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Cultura maya

La cultura maya produjo una arquitectura monumental, de la que se conservan ruinas en


Palenque, Uxmal, Mayapán, Copán, Tikal, Uaxactún, Quiriguá, Bonampak y Chichén Itzá.
Estos grandes recintos eran ciudades y no sólo importantes centros ceremoniales. Conviven
varios estilos arquitectónicos, entre los que destacan el Río Bec (pequeñas columnas adosadas,
dameros y cruces añadidos a los mascarones de las fachadas) y el Puuc (obra en paramento y
mosaico en la parte superior de las fachadas), cada uno con características de ingeniería y
ornamentación propias.

La distribución de las ciudades consistía en una serie de estructuras piramidales, la mayoría


de las veces coronadas por templos o cresterías labradas, agrupadas alrededor de plazas
abiertas. Las pirámides escalonadas estaban recubiertas con bloques de piedra pulida y por lo
general llevaban tallada una escalinata en una o varias de sus caras. La infraestructura de las
pirámides estaba formada habitualmente por tierra y piedras, pero a veces se utilizaban
bloques de piedra unidos con mortero.

Aunque en la actualidad representa una excepción, se cree que el templo de las Inscripciones
de Palenque, que aloja la tumba del rey Pacal, puede no ser el único monumento de uso
funerario que se construyó en la cultura maya. El tipo más común de construcción consiste en
un núcleo de escombros o piedra caliza partida, mezclada con hormigón o cemento, y
recubierta con piedra pulida o estuco. Las paredes de piedra se edificaban, por lo general, sin
mortero. La madera se utilizaba para los dinteles de las puertas y para las esculturas. Su gran
hallazgo técnico fue el sistema de la falsa bóveda por aproximación de filas de bloques de
piedra, para cubrir espacios alargados o estrechos, que concluyen en el característico arco
maya, del cual existen 10 tipos diferentes. Las ventanas eran poco frecuentes, muy pequeñas y
estrechas. Los muros interiores y exteriores se pintaban con colores vivos, en especial el azul
y el rojo. Se dedicaba especial atención a los exteriores y se decoraban profusamente con
esculturas pintadas, dinteles tallados, molduras de estuco y mosaicos de piedra. Las
decoraciones se disponían generalmente en amplios frisos que contrastaban con franjas de
ladrillos lisos. Las viviendas de los comunes se parecían seguramente a las chozas de adobe y
techumbre de ramas que todavía hoy se pueden apreciar entre los mayas contemporáneos.

Sureste asiático
Arte y arquitectura del Sureste asiático, conjunto de manifestaciones artísticas desarrolladas
por las naciones del Sureste asiático (tanto del continente como de las islas) desde la
prehistoria hasta nuestros días. Esta amplia zona comprende Vietnam, Laos, Camboya,
Tailandia, Birmania (actualmente Myanmar) y Malaysia; Sarawak, Brunei y Sabah en el
extremo norte de Borneo; Kalimantan, la mayor parte de Borneo, y Sumatra, Java, Sulawesi y
la provincia indonesia de Papúa (Irian Jaya). Entre las islas de Java y Nueva Guinea se
encuentran muchas islas más pequeñas, como Bali, Flores, Timor y Sumba, todas ellas con
una cultura característica.

Una buena parte del arte y la arquitectura del Sureste asiático está estrechamente vinculada,
por un lado, con las religiones indígenas y, por otro, con el hinduismo, el budismo y el islam,
que penetraron procedentes de la India. En los primeros siglos de nuestra era, algunos
aspectos de la religión y del arte de la India pasaron a formar parte de la cultura esencial del
Sureste asiático. En toda la región se produjeron cambios radicales. En las artes, la nueva
iconografía servía para intensificar la veneración animista y ancestral. En arquitectura, la
construcción de templos de ladrillo y de piedra vino a sustituir a las casas de los clanes,
hechas de madera y de otros materiales perecederos. También cambió la manera de utilizar la
tierra. Los planos de los asentamientos preíndicos en el Sureste asiático responden de manera
individualizada a la topografía local y a los recursos naturales, especialmente el agua. La
forma de cada emplazamiento está determinada por el terreno. En contraste, el diseño y
trazado global de los emplazamientos se vuelve más uniforme con la construcción de los
templos hindúes y budistas, en los cuales la forma viene dictada más por la doctrina religiosa
que por la topografía.

Mesopotámia
El suelo de Mesopotamia proporcionaba el barro para los adobes que fueron el material
constructivo más importante de esta civilización. Los mesopotámicos también cocieron esta
arcilla para obtener terracota, con la que realizaron cerámica, esculturas y tablillas para la
escritura. Se conservan pocos objetos en madera. En la escultura emplearon basalto, arenisca,
diorita y alabastro. También trabajaron algunos metales como el bronce, el cobre, el oro y la
plata, así como nácar y piedras preciosas en las piezas más delicadas y en las labores de
incrustación. En sus sellos cilíndricos usaron piedras de todas las clases, como lapislázuli,
jaspe, cornalina, alabastro, hematites, serpentina y esteatita. No obstante, algunas de estas
piedras escaseaban en la zona, por lo que tuvieron que importarlas.

El arte de Mesopotamia abarca una tradición de 4.000 años que en estilo e iconografía es
aparentemente homogénea. De hecho, fue creada y mantenida por las sucesivas oleadas de
pueblos invasores, diferentes tanto étnica como lingüísticamente. Hasta la conquista por los
persas en el siglo VI a.C. cada uno de esos grupos hizo su propia contribución al arte
mesopotámico. Los sumerios fueron el primer pueblo que controló la región y estableció su
arte, seguidos por los acadios, babilonios y asirios. El control político mesopotámico y sus
influencias artísticas se extendieron a las culturas vecinas, llegando incluso en ocasiones a
zonas tan alejadas como la costa sirio-palestina, de modo que los motivos artísticos de estas
áreas lejanas influyeron en los centros mesopotámicos y viceversa.

Roma
Las viviendas unifamiliares se construyeron con una amplia variedad de formas y tamaños,
pero las domus romanas generalmente mostraron preferencia por la simetría axial, que
caracteriza también la mayor parte de la arquitectura pública. Las casas más antiguas,
fechadas entre los siglos III y IV a.C., parecen haber sido construidas de acuerdo con los
modelos etruscos. La domus italica, o casa de los inicios de la República, constaba de un
pasillo de entrada (fauces), un espacio principal a cielo abierto (atrio) con un estanque central
para recoger el agua de la lluvia (impluvium), una serie de pequeñas habitaciones (cubicula),
una zona de recepción y trabajo (tablinum), un comedor (triclinium), una cocina (culina) y a
veces un pequeño jardín trasero (hortus). La parte delantera contaba en ocasiones con
estancias abiertas a la calle que servían de tiendas. Durante el final de la República y el
comienzo del Imperio, las casas romanas se convirtieron en unidades más complicadas. En el
atrio se instalaron columnas de estilo griego, el antiguo hortus se ensanchó y se rodeó de una
columnata (peristilo), y la decoración se hizo bastante profusa. Las viviendas de las ciudades
más ricas llegarían a ocupar un bloque entero, como ocurrió con la denominada casa del
Fauno de Pompeya, construida a principios del II siglo a.C.
Grecia

Los arquitectos griegos construyeron la mayoría de sus edificios en mármol o piedra caliza, y
utilizaban la madera y las tejas para las techumbres. Los escultores labraron el mármol y la
caliza, modelaron la arcilla y fundieron sus obras en bronce. Las grandes estatuas votivas se
forjaban con planchas de este metal o se recubrían de láminas de oro y marfil que se aplicaba
sobre una estructura interna de madera. Algunas veces se realizaban por separado las cabezas
o los brazos extendidos, que posteriormente se unían al torso. La escultura en piedra y en
arcilla se pintaba total o parcialmente con pigmentos brillantes. Los artistas griegos
empleaban colores al agua para pintar grandes murales o decorar vasijas. Los ceramistas
modelaban las piezas en tornos de alfarero y cuando se secaban las pulían, pintaban y cocían.

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