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Perfil de Investigación.

Asesor: Licenciado Salvador López.


Estudiante: Karina Yesmín Chúe Castaneda.
Facultad de Ciencias Sociales
Licenciatura en Teología.
Línea de investigación: Pensamiento Patrístico de la Teología

Titulo tentativo.
La cristología: La voluntad humana y el sufrimiento de Cristo. (San Ignacio de
Antioquia.)

Descripción del problema a investigar y enunciado.

Descripción:
Ignacio confiesa la fe recibida de los apóstoles. Su enseñanza es
extremadamente clara sobre la divinidad y la humanidad de Cristo, que defiende
contra los que reducen su realismo. Pone en guardia contra los que "judaizan" y
retornan a las observancias que considera como caducas.1

La idea dominante de su doctrina es la unidad: la unidad de Dios uno y trino, la


unidad de Cristo Dios y hombre, la unidad del cristiano con Cristo fundamento de
la vida espiritual, la unidad de los cristianos entre ellos en la Iglesia, expresada de
forma visible por el Obispo, rodeado de presbíteros, que forman un senado, de
los diáconos, que expresan, por la asistencia social, "la diaconía (servicio) de
Jesucristo".

Enunciado:
¿Cómo hay que comprender la unión entre la divinidad del Verbo y la humanidad
de Jesús. El Verbo de Dios es eterno, pero Jesús nació, sufrió y murió?

Delimitación de la investigación.

La limitación será de acuerdo al pensamiento de Ignacio de Antioquia sobre la


idea de una la naturaleza humana y especialmente el sufrimiento de Cristo.

1
G. Hamman, Adalbert (2009) Para leer LOS PADRES DE LA IGLESIA. Editorial DESCLÉE DE
BROUWE Bilbao.
En Antioquía se ponía más bien el acento en los dos aspectos del ser de Cristo;
se partía de las dos naturalezas para llegar a la unidad; se intentaba asegurar la
plena humanidad de Jesús.
La base de la afirmación de una perfecta voluntad humana en Jesús, es el
llamado principio soteriológico, según el cual sólo es salvado lo que es asumido
por el Verbo; si Cristo no hubiese poseído una voluntad humana, no hubiera
podido redimir la nuestra.

GEOGRÁFICA: Biblioteca de la Universidad de El Salvador.

TEMPORAL: De febrero a mayo del 2016.

Justificación.

La presente investigación sobre la persona de Cristo y su divinidad dará un aporte


sobre la importancia, de su ejemplo más allá de lo carnal y espiritual sino más
bien, el aporte que este gesto tuvo y tiene hasta nuestros días. En suma,
la cristología de Ignacio se apoya en San Pablo, aunque influenciada y
enriquecida por la teología de San Juan.

San Ignacio de Antioquía insistió fuertemente en el carácter realísimo de la


humanidad de Jesús, quien verdaderamente nació, comió, bebió, padeció,
murió y resucitó. Al mismo tiempo reconoció San Ignacio la divinidad de
Jesucristo, que ve expresada de modo supremo y definitivo en la resurrección.
Como San Ignacio, el obispo Melitón de Sardes centra su teología en la unidad
de Cristo, Dios y hombre.

Emprender un estudio cristológico no ha sido tarea fácil nunca y menos hoy


cuando se escribe tanto, para tratar de comprender mejor el mensaje revelado y
las definiciones doctrinales que a lo largo de la historia de la Iglesia se han
explicitado. Se han hecho énfasis en la realidad divino-humana de Jesucristo, que
han llevado a algunos, lamentablemente, por senderos que desfiguran,
parcializan o ideologizan la persona de Jesucristo

El misterio de la encarnación del Señor por nosotros negándole a la Virgen el


nombre de Theotokos, e introduciendo los otros la mezcla y la confusión
Imaginándose locamente que la carne y la divinidad no son más que una sola
naturaleza y suponiendo monstruosamente que, debido a esta mezcla, la
naturaleza divina del HIJO Único es capaz de sufrir, por todo ello, queriendo
cerrar la puerta a todas las maquinaciones contra la verdad, el santo y grande
concilio ecuménico.
Los evangelios presentan a Jesús como un hombre libre, capaz de lúcidas
decisiones en las más variadas situaciones, particularmente con la misión
salvífica de que está investido. Extremo que cuestionado por los defensores del
monotelismo, esta doctrina fue condenada como herejía en el Concilio
Constantinopolitano III.

Objetivos.

Objetivo General: Desarrollar la posturas con respecto a la humanidad y


divinidad de Jesucristo.

Objetivos Específicos:

Mostrar el pensamiento y el contexto en que se desarrollo la persona de


Jesucristo.

Descubrir lo que implicaba la divinidad de Jesucristo hecho hombre.

Factibilidad.
La investigación es viable, pues se dispone de los recursos necesarios para
llevarla a cabo. Siendo estos materiales electrónicos, disponibles en internet y la
biblioteca de la universidad.

1. G. Hamman, Adalbert (2009) Para leer LOS PADRES DE LA IGLESIA. Editorial


DESCLÉE DE BROUWE Bilbao.

2. Comby, Jean (1993) Para leer LA HISTORIA DE LA IGLESIA 1. De los


orígenes al siglo XV. Editorial: Verbo Divino,Pamplona, Estella.

3. www.ecclesia.com.br/...da.../el_estudio_de_los_padres_de_la_iglesia.htm.

4. Tillich, Paul (1976) Pensamiento Cristiano y Cultura en Occidente: de los


orígenes a la Reforma. Editorial: La Aurora, Argentina.

5. Culdaut, Francine (1996)El nacimiento del Cristianismo y el gnosticismo.


Propuestas. Ediciones Akal, Madrid - España

6. Cartas de Ignacio de Antioquia.

7. www.jesuitas.cl/files/documentos/szanartu/.../IgnacioCristologia.pdf
Biografía de Ignacio de Antioquia.

Fecha y lugar de nacimiento.

Hacia 35 - Roma, 107 Obispo de Antioquía, mártir cristiano y uno de los Padres
Apostólicos de la Iglesia. Se llamó a sí mismo Theophoros (en griego, portador de
Dios) y se cree que fue discípulo de San Juan Evangelista. Segundo Su
episcopado se inició después del año 100. Se le ordenó trasladarse de Siria a
Roma para sufrir el haber sido condenado a las fieras en el reinado de Trajano
(98-117).

Durante ese traslado escribe 7 epístolas Dicta siete Cartas, que han llegado hasta
nosotros (destinadas a Éfeso, a Magnesia, a Trales, a Filadelfia, a Esmirna, a
Policarpo.2 En la dirigida a los miembros de la Iglesia de Roma les pide que no
den paso alguno para defraudar su más ardiente deseo: morir por Cristo. Todo lo
que se sabe de él es a través de sus propias cartas.

En su viaje desde Antioquía hacia Roma, donde tendría lugar su ejecución,


escribió siete epístolas. Cinco de ellas estaban dirigidas a las comunidades
cristianas de Éfeso, Magnesia, Tralles, Filadelfia y Esmirna, ciudades de Asia
Menor que habían enviado representantes para darle la bienvenida a su paso por
ellas. Las otras dos tenían por destinatarios a Policarpo, obispo de Esmirna, y a la
comunidad cristiana de su destino, Roma.

Estas cartas constituyen una importante fuente de información para conocer las
creencias y organización de la Iglesia cristiana primitiva. Ignacio las escribió como
advertencias contra las doctrinas heréticas, lo que permite a sus lectores contar
con resúmenes detallados de la doctrina cristiana.

Su formador:

Ignacio, de origen bastante humilde, sucede a Eusebio como obispo de Antioquía,


la gran metrópoli de Siria, al principio del siglo II, cuando la Iglesia tiene cincuenta
años. Procedente del paganismo, formado por los filósofos, conoce los
procedimientos de la diatriba estoica y los refinamientos de la retórica asiática.

2
G. Hamman, Adalbert (2009) Para leer LOS PADRES DE LA IGLESIA. Editorial DESCLÉE DE
BROUWE Bilbao.
Su muerte:

Hecho prisionero hacia el 110, es conducido bajo escolta militar a Roma, donde no
será decapitado sino arrojado como pasto a las fieras.

Importancia del pensamiento:

Esta cuestión nos plantea la comprensión de las pasiones, los sentimientos y la


afectividad de Jesús. Al igual que la de todo hombre, su vida psíquica presenta
estos aspectos, en los que se expresa la sensibilidad. Todo eso hay que admitirlo
en Jesús, pero teniendo presente que su personalidad psicológica no
experimentaba las limitaciones que el pecado introduce en la nuestra.

Contexto Ideológico.
También proporcionan un claro retrato de la organización de la Iglesia como
comunidad de fieles reunida en torno a la dirección de un obispo, asistido por un
concilio de presbíteros y diáconos. Fue el primer escritor cristiano que insistió en la
concepción virginal de María y que utilizó el término Iglesia católica para referirse
a la colectividad de fieles.

Las cartas:

El descubrimiento y la identificación de las cartas de Ignacio se produjeron a lo


largo de los siglos XVI y XVII, tras un arduo y polémico proceso. La temática
«procatólica» de las cartas soliviantó los ánimos de teólogos protestantes
como Juan Calvino, que las impugnaron enérgicamente.

Las cartas de Ignacio fueron el fruto de esos encuentros y testimonian sus


preocupaciones y su agradecimiento. Si en un primer momento Ignacio fue
recordado por su persona y por su historia, hoy se le recuerda principalmente por
sus cartas. Sin ellas, apenas quedaría de él más que una leyenda.
Una fuente de información proviene de reseñas consignadas en las obras de
diversos autores eclesiásticos, en su mayor parte Padres de la Iglesia. Estos
Padres, que conocían las cartas de Ignacio, transcribieron en sus propias obras
fragmentos de ellas, añadiendo en ocasiones noticias independientes, recibidas
seguramente a través de alguna tradición.
«Vida de Ignacio» que tiene su parte especulativa pero que es todo cuanto hay.
Tan importante como eso es, sin embargo, que dicha vida está inmersa en un
contexto histórico que la sostiene y da profundidad. Junto a Ignacio, hay lugares,
sucesos y gentes que estaban presentes en la mente de aquellos que vivieron
esos momentos y que proyectan la vida de Ignacio en el complejo horizonte del
cristianismo primitivo. Ese horizonte es hoy del máximo interés ya que los escritos
de los Padres Apostólicos son el primer lugar donde se puede escudriñar la
influencia y el grado de formación de los evangelios.

Contexto Histórico.
Antioquía de Siria, conocida también como Antioquía del Orontes, Antioquía «la
Grande» o Antioquía «la Bella», era en aquella época una de las principales
ciudades del Imperio romano y la tercera urbe más poblada, después de Roma
y Alejandría Su población se calcula en doscientos mil o incluso medio millón de
habitantes. No tenía buena reputación pues gran parte de su economía estaba
orientada al ocio y el disfrute. Su carácter libre y cosmopolita atraía a muchas
gentes que emigraban de diversos lugares trayendo las costumbres y creencias de
su lugar de origen. Se sabe por Flavio Josefo que había en la ciudad una
sinagoga judía numerosa y antigua que gozaba de privilegios especiales.

La carta a los tralianos


Fue escrita desde Esmirna en compañía de representantes de Éfeso y de esta
ciudad. Los problemas de la Iglesia de Trales eran ligeramente distintos. Aunque
no faltan en la carta exhortaciones a la unidad, no parece que hubiese, como
ocurría en Éfeso o Magnesia, un desafío concreto a la autoridad. Que dice Ignacio,
es una doctrina, fruto del sincretismo griego, conocida como docetismo.
El docetismo, del griego dókesis, que significa «apariencia», era una creencia que,
ante la imposibilidad de conciliar que Jesucristo pudiera ser Dios y sufrir la
abominable muerte en la cruz, afirmaba que tal sufrimiento y tal muerte habían
sido sólo «aparentes». Para refutar esta doctrina, Ignacio refuerza la humanidad e
historicidad de Jesús diciendo que nació «verdaderamente», que sufrió
«verdaderamente», que fue crucificado «verdaderamente» y que resucitó
«verdaderamente».
La argumentación de Ignacio se une con su propia situación como condenado a
muerte ya que, si la muerte de Jesucristo había sido sólo «aparente», carecía de
sentido morir «verdaderamente» por él. Para Ignacio, la muerte y resurrección de
Cristo es lo que daba sentido a la suya. Por eso dice que, de ser cierta la doctrina
doceta, «moría inútilmente»

Carta a los romanos.

Ἰγνάτιος, ὁ καὶ Θεοφόρος, τῇ ἠλεημένῃ «Ignacio, el también (llamado) «portador


ἐν μεγαλειότητι πατρὸς ὑψίστου καὶ de Dios» (o Teóforo), a la perdonada en
Ἰησοῦ Χριστοῦ τοῦ μόνου υἱοῦ αὐτοῦ la magnanimidad del Altísimo Padre y
ἐκκλησίᾳ ἠγαπημένῃ καὶ πεφωτισμένῃ de Jesucristo, su único Hijo, a la iglesia
ἐν θελήματι τοῦ θελήσαντος τὰ πάντα, amada e iluminada en la voluntad de
ἃ ἔστιν, κατὰ ἀγάπην Ἰησοῦ Χριστοῦ, quien ha querido todo lo que es según
τοῦ θεοῦ ἡμῶν, ἥτις καὶ προκάθηται ἐν el amor de Jesucristo, el Dios nuestro; a
τόπῳ χωρίου ῾Ρωμαίων, ἀξιόθεος, la que preside en la región de los
ἀξιεπίτευκτος, ἀξιοπρεπής, romanos, digna de Dios, digna de
ἀξιομακάριστος, ἀξιέπαινος, ἀξίαγνος honor, digna de bienaventuranza, digna
καὶ προκαθημένη τῆς ἀγάπης, de alabanza, digna de ser favorecida,
χριστώνομος, πατρώνυμος, ἣν καὶ digna de inocencia, que preside en el
ἀσπάζομαι ἐν ὀνόματι Ἰησοῦ Χριστοῦ, amor, la que posee la ley de Cristo (y) el
υἱοῦ πατρός· κατὰ σάρκα καὶ πνεῦμα nombre del Padre, a ella la beso (en
ἡνωμένοις πάσῃ ἐντολῇ αὐτοῦ, saludo) en el nombre de Jesucristo, hijo
πεπληρωμένοις χάριτος θεοῦ del Padre: unidos según la carne y el
ἀδιακρίτως καὶ ἀποδιϋλισμένοις ἀπὸ espíritu en todo mandato de Él, llenos
παντὸς ἀλλοτρίου χρώματος πλεῖστα ἐν de la gracia de Dios, indivisa y separada
Ἰησοῦ Χριστῷ, τῷ θεῷ ἡμῶν, ἀμώμως de cualquier color diverso, les deseo en
χαίρειν. Jesucristo, el Dios nuestro, abundante
gozo»..

Carta a los esmirniotas.


La «Carta a los esmirniotas penúltima de Ignacio, revela que, en esta comunidad,
también circulaban doctrinas próximas al docetismo. Al igual que en la «Carta a
los tralianos», Ignacio demuestra que la realidad del sufrimiento, muerte y
resurrección de Cristo no eran para él asuntos teóricos sino algo vivo e inmediato
por causa de su propia biografía:
«Pues si todo es apariencia..., ¿para qué me entrego a la muerte?»

Contexto Teológico:
EL Cristo Que murió y resucito por nosotros, nuestro vivir. Una primera pregunta
sobre cuál es el Cristo de Ignacio, creemos que la respuesta sería: el que murió y
resucitó por nosotros, nuestro vivir. Este se desprende de la cristología de su
martirio, de la insistencia general en la pasión resurrección y de la actualización de
esta pasión resurrección en la vida cristiana. Tocaremos sucesivamente estos tres
aspectos.
a) En la apasionada defensa de su martirio, que es la Carta a los romanos, Ignacio
exclama: “a Aquél busco, al que por nosotros murió a Aquél quiero, al que por
nosotros (texto más probable) resucitó”. Por eso quiere ser imitador de la pasión
de su Dios, quien, llegado a ser, según texto más probable) hombre perfecto, lo
fortalece para que padezca juntamente con El. En el martirio busca la máxima
compenetración con el misterio de Cristo. Así llega a expresar su deseo de
martirio en términos eucarísticos: “quiero el pan de Dios, que es carne de la
confesión sobre Cristo Pero la afirmación de Ignacio sobre Cristo se inscribe en un
contexto de lucha contra una herejía doceta, y de confesiones de fe de la Iglesia
primitiva.
Esto nos permite avanzar un paso más en la comprensión del Cristo de Ignacio.
Contra los herejes Ignacio insiste mucho en la carne de Cristo, quien realmente
padeció y resucitó por nosotros.
Ignacio es testigo de la unidad de Cristo, al igual que de la realidad de la carne y
del espíritu, del hombre y de Dios en Cristo. La afirmación de la carne y el espíritu
según la voluntad y poder de Dios” Respecto a la unidad de Cristo, el testimonio
de Ignacio es tajante. No solamente por su concepción unitaria global, sino
también por las explícitas afirmaciones de un solo Cristo
La carne de Cristo después de la resurrección es explícitamente atestiguada
(Ignacio sabe y cree): comió y bebió con ellos, lo tocaron, ellos unidos a Él
despreciaron la muerte. Más aún, en Esm 7,1 dice a propósito de la Eucaristía que
la carne de Cristo que padeció por nuestros pecados, ésa el Padre la resucitó.
Expresado de otra forma, Cristo no es resucitado con otro cuerpo. En fin, es tal la
insistencia en la carne de Cristo que, salvo algunas excepciones, llega a purificar
el término de su sentido. Veces Ignacio afirma la unión entre el Padre y el Hijo en
un contexto actual, de Iglesia: “...como la Iglesia con Jesucristo, como Jesucristo
con el Padre, para que todo sea sinfónico en unidad”

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