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EL CANTO DEL CHICHIPÁN

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PRÓLOGO

Esta poesía es otra concepción de la creación poética. En ella el poeta no da


importancia a la originalidad de lo que escribe, ya que esta clase de poesía está
concebida para redimirlo. Pero ¿puede el simple “canto del chichipán” redimir al
poeta?.
Por la sola fuerza de la percepción (el simple hecho de escuchar “el canto del
chichipán”), el poeta se queda embobado -como un niño-, ¡sin palabras!, reducido a
la nada, a un estado de “yo sin yo”. Pero, aunque el poeta se haya hecho nada, esto no
quiere decir que ha desaparecido sino que, por el contrario, es ahora cuando está
totalmente presente como consciencia limpia de cualquier contenido psicológico. En
esa conciencia redimida es donde canta el chichipán. Y el poeta, nuevamente
despierta a la realidad en tanto en cuanto es totalmente consciente del “canto del
chichipán”. Lo que en el chichipán es canto, en el poeta es consciencia.
En la nada-consciencia del poeta, el chichipán canta así, tal y como canta. Con
ello, se ha establecido una conexión original entre lo existencial sub jetivo (el poeta)
y lo objetivo material (“el canto del chichipán”). En la consciencia redimida,
purificada, del poeta “el canto del chichipán” es así, tal y como es. Y este “así es”
expresa “lo sagrado” (es) y su evidencia (así). No hace falta añadir nada más. Pues
cualquier añadidura sólo enturbiaría la pura realidad.
Así, esta consciencia presente sin yo es la apertura infinita omnipresente donde
surge un yo real (“el canto del chichipán”).
Después el oficio del poeta articula este lenguaje simple de la naturaleza (“el
canto del chichipán”) en un sencillo verso de tres sílabas (el terceto). Y mediante este
lenguaje poético -hecho con la mínima materia linguística- vuelve el poeta a través de
la autoexpresión de una experiencia inexpresable: “el canto del chichipán”.

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I

Óyese a lo lejos
el chillido agudo
de los tres vencejos.

II

La luna de enero.
“¡tsi-gelit!” fluido.
Un solo jilguero.

III
Primavera en flor.
“¡choqui-choqui-choqui!”.
Sólo un ruideñor.

IV
Dentro del zarzal
un recio “¡chic-chic!”.
Un solo zorzal.

En el mes de mayo
un débil “¡tic-cup!”.
Canta el urogallo.

VI

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Al llegar el día,
“¡lu-lu-lu-lu-lu!”
de la totovía.

VII

Sobre el agua quieta


el pico afilado
de las dos serretas.

VIII

El olivo en flor.
Por el tronco arriba
trepa el trepador.

IX

Primavera en flor.
Por la abrupta peña
remonta el azor.

Aurora carmín.
En un vuelo bajo
pasa el zambullín.

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XI

En la otra orilla,
sonoro “¡charr-charr!”
dela tarabilla.

XII

El azul del cielo


y el gorjeo breve
de dos reyezuelos.

XIII

En el olivar
el “¡pinc-pinc!” sonoro
del pinzón vulgar.

XIV

Una ola rota,


tres pequeños saltos
de las dos gaviotas.

Una ola rota,


dos pequeños saltos
de las tres gaviotas.

XV

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Chopos amarillos;
áspero “¡ched-ched!”
de dos herrerillos.

XVI

Cada poco rato


en el lago azul
chapotea el pato.

XVII

En la primavera
el “¡tsi-tsit!” agudo
de la lavandera.

XVIII

Riscales abajo
los broncos “¡scraac!”
de dos arrendajos.

XIX

Desde el cielo baja


batiendo las alas
la irisada graja.

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XX

La negra corneja,
levantando el vuelo,
al rato se aleja.

XXI

En bandada van.
El “¡kraa!” gutural
de aquel cormorán.

XXII

La tarde de oro.
Un “¡juump!” retumbante.
Solo el avetoro.

XXIII

El chopo aqmarillo.
El graznido corto
del avetorillo.

XXIV

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En el carrizal
el bronco “¡kraoj!”
de garza real.

XXV

En el carrizal
el “¡kraaj! Más alto
de garza imperial.

XXVI

Por las altas peñas


con sus cuellos largos
pasan las cigüeñas.

XXVII

Comienza a nadar
con cuello colgado
el cisne real.

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XXVIII

Carrizal en flor,
“¡juu-juu-juu!” sonoro
del cisne cantor.

XXIX

Dos tarros canelos.


Sobrevuela el río
la pareja en vuelo.

XXX

Denso carrizal;
sólo el suave “¡quib!”
de ánade real.

XXXI

En la charca quieta
nada una bandada
de pocas garcetas.

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XXXII

En el agua quieta
un “¡criit!” musical.
Canta la cerceta.

XXXIII

Pato colorado;
“¡goj!” áspero, grave;
carrizal mojado.

XXXIV

En un día pardo,
canturreo suave
del porrón bastardo.

XXXV

Serreta mediana.
Nada silenciosa

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a media mañana.

XXXVI

Cerca del agua sonora,


el silbido chirriante
del águila pescadora.

XXXVII

Tarde de febrero.
“¡quii-er!” rechinante
del halcón abejero.

XXXVIII

Milano real.
Planeo boyante
sobre el matorral.

XXXIX

Vuela bajo el gavilán.


Se lanza oblicuamente
sobre el débil chichipán.

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XL

Sobrevolando el otero,
un lastimoso maullar.
El vuelo del ratonero.

XLI

Y por la majada
“¡pit-pit-pit!” agudo.
Águila calzada.

XLII

Primer vuelo en primavera.


El “¡qui, qui, qui-qui-qui!”
del águila perdicera.

XLIII

Sobre el madroñal

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el “¡jrau-jrau-jrau!” rápido
de águila imperial.

XLIV

Por el peñascal
el latiente “¡kya!”
de águila real.

XLV

Con luz natural


rápido ladrido.
Águila real.

XLVI

Vuela el alimoche
al acantilado,
al llegar la noche.

XLVII

Se hace de noche.
Rebuscan despojos

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banda de alimoches.

XLVIII

Al roquedo espeso
lanza el hueso largo
el quebrantahuesos.

XLXIX

En la inclinada ladera
sobre el lagarto se cierne
el águila culebrera.

Nada alrededor.
Desde las alturas,
acecha el azor.

LI

La tarde otoñal,
un “¡hi-hi-piú!”.
Milano real.

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LII

Las nubes se van.


Un “¡qui-qui-qui-qui!”.
Vuela el gavilán.

LIII

Con el sol postrero


“¡piuuh!” lastimoso.
Vuela el ratonero.

LIV

En un día cálido,
“¡hi-hi-hi!” estridente
de aguilucho pálido.

LV

El día es gris plomizo,


el “¡gi-gi-gi!” querelloso
del achilucho cenizo.

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LVI

Aguilucho lagunero
calándose entre carrizos
un día pardo de enero.

LVII

Vuela veloz el halcón


y casi verticalmente
se lanza sobre el gorrión.

LVIII

Insectos volando van,


al mismo caer la noche.
Son presas del alcotán.

LXIX

Los nublos se van.


“¡geige!” repetido.
Solo un alcotán.

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LX

Dentro de la buhardilla,
el “¡chick-et-chec!” estridente
del cernícula primilla.

LXI

Sobrevolando el pinar,
el “¡hi-hi-hi”! Penetrante
del cernícalo vulgar.

LXII

Acabado el vendaval,
con un croar bajo y bronco
anda la perdiz nival.

LXIII

Ruidoso arrancar
y vuelo potente
del faisán vulgar.

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LXIV

Antes de que huya


la luz invernal
el “¡cr-r-r-!” de grulla.

LXV

Antes de que invierno huya,


al “uve” es formación
de la bandada de grullas.

LXVI

Charca con vegetación,


el “¡gip-gip-gip!” repetido,
persistente del rascón.

LVII

Cuando a la charca se arroja


el “¡juit, juit, juit!” repetido
de la polluela pantoja.

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LVIII

Distante llanura parda,


anda sosegadamente
la bandada de avutardas.

LXIX

En el trigal del morrón,


aplastándose en el suelo,
presto se esconde el sisón.

LX

Ocaso costero,
“¡pic-pic-pic!” sonoro;
solitario ostrero.

LXI

Diez siluetas a lo lejos,


inclinadas, mientras corren
otros tantos chorlitejos.

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LXII

Trino ondulado,
en vuelo de celo,
chorlito corado.

LXIII

Al morir el día
“¡pu-fuit!” nasal.
Sola la avefría.

LXIV

En busca de su comida,
por la playa el vueelvepiedras
revuelve conchas partidas.

LXV

Amanece lentamente,
el ocasional “¡chut-ut!”
profundo del combatiente.

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LXVI

Día invernal y duro,


“¡chic-chic-chic!” regañante
del archibebe oscuro.

LXVII

Al alba leve
el “¡tiu-bobo!”
del archibebe.

LXVIII

En una tarde e f´rio


el “¡tuii-sii-sii!” penetrante
del solitario andarríos.

LXXIX

Andando entre el fangal


el resonante “¡kru-ii!”

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del zarapito real.

LXX

El sol ha salido.
Se lanza la alondra
en vuelo cernido.

LXXI

Bajo el nubarrón,
“¡iip-iip!” lastimoso
del esmerejón.

LXXII

En la tarde ruda
el fueerte “¡ju-ju!”
de focha cornuda.

LXXIII

Bajo el nubarrón,
un “¡pret!” resoante.

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Un solo sisón.

LXXIV

Laguna bonica,
trepidante trino
de polluela chica.

LXXV

Alarmada, sola,
la polla de agua
sacude la cola.

LXXVI

Ahora no vuela,
“¡pet-pet-pet!” agudo
de la cigüeñuela.

LXXVII

Con luz ya huidiza,

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“¡chic-que!” repetido
de la agachadiza.

LXXVIII

Obscuro fangal,
“¡curli!” resonante.
Zarapito real.

LXXXIX

Aún no hace frío,


“¡titi-uiiti!” agudo,
único andarríos.

LXL

Litoral fangoso.
Chorlitejo grande.
“¡cuu-iip!” melodioso.

LXLI

Por el agua quieta,


aflautado “¡tuup!”.

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Nada la avoceta.

LXLII

Las luces se van,


el “cuurli!” gimiente
del alcaraván.

LXLIII

Entre la albufera
chacharreante canto
de la canastera.

LXLIV

Tiene el día fin.


Canto rechinante.
Sólo un zampullín.

LXLV

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Con cuello colgante
vuela el somormujo,
“¡oo-uuic!” penetrante.

LXLVI

En planeo vuela.
“¡ia-goua-gouu!”.
Sola la pardela.

LXLVII

Nido solitario.
Torna la cigüeña
a su campanario.

LXLVIII

La luz no se para;
el “¡uij,uij, uij!” profundo
del pato cuchara.

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LXLXIX

En la tarde quieta
un graznido ronco.
Sola la cerceta.

En el carrizal
ruidoso grzanido
de ánade real.

CI

No hace calor,
“¡juu-juu-juu!” sonoro
del cisne cantor.

CII

Para de nevar.
Siseante canto
del cisne vulgar.

CIII

En tarde dorada,

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.ansares comunes
vuelan en bandada.

CIV

En un día dpardo
bucea en el martesel porrón bastardo.

CV

Tarde de gris crudo.


Nada en la laguna
el porrón moñudo.

CVI

Serreta mediana,
nota chirriante,
a media mañana.

CVII

Llegado a su fin,
el día se paga,
canta el colorín.

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CVIII

Noche de calor,
“¡choqui-choqui-chpqui!”.
Solo el ruiseñor.

CXIX

Chopos amarillosl
un gorjeo rápido,
banda de pardillos.

CX

Las nieblas se van.


Persistente “¡tic!”.
Vuela el chichipán.

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