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Esta etapa, abarca manifestaciones en su forma primitiva que han sido heredadas de las
culturas pre-hispánicas (Chortís, Lencas, etc) y formas de organización que surgieron por
impulsos espontáneos y bajo la inspiración gremialistas y mutua lista.
La forma más clara de este tipo de cooperación era la “Posoleada” que consistía en la
colaboración que toda la comunidad brindaba al vecino, que construiría el techo de su
vivienda, y éste se obligaba a atenderles, sirviéndole maíz revuelto con dulce (Posol).
Durante esta etapa, contribuyeron muy meritoriamente el Dr. Julián López Pineda,
fundador y Director del Periódico “El Día” y el maestro Agrónomo don Pompilio Ortega,
quienes con sus publicaciones y enseñanzas divulgaron la idea de la cooperación.
A partir de la década del 50, el Estado se hace cargo del impulso del Movimiento
Cooperativo.
El Dr. Jorge St. Siegens introduce el cooperativismo como materia optativa dentro del plan
de estudios de la carrera de Economía y él mismo dictó La cátedra. Esto ocurre en el año de
1951. Luego en 1952, la Junta Directiva del Banco Nacional de Fomento (BANAFOM)
crea la sección de Cooperativas por iniciativa del mismo St. Siegens, que al respecto recibió
el apoyo decidido y entusiasta del Presidente del Banco, Don Guillermo López Rodezno.
En 1952, el Gobierno de Honduras, aceptó tres becas ofrecidas por la Unión Panamericana,
para entrenar técnicamente en la Universidad de Puerto Rico, a tres hondureños interesados
en seguir la acción cooperativista. Estas personas seleccionadas por el Dr. St. Siegens, entre
los estudiantes de la cátedra que él impartía en la Universidad, fueron los señores: Peritos
Mercantiles, Ramiro Rodríguez Lanza, Marcial Solís H. y Eduardo Mendieta. Después de
seis meses de entrenamiento intensivo, regresaron al país y con ellos, el Banco Nacional de
Fomento creó la Sección de Cooperativa, que se haría cargo de desarrollar técnicamente la
organización de las primeras Asociaciones Agropecuarias, de consumo y de crédito,
actividad que dio inicio el primero de enero de 1953.
La creación de dicha sección, fue el resultado de gestiones realizadas por el Sr. St. Siegens
y del buen criterio de las autoridades de la institución.
Por razones personales el señor Mendieta, se separó del grupo y el señor Marcial Solís, fue
encargado de dirigir la sección de cooperativas.
Los tres hondureños becados, obtuvieron el grado académico de Especialistas en
Cooperativas, otorgado por la Universidad de Puerto Rico, para lo cual tuvieron que
elaborar en calidad de tesis, el proyecto para Asociaciones Cooperativas, que más adelante
en 1954, fue estudiado y aprobado como Ley del País por el Congreso Nacional.
En 1953, por iniciativa del profesor Raúl Zaldívar, Director de Educación Primaria, la
sección de cooperativas del Banco Nacional de Fomento (BANAFOM) impartió las
primeras conferencias sobre cooperativismo a maestros del país, en Tegucigalpa, San Pedro
Sula, Santa Bárbara, Santa Rosa de Copan y Ocotepeque, aprovechando los primeros
cursos de verano que para los mentores se realizaban en todo el territorio nacional.
La idea del profesor Zaldívar, era promover un amplio programa de cooperativas escolares
y para iniciarlo imprimió tres mil ejemplares de un folleto “Cooperativas Escolares”
elaborado por la sección de cooperativas. Sin embargo, los maestros, no respondieron
positivamente a estos esfuerzos.
La primera Cooperativa de Ahorro y Crédito, fue establecida por los empleados del Banco
Nacional de Fomento en septiembre de 1953, su promotor y primer presidente, fue Marcial
Solís, ésta cooperativa sirvió de base por sus experiencias para la creación del Movimiento
de Ahorro y Crédito, el más desarrollado de país.
Sería interesante, pero muy extenso, exponer los diferentes casos que se presentaron como
obstáculos o valladares contra el desarrollo inicial de la idea del cooperativismo, pero
bastará con mencionar que difundir la idea del cooperativismo fue problemático por lo que
implicaba una nueva forma de actuar y proceder en la vida económico social de Honduras.
En primer lugar, se debe mencionar como obstáculo las cuestiones políticas. Los que
tuvieron la tarea de llevar a cabo la idea del cooperativismo, tuvieron que recorrer el país en
condiciones difíciles por la carencia de vías de comunicación después de largas jornadas,
bajo el polvo o el lodo, en jeep, camión o a lomo de mula, solo para encontrarse muchas
veces con que no había reunión de los interesados, porque el comandante local, instigado
por dirigentes políticos los habían intimidado, haciéndoles creer que los promotores eran
“comunistas”. Muchos no podían concebir que hubiera personas desinteresadas en lo
particular y se dedicaran a expandir la idea del cooperativismo, como una nueva forma de
vida, que contribuyera en forma conjunta a satisfacer las necesidades básicas de la persona
humana.
Muchos promotores, fueron mal vistos y en algunas ocasiones amenazados y hasta
encarcelados, tal como es el caso de los Jesuitas, Reverendo Padre Juan Newell y el
Reverendo Francisco Ratherman.
Como dijimos anteriormente, en esta segunda etapa, fue el Estado que enarboló la bandera
de Cooperativismo, pero por razones de efervescencia política, en el período 1954 a 1956,
se vio debilitada la idea y falto apoyo Gubernamental para su difusión, porque el
cooperativismo, en su débil dimensión económico-social, rompió con las barreras políticas
e implementaba una nueva concepción de la sociedad bajo la idea de la ayuda mutua; sin
importar la raza, credos políticos y religiosos.
Esto tuvo origen en el hecho que el Ministerio de Hacienda de la época, no pudo ser
convencido de la importancia del Cooperativismo, lo que obligó a Guillermo López
Rodezno, Dr. Jorge St. Siegens, Ramiro Rodríguez Lanza, y a Marcial Solís D’Acosta, a
buscar a los diputados antes citados; López Rodezno, Presidente del Banco, había sido
diputado y tenía magníficas relaciones; 2) La Corte Suprema de Justicia, emitió un
dictamen favorable, dadas las implicaciones jurídicas del Proyecto, que reformaba el
Código de Comercio, en relativo corto tiempo; 3) el proyecto fue aprobado sin
modificaciones por unanimidad, el último día de sesiones del Congreso en ese período.