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A L E M A
POR
WILHELM WINDELBAND
C O N UN REPERTORIO BIBLIOGRAFICO DEL
ESTADO ACTjJAL DE LA INVESTIGACION
P ^ N ^ I S C O L A R R O Y O
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A N T I G U A LIBRERIA R O B R E D O
ARGENTINA y GUATEMALA
MEXICO - 19 4 í
LIBR€R,A hispania, 8 . a ;
Carrera 7a. No. 19-49
1N D i C E
REPERTORIO BIBLIOGRAFICO 21
Sexta parte: E L I D E A L I S M O A L E M A N 33
Capítulo p r i m e r o
L A C R I T I C A K A N T I A N A DE L A R A Z O N 41
38. El o b j e t o del c o n o c i m i e n t o . . . 51
Pág.
3. ¿Por qué no es posible como ciencia la meta-
física dogmática, hasta ahora existente?
Dialéctica.
II. Metodología trascendental:
4. i Cómo es posibl e una metafísica crítica (inma-
nente) ?
En todo el desarrollo de la obra, subraya el valor
substancial de la síntesis, que acaba por clasificar en tres
grupos (grados) capitales: Formas de intuición, catego-
rías e Ideas 58
2. Respecto a la matemática, la "Disertación Inau-
gural" (1 770) se acopla a la "Crítica de la Razón pura
{1 781 ) : En ellas se indica que las leyes matemáticas son
sintéticas, y que a la base de ellas se hallan principios intui-
tivos a priori; estos principios, empero, no son conceptos
sino formas puras de intuición, leyes merced a las cuales se
construyen las experiencias individuales y, a decir verdad,
el espacio «s la forma universal del sentido externo; el
tiempo, la del interno. Espacio y tiempo, pues, son leyes
objetivas que pone en juego el sujeto cognoscente en el
acto del conocimiento. De ahí que los principios del racio-
nalismo sólo tengan vigencia en las formas y aun así al
precio d,e su subjetivación 60
3. Con ello conecta el nuevo, fundamento de la fe-
aomenalidad; los fenómenos no exhiben las cosas en sí,
pero sus principios constituyentes (espacio y tiempo) va-
len de modo universal y necesario para todos los objetos
representados y sólo para ellos: Espacio y tempo tienen
realidad fenoménica, empírica, pero idealidad trascenden-
tal, objetiva 62
4. El investigador de la ciencia natural emplea en
sus rebuscas, junto al instrumento matemático, ciertos prin-
cipios (como el de causalidad) gracias a los cuales fija las
relaciones concretas de los fenómenos; Kant llama "enten-
dimiento" a la capacidad de,pensar en unidad sintética lo
múltiple de la intuición, y los conceptos puros del entendi-
miento o categorías son las formas de la relación sintética
de los fenómenos. Ahora bien, la naturaleza no es otra
cosa que la conexión de objetos en y por estos principios
universales de la ciencia (causalidad, substancia-accidente,
Indi ce III
Pág.
cosas en sí, pero subraya que no es posible convertirlas
en objetos de conocimiento científico 72
9. De probar esto último se encarga la Dialéctica
trascendental; para ello parte de la metafísica Leibniz-
Wolffiana, con sus capítulos de la, psicología racional, de
la cosmología y de la teología; al propio tiempo expli-
ca por qué los grandes filósofos del pasado han tomado las
cosas en sí como objetos de conocimiento (ilusión trascen-
dental). Dé hecho, lo que existe son tareas infinitas en
el conocimiento, que Kant llama Ideas, y a la capacidad
de percibirlas én toda su magnitud, razón. Las Ideas, em-
pero, tienen una función cognoscitiva: Orientan la inves-
tigación, son principios regulativos. D e ellas cuenta Kant
tres: Alma, mundo y Dios 74
1 0. Los argumentos para demostrar la substancia-
lidad del alma, caen en el paralogismo del q u a t e r n i o
t e r m i n o r u m , al confundir el sujeto lógico con un
substrato real ("Paralogismos de la Razón p u r a " ) . La
prueba cosmológica para probar la existencia de Dios, por
su parte, incurre en una p e t i t i o p r i n c i p i i , la
ontoiógica es insuficiente y la físico-teológica lleva al
viejo concepto de un arquitecto del mundo, bueno y sa-
bio; pero tampoco el argumento que niega la existencia
posee valor científico: En la investigación, la Idea de Dios
representa el único estímulo para orientar el trabajo infa-
tigable del sabio en la rebusca de conexiones cada vez más
comprensivas de la realidad ( " I d e a l de la R a z ó n " ) . En
fin, donde la Dialéctica brilla en toda su grandeza es en
las "Antinomias de la Razón pura"; allí se pone al descu-
bierto que tanto las tesis de la metafísica tradicional sobre
el universo (eternidad, limitación, libertad y divinidad
del mundo), como las negaciones de parejas ideas, son
indemostrables. Pero esto deja abierta la posibilidad de
que las tesis puedan afirmarse en la esfera de la "razón
práctica" 76
Pág.
versa, al mostrarse que la libertad debe ser real (sin lo
que no sería factible la vida moral) se postula (no se prue-
ba teoréticamente) la realidad de la cosa en sí, de lo abso-
luto ( l o que vale sin condición). Esto es, se funda el pri-
mado de la razón práctica sobre la teorética; un pensa-
miento que ya aparecía en aquellas Ideas de lo incondi-
cionado. Y es que el hombre es un ciudadano de dos
mundos: Del sensible y del inteligible (una idea platónica
expresada ahora en forma originalísjma) 86
5. D e aquí se deriva otro postulado que reclama
la unidad de la naturaleza humana: Es posible armonizar
virtud y felicidad, pero no poner en dependencia una de
otra (Kant llama a parejo desiderátum supremo bien).
Pero dado que la experiencia no satisface de hecho tan
justo ideal, es preciso postular una realidad de la perso-
na humana sobre la existencia temporera — l a vida in-
mortal— y un orden ético universal fundado en Dios.
Con ello se trata de fundar, corno es fácil advertirlo, la li-
bertad, la inmortalidad y la divinidad, partiendo de exi-
gencias éticas (prueba moral) 88
Pág.
8. La filosofía de la historia de Kant supera la
oposición en que se hallan Rousseau y Herder: La histo-
ria no es el extravío de un estado originariamente bueno,
ni una evolución natural; es un orden nuevo, diverso al
de la naturaleza: El progreso en la historia es el acerca-
miento a la perfección moral, bajo el cual hay que enten-
der la paulatina realización del absoluto 94
Pág.
3. En la doctrina del juicio estético comienza
Kant por distinguir lo bello de lo bueno y de ¡o agrada-
ble. Aunque belleza y bondad son modalidades a priori
de la conciencia, la primera place sin concepto, mientras
la segunda exige por deber. N o hay una, tecnología esté-
tica; sólo e s posible una crítica del gusto. Por otro lado,
no obstante que lo bello y !o agradable comparten la
inconceptuabilidad, el valor estético es universal y nece-
sario; el otro, subjetivo y fortuito. Empero, semejante
aprioridad (universalidad y necesidad) difiere de la con-
oeptuabilidad teorética. En fin, la belleza se distingue de
lo bueno y agradable en que place desinteresadamente.
Pues la finalidad que preside el juicio estético se refiere a
la armonía de los objetos representados por la fantasía con
las leyes formales de la sensibilidad y del entendimiento.
De esta suerte, se revela una vez más el valor radical de
la "conciencia en general", de este substrato suprasensi-
ble de lo humano 1 02
Pág.
(causal) de la naturaleza y la consideración finalista de
ella. Aunque la doctrina científico-natural sustenta con
derecho la concepción mecanicista, es innegable que exis-
ten ciertas provincias de la realidad no explicables por
meras relaciones causales: E¡s aquí donde tiene lugar cier-
ta consideración finalista del mundo (la teleología crítica
versa sólo sobre los conceptos límites de la explicación
mecánica d,e la naturaleza). El primero de estos concep-
tos es la viría, cuya esencia reside en las mutuas relacio
nes del todo (el organismo) con las partes (los miem-
bros). En todo caso, la consideración finalista de la natu-
raleza ha de valer como principio heurístico para la bús-
queda de los nexos mecánicos. 106
C a p í t u l o s e g u n d o
4. La C o s a en S í 126
Pág.
mar a las cosas en sí incognoscibles con el más sugestivo
de los nombres 135
4. Salomón Maimón combate también el concep-
to Kantiano de cosa en sí, bien que en una forma cons-
tructiva : Pensar algo fuera de la conciencia, esto es,
creer que hay objetos de conocimiento que no tienen a la
base, a modo de elementos constitutivos, las supremas le-
yes del pensamiento, es tan imaginario como la expresión
matemática "raíz cuadada de menos uno"; lo dado (la
cosa en sí) no puede ser sino el ínfimo grado de lo cons-
ciente pues constituye la "materia" propiamente dicha:
Los diversos grados de la conciencia podrían representar-
se con la serie del término matemático "raíz cuadrada de
d o s " ; de ahí que el conocimiento perfecto resida en las
ciencias de formas puras, en la matemática y la lógica.
En otras palabras: La filosofía de Maimón vino a poner
de relieve que las investigaciones de la "Crítica de la Ra-
zón Pura" postulaban una nueva doctrina de las relacio-
nes entre conciencia y ser. Ahora bien, como el objeto
de conocimiento puede significar tanto la materia por de-
terminar como el resultado de esta determinación en y
por las categorías (conciencia pura), Segismundo Beck,
tomando la idea de que la cosa en sí es un concepto lí-
mite, identifica cosa en sí y conciencia pura (saber abso-
luto) 137
Pág.
menta el hombre en sus deseos y voliciones es el signo
inequívoco de que el subjetivismo o solipsismo es falso). 151
10. Schopenhauer se encarga de sistematizar esbe
realismo volitivo: Hace ver que la explicación causal de los
hechos lleva siempre a lo condicionado, nunca a lo abso-
luto; en cambio, la intuición inmediata de nuestra pro-
pia conciencia nos entera de que, en lo recóndito de
nuestro ser, somos voluntad (la cosa en sí tes voluntad).
Pero está muy lejos del filósofo creer que la relación en-
tre voluntad y apariencia es la relación de causalidad
(la cosa en sí no está sometida al principio de la razón
suficiente), además, en rigor, sólo existe una sola y uni-
versal voluntad (la voluntad es el e n kai pan):
Sólo en el mundo de las apariencias ha y multiplicidad.
De ahí el fundamento metafísico de su doctrina moral:
La compasión es el sentimiento ét'co por antonomasia, y
la voluntad de vida el principio cósmico 152
Pág.
2. En particular Fichta desenvuelve de esta suer-
te su pensamiento: El Y o crea dialécticamente al no-yo
(el mundo), aunque éste, más tarde, le parezca algo ex-
traño. De este " h e c h o " se originan las dos partes esencia-
les de la Doctrina de la Ciencia (la filosofía) : En tanto
se parte del no-yo para explicar el sabecr, tiene lugar la
Doctrina teorética de la Ciencia; cuando se reconoce, en
cambio, que el Y o es la fuente de todo ser, surge la Doc-
trina práctica de la Ciencia. En la deducción de las for-
mas del conocimiento s t r i c t o s e n s u (sensa-
ciones, categorías, principios, etcl) admite Fichte que hay
algo puesto por la conciencia cuya explicación causal es
imposible: La sensación. (Merced a este pensamiento se
aparta del idealismo absoluto de Schelling y del panlogis-
mo de H e g e l ) . Pero sí puede y debe darse una explica-
ción teleológica de la sensación: Toda materia es mate-
ria de la actividad práctica de la razón, en definitiva ins-
tancia. El ser se explica por el hacer (debe ser). De ahí que
di Dios de Fichte no sea la n a t u r a naturans,
sino el o r d o o r d i n a n s , y de ahí también el
primado de la Doctrina práctica de la Ciencia. En esta
da Fichte una nueva versión del imperativo categórico:
"Obra con arreglo a tu conciencia". Con todo, su éti-
ca pierde el riguroso formulismo de la filosofía Kantia-
na. L o propio se revela en su filosofía del derecho y su
doctrina del Estado, inspiradas en inconfundibles caracte-
res socialistas ! 64
Pág.
el idealismo físico). Su punto de partida, expresado ya
en el poema " L o s Artistas", era averiguar la significación
que posee el arte en el marco entero de la vida humana.
Acuña e l concepto de belleza como la libertad en los fe-
nómenos (Schopenhauer: El placer estético es la conside-
ración del objeto con independencia del principio de la
razón suficiente). En las "Cartas sobre la Educación esté-
tica del H o m b r e " se hace hincapié en la tarea pedagógica
del arte: La contemplación estética, la actitud desintere-
sada e s el vehículo propicio para pasar del estado físico
de indigencia al estado moral. Es más: Gracias al arte, el
antagonismo entre ser y deber ser queda superado; por
ello, busca Schiller en el concepto de alma bella esta defi-
nitiva superación: El alma bella es aquel estado de ánimo
en que la conciencia se somete a la ley moral por mera
inclinación 176
Pág.
mo. La perfección poética se alcanza cuando de modo na-
tural s e expresa el ideal; de ahí que su paradigma huma-
no sea el griego moderno. Los románticos en general, y
en particular los hermanos Schlegel con su concepto de la
ironía (la conciencia de la incoercible superación de todo
lo creado merced a la fantasía del genio), transforman
las ideas Schillerianas en una filosofía de la intimidad.
(Se convierte al Y o absoluto de Fichte en el yo empírico
del hombre genial) ; pero en el propio Fichte adquieren
una fisonomía de sobrios y bellos perfiles: Tres son los es-
tadios del devenir histórico (el "arcádico", donde el indi-
viduo obedece sin percebir conflicto alguno los imperati-
vos morales; el "iluminista", en que el arbitrio individual
degenera en agudo egoísmo, y el "elísico", el del imperio
de la razón, esto es, cuando el hombre se somete con jubi-
losa alegría a los supremos valores de la cultura: El ideal
del "alma bella" llevado al campo de la política y de la his-
toria entera). Es el "Estado de cultura", cuyo factor y
exponente veía el filósofo en el pueblo alemán ("Discur-
sos a la Nación alemana") 183
Pas-
man tic?. ( S o g e r ) saca ahora consecuencias fructíferas pa-
ra la filosofía del arte, sobre todo para la poesía 190
1 0. Con Hegel adquiere el sistema de la razón aca-
bado ritmo dialéctico y una claridad de autoconcienca
rayana en el virtuosismo: La noción Kantiana de Idea re-
gulativa da de sí todas sus posibilidades. Las estructuras
del mundo no son otra cosa que categorías lógicas, meta-
física y lógica son una y la misma cosa. El método dia-
léctico comprende dinámicamente la existencia: Concep-
tuar es ubicar una cosa en e l marco entero de la realidad,
en su rítmico devenir. El método dialéctico tiene, pues,
bas e histórica: Explica cada concepto iluminando el na-
cer y perecer de éste en el horizonte total de la razón en
permanente mudanza. Su sistema se distribuye de esta
suerte:
Lógica: La Doctrina del espíritu "en sí";
1. Doctrina del Ser
2. Doctrina de la Esencia
3. Doctrina del Concepto.
La Filosofía de la Naturaleza: La Doctrina del espí-
ritu "para sí":
1. Mecánica.
2. Física.
3. Orgánica.
La Filosofía del Espíritu: La Doctrina del espíritu
"en y para sí":
1. Espíritu subjetivo:
a ) Antropología
b ) Fenomenología
c ) Psicología.
2. Espíritu objetivo:
a) Derecho
b) Moralidad
c) Eticidad (Estado).
3. Espíritu absoluto:
a) Arte
b) Religión
c) Filosofía.
En todo el sistema campea el punto de vista diná-
mico que aspira a comprender lo particular en función
de! todo y el sistema de la razón que pone de relieve có-
mo la raíz del ser es el lógos: " T o d o lo real es racional" .