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CAPITULO III

3. 1. EL PRINCIPIO DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

Una de las principales dificultades que se debe vencer en la investigación presente,


está referido al principio de presunción de inocencia, la cual puede considerarse
que este mismo puede resultar afectado.

Al considerar la inocencia del incriminado se toma en cuenta como un


principio rector dentro del proceso penal, siendo una regla necesaria por la mis
autoridad judicial (teniendo en cuenta que el Ministerio Público debe respetar en
ambas etapas de la investigación), que es aquella autoridad encargada de la
persecución del delito, incluida además las policías que por disposición
constitucional están bajo el mando de aquel, en otras palabras, dicho principio se
refiere a que la persona imputada por supuestamente haber cometido una infracción
de carácter penal debe, desde el inicio del procedimiento penal, ser considerada
como inocente, condición que no debe perder hasta en tanto la autoridad judicial,
una vez transcurrido el proceso penal, establezca que es culpable cuando se emite
la sentencia.1

La presunción de inocencia es la garantía máxima del imputado y uno de


los pilares del proceso penal acusatorio, que permite a toda persona conservar un
estado de no autor mientras no se expida una resolución judicial firme. La afirmación
que toda persona es inocente mientras no se declare judicialmente su
responsabilidad, es una de las más importantes conquistas de los últimos tiempos
en materia procesal penal.

1 Los artículos 201, 202, 203, 204, 205 y 206 del Código Nacional de Procedimientos Penales
establecen la figura del procedimiento abreviado, el cual, para ser autorizado por el Juez de Control
quien comprobará en plena audiencia donde el Ministerio Público requiera de acuerdo a la forma del
procedimiento, así mismo, se deberá plantear la formalización de la acusación y de esa manera
poder presentar los fundamentos de prueba se deben sustentar debidamente, la cual tendrá que
contener la explicación de todos los hechos que se le imputan al acusado, sin embargo, la
codificación jurídica y el nivel de injerencia, al igual que las penalidades con el valor de la reparación
por el daño causado; a su vez comprobará que el ofendido o víctima no se oponga, sin que la misma
regla sea vinculante (siendo esta procedente cuando el Juez de control acredite que la reparación
por el daño no se encuentre debidamente garantizada) y que el imputado llegue a reconocer
finalmente que se encuentra informado de manera debida sobre su derecho a un juicio oral,
consintiendo que se aplique el procedimiento abreviado, admitiendo su responsabilidad por el delito
imputado y aceptando ser sentenciado en base a los medios de convicción que sustenta el Ministerio
Público al formalizar la acusación, se le escuchará en audiencia al Ministerio Público, a la víctima o
a su abogado, debiendo estar presentes, luego a la defensa y al concluir el debate, el Juez de control
formulará su fallo en la audiencia misma, para ello tendrá que dar lectura y explicar de forma pública
su sentencia, en un plazo de 48 horas, exponiendo de manera concisa sus fundamentos y motivos
por el cual llegó a tomar en consideración. Lo anterior involucra que a una persona previo juicio se
le tenga que declarar culpable, sin que dicha manifestación del Juez logre vulnerar el principio de
inocencia.
La presunción de inocencia significa, primero que nadie tiene que construir
su inocencia dentro de un procedimiento penal; segundo, que solo una sentencia
emitida por el juez de juicio declarará esa culpabilidad jurídicamente construida, lo
que implica la adquisición de un grado de certeza, tercero, que desde la etapa de
investigación, ya sea inicial o complementaria, nadie puede ser tratado como
culpable, mientras no exista esa declaración judicial y cuarto; que no puede haber
ficciones de culpabilidad; la sentencia absolverá o condenará, no existe otra
posibilidad.

Aunque cada parte dentro de un procedimiento puede instar la práctica de


prueba tendente a la consecución de sus objetivos, el acusado parte de una posición
de inocencia que no debe desconocerse. Es lo que se conoce como la presunción
de inocencia. El acusado goza de la garantía constitucional de su inocencia,
situación que habrá de destruirse con la aportación de los datos, de prueba, medios
de prueba y de las pruebas que sostengan todas y cada una de las acusaciones, en
otras palabras, el acusado no tiene que demostrar su inocencia, ya que de ser así,
en todos los casos sería verdaderamente difícil, casi imposible, aparte de que
constituiría un atentado contra la concepción racional del proceso, dicho principio
de inocencia nos garantiza todo lo contrario, ya que en base a éste son los
acusadores que solicitan la condena los que deben demostrar la responsabilidad
del acusado y bajo este esquema, a falta de prueba, conduce a la absolución del
acusado, pues se insiste, éste no está obligado a probar.

Ahora bien, la existencia de pruebas que destruyen la presunción de


inocencia del acusado, asimismo de incriminar, debe ser suficiente, legal y lícita,
pues puede darse el caso que la prueba de cargo, si no inculpa, puede favorecerlo,
quedando además prohibidos los indicios, a lo que habrá de agregarse que debe
ser obtenida con obediencia a los derechos fundamentales y con escrupuloso
respeto a la norma, ya que solo cumpliendo con estas condiciones sirve para
comprobar el hecho punible y la participación en el mismo del acusado.

Dicho principio se encuentra sustentado en la dignidad de toda persona


humana, y a como se encuentra estructurado es poco probable que pueda
vulnerarse durante un proceso, máxime que se encuentra ampliamente protegido
por la constitución y los tratados internacionales de Derechos Humanos, sin
embargo, se ha considerado que si puede existir una excepción muy delimitada al
mismo en la ley, a efecto que no ocurran lesiones a la dignidad humana, lo cual ha
sido ampliamente cuestionado.

La razón de ser del Derecho a la Presunción de Inocencia, es la seguridad


jurídica y la necesidad de garantizar a todo acusado que no será condenado sin que
existan pruebas suficientes que destruyan tal presunción y demuestren su
culpabilidad mediante una sentencia condenatoria en su contra.
La figura jurídica de la inocencia, popular por todos como la “presunción de
inocencia”, siendo este un elemento esencial que compone la garantía procesal.2
Es una condición del derecho de la persona frente al “ius puniendi” del Estado, la
cual ha venido siendo presentada por autores sobre el estudio de dicho “principio
de inocencia” y de sus consecuencias en los distintas esferas de la justicia penal,
siendo aquel principio el fundamento más pronto y que junto a él constituyen una de
las primordiales pautas de un modelo de enjuiciamiento criminal moderno.

Ahora bien, en relación al “principio de presunción de inocencia” implica que


no se podrá sancionar al inculpado en tanto no existan los elementos suficientes
para acreditar su participación en el hecho delictivo que se le imputa y en caso de
duda por parte del juzgador se le aplicará el principio indubio pro reo; dictándose la
sentencia respectiva dejando en libertad por no acreditarse su responsabilidad.

El in dubio pro reo3, a más de ser una valoración de la prueba, puede ser
un principio general de interpretación de la ley penal, sustantiva u adjetiva 4, con lo
cual estoy completamente de acuerdo, y dicho principio se encuentra contemplado
en el artículo 359 del Código Nacional de Procedimientos Penales mismo que
establece que valorará el Tribunal de enjuiciamiento sobre la prueba de modo libre
y con una base lógica, la cual tendrá que hacer referencia sobre la motivación que
se aplique, sobre las pruebas presentadas, aun así, aquellas pruebas que se
hubieran excluido, señalando la debida razón que se tuviera para hacerlo. Así
mismo, la motivación logrará que lo enunciado posea la razón adecuada y utilizada
para lograr dichas conclusiones plasmadas en la resolución jurisdiccional.
Únicamente se llegará a condenar al imputado si la culpabilidad de este es
convincente más allá de cualquier duda razonable. Sin embargo, al darse esa figura
de la duda razonable, el Tribunal de enjuiciamiento tendrá que absolver al individuo
que se le imputa un delito.

3.2. LOS TIPOS DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

Las distintas discusiones que respecto al principio de inocencia han surgido


a lo largo de su historia, ha ocasionado que se le hayan asignado diversas
acepciones.

2 Ver tesis aislada, Época: Novena Época, Registro: 170656 , Tomo XXVI, Diciembre de 2007,
Tesis: II.2o.P.225 P PRESUNCIÓN DE INOCENCIA. NO SE TRANSGREDE ESTE PRINCIPIO
CUANDO LA AUTORIDAD DE AMPARO CONCEDE LA PROTECCIÓN FEDERAL POR
VIOLACIÓN A LA GARANTÍA DE FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN, YA QUE POR SU
PREEMINENCIA FORMAL Y LÓGICA, DEBE SER DE ESTUDIO PREFERENTE.
3 Según este principio, se debe entender que dentro de la acción penal la duda que no se puede
superar debe resolverse a favor del imputado, lo que te antecede es que la duda posee y trae
la indecisión, escasa certeza o convicción en las actuaciones procesales, es así por la cual se
deberá tener que resolver a favor del imputado en los casos de materia penal, cuya situación
se repetirá para el presunto culpable en materia administrativa, siempre y cuando el nivel de
certeza va de la mano con lo que se requiere de forma probatoria, tanto en una como en otra
materia siendo esta fundamental.
4 Sentís Melendo, Santiago, “In Dubio Pro Reo”, Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa América,
1971, págs. 70 y sigs.
Las mismas están basadas o pretenden sustentarse en la ubicación
sistemática en que dicha figuran consideran los autores debe ser ubicada, por ello,
pasaremos a continuación a exponer las más relevantes siendo estas las
psicológica, normativa y finalmente la procesal.

3.2.1. LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA PSICOLÓGICA

Ya FERRI había propuesto una relativización de la presunción de inocencia


como consecuencia del aumento del grado de sospecha existente, de modo que la
presunción de inocencia se fuera diluyendo conforme existiera más prueba
incriminatoria, reduciéndose con respecto al atrapado in fraganti, al reincidente, o
bien a aquel con respecto al cual se hubiera ordenado enviarlo a juicio oral y público
por haber prueba suficiente5.

Ello constituye lo que SAX ha defendido como la concepción psicológica de


la presunción de inocencia6, habiendo encontrado eco en un sector importante de
la doctrina latinoamericana, especialmente la colombiana, la que ha considerado
que la exigencia de la probabilidad de la responsabilidad penal del imputado como
requisito de la prisión preventiva, es consecuencia de la presunción de inocencia7.

La misma Corte Interamericana de Derechos Humanos no ha estado exenta


de asumir una concepción psicológica de la presunción de inocencia.

Por otro lado, la concepción psicológica de la presunción de inocencia,


formulada por FERRI al final de cuentas no es muy lejana de la negativa de la
presunción de inocencia hecha por GAROFALO, el que habla de la existencia más
bien de una precondena, cuando el juez hace un análisis provisional de la
responsabilidad del imputado, por ejemplo al determinar si procede enviar el asunto
a juicio, afirmando la existencia de elementos suficientes en su contra.

Por ello, se rechaza una concepción psicológica de la presunción de


inocencia, conforme a la cual la probabilidad de la responsabilidad penal del

5 FERRI, t. II, 1908, p. 194. Cf. FERRI, 1887, pp. 308-309; FERRI, 1896, pp. 362-363. En este
sentido, GUARNIERI, 1952, p. 303; LONGHI, 1911, pp. 522-523; MORTARA/ALOISI, t. II, 1920,
pp. 7-8.
6 SAX, 1959, p. 987. Véase también: SCHROEDER, 2007, No. 367, p. 241. En el sentido de un
concepto psicológico de la presunción de inocencia debe entenderse lo indicado por KÜHNE, al
decir que al valorarse la sospecha de culpabilidad se hace un balance entre la culpabilidad y la
presunción de inocencia. Cf. KÜHNE, 1979, p. 622; KÜHNE, 1993, Par. 23, No. 183; KÜHNE,
2003, No. 337, p. 182.
7 LONDOÑO JIMÉNEZ, 1983, p. 30; LONDOÑO JIMÉNEZ, 1981, pp. 289-295; TOCORA, 1990, p.
101; VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, 1987, pp. 28-29. Un concepto psicológico de la presunción de
inocencia puede encontrarse en las “bases o principios para un código tipo de derecho procesal
penal en los países iberoamericanos”, elaboradas por el profesor español Víctor FAIRÉN
GUILLÉN. Cf. FAIRÉN GUILLÉN, 1990, p. 16; FAIRÉN GUILLÉN, 1992, p. 405. Sobre el tema,
véase en particular: LLOBET RODRÍGUEZ, 1995, pp. 83-87.
imputado sería suficiente para el dictado de la prisión preventiva, por haberse
producido una disminución o eliminación de la presunción de inocencia.

No puede concebirse, bajo ninguna circunstancia, que algún gobernado


pueda ser condenado por su mera apariencias, es decir, por su aspecto, así como
tampoco puede ser condenado por las circunstancias así lo pudieran suponer sin
ninguna justificación plena.

En ese sentido no hay por mi parte ninguna objeción ni crítica, pues estoy
plenamente convencida que ello no puede ser tolerado en ninguna de las teorías
penales contemporáneas, ni mucho menos, en los cuerpos legales de los estado de
derecho, ya que constituye un elemento puramente subjetivo.

Lo anterior se hace extensivo a las etapas del procedimiento penal, ni


tampoco pueden tomarse de referencia para la aplicación de alguna medida
cautelar.

Por ello, esta figura debe ser completamente excluida y erradicada de todos
los cuerpos normativos y viene a mi memoria el famoso dicho que reza textualmente
que las “apariencias engañan”, pues considero que es un buen ejemplo de lo que
puede llegar a considerarse por este tipo de presunción de inocencia.

Por otro lado, la concepción psicológica de la prisión preventiva lleva


también en ocasiones a que se considere que procede la misma cuando el imputado
es atrapado in flagranti, lo que precisamente era parte de las exigencias de FERRI
y GAROFALO.

La concepción psicológica de la presunción de inocencia hace que en


diversos países se considere suficiente para el dictado de la prisión preventiva la
existencia de un juicio de probabilidad de la responsabilidad penal del imputado, no
requiriendo propiamente la existencia de una causal de prisión preventiva, de modo
que sea luego que se discuta si procede la excarcelación del imputado, lo que se
ve entonces como una excepción a ese dictado de la prisión preventiva.

Además, una concepción psicológica podría llevar a interpretar que la


presunción de inocencia no rige luego del dictado de la sentencia condenatoria no
firme, es decir, cuando se encuentre en trámite el recurso de apelación y el juicio de
amparo directo en su caso.

Expuesto lo anterior considero que no es necesario ahondar en este tema.

3.2.2. LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA NORMATIVA

Es importante tener en cuenta que la distinción entre la concepción


psicológica y la normativa tiene gran relevancia, ya que, como dice Veit,
precisamente aquel contra el que existe razonablemente prueba incriminatoria es
quien necesita de la protección de la presunción de inocencia, de modo que se le
dé un trato como inocente, mientras que en general aquel contra el que no existe
mayor prueba incriminatoria no necesitara de dicha protección.

Frente a la concepción psicológica, KRAUSS ha defendido una concepción


normativa de la presunción de inocencia, la que se mantiene constante durante el
proceso hasta que exista sentencia condenatoria firme8.

Esta posición, puede ser considerada como mayoritaria y es acorde con los
instrumentos internacionales de derechos humanos y fue sostenida por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en el caso Canese, en el que afirmo que la
presunción de inocencia acompaña al acusado durante toda la tramitación del
proceso hasta que una sentencia condenatoria que determine su culpabilidad quede
firme9. Conforme a esta concepción no puede explicarse la exigencia de la
probabilidad de la responsabilidad penal del imputado desde la perspectiva de la
presunción de inocencia.

Si se tratara de hacerlo se caería en la concepción psicológica de la misma.


Más bien debe estimarse que dicho requisito es una consecuencia del principio de
proporcionalidad, apreciándose aquí con claridad la interacción entre los principios
de presunción de inocencia y de proporcionalidad.

Es también el principio de proporcionalidad el que explica, lo que critica


FRISTER; por qué a pesar de que el peligro de obstaculización pueda existir no
solamente de parte del imputado, sino también de testigos y peritos, solamente
puede ordenarse la prisión preventiva en contra del primero. Sería
desproporcionado ordenar una medida del grado de injerencia de la prisión
preventiva en contra de un testigo10.

Por otro lado, en el caso Chaparro Álvarez la Corte Interamericana partió


que el quebranto a la exigencia de la probabilidad de la responsabilidad penal del
imputado, como requisito para el dictado de la prisión preventiva, hace que la misma

8 KRAUSS, 1971, p. 158. En este sentido también: BURMANN, 1984, p. 22; GROPP, 1991, pp. 805-
806; LINSS, 1991, p. 40.
9 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Ricardo Canese vs. Paraguay, sentencia de 31

de agosto de 2004: “154. La Corte considera que el derecho a la presunción de inocencia es un


elemento esencial para la realización efectiva del derecho a la defensa y acompaña al acusado
durante toda la tramitación del proceso hasta que una sentencia condenatoria que determine su
culpabilidad quede fi rme. Este derecho implica que el acusado no debe demostrar que no ha
cometido el delito que se le atribuye, ya que el onus probandi corresponde a quien acusa.”
10 FRISTER considera que la causal de prisión preventiva por peligro de obstaculización debería ya

sea ser derogada o al menos ampliarse también para no sospechosos en caso de existencia de
concretos actos preparatorios de obstaculización. De lo contrario, estima, se quebranta la
presunción de inocencia. Cf. FRISTER, 1988, pp. 118-119. KULEMANN a principios del siglo XX
llegó a pedir que se autorizara la prisión preventiva incluso con respecto a terceros. Cf.
KULEMANN, 1904, p. 706.
sea arbitraria11, no acudiendo para ello a afirmar que se quebrantó la presunción de
inocencia.

En ese voto se señaló que la exigencia de la probabilidad de la


responsabilidad penal del imputado no es suficiente para el dictado de la prisión
preventiva, sino se requiere que exista además peligro de fuga o de
obstaculización12.

Se ha tomado el tema de la prisión preventiva, como ejemplo, debido a que


es la intuición más relacionada con la presunción de inocencia en el sistema
procesal, ya sea nacional o internacional. Aclarando que no es el sustento jurídico
de la investigación analizar la prisión preventiva.

3.2.3 LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA PROCESAL

La prueba en todo proceso judicial tiene una gran importancia, pues sirve
para formar la convicción del Juez sobre la existencia de los hechos alegados por
las partes o su negación, aunque no es imprescindible en el ámbito penal, pues aún
a falta de pruebas, el Juez debe decidir la cuestión planteada en cuyo caso deberá
absolver al imputado, incluso, en el anterior sistema penal, el Juzgador podía
produciéndolas de oficio, pues era deber del juez en el proceso penal buscar la
verdad, postura que afortunadamente fue abandonada con nuestro actual sistema
procesal penal.

Debemos tomar en cuenta que en nuestro sistema penal actual, la prueba


es la actividad que desarrollan las partes ante el tribunal, a fin de que este pueda
adquirir el convencimiento de la verdad o certeza de un hecho. Es el medio que
demuestra la responsabilidad o no de una persona en un hecho delictivo, en virtud

11 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador,
sentencia de 21 de noviembre de 2007: “101. La Corte ha establecido que para restringir el
derecho a la libertad personal a través de medidas como la prisión preventiva deben existir
indicios suficientes que permitan suponer razonablemente que la persona sometida a proceso
haya participado en el ilícito que se investiga. 102. En el mismo sentido, la Corte Europea ha
señalado que ‘la razonabilidad de las sospechas sobre las que se debe fundar una detención
constituye un elemento especial de la garantía ofrecida por el artículo 5.1 del Convenio Europeo
contra las privaciones de libertad arbitrarias’, añadiendo que ‘[la existencia] de sospechas
razonables presupone la […] de hechos o información capaces de persuadir a un observador
objetivo de que el encausado puede haber cometido una infracción’.”
12 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs.

Ecuador, sentencia de 21 de noviembre de 2007: “103. Para esta Corte, la sospecha tiene que
estar fundada en hechos específicos y articulados con palabras, esto es, no en meras conjeturas
o intuiciones abstractas. De allí se deduce que el Estado no debe detener para luego investigar,
por el contrario, sólo está autorizado a privar de la libertad a una persona cuando alcance el
conocimiento suficiente para poder llevarla a juicio. Sin embargo, aún verificado este extremo, la
privación de libertad del imputado no puede residir en fines preventivo-generales o preventivo-
especiales atribuibles a la pena, sino que sólo se puede fundamentar, como se señaló
anteriormente (supra párr. 93), en un fi n legítimo, a saber: asegurar que el acusado no impedirá
el desarrollo del procedimiento ni eludirá la acción de la justicia.”
de la cual el juzgador dicta una sentencia absolviendo o condenando a la persona
que durante el proceso penal fue considerada inocente.

Según Wilfredo Ayala, el principio de presunción de inocencia


está plasmado como derecho o garantía procesal tanto en acuerdos internacionales
como constitucionalmente.

Se cuenta entre los derechos que conforman la esfera del debido proceso
y su aplicación determina el funcionamiento justo o injusto del sistema penal.

Aparece plasmado en el Artículo 11 de la Declaración Universal de los


Derechos Humanos, según el cual toda persona acusada de delito tiene derecho a
que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la
ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías
necesarias para su defensa.

Inspirada en la Declaración Universal, a su vez la Convención Americana


sobre Derechos Humanos o Pacto de San José, establece en el artículo 8 que toda
persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras
no se establezca legalmente su culpabilidad.

En términos semejantes se asienta en Artículo 14 del Pacto Internacional


de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de las Naciones Unidas.

Esta concepción gira en torno a que la prueba es el factor básico sobre el


que gravita todo el procedimiento, ya que de ella depende el nacimiento del proceso,
su desarrollo y la realización de su último fin que es el de encontrar la verdad.13

La situación del posible responsable de una conducta o hecho punitivo, se


determina sobre la base de la prueba y su valoración para sustentar su decisión, de
lo contrario, esta determinación carece de fundamento y motivación necesaria para
su justificación particular y general. Por tanto, si la actuación del órgano encargado
de determinar la situación del acusado no se ajusta a las pruebas practicadas, sus
actos violan el enjuiciamiento penal.14

13 El artículo 2 del Código Nacional de Procedimientos Penales establece que el mismo tiene por
objeto establecer las normas que han de observarse en la investigación, el procesamiento y la
sanción de los delitos, para esclarecer los hechos, proteger al inocente, procurar que el culpable no
quede impune y que se repare el daño, y así contribuir a asegurar el acceso a la justicia en la
aplicación del derecho y resolver el conflicto que surja con motivo de la comisión del delito, en un
marco de respeto a los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los Tratados
Internacionales de los que el Estado mexicano sea parte.
14 El artículo 265 del Código Nacional de Procedimientos Penales establece que el órgano

jurisdiccional asignará libremente el valor correspondiente a cada uno de los datos y pruebas, de
manera libre y lógica, debiendo justificar adecuadamente el valor otorgado a las pruebas y explicará
y justificará su valoración con base en la apreciación conjunta, integral y armónica de todos los
elementos probatorios, mientras que el diverso 359 dispone que el tribunal de enjuiciamiento valorará
la prueba de manera libre y lógica, deberá hacer referencia en la motivación que realice, de todas
las pruebas desahogadas, incluso de aquellas que se hayan desestimado, indicando las razones
De lo anterior puedo concluir que lo cierto es que la presunción de inocencia
va ligada a la potestad probatoria que emana del ius punendi del Estado; es decir
que la carga de la prueba le corresponde al ministerio público.

Por ello, al aplicar estos temas a los casos de mala praxis médica, que es
el tema central de esta investigación, quien va a demostrar la culpabilidad del
médico es el fiscal a cargo de la investigación con base a las pruebas que esgrima
durante el proceso penal.

Ahora bien, en un sistema donde imperen las corrientes neo


constitucionalistas, tal como lo establece el artículo primero constitucional, es
imposible estar frente a reglas rígidas, por lo que, con el objetivo de darle sustento
científico a nuestra posición, considero que en materia de pruebas o derecho
probatorio, es necesario pasar del dogma de las cargas probatorias estáticas al
dogma de las cargas probatorias dinámicas.

3.3. MARCO LEGAL DE LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN MÉXICO

Expuesto lo anterior, procedemos analizar el fundamento legal del principio


de presunción de inocencia, en el entendido de que va vinculado a la carga de la
prueba que en el proceso penal tiene el Ministerio Público para demostrar la
culpabilidad del reo.

Pues bien, si bien es cierto que las partes dentro del proceso penal,
excluyendo la etapa de investigación, la cual es conducida en la totalidad por el
Ministerio Público15, las partes tendrán igualdad procesal16 para sostener la
acusación o la defensa, respectivamente.

que se tuvieron para hacerlo. La motivación permitirá la expresión del razonamiento utilizado para
alcanzar las conclusiones contenidas en la resolución jurisdiccional. Sólo se podrá condenar al
acusado si se llega a la convicción de su culpabilidad más allá de toda duda razonable. En caso de
duda razonable, el Tribunal de enjuiciamiento absolverá al imputado.
15 El artículo 211 del Código Nacional de Procedimientos Pernales establece en lo conducente que

el procedimiento penal comprende la etapa de investigación, misma que comprende las fases de
investigación inicial, que comienza con la presentación de la denuncia, querella u otro requisito
equivalente y concluye cuando el imputado queda a disposición del Juez de control para que se le
formule imputación, e investigación complementaria, que comprende desde la formulación de la
imputación y se agota una vez que se haya cerrado la investigación y que la investigación no se
interrumpe ni se suspende durante el tiempo en que se lleve a cabo la audiencia inicial hasta su
conclusión o durante la víspera de la ejecución de una orden de aprehensión. El ejercicio de la acción
inicia con la solicitud de citatorio a audiencia inicial, puesta a disposición del detenido ante la
autoridad judicial o cuando se solicita la orden de aprehensión o comparecencia, con lo cual el
Ministerio Público no perderá la dirección de la investigación.
16 El artículo 211 del Código Nacional de Procedimientos Pernales establece en lo conducente el

principio de igualdad entre las partes, el cual garantiza a las partes, en condiciones de igualdad, el
pleno e irrestricto ejercicio de los derechos previstos en la Constitución, los Tratados y las leyes que
de ellos emanen.
Entonces si la carga de la prueba corresponde a la parta acusadora 17,
entonces pareciera que tenemos un conflicto procesal ya que no existe igualdad
entre las partes del proceso, sino únicamente igualdad procesal para sostener o no
la acusación, pero en este caso, como le corresponde al Agente del Ministerio
Público el allegarse de todos los datos probatorios (durante la etapa de
investigación) y medios de prueba (durante la etapa intermedia) y convertirlos en
prueba (durante la etapa de juicio) a efecto de demostrar la culpabilidad del acusado
en el hecho delictivo, es así como se dará por aceptado para los efectos de esta
investigación, sin necesidad de abundar en el tema por no constituir el eje central
de esta investigación.

Lo que sería motivo también de crítica es el hecho de que hasta qué punto
pudiera ser razonable que un acusador, o la propia defensa, proponga un medio de
prueba del que a priori se presuma que se pueden desprender unos resultados
desfavorables para su pretensión, lo que representan temas de análisis a
profundidad por separado, ya que se insiste, en el proceso penal a falta de pruebas,
o si éstas no demuestran la culpabilidad del procesado deberá estarse por su
absolución, y si bien es cierto que el que tiene la carga de la prueba en el proceso
penal es el acusador, ya que aquel al que se le imputa la comisión del delito goza
de la presunción de inocencia, aunque puede presentar pruebas en su descargo y
a diferencia del acusador, quien debe presentar tanto las pruebas en contra como
a favor del imputado, el imputado tiene derecho a no incriminarse, lo que justifica
que esta exento de aportar las pruebas que lo incriminan.

Ahora bien, conforme a la Declaración Universal de los Derechos Humanos


en su artículo 11.1 se establece que toda persona acusada de delito tiene derecho
a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a
la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías
necesarias para su defensa.

17 Discusión que ha desgastado a los juristas desde tiempos inmemoriales ha sido aquella sobre
quién tiene la obligación de probar en un proceso judicial. Problema que no ha sido pacíficamente
zanjado. Para unos tratadistas, en especial los italianos, la carga de la prueba incumbía al
demandado. Una corriente ecléctica ha estimado que a ninguna parte inicialmente se le atribuye tal
obligación, sino que el debate probatorio se inclinaría a darle la razón a aquella de las partes que
mejor prueba aportara. En Roma dicha carga recaía en ambas partes. Otros consideran que no es
la disposición legal sino el juez quien determina a quién corresponde la obligación de la prueba, ello
sin perjuicio de que otros, por el contrario, señalen que dicha carga corresponde a quien afirma y,
por lo tanto, al demandante, y, desde luego, no faltó tampoco quién señalara que la prueba
correspondería al más débil, es decir, al justiciable, al acusado, al demandado. Por ejemplo, para
Bentham (2002), con un gran criterio de racionalidad, la carga se impone a aquélla de las partes
que pueda satisfacerla con menores inconvenientes, con menor pérdida de tiempo o con menor
incomodidad, algo que se puede complementar con otro postulado como el de que aquélla (la
prueba) no constituye un deber jurídico, sino una necesidad de hecho en la que se encuentra la
parte que acude a la autoridad judicial y que parece ser la tendencia adoptada en el Código de
Napoleón, bajo el principio que señala que incumbe probar las obligaciones o su extinción al que
alega.
En similar sentido se pronuncia el Convenio Europeo de Derechos
Humanos al establecer en su artículo 6.2 que toda persona acusada de una
infracción se presume inocente hasta que su culpabilidad haya sido legalmente
declarada.

En igual sentido se pronuncia el Pacto Internacional de Derechos Civiles y


Políticos en su artículo 14.2, al igual que la vigente Constitución Española proclama
en su artículo 24.2 que todos tienen derecho a la presunción de inocencia y que las
partes acusadoras, con la práctica de sus medios de prueba propuestos,
perseguirán la convicción del Tribunal en orden a la condena del acusado, mientras
que la defensa buscará la declaración de su inocencia.

Por su parte, el artículo 20, apartado B, fracción I de la Constitución Política


de los Estados Unidos Mexicanos establece que uno de los derechos de toda
persona imputada es que se presuma su inocencia mientras no se declare su
responsabilidad mediante sentencia emitida por el juez de la causa;

Finalmente, el artículo 13 del Código Nacional de Procedimientos penales


establece el denominado Principio de presunción de inocencia, el cual textualmente
establece que Toda persona se presume inocente y será tratada como tal en todas
las etapas del procedimiento, mientras no se declare su responsabilidad mediante
sentencia emitida por el Órgano jurisdiccional, en los términos señalados en este
Código.

Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha establecido que


la presunción de inocencia es un derecho que puede calificarse de "poliédrico", en
el sentido de que tiene múltiples manifestaciones o vertientes relacionadas con
garantías encaminadas a regular distintos aspectos del proceso penal. Una de esas
vertientes se manifiesta como "estándar de prueba" o "regla de juicio", en la medida
en que este derecho establece una norma que ordena a los jueces la absolución de
los inculpados cuando durante el proceso no se hayan aportado pruebas de cargo
suficientes para acreditar la existencia del delito y la responsabilidad de la persona;
mandato que es aplicable al momento de la valoración de la prueba. Dicho de forma
más precisa, la presunción de inocencia como estándar de prueba o regla de juicio
comporta dos normas: la que establece las condiciones que tiene que satisfacer la
prueba de cargo para considerar que es suficiente para condenar; y una regla de
carga de la prueba, entendida como la norma que establece a cuál de las partes
perjudica el hecho de que no se satisfaga el estándar de prueba, conforme a la cual
se ordena absolver al imputado cuando no se satisfaga dicho estándar para
condenar.18

18Época: Décima Época, Registro: 2006091, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Jurisprudencia,
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 5, Abril de 2014, Tomo I, Materia(s):
Constitucional, Tesis: 1a./J. 26/2014 (10a.), Página: 476, PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO
ESTÁNDAR DE PRUEBA.
También dicho órgano colegiado considera que la presunción de inocencia
tiene múltiples manifestaciones o vertientes relacionadas con garantías
encaminadas a regular distintos aspectos del proceso penal. Una de esas vertientes
se manifiesta como "regla probatoria", en la medida en que este derecho establece
las características que deben reunir los medios de prueba y quién debe aportarlos
para poder considerar que existe prueba de cargo válida y destruir así el estatus de
inocente que tiene todo procesado.19

Insiste la Primera Sala en que la presunción de inocencia tiene múltiples


manifestaciones o vertientes relacionadas con garantías encaminadas a regular
distintos aspectos del proceso penal. Una de sus vertientes se manifiesta como
"regla de trato procesal" o "regla de tratamiento" del imputado, en la medida en que
este derecho establece la forma en la que debe tratarse a una persona que está
sometida a proceso penal. En este sentido, la presunción de inocencia comporta el
derecho de toda persona a ser tratado como inocente en tanto no se declare su
culpabilidad por virtud de una sentencia condenatoria. Dicha manifestación de la
presunción de inocencia ordena a los jueces impedir en la mayor medida posible la
aplicación de medidas que impliquen una equiparación de hecho entre imputado y
culpable, es decir, conlleva la prohibición de cualquier tipo de resolución judicial que
suponga la anticipación de la pena.20

De lo expuesto podemos concluir que el principio de presunción de


inocencia es, por regla general, principalmente aplicable en el procedimiento penal
y constituye uno de los principales derechos del imputado de acuerdo a nuestra Ley
Suprema, dentro del cual la persona sujeta a proceso penal será inocente hasta en
tanto no se le compruebe su responsabilidad en el hecho delictivo y sea declarado
culpable mediante la sentencia definitiva, recordaremos que la carga de la prueba
será para él agente del Ministerio Público, en consecuencia, el representante social
deberá velar por no violentar los derechos que el ordenamiento supremo del país le
otorga al presunto responsable del hecho delictivo y cuyo alcance trasciende la
órbita del debido proceso, pues con su aplicación se garantiza la protección de otros
derechos fundamentales como son la dignidad humana, la libertad, la honra y el
buen nombre, que podrían resultar vulnerados por actuaciones penales o
disciplinarias irregulares21.

19 Época: Décima Época, Registro: 2006093, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Jurisprudencia,
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 5, Abril de 2014, Tomo I, Materia(s):
Constitucional, Tesis: 1a./J. 25/2014 (10a.), Página: 478, PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO
REGLA PROBATORIA.
20 Época: Décima Época, Registro: 2006092, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Jurisprudencia,

Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 5, Abril de 2014, Tomo I, Materia(s):
Constitucional, Tesis: 1a./J. 24/2014 (10a.), Página: 497. PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO
REGLA DE TRATO PROCESAL.
21 El principio de presunción de inocencia (también denominado simplemente principio de inocencia)

constituye una base de la sana convivencia social, fundamentada en la razón colectiva de


cualquier pueblo. Es tal vez por eso que ha tenido invariable presencia en las naciones que han
alcanzado un cierto desarrollo cultural y social. Es cierto que no en todas las épocas ni en todos
los pueblos ha tenido una vigencia positiva, sin embargo el olvido o manifiesta supresión de dicho
Es acertado concluir que este principio fue concebido como un derecho
exclusivo del proceso penal, pues la sola lectura del citado precepto constitucional
permite advertir que el objeto de su contenido es establecer la presunción de
inocencia como un derecho constitucional de los imputados dentro del proceso
penal correspondiente; es decir, el proceso penal se refiere a un conjunto de actos
procesales orientados a la aplicación de la norma sustantiva (norma penal), donde
se describen las conductas humanas que han de considerarse prohibidas por la ley
(delitos) y sancionadas por los medios ahí precisados, ya que establece que Toda
persona se presume inocente y será tratada como tal en todas las etapas del
procedimiento, mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia
emitida por el Órgano jurisdiccional, en los términos señalados en dicho Código.

Así, el procedimiento penal se estructura a partir de diferentes etapas


procesales vinculadas entre sí en forma concatenada, de manera que una lleva a la
siguiente en la medida en que en cada una de ellas obren elementos que, en un
principio, evidencien la existencia de una conducta tipificada como delito, así como
la probable responsabilidad del imputado y, posteriormente, se acredite, en su caso,
dicha responsabilidad punible a través de las sanciones previstas en el Código
Penal correspondiente.

Por otro lado, la presunción de inocencia22 implica que no se podrá


sancionar al inculpado en tanto no existan los elementos suficientes para acreditar
su participación en el hecho delictivo que se le imputa y en caso de duda por parte
del juzgador se aplicará el principio indubio pro reo; dictándose la sentencia
respectiva dejando en libertad por no acreditarse su responsabilidad y lejos de ser
un mero principio teórico de Derecho, representa una garantía procesal
insoslayable, que le otorga seguridad jurídica a la persona y le permite ser
considerada inocente durante todo el proceso.

3.4. LOS DERECHOS DE LAS VÍCTIMAS EN EL PROCEDIMIENTO


PENAL

Frente al principio de presunción de inocencia que funciona solamente a


favor del imputado en el procedimiento penal, tenemos que su contrapeso pudieran
ser los derechos de las víctima u ofendido en el referido procedimiento

principio no ha sido, evidentemente, una expresión de la razón, y su carencia siempre ha tenido


consecuencias nefastas para el ser humano.
22 La presunción de inocencia fue plasmada jurídicamente por primera vez en el a. 9o. de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, del 26 de agosto de 1789, la cual
dos años más tarde, sería incorporada como preámbulo de la Constitución francesa del 3 de
septiembre de 1791 -, en los siguientes términos: “Todo hombre se presume inocente hasta que
sea declarado culpable”.
No debemos pasar inadvertido que tanto la Constitución, como el Código
Nacional de Procedimientos Penales, protegen de una manera amplia el derecho a
la presunción de inocencia de todo procesado a través de una serie de principios y
mecanismos; sin embargo, siguiendo al profesor Boeck Pulecio, Daniel, los
principios deben ponderarse al momento de hacer una aplicación de las teorías
probatorias dinámicas, teorías que van de acuerdo a las nuevas exigencias del
Estado Constitucional de derecho; siempre y cuando no trasgredan derechos
constitucionales23, la exigencia del respaldo argumentativo de las deliberaciones
judiciales es un logro del garantismo propio de un Estado constitucional y
democrático de derecho, logro que en algunos países recientemente se ha
manifestado de manera incipiente, en cambio en México, la Constitución Federal de
1917, plenamente vigente, lo contempla como garantía fundamental de legalidad
desde inicios del siglo XX.

Dicho garantismo opera también a favor de la víctima, de tal manera que él


representante de la víctima se nombra como: asesor legal, este coadyuvara al fiscal
o corregirá cualquier anomalía que considere pertinente y se complementa con los
principios de proximidad y facilidad probatoria24

Por su parte el artículo 20 apartado C de nuestra Constitución Federal,


señala los derechos de la víctima u ofendido en el proceso penal, lo que a
continuación se señalan:

Recibir asesoría jurídica; ser informado de los derechos que en su favor


establece la Constitución y, cuando lo solicite, ser informado del desarrollo del
procedimiento penal;

23 Boeck Pulecio, Daniel. Teoría de la carga dinámica de la prueba en materia penal. Bogotá.
Colección Monografías Universidad Javeriana, Editorial Ibáñez, 2010, pág. 69.
24 Con lo que se busca con estos principios es algo más "nuevo y más justo" tratamiento a la
tradicional carga de la prueba, introduciendo la posibilidad que el juez distribuya la carga
conforme a la disponibilidad y facilidad probatoria que posea cada una de las partes en el litigio.
Así, frente a la rigidez e inflexibilidad que se dice caracterizaría a la regla general, se propone
abrir paso a la modificación judicial de la carga de la prueba "a fin de poder corregir eventuales
desigualdades entre las partes", en lo que se conoce como la institución de la carga dinámica de
la prueba, la que ha tenido amplia aceptación y aplicación en el Derecho comparado como un
instrumento que otorga al juez, con los debidos resguardos legales, la posibilidad excepcional de
distribuir la carga de la prueba conforme a la disponibilidad y facilidad probatoria de las partes,
asegurando de este modo la vigencia de los principios de justicia, cooperación y buena fe
procesal". En Latinoamérica uno de los procesalistas que más ha escrito sobre este tema, al
punto que no pocos lo entienden el creador de la fórmula de las cargas dinámicas de la prueba,
es el argentino Jorge W. Peyrano, que ha visto en los criterios de disponibilidad y facilidad que
recogen algunas nuevas regulaciones procesales (por ej., LEC la española y ahora, agregamos
nosotros, el PNCPC chileno) una mera denominación de recambio de lo que en el país trasandino
se conoce como la doctrina de las cargas probatorias dinámicas o visión solidarista de la prueba,
concebida a su juicio como un mecanismo de mejor reparto de los esfuerzos probatorios y como
una flexibilización de las interpretaciones rígidas del mecanismo de distribución del onus
probandi y que determina que frente a circunstancias excepcionales, por aplicación de las reglas
de la sana crítica, la carga probatoria venga a recaer en la parte con mayor disponibilidad o
facilidad probatoria.
Coadyuvar con el Ministerio Público; a que se le reciban todos los datos o
elementos de prueba con los que cuente, tanto en la investigación como en el
proceso, a que se desahoguen las diligencias correspondientes, y a intervenir en el
juicio e interponer los recursos en los términos que prevea la ley. Cuando el
Ministerio Público considere que no es necesario el desahogo de la diligencia,
deberá fundar y motivar su negativa;

Recibir, desde la comisión del delito, atención médica y psicológica de


urgencia;

Que se le repare el daño. En los casos en que sea procedente, el Ministerio


Público estará obligado a solicitar la reparación del daño, sin menoscabo de que la
víctima u ofendido lo pueda solicitar directamente, y el juzgador no podrá absolver
al sentenciado de dicha reparación si ha emitido una sentencia condenatoria.

La ley fijará procedimientos ágiles para ejecutar las sentencias en materia


de reparación del daño;

Al resguardo de su identidad y otros datos personales en los siguientes


casos: cuando sean menores de edad; cuando se trate de delitos de violación,
secuestro o delincuencia organizada; y cuando a juicio del juzgador sea necesario
para su protección, salvaguardando en todo caso los derechos de la defensa.

El Ministerio Público deberá garantizar la protección de víctimas, ofendidos,


testigos y en general todas los sujetos que intervengan en el proceso. Los jueces
deberán vigilar el buen cumplimiento de esta obligación;

Solicitar las medidas cautelares y providencias necesarias para la


protección y restitución de sus derechos, y

Impugnar ante autoridad judicial las omisiones del Ministerio Público en la


investigación de los delitos, así como las resoluciones de reserva, no ejercicio,
desistimiento de la acción penal o suspensión del procedimiento cuando no esté
satisfecha la reparación del daño”.

En el proceso penal la víctima tiene derecho a la reparación del daño de


acuerdo a lo establecido por los artículos 30, 30 Bis, 31 y 31 Bis del Código Penal
Federal25.

25 Artículo 30 (Código Penal Federal). La reparación del daño comprende:


I.- La restitución de la cosa obtenida por el delito y si no fuere posible, el pago del precio de la misma;
II.- La indemnización del daño material y moral causado, incluyendo el pago de los tratamientos
curativos que, como consecuencia del delito, sean necesarios para la recuperación de la salud de
la víctima. En los casos de delitos contra el libre desarrollo de la personalidad, la libertad y el normal
desarrollo psicosexual y en su salud mental, así como de violencia familiar, además se comprenderá
el pago de los tratamientos psicoterapéuticos que sean necesarios para la víctima, y
III.- El resarcimiento de los perjuicios ocasionados.
Aplicando lo anterior al tema de esta tesis tenemos que el propósito de esta
investigación es considerar el cómo no lesionar el derecho al principio de presunción
de inocencia de los médicos que incurran en mala praxis, ya que es el primer
obstáculo que hay que solventar, sino más bien resguardar ese derecho tan
fundamental, pero a su vez, salvaguardar el derecho de la víctima u ofendido, a
quien se le imposibilita probar lo contrario y por consecuencia se encuentra en una
situación desprotegida.

Así, en atención a los referidos principios de proximidad y facilidad


probatoria debe exigirse a profesionales médicos y/o a las instituciones sanitarias
probar que su conducta fue diligente y atenta en cada una de las etapas que
involucra el procedimiento médico, siendo el expediente clínico una prueba vital y
relevante en el procedimiento penal para poder acreditar o no la responsabilidad de
los prestadores del servicio de salud ya que es una especie de expediente del
médico en la forma de obrar y que fue lo que se vino presentando al paciente.

La prueba pericial ofrecida será para demostrar la negligencia en que pudo


incurrir el médico tratante del sujeto pasivo, se constituye en un elemento probatorio
indispensable para tener o no por acreditados los hechos negligentes que se
atribuyen al sujeto activo (persona física o institución pública o privada tratantes)
demandado, por lo que en su desahogo se debe cuidar por las partes y, en su caso,
por el Juez, que el dictamen relativo reúna todos aquellos elementos mínimos
indispensables que diluciden al juzgador para que éste al realizar la valoración
respectiva realice una conclusión meramente objetiva y justa.

La necesidad de llevar a cabo la prueba pericial y por consiguiente el


dictamen, será a cargo de un profesional en medicina especializado en el órgano
humano, enfermedad o padecimiento que involucró el hecho que lesiono, pues la
lógica arroja que es la persona con mayores conocimientos, aptitudes y pericia para
dar una opinión y así auxiliar al juez en dicho análisis.

Artículo 30 Bis (Código Penal Federal). Tienen derecho a la reparación del daño en el siguiente
orden: 1o. El ofendido; 2o. En caso de fallecimiento del ofendido, el cónyuge supérstite o el
concubinario o concubina, y los hijos menores de edad; a falta de éstos los demás descendientes,
y ascendientes que dependieran económicamente de él al momento del fallecimiento.
Artículo 31 (Código Penal Federal). La reparación será fijada por los jueces, según el daño que sea
preciso reparar, de acuerdo con las pruebas obtenidas en el proceso.
Para los casos de reparación del daño causado con motivo de delitos por imprudencia, el
Ejecutivo de la Unión reglamentará, sin perjuicio de la resolución que se dicte por la autoridad
judicial, la forma en que, administrativamente, deba garantizarse mediante seguro especial dicha
reparación.
Artículo 31 Bis (Código Penal Federal). En todo proceso penal el Ministerio Público estará
obligado a solicitar, en su caso, la condena en lo relativo a la reparación del daño y el juez a
resolver lo conducente.
El incumplimiento de esta disposición será sancionado con multa de treinta a cincuenta días de
salario mínimo.
El análisis del perito para emitir su dictamen deberá estar razonado y
apoyado en caso de que exista, en el expediente clínico del sujeto pasivo, o en los
exámenes clínicos y médicos de la persona en caso de ser necesario y cuando ello
sea factible, con la finalidad de que pueda valorar sus antecedentes tales como
edad, sexo, constitución anatómica, predisposición, etiología, otras enfermedades
padecidas y sus probables secuelas y relación con la que se dictamina, etcétera, ya
que sólo de esa forma se puede realizar un estudio profundo, acucioso, lógico,
casuístico, razonable y objetivo.

El principio de proximidad y facilidad es vital en la obtención del expediente


clínico debido a la dificultad que representa para la víctima justificar la culpa del
médico u hospital derivada de las lesiones o daños ocasionados. 26

Luego entonces, como se mencionó anteriormente si bien es cierto el


inculpado se encuentra con todo su derecho a no mostrar las pruebas que le
perjudiquen, y una vez analizado este capítulo, un primer paso para justificar su no
violación es el hecho de que le corresponde, en su caso, al personal de salud quien
tenga que acreditar que la actuación de su médico no fue la causa del daño
producido, esto es, que sea el hospital, clínica o el centro de salud prestador del
servicio médico quien tenga que probar que el daño no se ocasionó por el
procedimiento practicado por su médico27.

26 Ver Tesis Aislada, Época: Décima Época, Registro: 2000890, Libro VIII, Mayo de 2012, Tomo 2
Tesis: I.7o.C.6 C (10a.). RESPONSABILIDAD CIVIL SUBJETIVA MÉDICO-SANITARIA. SE
ACTUALIZA POR DAÑOS ORIGINADOS A UN PACIENTE POR EL SUMINISTRO
NEGLIGENTE DE MEDICAMENTOS.
La responsabilidad civil subjetiva implica culpa o negligencia en la realización del daño, es decir,
que el autor del hecho dañoso lo cometió con culpa (intencionalmente o por imprudencia). Así,
para responsabilizar al personal médico-sanitario por los daños ocasionados a un paciente por
el suministro negligente de medicamentos, se debe probar el elemento subjetivo de la conducta,
esto es, que la administración de éstos se realizó con infracción a las técnicas médicas o
científicas previstas en la lexartis ad hoc. Sin embargo, conforme a los principios de proximidad
y facilidad probatoria, debe exigirse a los profesionales médicos y/o a las instituciones sanitarias
la carga de probar que su conducta fue diligente, debido a la dificultad que representa para la
víctima justificar la culpa del médico u hospital y porque existe la presunción de que los daños
ocasionados por el suministro de medicamentos fueron originados por un actuar negligente.
27 Ver tesis aislada, Época: Novena Época, Registro: 186270, Tomo XVI, Agosto de 2002 , Tesis: P.

XXXVII/2002 ENRIQUECIMIENTO ILÍCITO. LA PRUEBA CIRCUNSTANCIAL DE ILICITUD DEL


INCREMENTOPATRIMONIAL QUE RECONOCE EL ARTÍCULO 224 DEL CÓDIGO PENAL
FEDERAL NO ES ATENTATORIA DEL PRINCIPIO DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA.
El artículo 224 del Código Penal Federal al expresar que "Existe enriquecimiento ilícito cuando
el servidor público no pudiere acreditar el legítimo aumento de su patrimonio", reconoce la
existencia de una presunción de ilicitud del enriquecimiento, sustentada en hechos que deben
demostrarse plenamente, consistentes en que un servidor público incrementó sustancialmente
su patrimonio, de manera desproporcionada a sus ingresos. Esta forma indirecta de probar uno
de los elementos del delito no es atentatoria del principio de presunción de inocencia que le asiste
al inculpado, por más que lo vincule a demostrar la legítima procedencia de sus bienes para
poder desvirtuar la prueba presuntiva que pesa en su contra, ya que es propio del proceso penal
que al Ministerio Público le corresponde allegar pruebas incriminatorias y al procesado las de su
defensa, entre ellas, las que tiendan a destruir o a desvanecer las aportadas por su contraparte.
No es impedimento a lo mencionado anteriormente ya que el procedimiento
para las personas jurídicas de igual forma serán sujetas las instituciones públicas
hospitalarias, son responsables penalmente también.

En efecto los artículos 421 a 425 del Código Nacional de Procedimientos


Penales establecen en lo medular que las personas jurídicas serán penalmente
responsables, de los delitos cometidos a su nombre, por su cuenta, en su beneficio
o a través de los medios que ellas proporcionen, cuando se haya determinado que
además existió inobservancia del debido control en su organización lo anterior a
excepción de la responsabilidad penal en que puedan incurrir sus representantes o
administradores de hecho o de derecho, y que el Ministerio Público podrá ejercer la
acción penal en su contra con excepción de las instituciones estatales,
independientemente de la acción penal que pudiera ejercer contra las personas
físicas involucradas en el delito cometido, a su vez establecen que no se extinguirá
la responsabilidad penal cuando se transformen, fusionen, absorban o escindan ni
mediante su disolución aparente, cuando continúe su actividad económica y se
mantenga la identidad sustancial de sus clientes, proveedores, empleados, o de la
parte más relevante de todos ellos, destacando el hecho de que las causas de
exclusión del delito o de extinción de la acción penal, que pudieran concurrir en
alguna de las personas físicas involucradas, no afectará el procedimiento contra las
personas jurídicas, salvo en los casos en que la persona física y la persona jurídica
hayan cometido o participado en los mismos hechos y estos recaigan en una
excluyente de justificación penal.

Sin embargo, el código citado es muy claro en establecer que las personas
jurídicas serán penalmente responsables únicamente por la comisión de los delitos
previstos en el catálogo dispuesto en la legislación penal de la federación y de las
entidades federativas y en este caso, el artículo 11 Bis del Código Penal Federal,
que establece que para los efectos de lo previsto en el Título X, Capítulo II del
Código Nacional de Procedimientos Penales (procedimiento para las personas
jurídicas), a las personas jurídicas podrán imponérseles algunas o varias de las
consecuencias jurídicas cuando hayan intervenido en la comisión de los delitos que
enuncia, sin que se encuentren entre ellos los mencionados en la parte final del
párrafo siguiente.

Entendemos que la responsabilidad penal de un médico por mala praxis


siempre lo va a acompañar la presunción de inocencia, siendo que el interés de esta
investigación es afirmar que puede probarse dicha responsabilidad o invertirse la
carga de la prueba sin afectar o contravenir el derecho a la presunción de inocencia,
es decir, que si bien es cierto que la carga de la prueba recae sobre el paciente, lo
cierto es que puede evitarse de manera normativa que la responsabilidad de un
médico puede acreditarse aún y cuando el medico tiene todo los mecanismos
necesarios para evadir tal responsabilidad de los delitos, como en diferentes casos
concretos, que pueda llegar a cometer dependiendo de las circunstancias del caso
en concreto, mencionado algunos de los tipos penales en los que pueden incurrir
los médicos por actuar negligentemente siendo el de responsabilidad profesional
contemplados en los artículos 229 y 230 Código Penal Federal; el de lesiones atento
a lo dispuesto por los artículos 288 a 301 del mismo ordenamiento y el delito de
homicidio estipulado en los respectivos artículos 302 a 309.

En conclusión el principio de presunción de inocencia tiene ciertos alcances tanto


para la victima u ofendido como para el presunto responsable, dado que hay ciertas
circunstancias que se deben señalar meticulosamente como fue expuesto
toralmente la tesis analizada, la cual hay diferentes puntos de vista, situaciones y
aun problemas que se deben de discutir y analizar para tener una balanza
equivalente y una impartición de justicia imparcial. Además señalando a las
instituciones tanto privadas como públicas de una forma participe vital, en cuanto a
él sí o no de la responsabilidad penal.

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