentos.

 Jugos frutales exprimidos de cítricos (naranja, mandarina)


 Verduras: acelga, espinaca, lechuga, etc.

Tratamiento medicamentoso

Enemas
Los enemas que se usan en pediatría son enemas que se preparan con solución salina (solución
fisiológica) y aceite mineral, deben tener una proporción adecuada para cada edad.
Los microenemas que se venden en farmacias pueden resultar en casos leves, pero su volumen
es muy bajo y no hay garantía de éxito.
Además, poco sirve el plan de enemas si no se sigue una dieta adecuada que contenga, jugos
naturales (naranja, ciruela); vegetales y fibra de los granos de cereales.
El uso de supositorios rectales realmente están en discusión ya que las constipaciones leves
pueden solucionarse con dieta o eventual uso de medicamentos orales y las constipaciones
moderadas requieren de enemas que son mucho más efectivas que estos productos.
El uso de medicamentos como lubricantes debe ser bajo la estricta supervisión del pediatra, entre
estos productos encontramos la vaselina líquida que puede indicarse en mayores de 1 año.

Esto es de destacar ya que el uso de estos sin ningún control puede llevar a pérdidas de vitaminas
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A, D y K, también llevar a un "acostumbramiento intestinal" con la consiguiente persistencia de


mala función del intestino.
Otros medicamentos usados son el sorbitol, lactulosa o hidróxido de magnesio.
El tiempo del tratamiento depende de cada caso en particular, pero habitualmente no son
tratamientos cortos.
Nuevamente nos parece importante destacar que los niños pueden variar su ritmo de defecación,
pudiendo presentar deposiciones infrecuentes de consistencia normal, representando su patrón
habitual de defecación y no una enfermedad.
Un niño normal puede tener un ritmo defecatorio cada 2 a 5 días sin dificultad, lo que no implica
que sea constipado.

COMPLICACIONES

A pesar de que la constipación en los niños puede ser incómoda, por lo general no es grave. Sin
embargo, si la constipación se vuelve crónica, pueden ocurrir complicaciones, como las siguientes:

 Roturas dolorosas en la piel que recubre el ano (fisuras anales)


 Prolapso rectal (cuando el recto sale afuera del ano)
 Retención de heces
 Evitar defecar debido al dolor, lo que provoca que las heces retenidas se acumulen en el
colon y el recto, y se filtren (encopresis)

PREVENCIÓN

Para ayudar a prevenir la constipación en los niños:

 alimentos con alto contenido de fibra.

 beber abundante cantidad de líquidos. El agua suele ser la mejor opción.

 Promueve la actividad física. La actividad física regular ayuda a estimular la función


intestinal normal.

 rutina de evacuación. Reservar regularmente tiempo después de las comidas para que
el niño vaya al baño.
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 Revisar la medicación. Si el niño toma un medicamento que causa estreñimiento,


consultar al médico sobre otras opciones.

DOLOR ABDOMINAL AGUDO

En Pediatría de Atención Primaria, el dolor abdominal constituye uno de los motivos de consulta
más frecuente, tanto en su presentación como episodios agudos, como en la presentación de
dolores abdominales de manera intermitente y recurrente. En el caso de cuadros agudos, existe
mayor número de causas orgánicas; mientras que, en el dolor abdominal crónico o recidivante,
encontramos con mayor frecuencia una etiología funcional.

El dolor abdominal agudo (DAA) comprende todas aquellas situaciones clínicas donde el síntoma
principal es la sensación dolorosa intensa abdominal. Representa, por ello, un claro motivo de
urgencia. El dolor puede ser secundario a múltiples causas, tanto relacionadas con patologías
intraabdominales, como extra abdominales.

El estudio y manejo del dolor abdominal agudo son de gran importancia, pues de una correcta
valoración, puede depender, en ocasiones, la vida del paciente. En el ámbito extrahospitalario,
contamos con muy escasos exámenes complementarios que nos puedan ayudar a investigar la
etiología del cuadro clínico; por lo que, una buena anamnesis y exploración física son esenciales
en la valoración de un dolor abdominal agudo. En el ámbito hospitalario, se realizan una cuidada
anamnesis y exploración física, ayudadas, si procede, de algunas exploraciones complementarias,
las que permitan llegar a un correcto diagnóstico y descartar precozmente una causa que precise
tratamiento quirúrgico inmediato, denominado abdomen agudo.

Fisiopatología

El dolor abdominal agudo puede estar originado tanto a nivel abdominal como extra abdominal.
Puede presentarse como: dolor visceral, dolor somático-peritoneal o dolor referido.

El tipo de dolor abdominal agudo puede ser, en función de su origen, abdominal o extra abdominal.

Abdominal: el que se origina en cualquier segmento del tubo digestivo, en cualquier víscera sólida
o estructura abdominal (hígado, bazo, páncreas, vesícula o mesenterio), del sistema
genitourinario, de la columna vertebral, de la piel o estructuras blandas de la pared abdominal.
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Extra abdominal: cuyo origen puede situarse fuera del abdomen, como puede ser el tórax,
estructuras ORL o bien neuropsicológico.

Fisiopatológicamente, el dolor abdominal agudo puede ser de tres tipos: dolor visceral, dolor
somático o peritoneal y dolor referido.

El dolor visceral tiene su origen en los receptores situados en las vísceras huecas o sólidas
abdominales, en las serosas que las recubren o en el peritoneo visceral. Es un dolor de transmisión
lenta y se hace a través de las fibras C de las vías aferentes vegetativas. Se percibe con poca
precisión, está mal localizado y es difuso. Frente a este dolor, el paciente tiende a doblarse sobre
sí mismo para calmarlo, cambia frecuentemente de postura y muestra inquietud. La intensidad
suele ser variable y se asocia con frecuencia a manifestaciones vágales.

El dolor somático o peritoneal tiene su origen en los receptores del peritoneo parietal, piel y
músculos, y es conducido por las fibras aferentes de tipo A de los nervios espinales, que son fibras
de transmisión rápida. Se trata de un dolor que se localiza bien, punzante, muy intenso y que
provoca una quietud absoluta, originando una clara posición antiálgica, la cual se intenta mantener
de una forma permanente.

El dolor referido es el que tiene su origen en regiones alejadas de donde se manifiesta. Se trata
de un dolor de proyección cerebral, cuyo origen puede ser tanto visceral como somático .

Comienzo y evolución del dolor

El cambio en la localización del dolor tiene importancia diagnóstica. La ubicación del dolor en el
momento de presentación del paciente debe ser distinguido de la ubicación cuando se inició el
dolor. El mejor ejemplo es la apendicitis aguda, que usualmente se inicia con dolor periumbilical
para luego exhibir dolor sobre el cuadrante inferior derecho.
El comienzo y evolución del dolor son variables. El dolor puede ser:

Explosivo, o sea que aparece en el curso de unos pocos segundos.


De rápida evolución, que es el dolor que se desarrolla y avanza en el curso de 1-2 horas.
Gradual, el dolor que se desarrolla en el curso de varias horas.

Crass & Trunkey clasifican así los tipos de dolor:


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o Muy agudo, el que no se alivia con las dosis de narcóticos; suele indicar trastornos vasculares
como oclusión coronaria, rotura de un aneurisma u oclusión mesentérica.
o Intenso, el que se controla rápidamente con medicamentos y que es característico de la
pancreatitis aguda y de la peritonitis, o también de las isquemias intestinales por
estrangulamiento o por accidente vascular.
o Sordo, vago y mal localizado, que no requiere analgésicos para su control, y que generalmente
es de inicio gradual. La apendicitis aguda y la diverticulitis se presentan en esta forma.
o Intermitente o de tipo cólico, que se acompaña de ruidos peristálticos marcados; es típico de la
enfermedad diarreica aguda ("gastroenteritis"). En las obstrucciones intestinales también es
frecuente este tipo de dolor.

Exploración física abdominal:

1. Inspección: cicatrices de cirugía previa, distensión, hematomas, rash, petequias, púrpura,


inflamación externa, masas inguinales o escrotales, signos externos de movimientos intestinales…

2. Auscultación: la presencia de ruidos abdominales con signos de lucha y alternándose con


periodos de silencio, sugieren obstrucción. La disminución de ruidos abdominales nos hace pensar
en peritonitis y la ausencia total de ellos nos indicará la existencia de un íleo. Debemos realizar
también auscultación cardiopulmonar, pues pueden hallarse signos que nos ayuden al diagnóstico
del dolor abdominal (disminución de murmullo vesicular en casos de neumonías, auscultación de
latidos cardíacos de predominio en hemitórax derecho en casos de situs inversus…).

3. Percusión: la presencia de un timpanismo generalizado nos hará pensar en obstrucción o


perforación intestinal. La existencia de matidez nos ayudará a valorar organomegalias y áreas de
defensa generadas por peritonismo.

4. Palpación: deberemos realizarla de manera suave y valorando la expresión del niño, buscando
rigideces y masas. La iniciaremos por el área menos dolorosa y, finalmente, localizaremos el área
de mayor intensidad dolorosa. También, buscaremos signos como el de Blumberg, Rovsing o el
de McBurney. Debemos conocer la correlación anatómica de los nueve cuadrantes, en los que
puede ser dividido el abdomen. Constituye la parte más importante de la exploración, para evaluar
el aparato digestivo, y requiere una sistematización y dedicación, que no permita pasar por alto
detalles que pudieran ser importantes.

Exploraciones complementarias
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Hematimetría: la leucocitosis con neutrofilia se encuentra en la mayoría de los casos de


apendicitis, en algunas colecistitis y en aproximadamente, la mitad de los casos de obstrucción
intestinal. La presencia de anemia nos orientará a patología con pérdidas sanguíneas. El examen
de células periféricas puede evidenciar la destrucción de hematíes y la existencia de trombopenia,
como señales de un síndrome hemolítico-urémico.

Bioquímica: los niveles en suero de amilasa, transaminasas y lacticodeshidrogenasa, ayudarán en


el diagnóstico de pancreatitis, enfermedades del tracto biliar o hepatitis. Los niveles de urea y
creatinina nos ayudarán en la valoración de función renal y estado de hidratación. Podemos
encontrar hiperglucemia con acidosis metabólica, en situaciones de cetoacidosis diabética. Una
acidosis respiratoria nos guiará a estudiar patologías respiratorias que puedan ocasionar dolor
abdominal. Tanto una VSG elevada como una PCR elevada son elementos de sospecha de
infección e inflamación.

Orina: piuria en infecciones urinarias o en casos de apéndice retrocecal o próximo a la uretra.


Puede existir hematuria en litiasis renal e infecciones de orina. Si la hematuria se asocia a
proteinuria, tendremos que valorar la posibilidad de una púrpura de Schönlein-Henoch o de un
síndrome hemolítico-urémico. Glucosuria y cetonuria podemos hallarlas en debut diabético.

Test de embarazo: en adolescentes con actividad sexual. En primer lugar, para descartar la
posibilidad de embarazo antes de realizar estudios radiológicos. En segundo lugar, para el estudio
de DAA en situaciones de embarazo, como embarazo extrauterino.

Radiografía simple de abdomen: en bipedestación, decúbito supino o decúbito lateral derecho,


principalmente. Valorar silueta, tamaño y localización de riñones, hígado y bazo. Los bordes del
psoas deben ser nítidos, su borrosidad podrá indicarnos un proceso inflamatorio o un tumor
retroperitoneal. La existencia de calcificaciones podemos encontrarlas en litiasis de vías biliares o
de vías urinarias; también, en: apendicolitos, ganglios calcificados y en algunos tumores. Será
patológica la existencia de niveles hidroaéreos, asas dilatadas o engrosadas y la presencia de
neumoperitoneo o de neumatosis intestinal. Podemos encontrarnos ausencia de aire distal en el
síndrome obstructivo.

Ecografía abdominal: es una prueba de imagen de gran relevancia dentro del estudio de DAA.
Presenta utilidad en la valoración de apendicitis aguda y es altamente válida en la invaginación
intestinal. Ayuda al diagnóstico de patología pancreática, de vesícula biliar, hidronefrosis, quistes
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ováricos, torsiones ováricas y presencia de embarazos. La ecografía doppler será de gran ayuda
diagnóstica en la torsión testicular y en la epididimitis.

Tomografía computarizada abdominal: puede ayudar en algunas apendicitis, en tumores y


traumatismos abdominales.

Invaginación intestinal

Es la causa más frecuente, de obstrucción intestinal entre los 2 meses y los 2 años de vida. Se
estima su incidencia en 0,5-4/1.000 nacidos vivos, siendo más frecuente en varones (4:1) y en
raza blanca..

El cuadro clínico consiste, habitualmente, en: dolor abdominal brusco, con encogimiento, palidez
e irritabilidad. Inicialmente, el paciente permanece asintomático entre las crisis de dolor, pero, al
cabo de unas horas, aparece palidez y decaimiento. Existen vómitos, aproximadamente, en un
50% de los casos. Al principio, puede haber heces de consistencia normal, pero, es frecuente, el
estreñimiento acompañado de la ausencia de expulsión de gases por ano. La aparición de heces
en “jalea de grosella”, con sangre y moco, ocurre cuando el cuadro clínico está ya evolucionado.
En cualquier niño menor de tres años, con crisis agudas de dolor abdominal tipo cólico, debe
sospecharse el diagnóstico de invaginación abdominal.

La exploración física suele ser normal entre los episodios y, en ocasiones, puede palparse la
cabeza de la invaginación, “morcilla”, habitualmente en la parte superior del hemiabdomen
derecho. Al progresar el cuadro clínico, la palpación abdominal se hace dolorosa, con signos de
peritonismo y distensión abdominal. Al tacto rectal, se puede apreciar mucosidad sanguinolenta y,
en raras ocasiones, el intestino invaginado prolapsa a través de ano.

El tratamiento consiste en la reducción hidrostática, mediante enema opaco, enema de aire o suero
salino, bajo estricto control radiológico. Está contraindicada esta técnica en casos de: sospecha
de perforación o necrosis, invaginación ileoileal, distensión abdominal importante, hemorragia
rectal, shock o cuadro clínico de 48 o más horas de evolución. En el caso de fallo resolutorio
mediante enema o si éste estuviera contraindicado, se procederá a la reducción quirúrgica.

Apendicitis aguda
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La apendicitis aguda es la urgencia abdominal quirúrgica de mayor frecuencia en la infancia. La


clínica se caracteriza por un cuadro de dolor, inicialmente, periumbilical o epigástrico, con posterior
emigración hacia fosa ilíaca derecha. Inicialmente, el dolor de tipo visceral, manifestándose como
un dolor sordo y urente; posteriormente, al evolucionar el proceso inflamatorio y haber participación
del peritoneo, se pone en marcha el reflejo peritoneocutáneo de Morley y el dolor se localiza con
más precisión, en fosa ilíaca derecha. El dolor puede aparecer, también, en otras localizaciones,
como: hipogastrio, pelvis o en ingle, si el apéndice tiene localización retrocecal. En otras
ocasiones, el dolor puede estar situado en fosa ilíaca izquierda, como ocurre en pacientes donde
su apéndice, debido a su particular desarrollo embriológico, aparece en dicha localización. El dolor
empeora con los movimientos e incluso con la tos. Pueden aparecer otros síntomas, como:
náuseas, vómitos, estreñimiento, diarrea, febrícula o fiebre y anorexia. También, pueden
presentarse síntomas miccionales. Es muy importante preguntar si el paciente está recibiendo o
ha recibido recientemente antibioterapia o analgesia, pues la sintomatología puede estar
enmascarada.

Pancreatitis

Entre la etiología conocida más frecuente, se encuentra la traumática, así como por tóxicos o
fármacos.

La clínica destacable consiste en: dolor abdominal, vómitos y fiebre. Aparece dolor epigástrico que
aumenta tras la ingesta y que se puede irradiar a espalda. La forma más aguda y grave es la
pancreatitis hemorrágica, siendo ésta rara en niños.

El diagnóstico se realiza por la clínica y se confirma mediante la determinación de amilasa y/o


lipasa. El niño puede adoptar una postura antiálgica, con caderas y rodillas flexionadas. El
abdomen suele estar distendido, con ausencia de movimientos peristálticos y presenta exploración
dolorosa, en ocasiones, con palpación de una masa. La radiografía de tórax y abdomen pueden
dar hallazgos inespecíficos. La ecografía abdominal y la TAC son de gran utilidad, tanto en el
diagnóstico como en el seguimiento.

En cuanto el tratamiento, los objetivos son: aliviar el dolor y corregir las alteraciones metabólicas.
Se realiza tratamiento conservador, con: dieta, corrección hidroelectrolítica y analgesia. En
ocasiones, puede ser necesaria cirugía.
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Hernia inguinal incarcerada

El 1-4% de los niños presentan hernias inguinales. Son más frecuentes en el sexo masculino (6/1)
y en el lado derecho. Los recién nacidos pretérmino tienen mayor riesgo de presentar hernias. La
mayor parte de las hernias incarceradas se presentan durante el primer año de vida.

Las hernias asintomáticas suelen manifestarse como una masa indolora en la región inguinal.
Cuando tiene lugar la incarceración, se hacen prominentes y dolorosas. El primer síntoma de una
hernia incarcerada suele ser el llanto brusco, con irritabilidad y rechazo de tomas; posteriormente,
vómitos, que pueden llegar a ser biliosos.

El diagnóstico se realiza, en la mayoría de los casos, por la clínica y la exploración física. Puede
ser ayudado por ecografía.

En cuanto al tratamiento, podemos intentar la reducción manual, aplicando frío local, analgésicos
y situando al niño en posición de Trendelenburg. Si la reducción no es posible, la hernia lleva
mucho tiempo incarcerada o existen signos de isquemia, se precisa de cirugía.

Cuidados de Enfermería

 Tome la temperatura del niño cada 4 horas.


 Haga que el niño descanse hasta que se sienta mejor.
 Pregunte cuándo el niño puede volver a comer alimentos sólidos. Le pueden
recomendar que no le dé alimentos sólidos a su niño por 24 horas.
 Administre al niño una solución de rehidratación oral o suero oral. El suero oral es un
líquido que contiene agua, sal y azúcar que ayuda a prevenir la deshidratación. Pregunte
qué tipo de solución de rehidratación oral debe usar y la cantidad que debe darle a su
niño.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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https://www.hhp.es/blog/constipacion-intestinal/

http://www.zonapediatrica.com/constipacion-generalidades.html

https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/constipation-in-children/symptoms-
causes/syc-20354242

https://www.mdsaude.com/es/2016/01/estrenimiento.html

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