You are on page 1of 16

DERECHO PENAL ESPECIAL.

1- Sentencia 12764 18/07/2002.


Dolo Eventual: El dolo, como acertadamente concluyeron las instancias, le es imputable
en la modalidad conocida como eventual que se presenta, en palabras de Jiménez de
Asúa, recordadas por la Sala en otra oportunidad, “cuando el sujeto se representa la
posibilidad de un resultado que no desea, pero cuya producción consiente, en última
instancia, corriendo el riesgo de causarlo con tal de obtener el efecto que quiere ante
todo” (25 de noviembre de 1987, MM.PP. Lisandro Martínez Zúñiga y Edgar Saavedra
Rojas).
En esta forma de culpabilidad, entonces, subsiste la intencionalidad del agente de
producir un determinado efecto; el actor no solamente se representa la probabilidad de
un resultado no querido inicialmente, sino que, a pesar de ello, realiza la conducta que
guía su acción, hace suya la eventualidad, la admite y se compromete con ella.
Y es precisamente en esta intencionalidad, en donde radica la diferencia entre el dolo
eventual y la llamada culpa con representación, que considera el censor como la base de
la responsabilidad que se ha debido deducir a uno de los procesados. En la modalidad
de culpa mencionada, no existe intencionalidad frente al resultado finalmente producido.
Es verdad que coincide con el dolo eventual en cuanto el sujeto agente se representa,
esto es, imagina la producción de un resultado criminal; pero se rechaza la posibilidad de
que el resultado ilícito se produzca
En la culpa, el agente no asume los riesgos o resultados posibles, expresamente
representados o previstos. Únicamente los ha tenido en cuenta como posibilidades, pero
sobre la base psíquica de que logrará evitarlos. Y esta es una de las cosas que espera y
busca: que, a pesar de todo, no se produzcan. En el dolo eventual, psicológicamente el
agente acepta aquellos eventos dañosos, aunque condicionados.

2- Sentencia 15663(14-03-02)
Homicidio preteritencional: para la estructuración del homicidio preterintencional, se
requiere de los siguientes elementos: a) Una acción dolosa tendiente a causar daño en
el cuerpo o en la salud. b) Producción de la muerte de la víctima. c) Nexo de causalidad
entre las lesiones y la muerte. d) Previsibilidad del resultado muerte. e) Identidad y
homogeneidad del bien jurídico tutelado, en el entendido de que en nuestra legislación la
muerte que se origina en unas lesiones personales dolosas se reprime como un tipo
especial de homicidio.
Significa ello que respecto del elemento previsibilidad, lo que la ley exige en relación con
el delito preterintencional es que el agente haya tenido la posibilidad de prever el
resultado mayor, no que efectivamente lo haya previsto, valga decir, que a pesar de haber
tenido la capacidad de prever ese resultado más grave al inicialmente propuesto, omita
hacerlo.

3- Sentencia 27357(22-05-08)
Delito culposo: el injusto culposo está, entonces, integrado por componentes objetivos
—descriptivos o normativos—, y por elementos o aspectos subjetivos.
Los componentes objetivos o normativos que lo integran son: sujeto activo —que es
indeterminado o calificado, como sucede, por ejemplo, en el peculado culposo—; acción
extratípica, constituida por la infracción al deber objetivo de cuidado; realización de un
resultado lesivo y relevante —descrito en la norma penal imputada—, y la relación de
causalidad o nexo de determinación —la transgresión al deber objetivo de cuidado y el
resultado típico deben estar vinculados por una relación de determinación, es decir, la
vulneración del deber ocasiona el resultado—.
Frente a una posible conducta culposa, el juez, en primer lugar, debe valorar si la persona
creó un riesgo jurídicamente desaprobado desde una perspectiva ex ante, es decir,
teniendo que retrotraerse al momento de realización de la acción y examinando si
conforme a las condiciones de un observador inteligente situado en la posición del autor,
a lo que habrá de sumársele los conocimientos especiales de este último, el hecho sería
o no adecuado para producir el resultado típico.

4- Sentencia 32422(10-03-10)
Tráfico de migrantes: el tipo penal de tráfico de migrantes, según la previsión del
legislador colombiano, es de los llamados por la doctrina “…de mera conducta, de pura
acción o de pura actividad…” , en los que su descripción se agota en una acción del autor
que no requiere de la producción de un resultado en el mundo exterior separable espacio-
temporalmente de la misma, como ciertamente sí se exige en los tipos penales de
resultado, en los que es relevante que la conducta vaya seguida de la causación de un
resultado material o “…una consecuencia de lesión o de puesta en peligro separada
espacial y temporalmente de la acción del autor…” .
En cuanto al objeto jurídico de tutela, atendida la ubicación de la norma dentro de la
división sistemática del Código Penal, es palmario que el legislador en ejercicio de su
facultad de configuración enmarcada dentro de una especial política criminal, en
tratándose del tráfico de migrantes, dio prevalencia al bien jurídico de la autonomía
personal; sin embargo, a pesar del énfasis puesto en la protección a la autonomía y
libertad del individuo traficado, nada se opone a afirmar que la conducta también atenta
contra la soberanía del Estado, en cuanto comporta violación de las normas legales que
regulan el ingreso al país y salida del mismo.
Ahora bien, desde la perspectiva de la antijuridicidad, es claro que la conducta punible
analizada se inscribe en los llamados delitos de peligro, que son aquellos que amenazan
con lesionar el bien jurídico tutelado, entendiendo por peligro un estado
desacostumbrado y anormal en el que, para un observador imparcial y objetivo, puede
aparecer como probable, a la vista de las concretas circunstancias actuales, la
producción de un daño cuya posibilidad resulta evidente.
Es el de tráfico de migrantes un tipo penal que corresponde a los de peligro presunto,
también llamado abstracto (diferente de los de peligro concreto o demostrable, en los que
siempre es necesario que la actividad prohibida ocasione un resultado de peligro para el
bien jurídico protegido, peligro que se predica no de la actividad en sí misma, sino de las
consecuencias que de ella se derivan, como por ejemplo), en los cuales el legislador, en
virtud de una valoración anticipada, considera necesaria la intervención penal en la
medida que la realización de la conducta prohibida representa la posibilidad de un daño
efectivo para el bien jurídico tutelado.
Nota característica de esta especie de tipos es que su redacción o construcción,
generalmente, se relaciona con la infracción de normas administrativas, es decir, en el
supuesto de hecho se prevé que el desconocimiento de ciertas reglas es constitutivo de
una conducta punible, lo que de suyo implica que, en vez de acudir al clásico derecho de
policía para sancionar el incumplimiento de las normas administrativas, hay una huida
hacia el derecho penal para responder a esa clase de comportamientos.

5- Sentencia SP3742-2014
Desplazamiento forzado: el desplazamiento forzado es un delito permanente, pues
pone a las víctimas en condición de desarraigados, y se sigue cometiendo mientras esa
condición se perpetúe en virtud a que la conducta del sujeto activo mantenga vigentes
los factores de amenazas, miedo, muertes o atentados vinculados con el conflicto que
obligan a los habitantes de un específico grupo humano a estar alejados de sus predios.
De allí que cualquier acción que actualice tales temores, originada en el obrar voluntario
de un sujeto concertado con el actor armado del conflicto que ha generado el
desplazamiento, se subsume en tipo penal en comento.
Cuando ocurre que frente a un determinado grupo de ciudadanos -como en el caso que
ocupa la atención de esta Corporación- se siguen ejerciendo acciones tendientes a que
no retornen a sus predios, el delito se hace permanente por el lapso de tiempo en que
tales actualizaciones se concreten y se continúa ejecutando en calidad de coautores por
todos aquellos que actualizan para las victimas las condiciones generadoras del desalojo.
pues el desplazamiento forzado es una conducta de lesa humanidad que atenta de
manera gravísima contra la autonomía personal; más en este caso, por cuanto los
desplazados fueron campesinos a quienes se despojó no solamente de una parcela sino
de toda una empresa comunitaria, debidamente organizada y liderada, de la que
derivaban su sustento y alrededor de la cual consolidaron un sólido tejido social, que
súbitamente se vio desintegrado por la dinámica de violencia generalizada provocada por
las autodefensas que hicieron presencia en el territorio de San Onofre.
No puede perderse de vista, para efectos de tener analizar la gravedad del hecho, que el
desplazamiento forzado, ya de por sí constitutivo de una de las mayores desgracias que
ha sufrido la población desprotegida del país, se reviste aquí de una mayor dosis de
perversidad cuando resulta promovida y mantenida por un individuo que hacía parte y
lideraba la propia comunidad agredida.

6- Sentencia 25743(26-10-06)
Acto sexual violento: Por violencia, para efectos del delito que ocupa la atención de la
Sala, se entiende la fuerza, el constreñimiento, la presión física o psíquica –intimidación
o amenaza- que el agente despliega sobre la víctima para hacer desaparecer o reducir
sus posibilidades de oposición o resistencia a la agresión que ejecuta.
Como es obvio, debe haber perfecto vínculo de fundamento a consecuencia entre la
violencia realizada por el autor sobre el cuerpo del sujeto pasivo y el acto agresor. Dicho
de otra forma, el comportamiento sexual es consecuencia de la fuerza previa o
concomitante, en el entendido de que sin esta no es posible el atentado. O con las
palabras del artículo 206 del Código Penal, el acto sexual se debe realizar “mediante
violencia”, vale decir, la presión media, intercede. Sin violencia, pues, no puede haber
acto sexual violento.
Por eso la doctrina afirma que entre el acto de fuerza y el acto sexual debe mediar la
adecuada relación de causalidad, valorando las circunstancias objetivas y subjetivas
concurrentes ; que la fuerza se erige en causa del acto sexual practicado ; que la víctima
resulta sexualmente agredida por haberse usado contra ella la fuerza necesaria para
doblegar su voluntad remisa ; que debe existir nexo causal entre el acto y la violencia ;
que es necesario que la violencia sea la causa efectiva del evento ; que entre el acto y la
fuerza ha de haber conexión causal, de modo que sea lícito establecer que el primero se
ha producido como consecuencia de haberse usado la segunda.
Como es lógico, si la violencia o intimidación es utilizada para vencer la resistencia de la
víctima, por regla general, ante el asalto, tiene que haber una respuesta negativa de ésta,
que finalmente resulta dominada por el autor. Tal la razón por la cual CARLOS SUÁREZ
RODRÍGUEZ, tras analizar en detalle las características de la violencia y de la oposición
a esta, afirma que entre agresor y agredido debe mediar una lucha, que tanto la fuerza –
material o moral, se entiende- como la resistencia, que son antagonistas, deben ser
físicas, y que –para concluir-, constituye fuerza toda energía física exterior a la víctima
que, proyectada inmediatamente sobre ésta, la determina, por haber vencido su
resistencia seria y continuada, a realizar la voluntad del que la usa.
En ninguna parte la ley alude a la duración del ataque para poder hablar de violencia
relevante en materia de delitos sexuales. Por ello, en principio, se puede afirmar que no
es menester el transcurso de un lapso amplio para que sea viable hablar de violencia.
Sin embargo, la naturaleza de los bienes jurídicos tutelados -la libertad, la integridad y la
formación sexuales-, vista frente a la naturaleza de las cosas, permite inferir que un
“ataque” rápido, vivaz, apresurado, ligero, no cercena con potencia, es decir, sustancial,
materialmente, la facultad de escoger comportamientos en temas sexuales, no desintegra
el bagaje sexual que pueda tener una persona de 26 años de edad y no deforma la
constitución física y mental que sobre el mismo punto posea esa persona.
Por eso se afirma que debe tratarse de prácticas de contenido sexual objetivamente
consideradas, que la conducta tiene que revestir entidad significativa, y que ha de
desarrollarse durante algún tiempo pues no parece suficiente un efímero instante de
energía para concluir que se ha producido un acto de fuerza.
Sobre la sorpresa, respecto del delito de actos sexuales, lo primero que se debe decir es
que sorpresa no significa violencia, a pesar de que puede haber “sorpresas violentas”.
Pero, por sí, lo inesperado, lo imprevisto, lo desconcertante, no equivale a fuerza ni a
intimidación; y lo segundo, que ante una actuación sorpresiva no existe ninguna
posibilidad de lucha, de respuesta o reacción, motivo suficiente para concluir que frente
a un “ataque” conformado exclusivamente por la sorpresa no es posible hablar de acto
sexual violento.

7- Sentencia 33006(17-08-11)
Acto sexual con menor de 14 añosLos delitos contra la libertad, integridad y formación
sexuales, regulados en el Título IV del Código Penal, en su gran mayoría son delitos de
resultado, esto es, aquellas conductas que dañan de manera concreta y efectiva el interés
jurídicamente tutelado, menoscabo que puede ser acreditado a través de cualquier medio
probatorio y que, a su turno, legitima la intervención del Estado por medio de la
criminalización de las conductas que lo transgreden.
En este tipo de comportamientos, dentro de la estructura del injusto, se privilegia el
desvalor de resultado como fundamento de la antijuridicidad, y por principio constitucional
su elemento fundante es el desconocimiento a la norma objetiva de valoración que obliga
al funcionario judicial a establecer qué es lo valioso o disvalioso de un comportamiento,
a partir de la necesidad de tutela de un determinado bien jurídico.
En punto de la presunción que opera para los comportamientos sexuales en los que la
víctima es un menor de 14 años, desde el año 2000, la Sala de Casación Penal ha
sostenido que “lo que en ellas se presume, es la incapacidad del menor de 14 años para
determinarse y actuar libremente en el ejercicio de la sexualidad, pues ha sido valorado
que las personas menores de esa edad no se encuentran en condiciones de asumir sin
consecuencias para el desarrollo de su personalidad el acto sexual, debido al estadio de
madurez que presentan sus esferas intelectiva, volitiva y afectiva.
Esta presunción, es de carácter absoluto: iuris et de iure, y no admite, por tanto, prueba
en contrario. La ley ha determinado que hasta esa edad el menor debe estar libre de
interferencias en materia sexual, y por eso prohíbe las relaciones de esa índole con ellos,
dentro de una política de Estado encaminada a preservarle en el desarrollo de su
sexualidad, que en términos normativos se traduce en el imperativo del deber absoluto
de abstención y la indemnidad e intangibilidad sexual del menor, en los cuales se sustenta
el estado de las relaciones entre las generaciones en la sociedad contemporánea”.
Significa esto, que al juzgador no le es dado entrar a discutir la presunción de incapacidad
para decidir y actuar libremente en materia sexual, que la ley establece en pro de los
menores de 14 años con el propósito de protegerlos en su sexualidad, pretextando
idoneidad del sujeto para hacerlo, en razón a sus conocimientos o experiencias anteriores
en materia sexual, ni apuntalar la ausencia de antijuridicidad de la conducta típica, al
hecho de haber el menor prestado su consentimiento”.
Para la Sala es claro que el punible regulado por el artículo 209 del Código Penal es un
delito de resultado, por manera que para reputar de él su carácter de injusto y lesivo, es
menester la demostración del efectivo menoscabo a la autodeterminación sexual del
menor de 14 años. Lo que sucede es que esta facultad es inexistente para personas que
se encuentran en esa edad, por la inmadurez para proyectar las consecuencias de
realizar conductas sexuales que en un futuro pueden afectar su adecuado desarrollo
personal, de allí que el legislador prohíba hasta el punto de penalizar, cualquier
interferencia sexual con éstos, teniendo por inexistente el mínimo asomo de aquiescencia
del menor para que eso suceda, simplemente porque no pueden prestar su
consentimiento dada su edad cronológica.
En este tipo de comportamientos, se sostiene que son de resultado, al requerirse el
despliegue de maniobras sexuales con personas en un rango de edad menor a los 14
años, por manera que la trasgresión a la norma objetiva de valoración, como criterio
fundante del injusto en estos tipos penales, se satisface con la demostración de la
realización de actos sexuales con un individuo menor de esa edad, con lo cual se cumple
la real y efectiva afectación al interés jurídico protegido, pues se realiza un
comportamiento en el que interactúan por lo menos dos personas, una de las cuales
carece de la capacidad para comprender los alcances de esa conducta, de allí que no
sea gratuita la denominación de los delitos incluidos en el capítulo segundo del Título IV
del Código Penal, al recibir la calificación de actos abusivos, en la medida en que esa
falta de capacidad de autodeterminación sexual del menor de 14 años, es aprovechada
por el adulto o por el mayor de 14 años, con el fin de no encontrar resistencia en el menor
con quien pretende satisfacer sus impulsos carnales.

8- Sentencia SP6921-2015(44689)
Acceso carnal violento con menor de 14 años: El caso sometido a decisión del juez
de conocimiento por la titular de la acción penal, según el cual una menor de edad fue
penetrada por la vía vaginal en el contexto de amenazas de muerte contra sus parientes
cercanos y de un permanente comportamiento agresivo por parte del agente en el ámbito
familiar; evidentemente se acomoda al supuesto de hecho del delito de Acceso carnal
violento (art. 205 C. P.), según el cual “El que realice acceso carnal con otra persona
mediante violencia, incurrirá en prisión de …”, y no al del Acceso carnal abusivo con
menor de 14 años (art. 208 C.P.) que proscribe la conducta de “El que acceda
carnalmente a persona menor de catorce (14) años, …”.
En efecto, si bien los delitos consagrados en los artículos 205 y 208 del Código Penal
buscan proteger el mismo bien jurídico –la libertad, integridad y formación sexuales- y
comparten en su estructura típica tanto el comportamiento rector prohibido -acceso
carnal- como la exigencia de un sujeto activo indeterminado –“El que”-; presentan una
diferencia esencial que determina la naturaleza de cada uno de ellos como tipos
autónomos. En efecto, la primera de tales conductas punibles contempla una
circunstancia modal, que a la vez es un ingrediente normativo, según el cual el acceso
carnal debe ser cometido mediante violencia –física o moral-, es decir, en contra el
consentimiento de la víctima, mientras que la segunda se configura no a partir del
constreñimiento sino del abuso de la condición biológica y psicológica del sujeto pasivo
representada en su escasa edad (menor de 14 años), por lo que en ésta la penetración
sexual ocurre sin que medie un consentimiento válido por parte de la víctima.

9- Sentencia 22099(06-04-05)
Prevaricato por acción: El artículo 413 del Código Penal describe y sanciona el tipo
penal de prevaricato por acción, así: “El servidor público que profiera resolución, dictamen
o concepto manifiestamente contrario a la ley, incurrirá en prisión de tres (3) a ocho (8)
años, multa de cincuenta (50) a doscientos (200) salarios mínimos legales mensuales
vigentes, e inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas de cinco (5)
a ocho (8) años”.
Conducta que se configura cuando el servidor público en ejercicio de las funciones
deferidas por la Constitución y la ley profiere resolución o dictamen manifiestamente
contrarios al precepto que regula el asunto, anteponiendo su capricho al querer del
legislador socavando el ordenamiento jurídico y, en consecuencia, la administración
pública.
Para verificar su tipicidad y trascendencia jurídico social el funcionario judicial debe
contrastar el contenido del proveído con la norma que lo regula atendiendo para el efecto
las pruebas integrantes del proceso y en general las circunstancias que rodeaban al
funcionario al momento de decidir con el fin de determinar si es manifiestamente contraria
a la ley, si estaba en condiciones reales de acatar el mandato legal, si conocía la
ilegalidad de su proceder, y, siendo así, si ejecutó libremente la conducta prohibida.
Por tanto, carecerá de relevancia jurídico penal la simple disparidad entre la decisión y la
norma, ya que por mandamiento legal es menester que la oposición sea de tal entidad
que elimine cualquier hesitación acerca del proceder arbitrario del servidor público, que
no se erija como el fruto de su postura interpretativa del derecho o de la apreciación
autónoma e independiente de las pruebas, eventos tolerables para el ordenamiento
jurídico penal.

10- Sentencia T-1193-04


Injuria y calumnia: La integridad moral como bien jurídico protegido por la jurisdicción
penal está asociado en forma estrecha y resulta ser una proyección parcial de los
derechos fundamentales al buen nombre y honra de las personas , los cuales tienen en
la Constitución Política reconocimiento explícito (C.P., arts. 15 y 21) y para cuyo amparo
procede en consecuencia la acción de tutela. Así, se tiene que el funcionario judicial de
la jurisdicción penal al decidir sobre las conductas potencialmente constitutivas de los
tipos penales de injuria y calumnia, asume su competencia por cuenta de la querella que
presenta el sujeto pasivo, quien cuenta con la facultad de desistir de su pretensión o de
conciliarla, esto es, de disponer sobre la acción penal.
En esta jurisdicción, el examen además de indagar sobre los elementos de verificación
objetiva del hecho, como son, para el caso de la injuria la imputación efectiva de un hecho
deshonroso y para la calumnia la falsedad del hecho delictuoso imputado, debe
establecer la concurrencia de elementos subjetivos o de intencionalidad del sujeto activo
que de no verificarse impiden la declaratoria de responsabilidad penal y la imposición de
la sanción consecuente.
Para el caso de la injuria habrá de verificarse entonces la concurrencia del denominado
animus injuriandi o “conciencia del carácter injurioso de la acción.” , esto es, la intención
inequívoca del sujeto activo de, a través de la imputación a una persona de un hecho del
que conoce su carácter deshonroso, lesionar el bien jurídico de la integridad moral del
sujeto pasivo. Así mismo, en la calumnia el juez penal debe indagar si el autor tenía la
voluntad y conciencia de efectuar la imputación de un hecho delictuoso del que conocía
su falsedad.
Así, pues, podrá ocurrir que la conducta, aunque lesiva del bien jurídico en tanto
concurren los elementos objetivos del hecho, se repute irrelevante para el derecho penal
a falta de la verificación de los elementos subjetivos de los que depende la
responsabilidad y la sanción de esta naturaleza; lo que resulta perfectamente legítimo
dado el carácter residual o de ultima ratio del derecho penal que permite al legislador,
dentro de los límites de la Constitución, determinar cuáles son los bienes jurídicos que
deben ser salvaguardados a través del ejercicio de la acción penal y las características
que determinan su prosperidad, esto es, definir si se trata de un tipo de resultado o de
mera conducta, o si la responsabilidad penal se establece en el grado de dolo o de culpa.
En relación con este punto cabe destacar: Se tiene entonces que la intimidad, el buen
nombre y la honra, son derechos constitucionalmente garantizados, de carácter
fundamental, lo cual comporta, no sólo que para su protección se puede actuar
directamente con base en la Constitución cuando a ello haya lugar, a través de la acción
de tutela, sino que, además, de las propias normas constitucionales, se desprende la
obligación para las autoridades de proveer a su protección frente a los atentados
arbitrarios de que sean objeto.

11- Sentencia 33772(28-03-12)


Violencia intrafamiliar: La hipótesis delictiva de violencia intrafamiliar se halla definida
por el legislador de la siguiente manera: “El que maltrate física o sicológicamente a
cualquier miembro de su núcleo familiar, incurrirá, siempre que la conducta no constituya
delito sancionado con pena mayor, en prisión de uno (1) a tres (3) años. ”La pena se
aumentará de la mitad a las tres cuartas partes cuando el maltrato, del que habla el
artículo anterior [sic] recaiga sobre un menor, una mujer, un anciano, una persona que
se encuentre en incapacidad o disminución física, sensorial y psicológica o quien se
encuentre en estado de indefensión.”
La citada disposición contiene un tipo penal subsidiario dado que expresamente se prevé
que el comportamiento descrito, consistente en infligir maltrato físico o psicológico, sólo
será reprimido con la consecuencia punitiva fijada en la misma, siempre que tal acción
no constituya delito sancionado con pena mayor.
Los sujetos, tanto activo como pasivo son calificados, toda vez que deben hacer parte del
mismo núcleo familiar, a efecto de lo cual se torna oportuno señalar que de acuerdo con
el artículo 2º de la Ley 294 de 1996 , también en vigor para la fecha de los sucesos, se
consideran como integrantes de la familia:
“a) Los cónyuges o compañeros permanentes;
”b) El padre y la madre de familia, aunque no convivan en un mismo hogar;
”c) Los ascendientes o descendientes de los anteriores y los hijos adoptivos;
”d) Todas las demás personas que de manera permanente se hallaren integrados a la
unidad doméstica”.
El precepto penal establece, además, una circunstancia específica de agravación para
cuando la conducta reprochada se ejecuta sobre miembros del núcleo familiar que se
hallan en especial condición de vulnerabilidad, a saber, un menor, una mujer, una
persona mayor de sesenta y cinco años o que se encuentre en incapacidad o disminución
física, sensorial o psicológica, o que se halle en estado de indefensión.
El bien jurídico tutelado, como ya lo precisó la Corte en otra oportunidad , es la armonía
y unidad de la familia, que según el artículo 42 de la Carta Política no sólo constituye el
núcleo fundamental de la sociedad, sino que su protección debe ser garantizada tanto
por el Estado como por la sociedad, en la medida en que cualquier forma de violencia
cometida en su contra debe considerarse destructiva de ella.

12- Sentencia 21161(23-03-06)


Inasistencia alimentaria: Como parte del Título XIX del Código Penal, que consagra
los "Delitos contra la familia"-, se ubica el artículo 263, el cual prevé una sanción de
arresto de seis meses a tres años y multa de un mil a cien mil pesos, para el que se
sustraiga, sin justa causa, al cumplimiento de la prestación de alimentos debidos a sus
ascendientes, descendientes, adoptante o adoptivo o cónyuge. El decreto 2737 de 1989
-Código del Menor-, modificó parcialmente dicha sanción: estableció la pena de prisión
de uno a cuatro años y multa de uno a cien días de salarios mínimos legales mensuales,
cuando el hecho se cometa contra un menor (art. 270).
La conducta descrita por la norma acusada es de peligro, en cuanto no se requiere la
causación efectiva de un daño al bien jurídico protegido; de ejecución continuada, dado
que la violación a la norma persiste hasta tanto se dé cumplimiento a la obligación; exige
un sujeto pasivo calificado que es la persona civilmente obligada; un sujeto activo que es
el beneficiario y, concretamente, los ascendientes, descendientes, adoptante o adoptivo,
y el cónyuge , y un elemento adicional, contenido en la expresión "sin justa causa";
además, se trata de una conducta que sólo puede ser sancionada a título de dolo; por
tanto, requiere que el sujeto obligado conozca la existencia del deber y decida incumplirlo.
el fundamento de la obligación alimentaria es el deber de solidaridad que une a los
miembros más cercanos de una familia, y su finalidad es la subsistencia de los
beneficiarios. El bien jurídico protegido por la norma acusada es la familia y no el
patrimonio. A pesar de que dicha obligación se traduce, finalmente, en una suma de
dinero, no se castiga a quien la incumple, por defraudar el patrimonio ajeno, sino por faltar
a un deber nacido del vínculo de parentesco o matrimonio, y poner en peligro la
estabilidad de la familia y la subsistencia del beneficiario.
El artículo 28 de la Constitución que prohíbe la sanción privativa de la libertad "por
deudas", se refiere a las obligaciones meramente patrimoniales, en las que el obligado
que insatisface un crédito, vulnera los bienes materiales del acreedor. En la inasistencia
alimentaria, se reitera, no se pone en riesgo el patrimonio del beneficiario sino su propia
subsistencia.

13- Sentencia SP1245-2015(42724)


Hurto por medios informáticos: El texto del artículo 269I que tipifica el delito de hurto
por medios informáticos y semejantes es del siguiente tenor:
El que, superando medidas de seguridad informáticas, realice la conducta señalada en
el artículo 239 manipulando un sistema informático, una red de sistema electrónico,
telemático u otro medio semejante, o suplantando a un usuario ante los sistemas de
autenticación y de autorización establecidos, incurrirá en las penas señaladas en el
artículo 240 de este Código.
Lo primero a señalar es que, como viene de verse, se trata de un tipo penal de naturaleza
claramente subordinada y compuesta. En efecto, la descripción normativa, en su tipo
objetivo positivo y en la consecuencia jurídica, no consagra la conducta reprochada, el
objeto material, ni la sanción correspondiente, sino que, en cuanto se refiere al
comportamiento antijurídico y al referido objeto sobre el que recae la acción prohibida,
efectúa un reenvío normativo al tipo base de hurto (artículo 239 de la Ley 599 de 2000) y
a la disposición que lo califica (canon 240 ejusdem) para determinar la sanción imponible.
En verdad, el precepto examinado -269I- solamente se ocupa de establecer el sujeto
activo indeterminado –no cualificado o común y unisubjetivo - del punible y de consagrar
unos específicos ingredientes normativos, que lo identifican como un tipo de medio
concreto o, si se quiere, determinado, por cuanto estructura una modalidad o mecanismo
específico de desapoderamiento de la cosa mueble ajena, a saber, superar las
seguridades informáticas mediante i) la manipulación del sistema informático, la red de
sistema electrónico, telemático u otro semejante o ii) la suplantación de una persona ante
los sistemas de autenticación y de autorización establecidos.
Y es que la remisión en cuestión al hurto simple, se traduce, en lo fundamental, en la
introducción de un elemento descriptivo, esto es, del verbo rector traído desde un tipo
autónomo, consistente en el apoderamiento ilícito de un bien mueble ajeno. Es decir, que,
para la configuración del injusto, la disposición en estudio, redirige al operador judicial
hacia el hurto simple, para integrar una suerte de delito complejo que responde a una
relación de estricta dependencia.

14- Sentencia 17666(25-05-05)


Constreñimiento ilegal: El constreñimiento ilegal aplicado sobre una persona con el
propósito de obtener provecho ilícito para sí o para un tercero, exige ese propósito
definido, con capacidad de doblegar la voluntad de quien lo padece, hasta llevarlo a
tolerar u omitir aquello que para el sujeto activo se traduce en un provecho, a condición
de que ese provecho o utilidad sea de estirpe distinta a la económica; puesto que la
consagración de esta conducta punible protege esencialmente la autonomía personal,
según la ubicación de este tipo en el Código Penal.
La norma sustancial que consagra el constreñimiento ilegal contempla la acción a
constreñir, esto es, de obligar o compeler al sujeto pasivo por cualquier medio que esté
al alcance del autor, cuyo propósito consistirá en alcanzar un provecho ilícito para sí o
para un tercero.

Extorsión: Esta conducta punible, implica que el sujeto activo constriñe a otro a hacer,
tolerar u omitir alguna cosa, con el propósito de obtener un provecho ilícito o cualquier
utilidad ilícita o beneficio ilícito, necesariamente de naturaleza económica, para sí o para
un tercero.
Aunque es evidente que en la extorsión se socava la autonomía personal a través del
constreñimiento, hasta la aniquilación de la voluntad, el bien jurídico principalmente
tutelado es el patrimonio económico, a juzgar por la ubicación del tipo en el Código Penal.
Tan es así, que el delito de extorsión puede quedarse en el estadio de la tentativa cuando
se embate contra la libre determinación a través de amenazas, pero no se logra el hacer,
omitir o tolerar aquello que al sujeto activo reportaría la finalidad económica.

Secuestro simple: El secuestro simple consiste en la privación de la libertad mediante


alguna de las formas que describe la disposición que lo tipifica , esto es, arrebatar,
sustraer, retener u ocultar a la víctima; todo sin un ingrediente subjetivo característico,
pues basta que se prive de la libertad a una persona para que se configure el delito, sin
que la adecuación típica requiera la búsqueda de alguna finalidad específica.
La consagración de la conducta punible de secuestro simple está destinada a proteger el
bien jurídico de la libertad individual.

Secuestro extorsivo: El secuestro extorsivo , que conlleva la privación de la libertad


individual, se puede cometer también a través de arrebatamiento, sustracción, retención
u ocultamiento de una persona; pero el implicado tiene un designio subjetivo identificable,
consistente en el propósito de exigir por su liberación un provecho o cualquier utilidad, o
para que se haga u omita algo, o con fines publicitarios o de carácter político.
Se protege en modo preponderante la libertad individual, pero esta especie de
delincuencia es a menudo pluriofensiva, y cuando se secuestra para exigir dinero o
efectos patrimoniales a cambio de la liberación, sin duda se acomete también contra el
patrimonio económico.
Amenazas: No sobra recordar que el delito de amenazas previsto en el artículo 347 del
Código Penal, Ley 599 de 2000, se tipifica cuando alguien, por cualquier medio apto para
difundir el pensamiento, atemorice o amenace a una persona, familia, comunidad o
institución, con el propósito de causar alarma, zozobra o terror en la población o en un
sector de ella.

Estafa y extorsión: Tienen en común el propósito de obtener provecho económico ilícito,


pero la estafa se comete a través del engaño o las maquinaciones fraudulentas sobre el
sujeto pasivo, con astucia o inteligencia proclivemente utilizadas; y, en cambio, la
extorsión menoscaba la libre determinación de la víctima por constreñimiento o acciones
esencialmente violentas.

Hurto calificado por la violencia y extorsión: En el hurto calificado por la violencia la


víctima es sometida a una “vis compulsiva” por lo general concomitante al hecho, de tal
naturaleza, que se aniquila su posibilidad concreta de defenderse, hasta que es
despojada de los bienes en contra su voluntad. En la extorsión, a diferencia, se accede a
cumplir la exigencia del sujeto agente, con la voluntad doblegada o quebrantada por el
miedo o la amenaza de un mal futuro.
En la extorsión la víctima hace, tolera u omite lo que el sujeto activo le exige, con
voluntariedad, aunque quebrantada la libre determinación por la fuerza del
constreñimiento, independientemente que quien padece la conducta ilícita actúe en
desmedro de su patrimonio, por sí mismo o por interpuesta persona, bien al momento del
constreñimiento o después.
En la extorsión el ofendido tiene alternativas, en tanto puede cumplir lo exigido, cumplirlo
parcialmente, o no cumplirlo a riesgo de que se concreten las amenazas en su contra. En
el hurto calificado por la violencia el implicado no cuenta con la voluntad de la víctima, ni
la requiere, pues siempre va en contra de ella, dejándola sometida y sin alternativas frente
al despojo.

Hurto calificado por la violencia y secuestro: La jurisprudencia ha sido uniforme en


los criterios para deslindar la violencia sobre las personas como circunstancia que califica
al hurto, de la retención forzada constitutiva de secuestro simple. En fallo de casación del
5 de febrero de 2002 (M.P. Dr. Herman Galán Castellanos, radicación 13662), se hizo
una vez más claridad al respecto con los siguientes lineamientos, que ahora se reiteran:
“Una es la acción que se realiza mediante el apoderamiento con violencia de un objeto
mueble y otra la de privar de la libertad de locomoción a las personas que ejercen sobre
el bien hurtado posesión, tenencia o contacto físico. Cada uno de estos actos son
separables, dentro de la complejidad de un comportamiento, uno supone una
maniobra sobre el objeto del hurto, para cambiar su disponibilidad, otra supone un
retener, arrebatar o sustraer a una persona de su autonomía de permanecer o no en un
determinado lugar.”
En el mismo orden de ideas, al dirimir una colisión de competencias, la Sala indicó:
“El legislador no previó como elemento estructurante del secuestro simple un supuesto
relacionado con la “temporabilidad” de la acción, sino la efectiva limitación de la libertad
de locomoción y de las posibilidades de determinación del afectado. Por tanto, el hecho
de que en el presente caso sólo se hubiere retenido a los afectados por un limitado
espacio de veinte minutos, tal circunstancia, por sí sola, no es óbice para descalificar el
secuestro imputado en el acta de formulación de cargos, pues, se reitera, la vigilancia
ejercida sobre las personas no fue circunstancial, sino que se prolongó a la que habría
sido suficiente para consumar el delito contra el patrimonio, además de que las víctimas
no tuvieron oportunidad de obrar libremente durante el tiempo que se mantuvo la
vigilancia por parte de uno de los agresores,...” (Auto del 30 de abril de 2002, radicación
19347. M.P. Dr. Jorge Aníbal Gómez Gallego.).

14- Sentencia 29655(21-10-09)


Fabricación y comercialización de sustancias nocivas para la salud: La precisión del
bien jurídico protegido en el tipo penal previsto en el artículo 374 del Código ídem, pasa
por establecer que el mismo hace parte del Libro II -Parte Especial- (De los delitos en
particular), Título XIII (De los delitos contra la salud pública), Capítulo I (De las
afectaciones a la salud pública), circunstancia que permite avistar la necesidad de
establecer una aproximación al concepto “salud pública”.
La Organización Mundial de la Salud en su Carta Fundacional de 1946 define la salud
como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia
de afecciones o enfermedades. La salud implica que todas las necesidades
fundamentales de las personas estén cubiertas: afectivas, sanitarias, nutricionales,
sociales y culturales.
La salud en términos físicos forma parte de uno de los pilares de la calidad de vida,
bienestar y en definitiva de la felicidad. En la actualidad se ha pasado de un concepto
objetivo de salud, concebida como probabilidad de vida, a uno subjetivo en el sentido
antes señalado de bienestar físico y psíquico .
La “salud pública” es entendida como el conjunto de condiciones positivas y negativas
que garantizan y fomentan la salud, siendo el calificativo “pública” un rasgo característico
del aspecto ejecutivo de la acción típica, la cual se despliega mediante la afectación del
colectivo social , de modo que como bien jurídico es de carácter colectivo de referente
individualizable frente a las personas que pueden aparecer como directa e
inmediatamente afectadas .

15- Sentencia 34253(24-11-10)


Cohecho: De acuerdo con el artículo 406 del código penal de 2000, incurre en el delito
de cohecho “El servidor público que acepte para si o para otro, dinero u otra utilidad o
promesa remuneratoria, directa o indirecta, por acto que deba ejecutar en el desempeño
de sus funciones, incurrirá.. “El servidor público que reciba dinero u otra utilidad indebida
de persona que tenga interés en asunto sometido a su conocimiento, incurrirá… ”
Por eso, el tipo de injusto de cohecho impropio que se describe en el segundo aparte del
artículo 406 del código penal de 2000, requiere de la relación de imputación entre recibir
el dinero y la creación de un riesgo concreto frente a la imparcialidad, al considerar
intereses distintos del general en la toma de decisiones en el asunto sometido a
conocimiento del servidor público, pues de no ser así se caería en el peligro de estructurar
el injusto sobre el desvalor de “intención” del primer acto, cuando no en criterios éticos
que llevarían a la fusión entre moral y derecho.

You might also like