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Mientras esté vigente el vínculo matrimonial, la ley reconoce el derecho alimentario entre los
cónyuges. Una situación interesante que nos plantea la sentencia casatoria bajo comentario es la
interpretación de lo que debe entenderse como “estado de necesidad”, dado que la parte
demandante al solicitar la asignación judicial de una pensión de alimentos, lo hace reconociendo
que posee un ingreso mensual como docente. La Corte Suprema resuelve declarando fundada la
casación planteada, y por consiguiente, ampara la pretensión de la demandante, mientras que, en
un voto singular, se expone una posición jurídica diferente, pero no menos interesante de
comentar.
Se trata del recurso de casación interpuesto por doña Rosa Apumayta Maraví de Rojas contra
la sentencia de vista expedida por la Sala Civil de la Corte Superior de Junín a fojas cuatrocientos
catorce, su fecha doce de octubre de mil novecientos noventiocho, que revocando la apelada de
fojas trescientos treintisiete del diecisiete de julio del mismo año, declara improcedente la demanda
y nula la sentencia en el extremo que declara infundada la misma, en cuanto al exceso
demandado; con lo demás que contiene.
CONSIDERANDO:
PRIMERO.- Que, la recurrente argumenta que el estado de necesidad se produce cuando los
medios económicos que se obtienen no son suficientes para atender las necesidades básicas en
forma integral, y no cuando se da la carencia absoluta de ellas, tal como sostiene la sentencia
impugnada.
SEGUNDO.- Que, como la existencia del vínculo conyugal entre los justiciables ha sido
determinada por las instancias inferiores, el inciso primero del artículo cuatrocientos setenticuatro
del Código sustantivo sustenta la pretensión de la recurrente, puesto que según dicha norma los
cónyuges se deben alimentos recíprocamente.
TERCERO.- Que, la obligación de pagar una pensión alimenticia entre los cónyuges implica el
cumplimiento del deber de asistencia de aquéllos, el cual se encuentra establecido en el artículo
doscientos ochentiocho del Código Civil, asimismo, ante la falta de pago voluntario, quien tenga
derecho para solicitarlo, puede pedir la determinación judicial de dicha pensión, al amparo del
artículo trescientos cuarentidós del mismo cuerpo legal.
SENTENCIA:
Por los considerandos que anteceden, de conformidad con el dictamen de la Señorita Fiscal
Suprema, la sala Civil de la Corte Suprema; declara FUNDADO el recurso de casación interpuesto
por doña Rosa Apumayta Maraví de Rojas, en consecuencia; CASARON la sentencia de vista de
fojas cuatrocientos catorce, su fecha doce de octubre de mil novecientos noventiocho, y actuando
como órgano de instancia, CONFIRMARON la sentencia apelada de fojas trescientos treintisiete
del diecisiete de julio del mismo año que declara fundada en parte la demanda y ordena que el
demandado cumpla con acudir con una pensión alimenticia a favor de la accionante en la suma de
cuatrocientos nuevos soles, e infundada la misma en cuanto al exceso demandado; en los
seguidos con Luis Hernán Rojas Tazza sobre alimentos; ORDENARON se publique la presente
resolución en el Diario Oficial El Peruano; bajo responsabilidad; y los devolvieron.
DRA. OVIEDO DE A.
La presente ejecutoria trata de la demanda de alimentos entre cónyuges, así tenemos que, por
un lado, la demandante (Rosa Apumayta Maraví de Rojas) es esposa del demandado (Luis Hernán
Rojas Tazza); por otro lado, la demandante tiene una ocupación laboral como docente, por lo que
percibe una remuneración mensual, sin embargo alega una serie de necesidades que la motivan a
pedir se determine una pensión de alimentos a favor suyo.
La cuestión jurídica central que plantean tanto la ejecutoria casatoria como el voto singular está
dada en la interpretación jurídica del requisito del estado de necesidad del alimentista para la
concesión de una pensión de alimentos, y la aplicación de este concepto a los hechos del presente
caso judicial.
De la lectura de la sentencia casatoria y del voto singular, se deducen los siguientes hechos:
1. La Sra. Rosa Apumayta Maraví de Rojas está casada con el Sr. Luis Hernán Rojas Tazza.
2. Doña Rosa Apumayta Maraví de Rojas trabaja como docente y percibe una haber mensual
por su trabajo.
3. El Sr. Luis Hernán Rojas Tazza afronta, en parte, los gastos de la casa conyugal; y
además, solventa los estudios universitarios de su hijo varón, quien es mayor de edad.
4. La Sra. Rosa Apumayta Maraví de Rojas vive en casa propia, en el domicilio conyugal de
ambos.
D) EL VOTO SINGULAR
Mediante el voto singular, la Sra. Vocal Supremo Oviedo de Alayza emite su voto, opinando por
que se declare infundado el recurso de casación interpuesto por la demandante, lo que por
consiguiente determina que no se case la sentencia de vista del 12 de octubre de 1998.
Señala CORNEJO CHÁVEZ que la relación alimentaria entre el marido y la mujer viene
insumida en otra de mayor amplitud, que es la que dimana del deber de asistencia que el artículo
288 (2) del Código consagra en términos no por escuetos en su letra menos amplios en su
contenido. Y así es, en efecto: marido y mujer contraen al casarse, y por el hecho mismo de
casarse, una alianza vigente para todos los efectos de la vida, los venturosos y los adversos: una
alianza en cuya virtud, no sólo a cada cual interesa y afecta genéricamente lo que afecta e interesa
al otro, sino que, más concretamente, cada uno ha de velar por que el otro atienda y satisfaga sus
necesidades. Expresión de esta idea es el artículo 474 (3), que al tratar específicamente de los
alimentos, preceptúa que se los deben recíprocamente los cónyuges. (4)
El derecho que tiene una persona a exigir alimentos de otra, con la cual generalmente se
encuentra ligada por el parentesco o por el vínculo matrimonial, tiene un sólido fundamento en la
equidad, en el Derecho natural. De ahí que el legislador al establecerlo en la ley no hace sino
reconocer un derecho más fuerte que ella misma, y darle mayor importancia y relieve.(5)
El artículo 472 del Código Civil señala que se entiende por alimentos lo que es indispensable
para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica, según la situación y posibilidades de la
familia. Cuando el alimentista es menor de edad, los alimentos comprenden también su educación,
instrucción y capacitación para el trabajo.
- El derecho de alimentos es intransferible tanto por acto entre vivos como por causa de
muerte.
- Es un derecho inembargable.
En primer lugar, la ley establece quiénes están obligados a prestar alimentos; en segundo lugar,
debe darse el estado de necesidad del alimentista, y finalmente, debe apreciarse la posibilidad del
obligado a prestarlos.
En cuanto a quiénes se deben alimentos, tenemos el artículo 474 del Código Civil, el cual
señala que se deben alimentos recíprocamente:
1. Los cónyuges.
3. Los hermanos.
Este artículo debe ser concordado con lo que disponen los artículos 475 y 476 del mismo
Código Civil; así, en la primera norma se establece el orden de prelación, cuando sean dos o más
los obligados a dar alimentos, mientras que en la segunda se señala que en el caso de los
descendientes y los ascendientes se regula la gradación por el orden en que son llamados a la
sucesión legal del alimentista. (8)
El mismo autor propone dos criterios a tener en cuenta para determinar el estado de necesidad
del alimentista, que son el patrimonio y la capacidad de trabajo de quien pretende obtener la
pensión de alimentos. Sobre el patrimonio, refiere que quien tenga bienes suficientes no puede
reclamar alimentos, así los bienes sean improductivos. Y sobre la capacidad de trabajo, señala que
el individuo que tiene capacidad para trabajar, para lograr su sustento, no tiene derecho a solicitar
pensión alimenticia, sin embargo, propone asimismo tener en cuenta dependiendo de cada caso
las circunstancias de edad, sexo, estado de salud, educación y posición social. Por ejemplo, no
podría alegarse la alta preparación de un profesional y su consecuente capacidad para trabajar,
con el objeto de liberarse de la obligación alimenticia, cuando el profesional no logra conseguir, a
pesar de grandes esfuerzos, un empleo para ejercer su oficio. (10)
En la doctrina peruana encontramos la opinión de CORNEJO CHÁVEZ, quien expresa que, por
regla general, este requisito del estado de necesidad del solicitante debe ser probado por el
alimentista, aunque debe tenerse en cuenta que existen dos excepciones, a saber, la de los hijos
menores que piden alimentos a sus padres, y, en alguna medida, la de los hermanos
menores. (11)
Aquí nos referimos a la capacidad económica del obligado a prestar los alimentos, donde si no
existe capacidad económica del obligado, entonces no surge tampoco la obligación de prestar
alimentos.
Así, se tomarán en cuenta las posibilidades del deudor alimentario y las circunstancias que lo
rodean, por ejemplo, otras obligaciones del hogar que el deudor tenga para con su familia. En
suma, para que se establezca una pensión de alimentos a su cargo, es preciso que haya exceso
de las rentas del obligado sobre los gastos necesarios a su cargo.
Sin embargo, cuando se trata de los hijos o el cónyuge, se considera que por pocos que sean
los ingresos de una persona, siempre estará obligada a compartirlos con su familia inmediata. Ya
que lo mínimo que se puede exigir a quien tiene el deber de pagar alimentos es que se esfuerce
por cumplir con su obligación. No puede disculparse argumentando que no tiene ingresos, cuando
tampoco hace lo necesario para conseguirlos. (12)
En Argentina, la jurisprudencia ha establecido que, para que la cónyuge tenga derecho a los
alimentos, no es necesario que carezca absolutamente de recursos, pues basta con que aquéllos
no sean suficientes; también que no procede la fijación de alimentos cuando los ingresos de la
cónyuge son superiores a los del demandado; que entre cónyuges si quien requiere alimentos
puede, con sus entradas, solventar sus necesidades, no existe razón para obligar al otro a pagar
una cuota alimentaria; que no procede que sea el marido el que exclusivamente mantenga
totalmente a la mujer que se encuentra en aptitud potencial para lograr su propio sustento por sí
misma, cuando no se ha demostrado que posea incapacidad alguna. (14)
En el caso de nuestro país, el legislador concibió la norma contenida en el artículo 481 del
Código Civil, que expresa: “Los alimentos se regulan por el juez en proporción a las necesidades
de quien los pide y a las posibilidades del que debe darlos, atendiendo además a las
circunstancias personales de ambos, especialmente a las obligaciones a que se halle sujeto el
deudor”, dejando así a la casuística la determinación del monto de pensión alimenticia. Queda
pues en la probanza actuada durante el proceso, que se acerque a una idea de cuáles son las
posibilidades económicas del obligado concordantemente con las necesidades acreditadas por el
alimentista. Una cita basta a guisa de ejemplo: “al fijarse el aumento de la pensión alimenticia se
debe tener en cuenta, no sólo las posibilidades del obligado, sino las necesidades que éste afronta;
así como que la accionante no se encuentra imposibilitada de laborar, y de esta manera coadyuvar
a la satisfacción de sus necesidades”.(15)
En cuanto a la cuestión planteada al inicio y que nosotros calificamos como una cuestión de
interpretación jurídica en relación al caso, en que la solicitante de una pensión alimenticia
(cónyuge) tenga medios de subsistencia, ¿puede decirse que no se encuentra en estado de
necesidad? Observamos que existe una discrepancia interpretativa que surge entre lo resuelto por
la sentencia casatoria y la opinión expuesta en el voto singular, y que tiene sus orígenes en la
indefinición de nuestra norma de lo que se debe entender como estado de necesidad.
Veamos. La Corte Casatoria entiende que la norma contenida en el artículo 481 del Código
Civil que expresa que: “Los alimentos se regulan por el juez en proporción a las necesidades de
quien los pide y a las posibilidades del que debe darlos, atendiendo además a las circunstancias
personales de ambos, especialmente a las obligaciones a que se halle sujeto el deudor”, es una
norma que no exige que el solicitante de alimentos (demandante) se encuentre en total
imposibilidad de proveer a sus necesidades.
Pero, para el voto singular, se opta por dejar señalado que en sede casatoria no se puede
volver a valorar las pruebas, opinión que entendemos conforme a las normas de nuestro Código
Procesal Civil así como a la tendencia jurisprudencial adoptada por la Corte Suprema, en el sentido
de que mediante la casación no se pueden volver a examinar los medios probatorios, ya actuados
en las instancias de mérito. Por otro lado, se descarta la alegada inaplicación de los artículos 342 y
481 del Código Civil por considerar que estas normas tienen contenido procesal, sin explicar de
modo claro por qué califica el contenido de estas normas como procesales y no como normas de
derecho material. Y finalmente, la señora ponente, citando los argumentos que han sustentado la
demanda de la actora, señala que siendo todos los aspectos alegados materia de probanza, éstos
no pueden ser apreciados y compulsados vía casación.
Entonces, sobre los fundamentos de la existencia de esta obligación legal de alimentos entre
cónyuges, no hay duda alguna acerca de que sus bases se fundan en el deber de asistencia que
se ha consagrado en el régimen jurídico del matrimonio; sin embargo para hallar el significado de
los alcances de esta obligación por el demandado, debe considerarse el objeto de los alimentos,
esto es, proporcionar lo necesario para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica, según
la situación y posibilidades de la familia; en otras palabras, lo necesario para vivir de acuerdo a las
circunstancias propias del necesitado. Así, por ejemplo, no será igual la necesidad alimentaria de
un cónyuge que es un trabajador manual despedido, que la de un docente universitario.
Y más allá, la cuestión de fondo del caso es considerar que la ratio legis de este derecho
alimentario entre cónyuges, es la obligación de no desamparar al otro cónyuge en cuanto a su
subsistencia; para concretar este derecho alimentario habrá que evaluar el estado de necesidad,
el cual estará definido por las propias y particulares necesidades del cónyuge alimentista, y la
forma como económicamente enfrenta dichas necesidades. Así, se analizará si labora, o si obtiene
rentas producto de bienes.
En ese sentido, creemos que la normativa peruana ha determinado un núcleo básico de lo que
debe entenderse por estado de necesidad del cónyuge: las necesidades en torno al sustento,
habitación, vestido y asistencia médica que requiere el peticionante, el cual además deberá ser
compulsado con la forma en que de su parte cubre o intenta cubrir dichas necesidades.
En este caso, la Corte casatoria entendemos que se orienta por darle un contenido al requisito
del estado de necesidad del cónyuge solicitante de alimentos, lo que sucede es que no es
explícita al exponer su fundamentación. Obsérvese que la Sala casatoria parte de asumir los
hechos ya acreditados en las instancias inferiores, tales como la condición de docente de la
demandante, la remuneración que percibe por el citado trabajo, así como los motivos que alega
para demandar la pensión de alimentos contra su esposo. Luego, se pronuncia sintéticamente
sobre la alegada causal de inaplicación del artículo 481 del Código Civil, norma que concede
facultades al magistrado para establecer el monto de la pensión de alimentos, buscando
subyacentemente procurar la satisfacción de las necesidades particulares del accionante en
función a las circunstancias que lo rodean, compulsando frente a estas particulares necesidades,
cuáles son las reales posibilidades económicas del obligado. Norma que a su entender, de
“ninguna manera exige que el solicitante de los alimentos se encuentre en total imposibilidad de
proveer a sus necesidades”. Creemos que la Corte se orienta a tratar de dar un contenido a la
noción de estado de necesidad del cónyuge, incorporando en la misma la manera en que éste
satisface sus propias necesidades.
En el caso bajo comentario, la cónyuge demandante percibía una pensión como fruto de su
trabajo como docente, sin embargo, ello no le permitía cubrir sus necesidades ya que como se
refiere el voto singular, ella debía contribuir al sostenimiento de su hija que es casada y tiene un
niño, así como afrontar los gastos de su padre que es un anciano. Entonces, lo que hace la Corte
es tener en cuenta las pruebas acreditadas en las instancias inferiores, las que compulsaron las
necesidades alimentarias de la actora con los ingresos que ella misma obtiene con su trabajo, lo
cual determina que no tiene los recursos suficientes para cubrir las necesidades materia de la
demanda.
La Corte tiene límites en cuanto a su función casatoria, pues no puede entrar a un reexamen de
lo probado en autos. Sobre lo establecido en las instancias inferiores, la Sala Casatoria se
pronuncia definiendo que el estado de necesidad del cónyuge alimentista no puede ser entendido
como indigencia, ya que ello contravendría la ratio legis de la norma que consagra el derecho
alimentario entre cónyuges, que se sustenta en el deber de asistencia que fluye del matrimonio civil
y que se configura como todo lo necesario para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica
del cónyuge, de acuerdo a las circunstancias; ya que para evaluar el estado de necesidad del
cónyuge demandante debe tenerse en cuenta sus necesidades en los aspectos señalados y la
manera como afronta económicamente el cubrir tales necesidades.
Finalmente, el voto singular sustenta como fundamento central los límites de las funciones
casatorias, las mismas que no pueden entrar a evaluar los hechos acreditados en las instancias
inferiores, además de que sin mayor explicación califica el artículo 481 del Código Civil como una
norma de contenido procesal. Nosotros preferimos quedarnos con la sentencia casatoria por las
razones anotadas, que si bien tiene deficiencias, no elude emitir un pronunciamiento sobre el fondo
del asunto.
F) CONCLUSIONES