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Reflexión
¿Cuánto hemos
aprendido en siete
décadas de programas
sociales alimentarios?
Miyaray Benavente Ercilla
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“la concentración”1: Entonces se evidencia que la concentración del
PAE estaba alrededor de 40; vale decir, que de los 365 días del año,
los niños de las escuelas recibían su ración del Pae un promedio de
sólo 40 días.
En la década del 90 Foncodes2 reedita el Pae con el suministro de
alimentos para desayunos y almuerzos escolares. Éste difiere de los
programas que operaban antes y durante la década del 80 funda-
mentalmente en el origen y tipo de alimentos suministrados (alimen-
tos procesados) y en las relaciones entre el Gobierno y los usuarios;
manteniéndose la ejecución desde el Gobierno central financiada con
recursos del tesoro público.
Hoy, el programa de alimentación escolar Qali Warma (en adelante Pae
Qw), propuesta alternativa del actual Gobierno frente a los antiguos
programas manejados por el Pronaa, está deslegitimado después de
siete meses de operaciones. No ha logrado posicionarse como tal, al
adolecer de diversas fallas, que han sido reconocidas por el propio
mandatario y la ministra del ramo, quienes han anunciado “que se
iniciará un proceso de revisión “a fondo” de toda la cadena del progra-
ma Qali Warma… revisar sus procesos y a los proveedores, revisar y
capacitar a los directores de las escuelas, a nuestros padres y madres
de familia, para todos juntos darle mayor eficiencia y tranquilidad a la
alimentación de nuestros hijos”.
A lo largo de esta historia ¿qué problemas se han evidenciado?¿Qué
hemos aprendido para no tropezar con las mismas piedras?
Principalmente, en las dos últimas décadas, los programas alimenta-
rios han sufrido diversos cambios y han recibido múltiples cuestiona-
mientos. Algunos se han superado parcialmente y otros, aún vigentes,
han contribuido a la actual situación. Algunos de estos son revisados
a continuación.
La desarticulación
Los programas se llevaban a cabo de forma aislada, sin coordinación
programática ni funcional entre ellos, duplicando acciones, usando
mal los recursos, con reducida eficacia en la prestación de servicios.
Primaba un enfoque asistencialista, donde el componente alimenta-
rio era lo principal, estando nula o débilmente articulado a programas
de salud y educación.
En los anteriores Pae, el sector educación operaba básicamente como
canal para repartir las raciones alimenticias. No se había establecido
contenidos de alimentación y nutrición en el currículo de estudios ni
capacitado a los docentes para cumplir un rol pedagógico en el tema,
y el sector salud prácticamente no actuaba al respecto. El Pae Qw
tiene un componente educativo orientado a “promover mejores hábi-
tos de alimentación en los niños y niñas y sus familias, usuarios del
programa y en diversos actores involucrados con la implementación
del servicio de alimentación escolar”. No tengo mayor información so-
bre qué tanto se ha avanzado en el tema pero la dación de la Ley Nº
30021 (ley de promoción de la alimentación saludable para niños,
niñas y adolescentes) y del Ds 010 2013 Sa, que aprueba el Plan
de Salud Escolar 2013-2016, constituyen un avance respecto al pro-
blema de la desarticulación intersectorial, al menos en la dimensión
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Focalización, cobertura, concentración y
filtraciones
Desde el mundo académico, diversos investigadores sociales y en va-
rios momentos han formulado cuestionamientos a estos indicadores
de los programas alimentarios; algunos de ellos han tenido la oportu-
nidad de intervenir en su gestión, evidentemente con poco éxito.
Los cuestionamientos principales se refieren a:
—— La existencia de un alto número de programas, varios de ellos
orientados al mismo grupo objetivo. En algún momento hubo más
de 20 programas de alimentación y nutrición, operados por siete
instituciones, cuatro del sector público y tres Ong. De estos pro-
gramas, siete atendían a niños de cero a cinco años, cinco a los
de seis a catorce años. El programa Vaso de Leche, diseñado para
atender a los niños pequeños, en la práctica llega a todos los gru-
pos etarios.
—— La asociación de subcobertura con duplicidad y filtraciones: por
ejemplo, 29 distritos no eran atendidos por ningún programa; 467
distritos eran atendidos sólo por uno o dos programas, 608 distri-
tos eran atendidos por cinco o más programas. E. Vásquez acuñó
el término de “infiltrados” para referirse a quienes no son suficien-
temente pobres para merecer acceder a los programas sociales.
—— Al respecto, un indicador que debe cuidarse es el “número de
atenciones”, conocido también como “concentración”; Pae Qw ya
tiene una condición limitante, la meta de atenciones estaría al-
rededor de 180 días, vale decir, que, en el supuesto de lograr la
máxima eficiencia, los niños de las escuelas recibirán sus alimen-
tos la mitad de los días del año. Si el programa tiene dificultades
para llegar a la meta programada, podríamos encontrarnos con
una situación parecida a la de los años 70, que terminó por liqui-
dar el programa
Los objetivos
Estos programas tienen objetivos diversos y parcelados, que varían
desde los orientados al control y erradicación de deficiencias nutri-
cionales específicas, prevención de la desnutrición, ampliación de la
demanda de servicios de salud, objetivos educativos como mejorar
el rendimiento y evitar el abandono escolar hasta la compensación
social.
Algunos “expertos” en programas sociales separan los objetivos ali-
mentarios de los nutricionales, en una dicotomía que, en mi modesta
opinión, es artificial, pues alimentación y nutrición, siendo procesos
diferentes, son caras de una misma medalla. Pareciera que ese en-
foque se ha impuesto en el Pae Qw, que no logra llegar a la población
con un componente alimentario que suministre “los contenidos nu-
tricionales adecuados a los grupos de edad de la población objetivo”
mediante alimentos y nutrientes necesarios para cubrir las deficien-
cias nutricionales que afectan a nuestros niños, pues en la práctica el
aporte nutricional de las raciones no está en el eje de su propuesta.
Conclusión
Tenemos que releer nuestra historia buscando pistas para enfrentar
el reto del desarrollo con inclusión que permita cerrar las brechas en
torno al acceso a oportunidades y generación de capacidades de la
población. Pae Qw puede ser una estrategia clave si logra articular en
su diseño las dimensiones de una propuesta de seguridad alimenta-
ria orientada a “que toda la población del país satisfaga adecuada-
mente sus necesidades alimentarias y nutricionales básicas median-
te el acceso, consumo y aprovechamiento de alimentos de calidad
provenientes de una oferta estable, competitiva y preferentemente
nacional, contribuyendo a una mejora de su calidad de vida, a la capa-
cidad productiva y social del país” (Estrategia Nacional de Seguridad
Alimentaria 2004-2015 - Ensa).
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