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Las dos principales teorías sobre el origen de la vida son la creacionista (en forma
radical, considera las especies inmutables y creadas por Dios tal y como son) y la
evolucionista.
Nuestro espíritu y no necesariamente hablamos del espíritu santo sino del espíritu
material que dirige nuestra vida como persona. La persona es alguien con
consciencia de alguien. La sustancialidad, por la que la persona está provista de un
propio ser, de una singularidad, distinta de la de los demás. En este caso específico
todo actuar humano, todo dinamismo dramático, su proyecto vital; provienen del ser.
El ser del hombre no es una perfección, sino que es la raíz de todas las perfecciones,
que no son más que manifestaciones del acto del ser. La conciencia concomitante es
aquella en la el Yo, se describe como sujeto autoconsciente, allí donde el objeto de
conocimiento es el “yo” mismo, esto es en el conocimiento reflejo o autoconocimiento.
Subsisto por mis actos, actividad sensible, intelectual y volitiva, es decir que oye
piensa ama las cosas.
Y si se dice que el feto no es un “quién” porque no tiene una vida “personal”, habría
que decir lo mismo del niño ya nacido durante muchos meses (y habría que volver a
decirlo del hombre durante el sueño profundo, la anestesia, la arteriesclerosis
avanzada, la extrema senilidad, no digamos el estado de coma). Cuando se provoca
el aborto o se ahorca no se interrumpe el embarazo o la respiración; en ambos casos
se mata a alguien.
Al reflexionar sobre la vida y la muerte, haciendo hincapié en el tema del aborto
voluntario y aceptado libremente por la sociedad. Nuestra consciencia analiza que es
una mala decisión quitarle la vida a un ser con un espíritu ya creado por Dios, que
la autoconsciencia exija las buenas acciones y que no exista justificación alguna para
ser partícipes de este hecho, una aceptación social que es sin excepción es lo más
grave que ha acontecido en este siglo que se va acercando a su final.
Con mucha frecuencia se enfoca la cuestión del aborto como si sólo fuese una cuestión
relativa a los derechos del feto; así mismo como si fuera sólo cuestión de los derechos
de la mujer. La negación de un aborto seguro y legal viola los derechos de la mujer a
la vida, a la libertad y a la integridad física. Con todo, si el feto tuviera el mismo
derecho a la vida que la persona, el aborto sería todavía un acontecimiento trágico,
fatídico, lo más grave de justificar excepto en casos extremos.
Referencias:
https://eva3.utpl.edu.ec/pluginfile.php/2129251/mod_resource/content/1/Marias%20
-%20Aborto.pdf
https://eva3.utpl.edu.ec/pluginfile.php/2129252/mod_resource/content/1/Singer-
Compendio%20de%20e%CC%81tica.pdf