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2- Sentencia 15663(14-03-02)
Homicidio preteritencional: para la estructuración del homicidio preterintencional, se
requiere de los siguientes elementos: a) Una acción dolosa tendiente a causar daño en
el cuerpo o en la salud. b) Producción de la muerte de la víctima. c) Nexo de causalidad
entre las lesiones y la muerte. d) Previsibilidad del resultado muerte. e) Identidad y
homogeneidad del bien jurídico tutelado, en el entendido de que en nuestra legislación la
muerte que se origina en unas lesiones personales dolosas se reprime como un tipo
especial de homicidio.
Significa ello que respecto del elemento previsibilidad, lo que la ley exige en relación con
el delito preterintencional es que el agente haya tenido la posibilidad de prever el
resultado mayor, no que efectivamente lo haya previsto, valga decir, que a pesar de haber
tenido la capacidad de prever ese resultado más grave al inicialmente propuesto, omita
hacerlo.
3- Sentencia 27357(22-05-08)
Delito culposo: el injusto culposo está, entonces, integrado por componentes objetivos
—descriptivos o normativos—, y por elementos o aspectos subjetivos.
Los componentes objetivos o normativos que lo integran son: sujeto activo —que es
indeterminado o calificado, como sucede, por ejemplo, en el peculado culposo—; acción
extratípica, constituida por la infracción al deber objetivo de cuidado; realización de un
resultado lesivo y relevante —descrito en la norma penal imputada—, y la relación de
causalidad o nexo de determinación —la transgresión al deber objetivo de cuidado y el
resultado típico deben estar vinculados por una relación de determinación, es decir, la
vulneración del deber ocasiona el resultado—.
Frente a una posible conducta culposa, el juez, en primer lugar, debe valorar si la persona
creó un riesgo jurídicamente desaprobado desde una perspectiva ex ante, es decir,
teniendo que retrotraerse al momento de realización de la acción y examinando si
conforme a las condiciones de un observador inteligente situado en la posición del autor,
a lo que habrá de sumársele los conocimientos especiales de este último, el hecho sería
o no adecuado para producir el resultado típico.
4- Sentencia 32422(10-03-10)
Tráfico de migrantes: el tipo penal de tráfico de migrantes, según la previsión del
legislador colombiano, es de los llamados por la doctrina “…de mera conducta, de pura
acción o de pura actividad…” , en los que su descripción se agota en una acción del autor
que no requiere de la producción de un resultado en el mundo exterior separable espacio-
temporalmente de la misma, como ciertamente sí se exige en los tipos penales de
resultado, en los que es relevante que la conducta vaya seguida de la causación de un
resultado material o “…una consecuencia de lesión o de puesta en peligro separada
espacial y temporalmente de la acción del autor…” .
En cuanto al objeto jurídico de tutela, atendida la ubicación de la norma dentro de la
división sistemática del Código Penal, es palmario que el legislador en ejercicio de su
facultad de configuración enmarcada dentro de una especial política criminal, en
tratándose del tráfico de migrantes, dio prevalencia al bien jurídico de la autonomía
personal; sin embargo, a pesar del énfasis puesto en la protección a la autonomía y
libertad del individuo traficado, nada se opone a afirmar que la conducta también atenta
contra la soberanía del Estado, en cuanto comporta violación de las normas legales que
regulan el ingreso al país y salida del mismo.
Ahora bien, desde la perspectiva de la antijuridicidad, es claro que la conducta punible
analizada se inscribe en los llamados delitos de peligro, que son aquellos que amenazan
con lesionar el bien jurídico tutelado, entendiendo por peligro un estado
desacostumbrado y anormal en el que, para un observador imparcial y objetivo, puede
aparecer como probable, a la vista de las concretas circunstancias actuales, la
producción de un daño cuya posibilidad resulta evidente.
Es el de tráfico de migrantes un tipo penal que corresponde a los de peligro presunto,
también llamado abstracto (diferente de los de peligro concreto o demostrable, en los que
siempre es necesario que la actividad prohibida ocasione un resultado de peligro para el
bien jurídico protegido, peligro que se predica no de la actividad en sí misma, sino de las
consecuencias que de ella se derivan, como por ejemplo), en los cuales el legislador, en
virtud de una valoración anticipada, considera necesaria la intervención penal en la
medida que la realización de la conducta prohibida representa la posibilidad de un daño
efectivo para el bien jurídico tutelado.
Nota característica de esta especie de tipos es que su redacción o construcción,
generalmente, se relaciona con la infracción de normas administrativas, es decir, en el
supuesto de hecho se prevé que el desconocimiento de ciertas reglas es constitutivo de
una conducta punible, lo que de suyo implica que, en vez de acudir al clásico derecho de
policía para sancionar el incumplimiento de las normas administrativas, hay una huida
hacia el derecho penal para responder a esa clase de comportamientos.
5- Sentencia SP3742-2014
Desplazamiento forzado: el desplazamiento forzado es un delito permanente, pues
pone a las víctimas en condición de desarraigados, y se sigue cometiendo mientras esa
condición se perpetúe en virtud a que la conducta del sujeto activo mantenga vigentes
los factores de amenazas, miedo, muertes o atentados vinculados con el conflicto que
obligan a los habitantes de un específico grupo humano a estar alejados de sus predios.
De allí que cualquier acción que actualice tales temores, originada en el obrar voluntario
de un sujeto concertado con el actor armado del conflicto que ha generado el
desplazamiento, se subsume en tipo penal en comento.
Cuando ocurre que frente a un determinado grupo de ciudadanos -como en el caso que
ocupa la atención de esta Corporación- se siguen ejerciendo acciones tendientes a que
no retornen a sus predios, el delito se hace permanente por el lapso de tiempo en que
tales actualizaciones se concreten y se continúa ejecutando en calidad de coautores por
todos aquellos que actualizan para las victimas las condiciones generadoras del desalojo.
pues el desplazamiento forzado es una conducta de lesa humanidad que atenta de
manera gravísima contra la autonomía personal; más en este caso, por cuanto los
desplazados fueron campesinos a quienes se despojó no solamente de una parcela sino
de toda una empresa comunitaria, debidamente organizada y liderada, de la que
derivaban su sustento y alrededor de la cual consolidaron un sólido tejido social, que
súbitamente se vio desintegrado por la dinámica de violencia generalizada provocada por
las autodefensas que hicieron presencia en el territorio de San Onofre.
No puede perderse de vista, para efectos de tener analizar la gravedad del hecho, que el
desplazamiento forzado, ya de por sí constitutivo de una de las mayores desgracias que
ha sufrido la población desprotegida del país, se reviste aquí de una mayor dosis de
perversidad cuando resulta promovida y mantenida por un individuo que hacía parte y
lideraba la propia comunidad agredida.
6- Sentencia 25743(26-10-06)
Acto sexual violento: Por violencia, para efectos del delito que ocupa la atención de la
Sala, se entiende la fuerza, el constreñimiento, la presión física o psíquica –intimidación
o amenaza- que el agente despliega sobre la víctima para hacer desaparecer o reducir
sus posibilidades de oposición o resistencia a la agresión que ejecuta.
Como es obvio, debe haber perfecto vínculo de fundamento a consecuencia entre la
violencia realizada por el autor sobre el cuerpo del sujeto pasivo y el acto agresor. Dicho
de otra forma, el comportamiento sexual es consecuencia de la fuerza previa o
concomitante, en el entendido de que sin esta no es posible el atentado. O con las
palabras del artículo 206 del Código Penal, el acto sexual se debe realizar “mediante
violencia”, vale decir, la presión media, intercede. Sin violencia, pues, no puede haber
acto sexual violento.
Por eso la doctrina afirma que entre el acto de fuerza y el acto sexual debe mediar la
adecuada relación de causalidad, valorando las circunstancias objetivas y subjetivas
concurrentes ; que la fuerza se erige en causa del acto sexual practicado ; que la víctima
resulta sexualmente agredida por haberse usado contra ella la fuerza necesaria para
doblegar su voluntad remisa ; que debe existir nexo causal entre el acto y la violencia ;
que es necesario que la violencia sea la causa efectiva del evento ; que entre el acto y la
fuerza ha de haber conexión causal, de modo que sea lícito establecer que el primero se
ha producido como consecuencia de haberse usado la segunda.
Como es lógico, si la violencia o intimidación es utilizada para vencer la resistencia de la
víctima, por regla general, ante el asalto, tiene que haber una respuesta negativa de ésta,
que finalmente resulta dominada por el autor. Tal la razón por la cual CARLOS SUÁREZ
RODRÍGUEZ, tras analizar en detalle las características de la violencia y de la oposición
a esta, afirma que entre agresor y agredido debe mediar una lucha, que tanto la fuerza –
material o moral, se entiende- como la resistencia, que son antagonistas, deben ser
físicas, y que –para concluir-, constituye fuerza toda energía física exterior a la víctima
que, proyectada inmediatamente sobre ésta, la determina, por haber vencido su
resistencia seria y continuada, a realizar la voluntad del que la usa.
En ninguna parte la ley alude a la duración del ataque para poder hablar de violencia
relevante en materia de delitos sexuales. Por ello, en principio, se puede afirmar que no
es menester el transcurso de un lapso amplio para que sea viable hablar de violencia.
Sin embargo, la naturaleza de los bienes jurídicos tutelados -la libertad, la integridad y la
formación sexuales-, vista frente a la naturaleza de las cosas, permite inferir que un
“ataque” rápido, vivaz, apresurado, ligero, no cercena con potencia, es decir, sustancial,
materialmente, la facultad de escoger comportamientos en temas sexuales, no desintegra
el bagaje sexual que pueda tener una persona de 26 años de edad y no deforma la
constitución física y mental que sobre el mismo punto posea esa persona.
Por eso se afirma que debe tratarse de prácticas de contenido sexual objetivamente
consideradas, que la conducta tiene que revestir entidad significativa, y que ha de
desarrollarse durante algún tiempo pues no parece suficiente un efímero instante de
energía para concluir que se ha producido un acto de fuerza.
Sobre la sorpresa, respecto del delito de actos sexuales, lo primero que se debe decir es
que sorpresa no significa violencia, a pesar de que puede haber “sorpresas violentas”.
Pero, por sí, lo inesperado, lo imprevisto, lo desconcertante, no equivale a fuerza ni a
intimidación; y lo segundo, que ante una actuación sorpresiva no existe ninguna
posibilidad de lucha, de respuesta o reacción, motivo suficiente para concluir que frente
a un “ataque” conformado exclusivamente por la sorpresa no es posible hablar de acto
sexual violento.
7- Sentencia 33006(17-08-11)
Acto sexual con menor de 14 añosLos delitos contra la libertad, integridad y formación
sexuales, regulados en el Título IV del Código Penal, en su gran mayoría son delitos de
resultado, esto es, aquellas conductas que dañan de manera concreta y efectiva el interés
jurídicamente tutelado, menoscabo que puede ser acreditado a través de cualquier medio
probatorio y que, a su turno, legitima la intervención del Estado por medio de la
criminalización de las conductas que lo transgreden.
En este tipo de comportamientos, dentro de la estructura del injusto, se privilegia el
desvalor de resultado como fundamento de la antijuridicidad, y por principio constitucional
su elemento fundante es el desconocimiento a la norma objetiva de valoración que obliga
al funcionario judicial a establecer qué es lo valioso o disvalioso de un comportamiento,
a partir de la necesidad de tutela de un determinado bien jurídico.
En punto de la presunción que opera para los comportamientos sexuales en los que la
víctima es un menor de 14 años, desde el año 2000, la Sala de Casación Penal ha
sostenido que “lo que en ellas se presume, es la incapacidad del menor de 14 años para
determinarse y actuar libremente en el ejercicio de la sexualidad, pues ha sido valorado
que las personas menores de esa edad no se encuentran en condiciones de asumir sin
consecuencias para el desarrollo de su personalidad el acto sexual, debido al estadio de
madurez que presentan sus esferas intelectiva, volitiva y afectiva.
Esta presunción, es de carácter absoluto: iuris et de iure, y no admite, por tanto, prueba
en contrario. La ley ha determinado que hasta esa edad el menor debe estar libre de
interferencias en materia sexual, y por eso prohíbe las relaciones de esa índole con ellos,
dentro de una política de Estado encaminada a preservarle en el desarrollo de su
sexualidad, que en términos normativos se traduce en el imperativo del deber absoluto
de abstención y la indemnidad e intangibilidad sexual del menor, en los cuales se sustenta
el estado de las relaciones entre las generaciones en la sociedad contemporánea”.
Significa esto, que al juzgador no le es dado entrar a discutir la presunción de incapacidad
para decidir y actuar libremente en materia sexual, que la ley establece en pro de los
menores de 14 años con el propósito de protegerlos en su sexualidad, pretextando
idoneidad del sujeto para hacerlo, en razón a sus conocimientos o experiencias anteriores
en materia sexual, ni apuntalar la ausencia de antijuridicidad de la conducta típica, al
hecho de haber el menor prestado su consentimiento”.
Para la Sala es claro que el punible regulado por el artículo 209 del Código Penal es un
delito de resultado, por manera que para reputar de él su carácter de injusto y lesivo, es
menester la demostración del efectivo menoscabo a la autodeterminación sexual del
menor de 14 años. Lo que sucede es que esta facultad es inexistente para personas que
se encuentran en esa edad, por la inmadurez para proyectar las consecuencias de
realizar conductas sexuales que en un futuro pueden afectar su adecuado desarrollo
personal, de allí que el legislador prohíba hasta el punto de penalizar, cualquier
interferencia sexual con éstos, teniendo por inexistente el mínimo asomo de aquiescencia
del menor para que eso suceda, simplemente porque no pueden prestar su
consentimiento dada su edad cronológica.
En este tipo de comportamientos, se sostiene que son de resultado, al requerirse el
despliegue de maniobras sexuales con personas en un rango de edad menor a los 14
años, por manera que la trasgresión a la norma objetiva de valoración, como criterio
fundante del injusto en estos tipos penales, se satisface con la demostración de la
realización de actos sexuales con un individuo menor de esa edad, con lo cual se cumple
la real y efectiva afectación al interés jurídico protegido, pues se realiza un
comportamiento en el que interactúan por lo menos dos personas, una de las cuales
carece de la capacidad para comprender los alcances de esa conducta, de allí que no
sea gratuita la denominación de los delitos incluidos en el capítulo segundo del Título IV
del Código Penal, al recibir la calificación de actos abusivos, en la medida en que esa
falta de capacidad de autodeterminación sexual del menor de 14 años, es aprovechada
por el adulto o por el mayor de 14 años, con el fin de no encontrar resistencia en el menor
con quien pretende satisfacer sus impulsos carnales.
8- Sentencia SP6921-2015(44689)
Acceso carnal violento con menor de 14 años: El caso sometido a decisión del juez
de conocimiento por la titular de la acción penal, según el cual una menor de edad fue
penetrada por la vía vaginal en el contexto de amenazas de muerte contra sus parientes
cercanos y de un permanente comportamiento agresivo por parte del agente en el ámbito
familiar; evidentemente se acomoda al supuesto de hecho del delito de Acceso carnal
violento (art. 205 C. P.), según el cual “El que realice acceso carnal con otra persona
mediante violencia, incurrirá en prisión de …”, y no al del Acceso carnal abusivo con
menor de 14 años (art. 208 C.P.) que proscribe la conducta de “El que acceda
carnalmente a persona menor de catorce (14) años, …”.
En efecto, si bien los delitos consagrados en los artículos 205 y 208 del Código Penal
buscan proteger el mismo bien jurídico –la libertad, integridad y formación sexuales- y
comparten en su estructura típica tanto el comportamiento rector prohibido -acceso
carnal- como la exigencia de un sujeto activo indeterminado –“El que”-; presentan una
diferencia esencial que determina la naturaleza de cada uno de ellos como tipos
autónomos. En efecto, la primera de tales conductas punibles contempla una
circunstancia modal, que a la vez es un ingrediente normativo, según el cual el acceso
carnal debe ser cometido mediante violencia –física o moral-, es decir, en contra el
consentimiento de la víctima, mientras que la segunda se configura no a partir del
constreñimiento sino del abuso de la condición biológica y psicológica del sujeto pasivo
representada en su escasa edad (menor de 14 años), por lo que en ésta la penetración
sexual ocurre sin que medie un consentimiento válido por parte de la víctima.
9- Sentencia 22099(06-04-05)
Prevaricato por acción: El artículo 413 del Código Penal describe y sanciona el tipo
penal de prevaricato por acción, así: “El servidor público que profiera resolución, dictamen
o concepto manifiestamente contrario a la ley, incurrirá en prisión de tres (3) a ocho (8)
años, multa de cincuenta (50) a doscientos (200) salarios mínimos legales mensuales
vigentes, e inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas de cinco (5)
a ocho (8) años”.
Conducta que se configura cuando el servidor público en ejercicio de las funciones
deferidas por la Constitución y la ley profiere resolución o dictamen manifiestamente
contrarios al precepto que regula el asunto, anteponiendo su capricho al querer del
legislador socavando el ordenamiento jurídico y, en consecuencia, la administración
pública.
Para verificar su tipicidad y trascendencia jurídico social el funcionario judicial debe
contrastar el contenido del proveído con la norma que lo regula atendiendo para el efecto
las pruebas integrantes del proceso y en general las circunstancias que rodeaban al
funcionario al momento de decidir con el fin de determinar si es manifiestamente contraria
a la ley, si estaba en condiciones reales de acatar el mandato legal, si conocía la
ilegalidad de su proceder, y, siendo así, si ejecutó libremente la conducta prohibida.
Por tanto, carecerá de relevancia jurídico penal la simple disparidad entre la decisión y la
norma, ya que por mandamiento legal es menester que la oposición sea de tal entidad
que elimine cualquier hesitación acerca del proceder arbitrario del servidor público, que
no se erija como el fruto de su postura interpretativa del derecho o de la apreciación
autónoma e independiente de las pruebas, eventos tolerables para el ordenamiento
jurídico penal.
Extorsión: Esta conducta punible, implica que el sujeto activo constriñe a otro a hacer,
tolerar u omitir alguna cosa, con el propósito de obtener un provecho ilícito o cualquier
utilidad ilícita o beneficio ilícito, necesariamente de naturaleza económica, para sí o para
un tercero.
Aunque es evidente que en la extorsión se socava la autonomía personal a través del
constreñimiento, hasta la aniquilación de la voluntad, el bien jurídico principalmente
tutelado es el patrimonio económico, a juzgar por la ubicación del tipo en el Código Penal.
Tan es así, que el delito de extorsión puede quedarse en el estadio de la tentativa cuando
se embate contra la libre determinación a través de amenazas, pero no se logra el hacer,
omitir o tolerar aquello que al sujeto activo reportaría la finalidad económica.