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Es por este tipo de fenómenos, de una mantención de las instituciones, aún luego
de la deposición de un régimen (por lo demás, longevo) que previamente hemos
tocado las ideas de la continuación de tiempo histórico más allá incluso de la
periodificación histórica. Acotándolo más al contexto que llama a la escritura de este
informe, es decir, el chile del siglo XIX y la salud como eje central de análisis,
podemos tomar lo que nos dice Caffarena al respecto, quien nos cuenta como, a
través de la historiografía chilena, los procesos de conformación del estado nación,
y sus políticas públicas, usualmente dejan de lado los esfuerzos llevados a cabo por
la corona española en cuanto a la sanitización del territorio extra marítimo, y se
malentienden como dos procesos separados, cuando realmente la recién
conformada república se encarga de retomar los esfuerzos de la corona, en aras de
lograr la prevención y el control de las enfermedades y en general un mejoramiento
de la sanidad de la población.1
Para profundizar más aún respecto a esta temática, podemos comenzar un pequeño
y breve anales de la implementación de la vacuna contra la viruela, que llega
primero al territorio de la Capitanía general de Chile, en el año de 1805, pero cuya
1
Caffarena Barcenilla, P. (2016). Salud pública, vacuna y prevención: La difusión de la vacuna antivariólica en
Chile, 1805-1830. Historia (Santiago), 49(2), pp.347-370
implementación se arrastraría por el tiempo hasta llegar a ser implementada y
mejorada durante el periodo Portaliano de la República de Chile, continuando así a
través de distintos periodos de la historia.
La vacuna en Chile
Los sectores a los que la vacuna llega son, para la época, increíblemente
transversales, llegando desde los niños de los hospicios y las figuras de la caridad
eclesiástica, hasta las clases más adineradas, teniendo incluso la posibilidad de
exigir un aporte monetario a las altas clases sociales para financiar la propagación
de las vacunas. Claramente, esto no era un trabajo fácil, pero por ello, también era
remunerado de buena forma, como los datos de Caffarena muestran3.
2
Ibid., PP. 350-351
3
Ibid., p. 353
Dificultades para la práctica médica
La vacuna, a pesar de toda la buena implementación con la que fue manejada desde
las políticas de la Capitanía General de Chile y luego, desde la Junta de la Vacuna,
controlada por la nueva República de Chile, no tuvo un desarrollo estable en el
tiempo. Caffarena, muestra a través de las cifras que la cantidad de vacunados por
cada día desciende paulatinamente dentro de un periodo de mediano-corto plazo.
Existen diversas explicaciones a dicho fenómeno, desde por ejemplo las
falsificaciones que sufre el fluido vacuno, o también la falta de eficacia que se
produce luego de malos manejos o problemas en el almacenamiento, que fueron
poco a poco degradando la eficacia de los componentes activos.
Por causales como esta, las y los chilenos comienzan poco a poco a alejarse, por
lo menos durante un tiempo, de las practicas vacunatorios. Pero no es el único
fenómeno delimitado a la salud que se ve afectado con el desdén y el alejamiento
de la población. Existe un problema amas de fondo, que trata Gustavo Rayo, que
se relaciona con los cuestionamientos de la legitimidad que tuvo, a lo menos durante
la primera mitad del siglo XIX la profesión médica, y la percepción por ejemplo, de
las elites del país, quienes consideraban la profesión como un ejercicio “delicado e
indigno”4 y uno donde sus hijos no tendrían un futuro ni un prospecto social tan
bueno como por ejemplo el que tendrían en las carreras como lo son derecho, o
incluso en un área como la teología.
4
Rayo, G. (2016). Legitimation of the medical profession in Chile in the second half of the XIX century.
Universe (Talca), 31(2), pp.190.
5
Ibid, p. 193
sanadores, machis, curanderos, charlatanes y un sinfín de prácticas no científicas.
Rayo resalta “la poca relevancia atribuida a los títulos y diplomas, incluso en los
sectores más educados de la población”, entendiendo así que esta problemática era
transversal incluso a las clases sociales.
Aun así, cabe destacar que las autoridades, por lo menos ante este último
fenómeno, no se vieron de ninguna manera inalteradas e inmóviles, decretando, de
todas las formas posibles la criminalidad en el ejercicio de prácticas no certificadas
usando el título de sanador o doctor.
Enaltecimiento de la medicina
Luego de esto, William Blest no solo se dedicaría al análisis crítico, sino que toma
la decisión de fundar en el año de 1833 la Escuela Médica de Chile, circunscrita a
la autoridad y a los directivos del Instituto Nacional, hasta el año en que se funda la
Universidad de Chile, y con ella, su facultad de Medicina, en el año de 1842. De
esta forma, se profesionaliza la formación de los médicos de Chile, además de
poner fin a la Institución del Protomedicato.
Casi 50 años más tarde, y llegando a solucionar la problemática de una medicina
alejada de la investigación que señalaba Blest como una de las mayores
problemáticas, en 1873 se fundaría la Sociedad Médica de Chile, que se encargaría,
de acuerdo a lo explicado por María Angélica Illanes, a la investigación académico-
científica.6
Sumándose a los ya importantes aportes sobre los que teoriza Blest, las coyunturas
y dificultades de la época se convierten en un factor clave para que se diera como
prioridad el importantísimo debate que enfrentaba a las libertades personales y la
propia determinación frente al bien común social. Cuando hablamos de estas
coyunturas, nos referimos a la llegada al continente de las epidemias que azotan
América Latina, temática que ya venía desarrollándose desde el viejo continente,
casi como una especie de aviso de un peligro latente.
Para el año de 1876, comienzan a aparecer entre la población lo que serían luso
primeros brotes de viruela, focalizados especialmente en los primeros días de abril
en la ciudad de Santiago. No solo se paralizan las actividades de los obreros y de
las empresas, no solo se frena el comercio y con ello, las actividades económicas.
Queda claramente descubierta tanto la incapacidad del gobierno a enfrentarse a un
fenómeno epidémico, y además la alarmante rapidez que toman cada vez más los
fenómenos epidemiológicos. Y detrás de todo esto, poco a poco, iba completándose
el paisaje que leía claramente la problemática del manejo, dejado fuera de las
manos del estado, y entregado a la caridad, caridad que, a pesar de todo, depende
tan solo de la voluntad y no de la obligación del Estado. ¿No existen peligros, acaso,
en dejar el resguardo de la población, su salud y su sanidad, en manos de la
voluntad, en lugar de sistematizarlo a un factor más grande, garante del bienestar
de sus miembros?
Durante el período en el que el país servía como escenario para grandes epidemias,
el rol que adoptó el estado fue el de organizador y coordinador de los planes de
beneficencia para los afectados y sus familias. María Angélica Illanes nos dice:
“En efecto, el objetivo era el de “Unificar la beneficencia y darle vida propia,
haciéndola independiente de toda otra autoridad que la conciencia
individual y pública; asociar al trabajo caritativo a un crecido número de
hombres buenos y conocidamente filantrópicos…”” 7
Tal fue la motivación política de los diferentes países para organizar y gestionar una
estrategia frente a la eventual catástrofe que tarde o temprano afectaría al
continente, que en la América latina naciente se dio una instancia de coordinación
y cooperación entre Bolivia, Uruguay, Ecuador, Argentina y Chile durante el verano
de 1884. Gustavo Rayo indica que fue el riesgo de transmisión de una nueva
epidemia de cólera desde Chile lo que motivó al gobierno peruano a organizar una
conferencia internacional con el objetivo de “adoptar un sistema uniforme para
prevenir las catástrofes que las epidemias originan” (Rayo, 2016)8. Este sistema de
prevención liderado por Perú y organizado por el resto de países anteriormente
6
Illanes Oliva, M. (1991). En el nombre del pueblo, del Estado y de la ciencia. 2nd ed. Santiago de Chile:
Ministerio de Salud p. 55
7
Ibid. P 58
8
Rayo, G. (2016). Legitimation of the medical profession in Chile in the second half of the XIX century.
Universe (Talca), 31(2), pp.199
mencionados, contó principalmente de campañas de prevención de contagios de
enfermedades como cólera, tifus, fiebre amarilla, y otras. Finalmente, el debate
entre libertad versus protección se daría fin con la promulgación de la Ley de
Vacuna obligatoria en 1886, bajo la presidencia de José Manuel Balmaceda.
9
Ibid p. 201
Conclusión
Las primeras ideas que uno puede presentar antes de comenzar a formular este
tipo de ensayos siempre se ven en la posibilidad de quebrarse frente a nuevos
descubrimientos. El formular un ensayo significa, muchas veces, investigar, y no se
investiga a menos que uno sepa. Pero lo que sabemos no siempre es correcto.
Cuando comencé este ensayo, mi concepción de la medicina se ajustaba a una
especie de atemporalidad. Como si la medicina siempre hubiese sido este espacio
de prestigio social, este espacio de completa e intachable opinión científica cuya
voz y cuyas ideas fueran clave en la formulación de las políticas públicas que nos
rigen como sociedad.
Cuando escribo la introducción a este ensayo, hablo acerca del tiempo histórico
como un continuo, que a veces uno tiene a, usando las palabras de Le Goff, separar
en rebanadas a veces ignorando procesos más grandes que las periodizaciones de
la historia. En este caso, al comenzar el ensayo era completamente ignorante de la
medicina y de su percepción social como un proceso gestado desde comienzos del
siglo XIX.
No siempre fue, por ejemplo, supeditada a las lógicas de gobierno. El
protomedicato, si bien una institución cuyos orígenes se rastrean a la corona
española, y previo a eso, a las sociedades clásicas, tuvo su propia organización,
incluso en la capitanía general de chile y que continuaría con sus lógicas de
autodeterminación hasta bien entrado el siglo XIX, cuando se funda la Escuela
Médica en el Instituto nacional, y luego, la facultad de medicina de la Universidad
de Chile.
Los procesos vacunatorios y de prevención de enfermedades contagiosas, por
ejemplo, se ven supeditadas al protomedicato, y si bien presentan dificultades
respecto a la credibilidad y efectividad, tampoco se puede afirmar una inutilidad de
parte de su administración en la población, puesto que los números y los contagios,
como vimos a través de la revisión bibliográfica, se vieron drásticamente
modificados en favor de la protección de la salud de todos los sectores de la
sociedad.
Sin duda la mayor dificultad que vimos para la práctica de la medicina durante el
siglo XIX. Su percepción social dejó vacías las aulas de las escuelas de medicina
durante el comienzo de siglo, y las políticas del gobierno para sanar esta
problemática nunca fueron realmente viables, puesto que no presentaron ningún
tipo de solución, puesto que dé ni siquiera de esta forma la cantidad de matriculados
subió. Solo la intervención tanto teórico-crítica de William Blest y su ayuda en la
formación de la escuela médica de Chile fueron eficaces en comenzar con el
proceso de reivindicación de la práctica de la medicina. De esta forma también se
puso freno a la práctica fraudulenta, cuando los cabildos, y el gobierno comenzaron
poco a poco a tomar medidas legales contra todos aquellos que ejercieran la
sanación, la charlatanería, y en específico caso, lamentablemente, la medicina
natural mapuche.
Parte importante también de este proceso de alzamiento de la medicina fueron los
asomos de bacterias y epidemias que intentaron entrar en el país. Vimos con Illanes
(1993) que es en esta coyuntura donde el país queda completamente expuesto
como un gobierno que depende de la caridad para el control de la salud de los
miembros, y lo cual, según vimos, fue motor de arranque para la formulación de
variadas políticas publicas orientadas al cuidado de la salud del ciudadano común.
Las políticas públicas que se formulan a finales del siglo XIX, finalmente, serían
resultado directo de la reformulación y recuperación de la carrera médica, en cuanto
a que luego de la evolución que sufre la reputación médica, además de sumarse
esto a los intereses modernizadores del estado, la posiciona como una voz
importante en los poderes legislativos y ejecutivos. Es por propuesta de un doctor,
finalmente, que se comienza a indagar e invertir en mejoras de la calidad de vida,
como lo serían, por ejemplo, alcantarillados, viviendas, y la profilaxis frente a
enfermedades prevenibles, como por ejemplo la tuberculosis.
Referencias
Caffarena Barcenilla, P. (2016). Salud pública, vacuna y prevención: La difusión de
la vacuna antivariólica en Chile, 1805-1830. Historia (Santiago), 49(2), pp.347-370
Illanes Oliva, M. (1991). En el nombre del pueblo, del Estado y de la ciencia. 2nd
ed. Santiago de Chile: Ministerio de Salud.
Rayo, G. (2016). Legitimation of the medical profession in Chile in the second half
of the XIX century. Universe (Talca), 31(2), pp.187-203.