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MAESTRIA EN CIENCIA CRIMINOLOGICAS Y PENALES

ESTUDIOS A DISTANCIA
EPISTEMOLOGÍA DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA

UNIDAD III
LA CRIMINOLOGIA

INTRODUCCIÓN

La conducta del hombre como todos sabemos, desde tiempos remotos siempre ha preocupado a
los estudiosos y siempre ha sido de estudio y criticas. De ahí es que intervienen las Escuelas Jurídico
Penales, según Jimenes de Asua. El termino de causal - explicativas, normativas y aplicativas
provienen del estudio de la naturaleza de la conducta humana.
El desenvolvimiento humano y el origen del hecho humano son objeto de estudio de la ciencia causal
- explicativa y su única limitación radica en su propio radio de estudio.
Los comportamientos que están basados o regulados en las normas legales, son los que estudia
la ciencia normativa; y su campo de estudio es menos amplio que el de la ciencia causal-explicativa
porque no pasan del marco normativo.
Por ultimo tenemos las ciencias aplicativas que son un conjunto de técnicas, que utilizan el material
científico de que las otras ciencias aportan, para ayudar al desenvolvimiento de las interrogantes
que en ellas se podrían plantear.
Tenemos que la criminología nos ayuda ha estudiar el delito, sin que esto signifique que este sea
de objeto exclusivo de estudio de la criminología. La ciencia causal - explicativa trataría de explicar
al delito en sus orígenes y desarrollo dentro de la sociedad que lo produce; La ciencia normativa
estudiaría los modelos de comportamiento humano que la ley describe como delito y todas las
sanciones que se podrían aplicar para cada comportamiento establecido y la ciencia aplicativa se
ocuparía en indagar las circunstancias temporo - espaciales , instrumentales y personales en que
se realizo el hecho punible.
Así tenemos que la criminología es una ciencia causal - explicativa, el derecho penal es una ciencia
normativa y la criminalistica es una ciencia aplicativa y en el presente estudio nos ocuparemos de
los orígenes e historia de la criminología. Las teorías sociológicas sobre el control social y la
criminalidad: Teoría del Consenso, Teoría del Conflicto. El Control Social como objeto de estudio de
la Criminología Crítica. Control social en el mundo globalizado. Desorientación epistemológica de la
Criminología (núcleos problemáticos): con relación al objeto, con relación a la metodología.

ESQUEMA

1
PRESENTACION…………………………….………….……………………….……………………..01

INTRODUCCION………………………………………..…………………………………….………..02

ESQUEMA.…………………………………………….……………………………………….….…….03

LA CRIMINOLOGIA Y SUS ORIGENES…………….……………………………….…….……..….04

HISTORIA DE LA CRIMINOLOGIA. ………….….……………………………………..…..………..05

LAS TEORÍAS SOCIOLÓGICAS SOBRE EL CONTROL SOCIAL Y LA CRIMINALIDAD: TEORÍA


DEL CONSENSO, TEORÍA DEL CONFLICTO
………………………………..…………………………………….……………………….…………….07

EL CONTROL SOCIAL COMO OBJETO DE ESTUDIO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA.…..08

CONTROL SOCIAL EN EL MUNDO GLOBALIZADO……………………..……...………………..09

DESORIENTACIÓN EPISTEMOLÓGICA DE LA CRIMINOLOGÍA (NÚCLEOS PROBLEMÁTICOS):


CON RELACIÓN AL OBJETO, CON RELACIÓN A LA METODOLOGÍA
………………………………………………………………………………………………...…………..19

CONCLUSION……………………………..…………………………………………………………...21

BIBLIOGRAFIA………………………..………………………………………………………………..23

LA CRIMINOLOGÍA Y SUS ORIGENES.

La criminología es la disciplina que estudia las causas del crimen y preconiza los remedios del
comportamiento antisocial del hombre. La criminología es una ciencia interdisciplinaria que basa sus
fundamentos en conocimientos propios de la sociología, psicología y la antropología, tomando para
ello el marco teórico de la medicina y el derecho penal. Las áreas de investigación criminológicas
incluyen la incidencia y las formas de crimen así como sus causas y consecuencias. También reúnen
las reacciones sociales y las regulaciones gubernamentales respecto al crimen.

El nombre de esta ciencia fue utilizado por primera vez por el antropólogo francés Paul Topinard.En
1885, el profesor italiano de derecho Rafael Garófalo acuñó este término.

HISTORIA DE LA CRIMINOLOGIA:
La lucha contra el delito y el estudio de los delincuentes y del castigo data desde la antigüedad.
Filósofos como Sócrates, Platón o Aristóteles ya hablaron sobre este tema, atribuyendo los delitos
a deficiencias físicas o mentales e incluso a la herencia.
A mediados del siglo XIII, Tomás de Aquino intentó también sentar las bases de la filosofía
del derecho penal en su obra Escolástica, y en la Edad Media se realizaron algunos estudios
médicos para investigar crímenes aislados.
Escuela Clásica
En el siglo XVIII, el jurista italiano Cesare Beccaria compendia en su obra Trattato dei delitti e delle
pene (De los delitos y las penas) las leyes existentes, tratando de encontrar la igualdad de todos los
ciudadanos ante la ley y evitar una interpretación desviada por conceptos morales de los
jueces. Enrico Ferri es considerado unos de los precursores de la criminología y se le toma como
punto de arranque de la escuela clásica. Con esta escuela clásica acabaron las injusticias derivadas

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de la aplicación del derecho penal, generalizando el respeto a la ley, y reconociendo garantías
individuales al limitar el poder del Estado. Sus bases fueron sentadas en 1839 por Antonio
Rosini con su obra Filosofía del Diritto.
Escuela Positivista
En el siglo XIX, se empiezan a aplicar los métodos de observación científica al crimen, con el fin de
determinar las causas de la criminalidad. En este momento es cuando la escuela
italiana (Lombroso, Rafael Garófalo, Enrico Ferri) pretende encontrar la causa profunda de la
delincuencia en las anomalías corporales y mentales de los individuos y de la escuela
francobelga (Durkheim, Guerry,Lacassagne, Quételet, Tarde) denuncia la influencia del medio
social, verdadero «caldo de cultivo de la criminalidad».
Escuela de Chicago
A partir de principios del siglo XX se desarrolla en EEUU un nuevo paradigma en la investigación
criminológica al centrarse en las razones que causaban el hecho de que en unos barrios se
cometieran más delitos que en otros. De esta época es destacable la investigación empírica sobre
delincuencia juvenil de Shaw y McKay, que concluyeron en que los barrios con ciertas características
(entre ellas, el deterioro físico, la heterogeneidad cultural, población decreciente, pobreza, etc) eran
más proclives a producir una mayordelincuencia. Esto sería así porque estos barrios se encontrarían
socialmente desorganizados y no pueden realizar su función decontrol social ante actos
desviados. SHAW, Clifford R.; MCKAY, Henry D. (1942): Juvenil delincuency and urban Areas. A
Study of Delincuency in Relation to Differential Characteristics of Local Communities in American
Cities, 2ª ed. Revisada 1969, Chicago, University of Chicago Press.
Años posteriores
En el siglo XX, los criminólogos se esfuerzan en hacer una síntesis de los descubrimientos
precedentes. En diferentes países comienza a manifestarse una tendencia a ampliar el campo de la
actividad criminológica: unos incluyen en ella la criminalística(Alemania); otros, la penelogía; hay
otros que preconizan el estudio conjunto de la ciencia del crimen y de la ciencia de la reacción social
suscitada por él (Estados Unidos). En este siglo, la criminología ha influido notablemente en la
evolución del derecho penal.
Con los posteriores avances en el campo de la psicología y sociología algunos investigadores han
propuesto nuevos enfoques, entre ellos se encuentran: Jean Pinatel, Edwin Sutherland, Robert
Merton, Travis Hirschi, Ronald Akers, Robert Agnew, Diana Fishbein,Sampson y
Laub, Felson, Cornish, Gary LaFree, David Farrington, Michael Gottfredson, Charles Tittle, entre
otros.
En Latinoamérica son varios los investigadores que se han destacado en esta área, especialmente
los pertenecientes a países como: Argentina, Colombia, México y Venezuela. Entre ellos sobresale
la labor de criminólogos como: Alfonso Quiróz Cuarón, Rosa Del Olmo, Emiro Sandoval
Huertas, Luis Rodríguez Manzanera, Lolita Aniyar de Castro, Alfonso Reyes Echandía, Eugenio
Raúl Zaffaroni,Juan Manuel Mayorca, Elio Gómez Grillo, Álvaro Pérez Pinzón, Filadelfo Del Carmen
Labastidas, Luis Gerardo Gabaldón y Christopher Birkbeck, entre muchos otros que han colaborado
con esta rama de las ciencias sociales. En España, algunos de los criminólogos más importantes
han sido: Antonio Beristain Ipiña, Elena Larrauri Pijoan, Vicente Garrido Genovés, Jorge Sobral, Per
Stangeland,Santiago Redondo, Miguel Clemente, Eugenio Garrido Martin, Enrique
Echeburua, Cándido Herrero, César Herrero Herrero, Alfonso Serrano Gómez, Alfonso Serrano
Maíllo y Juanjo Medina Ariza.
En cuanto a los estudios universitarios, el primer programa de estudios universitarios a nivel
licenciatura en Latinoamérica surgió en 1978 en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
(hoy Facultad de Derecho y Criminología) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL),
en Monterrey, México. La primera Escuela de Criminología de Sudamérica se abre en la Universidad
de Los Andes, en Mérida, Venezuela. El año de su fundación fue 1992 y su primer egresado es
el criminólogo y profesor Juan Antonio Rodríguez, primer licenciado en criminología de ese país y
de Sudamérica.2 . En la patagonia Argentina, nace en 1998 la primera escuela de Criminología

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Social de ese país, dirigida por el criminólogo y psicólogo social argentino Roberto Víctor Ferrari. En
España, las primeras escuelas donde se imparten criminología, que dependían de la facultad de
derecho, fueron creadas en Barcelona (1955) y en Madrid(1964).
Criminología moderna
A partir de mediados del siglo XX, se presenta un cambio de paradigma en la ciencia criminológica
fijando su atención en los procesos de criminalización, en el ambiente social, pero estudia también
a la víctima. Según la definición de Antonio García-Pablos de Molina es una ciencia empírica e
interdisciplinaria, que se ocupa del estudio del crimen, de la persona del infractor, la víctima y el
control social del comportamiento delictivo, y trata de suministrar una información válida,
contrastada, sobre la génesis, dinámica y variables principales del crimen —contemplado éste como
problema individual y como problema social— así como sobre los programas de prevención eficaz
del mismo, las técnicas de intervención positiva en el hombre delincuente y los diversos modelos o
sistemas de respuesta al delito.

Positivismo criminológico:
Es por sí solo una reafirmación de la predisposición del hombre respecto a sus características
inherentes como humano, basándose en la complexión, sexo, estatura, etc; de esta manera si el
individuo es corpulento está predispuesto a cometer delitos como violaciones u homicidio culposo,
si es delgado a cometer crímenes pasionales o delitos relacionados a los bienes, por ejemplo. Su
gran dependencia de la Medicina para la explicación de las causas delincuenciales es evidente,
como en su tiempo lo fue la Frenología. Resulta necesario aclarar que este tipo de criminología está
descartada desde finales de los 90's por su falta de pruebas contundentes como una "ciencia" viable
en la explicación de la comisión de delitos.

LAS TEORÍAS SOCIOLÓGICAS SOBRE EL CONTROL SOCIAL Y LA CRIMINALIDAD: TEORÍA


DEL CONSENSO, TEORÍA DEL CONFLICTO:

Una teoría del consenso es cualquier teoría de la verdad que se refiere al concepto
de consenso como parte de su concepto de verdad. “La teoría del consenso como medio para
alcanzar la verdad tiene su origen en Sócrates y ha sido desarrollada en el siglo XX por Apel y
Habermas. Destaca la importancia del diálogo como el mejor de los procedimientos para descubrir
la verdad. De un diálogo libre, limpio de coacción y de intereses, sin ignorancia de datos relevantes.
Cierzo. Teoría sobre la verdad. Cierzo.blogia.com.
Según las Teorías del Consenso, las normas y los valores comunes son fundamentales para la
sociedad, presuponen que el orden social se basa en un acuerdo tácito y que el cambio se produce
de una manera lenta y ordenada.

Por el contrario, las Teorías del Conflicto, subrayan el dominio de unos grupos sociales sobre otros,
presuponen que el orden social se basa en la manipulación y el control de los grupos dominantes y
que el cambio social se produce rápida y desordenadamente a medida que los grupos subordinados
vencen a los grupos dominantes.

No obstante, hacer una distinción tan absoluta a la hora de estudiar una sociedad culturalmente
diversa, se convierte en una tarea realmente complicada.

Si bien es cierto, que un marco cultural común da cierta estabilidad y cierto sentido de pertenencia,
no es garantía ninguna para una convivencia pacífica ni para transiciones culturales sin ningún tipo
de confrontación.

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Por otro lado, si una sociedad se compone de diversos grupos sociales con referentes culturales
diferentes, no tiene que darse necesariamente un estado de dominación-subordinación, ni
producirse una situación de conflicto constante.

Por supuesto es necesario un cierto grado de consenso en la adopción de unas normas y unos
valores comunes para que una sociedad funcione, pero un “conflicto” no siempre ha de ser visto
como una confrontación negativa o percibido como un agente desestabilizador.

En las sociedades no se dan estados de pura cooperación ni de puro conflicto, sino que ambos se
van superponiendo a lo largo de su existencia. De hecho, toda sociedad, es capaz de construir
espacios de negociación en los que poder llegar a acuerdos que hagan posible la convivencia.

Así pues, si el conflicto es tomado como un indicador de cambio, de transformación puede ser
utilizado para el aprendizaje y crecimiento de la sociedad, a fin de cuentas, el “conflicto” así
entendido no es más que una agitación del pensamiento y una apertura a la creatividad de los
diferentes grupos sociales para preservar su identidad y encontrar su espacio en las sociedades de
las que forman parte. Teoría Sociológica Contemporánea de George Ritzer (McGraww-Hill, 1996)
EL CONTROL SOCIAL COMO OBJETO DE ESTUDIO DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA
Por control social debe entenderse a ciertos procesos sociales que recaban la conformidad
del individuo, sometiéndolo a pautas, modelos y requerimientos del grupo;
cohesión, disciplina, integración son, pues, términos que describen el objetivo final que persigue el
grupo, la sociedad, para asegurar su continuidad frente al comportamiento individual irregular o
desviado. (García-Pablos de Molina, 1999, p.77).
Desde el punto de vista semántico, control social significa fiscalización, dominio, inspección,
intervención, preponderancia, mando sobre alguien o algo. Control social equivaldría, por tanto
desde este punto de vista a fiscalización, intervención, dominio, mando...sobre un grupo o grupo de
personas, sobre sus ideas y creencias, sobre su actividad e interactividad. (Herrero, 1997, p. 182).
El control social se divide en dos grandes grupos a saber:
- Control social formal.
- Control social informal.
- El control social formal es el que ejercen aquellas personas que tienen encomendada la vigilancia,
la seguridad o el control como actividades profesionales. Por tanto en esta categoría se incluyen
vigilantes, policías, jueces, fiscales, funcionarios de prisiones, etc.
El control social informal es el realizado por cualquier persona que actúa en un momento dado
contra la delincuencia sin que el control del delito sea su actividad profesional. Ejemplo de ello
pueden ser los vecinos de un barrio, los trabajadores de una empresa, los profesores de un colegio,
los transeúntes momentáneos de una calle o los viajeros de un autobús. Ellos pueden inhibir o
disuadir de que se realicen actos delictivos, ya sea por su propio interés personal, por el interés de
la colectividad o por motivos altruistas. (Garrido et al, 1999, p.54).

EL CONTROL SOCIAL EN EL MUNDO GLOBALIZADO


Efectivamente, desde hace más de una década se oye hablar de globalización . Desde el punto de
vista semántico, la palabra ha adquirido un significado trascendente pese a su desconocimiento
como substantivo en las lenguas europeas más difundidas. No existe como tal en castellano, ni
tampoco en inglés, alemán o italiano; no la registran en tal carácter los diccionarios. Consiste,
idiomáticamente, en un neologismo pese a tener un uso de enorme difusión y su traducción en todas
esas lenguas y en otras ha adquirido connotaciones casi exclusivamente vinculadas a la expansión
de un sistema de desarrollo de la economía la cual, precisamente porque esa expansión está
conquistando el mundo, se califica comoglobal, adjetivo que si es reconocido por los diccionarios
para calificar substantivos que así son "tomados en conjunto" (RAE T. 1, 1992: 1041).

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Tomar en conjunto algún objeto, situación o período es una actitud que permite sin duda ver el todo.
Pero, en ocasiones, impide advertir algunos aspectos parciales dificultando, en consecuencia, una
visión pormenorizada de lo observado. Esto es lo que ocurre, en general, cuando hablando de
globalización se concentra el análisis sobre cuestiones estrictamente propias o vinculadas a las
actividades económicas y se soslayan los fenómenos que se generan en esferas culturales o
jurídicas de la vida social.
No obstante, la transformación de la economía mundial no únicamente se ha producido por un
proceso de cambios políticos. Por una parte, en el del mismo sistema de generación de riqueza y,
por la otra, en el de la necesaria tecnología para impulsar el desarrollo. Esto quiere decir, en primer
lugar, que la riqueza ya no se acumula únicamente a consecuencia de la producción de bienes,
según el tradicional régimen impuesto por lo que se conoció como el Fordismo, sino que ella ha
dejado de ser el resultado del esfuerzo combinado de capital y trabajo, para convertirse en la
conclusión de los negocios especulativos llevados a cabo mediante el juego de los valores
financieros. En segundo lugar, el cambio tecnológico que se ha especialmente manifestado en el
terreno de las comunicaciones, sobre todo en el de la transmisión de imágenes y sonidos, calificado
como revolución, ha dado lugar a una alteración tan profunda en las nociones de espacio y tiempo,
suficiente como para acelerar los movimientos de dinero hasta un punto tal que, en ocasiones, se
imposibilita la identificación de su origen y destino. Seguramente es la tecnología informática la que
más afecta, en la actualidad, la vida cotidiana de millones y millones de seres humanos (Giddens
1999: 43).
Sin embargo, este cuadro de la situación económica mundial tiene expresiones muy desparejas a
través del planeta. Si bien el comercio, la publicidad de artículos de consumo y todo el movimiento
mercantil llega a todos los rincones, la capacidad adquisitiva no está repartida de manera
equilibrada, porque tampoco lo está el nivel de ingresos. El desequilibrio que clásicamente ha
gobernado la economía capitalista, en detrimento de las clases trabajadoras y en beneficio de las
clases burguesas, ahora se ha convertido en una lacerante e injusta polarización de la riqueza en
pocas manos y la difusión de la miseria a través de las grandes mayorías sociales. Por lo tanto, la
globalización ha dado lugar a la creación de una nueva dependencia y a la gestación de nuevos
centros de poder los cuales, si bien están dispersos entre los Estados Unidos, Europa y Japón, más
bien están controlados por las grandes corporaciones multinacionales o la rápida concentración de
ellas que generalmente responden a los capitales provenientes del primero de esos orígenes.
Mas, tomar en conjunto la globalización supone, asimismo, analizar otros fenómenos que también
se producen en las esferas cultural y jurídica de las sociedades para evitar el soslayamiento o
desconsideración de aspectos que, si bien son parciales, forman parte o son consecuencia de la
misma globalización.
3.1) Bases de la cultura jurídica moderna : sus connotaciones ideológicas y los efectos de la
globalización sobre ella.
Hablar de derecho moderno y de cultura jurídica moderna supone aludir a un período de la historia
de Occidente que se gesta con tres tipos de manifestaciones revolucionarias. Uno, que se manifiesta
con el proceso de apertura de las nuevas rutas marítimas y terrestres, el cual se encadena a los
grandes descubrimientos científicos sobre el cosmos. Otro, que se vincula con el inicio del
industrialismo. Y, un tercero, que se concreta con las grandes revoluciones políticas: inglesa,
americana y francesa. Es con este período que corresponde hablar del nacimiento del Estado
moderno y, con él, de la utilización de un instrumento de organización social que resulta únicamente
producido y, posteriormente aplicado, por dicho Estado. El monopolio estatal de la producción y
aplicación de unas reglas que contienen los mandatos y las prohibiciones de ciertas conductas, el
cual se asienta sobre un acuerdo básico de los ciudadanos y se establece con el fin principal de
eliminar la venganza privada para lo cual ese Estado está legitimado a aplicar la cuota de violencia
necesaria. Esta violencia se descarga con carácter punitivo cuando no se obedecen los mandatos o
las prohibiciones y, a consecuencia de ello, se ponen en peligro o se atacan las necesidades o
intereses sociales que así resultan exaltados a la categoría de bienes jurídicos protegidos.

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Pero, la organización jurídica de la sociedad depende de cómo los miembros de ésta se ubican o
resultan ubicados en distintas posiciones, según la participación que se les asigna o conquistan en
el proceso de producción de bienes y en la forma de adquisición de riqueza. Es decir, que el derecho
moderno también tiene la tarea de consolidar la división de la sociedad en clases. Instituciones
sociales como la familia, el patrimonio, la propiedad, la transmisión hereditaria, etc, se constituyen
en los vehículos de semejante consolidación. En este sentido también los bienes jurídicos que se
dicen protegidos por el derecho penal son, asimismo, las representaciones sociales de la ubicación
de clase de sus poseedores.
De estas maneras el derecho moderno y, en particular, el derecho penal reflejan una forma de
organización social pertinente a los intereses de quienes poseen bienes.
Ahora bien, para que el derecho del Estado moderno haya podido cumplir esa función organizadora
de la sociedad fue imprescindible que dicho Estado se asentase sobre principios que le otorgasen
la capacidad de ejercer el monopolio de creación de normas jurídicas, circunscripto a los límites
territoriales. Uno de esos principios, el fundamental, es el de soberanía el cual ha tenido una larga
historia en la tradición filosófico política de Occidente. Por una parte, pues ha favorecido la aparición
de la forma Estado-nación, manifestándose respecto a sus semejantes, con lo que la soberanía ha
adquirido un carácter o manifestación externa. Por otra parte, porque, como he dicho, ha facilitado
el reconocimiento de que es el Estado el único investido de la violencia legítima para limitar o
restringir el comportamiento de sus ciudadanos.
En la primera de esas manifestaciones, la soberanía no ha dejado de manifestarse de modo agresivo
produciendo más de un conflicto bélico; en este sentido, la ya clásica afirmación de Kelsen (1920):
"el concepto de soberanía debe ser superado. Este es el gran cambio cultural que necesitamos" que
fue pronunciada después de la Gran Guerra, ha estado adquiriendo en las ultimas décadas una
fuerza incontenible si lo que se analiza es el patético saldo de las incontables guerras que aún bajo
el disfraz de "injerencia humanitaria" han sido producidas por aquellas potencias que, de manera
"soberana", han actuado respecto a otros países cuyas soberanías han sido allanadas ante la
supuesta pérdida de ejercicio legítimo de la misma. Aquí, en este punto, tiene mucho que decir un
derecho internacional surgido a la sombra de las grandes organizaciones de los Estados (O.N.U.,
O.E.A., U.E., U.E.A., etc.), el que no por neonato sino por abortado todavía no logra imponer el
sentido de la convivencia; tomar, por caso, el Tribunal Penal Internacional cuyo gestación se aceptó
por un Tratado en Roma, en julio de 1998, pero que por la falta de adhesión de algunas grandes
potencias, su nacimiento se ha visto interrumpido.
Pero, en la segunda de tales manifestaciones aparece mucho más exaltada la relación entre
violencia y soberanía. Se trata, nada menos, que de encauzar el problema hobbesiano del orden
interno al Estado y en ello tiene mucho que ver todo lo relativo a la vida cotidiana, en lo que atañe a
los individuos, al individuo, a su propio cuerpo (Battaille 1993). En consecuencia, establecer los
vínculos, las diferencias, las resistencias, el juego mimético que tiene lugar entre soberanía y
violencia constituye un terreno de análisis muy atractivo en el que se entrecruzan puntos de vista
antropológicos, con otros de sociología y filosofía política (Resta 1996).
Las breves consideraciones hechas sobre la soberanía han tenido por objeto contrastar este
principio con los efectos que sobre él produce el fenómeno de la globalización, en particular con
aquellos que revelan la pérdida de capacidad estatal o su inconsistencia en el campo de producción
y aplicación del derecho. Yo pienso que este tipo de situaciones proporcionan datos con los cuales
puede ya hablarse de una pérdida de vigencia de la Modernidad en el ámbito de lo jurídico; a ello
me he referido como la expresión de una cultura jurídica post-moderna o de Modernidad tardía
(Bergalli 1999). Muestra de todo esto se verifica en la situación de profunda deslegitimación en que
hoy día se encuentran los sistemas penales, diseñados por una cultura jurídica desfasada respecto
a los fenómenos que pretende regular.
En efecto, en un tipo de sociedad en el que ya no tiene vigencia la disciplina necesaria para mantener
unas relaciones sociales que provienen de la organización de la producción, la cual originaba un tipo
de contradicciones controlables a través del sistema penal, ahora éste debe alcanzar el fin de control

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adecuando sus recursos a las nuevas contradicciones. Para ello, el sistema penal debe organizarse
en torno al miedo, al terror. De tal modo, el Estado neo-liberal no debe reeducar, resocializar, corregir
o prevenir como lo tenía asumido el Estado social. Antes bien, ha de configurar su sistema penal
basándolo sobre una nueva verdad, sobre unos nuevos fines . Estos son los estrictamente
orientados a la punición; es decir que únicamente debe punir pero no sólo punir ejemplarmente cada
violación del nuevo orden, sino que incluso ha de llegar hasta el punto de crear alarma social para
convertirse en fuente de consenso en torno a las instituciones, previniendo así cualquier eventual
disentimiento político (Negri, op. cit.: 8).
Es de tal manera que los sistemas penales de las sociedades post-modernas y de los Estados neo-
liberales tienen asignada la tarea de producir nuevas subjetividades. De tal forma que, si los sistemas
penales del viejo liberalismo y los del Estado social habían concentrado sus prácticas sobre
individuos que no revestían las características propias del sujeto clásico de la cultura jurídica
occidental (masculino, adulto, creyente, blanco y propietario), portador de derechos subjetivos y de
sus correlativos bienes jurídicos dignos de protección penal, el derecho post-moderno y, en
particular, el derecho y el sistema penal adoptan las formas de la violencia estatal legitimada para
descargarla sobre las manifestaciones de la nueva pobreza y la exclusión. El control punitivo del
Estado neo-liberal ya no se descarga más, como antaño, sobre sujetos individuales, sino sobre
sujetos colectivos, quienes son tratados institucionalmente como "grupos productores de riesgo" (De
Giorgi 2.000: 16). Estos sujetos no tienen nombre y apellido, sino que son considerados como
categorías. El objetivo es el de redistribuir un riesgo de criminalidad que se considera socialmente
inevitable. Un ejemplo visible de esto lo constituye el control punitivo que los Estados neo-liberales
ejercen actualmente sobre los flujos migratorios. Es absolutamente verificable hoy en cualquier país
de Europa, en particular en los mediterráneos encargados de la frontera sur del continente, el papel
que cumplen las sanciones penales como elemento de control punitivo de la inmigración. Son
entonces los inmigrantes quienes configuran parte de la nueva subjetividad colectiva de los sistemas
penales post-modernos y la inmigración, en especial su regulación como control de una nueva
población sobre el territorio, se configura como un elemento central del tránsito
del fordismo alpostfordismo, o sea de aquella sociedad disciplinaria a la sociedad del control punitivo
por el miedo. En este sentido pienso que, si estamos presenciando la muerte del Welfare,
del fordismo y, sobre todo, del Estado-nación, se puede en consecuencia afirmar que la forma del
Estado neo-liberal es también una manifestación del viejo Estado policía.

DESORIENTACIÓN EPISTEMOLÓGICA DE LA CRIMINOLOGÍA (NÚCLEOS


PROBLEMÁTICOS): CON RELACIÓN AL OBJETO, CON RELACIÓN A LA METODOLOGÍA.
Los detractores de la disciplina, sostienen que al interior de esta, han surgido numerosas
confusiones, debido a la imprecisión observada en su terminología y la metodología que ella emplea.

De esta forma los constantes debates y una evidente falta de claridad en cuanto a la esencia misma
de la criminología critica, constituyen argumentos que, al fin y al cabo son utilizados (en vista de la
diversidad de enfoques que se han planteado al interior de la disciplina, así como la necesidad de
perfeccionar y resideñar las técnicas metodologícas y de investigación) de manera muy ligera, para
justificar “una crisis aparente”.

Sostenemos por el contrario que este constante debate y “el caos terminológico en que trabajamos”
los criminólogos latinoamericanos, son claras manifestaciones de un desarrollo dinámico y vital de
la criminología crítica latinoamericana.

Puesto que ese continuo intercambio de ideas y propuestas, es precisamente, el que enriquece aún
mas el ámbito de conocimiento de ésta importante disciplina el cual, reiteramos se encuentra en
constante cambio y evolución.

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En relación a la supuesta indefinición del objeto de estudio, ésta crítica es sostenida por quienes
creen que no puede existir una disciplina que posee diversos objetos de estudio; y que, por ellos,
fundamentalmente cuestionan el carácter eminentemente político y de movilización social que
ostenta la criminología crítica latinoamericana, pero es que, ésta, al igual que la mayoría de ciencias
que se precian de ser efectivamente modernas, no pueden permanecer neutrales ante el
complemento devenir de la sociedad.

La crítica planteada, se acerca además a una supuesta “escisión disciplinaria”. En ese sentido, no
se quiere vislumbrar el hecho de que, es la dinamicidad de la corriente crítica, la que ha generado
números y enriquecedores debates, respecto a la verdadera delimitación del objeto de estudio de
ésta. Así pues, se ha empleado como sustento de una supuesta crisis, los diversos enfoques al
interior de la disciplina, que ubican el objeto de estudio sea en el control social en general, en el
control jurídico-penal, o en otros importantes aspectos socio políticos que son concominantes.

En consecuencia, a partir de éstos enfoques aparentemente disímiles y contradictorios, los


detractores de la corriente crítica sostienen que una ciencia que aún no ha podido definir su objeto
de estudio (como si necesariamente tuviera que ser éste, único), se encontraría atravesando una
“crisis de desorientación epistemológica” Martínez Mauricio, ¿Que pasa con la criminología
moderna?, 1990. Colombia. Editorial Temis; como si la validez de una ciencia dependiera de la
uniformidad de los planteamientos en ella vertidos. Recordemos aquel conocido presupuesto lógico
según el cual “no existen verdades absolutas”.

En concreto, no estamos de acuerdo con la opinión de aquellos que dicen que la ciencia entra en
crisis cuando en su interior se registra un “empobrecimiento” por las constantes divergencias entre
sus principales actores. Al contrario, nosotros afirmamos que una ciencia como la criminología crítica
latinoamericana, se enriquece con el constante intercambio de ideas y posiciones y que; contrario
sensu, una ciencia que no las presenta, una ciencia en la que no se discute, se encontraría inmersa
en un verdadero colapso crítico, no solamente epistemológico, sino también existencial. O, en
palabras de Alessandro Baratta se trataría de una “ciencia muerta”.

La ciencia criminológica latinoamericana, se encuentra pues, mas viva que nunca. Además, el objeto
de crítica de nuestra disciplina es y sigue siendo la DESLEGITIMACION DEL SISTEMA JURIDICO
PENAL, ya que si bien es cierto, la criminología crítica, nació como una contracorriente de la
criminología tradicional legitimadora del sistema, en Latinoamérica, mas que “atacar” a la corriente
en sí, es la situación misma como generadora de ésta, como la autentica crisis del sistema penal
latinoamericano.

Latinoamérica necesita de una criminología dinámica e imprevisible al igual que su contexto.


Necesita de una criminología que sindique el impacto de la corrupción y de la “criminalidad de cuello
blanco” en los mecanismos de decisión política; que denuncia la criminología tradicional que se
adecua a un ámbito en el cual se intensifican cada vez mas las desigualdades económicas, sociales
y culturales, y en el que, en casos como el nuestro, las tendencias criminológicas positivistas aún no
han sido superadas. Todos éstos requisitos, concurren en el criminología crítica latinoamericana, en
conclusión, la crítica planteada en el sentido antes señalado, peca de nítida insubsistencia
académica y argumentativa. www.egov.ufsc.br/.../la_criminologia_critica_latinoamericana.pdf

CONCLUSIÓN

La Criminología como cualquier otro fenómeno ha sufrido, desde sus inicios, una serie de cambios
vinculados a la concepción que se tenía en cada momento histórico sobre el delito y la conducta del
delincuente. Así, se vivió la etapa de la Criminología Clásica, la etapa del Revisionismo Neoclásico
y la etapa de la revolución positivista.

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En la actualidad, se dice que la Criminología es una ciencia empírica e interdisciplinaria, que se
ocupa del estudio del crimen, de la personalidad del infractor, de la víctima y el control social
del comportamiento delictivo.
Fenómenos como el alcoholismo, la prostitución, la asociabilidad, etc. son susceptibles de
estudiarse por la Criminología dado que son comportamientos que pueden desembocar en delitos.
Tratar de establecer cómo surgió y se desarrolló la criminología en América Latina es
el objetivo principal de la investigación desarrollada por Rosa del Olmo en su Obra "América Latina
y su Criminología" resume que: "en las diferentes historias del pensamiento Criminológico ( las
cuales han sido escritas por especialistas de los países desarrollados ) no figura la nuestra, cuando
hay alguna referencia a América Latina, esta es de manera general para señalar que aquí impera
aún el positivismo italiano. Y por lo tanto hacemos una criminología "anticuada" que se limita a ser
repetitiva, e ignora los aspectos elementales de la investigación".
En América Latina, la Criminología crítica de Baratta encontró terreno particularmente fértil y sus
estancias a partir de la mitad de los años setenta son innumerables y ha sido de mucha influencia
para estudiosos y tratadistas. En torno a esta mitad de los años setenta, sin dejar de
enseñar Filosofía del Derecho y teoría general del derecho, desplazó cada vez más sus intereses
teóricos hacia la sociología del derecho y en particular hacia la sociología jurídico-penal, llegando a
desarrollar junto a Detlef Krauss y otros esa "criminología crítica" con la que hoy suele ser
identificado. Falleció el 25 de mayo del año 2002 en Saarbruken, Alemania.
La Criminología Crítica debe regresar al análisis y la investigación completa de las causas y
circunstancias del delito, con el objeto de denunciar los modelos de injusticia estructural de que el
delito sería su expresión. Ellos explican que los pobres, las condiciones frágiles en la sociedad
capitalista, hacen que la pobreza tenga sus reflejos en la criminalidad. Pero ésa no es la única causa
de la actitud delictiva, también se genera por los factores como: el individualismo, la competitividad,
la agresividad, la codicia de bienes materiales, las anomalías sexuales, entre otros.

BIBLIOGRAFÍA

-Bergalli, R. 1996. Introducción-Control social y sistema penal. R. Bergalli et. al. Control social
punitivo. Sistema Penal e Instncias de Aplicación (Policía, Jurisdicción y Cárcel ). Barcelona: M. J.
Bosch.

-Cierzo. Teoría sobre la verdad. Cierzo.blogia.com.

-García-Pablos de Molina, A (1999) Tratado de criminología. 2ª edición. Editorial tirant lo Blanch,


Valencia, España

-Garrido, V et al (1999) Principios de criminología. Editorial tirant lo blach, Valencia, España.

-Herrero, C (1997) Criminología. Parte general y especial. Editorial Dykinson, Madrid, España.

-Resta, E. 1996. La violencia ‘soberana’. R. Bergalli y E. Resta (compiladores). Soberanía :un


principio que se derrumba (Aspectos metodológicos y jurídico-políticos ). Barcelona: Paidós, 14-32.

-Ritzer George. “Teoría Sociológica Contemporánea” (McGraww-Hill, 1996).

10
-SHAW, Clifford R.; MCKAY, Henry D. (1942): Juvenil delincuency and urban Areas. A Study of
Delincuency in Relation to Differential Characteristics of Local Communities in American Cities, 2ª
ed. Revisada 1969, Chicago, University of Chicago Press.

-www.egov.ufsc.br/.../la_criminologia_critica_latinoamericana.pdf

11
Tendencias de control social en el mundo globalizado

MAESTRIA EN CIENCIA CRIMINOLOGICAS Y PENALES


ESTUDIOS A DISTANCIA
EPISTEMOLOGÍA DE LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA

UNIDAD IV
Tendencias de control social en el mundo globalizado. La
Criminología frente a la crisis de la modernidad. La
neocriminalidad. Derechos humanos como garantía
fundamental para control social de la
criminalidad. El Neorrealismo de Izquierda y el Derecho
Penal Mínimo. El Minimalismo. Abolicionismo.

INTRODUCCION

A través de los siglos el hombre se ha ido condicionando de acuerdo con las costumbres, vivencias
y enseñanzas de cada época en general, y de acuerdo con cada grupo social en particular. Una vez
que en nuestras mentes se van fijando experiencias o hechos, terminamos aceptándolos y muy
difícilmente podemos hacer abstracción de lo que es la realidad, pues el concepto de existencia se
va aferrando y trasmitiendo de generación en generación, a tal punto que no puede aceptarse
fácilmente cualquier cambio de mentalidad, por más que se nos pretenda demostrar con factores o
circunstancias renovadoras que tiendan a mostrarnos una visión verdadera, a esas practicas,
actitudes y valores destinados a mantener el orden establecido en las sociedades es lo que
denominamos control social, el cual tambien se manifiesta a través de medios coactivos o violentos,
el control social también incluye formas no específicamente coactivas, como los prejuicios,
los valores y las creencias.

El concepto de control social no es unívoco, por el contrario se plantea con diferentes contenidos.
En lo que convienen los tratadistas que abordan este tema, es que este concepto se maneja como
un conjunto de elementos sociales identificables a la llamada modernidad, como una variable
esencial del orden social. El control social puede entenderse por un lado como una estrategia de
administración del orden, y por otro, como un instrumento de dominación legitimado por la base
social.

El desarrollo teórico del concepto de control social lo encontramos como una característica del
Estado, de ahí su consideración de modernidad, pues aparece en esta etapa cuando surge el
Estado, así como la criminología como disciplina o como ciencia, se revela como un instrumento
valioso para comprender, al lado de otras disciplinas como la política, la historia, el derecho, el
contexto en que se van produciendo las decisiones de política criminal que inciden en el campo de
la seguridad social, dirigiéndose el presente trabajo a establecer la influencia de la criminología
frente a la crisis de la modernidad, la neocriminalidad, los Derechos humanos como garantía

12
fundamental para control social de la criminalidad, el Neorrealismo de Izquierda y el Derecho Penal
Mínimo, el Minimalismo y el Abolicionismo.

ESQUEMA

PRESENTACIÓN…………………………….………………………… …………..………………....01

INTRODUCCIÓN……………………………………….…………………………..… …….....….…..02

ESQUEMA.………………………………………………………… ………….....………….….….….03

TENDENCIAS DE CONTROL SOCIAL EN EL MUNDO GLOBALIZADO……..........…… ...….04

LA CRIMINOLOGÍA FRENTE A LA CRISIS DE LA


MODERNIDAD……………………………….......………………………………… …..….. ………..06

LA NEOCRIMINALIDAD...............................................................………………… …………….10

DERECHOS HUMANOS COMO GARANTÍA FUNDAMENTAL PARA CONTROL SOCIAL DE LA


CRIMINALIDAD………………............................................................……….………. ..…….13

EL NEORREALISMO DE IZQUIERDA …………………………...……………...… …………..17

EL DERECHO PENAL MINIMO......................…………………………………… …….… …….18

EL MINIMALISMO ............................................................................................……… …… …..19

EL ABOLICIONISMO...............…………………………………………………………..… ………..20

CONCLUSION……………………………………………………….…………………………… …...24

BIBLIOGRAFIA…………………………………………………….……………………………… …..28

TENDENCIAS DE CONTROL SOCIAL EN EL MUNDO GLOBALIZADO

La globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste
en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando
sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales,
económicas y políticas que les dan un carácter global. La globalización es a menudo identificada
como un proceso dinámico producido principalmente por las sociedades que viven bajo
el capitalismo democrático o la democracia liberal y que han abierto sus puertas a la revolución
informática, plegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura
política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones
internacionales. www.wikipedia.com

La globalización se ha convertido en un estadio superior o avanzado del capitalismo, donde se


concreta el perseguido afán trasnacional del capital desde la propia revolución industrial. Su
presencia en el mundo, obedece a los múltiples cambios que en las estructuras sociales se han
presentado durante el fin del presente siglo. Por ejemplo, del concepto de modernidad hemos
avanzado al de posmodernidad; en filosofía, el alma y el espíritu han pasado a un patio trasero y
ahora se alude a la identidad funcional; el mundo ya no vive en la interioridad del alma (filosofía

13
antigua) o en la forma de sus representaciones (filosofía moderna), sino en la coherencia de los
procedimientos que lo describen bajo el control de la ciencia; ahora el ser se trasciende a sí mismo;
ha pasado de ser un homo sapiens a convertirse en un homo videns, perdiendo en consecuencia,
su capacidad de abstracción y dando por resultado el empobrecimiento de su capacidad de
entender; se han producido autómatas y se han dejado de producir humanos. Y este es un sistema
que le conviene a la globalización.

De acuerdo con la teoría política, el sistema de gobierno que se adecua a los fines de la
globalización, es el llamado Estado Neoliberal, que no es otra cosa que la implantación de políticas
tendientes a llevar a buen término las expansiones y la ley de la oferta y la demanda a su más alta
expresión. Es algo más que la conocida frase del dejar hacer y dejar pasar; es en síntesis hacer que
pase y hacer que dejen que pase. El trasfondo de esta ideología política, es evitar y en su caso
eliminar, los obstáculos que se presenten ante este fenómeno económico mundial. Dentro de sus
estrategias, se encuentran el adelgazamiento del Estado, vendiendo sus empresas e incluso los
servicios estatales, a manos privadas. Como lo anota Bustos Ramírez: "La idea de un estado mínimo
propiciada por los neoliberales, no pasa de ser un simple lema sin contenido, ya que es mínimo en
cuanto a lo social, la intervención o gasto social, pero máximo en la protección del mercado."

Las ventajas de este modelo son obvias: mayor producción y mayor comercio, lo que indica mayores
ingresos y mejor distribución per cápita del mismo. Pero detrás de esta utopía materialista, se
esconden diversas circunstancias que la razón comunicativa aún no ha sido capaz de expandirlas y
alertar sobre sus consecuencias a largo plazo, sobre todo, en los campos que no tienen relación
estrecha con el económico, sino con la justicia penal. Cierto, el neoliberalismo no es sólo un Estado
que protege al mercado, sino un sistema que busca controlar la ideología de sus integrantes. Como
prueba de esta afirmación, expondremos el siguiente análisis:

Para nadie es un secreto que los Estados Unidos de Norte América, ha buscado por siempre, ejercer
un control internacional, ya sea participando como superpolicía, como negociador en conflictos
históricos, pacificador en revueltas religiosas y étnicas o como salvador de las tempestades
económicas. Su afán de llevar a la práctica la Doctrina Monroe y de imponer el american way of
life como único modelo de vida, lo ha llevado a diversos extremos. Por ejemplo, después de la
Segunda Guerra Mundial, la reorganización de Europa fue una señal de alerta para los intereses
norteamericanos. La instauración de la Guerra Fría hizo reorganizar los sistemas económicos,
sociales y sobre todo, de inteligencia de nuestro vecino país del Norte. Su presencia a través de
mecanismos comerciales, se sintió con fuerza en casi todo el mundo, excepto en lugares donde las
figuras de Marx y Lenin, se convertían en contenedores de los embates comerciales
norteamericanos.

América Latina, mientras tanto, se debatió entre las dictaduras emergidas durante la década de los
40's, con militares carentes de proyectos nacionales y con mentalidad de comarca. Eran, en
consecuencia, tierra fértil para ideas extrañas y ajenas al modelo de desarrollo norteamericano. En
1947, en el vecino país del Norte se firmó la National Security Act, que contenía la Doctrina Truman,
mejor conocida como la Doctrina de la Seguridad Nacional, que tendía a evitar la presencia de
enemigos ideológicos que disintieran de su modelo. Dicha Acta fue el antecedente de la Oficina
Central de Inteligencia (CIA), así como del National War College que posteriormente pasó a ser
la Escuela de las Américas, instituto de adiestramiento militar e ideológico de los militares
latinoamericanos.

El triunfo de la Revolución Cubana en 1959, fue la señal de alerta para los intereses
norteamericanos: de inmediato se firmaron acuerdos de Asistencia Militar para combatir la
insurgencia en los países de América. Se inició una guerra psicológica para advertir de los riesgos
del comunismo, lo cual, era abiertamente contrario no sólo al capitalismo, sino a la idea de Cristo
arropada en un traje llamado democracia. Se alertó sobre los peligros que motivaban las exageradas
libertades de los individuos. El Estado tenía que reorganizarse: declarar la ilegalidad de los partidos
y organizaciones sociales dominados por las ideas del marxismo-leninismo, o proclives a su

14
influencia. En círculos concéntricos, que se iban extendiendo cada vez más, se hacía necesaria la
proscripción de partidos políticos de izquierda, sindicatos con una visión anticapitalista, federaciones
estudiantiles, organizaciones culturales, colegios profesionales y otras entidades en las que las
fuerzas subversivas tuvieran influencia. Los casos de San Miguel Canoa y Tlatelolco ocurridos
durante 1968 en México, son muestra de ello.

La llegada de Salvador Allende al poder en Chile, fue otra señal de peligro para el capitalismo. Un
socialista en América Latina era una extensión del dominio soviético. Su derrocamiento devolvió la
tranquilidad a tales intereses. La instauración de las nuevas dictaduras en Uruguay, Argentina,
Bolivia y Chile, tuvieron características interesantes: procesos de privatización de empresas públicas
y de transferencia de servicios estatales al ámbito privado. Se planteó junto a la reducción del
tamaño del Estado una afirmación del principio de la competencia efectiva, lo cual llevó a establecer
esquemas económicos totalmente abiertos que implicaron una reducción casi completa de los
aranceles, el fin de toda protección a la industria nacional, que en muchos casos quebró, un aumento
de las importaciones suntuarias, un estímulo al endeudamiento externo público y privado, que creció
en forma dramática, y un énfasis central por controlar la masa monetaria haciendo de los frenos a
la inflación el objetivo más importante de las políticas económicas en vigor.

Y es que aún cuando en el discurso político se nos habla de la seguridad pública, la cual entendemos
como el conjunto de políticas y acciones coherentes y articuladas, que tienden a garantizar la paz
pública a través de la prevención y represión de los delitos y contra el orden público, mediante el
sistema de control penal y el de policía administrativa, en los hechos advertimos una tendencia a la
instauración de un sistema de Seguridad Nacional, cuya diferencia con la Seguridad Pública estriba
en que aquélla es el conjunto de condiciones políticas, económicas, militares, sociales y culturales
necesarias para garantizar la soberanía, la independencia y la promoción del interés de la
nación. Como prueba de lo anterior tenemos el intencional descuido en que se encuentran nuestras
organizaciones policiacas, de donde la corrupción y falta de preparación no han sido ni eliminada ni
solucionada, tal vez porque una policía eficiente, más que defender a la sociedad, sería un estorboso
vigilante de los actos del gobierno y quizá por ello se prefiera tener un aliado que un controlador.

Lo que se requiere, a la par de las medidas económicas, es la existencia de una auténtica política
criminal y no de la criminal política que han implantado los gobiernos. Mientras no exista continuidad
y profesionalización en el rubro de la justicia penal, este apartado seguirá constituyendo un patio
trasero de la administración pública, al que se recurrirá sólo cuando se afecten los intereses de la
seguridad nacional. Artículo “Globalización, Neoliberalismo y Control Social” del abogado mexicano
Gabriel Rengifo.

Observamos así que el derecho penal en Latinoamérica se ha dirigido a convertirse en un


instrumento de marginación social y si bien el recién promulgado Código Orgánico Procesal Penal
en Venezuela prevé el procedimiento especial para el juzgamiento de delitos menores, para los
delitos que tiene asignada penas que no excedan de 08 años en su limite máximo, se observa a la
par la creación de leyes como: la ley contra el Secuestro y la Extorsión, ley contra la delincuencia
organizada y financiamiento al Terrorismo, las cuales contemplan penas que notablemente superan
los 08 años y que en consecuencia seria imposible la obtención de dicha alternativa procesal en
caso de incurrir en algunos de los delitos previstos en dichos cuerpos legales, lo cual es un claro
retroceso a la conquista anteriormente obtenida. Nuestro sistema se orienta a un endurecimiento y
a la posibilidad de convertirse en un aliado de la tentación autoritaria. Ojalá que la comprensión de
los fenómenos sociales, políticos y económicos, nos lleven a reflexionar desde otro punto de vista a
nuestra justicia penal; que los ejemplos de otras Naciones donde se instaló el Estado de Seguridad
Nacional, nos sirvan para que con base en la comunicación de nuestras ideas, logremos preparar
acciones dentro de la ley que impidan que el derecho penal sea puesto al servicio de la globalización
y del neoliberalismo que apoyados por el Control Social, pueden convertirse en los nuevos jinetes
del Apocalipsis.

LA CRIMINOLOGÍA FRENTE A LA CRISIS DE LA MODERNIDAD

15
Hasta los años sesenta del siglo anterior, la pobreza y sus secuelas eran consideradas por la
Criminología, las causas principales de la desviación. Consecuentemente, para combatir la
delincuencia era menester erradicar la miseria y disminuir la brecha social.

A lo anterior se agregó que la post-modernidad (inteligencia artificial, robótica, informática, genética,


clonación, fecundación, satélites y globalización de la economía) que empezaba a extenderse por
el orbe, trajo consigo formas más sofisticadas de desviación, lo que imponía la necesidad de
replantear integralmente la cuestión criminal, iniciándose así la crisis de la antigua y el surgimiento
de la Nueva Criminología.

En su primera fase, la Nueva Criminología adoptó por denominación: “De la Reacción Social”,
aunque también suele como teoría del “Etiquetamiento” o “Interaccionismo Simbólico”, éste último
por inspirarse en aquel enfoque sico-sociológico de George H. Mead. Su campo de estudio fue la
elaboración, aplicación y ejecución de las leyes penales (sustitución de “las teorías de la
criminalidad por las de la criminalización, postura que bien podría sintetizarse en la divisa “No hay
criminalidad sin criminalización.

Inspirada en el Interaccionismo Simbólico, sostiene que los delitos no son entidades ontológicas
(preconstituidas naturalmente, como un árbol, una montaña o una flor) ni dañosas per se y su
inclusión en el elenco de los delitos obedece a procesos de definición y selección altamente
discriminatorios, dirigidos por quienes en un tiempo y un lugar determinado, detentan el poder
económico y político. Son los tirititeros de las legislaturas los que al crear las figuras delictivas –
declaradas dañosas cuando afectan los intereses de las minorías- los que inventan al criminal.

La etiqueta (ladrón, violador, estafador, etc.) colocada por operadores del aparato represor (policías,
fiscales, jueces) al indiciado y no la acción que ejecute, es lo que lo transforma en antisocial. Los
operadores son meros instrumentos del control social formal que aplican exclusivamente a los
marginales. Además, la etiqueta obliga a los etiquetados adoptar -aún contra su voluntad- un
irreversible destino criminal. ¿Quién emplea a un ex-ladrón o estafador? ¿Acaso hasta su propia
familia no rehuye al que justa o injustamente fuere acusado de violar a un menor?

En resumen y aunque luzca tautológico, al interesarse únicamente en criticar la acción del control
penal y sus instancias criminalizadoras, esta teoría renuncia –como ya dijimos- en forma absoluta al
análisis de las causas desencadenantes del fenómeno criminal.

Su principal aporte fue la ampliación del radio de investigación hasta entonces circunscrito a la figura
del delincuente. Gracias a ella, sabemos que no es posible prescindir del análisis de la reacción
social (una acción u omisión es elevada al rango del delito, sólo cuando provoca una reacción social
negativa) por ejemplo: Si un soldado de Estados Unidos asesina a una familia iraquí durante la
celebración de una boda no comete delito alguno, empero si el mismo soldado mata a un civil
americano en su país puede ser condenado a muerte.

La Criminología Crítica o Radical, es el nombre de la segunda fase de la Nueva Criminología.


Coincide con la de Reacción Social en el rechazo del paradigma etiológico (estudio de las causas
del delito) por considerar que dicho análisis implica aceptar ínsitamente, sin cuestionamiento alguno,
una entidad que depende exclusivamente de la voluntad del legislador.

Además, estudiar las causas del delito equivale a convenir que acciones tan disímiles como -por
ejemplo- un alzamiento armado y una injuria tienen un origen común que puede ser el inconsciente,
las glándulas de secreción interna, la miseria o alguna patología cerebral.

Basada en el materialismo histórico, para la Criminología Crítica el delito es un instrumento de lucha


contra la injusticia social, y, el derecho penal -por el contrario- un arma de los poderosos para
conservar sus privilegios y mantener controladas a las mayorías.

16
El delincuente, es una víctima de la sociedad, de policías, jueces y fiscales, quienes operan
selectivamente contra los marginales; es víctima inclusive de quienes al pretender rehabilitarlo, lo
que consiguen es empeorar su situación.

Aquella revolucionaria visión de la criminalidad, contenía insuperables contradicciones. El


movimiento feminista recordó que las mujeres sufrían agresiones físicas y sexuales y eran
discriminadas en lo labor, profesional y académico, sin que tales inconductas tuvieran nada que ver
con los intereses de los poderosos.

La Criminología Crítica, finalmente acabó por reconocer que la sustitución del capitalismo por el
socialismo, no pasaba por lo pronto de ser una propuesta imposible de realizar.

Pero la Criminología Crítica nos legó inolvidables aportes: destruyó esa especie de apotegma según
el qué, la justicia era “igual para todos”, cuando la realidad mostraba lo contrario; bastaba observar
a los delincuentes de cuello blanco que rara vez respondían por sus crimines y probó también de
manera irrefragable la marcada influencia de los grupos de presión en la creación de las figuras
delictivas, aunque en realidad estas ideas tuvieron como precursor a Edwin Sutherland.

La Criminología Tradicional miró a la Nueva Criminología, como una especie de snobismo más
político que científico. Como bien dice Stanley Cohen, a pesar de la debilidad y fracaso del
positivismo, la Criminología Radical no pudo desalojarla de su bastión.

Vale anotar que la estocada mortal, curiosamente la Criminología positivista la recibiría no de la


izquierda científica, sino de un movimiento emergido de sus propias entrañas, el neorrealismo de
derecha, más conocido como Criminología Administrativa.

El exagerado abstraccionismo y su nula practicidad acabó por fraccionar a la Criminología Crítica en


tres corrientes: el abolicionismo (escandinavo y holandés), el garantismo (derecho penal mínimo) de
gran aceptación en Italia, España y latinoamérica y, el neorrealismo de izquierda (inglés y
norteamericano)

El welfare, doctrina socio-económica que obliga al Estado a garantizar a sus asociados cierto
mínimos nivel de vida, se inició en la segunda mitad del siglo XIX, a resultas de la aparición de la
cuestión social (movimiento obrero, sindicalismo, luchas colectivas, etc.) que involucraron al Estado
en la regulación y protección del trabajo (horarios, descanso, vacaciones, huelgas, sindicatos, etc.)
y por supuesto, en el control del mercado.

Así, paso a paso se fue estructurando el modelo de sociedad denominado Estado de


Bienestar (Welfare State) definido como “el conjunto de servicio sociales provistos por el Estado, en
dinero o en especie, así como la regulación de actividades privadas de individuos o empresas.”

El ejemplo emblemático de aquella concepción del Estado fue el “modelo fordista” (en alusión a
Henry Ford: trabajo en serie, cadena de montaje, etc.) en el sentido de que los salarios debían crecer
proporcionalmente al aumento de la productividad. En la base de dicha fórmula yacía la “ecuación
keynesiana”, combinación del crecimiento ilimitado con una mejor distribución de la riqueza y la
búsqueda de la equidad social.

El Welfare State perduró hasta la década de los setenta del siglo XX, cuando varios acontecimientos
convergieron para decretar su extinción y reemplazo por el modelo neoliberal. Entre tales
acontecimientos destaca el fin de la era de la energía barata, provocada por la decisión de los
Estados Unidos de devaluar unilateralmente el dólar, medida que encareció automáticamente el
transporte del petróleo.

17
El aumento de la desigualdad social, la pobreza, el desempleo, el hambre, el analfabetismo o la
instrucción deficiente, la deuda externa, el F. M. I., la despreocupación por la salud; la extinción de
la familia nuclear, la escasez de vivienda, la inseguridad, la emigración, la violencia, la frustración,
el descontento, etc., generaron un crecimiento de la criminalidad jamás antes contemplado en los
países de la periferia y los centrales.

En 1986, Ulrich Beck denominó “Sociedad de Riesgo”, a la era port-moderna en que vivimos. Con
dicha denominación quería resaltar que junto los progresos y el confort que caracterizan a nuestra
época, coexisten peligros antaño inexistentes (nucleares, ambientales, tóxicos, genéticos, térmicos,
etc.), que ponen en riesgo la sobreviviencia de la humanidad. A diferencia de los peligros de las
etapas anteriores de la civilización que sólo atentaban contra los pobres, los de hogaño amenazan
a ricos y pobres.

La naturaleza de los delitos también ha variado: informáticos (atracos financieros, difusión de


pornografía infantil, propaganda terrorista, aberraciones sexuales); tráfico de drogas, lavado de
dinero, terrorismo, secuestro de aviones, Implantes de microchips en el cerebro humano permitirán,
si no lo permiten ya transmitir información de utilidad criminal.

La Criminología Administrativa, surgió como reacción al auge delincuencial, ocasionado -según


nuestra opinión- por la sustitución del Estado de Bienestar por el neoliberalismo, y los avances de
la tecnología. La naturaleza de esta Criminología es exclusivamente preventiva y represora, no
ocupándose como ya señalamos de las causas del delito.

Su obsesión es la seguridad ciudadana, que intenta alcanzarla mediante cámaras de videos en las
calles, prohibición de salir en las noches, toques de queda, ley seca, monitoreos electrónicos, etc.,
teniendo por miras eliminar o reducir al máximo las condiciones que estimulan la comisión de los
delitos.

Se propone evitar riesgos y actuar cuando todavía no se ha cometido el delito (prevencionismo) y


no se aplica a una persona sino a grupos o categorías de personas (jóvenes, inmigrantes, negros,
pobres, etc.)

Stanley Cohen, habla de un nuevo “conductismo”, que procura solucionar los problemas delictivos
renunciando a mejorar a las personas por considerar inútiles tales políticas. Por lo tanto, la
Criminología Administrativa comparte con su antítesis la Criminología Crítica, la aversión por el
paradigma etiológico y el escepticismo respecto a que el delito puede ser combatido mediante planes
de justicia económica y social.

En síntesis, que el delincuente es capaz de optar por una alternativa diferente; así, un ladrón de
coches puede escoger otros medios para conseguir dinero; un libidinoso, conquistar y no raptar a la
mujer que desea poseer, etc.

Se conoce como teoría de las “Ventanas Rotas”, a la política criminal implantada por la Criminología
Administrativa en barrios cuyos habitantes son presas del terror, en lugares en los que proliferan la
prostitución, la venta de drogas, robos callejeros, asaltos a mano armada, etc.

La teoría, recomienda suprimir toda circunstancia que incite a delinquir. Si el diseño de una tienda
influye en los hurtos y la venta de armas de fuego en los homicidios, ambos elementos deben ser
eliminados. Las actividades rutinarias de la población ¿cómo vive?, ¿dónde trabaja?, ¿de qué ocios
participa? son decisivas para el aumento o disminución de los niveles delictivos.

La moraleja es que los blancos fáciles o la vigilancia deficiente alienta a los delincuentes, resultando
irrelevante la presencia o ausencia de los factores criminógenos clásicos.

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Mientras los minimalistas recomiendan limitar al derecho penal a la protección de los bienes jurídicos
más importantes y despenalizar las acciones de poca monta como la venta callejera de droga, la
pornografía, la prostitución, etc., la teoría de las ventanas rotas por el contrario, propone intensificar
su control e incrementar la represión.

En 1993, al asumir Rudolph Giuliani la alcaldía de Nueva York, propuso como luchar contra la
delincuencia, un plan al que denominó “Zero Tollerance”, dirigido -igual que la Teoría de las
Ventanas Rotas- contra la desviación callejera, el lumpen, alcohólico, prostitutas, proxenetas, etc.,
en definitiva, contra la desviación de los pobres. Sus grandes objetivos fueron la ebriedad, la
mendicidad, la prostitución, los grafittis.

Las tácticas nazis de Giuliani se propagaron a través del planeta a gran velocidad, globalizando la
persecución policial y judicial de la “pobreza que molesta”.

La Criminología Administrativa, nada tiene de nueva. P. Sorokin solía referirse a cierta combinación
de amnesia y “complejo de descubridor”, que suele caracterizar a los aspirante a científicos sociales,
cuando ignoran o fingen ignorar el pasado, simulando descubrir ideas conocidas desde hace mucho
tiempo.

Las ideas básicas de la criminología Administrativa y la teoría de las Ventanas Rotas, aparecen ya
en los “sustitutivos penales” de Enrico Ferri, y el Programa de Marburgo de von Lizt, por lo que no
constituye ninguna novedad.

Emilio Durkheim fue el primero en señalar que el delito era algo positivo, pues generaba numerosas
plazas de trabajo como policías, fiscales, jueces, profesores de derecho penal, cerrajería, etc.

El criminólogo noruego Nils Christie, afirma:

“En comparación con la mayoría de las industrias, la del control del delito se encuentra en una
situación más que privilegiado”. No padece de escasez de materia prima: pues la oferta del delito
parece ser infinita.

También son infinitas la demanda de servicio y la voluntad de pagar por lo que se considera
seguridad (…)

Se estima que esta industria cumple tareas de limpieza, al extraer del sistema social elementos no
deseados.

La Criminología Administrativa y sus políticas criminales como la “Teoría de las Ventanas Rotas” y
“Tolerancia Cero”, consecuencias de la extinción del Estado Benefactor, y su sustitución por el
neolibralismo, constituyen un retroceso a los días más nefastos y oscuras de la humanidad. La Crisis
de La Criminología. Edmundo René Bodero.

LA NEOCRIMINALIDAD

Se trata de un cambio en la percepción que se tiene sobre la delincuencia. Según este cambio, lo
que ahora se conoce como delincuencia pase, poco a poco, a ser asuntos normales y propios del
desarrollo normal de la civilización. El cambio se llevaría a cabo con la ayuda de organizaciones
extremistas de derecha pero con la ayuda también de personajes que en principio nos parecerían
de izquierda. La educación formal, sobre todo en instituciones privadas y la inestimable ayuda de la
televisión, la prensa escrita, Internet, los grupos cerrados, las asociaciones privadas y otros medios
harán el resto.
Esto es un cambio profundo en la cultura. La cultura, que es en definitiva una secuencia de hábitos,
establecida en el tiempo, por los grupos humanos, que han demostrado sus beneficios a las

19
sociedades, ésa cultura, es susceptible de ser cambiada a voluntad por una sola persona que
detente el poder suficiente ó por un sector fuerte de una sociedad. Normalmente es toda una clase
social con intereses comunes que tienen que ver con la propiedad. Esto va dejando en el ciudadano
medio, aunque no en todos los ciudadanos, unas ideas que se denominan “políticamente correctas”.
Actualmente es “políticamente correcto” ver bien la igualdad entre sexos y que hombres y mujeres
tengan las mismas oportunidades laborales, académicas y sociales. En la Roma del siglo primero
era correcto ver que los leones despedazaran seres humanos en un espectáculo hecho para el
pueblo. Tener esclavos tampoco era incorrecto. Todo esto en el marco de similares principios a los
actuales, por cuanto en esa época también existían conceptos como “caridad”, “compasión”,
“bondad” y otros similares, solo que percibidos y entendidos de otra manera.
Eso es lo que está sucediendo imperceptiblemente en Europa y en el mundo en general y afecta
porcentualmente de forma diferente en los países de todo el planeta.
La delincuencia es percibida como la actividad fuera de la ley de uno ó varios individuos, y que es
más ó menos perjudicial para uno ó varios ciudadanos. Se cataloga en infinidad de modos y maneras
y cada día es más difícil percibir si es algo fuera de la ley ó simplemente es una aberración de la
conducta personal ó un cambio en las costumbres.
Podríamos definir entonces a una neodelincuencia como la actividad cuasi-fuera de la ley
proveniente de una actividad neoliberal que bordea ó cae abiertamente en lo delictivo, entre dichas
conductas se encuentran actualmente las estafas por Internet, estafas inmobiliarias y narcotráfico y
delitos políticos, entre otros. asuntosdelmultiverso.blogspot.com/.../neodelincuencia-y-gansterización
de la sociedad.
Características de los neodelitos:

• son delitos cometidos en el marco de las políticas neoliberales


• reduccion del estado a su mínima expresión para permitir estos delitos
• son difusos y están en la zona gris que deja sin muchos argumentos a los jueces
• quienes ejecuten estos neodelitos ven en esas acciones desde acciones patrioticas hasta
acciones humanitarias, pasando por todo tipo de ejercicios de la “libertad de mercado”…
• podrían ser debidos a una “interpretación legal” de nuevas leyes.

Entre dichos delitos se pueden establecer los siguientes:


1. El juego y el azar ocultos, permitidos por las leyes
2. Cacerías humanas permitidas por la ley
3. Creación de leyes que beneficien empresas de las mafias.
4. Permiso para matar comprados a empresas privadas
5. Transplantes indebidos sin permiso del transplantado.
6. Juicios fraudulentos a grupos étnicos ó sociales
7. Maltrato de los animales permitido
8. Vaciado financiero de países con permisos legales.
9. Tráfico de drogas “humanitario”
10. Declaraciones municipales de suelos para el tratamiento de residuos peligrosos

20
11. Películas lesivas a la sensibilidad de las personas, permitidas por leyes médicas
12. Prohibiciones étnicas justificadas por ley
13. Apartheid justificado por razones “humanitarias
14. Creación de una industria del Miedo para mantener la gente ocupada.
15. Creación de empresas que fomenten “la religiosidad”
16. Eutanasia declarada por los Estados
17. Leyes para la “defensa de la libertad” de “empresarios…”
18. Contaminaciones declaradas necesarias
19. Obligaciones de comprar sin permiso del comprador
20. Contaminaciones industriales permitidas por las leyes de comercio
21. Extinciones de dominio sin explicaciones por razones de seguridad
22. Supresión de derechos humanos en bloque para la acción humanitaria
23. Seguros caros y obligatorios que cubren cosas imposibles
24. Asesinatos legales extendidos a poblaciones enteras por razones justificadas
25. Contrabando “legalizado” de agua en zonas desprotegidas y en sequía por parte del Estado
26. Cupos de Esclavitud pagada a empresas de mano de obra
27. Espionaje industrial regularizado
28. Posibilidad de comprar legalmente la libertad de presos por delitos de sangre
29. Declaraciones de guerra para fortalecer la industria de defensa sin necesidad de justificaciones
políticas
30. Las intervenciones médicas fuera de la ley sin posibilidad de ser juzgadas.
31. Posibilidad de crear “esclavos” por manipulación genética
32. Creación de voto universal ponderado por medio del cual, el valor del voto depende de una
cuenta bancaria
33. Supresión de los delitos económicos
34. Permiso para que funcionarios públicos cobren comisiones por compras ó por servicios.
35. Programas de televisión que transmitan muertes en directo.
36. Creación de carreras universitarias para administrar y ejecutar “neodelitos”
37. Impresión indebida de billetes justificada por leyes estatales.
38. Concursos legales para inventar delitos
39. Anexión de activos financieros por razones de Estado
40. Familias y empresas declaradas inmunes a la ley, por decreto.

Sin embargo, de todas formas, debemos prestar atención al hecho de que, si bien es verdad que la
llamada globalización, constituye hoy el telón de fondo para tantas explicaciones, acciones y delitos,
lo cierto es que también “debe ser regla de cautela elemental apreciarla a través de la aplicación de

21
rigurosos criterios, dado que por muy importante y profundo que sea el fenómeno, en ningún caso
puede convertirse en una suerte de panacea analítica que comprende todo, o casi todo lo que ocurre
en este momento en el mundo y, por consiguiente, también en el universo del Derecho Penal, no
podemos, en nombre de la globalización y de su insoslayable presencia e influencia, olvidar al
hombre, a la gente que compone el universo y que hace que el planeta se mueva.
Como decía el nostálgico y genial bahiano Milton Santos, la “individualidad, un bien común a toda la
humanidad, pero tantas veces silenciada en el ser humano, no es un bien perecible. Solamente
duerme. Entra en colapso, desfallece o se eclipsa cuando se mutila la sensibilidad. Por eso su
resurrección posterior no es un milagro. Está en el propio plano del suceder humano, no como la
cotidianidad de la conducta, donde el éxito es la norma, sino como su inversión, cuando lo esencial
es la busca de valores. La individualidad no puede desarrollarse cuando el éxito es la norma esencial
de la vida.”

DERECHOS HUMANOS COMO GARANTÍA FUNDAMENTAL PARA CONTROL SOCIAL DE LA CRIMINALIDAD


La relación entre derechos humanos y control social está en que justamente los derechos humanos,
ponen en límite a las ideologías que rigen el control social en los siguientes países del mundo,
generándose así un límite jurídico positivizado (escrito en otras palabras) que sirve de referencia, es
decir, que a todos aquellos países que se quieran pasar de abusivos juzgando más a personas que
acciones, si bien no lo dejan de hacer en exceso, lo poco que hacen la harán más abiertamente
desenmascara al poder que se expresa a través de un control social institucionalizado punitivo con
discurso y abusivo. bohemiaguerrera.wordpress.com/control-social.../control-social-sistema-penal-
y-derecho-penal.
En este sentido, la Criminología hoy cobra vigencia a la luz de la doctrina consagrada
constitucionalmente en materia de Derechos Humanos y como disciplina que permite ver cómo
operan los nuevos dispositivos de control punitivo y no punitivo desde la biopolítica o biopoder. En
un contexto de ausencia de una Política Criminal (que a la vez que prevenga la violencia y el delito,
resignifique prácticas de conformidad al modelo garantista propuesto por la nueva Constitución
Nacional) un aparato estatal basado más en la Seguridad de Estado que de la ciudadanía en su
conjunto, ha ejercido la violencia y consecuentemente ha producido un incremento de muertes y de
detenciones innecesarias, sin lograr detener la espiral de violencia urbana, la exclusión, y la
fragmentación social lo cual plantea un serio debate a la cuestión de la gobernabilidad democrática,
del ejercicio real de la ciudadanía y de la efectivización de los Derechos Humanos.
En la presente década, en Naciones Unidas se ha recuperado el concepto de “Seguridad Humana”
en interdependencia con el “Desarrollo Humano”. Ya en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social
(Copenhague, 1995), se entendió que este último no puede ser separado del entorno cultural,
ecológico, económico, político y espiritual en el que tiene lugar. Está también estrechamente
vinculado con el logro de la paz, la libertad, la estabilidad y la seguridad en el ámbito nacional e
internacional. Las Políticas deben asegurar la “Seguridad”, entendida ésta no como Seguridad
del/para el Estado o Seguridad Nacional, sino como “Seguridad Humana” (Expertos de NNUU en
Drogas y Seguridad Humana, Costa Rica, 1999). En esta última acepción, la Seguridad Humana se
articula con el Desarrollo Humano; según el PNUD, este último es entendido como el proceso de
ampliar las opciones de las personas, mientras que la Seguridad Humana la de ejercer esas
opciones en un ambiente seguro. Es la Seguridad Humana, la que promueve los Derechos
Humanos, el imperio de la ley, la democratización, la gobernabilidad y la solución (y la prevención)
pacífica de los conflictos. PUEBLA, María Daniela. Criminología, derechos humanos y trabajo
social.Cap. Criminol.[online]. 2009, vol.37, n.3, pp. 05-29. ISSN 0798-9598.

A lo largo de la historia siempre ha habido una o varias ideologías encargadas de explicar y justificar
cada una de las atrocidades cometidas. Así, el genocidio indígena americano o el tráfico de millones
de hombres africanos tuvieron sus ideologías de justificación, como también lo tuvo el colonialismo
más cruel y explotador. Cuando ya no pudo someterse a un pueblo, afirmando la superioridad del
conquistador o del colonizador sobre la base religiosa, se “inventó” la antropología, para reafirmar
que las sociedades colonialistas eran más “evolucionadas” que las colonizadas, argumento con el
que se encubrieron todas las empresas de explotación colonial del siglo pasado.

22
Lo cierto es que entre 1939 y 1945, se desató el más cruento y generalizado conflicto bélico entre
las potencias mundiales, con un saldo de millones de muertos y las peores atrocidades cometidas.
Elementos ideológicos arañados del biologismo dieron el discurso de justificación al hitlerismo; la
“dictadura del proletariado” marxista y la utopía de la sociedad sin clases o comunismo, brindaron
los instrumentos ideológicos de justificación del stalinismo; el liberalismo del siglo XVII, fue junto con
la teoría de la necesidad la ideología de justificación del aniquilamiento nuclear de las poblaciones
civiles de Hiroshima y Nagasaky.
Cada atrocidad se cometió en nombre de la “humanidad” y de la “justicia”. Cada uno decía que
quería “liberar” al hombre “, al súper hombre” creador del “mito democrático” o a todos los hombres
de la explotación del capital o del Estado. Cada ideología tenía “su” idea del hombre y, en la medida
en que realizaba, todo estaba justificado por la necesidad. De ahí que ninguna de ellas pudiera
detenerse en obstáculos formales y se orientase por su propio “derecho natural”.
Al culminar la parte aguda del horror bélico, el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea de las Naciones
Unidas proclamó la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, “como ideal común de ser
alcanzada por todos los pueblos y por todos los hombres”. La Declaración importa un corto límite a
los “derechos naturales”. No en vano se había señalado que debía plasmar una ideología “práctica”.
Desde entonces la Declaración y todo el andamiaje en plena construcción de un sistema
internacional de garantías a los Derechos Humanos, van configurando el límite positivista que la
conciencia jurídica universal pretende imponer a las ideologías que rigen el control social en todas
las naciones. Por cierto que está muy lejos de lograrse, pero indiscutiblemente se va generando un
coto jurídico positivista que sirve de referencia.
Por su función, la doctrina clasifica a los derechos fundamentales de la siguiente manera, haciendo
notar que ello no implica reconocer categoría de superioridad o inferioridad, pues todos tienen igual
importancia:
a) Derechos civiles, garantizan determinados ámbitos de libertad de actuación de la persona, en los
que les está vedado al Estado intervenir. En su origen estos derechos constituían la libertad
personal y la propiedad, modernamente se consideran como derechos civiles: a la libertad de
expresión, asociación, al trabajo, al comercio, industria u otra actividad lícita, a enseñar, libertad de
locomoción, a la propiedad privada, a la integridad física y a la vida.
b) Derechos políticos, llamados también derechos de participación como: derecho al sufragio,
derecho de acceso a los cargos públicos, derecho de petición.
c) Derechos sociales o de prestación, que buscan garantizar la vida del ser humano en dignidad,
como el derecho a la seguridad social, a la educación, a una remuneración justa por el trabajo.
d) Derechos difusos o de tercera generación, como el derecho al medio ambiente, a un entorno
sano y al patrimonio cultural, que se identifican como colectivos. Castro Muñoz Oswaldo “Control
Social Punitivo de la Criminalidad”.
Puede alegarse que las violaciones de Derechos Humanos son múltiples y terribles, lo cual es
indiscutible, pero lo cierto es que hoy el poder debe comentarlas más abiertamente, pues ya no hay
ideólogos serios que se atrevan a postular un “derecho natural” que las implique sin sonrojarse. Es
absurdo que una ley o límite legal detenga por efecto mágico al poder. Pero, mucho más absurdo
sería negar que ese límite haya servido y sirva para desenmascararlo más fácilmente. No podemos
negar que hoy también hay ideologías genocidas como la que pretende imponer el control de la
natalidad al “tercer” y al “cuarto mundo” bajo amenaza de interrumpir toda ayuda de alimentos, o la
misma ideología del “equilibrio por el terror”, pero no es posible negar su evidente aberración.
La Declaración Universal se contempla con otros instrumentos internacionales que contribuyen a
perfeccionar su función de límite ideológico, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos
del 16 de diciembre de 1966 (en vigencia desde el 23 de marzo de 1976), la Carta de Derechos y
Deberes Económicos de los Estados del 12 de diciembre de 1974, la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre, de Bogotá. 1948: la Convención Americana sobre Derechos

23
Humanos, conocida como Pacto de San José de Costa Rica de 1969; etc. Estos instrumentos deben
tomarse en cuenta en cualquier interpretación que se haga del Derecho Penal positivo interno que
no puede entrar en contradicción con ellos.
Siendo el control social el objeto de estudio de esta criminología alternativa, una nueva relación
aparece frente a ellas: es la apreciación de los Derechos Humanos como instrumento defensivo
frente al poder del Estado.
Esta afirmación, por supuesto, funciona independientemente del tipo de Estado donde se produce
el ejercicio del poder, y no significa, en ningún caso, que los Derechos Humanos sean previos a la
existencia del mismo Estado, a la manera como lo entiende el liberalismo burgués, que, aun
estando históricamente determinados, ellos representan la posibilidad legal de hacer real el discurso
legitimador aun cuando sea en una medida bastante limitada y, procedimentalmente hablando, sólo
para casos individuales. De todas maneras, el concepto de Derechos Humanos permite, al menos,
denunciar el carácter ocultador del discurso liberal cada vez que demuestre su permanente y
selectiva desprotección. Desprotección abierta y permanente, por cierto. No hay que olvidar que el
sistema penal es el más contundente síntoma de la manera como se ejerce, en la práctica, el poder
de clase.
El impacto del control social en la materia que tratamos es tan significativo, que la historia de la
protección legal de los derechos humanos está fuertemente vinculada a la de las protecciones contra
su ejercicio. Esto se ve en textos tan antiguos como la Carta Magna (Inglaterra, 1215), donde se
establecía la necesidad de un juicio, previo al arresto; el acto de Hábeas Corpus (Inglaterra, 1679),
que prescribía protección legal frente a detenciones arbitrarias y la Declaración de Derechos (del
Parlamento inglés, 1689), la cual prohibía y sancionaba los castigos crueles, a la vez que creaba el
sistema de jurados.
Esto en relación a los derechos individuales, o de “la primera clase”. En cuanto a los derechos
denominados sociales o de “la segunda generación”, es en el nivel teórico-filosófico o religioso donde
encontramos planteamientos más radicales frente al control social a través de las historia: el derecho
a rebelarse contra la opresión estaba ya planteada por Confucio (500 años A.C.), y luego mantenido
por los documentos del Fraile Bartolomé de las Casas (1550 a 1565), incluyendo por cierto el
derecho a ser solidario en la lucha por la liberación de los oprimidos. Esta doctrina que parecía
reafirmarse por declaraciones del Papa Juan Pablo II, tiene no pocas contradicciones en la realidad
actual con la política exterior, e interior, del Vaticano.
Sin embargo, es a partir de las leyes producto de grandes transformaciones sociales (Constitución
mexicana de 1917, y Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, de la Unión
Soviética en 1918), cuando los derechos colectivos comienzan a tener dignidad legal y a recibir
apoyo en la comunidad internacional.
Aunque comenzaron a tener protección efectiva sólo cuando esas transformaciones fueron también
estructurales.
Los Derechos Humanos comienzan, pues, a convertirse en un instrumento de denuncia y de
disquisiciones teóricas para la nueva criminología (ambas tareas: denuncia y teorización, implícitas
en los planteamientos epistemológicos de la misma).
Todo esto ha conducido a un replanteamiento de las opciones estratégicas de la nueva criminología,
que, como dijimos, había comenzado por un cuestionamiento del orden legal, orden que ahora se
propone rescatar para las mayorías y como instrumento de contención del poder; el cual, como ha
sido ampliamente demostrado, es profundamente selectivo en su impacto sobre las clases sociales.
La tendencia de este rescate del Derecho, parece estar principalmente ubicada, por los momentos,
en la manera como el mismo puede ser restringido al mínimo necesario para su aplicación; en la
discrecionalidad de la víctima para poner en movimiento el aparato penal; en la conversión de éste
en un instrumental más preventivo que represivo; y en el aseguramiento de las garantías procesales
en todos los órdenes del control social (menores, institucionales en apariencia no penales, etc.).

24
Paralelamente se ha ido desarrollando también un movimiento teórico que tendría un interesante
reflejo en la práctica concreta del control formal; se trata del denominado “Uso Alternativo del
Derecho” por parte de la magistratura, tradicionalmente condiciona hacia las interpretaciones
clasistas de las normas, y que así, sobre la base del mismo orden legal, simplemente con una actitud
distinta y la capacidad heurística necesaria para poner en acción los principios constitucionales
vigentes, puede proteger más ampliamente, ya no sólo los derechos individuales, sino también los
derechos sociales develando de paso las contradicciones no aparentes del sistema de base. Aniyar
de Castro Lolyta. Libro Homenaje al Dr. Jorge Zavala Baquerizo. Edino 1992.

EL NEORREALISMO DE IZQUIERDA

Se adopta por algunos Criminólogos, con la presencia de los ingleses Jock Young y Jhon Lea, que
formalizan sus hipótesis en dos direcciones. En primer lugar, esta corriente se titula la Realista para
contraponerse al idealismo, que por los años ochenta sostuvo la Criminología Crítica contra la
Criminología Tradicional. En segundo lugar, el Criminología Neorrealista se denominó de Izquierda
para diferenciarse contra la política criminal de Derecha que, a través de las campañas de la Ley y
Orden, ayudó tomar al poder Margaret Thacher, en Inglaterra, y Ronald Reagan, en los Estados
Unidos que exigía más represión contra la criminalidad de la clase obrera y las minorías étnicas.
Para los Neorrrealistas, la Criminología Crítica debe regresar al análisis y la investigación completa
de las causas y circunstancias del delito, con el objeto de denunciar los modelos de injusticia
estructural de que el delito sería su expresión. Ellos explican que los pobres, las condiciones frágiles
en la sociedad capitalista, hacen que la pobreza tenga sus reflejos en la criminalidad. Pero ésa no
es la única causa de la actitud delictiva, también se genera por los factores como: el individualismo,
la competitividad, la agresividad, la codicia de bienes materiales, las anomalías sexuales, el
machismo, etc.
De esta manera, ellos insisten, que sólo una política social ancha puede promover el mando justo y
eficaz en las áreas de delincuencia, desde los Gobiernos, con la determinación y voluntad, se
entienda que inconformidad, agregado a la falta de solución política genera cometer delitos. Aquí es
la razón para el qué los Neorrealistas se preocupan por todos los aspectos del crimen,
concentrándose la atención todos los actores de la escena: el delincuente (reinserción, en lugar de
marginarlo en una prisión, con búsqueda de alternativas), la víctima (replanteado para combatir el
idealismo que la Criminología sufría) y la reacción social. Todo dentro de una estrategia realista para
poner el delito como la resonancia de conflictos debido a la falta de solidaridad entre los miembros
de las clases sociales, prestando importancia a las condiciones de Justicia Social que reducirían el
delito. Criminología crítica: Planteamientos, perspectivas y valoración final. Mirian Mónica
Magallanes Maldonado
Algunos aspectos que esta tendencia son:
-Se debe regresar al análisis de las causas del delito, para los que propugnan esta teoría la pobreza
no es el único factor para la comisión de un delito sino que existen otros valores como el
individualismo, la competitividad, etc.
-Conciben al delito como un problema real, principalmente para los grupos más que menos tienen.
-Es tarea fundamental regresar al estudio de la víctima.
-Sobre el control penal propone: la reducción del control penal y extensión a otras áreas
(minimalistas), reinserción del delincuente (en lugar de marginar en la prisión deben buscarse
alternativas a la reclusión), disuasión preventiva (organización de los “grupos de cooperación
ciudadana”), defensa de la prisión (ésta debe darse sólo para casos extremos en el que el infractor
represente un grave peligro para la sociedad). VILLAVICENCIO TERREROS, FELIPE.“Introducción
a la Criminología”, GRIJLEY, Lima, 2000. p. 92.

25
EL DERECHO PENAL MÍNIMO
Surge en Europa del Sur y es la que mayor influencia ha ejercido en América Latina; se orienta
hacia la reducción de la pena con intención de abolirla. Plantea que las "clases subalternas" son las
más criminalizadas y las más victimizadas; parte de una crítica al sistema penal y plantean su
abolición para unos de la cárcel y para otros del sistema penal total, pero deberá transitar por un
período en el que paulatinamente vaya reduciéndose al mínimo. VILLAVICENCIO TERREROS,
FELIPE. “Introducción a la Criminología”, GRIJLEY, Lima, 2000. p. 92.
Se trata de identificar las causas del delito desde dos aspectos fundamentales: de una parte del
conocimiento de los procesos de criminalización y por otra parte la identificación de los
comportamientos socialmente negativos. Señalan la importancia y la necesidad de la
interdisciplinariedad interna (propio de la sociología jurídico-penal) y de la interdisciplinariedad
externa es decir, del tratamiento de lo penal desde otras disciplinas. Consideran eficiente política
criminal, que implica la transformación de la sociedad, se opone entonces a la reducción de la política
criminal a una política penal, y consideran que una política criminal alternativa es una política de
radicales transformaciones sociales e institucionales para el desarrollo y garantía de la igualdad y la
democracia. En ésta corriente de pensamiento se encuentran Baratta, Ferrajoli, Melosi, Bergalli,
Aniyar de Castro, Zaffaroni, Fernández Carrasquilla y Sandoval entre otros.
El Criminología Minimalista se ayuda en los siguientes fundamentos:
Reducción del sistema penal y ampliación a otras áreas, proponen descriminalizar una variada
cantidad de conductas prohibidas, pero extender y reforzar la protección penal a intereses colectivos
como la salud, la seguridad en el trabajo, etc., invirtiendo así la actual jerarquía de bienes tutelados
de manera que se permita identificar las necesidades de los trabajadores y de los sectores
marginados. Por ello postulan su abolición, pero como paso previo defienden a las llamadas medidas
alternativas (libertad condicional, suspensión condicional de la pena, arresto de fin de semana, etc.)
a fin que las penas se hagan menos dolorosas y marginalizantes y para que el condenado no pierda
contacto con la sociedad a la que se le pretende reintegrársele. Esta tendencia rechaza el mito de
la resocialización y postula a definir el concepto de tratamiento como “servicio” en el sentido que la
detención debe transformarse en compensaciones de las carencias padecidas antes del ingreso.
Un derecho penal a corto plazo, los minimalistas han formulado principios con los que se
garantizarían los Derechos Humanos fundamentales; se trata de rescatar principios liberales
proclamados pero negados por la intervención institucional o la práctica judicial; para así contener
la violencia de las “agencias judiciales”.
La Maestra venezolana Lola Aniyar de Castro, sostiene la necesidad del establecimiento de una
legislación penal de volumen del mínimo, destinado a la preservación de los derechos humanos y
libertades individuales garantizar a la defensa del más débil y evitar reacciones injustas e
indeseables, no sólo por parte del Estado, pero también de cualquier órgano de naturaleza público
o privado e incluso de la víctima.
Alessandro Baratta, ahonda la concepción que es necesario limitar el Derecho Penal que esta a
servicio de grupos minoritarios, mientras volviéndose al mínimo la pena no actuará como la
manifestación más drástica, no siendo una violencia institucional que limita los derechos y reprime
las necesidades de las personas, por la acción legal o ilegal de sirvientes del poder, legítimo o
ilegítimamente en la función; agrega que las instituciones del mando formal, actúan en los varios
niveles de la organización de la Justicia Penal (Legislador, Policía, Ministerio Público, Jueces y
Órganos de Ejecución Penal) ellos no actúan, ni protegen los intereses común a todos los
ciudadanos, pero si a los intereses de grupos minoritarios socialmente privilegiados. Por otro lado,
reafirma, que el Sistema Penal es muy selectivo, se pide respeto la protección de los derechos
humanos e intereses sociales, al proceso de la criminalización (el incriminalización y
descriminalización. Criminología crítica: Planteamientos, perspectivas y valoración final. Mirian
Mónica Magallanes Maldonado

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EL MINIMALISMO
El término minimalista, en su ámbito más general, se refiere a cualquier cosa que haya sido reducida
a lo esencial, despojada de elementos sobrantes. Es una traducción transliteral del inglés minimalist,
que significa minimista, o sea, que utiliza lo mínimo (minimal en inglés). Es la tendencia a reducir a
lo esencial.
Es el área especifica del derecho penal, el minismalismo que se desarrolló en Europa del Sur y en
América Latina, busca que se cumplan los principios del pensamiento penal liberal: en el sentido
original del iluminismo, la transformación radical del sistema penal en un “derecho penal
humanitario(FERRAJOLI) , o como reducción progresiva del derecho penal con la perspectiva de
una reorganización general de la respuesta institucional a los problemas y conflictos sociales, de
manera que se supere el actual sistema de justicia penal (BARATTA). Las propuestas político-
criminales de esta tendencia son:
-La mejor política criminal implica la transformación de la sociedad; es decir, consideran que una
política criminal alternativa es una política de radicales transformaciones sociales e institucionales
para el desarrollo de la igualdad y de la democracia.
-Proponen discriminalizar una variada cantidad de conductas prohibidas, pero extender y reforzar la
protección penal a intereses colectivos (salud, seguridad de trabajo, etc.). Proponen que la abolición
de la justicia penal se de, pero previo paso ellos defienden las medidas alternativas (libertad
incondicional, arresto de fin de semana, etc.) a fin de que las penas se hagan menos dolorosas y
marginalizantes y para que el condenado no pierda el contacto con la sociedad a la que se le
pretende reintegrar. Esta tendencia rechaza el mito de la resocialización y postula redefinir el
concepto de tratamiento como “servicio” en el sentido que la detención debe transformarse en
compensaciones de carencias padecidas antes del ingreso.
-Un nuevo derecho penal a corto plazo. Para el restante derecho penal se han formulado principios
(principios intrasistémicos –en este encontramos a los principios de limitación formal, principios de
limitación funcional y los principios de limitación personal o limitación de la responsabilidad penal- y
principios extrasistémicos –este se divide en dos: principios extrasistémicos de descriminalización y
principios metodológicos de la construcción alternativa de los conflictos y problemas sociales-) con
los que se garantizaran los derechos humanos fundamentales. Lo que pretenden es que dichos
principios se apliquen realmente pero no para mantener la desigualdad o dominación sino para que
el derecho penal sea también un instrumento de la lucha de los sectores que han sido oprimidos por
él, para democratizar las instituciones y para hacer menos difícil las transformaciones radicales de
la sociedad. VILLAVICENCIO TERREROS, FELIPE. “Introducción a la Criminología”, GRIJLEY,
Lima, 2000. p. 92.

EL ABOLICIONISMO

El abolicionismo es una doctrina que propugna la anulación de leyes, preceptos o costumbres que
se consideran atentatorios a principios éticos y morales. El término se aplicó principalmente a la
corriente que propugnaba la abolición de la esclavitud. www.wikipedia.com
Efectúa una crítica radical a todo el sistema de justicia penal y plantea su reemplazo. Existe poco
consenso entre los autores considerados abolicionistas, ya que algunos ven al sistema penal como
superfluo o innecesario que podría abolirse sin generar una crisis del sistema (HULSMAN), otros
piensan que el sistema penal es la piedra angular de la represión y cuya abolición implicaría
necesariamente la transformación de la sociedad como un todo (SCHEERER).
Son diferentes sus imputaciones hacia el sistema penal (sistema inútil, sistema de “utilidad latente”).
Además existirían diferentes razones para abolirlo: es anómico (las normas del sistema penal no
cumplen las funciones esperadas), la prisión no es sólo privación de libertad (ella representa también

27
un cambio radical en su vida, pues se le priva del trabajo, de la familia, etc.); al sistema no le interesa
la víctima (los intereses de la víctima ocupan un lugar secundario o a veces ni siquiera ocupan
ningún lugar, y a la víctima se le “roba” el conflicto y la víctima del delito resulta siendo víctima del
sistema penal); en fin estas son algunas de las razones que los abolicionistas propugnan para
precisamente abolir el sistema penal.

El nombre se da principalmente en Europa, es una corriente teórico-practica que realiza una crítica
radical a todo el Sistema de justicia penal y plantea su reemplazo.
Si bien el abolicionismo puede considerarse un desarrollo político criminal del labelling-approach, al
concebir a la desviación solo como resultado de la actividad del sistema penal, en la actualidad su
desarrollo se ha derivado en diferentes tendencias.
Primera corriente: de la abolición del sistema penal, tiene como gran líder al Maestro holandés Louk
Hulsman; Bovino, lo observa como un sistema inútil; anómico [las normas del sistema no cumplen
las funciones esperadas]; que transforma las relaciones sociales en actos individuales [muchos
acontecimientos pueden ser considerados como eslabones en una cadena de los mismos, el delito
puede ser sólo un incidente en el contexto global de las relaciones entre dos sujetos, por lo que el
sistema transforma la naturaleza del acto criminalizado que es convertido en un acto aislado] el
sistema tiene una concepción falsa de la sociedad [de tal manera que representa la negación del
pluralismo necesario en las sociedades heterogéneas]; reprime las necesidades humanas [la mayor
parte de los delitos o conflictos son expresión de necesidades humanas frustradas, la respuesta
punitiva es sólo la expresión de éstas y las reprime para ocultarlas, para esconder que el Estado y
la sociedad no son capaces de satisfacerlas]; concibe al hombre como un enemigo de guerra,
defiende y crea valores negativos para las relaciones sociales [el sistema penal actúa con los
mismos valores que pretende combatir, así la cárcel es un mecanismo en el que prevalecen y se
incrementan las relaciones de pasividad, agresividad y dependencia – dominación, se fomenta el
desprecio por la persona, paraliza la elaboración de actitudes y comportamientos, se pierde la
personalidad, la sociabilidad, se incrementa el odio y la agresividad]; el sistema penal se opone a la
estructura general de la sociedad civil [pues en el sistema penal las sanciones son impuestas por
una autoridad extraña y vertical de estilo militar que se opone a la estructura horizontal de la sociedad
en que viven autores y victimas], al sistema penal no le interesa la víctima [los intereses de la victima
ocupan un lugar muy secundario o ninguno, y se insiste en que a la victima también le interesa la
imposición de un castigo, a la victima se le roba el conflicto y la victima del delito resulta siendo la
victima del sistema penal.
Mientras tanto, el problema más grave del sistema penal es la violación sistemática de los derechos
humanos del imputado, reflejada a través de prácticas arbitrarias e injustas de parte de los
encargados de la justicia penal, pero que tiene su máxima expresión en aquellos que llegan a la
cárcel, donde son objeto de todo tipo de abusos. Uno de los problemas principales es el
desconocimiento de parte del recluso de su situación judicial, y en la mayoría de casos la falta de
asistencia legal.
Segunda corriente : Abolición de la Prisión, defendido por Thomas Mathiensen, con la base en el
razonamiento que, la cárcel es un instrumento de acción política contra las clases sociales más
pobres; no resolviendo, siempre creando sin embargo las dificultades tanto para la sociedad y a la
propia efectividad del sistema penal.
Las cárceles en América Latina, son la expresión de una de las manifestaciones más graves de
violencia en todo el continente, pero en la mayoría de los encuentros y estudios sobre la violencia
de los últimos años este aspecto no se toma en consideración. Predominan estudios
epidemiológicos dirigidos a medir las tendencias de la criminalidad y las percepciones de la
ciudadanía con relación a sus diferentes manifestaciones, dándole prioridad a la “amenaza” de la
gravedad del fenómeno delictivo y no a los aspectos internos y externos del Sistema penal.
Los autores abolicionistas, admiten la necesidad de adoptar una medida coactiva, pero no con la
intención de castigar, sino para reparar o neutralizar el conflicto y en casos excepcionales para
incapacitar a la persona que conlleva un peligro.

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Otro aporte que se enfatiza, es el objetivo de reparación, la participación de la víctima, la mediación
con el infractor y la presencia de un tercero sin poder para imponer, como alternativas a la pena y el
proceso penal, es lo que ha suscitado la acusación de que estas alternativas corren el riesgo de
vulnerar todo el sistema de garantías que ha articulado el proceso penal formal.
Tercera corriente: Abolicionismo Radical, liderado por Crhistie, para esta corriente aún utópica,
expone que debe extinguirse toda y cualquier sanción penal, para así evitar el sufrimiento personal
de un castigo (pena), ya que la prisión no es sólo la privación de la libertad, ésta representa un
cambio radical en su vida, se le priva de su hogar, de su trabajo, de su familia, de sus amigos, de su
identidad, de autonomía, seguridad, del aire, del sol, etc., el sistema penal, pues estigmatiza, ya que
un procesado o condenado estigmatizado frente a la sociedad y frente a si mismo, en fin , el sistema
penal crea criminales, y seguiría siendo una máquina para producir dolor inútilmente, porque la
ejecución de la pena le producen al sujeto efectos irreparables, por eso se habla de dolor inútil,
desperdiciado, que vienes a ser “penas perdidas”.
Sin adherirse a ésta corriente, el Maestro argentino Eugenio Raúl Zaffaroni, señala, que los ejemplos
de los Sistemas Penales, en los Países de América Latina, existen, fundamentalmente, para
provocar sufriendo en las personas condenadas, afirma que la pena no sirve para todo lo que nos
han dicho que sirve, es un hecho político, que debemos aceptar para poder reducirlo.
Lineamientos del Abolicionismo penal
Elena Larrauri, sistematiza los planteos de la mayoría de las escuelas abolicionistas en estos
tópicos:
* La ley penal no es inherente a las sociedades. Como dijimos ut supra la expropiación del conflicto
a la víctima es un fenónemo de la Inquisición medieval.
* El delito no tiene una realidad ontológica, sólo se identifica por una decisión político legislativa.
* La responsabilidad a la que hace mención el sistema penal surge de una segmentada imagen de
la realidad. Toma en cuenta el hecho en su microdimensión fáctica y no las circunstancias que lo
rodean.
* La persecución penal es selectiva. La teoría del hombre delincuente de Lombroso terminó siendo
la más honesta de las pretensiones descriptivas de los sistemas penales, aunque no haya sido
concebido de esa forma por el autor.
* La pena no cumple la función que siempre nos han dicho que cumplía. Así sabemos que el derecho
penal tiene un fin declarado y un fin latente, un monstruoso Dios Jano que a la hora del
desenmascaramiento muestra su rostro oculto y más despiadado.
* El problema de fondo de esta cuestión, por donde comienza el abolicionismo a quebrar el status
quo imperante: “el delito no existe más allá de la definición legal, esto es, que el delito no tiene
existencia ontológica, sino que se trata sólo de un problema de definiciones”.
De otro lado, Scheerer, identifica tres críticas al abolicionismo: “en primer lugar, la de que los
abolicionistas mantienen una actitud negativa al criticar el orden existente. En segundo lugar y para
muchos, la visión de la naturaleza humana de los abolicionistas resulta demasiado optimista. En
tercer lugar, se piensa que los abolicionistas construyen sobre bases sociológicas poco firmes”.
Sin hacer un análisis de la historia de la criminología conviene conocer las ideas antes expresadas
que en torno a la criminología contemporánea o criminología crítica se han planteado. Esta es
entendida como la tendencia jurídico-penal y de la sociología criminal desarrollada en los últimos
veinte años como instancia crítica de la justicia penal vigente en el mundo occidental.
A inicio de los años ochenta se empezó a hablar de “crisis” de la criminología crítica, por las
confusiones [desorientación debido a las reconsideraciones producidas por las ideas de los años
setenta y recuperar algunas de ellas y la necesidad de revisar nuevamente al labelling approach],
divisiones [por las tendencias: neorrealismo de izquierda, abolicionistas y minimalistas] y desánimo
[porque los grandes objetivos de la transformación social, esperada parecen fuera del alcance,

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incluida la utilidad de las alternativas a la prisión]. En definitiva parecía que había llegado la hora de
asumir el discurso de derecha, referente al tema del delito, pero dándole una respuesta de izquierda.
Se le atribuye a la criminología crítica haber promovido en el mundo académico una revolución
científica; el giro al estudio de las causas de la criminalidad partiendo de la denuncia a la justicia
penal marcada -desde esa perspectiva- por su selectividad a favor de las clases pudientes así como
el tratamiento político de lo delictivo, le ha asignado además el carácter de ciencia política a esta
corriente de pensamiento. Esta tendencia tiene diversas expresiones en el llamado Neorrealismo de
Izquierda, el Derecho Penal Mínimo y el Abolicionismo del sistema penal.
Para uno de los protagonistas, el Prof. Baratta, se trata de “un problema abierto en la definición del
objeto específico por parte de la criminología crítica…la falta de claridad sobre este punto ha tenido
hasta ahora no poca influencia en la creación de equívocos e incomprensiones reciprocas a
propósito de programas alternativos de política criminal, cuando se ha hablado de abolicionismo,
minimalismo o neorrealismo. Sin embargo, considera que esta frente a una evolución positiva, a una
crisis de desarrollo de esta manera de estudiar la cuestión criminal.
Tal como se ha podido observar dentro de la criminología crítica existen diversos matices al respecto,
pero que es necesario analizar los pros y contras de estas tendencias a fin de obtener las propuestas
positivas de las mismas. En ese camino claro que es esencial salir de las bibliotecas y analizar las
fuerzas sociales-políticas reales para comprender si verdaderamente el abolicionismo es posible o
no. Por ahora la posmodernidad nos trajo un auge punitivo y no un minimalismo o un abolicionismo
como propugnaba la criminología crítica o moderna.
Quizá lo más probable es que el abolicionismo sea impracticable, pero yo no podría quitarle su
inmenso poder crítico que ha develado muchísimos de los defectos estructurales de la
administración de justicia penal. VILLAVICENCIO TERREROS, FELIPE. “Introducción a la
Criminología”, GRIJLEY, Lima, 2000. p. 92.

CONCLUSION

El castigo ha evolucionado desde ser una técnica utilizada contra aquel que violaba la autoridad del
Rey, hasta mediados del siglo XVIII, donde la necesidad de un nuevo orden social, el crecimiento
del intercambio económico, la revolución industrial, la revolución francesa y el reconocimiento de
derechos individuales (ejemplo: la declaración de Virginia de 1776 en Estados Unidos), creó la
necesidad de instaurar un nuevo régimen de poder acorde a la clase que se proyectaba como
dominante: la burguesía, lo cual coincide con el nacimiento de la criminología como disciplina que
estudia las causas de la delincuencia y los métodos para erradicarla, así como de la legitimidad de
la pena y el poder punitivo del Estado, en la modernidad se esgrimió la necesidad de un Estado y
de un Derecho que facilitaran el libre desenvolvimiento de la racionalidad individual; dentro
de este contexto, el Derecho constituye una de las expresiones de la actividad coercitiva del Estado
central destinada a lograr la universalización mediante la supresión de particularismos
tradicionales y a suprimir las conductas no racionales (supuestamente antisociales) que perturban
el funcionamiento pacífico de la sociedad de intereses individuales. También se ve al Derecho en la
modernidad como el medio por el cual la sociedad capitalista garantiza la libertad individual de
acción, tanto frente a las perturbaciones creadas por los individuos entre sí, como frente a las
intervenciones del propio Estado.

Se podría decir que la palabra criminología surge a mediados de la era moderna con el positivismo
de Lombroso, Ferri y Garófalo; a un efecto meramente académico se agrupó a los filósofos y
pensadores de la Escuela Clásica de criminología, ya que con ella se inicia la modernidad, iniciando
con la filosofía del iluminismo y su postulado principal es que los derechos del hombre tenían que
ser protegidos de la corrupción y los excesos de las instituciones existentes, vicios que no estaban

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ausentes en la Europa del Siglo XVIII. En este contexto fue Beccaría el primero en formular principios
básicos de la criminología basándose en la teoría del contrato social del Locke, los revolucionarios,
que quieren un cambio de régimen político (Marat y Beccaría en algunos aspectos). Estas primeras
teorías son ante todo
teorías del control social, dejando en segundo plano el tema de la motivación humana. Se ocupa
de la legitimidad del poder punitivo del Estado, de la utilidad y función de la pena, La pena que se
propugna por excelencia es la privativa de la libertad y una idea de prevención general (no ya
ilimitada como en el antiguo régimen) limitada por la idea de “proporcionalidad” de la pena al daño
producido por el delito, y una idea de prevención especial basada en la reinserción del individuo al
pacto (ya no se lo eliminaba).

En el auge de la modernidad surge la escuela positivista de criminología. Con la burguesía en el


poder, ya no hay preocupación por provocar cambios filosóficos ni políticos, ni de legitimar
la aplicación de la pena; Como señalan Taylor, Walton y Young, la característica de la
neutralidad científica que pretende la escuela positivista de criminología, la encontramos en los
siguientes hechos: la búsqueda de una perspectiva que permita medir y evaluar el mundo social sin
prejuicios ni vicios; la búsqueda de objetividad que en algunas teorías se reduce a propugnar la
medición de patologías individuales de los delincuentes; trata de estudiar científicamente la conducta
desviada, para lo cual es presupuesto entender que esta está sometida a leyes discernibles y se
rechaza totalmente la idea anterior del hombre ejerciendo su libre albedrío. Hay un claro
determinismo. Exponentes de esta escuela son Lombroso, Ferri y Garófalo; se ve al delincuente
como un ser anormal, como un tumor en la sociedad.

Con un análisis posterior a Durkheim, donde encontramos la teoría de la anomia de Merton, la teoría
de las subculturas criminales de Sutherland, se comienza a predicar que la desviación a la norma
institucionalizada no es lo que le pasa a una persona, hay situaciones grupales, relaciones
económicas, culturales, que influyen. Merton señala que el delito tiene que ver con los
fines institucionalizados (cita el éxito económico en la sociedad norteamericana) y los medios
legítimos para alcanzarlos, y donde muchos individuos no tienen acceso a ellos (como es el caso,
para Cohen, de los jóvenes de las clases obreras). Sutherland introduce el concepto de que la
socialización por la que se aprende la conducta conformista a las normas institucionalizadas, es un
proceso igual a aquel por el cual se aprende la conducta desviada; ambos difieren por los contactos
del individuo en los grupos donde interactúa y las causas sociales de los diversos contactos
diferenciales (ej.: nació en una subcultura criminal en una villa miseria).

Con la teoría de la “subculturas criminales” (Sutherland) surge la idea que detrás de la cultura
dominante, base de la sociedad, existen subculturas más pequeñas: étnicas, religiosas, marginales,
entre otras, con valores propios.

Con estas teorías de transición, se mantiene el viejo paradigma de la criminología moderna “el
paradigma etiológico”, el buscar las “causas de la delincuencia”. Lo que cambia, es que el concepto
de delito deja de ser unitario, autorreferente, ahora se estudia al individuo en su relación con la
sociedad, agregándose la estructura social y cultural y la posición del individuo en ellas. Es este
modelo de la sociedad del consenso no se hace referencia a clases sociales sino a grupos sociales,
donde hay valores comunes para quien delinque y para quien no (justicia, democracia y éxito para
Merton, por ejemplo); esto se quiebra con las teorías criminológicas del llamado “labelling aproach”
o enfoque de la reacción social, donde se comienza a hablar de una sociedad pluralista, conflictual,
donde cada clase tiene valores propios y netamente distintos en algunos casos a los de las demás
clases. No existen valores consensuales comunes.

El nuevo paradigma criminológico: “labelling aproach” o enfoque de la reacción social. Los


interaccionistas ponen en crisis la idea de que la desviación genera control social, se sostiene que
la desviación social no es propia del acto sino de cómo éste es considerado por los otros y que la
idea inversa de que el control social (policía, sistema carcelario, etcétera) genera desviación, es
igualmente sostenible.

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La sociedad está compuesta por grupos, clases sociales, que no comparten todos los valores, hay
conflictos y desacuerdos, incluso por lo que se considera como desviado. Se comprende que la
posibilidad de definir las reglas y de imponerlas en la sociedad es una cuestión de poder.

Hay un nuevo objeto de estudio de la criminología; ya no busca las causas de la delincuencia, sino:
¿por qué una persona es considerada como delincuente?, ¿quién define lo que es delito?; y decide
estudiar la acción de las instancias oficiales de control social que aplican la ley (policía, jueces,
sistema carcelario, etcétera) viendo en ellas una función constitutiva respecto de la criminalidad.
Encontramos una nueva legislación como resultado de cubileos políticos que no responden a una
lógica estricta, sino a las conveniencias de grupos de poder involucrados. Aquí, ya no encontramos
el ideal de la codificación moderna: libertad e igualdad, sino que se acrecienta la desigualdad del
sistema jurídico y este problema está siendo percibido por la sociedad actual, (veo importancia en
este proceso con la democratización reciente en la América Latina y el surgimiento de un periodismo
independiente que actúa ante la opinión pública como denunciante de tales desajustes, entre ellos:
corrupción, crisis en la independencia y control de los poderes del estado.

En la modernidad toda tradición debía ser replanteada a la luz de los fines del individuo y de la razón
instrumental. El hombre iniciaba su camino hacia el progreso. Por otra parte, se desconocen los
grupos tradicionales y formas culturales históricas. Las teorías modernas ven a los individuos solos,
unos frente a otros, todos iguales, cualquier diferencia es anecdótica y no debe ser tomada en
cuenta. En consecuencia las pautas racionales serán comunes a todos los hombres y así se pueden
abandonar los derechos locales para aspirar a un derecho nacional y hasta universal.

El postmodernismo, iniciado a partir del fin de la segunda guerra mundial, cuyo nacimiento se
produce entre el polvo y la sangre de Hiroshima y Nagasaki, es ante todo un desencanto exasperado
frente a la modernidad, un descreimiento ante todo aquello que presuma un valor universal,
desilusión y desconfianza frente a la razón moderna y crisis moral de la ciencia. La postmodernidad
ya no cree en teorías universales y ahistóricas, hay una rebelión contra la razón demasiado rígida y
totalizante que todo lo simplifica y que construye sistemas cerrados que todo lo explican. Se busca
un orden social no lineal, dinámico, que no sacrifique o niegue la diversidad, con una razón que
respete lo complejo con todas sus gamas; crear un orden abierto a las posibilidades de cambio, la
libertad, la complejidad que significa ser humano sin que ello nos conduzca a un desorden, teniendo
la globalización como el proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que
consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países
del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de
transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. La globalización
es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por
las sociedades que viven bajo el capitalismo democrático o la democracia liberaly que han abierto
sus puertas a la revolución informática, plegando a un nivel considerable
de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico
nacional, y en sus relaciones internacionales.

Las teorías actuales ven que el estatus del criminal se distribuye de manera desigual entre los
individuos y es independiente de la dañosidad social de las acciones. El Derecho penal tiende a
privilegiar los intereses de las clases dominantes y a “inmunizar” del proceso de criminalización
comportamientos socialmente dañosos típicos de los individuos pertenecientes a ellas y ligados
funcionalmente al sistema de acumulación capitalista (corrupción, delitos de cuello blanco) y tiende
a orientar el proceso de criminalización sobre todo hacia formas de desviación típicas de las clases
subalternas.

La criminología crítica desenmascara en este sentido, la función del sistema penal de conservación
y de reproducción de la realidad social y sus desigualdades. Surge el concepto de “selectividad“ del
sistema y de “vulnerabilidad” de ciertos sectores de la población para ser criminalizados.

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En la postmodernidad se produce una crisis en la idea de resocialización de la cárcel, se repara en
la estigmatización y en su aporte a la consolidación definitiva de la carrera criminal. Cabe señalar
que nos encontramos dentro de las cárceles, con una mayoría de población perteneciente a los
estratos inferiores en la escala social.

Por último se plantea una reorientación de la criminología tratando de limitar lo máximo posible su
alcance; la pena no resocializa, se aplica de manera desigual, no cumple en la realidad con ninguna
de las funciones que se le atribuyeron (prevención general y especial).
Es claro que la cárcel moderna no ha logrado solucionar el conflicto creado por el delito; algunas
de las soluciones podrían ser: devolverle el conflicto a las partes dentro de lo posible, buscar
soluciones prácticas en el derecho penal de fondo (abolicionismo, minimalismo penal) o en el
derecho procesal (probation, vías reparadoras, conciliación, etc.) y, por lo tanto, como señalan
Taylor, Walton e Young, crear una criminología orientada a la abolición de las desigualdades.

La mejor prevención del delito la vamos a encontrar en la mejor distribución del ingreso. El acceso
a servicios de salud, de vivienda, de oportunidades de trabajo, de educación, de cultura, y en general
de un nivel de vida con niveles de satisfactores que permitan a grandes sectores de la población
dejar condiciones de pobreza o miseria es la meta primordial. Esta meta, es, por desgracia a largo
plazo, pero en ello radica la justicia social, y en tanto, se trabaja desde ahora, en ese sentido,
enfrentar a la delincuencia organizada es tarea que debe continuar, y quién o quienes no estamos
de acuerdo en las tácticas empleadas, nuestro deber es señalarlas con los estudios criminológicos
que avalen nuestros desacuerdos y sobre todo las medidas que proponemos apoyadas en los
respectivos análisis y estudio.

BIBLIOGRAFIA

-ANIYAR DE CASTRO Lolyta. Libro Homenaje al Dr. Jorge Zavala Baquerizo. Edino 1992.

-BODERO, Edmundo René, “La Crisis de La Criminología”

-MAGALLANES MALDONADO, Mirian Mónica “Criminología crítica: Planteamientos, perspectivas y


valoración final.

-PUEBLA, María Daniela. Criminología, derechos humanos y trabajo social.Cap. Criminol.[online].


2009, vol.37, n.3, pp. 05-29. ISSN 0798-9598.

-RENGIFO Gabriel, Artículo “Globalización, Neoliberalismo y Control Social” .

-VILLAVICENCIO TERREROS, FELIPE. “Introducción a la Criminología”, GRIJLEY, Lima, 2000. p.


92.

www.asuntosdelmultiverso.blogspot.com/.../neodelincuencia-y-gansterización de la sociedad.

33
www.bohemiaguerrera.wordpress.com/control-social.../control-social-sistema-penal-y-derecho-
penal.

www.wikipedia.com.

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Contenidos Epistemologicos De La
Criminologia
1455 palabras 6 páginas

MANUAL DE POLITICA CRIMINAL Y CRIMINOLOGICA

LOS CONTENIDOS EPISTEMOLOGICOS DE LA CRMINOLOGIA


La Criminología es la “Ciencia empírica e interdisciplinaria, que se ocupa
del estudio del crimen, la persona del infractor, la victima y el control
social del comportamiento delictivo, y trata de suministrar una información
valida, contrastada, sobre la génesis, dinámica y variables principales del
crimen, así como sobre los programas de prevención eficaz del mismo y
técnicas de intervención positiva en el hombre delincuente”.
La Criminología no puede tomarse con aspiraciones vinculativas, acordes
a las aspiraciones de determinado régimen o control social, pues allí se
contrapondría a la definición propia de las ciencias, que no
obedecen …ver más…
Se comprende así que el autor formulase dos frases que han pasado a
formar parte de todos los manuales de la disciplina jurídico-penal.
El Derecho Penal es la Carta Magna del delincuente. Con ello se
expresaba que la elaboración de las teorías penales pasaba por el
reconocimiento de una serie de principios que en definitiva constituían un
catalogo de derechos del ciudadano-delincuente.
El Derecho Penal significa la barrera infranqueable de toda Política
Criminal. De esta forma se querían expresar los limites con los que se
encontraba todo Estado a la hora de establecer y poner en practica toda
su estrategia en la lucha contra el delito, pues el poder publico tiene el
deber de intentar erradicar o disminuir las cifras de criminalidad,
empleando todos los medios a su alcance, pero ese deber dirigido a
proporcionar la máxima seguridad ciudadana contaba con los limites
propios del Derecho Penal, tanto material como procesal. Y de ahí que la
actividad política que lucha contra el crimen debería respetar principios
estructurales del Derecho Penal como el de legalidad, culpabilidad,
presunción de inocencia, prohibición

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