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Titulo tentativo.
La cristología: La voluntad humana y el sufrimiento de Cristo. (San Ignacio de
Antioquia.)
Descripción:
Ignacio confiesa la fe recibida de los apóstoles. Su enseñanza es
extremadamente clara sobre la divinidad y la humanidad de Cristo, que defiende
contra los que reducen su realismo. Pone en guardia contra los que "judaizan" y
retornan a las observancias que considera como caducas.1
Enunciado:
¿Cómo hay que comprender la unión entre la divinidad del Verbo y la humanidad
de Jesús. El Verbo de Dios es eterno, pero Jesús nació, sufrió y murió?
Delimitación de la investigación.
1
G. Hamman, Adalbert (2009) Para leer LOS PADRES DE LA IGLESIA. Editorial DESCLÉE DE
BROUWE Bilbao.
En Antioquía se ponía más bien el acento en los dos aspectos del ser de Cristo;
se partía de las dos naturalezas para llegar a la unidad; se intentaba asegurar la
plena humanidad de Jesús.
La base de la afirmación de una perfecta voluntad humana en Jesús, es el
llamado principio soteriológico, según el cual sólo es salvado lo que es asumido
por el Verbo; si Cristo no hubiese poseído una voluntad humana, no hubiera
podido redimir la nuestra.
Justificación.
Objetivos.
Objetivos Específicos:
Factibilidad.
La investigación es viable, pues se dispone de los recursos necesarios para
llevarla a cabo. Siendo estos materiales electrónicos, disponibles en internet y la
biblioteca de la universidad.
3. www.ecclesia.com.br/...da.../el_estudio_de_los_padres_de_la_iglesia.htm.
7. www.jesuitas.cl/files/documentos/szanartu/.../IgnacioCristologia.pdf
Biografía de Ignacio de Antioquia.
Hacia 35 - Roma, 107 Obispo de Antioquía, mártir cristiano y uno de los Padres
Apostólicos de la Iglesia. Se llamó a sí mismo Theophoros (en griego, portador de
Dios) y se cree que fue discípulo de San Juan Evangelista. Segundo Su
episcopado se inició después del año 100. Se le ordenó trasladarse de Siria a
Roma para sufrir el haber sido condenado a las fieras en el reinado de Trajano
(98-117).
Durante ese traslado escribe 7 epístolas Dicta siete Cartas, que han llegado hasta
nosotros (destinadas a Éfeso, a Magnesia, a Trales, a Filadelfia, a Esmirna, a
Policarpo.2 En la dirigida a los miembros de la Iglesia de Roma les pide que no
den paso alguno para defraudar su más ardiente deseo: morir por Cristo. Todo lo
que se sabe de él es a través de sus propias cartas.
Estas cartas constituyen una importante fuente de información para conocer las
creencias y organización de la Iglesia cristiana primitiva. Ignacio las escribió como
advertencias contra las doctrinas heréticas, lo que permite a sus lectores contar
con resúmenes detallados de la doctrina cristiana.
Su formador:
2
G. Hamman, Adalbert (2009) Para leer LOS PADRES DE LA IGLESIA. Editorial DESCLÉE DE
BROUWE Bilbao.
Su muerte:
Hecho prisionero hacia el 110, es conducido bajo escolta militar a Roma, donde no
será decapitado sino arrojado como pasto a las fieras.
Contexto Ideológico.
También proporcionan un claro retrato de la organización de la Iglesia como
comunidad de fieles reunida en torno a la dirección de un obispo, asistido por un
concilio de presbíteros y diáconos. Fue el primer escritor cristiano que insistió en la
concepción virginal de María y que utilizó el término Iglesia católica para referirse
a la colectividad de fieles.
Las cartas:
Contexto Histórico.
Antioquía de Siria, conocida también como Antioquía del Orontes, Antioquía «la
Grande» o Antioquía «la Bella», era en aquella época una de las principales
ciudades del Imperio romano y la tercera urbe más poblada, después de Roma
y Alejandría Su población se calcula en doscientos mil o incluso medio millón de
habitantes. No tenía buena reputación pues gran parte de su economía estaba
orientada al ocio y el disfrute. Su carácter libre y cosmopolita atraía a muchas
gentes que emigraban de diversos lugares trayendo las costumbres y creencias de
su lugar de origen. Se sabe por Flavio Josefo que había en la ciudad una
sinagoga judía numerosa y antigua que gozaba de privilegios especiales.
Contexto Teológico:
EL Cristo Que murió y resucito por nosotros, nuestro vivir. Una primera pregunta
sobre cuál es el Cristo de Ignacio, creemos que la respuesta sería: el que murió y
resucitó por nosotros, nuestro vivir. Este se desprende de la cristología de su
martirio, de la insistencia general en la pasión resurrección y de la actualización de
esta pasión resurrección en la vida cristiana. Tocaremos sucesivamente estos tres
aspectos.
a) En la apasionada defensa de su martirio, que es la Carta a los romanos, Ignacio
exclama: “a Aquél busco, al que por nosotros murió a Aquél quiero, al que por
nosotros (texto más probable) resucitó”. Por eso quiere ser imitador de la pasión
de su Dios, quien, llegado a ser, según texto más probable) hombre perfecto, lo
fortalece para que padezca juntamente con El. En el martirio busca la máxima
compenetración con el misterio de Cristo. Así llega a expresar su deseo de
martirio en términos eucarísticos: “quiero el pan de Dios, que es carne de la
confesión sobre Cristo Pero la afirmación de Ignacio sobre Cristo se inscribe en un
contexto de lucha contra una herejía doceta, y de confesiones de fe de la Iglesia
primitiva.
Esto nos permite avanzar un paso más en la comprensión del Cristo de Ignacio.
Contra los herejes Ignacio insiste mucho en la carne de Cristo, quien realmente
padeció y resucitó por nosotros.
Ignacio es testigo de la unidad de Cristo, al igual que de la realidad de la carne y
del espíritu, del hombre y de Dios en Cristo. La afirmación de la carne y el espíritu
según la voluntad y poder de Dios” Respecto a la unidad de Cristo, el testimonio
de Ignacio es tajante. No solamente por su concepción unitaria global, sino
también por las explícitas afirmaciones de un solo Cristo
La carne de Cristo después de la resurrección es explícitamente atestiguada
(Ignacio sabe y cree): comió y bebió con ellos, lo tocaron, ellos unidos a Él
despreciaron la muerte. Más aún, en Esm 7,1 dice a propósito de la Eucaristía que
la carne de Cristo que padeció por nuestros pecados, ésa el Padre la resucitó.
Expresado de otra forma, Cristo no es resucitado con otro cuerpo. En fin, es tal la
insistencia en la carne de Cristo que, salvo algunas excepciones, llega a purificar
el término de su sentido. Veces Ignacio afirma la unión entre el Padre y el Hijo en
un contexto actual, de Iglesia: “...como la Iglesia con Jesucristo, como Jesucristo
con el Padre, para que todo sea sinfónico en unidad”