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Palabras clave: industria automotriz; división internacional del trabajo; acumulación de capital;
salario industrial.
Abstract. This paper studies the historical development of the automotive industry
in Argentina from 1960 to 2013. The main argument is that multinational companies
operating locally had a specific or distinctive way of capital valorization, vis à vis other
national cases. This specificity was essentially the appropriation of agrarian ground
rent by the automotive industrial capital through two main mechanisms, namely, the
cheapening of the labor force and high domestic or regional prices. In this way, the
automotive multinational companies compensated for the small production scale,
out-dated technology, and low labor productivity in its factories in Argentina. These
arguments are supported by the international comparison of wages, carried out through
original statistical series, and the analysis of other evidences retrieved from specialized
literature.
* Una versión previa de este texto fue presentada como ponencia en las XXV Jornadas de His-
toria Económica de la Asociación Argentina de Historia Económica, realizadas en la Universidad de
Salta, septiembre de 2016.
Am. Lat. Hist. Econ., ene.-abr., 2018, pp. 239-274 | doi: 10.18232/alhe.v25i1.859
Key words: automotive industry; international division of labor; capital accumulation; industrial
wages.
Introducción
D
esde fines de la década de 1970, mucho se ha discutido sobre la
reestructuración geográfica de la producción industrial global, re-
sultado de la aplicación de la microelectrónica y de las nuevas tec-
nologías de la información y comunicación en el proceso de trabajo y en
la organización de la producción. A partir del planteamiento de Fröbel,
Heinrichs y Kreye (1980) sobre la nueva división internacional del trabajo,
uno de los temas centrales de investigación fue la incorporación de los
países periféricos en las nuevas cadenas globales de valor (Gereffi y Kor-
zeniewicz, 1994; Kaplinsky, 2000). En el caso de la industria automotriz,
y a pesar de los numerosos estudios sobre su estructura global, no existe
mucha claridad acerca de la participación de estos países de incorpora-
ción tardía. En específico, como señalaron Sturgeon y Florida (2000, p.
13) en un influyente informe sectorial de hace ya quince años, la literatura
especializada ha tendido a englobar indiferentemente a todos los países
externos a los centros clásicos de la industria en la categoría de países
emergentes. En esta visión monolítica, la reorganización geográfica de la
producción aparece motivada casi exclusivamente por la posibilidad de
reducir costos en la periferia, sobre todo gracias a los bajos salarios.
No obstante, como también argumentaron Sturgeon y Florida (2000),
es posible identificar ciertas diferencias dentro de la periferia misma, en
particular entre aquellos países cercanos a los mercados ya existentes y los
países que constituían mercados emergentes nuevos. En el primer caso,
según este punto de vista, la estrategia de las empresas transnacionales se
centra en la reducción de costos gracias a los bajos salarios para el abas-
tecimiento de mercados clásicos (por ejemplo, México, España, Europa
oriental). En el segundo caso, la estrategia se centra en la búsqueda de
mercados locales o regionales de gran tamaño, al menos en términos po-
tenciales (como China o India). En cuanto a Sudamérica, al menos en el
caso de Brasil, estos autores tienden a incluirla en esta última categoría
1
Esta hipótesis sobre la especificidad de la acumulación del conjunto del capital industrial
en Argentina fue presentada por Íñigo (1998, 2007). Aunque en este trabajo seguimos principal-
mente este enfoque –basado a su vez en la crítica de la economía política de Marx–, la transfe-
rencia de recursos desde el sector agrario al industrial como una de las características decisivas
de la histórica económica argentina ha sido reconocida también desde perspectivas mainstream u
ortodoxas (Cavallo y Mundlak, 1989; Díaz, 1981). Sin embargo, estos enfoques, al no reconocer
explícitamente estas transferencias como parte de la renta de la tierra, llegan a conclusiones sobre
el desarrollo del agro, la industria y la economía en general completamente diferentes a las pre-
sentadas aquí. Desde una perspectiva “heterodoxa”, puede verse también el trabajo de Rodríguez
y Arceo (2006), aunque sobre un periodo más acotado.
2
Estas diferencias de escala se profundizan aún más si actualizamos la comparación al año
2015, cuando en Argentina la producción experimentó un retroceso mientras mantuvo su marcha
en el resto del mundo. De acuerdo con los datos de Organisation Internationale des Constructeurs
d’Automobiles (s. f.), la producción total de Argentina representó 4.5% de la de Estados Unidos,
9% de la de Alemania, 6% de la de Japón, 12.5% de la de India y Corea del Sur y sólo 2.2% de la
producción en China (es decir, 45 veces menor).
Fuentes: elaboración propia con base en United States Census Bureau (s. f.); Japan Auto-
mobile Manufacturers Association (2014b); Korean Statistical Information Service (s. f.); Instituto
Nacional de Estadística y Geografía (2014); Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (s. f.);
Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (2015); Organisation Internationale des Cons-
tructeurs d’Automobiles (s. f.).
Fuentes: elaboración propia con base en adefa, 2016; Ford Motor Company, s. f.; Hyundai
Motor Company, 2016; Kia Motors, 2014; Maruti Suzuki, India, 2014; Nissan Motors Company,
2014; Organisation Internationale des Constructeurs d’Automobiles, s. f.; Toyota Motor Corpo-
ration, 2013.
3
Además debe tenerse presente la distorsión introducida por la mayor proporción de tra-
bajadores dedicados a las actividades de I&D existente en Europa, Estados Unidos y Asia, lo cual
implica una subestimación de la productividad del trabajo efectivamente aplicada en la produc-
ción directa en esos casos.
4
En menor proporción, y sólo durante un lustro, los capitales automotrices colocaron una
parte significativa de su producción en el mercado mexicano. En el periodo 2004-2007, 25% del
total de exportaciones de automóviles tuvo ese destino, lo que complementó las exportaciones al
Mercosur. Sin embargo, debe tenerse presente que estas exportaciones se realizaron en el marco
de un acuerdo preferencial (Acuerdo de Complementación Económica núm. 55) que regula el in-
tercambio comercial sin aranceles en el marco de un régimen de compensación de exportaciones
e importaciones, similar al que rige para el mercado regional.
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Cuadro 4. Producción, ventas y exportaciones (países seleccionados 2004-2016)
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248 Alejandro Fitzsimons y Sebastián Guevara
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A mediados de la década de 2000, el arancel del Mercosur era de 35%, mientras que en
Estados Unidos era de 2.5%, en la Unión Europea de 10% y en Japón no existían aranceles (Arza
y López, 2008, p. 81).
6
En estos términos, nuestra pregunta vale para virtualmente cualquier enfoque teórico,
dado que se acepta generalmente que la productividad del trabajo es al menos uno de los com-
ponentes que determinan la rentabilidad de una empresa industrial. Con todo, cabe aclarar que
nuestro enfoque descansa en última instancia en la recuperación de la teoría del valor basada en
la crítica de la economía política de Marx. En términos de este último enfoque, la fuente normal
de ganancia de un capital industrial cualquiera es el plustrabajo de los obreros que emplea. Pero,
para que tal plustrabajo redunde en la obtención de la tasa normal de ganancia, resulta condición
necesaria que los obreros trabajen en las condiciones técnicas normales de la rama. De otro modo,
la menor productividad relativa del trabajo se manifestaría en una menor producción física por
unidad de tiempo de trabajo y, por tanto, en mayores valores individuales (Marx, 2000) de las
mercancías que se producen o, más precisamente, en mayores precios de producción individuales
que los que corresponden a las condiciones sociales medias. Dado que la determinación del valor
(precio de producción) socialmente vigente depende precisamente de estas condiciones medias
o normales y no de las individuales, los mayores valores o precios de producción individuales
no son reconocidos en el mercado. En otras palabras, los capitales atrasados desperdician tiempo
de (plus) trabajo al producir en condiciones técnicas subóptimas, lo cual se manifiesta, desde su
punto de vista, en su incapacidad inmediata de valorizarse normalmente debido a sus elevados
costos de producción. Por consiguiente, los capitales que operan en condiciones técnicas peores a
las normales sólo pueden obtener ganancias normales si acceden con regularidad a otras fuentes
de ganancia, distintas de la apropiación del plustrabajo normal efectuado por sus propios obreros.
En este sentido planteamos que los capitales automotrices en Argentina compensan la baja pro-
ductividad relativa con la que operan, y sus correspondientes efectos sobre los costos, a partir de
la existencia y la posibilidad de apropiación de fuentes extraordinarias de ganancia.
11
Véase el apartado sobre la comparación internacional de salarios para una explicación de
las metodologías utilizadas para la comparación internacional de salarios.
12
Tomamos el ámbito estadunidense de acumulación de capital como expresión más in-
mediata de las condiciones normales de explotación de la fuerza de trabajo. Históricamente, los
salarios automotrices en Estados Unidos fueron más bien altos en comparación con los países
europeos y Japón. Pero en estos países (en especial en Japón) los menores salarios se explicaban
por calificaciones más bajas de la fuerza de trabajo. De hecho, las fuerzas de trabajo japonesa
y (en menor medida) europea fueron usadas masivamente en la producción sólo cuando (en la
posguerra) la automatización simplificó el proceso de trabajo y permitió con ello la incorporación
de estos obreros menos calificados (Fitzsimons, 2016; Grinberg, 2011, pp. 133-140). En cambio, la
industria automotriz argentina tendió a estar sistemáticamente menos automatizada que la esta-
dunidense, y por lo tanto requirió una fuerza de trabajo de calificación relativamente alta, capaz
de llevar a cabo tareas que requerían elevada pericia manual. En este sentido puede decirse que
los atributos productivos de los obreros argentinos se asemejan a los de los estadunidenses (o, al
menos, que los primeros no se caracterizaban por tener menores atributos productivos que los se-
gundos). Por ello resulta adecuado tomar al salario estadunidense como expresión de la normali-
dad en el pago de la fuerza de trabajo de atributos similares a los de la clase obrera argentina o, en
otras palabras, como parámetro o indicador del valor de este tipo de fuerza de trabajo automotriz.
13
Por insuficiencia de datos comparables en el caso de jornada laboral y por complejidades
intrínsecas a la separación entre intensidad y productividad.
14
Véase el apartado sobre la comparación internacional de salarios para una explicación de
las metodologías utilizadas para la comparación internacional de salarios.
15
De hecho, una comparación más amplia del poder adquisitivo del salario automotriz ar-
gentino lo ubica en un nivel intermedio en relación con otros países. En efecto, en términos reales
el salario argentino por hora equivalía en 2007 a 78% del de Corea del Sur, a 62% del de España
y a 32% del de Alemania. Sin embargo, siempre en términos reales o de poder adquisitivo, dicho
salario en el mismo año superaba en 30% los salarios automotrices de los países del este de Eu-
ropa, más que duplicaba el de México y cuadriplicaba el de Filipinas. Es decir que, en línea con
el argumento de este artículo, las ventajas obtenibles en Argentina por las empresas automotrices
multinacionales no se derivan simplemente de ser un país de bajo nivel de vida de la población
trabajadora (véanse datos completos y fuentes en el cuadro 6).
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Veremos en el próximo apartado que, especialmente en periodos de contracción de la ren-
ta de la tierra, la caída directa del salario real (por ejemplo, la disminución del consumo obrero)
se suma al abaratamiento de los medios de vida como determinante de la baratura relativa de la
fuerza de trabajo.
17
Por cierto, existieron otras formas complementarias de apropiación de renta por estos capi-
tales, tales como subsidios directos, exenciones impositivas y líneas de crédito barato, todas ellas
ligadas a los distintos regímenes de promoción de la rama que fueron aplicados desde el Estado
Nacional. Dado el alcance general de este trabajo, su análisis quedó afuera de esta investigación.
18
El alcance de este proceso excedió el caso argentino. Al menos los restantes casos sudame-
ricanos, y en especial el brasileño, presentan rasgos similares. En contraste, la industria automotriz
en los países del Este asiático ( Japón y Corea del Sur, especialmente) se basaron en el desarrollo
de los sistemas más modernos de producción y el surgimiento de capitales individuales nuevos.
Véase Grinberg (2011, 2013b) para una comparación de los casos brasileño y coreano.
19
El traslado de las líneas de producción completas de Kaiser desde Estados Unidos a Argen-
tina (y Brasil) ha sido bien estudiado y documentado (Mac Donald, 1988), así como la utilización
de maquinaria usada por parte de General Motors y Ford ( Jenkins, 1984, p. 52). Por otra parte, un
estudio de adefa muestra que hacia 1967 un cuarto de la maquinaria total usada tenía más de diez
años, lo cual implica que se empleaba al momento de las primeras radicaciones. Otra evidencia
que apoya esta misma conclusión es una encuesta gubernamental de principios de los setenta, en
la cual Ford, General Motors, Chrysler, Fiat, Citroën y Mercedes Benz afirman haber construido
sus plantas mediante la adaptación de tecnología existente en sus casas matrices. Los principales
estudiosos de la industria, por otra parte, coinciden en este punto ( Jenkins, 1984, p. 52; Nofal,
1989, pp. 90-91; Schvarzer, 1995; Sourrouille, 1980, p. 169).
20
Debe notarse que la productividad del trabajo en el sector terminal argentino se mantuvo
prácticamente estancada: en 1990 fue sólo 12% mayor que en 1960 (adefa, 2016).
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260 Alejandro Fitzsimons y Sebastián Guevara
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Cabe destacar que este retroceso en el salario real coincidió con el momento en el cual
los capitales automotrices profundizaron la relativa modernización del proceso productivo y la
reorganización de las relaciones laborales. Entre 1994 y 1998 se abrieron nuevas plantas de pro-
ducción automotriz y se firmaron los primeros convenios colectivos de trabajo que incorporaban
las nuevas formas –más flexibles– de organizar el proceso de trabajo (Guevara, 2010, p. 123).
22
El promedio anual de renta agraria total entre los años 2003 y 2010 fue 53% mayor que
entre los años 1991 y 2001, y 83% más que en 2002 (Íñigo, 2011, p. 56).
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262 Alejandro Fitzsimons y Sebastián Guevara
Conclusiones
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1982
0.00152 37 807.00 27 488.00 55 629.12 0.000000110 50.34 0.000000208 26.66
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Revista ALHE 55.indd 266
A B C D E F G H
2005
48 546.63 48 547.00 67 341.00 67 340.94 1.35 53.40 2.85 25.30
2006
58 830.19 53 049.00 65 836.00 63 775.19 1.45 61.62 2.97 30.09
2007
75 360.60 60 093.00 67 242.00 63 333.15 1.59 70.29 3.34 33.55
2008
91 138.45 59 258.00 67 828.00 61 526.47 1.88 71.34 3.88 34.63
2009
87 353.82 49 454.00 60 889.00 55 423.73 2.17 66.10 4.42 32.46
2010
128 590.65 57 846.00 68 671.00 61 497.00 2.69 69.68 5.41 34.61
2011
181 970.63 66 094.00 68 715.00 59 655.38 3.23 82.07 5.95 44.51
2012
208 113.60 61 136.00 67 266.00 57 212.64 3.91 79.15 7.26 42.62
2013
283 146.22 66 064.00 64 486.00 54 055.43 4.85 90.53 8.99 48.84
A: Salario nominal en Argentina (pesos corrientes), B: Salario real en Argentina (pesos de 2005), C: Salarios nominal en Estados Unidos (dólares co-
rrientes), D: Salario real en Estados Unidos (dólares de 2005), E: PPP absoluta (pesos/dólares), F: Poder adquisitivo interno del salario (Argentina como
porcentaje de Estados Unidos), G: PPP Relativa (pesos/dólares), H: Valor representado en el salario (Argentina como porcentaje de Estados Unidos).
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para 1980-1988, con fundamento en el diferencial salarial entre motor vehicles y motor vehicle parts registrado en Lewis y Bauer (1964), y Bureau of La-
bour Statistics (1976, 1991). 1990-2013: “Average hourly earnings for production workers” multiplicado por horas trabajadas semanales, motor vehicle
manufacturing, datos de Bureau of Labour Statistics (2017b); se sumó 4% para calcular todos los empleados, con base en el diferencial entre production
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Columna D: ipc publicado por Bureau of Labour Statistics (2017a).
Columna E: Paridad absoluta de poder adquisitivo (ppp absoluta) entre el peso argentino y el dólar estadunidense para el año 2005, tomado de
Banco Mundial (2008). La serie 1960-2013 se calculó con los ipc mencionados anteriormente. Véase también el apartado siguiente.
Columna F: (6) = (1) / (5) / (3) x 100.
Columna G: La paridad relativa de poder adquisitivo (ppp relativa) entre el peso argentino y el dólar estadunidense se calculó en relación con
el periodo 1960-1972, utilizando los ipc mencionados antes. Véase también el apartado siguiente.
Columna H: (8) = (1) / (7) / (3) x 100.
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Am. Lat. Hist. Econ., año 25, núm. 1, enero-abril, 2018, pp. 239-274 267
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