El balance fiscal es la diferencia entre los ingresos y los gastos públicos.
Si el balance fiscal es positivo
es decir, que si los ingresos son mayores que los gastos el Gobierno se encuentra con un superávit y puede poner sus excedentes financieros o exceso de ingresos a disposición de otros sectores de la economía. Si el balance fiscal es negativo es decir, los gastos son mayores que los ingresos la administración tiene un déficit de recursos y necesitará utilizar los recursos financieros generados por otros sectores o endeudarse internamente o con otros países u organismos financieros. Los grandes déficit fiscales cuando ocurren de manera prolongada son muy perjudiciales para la sostenibilidad de las finanzas públicas. Veamos el ejemplo como un ciudadano para comprenderlo bien. Pedro tiene un ingreso mensual de 1 000 dólares y un mes concreto necesita 2 000 para cubrir todos sus gastos. Si Pedro tiene ahorros podrá cubrir ese exceso de gasto pero si no tendrá un déficit de 1 000 dólares. Para cubrirlo Pedro puede pedir prestado los 1 000 dólares que luego tendrá que devolver con unos intereses. Si Pedro hace esto todos los meses acabará por no conseguir dinero suficiente para devolver su deuda, y cada vez le será más difícil y más caro que alguien le preste dinero. Este mismo ejemplo llevado a un país significa que cuando el nivel de deuda pública de un Gobierno es alto el costo de pagar esa deuda, los intereses, puede llevarlo a aumentar cada vez más su déficit. Lo que supone dificultades para la sostenibilidad fiscal. Por el contrario, mejoras en el balance fiscal a lo largo del tiempo señalan una buena salud fiscal. Estas mejoras son el resultado de una combinación de factores como son: compromiso político con la disciplina fiscal, acuerdos institucionales sólidos para la elaboración del presupuesto y un desempeño favorable de la economía. Veamos un gráfico elaborado con datos de la publicación Panorama de las Administraciones Públicas de América Latina y el Caribe 2017. El gráfico muestra el balance fiscal de la administración pública como porcentaje del Producto Interno Bruto en distintos momentos. Veamos cómo a partir del 2009 todos los países de América Latina y el Caribe presentan déficit resultante en gran parte de la inestabilidad de precios de las materias primas que comercializan. Sin embargo, tenemos casos como el de Perú que en el 2014 tuvo un déficit tan solo del 0,3% del Producto Interno Bruto, cifra mucho menor que la del promedio de los países miembros de la OCDE situado en el 3.7% Como ya mencionamos anteriormente en nuestro ejemplo cuando un país financia su déficit de manera indefinida con la emisión de deuda pública se le hace cada vez más complicado cumplir con sus obligaciones financieras y el riesgo de que este país no pague por el dinero prestado aumenta. Esta situación se conoce como riesgo país. Las entidades financieras y los inversores necesitan saber antes de prestar o invertir sus recursos cuáles son las probabilidades de recuperar esos recursos. Un mecanismo muy habitual para determinar la capacidad y la voluntad de repago de los deudores es asignar calificaciones que identifican categorías de deudores y de deudas. Las agencias calificadores de riesgo reconocidas internacionalmente como lo son: Standard & Poor's, Moody's and Fitch califican la deuda soberana de un Estado en distintos niveles que van desde calificación AAA que es la que representa la máxima calidad crediticia o garantía de cobro de la deuda en consecuencia, si un Gobierno emite deuda calificada como de AAA, los mercados, otros países o individuos, tendrán confianza en que este país repagará la cantidad que están prestando. En el otro extremo, la calificación D representa la deuda en situación de incumplimiento. Así concluimos que es primordial una buena planificación del presupuesto público para conocer con antelación los ingresos y gastos y facilitar la responsabilidad fiscal. Ocasionalmente, en caso de déficit podemos recurrir a la emisión de deuda pública pero sin abusar de manera prolongada para evitar bajas calificaciones y con ello problemas para conseguir financiación externa. En relación con la situación de nuestro país nos cabe cómo hacernos preguntas tales como: ¿Existe déficit o superávit? En caso de déficit, ¿cuál es la calificación que tenemos asignada? ¿Qué factores justifican la misma?