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Informe Socioeducativo

Enrique Suárez García

La Justicia Reparadora y la Socialización del Menor Infractor


Máster Oficial en Psicología Jurídica y Forense
Escuela Internacional de Posgrado
Universidad de Granada
INFORME SOCIOEDUCATIVO

A petición de la Fiscalía de Menores, y con fecha de dieciséis de marzo de 2013, el


Equipo Técnico del Máster Oficial de Psicología Forense de la Universidad de Granada,
ha elaborado este Informe Socioeducativo, tras evaluar psicológica forense a D. Padre,
varón de 17 años de edad (nacido el 7 de Septiembre de 1994), con DNI: 77544455-W,
y con domicilio en el Hogar San José, Calle de Mariano Pola, 52, 33212, Gijón,
Asturias.

Para la realización del presente informe se ha realizado, por un lado, un análisis


documental de diecinueve documentos, diez de ellos procedentes de Servicios sociales y
nueve de la Fiscalía de Menores. Las instituciones emisoras de los informes analizados
son el Instituto Asturiano de Atención Social a la Infancia, Familia y Adolescencia,
Servicios Sociales, el Colegio Público Evaristo Valle, el Instituto de Educación
Secundaria Rosario de Acuña, la Comisión del Menor, la Fundación Siloé, la Unidad de
Primera Acogida, la Policía Local del Ayuntamiento de Gijón, el Equipo Técnico de la
Fiscalía de Menores, la Asociación Trama y la Fundación Diagrama Generalitat
Valenciana.

Por otro lado, se ha analizado una entrevista realizada al profesional asignado


como consecuencia de la última medida adoptada desde el juzgado de menores, y otra
realizada al propio menor.

Se trata de una familia monoparental compuesta por la madre, José Antonio, que
es el hijo mayor, sus cuatro hermanas y su hermano pequeño (ver Figura 1). El menor,
nacido en septiembre de 1994, es hijo de la primera relación de su madre, con una
pareja de la cual no se tiene constancia y que no lo reconoce ni tiene contacto con él. El
resto de hermanas, nacidas en 1998, 1999 y 2004, vienen de otra relación que tiene la
madre con otro hombre, que no las reconocerá pero que sí ejercerá funciones parentales
hasta el fin de la relación. La cuarta hermana nunca llega al hogar familiar, puesto que
es retirada al nacer debido a un expediente que refería consumo de sustancias y
gestación descontrolada. Años más tarde, en 2010, nace un quinto hijo del mismo padre
que las tres hijas.

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Abuela

Tío
Madre materno Otros tíos
cercano

José
Hermana 2 Hermana 3 Hermana 4 Hermano 5
Antonio

Figura 1: Representación gráfica de la familia.

Desde el momento en el que la cuarta hija es retirada de la madre y se emite


informe de desamparo, la familia empieza un patrón repetido de entradas y salidas en
Servicios Sociales, llegando a estar la guarda de los niños a cargo de la Entidad Pública
en algunos momentos.
En todos los informes revisados se describe consistentemente a la mujer como
una persona con dificultades para ejercer su rol materno, y que se muestra desafiante y
poco colaboradora con los servicios de asistencia social. Existen indicios de que
consuma habitualmente crack y cocaína, según atestados policiales. Se alude a su estilo
educativo como permisivo y con escaso o nulo control familiar. En varios informes se
describe el estado de la madre como inestable y nervioso, con escasa capacidad para
educar a sus hijos, llegando a ser calificada de negligente en el desarrollo de sus
funciones parentales. Se menciona que depende en gran medida del apoyo de su madre
(abuela de José Antonio), quien supervisa el estado de la familia. Aunque asume en
ocasiones el grado de descontrol y desestructuración de su núcleo familiar, y a veces
manifiesta deseos de colaborar para mejorar su situación, no lleva a cabo ninguna de las
promesas que realiza a los Servicios Sociales.
Tanto los centros escolares como las asociaciones donde ha llevado a cabo las
tareas socioeducativas de la Libertad Vigilada han destacado consistentemente la falta
de higiene y de hábitos de autocuidado del menor cuando permanecía en casa de su
madre. Los ingresos que recibe esta son escasos, se limitan a un salario social y no se
refiere en los informes que busque empleo.

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La familia pertenece a la etnia gitana, lo que genera en José Antonio cierto
complejo de inferioridad, aspecto que ha sido trabajado durante sus tareas
socioeducativas dentro de sus medidas de Libertad Vigilada. Los apoyos con los que
cuenta la unidad familiar, aparte de los abuelos y el tío de los menores, son escasos.
Durante un periodo de tiempo, un amigo de la familia se presta a reconocer a la segunda
y tercera hija, aunque posteriormente cancela la filiación paterna y pierden el apellido.
No se han encontrado referencias a otros apoyos comunitarios. Una de las relaciones
más cercanas de José Antonio es la que tiene con su tío materno, un año menor que él y
con una larga trayectoria en el juzgado de menores.
José Antonio ha pasado varias temporadas en el domicilio de sus abuelos en
Valencia, donde ha encontrado un ambiente más normalizado, controlado y estable
económicamente. Allí también se encuentran sus tíos, con quienes también conviven.
El primer traslado a Valencia lo realiza junto a sus hermanas dentro de un intento de la
madre de eludir a los servicios de protección, quienes habían retirado la guarda de los
menores. El ambiente del domicilio de sus abuelos es valorado por las repercusiones
positivas que tiene en el menor, dado que allí cuenta con una buena estructuración de
los horarios, buena alimentación y se le exige que se implique en las tareas domésticas,
algo que no encuentra, según los informes, en casa de su madre.
Son varios los informes que describen a José Antonio como un menor no
especialmente problemático. Sin embargo, desde muy temprano se inicia en la actividad
delictiva y en el consumo de alcohol y sustancias. Con apenas catorce años, el menor es
localizado por la policía en la calle durante el horario escolar. Son varios los informes
en los que se le describe como una persona influenciable por sus iguales.
Su ocio de fin de semana, cuando sólo tiene dieciséis años, consiste en salir con
sus amigos durante toda la noche e ingerir grandes cantidades de alcohol, consumir
hachís y pastillas. De sus amistades, sólo se tienen datos de su relación con su tío
materno, que tiene una trayectoria delincuencial prolífica. No obstante, tras haber
cumplido todas las medidas y anticipando su salida del Hogar San José, manifiesta no
tener el mismo contacto con su grupo de amigos.
El menor realiza la Educación Primaria en tres centros diferentes y la ESO en el
I.E.S. Rosario Acuña. A finales de 2006 estudia en el C.P. Evaristo Valle, donde su
rendimiento es académico es bajo y donde presenta problemas de visión y absentismo,
que afectan negativamente a su desempeño. En el instituto falta repetidamente a clase,
llegando el centro a poner en marcha el protocolo de absentismo (en el informe

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educativo del instituto se cuentan 37 faltas justificadas y 264 sin justificar). Los
informes también reflejan su bajo rendimiento y su escasa higiene. La Policía Local le
llega a localizar en la calle en horario escolar junto a otros menores manejando chatarra.
Repite varios cursos, entre ellos primero de ESO, y abandona la escolaridad en segundo,
en el año 2010. Según los informes revisados, el menor carece de motivaciones
escolares y no lo tiene fácil para avanzar. Planteó ocasionalmente problemas en la clase,
aunque en los informes no se da ninguna información destacada sobre problemas de
comportamiento.
La relación entre la familia y los centros educativos no es adecuada. En la ESO
esta relación fue particularmente negativa, llegando la madre a justificar las continuas
faltas de asistencia de su hijo, aludiendo a que se dormía o llegaba tarde. Es ante esta
situación que los Servicios Sociales deciden que es mejor que el menor acuda a un
centro de día durante lo que queda de curso. Durante esta etapa el menor refiere su
interés por incorporarse al mercado laboral.
En el centro de día de la Fundación Siloé, al que acude esporádicamente durante
los dos cursos en los que permanece. Durante el primer curso recibe formación pre-
laboral, y se matricula en un Programa de Cualificación Profesional Inicial para el curso
siguiente. Es a partir de este momento, en 2010, que el menor comienza a recibir las
medidas judiciales, donde cambian los apoyos educativos que recibe.
En 2012, en el Hogar San José recibe apoyo escolar en la escuela de segunda
oportunidad. Los objetivos de la intervención educativa que recibe son: la orientación
laboral, la adquisición de habilidades sociales, el desarrollo de ocio productivo y la
construcción de un auto concepto positivo. Desde allí se refiere que el nivel lector y
dominio del lenguaje de José Antonio son escasos, aunque su disposición ante los
contenidos es positiva.
De lo recogido del informe, se desprende José Antonio presenta un desarrollo
psicológico sin complicaciones mayores, exceptuando un problema de visión que
durante la Educación Primaria le ocasionó problemas. No obstante, como refieren los
informes del Hogar San José, se observan problemas de lectoescritura y de dominio
lingüísticos muy probablemente asociados a una pobre educación escolar. Además,
como se ha referido más arriba, la falta de estructuración del núcleo familiar donde se
ha desarrollado puede ser un obstáculo para una maduración cognitiva sana.

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El menor presenta, según lo recogido en los informes, un patrón desmedido de
consumo de alcohol y sustancias. El ocio del menor se basa en ingerir alcohol, y
consumir hachís y pastillas (probablemente éxtasis y derivados) durante los fines de
semana. Estas conductas representan factores de riesgo para el desarrollo de un perfil de
politoxicomanía.

En lo que respecta a la personalidad del menor, según se refiere en los informes,


se trata de una persona que se deja hacer, es decir, que es influenciable y que adaptará
su comportamiento al de las personas que le rodeen. No obstante, la respuesta del menor
a las Tareas Socioeducativas de sus medidas ha sido bastante positiva, lo que refleja
flexibilidad, capacidad para cambiar y para identificar aquello que le va a repercutir
positivamente.

También muestra una disposición positiva hacia la idea de volver a casa de su


madre, lo que parece indicar que sus vínculos familiares son positivos. En la misma
línea, las motivaciones principales del menor son incorporarse al mercado laboral y
empezar a trabajar, lo cual indica que está estableciendo metas a medio-largo plazo y
comenzando un plan de vida.

En el caso analizado se encuentran cuatro factores de riesgo fundamentales. En


primer lugar, el ambiente de pobreza y desestructuración familiar en el que el menor ha
crecido, con una madre que ha sido calificada en diferentes informes como incapaz de
ejercer su rol y de educar a sus hijos, llegando a referirse a ella como negligente. La
falta de autoridad materna, de supervisión, las actitudes negligentes y el estilo educativo
permisivo son elementos que pueden dificultar que el menor entienda las normas por las
que se rige el mundo, que pueden facilitar que tenga una escasa tolerancia a la
frustración, y que no responda ante figuras sociales de autoridad.

En segundo lugar, la facilidad del menor para ser influido por sus pares, referida
en varios de los informes analizados, unida a un grupo de iguales que se ven envueltos
en actividades delictivas con cierta frecuencia, pueden facilitar que el menor se
implique en actos delictivos. El menor se encuentra en una edad en la que la aceptación
por parte de su grupo de iguales es muy importante. Así, su falta de capacidad para
desvincularse del grupo cuando vayan a llevarse a cabo actos que puedan perjudicarle
puede llevarle a delinquir junto a sus iguales sin necesidad de que sea él quien inicie la
conducta criminal.

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En tercer lugar, el historial fracaso escolar del menor recogido en los informes
implica que el menor ya se ha visto etiquetado como persona no adaptada. Este
etiquetamiento es muy difícil de revertir. Sumado a eso, las dificultades de acceso al
mundo laboral que implican una escolarización pobre son otro obstáculo añadido a la
resocialización de este menor.

En cuarto lugar, el consumo de drogas es un factor de riesgo muy a tener en


cuenta. Pueden darse tres escenarios: que el menor comience a delinquir para conseguir
dinero para asegurarse nuevas dosis, que las drogas desinhiban conductas violentas en el
menor, o que el menor se vea envuelto en actividades delincuenciales en torno al tráico
de drogas.

A la vista de que los factores de riesgo identificados son, en cierta medida,


aspectos de la vida de una persona que se pueden cambiar, es decir, no son estáticos;
podría decirse que el pronóstico del caso es positivo. Será crucial la motivación para el
cambio que muestre el menor.

En vista de los factores de riesgo detallados, se recomienda que el menor siga


planes de ocio alternativo, y actividades extraescolares o deportivas en entornos
diferentes al que frecuentaba antes de seguir las medidas judiciales. Es vital que, dado el
poder que tiene la presión de grupo para el menor, se trate de cambiar su grupo de
iguales por uno que se implique en actividades de carácter proactivo y que tenga unos
hábitos de ocio sanos. Se recomienda que el consumo de alcohol y sustancias del menor
sea supervisado. Asimismo, también podrían resultar muy positivas actividades de
inserción laboral que acerquen al menor al mercado laboral.

La información que aparece recogida en este informe es fruto de la evaluación


realizada entre el 3 y 11 de marzo de 2017. Toda esta información es susceptible de
cambio con el paso del tiempo. La única fuente de información utilizada ha sido la
persona interesada

En Granada, a 21 de febrero de 2018.

Fdo. Enrique Suárez García.

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