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EVALUACIÓN E INTERVENCIÓN EN
PRAGMÁTICA
UNIDAD 1:
INTRODUCCIÓN
El desarrollo pragmático del lenguaje infantil, podría considerarse en la actualidad
como un aspecto del lenguaje todavía desconocido por muchos profesionales
dedicados a la educación infantil, lo que resulta comprensible considerando que la
pragmática como campo de estudio del lenguaje recién se ha desarrollado durante los
últimos decenios del siglo XX. Los límites del estudio de la pragmática todavía están
difusos, aún no hay una teoría que unifique todos los criterios abordados por los
distintos autores al tratar de explicarla, estos criterios son bastantes heterogéneos
(actos del habla, funcionalidad comunicativa, discurso, comunicación referencial,
significados inferenciales, comunicación no verbal, pragmática del receptor, teoría de
la mente, comunicación social, etc.), por lo que todavía existen discrepancias en incluir
o excluir del ámbito de la pragmática unos u otros aspectos.
En líneas generales, tal como lo indica Conti Ramsden (1991) hay fundamentalmente
tres maneras diferentes de entender la pragmática y considerar su relación con otras
áreas del lenguaje: 1) La pragmática tiene por objeto estudiar el uso del lenguaje, de la
misma manera que otras áreas están dedicadas al estudio de la estructura del
lenguaje. 2) La estructura y uso del lenguaje son dos aspectos diferentes que están
relacionados precisamente por medio de la pragmática, es decir, la pragmática es el
punto de contacto entre la lengua y el uso de la lengua. 3) la pragmática es área del
lenguaje análoga a las otras como son la fonología, el léxico o la sintaxis. Craig (1983)
distingue entre una visión estrecha y una visión amplia de la pragmática. La visión
estrecha trata la pragmática como un componente más del lenguaje. Por contraste, la
perspectiva amplia sobre la pragmática es interaccionista, y la considera como el
1. CONCEPTO DE PRAGMÁTICA
Serra (2000) concibe a la pragmática como el conjunto de conocimientos y habilidades,
de tipo cognitivo y lingüístico, que facilitan el uso (función) de la lengua en un contexto
específico para la comunicación de significados. Por su parte, Bertucheli (1996), refiere
que la pragmática estudia el funcionamiento del lenguaje en contextos sociales,
situacionales y comunicativos, y se ocupa del conjunto de reglas que explican o regulan
el uso intencional del lenguaje, teniendo en cuenta que se trata de un sistema social
compartido con normas para su correcta utilización en contextos concretos. Ambos
autores hacen referencia al uso (“como lo utilizamos”) y función (“para que lo
utilizamos”) del lenguaje en relación al contexto. Una visión más amplia de la
pragmática es planteada por Igoa (en Aguado 2011) quien define a la pragmática como
la disciplina que abarca el estudio de las competencias y actividades vinculadas al
ejercicio de las funciones del lenguaje, y, más en particular, de la función comunicativa.
Bates (1976) definió dos diferentes precursores de los usos funcionales del lenguaje en
el primer año de vida: los protoimperativos y las protodeclarativos. Halliday (1975),
compartiendo la opinión general de la existencia de usos comunicativos previos al
lenguaje, identifica entre los nueve y los 18 meses siete funciones comunicativas:
instrumental, de regulación, interaccional, personal, heurística, imaginativa e
informativa. Dore (1975) más encuadrado en la teoría de los “actos del habla”
identifica ocho “actos de habla primitivos” que tienen lugar durante el periodo de
Por otra parte, la teoría de los “actos del habla” fue propuesta por Austin y Searle, y
señala que todo enunciado lingüístico se enmarca en “acto del habla”. Estos actos son
literalmente “cosas que hacemos” con el lenguaje, como informar, declarar,
convencer, prometer, pedir, suplicar o exigir algo entre otras. Los actos del habla
presentan tres componentes: un componente locutivo, por que se “dice” algo; un
componente ilocutivo, por el que se “realiza” algo al decirlo, o se hace efectiva la
intención del hablante al proferirlo; y un componente perlocutivo, por el que se
produce un efecto en el oyente o destinatario. Todo ello implica que, no solo importa
lo que decimos sino también las intenciones que tenemos al hablar y el efecto que
nuestras palabras provocan en el destinatario. Los actos del habla pueden clasificarse
en cinco tipos:
Asertivos: El hablante afirma o niega algo con distintos grados de certeza. Se incluyen
aquí actos como afirmar, describir, informar, definir, creer, etc.
Directivos: el hablante trata de conseguir que el oyente haga algo (es decir que realice
una acción que el emisor está solicitando). Son directivos actos como invitar,
preguntar, ordenar, etc.
Compromisorios: El hablante se compromete, en grados diversos a realizar una acción
o hacer algo en el futuro, es lo que hacemos cuando juramos, prometemos,
apostamos, etc.
Expresivos: El hablante expresa un estado afectivo, que puede ser emocional o físico.
Se incluyen actos como saludar, agradecer, felicitar, dar condolencias, etc.
Declarativo: El hablante pretende modificar algunos aspectos de la realidad. Se
producen cambios a través de las emisiones. Por ejemplo, declarar, jurar, valorar,
reconocer, interpretar, sentenciar, etc.
Los actos del habla se pueden distinguir entre directos e indirectos. Los actos directos,
son aquellos en los que un hablante dice una frase que significa exacta y literalmente
lo que quiere decir. P. ej. "cierra la puerta por favor". En este acto del habla el aspecto
locutivo e ilocutivo coinciden, es decir se expresa directamente la intención del
enunciado. Mientras que en los actos indirectos, el hablante comunica al oyente más
b. HABILIDADES CONVERSACIONALES
Las estrategias utilizadas para mantener un tema son variadas: hacer preguntas;
pedir una nueva reformulación de lo verbalizado; en caso de interrupciones o
rupturas reformular su enunciado. En general, las personas suelen formular tres
tipos de preguntas: preguntas abiertas, cerradas y alternativas. Las preguntas
abiertas son las más frecuentes y tiene como finalidad obtener información. Son
preguntas del tipo “¿quién es?”, “¿qué hace?”, etc. Las preguntas cerradas se
caracterizan por ofrecer información en la misma, esperando que contesten “si”
o “no”. P. ej. “¿estás cansado?”, “¿tienes sueño?”, etc. Las preguntas alternativas
son aquellas que contienen toda la información relevante para que el
interlocutor se limite a escoger una de las opciones ofrecidas y a repetirla. P. ej.
“¿es rojo o azul?”.
- Máxima de Cantidad: “Haz que tu contribución sea tan informativa como sea
necesaria, y no más de lo necesario”. Representa la necesidad de ser concreto en
la transmisión de las ideas.
- Máxima de Calidad: “Intenta que tu contribución sea verdadera, no hables de
aquello que creas falso, o de lo que no tengas evidencia”. El emisor tiene que
regirse por la veracidad, es decir, dar la información que considera verdadera; no
mentir y fundamentar lo que dice.
- Máxima de Relación o Relevancia: “Haz contribuciones relevantes, ve al grano”.
El emisor debe centrarse en el asunto sobre el cual se está comunicando. Tiene
que cuidar para no desviarse del tema, para contribuir a que la comunicación
avance, aportando datos importantes y debe evitar decir cosas inoportunas o
fuera de lugar.
- Máxima de Modalidad o Manera: “Sé claro y conciso, evita la oscuridad y la
ambigüedad”. El comunicador debe ser claro y ordenado en sus expresiones. Para
ello, tiene que evitar ambigüedades o expresiones que puedan ser confusas.
En este dialogo, Mario podría estar violando las máximas de relación y cantidad
sino esperara que Pedro fuera capaz de interpretar su respuesta como una
respuesta cooperativa a su pregunta e inferir que Mario cree que el destornillador
se encuentra en la caja de herramientas roja y que se puede acceder a la caja de
herramientas, etc.
En general, las inferencias conversacionales (implicaturas) constituyen una
estrategia conversacional básica muy común.
Narrar implica una ocurrencia de hechos que responden a un orden en el tiempo y que
estos acontecimientos se desarrollan en secuencias de clausulas relacionadas
temporalmente que manifiestan un punto de vista particular (Llorenc y cols. 2011).
Esta capacidad permite al individuo integrarse en una comunidad y posibilita organizar
la experiencia cotidiana (Bruner, 1990), debido a que la actividad narrativa organiza la
manera de interactuar de los sujetos.
El discurso narrativo es una unidad que puede abordarse considerando al menos dos
aspectos: la organización semántica del discurso y la organización formal del discurso.
Por ejemplo, en “el joven tenía frío ese día, por eso se abrigó” existe coherencia
local entre los significados (o proposiciones) de las dos oraciones (“el joven tenía
frío ese día” y “se abrigó”). En este caso, la coherencia está dada porque ambas
oraciones designan hechos que pueden relacionarse en la realidad
extralingüística (“hacer frío” y “abrigarse”) y además se refieren al mismo tema
(“el joven”). Así, la coherencia local contribuye también a mantener el tema a
través de las distintas oraciones del discurso.
Por su parte, Serra (2000), desde una visión más actual clasificó las funciones
comunicativas adquiridas al inicio de periodo lingüístico (entre los 12 a 27 meses) en
tres grupos: sociales y expresivas; regulativas; e informativas.
Por otro lado, con respecto a las habilidades conversacionales, estas tienen como
precursoras a las “protoconversaciones” durante el primer año de vida, en esta etapa
de comunicación pre-verbal, los bebés participan de los primeros intercambios
comunicativos con el adulto propiciando una especie de modelo de conversación. Los
estudios de las habilidades conversacionales se preocupan fundamentalmente de tres
aspectos: como el niño aprende al papel de emisor y receptor, como desarrolla la
capacidad para mantener el tema de la conversación, y como se torna hábil para
adaptarse al contexto, es decir, al receptor y a la situación comunicativa de la que está
participando.
Zorzi y Hage (2004), señalan que a los dos años los niños usan el lenguaje para pedir,
informar, preguntar e interactuar, por lo que, desde el punto de vista de la
conversación inicial, mantienen una conversación, aunque no por muchos turnos.
Conversan con las personas en contextos muy conocidos, sobre temas concretos y
referentes presentes.
A los tres y cuatro años aproximadamente, se intensifica el uso de las funciones
descritas previamente, agregando la formulación de preguntas sobre referentes
ausentes. Sus expresiones son más inteligibles y coherentes con el turno anterior.
A los cinco y seis años, los recursos lingüísticos que los niños poseen para las diversas
funciones del lenguaje se vuelven más complejos. Inician y mantienen la conversación
por muchos turnos. Conversan con más de un interlocutor al mismo tiempo sobre
referentes ausentes y abstractos. Se van tornando capaces de auto-corregirse cuando
perciben que no son comprendidos, reestructurando sus enunciados.
Por último, en relación del desarrollo narrativo, se puede afirmar que este tiene su
origen en la conversación que se desarrolla entre el niño y el adulto. El papel de este
último es fundamental, puesto que son los adultos quienes proporcionan los modelos
narrativos a los niños, y además les ayudan en todo momento en el proceso de
construcción de la narración (Serra, 2000). Desde un punto de vista evolutivo se ha
observado que, entre los 2 y los 8 años, los niños van dominando, gradualmente, la
capacidad para relatar narraciones (Serra, 2000). De acuerdo a Pavez y col. (1999), es a
la edad de 5 años que las narraciones infantiles adquieren características de
narraciones verdaderas, tal como se observa en siguiente cuadro.
Russell (2007) señala los hitos pragmáticos y de la comunicación que el niño debe
lograr a lo largo de su desarrollo, los cuales están agrupados de forma indefinida por
edad de aparición, lo que nos ayudará a tener un mejor panorama del desarrollo
pragmático normal.
-Observa la expresión
del adulto buscando
información en ella:
búsqueda de referencia
social.
-Ofrece ayuda.
-Pide permiso.
El termino dificultad pragmática está referida a los problemas que los individuos tiene
en el uso del lenguaje con fines comunicativos. Monfort (2004) sugiere que los
trastornos pragmáticos se originan desde las alteraciones de la percepción y la
comprensión. Estas alteraciones se centran básicamente en la conducta. Si bien su
manifestación ocurre en la expresión, los fallos son básicamente comprensivos y
alteran la transmisión de intenciones. El mismo autor reafirma que los trastornos
pragmáticos son recíprocos; es decir que cuando un niño exhibe un patrón
comunicativo anómalo, su medio ambiente, en general tiende a favorecerlo con el afán
de sostener la comunicación. Otro dato relevante sugerido es que existen trastornos
pragmáticos secundarios a dificultades del lenguaje, y hay otros trastornos
pragmáticos primarios
Monfort (2004), señala que los síntomas de los trastornos pragmáticos se pueden
relacionar con dos vertientes: la comprensión y la expresión, conformando cuadros de
distinto tipo. La sintomatología puede presentarse de manera variada y no todos los
cuadros exhiben rasgos idénticos.
que tanto niños como adultos no busquen comunicarse con él dado que le
resulta muy dificultoso salir de esa temática.
- Dificultad de ajuste a las normas del contexto social: este síntoma está
caracterizado por la aplicación rígida de una fórmula verbal a un contexto
inadecuado por la falta de consideración a las diferencias de edad, sexo y
familiaridad y la escasa asimilación a las normas sociales que inhiben o
controlan la expresión sobre todo para manifestar desacuerdos o para corregir
otros.
- Dificultad para “reparar” malos entendidos: en este caso la dificultad pasa por
no poder reformular o completar un enunciado que no haya sido comprendido
por el interlocutor. Suelen repetirlo textualmente. No saben expresar su
ignorancia, no saben decir “no sé”. No hace comentarios sobre la transmisión
del mensaje o sobre la respuesta del interlocutor. Normalmente, muestran
falta de autocontrol sobre respuesta suyas que sean absurdas.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS