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16 de mayo de 2018
Después del encuentro entre el poeta Juan Boscán y el embajador veneciano Andrea
Navagero en 1526, la poesía española dio un salto sin precedentes. Desde entonces, las
formas poéticas italianas y la cultura grecolatina se introdujeron en la poesía española
impulsando el comienzo de su edad dorada. Esto produjo de inmediato la reacción de
poetas como Cristóbal de Castillejo, quien criticó la introducción de elementos extranjeros
en las formas de hacer poesía de poetas como Garcilaso de la Vega. Podría hablarse de dos
preceptivas poéticas fundamentales enfrentadas en esta época: la de quienes defendían la
introducción del nuevo estilo italianizante en la poesía española y la de quienes la
rechazaban. A continuación, se presenta un contraste de ambas preceptivas poéticas
tomando como punto de partida la Égloga III de Garcilaso de la Vega, obra que permite ver
la influencia del estilo italianizante en el periodo áureo de la poesía española.
La Égloga III de Garcilaso de la Vega es una composición poética de carácter bucólico que
expresa el dolor del yo poético ante la pérdida mortal de la mujer amada. En ella se ve la
influencia de poetas clásicos como Horacio y Virgilio cuyos tópicos y temas habían sido
redescubiertos por los poetas italianos del renacimiento. También es notable, e incluso de
forma más explícita, la influencia de la mitología clásica: en la égloga III se narra cómo
cuatro ninfas (Filódoce, Diámene, Cllimene y Nise) tejen diferentes historias relacionadas
con la pérdida amorosa. Las tres primeras de estas historias tienen raíces en la mitología
clásica: Orfeo y Eurídice, Apolo y Dafne, Venus y Adonis; y, la última, la historia de Elisa y
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Juan Jacobo Ibarra Santacruz
Nemoroso, se encuentra inspirada por sucesos autobiográficos del poeta. En todas las
alusiones a la mitología, es evidente que el yo poético se identifica con los diferentes
personajes para alegorizar su dolor ante la pérdida de la amada.
En cuanto a sus aspectos formales, la Égloga III está construida con base en la forma
estrófica de origen italiano conocida como octava real, constituida por ocho versos
endecasílabos. En este caso, Garcilaso escribe una serie de cuarentaisiete octavas reales con
un esquema de rima consonante tipo ABABABCC, como se observa en este ejemplo:
“Estaba figurada la hermosa/Eurídice, en el blanco pie mordida/en la pequeña sierpe
ponzoñosa/entre la hierba y flores escondida;/descolorida estaba como rosa/que ha sido
fuera de sazón cogida, /y el ánima los ojos ya volviendo, /de su hermosa carne
despidiendo” (Poesía…I. 91, vv, 129-136). Además, podemos ver en esta estrofa un rasgo
recurrente a lo largo de toda la égloga y de toda la poesía española de influencia
italianizante: el encabalgamiento. Éste se ve evidenciado en los versos primero y segundo,
segundo y tercero, tercero y cuarto, y quinto y sexto. Se trata de una de las formas poéticas
que Cristóbal de Castillejo condenó al decir que “bien se pueden castigar/a cuenta de
anabaptistas, /pues por ley particular/se tornan a bautizar/ y se llaman petrarquistas”
(Poesía…I. 57, vv, 11-15), utilizando quintillas, una forma poética de arte menor
típicamente española. Así, en la Égloga III podemos identificar los dos rasgos
fundamentales que Rosa Navarro Durán señala como presupuestos base de la poesía áurea:
la imitación de los clásicos y el ornato de la elocución.
La resistencia de este último a la introducción de las nuevas formas residía, ante todo, en su
defensa de la lengua española y de su forma poética paradigmática: el octosílabo; también
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Juan Jacobo Ibarra Santacruz
en su consideración de que resulta superfluo acudir a la poesía extranjera en busca de
renovación poética. Dice Cristóbal de Castillejo a este respecto: “han renegado la fee/de las
trovas castellanas, /y tras las italianas/se pierden, diciendo que/son más ricas y lozanas”
( Poesía…I. 58, vv, 16-20). Así, la incorporación de formas métricas italianas en la poesía
española como el soneto y la octava real (empleada en la Égloga III) resultaba para
Castillejo algo totalmente inaceptable puesto que, según él, esto va en detrimento de la
valoración del octosílabo como forma poética castellana por antonomasia y del castellano
como lengua poéticamente autosuficiente. Agrega Castillejo en uno de sus sonetos satíricos:
“y oyéndoles hablar nuevo lenguaje/mezclado de extranjera poesía, /con ojos los miraban
de extranjeros” (Poesía…I. 59, vv, 72-74). De acuerdo con esto, Castillejo reprochó la
posición de poetas como Boscán o Garcilaso porque, según él, habían sucumbido a modas
pasajeras y habían desdeñado el potencial poético del castellano. También es posible
advertir tras las palabras de Castillejo su caracterización de Boscán y Garcilaso como
simples imitadores de modelos extranjeros.
Lo cierto es que, aunque es evidente que la poesía áurea se nutre de las tradiciones toscana
y grecolatina (Petrarca, Sannazaro, Alighieri, Virgilio, Horacio, Ovidio), ésta reelabora cada
una de dichas tradiciones en aras de la configuración de una nueva visión poética. A este
respecto, Juan Boscán señala que estas formas que han venido a llamarse italianizantes
tienen en realidad una larga tradición en la que
“Petrarca fue el primero que en aquella provincia le acabó de poner en su punto… Dante fue
más atrás, el cual usó muy bien de él, pero diferentemente de Petrarca… En tiempo de
Dante y un poco antes, florecieron los Provenzales… De estos provenzales salieron muchos
autores excelentes catalanes, de los cuales el más excelente Asias March… Y porque
acabemos de llegar a la fuente, no han sido de ellos tampoco inventores los latinos, sino que
los tomaron de los griegos, como han tomado otras muchas cosas señaladas en diversas
artes” (Boscán: Obra poética completa. II. 165)
En conclusión, las preceptivas poéticas del periodo renacentista de la poesía áurea resultan,
aunque divergentes, profundamente normativas. Tanto la vertiente opuesta a la influencia
de la poesía italiana como aquella que estaba a su favor coinciden en la defensa de un
código normativo a la luz del cual pretenden valorar el arte poético. Castillejo y los
antipetrarquistas abogando a favor de lo que consideraban lo mejor de la lengua española y
de sus formas poéticas consolidadas, y Garcilaso y los petrarquistas a favor de la
incorporación de formas poéticas que, si bien encontraban su antecedente directo en
Petrarca y la poesía italiana, se remontaban a la tradición de raíces griegas.
Bibliografía
Boscán, Juan. «Carta a la duquesa de Soma». Grandes líricos del Renacimiento español.
Obras poéticas completas de Juan de Boscán, Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León,
San Juan de la Cruz y Fernando de Herrera. Inoria Pepe Sarno y José María Reyes Cano
(eds.). Madrid. Cátedra. 2010.
Castillejo, Cristóbal de. «Reprensión contra los poetas españoles que escriben en verso
italiano» y «soneto». Poesía de la Edad de Oro. I. Renacimiento. José Manuel Blecua (ed.).
Madrid. Castalia. 2003.
Navarro Durán, Rosa. “El arte de la dificultad”. La mirada al texto: comentarios de textos
literarios. Barcelona. Ariel. 1995.
Vega, Garcilaso de la. «Égloga III». Poesía de la Edad de Oro. I. Renacimiento. José
Manuel Blecua (ed.). Madrid. Castalia. 2003.