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Propuesta para Apóstrofe.

Lo chicha: El carácter nacional y dictamen del destino país.

Romina Ortiz Torres

RESUMEN

El presente ensayo tiene como objetivo desenredar algunas de las incógnitas respecto a

la cultura chicha y abordar su propuesta no únicamente como una manifestación de las

vivencias de hibridación entre lo andino y occidental, sino también como una propuesta

cultural con múltiples manifestaciones que coincide con el discurso del liberalismo y ha

sabido dominar a gran parte de los diversos sectores nacionales. En tal sentido, podría

ser tomada como el nuevo carácter nacional y de este modo ser capaz de determinar el

destino del país.

Introducción

Afirmar que la cultura chicha se ha convertido en objeto de estudio y elemento

descriptor del carácter del Perú como nación; puede sonar algo descabellado, puesto que

algunas de las enunciaciones más comunes respecto al mundo chicha han sido por

demás despectivas y denuncian un claro rechazo.

La concepción que se ha tenido del significante “Chicha” ha sido aquello reconocido

como ordinario, vulgar, huachafo, informal, transgresor y algunos otros adjetivos

peyorativos. En este sentido el ligar lo chicha con la identidad nacional podría ser leído

como un acto de ataque y desvalorización de la patria, sin embargo hay que tomar en
cuenta que el término “chicha” ha adquirido nuevos significados con el transcurso de

los años y las transformaciones socioeconómicas de nuestra comunidad.

Es así que aquello que fue tomado despectivamente ha ido, en la última década,

adquiriendo valía desde diferentes percepciones. Como prueba de ello tenemos que en

los últimos años algunas de las manifestaciones chichas se han convertido en ícono de

orgullo y estética de exportación en el ámbito artístico. Podemos ver a individuos de los

sectores más exclusivos bailando al ritmo chicha o exposiciones de cuadros con colores

estridentes en galerías internacionales de gran reconocimiento. El hecho de que lo

chicha haya avanzado y ganado territorio como parte de la manifestación de la identidad

nacional es un suceso algo singular que requeriría de estudio para con ello intentar

encontrar una lógica que responda este fenómeno.

Lo mencionado con anterioridad constituiría una paradoja, ¿cómo es que aquello

ordinario y rechazado puede llegar a ser aceptado en distintos sectores sociales?, ¿será

que lo chicha tiene la capacidad de amalgamarse a la demanda? Y en este sentido,

¿hasta qué punto ha llegado a posicionarse como política nacional? Tal vez el tan

común doble discurso de nuestra sociedad y aquella visión cínica de nuestra realidad

tenga algo que ver con éste fenómeno.

Breve reseña del nacimiento de la cultura Chicha

La cultura chicha nace como un movimiento de expresión musical en la década del 50.

Esta nueva melodía conjugaba patrones de la cumbia y el huaino logrando convocar a

sectores marginales de la capital peruana, mayormente migrantes.


Durante las décadas posteriores a los primeros esbozos del nuevo fenómeno musical,

éste se fortaleció y extendió, consiguiendo gran aceptación entre la masa. Logra

traspasar el sector musical instaurándose en otros ámbitos de la vida cultural peruana.

Así, llega a la actualidad, posicionándose tal vez, como uno de los fenómenos con

mayor repercusión en la construcción de identidad nacional.

Tal expansión, no programada, ha llamado la atención del sector académico que busca

una explicación al hecho. Y respuestas, hay muchas, pero no puede negarse que todo lo

vivido en el ámbito socio-económico nacional e internacional durante la segunda mitad

del siglo XX es un factor determinante en la construcción de la cultura chicha.

La posmodernización económica del mercado trazó un punto de partida para la

expansión del fenómeno. Desde la década del 70, el sistema capitalista inicia una

transformación hasta llegar a lo que hoy en día se conoce como el postcapitalismo

(posmodernismo) que puede definirse como:

Un orden mundial que tiene como características principales el

suspender la historia, anular la geografía y mezclar los territorios de la

política, la cultura y la economía.(…) es terriblemente tanático: ha

matado dioses, hombres, naturaleza e historia. Su universo está habitado

por capitales y multitudes errantes (…).tiene como eje de sus

mecanismos de poder el número de dólares y personas. (…) En

oposición al capitalismo industrial, el nuevo orden no se contenta con

apropiarse de la producción física, sino también de la simbólica. (…)ha

ido transformando paulatinamente todos los espacios de interacción de


los individuos en territorios al servicios de la producción. (…) Al no

tener ninguna ontología, aprovecha todo lo que generan las multitudes

populares. (Bailón & Nicoli 2009. Pp. 15-16)

En este sentido, no es del todo descabellado afirmar que la cultura chicha como

manifestación del orden popular, deba su expansión a mecanismos posmodernos de

mercado que se apropiaron de esta por su capacidad de convocación de masas.1

Sin embargo, en lo histórico-social, el origen de la cultura chicha tiene una narrativa

algo más peculiar. Como ya se mencionó la semilla de la música chicha se remonta a

los años 50 y una primera migración de las provincias a la capital. Pero, es en los años

60 que empieza su real proceso de desarrollo coincidiendo con una época de gran

producción en la industria musical nacional. Es en esta década que nacen grupos como

Los destellos, Pedro Miguel y sus maracaibos, Los girasoles, etc.

La gran mayoría de sus integrantes eran jóvenes limeños que provenían de sectores

socioeconómicos bajos y que tenían como influencias musicales el rock, la salsa y la

cumbia colombiana. Para ese entonces los nuevos ritmos que se tocaban y bailaban no

eran denominados chichas, éstos eran conocidos y promocionados como ritmos

tropicales; ni las letras, ni las melodías, tenían influencia alguna del mundo andino. Sin

embargo, los movimientos migrantes entre los años 60 y 70 cambian esta realidad y

transforman la industria musical. Es obvio que esta gran movilización de gentes

causaría estragos, “(…) Los provincianos comenzaron a ser parte de una ciudad que

cada vez era menos criolla debido al vendaval andino. Los Destellos y Los Diablos

1
Para mayor información sobre los mecanismo poscapitalistas: HARDT, M.; NEGRI, A. 2002. Imperio.
Ediciones Paidos, Buenos Aires.
Rojos empezarían a incluir, tanto en las letras como en la música de sus canciones,

elementos propios del folclore de la sierra del Perú. Aunque el trabajo en esta línea era

por encargo (…)” (Bailón & Nicoli 2009. p. 76). Pronto la posta de la música popular

dejaría de estar en manos de jóvenes limeños de sectores marginales y sería entregada a

los nuevos músicos migrantes que añadirían al ritmo existente uno de los ingredientes

indispensables para el surgimiento de la chicha como tal: el huaino. Es así que en el

transcurso de los años surgen leyendas como Chacalón y la nueva Crema y Los

Shapis.

Pero, el proceso de la hibridación musical no se limita a lo sucedido en la capital.

Algunas de las provincias importantes del país también tuvieron sus encuentros entre

los ritmos nativos con los occidentales. Un claro ejemplo de ello es la tecnocumbia

amazónica que es considerada como parte de la cultura chicha.

Si bien con lo antes expuesto se hace referencia al surgimiento de lo Chicha en el país,

no queda claro a lo que nos referimos cuando de cultura chicha hablamos. Y es que

describir la propuesta de esta es hoy en día algo tan complejo como el pretender

determinar las fuerzas de influjo en la identidad de toda una nación. La cultura chicha

es un constructo multidimensional y ambivalente que requiere de un estudio a

profundidad que pocos han hecho. Una propuesta bastante útil es la que nos entrega

Velázquez, M. a discutir en el siguiente punto.


El “sujeto criollo” se convierte en uno chicha

Para poder comprender el fenómeno de la expansión de la cultura chicha en nuestro

país es necesaria una aproximación interdisciplinaria que permita una visión adecuada y

en lo posible libre de prejuicios.

Es importante tener en cuenta los espacios de desarrollo de esta cultura, que si bien

partió en lo musical y luego se apoderó de los medios de comunicación (prensa

sensacionalista, programas de espectáculo, etc.) hoy en día ha traspasado a lo artístico y

se ha instaurado en las mentalidades, dictaminando gran parte de lo simbólico nacional

constituyéndose como el mandato del carácter patrio. Si bien esta sentencia puede sonar

arriesgada, se intentará probar a lo largo del desarrollo del presente ensayo lo

propuesto.

Partamos por el siguiente cuestionamiento: ¿Cómo es que lo chicha puede ser el

carácter de nuestro país?

En dos de sus escritos Velázquez (2007 y 2010), al respecto del mundo chicha, parte

por determinar que éste está constituido por significantes tradicionales, modernos y

globales que emplean códigos y formatos hibridados de la cultura de masas y la cultura

popular urbana. Esto ha formado un conjunto de valores y actitudes que desde el

imaginario colectivo y la práctica social, cumplen una función muy importante dentro

de la comunidad: la cohesión social. Tal cohesión, dota de sentido al mundo y lo hace

comprensible.

Estos valores y actitudes que habitan en el imaginario y se manifiestan a través de las

prácticas sociales se han convertido en un discurso casi generalizado que el autor citado
lee como una nueva categoría de pensamiento y nuevas formas de ser y estar en los

diversos entornos de la actualidad, que son andinizados y globalizados a la par.

Algo interesante y útil para la comprensión de la cultura chicha es lo propuesto por el

autor en cuanto a la determinación de conductas, valores, ideología y códigos estéticos

que configuran el mundo chicha. Esto nos ayudará a determinar qué correspondería y

qué no a la categoría chicha en tanto esta todavía se nos presenta como un significante.

El siguiente cuadro es un esquema de la lectura de Velázquez (2007) sobre la cultura

chicha:

Podríamos proponer que toda manifestación que coincida con estas características tiene

la posibilidad de insertarse dentro de la categoría chicha. Y en este camino, mucho de

nuestra actualidad es indudablemente chicha.

Entonces, ver lo chicha como aquello que es únicamente característico de los migrantes

y sus descendientes es, en nuestro aquí y ahora, una visión muy limitada porque esta

singular cultura se ha instaurado como política de la peruanidad. Bastará con analizar

algunas manifestaciones nacionales de los últimos tiempos. Un ejemplo útil sería la


campaña promocional de Machu Picchu que interpreta M. Velázquez (2010. p.3) como

un discurso que plantea el lugar como un no lugar transformado en un ícono o

mercancía de consumo, un simulacro donde las imágenes usadas para el consumo

masivo impiden el contacto real con lo trascendental que este lugar podría brindar para

una identidad. Otro ejemplo es la Marca Perú y el vídeo promocional de ésta. Ambos

elementos son objetos melodramáticos carentes de contenido y en los cuales lo más

importante es el espectáculo, son una clara propuesta del capitalismo popular y lo

kitsch. Pero, sin ánimo de mayor crítica quisiera abordar desde una forma algo más

analítica el fenómeno cultural de la expansión de lo chicha. Tal vez encontrar aquel

quiebre que fomentó su popularización y hasta reivindicación dentro del imaginario

popular.

La propuesta de Ubilluz (2006) en su libro “Nuevos súbditos”, ha abierto a muchos los

ojos respecto a nuestra peruanidad. Particularmente en el capítulo primero El sujeto

criollo y el fujimontesinismo se aborda de una manera interesante algunos de los hechos

sociopolíticos más inverosímiles de la década pasada en nuestro País. Desde este

análisis podríamos encontrar alguna explicación a la masificación de lo chicha en el

país.

El problema abordado por Ubilluz (2006. pp.37-62) en este capítulo se podría

categorizar como una inequívoca manifestación de la política kitsch. El

fujimontesinismo, es presentado como un régimen, oportunista, transgresor, perverso y

populista en el sentido que estuvo en función del goce de un pueblo canalla. Estas

características propuestas por el autor han fomentado la aceptación de una

transformación en la percepción y conciencia de la mayoría de los peruanos que ven al

sujeto criollo como un individuo que “la sabe hacer” y por ello digno de imitar. Este
sujeto no se da cuenta que se ha convertido en una especie de canalla masoquista que

en su afán de éxito social pierde conciencia de lo real, se engaña por el sistema

transgresor que él mismo permite, y necesita un amo perverso que “haga justicia e

imponga la ley”, pero que en “realidad es una fachada que ocultaba el deseo perverso

de violar la ley…El cinismo del sujeto criollo estaba entonces enlazado al deseo de

afirmar, aunque de manera invertida, la fantasía perversa de la pendejada”. (Ubilluz

2006. p.54)

Posiblemente, esta nueva percepción respecto del sujeto criollo nombrado así por

Portocarrero y que por su naturaleza, bien podríamos renombrar como sujeto chicha,

debe su surgimiento a la popularidad del régimen fujimontesinista. No podemos negar

que la corrupción vivida durante estos más de 10 años haya tenido repercusión en la

construcción de identidad de muchos de los peruanos que empezaron a tomar lo

transgresor como algo necesario para el éxito social y con ello empezó a asignar nuevos

significados a muchas de las manifestaciones humanas de su entorno, la música, los

modos de la interacción personal, la práctica de nuevos valores y con esto el

posicionamiento de ideologías como el machismo, racismo y capitalismo popular.

Es justamente en este tiempo que la percepción que se tenía de lo chicha en el país

empieza su transformación, va de lo peyorativo/segregado a lo peculiar/aceptado hasta

lo estético/asimilado. La cultura chicha que en un primer momento era algo particular

de la masa ha seguido una trayectoria en ascenso que hoy en día es significado de lo

nacional.
Tal vez sea porque lo popular es un espacio donde existe una mayor permisión y la

transgresión es una posibilidad. Pero, creo que la expansión de lo chicha no obedece

únicamente al deseo de ser pendejo, sino que tiene además mucho que ver con la

intervención de la globalización en nuestra nación.

Destino: Del discurso al consumo del producto

La noción perceptiva de la situación económica en el Perú ha sufrido cambios

significativos, de la crisis de García, pasamos a la recesión y privatizaciones de

Fujimori y luego a los Tratados de Libre Comercio de Toledo que fueron sucedidos por

la promoción del libre mercado y exportaciones del segundo periodo de García. Es

incuestionable e innegable que con estos antecedentes la globalización con todo su

mundo mercantil se ha vuelto parte del deseo nacional. Ello ha creado un nuevo ideal

en el ciudadano promedio que es el poder gozar de las fantasías que el capitalismo

posmoderno promueve.

Estas fantasías han reforzado en el peruano los valores y conductas que son

característico de lo chicha. Es decir, los nuevos valores que trajo el poscapitalismo

coinciden con lo propuesto por Velázquez: el éxito social, el trabajo y el hedonismo.

Pero, hay coincidencias también en las conductas, ideología y los códigos estéticos: la

transgresión, el individualismo, los mecanismos de segregación, el capitalismo popular,

lo kitsch y la imaginación melodramática.

La cultura chicha que vivimos, está ya lejos de sus primeras manifestaciones de

influencia andina, esta ha adoptado las lógicas de la mercancía y busca reafirmar los
valores hegemónicos adoptados por la mayoría de los peruanos en su proceso

globalizador.

La voluntad del desarrollo de la conciencia de consumo del mercado, ha visto lo masivo

de lo chicha y tal vez se valió de ello para masificar su propuesta, basta con darnos

cuenta la coincidencia con el discurso de la globalización.

Así como en el periodo fujimontecinista era el ciudadano canalla el que permitía el

gobierno perverso, es el individuo el que admite y goza con la manipulación de su

cultura. Huerta A. se refiere a esto apuntando que: “… es el consumidor quien

constantemente establece una negociación con quienes poseen los medios de

producción… las manifestaciones populares son aprovechadas políticamente según el

caso, en el marco de un mutuo aprovechamiento entre los intérpretes populares y los

agentes de poder.” En ese sentido, lo chicha está lejos de ser, como muchos creen una

manifestación cultural democratizadora: “La cultura chicha es la manifestación del

cambio cultural que ha sufrido el país desde la segunda mitad del siglo XX en el Perú,

en Lima en particular, haciendo que la cultura sea más democrática y popular.” (Quispe

2004. p.7). Lo chicha ha pasado de ser una manifestación local de la cultura de masa a

ser un producto de consumo y hasta de exportación. En ese plano es parte fundamental

del discurso de la globalización y del consumo en nuestro País.

Reflexión final

En los últimos años hemos sido partícipes y testigos de un cambio cultural en el Perú

que se ha materializado a través de la propagación y consecuente aceptación en todos

los estratos de la cultura chicha. Se ha inaugurado un nuevo modelo de coexistencia


entre los sectores más divergentes de nuestra nación. Pero, no hemos sido conscientes

de las fuerzas que han fomentado este cambio, se ha pensado que por su capacidad de

inserción en todos los estratos, la chicha era un elemento democratizador y hemos

ignorado que lo chicha como manifestación cultura, ha sufrido un cambio en sus

cimientos. Ya no es la hibridación entre lo occidental y lo andino; es hoy en día un

producto del liberalismo que nos limita en la visión de la realidad nacional.

Las acciones, valores, ideologías y códigos estéticos que maneja, promueven en el

ciudadano una postura cínica ante su contexto, aparta nuestra visión de la problemática

nacional como elemento a resolver y llena nuestras expectativas con simulacros para el

goce individual. Ello ha causado en gran parte de la población, una falta de

compromiso y de formación de opinión pública.

En ese ámbito se ha formado el proyecto país, donde la cultura chicha sublima el

espectáculo y fomenta la transgresión.

BIBLIOGRAFÍA

BAILÓN, J.; NICOLI, A. 2009. Chicha Power: El marketing se reinventa. Lima, Perú:
Fondo editorial Universidad de Lima.

HARDT, M.; NEGRI, A. 2002. Imperio. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Paidos.

HUERTA, Alex. Ciudad abierta: lo popular en la ciudad peruana.

QUISPE, L. 2004. La cultura chicha en el Perú. Revista Electrónica Construyendo


Nuestra Interculturalidad. No. 1. Vol. 1: 1-7.

UBILLUZ, J.C. 2006. Nuevos Súbditos. Lima, Perú: IEP Ediciones.

VELÁZQUEZ, M. 2007. Prensa chicha y sensacionalismo: Una introducción. Industrias


Culturales. Máquina de deseos en el mundo contemporáneo. Red para el Desarrollo de
las Ciencias Sociales en el Perú.
VELÁZQUEZ, M. 2010. Culturas e identidad en el Perú: El mundo chicha, el
espectáculo y el simulacro. Anales del II Congreso de Cultura Ideroamericana. Sao
Paolo: Ministerio de cultura de Brasil.

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