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EL ATENEO GUIPUZCOANO
Una historia cultural de San Sebastián
entre 1870 y 2005
Txertoa
Donostia – San Sebastián
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Portada:
© Javier Mina
© Txertoa Argitaletxea (Euskal Gaiak Abarka S. L.)
Oficina: Martin Ugalde Parkea-20140 Andoain
Teléfono: 943459757
Correo electrónico: txertoa@txertoa.com
ISBN: 978-84-7148-
Depósito Legal: SS-
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ÍNDICE
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
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Índice
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
AGRADECIMIENTOS ..................................................................................... 0
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................. 0
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Para Felipe Maya.
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I. LA PREHISTORIA CASI
El primer Ateneo
El Ateneo de San Sebastián fue fundado en 1870. El acta que recoge el momento
inaugural no puede ser más explícita ni más económica en su formulación: «En la ciudad
de San Sebastián y mes de octubre de 1870 varios jóvenes de la población se congregan en
una de las oficinas del Gobierno Civil de la Provincia, cedida al efecto por el oficial de la
sección de fomento, D. Manuel Trelles, animados del deseo de crear un Ateneo científico-
literario y artístico que, a la vez que fuera el lazo de unión y recreo de todos los elementos,
pudiera servir de círculo a la juventud estudiosa a fin de dedicarse a la enseñanza y la dis-
cusión de todos los problemas que se agitan en el mundo político, científico y literario» (el
acta es del puño y letra de José Manterola, como lo delata su caligrafía). La ambición está
a la altura de unas miras no menos ambiciosas y universales. El grupo de jóvenes allí reu-
nidos respondió a la llamada de Benito Jamar, cuyo discurso fundacional fue muy aplau-
dido, haciéndose digno por unanimidad de la imprenta «en cuanto se dispusiere de fon-
dos» para «que sirviera de programa al Ateneo que se iba a fundar». Entusiasmo, proyectos
y voluntad había, faltaba el lugar donde materializarlos. Los socios fundadores acordaron
ponerse inmediatamente manos a la obra «a fin de encontrar en la brevedad posible un lo-
cal en donde la naciente sociedad pudiera celebrar sus sesiones». El Sr. D. José Arana ofre-
ció su casa hasta que la sociedad pudiera disponer de local propio, oferta que fue aceptada
con agradecimiento, acordándose celebrar tres sesiones semanales, los lunes, miércoles y
viernes, de seis y media a ocho y media».
Resulta llamativa, no tanto la oferta de José Arana, sino el hecho de que estuviera entre
la plantilla de socios fundadores, no en vano se trataba de uno de los promotores más di-
námicos e importantes de la ciudad, cuyos espectáculos taurinos con los correspondientes
festejos adherentes constituirían, unos pocos años después, en 1876, el núcleo y origen de
la Semana Grande donostiarra, término que el propio José Arana inventaría como gancho
publicitario. Pero es que entre aquellos jóvenes dinámicos y sedientos de cultura se en-
contraban Ramón Fernández, el alcalde de la ciudad, José Goicoa, el arquitecto que desa-
rrollaría la segunda parte del Ensanche diseñado por Cortázar, y Ramón Machimbarrena,
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
futuro concejal del Ayuntamiento y miembro de una ilustre familia —San Sebastián es la
ciudad de «los cien mil machimbarrenas», en frase futura y proverbial de Muñoz Seca, que
dará dos alcaldes a la ciudad—. Ramón Machimbarrena figurará asimismo como co-
fundador en 1899 de una renovada Real Sociedad de Amigos del País. Entre los ilustres
fundadores hay que mencionar a Benito Jamar, hermano del que también será socio, Joa-
quín Jamar, impulsor en 1886 de la Cámara de Comercio de San Sebastián, y José Man-
terola, escritor y revitalizador de la cultura vasca desde su revista Euskal Erria, que editará
a partir de 1880. En resumidas cuentas, el Ateneo fue fundado por un grupo de jóvenes
que se hallaban al comienzo de unas carreras prometedoras y cuyo rasgo común era un li-
beralismo con tintes vasquistas, o como mínimo fueristas, que buscaba hacer ciertos los
ideales de instrucción y cultura nacidos con la revolución de 1868.
Porque no cabe duda de que al comienzo de todo se halla la revolución de 1868, por
otro nombre La Gloriosa, cuyo espíritu está hecho de justicia, progreso, educación y cul-
tura. Bien es cierto que se quedará en los grandes enunciados y que se desgastará antes
bien discutiéndolos que aplicándolos. Los gobiernos que se sucedan pecarán de una ma-
nifiesta incapacidad pragmática que terminará por tragarse el invento. De hecho, los go-
biernos cambiaban constantemente, con renovados intentos de hacer política, es decir, de
administrar y promover, pero sucumbían debido a su proclividad hacia la filosofía políti-
ca: la discusión de proyectos concretos termina invariablemente en la discusión de las
grandes ideas, que imponen, a su vez, constantes reacomodaciones y alianzas para acabar
buscando refugio en el partidismo. El historiador Melchor Fernández Almagro señala en
1972 que las sesiones constituyentes de 1869 tuvieron «algo de Aerópago, mucho de Aca-
demia o Ateneo y no poco de club, e inmediatas resonancias de Logias» (citado por Ro-
dríguez de Coro en Revolución liberal y II Guerra carlista, p. 152). Pues bien, no resulta
nada chocante que ese espíritu de Ateneo promueva lo que tenía que promover... ateneos.
En efecto, en los años posteriores a la proclamación de la revolución liberal y a imagen
del Ateneo de Madrid, fundado en 1829 pero revigorizado con los nuevos tiempos, sur-
gen ateneos por toda la geografía española. Como muestra, ahí están el de Badajoz —fun-
dado en 1870—, el riojano que surge en 1876, el hispalense, en 1879, etc., amén de
aquellos que, como el de Vitoria, fundado en 1866, y el catalán, nacido en 1860, encuen-
tran nuevos ímpetus. La consigna del momento es instruir y educar. Por eso el periódico
liberal Aurrera de San Sebastián considerará necesario hacer suyas las palabras que El Im-
parcial publicó el 5 de junio de 1869: «Sólo los pueblos instruidos, morales y redimidos
de la miseria, son los pueblos verdaderamente libres. Enseñad al pueblo ignorante, y por
cada letra del alfabeto, por cada idea científica que hayáis inculcado en su ruda y yerma
inteligencia habréis conquistado un triunfo en pro de la libertad y en pro de la civiliza-
ción. Todos los caminos conducen a la libertad, se ha dicho, hasta los caminos vecinales;
gran verdad es ésta, pero no lo es menos que el gran camino para la libertad es cultura».
Nuestros ateneístas incipientes, imbuidos sin duda por el espíritu y la letra de aquel
programa, decidieron volcar sus esfuerzos en todos los campos que pudieran abarcar. A tal
efecto crearon una plétora de comisiones: Historia de la Legislación española, dirigida por
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Capítulo I. La Prehistoria casi
Minúsculo. El San Sebastián de 1870 era bastante pequeño, pues contaba con apenas
16.000 habitantes. Sin embargo, prometía mucho, pues acababa de derribar las murallas y
se hallaba en plena remoción urbana. En efecto, el derribo de las murallas comenzó en
1863, finalizando en 1865 para dar paso a la ejecución de un Ensanche muy ambicioso
proyectado por Antonio Cortázar, que se aprobaría definitivamente en 1866, aunque le
sobrevino un añadido polémico no previsto en la redacción inicial, como se verá. Cortázar
había planeado una prolongación de la calle Mayor como arteria que conectaría la ciudad
vieja con la ciudad nueva. Junto a esa arteria, la actual calle Hernani, correría paralela la
vía del ferrocarril destinada al trasporte de mercancías para —y de— un puerto ampliado
y reformado según proyecto del ingeniero Estibaus más dos colegas suyos franceses. De
esta forma, en el linde interior de lo que son hoy los jardines de Alderdi Eder, pegados a la
playa de La Concha, se levantarían varias lonjas portuarias y la aduana. Cortazar no previó
ningún espacio intermedio entre la fachada de la ciudad vieja y la de la ciudad nueva, una
calle anodina con casas de habitación se encargaría de suturar la brecha. Su punto de vista
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
no fue del gusto de muchos donostiarras que preferían que se delimitase muy claramente
ese espacio liminal, construyendo una amplia alameda que diera empaque a la ciudad.
El enfrentamiento entre alamedistas y anti-alamedistas estaba servido. No se trataba de
una mera cuestión de estética, sino del choque entre dos concepciones de la ciudad que se
venían cociendo desde 1860. Los alamedistas apostaban por una ciudad de turismo, los
anti-alamedistas lo hacían, en cambio, por una ciudad industrial que tendría su polo de
desarrollo en el puerto. De hecho, la propuesta alamedista estuvo presente en el propio
concurso del Ensanche, ya que el segundo clasificado, Saracíbar, la incluía en su proyecto.
La diatriba hizo correr mucha tinta y gastar mucha saliva. Los próceres donostiarras mili-
taban por un campo o por otro, aunque hubo familias, como la de los Brunet, que tenían
miembros en ambos. El propio Consistorio se hallaba dividido a partes exactamente igua-
les entre las dos posturas. Fue el voto de calidad del alcalde, Tadeo Ruiz de Osorio, el que
inclinó la balanza en favor de los alamedistas para enfado del alma mater del Ensanche,
Antonio Cortázar. Entre los contradictores de la Alameda del Boulevard se hallaba quien
será socio fundador del Ateneo, Benito Jamar y, cómo no, un Machimbarrena, Fermín,
que terminará por ingresar en el Ateneo, como ya se ha dicho.
A excepción del Boulevard en sí, el planteamiento de Cortázar no difería mucho del de
los partidarios de una ciudad de servicios, ya que preveía destinar el centro, es decir, prác-
ticamente todo el ensanche, para los pudientes, reservando la fachada marítima, excepción
hecha de las tres primeras manzanas de Alderdi Eder más próximas al puerto, cuyo uso
preveía comercial, para los veraneantes. Los barrios de Amara y de San Martín estarían
destinados a los pobres o, como se decía entonces, a las clases menesterosas. El nuevo San
Sebastián nacía como una ciudad clasista, pero no era diferente en ello a las proyectadas
por los ensanches de Barcelona —1860— y Madrid —1859—, inspirados a su vez, cómo
no, en el que efectuó Haussmann en París a partir de 1853. Hasta 1874 se edificarán en
Donostia 177 parcelas, es decir, un tercio del espacio planeado. San Sebastián llega de este
modo a la Avenida, el otro eje monumental paralelo a la Alameda. En 1870 se condena la
hipotética remodelación del puerto al hacerse cargo el Ministerio de Fomento de la lim-
pieza y remoción del de Pasajes por Ley del 12 de mayo en la idea de que el puerto de Pa-
sajes sería el de San Sebastián de ahora en adelante. Así pues, en el momento en que surge
el Ateneo, la ciudad está patas arriba, aunque se ha producido una curiosa conjunción en-
tre la desaparición de las murallas, es decir, la liberación urbanística, y la liberación ideo-
lógica que produce el estallido de La Gloriosa y que sobreviene apenas dos años después
de aquélla. ¿Cómo extrañarse de que la ciudad se halle en plena ebullición?
Hay una anécdota referida por Calei Cale en su libro A través de Iruchulo que ilustra el
ánimo revoltoso y progresista que embargaba a los donostiarras. Se representaba en el
Teatro Principal el drama histórico Carlos II el Hechizado. En él destacaban las intrigas del
valido Fray Froilán Díaz y se hicieron tan odiosos al respetable los modos y amenazas del
fraile que, en el momento en que cierto cortesano amaga con sacar su espada contra el
aborrecible favorito, el público, movido por la fiebre liberal, prorrumpió en gritos de que
llevase a término el movimiento y atravesara al maldito fraile como así hizo, a despecho de
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Capítulo I. La Prehistoria casi
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
prácticas democráticas que el nuevo régimen representaba y a las medidas que en esta di-
rección adoptaba» (Historia de San Sebastián, p. 305). De ahí que se retiren en 1869 de las
Juntas Generales de Guipúzcoa 31 ayuntamientos carlistas, pese a que el carlismo arrasó
en las elecciones. Frente a la abrumadora mayoría carlista de la provincia, San Sebastián
podía oponer un ayuntamiento mayoritariamente liberal.
No todo en el carlismo se contentó sin embargo con las vías políticas, es decir pacífi-
cas. Las crónicas recogen unas muy tempranas actividades conspirativas del alguacil car-
lista del muelle de San Sebastián, Pedro Luzuriaga, que será detenido en 1869. Los rumo-
res acerca de una inminente asonada carlista se hacen cada vez más audibles e insistentes.
En el valle del Urola los ánimos se hallan muy caldeados por el desmantelamiento del
santuario de Loyola, casa matriz de los jesuitas y palacio de San Ignacio, patrono de Gui-
púzcoa. El traslado de la biblioteca del santuario a San Sebastián, en el que intervino co-
mo comisionado del Ayuntamiento Fermín Machimbarrena, fue vivido como un ultraje.
La prueba de que los rumores no iban desencaminados la constituye el estallido de un ar-
senal carlista clandestino el 22 de agosto de 1870, precisamente en Azpeitia, localidad a la
que pertenece el santuario de Loyola. Una semana después, el 29 de agosto, se producirá
allí mismo la sublevación carlista que se venía temiendo. Los carlistas le habían dado al
Gobierno salido de la revolución poco más de un año, pero no como muestra de confian-
za y cortesía, sino como tregua hasta que pudieron organizar la revuelta. La carcunda gui-
puzcoana se había echado al monte.
Ante esta situación, el Ayuntamiento de San Sebastián lanza un bando el 31 de agosto
y consigue el alistamiento de 314 voluntarios para luchar contra los carlistas. Son los pri-
meros Voluntarios de la Libertad, cuerpo creado por Decreto Orgánico del 17 de febrero
de 1868 por el Gobierno provisional revolucionario y publicado al día siguiente por la
Gaceta de Madrid. El ejército actuará diligentemente y la asonada de Azpetia termina con
la rendición de los sublevados el 5 de septiembre. Lo que, si no empezar, alcanzó el punto
de no retorno con la supuesta y bien publicitada profanación del santuario de Loyola de-
nunciada por los carlistas tendrá una extraña repercusión en San Sebastián. En efecto, pe-
se a estar expulsados y prohibidos, los jesuitas consiguieron fundar un colegio en el propio
corazón de la bestia, la ciudad del liberalismo radical por excelencia —la expresión proce-
de del redactor de la Historia de la Provincia de Castilla, contemporáneo a los hechos—,
lo que dice mucho de la supuesta intolerancia de los liberales. El colegio jesuita se encon-
traba en el n.º 10 de la calle Narrica y empezó a funcionar para el curso 1869-70, justo
cuando se estaba cociendo la asonada carlista. El fin de la rebelión no supuso represalia al-
guna contra quienes podían considerarse simpatizantes de la misma, cuando no alentado-
res, y el colegio pudo proseguir sus clases durante el curso 1870-1871. De esta manera, las
ansias de instrucción y de progreso del recién fundado Ateneo encontraban un correlato
en la enseñanza reglada y seguramente reaccionaria del colegio jesuita. Resulta curioso ob-
servar que las actas del Ateneo de diciembre de 1870 recogen como tema de controversia
«La conveniencia de la separación de la Iglesia y del Estado», debate en el que participaron
Benito Jamar, Andrés Egoscozábal, Francisco Egaña, José Arana y Tirso Jarauta.
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Capítulo I. La Prehistoria casi
El curso 1871-72
El cronista del Ateneo, con toda seguridad el secretario del mismo, José Manterola, re-
coge en la memoria de actividades que el final del primer curso discurrió «con escasa ani-
mación» clausurándose el 15 de abril de 1871. Lo que no impide que el 18 de febrero los
28 socios con que cuenta la entidad celebren un opíparo banquete en el Hotel de Inglate-
rra. Los temas escogidos para las conferencias de esos meses son «Historia de la educación»,
a cargo de Juan Osés, «Origen y antigüedad de los vascos» pronunciada —en dos entregas—
por José Domerq, una acerca nada menos de «¿Cuál es el móvil de las acciones humanas?», y
otra sobre «Las ventajas e inconvenientes del matrimonio», que promovieron una «animada
discusión». En una ciudad de veraneo parece lógico que se suspendieran las actividades de
mayor hondura durante el periodo estival, de ahí que el debate sobre el tema del matri-
monio no se reanudase hasta la apertura, en octubre del curso 1871-1872. Por cierto,
1871 es el año de la promulgación de la Ley del matrimonio civil, lo que alimenta los de-
monios carlistas que necesitaban muy poco para encenderse. Pío Baroja en Aventuras, in-
ventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox pinta una escena en la que un hombre apocado
y timorato lee El Siglo Futuro, un periódico claramente integrista, y merece por ello la re-
probación del cura don Mateo con estas palabras: «Parece mentira que se esté usted ma-
tando así, sin necesidad», en las que el abate expresa su dictamen acerca de una publica-
ción que le parece demasiado morigerada y, por tanto, inútil. Y es que desde El Semanario
Católico del cura levantisco Vicente Manterola llueven las soflamas y se toca a rebato. Por
si acaso el propio clérigo venteando una posible detención se exilia a San Juan de Luz
donde entrará a formar parte de la Junta carlista que organizará la sublevación de 1872,
pero los rumores acerca de un levantamiento inminente comenzaron a circular desde
principios de 1871.
El 9 de marzo de 1871 se celebraron elecciones y salió elegido diputado por San Se-
bastián Fermín Lasala y Collado, duque de Mandas, otro de los caciques liberales habi-
tuales de la política guipuzcoana que venció al carlista Dorronsoro, el diputado general
que acompañó a Isabel II al exilio cuando se proclamó La Gloriosa, pese a la agitación a
pie de urna efectuada por la clericalla tradicionalista. Los carlistas obtuvieron tres diputa-
dos en la provincia. Si no ajeno a la situación, sí al menos entregado a sus propios queha-
ceres, el Ateneo celebró la primera Junta General del curso el 15 de octubre procediendo a
la elección de la nueva Comisión Directiva, cuyos miembros son Francisco Lafarga, presi-
dente, Eduardo Echeverría, vicepresidente, Ramón Machimbarrena, secretario, y José Ma-
ría Elizarán, tesorero. A fines de mes hay cambio de sede, el Ateneo se instala en un entre-
suelo de la plazuela de Lasala, muy cerca de la sede de La Unión Artesana, la sociedad
recreativa estrictamente contemporánea del Ateneo. Junto a ella o quizá encima porque el
Archivo de San Sebastián registra la existencia, por aquel entonces, de un único edificio en
la plazuela, el n.º 2 y ahí, en el primer y segundo piso tenía La Artesana su sede según
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Juan M.ª Peña Ibañez (Del San Sebastián que fue, p. 254). Entre las principales decisiones
tomadas por la Junta figuran la creación de una biblioteca, la suscripción al periódico
científico literario Revue de cours et de conférences, el establecimiento de un programa de
conciertos con funciones semanales y las lecciones de cultura general para las clases traba-
jadoras. A principios de diciembre se procede a nombrar una comisión para que redacte
un nuevo reglamento más acorde con la realidad de la institución. El reglamento será
aprobado con algunas ligeras modificaciones el 16 de diciembre de 1871.
Las ansias reformistas del Ateneo no podrán cumplirse ya que «las clases populares
anunciadas en el periódico no pudieron llevarse a cabo por falta de concurrencia», como
recoge la memoria del curso. La aprobación del nuevo reglamento trae consigo nuevas
elecciones y la Comisión Directiva queda compuesta por Galo Aristizábal, presidente, Be-
nito Murillo, vicepresidente, Benito Jamar, secretario, y José Domerq, tesorero. Asimismo
y de acuerdo con la nueva reglamentación se eligen los presidentes de las distintas seccio-
nes resultando presidente de la Sección de Ciencias, Manuel Peyronceli, de la de Filosofía
y Letras, Andrés Egoscozabal, y de la de Bellas Artes, Fermín Barech, quedando encarga-
dos de las disertaciones Andrés Egoscozabal, en Derecho Penal, Eduardo Echeverría en
Historia Universal, Benito Jamar, en Historia de la Revolución francesa, Víctor Acha, en
Antropología, José Goicoa, en Historia de la Arquitectura, Francisco Lafarga, en Astro-
nomía y José Manterola en Teatro Antiguo Español. El censo de socios se eleva a 74 entre
los que hay que destacar a José Brunet, Manuel Lizariturry, Agapito Ponsol y Manuel Re-
zola, miembros de poderosas familias de industriales, así como los representantes de la vi-
da cultural Ricardo Baroja, Ramón Martiarena y Marcelino Soroa. La flamante biblioteca
del Ateneo cuenta con 25 títulos.
Finaliza el curso 1871-1872 en medio de un contexto muy poco prometedor. La agita-
ción carlista consigue un 84% de abstención de la provincia en las elecciones de 1872, re-
sultado que repetirá en las de 1873. Refiriéndose al periodo comprendido entre enero y
febrero de 1872 (conviene recordar que los cursos del Ateneo finalizaban en abril, como
ya se ha dicho), el cronista del Ateneo reseña que siguen con sus tareas pese a «la escasa
animación como consecuencia de las discordias y cuestiones que agitaban a la población
entera distrayendo su atención». Estas cuestiones no eran otras que la inminencia de las
propias elecciones, previstas para abril de 1872, con la perspectiva de la abstención carlista
como anticipo de unos más que seguros nubarrones de guerra. José Extramiana en su artí-
culo «De la paz a la guerra: aspectos de la ideología dominante» (Boletín Sancho el Sabio, 20,
1976, 57) señala que el clérigo Vicente Manterola invitaba a principios de febrero de
1872 desde su revista El Semanario católico «a derribar el régimen por la fuerza». De he-
cho, el estallido se producirá el 21 de abril aunque la intentona fracasará y se extinguirá
completamente en junio gracias a la enérgica intervención del ejército pero también a que
la insurrección fue tan masiva, prematura y mal organizada que casi ningún participante
tenía armas.
En lo que concierne al Ateneo, se produce un nuevo contratiempo de signo afortuna-
damente más pacífico. Las desaveniencias ocurridas entre el conserje-propietario del local
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Capítulo I. La Prehistoria casi
y algunos socios motivan la ruptura del contrato de arriendo, por lo que el Ateneo se ve
puesto, a mediados de febrero de 1872, de patitas en la calle. Este contratiempo motiva la
suspensión de las actividades y «del cobro de las cuotas mensuales» hasta que se halle un
local que reúna condiciones. La comisión destinada al efecto consigue encontrar uno en la
planta baja del n.º 4 de la calle Legazpi, propiedad de los señores Barech y Elvira. De tal
modo que el nuevo curso 1872-1873 se pone en marcha en las nuevas instalaciones con
un concierto extraordinario de inauguración que se desarrolla bajo la batuta de Fermín
Barech y la colaboración de «varios jóvenes artistas», como rezan las actas, el 12 de octubre
de 1872.
El curso 1872-73
Desde el punto de vista historiográfico se trata del curso mejor documentado. Al me-
nos en su primera mitad porque se conservan las actas de las fechas comprendidas entre el
10 de octubre y el 31 de diciembre de 1872, habiéndose perdido las correspondientes a
1873. ¿Qué se desprende de esta valiosa documentación? Que el Ateneo ha alcanzado su
madurez y realiza una serie de actividades con machacona regularidad. Los lunes y miér-
coles se pronuncian conferencias a razón de dos por tarde —una a las siete y otra a las
ocho— reservándose los viernes para debatir los diferentes aspectos que hubieran suscita-
do las diferentes disertaciones. Los sábados se dedican a la música con un concierto que se
programa invariablemente a las ocho de la tarde. Asimismo las actas ponen de manifiesto
que el Ateneo crece sin cesar causando auténticos problemas de logística. El secretario José
Manterola llegará a proponer en la Junta del 11 de diciembre que se interrumpa la admi-
sión de nuevos socios para poder ofrecer una atención de calidad a los existentes, que se
elevan a 149, llegándose, a final de año, a plantear el traslado de los conciertos al salón La
Armenia, del Kursaal, porque cuenta con mayor aforo. Al cerrarse 1872, los socios dis-
pondrán de un carnet —un billete, le llamaban entonces— que les acredita como tales.
Sin embargo, los primeros conciertos tuvieron un público más bien escaso aunque para
el cuarto las actas registran la asistencia de una «concurrencia numerosa y escogida» que
llena el salón. En cuanto a las conferencias, hubo varias que hubieron de suspenderse bien
por la escasez de público bien por la defección del conferenciante, cosa no de extrañar
pues las disertaciones recaían casi siempre sobre los mismos y se programaban práctica-
mente de un día para otro, y más raramente por otras causas (el 4 de noviembre se sus-
pendieron debido a que los partidos realizaban reuniones electorales). Lo más destacable
es que hubo dos temas que fagocitaron el calendario dejando en meras sesiones testimo-
niales las dedicadas a «La visión humana», por Víctor Acha, o a «La Belleza, su naturaleza y
caracteres determinantes», por José Goicoa. Los dos temas estrella de la temporada fueron
«La educación de la mujer» y «La enseñanza obligatoria», ambos muy en la línea que mar-
caban unos tiempos que centraban el punto de mira en el desarrollo integral del ser hu-
mano pero nada hacía prever que suscitarían debates muy encendidos y prolongados.
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
O tal vez sí. Pablo Feced pronunciará el 25 de octubre de 1872 y en segundo turno
una conferencia sobre la educación de la mujer en la que sostuvo que la mujer no era infe-
rior al hombre en el plano intelectual y que por consiguiente debía tener derecho a la
misma educación que éste. El acta concluye: «Llevando la tesis hasta sus últimas conse-
cuencias, el Sr. Feced sostenía que la mujer debía ser abogada, médica, ingeniera, emplea-
da, etc., etc, y que como el hombre debía gozar de todos los derechos civiles y políticos
que las leyes conceden al varón en nuestro país». Una propuesta tan osada mereció con-
testaciones muy contundentes que prolongaron la discusión durante cinco sesiones más.
Nadie apoyó a Feced, en cambio intervinieron en contra diez ponentes cuyo rasgo común
fue el de considerar a la mujer inferior al hombre por fisiología y complexión. Para Galo
Aristizábal y Víctor Acha, la propia naturaleza de la mujer la hacía incompatible con los
papeles asignados al hombre. Ramón Fernández abogaba por la educación de la mujer pa-
ra que pudiera ser «maestra de sus hijos y digna compañera del hombre» dejando de ser
«como es hoy rémora de todo progreso y sostenedora de todos los errores y preocupacio-
nes». Benito Jamar también se mostraba partidario de educar a la mujer pero de manera
completamente opuesta al varón, dada su psicología. Se puso fin al debate el 18 de no-
viembre con sendos discursos de Feced y Acha que dejaron las cosas como estaban, es de-
cir enfrentadas y sin posiblidad de que se produjera un entendimiento entre los oradores.
La enseñanza obligatoria fue defendida por José Manterola dentro de la disertación
que pronunció el 20 de noviembre bajo el título «Carácter que debe tener la enseñanza ele-
mental». En su intervención, Manterola sostuvo que la enseñanza elemental o primaria
debía ser universal, obligatoria y gratuita. Aquí el debate se enconó debido a que, para al-
gunos, la enseñanza obligatoria suponía una intromisión intolerable del Estado en esferas
que no le correspondían atentando, por ello, contra el individualismo, que era la base de
la sociedad y del Estado. Las posiciones más moderadas estaban de acuerdo con la inter-
vención del Estado a condición de que se le marcaran límites en la forma y el contenido
que debía de tener la enseñanza. Esta cuestión de los contenidos también suscito polémica
y sirvió para reforzar las posiciones de los contendientes enfrentados, ya que una enseñan-
za que abordara contenidos en materia moral o religiosa suponía dar mucho poder a un
Estado, con el agravante de que los criterios educativos podrían variar en función del par-
tido que se hallase en el Gobierno. Hasta el 23 de diciembre se fueron sucediendo argu-
mentaciones y contra-argumentaciones basadas en la teoría del Derecho, en la Sociología,
y en la política educativa llevada a cabo por distintos países. Para algunos el debate era es-
téril porque el Estado no tenía medios efectivos de imponer la enseñanza, ¿cómo coaccio-
naría a los ciudadanos? Para otros, que apoyaban el derecho a instruirse, hablar de una
política educativa estatal significaba solamente ofrecer oportunidades y poner los medios
para que los ciudadanos que no pudieran acceder a la educación a través de la iniciativa
privada pudiesen hacerlo.
Con todo, lo más interesante del debate para un observador actual tiene que ver con la
teoría del Estado, es decir, con la manera de entender el Estado y con la forma en que de-
be relacionarse con los ciudadanos, que ofrecieron los participantes y que partía de la base
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Capítulo I. La Prehistoria casi
de que el Estado tiene poder por delegación ya que la fuente de todo derecho es el indivi-
duo —base de las reflexiones del socio Echagüe— y eso en una sociedad post-
revolucionaria, por poco radical que fuese, que buscaba modelos de Estado y de sociedad.
Entre los ponentes destacaron Feced y Egoscozabal, que se mostraron absolutamente
opuestos a la intervención del Estado en la enseñanza por cuanto cualquier clase de inter-
vención podía desembocar en el pisoteamiento de los derechos individuales y, por ende,
en la tiranía. Ramón Fernández, Joaquín Jamar y también Azofra eran por el contrario
partidarios de la enseñanza obligatoria, es decir, de la intervención del Estado en materias
distintas a las de la mera administración, siempre y cuando se estableciera determinados
límites y se matizara la intervención. Echagüe, contrario a estos últimos, llegó a tildar de
socialistas a los defensores de la enseñanza obligatoria. La discusión quedó suspendida el
23 de diciembre sin que sepamos si continuó en fechas posteriores.
Es este clima de discusión perpetua el que caracterizaría, según José Daniel Reboredo,
a los ateneos de la época: «La diferencia esencial entre los ateneos y otras instituciones
culturales y bibliotecas, estribaba en el hecho de que las teorías conservadas en libros, po-
nencias, trabajos de investigación, etc., se discutían y difundían, dándose posteriormente,
y a partir de ellos, a conocer. El Ateneo de Vitoria, con muchos similares en el país, no era
una universidad, ni una Escuela de Artes y Oficios, ni una Sociedad Económica de Ami-
gos del País, ni una escuela primaria o secundaria, aunque participaba de la labor de todas
ellas. Era el Ateneo, por aquellos 34 últimos años del s. XIX, el único lugar donde acudían
los talentos más insignes, sobre todo de la ciudad, y el palenque donde se daban a conocer
los futuros representantes de la vida pública ciudadana y también los que serían los inte-
lectuales más representativos de la provincia» (El Ateneo Científico, Literario y Artístico de
Vitoria, 1866-1900, p. 154)
Ausentes las actas del periodo comprendido entre enero y abril de 1873, segunda parte
del curso 1872-73, poco sabemos de lo ocurrido durante ese lapso de tiempo. Tampoco
las fuentes indirectas nos dicen nada. Del curso 1873-74 se conserva solamente un acta
correspondiente al 1 de noviembre de 1873 en la que se señala un nuevo cambio de sede.
El Ateneo se reúne, no sabemos exactamente desde cuando, aunque no debe de ser desde
hace mucho puesto que el cronista se siente obligado a señalar la nueva dirección, en la
sala de descanso del Teatro Principal debido a razones de índole económica, como señala
el presidente de la Comisión Directiva, Eduardo Echeverría. La sociedad registra un défi-
cit de 1.500 a 2.000 pesetas, cifra bastante considerable dado que los ingresos por cuotas
se elevan a unas 200 pesetas mensuales y eso cuando hay sesiones, de ahí que el socio
Emilio Silva proponga que la cuota se cobre durante todo el año, y que se imponga el
traslado a un lugar donde no haya que pagar alquiler. Y no sabremos más porque las actas
se interrumpen de forma un tanto abrupta con una nota sin fecha en la que aparece garra-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
22
Capítulo I. La Prehistoria casi
Conviene señalar que el Sr. Barech mencionado en la nota era quien dirigía los conciertos
del Ateneo y, por lo que parece, para esas fechas los organizaba más bien por cuenta pro-
pia.
La última reseña perteneciente al 18 de diciembre de 1876 constituye una auténtica
acta de defunción: «Se remiten los reglamentos [quien los remite es el Alcalde y lo hace
para el Gobernador civil] de las tres sociedades de recreo que existen en esta ciudad. Exis-
tía también hasta el principio de la guerra civil [1872] un Ateneo científico-literario, cuyas
tareas debieron suspenderse, con motivo de aquella funesta lucha, sin que hasta el presente
se hayan renovado». La extinción del Ateneo no producirá, sin embargo, un lamento uná-
nime. El historiador nacionalista Adrián de Loyarte mostrará en 1913 hacia él unas pala-
bras bastante duras sobre todo si se tiene en cuenta la vocación liberal con la que nació:
«En cuanto a la cultura existió un Ateneo de relativa importancia, que no respondía en
cambio al menor deseo, preocupación ni necesidad social. Fue un trabajo y una creación
puramente particularista, donde algunos señores podían exteriorizar sus facultades y su
cultura» (Anales de la Segunda Guerra Carlista en San Sebastián p. 267). Puede tener razón
Loyarte, quien, por cierto, estará entre quienes se plantearían en 1912 una reedición del
Ateneo, en señalar los aspectos endogámicos de la entidad pues sus actividades estaban
únicamente destinadas a los socios, excepción hecha de los conciertos y del frustrado in-
tento de instruir a las clases populares, pero de ahí a sostener que se trataba poco menos
que de un foro exhibicionista y onanista va un trecho.
23
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
que fue atendida por la Junta del Ateneo con la organización de un concierto de pago cu-
ya recaudación se destinaría íntegramente a los músicos, lo que no impidió que persistiera
un cierto malestar entre el Sr. Barech y el Ateneo por esta cuestión como se trasluce de la
lectura de las actas.
Posiblemente la música hubiera sido la actividad más exitosa del Ateneo durante la
guerra en caso de haberse programado, pero la desaparición de la entidad tuvo que deber-
se a algo más que a problemas de tesorería ya que sus socios eran más que solventes. Aun-
que sólo caben conjeturas al respecto porque no conservamos datos. Entre las hipótesis
más plausibles estaría la de la implicación del elemento motor del Ateneo en la guerra. Si
repasamos la lista de los participantes en el sonado debate acerca de la enseñanza obligato-
ria nos encontramos con Ramón Fernández, que fue nada menos que el alcalde de la ciu-
dad entre 1869 y 1873, tocándole, por consiguiente asistir a los primeros días de guerra.
En 1873 le sucedió otro socio del Ateneo, Fermín Machimbarrena. El también socio An-
drés Egoscozábal ocupaba el puesto de secretario del Ayuntamiento desde 1869 y sólo lo
abandonó en 1885. Ni que decir tiene que a ninguno de ellos le quedaría mucho tiempo
para la cultura en una ciudad sitiada que veía acudir constantemente refugiados y que te-
nía no sólo que preocuparse del abastecimiento sino también de las peticiones logísticas de
los militares.
Otra de las piezas clave del Ateneo, el arquitecto José Goicoa, tuvo que ocuparse de las
nuevas fortificaciones de la ciudad. En cuanto al secretario de la institución, José Mante-
rola, se implicó de lleno desde que estalló la guerra en la creación y dirección de un perió-
dico Diario de San Sebastián —lo fundó el 15 de diciembre de 1872—, publicación que
examinaba con ojo liberal la contienda y plasmaba una crónica diaria de la misma. Todo
ello sin mencionar a los socios enrolados como Voluntarios de la Libertad. De los 74 so-
cios censados a 31 de diciembre de 1871, por lo menos 29 formarán parte de los batallo-
nes donostiarras no faltando entre ellos varios —un mínimo de 9— que también se enro-
lan como Voluntarios por la República (Gaceta de Madrid, 17-III-1896). Algunos socios
del Ateneo —José de Brunet, que encabeza la lista, más Ignacio Alcázar, Serafín Baroja,
José Domercq, Benito Jamar, Emilio Got, Enrique Jornet y Manuel Michelena, entre 38
voluntarios en total— firman con 30 Voluntarios de la Libertad más una carta dirigida al
Diario de San Sebastián, el 30 de agosto de 1873 y publicada en la edición del día si-
guiente, protestando por el ultraje que a su juicio comete el Ayuntamiento —a cuyo
frente hay un ateneísta— contra los Voluntarios al presuponer en algunos falta de abnega-
ción y patriotismo: «Esa conducta es inexplicable en un Ayuntamiento liberal; para com-
prenderla sería necesario que la mayoría de los que componen el Ayuntamiento de San
Sebastián no reflejaran el espíritu eminentemente liberal de este pueblo. Es cosa extraña lo
que sucede aquí. Todo el mundo desea el olvido de nuestras discordias ante la necesidad
de defendernos contra ese enemigo que llama ya a nuestras puertas, contra el carlismo, y
cuando esa unión se conserva por la prudencia de todos, se levanta una voz temeraria que
encuentra apoyo y protección allá donde debiera ser ahogada, habo la solemne protesta de
la representación del pueblo». Pero no sólo cuenta el factor humano. Aunque en fecha
24
Capítulo I. La Prehistoria casi
tardía, mediados de 1875 cuando posiblemente el Ateneo no era más que un recuerdo, el
Teatro Principal, donde el Ateneo tenía la última sede conocida, fue destinado a cuartel
con lo que desaparecía el que fuera lugar de encuentro de los ateneístas, todo ello en una
ciudad que carece de espacio disponible para refugiados y tropas.
Una vez finalizada la guerra, en febrero de 1876, sobrevinieron otros contratiempos
que pudieron actuar contra los eventuales deseos de reorganizar el Ateneo. No fue el me-
nor la propia restauración de la monarquía que sin duda paralizó los ánimos de unos re-
publicanos convencidos amén de los liberales a secas partidarios, como mínimo, de una
monarquía menos tradicional es decir, con menos poder que la que se les vino encima,
por lo que resulta verosímil que los antiguos socios del Ateneo prefirieran mantenerse a la
expectativa. Máxime después de recibir el 21 de julio de 1876 el mazazo de la supresión
de los Fueros. No hay que olvidar que muchos socios del Ateneo eran fueristas convenci-
dos y que las protestas contra la abolición de los fueros se castigaron con severidad. A José
Manterola le privaron de su cátedra del instituto y le cerraron temporalmente el periódi-
co. No obstante, la parálisis no sólo pudo afectar a los posibles reanudadores del Ateneo
sino que fue general, tanto que el historiador Loyarte antes citado no podía comprender
cómo una cuestión tan grave como la supresión de los Fueros no suscitase la más viva de
las reacciones: «Aunque parezca inverosímil, a pesar de la abolición de los Fueros, que por
el Gobierno español se llevó a cabo el año anterior, el sentimiento basco [sic] se hallaba
muerto», manifestación recogida por Muñoz Echabeguren en Anales de la Segunda Guerra
Carlista, p. 267.
Por una de esas extrañas casualidades, los destinos del Ateneo se cruzaron con los del
poeta Vilinch (hoy Bilintx), Indalecio Bizcarrondo, que pertenecía al 4.º batallón de los
Voluntarios de la Libertad y que murió como consecuencia de la explosión de una bomba
carlista. Cuando el Ateneo se instala en el Teatro Principal era a la sazón conserje del
mismo el mencionado Bizcarrondo y de ello da cuenta la nota garabateada con que finali-
zan las actas de 1873 y que expresa telegráficamente un deseo que, como hemos visto, no
pudo cumplirse ya que cesaron las actividades: «Conciertos los sábados. Encargado del
salón: Vilinch». Se trata de un curioso cruce de destinos puesto que Vilinch era liberal
convencido y el Ateneo representaba la faz cultural del liberalismo. Resulta ocioso pre-
guntarse por qué no se encontraron antes y en otras circunstancias de índole precisamente
cultural pero podría suponerse que fue debido a diferencias de clase ya que en el Ateneo se
reunían más bien los próceres y notables de la villa y Vilinch no era más que un humilde
carpintero que escribía poesía. Pese a ello, su muerte fue muy sentida. El socio del Ateneo
y corresponsal de El Tiempo, Serafín Baroja, escribió el 21 de enero de 1876, al día si-
guiente de que la bomba carlista hiriese gravísimamaente a Vilinch, una emotiva carta, re-
cogida por Muñoz Echabeguren: «Me hallo honda y dolorosamente afectado por una des-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
gracia ocurrida ayer tarde. Un poeta vascongado, el único tal vez tan modesto como inspi-
rado, honrado y ejemplar padre de familia, trabajador infatigable, quien por su seudónimo
es conocido en todo el ámbito de estas provincias, ha sido mortalmente herido por una
granada de Arratsain. ¡Pobre Indalecio Bizcarrondo! ¡Pobre Vilinch» (Anales de la Segunda
Guerra Carlista en San Sebastián, p. 215). Vilinch fue herido de muerte en la buhardilla
del Teatro Principal donde había instalado su vivienda. Justo encima de la que había sido
sede del Ateneo.
Desde el 28 de septiembre de 1875 y hasta el fin de las hostilidades en febrero de
1876, los carlistas bombardean la ciudad prácticamente a diario, aunque eso sí, sin la in-
tensidad con que bombardearon Hernani. Mientras sobre la ciudad de San Sebastián
caían unos 2.000 proyectiles, sobre Hernani cayeron en un espacio de tiempo similar cer-
ca de 10.000. Hasta el comienzo de los bombardeos, San Sebastián fue una ciudad sitiada
que sufría escaramuzas de los carlistas en los barrios periféricos que buscaban raptar hom-
bres para sus cuadrillas y rapiñar ganado o efectos de intendencia, lo que motivó la cons-
trucción de tres líneas de defensa concéntricas. Asimismo, en tanto que ciudad sitiada su-
frió algunas estrecheces de abastecimiento que produjeron inoportunas carestías con las
correspondientes protestas por parte de una población que crecía constantemente debido
a un aflujo de refugiados que ocasionaba no sólo problemas de manutención sino también
de alojamiento. No hay que perder de vista que la ciudad se hallaba en plenos trabajos de
ensanche y vivía saturada por los militares y el acantonamiento de sus caballerías y trenes
artilleros. Las quejas acerca de los abusos cometidos por la tropa en las propiedades priva-
das serán continuas.
Con los bombardeos, la guerra entró físicamente en la ciudad. Sin embargo, una vez
pasado el susto del primer bombardeo «el vecindario transcurría por las calles y paseos
como si nada ocurriera» (Anales de la Segunda Guerra Carlista en San Sebastián, p. 188).
Los carlistas invitaban a los suyos a contemplar desde las alturas el castigo de una ciudad
que consideraban la capital del vicio, pero la moral de los ciudadanos nunca se vio afecta-
da por la lluvia de bombas. Al contrario, no faltaron los conciertos en el Boulevard y, de
cuando en cuando bailes, en los salones más importantes. Algunas compañías de teatro de
Madrid se ofrecían para las temporadas de verano sin tener en cuenta que la ciudad era
una guarnición que utilizaba los teatros como cuarteles. Manuel Laborde Werlinden en el
artículo «Notas de la Segunda Guerra Carlista» (Boletín de Estudios Históricos Sobre San Se-
bastián, N. 16-17 (II) (1982-1983), p. 987-997) transcribe las anotaciones hechas en su
diario por el detallista conde de Alacha en las que se leen muchos pormenores sobre el
bombardeo. Así, el minucioso observador calcula, por ejemplo, que la granada tarda en
explotar 20 segundos desde que se percibe el fogonazo en la Venta Ciquin del monte
Arratsain donde estaba la batería que hostigaba a la ciudad. Lo que motivó la colocación
de vigías en puntos altos del casco urbano (uno de ellos, un mocete, era el hijo del presi-
dente de la Unión Artesana).
San Sebastián no sufrió ningún ataque masivo. Los carlistas se contentaron con realizar
escaramuzas y lanzar bombas más con fines intimidatorios que como preparación a un
26
Capítulo I. La Prehistoria casi
asalto final. Al parecer les bastaba con sentirse dueños de la provincia donde establecieron
un Estado paralelo presidido por Carlos VII. Pese a contar con un ejército numeroso
rehuían los enfrentamientos directos por saberse peor preparados y contar con un arma-
mento insuficiente por más que tuvieran sus propias fábricas de armas y munición. El
Gobierno, seguramente debido a su propia debilidad y a las disensiones internas en un
ejército que no veía la situación política clara y practicaba sin disimulos la conspiración, se
limitó a garantizar una fuerza mínima que se circunscribía a mantener a los carlistas a ra-
ya. De cuando en cuando los generales organizaban batidas y buscaban la batalla pero no
conseguía triunfos aplastantes. No es casual que con la Restauración, es decir, con el re-
greso de la monarquía sobrevenido en 1876, muchos, incluidos los jefes militares, consi-
derasen que se habían acabado las aventuras políticas, lo que propició que se organizara un
ejército potentísimo que derrotó a los carlistas en dos meses. Bien es verdad que la coro-
nación de Alfonso XII, primo de Carlos VII, desmovilizó a muchos carlistas convencidos
de que con la llegada del monarca acabarían, si no el problema dinástico, sí muchos de los
que les habían echado al monte.
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
da y con tanto hacha de los negocios. El Ateneo no consigue sanear sus cuentas y racanea,
como ya hemos visto, con unos músicos excesivamente bien dispuestos, tanto como para
no cobrar y eso aún teniendo que preparar ¡un concierto semanal!
Sea como fuere, el Ateneo sí logra cumplir con sus fines de promover e intercambiar
ideas. Bien es cierto que lo hace exclusivamente para los socios —excepto al principio, con
los conciertos, que eran para el público en general—, por lo que carece de esa proyección
social que le animaba en espíritu. Como hemos visto, las conferencias abarcaban distintos
campos del saber humano y los debates fueron interesantes, encendidos y prolongados
contando con la virtud de no degenerar en enfrentamientos que hicieran imposible la via-
bilidad del proyecto. Al menos en apariencia, las actas no pueden reflejar las intenciones
ocultas, reina la buena entente y con haber discrepancias políticas no afloran distintas
banderías. Cabe concluir que, a la vista de la modestia de los objetivos y de la capacidad
para llevarlos a cabo dentro de un ambiente armónico, la desaparición del Ateneo sólo
puede atribuirse a circunstancias externas que tienen que ver principalmente con la guerra
civil. La Restauración no contribuirá precisamente a reactivar unos ánimos que se consi-
deraban liberales y, en bastantes casos, republicanos. Antes al contrario, medidas como la
supresión del sistema foral tuvo que sentar como un jarro de agua fría a una institución
cuyos miembros se declaraban fueristas furibundos.
El segundo Ateneo
Pedro Soraluce, repitiendo casi textualmente su artículo de Euskal Erria ya citado, ase-
gura en El Pueblo Vasco del 22 de enero de 1908, que el Ateneo tuvo dos épocas y estable-
ce el comienzo de la segunda en el año 1879: «Su primer año académico oficial hará época
entre los anales del movimiento intelectual del País Vasco, por los diversos e importantí-
simos debates que allí tuvieron lugar, y las notables monografías que se leyeron, decayen-
do luego por disidencias surgidas durante el invierno 1880-81 con motivo de las discusio-
nes filosófico-religiosas que tanta resonancia tuvieron entonces en el país. Después llevó
una vida lánguida hasta quedar exánime». Un poco más adelante, Soraluce confiesa las di-
ficultades que tuvo para investigar las vicisitudes del primer y segundo Ateneo y redactar
una historia que se propone publicar por entregas en el propio periódico: «Tal fue la ca-
tástrofe, tal la rara extinción del Ateneo, en su segunda época, que nos costó muchísimo
trabajo y tiempo (de 1888 a 1892) reunir datos orales y manuscritos y dar con parte de la
documentación, pues la mayor parte se extravió ya para entonces. Peor fue lo relacionado
con la primera época».
De esta segunda época poseemos sólo cuatro fuentes directas: los Estatutos de 1879, el
discurso de apertura del curso 1879-80 leído por Pedro Nolasco Sagredo, la Memoria del
año 1879, «leída en la sesión extraordinaria del 5 de diciembre de 1879 por Joaquín
Elósegui, secretario del Ateneo» —según reza el encabezamiento de la misma— y la con-
ferencia de Joaquín Jamar sobre La cuestión social, expuesta a principios de 1879 e impresa
28
Capítulo I. La Prehistoria casi
el mismo año por Antonio Baroja. Afortunadamente contamos con las reseñas de algunas
de las sesiones publicadas por el periódico donostiarra Diario de San Sebastián así como
los de su colega El Urumea creado el 4 de mayo de 1879 y que ya en su número 1 recoge
la sesión celebrada días antes, el 28 de abril, en el Ateneo: «Fuera en extremo vituperable
nuestro silencio, si, después de haber tenido la grata satisfacción de encontrarnos en el
Ateneo la noche del lunes último, y de haber disfrutado de una deliciosa velada literaria,
ocultáramos nuestras agradables impresiones». Los elogios se refieren a una velada literaria
en la que se habló de Cervantes —lo hizo principalmente Rodríguez Alba— y se leyeron
poemas de González, Bécquer y, por fin, de Vilinch, lectura esta última a cargo de Serafín
Baroja y José Manterola. No es para el olvido la importancia que tuvo una conferencia
impartida por Paulino Caballero —catedrático de instituto desde 1865, en 1918 crearía
tres fundaciones para premiar méritos académicos— sobre la formación porfesional en los
salones del Ateneo que caló muy hondo en los asistentes y principalmente en los más inte-
resados, los representantes del Ayuntamiento, que acabarían recogiendo la invitación que
allí se les lanzó y montarían la Escuela de Artes y Oficios muy poco después, ya que se
inauguró el 1 de enero de 1880.
La fecha oficial de nacimiento del Ateneo se sitúa, por consiguiente, a comienzos del
año 1879, pero las primeras reuniones para constituirlo datan de finales de 1878. La pri-
mera conferencia correrá a cargo de Ramón Fernández, presidente de la sección de Cien-
cias Filosóficas, Morales y Políticas, y se desarrollará el día 8 de enero de 1879, sin que el
Diario de San Sebastián ofrezca más que una escueta nota previa el día 7 anunciando el
acto donde se omite el nombre del ponente. Cabe suponer que la actividad debió de ser
frenética a lo largo de 1878 como lo demuestra que el Diario de San Sebastián dedique
nada menos que seis notas en diciembre a los trabajos de constitución de la entidad. La
más larga corresponde al día 31 y el periódico se felicita por el alumbramiento: «Los seño-
res Acha y Goicoa, profesor en Medicina y arquitecto distinguido, han sido los promove-
dores de la idea los que han acariciado y agitado el pensamiento de reconstituir el antiguo
Ateneo y a ellos y a su poderosa iniciativa, auxiliados por el ilustre vascófilo Sr. Manterola,
y por una comisión organizadora de los primeros trabajos, por ellos también convocada,
debemos la reconstitución del Ateneo. [...] La Excma Corporación municipal ha acogido
con interés y con cariño la idea y le ha prestado su valiosa protección poniendo a la Insti-
tución en posesión de un bonito local prestándole todos los medios materiales necesarios
para la realización de los altos fines que se propone y está llamada a alcanzar [...]. Las se-
siones ordinarias deben empezar muy en breve, estando encargado, según creemos de la
primera conferencia, el Sr. D. Ramón Fernández [...] No debemos terminar sin hacer fer-
vientes votos porque [sic] la sociedad sea lo que debe ser y alcance el esplendor que de ve-
ras deseamos, constituyendo un centro constante de cultura e ilustración donde el espíritu
se recree en las pacíficas, pero no por eso menos provechosas, lides de la inteligencia»
(Diario de San Sebastián, 31-XII-1878). Los Estatutos resultantes de esas primeras tomas
de contacto constituyentes están fechados el 23 de diciembre de 1878 y los firman el pre-
sidente Carlos Uriarte y el secretario Joaquín Elósegui pero no serán oficiales hasta que los
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
30
Capítulo I. La Prehistoria casi
mea recogerá muchas de las fases del supuesto debate pero sin darle mayor importancia o,
más aún, sin percatarse del alcance que estaba cobrando únicamente se limita —una vez
recuperada la buena entente con la institución— a levantar acta de las distintas interven-
ciones sobre un puñado de temas que parecían de los más inocuos pero que llevaron a en-
frentamientos más o menos soterrados. Quizás se debiese tanto a su deseo expreso de no
ser considerado un periódico político —no por nada lleva en la mancheta la declaración
de periódico no político para evitarse problemas con la censura— como a su vocación de
no abordar tampoco temas religiosos. Sea como fuere, las crónicas de El Urumea no dejan
traslucir la hondura socio-política de lo que parece simplemente un intercambio de argu-
mentos acerca de necesidad o no de la religión.
Un discurso de apertura
31
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
sus pacíficos trabajos, y a sus provechosas tareas» (Memoria del Ateneo, 1879, 4).
Una lista no exhaustiva contendría las conferencias de Mayora sobre «Frenopatía» y de
Serafín Baroja sobre mineralogía bajo el título de «Las piedras», en la que postulaba un
cuarto estado de la materia que denominaba azótico. Federico Pérez Nueros habló sobre el
gusano de seda el 7 de abril. La conferencia de Antonio Gorostidi versó sobre «La Socie-
dad de Salvamentos Marítimos» y causó tan honda impresión que trajo como consecuencia
la implantación de este servicio en las costas guipuzcoanas. Les correspondió a Joaquín
Jamar inclinarse sobre «La cuestión social» y a Juan Orendain hacerlo sobre «La influencia
de la educación de la mujer en la civilización de los pueblos», conferencia con la que el Ate-
neo volvía por sus fueros abriendo una polémica que se acentuaría con otro clásico, la
educación obligatoria, al programar el tema «Debe establecerse desde luego en España la ins-
trucción obligatoria y gratuita», en el que se mostraron a favor de la misma José Manterola
y Benito Jamar y en contra Egoscozábal y Berasategui, como ya ocurriera en 1872, lo que
se presta a alguna ironía acerca de la permeabilización mutua de las posiciones. El segundo
gran debate versó sobre el matrimonio. Bajo el título de «¿Cuáles son los medios de combatir
los males que afectan a la organización de la familia?» se abordó el divorcio mostrándose
partidario de él Eduardo Echeverría y en contra Rodríguez Alba. Berasategui se confesó
partidario de una extravagante vía intermedia al procalmar «el criterio de la indisolubili-
dad del matrimonio con respecto al cónyuge culpable y la libertad con relación al inocen-
te».
El más que prolífico curso de 1879 se redondeó con las conferencias de la sección de
Bellas Artes así como con una serie de recitales poéticos y veladas literarias entre las que
destacaron la efectuada por Nuñez de Arce, socio de honor del Ateneo, que leyó su poema
Última lamentación de Lord Byron —el 22 de febrero—, la del 28 de abril con poemas en
euskera y castellano, y la del 4 de agosto con Gaspar Núñez de Arce, Hermilio Olóriz y
Nicanor Zuricalday, que leyeron poemas propios, actuando Eduardo Delmás, como rap-
soda. En esta sección literaria figuraban inscritos varios socios del primer Ateneo entre los
que destacan José Manterola, José Goicoa, Manuel Gorostidi y Serafín Baroja. El tema
estrella de debate en la sección de Bellas Artes lo provocó Joaquín Jamar al lanzar la pre-
gunta: «¿Hasta qué punto es cierto que encierra gran interés la conservación de la lengua
euskara? ¿Hay realmente un interés en consecuencia y procede que se hagan serios esfuerzos para
ese fin?». La Memoria del curso 1879 no se extiende mucho sobre las posible respuestas pe-
ro da a entender que serían afirmativas: «La propuesta dio ocasión a que con delicioso
humorismo nos hiciese admirar el Sr. D. Serafín Baroja los sorprendentes giros de que
aún en el lenguaje vulgar es susceptible nuestro idioma, a oportunas frases de cariño dedi-
cadas al mismo por el Sr. Egoscozabal, y a una brillante defensa del vascuence hecha por el
señor D. José Manterola» (Memoria del Ateneo, 1880, 16). Por último hay que señalar que
el Ateneo compra 200 ejemplares de El Carnaval como ayuda para los damnificados por
las inundaciones habidas en Murcia. A fin de redondear las actividades se quiere publicar
una revista quincenal pero el proyecto no cuajará.
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Capítulo I. La Prehistoria casi
El Ateneo rebrota en 1879 con una pujanza inusitada, como hemos visto. En cuatro o
cinco meses programa más de treinta conferencias y tres debates, prácticamente lo mismo
que durante el curso completo de 1872-73. Pero lo más importante es que mantiene in-
tacto el espíritu del primer Ateneo, como lo prueban las palabras con que Joaquín Jamar
introduce la versión impresa de su conferencia sobre «La cuestión social»: «Los Ateneos son
algo más que una escogida reunión de personas cultas [a las] que el deseo de su propia
instrucción y solaz congregan. Son cuerpos docentes además, son guías avanzados del pro-
greso en las ideas y en el arte, y no llenan por entero su misión sino cuando hacen salir las
ideas útiles en su seno vertidas, del estrecho recinto de sus asambleas, al campo sin límites
de la opinión» (La cuestión social, 1879). Muchos de los socios del primer Ateneo partici-
pan en esta resurrección y, en cuanto a los Estatutos, poco difieren los de 1879 de los
aprobados en 1870 siendo inamovible el artículo que reserva las actividades, es decir, las
conferencias y debates, para los señores socios. Por último, subsiste la precariedad en ma-
teria de sede social. Como ya hemos visto, dispone de un local en el propio Ayuntamien-
to, pero además, utilizará el salón de actos del Instituto Provincial sito en la calle Andía,
en el lateral del edificio que hoy ocupa la Diputación (El Pueblo Vasco, 22-1-1908; El
Urumea, 6-X-1880 y 27-V-1881) para aprovechar su aforo y realizar los actos públicos.
El año 1880 comienza con un debate —el primero de los que van a tensar las entrañas
del Ateneo— que no se agotará en lo que resta de curso ya que no se le pondrá fin hasta el
mes de noviembre, es decir en el curso siguiente. El tema versa sobre la relación entre ra-
zón y sentimiento pero pronto se va a convertir en un choque por lo menos a tres bandas
entre racionalistas, positivistas y defensores de la religión católica. Rodríguez Alba, el pa-
ladín de las tesis de la Iglesia y consolidado reaccionario, dividirá a sus contradictores en
racionalistas deístas, racionalistas alemanes y positivistas, sin que el pobre corresponsal de
El Urumea, poco versado en estas lides filosóficas, como a veces reconoce en sus reseñas
disculpándose, acierte a identificar a los representantes del… racionalismo alemán. La
enorme cantidad de argumentos vertidos por una y otra parte no alcanza sin embargo para
mover ni siquiera mínimamente ninguna de las posiciones. Joaquín Jamar —a menos que
se trate de una errata, porque quien participa en el debate es su hermano Benito y el
nombre de Joaquín no vuelve a ser mencionado en la reseña— hace la salvedad en la se-
sión del 6 de febrero de que «todos los polemistas son creyentes diferenciándose el modo
de concebir al Ser Supremo» (El Urumea, 7-II-1880) con lo que queda excluida la mayor
abominación que puede haber para los defensores de la religión, el ateísmo, aunque para
Eduardo Echeverría —sesión del 7 de enero— el positivismo no es más que materialismo
disfrazado.
Pese a ello, Mayora y Acha se declararán positivistas no concibiendo que pueda haber
otra vía para alcanzar la verdad que el uso de la razón, sin que sea preciso recurrir a nin-
guna verdad revelada para adquirir principios morales. Benito Jamar no ve que haya opo-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
sición entre el positivismo y un racionalismo como el suyo que admite, por otra parte, la
existencia de un Dios al que empequeñecen religiones como la católica que, además, al
situarse en contra de la ciencia no hacen sino aumentar su retraso. Luis María Eleizalde,
acérrimo defensor de la religión católica en la vertiente más ultra, cree conciliables religión
y ciencia, sin embargo, no admitirá que la ciencia quiera arrogarse derecho alguno para
dictaminar sobre los milagros, como defienden sus oponentes. Eleizalde pronunciará en la
sesión del 2 de abril la terrible frase, en la que se reafirma total e incondicionalmente, de
que fuera de la Iglesia no hay salvación. Ramón Fernández, por su parte, se declara racio-
nalista espiritual, por oposición a los racionalistas materialistas que defienden el positivis-
mo, y sostendrá en las sesiones del 12 de febrero y 30 de marzo que la ciencia es superior a
la religión y que la moral se compadece mejor con la ciencia que con la religión católica.
Con la particularidad de que la ciencia significa progreso mientras que la religión significa
estancamiento.
Pese a ciertas sutiles diferencias, en realidad hay dos campos: el de quienes defienden a
machamartillo la religión —representado por Luis María Eleizalde, Rodríguez Alba,
Echeverría y González Zabala— y el de quienes se oponen a ella: Mayora, Acha, Benito
Jamar y Ramón Fernández. Todos ellos son unos auténticos pesos pesados dentro del
Ateneo si bien los últimos, y el matiz parece importante, pertenecen al primer Ateneo. El
debate ocupa todo el espacio disponible durante el primer cuatrimestre de 1880 y apenas
deja sitio para conferencias como las de Acha sobre la incineración de cadáveres, Manuel
Gorostidi sobre la música de Wagner y Fermín Machimbarrena sobre termodinámica. Fi-
nalizará así, de una manera un tanto agitada —según el cronista de El Urumea, las sesio-
nes eran muy concurridas y se aplaudían vivamente las distintas intervenciones— el curso
1879-1880.
Curso 1880-81
34
Capítulo I. La Prehistoria casi
Nosotros repetimos, ¿qué hace esa brillante juventud? Pues gimnasia y más gimnasia en el
gimnasio de La Fraternal» (El Urumea 21-XI-1880). Finalmente, Moreno Nieto disertará
sobre filología, Joaquín Elósegui sobre «Los reyes de España protectores de las letras», José
Olano sobre la «Regeneración económico-político social de España durante el actual siglo» y
Francisco Rodríguez Alba volverá a encender la mecha de la polémica proponiendo el te-
ma de «La condición de la mujer en la sociedad», sobre el que tendremos cumplida infor-
mación, como se verá acto seguido, porque el corresponsal de El Urumea depone como
Aquiles su enfado y se consagra a reseñar las sesiones del Ateneo.
Como ya ocurriera durante el primer Ateneo, el tema del papel de la mujer en la socie-
dad va a promover un apasionado y largo debate que durará desde el 10 de diciembre
hasta el 21 de febrero. Rodríguez Alba lo lanza especificando en la primera sesión que la
mujer sólo está hecha para el matrimonio, que su destino es ser madre de familia y que
sólo precisa recibir la educación necesaria para cumplir bien su fin. Segundo Berasategui le
responderá en la sesión del 13 de diciembre que la mujer es igual al hombre y que por lo
tanto debe gozar de los mismos derechos. A lo que Rodríguez Alba responderá, el 7 de
enero, que es imposible, como recoge el cronista de El Urumea: «La mujer no puede ser
igual que el hombre en sus derechos políticos y civiles; si bien reconoce que deben de dár-
sele algunos de estos últimos derechos» (El Urumea, 8-I-81). Manifestación a la que se
adhiere Joaquín Elósegui sosteniendo que la mujer se halla en un estado intermedio entre
el niño y el adulto. Y así seguirán las cosas, con Berasategui y Benito Jamar oponiéndose a
las ideas reaccionarias de Rodríguez Alba y Elósegui.
Los ánimos, pues, estaban bastante caldeados y un tema en principio tan anodino co-
mo el de «La pluralidad de los mundos habitados» no contribuirá a enfriarlos sino al contra-
rio. El debate se prolongará durante seis meses a razón de una o dos conferencias men-
suales en las que participan distintos ponentes además de José Otamendi. Entre ellas
destaca la intervención realizada por Luis María Eleizalde el 12 de marzo en réplica a
Otamendi bajo el título de «Armonía entre el primer capítulo del Génesis y las ciencias natu-
rales». Se trata sin duda de un punto de vista creacionista que volvía a chocar con las vi-
siones de los progresistas entre quienes destacaba Benito Jamar. Las sucesivas sesiones de-
bieron de agudizar una crisis que había superado el estado larvario hasta que finalmente la
situación se volvió insostenible y se produjo la implosión del Ateneo. Entre tanto, se fue-
ron sucediendo las conferencias con toda normalidad y con el característico eclecticismo
en los temas, así Paulino Caballero disertó sobre los «Estudios de aplicación», José Goicoa
sobre arquitectura, Manuel Gorostidi acerca de unas «Consideraciones generales sobre la
música de la Antigüedad y de la edad moderna», Antonio Santos sobre «La importancia del
iris y la pupila en la visión», o Lucía sobre «La locura». Pero la apoteosis llegó con un acto
que se produjo en mayo, después de que se diera por finalizado el curso.
El Urumea lo adelantaba en su edición del 6 de mayo: «Dícese, no sabemos con qué
fundamento, que el Ateneo de esta ciudad trata de celebrar el centenario de Calderón con
un gran banquete al que asistirán sus 250 o más socios». De este suelto es de donde se
puede colegir el número de socios del Ateneo adelantado más arriba. Dato aparte, la co-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
milona tendrá lugar por todo lo alto días después de que una comisión del Ateneo se des-
place, el 18 de mayo, a «Madrid con estandarte y una corona para depositarla al pie de la
estatua de Calderón» (El Urumea, 18 de mayo). Los fastos en San Sebastián tendrán lugar
el 25 de mayo —efemérides de la muerte del dramaturgo— en el Teatro Circo, situado
frente a la sede del Ateneo en el Instituto Provincial. Previamente y a través de la prensa se
hace saber a los socios que pueden retirar invitaciones para sus acompañantes. El Urumea
lanzaba al aire las trompetas de su prosa floreada para dar cuenta de la brillante asistencia,
en particular de la femenina: «Por todas partes donde se dirigiera la mirada se tropezaba
con preciosos ojos negros, azules o castaños que parecían despedir rayos capaces de pulve-
rizar o hacer recordar las bienaventuranzas celestes al infeliz o venturoso, según los casos,
contra quien se dirigieran. Añádase a ello los rostros seductores de las más bellas niñas que
encierra nuestra población cuyos naturales hechizos se hallaban realzados por la animación
del local donde se encontraban, por los elegantes trajes que ceñían sus esbeltos cuerpos».
Falto de epítetos y de espacio, el corresponsal se verá obligado a disminuir el chorro de
la descripción: «Asistió lo más escogido de San Sebastián en bondad, belleza y ciencia, ha-
biendo también asistido a la función la brillante oficialidad de la guarnición de esta plaza».
El acto comienza con la interpretación de El Profeta bajo la batuta del profesor Forniés.
Luego, «el señor Goya procedió a la lectura de la primera escena de la inmortal obra de
Calderón La vida es sueño con una entonación y vigor tales que no pudimos menos de re-
cordar la interpretación que acostumbran a dar a la misma obra nuestros principales acto-
res del teatro español y especialmente los célebres Calvo y Vico». Cantó Garibay una ba-
lada de Rigoleto acompañado al piano por Forniés. «Un escogido orfeón compuesto de
jóvenes que forman parte del Ateneo y dirigido por el inteligente y notable aficionado
Santiago Echave interpretó magistralmente una lindísima composición titulada Himno a
Calderón escrita expresamente para dicho acto por el maestro Santesteban y con letra de
Francisco Rodríguez Alba». A continuación, el vicepresidente del Ateneo Francisco Rodrí-
guez Alba leyó un discurso en honor del dramaturgo que dio paso a la lectura de Claudio
Otaegi de su poema en euskera dedicado a Calderón y la declamación por parte de Com-
ba y Rodríguez Alba de sendas odas. La velada se clausuró con la ejecución de La Colom-
be, por parte de la orquesta, y unos aplaudidos Aires Vascongados a cargo del improvisado
coro del Ateneo. El Urumea más allá de deshacerse en elogios recomendaba a la junta di-
rectiva que repitiera funciones como la que acababan de vivir. Pero no será posible.
El ocaso (1882)
Después de tocar las nubes hubiera cabido esperar que el Ateneo aprovechase el tirón
para comenzar el curso 1881-82 con un vigor acrecido. Nada más lejos de ello. Los avisos
y contra-avisos sobre el comienzo del mismo se suceden a lo largo de noviembre y diciem-
bre. Por fin el 14 de diciembre el secretario Segundo Berasategui leerá la memoria proce-
diéndose acto continuo a la elección de una junta que tendrá a José Olano por presidente
36
Capítulo I. La Prehistoria casi
y a José Goicoa de vicepresidente, con Juan Orendain como secretario y Pablo Brunet de
tesorero. Curiosamente se caen de la lista Rodríguez Alba —presidente de la sección de
Literatura y Bellas Artes— y Joaquín Elósegui, antiguo secretario de la sección de Ciencias
Morales. Es cierto que entre los nuevos cargos no aparecen tampoco los progresistas Ra-
món Fernández y Segundo Berasategui pero da toda la impresión de que no es casual la
ausencia de reaccionarios como Rodríguez Alba. Llegados a este punto no estaría de más
repetir las palabras de Pedro Soraluce, citadas más arriba, acerca de los enfrentamientos
que ponen fin al Ateneo: «Decayendo luego por disidencias surgidas durante el invierno
de 1880-81 con motivo de las discusiones filosófico-religiosas que tanta resonancia tuvie-
ron entonces en el país» (El Pueblo Vasco, 22-1-1908).
Esta opinión la recoge textualmente el futuro ateneísta Rufino Mendiola —sin citar la
fuente— cuando asegura: «Su primer año académico oficial hizo época entre los anales del
movimiento intelectual del País Vasco por los diversos e importantísimos debates que allí
tuvieron lugar y las notables monografías que se leyeron, decayendo luego por disidencias
surgidas durante el invierno de 1880-81 con motivo de las discusiones filosófico-religiosas
que tanta resonancia tuvieron entonces en el país» (La vida cultural en San Sebastián, p.
94). Después de este párrafo que no es más que un descarado plagio, Mendiola aporta de
su cosecha un par de datos muy interesantes: «La discusión metafísico-religiosa llegó a di-
vidir el Ateneo en dos bandos, blancos y negros. Llevaba el nervio de la discusión aquel
catedrático famoso de Filosofía don Luis Eleizalde, quien contendió con sus adversarios
don Benito y don Joaquín Jamar, autores de obras sobre el problema vascongado» (La vi-
da cultural de San Sebastián, p. 94). En estas líneas, Mendiola establece, pues, que el Ate-
neo se hallaba dividido en dos bandos detrás de los cuales se hallaban, respectivamente,
Luis Eleizalde y los hermanos Jamar. El dato sobre el nombre de los bandos —blancos y
negros— no se sabe si pertenece a la época, es decir, si les llamaban así —o se llamaban así
unos a otros— o es cosa de Mendiola.
Desde luego no cuesta nada reconocer detrás de los negros a los liberales y detrás de los
blancos a los integristas ni admitir que bien pudiera tratarse de apelativos contemporáneos
a los hechos no en balde estaba muy fresca la guerra carlista de donde surgieron. Sea como
fuere, la presencia de dos facciones irreconciliables era constante en los debates habidos
precisamente a lo largo de los años 1880 y 1881, como se ha podido apreciar. Dos de ellos
parecen determinantes, el de «Razón y sentimiento» y el de «La pluralidad de los mundos
habitados» pero también, aunque en menor medida, el celebrado sobre la «Educación de la
mujer». El primero fue el más intenso y prolongado y el que sacó a la luz posturas irrecon-
ciliables que se consolidaron durante el segundo. Aquel espíritu liberal del primer Ateneo,
en el que las diferencias eran meramente de grado, ha quedado diluido en el segundo Ate-
neo por la incorporación de elementos reaccionarios que también tenían su peso específi-
co, no en balde sus disertaciones eran tan aplaudidas como las de los otros. Si algo está
claro es que el espíritu del Ateneo se hallaba completamente reñido con la intransigencia,
puesto que admitía en su seno posturas diversas e incluso ultras, las cuales, por el contra-
rio, no se puede decir que fueran tolerantes ya que llegaron a descalificar al adversario con
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
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Capítulo I. La Prehistoria casi
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II. LA ÉPOCA DEL TITUBEO, PERO SIN EMBARGO BELLA
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
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Capítulo II. La época del titubeo, pero sin embargo bella
playa, paseos y excursiones, hacia finales de siglo la moda exige fiestas y centros de reu-
nión. Algo de esto había intuido un grupo de donostiarras emprendedores que consiguió
crear en 1869 el Casino —llamado Cursaal [sic] y sito en los terrenos del actual Hotel
Londres— como centro de ocio que lo mismo ofrecía juego que bailes, tertulias, etc. Para
poderlo abrir suscribieron un contrato con el Ayuntamiento mediante el cual éste percibía
un 15% de los ingresos a cambio de que reinvirtiera la mitad en el ornato de la ciudad.
Al poco surgieron dos casinos más hasta que en 1887 se inauguró en los terrenos de
Alderdi Eder el Gran Casino —convertido hoy en sede de la corporación municipal—
coincidiendo con el primer veraneo de la reina María Cristina en la ciudad. La trascen-
dencia que tuvo el que la reina trasladara la corte durante el verano a San Sebastián, cos-
tumbre que mantendría hasta 1929, fue enorme. De pronto todo el mundo que quisiera
ser o parecer algo tenía que venir a la Bella Easo donde, qué duda cabe, las distancias entre
personas eran más cortas que en Madrid por lo que ver y ser visto se convirtió en una au-
téntica obligación veraniega. El aluvión de personalidades de mayor o menor ringorrango
disparó la construcción de residencias de categoría para lo cual hubo de procederse a un
reordenamiento urbanístico que comenzó con la remodelación inmediata del barrio de
San Martín y se prolongaría, en 1907, con la construcción del barrio de Gros. Los nuevos
tiempos exigían, como ya se ha dicho, mejorar la oferta turística no sólo mejorando la pla-
ya de La Concha con la construcción del voladizo, como así se ejecutó, sino multiplicando
los locales de ocio pero también las plazas hoteleras. El cronista oficial de los veraneos, el
tribulete madrileño Sepúlveda, lamentaba el final de la temporada 1887 de esta manera,
según recoge José Joaquín Arjona: «El cielo se cubre de nubes grises; el sol apenas si tiene
calor; los bañeros se van a las lanchas a morir pescando besugos; los árboles pierden la hoja
esmeralda de su traje de gala; por los altozanos ya no se trisca ni se baila; las cestas panier
se archivan en las cocheras; se cierran los teatros, se visten de invierno las fondas; las altas
mareas invaden la playa, donde no queda ninguna caseta; los trenes caminan al revés, es
decir, en vez de bajar, suben, y por eso les llaman ascendentes» (Donde el veraneo nace, p.
127).
Bien es verdad que todas estas posibilidades turísticas ya se había comprendido antes
de los veraneos reales, pues entre 1870 y 1884 se construyen los hoteles más elegantes y
los grandes cafés —se abrieron catorce entre 1876 y 1885—, que se convirtieron en los
reductos del ocio invernal cuando la ciudad no era ni sombra de sí misma sino un auténti-
co fantasma según refieren los cronistas de la época, pero qué duda cabe que las visitas de
la reina supusieron un espaldarazo y un incentivo para el ramo. Rafael Serrano, escribirá
en San Sebastián, libro publicado en 1894, un encendido elogio del veraneo donostiarra
del que da una idea el párrafo introductorio: «Dejadme llamar vuestra atención sobre un
goce positivo del espíritu que no se disfruta en otros puntos de baños, y que se puede dis-
frutar aquí porque aquí existe, y es la contemplación de perspectivas y panoramas que pa-
recen preparados en diversas formas para encanto de los ojos y somnolencias del espíritu».
Unidos por un donostiarrismo que empezaba a adquirir carta de naturaleza en el últi-
mo tercio del s. XIX, los sectores más tradicionales y modestos económicamente se apro-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Como un suspiro
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Capítulo II. La época del titubeo, pero sin embargo bella
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Ateneo, Ramón Manuel Urcola en el marco de una conferencia sobre la «Moderna concep-
ción del periodismo» leída en los salones del mismo se felicitaba por que las conferencias
que se pronunciaron a comienzos de 1907 en el Palacio de Bellas Artes bajo los auspicios
de la Sociedad Económica Vascongada [sic en El Pueblo Vasco] habían dado su fruto:
«Hoy, las circunstancias parecen haber cambiado completamente. Quienes en el trato dia-
rio de la vida se rocen con personas pertenecientes a diversas categorías y profesiones ha-
brán, seguramente, adquirido la convicción de que existen noventa o cien personalidades
de la abogacía, de la medicina, de la ingeniería, de la enseñanza, de la milicia del arte, de
la literatura, que desean fervorosamente ver constituido un centro exclusivamente inte-
lectual, donde se puedan intercambiar impresiones e ideas con absolutas libertades» (El
Pueblo Vasco, 21-II-1908). Urcola señala, pues, las virtudes que ha de tener el futuro Ate-
neo. Un futuro Ateneo que, pese a esa condición retórica de venidero, ya es una realidad
puesto que Urcola está pronunciando su conferencia en él.
Poco más que las bellas declaraciones de intención del señor Urcola sabemos de este
Ateneo. Al parecer, tenía sus sesiones en el Palacio de Bellas Artes —concretamente en el
que denominan salón biblioteca— y daba una conferencia semanal los viernes que era
abierta al público, característica que lo diferencia del Ateneo del siglo precedente. Sin em-
bargo, guarda un punto en común con lo que le aconteció a su antecesor, la prensa se hace
eco puntual de sus actividades y en una sección especialmente dedicada a él. Gracias a ella
conocemos que entre febrero y abril de 1908 se organizaron siete conferencias siendo los
ponentes el doctor Castañet —sobre la timidez—, Jacinto Feliú —sobre el arte a través de
las épocas—, Práxedes Diego Altuna —sobre el divorcio—, Manuel Munoa —sobre la
estética del paisaje—, el doctor José María de Céniga —sobre la psiquis del niño— y el
militar Miguel Pérez Alcorta sobre alquimia bajo el poderoso título de «Noumeno y Fenó-
meno alquímico».
Y eso es todo. El Ateneo se va otra vez al garete dejando en agua de borrajas las vehe-
mentes intenciones inaugurales de Urcola que exclamaba en aquel discurso primero: «Yo
quiero para el Ateneo amplitud, mucha amplitud. Que las murallas espirituales sean de-
rribadas. Que los ciudadanos abracen a los campesinos. Que todos se unan para trabajar,
que todos se comprendan y disculpen. Que las animosidades sean desterradas del sagrado
recinto en que nos reunamos» (El Pueblo Vasco, 21-II-1908). No se sabe si se debió a que
no se cumplieron esos deseos o a la falta de ánimos para la actividad cultural que Urcola,
sin embargo, detectaba en 1907 cuando invitó a materializar el proyecto, la realidad es
que el Ateneo desaparece. Y ello pese a que los propósitos de continuidad no podían ser
más firmes como se desprende de la nota aparecida en prensa y que da cuenta de que ya
en marzo —concretamente el 14— hay prevista una reunión en la secretaría del Ateneo a
fin de «cambiar impresiones y planear propósitos e iniciativas» (El Pueblo Vasco, 13-III-
1908), y se tiene la intención de publicar una revista en breve, San Sebastián Ateneo, de la
que no se sabe nada como tampoco se sabe nada de los estatutos y número de socios, pues
no se ha conservado ningún documento.
Ya el 11 de abril, La Voz de Guipúzcoa eleva una queja por la escasa asistencia, 24 per-
46
Capítulo II. La época del titubeo, pero sin embargo bella
sonas más dos periodistas, a la conferencia de Alcorta sobre alquimia celebrada la víspera:
«No es nuestro propósito entrar en las causas determinantes de esta heladora frialdad. Los
ateneístas pueden estudiarlas y remediarlas si les place. Nosotros hemos de limitarnos a
manifestar que, para ser escuchada una conferencia por un reducidísimo número de asis-
tentes, no merece la pena». Los nubarrones parecen cernirse sobre el Ateneo, sin embargo,
el mismo diario celebra con entusiasmo la concurridísima velada literaria del 23 de abril
en honor de Cervantes en la que diferentes socios recitaron sus poemas dedicados a tan
ilustre autor y leyeron pasajes de El Quijote. A partir de esta fecha no se tiene noticia de
que haya habido más sesiones. Cierto, la Semana Santa cayó ese año a finales de abril por
lo que es muy posible que los quince días de vacaciones que siguieron llevaran al Ateneo a
las vacaciones de verano pues habitualmente el curso se solía dar por concluido como muy
tarde en mayo. Lo preocupante es que no queda constancia de que la actividad del Ateneo
se reanudase en octubre. Ni en 1909. El Ateneo se había extinguido.
Habrá que esperar hasta 1912 para que vuelva a plantearse la enésima recreación del
mismo. Signo de los tiempos, el proyecto se lanza directamente a través de la prensa. Y lo
hace el farmacéutico Jacinto Fernández de Casadevante con un artículo en el que plantea
la necesidad de un ateneo. A poco, le seguirá otro de Altolaguirre. Influido por ambos,
Gregorio de Múgica medita sobre la conveniencia o no de un organismo de ese tipo:
«¿Tomará alguien en serio esto del Ateneo y se trabajará por llevar a la práctica la idea? Yo
quisiera que sí, pero creo que no. Y esta creencia se robustece más en mi mente cada vez
que pienso en la falta de ambiente que en San Sebastián existe para cuanto signifique sa-
ber, arte, cultura. Las muchas tentativas que se han hecho para ver de aficionar al público
a que acuda a sesiones y conferencias, han sido casi inútiles» (El Pueblo Vasco, 4-X-1908).
Y para ilustrar sus temores recoge la escasa asistencia de público a las conferencias musi-
cales de Gascue o a las del Círculo Católico. Sin embargo, lejos de oponerse al proyecto
desea que pueda salir adelante confiando en que la propia existencia del Ateneo sirva para
crear público.
Conviene fijarse en que esta vez se trata de hacer un Ateneo guipuzcoano, cuando
hasta ahora el Ateneo era de San Sebastián, como bien pone de manifiesto Múgica al
mencionar que los dos impulsores, Fernández de Casadevante y Altolaguirre viven en la
provincia: «Será un síntoma esta petición? ¿Vendrán de los pueblos guipuzcoanos hacia la
capital voces que la adviertan del peligro que corre de inutilizarse mareada entre fiestas es-
pléndidas?» (El Pueblo Vasco, 4-X-1912). Porque esa parece ser la realidad, concluye Mú-
gica, San Sebastián prefiere las fiestas a la cultura. Inaccesible al desaliento, Casadevante
aún escribirá cinco artículos exponiendo la necesidad del Ateneo. La sección «Vida donos-
tiarra» del rotativo que venimos citando da cuenta de que Múgica también se une a Casa-
devante y Altolaguirre en el empeño. Un cronista de El Pueblo Vasco celebra el proyecto y
recuerda las sesiones que tuvieron lugar no en el palacio de Bellas Artes en 1908 sino las
de «el salón de actos del Instituto viejo de la calle Andía» (El Pueblo Vasco, 14-X-1912)
señalando que todos sus artífices fallecieron y concluye: «Si ahora se intenta organizar en
forma análoga la institución, saldremos ganando todos. Los centros docentes pueden
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
prestar eficaz ayuda a este pensamiento y constituir la base de la nueva Sociedad científi-
co-literaria-artística» (Ibídem).
El ambiente, en determinados círculos al menos, parece favorable al Ateneo como re-
coge Casadevante: «Viendo la aceptación que ha tenido mi idea, lanzada en artículos ante-
riores, y observada la existencia de partidarios de la creación del Ateneo Guipuzcoano, con
lo cual creo yo cada vez más factible el llegar a la realización del proyecto que acariciamos,
hoy me corresponde aclarar algunos conceptos referentes a lo que debe ser dicho Ateneo
cuando llegue a constituirse» (El Pueblo Vasco, 25-X-1912). La preocupación de Casade-
vante es de que deben tratarse las cuestiones científicas de manera también científica in-
cluyendo, entre lo científico, las cosas atinentes a las artes y eso en dos círculos, uno ínti-
mo, el de los especialistas, que investigarán y propondrán sus conclusiones, y otro amplio,
el del público al que irán destinados los trabajos de divulgación. Todo ello en una labor
itinerante que recorra los pueblos de la provincia donde lo científico irá directamente li-
gado a lo práctico. Pues bien, pese al entusiasmo de Casadevante y al hecho publicitado
por él de que la prensa donostiarra se está haciendo eco de su idea, los resultados no le
acompañan y a partir del 7 de noviembre, fecha de su último artículo, El Pueblo Vasco no
recoge más síntomas de actividad del o en torno al Ateneo.
Vísperas de mucho
Para Ignacio Pérez-Arregui Fort la Belle Époque abarca el periodo comprendido entre
1885 y 1915, según comenta en su Historia de San Sebastián. Pero quizá habría que am-
pliarla hasta 1919 porque nada hay entre 1915 y 1919 que permita decir que no se trató
de una época tan amable como la anterior, porque si bien se produjo un repunte de una
conflictividad social de nuevo cuño —menos, digamos, espontánea y más asociada a par-
tidos y sindicatos ideologizados—, la ciudad vivió a cambio una bonanza económica ex-
traordinaria y un glamour que nunca jamás volvería a conocer. Con el cambio de siglo
despega hacia unas alturas que alcanzará plenamente con la Primera Guerra Mundial. El
estallido del conflicto europeo en 1914 convertirá a Donostia, por el desistimiento forzoso
de sus rivales, en la ciudad más cosmopolita de Europa y recibirá a Maeterlink, Colette,
Leon Trostsky, lord Balfour, Ravel, Rotschild, Sarasate, Gayarre, Bismark, Capablanca,
Rubinstein, Pastora Imperio o Mata Hari. En 1887 la ciudad acoge tantos turistas que el
Ayuntamiento ordena a los cafés que no cierren por la noche para poder albergar a los que
no caben en hoteles y pensiones.
En lo económico, la ciudad vive tiempos de vacas gordas que se verán acrecidos como
resultado de la situación bélica europea que abre nuevas posibilidades comerciales por la
ausencia en el mercado de los países beligerantes en tanto que proveedores y su presencia,
en cambio, como demandantes de productos y materias primas. Todo ello a la escala que
puedan representar Donostia y Guipúzcoa en ese comercio internacional, evidentemente.
Por lo que respecta al terreno político San Sebastián sigue siendo una isla liberal en medio
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Capítulo II. La época del titubeo, pero sin embargo bella
de un océano tradicionalista. Aparte del paréntesis de 1884 en que por vía electoral los
carlistas se hicieron con la Diputación guipuzcoana, el poder político se mantuvo, sin em-
bargo, en las manos de una coalición liberal laxa y variopinta que resurgía a cada cita con
las urnas pero cuyas decisiones son unánimes. Los únicos sobresaltos políticos se producen
cuando hay elecciones y no pasan de eso, de ligeras crisis y ligeros estremecimientos. Por
fin la burguesía liberal consigue alcanzar el poder político al que se creía merecedora desde
que se convirtió en el motor económico de la provincia y de la capital.
Entre 1904 y 1915 aparece una nueva fuerza en la escena política, la Liga Foral Auto-
nomista donde confluyen integristas, conservadores y algunos liberales y republicanos.
Refiriéndose a este proceso, Luis Castells dice: «Los sostenedores de la coalición son tanto
esas familias que ya de antiguo han formado parte del sector rector de la provincia y que
ahora están integradas en el proceso industrializador, como los nuevos industriales, o los
comerciantes, o toda esa pléyade de profesionales liberales que se identifican con los valo-
res que la nueva sociedad está haciendo germinar» (Modernización y dinámica política en la
sociedad guipuzcoana..., p. 267). Con el Proyecto de Ley de Asociaciones Religiosas que se
presenta a las Cortes en 1906, el fondo conservador, integrista y tradicionalista de la pro-
vincia va a soldarse en una suerte de frente de derechas que provoca la reafirmación de li-
berales, republicanos y socialistas en un frente de izquierdas. Las derechas ganarán las elec-
ciones provinciales de 1907. El fondo reaccionario habrá vuelto a resurgir y afirmarse para
mayor gloria de los carlistas, los principales beneficiarios de la operación.
Y a ello no es extraña la falta de entendimiento entre liberales y republicanos que al-
canza el punto de ruptura en 1910 como eco de la que se produce en el seno del Gobierno
entre ambas tendencias. Los liberales buscarán acercarse a los conservadores mientras que
los republicanos se unirán a los socialistas. Luis Castells, a quien sigo en este sobrevuelo,
concluye: «El resultado de estas alianzas es que políticamente Guipúzcoa aparece al prin-
cipio del segundo decenio del s. XX como una provincia sumamente fragmentada, con
una tendencia hacia los extremos y en donde los grupos más a la derecha imponen su pre-
dominio. La izquierda está en una débil posición, pues la fuerza de los socialistas es míni-
ma y apenas puede prestar apoyo a los republicanos, que aunque incrementan su presencia
en ciertas localidades, pierden terreno en las instancias del poder provincial como conse-
cuencia de la ruptura con los liberales. Los republicanos no cuentan con un soporte social
sólido que les permitiese hacer hegemónico su proyecto y convertirse en un punto nodal
del juego político» (Modernización y dinámica política en la sociedad guipuzcoana..., p.
275).
Conviene recordar que desde 1890 rige en España el sufragio universal —masculino—
lo que favorece paradójicamente a carlistas e integristas ya que el sufragio censitario lo
controlaban los liberales al constituir la élite económica y política, que era la única que
votaba. Pero el sufragio universal no era garantía de mayor limpieza democrática puesto
que la idea de Cánovas de rigurosa alternancia en el poder entre conservadores y liberales
implicaba un amañamiento de las elecciones ab initio, con una serie de imperativos y sub-
secuentes nepotismos y corruptelas en cascada que se conoce, desde entonces, como siste-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
ma caciquil: «El político en Madrid, el gobernador en cada capital y el cacique cerca de las
gentes, eran las tres piezas clave que garantizaban el funcionamiento de la maquinaria
montada por Cánovas» dice Miguel Sagüés en Urgull (p. 172). Guipúzcoa no era una ex-
cepción. Con todo, en las elecciones al Congreso de los años 1907, 1910 y 1914, salen
elegidos, por el distrito de San Sebastián, los candidatos de izquierda o centro izquierda.
La industrialización provocará el nacimiento de dos líneas políticas completamente
opuestas. El socialismo, que partirá de lo que hay para cambiarlo a mejor mediante la ac-
ción de los obreros agrupados en sindicatos y partidos, y el nacionalismo como rechazo a
todo cuanto tenga que ver con la industria y el progreso para conseguir una patria vuelta
hacia el campo, la tradición y, por ende, hacia las raíces vascas que rechazan la contamina-
ción de unas gentes venidas de fuera por el reclamo del crecimiento industrial. Cada una
de estas fuerzas buscará su nicho respectivamente entre las izquierdas y las derechas, pues
carecen de fuerza para ser únicas protagonistas. La conflictividad laboral no conocerá ni-
veles de importancia hasta la huelga general de 1917 que se saldará en San Sebastián con
varios muertos. La melancolía identitaria, mezcla de vasquismo y de tradición, se mani-
festará en 1893 con motivo de la supresión del Gernikako Arbola en la clausura del con-
cierto del Boulevard como era costumbre, y en 1902 por haber prohibido el Ayunta-
miento la tradicional sokamuturra —o vaca ensogada— en las fiestas del patrón de la
ciudad, prohibición que el nacionalismo ve como un triunfo del maketismo y así lo señala
en sus declaraciones. Serán frecuentes asimismo las reuniones y desfiles por un autono-
mismo con ribetes de fuerismo, siendo la más señalada la que tuvo lugar en 1918 con el
trasfondo de la renovación del Concierto. Una cosa es cierta, la clase dirigente no ve con
buenos ojos la conflictividad social porque podría perjudicar a la maquinaria del veraneo
además de comprometer los beneficios industriales. Tal vez para consolarse, también me-
lancólicamente, achacará los maximalismos proletarios a gentes venidas de fuera.
Hay que señalar como dato curioso que la afluencia de veraneantes disminuyó en 1898
como consecuencia de la guerra con los Estados Unidos porque muchos creyeron que al
ser el lugar donde se reunían la realeza y la élite española podía ser un objetivo militar
perfecto. Para tranquilizar a esa población tan pagada de sí misma se reforzaron las defen-
sas costeras con obuses de gran potencia y el objetivo sicológico se logró. La llamada gue-
rra de Cuba no provocó aparentemente más sobresaltos en la ciudad que este sainete del
desembarco yanqui. Como tampoco los produjo la pérdida de las colonias. Antes al con-
trario, la descolonización forzosa supuso un factor extra de crecimiento al ser repatriados
muchos de los capitales que operaban en ellas. No se guarda memoria, en definitiva, de
que calaran ni el pesimismo ni los movimientos regeneracionistas que siguieron al desastre
y que sacudieron el resto de España. El escritor más ilustre de la ciudad, Pío Baroja, repre-
sentante de la generación llamada por ello del 98 tampoco estuvo por la labor, sus críticas
anti-sistema fueron más personales y, desde luego, más confusas.
Por lo que respecta a la vida social, durante este periodo se produce una auténtica ex-
plosión asociacionista que culmina un proceso que se había iniciado años antes, como
hemos visto. Junto a las sociedades elitistas, tipo club, como el Club Cantábrico, el Club
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Capítulo II. La época del titubeo, pero sin embargo bella
Hay que esperar a 1915 para que se retome el interés por resucitar el Ateneo. O para
que el interés mostrado por algunos años atrás alcance un punto crítico. Esta vez se
apuesta fuerte y en la reunión celebrada en el Círculo Easonense los por fin impulsores de
la entidad forman una Junta provisional en la que José Elósegui, ex alcalde meritísimo de
la ciudad, figura como presidente, acompañándole el conde de Torre Muzquiz y Wences-
lao Orbea (antifuerista, diputado a Cortes al año siguiente y fundador de la Caja de Aho-
rros Provincial) en la vicepresidencia, Tomás Carasa como contador, y el escritor Mariano
Salaverría como tesorero. Entre las cuestiones a tratar estaba la de las cuotas que quedaron
establecidas en 2,50 pts. y 1 pts. al mes según se sobrepasaran o no las 1.500 pts. de ingre-
sos anuales. Se buscaba no parecer elitistas pero en 1903 el sueldo medio de un obrero
metalúrgico especializado era de 1.300 pts. anuales —Jesús Viñuales, «La práctica del arte
en España a comienzos del siglo XX». Espacio, Tiempo y Forma. Serie VII, Historia del Arte, t.
10, 1997, p. 258—, y eso es lo que vendrá a cobrar en 1916, pues entre 1900 y 1916 los
salarios se mantienen estables según Pedro M. Pérez de Castroviejo («Poder adquisitivo y
calidad de vida de los trabajadores vizcaínos, 1876-1936» —Revista de Historia Industrial,
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
n.º 30, 2006, p. 116), con lo que el Ateneo puede que no tuviera una vocación elitista pe-
ro picaba bastante alto.
El 12 de octubre de 1916 se celebra la sesión constituyente y el Ateneo tomaba por fin
cuerpo haciendo realidad los deseos de Jacinto Fernández de Casadevante, su propagan-
dista periodístico, y de un grupo que ya se juntó con él en 1912 y entre los que figuraban
Alfredo Laffite, Mariano Salaverría y Horacio Azqueta (diputado a Cortes en 1918, militó
en el Partido Liberal). Previamente, el 20 de febrero, en un artículo publicado por La Voz
de Guipúzcoa, José Gaztelu, Casadevante, José Villarías, Antolín Mendiola —catedrático
de literatura—, Alfredo Laffitte, Fidel M. de Urbina y Adrián de Loyarte —cronista ofi-
cial de San Sebastián y Fuenterrabía, concejal del Ayuntamiento donostiarra en dos oca-
siones, director de la revista Euskal Erria entre 1910 y 1918, y creador de la Semana Mu-
sical que se convertiría en la Quincena Musical— hacían un llamamiento A los amantes de
la cultura: «El Ateneo va a constituirse. Pues bien; obreros y patronos. Altos y bajos. Inte-
lectuales y no intelectuales. Hombres de mundo y carrera. Todos pueden pertenecer al
futuro centro de cultura. Lector, si eres de corazón abierto y de inteligencia clara; si ade-
más tienes un alma sutil y curiosa; si eres amigo devoto de la verdad, y quizás tus inclina-
ciones fervorosamente te lleven al estudio, y aunque tan sólo apetezcas la preocupación de
saber, vete a formar en las listas de los socios del Ateneo». En la tarde del lunes 9 de octu-
bre de 1916 expiraba el plazo para ingresar como socios fundadores sin pago de cuota al-
guna.
El Diario Vasco del 13 de octubre de 1916 registra el acontecimiento de la puesta de
largo del Ateneo en primera plana: «Ya tenemos Ateneo. El sueño ideal de tantos amantes
de las letras vese desde ayer, llevado a efecto. Unos cuantos hombres [...] aunaron las dis-
persas voluntad que soñaban con ver realizado el deseo; verdadera necesidad teniendo en
cuenta el adelanto de San Sebastián. Y trabajaron; se hizo propaganda, el Gran Casino
prestó sus salones para conferencias, para reuniones culturales, y al fin, trescientas diez y
ocho personas de lo más florido de nuestra ciudad, la más granada representación de la
intelectualidad, arte, política, comercio e industria que aquí tiene su asiento, se inscribie-
ron como socios fundadores». La fiesta, coincidente con la de la Raza e iniciadora de una
larga tradición, se celebró en el Instituto Provincial —del que era director un socio del
Ateneo, Paulino Caballero—, bajo la presidencia de José Elósegui, al ostentar la del Ate-
neo, y con la asistencia de las autoridades civiles y militares. La Voz recoge las palabras del
presidente en ese acto inaugural: «Si la prensa y la intelectualidad donostiarra han excitado
eficazmente a la creación del nuevo Ateneo, no obstante la forma apremiante de su crea-
ción nació en las últimas conferencias del Círculo Easonense. Entonces se vio, una vez
más la necesidad de completar el cuadro del progreso de San Sebastián [...] esta necesidad
viene a llenarla el nuevo Ateneo, que cuenta ya con 318 socios» (La Voz de Guipúzcoa, 13-
X-1916).
Las actividades públicas del Ateneo, cuyo reglamento es aprobado el 9 de noviembre,
se celebrarán en el Instituto Provincial y debutan públicamente con una conferencia de
Vicente Ferraz —sustituye a Cambó, quien, debido a sus deberes parlamentarios ha de ex-
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Capítulo II. La época del titubeo, pero sin embargo bella
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1917-18
El curso comienza con el concierto del pianista Leo de Silka —marqués de Rocaverde,
diputado a Cortes por los liberales en 1916 y 1919, e impulsor de la Academia de Bellas
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Capítulo II. La época del titubeo, pero sin embargo bella
Curso 1918-19
La gravísima epidemia de gripe que causa una alta mortandad paraliza las actividades
públicas, en general, y por consiguiente las del Ateneo. La Voz del 7 de diciembre intro-
duce la conferencia que da Victor Pradera —«Elogio a Cambó»— mencionando el regreso
a la normalidad después de la obligada interrupción: «Habiendo desaparecido las causas
que motivaron la suspensión de la apertura del curso...». El 12 de diciembre tenía que ha-
ber hablado el diputado Marcelino Domingo sobre la «Nueva organización del Estado es-
pañol», pero la conferencia se suspenderá debido a que debe participar en un debate que se
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
celebra en el Congreso. 1919 se presenta bajo mejores auspicios, como se verá en el apar-
tado siguiente dedicado a la década de los Veinte. He preferido encuadrar 1919 entre los
años 20 porque el fin de la I Guerra Mundial, en noviembre de 1918, marca el inicio de
una nueva época.
56
III. LOS FELICES VEINTE (TAMBIÉN PARA EL ATENEO)
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
partía del hecho de que la ciudad burguesa podía desarrollarse sin límite, en cambio a
partir de 1920 pesa sobre el espacio urbano la realidad de las clases trabajadoras que nece-
sitan viviendas de bajo coste. Y la presión es fuerte, no en balde para el año en que acabe
la década feliz, 1930, el 34,1 % de la población será obrera. A fin de hacer frente a una
demanda creciente de viviendas se construyen alojamientos baratos en los pisos altos de
los inmuebles del centro y se buscan soluciones en los barrios llamados periféricos —Egía,
San Martín o el Antiguo— donde, sin embargo, todo el frente marítimo, propiedad de
Brunet, se dedicará a villas de lujo. No olvidemos que hasta 1925 no habrá playa en On-
darreta sino un campo de maniobras junto a la cárcel. Algo parecido ocurrirá en Gros
donde se prevé la construcción de viviendas para trabajadores, puesto que no forma parte
del idolatrado y exclusivo centro, sin embargo, las gentes adineradas encontrarán el lugar
muy conveniente para sus villas y sus inmuebles de buen tono, con lo que se comerán
buena parte del espacio destinado a la clase obrera.
Este proletariado creciente no sólo va consumir ocio de masas y va a causar problemas
urbanísticos sino que va a convertirse en la fuente principal de conflictos de índole social y
política conforme avance el siglo XX. Por lo que respecta a San Sebastián, entre 1917 y
1920 se producen 24 huelgas. No es una gran conflictividad pero tampoco pequeña, tiene
el tamaño suficiente como para modificar la imagen que de sí misma tiene la ciudad. El
donostiarrismo multiclasista que ponía a la ciudad por encima de las diferencias de fortu-
na que pudiera haber entre sus conciudadanos se verá severamente afectado como conse-
cuencia de los conflictos de 1917 y los que vendrán después. Conmocionado por la pérdi-
da del orden burgués, el Ayuntamiento hará una llamada a diferentes organismos y
asociaciones para que creen unas Juntas de Defensa susceptibles de mantener el orden un
poco a la manera de los comités de crisis de 1868 sin darse cuenta de que se trata de una
fórmula anacrónica precisamente porque hay dos fuerzas inconciliables en liza, el capital y
el trabajo. No obstante, como señala Luengo, a raíz de los sangrientos sucesos de 1920 se
creó una Comisión encargada de formar dicha Junta, a la que acudieron tres entidades,
entre las que se encontraba la Unión Artesana, pero la iniciativa se saldó con un rotundo
fracaso.
Durante la Dictadura de Primo de Rivera, 1923-1930, el panorama socio-político do-
nostiarra no cambió gran cosa, la paz social que el directorio militar trajo consigo no fue
excesivamente relevante puesto que, como hemos visto, hubo poca conflictividad: San Se-
bastián no era la Barcelona de los asesinatos y del pistolerismo. Lo que sí cambió y mucho
fue la imagen de la ciudad como consecuencia de la prohibición del juego decretada por
Primo de Rivera en 1924 y que se prolongó hasta el final de la dictadura pese a los conti-
nuos rumores, propalados incluso por la prensa, de que volvería a restablecerse de inme-
diato. En efecto, el cierre de los casinos se tradujo en la defección de la alta sociedad que
se veía privada de la oferta de ocio de lujo —bailes, desfiles de modas, carreras de co-
ches— que los ingresos por el juego posibilitaban. El turismo no se democratizó, todavía
no había vacaciones pagadas para la clase obrera, pero descendió un peldaño y San Sebas-
tián se abrió a las clases medias. La calidad no fue reemplazada exactamente por la canti-
58
Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
dad pero los registros de entrada son excelentes aunque ligeramente inferiores al máximo
de 60.000 visitantes mensuales de 1920. San Sebastián se transformó en una ciudad sim-
plemente burguesa dejando de ser, en beneficio de Biarritz, la cumbre del cosmopolitis-
mo. Ni el desplazamiento del centro de gravedad hacia las clases medias ni el aumento del
proletariado influyeron en la percepción de sucesos como la guerra de Marruecos, que
ocupaba sólo un espacio en la prensa y, al igual de lo que ocurrió con el desastre de 1898,
tampocó despertó ecos en una conciencia cívica que se limitó al apadrinamiento de solda-
dos y a celebrar con cierta alegría, una vez finalizado el conflicto, el regreso del Regi-
miento Sicilia a sus cuarteles de Loyola. Hubo alguna excepción, la del Ateneo Guipuz-
coano, como veremos, que sí se implicó contra la guerra. Como dato curioso hay que
destacar que el Gran Casino fue utilizado como hospital de la Cruz Roja para los heridos
de Marruecos entre octubre de 1924 y febrero de 1925.
El Ateneo contestado
A comienzos de 1919 se elige la nueva Junta que queda constituida como sigue: presi-
dente, Vicente Ferraz; vicepresidentes, Paulino Caballero y Ángel Bellver; secretario, Juan
Santamaría; bibliotecario, Rufino Mendiola; tesorero, Valentín Pérez Yagüe; contador,
Pedro Zaragüeta; vocales, Adrián de Loyarte, Emiliano Eizaguirre —creador de los estu-
dios sobre la tuberculosis en España— y el republicano Alberto Sotos Bataller. Poco des-
pués de la renovación de la directiva estalla la polémica como consecuencia de la anula-
ción de la conferencia que debía impartir el diputado republicano Marcelino Domingo.
El diario La Voz de Guipúzcoa, puesto sobreaviso por la nota que publicó previamente en
el mismo periódico el ateneísta Mariano Salaverría (a título de orientación hay que señalar
que Salaverría acababa de dar a la imprenta en 1918 el libro Nacionalismo y Federalismo),
la achacó a censura ideológica y publicó un encendido artículo sin firma en el que acusaba
al Ateneo de ser un refugio de neo-católicos que se jactaban, por boca del supuesto miem-
bro de la Junta del Ateneo y director del periódico integrista La Constancia, Martín Jimé-
nez, de que Marcelino Domingo «ni habla ni hablará en el Ateneo»: «Los neos, esa carro-
ña que padece San Sebastián, esa molesta erupción que todo lo llena y todo lo quiere
acaparar, se ha hecho dueña del agonizante Ateneo y antes de que este muera del todo, lo
ha deshonrado, Porque en cuanto se enteren los demás Ateneos de España de que en el de
San Sebastián se ha cerrado el camino a una idea —sea la que fuere— le van a negar hasta
el saludo» (La Voz de Guipúzcoa, 22-I-1919). La acusación es muy grave y deja al mismo
tiempo al descubierto la agonía de la institución que, según palabras del propio rotativo,
nació muerta y que se iba desnutriendo de socios conforme la ideología viajaba de la iz-
quierda a la extrema derecha.
El articulista anónimo pide que no se templen gaitas ni se arguya que la de vetar a
Marcelino Domingo fue una decisión tomada por la mayoría: «Cuando la mayoría es
sectaria y quiere imponerse contra la conciencia de la minoría, ésta debe tomar la puerta y
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
largarse, dejando que se las arreglen solos los intransigentes» (Ibídem). Al día siguiente,
Tomás Carasa, miembro saliente de la Junta, replica en el mismo periódico que Marcelino
Domingo no fue vetado por el Ateneo sino que fue el director del Instituto Provincial, se-
de del mismo y lugar donde se celebran sus actos, quien impidió la conferencia pues esta-
ba prohibido por Ley celebrar actos de carácter político en los centros de enseñanza. A ello
se unieron los problemas de agenda del propio conferenciante y un malentendido sobre
las fechas (se presentó en Donostia sin avisar). Carasa se mostraba tajante en su negación
de las imputaciones que sobre el Ateneo vertía La Voz de Guipúzcoa y puntualizaba: «Pri-
mero: Que es inexacto que los socios del Ateneo sean en su mayoría neos, ni que éstos se
hayan hecho dueños del Ateneo. Segundo: Que es igualmente inexacto que el director de
La Constancia forme parte de la Junta del Ateneo. Pertenece solamente a la Sección de
Literatura e Historia, que es independiente en absoluto de la Junta directiva» (La Voz de
Guipúzcoa, 23-I-1919), si bien Carasa reconoce que, en efecto, una minoría intransigente
trató de impedir que Marcelino Domingo disertara, tal y como recoge la propia Memoria
elaborada por la Junta en un párrafo que los integristas trataron de eliminar.
Tomás Carasa se lamenta al mismo tiempo de que los ateneístas de izquierdas no asis-
tan a las reuniones más delicadas congratulándose por que el buen sentido de una mayoría
de socios impidiera finalmente las maniobras de los ultras: «Baste decir que, como político
afiliado a un partido de la izquierda, creo que me encontraba completamente solo en
aquella reunión, porque mis correligionarios afines (como tienen por costumbre hacer,
desgraciadamente, salvo contadas excepciones, en los actos a que por obligación debieran
acudir), brillaron por su ausencia. Y, sin embargo, el buen sentido y la tolerancia se impu-
sieron; las personas no afiliadas en partido político alguno y algunas de la derecha votaron
aquel párrafo y quedó aprobado con el resto de la Memoria» (Ibídem). Tomás Carasa con-
cluye su extenso artículo declarando que no es hora de que los ateneístas de izquierda
abandonen el campo sino de que planten cara a la «minoría nea intransigente» y pide que
se convoque una asamblea para resolver «el grave problema que al Ateneo se le plantea a
causa de los escrúpulos del señor director del Instituto» (Ibídem).
La Voz de Guipúzcoa no se da por satisfecha con las aclaraciones de Tomás Carasa e in-
siste en que se debió celebrar la conferencia de Marcelino Domingo aprovechando que se
hallaba en la ciudad. Por otra parte, considera vanas las pretensiones de que los ateneístas
le sigan en su idea de abandonar la sede del Instituto si no se tolera la libertad de expre-
sión y eso pese a que nunca puede ser completa porque, añade, una cosa está clara, la Ley
es tajante respecto a la prohibición de hacer política en los centros de enseñanza. Remata
la faena propinando un cachete al director del Ateneo que tuvo la galanura de contestarle
en otro rotativo local, El Pueblo Vasco: «Sus disciplinazos no han llegado a colorear nues-
tro [sic] epidermis, a pesar de ser nuestra piel tan sensible y fina como la suya. Sus ironías
las consideramos indignas de su prosapia, aparte de que alguna de ellas se volverá pronto
contra él, pues habrá ateneístas dimisionarios con títulos más valiosos que los que él pueda
presentar. Y sus solos de autobombo nos han producido hondo regocijo (…) Hará muy
bien en dimitir con carácter irrevocable la presidencia del Ateneo. De otro modo quizá
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Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
La rutina
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Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
Curso 1919-20
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
rios. En la apertura del periodo lectivo participan el presidente Ferraz que declara: «Lu-
chando con el monótono ritornelo de ¡no hay ambiente!¡no hay ambiente con que tratan
de atemorizarnos nuestros enemigos conseguiremos a no dudarlo que nuestro amado Ate-
neo llegue a alcanzar una vida tan próspera y feliz como los primeros de España» (La Voz
de Guipúzcoa 13-10-19). El señor Bellever interviene acto seguido con una conferencia
sobre Cristobal Colón. El acto estuvo amenizado por un quinteto y se clausuró con la
lectura del poema ganador del certamen literario ya mencionado a cargo de su autor Emi-
lio Pisón, que era redactor de La Voz de Guipúzcoa y colaborador de El Bidasoa. Todavía
no se ha producido el cambio de sede que se proponía a finales del curso precedente pues
las sesiones se siguen celebrando en el Instituto aunque alguna crónica de la época men-
ciona el acceso a los locales del Ateneo por la calle Larramendi, cosa imposible pues el
Instituto General y Técnico, actual sede del centro Koldo Mitxelena, no linda con esa ca-
lle. ¿Tendría una oficina en ella o se trata de una errata imputable al rotativo?
Los días de actividad son los jueves, para las diferentes secciones, y los sábados para los
actos de carácter general a los que puede acudir el público. Los temas de las conferencias
fueron tan variados como siempre pues hasta finales de año se habló de la historia del pa-
racaídas —con demostración práctica incluida a cargo del ponente Torquissi-Greco (si la
transcripción de lo que más que letras parecen borrones resulta correcta)—, el 5 de no-
viembre; los orígenes de las libertades y las cartas puebla en Vizcaya, a cargo de Gregorio
Balparda, el 8 de noviembre; la delincuencia infantil, por Jaime de Echeverría, el 20 de
noviembre, y un viaje a Venecia expuesto en dos sesiones por Joaquín Pavía, el 22 y 29 de
noviembre. Siguen adquiriéndose libros para la biblioteca circulante concurriendo la cu-
riosa circunstancia de que la lista de títulos suele aparecer publicada en la prensa, lo que
dice mucho de la proyección social del Ateneo. El año 1920 se abre con las correspon-
dientes elecciones a Junta que resulta configurada así: presidente, Vicente Ferraz; vicepre-
sidentes, José María Caballero y Ángel Bellver; secretarios, Juan Santamaría y Rafael La-
rumbe; tesorero, Valentín Pérez Yagüe; contador, Felipe Pérez Ormazábal; vocales, Adolfo
Sáenz, Tomás Carasa y Alberto Sotos Bataller. La relativamente nueva junta alumbra un
año sanitario-regenerativo pues emprende tres grandes campañas que tienen mucho eco
en la prensa y buscan concienciar a la población masivamente: la primera contra el peligro
venéreo-sifilítico, la segunda contra el abuso del alcohol y la tercera contra los inconve-
nientes y peligros del tabaco. La que cuenta con más número de conferencias es la prime-
ra. El 23 de abril se celebrará la correspondiente velada homenaje a Cervantes con la in-
tervención de Vicente Ferraz. Luego, el 31 de abril, Jaime Brunet leerá su trabajo literario
La insinuación. El 5 de junio, Juan Moneva y Pujol hablará de «Regionalismo Ibérico».
El curso 1920-1921
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Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
civiles y militares así como ante el cuerpo consular. Ferraz agradeció al presidente de la
Diputación y al alcalde las subvenciones concedidas que el Ateneo tuvo a bien rechazar
porque «somos tales que gozamos en nuestra modestia» (La Voz de Guipúzcoa, 13-10-
1920). Esta confesión revela dos cosas: una, que las autoridades podían conceder subven-
ciones sin que fueran solicitadas, porque no parece razonable que se pidieran para recha-
zarlas posteriormente, y dos, que el Ateneo era autosuficiente, económicamente hablando,
con las cuotas porque no se conoce ni se adivina qué otra clase de ingresos pudiera tener.
Acto continuo, Ferraz presentó la necesidad imperiosa de una sala con buena biblioteca y
expuso los dos grandes ejes que marcarían los trabajos para el curso: la pedagogía y la
cuestión social. Clausuró la velada Adrián de Loyarte con una conferencia sobre «América
y los vascos» que recibió una sonora ovación.
Tal y como anunció Ferraz, hasta final de año se impartieron dos conferencias sobre
educación a cargo de José Graner y Enrique Martín, el 27 de noviembre y 18 de diciem-
bre, respectivamente. 1921 debuta con la correspondiente renovación de cargos. Ferraz, el
presidente saliente, habló de las dificultades a las que se enfrenta el Ateneo: «Estas difi-
cultades son dos principalmente: una, la oposición incomprensible de muchos cartagine-
ses que por ahí pululan y que no solamente sienten horror por las inquietudes espirituales,
sino que desprecian estúpidamente a los que las cultivan; otro peligro es la apatía de mu-
chos ateneístas que se limitan a pagar la cuota y no acuden a los actos académicos ni pres-
tan a las iniciativas del Ateneo el calor de su entusiasmo» (La Voz de Guipúzcoa, 14-I-
1921). La Junta quedó a medio constituir pues se eligió una candidatura que luego pasaría
a repartírselos y que estaba compuesta por Mariano Zuaznávar —liberal, alcalde de San
Sebastián de 1917 a 1919—, Juan Córdoba, Rufino Mendiola, Ángel Bellver, Vicente Fe-
rraz, Alberto Sotos, Juan Santamaría y Emiliano Eizaguirre. Finalmente, Sotos será elegi-
do presidente, en la reunión del 19 del mismo mes, y Caballero y Ferraz vicepresidentes.
A propósito de Caballero, hombre de derechas que allá por los Cincuenta fundaría el se-
minario Julio Urquijo, el actual secretario del Ateneo, Felipe Maya, refiere que Caballero
coincidió un día con el izquierdista José Bago en el Club Náutico de San Sebastián, del
que ambos eran socios como también lo eran del Ateneo. Caballero creyendo hacerse el
gracioso le dijo a Bago, que se hallaba apoltronado en una tumbona: «¿Qué, haciendo ho-
nor al apellido?». Y para no disimular la tirria que se tenían ni que era una presa fácil, Ba-
go le respondió: «Otros no pueden decir lo mismo».
Algo se estaba cociendo pues hubo de celebrarse el 4 de febrero una junta general ex-
traordinaria en la que salió elegido vocal el republicano Fidel M. de Urbina a cuya candi-
datura se oponía una camarilla integrista —lo que prueba que no todos se fueron detrás
de Martín Jiménez cuando se marchó—, circunstancia que reflejaba al día siguiente La
Voz de Guipúzcoa: «Como quiera que la presión reaccionaria había originado sensibles di-
ferencias políticas en el seno del Ateneo —tribuna académica en la que no debieran surgir
esas mezquinas luchas partidistas— había un gran interés por parte de aquéllos para que
no fuera designado nuestro querido ex compañero don Fidel M. de Urbina (…). Afortu-
nadamente, en la Junta de ayer triunfó el espíritu de tolerancia que debe ser la esencia de
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
todos los Ateneos (…). Acudieron a votar numerosos socios que enterados de la maniobra
que se trataba de realizar hicieron triunfar por una mayoría aplastante, abrumadora, la
candidatura del señor Urbina». El incidente pone una vez más de manifiesto que el fenó-
meno nuevo del partidismo lo invade todo, incluso el Ateneo como descubre un tanto in-
genuamente La Voz, periódico, no lo olvidemos, republicano militante.
Después de dos veladas musicales —una de ellas, el 29 de enero, a cargo de la tuna lo-
groñesa recibida en la ciudad como si hubieran sido los Ballets Rusos, y la segunda a cargo
de las señoritas Goiburu y Hernández acompañadas por el señor Esnaola, el 5 de febre-
ro—, los debates comienzan con el tema de «El salario justo» abordado por Emilio Azarola
el 17 de marzo y que se prolongará con diferentes intervenciones durante varias sesiones,
finalizando el 9 de abril. Azarola, según reseña el corresponsal de La Voz, hizo un amplio
recorrido por diferentes teorías económico-sociales como el marxismo y la doctrina de
Henry George, para tomar impulso en una suerte de socialismo primitivo —el que suele
asociarse a la doctrina de Jesucristo— a fin de criticar la encíclica Rerum novarum de León
XIII y terminar concluyendo que el único salario justo es el que otorga a cada hombre el
producto íntegro de su trabajo. Azarola recibió las críticas, en la siguiente sesión, de Víctor
Pradera, que realizó un vivo alegato a favor de las teorías económico-cristianas —según
señala el reportero de La Voz— a cuya luz no hay más soluciones para la cuestión social
pues todas están en la doctina de la Iglesia. Réplicas y contra-réplicas se sucedieron en los
días siguientes reafirmándose Azarola, Picavea y Víctor Pradera en sus respectivas posicio-
nes. Intervino como colofón Rojo Arias que desconcertó al público con sus alegatos a fa-
vor del régimen comunista.
Durante el mes de mayo se celebraron sendas conferencias, una sobre pintores vascos,
a cargo de José Iribarne, el 7, y la otra sobre el hispano-americanismo, impartida por Eva-
risto Bozas y Urrutia, el 21. Finalizando así el curso. Sin embargo, un suceso ajeno al Ate-
neo, pero no a muchos de sus socios que se implicaron a título personal, indignaba a La
Voz de España en vísperas de la temporada veraniega: la negativa del Ayuntamiento a par-
ticipar en la construcción de un monumento a Pérez Galdós, negativa que fue contrarres-
tada por una suscripción popular organizada por el propio diario y en la que se reconocen
los nombres de varios socios del Ateneo. Nota bene: el monumento no se construyó jamás.
A cambio, dos años después de esta campaña fallida, se producirá otro alboroto por un
monumento, éste a la reina María Cristina (la calle lo llamaba la Domadora, por aparecer
la soberana junto a dos leones, y lo encontraba horrendo), que será destruido pese a ser
elevado en 1913, también por suscripción popular, en los jardines de Alderdi Eder.
El curso 1921-1922
Comenzará el curso con mucho empaque ya que el Ateneo se propone abordar un te-
ma controvertido y de rabiosa actualidad, el Concierto económico, seguramente debido a
la amenaza que suponía la postura de Cambó, tendente a suprimirlo cuando se presente a
66
Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
la renovación en 1926. Así pues, los ateneístas prefieren tomárselo con tiempo para ir ex-
planando posiciones. Abrirá el fuego José Orueta —empresario, financiero y político libe-
ral de origen vizcaíno afincado en Guipúzcoa, cofundador de la Sociedad Filarmónica de
Bilbao y ponente en varios proyectos de Estatuto— el 25 de noviembre con un esbozo
histórico del mismo insistiendo en el aspecto de que fue una solución acertadísima para
compensar la pérdida de los Fueros. Hizo una alusión crítica al separatismo de los nacio-
nalistas y a la consiguiente reacción extremista de la Liga Monárquica para alabar las posi-
ciones de quienes, contra ambos extremos, se sienten al mismo tiempo vascos y españoles:
«Sobre ellas predominaron los vascos amantes de las Vascongadas y de España, que ama-
ban su historia y la historia nacional» (La Voz de Guipúzcoa, 25-XI-1921), es decir, que se
mostraba partidario del autonomismo y de la situación de Concierto con el Estado defen-
diendo tanto la descentralización administrativa que debe impulsar el Ejecutivo como una
mayor autonomía municipal respecto a las Diputaciones tal y como sucedía en origen con
los Fueros.
A Orueta le siguió en el estrado, el 2 de diciembre, Víctor Pradera acérrimo defensor
de la recuperación de los Fueros. No se mostraba contrario al Concierto pero sí a la indi-
gencia legal en la que se encontraba. Aunque consideraba más bien el Concierto como
una situación transitoria que no había por supuesto que desdeñar, él abogaba por la rein-
tegración foral completa como solución definitiva e ilustró su punto de vista con la pará-
bola de los señores que se ven desposeídos de la casa solariega y tienen que refugiarse en
una cabaña, cabaña que no abandonarán hasta que consigan el ideal de la mansión sola-
riega por el que están trabajando. Sin embargo, no se mostraba partidario de la autonomía
municipal respecto a las diputaciones y defendió su postura con una sentencia un tanto
oscura al menos para oídos no fueristas o, como mínimo, no implicados en el debate: «Los
municipios son autárquicos con arreglo a su fin, no con respecto a las Diputaciones. Por
eso no deben ser autónomos sino para su exclusivo derecho». Finalmente y tras recordar
que el rey de España sólo debe actuar como árbitro de las regiones federadas para evitar
que luchen entre sí, y que los vascos sólo serán vascos de deseo mientras no se restablezca
la vida foral, hizo un llamamiento agónico animando a «reunirse y tratar de estas cuestio-
nes, a que los vascos se regeneren con el alma del fuero como el ser humano se regenera
con el bautismo» (La Voz de Guipúzcoa 6-XII-1921).
El tercero en discordia fue José Múgica, director de la hacienda municipal que expuso
sus puntos de vista el 20 de diciembre de 1921. Centró su disertación en aspectos más tie-
rra a tierra que sus predecesores abordando los problemas fiscales planteados por las rela-
ciones entre los municipios y la Diputación tal y como estaban previstas por el sistema del
Concierto y que a él no le parecían las más adecuadas aunque permitieran hacer frente a
situaciones como el aumento de la población inmigrante, con la correspondiente presión
al alza sobre el precio de las viviendas, situación que sería insostenible de no ser por el
Concierto. De igual manera, el sistema autorizaba un margen tributario a los propios
ayuntamientos gracias a los cuales San Sebastián podía vanagloriarse de tener una densi-
dad tributaria que era la segunda de España al ejercerse sobre el maná adicional de la po-
67
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
blación flotante veraniega. Múgica terminó abogando por que el sistema de imposición se
inspirase más en la realidad de la ciudad que en las pautas que señala el Estado y apuntó la
necesidad de un órgano «unificador de las aspiraciones administrativas vascongadas» (La
Voz de Guipúzcoa 20-XII-1921).
1922 comienza con la renovación de algunos cargos de la Junta el 11, sin que se haya
podido establecer cuál era la directiva original al no saber quiénes de los elegidos en 1921
figuran como salientes. Los sutitutos son Emilio Azarola, vicepresidente; Rufino Mendio-
la, secretario, Carlos Usandizaga, tesorero; y Manuel Roncal y Ángel Calles vocales, con
Emiliano Eizaguirre, Tomás de Rivas y Paulino Caballero como presidentes de las seccio-
nes de Ciencias, Literatura y Artes respectivamente. Después de una charla económica —
el sr. Barrio hablará el 13 de enero del contrato de arrendamiento— y otra científica —
«La cuestión de las localizaciones cerebrales», por el doctor Villaverde, el 14— va a
prodeucirse una intervención estrella, la de Tomás Carasa, el 19, que tendrá por objeto la
figura de Francisco Gascue, el celebérrimo político republicano. El discurso será vertido
por La Voz de Guipúzcoa en nada menos que diez entregas. La invitación al retrato del
insigne político se la hizo Picavea a un vacilante Tomás Carasa aduciendo que en el debate
sobre el Concierto el arco político de los participantes se había detenido en el liberalismo
templado después de partir de la derecha y que, por lo tanto, se imponía una voz de
izquierdas. Carasa aceptó finalmente el encargo y realizó una semblanza completísima que
incluía una semblanza biográfica dentro de un encendido repaso al ideario de Gascue.
Carasa refirió cómo Gascue participó, en 1906, como diputado provincial, en la comisión
de Guipúzcoa que negoció el cupo de 1907, siendo además uno de los impulsores de la
Liga Foral Autonomista, creada entre 1905 y 1906, con el fin de que el Gobierno
mantuviera el Concierto y se olvidara de incluir al País Vasco en el régimen general,
peligro que acechaba a cada renovación del mismo. Para Gascue el verdadero pilar del
sistema foral eran los ayuntamientos y no las diputaciones: «Las Diputaciones son un
poder verdadera y esencialmente antiforal, que nosotros los demócratas no podemos
reconocer tampoco, con arreglo a nuestros principios esenciales» (La Voz de Guipúzcoa,
28-I-1922). Gascue no tiene problemas para encuadrar sus sentimientos foralistas en su
ideario republicano federalista —«Los de la derecha admiten el fuero porque fue; nosotros
los de la izquierda, porque debía ser» (Ibídem)— ya que considera el Fuero como «El
gobierno del pueblo vascongado por sí mismo y para sí mismo».
De acuerdo con Gascue, Carasa, que se reconoce como discípulo suyo, piensa que reli-
gión y política deben separarse porque «un católico, lo mismo que un adepto de otra reli-
gión, puede perfectamente sustentar cualquier idea política. Esta es una cuestión que ya
nadie discute fuera de España» (La Voz de Guipúzcoa, 29-I-1922), aspecto nada baladí en
unos momentos en que, efectivamente, la cuestión religiosa inflamaba las canchas políti-
cas. Carasa resume el pensamiento político de Gascue como un intento de casar Fueros y
democracia: «La verdadera doctrina suya, la que predicó durante toda su vida pública,
constituyendo en él una verdadera obsesión, [fue] la de hermanar el fuero con la democra-
cia» (La Voz de Guipúzcoa, 31-I-1922). Carasa concluirá su exposición glosando las postu-
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Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
ras forales de todos los partidos, desde el integrista al republicano pasando por los monár-
quicos, los nacionalistas e incluso el socialista al que Carasa atribuye un deseo foral no ex-
presado pero implícito en su reivindicación de la autonomía municipal. Y propone, en
sintonía, opina, con Gascue, que se debe crear un organismo, en la línea de la liga regio-
nalista de Cataluña, que se podría denominar Liga Foral Autonomista, constituido no por
partidos sino por ciudadanos para promover las ideas forales a fin de crear un estado de
opinión fuerte de cara a la renovación del Concierto en 1926. Todo ello, por supuesto,
dentro de una vocación autonomista: «El cariño a la patria chica no impide, sino que, por
el contrario, se completa con el de la patria grande» (La Voz de Guipúzcoa 2-II-1922).
La intervención de Picavea, el 20 de abril, sobre el Concierto no despierta precisa-
mente el entusiasmo de La Voz de Guipúzcoa («Cuando el señor Picavea quiere sentar cá-
tedra de erudito profundo, es precisamente cuando defrauda», 20-4-1922) y le acusa de
haber hecho un exposición económica digna de un curso de bachiller, no del Ateneo,
aunque le reconoce el mérito de ser un espíritu independiente, al margen de partidos. No
era la primera vez que Picavea recibía semejante tratamiento pues La Voz no podía sopor-
tar su oportunismo político. Rafael Picavea intervino en dos sesiones, la primera de ca-
rácter más bien técnico, y la segunda de carácter político, mostrándose en ambas partida-
rio del Concierto pero defendiendo a ultranza la autonomía porque mientras no se
consiga se estará a merced de las veleidades del Estado: «Mientras no la obtengamos, la
situación del País Vasco en sus relaciones con el ministerio de Hacienda, será siempre
humillante y precaria» (La Voz de Guipúzcoa, 28-IV-1922).
Picavea asegura que «la autonomía no es un privilegio sino un derecho» y no se reco-
noce en las tesis nacionalistas (años más tarde militará en el PNV) aunque sostiene que
existió «un pueblo vasco con atribuciones de soberanía tan grandes como las hayan podi-
do tener Prusia o Baviera» (Ibídem) e incardina esta soberanía en el tira y afloja entre el
Pueblo Vasco y España aunque asegura: «No sé si eso podrá llamar independencia, porque
la España de otros tiempos era algo así como una nebulosa y es difícil señalar el momento
en que una nebulosa se convierte en un astro» (Ibídem). La autonomía propuesta por Pi-
cavea debería contemplar incluso un ejército propio, lo que no es óbice para que sitúe el
País Vasco dentro de España y lo suponga sujeto al sistema de Cupos. Finalmente propo-
ne la creación de un partido autonomista en que los vascos se unan sin importar si son de
derechas, liberales o nacionalistas. Sus opiniones y el entusiasmo con que las emitió con-
quistan definitivamente al cronista que se mostró tan reticente en la primera intervención
de Picavea y que, mudando su dictamen, vaticina que lo allí expuesto «producirá más un
acontecimiento político sensacional» (Ibídem). El programa de conferencias incluirá, en
mayo y junio, un interesantísimo y precoz acercamiento a la teoría de la relatividad de
Einstein a cargo de Emilio Azarola, el 27 de mayo, contestado por José M.ª Goicoechea,
el 2 de junio, en su ponencia titulada «Crítica de las teorías de la relatividad de Einstein»,
que no es más que una patochada pueblerina que nada tiene que ver con la ciencia. Con-
cluye así un curso muy rico en contenido. El 29 de junio se producirá en el Ayuntamiento
de San Sebastián una discusión muy viva sobre las subvenciones a las sociedades populares
69
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Desde 1921 la vida española se desarrolla con el runrún de fondo de la guerra de Ma-
rruecos. En la conferencia de Picavea que acabamos de examinar, el orador hizo una digre-
sión al final para combatir «la aventura marroquí». Picavea no hacía sino unirse a una
opinión pública conmocionada por el desastre de Annual ocurrido meses antes de su
conferencia, el 12 de julio de 1921, y que se saldó con una cifra de bajas en las filas espa-
ñolas de 22.000 muertos, según el balance oficial. La matanza se produjo como conse-
cuencia de la desbandada general en la que cayeron unos regimientos mal organizados,
peor encuadrados y abandonados en último término a su suerte por la guarnición de Me-
lilla que no envió refuerzos. La sociedad no entiende que se esté en guerra por una mera
cuestión de principios —¿qué utilidad práctica tenía mantener la colonia de Marruecos?
(quienes así discurrían se olvidaban de los intereses mineros)— y más habida cuenta de
que sólo participan en ella los pobres —la inmensa mayoría de esa sociedad que se opone
al conflicto y que apenas cuenta con clases medias— ya que quienes disponían de recursos
podían librarse de la misma pagando una cuota. El informe Picasso, que toma el nombre
del general que lo instruyó, señala múltiples errores militares en el desastre de Annual pero
no llega al fondo en la cuestión de las responsabilidades. Y éstas son las que pedirá la so-
ciedad con los ateneos a la cabeza, como veremos.
El curso se inaugura como siempre, con la Fiesta de la Raza. Alberto Sotos, presidente
del Ateneo pronuncia un discurso de saludo y hermandad entre España y las repúblicas
latinoamericanas. A continuación lee la memoria del curso pasado recordando la brillantez
con que los oradores abordaron el tema de «Las relaciones económicas con el Estado», y de-
teniéndose en la entrañable fiesta infantil que tuvo lugar el 12 de mayo. Tomó luego la
palabra Elorza, presidente de la Diputación, para hablar de los vascos en América ponien-
do fin al acto el encargado de negocios de Uruguay, Pedro Requena Bermúdez. Pero aquel
comienzo de curso iba a ser muy distinto a los habituales porque la guerra de Marruecos
ocupará toda la escena. Nada más comenzar el curso lectivo llegan noticias de que el Ate-
neo de Madrid trabaja para organizar una manifestación con el fin de pedir responsabili-
dades militares y políticas del desastre de Marruecos. Pues bien, el 31 de noviembre la
prensa informa de la dimisión en pleno de la Junta directiva de dicha entidad al no estar
conforme con la idea de que un ateneo deba protestar en la calle. Aceptada la dimisión y
sustituida la Junta, los socios del Ateneo madrileño deciden proseguir con los trabajos
preparatorios de las movilizaciones.
El 12 de diciembre se celebra por fin la manifestación en Madrid con rotundo éxito.
Acuden 60.000 personas entre las que se encuentran familiares de los soldados muertos y
representantes y miembros de distintos partidos políticos así como ciudadanos sin filia-
ción política. El acto concluye con un llamamiento del presidente del Ateneo, Álvarez Bu-
70
Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
ylla: «Ciudadanos, el acto que acabáis de realizar es el más importante de cuantos se regis-
tran en la historia de nuestros días. Disolveos y estad preparados, porque acaso os volva-
mos a llamar en el momento que haya que pedir responsabilidades. ¡Viva la Justicia! ¡Viva
Picasso!» (La Voz de Guipúzcoa, 14-XII-1922). También se celebraron marchas en Ali-
cante, Teruel y Santander, donde participaron 6.000 personas. Hubo un mitin en Sevilla
y se recibieron millares de adhesiones de distintas provincias. El Ateneo Guipuzcoano se
suma a la protesta con una manifestación en San Sebastián en la que toma la palabra
Emilio Azarola.
Pasada la tormenta reivindicativa, 1923 comienza sin novedades reseñables. La directi-
va nombrada en una fecha indeterminada de enero (la votación estaba anunciada para el
día 12 pero la prensa da a conocer la composición de la Junta el 24 sin datar el momento
de la elección) tiene a Emiliano Eizaguirre por presidente. Los vicepresidentes son Tomás
Carasa y Mariano Echauz; de secretarios están, Rufino Mendiola y Olegario Arbide; de te-
sorero, Ángel Bellver, y de contador, Tomás Rivas. La programación se desarrolla según
los cauces habituales destacando dos conferencias, la que Juan Usabiaga imparte, como
prinera del año el 24 de febrero, sobre la telefonía sin hilos —con la radio de entreteni-
miento en el horizonte— y la del doctor Roncal, el 1 de marzo, sobre el psicoanálisis
«asunto nuevo y de gran interés que mantuvo durante hora y media la atención de todos»
(El Pueblo Vasco, 2-III-1923). El presidente entrante, doctor Eizaguirre, expuso al intro-
ducir a Usabiaga, que se estaba buscando local nuevo para el Ateneo, por lo menos para
las reuniones y la biblioteca, restringiendo el uso del Instituto para las conferencias.
Mientras se consigue uno «en propiedad» —son palabras textuales—, pueden disfrutar del
que les brinda la Asociación Musical. Pero el inmediato nombramiento del socio del Ate-
neo Vicente Ferraz como director del Instituto garantiza que no haya problemas para di-
sertar sobre lo que se desee, léase para realizar intervenciones políticas. Hasta el mes de
mayo pasarán por el estrado Ramón Basterra —el 5 de marzo—, Pedro Mourlane Mi-
chelena, que hablará el 17 de marzo sobre el conde de Peñaflorida, Antolín Mendiola —
sobre cultura artística el 28 de marzo—, Rafael Picavea —sobre Articutza, el 4 de abril—,
Azarola —sobre el patriotismo, el 7 de abril—, José Díaz Alberdi Soldatu Txiki —sobre la
guerra de Marruecos, el 14 de abril—, y Rufino Mendiola sobre Egipto, el 28 de abril.
Soldatu Txiki no se mostró especialmente implicado en criticar la campaña marroquí.
Al decir del reportero de El Pueblo Vasco «nos describe el campamento donde convivió
cinco meses con los sicilianos; la monotonía desesperante de esa vida de inactividad bélica
sin emociones; los primeros tiros; el dolor de las primeras víctimas del batallón en la agre-
sión de Muñoz Crespo; las peripecias de campaña y sus sinsabores de informador que lu-
cha con incomprensibles trabas. Hace una pintoresca descripción de su salida a la guerra,
a caballo, con el batallón, para presenciar la operación de la toma de Casa Hamido y los
poblados de Ayalia y Hamades, donde tomaron parte treinta mil hombres» (El Pueblo
Vasco, 15-IV-1923). Las palabras más duras provinieron del orador que le siguió, Alfredo
Antigüedad, que aludió «al tema de las responsabilidades y a los derechos de los «cuotas»,
aunque reconociendo la necesidad de que el dinero no establezca diferencias en el cum-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
72
Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
Primo de Rivera, en decreto del 18 de septiembre, disolvió las Cortes. Hará lo propio
con las Diputaciones y prohibirá el uso de lenguas distintas al castellano así como la exhi-
bición de símbolos considerados separatistas, como la bandera catalana. El Gobierno esta-
rá formado por un directorio militar que dará paso en 1925 a un directorio civil hasta
1930, y no tanto para cubrir las apariencias pues Primo de Rivera, ferviente partidario de
la regeneración política, se sentirá obligado a crear un partido aunque sea títere, la Unión
Patriótica. El Ateneo de Madrid sufrirá inmediatamente las consecuencias de su toma de
posición sobre la guerra del Rif y se verá colocar un delegado del Gobierno como director
hasta el fin de la dictadura. Ni que decir tiene que la actividad intelectual descendió en pi-
cado. Por lo que respecta al Ateneo Guipuzcoano, hay que señalar que no mereció repre-
salia alguna. El ritmo de actividades, por el contrario, se multiplicará y se sucederán las
campañas de captación de socios. El tema estrella del curso será nada más y nada menos
que: «Lo que debería ser la futura organización político administrativa de España» y eso en
los ámbitos municipal, regional y nacional. Podría chocar y mucho semejante debate en
plena Dictadura, las cosas se entienden mejor cuando se sabe que el director del curso es
un hombre de orden, el monárquico Víctor Pradera, a quien las propias autoridades en
activo habían consultado para organizar su política administrativa. Lo que no quita para
que el reportero de El Pueblo Vasco exprese su entusiasmo nada más saber que está a punto
de iniciarse un debate de tan hondo calado: «El Ateneo viene, pues, en cumplimiento de
sus fines a inquietar al país para que se preocupe de sus fines más sagrados» (El Pueblo
Vasco, 26-X-1923). Abrirá las sesiones el propio Pradera el 6 de noviembre. La nómina de
conferenciantes es variada pero moderada, intervendrán en un momento u otro: José
Elósegui, maurista, que tiene en su honor el haber rechazado la propuesta de la junta mi-
litar para ser de nuevo alcalde de San Sebastián; el camaleónico Rafael Picavea que por
aquel entonces parece monárquico y defiende la dictadura, y los liberales Zuaznávar y José
Orueta. Las intervenciones se prolongarán hasta el 1 de febrero de 1924.
La inauguración oficial del curso se produjo, evidentemente, el Día de la Raza. Y como
novedad hay que destacar que el Ateneo cuenta con un nuevo local social en la Avenida de
la Libertad 12, 1.º. Para el 3 de noviembre el número de socios llega a 300, frente a los
113 del curso anterior. Aparte de los ponentes del tema estrella pasarán por la tribuna
hasta diciembre, el padre Otaño, que hablará, el 3 de noviembre, de la escuela rusa de
música, Francisco Lafarga, que intervendrá sobre las nuevas orientaciones penales, el 7 de
diciembre, Ramón de Basterra, que homenajeará, el 15 de diciembre, a Spengler, Juan Za-
ragüeta —vicario— que glosará la figura del profesor de instituto Andrés Manjón, el 29
de diciembre, Telesforo de Aranzadi, que ilustrará al auditorio en el campo de etnografía
vasca, el 18 de diciembre, y el profesor Obermaier que disertará, el 21, sobre el hombre
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
prehistórico. Asimismo tendrán lugar los dos primeros conciertos de la temporada en co-
laboración con la Filarmónica de Donostia, el 29 de noviembre y el 28 de diciembre.
Por lo que respecta al curso sobre administración política organizado por Víctor Prade-
ra hay que anotar que lo allí expuesto no difiere mucho de lo que se dijo durante el curso
1921-1923 cuando se debatió sobre la autonomía o la primacía de los ayuntamientos so-
bre las diputaciones (o viceversa) al examinar un posible proyecto de Estatuto. Durante la
primera sesión se produce precisamente un vivo debate entre Víctor Pradera y José Elóse-
gui acerca de la autonomía municipal en la que no cree el segundo, o no al menos como
fórmula generalizable, mientras que Pradera considera un crimen la sumisión —y deja-
ción de sus derechos por consiguiente— de los ayuntamientos a las diputaciones y defien-
de la autarquía para los mismos entendiendo por ello una autonomía limitada. José Múgi-
ca expondrá que la autonomía municipal es una reivindicación desfasada y que el
problema administrativo de España no es un problema de autonomía municipal sino de
educación ciudadana y de régimen municipal. Zuaznávar se manifestará más inclinado a
dejar en toda su pureza la Ley Municipal vigente despojándola de todos los decretos y le-
yes posteriores que la rebozan complicándola y se muestra, por tanto, disconforme con la
serie de organismos que Pradera necesita para vertebrar su municipio ideal. Disiente de
Pradera también el doctor Altolaguirre que no acepta su idea de evitar el procedimiento
de discusión en el cabildo municipal sustituyéndolo por las decisiones del alcalde, ya que
le parece antidemocrático.
Tomás Carasa defenderá el régimen federal de los municipios mostrándose partidario
de la autonomía «entendiéndola como derecho propio del municipio y la región a regirse
por leyes dictadas por ellos mismos» (El Pueblo Vasco 14-XI-1923) y encuentra las raíces
de la misma en el sistema foral. Pradera replica a todos ellos reafirmándose en sus postu-
ras, lo mismo que se reafirmarán en las suyas cada uno de los participantes en la sesión de
clausura celebrada el 15 de noviembre. Sin solución de continuidad, Víctor Pradera abrirá
las sesiones sobre la región el 11 de diciembre asegurando: «La región es un producto de la
Historia; no nace de nuestro cerebro ni de un solo golpe. La historia ha ido trabando los
vínculos que la determinan y que no pueden ser sólo económicos» (El Pueblo Vasco, 12-
XII-1923) aunque encuentra que la región se ha dormido en la Historia y considera que
ha llegado el tiempo de sacarla de su sueño. Pradera saldrá inmediatamente al paso de los
nacionalistas sosteniendo que los vascos y navarros no forman parte de la misma región. Y
admitirá la necesidad de un Fuero, aunque acomodado a los tiempos presentes, como ad-
mite el uso de lenguas regionales (y un ejército y policía propios) pero reservando una sola
lengua para la nación. Concluirá entre ovaciones: «No está la salvación en la muerte de la
región, sino en que cada región sea más región para que España sea más española» (Ibí-
dem).
1924 conoce la correspondiente renovación de la Junta directiva o de gobierno de la
que formarán parte Emiliano Eizaguirre, presidente; Tomás Carasa y Mariano Echauz, vi-
cepresidentes; Francisco Lafarga e Ignacio Usandizaga —abogado penalista de pensa-
miento liberal—, secretarios; Ángel Bellver, tesorero y Tomás Rivas, contador; figurando
74
Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
como vocales Quintín Altolaguirre, Julio Lequerica y Enrique Martín. Presidirá la sección
de Ciencias, José María Caballero; la de Literatura, Vicente Ferraz; la de Bellas Artes, José
Gurruchaga, y la de Estudios Sociales, Tomás Carasa. El número de socios es de 416 —se
conserva una relación de los mismos— y durante el curso se confecciona Reglamento, del
que también ha subsistido una copia.
Le corresponderá a Tomás Carasa reanudar la discusión sobre el régimen regional el 1
de febrero de 1924 y lo hace puntualizando un aspecto de las tesis de Pradera, el que tiene
que ver con la revisión o actualización del Fuero. Carasa se remite a un folleto publicado
por Gascue —con otros— en 1919 que plantea un Fuero revisado para el caso de que se
produjera la reintegración foral remarcando que autonomismo federal y fuero se implican
mutuamente. El quid del asunto residiría en partir de la autonomía federal: «Federados los
municipios, forman el estado regional; y la federación de las regiones constituye la Confe-
deración. Autónomos los municipios en su esfera municipal, lo son también las regiones
para cuanto corresponde a los asuntos regionales o intermunicipales; y quedan a cargo de
la Confederación los interregionales, nacionales e internacionales» (El Pueblo Vasco, 2-II-
1924). Respecto a la organización regional remite al Proyecto de Memoria al Directorio
Militar, aprobado el 29 de diciembre de 1923, que la Diputación de Guipúzcoa despachó
a las de Álava y Vizcaya y donde se habla de un organismo regional vasco asentado sobre
tres sub-regiones, las provincias, que conservarían sus competencias administrativas frente
al impulso centralizador. Carasa comenta encomiásticamente un aspecto particular de la
Memoria, el de la necesidad de dos escuelas, una para aquellos predominantemente vasco-
parlantes y otra para los predominantemente castellano-parlantes teniendo cada cual co-
mo asignatura obligatoria la lengua en la que los alumnos muestran sus deficiencias.
Unamuno abrirá brillantemente el año 1924 con una conferencia, el 4 de enero, sobre
la niñez en la que dirá que «el niño es el padre del hombre» (El Pueblo Vasco, 5-II-1924).
Unamuno se apartará del tiempo pasado visto y añorado con melancolía para convertirlo
en cimiento del porvenir: «El camino que me falta por recorrer es una proyección del ca-
mino recorrido, y el que no sabe lo que ha hecho no sabe qué ha de hacer» (Ibídem). Mas
adelante asegurará: «Yo he pensado que la Vida no debe ser una meditación acerca de la
Vida y de la Muerte sino una meditación acerca del nacimiento» (Ibídem).
El 23 de enero se renueva la Junta con el doctor Eizaguirre en la presidencia, Tomás
Carasa y el doctor Echauz en la vicepresidencia, quedando como secretarios Francisco
Lafarga y Olegario Arbide. El tesorero será Ángel Bellver, el contador Tomás Rivas, el bi-
bliotecario Valentín P. Yagüe y los vocales Quintín Altolaguirre, Julio Lequerica y Enri-
que Martín. Al comienzo de la reunión el señor Urbina propone a la Junta que se queje
ante las instituciones porque «se muestran indiferentes ante la obra cultural que realiza el
Ateneo de Guipúzcoa, mientras procede espléndidamente para fomentar diversiones y de-
portes, que más que desarrollar la cultura sirven, en la forma que hoy se practican, para
envenenar las pasiones y romper los lazos de armonía que siempre deben reinar entre los
hombres y los pueblos». La propuesta se aceptó por aclamación. ¡Qué lejos queda aquella
displicencia con la que la Junta rechazó las subvenciones que le otorgaron!
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
76
Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
no podrá desentenderse de las leyes culturales y económicas que son señaladas por la uni-
dad de una civilización que señala a todos los pueblos una misma norma. Por esas exigen-
cias, España podrá desentenderse de ser el primer pueblo de Europa pero no podrá de-
sentenderse de ser Europa» (Ibídem). Marcelino Domingo fue despedido con una gran
ovación. Su conferencia fue impresa y se conservan ejemplares.
Curso 1924-25
La solemne apertura del curso, coincidente como es habitual con la Fiesta de la Raza,
se celebra en un Instituto engalanado. El suelto que anuncia el acto ruega que los asisten-
tes lleven levita, chaqué o uniforme. Las actividades hasta fin de año no son muchas y no
presentan el carácter de impacto de cursos pasados. La principal novedad la representa la
excursión recreativo-cultural a Burgos. Por lo demás hay un concierto, el 31 de octubre, a
cargo de Peyrona y la condesa de la Vallée, otro el 18 de diciembre en el salón Novedades
a cargo del grupo Taffanel, y una velada literario-musical en la que Emilio Pisón lee una
conferencia de la actriz Adela Carbone sobre «las mujeres simbólicas en el teatro» el 15 de
noviembre. El padre Manrique disertará sobre el libre albedrío el 21 de noviembre, y
1924 finalizará con la conferencia del liberal Ignacio Usandizaga sobre la tierra vasca, que
resultó más emotiva que argumentada pero en la que no faltó la puntualización ideológica
de la primacía del campo —raíces, mayorazgo, origen— sobre la ciudad, civilización pero
también frivolidad veraniega e inconsistencia.
1925 llega con un programa apretadísimo. Hay mucha variedad aunque se echa en
falta la intensidad de otros tiempos. La Junta directiva está formada, desde la reunión del
21 de enero, por José Elósegui como presidente, y Vicente Ferraz y Tomás Carasa, como
vicepresidentes; los secretarios son Francisco Lafarga y Antonio López-Alén; el tesorero,
Ángel Bellver, el contador Joaquín Muñoz Baroja, y los vocales, Quintín Altolaguirre, Ju-
lio Lequerica y Manuel Vidaur. La Junta entrante accederá a la petición de retrasar el ho-
rario de los diferentes actos hasta las 19,30 para que puedan asistir los ateneístas emplea-
dos en los comercios. Se acuerda asimismo aplazar la fiesta infantil de Reyes a la víspera
del día de San Sebastián. En cuanto a la programación, se afianza la línea de ofrecer cono-
cimientos prácticos con el curso de conversación en alemán, que se anuncia el cinco de fe-
brero, y con un curso de puericultura anunciado el 26 del mismo mes. Se pone en marcha
asimismo una línea de conferencias sobre Iberoamérica, a cargo de la sección reciente-
mente constituida como lógica prolongación de la cita anual del 12 de octubre —diserta-
rán Rober Ricard, el 15 de enero, sobre la conquista de Méjico, Antolín Mendiola, el 21
de febrero, y el cónsul de Argentina, el 17 de marzo—, y se afianzan las hispanofrancesas
con las intervenciones de Pierre París, 18 de marzo, Jean Serraihl, el 26 de marzo, y mon-
sieur Schneider, el 7 de mayo. Durante el curso habrá seis conciertos —tres en 1924 y
otros tres en 1925— y se completan las actividades con el habitual popurrí de conferen-
cias: el R. P. Pérez del Pulgar sobre el progreso económico, el 3 de enero, Práxedes Diego
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Altuna sobre Rusia en el s. XIX, el 24 de marzo, José María Salaverría, sobre la nobleza de
la vida y el arte, el 2 de abril, Enrique Vázquez Camarasa, sobre el valor educativo del arte,
el 6 de mayo, y Ballesteros de Martos sobre la literatura actual, el 20 de mayo. Se prevé la
presencia en la tribuna de Luis Araquistain, del Conde de Romanones y de Ramiro de
Maeztu pero no hay constancia de que la ocuparan.
Como acto destacado del curso hay que reseñar la asistencia al paso de los restos mor-
tales de Ángel Ganivet el 27 de marzo. Para garantizar una asistencia nutrida, el Ateneo
publicó la siguiente nota en la prensa: «La Junta de Gobierno del Ateneo Guipuzcoano
tiene noticia de que esta tarde, a las siete y media, pasarán por esta ciudad los restos mor-
tales del insigne pensador Ángel Ganivet. Una comisión nombrada por la Junta al efecto,
irá a Irún a recibirlos, siendo portadora de una corona de flores naturales que el Ateneo
dedica a su memoria. La Junta de Gobierno ruega a todos los señores socios hagan acto de
presencia en la estación para rendir así el último homenaje al maestro» (El Pueblo Vasco,
26-III-1925). Tanta precaución fue en vano porque la llegada de los despojos mortales del
que fuera ilustre pensador se produjo al día siguiente, 27 de marzo.
El conferenciante peso pesado del curso fue el ex ministro conservador Francisco Ber-
gamín que eligió como tema «Política económica de España y régimen tributario». Habló en
presencia del gobernador civil y el alcalde de la ciudad, invitados por el Ateneo para presi-
dir un acto que discurrió por los cauces de la especialización y de ciertas afirmaciones co-
mo mínimo extravagantes —«La acción del Gobierno se precisa para evitar desviaciones
del recto camino de la economía; pues si la economía es ciencia, es porque ha recogido la
verdad; y la verdad no es más que una, porque es hija de Dios» (El Pueblo Vasco 29-III-
1925)— pero que levantó sonoros aplausos.
Curso 1925-1926
Los discursos del Día de la Raza marcan el comienzo del año lectivo y corren a cargo
del presidente del Ateneo, Tomás Carasa, de Víctor Pradera y del alcalde José Elósegui,
ante una nutrida concurrencia de autoridades civiles y militares acompañadas por ilustres
personalidades consulares. En un arranque de exaltación patriótica, Elósegui puso fin a su
intervención con unas palabras un tanto lamentables al menos para ciertos oídos ateneís-
tas, por ejemplo los de su compañero de tribuna, Tomás Carasa: «Recojan las autoridades
presentes el júbilo que sentimos por la patria, sea quien fuese el que la dirija. Recojan que
la aspiración nacional es la liquidación de Marruecos» (El Pueblo Vasco, 13-X-1925). Al
republicano Carasa eso de que la patria está por encima de quien la dirija, cuando está di-
rigiéndola un dictador golpista, le tuvo que sentar a cuerno quemado. En cuanto a lo de
liquidar Marruecos Elósegui se está refiriendo, por el contexto, a la reclamación popular
de que se le ponga fin al conflicto.
Hay tres platos fuertes hasta finales de año por lo que a las actividades se refiere, el
homenaje a Francisco Gascue, el 17 de noviembre con la intervención del R. P. Otaño y
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Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Interludio de humor
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Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
sujeto a retratar y un animal o una planta. Por otra parte, el título de la divagación, según
explicó Abril, hacía referencia al cartel de un humorista alemán en el que un individuo
contempla el insolente mosquito que se le ha plantado en la nariz, situación de peligro a la
que Abril aseguraba que había que poner el cascabel de la risa. Luego, exploró los resortes
del humorismo y para finalizar aseguró que el humorismo nos previene sin alarmas gran-
des, de modo jovial, travieso y retozón. Después de las palabras de Abril vino el mayo de
la música y el ballet —a cargo de la compañía Le Coq d´Or— así como las pantomimas e
imitaciones.
En la exposición propiamente dicha participaban 80 artistas, la mayoría españoles
aunqueno faltaron los franceses mereciendo destacar Bagaría, José Arrúe, Antequera Azpi-
ri, K-Hito, Tono, Bon —dijo en su disertación: «El título de humorista tiene gran utili-
dad práctica, sirve para justificar todas las excentricidades y todos los gestos forzados»—,
López Rubio, Txiki, Forain y Poulbot. Cada día, al igual que el de la inauguración, tuvie-
ron lugar distintos espectáculos teatrales siendo los más aplaudidos por el público, según
la prensa, los ofrecidos por Los Rotaldos, el grupo de jazz Harry Denny and Notre-Dame
Collegians, Pepe Median, Los Menciassi y Franzetti llevándose la palma Le Coq d´Or.
Ignacio Zuloga, cuya caricatura, realizada por Bagaría, figuraba en la exposición, animó a
las autoridades municipales y provinciales a comprar obra para sus instituciones. No sa-
bemos si la invitación cayó o no en saco roto pero sí que la cuestión económica tuvo sus
más y sus menos. En efecto, el Ateneo había pedido a la Diputación que proveyese las
10.000 pesetas que costaba el evento pero la Diputación no soltó ni un duro. Por eso, una
comisión trasladó la solicitud al Ayuntamiento que accedió a conceder la suma a través de
la comisión que gestionaba el Kursaal bajo la condición de que se cobraría con la recauda-
ción de caja lo prestado, aunque se comprometía a subvenir a las pérdidas si las había. La
caja de marras no debíó de ser ninguna broma pues acudieron auténticas multitudes que
solicitaron que la semana se prolongase. Todo habría quedado ahí de no ser por la gresca
que montó un diputado quejoso de que el Ateneo pretendiera dar un sablazo a la Diputa-
ción Foral después de haber llegado al acuerdo mencionado con el Ayuntamiento. Lo que
ocurrió fue que el Ateneo no hizo tal cosa, llamó a las puertas del Ayuntamiento una vez
que la Diputación le negase la colaboración económica para el evento. Si la Diputación
creyó que le intentaban sablear fue porque debido a un error burocrático la instancia del
Ateneo llegó al orden del día por segunda vez (no debían de recordar los tribunos que hu-
bo una primera vez que se saldó con su negativa) justo después de producirse el acuerdo
con el Ayuntamiento. El cronista de La Voz de Guipúzcoa se burla de la actuación de los
señores diputados agradeciendo que hubiesen contribuido a la Semana con una actuación
tan cómica.
Curso 1926-1927
De acuerdo con la costumbre, el curso se inaugura el Día de la Raza con una serie de
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
actos solemnes. El más campanudo tuvo lugar a las seis y media de la tarde en el Gran
Kursaal —devuelto a sus legítimos propietarios el 18 de diciembre de 1925 tras permane-
cer confiscado desde que se prohibiera el juego—, pero antes hubo dianas a cargo de la
banda del regimiento Sicilia, misa en la residencia de los Capuchinos, Te Deum en Santa
María, comida en Igueldo y festival infantil en el campo de la Real Sociedad —Atocha—
con desfile, ejercicios atléticos, danzas vascas y carreras de bicicletas. Por la noche el ban-
quete en el hotel María Cristina costó 25 pesetas por cubierto.
La renovación de cargos, también habitual y coincidente con la apertura del curso, vio
a dos candidaturas enfrentadas la de Tomas Carasa y la de José Múgica. Después de discu-
siones «interminables y un tanto ruidosas, se procedió a la votación triunfando la candi-
datura del señor Carasa por 75 votos contra 33» (El Pueblo Vasco, 17-X-1926). La junta
quedó constituida como sigue: presidente, Tomás Carasa, vicepresidentes, Vicente Ferraz
y Carlos Usandizaga, secretario, José M.ª Arbide, contador, Eduardo Amoedo. Un ate-
neísta de la candidatura derrotada ruega, en nota remitida al periódico el mismo día de la
votación, que se cargue sobre él la responsabilidad de haber presentado una lista sin haber
consultado a quien la encabezaba.
Lo más claro de lo que resta de 1926 se irá en música, con el concierto del violinista
René Benedetti y el anuncio para próximas fechas de cuatro festivales con motivo de cele-
brar el centenario de Beethoven. Sólo se pronunciarán dos conferencias, la de Ossorio
Gallardo sobre el programa de la Democracia Cristiana, el 11 de noviembre, y una a todas
luces más interesante, al menos para el lector actual, la que imparte Clara Campoamor —
política republicana y defensora de los derechos de la mujer, conseguirá que la Segunda
República apruebe su petición de una mujer un voto, y defenderá a los sublevados de Jaca
en 1931— sobre la desairada situación de la mujer casada dentro del Código Civil y que
lleva por título «La obediencia de la mujer casada». Dijo Clara Campoamor que «los ma-
trimonios han de ser regidos, principalmente, por la mutua atracción de los cónyuges, por
una espiritualidad que no sea simplemente un enamoramiento» (El Pueblo Vasco 12-XII-
1926), resultando inadmisible que la ley otorgue la dirección de la pareja al marido puesto
que el matrimonio es una simple sociedad constituida por dos partes iguales: «El mo-
mento ha llegado, y el siglo XX ha de marcar el comienzo de la obra para que cese la es-
clavitud de la mujer, sobre todo en esa forma externa y oprobiosa que va de la conmisera-
ción a la piedad» (Ibídem). Clara Campoamor concluyó reclamando la igualdad entre el
hombre y la mujer, y recibió aplausos y ovaciones.
El año 1927 ve a un Ateneo fiel a sí mismo en lo que a programación se refiere. Desta-
can dos líneas de intervención, la musical con conciertos de Luis Galve, el 7 de enero, el
Trío de Bruselas, el 23 de enero, el Quinteto de París, el 19 de marzo, más el de Jolly
d´Aranyi, violín, y Ethel Hobdy, piano, el 21 de marzo, con un festival de arte en el que
intervienen el R. P. Otaño y el Cuarteto Calvet, el 30 de marzo. La segunda línea fuerte la
constituyen una serie de conferencias que giran en torno a la pedagogía y tienen como
pretexto la conmemoración de la muerte del pedagogo del s. XVIII Pestalozzi. Las impar-
tirán Lorenzo Luzuriaga, el 17 de febrero, José Sayes, con propuestas para elevar la ense-
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Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
ñanza a la altura de las más avanzadas del mundo, el 17 de marzo, y Tomás de Rivas sobre
la primera enseñanza en Guipúzcoa, el 16 de abril. El eclecticismo de rigor se pone de
manifiesto en los temas abordados en el resto de lecciones: trabajo y capital (doctor Vi-
daur, el 8 de enero), el delito sanitario (doctor Andrio, el 28 de enero), la circulación de la
sangre (doctor Cuadrado, el 24 de febrero), la moral profesional (Marcelino Oreja, el 5 de
febrero), la historia (José Sayes, el 18 de marzo), la evolución del fonógrafo (Fermín Vega
de Seoane, el 9 de abril) y la crítica literaria francesa en el XIX (monsieur Dresch, el 23 de
abril). Dos nombres de primera fila destacan entre los ponentes: Eduardo Marquina, con
una conferencia y recital poético, el 12 de marzo, y Ramón Pérez de Ayala que hablará so-
bre la escultura moderna, el 2 de abril. Fuera de curso, el 26 de julio ocupará la tribuna
una auténtica estrella, el doctor Marañón, para ilustrar a la concurrencia sobre «Los deberes
de la edad» analizando los diferentes periodos por los que atraviesa la vida del hombre
hasta llegar a la decrepitud, momento en que la Vida va preparando lentamente al sujeto
para que la despedida de este mundo no sea dolorosa a base de irle borrando los recuer-
dos: «Por eso la Muerte sería dulce si la despojáramos de las inoportunas oficiosidades de
los que nos rodean» (El Pueblo Vasco, 27-VII-1927).
El 21 de abril se celebra una junta extraordinaria para tratar del traslado de la sede a un
local que costando lo mismo en términos de alquiler (el Ateneo siempre alquila, nunca
compra pese a ciertos propósitos emitidos meses antes) ofrece la ventaja de contar con un
salón. Sin embargo, algunos miembros de la directiva se oponen por considerar que el
domicilio social no resultaría tan céntrico al estar situado en el n.º 1 de la calle Mayor es
decir en plena Parte Vieja y no en lo que ya se viene considerando el Centro desde el de-
rribo de las murallas, la parte situada inmediatamente al sur de la plaza de Guipúzcoa.
Conviene remarcar que entre la sede de la Avenida y la nueva apenas hay 100 metros aun-
que, eso sí, la Avenida pertenece de pleno al ensanche y resulta más señorial, por lo que no
se trataba de una cuestión de distancias sino de representación. Con la particularidad de
que quienes pensaban que se perdía prestigio parecían haber olvidado que el Ateneo ya
tuvo sede en la misma calle allá por sus comienzos. La oposición al traslado provino de los
socios Jaime Brunet, Villegas y Lafarga. Este último solicitó la baja al ser derrotada su
propuesta. ¡Qué duro era el donostiarrismo!
La actitud respecto a la sede, en términos de alquilar locales, contrasta con la posición
adoptada por una institución hermana y próxima, el Ateneo riojano, que en enero de
1927 y ante los problemas habidos con el arrendatario decide comprar un local. La enti-
dad acababa de renacer en 1922 y lanza audazmente una proclama a los cuatro vientos pa-
ra que gentes de Logroño, La Rioja y de toda España colaboren económicamente en la
adquisición de la sede suscribiendo cédulas hipotecarias. Entre mediados de enero y me-
diados de febrero, consiguieron 88.450 pts., es decir, 8.450 más de las que necesitaban.
Las obras de instalación, decoración y amueblado de la nueva sede fueron dirigidas por el
vocal de la Junta Directiva y arquitecto, Agustín Cadarso. Como se puede ver en el mani-
fiesto que encuadraba la petición, una de las consecuencias previstas del traslado a una se-
de definitiva debería ser el incremento del número de socios; predicción que, al menos a
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
corto plazo se cumplió, pues, como se podía leer en la prensa local, «son muchas ya las
personas que han engrosado la lista de socios». Aunque aquélla no daba cifras, no es pro-
bable que fueran más de mil» (El Ateneo riojano o la «casa de todos» (1922-1998), p. 62).
Debe saberse que desde que el Ateneo riojano se instaló en aquella sede de la calle Muro
de Cervantes, no se ha movido hasta el presente.
Curso 1927-1928
Las gestiones realizadas a finales del curso anterior para conseguir un nuevo local tie-
nen éxito y las actividades se desarrollarán hasta 1936 en la calle Mayor 1, sobre el cine-
matógrafo Petit Casino aparejado como tal en 1925 y cuya fachada será modificada en
1935 para adquirir el aspecto que guarda actualmente. La inauguración del curso se pro-
duce en el Teatro Principal y, cómo no, el Día de la Raza, procediéndose al mismo tiem-
po a la ritual y solemne renovación de la Junta con el conde de Casa Miranda, como vice-
presidente, Fermín Vega de Seoane, secretario, Modesto Escobosa, tesorero, y como
vocales, José Bago y Fernando Echauz. Se ocuparán de las secciones de Ciencias, Estudios
Sociales, Bellas Artes, Literatura y Estudios Iberoamericanos, Francisco Ibáñez, José María
Urreiztieta, Pedro Antequera y Manuel de Legarra, respectivamente. En la reseña de La
Voz de Guipúzcoa del 15 de octubre no aparece el nombre del presidente, aunque dado
que se trata de una renovación parcial puede que siguiera siéndolo Tomás Carasa. El Pue-
blo Vasco ni siquiera recoge en sus páginas los nombramientos señalados.
La primera actividad reseñada por la prensa es el concierto de la violinista Albina Ma-
dinabeitia, el 5 de noviembre, al que le sigue días después, el homenaje al político ultrana-
cionalista francés Paul Deroulede que vivió en San Sebastián cuando estuvo proscrito por
haber preparado un golpe de estado. Este acto, celebrado el 17 de noviembre, tuvo pro-
longación en la carta que el Ateneo envió, con esa misma fecha, a la viuda del represalia-
do: «La ciudad de San Sebastián no puede olvidar por mucho tiempo que haya transcurri-
do la estancia entre sus vecinos, del muy noble y muy correcto caballero, Pablo
Deroulede. Este recuerdo es tanto más grato, cuanto que contiene la admiración que pro-
dujo a los donostiarras, el ejemplo de las virtudes cívicas del insigne proscrito. El Ateneo
Guipuzcoano, aunque nacido a la vida con posterioridad a aquella época, conserva en sus
archivos cuidadosamente recogida la historia brillantísima del gran patriota; y represen-
tando esta sociedad la cultura del país, tiene el honor de asociarse al homenaje que el pró-
ximo domingo dedicará el pueblo francés a su hijo» (El Pueblo Vasco, 20-XI-1927).
Llama la atención que el Ateneo diga que por aquella época —Deroulede estuvo exi-
liado en Donostia entre 1899 y 1905— el Ateneo Guipuzcoano no existía y es verdad pe-
ro podía haberse reclamado como continuador del Ateneo que entonces trabajaba al ra-
lentí. Aunque todavía llaman más la atención las muestras de deferencia hacia un
nacionalista tan furibundo que fue condenado al exilio por golpista y que destacó en la lu-
cha contra la Comuna de París y como furioso anti-dreyfussard, características estas bas-
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Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
tante penosas para las sensibilidades de izquierda presentes en la insitución. Aunque todo
hay que decirlo, firman la carta al parecer 80 socios y no la Junta como tal. Sea como fue-
re, nada de esto produjo roce ninguno y la programación se desarrolló normalmente con
un concierto de canciones vascas, el 26 de noviembre, otro a cargo del Cuarteto Gewand-
haus, el 4 de diciembre, y un tercero a cargo de los hermanos Soler, el 18 de diciembre.
En cuanto a las conferencias, hubo una de la sección Iberoamericana, el 18 de noviembre,
y otra de Maurice Legèndre titulada «La vida humana en Las Hurdes», que curiosamente
se anticipa al documental de Buñuel en seis años.
1928 comienza con un gran concierto del violinista Luis Sánchez, celebrado el 4 de
enero, al que le sigue el festival infantil del día 19 en el que por primera vez hay cine sien-
do 200 los niños que recibirán un libro de regalo. José Bago habla el 14 de enero sobre el
vestido a través de la historia y Ricardo Baeza aborda el Clasicismo y el Romanticismo el
19. El 7 de febrero hay un concierto de Vytia Vronsk al piano y Brodsky al violín. La pro-
gramación de conferencias es amplísima y variopinta aunque brilla con luz propia la que
el doctor Marañón dio originalmente en La Habana —tenía el amor como objeto y se ti-
tulaba «El deber de las edades»— correspondiéndole a su discípulo, el doctor Echauz, leerla
el 15 de febrero en el Ateneo. Agrupadas por temas, la lista comprende campos como los
de la música —Sabino Ruiz García-Jalón sobre Albéniz y Debussy, el 27 de enero; Lushe
Mendi sobre Chopin, el 1 de febrero—, medicina —el doctor Pardo sobre las secreciones
internas, el 17 de febrero; el doctor Roncal sobre los instintos (a los que opone el freno de
la…¡oración!), el 14 de abril—, sociología —Fernando Muñoz Torroba analizó el matri-
monio y el divorcio el 11 de febrero—, meteorología —el director del observatorio de
Igueldo disertó, el 16 de marzo, sobre el buen y mal tiempo—, historia, Georges Phili-
ppaert, habló sobre la decoración de los navíos, el 3 de febrero, y Ballesteros Beletta sobre
la política interna de Felipe II, el 3 de marzo. En el campo general de las humanidades
podrían incluirse las de José de Gardoqui sobre el sentimiento de amor en nuestros clási-
cos, del 21 de enero, la del coronel Juan Mateo sobre cómo evitar las guerras, del 24 de
febrero, y la de Mari Cruz Ebro «Sonrisas femeninas», del 20 de abril. José Sáez de Morilla
disertó sobre las ideas de Ortega y Gasset, el 28 de abril, y Antonio Fernández Martínez lo
hizo sobre el sentimiento de piedad en la ciencia penal española, el 19 de mayo.
El arquitecto García Mercadal habló sobre el racionalismo el 21 de mayo y en su expo-
sición criticó los errores de la arquitectura con vocación de pasado —«El Palacio de Co-
municaciones de Madrid es un ejemplo de la vanidad burguesa española, del amor a lo
superfluo, en definitiva, de la ausencia de razón» (El Pueblo Vasco, 22-V-1928), y resumió
su credo en una ráfaga inspirada: «Hay que levantar obras que demuestren que todos los
hombres viven por los mismos ideales. No hacer casas para el vecino de enfrente, sino para
el que vive en ellas. Abolir la vanidad y construir lo preciso. Un tocador a plena luz, con
amplios ventanales y a ser posible una terraza para poder tomar baños de sol; colocar el
guardarropa en el cuarto inmediato al dormitorio, nunca en el mismo dormitorio, las pa-
redes desnudas, para poder limpiarlas, vitrinas en las paredes que sustituyan a los muebles
pesados e inútiles; ventiladores en todas las ventanas, suprimir los tapices y cuanto com-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
plique y dificulte la higiene, que el ama de casa pueda realizar sus faenas en la cocina y en
todas las habitaciones con el menor esfuerzo; pensar, en una palabra, que las casas de hoy
son para hombres que viven en el siglo de la mecanización y si no pueden viajar en carre-
ta, tampoco pueden vivir en barraca» (Ibídem).
Mención aparte merece la intervención del ex diputado foral Joaquín Beunza, el 9 de
marzo, sobre los Fueros pues trajo a colación la célebre muletilla de Unamuno al repetir
aquello de «Nosotros los vascos somos más antiguos, no datamos». Lo más sustancioso de
su intervención giró en torno a la idea de que Navarra debía formar parte del País Vasco.
Como foralista de pro mantuvo que la abolición de los Fueros fue un castigo injusto pues
recayó sobre todo el país vasco-navarro cuando de lo que parecía tratarse era de adoptar,
recién acaba la guerra, algún tipo de sanción exclusivamente contra los carlistas. Sin em-
bargo, no aspiraba al Fuero, que entendía a la vez como factor de desarrollo y bienestar
pero también de control al Estado, en términos de privilegio para unos pocos sino que de-
seaba que pudiera extenderse a todas las regiones. Después de la mencionada conferencia
de garcía Mercadal, el curso finalizará el 9 de junio con el concierto de Gonzalo Tintorer
al piano.
Curso 1928-1929
Banda municipal, Te Deum en Santa María y, por la tarde, en el teatro Victoria Euge-
nia un acto político-civil seguido de una representación a cargo de la compañía de Camila
Quiroga… ¿de qué se trata? Del Día de la Raza, evidentemente, pistoletazo de salida
acostumbrado de las actividades del Ateneo. La Junta, renovada también por esas fechas,
está compuesta por José Múgica, presidente; Francisco P. Cuadrado y Alfredo de Laffitte,
vicepresidentes; Fermín Vega de Seoane —militó en Izquierda Republicana desde su fun-
dación y pasó siete años en la cárcel— y José Maria Arbide, secretarios; Modesto Escobo-
sa, tesorero, y Marcos Soraluce, contador. Los vocales fueron José Bago, Fernando
Echauz, José Sáez Morilla, Manuel Melgarejo, Fernando Díaz Aguirreche, Fidel M. Urbi-
na, César Figuerido, Eduardo Lagarde y Ramón Caimi. A impulsos de su característica
apuesta por el progreso, el Ateneo adquiere un proyector de cine o, como se decía enton-
ces, un cinematógrafo, sufragado en buena parte por las cajas de ahorros Municipal y Pro-
vincial. Hay que señalar la novedad de los cursos de alfabetización de adultos y de lectura
en alta voz y expresión verbal del pensamiento, a cargo respectivamente de Jesús Ruiz y
Fidel. M. de Urbina.
El programa de conferencias comienza con la del doctor Cuadrado sobre el tema «Co-
mentarios médicos a las modas modernas», que el tribulete de turno anuncia asegurando con
gran ojo clínico: «existe gran curiosidad, sobre todo entre el elemento femenino» (El Pue-
blo Vasco, 8-XI-1928). A esa seguirá otra que, suponemos, despertaría gran curiosidad en-
tre el elemento masculino pues tenía por objeto «El valor alimenticio del vino» y corrió a
cargo del doctor Decref que se despachó a gusto contra los Estados Unidos de la Ley Seca:
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Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
«No era sino un ataque contra los países latinos, dictado por un masticador de tabaco, o
sea, por un perfecto vicioso» (El Pueblo Vasco, 7-XII-1928). Decref, un tanto impruden-
temente, sostuvo que el vino era muy beneficioso y que en España nadie se alcoholizaba o
no significativamente como lo mostraban las estadísticas. No, el vino no era malo, lo era,
en cambio, el alcohol que consumían los americanos y que estaban exportando gracias a
modas como las de los cócteles que estaban consiguiendo que se alcoholizaran… ¡las mu-
jeres! Eso sí, las de alto estánding que son las únicas, según él, que podían educarse a la
extranjera.
El Ateneo rinde homenaje a Schubert en el centenario de su muerte, ocurrida un 19 de
noviembre, con un concierto y unas palabras del R. P. Otaño. Lo más novedoso del curso
es el formato de Conferencias Íntimas que se van a desarrollar en la secretaría y de las que
conocemos poco más que los títulos —y no seguramente al completo— aunque todo in-
dica adoptaban la forma de tertulias. En cualquier caso, se celebran cada dos días. Así, en
el mes de diciembre se producen las de José Múgica sobre su vida profesional, el día 4, Jo-
sé Orueta departe sobre la autonomía vasca, el 6, Urbieta y Lagarde sobre la aspiración a
una casa de cultura, el 8, Vicente Prado, sobre la autonomía, el 11, José Orueta, sobre lo
mismo, el 13, Francisco Urcola, sobre la restauración de San Telmo, el 15, el doctor
Charles Vic, sobre los hospitales durante la Gran Guerra, el 18, Telesforo de Aranzadi,
sobre las exploraciones prehistóricas en las tierras vascas, el 20, y Vicente Ferraz sobre las
orientaciones en materia de enseñanza, el 22. En el formato habitual, Telesforo de Aran-
zadi leyó una conferencia el 21 de diciembre que tenía por objeto a Unamuno.
Durante 1929 se alcanza una auténtica saturación de oradores. La detalladísima me-
moria del curso aprobada el 19 de octubre se referirá a ese particular: «Muy fecunda y
notable por su extensión, por el prestigio de los conferenciantes y la diverisdad de maticas
en los temas abordados, ha sido la labor desarrollada en nuestra tribuna pública». Regre-
san al Ateneo los nombres de campanillas, empezando por Rafael Sánchez Mazas, que es-
taba programado para el 10 de enero, aunque su conferencia sobre las imaginería del Re-
nacimiento y el Imperio tuvo que aplazarse hasta el 23. Le siguió el día 26 el ex ministro
Pérez Caballero que reconoció que sus adversarios políticos habían conseguido que cuajara
una idea defendida por él, la de la colaboración hispano-francesa para la pacificación de
Marruecos. El tercero en discordia fue Federico García Sanchiz autor de una charla lírica
en el Victoria Eugenia que repasaba los tiempos trascurridos entre el minué y el charles-
tón, aderezada con ejemplos musicales. Luego, vendría Eugenio D´Ors para hablar del ba-
rroquismo en la escultura religiosa española, el 26 de abril y, para terminar, dos celebrida-
des más cercanas: Gregorio Balparda —el historiador anti-fuerista abucheado en el
Congreso de Estudios Vascos de Oñate en 1918—, que disertará, el 2 de febrero, acerca
de la contribución del Fuero de Vizcaya al valor de la ciudadanía en el s. XVII, y Pedro
Mourlane Michelena que inaugura, el 18 de mayo, una serie de conferencias sobre el con-
de de Peñaflorida. Mourlane Michelena se instalará en Madrid poco después, correindo
1931 y allí entrará en contacto con el grupo de José Antonio Primo de Rivera. Será el au-
tor, con otros, de la letra del Cara al sol, el himno de la Falange.
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
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Capítulo III. Los felices veinte (también para el Ateneo)
de conferencias»], haciéndonos saber que «el Ateneo ve con muchísima simpatía los actos
que organiza Euskal Esnea, a la que ofrece su decidida colaboración». Digno de encomio
es este rasgo, que agradecemos en cuanto vale» (Euskal-Esnea, Noviembre de 1928, p.
218). Las leyendas negras siempre se alimentan del desconocimiento...
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IV. LA EDAD DE ORO
Los años 30 van a constituir una auténtica década prodigiosa para el Ateneo que, como
tantos otros sueños y realidades se verá truncada por la Guerra Civil. El San Sebastián de
los años Treinta se aleja a velocidad constante del San Sebastián de los años Veinte. Pero
no sólo por el cambio en la composición sociológica de esa suerte de metrónomo que
constituye el turismo veraniego sino por los que se producn en la propia sociedad donos-
tiarra. Ya vimos cómo la industrialización, que avanza también de manera decidida con-
lleva, por un lado, el aumento de la población inmigrante —los nacidos fuera del País
Vasco representan, recordémoslo, un 33,6% del censo y se instalan en Egia, Gros, Atego-
rrieta, Amara y el Antiguo—, y, por otro, la toma de conciencia de clase de un proletaria-
do cada vez más cualificado que reacionará a reveses como los originados por el crack de
1929 que provocaron un aumento paulatino del paro hasta alcanzar un máximo del 17,25
a comienzos de 1936. No es casualidad que en 1933 el periódico republicano La Voz de
Guipúzcoa cree una sección con el título Actividad proletaria para registrar las movilizacio-
nes de los obreros así como los distintos eventos de lo que constituye una cultura nueva.
El veraneo también se resintió de la crisis económica pues las clases medias resultaron muy
afectadas, lo que contribuyó a la inestabilidad laboral en el sector turístico y a un descenso
de la riqueza general por las interconexiones con el comercio, las manufacturas, etc. La
instauración de la República en 1931 como consecuencia de las elecciones municipales
que pierde el Gobierno, fomentará el debate político y producirá un crecimiento de las
movilizaciones registrándose 9 huelgas ese mismo año, pero no se conoce nada parecido ni
a la agitación social cuasi ininterrumpida ni a las quemas de iglesias y conventos que se
produjeron en otras regiones. Esta ausencia de excesos y atropellos podría deberse a la
moderación del partido socialista local, análisis en el que coinciden varios comentaristas.
¿Guardaría relación la actitud de PSOE con el maquillamiento de las diferencias de clase
inscrito en el donostiarrismo?
El resultado de los comicios municipales de 1931 resulta favorable a las izquierdas de
la coalición entre socialistas y republicanos saliendo elegido alcalde Fernando Sasiain, pre-
sidente de la Unión Republicana. Junto a estas fuerzas emergentes de izquierda, se registra
un progreso notable del nacionalismo que se acreditará como tercera fuerza gracias a la la-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
bor de adoctrinamiento que ha venido realizando durante la Dictadura y que se vio posi-
bilitada por su condición de derechas ya que, al no entrar en colusión con el directorio, no
mereció su represión o su inhibición a diferencia de lo que les sucedió a las izquierdas. La
cuestión política central del momento será la consecución de un Estatuto de Autonomía
que fije fundamentalmente el Concierto incluyéndolo en una ley del máximo rango. En
1931 y a instancias de cuatro ayuntamientos de las tres provincias vascas más Navarra, el
nacionalismo —junto a los carlistas y jaimistas— firma en Estella un Estatuto de Auto-
nomía que quedará en suspenso hasta que se adopte la nueva Constitución en 1933, fecha
en que vuelven a redactar uno nuevo, esta vez no refrendado por Navarra. En ambos pro-
yectos participará el miembro del Ateneo José Orueta. La derecha, que ha recobrado el
poder, rechazará el proyecto de 1933 debido a puntos que considera inasumibles como las
relaciones directas de Euskadi con la Santa Sede o la necesidad de estar censado durante
10 años en el país Vasco para poder disfrutar de derechos civiles plenos.
Las izquierdas trataron de unirse a la petición de Estatuto ya en 1931 desde las Comi-
siones Gestoras, que controlan, y que se hallaban al cargo de las Diputaciones provisio-
nalmente hasta que se celebrasen las correspondientes elecciones. Pero las Comisiones no
logran conectar con la propuesta de los municipios ni por el fondo ni por la forma. No
obstante, el Ayuntamiento de San Sebastián aprobará un Estatuto que incluye las reformas
introducidas por los municipios de izquierda pero que será distinto al impulsado por el
nacionalismo que se estrellará contra el Gobierno en 1933. De esta manera se pone de
manifiesto que, pese al auge del nacionalismo, San Sebastián sigue fiel a su ideario liberal-
republicano acorde, desde siempre, con una ideología autonomista mientras que la pro-
vincia, por el contrario, sigue anclada en la nostalgia del carlismo, de ahí la preponderan-
cia de la derecha monárquica o nacionalista cuyo autonomismo ultra habla ya de un Esta-
do vasco. En medio de tanta reacción sobresalen islotes de izquierdas como Eibar, Irún o
Rentería.
Pues bien, las izquierdas volverán a imponerse en Donostia en las constituyentes de
1931 pero al romper su alianza sufrirán un descalabro en las de 1933, que se saldarán con
el triunfo del PNV tal vez para no desentonar del acceso de las derechas al Gobierno de
España pues la confederación de Gil Robles, la CEDA, fue el partido más votado aunque
no alcanzó la mayoría suficiente como para gobernar. Gobernó Lerroux —del partido Ra-
dical—, que buscó apoyo en la CEDA materializando así su escoramiento derechista.
Después del esperanzador bienio de izquierdas cunde un sentimiento de frustración que se
traduce en una reacción inmediata y generalizada contra el Gobierno. A lo largo de 1933
se van a registrar 12 huelgas en Donostia, pocas en comparación con las que se producen
en el resto de España. La política local se verá sacudida por la llamada guerra del vino, que
no es sino la oposición de las Diputaciones vascas a la pretensión del Gobierno de supri-
mir los impuestos del alcohol (pretendía hacer competitivos los excedentes frente a los
caldos franceses) con la consiguiente pérdida de ingresos para las Diputaciones y, por en-
de, para los municipios. En este enfrentamiento, que se desarrolló a lo largo de 1934,
destacó el alcalde Fernando Sasiain lo que motivó su cese y su pase a disposición de la Au-
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Capítulo IV. La Edad de Oro
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
que asiste perplejo la división y el enfrentamiento entre donostiarras, maldición sólo acha-
cable a unos tiempos de exaltación ideológica consecuencia —y causa— de otro tipo de
asociacionismo, el partidista.
El propio Luengo da en nota (San Sebastián, p. 136) una noticia sobre el Ateneo atri-
buyendo la fecha de nacimiento de manera un tanto extraña al año 1923 aunque le reco-
noce «la trascendencia que tuvo en la vida de la ciudad». Alusión un tanto parca por
cuanto el Ateneo está viviendo por esas fechas su momento de máximo esplendor como
veremos inmediatamente. Por su parte Luis Murugarren resalta que el Ateneo «en 1931
contaba con 600 socios y su biblioteca prestaba a domicilio 400 volúmenes mensuales» y
añade que el Ateneo deseaba «siempre contar con una casa de la cultura en una edificación
de nueva planta donde poder desenvolver mejor su compleja labor literaria, musical, pic-
tórica y escultórica» (Historia de San Sebastián, p. 427), es decir, que aspiraba a proyectar-
se aún más.
Curso 1929-1930
Por una vez la Fiesta de la Raza se celebró con menos ringorrango del habitual y sin
que se señale la intervención del Ateneo en la misma. Como quiera que fuese, no faltó la
junta general que marcaba, por las mismas fechas, el estreno del nuevo curso. Hubo reno-
vación de los cargos, tal y como señala la prensa sin especificar cómo quedó constituida la
Junta en su totalidad. Se sabe que figuran como vicepresidente primero Francisco Díaz
Arcaya —decano del Cuerpo de Abogados del Estado y jefe de las Asesorías de varios mi-
nisterios—, como secretario segundo, José Luis Elósegui, como tesorero, Remigio Peña y
como vocales, Carlos Vic y Vicente Prado. El cronista se muestra más concreto a la hora
de adelantar que el Ateneo va a impartir las habituales clases de alfabetización de adultos y
unas novedosas de conversación de francés. A la biblioteca acuden entre 40 y 50 lectores
diarios y se prestan 180 libros a domicilio mensualmente. Por lo demás, el programa se
arrastra moroso pues hasta diciembre sólo se celebran dos conferencias. La primera, corrió
a cargo de Rafael Sánchez Mazas y tuvo por título «La famosa noche de Robinsón Crusoe en
Pamplona», una fantasía histórico-literaria no exenta de humor. La segunda, bastante más
seria, fue leída por el cónsul de Ecuador y tuvo por objeto el estado de los estudios en
aquel país centro-americano. El Ateneo despidió el año y la década un tanto seca y adus-
tamente sin conciertos en el programa.
En 1930 la nómina de conferenciantes es de impresión y se estrena, el 14 de enero,
con Ramón Gómez de la Serna que hablará del humor, del humor en general y del suyo
propio. Gómez de la Serna sentenciará que el humorista lo es sin querer porque lo decre-
tan sus lectores o sus oyentes: «Este hombre es un humorista» (La Voz de Guipúzcoa, 15-I-
1930), dice alguien en un momento dado y entonces el humorista pasa a serlo. Eso le ocu-
rrió a él y sólo dejó de ser humorista una vez —aseguraba—, cuando al salir de un ban-
quete confundió su sombrero con el de un poeta. A su juicio el humor debería moverse
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Capítulo IV. La Edad de Oro
entre lo patético y lo dramático y expuso que Madrid era un pueblo humorístico porque
despedía los entierros en la plaza de la Alegría. Mencionó luego sus ocurrencias de disertar
desde un columpio o un elefante y comerse una vela durante una conferencia para explicar
su tesis del humorismo descriptivo, despidiéndose con la observación de que lamentaría
que el público hubiera pensado que había impartido media conferencia después de hablar
largo y tendido de su obra Los medios seres.
Al finalizar enero, concretamente el día 29, cae la dictadura y, al día siguiente, el Ate-
neo de Madrid reabre sus puertas y se presenta la junta destituida por Primo de Rivera en
la que figuran Pittaluga y Marañón. En San Sebastián, el Ateneo, impertérrito y sin dar
cuenta del cambio, desarrolla su programa con la ponencia de Felipe Sassone sobre arte
dramático, «Teatro viejo y teatro nuevo», el 1 de febrero, y la del conde de Vallellano sobre
carreteras, «Importancia nacional de las autovías», en la que expresa la necesidad de cons-
truir la autopista Madrid-Irún presentándola como inminente y, dándose por enterado de
la caída del régimen dictatorial, se mostrará partidario de la necesidad de cambios —sin
prisas, con tranquilidad y paciencia— desde un poder que obre bajo la prudencia —en el
decir y el actuar—, la fortaleza, la templanza y la magnanimidad para todos, insistiendo
en que no era momento de luchas sino de labor integral. Ángel Ossorio y Gallardo, el
notable político si no politólogo, habló el 7 de febrero sobre «La civilidad». Fue una con-
ferencia, muy bien acogida y apreciada, en torno a una virtud, la civilidad, soberana e
inefable que surgió, según Ossorio, en las Cortes de Cádiz, atravesó malos momentos pero
renació con Cánovas, Silvela, Maura y Canalejas, para ser sepultada por la Dictadura y
volver a despertar cuando un decreto gubernamental pedía a una minoría de españoles
que denunciasen y persiguieran al resto. Para Ossorio la civilidad se basaba en tres pilares:
la democracia, la libertad y la tolerancia. Como es época de turbulencias, se pregunta in-
quieto (y casi premonitorio): «¿Aún se esperan nuevos movimientos militares, nuevas re-
vueltas, más sangre, más sublevaciones? Militarismo no, militarismo no» (La Voz de Gui-
púzcoa, 8-II-1930), grito recibido con una gran ovación a la que el conferenciante puso en
cierto modo coto para que no se entendiese que defendía la desaparición del ejército, lejos
de ello, precisó que era necesario un ejército poderoso aunque controlado por un poder
civil independiente, y a tal fin exigió que se convocaran elecciones inmediatamente.
El 11 de febrero Miguel de Unamuno se halla en Irún de regreso de su exilio francés,
circunstancia que algunos ciudadanos aprovechan para organizar un gran acto político.
Sin embargo, entre los asistentes no figura ninguna delegación del Ateneo ni se tiene noti-
cia de que el Ateneo haya enviado telegrama alguno de adhesión al acto. Con todo, el 1 de
marzo, La Voz de Guipúzcoa publicará una nota de Unamuno en la que el eximio pensa-
dor responde a la invitación que le había cursado el Ateneo pidiéndole que hablara en sus
locales: «Sigo, en efecto, señor mío, con el propósito de hablar en ese Ateneo —donde ya
hablé antaño—, y más ahora que ha adquirido cierta resonancia nacional e histórica y
pues que pasé por esa ciudad a mi regreso a España casi de tapadillo y por llegar cuanto
antes a mi nativa Bilbao. ¿Cuándo? No puedo decírselo desde ahora (…) ya le avisaré,
pues, y nos pondremos de acuerdo».
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
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Capítulo IV. La Edad de Oro
plorador A. Brucker. Habrá más cine los días 3 de mayo, con Impiedad, y el 16 de mayo
en una sesión denominada vanguardista que incluye en el programa, La dama de las came-
lias, Cristalizaciones e Historia de la Brujería. Por lo que se refiere a la música, Luisa Már-
quez, arpista, da un concierto el día 12 de marzo, el cuarteto Roth actuará el 1 de abril y
José A. Huarte —violín— el 11 de abril, mientras que el dúo Peyrona, chelo, y Juan
Montes, piano, hacen lo propio el día 14 del mismo mes. Los conferenciantes que desfilan
por la tribuna son Eladio Esparza —«Reflejos del Bidasoa», el 14 de marzo—, Pedro de
Répide —«Visiones antillanas», el 29 de marzo—, Startz —locutor holandés que disertará
sobre «La radio», el 7 de abril—, Andrés Ovejero —«En el centenario de Bolívar: Vasconia
y América», el 22 de abril—, Manuel Melgarejo —«La escuela de la frivolidad», el 8 de ma-
yo— y finalmente Herrero García, disertará sobre Los poetas en la sociedad del s. XVIII, el
17 de mayo.
Los conferenciantes de más relumbrón son Américo Castro, Francisco Bergamín, Ni-
ceto Alcalá Zamora, futuro presidente de la República, el conde de Keyserling y Pío Ba-
roja. Américo Castro hablará sobre Religión y estructuración social, el 3 de abril, para la-
mentar lo poco que en materia espiritual ha evolucionado España: «En la época triste de
los comienzos del s. XX hay progreso, pero progreso material, de primer plano, externo.
No es creadora de nada que no hayan creado otros países. Seguimos sin haber resuelto los
problemas de nuestro progreso colectivo. En esta última etapa que España ha sufrido los
más indiferentes se han visto intranquilos. No bastan las formas del bienestar, es preciso el
progreso de nuestro espíritu. Estos seis años y medio últimos nos han demostrado que no
bastaba. No se puede vivir en vilipendio» (La Voz de Guipúzcoa, 4-IV-1930). En su día,
reflexionaba Castro, España fue algo debido a su religiosidad, una religiosidad que no tie-
ne nada que ver con la cáscara vacía en que se ha convertido la religión andando los años:
«La Iglesia no ha fomentado las virtudes cívicas. España vive sin crear sus elementos nece-
sarios, porque está desestructurada religiosamente. Una línea divisoria en el mapa de Eu-
ropa nos haría ver que los gobiernos despóticos sólo se logran en los países de religiosidad
fundada en la letra y no en las obras: Portugal, España, Italia, Rusia. ¿Qué más da una que
otra dictadura? En los países emancipados del ruralismo religioso no hay dictaduras por-
que hay individuos» (Ibídem). A guisa de conclusión, Castro precisó que era necesario
pensar en España porque de lo contrario España se nos desharía entre las manos.
Francisco Bergamín, ex ministro conservador y mano derecha de otro de los políticos
del momento, Sánchez Guerra, que se encontraba en el Ateneo acompañando al ponente,
reflexionó sobre la «Necesidad de los partidos políticos en el régimen constitucional y parla-
mentario». Ocurría el 8 de abril. El orador comenzó admitiendo que la Dictadura fue bien
recibida por muchos al principio debido a la crisis del Estado y al problema de Marruecos.
Y lamentaba que en los años 20 los partidos se preocuparan más de captar personas que de
alimentarse de ideas políticas. La Dictadura reestableció aparentemente el orden social pe-
ro, al hacerlo a espaldas del orden moral, sólo había conseguido ser un poder débil. La
Dictadura hizo el mayor daño posible, pues, al orden moral pero igualmente al religioso
ya que alentó las pretensiones de fundar partidos católicos confesionales. Bergamín se pre-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
guntaba, tal como lo hiciera Ossorio, si habría desaparecido de España la dictadura para
siempre o habría que temer otra, en cualquier caso siente que España se halla en un mo-
mento de transición necesario y se muestra partidario de pedir responsabilidades, cuando
toque. Considera necesaria la existencia de partidos para el buen funcionamiento de la
democracia aunque aboga porque se reduzcan en número pues —dice— sólo en el campo
republicano hay siete aunque en la derecha tampoco se quedan cortos con la patulea de
jaimistas, tradicionalistas y demás formaciones monárquicas, adscripción esta última de la
que abomina «porque afirmar sólo la monarquía es un absurdo, pues no es hacerlo por el
ideal sino por la persona» (La Voz de Guipúzcoa, 9-IV-1930). En lo que a él le concierne
sería partidario de un sólo partido liberal conservador que tendría como ejes la monarquía
constitucional, los principios religiosos (con religiones en plural y no en singular), respeto
a la propiedad privada, a la libertad y a los derechos de los individuos, conceptos que le
llevan a exigir una revisión de la Carta Magna de 1876, cosa que antes no creía necesaria.
El tono de Niceto Alcalá Zamora en la conferencia del 29 de abril es más propio de un
mitin que de un acto académico. El título no parecía predestinarlo a eso: «Las gentes de or-
den en las crisis de los Estados», pero Alcalá Zamora terminó haciendo un llamamiento a
esas gentes de orden para que asumieran sus responsabilidades y no permitieran o promo-
visen las derivas del Estado de Derecho: «Creen que nos volvemos locos los que decimos a
las gentes de orden que tienen un papel en la revolución. Ya lo dijo Maura en su frase. La
revolución desde arriba», no desde el Gobierno porque esto sería una dictadura que Mau-
ra no deseó jamás y en la que no puede tenerse confianza después de estos seis últimos
años y de la conducta indigna del país que los ha consentido» (La Voz de Guipúzcoa, 30-
IV-1930). Alcalá Zamora proseguía: «La revolución es la culpa de las clases conservadoras
y ellas deben realizarla, que no es sacrificio para ellas pues así salvarían intereses suyos»
(Ibídem). Y concluía: «Hubo un tiempo en que se hablaba de hora de las derechas y hora
de las izquierdas. Hoy es la hora de España, que es la de las gentes de orden que deben sa-
cudir su pereza y seguir su destino para así, salvando el país, salvarse ellos mismos» (Ibí-
dem).
El conde de Keyserling leyó su conferencia «La cultura y la mujer» el 24 de mayo. En
ella, tras analizar el lugar de la mujer en la sociedad, encontraba que se hallaba por encima
del lugar que ha ocupado el hombre tanto cultural como biológicamente, lo que le llevaba
a concluir que la mujer era el sexo fuerte. La emancipación de la mujer ya se había produ-
cido y no tenía vuelta atrás «porque, aunque parezca paradoja, fueron las mujeres las ver-
daderas vencedoras de la guerra. Después de ella dejaron de discutirse las reivindicaciones
feministas» (La Voz de Guipúzcoa, 25-V-1930). Keyserling se muestra, pues, partidario de
la incorporación de la mujer a todas las esferas ya sea la social, la laboral, la cultural y la
política, y siempre en igualdad con el hombre. Todo lo cual lejos de empequeñecer al
hombre lo hace mejor. Ahora bien, reconocía que se pueden dar excesos, como los que se
daban en Norteamérica: «Si se pierde la condición femenina, la mujer es más dura, más
cruel, más desvergonzada, más cínica que el hombre» (Ibídem). Keyserling preconizaba la
necesidad de una nueva cultura, «porque la Humanidad se ha mecanizado y se ha hecho
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Capítulo IV. La Edad de Oro
especialista» de ahí que abogue por una rehumanización, que es «la gran tarea del s. XX, y
es tarea de mujeres que restablezcan la dirección cultural» (Ibídem). En este sentido creía
que España tenía mucho que decir «porque la mujer española tiene cultura tradicional»
(Ibídem).
La conferencia de Pío Baroja, celebrada el 27 de mayo resultó un tanto elemental. Bajo
el título «Fines teóricos y prácticos de la lectura», don Pío se limitó a exponer una serie de
ideas generales centrando en cuatro los posibles fines de la lectura: para adquirir conoci-
mientos útiles de cultura exterior, para formar el espíritu, para conocimiento de índole
psicológica y para deleite del espíritu. Y de rama en rama se encaramó a la diferencia entre
el árbol de la vida, del que se ocupa la religión, y el árbol de la ciencia que debe primar
sobre aquél. Se ocupó, luego, de los conceptos de parlamentarismo, sufragio, socialismo y
república que consideraba simplistas con la salvedad de que simplicidad no era sinónimo
siempre de ineficacia. «La teoría de los que consideran redentora la democracia y la repú-
blica —la de los que hoy se lamentan de que no haya cuatrocientos hombres elocuentes
pronunciando discursos en el Congreso es consecuencia de semítico respeto por la ley» (La
Voz de Guipúzcoa, 28-V-1930). Discrepaba del potencial intuitivo que Keyserling atribuía
a los españoles y despidió la conferencia recomendando no sólo la lectura —«El libro no
se ha hecho para meridionales. En España no se lee», propensión o tendencia que había
que modificar— sino dando una lista de libros para cada uno de los fines que estableció al
principio.
No se ha podido situar las fechas de las conferencias de José Bergamín —«La moral de
Antón Perulero»—, Hernández Catá —«La vida amorosa de don Juan»—, Jiménez Asúa —
«Feminismo, feminidad y modernismo»—, Álvarez del Vayo —«Europa 1930»— y Tomás
Elorrieta, que explicó el memorándum Briand.
El curso hubiera debido acabar con la intervención de Keyserling pero tuvo una ex-
traordinaria prolongación en un evento de primer orden, la exposición de arte de van-
guardia que se inauguró en el Gran Casino el 2 de septiembre. El cronista de La Voz de
Guipúzcoa hacía el siguiente relato: «La sala, convenientemente transformada por los ar-
quitectos señores García Mercadal, Aizpúrua, Churruca y Labayen, ofrece un curioso y
original aspecto. Las paredes están colocadas en zigzag y los techos escalonados, habiendo
sido decorados con fantásticas combinaciones de colores» (La Voz de Guipúzcoa 3-IX-
1930). Dichos arquitectos expondrán también maquetas de distintos proyectos. Entre los
pintores, el reportero destaca una serie de nombres que presenta según una jerarquía bien
distinta a la que hubiéramos utilizado hoy: Picasso, Bores, Viñes, Bruna, Juan Gris, Miró,
Mallo, Cossío, Moreno, Villa, Ucelay, Olasagasti y Cábanas Erausquin. Pronostica el pe-
riodista que la exposición será visitadísima —acudirían finalmente 2.600 curiosos— y
objeto de variados comentarios, puntualizando que «no se había reunido hasta la fecha en
España una colección tan abundante y variada de obras modernistas» (Ibídem). Por su
parte, el cronista de El Pueblo Vasco subraya que «en la sala de pintura hay obras descon-
certantes que producirán en los clasicistas verdadero escándalo» (El Pueblo Vasco, 3-IX-
1930) felicitándose por la iniciativa del Ateneo de programar conferencias para preparar a
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
unos visitantes en los que «la visión de las obras cubistas, futuristas y surrealistas habrán de
causar una gran extrañeza» (Ibídem). Entre las conferencias de índole didáctica hay que
destacar, por el lustre del ponente, la de Rafael Alberti —última de la serie con fecha del
19 de septiembre— que incluyó la lectura de sus poemas. También se proyectó cine de
vanguardia en los salones del Ateneo por inspiración de Ernesto Giménez Caballero, que
presentó las películas Un chien andalou y Esencia de verbena.
Sin embargo, a los cronistas de la época, aunque se oliesen algo, les faltaba perspectiva.
Porque la exposición resultó capital para el devenir de la arquitectura española. José Ángel
Sanz Esquide en Arte y Artistas Vascos de los años 30 (p. 15) dice: «En 1930 San Sebastián
se convierte en la capital de la nueva arquitectura en España merced a la convocatoria por
parte de Aizpúrua y Labayen en los primeros meses del año de la exposición Proyectos de
Nueva Arquitectura 1930. Dicha exposición se llevará a cabo en septiembre del mismo
año bajo los auspicios del Ateneo Guipuzcoano». Uno de los convocantes, Aizpúrua, ya
había publicado en la Gaceta Literaria un manifiesto en el que se hacía patente la necesi-
dad de un nuevo tipo de viviendas para un nuevo tipo de gentes, la clase trabajadora: «La
nueva arquitectura es de las masas y viene a ellas para redimirlas». No es difícil ver detrás
la impronta de las vanguardias y posiblemente del Futurismo, dada la evolución de Aiz-
púrua hacia una Falange inspirada por el Fascio. Como tampoco es difícil ver detrás la si-
tuación de una ciudad —San Sebastián— acuciada por el problema de la vivienda. Sea
como fuere, la exposición de 1930 posibilita la creación del GATEPAC (Grupo de Ar-
quitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquiterctura Contemporánea), cu-
yo Grupo Norte estará integrado por Aizpurúa, Labayen, Lagarde (tan relacionado con el
Ateneo en su vertiente de dibujante), Vallet, Ponte, Olazábal, Ricardo Baroja y Alberdi,
por lo que respecta a San Sebastián, y Vallejo, Madariaga y Tomás Bilbao, por lo que res-
pecta a la capital vizcaína. Bien es verdad que, como apunta Sanz Esquide, los miembros
del Grupo Norte del GATEPAC construyeron poco viéndose abocados a participar en in-
números concursos, como también es cierto que hubo muy buenos arquitectos fuera del
grupo. Pero ahí queda la labor del Ateneo como adalid de la vanguardia.
Poco antes del seísmo vanguardista, el 17 de agosto, tenía lugar la reunión entre Alcalá
Zamora y Maura, más los representantes de todas las tendencias republicanas, que se co-
nocería como el Pacto de San Sebastián y que tendría por objeto implantar la República.
A tal efecto contaban con una serie de militares dispuestos a dar un golpe de estado el 15
de diciembre (como se sabe, la intentona fracasó porque el capitán Galán se adelantó en
Jaca —se sublevaría el 12 de diciembre— dando al traste con los planes; Fermín Galán y
el también capitán Ángel García Hernández serían fusilados poco tiempo después). El dia-
rio El Sol ofreció en su edición del 18 de agosto la nota oficiosa del famoso Pacto de San
Sebastián: «En el domicilio social de Unión Republicana y bajo la presidencia de D. Fer-
nando Sansisin, se reunieron esta tarde don Alejandro Lerroux y don Manuel Azaña, por
la Alianza Republicana; don Marcelino Domingo, don Alvaro de Albornoz y don Angel
Galarza, por el partido republicano radical socialista; don Niceto Alcalá Zamora y don
Miguel Maura, por la derecha liberal republicana; don Manuel Carrasco Formiguera, por
100
Capítulo IV. La Edad de Oro
la Acción Catalana; don Matías Mallol Bosch, por la Acción Republicana de Cataluña;
don Jaime Ayguadé, por el Estat Catalá, y don Santiago Casares Quiroga, por la Federa-
ción Republicana Gallega, entidades que, juntamente con el partido federal español —el
cual, en espera de acuerdos de su próximo Congreso, no puede enviar ninguna delega-
ción—, integran la totalidad de los elementos republicanos del país.
A esta reunión asistieron también, invitados con carácter personal, don Felipe Sánchez
Román, don Eduardo Ortega y Gasset y don Indalecio Prieto, no habiendo podido con-
currir don Gregorio Marañón, ausente en Francia, y de quien se leyó una entusiástica
carta de adhesión en respuesta a la indicación que con el mismo carácter se le hizo.
Examinada la actual situación política, todos los representantes concurrentes llegaron en
la exposición de sus peculiares puntos de vista a una perfecta coincidencia, la cual quedó
inequívocamente confirmada en la unanimidad con que se tomaron las diversas resolucio-
nes adoptadas».
Curso 1930-1931
Las fronteras entre el curso 1929-1930 y el de 1930-31 son borrosas porque tras la es-
tela de la exposición de arte de vanguardia del verano, el Ateneo programó durante el mes
de septiembre de 1930 varias conferencias al calor de un congreso de Odontología y del
simposio sobre Industrias del mar que se celebraron en la ciudad por aquellas fechas. Y,
sobre todo, porque ya no existe el Día de la Raza como línea de demarcación. De modo
que la conferencia del ilustre Jacinto Benavente, leída el 25 de septiembre, bien pudo sig-
nificar el fin de un periodo lectivo o el principio de otro. Llevaba por titulo «Los intelec-
tuales y la política» y Benavente se aplicó a la hora de repartir estopa. Decía el dramaturgo
que los intelectuales se hallaban también entre los políticos (no parecía muy conforme con
la República, que consideraba un ensayo): «Basta ya de ensayistas. Para ensayos converti-
dos y presuntas perfecciones tenemos las películas habladas» —El Pueblo Vasco, 26-IX-
1930— pero que desgraciadamente sólo aplicaban su inteligencia cuando se hallaban en la
oposición. Reflexionando sobre la reciente Dictadura se preguntaba si toda forma de go-
bierno no sería una dictadura. En cualquier caso se mostró convencido de que la implan-
tación del socialismo en España iría ligada a una dictadura. Denostó a quienes desertaron
del campo monárquico por el republicano a fin de establecer una república aristocrática.
Sobre la posibilidad de una revolución en España dijo que la única que le interesaba
era la que supusiese cambios espirituales. «Hay mucho que cambiar y para ello se impone
una revolución desde arriba, como propugnaba el inolvidable don Antonio Maura» (La
Voz de Guipúzcoa, 26-IX-1930), y que fracasó más por sus amigos que por sus enemigos.
«Esta revolución desde arriba, sin desórdenes es la que pueden y deben organizar los inte-
lectuales» (Ibídem). ¿Quiénes son intelectuales? Ante todo no la gente fracasada, «jóvenes
de más de cincuenta años» que buscan el sol que más calienta, como los que aplaudieron
la llegada de la Dictadura —dijo— hasta que vieron que no les daría las prebendas que
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
El Ateneo, a la vista del éxito tanto de la exposición como del programa lectivo y mu-
sical se plantea, como ya adelantó algún ateneísta, construir una Casa de Cultura y lo re-
coge así la Junta en la memoria del curso: «La práctica nos ha venido demostrando que la
vida del Ateneo requiere horizontes más amplios donde pueda desarrollarse, sin asfixia de
espacio, nuestro afán cultural; necesita la emulación que nace del contacto íntimo, del
contraste de nuestras ideas, de la discusión serena y razonada dentro de nuestra Casa: pide
un calor de afecto y mutuo conocimiento, que no puede lograrse en la actualidad, carentes
de un lugar confortable donde ese intercambio encuentre el marco adecuado. En suma: lo
que hace algunos años, escasos, parecía un paso gigantesco hacia un porvenir más brillan-
te, resulta hoy insuficiente, imponiendo soluciones que, como la Casa de Cultura, supon-
gan una inconmovible firmeza, un ambiente propio, algo exclusivamente nuestro. El pro-
yecto no ha cristalizado todavía; pero la buena semilla dará su fruto; y será nuestra entidad
la que levante los muros del edificio, símbolo y exponente de nuestras inquietudes espiri-
tuales» (Memoria Ejercicio 1931-1932 [sic], p. 4).
Y a ese proyecto de casa de cultura se refiere la revista anual San Sebastián del 20 de
enero de 1931: «Loable, muy loable, la labor que realiza el Ateneo Guipuzcoano [...] ¿Qué
labor (cabe pensar) realizaría en un más amplio escenario y a la sombra de unas disponibi-
lidades económicas más holgadas? Razonando así —por y para el Ateneo— alguien pensó
—y pensó bien— en la Casa de la Cultura. ¿Qué sería —qué sera, mejor dicho— la Casa
de Cultura? Un edificio de nueva planta, dentro del cual el Ateneo podrá desenvolverse
holgadamente, para realizar mejor la compleja labor cultural que es el fin de su funciona-
miento: cultura literaria, musical, pictórica, escultórica... ¿Medios de realización de la
idea? La situación presente del Ateneo le permite ser optimista [...] sin embargo, la empre-
sa es difícil y el Ateneo busca la cooperación de diversas entidades que, seguramente, no se
la negarán, en beneficio propio y en el de la prosperidad espiritual de nuestra tierra, que a
todos nos debe interesar. La Diputación y nuestro Ayuntamiento ven la idea con la má-
xima simpatía y la apadrinan, también. Lo demás será cosa del tiempo». Lamentablemente
no lo fue.
Curso 1931-1932
Se inaugura el curso con una Junta celebrada el 26 de octubre de la que salió la si-
guiente directiva: Luis Ayestarán, presidente, Jaime Brunet y Emilio Pisón, vicepresiden-
tes, Olegario Arbide y Severino Goñi, secretarios, Luis Ruiz Soler, contador, Fulgencio
Zala, tesorero, y como vocales Ángel Celles, Juan Manuel Aizpurua, Fidel M. de Urbina.
Antes del acto electoral hubo una conferencia de Michel Gheorghin, el 10 de septiembre,
sobre «El País Vasco y la exposición colonial de París». En el ambiente flota una vuelta hacia
lo religioso, seguramente como reacción al anticlericalismo sacrílego de que habían hecho
gala muchos republicanos. En Guipúzcoa, cuna de tantos integrismos, este fervor religioso
se vuelca en las supuestas apariciones de Ezkioga que tuvieron un seguimiento masivo
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Capítulo IV. La Edad de Oro
puesto que podrían haber pasado por el pueblecito guipuzcoano nada menos que un mi-
llón de personas a lo largo de 1931, según estimaciones de William Christian autor del li-
bro Visiones de Ezkioga: la segunda república y el reino de Cristo.
Pero nada de esto llega al Ateneo que inicia las sesiones lectivas con su proverbial rigor
aunque, todo hay que decirlo, se muestra un poco moroso pues hasta finales de año sólo
se programan tres conferencias —la del doctor Sánchez Banús sobre psicología y matri-
monio, el 16 de noviembre, la de Antonio Jaén sobre pintores cordobeses, el 16 de di-
ciembre y la de Pedro Gual sobre la cuestión monetaria—, más una sesión de cine ruso,
Igdenbú de Bek Nasarov, y otro acto de vanguardia a cargo del arquitecto Lagarde que se
dedica a ilustrar diferentes pasajes musicales con dibujos realizados sobre la marcha. El
panorama político ve la congelación en diciembre del Estatuto de la Sociedad de Estudios
Vascos corregido y refrendado por los municipios vascos y navarros en Estella (de ahí que
se conozca como Estatuto de Estella) por un Gobierno que sugiere que las comisiones
gestoras provinciales redacten otro proyecto mientras se aprueba la Constitución.
1932 resulta un año muy parco en actividades. El 26 de febrero, Pío Zabala establece
una comparación entre Isabel la Católica y María Luisa de Parma; el 5 de marzo, José M.ª
Huarte expone la conferencia titulada «Las brujas de Vasconia»; el 27 de marzo, Manuel
Hilario Ayuso examina la Escuela española de Atenas; el 30 de marzo, Ernesto Giménez
Caballero —habría que saber qué dijo habida cuenta de su marcada propensión al fascis-
mo— habla de sefardismo y jesuitismo, el 1 de abril; Américo Castro lee una conferencia
sobre Goethe, el 2 de abril, y Jacinto Miquelarena intervendrá el 16 de abril con una
conferencia titulada «El siglo del sport». El Ateneo dedica el mes de mayo íntegramente a
dar publicidad a un Estatuto vasco en plena efervescencia con las intervenciones de Cara-
sa, Aguirre e Ignacio Usandizaga los días 4, 6 y 20 respectivamente. Carasa se remontó,
como era costumbre general, al Fuero para legitimar el Estatuto y, como costumbre suya
particular a Pi y Margall, para justificar la necesidad de una república federal. Expuso que
el Estatuto Vasco-navarro (el Estatuto de Estella) era idéntico al de las Gestoras (no al de
la Sociedad de Estudios Vascos) excepto porque se había adaptado a la Constitución por
fin vigente. Consideró que sería necesario que todo el país apoyase el Estatuto pues si el
plebiscito resultase negativo no podría volver a proponerse antes de cinco años. Hizo un
repaso de las posiciones de los diferentes partidos y calculó que lo apoyarían los tradicio-
nalistas y los nacionalistas del PNV así como los republicanos, dado que todos eran en
Guipúzcoa autonomistas, contando con que también lo harían los socialistas que después
de apoyar los proyectos de la Sociedad de Estudios Vascos y de las Gestoras, estaba pro-
mocionando el Vasco-navarro.
José Antonio Aguirre, el futuro lehendakari, constató que defendiendo el Estatuto no
hacía, con su partido, sino intentar que se aplicase lo mismo que la política moderna esta-
ba aplicando en Oriente [no especifica dónde y lo opone a Occidente, contextualizándolo
dentro de la práctica de la Sociedad de Naciones], es decir, el reconocimiento de las na-
cionalidades. Y afirmó que serían consecuentes con la defensa de los derechos de las mino-
rías dentro de Euskadi una vez se estableciese el Estatuto. Apuntó que en materia tributa-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
ria el Estatuto no se salía de la fórmula del Concierto con el sistema del Cupo. Y defendió,
contra cierta prensa madrileña, que el Estatuto era conforme a la Constitución y se situaba
en la órbita de los principios modernos y de lo que se estaba haciendo en otros países de
carácter federal. Ignacio Usandizaga, por el contrario puso algunos reparos al Estatuto. El
primero lo situó en la unión que se pretendía establecer entre las provincias vascas con
Navarra sustituyendo la que había a través del poder central. Dadas las amplias atribucio-
nes concedidas al Estatuto se abría la posibilidad de que solicitasen anexionarse al País
Vasco, territorios limítrofes como Santander o Zaragoza, con lo que se sustituiría un cen-
tralismo con base en Madrid por otro con base en Bilbao. Y podrían producirse problemas
en materia tributaria o judicial en unas provincias respecto a otras (Navarra, por ejemplo,
se vería más gravada por el nuevo proyecto). El Estatuto suponía la cooficialidad del
euskera y del castellano, pero Usandizaga creía que el euskera se quedaba pequeño y anti-
cuado frente a las realidades modernas. Asimismo consideró que era un problema meto-
dológico grave pedir que se apoyase un Estatuto que una vez aprobado, podría recibir
modificaciones por unos ayuntamientos que no habían sido facultados para ello por no
tener carácter constituyente. Sin olvidar que la aprobación del Estatuto vasco y del cata-
lán, así como la de otros posibles, convertiría a España en un mosaico de difícil gestión
económica —se adelantaba así la polémica del café para todos suscitado por la modifica-
ción del Estatuto catalán en 2005— pues no se podía favorecer a unos si no era detri-
mento de otros. Finalmente Usandizaga manifiestó no oponerse al Estatuto sino que pre-
tendía que se reflexionase bien sobre sus contenidos antes de aceptarlo definitivamente. El
curso se despediría con la pintoresca presentación de una barrera automática para pasos a
nivel a cargo del doctor Ameztoy, sin que tal evento suponga ni una metáfora ni una pre-
monición de la suerte del Estatuto. Aún faltaría un año para que se estrellase.
A propósito del Estatuto y del examen que sufrió en el Ateneo no está de más ver el
pitorreo que le suscitaba a Pío Baroja, como traslucen sus declaraciones al diario madrile-
ño El Sol hechas pocos meses después, en noviembre de 1932:
«—Pues, sí, hombre; llegué esta mañana de Barcelona.
—¿Y qué tal, don Pío?
—Por allá anduve… Por cierto que no vi ese separatismo que dicen. La gente habla
menos catalán que nunca; el pueblo poco; los señores sí… Esos lo hablan bastante; pero se
les nota que por un prurito de ostentación… Allí vive la gente muy preocupada por las
cuestiones económicas; por el Estatuto, poco… Esto decía don Pío de tierras catalanas,
pero era muy sarcástico con su tierra, con el País Vasco: «Dice los Estatutos… El de mi
tierra lo ha hecho un abogadito de Bilbao; lo discutían en el Ateneo de San Sebastián, y
en el Tablón de anuncios leí: Semana del Estatuto: día 5 discusión; día 6 proposiciones;
día 7, se suspende la discusión para celebrar un concierto de piano ¡Y no se crea que el
concertista era Beethoven! Se trataba —decía don Pío, riéndose— de un austriaco cual-
quiera…»».
García Lorca volvió a visitar los salones del Ateneo el 7 de abril para hablar sobre Poeta
en Nueva York aunque al final habló de Nueva York en un poeta. «Nada más poético y te-
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Capítulo IV. La Edad de Oro
rrible —dijo— que la lucha de los rascacielos con el cielo que les cubre: pero aquel mun-
do no tiene raíz» (El Pueblo Vasco, 8-IV-1932). A su juicio el norteamericano carece de la
locura imprescindible para vivir aunque le pareció que los negros eran lo más espiritual de
aquel mundo. Y afirmó: «Ante la multitud americana, la sensación de soledad es completa
para el poeta» (Ibídem). García Lorca contrastó el viaje de Nueva York con su viaje a La
Habana comprobando que el cielo le ganaba allí la partida a los rascacielos. Acabaría reci-
tando un poema de raíces que opuso a los descoyuntados que le sugirió Nueva York:
«Cuando llegue la luna llena/iré a Santiago de Cuba».
Se programan asimismo conferencias de Ameztoy, el 25 de mayo, de los doctores
González Pinto y Larrea, el 9 de junio, y Manuel Melgarejo, 2 de junio. Aunque el autén-
tico bombazo de la programación lo constituye el concierto-homenaje al compositor Ra-
vel celebrado el 28 de agosto —en algunos documentos se da a entender que el concierto
lo dio el propio Ravel— y que el crítico Lushe Mendi resume así: «El festival Ravel resultó
sumamente interesante. El gran autor —quien desde un palco escuchó tan hermoso con-
cierto— fue ovacionado repetidas veces por el público, que de esta manera quiso testimo-
niarle su admiración. Felicitamos sinceramente al insigne compositor vasco, y nos es grato
hacer extensible este parabién a todos los valiosos elementos artísticos, que al ofrecerse de-
sinteresadamente a tomar parte en esta fiesta musical dieron brillantez a un acto altamente
simpático, debido a la iniciativa del Ateneo Guipuzcoano en su natural afán de ensalzar la
figura de quien al honrar al arte musical, enaltece al país que le vio nacer» (El Pueblo Vas-
co, 30 de agosto de 1932). Entre los músicos participantes en el homenaje hay que desta-
car a Nicanor Zabaleta, Clara Bernal, Miguel Maíz, Juan José Vitoria, el Orfeón Donos-
tiarra y la Orquesta Filarmónica bajo la dirección de César Figuerido, amigo personal del
célebre compositor de Ciboure. Javier Bello Portu escribirá muchos años después en El
Mundo: «¡Qué elogios los de La Voz de Guipúzcoa y qué tristeza la de los comentarios en
El Día! Pobre Ravel y más si hubiera vivido su madre ¡ay! Delohuart. Ravel no era nada
para este periódico, ¡pobre Ravel!» (El Mundo, 11-IX-97). Los aspavientos de Bello Portu
se deben a que el periódico El Día estaba adscrito al nacionalismo, su fundador fue José
Ariztimuño, Aitzol, por lo que se le antoja deleznable que menospreciase a un vasco de su
categoría.
Curso 1932-1933
Se abre el curso bajo la presidencia de Ignacio Usandizaga, sin que se hayan podido re-
cabar más datos sobre el resto de la Junta. Bajo sus auspicios, se reanudan las clases de al-
fabetización de adultos. El diputado a Cortes Rafael Aizpún planteó, el 29 de noviembre,
como primera conferencia del curso, la necesidad del Estatuto único —hay debates ma-
chaconamente eternos— como fórmula a la que podría acogerse Navarra superando los
tres reparos que pudieran tener los navarros acerca de que 1) pudiese desaparecer la auto-
nomía de la provincia, 2) se desvaneciera su personalidad jurídica y 3) fuera imposible de-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
sasirse de la unión con las provincias vascas. Porque Aizpún no ve que pueda ocurrir nada
de ello —el último punto lo protege directamente la Constitución y el primero el Pro-
yecto de Estatuto, en cuanto al segundo sólo es cuestión de negociar con el Estado, que ya
está obligado a respetar su situación jurídica— y cree, además, que son compatibles los
derechos históricos y el Estatuto. «Navarra tiene derecho a que se respete su actual estado,
como así está establecido en el artículo segundo del Proyecto. Por eso creía que podría ir
con las demás provincias, porque ya en dicho artículo estaban garantizados sus derechos»
(La Voz de Guipúzcoa, 30-XI-1932). Por todo ello anima a que los navarros reflexionen y
apoyen el Estatuto único.
Después de un verano sin exposiciones, la segunda conferencia del nuevo curso corrió
a cargo del pintor Tellaeche, el 2 de diciembre, que se centró en hacer un recorrido por
los primitivos y los impresionistas y se preguntaba: «¿A dónde vamos? A donde la vida y el
espíritu del tiempo nos manden ir. No hagamos arte para grandes o pequeños iniciados.
Que el nuestro no huela a capilla sino a horizonte» (La Voz de Guipúzcoa, 3-XII-1932).
La tercera conferencia la impartió el señor González Suso y versó sobre la lucha social en
Guipúzcoa. Suso hizo hincapié en las consecuencias de la crisis mundial que se tradujeron
en un aumento del número de parados que pasan del 5 % de 1932 al 40 % en 1933. Pero
señala que no hay problema socialista ni comunista porque si hay 50.000 obreros hay
también 20.000 patronos. Ve desfavorable la situación de la industria guipuzcoana res-
pecto a la vizcaína porque allí la protegen y ayudan más, y advierte que está terminando
un periodo de felicidad y se abre uno muy duro debido precisamente a la crisis mundial
que ha empezado ya a sentirse en España.
La cuarta corrió a cargo, el 16 de diciembre, del sindicalista Ángel Pestaña, expulsado
de la CNT por moderado y líder de la Confederación General del Trabajo. Pestaña se li-
mitó a realizar un recorrido por la historia del sindicalismo y a tranquilizar a los burgueses
que tenía en frente, es decir, al público reunido en los salones del Ateneo: «Cuando deci-
mos al trabajador: «Es preciso mejorar tu condición de vida», ustedes creen que les inci-
tamos a la violencia y están en un error. No anhelamos subvertir las condiciones de la so-
ciedad, porque la injusticia no dejaría de serlo, aunque cambiasen las personas que la
sufrieran; la ética de un acto no está más que en el acto en sí y, por lo tanto, no importa
que sea Fulano el que lo realice» (La Voz de Guipúzcoa, 17-XII-1932). «Los trabajadores,
les digo, no quieren conmiseración, no quieren limosnas; quieren justicia, equidad, una
participación en la riqueza que crean, lo que no es propiamente una limosna» (Ibídem). Y
concluyó: «Los trabajadores se organizan con un fin de mejorar en orden inmediato para
llegar mañana a una transformación de la sociedad, ya que las maquinas de las fábricas no
deben servir para beneficio de una minoría. Sino para el bien de todos» (Ibídem). Finaliza-
ría el año con las conferencia del humorista Antonio Botín, el 27 de diciembre, y Juan
Antonio Irazusta, el 29 de diciembre.
1933 se presenta como un año prolijo y saturado de actos en las dos áreas de siempre,
la música y las conferencias, con mayor abundancia de estas últimas. Comencemos por la
música. El pianista Kentner actúa el 21 de enero, el Trío Húngaro el 25 del mismo mes,
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Capítulo IV. La Edad de Oro
que esa masa enorme de campesinos castigados durante siglos —yo he dicho que ha ter-
minado la Historia española de los reyes y de las batallas, y que ahora comienza la Historia
del gañán— pediría más y más si no se le ofreciera lo que puede ofrecérsele: justicia social
dentro de la República» (La Voz de Guipúzcoa, 22-III-1933).
El siguiente conferenciante fue Emilio Azarola que ocupó la tribuna del Ateneo el 25
de marzo para disertar sobre la crisis mundial. En su opinión las crisis anteriores se salda-
ron porque el proletariado no tuvo más remedio que avenirse a pactar cualquier sueldo
ante la eventualidad del desmantelamiento de talleres y fábricas. En cambio, la crisis ac-
tual no puede solucionarse por esa vía puesto que los proletarios aspiran a gozar de los
mismos privilegios que los que poseen los medios de producción. A su juicio no influye en
las crisis ni el alza de las monedas extranjeras ni la evasión de capitales. Y sitúa las posibles
soluciones dentro de las teorías de Henry George.
David Casares Orfeo realizó un interludio musical al intervenir con una conferencia
titulada «La religión y la música» el 7 de abril. Tomás Carasa abordará el Estatuto el 12 de
abril señalando —tal vez un tanto imprudentemente, al menos si atendía al que le tocaba
más de cerca — que el nacionalismo no tiene nada que ver con el separatismo y mostrán-
dose partidario de un derecho de autodeterminación que desemboque en la autonomía.
Sitúa los ejes del Estatuto en la lengua, la enseñanza, Justicia y Hacienda. Y sostiene que
podría ser como el catalán a condición de realizar algunas modificaciones: que las provin-
cias mantuvieran su autonomía para los asuntos privativos de las mismas y que la cuestión
de la Hacienda regional se resolviera a base de mantener el Concierto, con su correspon-
diente Cupo. El Estatuto afectaría a las tres provincias vascas y en él se dejaría una puerta
abierta a Navarra para que pudiera incorporarse a él llegado el caso.
Mucho más extraña resultó la conferencia de Eugenio D´Ors del 21 de abril sobre la
igualdad de los sexos en la que volvió sobre su idea inicial —defenderla— para postular
finalmente que desde la ortodoxia católica, tal y como se había ido dando a lo largo de la
historia según su punto de vista, debía mantenerse separada la feminidad de la virilidad
mediante la apelación a los rasgos distintivos del correspondiente sexo que él redujo a dos:
parir con dolor y ganar el pan con el sudor de la frente. En su turno de tribuna Juan Cha-
bas se preguntaba, el 9 de mayo, por el deber de los intelectuales de su tiempo. ¿Qué de-
ben hacer, seguir su camino pensando por cuenta propia o claudicar? ¿Ser leales a sí mis-
mos o a los demás? ¿Deben ayudar u oponerse a una guerra? ¿Deberían defender los
bienes del espíritu, es decir, los que no acaban con esta vida sino que continúan más allá,
o atenerse al beneficio, a la utilidad circunstancial de cada día? Chabas aseguraba que a su
juicio, el intelectual sólo debía defender los intereses espirituales. El intelectual tenía que
alejarse de la política porque es un valor a la baja dado que sólo se trata de un sistema de
organización práctica basado en la economía. A los intelectuales les corresponde más bien
formar la conciencia del mundo trazando a la política los cauces por los que debe correr.
La programación oratoria se va luego hacia la Medicina con una serie de eventos como
la Semana de Higiene Mental, que comienza el 18 de mayo y que acoge varias confe-
rencias, y la proyección de películas sobre cirugía estética, a cargo del doctor Charles Cla-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
qué, el 27 de mayo. Antes, el 28 de abril, el doctor López Prior habló sobre la tuberculo-
sis. Terminaría el curso con las conferencias de Fernando Tobalina sobre el amor, el 26 de
mayo, y Eugenio Montes sobre «Posibilidades de España ante la Historia», el 4 de junio.
Pedro Mourlane Michelena con su charla sobre la cortesía pone fin a la temporada. No se
han podido establecer las fechas de las conferencias de Federico García Lorca —«María
Blanchard, gloria y angustia de la pintura moderna», elegía pronunciada en 1932 en el Ate-
neo de Madrid y leída en abril de 1933 en el de San Sebastián («Yo no vengo aquí, ni co-
mo crítico ni como conocedor de la obra de María Blanchard, sino como amigo de una
sombra. Amigo de una dulce sombra que no he visto nunca pero que me ha hablado a
través de unas bocas y de unos paisajes por donde nunca fue nube, paso furtivo o anima-
lito asustado en un rincón. Nadie de los que me conocen pueden sospechar esta amistad
mía con María Gutiérrez Cueto, porque jamás hablé de ella, y aunque iba conociendo su
vida a través de relatos originales siempre volvía los ojos al otro lado, como distraído, y
cantaba un poco porque no está bien que la gente sepa que un poeta es un hombre que
está siempre ¡por todas las cosas! a punto de llorar»)— del doctor Heller —«Política agra-
ria universal»—, de Juan Antonio Irazusta —«Problemas sociales. Sindicación: paro»—,
Carmen Aguado de Anguiano —«De Montaigne y de la educación»—, Antonio Lasheras
—«Valor moral, social y económico del seguro»— y Antonio Botín que ofreció unas lucu-
braciones literarias bajo el título de «El pez ondulante».
Intermedio económico
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Capítulo IV. La Edad de Oro
aportación de las Cajas de Ahorros —4.000 pts.— se pudo adquirir una máquina de cine.
Estas cuentas muestran que el Ateneo necesitaba de una masa crítica de socios situada en
torno a los 400 para poder hacer frente a los gastos corrientes y a su programa de activida-
des recurriendo únicamente a las cuotas siempre y cuando el coste de aquéllos se situara
en cifras parecidas a las de 1929, es decir, modestas. Dicho de otro modo, moviéndose
dentro de esos parámetros, el Ateneo podía prescindir de las subvenciones, como bien pu-
do ser el caso en algunos (¿muchos?) momentos de su historia.
Las cuentas de 1930 arrojan una extraña novedad contable ya que las subvenciones
aparecen agrupadas en una cantidad total que asciende a 10.002, 50 pts. pero, en cambio,
se desglosa sólo una parte de ellas, las aportaciones de la Caja de Ahorros Municipal —
500 pts.— y de la provincial —1.477 pts.— así como el importante donativo del Centro
de Turismo por valor de 6.000 pts. Como detalle curioso hay que reseñar que se reciclaba
el papel ya que se anotan 110,50 pts. en concepto de venta de papel viejo. Con respecto al
curso precedente hay un salto tremendo en los gastos por conferencias pues el total se si-
túa en las 6.785, 57 pts., lo que habla no sólo de un aumento en la cantidad de lecciones
impartidas sino también de un aumento del caché de los conferenciantes, que evidencia su
mayor prosapia. Llama mucho la atención que se recauden nada menos que 10.932, 30
pesetas en las denominadas conferencias de verano ligadas a la controvertida exposición de
arte moderno.
En el curso 1931-32, se destina un remanente de 5.000 pts. para un proyector de cine
sonoro que será adquirido en cuanto se reúna la cantidad total. Las subvenciones del Es-
tado, la Diputación y el Ayuntamiento alcanzan las 9.800 pts. y a 31 de diciembre hay
unos ingresos por cuotas de 34.800 pts. que ponen de manifiesto un aumento de socios
cercano al 20% respecto a 1929. Las conferencias se llevan lo mayor de la cuenta de gastos
con un monto de 12.140 pts., superior en 500 pts. a lo presupuestado.
El último material contable disponible, es decir, el correspondiente al curso 1932-33,
arroja un balance de 37.505 pts. de ingresos en concepto de cuotas, lo que muestra un
extraordinario aumento del número de socios aunque el ritmo de crecimiento es más
lento que para el periodo 1929-1932. En cifras, la Memoria establece que para finales de
1933 el Ateneo cuenta con 694 socios. Como dato curioso sobre la condición humana,
hay que señalar el comportamiento de muchos socios que se dan de baja en verano para
no pagar las cuotas y reingresan con el comienzo del curso, por ello la Junta se debate en-
tre no dejarles que se reinscriban hasta pasado un tiempo prudencial o cargarles las cuotas
no abonadas durante el periodo estival. Por último, el gasto global en conferencias ascien-
de a 14.000 pts., cantidad equivalente casi al gasto anual en personal y alquileres (suma-
rían entre ambos conceptos 14.600 pts.). La inversión en libros sigue un ascenso progresi-
vo —se adquirieron 387 volúmenes— y se sitúa en 6.092,35 pts. la cantidad gastada en la
biblioteca. Cabe señalar que se sigue acumulando dinero para poder instalar el cine sono-
ro.
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Curso 1933-34
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Capítulo IV. La Edad de Oro
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
18 de abril. Tomás de Eguidazu hablaría del «El Derecho vasco» mucho más tarde de la fe-
cha prevista, pues lo hizo el 26 de octubre. No se ha podido determinar la fecha de inter-
vención de Tomás Bilbao sobre urbanismo vasco.
El político castellano Juan Díaz Caneja, compañero de fatigas de Cambó, abordó el
Estatuto vasco el 6 de febrero. Su aportación fundamental al debate consistió en decir que
el Estatuto no era cosa únicamente de los vascos sino de todos los españoles, mostrándose
firme partidario del mismo. Aseguró que el Estatuto no atentaba contra la unidad nacio-
nal sino al contrario y pronosticó que después del Estatuto catalán vendría el vasco y tras
él los de Andalucía, Extremadura, Galicia, etc, cosa que le parecía deseable, por lo que se
manifestaba en oposición a Ortega y Gasset, para quien semejante multiplicidad entraba
en contradicción con los fines supremos del Estado. El historiador Juan Pablo Fusi co-
menta estos pareceres: «Muchos observadores (escritores españoles, viajeros extranjeros)
vieron que localismo y regionalismo —no la nación— constituían los ámbitos reales de la
vida social española: en fecha tan tardía como 1931, Ortega y Gasset sostenía (en su libro
La redención de las provincias, publicado ese año aunque escrito en 1927-28) que España
era todavía pura provincia. Pero la estructura territorial del Estado no se modificó. El Es-
tado nacional español se fundamentó en una concepción unitaria de España como nación.
Fue la aparición de los nacionalismos catalán y vasco —y, más tarde, del nacionalismo ga-
llego— lo que acabaría por cambiar, en pocos años, la naturaleza de la política española; a
la larga, obligaría, además, a un replanteamiento en profundidad de la organización terri-
torial del Estado: primero, con la creación de la Mancomunidad catalana el 6 de abril de
1914; luego, ya en los años de la II República (1931-1936), con el reconocimiento del de-
recho a la autonomía de las regiones, y su concesión a Cataluña, en 1932, y al País Vasco,
en octubre de 1936» («Los nacionalismos y el Estado español: el siglo XX», Cuadernos de
Historia contemporánea, n.º 22, 2000, —p. 22—)
El 9 de febrero visitó el Ateneo Enrique Jardiel Poncela para exponer su visión de los
Estados Unidos —los comparó a un solar: «Nueva York es una pared. El resto de los Es-
tados Unidos un solar. Los Estados Unidos será el país más admirable del mundo el día
que se inaugure» (La Voz de Guipúzcoa, 10-II-1934)—, y más en concreto de Hollywood:
«En Hollywood estaréis siempre a 30 millas del sitio a donde vais» (Ibídem). A su juicio el
país se caracterizaba por dos rasgos: la falta de piedad (y de imaginación y de sensualidad)
y el predominio tiránico de la mujer sobre el hombre. A los que habría que añadir un ter-
cero, la uniformidad: «Visto un hogar, habréis visto todos los hogares. El sombrero que
lleva un hombre es exactamente igual al que lleva otro. Y las botas. Y la corbata. Y el reloj.
Y el puro. Y el aparato de radio que tiene en su casa» (Ibídem).
Diez días más tarde, el 20 de marzo, Antonio Espina disertaba sobre la prensa en la vi-
da moderna poniendo el acento en que después de la Gran Guerra apareció el periodismo
de empresa que, por un lado coartaba la libertad de los periodistas al tener que atenerse a
la norma de la empresa y, por otro, iba en contra de los intereses generales de la nación al
atender a los suyos propios. El tema escogido por Alfred Camdessus fue «El vino es el ami-
go del hombre» y lo presentó el 23 de marzo. En el capítulo musical hubo tres conciertos
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Capítulo IV. La Edad de Oro
Curso 1934-1935
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
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Capítulo IV. La Edad de Oro
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
muy resultón: «Hay que esperar de la inspiración de los hombres de Estado que descubran
de nuevo el principio de la solidaridad económica entre los pueblos, mediante la aplica-
ción de un régimen moderno de libertad» (La Voz de Guipúzcoa, 10-III-1935). Gustavo
Pittaluga indagó sobre las bases de la cultura el 12 de marzo, sosteniendo que tiene que
haber un cimiento moral sobre el que debe asentarse la cultura, por ello se oponía a la
cultura como deporte —la cultura preciosista y banal— y condenaba los ataques que en
Europa se estaban haciendo contra los templos de la cultura. El 30 de marzo, Ángel Osso-
rio y Gallardo impartió la primera de las tres conferencias que dedicaría al tema «Amor,
matrimonio y divorcio».
Durante este primer trimestre se dieron dos conciertos, el de Caroline Duplan al piano
junto a al violinista Teodoro de Gracia y el flautista Azpiazu, celebrado el 21 de febrero, y
el de la pianista Ornella Puliti el 16 de marzo.
El curso se despeñará hacia su final con muy pocas actividades. Sólo aparecen registra-
das seis conferencias, las dos restantes del miniciclo de Ossorio y Gallardo sobre el amor,
la del doctor Anguera, el 5 de abril, la del ex-alcalde de San Sebastián Gabriel Laffite —
alias Gil Baré—, el 7 de abril, acerca de lo que el cronista de La Voz denomina donostia-
rrismo de salón, y la de Juan Antonio Muñoz y Torroba sobre la caza y su legislación en
distintos momentos históricos. Gil Baré, fue primer edil del Ayuntamiento donostiarra en
1917. Hombre dado al humor y al polifacetismo practicó innumerables deportes y como
él mismo decía, en todos lo hizo mal, lo que no le impidió presidir —o quizá por eso— la
Federación Española de Atletismo. «Su anécdota más sonora fue cuando viajó a París ves-
tido de marajá y hablando euskara con su amigo Felipe Azcona y el marqués de Tenorio,
descubriendo la broma un camarero, también euskaldun, de Iparralde» (Enciclopedia Au-
ñamendi).
No faltó la Semana de Higiene Mental que se desarrolló entre finales de mayo y prin-
cipios de junio. El escuálido panorama se completa con el concierto de Caroline Duplan
al piano y Gabriel Verkós al violoncelo de finales de abril, el de Eduardo Lagarde, el 3 de
mayo, y el de la pianista Gloria Duñabeitia y el violinista Figuerido del 11 de mayo. Por
otra parte, el Ayuntamiento, a instancias del edil Melgarejo —muy conocido en los salo-
nes del ateneístas—, desea realizar un homenaje a Pío Baroja en colaboración con el Ate-
neo por haber sido recibido académico de la lengua y se quiere aprovechar para ello la es-
tancia del escritor en Vera con motivo de las vacaciones veraniegas.
Curso 1935-36
El curso fatídico comienza con una inusual tranquilidad política. A falta de temas po-
líticos nacionales, la prensa se vuelca en el llamado conflicto italo-etíope, una forma como
otra cualquiera de llamar a la invasión de Etiopía por Italia. El conferenciante ocasional
del Ateneo y asiduo colaborador de La Voz de Guipúzcoa, Antonio Espina, se encuentra
preso en Bilbao por haber publicado un artículo contra... ¡Hitler! Por lo que al Ateneo
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Capítulo IV. La Edad de Oro
respecta, el 26 de octubre se celebra la habitual Junta con renovación de los cargos que-
dando como directivos Ignacio Usandizaga, presidente, Fermín Vega de Seoane y José
Manuel Aizpúrua, vicepresidentes, Julio Lastagaray y Faustina San Vicente, secretarios,
Francisco Ibáñez, tesorero, Manuel Esquerra, contador, Félix Elgarresta, Nicolás López
Reblet y Ricardo Cardenal, vocales. Presiden las secciones de Ciencias y Artes, Gregorio S.
Ochoa y César Figuerido respectivamente. Sí, por primera vez, hay una mujer en la Junta
del Ateneo. Al menos así se puede concluir, salvo error u omisión, a la vista de la docu-
mentación disponible. Esta vez, el programa de actividades se pone inmediatamente en
marcha y le corresponde a Victoriano Juaristi inaugurar el curso con una conferencia so-
bre César Borgia, el 31 de octubre.
El elenco de conferenciantes resulta bastante florido con nombres tan conocidos como
Ricardo Baroja (leerá la tragicomedia Bienandanzas y fortunas o la bocina de cuerno, el 19
de noviembre), el caricaturista Bagaría que disertará, el 7 de diciembre, sobre las caricatu-
ras con demostraciones prácticas al apoyo («La nariz de Cyrano de Bergerac dio a Rostand
mucho dinero. A mí la de Romanones me ha dado muchos cocidos. Se fue esta nariz co-
mo se fue otra al extranjero y hubo que buscar otra, la de Lerroux; pero también he de
buscar ahora otra», La Voz de Guipúzcoa, 10-XII-1935) y Alejandro Casona. El ilustre
dramaturgo habló de «La nueva poesía hispanoamericana» el 23 de diciembre. A su juicio,
una «de las características del arte nuevo es la frugalidad, la guerra al adorno, al ritmo, el
dominio de la línea recta, el prescindir del amontonamiento ornamental, y ello conduce
en el campo de la poesía a combinaciones métricas puras, al cantar popular, a la sencillez,
al folklore, al canto llano del pueblo» (La Voz de Guipúzcoa, 24-XII-1935). Exponía Ca-
sona que «el poeta nuevo justifica su posición en el arte mismo, se enciera en su torre de
marfil, no quiere más que el arte por la pura belleza. El arte nuevo es infantil de esencia,
pero de fondo de sustantividad» (Ibídem). «La aspiración es la síntesis, un máximo de
contenido en un mínimo de forma» (Ibídem). En su opinión, los poetas americanos can-
tan los mismos ritmos modernos que los españoles e ilustró con versos de Machado, Gi-
ménez Caballero, Alberti y García Lorca la tendencia a confeccionar poemas partiendo de
ideas populares. Finalmente expuso su sentir, compartido por otros, de que «la nueva poe-
sía es el álgebra superior de las metáforas» (Ibídem).
Junto a esta caterva de ilustres departieron en los salones del Ateneo, el doctor Castro,
médico naturista, que explicó el diagnóstico por el iris (y parecía una moda casi del s.
XXI) un 5 de noviembre, Ignacio Catalán que buceó en la originalidad y sus daños, el 9
de noviembre, y José Forns, renombrado musicólogo, se inclinó finalmente sobre el tema
de la melodía expresiva el 12 de noviembre. Javier Marquina explicó el puerto de Pasajes
un 15 de noviembre. Francisco Vega de la Iglesia, diputado a Cortes, analizó las «Orienta-
ciones municipalistas» el 23 de noviembre insistiendo en la importancia que la política
municipal tenía para Guipúzcoa. Remarcó que el municipio es una entidad de carácter
natural e indestructible para lanzarse a un amplísimo repaso histórico llegando hasta la
Ley Municipal de 1924, vigente para todo España excepto para Cataluña de resultas de su
Estatuto, y examinó la nueva ley que había entrado en vigor el 31 de octubre de 1935 y
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Capítulo IV. La Edad de Oro
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
la amistad con José Antonio fuera imposible pero la que tenía con José Manuel Aizpúrua
podría explicarse por la relación que García Lorca mantenía, al parecer, con uno de sus
hermanos, según cuenta Gurpegi. Una cosa está clara, el encuentro a tres bandas resulta
cuando menos raro a las puertas de una guerra civil inminente que acabará con la vida de
dos de los protagonistas.
Dentro ya de la rutina del progrma de conferencias ateneísticas, hay que reseñar que
José Bergamín habló sobre el disparate el 10 de marzo y Corpus Barga refirió sus andanzas
de reportero el 24 de marzo emocionando al respetable al narrar su llegada al frente de
Verdún como corresponsal de guerra. Eugenio Imaz leyó un prolijo trabajo que tenía por
título «En busca de nuestro tiempo: Antecedentes históricos de los sistemas totalitarios» pasan-
do revista histórica al poder político, al poder de la riqueza y al poder de la técnica. La
conferencia encierra un párrafo luminoso: «Repasando los discursos de Mussolini se ve
que la idea del poder es lo que conduce al totalitarismo. Todo por y para el Estado unita-
rio» (La Voz de Guipúzcoa 3-IV-1936), pensamiento que Imaz redondea incluyendo a un
Spengler que predica el crecimiento de un pueblo a costa de los demás.
José Pijoan paseó a la concurrencia, el 8 de abril, por «El mundo que vivimos», y José
María Quiroga homenajeó a Bécquer en la celebración del primer centenario de su naci-
miento. Excepto la conferencia de Moisés Cortes sobre las «Rutas de la poesía», leída el 5
de mayo, las cuatro que completan el programa tienen carácter pedagógico y se hacen bajo
la férula de la Federación Escolar Guipuzcoana: «La paz por la educación» de Joan Cuber-
ta, pronunciada el 31 de abril («Hay que cambiar el dicho de «si quieres la paz, prepárate
para la guerra» por el de «si quieres la paz, no pienses en la guerra». Es preciso que el
hombre no piense en una paz concreta de un momento determinado sino que piense y as-
pire a la paz perpetua» — La Voz de Guipúzcoa 31-IV-1936—, porque es en la escuela,
afirmaba Cuberta, donde se debe aprender la solidaridad humana que conlleva la paz);
«La universidad vasca», fue abordada por José Ariztimuño Aitzol el 16 de mayo («La prin-
cipal labor de ese estudiante [vasco] es conseguir ese ambiente racial mediante la implan-
tación de esa Universidad Vasca, y esto sólo lo conseguirán los de una generación pura y
netamente vasca. Si la Universidad que se quiere no es puramente vasca, tanto en sus es-
tudiantes como en sus catedráticos, sólo se tendrá una Universidad autónoma, como tan-
tas otras y esta Universidad sólo será puramente vasca cuando sea puramente eusquéri-
ca»—La Voz de Guipúzcoa, 17-V-1936—); Miguel Amilibia reflexionó también sobre «La
universidad vasca» el 20 de mayo (criticó, desde posiciones marxistas la exposición de
Ariztimuño tanto en su objetivo de una universidad nacionalista como en los argumentos
que empleó para justificar la existencia de una cultura privativa vasca desde el S. XVI, y
propuso que la universidad vasca se caracterizase por la calidad de su enseñanza inspirán-
dose en los distintos modelos de universidad que hay en el mundo), por último intervino
Óscar Rodríguez Arias con el tema «La espera y la perseverancia como deber» clausurando el
ciclo.
En todo el semestre hubo varios conciertos, el de la cantante Castillejo acompañada
por los pianistas Francisco Cotarelo y la señorita Pauliau, el 3 de marzo; el del guitarrista
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Capítulo IV. La Edad de Oro
Regino Sáinz de la Maza, del 20 de marzo; el de los Cosacos de Don… Pío, conjunto co-
ral de Gaztelubide, el 4 de abril; y el de María Cid, soprano con Amparo Fuster y Francis-
co Cotarelo al piano. Terminaba junio con el regalo de una corbata del Ateneo al con-
junto de los Cosacos de Don… Pío en la sociedad Gaztelubide bajo los auspicios de una
solemne cuchipanda que se guisó el día 13. En las fiestas de Amara de finales de junio
triunfaba la barraca de Gu, en la que se hacían retratos al momento. Por ella pasó nada
menos que Zuloaga el 23 de junio, según señala La Voz del día siguiente. La barraca cerra-
ría el día 30, contra lo que diga cierta estudiosa sobre la imposibilidad de saber cuándo se
produjo el cierre pues lo afirma La Voz. También a finales de mes se estaban ultimando
los preparativos para la X Semana Vasca que debía celebrarse del 12 al 19 de julio. En su-
ma, el fin de curso del Ateneo se cruzaba con el comienzo de uno más de los famosos ve-
raneos donostiarras. Nadie sospechaba que se vería abortado por la guerra.
La Guerra Civil
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
zarse bajo el pretexto de acudir al Tiro Nacional, en el barrio de Bidebieta, para entrenarse
(como por casualidad acababa de incorporarse a los cuarteles un grupo de tiradores de
élite fuertemente armados). El gobernador militar, el coronel León Carrasco, también
aparenta mantenerse fiel al Gobierno legítimo aunque en realidad permanece dubitativo y
no aclara su posicionamiento a las autoridades civiles, con lo que éstas no pueden tran-
quilizar a la población. La noche del 18 los requetés se concentran en el Buen Pastor y en
la iglesia de los Carmelitas esperando que llegue de Loyola un cargamento de armas que
nunca llegará, sí lo harán, en cambio, unos camiones que trasladarán a los insurrectos a
Loyola. Viajeros fuertemente armados se han venido registrando los últimos días como
clientes en el hotel María Cristina. Los falangistas se agrupan en el bar Basque. También
se producen movimientos en el Gran Casino.
En el barrio de Egia, la CNT levanta barricadas contra el posible avance de la tropa.
Pero los anarquistas no consiguen impedir que por la noche los mandos del cuartel de Lo-
yola Vallespín y Eloy de Brena acompañados de un contingente armado de 18 hombres
lleguen al gobierno militar para entrevistarse con Carrasco. Al paso del convoy militar se
producen disparos en el Boulevard debido a la oposición de algunos milicianos concen-
trados alrededor de la comandancia. El fuego intimida a los impresores del periódico na-
cionalista El Día que abandonan sus puestos sin acabar el diario con lo que evitan, sin
quererlo, que la opinión pública sepa que la dirección del PNV —el EBB— desaprueba
las declaraciones de Manuel Irujo y José María Lasarte apoyando al Gobierno legítimo, lo
que dejaba una puerta abierta a unirse al alzamiento. Todo esto concuerda con la actitud
del PNV de no verlo claro y de esperar hasta el último minuto para reintegrar el campo
republicano al que se une sólo después de que se le garantice el Estatuto (el jelkide Vicente
Olasagasti tenía armas almacenadas para incorporarse a la sublevación, y algunos naciona-
listas donostiarras muy ilustres —como Avelino Barriola— aplaudieron el golpe, y otros
como José de Arteche se pasarán a los nacionales), si bien en Álava y Navarra —territorios
donde el golpe de estado triunfa inmediatamente— los nacionalistas permanecen al mar-
gen del conflicto, por lo que nadie les molestará hasta septiembre. En Guipúzcoa habrá
que esperar hasta el 11 de agosto para que las milicias del PNV, concentradas en el san-
tuario de Loyola por orden de la superioridad nacionalista, reciban la orden de luchar.
En San Sebastián reina una cierta confusión originada por el hecho de que no está pa-
sando nada pero todo el mundo sabe que podría pasar lo peor. Así, el 19 de julio se pro-
ducen dos movimientos de milicias contradictorios, por un lado llegan refuerzos proce-
dentes de Galicia para enjugar el eventual levantamiento y por otro se pone en marcha
una columna en dirección a Vitoria, que se halla en poder de los sublevados. En los cuar-
teles de Loyola no acaban de tomar la decisión de echarse a la calle, Vallespín y Eloy
aguardan el pronunciamiento de Carrasco que se halla en situación de arresto cautelar en
el gobierno militar. Finalmente, el día 21, Carrasco, burla la vigilancia y desde el hotel
María Cristina ordena por teléfono a Vallespín que saque la fuerza. Al mismo tiempo, Ca-
rrasco encarga a un locutor de Radio Unión que emita un comunicado llamando al alza-
miento. Los partidos logran que se aborte el comunicado radiofónico, se reorganizan y
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Capítulo IV. La Edad de Oro
toman posiciones. La madrugada del día 22, la tropa abandona Loyola y progresa en dos
columnas —una por la calle Urbieta y la otra por la orilla del Urumea— hacia el centro
con intención de ampararse de los edificios clave. Pero la primera se tropieza con las de-
fensas que la CNT ha organizado cerca su sede de la calle Larramendi. La encarnizada re-
sistencia de los anarquistas unida a los refuerzos procedentes de Bilbao y a la columna que
iba en auxilio de Vitoria y que se ha dado la vuelta ante la imposibilidad de hacer nada
por la capital alavesa empuja a los sublevados a los cuarteles donde permanecerán sitiados
hasta la rendición, que se produce el día 27.
Entre tanto, las tropas de Mola al mando de Beorlegui, que debían caer sobre San Se-
bastián se ven frenadas por la voladura del puente de Endarlaza y han de desviarse por
Oyarzun, lo que retrasa su avance. Procedente también de Navarra pero desde Alsasua, la
columna de Cayuela cae sobre Beasain tomándola a sangre y fuego. Aunque también ve
retardada su progresión por la resistencia que encuentra en el camino, siendo considerable
la que le opone Hernani. Beorlegui no conseguirá tomar Irún hasta el 3 de septiembre y se
vengará con terribles represalias. A lo largo de agosto, en San Sebastián se organizan una
serie de comités para atender a las necesidades bélicas y de intendencia buscando al mismo
tiempo fondos, entre otras cosas para comprar armas. Se conseguirá depositar dos millo-
nes de francos franceses en el Banco Español de París, pero el encargado de comprar el
armamento, Rafael Picavea (socio del Ateneo y dinamizador del mismo, que ahora se ha
hecho nacionalista), verá cómo la operación se anula porque para cuando todo esté en re-
gla, la ciudad habrá caído. Lo que falta en Donostia para organizar la resistencia es una di-
rección única tanto en lo político como en lo militar. Se da la circunstancia de que cada
partido político tiene sus propias milicias y funciona a su aire. El PNV se preciará de ha-
ber contenido a los izquierdistas para que no cometiesen atropellos —como las sacas de la
cárcel de Ondarreta que habían comenzado a practicarse— y a última hora impedirá el
incendio del combustible almacenado en el puerto de Pasajes (9 millones de litros de ga-
soil y medio millón de litros de gasolina).
La moral de la ciudad irá empeorando debido a la escasez de alimentos y a los bom-
bardeos desde los buques España y Almirante Cervera que comienzan el 13 de agosto. El
5 de septiembre, Donostia se queda sin agua y los fascistas emboscados salen de las cata-
cumbas y disparan por las calles. La caída de Irún había dejado expedito el avance hacia
una capital que también se ve amenazada desde el sur, pues las tropas franquistas están en
Andoain tras vencer la heroica oposición de Hernani y tomar las alturas circundantes de-
fendidas por los milicianos.
El 13 de septiembre, domingo, la columna de Beorlegui se ampara de los fuertes de
San Marcos y Txoritokieta, que han sido abandonados con toda su artillería, y avanza ha-
cia San Sebastián. Hacia las 17,00, dos vecinas de Intxaurrondo, Francisca Anabitarte que
contaba a la sazón 15 años y su hermana mayor Margarita, que se hallaban recolectando
berzas en los campos pertenecientes al caserío Pellizar sitos en la mitad de lo que hoy es la
cuesta de Zubiaurre con intención de venderlas al día siguiente en el mercado de la Bretxa
oyeron canciones provenientes del alto de Miracruz —«Cantos de soldados como los que
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
cantaban los de Loyola cuando pasaban por Intxaurrondo para ir al Tiro Nacional en Bi-
debieta, detrás del caserío Moneda»— eran varias compañías de soldados que bajaban ha-
cia Donostia en medio de banderas golpistas, «no, no recuerdo si llevaban boinas rojas».
Presas del miedo las muchachas cogieron la verdura y bajaron a refugiarse al caserío. Por
alguna razón no habían visto —Francisca es formal, para ella no hubo soldados antes—
cómo hacia el mediodía un grupo de requetés, los Cuarenta de Artajona, descendía tam-
bién por el Alto de Miracruz y se amparaba poco después de la ciudad pues no encontra-
ron resistencia ya que los milicianos habían decidido abandonar las posiciones para no lu-
char calle por calle y sumir en la destrucción una ciudad que consideraban indefendible.
Cuando los requetés pisaban el puente de Santa Catalina, los últimos milicianos embarca-
ban, a doscientos metros, en el puerto. Donostia fue la primera capital de provincia toma-
da por los golpistas. Por cierto, la avanzadilla fue castigada por adelantarse a unos planes
que contemplaban desfiles y una exhibición como escarmiento y humillación de una de
las provincias declaradas traidoras por Franco. En San Sebastián quedaba más o menos la
mitad de sus 80.000 habitantes, el resto huyó y les fueron requisadas las viviendas. En el
barrio de Egia el porcentaje de huidos alcanzó el 85%, el mayor de la ciudad.
No se ha podido recabar datos sobre la actuación de los miembros del Ateneo (no se
conservan listas de los socios de entonces) mientras duraron los combates. Sí se sabe que
Federico García Lorca fue asesinado el 18 de agosto de 1936, cinco meses después de la
última visita al Ateneo, lo mismo que José Ariztimuño, Aitzol, uno de los últimos confe-
renciantes del Ateneo, fusilado por los franquistas el 19 de octubre, seis meses después de
haber intervenido en el Ateneo a favor de la Universidad Vasca. Otro de los intervinientes
en las sesiones ateneísticas, Francisco Cossío —ocupó la tribuna en 1934—, afirmará en el
libro Hacia una nueva España, publicado en 1937, que las hordas separatistas tenían bien
merecida la suerte que les estaban dando. El arquitecto José Manuel Aizpurúa vicepresi-
dente en funciones del Ateneo y miembro temprano de la Falange fue fusilado por los
milicianos el 6 de septiembre, como también lo sería Víctor Pradera en fecha parecida.
Quien fuera presidente del Ateneo en 1929, José Múgica, sería nombrado alcalde de San
Sebastián por las fuerzas de ocupación en octubre pero al mostrarse crítico con los atrope-
llos fue cesado el 3 de febrero de 1937 y desterrado.
Respecto a la suerte del propio Ateneo no se sabe tampoco nada. Aunque resulta sin-
tomático que la Falange instalara su sede en los locales del Círculo Easonense, que estaba
pared con pared con el Ateneo. Lo que podría explicar la facilidad con la que desaparecie-
ron todos los documentos de la entidad cultural, por no mencionar cómo pudo haber sido
facilitada seguramente su labor por los socios derechistas. Porque eso es lo que hay, desa-
parición sin rastro de la documentación. Algunos socios decanos apuntan la posibilidad de
que los papeles del Ateneo pudieran haber sido despachados a Burgos junto con la docu-
mentación incautada a la logia masónica que también se hallaba en el mismo edificio. No
sería descabellado pensar que los documentos pudieron ser aprovechados in situ para esta-
blecer listas de socios izquierdistas. Lo que nos devuelve al horror, porque un espacio des-
tinado al saber, a la confrontación de opiniones y al esparcimiento se convirtió por obra y
130
Capítulo IV. La Edad de Oro
gracia de la Falange en prisión transitoria para quienes iban a ser suprimidos sin juicio
previo. ¿Cómo pensar que los falangistas utilizaron únicamente los locales del Círculo Ea-
sonense para sus actos criminales teniendo a disposición también los del Ateneo habida
cuenta de que los lugares destinados a las represalias se veían continuamente desbordados?
Aquel templo del saber, en palabras de los cronistas de la época, tan querido por los ciu-
dadanos se convirtió probablemente en estación de tránsito para quienes viajaban a la
muerte.
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V. EL CÍRCULO CULTURAL GUIPUZCOANO (1944-1952)
Se podría decir con una boutade, que la posguerra en San Sebastián comienza en plena
guerra pues la distancia a los distintos frentes y la conservación intacta de todas las in-
fraestructuras la convierten en una suerte de oasis aprovechado como reposo del guerrero
pero también como capital diplomática debido a las plazas hoteleras y a las comunicacio-
nes con Francia, puerta de Europa. San Sebastián es un hervidero de políticos e intelec-
tuales del régimen pero también la retaguardia de los pilotos que realizan sus misiones de
bombardeo en distintos puntos de la geografía española y regresan a pegarse la buena vida
en una ciudad donde no faltan los entretenimientos. San Sebastián es el escenario también
del enfrentamiento político más o menos soterrado entre monárquicos, carlistas y falan-
gistas, que son las contrapuestas facciones que sostienen al régimen, y que se extiende pue-
rilmente a cosas como garantizarse el nombre de distintas calles para sus héroes en la ca-
pital donostiarra. Por aquello de no ser menos, cada bandería publica su periódico y así
desde septiembre de 1936 circulan el falangista Unidad, el carlista La Voz de España y el
monárquico El Diario Vasco. Pero esta situación un tanto irreal de recuperación de la fri-
volidad choca con las terribles represalias sobre los vencidos que muchas veces ocultan os-
curas venganzas personales. Se fusila con y sin garantías judiciales, si es que se puede ha-
blar de garantías, se castiga a larguísimas penas de cárcel y a trabajos forzados, se incautan
propiedades…
La verdadera posguerra devolverá Donostia a la realidad obligánole a mostrar la autén-
tica cara de una ciudad empobrecida, como el resto del país. Un país que ha de hacer
frente a la reconstrucción de la industria y del propio campo —esquilmado, sin maquina-
ria y casi sin bestias de trabajo ni abonos ni semillas—, amén de la red viaria, la ferroviaria
y de muchísimos edificios en ciudades y pueblos. A diferencia de lo que ocurrió durante la
Primera Guerra mundial, en la que España —y muy en concreto el País Vasco— pudo
convertirse en suministrador de materias primas y de productos manufacturados, la Se-
gunda Guerra mundial, que se solapa con la recién inaugurada paz franquista, no hace si-
no complicar la propia recuperación pues el país no podía recibir auxilio del extranjero —
capitales, alimentos— ni ofrecer suministros, en caso de que los hubiera tenido, a ningu-
no de los campos contendientes debido a la neutralidad entre comillas que observó el Ré-
133
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
gimen puesto que su astuta ambigüedad —no estaba ni con Hitler ni con los Aliados pero
a los dos les prometía un futuro apoyo— no le impidió traficar de tapadillo con Alemania
—le suministró wolframio hasta 1944, permitió que submarinos y buques de guerra res-
postaran en las costas españolas— y colaborar con ella entregando a muchos judíos y disi-
dentes que huían a través de España. Resultan muy chocantes los desfiles de las tropas na-
zis por un San Sebastián que se convirtió durante algún tiempo en villegiatura para los
altos mandos del ejército nazi. Cuando las cosas comenzaron a torcerse militarmente para
el Eje, la oposición a Franco creyó firmemente en una intervención de los aliados en Es-
paña que barrería al dictador y a su régimen de carácter más o menos fascista.
Y sería este más o menos el que le salvaría cuando concluyó la guerra mundial pues
Franco, como buen tirano, había sabido mantener a carlistas, monárquicos y falangistas
—la facción verdaderamente totalitaria tanto en su ideología como por sus formas y
puestas en escena— en la creencia de que cada uno mandaba sobre el resto sin, por otra
parte, hacer esa supuesta hegemonía efectiva, lo que le permitió servirse de los roces y ri-
validades en beneficio propio, y sobre todo de poder ostentar unas credenciales más o me-
nos limpias de fascismo ¿o no se apoyaba fundamentalmente en dos patas monárquicas y
católicas a machamartillo? En realidad, España se parecía poco a la Italia mussoliniana y a
la Alemania hitleriana de partidos únicos y limpiezas ideológicas que produjeran sucesivas
purgas entre la población. Franco las practicó pero al socaire de la guerra, camufladas en
unos acontecimientos bélicos que se cobraron un millón de vidas. Su mayor logro fue ca-
muflar esas posibles derivas atando corto a la Falange y al cuñadísimo Luis Suñer y po-
niendo por delante el escaparate de la Iglesia para identificar al país como un campeón del
catolicismo que tuvo que ir a la guerra contra el comunismo soviético de manera casi
ineluctable. Considerar la guerra civil como una cruzada fue un descubrimiento propa-
gandístico muy temprano que le salvaría posteriormente el pellejo.
En efecto, mostrando su cara de católico enfervorecido y entregado a un país no menos
fervoroso en su catolicismo, y haciendo valer sus credenciales de primer luchador de Eu-
ropa contra las hordas comunistas, Franco pudo capear la tormenta una vez reinstalada la
paz mundial. Si el Generalísimo había sabido burlarse de la República ocultando sus in-
tenciones para dar el hachazo golpista, se burlaba ahora del mundo mostrando una apa-
riencia que nada tenía que ver con una evolución real hacia formas liberales de poder, ni
nada que permitiera vislumbrarlo en un futuro más o menos inmediato. Amparado en el
trasfondo religioso y anti-comunista, el Caudillo levanta un cuadro de leyes fundamenta-
les de cartón piedra y pura guardarropía entre 1946 y 1947 con el Fuero de los Españoles
como columna vertebral de la famosa Democracia Orgánica que se gestiona aparente-
mente desde unas Cortes con apariencia de parlamento democrático pues quien decide es
Franco y su mano también está detrás de aquel montaje que, en vez de consagrar derechos
y la posibilidad de ejercerlos, se limita a coartarlos. No había más que papel mojado y fic-
ción democrática pero el mundo occidental necesitaba creérselo no en balde la década de
los 40 se iba adentrando, hacia su tramo final, en la Guerra Fría. Los primeros fondos
norteamericanos y la ayuda en especies —queso y leche en polvo para los escolares— se
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
harán realidad a partir de 1953. En San Sebastián el plan Marshall dejó 2.000 bolsas de
leche en 1954.
Sin embargo, hay un documento que prueba que España comenzó a recibir ayuda
norteamericana en 1940 a instancias de Inglaterra para evitar que acabase entregándose de
alma y a Alemania: «La situación de España es tan mala —escribe John Colville, secretario
personal de Winston Churchill—, debido sobre todo a la incompetencia y la corrupción
del gobierno y a su mal manejo de la oferta norteamericana de suministro de una cantidad
limitada de alimentos bajo garantías, que Sam Hoare [embajador en Madrid] prevé un de-
rrumbe total que implique la entrada de España en las garras del Eje. En calidad de apaci-
guador nato, Sam Hoare recomienda ofrecer créditos a España y hacer la vista gorda res-
pecto a algunos suministros de Estados Unidos desviados hacia Alemania e Italia» (A la
sombra de Churchill, p. 335). Unas líneas más allá Colville señala que Churchill remitirá
un telegrama urgente a Roosevelt apoyando el envío controlado de alimentos a España pa-
ra evitar que se derrumbe.
Corren años de hambre y racionamiento a los que no son ajenas unas condiciones cli-
máticas adversas, la pertinaz sequía, en término acuñado por el dictador, sequía a la que se
le quiso poner coto con una intensa campaña hidrológica que sembró de pantanos la dé-
cada de los 50 y parte de la de los 60, y de chistes el imaginario de los españoles. Son años
de represión pasiva —todo lo que tuviera que ver con la libertad (de reunión, asociación,
expresión, costumbres, etc.) estaba prohibido y bastaba con eso y con la ferocidad del ré-
gimen para que nadie se atreviese a desafiarlo, por lo que las fuerzas represivas no tenían
que intervenir directamente—, una represión pasiva que sigue a la época de represalias di-
rectas y crueles pero que no vacila en volverse activa en cuanto se produce el más leve co-
nato de insumisión, como ocurrió con las huelgas obreras de mayo de 1947 y las de 1951
—con mucho eco en San Sebastián— que fueron reprimidas con saña. La década de los
50 conoce un pequeño despegue económico debido a las buenas cosechas y a una cierta
recuperación industrial, favorecido todo ello por la ayuda económica consecuencia del
pacto de 1953 con los EE UU. Lo que no impide que se dispare la inflación a la que pon-
drá coto el Plan de Estabilización de 1959 establecido de consuno con el Fondo Moneta-
rio Internacional y la Organización Europea de Cooperación Económica. Tanto el pacto
de 1953 con los EE UU como el plan de Estabilización de 1959 suponen la salida del os-
tracismo internacional, escenificada por la visita del presidente Eisenhower en 1959.
El año de 1953 es también la fecha de firma del Concordato, un gran paso en la acep-
tación de la España de Franco hecha por el Vaticano, que refrendaría así todo el montaje
del nacional-catolicismo. Un testigo de excepción, José de Arteche anota el suceso en su
diario: «La prensa comunica la firma del Concordato entre la Santa Sede y España (Luis
Logendio me adelantó esta noticia hace más de un mes). Los periódicos presentan la noti-
cia como uno de los mayores triunfos del régimen. El pueblo está como si le hubiesen da-
do un mazazo» 28-VIII-1953 (José de Arteche, un hombre de paz). Pero en 1953 el pueblo,
el mundo, también deja de mirarse el ombligo y descubre una cuarta dimensión, el espa-
cio exterior, gracias al Sputnik que inunda las emisoras con un inquietante bip bip. La
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
ciudad se da cita diaria de mediodía y blanco, y media tarde y tinto en las paralelas atesta-
das de bares de su Parte Vieja, donde se canta hasta el alba; el menudeo y propia proce-
sión de iglesia en iglesia se acompañaba entonces no de conversaciones y mucho menos de
alarma de sirenas, sino de canciones; se había perdido la guerra y atenazaban los sabuesos
del general cualquier intento de expresión popular, y cantaba todo el pueblo hasta el alba;
son aquellas canciones de mozos cogidos del hombro la última perivencia y de la civiliza-
ción antigua quizá, de la configuración aldeana y tranquila de la Edad Media donostiarra»
(Guía secreta de Guipúzcoa, p. 447)
En el libro 20 años al servicio de San Sebastián (1963), Leandro Martín-Santos presi-
dente del entonces Círculo Cultural y Ateneo Guipuzcoano, entidad autora y editora del
libro, exultaba por haber parido el invento: «Nacimos cuando aún no se hablaba de Casas
de la Cultura, como un hogar que centralizase todas las nobles y bellas actividades de las
que la palabra, la letra, el sonido y la imagen son vehículo. Nacimos en años de la posgue-
rra cuando la juventud comenzaba a adquirir conciencia de su valor y de su responsabili-
dad y a ella ofrecimos un ámbito de convivencia con los hombres de las generaciones an-
teriores. Nacimos cuando en el mundo las actividades intelectuales estaban impregnadas
de pasión política, para hacer aquí en San Sebastián una política nueva y distinta: la polí-
tica de la cultura» (p. 3). Leandro Martín-Santos se enorgullecía no sin razón de la activi-
dad desarrollada por un organismo que nacía un tanto titubeante, y no era para menos, en
una sociedad que parecía reñida para la cultura por obra y gracia de un dictador.
Conviene tener en cuenta desde el punto de vista historiográfico que la prensa —libre
ya de la adscripción a las distintas camarillas políticas aunque integrada en el engendro
controlador denominado Prensa del Movimiento— no se vuelca con el Círculo Cultural
(y tampoco después con el Ateneo) y eso a pesar de que José Berruezo, el hombre que de-
sempeñó durante muchos años el cargo de secretario del mismo y fue alma mater de la
institución durante muchos años más, también ejerció de director de El Diario Vasco entre
1940 y 1950, sin que ello se tradujese más que en brevísimas notas acerca de alguna de las
actividades —se trataba de meros anuncios— y eso de manera un tanto aleatoria. A me-
diados de la época de los 60 la cosa cambió y bajo la rúbrica Ateneo (a veces Círculo, otras
simplemente con el nombre de algún conferenciante o debajo de la entradilla con el título
de la conferencia) El Diario Vasco se hizo eco de los distintos actos de manera esporádica y
luego, desde 1967, de manera sistemática. Ni Unidad ni La voz de Guipúzcoa prestaron la
más mínima atención al Círculo Cultural y Ateneo Guipuzcoano en los 40 y los 50.
No, la prensa no parecía estar por el apoyo a la cultura durante esas dos décadas, pero
es que tampoco la apoyaba el destinatario de ambas, el público. José Ángel Ascunce se re-
ferirá al ambiente cultural del San Sebastián de aquellos años con muy pocos paños ca-
lientes: «Es altamente significativo el grito que lanzó el doctor Leandro Martín-Santos,
presidente del Ateneo, cuando sostuvo para San Sebastián «Más Ateneo y menos casino».
«El Sitio» [Ascunce alude irónicamente a la sociedad bilbaína portadora de ese nombre]
era un grupo de amigos preocupados por la cultura que luchaba en plan espontáneo y en
solitario en un ambiente de nula vida cultural. El Centro [sic] Cultural Guipuzcoano era
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
un factor de cultura, pero sin calado en la población donostiarra. Las grandes obras litera-
rias y cinematográficas pasaban sin pena ni gloria, cuando algunos de sus hombres más
preclaros participaban de pleno en la vida intelectual del país. Muchos intelectuales emi-
graban a América o a Europa, buscando un trabajo digno y una tierra en libertad. La cul-
tura seria pasaba sin pena ni gloria por esta ciudad. Lo que se hacía, que no era poco para
ese tiempo, era realizado por amantes y utópicos de la buena cultura. Pero ésta no llegaba
al ciudadano en general. Sociológicamente no tenía demasiada importancia ni definía la
vida cultural de la ciudad» («Sociología cultural de una ciudad, San Sebastián: 1950-1960»,
Mundaiz, enero-junio, 11-06-2007, p. 68-69).
Curso 1944-45
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
—modesta— para satisfacer las aspiraciones políticas de algunos pues, como veremos, será
el propio gobernador civil el que pida al Círculo que presente candidatos a concejales o a
diputados y habrá unos cuantos socios que saldrán elegidos en distintas legislaturas. Hay
que señalar que la llamada Democracia Orgánica facultaba al gobernador civil para ello a
través de la Ley de Bases del Régimen Local de 1948 que fijaba la famosa representación
por tercios por lo que, además de la familia y el sindicato, podían presentar candidatos las
entidades económicas, culturales y profesionales.
En la segunda reunión, celebrada el 5 de agosto, el Círculo alquila un local en el tercer
piso del número 20 de la plaza del Buen Pastor por una renta mensual de 300 pts. El
sueldo del conserje, Sabas Fernández, era de 325 pts. A fin de cubrir los gastos se acude a
un sustancioso anticipo de las cuotas en el que se involucran los socios fundadores. El acta
correspondiente a esta segunda reunión refleja la intención de inaugurar oficialmente el
Círculo con una conferencia de José María Doussinage aunque el libro 20 años al servicio
de San Sebastián ya citado recoge como primera conferencia, ya leída para esas fechas, la
del ministrable Ignacio María de Lojendio que llevaba por título «A las puertas de una
nueva Era». Para la tercera reunión, celebrada el 7 de septiembre, se cuenta con la aproba-
ción del gobierno civil y el acta explica que Doussinague no puede dar la conferencia que
dará finalmente Lojendio, por lo que la fecha que aparece en el libro citado no sería exac-
ta. La puesta en marcha de la biblioteca se confía a José Luis Banús —director de La Voz
de Guipúzcoa y Unidad, se harán muy populares sus colaboraciones tituladas»Glosas
Euskaras»— con la recomendación de «dirigir la catalogación y organización de ficheros y
biblioteca» (Acta n.º 3, Libro de Actas 1944), lo que da a entender que ya contaban con
algún fondo.
El acta número cuatro menciona que ya existe un número suficiente de socios como
para que el Círculo pueda considerarse una asociación viva y asentada que necesita some-
ter al gobernador civil, para su aprobación, una propuesta de Junta directiva formada por
Leandro Martín-Santos, como presidente, José Múgica como vicepresidente, José Luis
Banús, secretario, Gabriel Villarreal, tesorero, y José Zapiain, contador. Los vocales serían
José Berruezo, Bernardo Aurrecoechea y Luis Ruiz Feliú. En la reunión del 30 de sep-
tiembre —Acta n.º 5—, José Múgica —el mismo que fue alcalde de la ciudad en 1936 y
que ya formó parte del Ateneo— rehúsa el cargo por motivos personales y la entidad so-
mete al gobernador la posibilidad de que ocupe su puesto de vicepresidente el Conde de
Peñaflorida. Ese mismo día se esbozan las secciones de Arte, Ciencias, Música, Derecho y
Ciencias sociales.
Para dar mayor densidad a una reunión bastante cargada, discuten sobre la posible se-
de y adoptan el acuerdo de hacer una doble solicitud, la primera a la Caja de Ahorros Pro-
vincial, para que ceda un local en el edificio que promueve en la calle Garibay y que se
halla ya en construcción, y la segunda a la Diputación para que haga lo mismo en el edifi-
cio que ocupa en la plaza de Guipúzcoa. Se requiere asimismo una subvención al Ayun-
tamiento a quien se le pide en préstamo una máquina de escribir de la Escuela de Artes y
Oficios. El capítulo de peticiones se amplía con la que se eleva al gobernador civil para
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
que ceda en depósito los libros de la Sala de Lectura Ramiro de Maeztu. En fecha tan tar-
día como el 30 de septiembre se sigue hablando de la conferencia de Lojendio como pro-
yecto cuando el libro mencionado dice que no sólo ya había hablado Lojendio sino que lo
había hecho también —el 18 de septiembre— Blanco Soler, que figura entre la posible
lista de conferenciantes elaborada en esta 5.ª reunión. En realidad, Blanco Soler dará su
conferencia el 18 de noviembre.
Hasta final de año se celebrarán ocho reuniones más en las que destacan como preocu-
paciones principales las económicas y las de local. Las primeras se resuelven gracias a un
donativo del gobernador civil por un importe de 30.000 pts. que cubre ampliamente el
descubierto de 22.000 que se había acumulado en pocos meses, y se confía en mantener la
buena racha en la petición de subvenciones por un importe de 20.000 pts. anuales que se
cursa al Ayuntamiento y a las Cajas de Ahorros Municipal y Provincial. La excelente salud
del Círculo precisa de un auxiliar de secretaría que se contrata pagándole un sueldo de
200 pts. mensuales. Por último, se abren dos cuentas en las librerías Serván y Ramos por
una suma mensual de 1.000 pts. Frente a esta situación económica tan precaria parece un
tanto abusivo que García Sanchiz pida 10.000 pts. por una conferencia que finalmente no
dará. Respecto al asunto de la sede se realizan diferentes gestiones que no desembocan en
nada. Se baraja alquilar los locales del Club Cantábrico o admitir en precario un lugar en
ellos si finalmente se instala el Gobierno civil en los mismos. De igual manera, se solicita
al gobernador la cesión de la sede del Frente de Juventudes en la calle Miramar y se reali-
zan gestiones para alquilar una sala en el edificio del cine Novedades que está en construc-
ción.
La biblioteca cuenta ya con el número suficiente de ejemplares como para merecer la
edición de un Sumario a cargo de Banús y Francisco Sanz en el que quedan registrados,
por ejemplo, los libros del historiador Antonio Pirala cedidos amablemente por la familia.
Respecto al ambiente que se respira valgan dos datos. El primero hace referencia a que,
debido a la ley de asociación vigente, no se puede nombrar Junta mediante elecciones in-
ternas sino por designación que deben hacer los socios fundadores y que luego, natural-
mente, tiene que aprobar el gobernador civil. El segundo lo registra de esta manera el acta
correspondiente: «Se estudia la posibilidad de que dé una conferencia el doctor Marañón;
y para salir al paso de posibles torcidas interpretaciones o dificultades, se acuerda consultar
en este caso, en plan confidencial, con el Excmo. Sr. Gobernador Civil y con Blanco So-
ler». Se desconoce el contenido de la consulta pero una cosa está clara, Marañón no habló
en el Círculo. El año 1944 concluirá con una incesante actividad organizativa interna que
se traduce en poca proyección externa, pues no hay constancia de que se hayan celebrado
más conferencias que las arriba señaladas pese a que se contactó con muchos posibles
conferenciantes.
El 14 de enero el Círculo se instala de forma provisional en los antiguos locales del
Club Cantábrico sitos en la calle Andía, cuyo propietario es el Estado. La provisionalidad
no impide que se efectúen trabajos para ubicar la biblioteca y que se acondicionen distin-
tos salones para celebrar tertulias y leer cómodamente la prensa. También se montará un
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
bar que estará disponible en febrero y se trabajará en el cine club, que empezará a funcio-
nar el siguiente curso. A principios de febrero el Círculo cuenta con 200 socios que pagan
10 pts. de cuota. La nueva Junta se constituirá el 15 de mayo por designación del presi-
dente, y subsiguiente autorización del gobernador civil, y estará compuesta por Leandro
Martín-Santos, presidente, José Berruezo, secretario, Gabriel Villarreal, vicesecretario,
Luís Ruiz Feliú, tesorero, José Zapiain, contador, Vicente Aparicio, bibliotecario, y Ber-
nardo Aurrecoechea, en régimen interior. A éstos se añadirán 12 vocales más otros 6 vo-
cales correspondientes en Irún, Tolosa, Vergara, Eibar, Legazpia y Azkoitia. El 25 de ma-
yo se establecen las siguientes comisiones: Actividades Culturales, Biblioteca,
Exposiciones, Propaganda, Régimen Interior, Hacienda, Recreos y Reglamento. Las reu-
niones de la Junta serán semanales. El Círculo cuenta con dos conserjes uniformados que
trabajan a turnos más dos interinas que se encargan de la limpieza.
Se amplía el número de librerías suministradoras a tres, por incorporación de la Inter-
nacional, pero fracasa la petición de la biblioteca de la Sala de Lectura Ramiro de Maeztu
ya que Educación Popular asegura que no obra en su poder ese fondo. El dato más intere-
sante respecto a la biblioteca es que la Junta decide, el mes de enero, consultar confiden-
cialmente al gobernador civil sobre la posibilidad de recuperar la los libros del antiguo
Ateneo que estarían depositados en el museo de San Telmo. Es la primera noticia que hay
sobre el destino de los fondos del viejo Ateneo: «Se acuerda consultar, a título privado,
con el Excmo Sr. Gobernador Civil la posibilidad de obtener los libros del antiguo Ate-
neo, actualmente en San Telmo» (Libro de actas, p, 23). Se sabe también confidencial-
mente que la respuesta fue positiva y que el Círculo pudo recuperar muchos volúmenes de
la biblioeca del Ateneo aunque no la documentación interna, sobre la que nadie ha dicho
jamás nada.
La Junta establece en 500 pts., más gastos, los honorarios a percibir por los conferen-
ciantes. Y se plantea la organización de un ciclo de alto nivel en verano así como una serie
de charlas íntimas bajo el epígrafe de Aula de Cultura. En marzo se pone en circulación el
Boletín del Círculo editado por Berruezo con una tirada de mil ejemplares impresos en Ca-
sa Navarro. Lejos de ser una hoja más o menos recopilatoria de las actividades del Círculo,
el boletín se parece más a una revista con todas las de la ley. Así, el n.º 1 contiene artículos
de Eduardo Aunós —«Las últimas etapas de París»—, Leandro Martín-Santos —«El con-
cepto de lo patológico»—, José María Iribarren —«Interesante documento acerca de lo tratado
en Auto de Fe celebrado en Logroño el año 1610 contra las brujas de Zugarramurdi»—, José
Luis Banús —«La villa de San Sebastián y la hermandad de Guipúzcoa»— y José Berruezo,
«Guipúzcoa en la guerra contra la Convención». Además el número se completa con poe-
mas de Manuel Munoa y Luis Martín-Santos así como con la relación de las actividades
habidas desde que el Círculo entra en funcionamiento, conjunto encabezado por un gra-
bado a toda página de Franco y precedido por la siguiente introducción un tanto oscura
en sus alusiones al trabajo cultural: «Nuestro Boletín nace hoy como órgano de Círculo
Cultural Guipuzcoano, será, por lo tanto, el portavoz del renacimiento cultural que un
grupo de hombres de buena voluntad ha iniciado poniendo, con la creación de la entidad
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
social, el primer jalón para una bella empresa del espíritu. Desgraciadamente San Sebas-
tián sufría una ya larga orfandad cultural rota tan sólo, de tarde en tarde, por actos en los
que predominaba el ritualismo de una fecha sobre la necesaria efectividad de los mismos.
Aisladamente, en la prensa local y en la nacional, se alzaron voces generosas que abogaban
por la incorporación de nuestra provincia al ritmo cultural de nuestra patria. No creemos
sea esta la ocasión para estimar por qué el ejemplo de otras provincias tampoco sirvió para
estimular la nuestra. Bástenos señalar estas circunstancias ya que su conocimiento hará
más meritoria y plausible la asistencia que un sector importante del público donostiarra ha
prestado a la idea inspiradora del Círculo Cultural contribuyendo a afianzar la existencia
del mismo una vez superadas las inherentes dificultades inherentes al comienzo de toda
empresa. En marcha ya la entidad y con un historial breve pero brillante, este Boletín vie-
ne a complementar las actividades sociales siendo su portavoz y el órgano de expresión
que, saliendo de los límites de la provincia, nos vincule de una manera efectiva al renaci-
miento científico, literario y artístico de la patria»
El calendario de conferencias tuvo por protagonistas a José María Iribarren que disertó
el 10 de febrero sobre «Brujos y brujas en el país Vasco»; Jesús M.ª Arozamena leyó, el 13
de febrero, la primera conferencia-concierto que llevaba por título «Escenas pintorescas del
teatro de oro»y que contó con la colaboración del cuadro artístico de Unión Radio San Se-
bastián y el barítono Guillermo Palomar; Victoriano Juaristi protagonizó la segunda con-
ferencia-concierto el 17 de febrero hablando sobre «El sueño» y contando con la colabora-
ción del Coro Maitea bajo la dirección de María Teresa Hernández. El 3 de marzo
intervino Francisco Mendizábal sobre «Hitos de castilla, el 10 de marzo José Berruezo so-
bre «El mar en la poesía castellana», el 17 de marzo Pedro Guirao sobre «La poesía de China
y de Persia», el 23 marzo el marqués de Santa María del Villar sobre «Un viaje a los Picos de
Europa», el 21 de abril Eladio Esparza sobre «Un divorcio de príncipes en Castilla en el s.
XV», y el 26 de mayo Wenceslao González Oliveros sobre «La primera tentativa de recon-
ciliación de protestantismos, obra de un pensador español». El curso se completaría con la
participación de Eugenio Beitia, que habló el 2 de junio de «Juan Enrique Newman», de
José Vázquez Abarrategui, que lo hizo, el 14 de junio, sobre «Un autómata en los tiempos
modernos», y del famoso hipanista irlandés Walter Starkie, que intervino el 23 de junio,
sobre «Impresiones en Europa de un folklorista británico». Finalmente Eduardo Aunós leyó,
el 23 de agosto, una conferencia titulada «El viaje de los románticos».
Curso 1945-46
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
pero finalmente ha de desistir aunque decide conservar el capital acumulado por si se pre-
senta una oportunidad que, desde luego, tampoco se dará en 1946.
El Círculo puede vanagloriarse de haber impartido las primeras clases de euskera ofi-
cialmente, aunque no será ocioso examinar la situación que atraviesa el euskera durante la
posguerra echando mano a los testimonios cruzados del doctor Ignacio María Barriola y
de José de Arteche, escritor y periodista, además de bibliotecario en la biblioteca de la Di-
putación de Guipúzcoa. Dice el doctor Barriola en sus diarios: «El euskera hasta ahora,
quedaba relegado en Donostia en las iglesias, a las funciones primeras del día, dedicadas a
la servidumbre principalmente. Se ha prohibido totalmente su uso; ni un Agur María, ni
una canción más en euskera en la iglesia —que por doquier defiende el uso de las lenguas
maternas— y en el corazón del País Vasco. Y esto, conviene recordarlo, en el tiempo de
una guerra provocada y mantenida por los carlistas. Odiosa, sí, una vez más odiosa Casti-
lla, la que ganó guerras y nuca supo ganar la paz. La que desde el momento de su victoria
no supo sino hacerse odiar». (Barriola íntimo. Un médico humanista vasco en su Diario, p.
89, la anotación corresponde al 10 de diciembre de 1937). Hay una segunda anotación
correspondiente a 1945 en la se congratula por la aparición en público del euskera: «El
euskera quiere renacer en las catacumbas. Perdidos sus derechos a presentarse ricamente
ataviado en los teatros de la localidad, en fiestas y homenajes, después de ocho años de se-
cuestro, hemos ido esta tarde a verle aparecer en la rudimentaria escena de la Juventud Pa-
rroquial de Santa María, para solaz de niños y de gente sencilla» (Ibídem, p. 674), y acto
seguido se lamenta, al asistir a una Fiesta vasca en el Kursaal, de que el euskera y su mun-
do queden relegados a los escenarios pero no estén en la calle (p. 675). Reflexión sobre la
que abunda en la entrada del 5 de agosto de 1951: «Desde que nuestro idioma convertido
en «Monumento» ha pasado de las calles a los laboratorios de los filólogos, y nuestras
costumbres, vigiladas con prevención en su ambiente, en números de atracción para los
forasteros y fuente de ingresos para empresas, la promiscuidad de nuestras esencias me da
dolor; dolor y grima» (Ibídem, p. 751). Aunque toma buena nota de que «Tovar crea la
cátedra Larramendi de euskera en 1954 en Salamanca» (Ibídem, p. 746).
Por su parte, Arteche escribe el 13 de agosto de 1946 en su dietario: «Carlos Santama-
ría viene a las once y diez para pedirme que piense algunas cosas que habré de decir por la
tarde acerca del euskera, a la misma hora de la corrida, a un grupo de estudiantes. La co-
rrida se celebrará con la asistencia de Franco. Toda la fuerza pública estará en la plaza de
toros. Inequívoco aire de clandestinidad. Ávidos ojos juveniles fijos en mí; sensación de
hallarme ante otros, ante gente completamente nueva, desconocida. En resumen: les hablo
del castellano, romance hablado por vascos y de la recia musicalidad del castellano here-
dada del vasco. El vascuence, como todo idioma, es un modelo espiritual cuyo conoci-
miento supone una adecuación al medio geográfico. Un idioma vivo en el tiempo pero es
el producto más espontáneo y propio del espíritu colectivo» (José de Arteche, un hombre de
paz, p. 265). Y en la entrada correspondiente al 29 de marzo de 1955 anota: «La policía
está procediendo a recoger de las librerías la antología de las mil mejores poesías en lengua
vasca publicada por el carmelita Padre Santiago Onaindía, interrogando de paso a los li-
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
breros acerca de las personas que compraron ejemplares de la misma» (Ibídem, p. 315).
Los testimonios de uno y otro no pueden reflejar mejor la situación de zanahoria —en los
ámbitos académicos— y palo —en la calle, por lo menos durante las épocas más oscu-
ras— que vivirá el euskera hasta los 60, en que su uso cotidiano no merecerá represión al-
guna.
Respecto a las actividades del Círculo, enero de 1946 nace con el impulso de montar el
Aula de Cultura y consolidar el cine-club —venía funcionando desde unos meses atrás—
con sesiones los jueves, viernes y domingo a 2 pts. la entrada siendo Zulueta el encargado
de la programación y de correr con las gestiones de alquiler y de presentación a la censura
de las películas. La Delegación Nacional de Prensa y Propaganda se ofrece para pagar
conferencias de renombre, y el Círculo se plantea contratar las de García Sanchiz, Pemán,
Sanchez Mazas, etc. Hasta el mes de julio se organizan nada menos que 21 conferencias.
La primera corre a cargo de Victoriano Juaristi el 19 de enero y lleva por título «Martirio y
gloria de San Sebastián». Se suceden en la tribuna, Martín Abril —el 26 de enero, «Cien-
cia, arte y estilo de vivir»—, el doctor Martín-Santos —el 28 de enero, «El Cáncer»—,
Tomás Atauri —28 de enero, «El origen de la vida»—, Pedro de Lorenzo —el 2 de febre-
ro, «Interpretación de Portugal»—, Luis Hoyos de Castro —9 de febrero, «Los papas, luz
del mundo»—, Carlos Santamaría —el 16 de febrero, «El porvenir de la ciencia»—, Jesús
Rodríguez del Castillo —el 23 de febrero, «Los celos sentimentales»—, Pedro Guirao —el 2
de marzo, «Inglaterra y su temperamento»—, marqués de Santa M.ª del Villar —el 6 de
marzo, «El litoral gallego y sus rías—, José Miguel de Azaola —el 9 de marzo, «Leyendas,
costumbres y paisajes de Lequitio»—, Juan Caballero —el 16 de marzo, «El humor y el hu-
morismo»—, Luis Cabanillas —el 23 de marzo, «El caballo y la cría caballar»—, el R. P.
Iturrioz —el 30 de marzo, «Intuicionismo»— Lorenzo Insausti —el 13 de abril, «La movi-
lización industrial como factor en la movilización de guerra»—, Francisco Mendizábal —el
27 de abril, «La justicia española al nacer España»—, Antonio Ferrer —el 11 de mayo
«Montañismo y cultura»—, Francisco Sagarzazu —el 18 de mayo, «El problema de la vi-
vienda en la capital y en la provincia»—, Luis Peña Basurto —el 6 de junio, «Montañismo y
cultura»— el R. P. Ignacio Pildain, —el 14 de junio «San Antonio de Padua doctor en la
Iglesia»— y Antonio Viglione, el 4 de julio, «Azorín, panorama de su alma».
El doctor Barriola, que mantiene una relación extraña con el Círculo, pues por lo que
escribe en su diario, disfrutará de los conciertos organizados por el Círculo aunque jamás
menciona quién es el que los organiza —¿lo omitió en sus diarios o es algo que pasa por
alto el editor de los mismos, José M. Urkia, que se dedica a seleccionar y condensar las
entradas?—, asistirá a distintas conferencias y mantendrá una relación fluida con algunos
de los hombres que se prodigan en él —José Miguel de Azaola, Carlos Santamaría y José
de Arteche (con reparos)—, ofrece un retrato muy poco halagüeño de un Leandro Mar-
tín-Santos canonizado por su labor cultural pero militar del régimen, a la postre: «Desde
ayer —27 de junio de 1946— la que tradicionalmente era patrona de Sanidad Militar lo
será también, al parecer (?) de los médicos civiles. Los militares de nuestra Junta (con el
presidente del Colegio Médico a la cabeza, Leandro Martín-Santos, y el director del hos-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
pital Mola, doctor Larrosa) han aprovechado la oportunidad para hacer una militarada e
invitarnos a todos al Hospital Militar sin recibir respuesta más que de acomodaticios e in-
cautos» (Un médico humanista vasco en su Diario, p. 632)
Curso 1946-47
La Junta del Círculo decide nombrar el 4 de septiembre una directiva honorífica para
la que baraja como candidatos a presidente personalidades como las del empresario Ma-
nuel Rezola, Juan Zaragüeta —sacerdote y presidente de la Academia de Ciencias Morales
y Políticas y de la Sociedad Española de Filosofía—, José María Lojendio —abogado
ilustre, ocupó algunos cargos políticos de confianza— y Eduardo Aunós, por lo que se re-
fiere a la provincia, ya que a escala nacional se plantean elegir entre Jacinto Benavente, Jo-
sé Ortega y Gasset o Gregorio Marañón. Las actas no registran si finalmentese llevó a cabo
este proyecto. En la misma sesión se decide crear una serie de comisiones: Cultura, Bi-
blioteca, Régimen interior, Hacienda, Cine y Festivales, Deportes y Recreos. Y, cómo no,
se aprueba mantener las clases de francés, inglés y euskera y se incluyen como novedad las
de taquigrafía.
El capítulo de conferencias se abre con Luis Martínez Kleiser que el 14 de octubre de-
parte sobre «El cuerpo y el alma del refrán». Hasta final de año le seguirán Alfredo Can-
dessus con «La verdadera Bernardette», el 2 de octubre; Camilo José Cela, «Estética, técnica
y realidad de la novela contemporánea», el 9 de octubre; Aurelio Cuadrado, «La emoción de
la música», el 19 de octubre; Leonardo Madinabeitia, «El Japón», el 16 de noviembre; Pie-
rre Bonardi, «Periodistas móviles», el 10 de diciembre; y Ángel María Pascual, «Llega una
reina entre la nieve», el 14 de diciembre.
1947 comienza con un cambio de estrategia respecto al local social. Se decide nada
más y nada menos que interesar al Generalísimo para que se involucre en facilitar la ad-
quisición de los locales del Club Cantábrico que viene utilizando el Círculo, bien sea po-
sibilitando la compra o bien interviniendo directamente para que el Estado los ceda gra-
tuitamente. A tal fin redactan una memoria completa de las diferentes actividades que el
Círculo viene llevando a cabo desde su nacimiento y realizarán varias gestiones para que
aprovechando la estancia veraniega del Jefe del Estado en la ciudad se produzca un en-
cuentro entre éste y el presidente del Ateneo. La reunión parece que se celebró el 22 de
julio pero las actas no registran si finalmente Franco se interesó por la suerte del Círculo
ni cuál fue su contestación.
Como muestra de las amplias inquietudes del Círculo se pueden aducir la creación de
las secciones de Filatelia y la incorporación a la entidad de una Peña Fotográfica pre-
existente que permitirá la creación de un Foto-Club con laboratorio incluido. A mediados
de febrero se crea un Cuadro de Arte, es decir, lo que llamaríamos hoy una compañía de
teatro aficionado, que pretende presentarse al concurso que celebrará Educación y Des-
canso el 13 de marzo. El cine-club marcha tan bien que una empresa publicitaria se com-
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
promete a pagar 9.000 pts. al año por la proyección de anuncios en filminas. De cara al
verano se plantea la organización de un concurso fotográfico nacional con exposición de
los trabajos presentados, así como otras dos exposiciones, una de sellos y otra de flores.
En el capítulo de régimen interno destacan la intención de instalar una peluquería en
la sede social (el proyecto tardará muchos meses en concretarse) y la amabilidad del Mu-
seo San Telmo que presta cuadros de sus fondos para ornato del local. Por aquello de
mantener la compostura, conserjes y botones se ven inmediatamente vestidos de uniforme
cuando se incorporan al puesto. Respecto a las conferencias, la lista es nutridísima ya que
en lo que queda de curso —y como venimos observando el curso comprende también el
verano— se sucederán nada más y nada menos que 26 oradores: Julio Angulo —«Teoría y
práctica del humorismo», 11 de enero—, José Berruezo —«Nuestra ciudad», 18 de enero—,
Ignacio Baleztena «La fiesta de toros en Guipúzcoa», 23 de enero—, el marqués de Santa
M.ª del Villar —«San Sebastián como centro de excursión», 1 de febrero—, Pedro Rocamo-
ra —«El hombre del s. XX y su mundo», 8 de febrero—, Pilar de la Cuadra —«Modos y mo-
das de escribir», 11 de febrero—, Ignacio Arteche —«Curiosidades de la medicina», 15 de
febrero—, Fco. Javier García —«República de Panamá», 18 de febrero—, Ángel Apraiz —
«El saber ver en el arte», 22 de febrero—, Ramón Sierra «Don Mariano Luis de Urquijo», 1
de marzo—, Lola Baleztena —«La moda», 4 de marzo—, Jesús Ramírez «Una misión es-
pañola en la India», 8 de marzo—, Cayetano Pérez —«La cláusula gramatical desde el
punto de vista filosófico», 18 de marzo—, Carlos Angulo Cavada —«La espiritualidad de
España vista por un hispanoamericano», 29 de marzo—, Ricardo del Arco —«Tres marinos
guipuzcoanos, figuras del Imperio», 12 de abril—, Gregorio Altube —«Chisme, galán y el es-
cenario de la batalla de Vitoria», 19 de abril—, Manuel Díaz —«Acotaciones vascas a las
estupendas aventuras de Sancho Panza», 22 de abril—, Emilio Alarcos, «Cervantes y el caba-
llero del verde gabán», 26 de abril—, Javier Moragas —«Y la tierra era redonda», 28 de
abril—, María Elena Gómez Moreno, —«Paseos orientales por España», 3 de mayo—, Ma-
ría Antonia Suan —«La aguda espina dorada», 10 de mayo—, el conde de Hervias —«Api-
cultura», 17 de mayo—, Esteban Peñaranda —«El uso de la inteligencia y de la fuerza en el
trabajo humano», 24 de mayo—, Eduardo Aunós, «Enseñanzas políticas de la dictadura», 4
de julio—, y Tomás Irízar, «La lucha antiprofiláctica», el 16 de julio. Pío Fernández Cueto
dio un recital de poesía el 25 de enero.
Las conferencias-concierto fueron dos: «El romanticismo en la música con ilustraciones
musicales», por Javier Alfonso, el 15 de marzo; «Folklore Vasco», por Juan Urteaga y el R.
P. Donosti, el 18 de julio. El 13 de julio actúa el Cuadro Lírico del Círculo con obras de
Chapí y Caballero. Previamente, el 19 de marzo y el 25 de mayo, dieron un concierto la
Masa Coral de Irún y la Agrupación Guitarrística Guipuzcoana, respectivamente. Para el
verano se organizó un curso de Alta Cultura Vasca, lo que contradice algunos tópicos so-
bre la imposibilidad de las miradas hacia lo vasco durante la dictadura más temprana.
Hubo 10 intervenciones: Bonifacio Echegaray «Estado actual de los estudios sobre el Derecho
en las provincias vascongadas», el 27 de agosto; Francisco Hernández Pacheco, «Estado ac-
tual de los estudios de geología en el País Vasco», el 29 de agosto; Ricardo del Arco, «De cara
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1947-48
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Curso 1948-1949
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
Curso 1949-50
La poesía entrará a formar parte de las costumbres del Círculo con el nuevo curso cele-
brando cuatro reuniones hasta finales de 1949 con arreglo al siguiente reparto: la primera
tendrá lugar el 13 de octubre y constará de tres partes dedicadas, por el siguiente orden, a
las poesías del s. XIV y XV, a la obra de Manuel Munoa y a los poetas contemporáneos; la
segunda, el 3 de noviembre, se dedicará, en sus tres partes, a los Romances viejos, a Ma-
nuel y Antonio Machado y a los poetas locales; la tercera se dedicará, al Siglo de Oro,
Eduardo Marquina y los poetas locales; y la cuarta, a las Poesías de Navidad y Villancicos
a cargo de la Schola Cantorum de N.ª Sra. Del Coro. Dentro del campo de las Bellas Ar-
tes, hay que destacar que en el Segundo Certamen de Paisajes Vascos celebrado en no-
viembre de 1949 expondrán: Martiarena, Erenchu, Echandi, Ribera, Cobreros, Pascual
Velasco, Camps, César Gómez, Munoa, Lazard y Ullmann entre otros.
El 29 de octubre el presidente Leandro Martín-Santos quiere dimitir porque el mucho
trabajo del Círculo choca con sus actividades laborales, pero el Gobernador no le deja. Be-
rruezo y Banús proponen que se amplíe la directiva para repartir mejor las cargas. El 6 de
diciembre se decide la adquisición de un reloj en madera de nogal que terminará por
comprarse a la casa Relojería Internacional —como figura en el acta del 14 de febrero con
señalamiento del pago efectuado el 18 de enero—, y se perderá por el camino como otros
tantos objetos pertenecientes al patrimonio del Círculo. En cuanto a las conferencias se
celebran, hasta final de año, las de Eladio Esparza —«Entre Don Juan y San Juan», el 19
de noviembre—, Francisco Mendizabal —«Aportaciones espirituales al próximo centenario
de Isabel la Católica», el 26 de noviembre—, Felipe Arabio —«Psicofisiología del lenguaje»,
el 3 de diciembre—, Jaime del Burgo —«El escritor y sus personajes», el 10 de diciembre—,
Jaime Brunet —«Algo de lo que he visto en Inglaterra» (en inglés), el 16 de diciembre—,
Luis Pericot —«La cerámica Ibérica de Liria», el 17 de diciembre— y el R. P. Juan López
Albizu, «El libro y el niño», el 30 de diciembre.
El 10 de enero de 1950 se levanta acta de la inmediata emisión de programas por parte
de Unión Radio San Sebastián, circunstancia que permite hacerse una idea de las dimen-
siones del salón de actos ya que el compromiso es que la URSS se reserve 200 localidades
para sus invitados poniendo el resto —seguramente la otra mitad pues los acuerdos del
Círculo suelen ser paritarios— a disposición del Círculo. Sin embargo, el trato dura poco
pues el 14 de febrero se adopta la decisión de suspender las relaciones con Unión Radio.
El acta no recoge por qué sin embargo, parecía ventajoso que la emisora pagase 250 pts.
por semana y se comprometiese a publicitar los actos del Círculo así como a retransmitir
los que se le indicasen. Por mucho que pudiera pensarse, el Círculo no escapa a las cos-
tumbres de la época ni mucho menos y es presa del puritanismo reinante como lo de-
muestra que el 14 de febrero, tal vez para poner reparos a la influencia de San Valentín, la
directiva aconseje al personal que «ejerza mayor vigilancia para el buen comportamiento
de los señores socios, principalmente por lo que afecta a las parejas». A esta primera obser-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
vación seguirán muchas encarenciendo a las parejas —y ya sólo a ellas— que observen el
decoro que se espera en una institución tan formal.
Por otra parte, la maquinaria cultural prosigue su marcha. Hay intentos de reactivar el
Foto-Club, que anda un tanto decaído. En el apartado de curiosidades se puede encuadrar
la queja de unos socios por el ruido que mete el altavoz destinado a que puedan seguirse
las conferencias desde el vestíbulo y que no se sabe si les enturbiaba las siestas u otros co-
metidos de mayor empeño pero merecen la siguiente reflexión por parte de la directiva
que acuerda: «Se les dirija a ambos señores una atenta carta haciéndoles saber que el fun-
cionamiento del altavoz en el referido salón es una providencia de carácter cultural» (Acta
135 del 13 de mayo). Como hay bastantes directivos que no acuden a las reuniones la
Junta dimite en masa, el 17 de junio, y pacta una de recambio que sólo espera la ratifica-
ción del gobernador civil. Está compuesta por
Leandro Martín-Santos, presidente, José Luis Banús, secretario, Ramón Rovira, tesore-
ro, y Roberto Balanzategui, contador, a los que acompañan 20 vocales encabezados por
Manuel Agud Querol, catedrático de lengua y literatura griegas, vascólogo, futuro impul-
sor de la Universidad del País Vasco ya desde 1963. Asimismo se decide, el 15 de julio,
crear una comisión permanente que se reunirá cada quince días mientras que los plenos
serán mensuales. En la comisión permanente figuran Martín-Santos, Banús, Rovira, Ba-
lanzategui y los vocales: Camprubí, Gayet y Ruiz Feliú.
La lista de conferenciantes entre enero y septiembre es larguísima y la componen Luis
Hoyos de Castro —«Qué leen y qué deben leer los niños y adolescentes», el 3 de enero—,
Bela Menczer —«La crisis de juicio histórico en Europa», el 7 de enero—, Gregorio de Yu-
rre —«Evolución de las realidades sociales de nuestra época», el 14 de enero—, Luis Morales
Oliver —«El misticismo en el cántico espiritual de san Juan», el 20 de enero—, Ignacio An-
zoategui —«Sangre y estilo», el 21 de enero—, Julio Guillén —«La marina guipuzcoana»,
el 22 de enero—, Mariano Ciriquiain —«Etiología sentimental de las muchachas de servi-
cio», 28 de enero—, Antonio Pastor —«Lope de Vega; la última fase», el 4 de febrero—,
Francisco Sagarzazu —«El arbolado como complemento de la urbanización», el 11 de febre-
ro—, Mr. Duvivier —«Hamlet» (en inglés), el 17 de febrero—, Gregorio González Suso
—«La operación G», el 18 de febrero—, José María Lacarra —«Los ideales de la reconquista
española», el 25 de febrero—, Ángel Canellas —«Medievalismo de España, actualidad para
Europa», el 4 de marzo—, Matilde López Serrano —«La biblioteca del palacio de Oriente»,
el 11 de marzo—, Juan Pagola —«Estereoscopio venezolano», el 15 de marzo—, Jean Abd-
el-Jalil —«Algunos aspectos del actual Próximo Oriente islámico», el 16 de marzo—, Miguel
Pérez Ferrero —«Dos generaciones literarias», el 18 de marzo—, Hugh Mac Erlean —«La
mujer inglesa» (en inglés), el 24 de marzo—, Francisco Induráin —«El existencialismo y sus
repercusiones literarias», el 25 de marzo (la reseña de El Diario Vasco del día siguiente reco-
ge estas palabras de Indurain: «El existencialismo no aporta elementos formales nuevos si-
no que hace de su filosofía materia de arte»)—, Jesús Rodríguez del Castillo —«La risa y
la sonrisa», el 30 de marzo—, Serafín Argaiz —«La morfopsicología», el 15 de abril—, Juan
Antonio Espinosa —«El tema del mar en la novelística española», el 22 de abril—, Gregorio
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Resulta de gran interés sociológico el reparto proporcional que a la hora de adquirir li-
bros bosquejaron los responsables de la biblioteca del Círculo y Ateneo y que es el que si-
gue: sobre un total de cien títulos se adjudican a la Filosofía, 5, a la Religión, 1, a las
Ciencias sociales, 6, a la Lingüística, 6, a la Literatura, 30, a las Ciencias puras, 4, a las
Bellas Artes, 6, a las Obras generales, 12, a las Ciencias aplicadas, 10, a la Geografía e
Historia, 20. Como también resulta muy indicativa del espíritu que por aquellos salones
corría, la lista de publicaciones a las que el Círculo estaba suscrito. Los periódicos eran:
ABC, Arriba, Ya, Madrid, Informaciones, La Vanguardia, La Gaceta del Norte, Diario de
Navarra, Heraldo de Aragón, La Voz de España, El Diario Vasco, Unidad, Le Figaro, Le
Monde, New York Herald, Times y La Nación. Los semanarios: Hoja del lunes, Dígame,
Domingo, Destino, El Economista, Ecclesia, Mundo, Semana, 7 Fechas, La Codorniz, Marca,
Ruedo y Cámara. Y los mensuales: Criterio, Mundo Hispánico, Ibérica, Dyna, Ínsula, Aje-
drez, Lecturas, Meridiano, Arbor, Imágenes, Motor mundial, Radio, Electricidad, Mecánica
Popular, Caza y Pesca, Economía vascongada, Guipúzcoa económica, La moda en España,
Arte y hogar, Siluetas, Mujer, Luna y sol, Ritmo, Ceres, Trenes, Meridiano femenino, Guía de
ferrocarriles, Para ti, Life y L´Illustration.
El listado de actividades arriba mencionado se completa con la poesía, que estuvo re-
presentada en nueve reuniones celebradas entre octubre de 1949 y septiembre de 1950.
Las cuatro primeras han sido expuestas al comienzo del capítulo, en cuanto a las siguientes
son: V Reunión, 19 de Enero: San Sebastián; Poesía: 1.ª parte: «San Sebastián, ayer y siem-
pre»: José Berruezo. 2.ª parte: «El tiempo que se fue»: Mercedes Saenz Alonso. VI Reunión,
16 de Febrero: 1.ª parte: Siglo XIX , 2.ª parte: Duque de Rivas, Hartzembusch. 3.ª parte:
Poetas contemporáneos. VII Reunión, 17 de Marzo: Poesía religiosa. VIII Reunión, 21 de
Abril: 1.ª parte: «El Mar en la poesía». 2.ª parte: Poetas modernos. IX Reunión, 19 de Ma-
yo: 1.ª parte: Siglo XIX. 2.ª parte: Poesía jocosa. 3.ª parte: Poetas locales. X Reunión, 15
de Junio: 1.ª parte: Cincuenta años de poesía (Siglo XX). 2.ª parte: Poesías pastoriles (Si-
glos XV, XVI y XVII). 3.ª parte: Poetas actuales. XI Reunión, 24 de Septiembre: Reunión
extraordinaria con asistencia de las enviadas especiales del Instituto de Cultura del Perú.
¿Y la música y la pintura? Respecto a la primer hay que señalar que se celebraron cua-
tro conferencias-concierto: «La escuela guitarrística, sus orígenes, evolución y estado actual»,
por José Azpiazu, con la colaboración de Mercedes García, soprano, y Fernando Fernán-
dez Lavie, guitarra, el 1 de diciembre. «Guión literario», el 12 de enero de 1950, por Fer-
nando Fernández La Vie, con la colaboración de Antonio Alvira, violín, y María Teresa
García Piudo, piano, «Pregón litúrgico musical de la Semana Santa», el 4 de abril, por José
M.ª Zapirain, con la colaboración de la Capilla Santa Cecilia del Seminario Diocesano de
Vitoria. «Coros infantiles», 22 de junio, por Gelasio Aramburu, con la colaboración de la
Coral Sine Nomine de San Sebastián. «Gracia y desgracia de la zarzuela española», por
Antonio Fernández Cid, con la colaboración de Angelita Calvo, soprano, María Ángeles
Olariaga, soprano, Ina Ortiz, soprano, y Agustín Caballero, barítono, el 15 de septiembre.
Y por lo que se refiere la pintura, se celebró el Tercer Certamen de Paisajes Vascos, en no-
viembre de 1950, con San Miguel, Lesgues, Aranzabal. Ribera, Camps, Mariño, Ibarzá-
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
bal, Pazcua Ve1asco, Cortés, etc. Los galardonados en el Primer Certamen de Floreros y
Bodegones fueron: Primer Premio, Ascensio Martiarena, 2° Premio, Crisanto Santa Ma-
ría, 3 er. Premio, M.ª Rosario Camps. Además hubo una serie de exposiciones variadas: de
dibujos humorísticos, en mayo; cuatro pintoras, en junio: Margarita Oyaneder, Thyra
Ekwall de Ullmann, María Paz Jiménez y Pilar Alvarez. Y las de Aranoa, en abril, Lesgues,
en mayo, Reque y Lozano, en agosto, Romo y M.ª Josefa Alcalde, en septiembre.
Hubo también una serie de representaciones de teatro de cámara: El Zoo de Cristal, de
Tennesee Willians, el 11 de septiembre. La Celda, de Moloutji, el 13 de septiembre, La
Anunciación a María, de Claudel, y Antígona, de Anouhil, el 14 de septiembre, por el
Teatro de Cámara El Duende y la Compañía de Comedia La Carátula, contando con la
colaboración del Ayuntamiento de San Sebastián y siendo los principales intérpretes:
Asunción Sancho, Carmen Vázquez, Vicente Soler, Ramón Navarro y Alfredo Muñiz,
bajo la dirección de Juan Guerrero Zamora y José Gordón. Las representaciones se cele-
braron en el Teatro Victoria Eugenia.
A título excepcional se desarrolló a lo largo del año 1950 un cursillo sobre turismo cu-
yos ponentes fueron Armand Bourgnon —«El turismo en Suiza», el 21 de marzo—, José
Casais y Santalo —«Turismo y arte brasileños», el 13 de Abril—, R. A. Hollier — «La or-
ganización del turismo en Francia», el 29 de Abril—, Walter Starkie —«Turismo y humo-
rismo», el 6 de Mayo—, el conde Augusto Premou —«Horizontes turísticos italianos», el 16
de Mayo—, Julio Vargas —«El señorío y la grandeza de Lima y del Cuzco y lo que interesa
de España al turista sudamericano», el 29 de Mayo—, Jesús de la Fuente —«Aspectos eco-
nómicos del turismo», el 31 de Mayo—, Juan Aparicio —«San Sebastián y abre España», el
5 de Julio— y Frank Henius, «Turismo», el 5 de Agosto.
En Agosto se puso en circulación el Boletín n.º 3 con artículos de Walter Starkie —«El
humorismo británico»—, y Jesús de la Fuente «Algunos aspectos económicos del turismo»,
completándose el número con un resumen del programa del cursillo de turismo y la me-
moria y cuentas del ejercicio anterior. Llama sobremanera la atención el hecho de que
cuente casi con tanta publicidad como páginas de elaboración propia. También la llama
un preámbulo que no tiene desperdicio: «Vaya, pues, nuestro saludo, pleno de acata-
miento y respeto, a las autoridades que rigen la Nación, a S. E. el Jefe del Estado Genera-
lísimo Franco, de manera especialísima, por salvador de la Patria y por denodado promo-
tor de las obras de la cultura, y a las que gobiernan la Provincia y la Ciudad [...].
Cumplido este primer deber, muy grato para nosotros, precisa demos al lector amable una
explicación de lo que este Boletín se propone ser, crónica escrita de las actividades de Cír-
culo Cultural Guipuzcoano, órgano que informe sobre ellas a sus propios asociados y a las
entidades análogas repartidas por toda España, por un lado, y por otro, vehículo para la
difusión de los más importantes trabajos culturales realizados en su seno, queremos que
sean estas páginas. El Círculo Cultural Guipuzcoano es —en lo sucesivo aún lo será
más— una entidad de múltiples facetas, una suerte de casa de Cultura en la que tienen su
hogar actividades y entidades de índole más diversa».
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1950-51
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
do que no las creía de tanta importancia, tal y como señala el acta de 20 de marzo. Pero la
vida sigue con sus pequeñas pejigueras rutinarias y las consabidas subidas de hormonas
propias de la primavera y más en un país tan reprimido, lo que debía de producir en-
cuentros subidos de tono en los salones de la docta casa motivando nuevos apercibimien-
tos: «Se expone, una vez, más, la necesidad de que se llame la atención a alguno de los
asociados que dan lugar con su comportamiento a quejas de índole moral y de educación»
(Acta n.º 147, 20 de marzo de 1951). Se realizan gestiones sobre una serie de locales que
no aparecen nombrados pero ninguna cuaja. Eso sí, se sigue imprimiendo el Boletín, pese
a que su número 11 arroje un déficit de 661, 85 pts. y se seguirá publicando porque es de
gran utilidad para el Círculo. Es más surgirá la propuesta de enviarlo a instituciones y or-
ganismos de toda España y el extranjero.
No habrá Cursos de Verano. A cambio, el Círculo ofrecerá un ciclo conmemorativo
del centenario de Isabel la Católica con arreglo a la siguiente distribución: 27 de Agosto,
Vicente Palacio, «Los españoles ante la monarquía de los Reyes Católicos»; 30 de Agosto, Al-
fonso Corral, «Los Reyes Católicos y la Cristiandad»; 4 de Septiembre, Luis Suárez «La for-
mación de la Unidad Española»; y, 10 de Septiembre, Ángel de Apraiz, «El Arte del tiempo
de los Reyes Católicos». Por otra parte, la poesía mereció la atención habitual con las reu-
niones de la Hora Poética: XII Reunión, 2 de Octubre: 1.ª parte: Ruben Darío, 2.ª parte:
Pedro Rocamora, Gabriel Celaya y Guelbenzu. XIII Reunión, 4 de Noviembre: 1.ª parte:
Cincuenta años de poesía (Siglo XX), 2.ª parte: Poetas locales. XIV Reunión, 23 de No-
viembre: recital de Blas de Otero. XV Reunión, 11 de Enero: «Bécquer o la fatalidad» por
José Berruezo. Rimas de Bécquer. XVI Reunión, 19 de Enero: «En torno a los juglares y los
romances viejos», con ilustraciones poéticas, por Mercedes Saenz Alonso. XVII Reunión,
15 de Febrero: «Poesía Hispanoamericana. Méjico, Venezuela, Cuba, Colombia, Nicaragua,
Perú, Argentina, Uruguay y Chile». XVIII Reunión, 26 de Mayo: «Los vascos en la poesía»,
Presentación por D. José Berruezo. 1.ª parte: Ercilla, Trueba, Unamuno, Basterra, Mour-
lane Michelena... 2.ª parte: Andía, Aróstegui, Azaola, Celaya, Cuadra, Martín-Santos,
Ortiz, Pistón, Valdé... XIX Reunión, 15 de Junio: «Poetas actuales», 1.ª parte: Barceló,
Camprubí, Guelbenzu, Guinea, Osuna Belloso y Valverde. «Teatro poético», 2.ª parte:
Calderón de la Barca, Lope de Vega, Tirso de Molina, Rojas, Alarcón y Mareta. XX Reu-
nión, 14 de Julio: «Poetas con versos y poetas sin versos» recital de poesía por Enrique Az-
coaga.
Dentro del marco Aula del Buen Teatro se imparten las siguientes conferencias ilus-
tradas con representaciones escénicas: 19 de enero: «Ideas sobre un teatro nuevo», por José
María Aycart, con escenas de Tic-tac, Nuestra ciudad y El zoo de cristal. 1 de Marzo: «El
amor..., ¡a escena!», por José María Ferrer, con escenas de La revoltosa, Romeo y Julieta, El
zoo de cristal y Don Juan Tenorio. El arte dramático también estará presente con las repre-
sentaciones del cuadro de arte del Círculo, que contarán con el siguiente calendario: 20 de
enero, Tambores que engañan, de Ignacio Ángel Ortiz, obra premiada en el Concurso or-
ganizado por el Círculo Cultural Guipuzcoano. Alma triunfante, de Jacinto Benavente,
del 26 al 29 de marzo. Bronca en el 8, de Muñoz Seca, Operación quirúrgica, de Benaven-
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Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
te, Celos, de Muñoz Seca y Sin querer, de Benavente, todas ellas del 12 al 15 de abril., y fi-
nalmente, Dos horas en mi despacho, de Leandro Navarro, el 2 de junio.
La música no está excesivamente representada ya que sólo se registran la conferencia
«El vals a través de las épocas», por la condesa Martha de Fels, con la colaboración de Fran-
çoise Landowski, y el recital de piano a cargo de la Academia de Piano García Piudo, los
días 22-23 de Marzo, más un ciclo de cuatro conciertos de lieder, melodías y canciones in-
terpretadas por Consuelo Rubio, soprano y Carmen Díez Martín al piano, los días 9, 11,
13 y 16 de Abril. Respecto a la pintura, se celebra el Cuarto Certamen de Paisajes Vascos
en noviembre de 1950 en el que exponen: Julio García, Chumy Chúmez, Ribera. Valver-
de, Jaumandreu, Camps, Domínguez, Pasajes, Cortés... Expondrán también en septiem-
bre de 1951 y bajo el título de Pintores Catalanes y Levantinos: Batalla, Cardona, Ricart,
Arturo Martínez y Vidal Rolland, haciéndolo a lo largo del año: Rober Lesgues, en junio,
Pérez Gil, en julio, Antonio Massoni, en agosto. El Segundo Certamen de Floreros y Bo-
degones celebrado en mayo de 1951 tuvo por ganadores a: 1er. Premio: José Camps, 2°
Premio: Julio García y 3er Premio: Ignacio Jaumandreu.
Curso 1951-52
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
que la organización estaba desbordada y no pudo incluir todas las obras para el día de la
inauguración. Las primeras conferencias las imparten, Carlos Santamaría —«A propósito de
las conversaciones católicas internacionales de San Sebastián», el 6 de octubre—, marqués de
Santa María del Villar —«Un viaje por la Costa Brava de Gerona», el 20 de octubre—,
Carlos M.ª Álvarez —«Los idiomas en el siglo de oro», el 27 de octubre—, Mercedes Sáenz
de Alonso —«La novela actual», el 10 de noviembre—, Luis Martín-Santos —«Génesis de
la creación literaria», el 24 de noviembre—, condesa Eva Paci —«Poesía de los lagos y las
montañas italianas», el 5 de diciembre—, y Pedro Gómez Aparicio, «Oriente Medio», el 15
de diciembre. La cita poética cumple con las reuniones número XXI, del 25 de Octubre:
«El Modernismo en la poesía (1895-1925)», con ilustraciones poéticas, por Jesús Rodríguez
del Castillo; la XXII, el 21 de Noviembre: «Temas de mi poesía», 1.ª parte: La niñez. Jue-
gos infantiles. Emilia. Nuevos ángeles de Compostela. El tema de la Asunción; 2.ª parte:
Amor centauro. Sonetos y rimas. El tema de la mano. Segundo sueño, por Gerardo Die-
go. Y la número XXIII, el 27 de Noviembre: «La poesía en el teatro», por Juan Cuberta.
Fragmentos de La Dama boba, La vida es sueño, Cisneros, Las hijas del Cid, El pavo real,
etc.
El 13 de enero las actas recogen que se ha dado una merienda seguida de una proyec-
ción de cine a los ancianos del asilo de Zorroaga. El delegado de Información y Turismo
señala que el Boletín —que sigue siendo deficitario, por lo que se encargan gestiones en las
casas de publicidad para que consigan la suficiente como para que se autofinancie— debe
cumplir determinados requisitos para poder ser editado legalmente. El gobernador ordena
que el Círculo presente un compromisario y dos candidatos a diputados provinciales sien-
do escogidos Martín-Santos y el vocal Ugalde como postulantes a diputados y Ramón
Rovira a compromisario. Por lo que respecta al local se produce un choque de intereses
entre la necesidad de emplear el dinero atesorado para la compra de uno y la necesidad de
utilizarlo para mantener en buenas condiciones la sede en la que se está. Inexplicable-
mente se hace esto último, lo que demuestra la poca fe en las posibilidades de emanciparse
y la mucha en que se produzca un milagro o, cuando menos, que dure lo máximo posible
el statu quo ya que al estar utilizando el edificio en precario no se tiene ningún derecho
sobre el mismo. Se confía tanto que se adopta la decisión de incorporar al Círculo la
Agrupación de Cámara de San Sebastián, es decir, que el Círculo se amplía abriéndose a
nuevas actividades.
La noticia del año, para la entidad, es que el acta n.º 159 de 3 de junio recoge la peti-
ción realizada al gobernador para que el Círculo pueda denominarse Círculo Cultural y
Ateneo Guipuzcoano en base a «la evolución que el tiempo ha impuesto a las ideas expre-
sadas por el título o nombre de entidades similares a la nuestra». Los puentes más o menos
secretos, por no decir discretos, que unían el Círculo con el antiguo Ateneo quedan ex-
puestos a la luz y adquieren carta de naturaleza ya que el gobernador —con escrito de fe-
cha 26 de junio— accede a la petición así como a la nueva Junta que queda constituida
por: Leandro Martín-Santos, presidente, José Berruezo, secretario, Pedro Cobo, vicese-
cretario, Ramón Rovira, tesorero, Roberto Balanzategui, contador, más los vocales: Agud,
162
Capítulo V. El Círculo Cultural Guipuzcoano (1944-1952)
Camprubí, Cuberta, Gayet, Mercado, Miralles, Redondo, Ribera, Ruiz Feliú, Sagardia y
Ugalde. De este modo se desvanece cualquier posibilidad de duda acerca de la continui-
dad del Ateneo. Desde sus inicios en 1870 sólo ha sido uno y el mismo, afectado, eso sí,
por interrupciones y avatares, aunque a veces ni siquiera los socios hayan entendido la fi-
liación.
La gestión acerca de los locales impone una visita personal a Franco aprovechando su
estancia veraniega en la ciudad. A fin de preparar el terreno la directiva anuncia que «el
presidente ha hecho insertar en la prensa una nota expresiva de adhesión al Caudillo, pro-
curando hacer llegar hasta él la noticia de la presencia de más de cien ingleses asistiendo al
recibimiento de S. E. desde las terrazas del Círculo». Cien ingleses... Pues bien, el contacto
y la estrategia tienen algún éxito porque las autoridades competentes recomendarán una
cesión de los locales que viene ocupando el Círculo en Andía 13. De ahí que se imponga
una nueva visita a los ministerios de Educación —favorable— y de Asuntos Exteriores,
hostil. El futuro Koldo Mitxelena implica al Círculo en la construcción del mapa lingüís-
tico de Guipúzcoa y propone como principal tarea involucrar en él a los ayuntamientos.
Se accede asimismo a publicar los estudios del doctor Irizar sobre grupos sanguíneos a fin
de establecer —vaya por Dios— una caracteriología vascongada. Con todo esto y con las
muchas actividades en diferentes campos que el Círculo desarrolla se persigue «dar a las
autoridades la impresión de que aquí se trabaja». El acta del 23 de septiembre señala que
en Asuntos Exteriores siguen en sus trece, es decir que no ceden el local de Andía 13, e in-
sinúan que se solicite a Martín Artajo los locales ocupados por gobierno civil que muy
pronto quedarán vacantes por traslado a un edificio construido ad hoc. El ministro de
educación Joaquín Ruiz Giménez promete una subvención
El año 1952 ve sucederse a los siguientes oradores: Vicente Galbete —«Instantáneas de
un viaje por Marruecos», el 12 de enero—, José Joaquín de Sautu —«Jesús Guridi y su
Amaya», 17 de enero—, Antonio Fernández-Cid —«Comentarios en torno a música y músi-
cos», el 19 de enero—, José Miguel de Azaola —«Las crisis de las minorías directoras en la
actualidad», el 25 y 26 de enero—, Miguel Cruz —«España frente al problema de Europa»,
el 2 de febrero—, Rodrigo Gayet —«Información y espionaje», el 9 de febrero—, Antonio
García Navarro —«Japón a través de su teatro», el 16 de febrero—, Jesús Rodríguez del
Castillo —«Los complejos de inferioridad y superioridad», el 23 de febrero—, Mariano
Aguilar —«El federalismo europeo ante el derecho internacional», el 22 de marzo—, Pierre
Raoux —«La España de Montherlant», el 29 de marzo—, Anton Rothbauer —«Austria,
símbolo de la tragedia europea», el 18 de abril—, Jorge Prat —«El plan Pleven para un ejér-
cito europeo», el 3 de mayo—, Paul Tournier —«La nueva misión del médico», el 8 de ma-
yo—, Eladio Esparza —«Los encuentros personales de san Francisco Javier», el 10 de mayo—
, Filemón Arribas —«Unas jícaras de chocolate», el 21 de mayo—, Marcel de Corte —
«Transformaciones de la vida contemporánea», José Luis Tejero —«El toreo en el momento ac-
tual», 7 de junio—, Federico Fernández Ferreiros, Manuel Cifrián, José Berruezo y Lean-
dro Martín-Santos: «La personalidad de Ramón y Cajal», Pedro Gómez Aparicio —«Misión
a los Países Árabes», 27 de junio—, el R. P. Lucio Da Veiga —«Los problemas modernos de
163
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
164
VI. EL CÍRCULO CULTURAL Y EL ATENEO GUIPUZCOANO (1952-1967)
Todavía los 50
165
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
166
Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
Sastre, y que no tuviera problemas para montar una Antígona de Sófocles (escenas escogi-
das), o a Strindberg y Ugo Betti, no siendo lo menos admirable que Villarejo fuera policía
como señala Aguirre Alcalde: «Por lo que hace al teatro, la primera manifestación de im-
portancia se da en los años 50 con Aycart y Ferrer, en el Círculo Cultural, a quienes sigue
el grupo de Villarejo, inspector de policía, que ha sido el mejor de los donostiarras» (Guía
secreta de Guipúzcoa, p. 437). Entre los nombres destacados que desfilarán por la tribuna
del Círculo en la década de los 50 cabe señalar los de Miguel Delibes, Gerardo Diego, Jo-
sé María Lacarra, Rafael Calvo Serer, Julián Marías, José de Arteche, Luis Martín-Santos,
José Miguel de Azaola, Mariano Aguilar, Álvaro de la Iglesia, José María Gironella, Emilio
Alarcos o Evaristo Acevedo, algunos de los cuales junto a otros de menor relumbrón (to-
davía, ahí está el joven Enrique Múgica Herzog) no pasaban por afectos incondicionales al
Régimen. De hecho, Luis Martín-Santos será detenido por socialista en 1958.
Como ya se ha dicho, dentro del Círculo se producen de manera oculta encuentros y
discusiones entre jóvenes inquietos, que sienten el imperativo ético de luchar contra la
dictadura, y los maestros de la generación anterior. José Ramón Recalde da cuenta de ello
en Fe de Vida (2004): «Casi he perdido el recuerdo de unas reuniones que tenían lugar en
San Sebastián, en el Círculo Cultural Guipuzcoano, en las que la idea europea iba estre-
chamente ligada a la necesidad de abrirnos camino a la construcción de una Europa de-
mocrática. Bajo la dirección de Azaola y en compañía, entre otros, de Enrique Múgica,
antes, pero a punto de que éste iniciara su militancia comunista, nos alimentábamos de la
necesidad de construir la convivencia europea, como medio para superar el estrecho y
agobiante campo de la dictadura. Revisando algún texto, encuentro que, como ocurre con
tantas reflexiones, es desde el punto de vista de la reflexión moral cristiana como se plan-
tea, también sobre la patria o las patrias, el compromiso político» (p. 68). Acto seguido
Recalde rememora las enseñanzas socráticas de dos asiduos del Círculo, el ya citado Azaola
y Carlos Santamaría, que supusieron mucho para él, y es de suponer que para muchos de
los que concurrían a esas y otras reuniones. Por cierto, en 1956 se creará definitivamente
el Seminario de Estudios Europeos dentro del Círculo, tras recibir las bendiciones de la
directiva en 1952. De él formará parte media docena de jóvenes turcos que se lanzarán en
breve a la democratización de la entidad.
En el capítulo de costumbres, Aguirre Alcalde evoca aquellos roces en los bailes inte-
rrumpidos por el bastonero (roces que tampoco serán permitidos en el Círculo, como
hemos visto): «Se acabó la varita del bastonero, un tipo con brazalete que llamaba la aten-
ción a las parejas que se arrimaban las mejillas, dándoles un golpecito con la vara, amena-
zándoles a la primera con la expulsión y expulsándoles de hecho a la segunda, ayudado si
el caso lo rerquería por la pareja de grises; todo pereció a los golpes incontenibles del
tiempo nuevo y del rock and roll, que soltó lo que tanto tiempo había pugnado por atarse,
bajo la mirada omnipresente del vencedor» (Guía secreta de Guipúzcoa, p. 449). Por si hu-
biera que datar el cambio, habría que situarlo hacia mediados de la década con los prime-
ros cuba libres en la barra del Mónaco donde alternan mujeres y hombres fuera de la ex-
cusa del baile.
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1952-53
Los comienzos del curso son esperanzadores por lo que a idiomas se refiere ya que se
inscriben 30 alumnos en alemán —era obligatorio para cursar los estudios de Comercio—
17 en inglés, 11 en francés y 10 en euskera. En cambio, no parecen muy prometedores
para el Boletín, que no saldrá en noviembre —hubiera sido el n.º 24— aunque se espera
hacer uno doble en diciembre (que no se hará). Anticipándose a políticas igualitarias la di-
rectiva sostiene que si no se encuentran muchachos para el puesto de botones, se contra-
ten muchachas. En el capítulo de vigilancia moral, se adopta el acuerdo de que en el cine-
club no se proyecten películas de gángsteres sino instructivas. Las primeras conferencias
corren a cuenta de Francisco Yarza —«La objeción de conciencia ante el problema de la gue-
rra», el 11 de octubre—, Manuel María Escudero «Una visita al Berlín Soviético», el 8 de
noviembre—, Diego Quiroga —«La ruta del Pirineo Español», el 15 de noviembre—, José
María Cavanillas —«Los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952», el 6 de diciembre—, y Ju-
lio Ortega, «Los verdaderos orígenes y naturaleza del llamado Señorío de Vizcaya», el 20 de
diciembre. La poesía comenzará el curso con la XXX reunión de las Horas Poéticas, el 15
de octubre: presentación por Jesús Rodríguez del Castillo, 1.ª parte: poesías de Juana de
Ibarbourou, Juan Ramón Jiménez y Agustín de Foxá; 2.ª parte: poesías de Juan de Guel-
benzu, Ana María Aróstegui y Gracián de Quijano... El Cuadro de Arte de la Asociación
Cultural de Hernani representará el 19 de Noviembre, ¿Quién me compra un lío?, de L. y
J. Moyron. En diciembre de 1952 se celebra el 5.º Certamen de Paisajes Vascos en el que
exponen: Aldazábal, Camps, Cortés, Chumy Chúmez, Lazard, Tapia, Ribera, Iza y Alon-
so Beti entre otros. La Coral Santa Cecilia dará un concierto el 20 de noviembre.
En enero de 1953 llega una directriz de la Dirección General de Información ponien-
do a disposición de las entidades culturales como el Círculo y Ateneo nueve conferencias y
tres conciertos al año. El día 27 de ese mes se toma el acuerdo de convertir el Boletín en
una publicación trimestral. En abril se bosqueja el proyecto de crear un Curso de Verano
para estudiantes franceses que saldrá adelante y se celebrará entre el 24 de agosto y el 12
de septiembre con una matrícula de 53 alumnos que recibirán 80 horas lectivas. Como lo
cortés no quita lo valiente, el Círculo y Ateneo gratifica con una mensualidad, pese a la
precariedad de su situación económica, a la auxiliar de la biblioteca por contraer matri-
monio. En julio, la entidad será invitada a participar en la I Semana Internacional de Ci-
ne, es decir, en el neonato Festival de Cine, como miembro de la comisión de festejos.
Las conferencias prosiguen con las participaciones de M. Utrillo Vidal —«José María
Sert, íntimo», el 9 de enero—, Gregorio de Altube —«San Sebastián rataplán... mucha
bandera y poco pan»(celebrada en el Teatro Principal), el 18 de enero—, Miguel Cruz
Hernández —«Del romanticismo al existencialismo», el 2 de febrero—, Manuel Riera Cla-
villa —«La solidaridad de los hombres y los pueblos», el 14 de febrero—, Carlos Ribera San-
chís —«El Cubismo», el 16 de febrero—, Ángel López-Amo —«La base social de la demo-
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Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
cracia americana», el 21 de febrero—, José de Eizaguirre —«La situación actual del hom-
bre», el 28 de febrero—, Enrique Múgica Herzog —«Incisos al teatro de nuestro tiempo», el
4 de marzo—, Gustavo Thibon —«Cristianismo y libertad», el 13 de marzo—, Leopoldo
Eulogio Palacio —«El humanismo contemporáneo y el ideal de la libertad, igualdad y frater-
nidad», el 14 de marzo—, Enrique Moreno Báez —«El mito de las dos Españas», el 20 de
marzo—, Miguel Vidaur —«El problema del alcoholismo», el 26 de marzo—, Pedro Bar-
celó Roselló —«Crítica de la crítica», el 10 de abril—, José María Navaz —«El ciclo de la
vida y de la muerte en el mar», el 11 de abril—, Vicente Palacio Atard —«Ilusión y realidad
como factores históricos», el 16 de abril—, Gerald Rohlfs —«Toponimia Hispánica», el 25
de Abril—, José de Eizaguirre —«Problemas de interés general», el 7 de Mayo—, José M.ª
Desantes —«La juventud y la unidad del orden», el 9 de Mayo—, Bela Menczer —«Actua-
lidad de Juan Donoso Cortés en Europa», el 11 de Mayo—, José Miguel de Azaola —«En
marcha hacia la Europa unida: 1945-52», el 12 de Mayo—, Miguel Siguán —«Técnica,
comunidad y espíritu cristiano», el 23 de Mayo—, Ramón Rey Ardid —«Factores psicológi-
cos de la felicidad conyugal», el 30 de Mayo—, Lorenzo Giusso —«La Monarquía española
en Campanella», el 6 de Junio—, y el R. P. José Fuertes, «Conmemoración de San Bernar-
do», el 30 de Septiembre. Como ya se ha indicado, el curso de verano para extranjeros se
celebró entre el 24 de agosto y el 13 de septiembre sin que se haya podido encontrar do-
cumentación sobre los mismos.
Las Horas poéticas continúan desgranado encuentros: XXXII reunión, el 14 de enero:
«Trayectoria de un poeta a quien la poesía no le convence», por Juan Guerrero Zamora, con
la colaboración de Maruchi Fresno, XXXIII reunión, el 12 de Febrero: recital de poemas
originales por Carlos de la Viña, XXXIV reunión, el 20 de Mayo: «Poesía actual», por Ja-
vier Bengoechea, XXXV Reunión, el 21 de Mayo: «La poesía en el Quijote» por Blas de
Otero. El Aula del Buen Teatro registró las siguientes intervenciones: «Norteamérica se mi-
ra a su espejo: El teatro», el 13 de enero por Juan Guerrero Zamora con la colaboración de
Maruchi Fresno, con escenas de El tranvía llamado deseo, El camino del tabaco, El momento
de la vida y A Electra le sienta mal el luto; «Las sirenas en el teatro», el 9 de abril, por Pedro
Barceló Roselló, con escenas de Ondina, La cola de la sirena y Marea baja; El gran teatro
del mundo, auto sacramental de Calderón de la Barca, representado el 3 de junio, en la
Plaza de Zuloaga, por el Aula del Buen Teatro bajo el patrocinio del Centro de Atracción
y Turismo y con la colaboración especial de la Schola Cantorum de Nuestra Señora del
Coro. A todas ellas que hay que añadir las representaciones del Cuadro de Arte con Celos
del aire, de José López Rubio, el 23-24 de enero y La herida del tiempo, de J. B. Priestley.
La música tiene una vez más en Antonio Fernández Cid su representante. Intervendrá
el 19 de mayo con «Dos músicos del 900: Granados y Albéniz», acompañado nada menos
que por Alicia de Larrocha. Los conciertos correspondientes a 1953 son de altísimo nivel y
tienen por intérpretes a Tony Rosado, soprano, y Félix Lavilla, piano, el 19 de enero; Pilar
Lorengar, soprano, y Carmen Vivo, piano, el 18 de marzo; Antonio Iglesias, piano, el 21
de marzo; Regino Sainz de la Maza, guitarra, el 22 de abril; Manuel Carra, piano, el 16 de
mayo; Coro Stella Maris, dirigido por M.ª Ángeles Usoz, el 20 de junio. El Coro Stella
169
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Maris fundado por M.ª Ángeles Usoz en 1952 y compuesto por 25 voces blancas acabará
incorporándose al Círculo Cultural y Ateneo.
En el Segundo Certamen de Pintura Joven, celebrado en febrero de 1953, exponen:
Chillida, Julio García, Casellas, González Castrillo, Munoa, San Miguel, Pasajes, Valver-
de, Esther Navaz, Álvarez (E.) y Miguel Ángel Álvarez entre otros. El Cuarto Certamen de
Floreros y Bodegones celebrado en mayo tiene como ganadores, por orden descendente de
clasificación, a Julio García, Alfonso Beti y José Rodríguez Alfaro. En cuanto a las exposi-
ciones hay que señalar la dedicada a La Codorniz, en la que participan Goñi, Tono, Cas-
tellano, Muro, Herreos, Mingote, Munoa y Chumy Chúmez. Además expusieron: Aca-
rregui, en julio, Izquierdo y Vivas, en agosto, y Ruylópez y Carrera en septiembre.
Curso 1953-54
En octubre expone el pintor Aldazabal, como avanzadilla del curso. Las primeras con-
ferencias las imparten Fernando Solano —«La personalidad histórica de los Estados Unidos»,
el 31 de octubre—, Jesús Rodríguez del Castillo —«Riqueza, pobreza y longevidad», el 21
de noviembre—, Diego Quiroga —«Covadonga, antaño y hogaño», el 5 de diciembre—, y
Vicente Galbete, «Una figura poco conocida del siglo XVII español», el 19 de diciembre. El
28 de noviembre tiene lugar la XXXVI reunión de las Horas Poéticas con «Poesía y vida»
por Juan Cuberta. El Cuadro de Arte pondrá en escena Cuando el fuego se apaga, de J. J.
Bernard, el 13 y 14 de noviembre, y Don José, Pepe y Pepito, de Juan Ignacio Luca de Te-
na, el 26 y 27 de noviembre. Las representaciones del Aula del Buen Teatro para este pe-
riodo son: Mariscal, 17-18 de diciembre, de F. Molnar, y el Tríptico del Teatro Universal,
del 29 al 30 de diciembre, con escenas de El alcalde de Zalamea, Hamlet, y Cyrano de Ber-
gerac. Se celebran dos conciertos, el de Fernando Fernández Lavie, guitarra y canto, el 7
de noviembre, y el de la Coral Santa Cecilia, el 20 de noviembre. El Sexto Certamen de
Paisajes Vascos, celebrado en noviembre cuenta con los artistas Bienabe Artia, Munoa,
Bizcarrondo, Ribera, Chumy Chúmez, Tapia y Eguiguren entre otros.
El 29 y 30 de enero de 1954 el Cuadro de Arte representa Una bomba llamada Abelar-
do, de Alfonso Paso. El 16 de marzo, Manuel Agud propone que se haga un cursillo de
literatura vasca dirigido por Koldo Mitxelena. En la reunión del 26 de mayo se habla de
organizar un acto en el Museo de San Telmo para celebrar el décimo aniversario del Cír-
culo. Con motivo de tal ocasión se imprimiría un número extra de la revista. Se prepara el
Curso de Verano para extranjeros que se desarrollará con un gran éxito. Respecto a las
conferencias, la rueda sigue con Carlos Angulo y Cavada —«Influencia de la mujer en la
vida de los pueblos», el 9 de enero—, Rufino Mendiola —«Salamanca Legendaria y Uni-
versitaria», el 22 de enero—, José Antonio Huarte —«Influencia de la música en el hombre
y la Patria», el 13 de febrero—, Ignacio Bereciartúa —«Comentario al radiomensaje de Na-
vidad de Pío XII acerca del progreso técnico», el 20 de febrero—, Álvaro de la Iglesia —«El
fin del mundo», el 27 de febrero—, la condesa Eva de Pacci —«De la Ciudad de Julieta a
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Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
las Cumbres Dolomíticas», el 4 de marzo—, Miguel Pérez Ferrero —«Azorín y el cine, ho-
menaje», el 6 de marzo—, Jesús Gómez de Segura —«Curiosidades del lenguaje», el 13 de
marzo—, Jerónimo Moragas —«Entre Judit y Juana de Arco», el 20 de marzo—, Óscar
Rodríguez Arias —«Responsabilidad cultural de los estudiantes, profesionales y Corporaciones
Colegiales y Públicas», el 27 de marzo—, Salvador Senent —«Liberación de energía atómi-
ca», el 29 de marzo—, Ubaldo Gastaminza —«El mal del siglo: los tumores malignos», el 2
de abril»—, Eugenio Frutos —«El carácter y la personalidad», el 3 de abril—, John T. Reid
—«La pintura Norteamericana», el 5 de abril—, Manuel Cárdenas —«Orientaciones para
tu profesión», el 22 de abril—, el R. P. Alejandro Ortega —«Tu profesión vista a través de
un enfermo mundialmente conocido», el 22 de abril—, Santiago Galindo —«La difusión del
ideario de la revolución, y el pensamiento contrarrevolucionario», el 26 de abril—, José Tu-
dela de la Orden —«El juego de la pelota en ambos mundos», el 1 de mayo—, José Luis
Vázquez Rodero —«Aspectos de la novela española actual», el 8 de mayo—, Ignacio Serrano
Serrano —«El contrato a favor de persona sin designar», el 13 de mayo—, Luis Pérez Pardo
—«Visión de los Estados Unidos y su pueblo», el 14 de mayo—, Ernest Alfred Jobson —
«Cómo se vive en un pequeño pueblo norteamericano», el 17 de mayo—, Manuel Muñoz
Cortés —«Desarrollo del ensayo español contemporáneo», el 26 de mayo—, Patricio
Peñalver —«En torno a Jovellanos», el 31 de mayo—, José María Gironella —«¿Por qué el
mundo desconoce la novela española», el 3 de junio—, Vicente Marrero —«La escultura en
movimiento de Angel Ferrant», el 9 de junio—, el R. P. Salvador Michelena —«Aránzazu y
su nueva basílica», el 19 de junio—, Manuel Cárdenas —«Evolución en la cirugía en los
últimos veinte años», el 26 de junio—, Alejandro Ortega —«Cuerpo — Alma — X», el 26
de junio—, y Ernesto Giménez Caballero, «El año jubilar de Santiago ante el mundo», el
28 de 29 de abril al 1 de mayo se celebra un cursillo titulado «Nórdicos y latinos» acerca
Delagosto.
de sus diferencias psicológicas a cargo del doctor Francisco Llavero Avilés. El 20 y 22 de
mayo, Vicente Villar Palasí organiza un cursillo titulado La defensa de los organismos frente
al medio ambiente, de acuerdo al siguiente programa: «El mantenimiento de las característi-
cas individuales», «La defensa pasiva intraorgánica frente a las agresiones» y «Métodos agresi-
vos de defensa: Los antibióticos». El 20 de mayo se da otro cursillo organizado por la Direc-
ción General de Información en colaboración con el Círculo y la Academia de Derecho
San Raimundo de Peñafort bajo el título: «El Derecho y el problema de la vivienda». A éstos
les seguirán el infaltable Curso de Verano para extranjeros. Por lo que respecta a la poesía,
las Horas Poéticas sólo mantienen una reunión, la n.º XXXVII, el 4 de junio, como ho-
menaje a Francisco de Campubí. En cuanto a los conciertos, el 15 de enero se celebra un
recital de canto a cargo de la Academia M.ª Paz Urbieta. El 1 de marzo interviene la pia-
nista Pilar Bayona; el 20 de abril, el violinista Richard Leshin; el 25 de mayo, el guitarrista
Narciso Yepes; y el 29 de mayo la Coral Sine Nomine. En el Tercer Certamen de Pintura
Joven, de febrero, exponen: San José, Nino Cansoni. Julio García Vento, J. Capuleto, M.ª
Paz Jiménez, María del Carmen Urcola, Valdivielso, Menchu Gal, Munoa, Bizcarrondo y
Tienda, entre otros. Los premios del Quinto Certamen de Floreros y Bodegones se los lle-
varon, por este orden: Thyra Ekwall de Ullmann, José Camps y Concha Ramos. Y la sala
171
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
de exposiciones tuvo como expositores a Batanero, en julio, Peña y Paisa, en agosto y Ta-
deus Wojnarski, en septiembre. Asimismo en septimbre se celebra un Certamen Conme-
morativo del X aniversario del Círculo y Ateneo con el siguiente palmarés: Gonzalo Chi-
llida, primer premio, Rafael Munoa y M.ª Paz Jiménez, que comparten el segundo
premio, y Miguel Ángel Álvarez, que queda tercero.
Curso 1954-55
172
Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
eran terrazas!—, entendiendo que todos deben ser socios. Corren rumores de que al mi-
nisterio de Asuntos Exteriores ya no le interesa el local del Círculo y Ateneo.
Hasta final de curso pasan por la tribuna del Círculo, Enrique Múgica Herzog —
«Primer cerco a la nueva poesía», el 7 de enero—, Manuel Cárdenas —«Anestesia», el 8 de
enero—, Jaime Sáez —«Valor de la vida humana», el 8 de enero—, Ignacio de Zumalde
—«Antoine de Saint-Exupery: Aviador, Filósofo y Poeta», el 15 de enero—, Pablo Tiján —
«Nación, Nacionalidad, Naciones», el 29 de enero—, Mercedes Sáez-Alonso de Aizpurua
—«Angustia de la novela universal», el 5 de Febrero—, Manuel Cárdenas —«Cirugía del
dolor», el 12 de febrero—, Jaime Sáez —«Moral del dolor», el 12 de febrero—, Fernando
Gonzalo Bilbao —«La alimentación a través de la historia y la ciencia», el 19 de febrero—,
Louis Salleron —«Libertad y progreso en los regímenes de autoridad» (en francés), el 25 de
febrero—, Jesús Rodríguez del Castillo —«Josefina y Napoleón», el 26 de febrero—, Juan
Jesús Gómez de Segura —«Una palabra y no más», el 5 de Marzo—, Oswaldo Market —
«El pensamiento actual frente a Descartes», el 30 de marzo—, Friedrich Herr —«El
cristianismo al comenzar la era atómica», el 4 de abril—, José María Iribarren —«El porqué
de los dichos populares de España», el 28 de abril—, Manuel Cárdenas —«Quemaduras», el
20 de Mayo—, Jaime Sáez —«Estados catalépticos y la moral», el 20 de mayo—, Henry B.
Carter —«Edgar Allan Poe y la tradición imaginativa», el 24 de Junio—, y Julián Marías,
«Sueño, ficción y vida», el 7 de septiembre.
En primavera tiene lugar un cursillo de literatura auspiciado por la Delegación General
de Información que cuenta con los siguientes ponentes: Enrique Moreno Baez —«El Pre-
mio Nadal y la novela española contemporánea», el 24 de marzo—, Rafael Benítez Claros
—«Teatro nuevo español», el 1 de abril—, y Gerardo Diego, «La poesía española contempo-
ránea», el 9 de mayo. El 17 del mismo mes se representará dentro del área Ópera de Cá-
mara, La serva padrone, de Pergolese. En verano transcurre el correspondiente Curso para
extranjeros. En 1955 no se celebra ninguna reunión de la hora poética. Los conciertos que
se producen a lo largo del curso son interpretados por Cely de Yurre, piano, el 21 de oc-
tubre; la academia García Piudo con un recital de piano, el 22 de octubre; la Coral Santa
Cecilia y Matilde Orbegozo al acordeón, el 22 de octubre; Donald Nold, al piano, el 6 de
diciembre; Rosa María Kucharski, piano, el 16 de diciembre; Dora Alquiza, soprano, y
M.ª José Arrizabalaga, soprano, el 21 de enero; Richard Tetely-Kardos, piano, el 4 de fe-
brero; Carlos Dimicheri, violín, el 8 de marzo; Manuel Carra, piano, el 14 de abril; Tere-
sa Berganza y Félix Lavilla, al piano, el 22 de abril; y Carmen Flexas, al piano, el 23 de
mayo. En marzo se celebra el Cuarto Certamen de Pintura Joven en el que exponen Men-
chu Gal, Eduardo Chillida, Gonzalo Chillida, Munoa, María del Carmen Urcola, M.ª
Paz Jiménez, Gracenea y G. Castrillo, entre otros. El Quinto Certamen de Floreros y Bo-
degones tiene como ganadores, por orden descendente, a Thyra Ekwall de Ullmann, José
Camps y Concha Ramos. Sólo se registra otra exposición individual más, la de Santana en
abril, el resto son exposiciones colectivas: Cuatro maestros de la pintura española actual, en
marzo-abril, con Vázquez Díaz, Benjamín Palencia, Francisco Gutiérrez Cossío y Ortega
Muñoz; Cuatro pintores de la escuela de Madrid, en junio, con Menchu Gal, Luis García-
173
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Ochoa, Juan Guillermo y Gregorio del Olmo; Pintura ecuatoriana actual, en julio: con
Carlos Vicente Andrade, Oswaldo Guayasamin, Eduardo Kingman, Víctor Mideros, Ma-
nuel Rendón Seminario, etc., y Pintores catalanes y levantinos, en agosto y septiembre, pre-
sentada por Carlos Bou.
Curso 1955-56
El curso se pone en marcha con una decepción, al Círculo y Ateneo le resulta imposi-
ble ponerse en contacto con el ministro de Asuntos Exteriores así como con la persona
que el ministro les indicó como su sustituto, para abordar el tema de la cesión del local de
Andía 13. El 19 de diciembre se postula la necesidad de acometer dos veladas necrológi-
cas, una por Ortega y Gasset y la otra por Mourlane Michelena, en penosa equidistancia.
Dentro del ámbito de la reglamentación interna se decide que la Comisión Permanente la
formen el presidente (o vicepresidente), el secretario (o vicesecretario), el tesorero y cuatro
vocales. Se adopta asimismo constituir nuevas comisiones de trabajo como Biblioteca, Ci-
ne y cultura, Sala de Arte, Teatro y Festivales, Ajedrez y, por último, Excursiones. El cir-
cuito de conferencias se pone en marcha con José Miguel de Azaola —«Auscultando a Eu-
ropa (noticias breves de un viaje largo)», el 5 de Octubre—, Juan Jesús Gómez Segura —
«Razón y significado de los nombres propios personales» el 3 y 5 de noviembre—, Francisco
Yndurain —«Thomas Wolfe el novelista desmesurado», el 12 de noviembre—, Fernando
Solano Costa —«Las primeras relaciones diplomáticas entre España y los Estados Unidos:
Diego de Gardoqui», el 2 de diciembre—, Javier Navajas y José M.ª Aycart —«Lo que va
de ayer a hoy (Comentarios jurídicos a la nueva Ley de Arrendamientos Urbanos)», del 27 al
29 de diciembre—, y Nemesio Echaniz, «A través de nuestra cultura», el 30 de diciembre.
En Navidad se celebra un recital poético con la colaboración de la Coral Sine Nomine.
Jesús María Arozamena ofrece una conferencia-concierto con el título «Esa cosa que se
llamaba cuplé» acompañado por Ángeles Olariaga, soprano, y Tomás Garbizu, piano. El
Teatro de Cámara y Ensayo ofrece una conferencia el 17 de noviembre titulada «El teatro
y el teatro de cámara» por José L. Villarejo con escenas de Antígona, de Sófocles, El mágico
prodigioso, de Calderón de la Barca, y Macbeth, de Shakespeare; así como una
representación de Amanece a cualquier hora, de Jaime de Armiñán. El 26 de noviembre la
coral Santa Cecilia da un concierto. En el Certamen de Paisajes Vascos de diciembre
exponen: María del Carmen Urcola. Ribera, Bizcarrondo, Munoa, Puente, Aldazábal, y
Rocandio
El de enero
entre de
otros.
1956 se acuerda celebrar como se debe el centenario de san Ignacio de
Loyola y dar la merienda a los niños de la beneficiencia, que disfrutarán además de una se-
sión de guiñol. Ese mismo mes de enero se produce la expulsión de un socio sorprendido
en actitud poco honesta con una señorita, a ella le piden caballerosamente que solicite la
baja del Círculo. Corren rumores de que el Ayuntamiento andaría detrás de los locales
que ocupa el Círculo y tiene adjudicados el ministerio de Asuntos Exteriores. Se adopta el
3 de marzo la decisión de constituir por fin en el seno del Círculo y Ateneo el seminario
174
Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
de Estudios Europeos.
La lista de conferenciantes es larga, como siempre, y en ella están Vicente Brossa —
«Estado actual de la cirugía cardiaca», el 7 de enero—, José García Nieto —«Ojeada al
garcilasismo y otras confesiones en verso y en prosa», el 14 de enero—, Antonio Díaz
Aramendi —«Divulgación sobre cirugía del corazón», el 18 de enero—, Jaime Sáez —«Y de
tu palabra y de tu silencio... ¿qué?», el 18 de enero—, Luis Escobar —«Genealogía y afanes
del director de escena», el 28 de enero—, Aron Cotrus —«La tragedia de Rumanía y lectura
de poesías», el 4 de febrero—, José María Aycart —«Paul Claudel, poeta dramático de la
catolicidad», el 11 de febrero—, Juan Zaragüeta —«Grandezas y miserias de la cultura
moderna», el 18 de febrero—, Federico Torralba —«La pintura moderna», el 25 de
febrero—, Luis de Sosa —«Ayer, hoy ¿y mañana?», el 10 de marzo—, Luis Morales Oliver
—«Lo temporal y lo eterno en San Ignacio de Loyola», el 10 de marzo—, Ignacio Bereciartúa
—«Ignacio de Loyola y el renacimiento», el 26 de abril—, William Lytle Schurze —«El arte
de vivir con extranjeros», el 22 de mayo—, José M.ª Navaz y Sanz —«La verdadera historia
de las sirenas», el 26 de mayo—, Joseph Baumgartner —«La coexistencia ¿en la línea del
Elba o en la del Oder?», el 28 de mayo—, y Gaston Karyla —«Momento político actual en
relación con el movimiento en pro de la unidad Europea», el 14 de julio. Durante el verano
se celebra el consabido Curso para extranjeros, pero entre abril y mayo se celebra un
cursillo sobre la situación espiritual de nuestra época en colaboración con la Dirección
General de Información con arreglo al siguiente calendario: 14 de Abril: Oswaldo Market,
«La encrucijada filosófica del presente»; 21 de Abril: Rafael Gambra, «Tendencias políticas
actuales»; José Villa Selma, «La literatura hoy»; Francisco Llavero, «La psiquiatría, ciencia
nueva» y Roberto Sumells, «El porvenir de la ciencia moderna».
En 1956 el Teatro de Cámara propondrá varias intervenciones con arreglo al siguiente
discurrir cronológico: el 12 de enero, «Influencia de la dramática española en Francia», por
José L. Villarejo con escenas de Las mocedades del Cid de Guillén de Castro, Reina muerta
de Montherlant y Reinar después de morir de Vélez de Guevara; el 13 de enero, «Eugenio
O’Neill», por José L. Villarejo con escenas de Donde está la señal de la Cruz de O’Neill; el
16-17de Febrero: Tennessee Williams y su obra El zoo de cristal por José L. Villarejo; el 16
de Marzo: «El realismo, el naturalismo, el expresionismo y el neobjetivismo» por José L. Villa-
rejo, con Casa de muñecas, de Ibsen, La más fuerte, de Strindberg y Anato, de Schnitzler; el
17 de marzo, «El simbolismo y el superrealismo», por José L. Villarejo con escenas de Sangre
verde, de Giovaninetti y El día Siguiente, de Rebello. El 6 de Mayo se representa En la ar-
diente oscuridad, de Buero Vallejo, en el Teatro Gran Kursaal. El 6 de mayo el Cuadro
Artístico representará también en el Gran Kursaal, Mister Beverly, de G. Berr y L. Ver-
neuil. El 13 de Junio el Círculo acoge la obra de Julien Green El Enemigo, protagonizada
por Adolfo Marsillach y Amparo Soler Leal. Las Horas Poéticas celebran la reunión nú-
mero XXXVII con un monográfico sobre la poesía de Juan Ramón Jiménez.
El calendario de conciertos de 1956 se desgrana como sigue: el 21 de enero, Blanca
M.ª de Seoane, soprano, Francisco Navarro, tenor, y Félix lavilla, piano; el 4 de abril, ci-
clo Centenario de Schumann, «Roberto Schumann y su significación en el romanticismo
175
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
musical», por Javier Alfonso con ilustraciones musicales; el 11 de abril, Cuarteto de Ins-
trumentos de Arco de Barcelona; el 18 de abril, Isabel Penagos, soprano, y Félix Lavilla,
piano; el 25 de abril Pedro Espinosa, piano; el 21 de junio, Coro Stella Maris; y por últi-
mo, el 13 de septiembre Jesús Cela, violín, y Federico Quevedo, pianista.
En el Quinto Certamen de Pintura Joven de febrero-marzo exponen Tapia, Gracenea,
Iza, Ruiz Balerdi, Munoa y otros. Los vencedores del Sexto Concurso de Floreros y Bode-
gones celebrado en julio son: A. Lazard, Maite Rocandio, Ana Marín y Ana María Parra.
Las exposiciones individuales tienen por protagonistas a Martínez Añíbarro, en enero, Al-
dazábal, en julio, y Florencio Ocáriz, en septiembre. Las esposiciones colectivas siguen
este orden cronológico: en mayo: Dos mil años de pintura china; en junio: Primera Exposi-
ción de Pintores Jóvenes; en agosto, Colectiva de pintores del Mediterráneo, y en septiembre:
Exposición de pintores catalanes y levantinos.
Curso 1956-57
176
Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
ro, y Roberto Balanzategui, contador, más 9 vocales: Agud, Álvarez y García-Bordell, Be-
reciartúa, Cuberta, González Vidaurreta, Redondo, Miralles, Ribera y Sagardia. El 29 de
abril se celebra la correspondiente misa anual en la iglesia de Santa María por los socios
fallecidos. El 10 de mayo se decide ignifugar urgentemente el salón de actos a propuesta
de Junta de Espectáculos, diligencia que faltaba y que motivó la suspensión de las proyec-
ciones de cine. El 5 de agosto, en un sutil cambio político, se decide recibir diario Madrid
y suspender la suscripción al Alcázar. En septiembre se sigue trabajando sobre el local con
idea de convencer al ministerio de Asuntos Exteriores para que lo ceda, pero, por si acaso,
se decide preguntar por el local del Instituto Previsión en la plaza de Guipúzcoa, que que-
dará muy pronto vacante.
En julio de1957 el profesor de euskera del Ateneo y sacerdote, Nemesio Echániz, es-
cribirá una carta a la Caja de Ahorros Municipal quejándose de que le aparten de su tra-
bajo de locutor de euskera en la radio como burda represalia: «Los cargos que se me im-
putaban eran que yo colaboraba en revistas de fuera y que había acudido a no sé qué
reunión». Echániz se defiende: «Todo este bollo se ha armado a raíz del asunto de la Li-
brería Easo, y por haber hallado en casa del Sr. Zapirain [otro ateneísta] unos números de
la revista literaria Euzko-Gogoa, editada en Bayona. La revista en cuestión es puramente
literaria y mis artículos no contenían nada que oliera a política. Tanto el Director de dicha
revista como yo, hemos estado con el Sr. Gobernador, a quien le hemos notificado las
gestiones que se hicieron en su día para publicarla aquí; y sólo después de ver la inutilidad
de las gestiones, se decidió su publicación en Bayona, costándole a su Director mucho
más cara su edición de lo que le hubiera supuesto aquí. La reunión a que Vd. aludió en su
entrevista, no sé qué clase de reunión será, toda vez que no se me precisó nada. Pero la
única que pudiera merecer tal apelativo de reunión, se celebró en Septiembre del año pa-
sado (tres meses antes de empezar nuestras emisiones). En ella tuvo una parte muy im-
portante la sección cultural y religiosa. Por eso acudieron a ella sacerdotes tan ponderados
como Don José Miguel de Barandiarán y otros que siguen ejerciendo sus cargos de párro-
co en Guipúzcoa y Vizcaya. Ninguno de ellos ha sido depuesto ni molestado. Y aquí viene
lo asombroso. Ha habido personas encarceladas y procesadas a raíz de este asunto. Ha ha-
bido sacerdotes citados a declarar. El único que no ha sido molestado ni por el Juzgado ni
por la Policía he sido yo. Sin embargo, todos los demás siguen en sus puestos. Solamente
yo he recibido la sanción más radical de ser desposeído de mi puesto». Y después de ma-
nifestar con viveza: «Un cura político es una estupidez; pero no confundamos los térmi-
nos. El defender la Justicia que se le niega a toda una sociedad por tantos años, no es po-
lítica. El disentir de una Autoridad que pisotea la Equidad y mantiene un régimen
completamente arbitrario e injusto, no es política. En esos casos el sacerdote no sólo pue-
de sino debe declararse de parte del pueblo y de la Justicia hollada». Echaniz finaliza su es-
crito pidiendo precisamente que se le haga justicia: «Si Vd. tiene alguna manera de pro-
barme que mis afirmaciones no son conformes con la realidad y que Vds. no han sido los
que han cedido a la presión injusta, me alegraré mucho de saberlo. También me interesa
saber en concreto de dónde ha partido la presión ejercida en mi caso. Todo ello me lo
177
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
puede manifestar por escrito, si hay lugar a ello» (Documentos de Euskararen Donostia
Patronatua, Ayuntamiento de San Sebastián, http://www.euskaraz.net/donostia/gorosti/
testuak/00079.htm). Y en carta al gobernador civil, de 8 de septimbre de 1957 Nemesio
Echániz le pone en conocimiento de los hechos y le amonesta para que cambie el estado
de cosas con el euskera: «Es una equivocación psicológica lamentabilísima el proseguir
permitiendo el uso del vascuence en una medida tan ridícula en los medios oficiales,
mientras diariamente estamos sufriendo horas enteras de emisiones en francés [...] Si no
hay todavía ninguna vía de comprensión entre nosotros, de comprensión mutua, la situa-
ción seguirá empeorando para ambos lados de la opinión». (Documentos de Euskararen
Donostia Patronatua, Ayuntamiento de San Sebastián, http: //www. euskaraz.net/ donos-
tia/ gorosti/testuak/00257.htm).
La actividad oratoria tiene en 1957 por protagonistas a Diego Antonio Casanova —
«Europa y sus torres cantantes», el 12 de enero—, Fernando Tobalina —«Paralelo entre el jo-
ven y el hombre maduro», el 25 de enero—, Pedro de Palol —«Problemas de la investigación
prehistórica en España», el 2 de febrero—, Juan Obiol —«Presencia y transcendencia. del
hombre en el arte moderno», el 2 de febrero—, Mariano de la Cruz —«Influencia de Freud
en el teatro contemporáneo», el 16 de febrero—, Mariano Arrazola —«La enfermera como
misión y como diversión», el 20 de febrero—, Federico Torralba —«El arte religioso cristiano
como medio y como fin», el 2 de marzo—, Luis Rey Altuna —«El concepto pacífico del Esta-
do a la luz de la Filosofía», el 8 de marzo—, Antonio Wurster —«Europa como pretexto», el
20 de mayo—, Pedro Maiza —«La teoría y la investigación social», el 22 de mayo—, José
Antonio Zarzalejos —«Reflexiones en torno a la crisis del Estado», el 24 de mayo. En cola-
boración con la Dirección General de Información, se desarrolla un curso titulado La no-
vela española en el momento actual que cuenta con las intervenciones de: Ignacio Aldecoa,
«Vagabundeo personal por la novela española», el 29 de abril, Miguel Delibes, «Nuestra no-
vela menor de edad», el 30 de abril, José Luis Castillo Puche, «Tendencias de la moderna
novela española», el 11 de mayo, y José María Gironella, «Experiencias psíquicas», el 11 de
julio. Entre agosto y septiembre tiene lugar el habitual Curso de Verano para extranjeros.
Las Horas Poética se toman vacaciones (forzadas) hasta 1962.
El Teatro de Cámara y ensayo ofrece las representaciones que siguen: Pigmalión, de G.
B. Shaw, los días 8 y 9 de febrero, y la conferencia, «Teatro norteamericano», por Villarejo,
con escenas de La máquina de sumar, de Elmer Rice, y La muerte de un viajante, de Arthur
Miller, asi como de la obra de Ruth y Augustus Goetz La heredera. La temporada de con-
ciertos se desarrolla con el concierto «Homenaje a la memoria del padre Donosti», por Tere-
sa García Piudo y la Coro Stella Maris, el 16 de marzo; y la conferencia-concierto titulada
«El vals y sus compositores», por Ángel Sagardia con ilustraciones al piano por el propio
conferenciante; a continuación viene el ciclo de Música Romántica con: «Romanticismo
musical: anhelo y nostalgia», por Gerardo Diego, con ilustraciones al piano, el 2 de abril; y
los conciertos de José Tordesillas, piano, el 4 de abril; Enrique Corre, cello, y Ramona
Sanuy, piano, el 11 de abril, y Dolores Pérez, soprano, y Purificación Cayuela, piano.
En el Sexto Certamen de Arte Joven, celebrado en marzo, exponen María del Carmen
178
Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
Urcola, María Paz Jiménez, Gracenea, Munoa, Rocandio, Montes, Pilar Salvador y Tapia,
entre otros. En el Octavo Certamen de Floreros y Bodegones, celebrado en julio, los pre-
miados son: Munoa, Lazard, Sarabia, Gracenea y María Pilar Salvador. Las exposiciones
individuales tienen como artistas invitados a Max Zielinski, en enero, James Weliman, en
junio, y Julio García, en julio. Las exposiciones colectivas se desarrollan como sigue: Pin-
tores abstractos españoles, en mayo, con Rafael Canogar, Francisco Farreras, Luis Feito,
Manolo Millares, Lucio Muñoz, etc...; Pintores españoles, en agosto, con Gallego Marqui-
na, Torrabadell, Castellanos, etc...; y Pintores catalanes y levantinos, celebrada en septiem-
bre.
Curso 1957-58
El primer acto del curso consiste en romper con la casa de limpieza El Espejo porque
no cumple bien con su cometido. En noviembre sale elegido concejal el socio José María
Aycart —abogado y polígrafo sobre temas vascos, miembro de la RSBAP, impulsó el tea-
tro y el cine-club dentro del Ateneo— después de que el Ateneo a instancias del goberna-
dor civil pidiera que se presentaran tres candidatos (el Círculo y Ateneo había presentado
a José María Aycart, Manuel Agud y Carlos Casla). En diciembre de 1957 se le sigue dan-
do vueltas a un boletín que no consigue ser resucitado. Prosiguen las clases de idiomas, re-
cordadas así por Ángel García Ronda: «En 1957-58 se impartían clases de cuatro idiomas
(venía haciéndose por lo menos desde 1947): francés, alemán, inglés y euskera, por orden
de concurrencia de alumnos. Era tan barata la cuota mensual para los socios, que aunque
sólo fuera por la posibilidad de acceder a esas clases, merecía la pena darse de alta. No me
acuerdo quién daba francés, pero eran profesores de los de más calidad de la ciudad» (Tes-
timonio remitido).
Las primeras conferencias las dan José Miguel de Azaola —«El Mercado Común Euro-
peo», el 7 de noviembre—, y Vicente Galbete, «El libro a través de la Historia», el 28 de di-
ciembre. En el Décimo Certamen de Paisajes Vascos, celebrado en diciembre, exponen:
Lesgues, Aldazábal, Martiarena, Ribera, Lazard, Munoa y otros. Los días 4 y 5 de octubre
se celebran las sesiones de teatro bajo el título «Teatro italiano», por José L. Villarejo, ana-
lizándose el teatro de Pirandello, Ugo Betti, Diego Fabri y Silvio Giovaninetti. El 29 y 30
de noviembre se representa Un amante en la ciudad, de Ercio D´Errico. Los días 20 y 21
de diciembre las sesiones se desarrollan bajo el signo del «Teatro Francés», por J. L. Villa-
rejo, con escenas de El Abogado Patelin, y se completan con Molière y su Tartufo, Ghelde-
rode y su Folial. El 14 de diciembre se celebra la conferencia-concierto titulada «La música
como arte al servicio de la cultura y perfección humana», por Juan Bernal, con ilustraciones
al piano por el mismo conferenciante. El cine-club, en la persona de Antonio Eceiza,
asiste a la creación de la Federación Española de Cine-clubs el 1 de noviembre en La Rá-
bida.
En abril de 1958 surge la idea de comprometer a la Diputación para llevar a cabo un
179
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1958-59
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Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
El curso comienza de manera catastrófica pues se recibe una comunicación del Admi-
nistrador de Propiedades y Contribución Territorial de Guipúzcoa con fecha de 10 de
noviembre de 1958 en la que insta al Círculo y Ateneo a que abandone el local en el plazo
de un mes. En la junta celebrada al día siguiente se decide responder al firmante del desa-
lojo señalando que es poco tiempo y que no se abandonará el local hasta que se agoten to-
dos los procedimientos. La junta del 19 de diciembre se reafirma en lo mismo y decide re-
cabar el apoyo del gobernador. Así pues, el Ateneo acusa el golpe, pero reacciona y, como
prueba de su determinación, prosigue impertérrito con sus actividades entre las que se en-
cuentran, hasta fin de año, de Rafael Castellanos —«El castúo, ese folklore desconocido», el
11 de noviembre—, José Miguel Azaola —«España y el Mercado Común», el 12 de no-
viembre—, Adolfo Muñoz Alonso (Director General de Prensa) —«Europa y su cultura»,
el 13 de noviembre—, Nemesio Echániz —«Unamuno, personalidad desbordada», el 11 de
diciembre—, y Filemón Arribas, «Castilla frente al Emperador», el 22 de diciembre. Del
27 al 29 de noviembre, el Teatro de Cámara representa, El bosque encantado, de James. B.
Barrie. El 5 de diciembre da un recital la coral Santa Cecilia. En el Undécimo Certamen
de Paisajes Vascos exponen, entre otros, Aldazábal, Ribera, Lazard, Bizcarrondo, López de
Maturana y Gracenea.
1959 se abre sin que se produzca ninguna novedad respecto al local. La programación
sigue su curso como si no hubiera ocurrido nada ni pendiese sobre la entidad una afiladí-
sima espada de Damocles. Prueba de ello es que se accede a la petición de Teresa Fagoaga
para dar clases de ballet en los sótanos abriendo así una nueva actividad que sumar a las
muchas que ya hay. Se baraja como posible sede, el recinto que ocupaba el antiguo Ateneo
encima del Pequeño Casino. Con fecha de 2 de abril se redacta un informe que recapitula
todas las vicisitudes sobrevenidas al Círculo y Ateneo con el local. Se consulta a una serie
de abogados que informan que el estar en precario no proporciona derecho alguno. Se
buscan los apoyos de la Diputación y del Ayuntamiento, sobre todo de este último, por-
que corren rumores de que se estaría planteando realizar una permuta con el ministerio de
Exteriores por la que éste recibiría unos terrenos en Amara a cambio de la que es sede,
nunca más provisional, del Círculo. Se toma la decisión de inscribirse en la Delegación
Provincial de Asociaciones y Federación de Círculos y Casinos para disfrutar de los bene-
ficios que eso reporta y obtener mayor cobertura de cara al desalojo.
Las conferencias se desarrollan con la participación de Mariano Ciriquiain Gaiztarro
—«Los arponeros vascos en la pesca de la ballena», el 17 de enero—, Manuel Cárdenas —
«Un viaje a Nueva-York» (con proyecciones), el 23 de enero—, el R. P. José Luis
Ansorena —«El problema de la libertad», el 23 de enero—, José de Arteche —«La crónica y
las aventuras de Juan de Areyzaga», el 7 de febrero—, el R. P. Juan Plazaola —«Panorama
del Arte Religioso Contemporáneo» (con proyecciones), el 14 de febrero—, Jesús Rodríguez
del Castillo —«El Miedo», el 21 de febrero—, José Miguel Iruretagoyena —«El Arte de la
abogacía, como fenómeno social», el 28 de febrero—, Evaristo Acevedo —«Los traperos de la
Literatura», el 14 de marzo (la reseña de El Diario Vasco anota las ácidas palabras del hu-
181
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
morista: « El humorismo es el máximo bicarbonato del alma para combatir la úlcera psi-
cológica de la tristeza»).—, Chumy Chúmez —«El sentido del humor de los españoles y el
humor negro», el 4 de abril—, José Navarro Latorre —«Teoría y práctica de la protección del
derecho al estudio», el 25 de abril—, José María Moreno Galván —«El surrealismo», el 9 de
mayo—, y el R. P. Jesús Remírez, «La unión de los Cristianos y el próximo Concilio Ecumé-
nico», el 23 de mayo. Se llega así al verano, época en la que se celebra el habitual Curso
para extranjeros.
La programación teatral se desarrolla con arreglo al siguiente calendario: 8-10 de febre-
ro, La cena de los tres reyes, de Víctor Ruiz Iriarte; 12-13 de febrero: «El tremendismo en el
teatro de hoy», por Villarejo con escenas de El armiño, de Anouilh, Lucha hasta el alba, de
Ugo Betti, y Dónde está la señal de la cruz de Eugene O´Neill; 5-6 de junio: El mago, de
G. K. Chesterton. No se celebra ninguna conferencia-concierto ni tampoco concierto al-
guno. En el Noveno Certamen de Pintura Joven exponen, entre otros Fagoaga, Lazard,
Gracenea, Isasi, Contreras, Bizcarrondo, Esteve y M.ª Pilar Salvador. Tampoco se celebra
el Certamen de Paisajes Vascos pero si el Décimo de Floreros y Bodegones en el que salen
premiados Ana María Parra, José Gracenea y Jesús Gallego. Las exposiciones individuales
corren a cargo de: Santana, en junio, Chiapuso, en julio, y Torrabadell, en septiembre. Se
celebran igualmente dos exposiciones colectivas: Esmaltes artísticos y orfebrería religiosa, en
abril, y Pintores Selectos, en julio y agosto.
Los años 60 comienzan con un torpedo bajo la línea de flotación del régimen del na-
cional-catolicismo, el concilio Vaticano II —celebrado en 1962—, que supone el aggior-
namento de la iglesia en materias como la teología o la liturgia y que significa la apertura
de la Iglesia hacia los seglares y hacia el mundo, en lo que se denominará el ecumenismo,
así como a lo que se podría llamar una cierta política social —de pronto parece que había
pobres que sufrían por causa de la justicia (en 1967 Pablo VI emitirá la encíclica Populo-
rum Progressio para fomentar el desarrollo de los pueblos deprimidos)—, es decir una
vuelta hacia las bases sociales en detrimento de la jerarquía, lo que fomentará la aparición
de curas progres —muchos se harán obreros— que inculcarán en los jóvenes la necesidad
de una toma de conciencia social que muy pronto se hará política. No se quiere decir con
esto que la España de Franco fuera a entrar en bancarrota sino que en medio de aquel erial
aparecía una forma de reunirse para reflexionar sobre la ausencia de libertades y de justicia
social que abriría las mentes hacia otra forma de organizarse más política o, cuando me-
nos, para contestar el régimen. Por una de esas bromas de la historia, el concilio Vaticano
II coincide en fecha con el llamado contubernio de Munich, la reunión de gentes de la
oposición política que lanzaría un manifiesto pidiendo el fin del régimen franquista. Aca-
bada la reunión sería detenido —cuando regresó a España, claro— el visitante y conferen-
ciante ocasional del Ateneo José María Busca Isusi, gran experto en temas gastronómicos.
182
Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
Franco no se inmutó, lejos de eso reprimió con dureza la huelga de los mineros astu-
rianos en 1962. El coronel que presidía el juicio a uno de los huelguistas dijo: «Parece
mentira, con la limpieza de comunistas que hemos hecho y todavía queda raíz». Y para
podarla un poco más, en 1963 Franco ejecutaba al comunista Julián Grimau y a los anar-
quistas Francisco Granado y Joaquín Delgado. También es verdad que como consecuen-
cia de las huelgas pro-amnistía de 1960, el régimen tuvo que soltar a muchos presos polí-
ticos. Los tiempos estaban cambiando, como cantaría Bob Dylan, ¡y de qué manera!
Seguramente a lomos de la bonanza económica mundial, por primera vez en la historia los
jóvenes saltaban al primer plano imponiendo sus gustos musicales y su forma de vestir en
tanto que consumidores con poder adquisitivo —así los consideraban las industrias musi-
cal y de la moda— pero este fenómeno desbordó muy pronto el ámbito consumista y me-
diante un efecto de retroalimentación situó a los jóvenes como protagonistas de una nueva
era. Sentirse como sujetos a parte entera implicaba hacerse sitio en la sociedad de los ma-
yores por la vía de contestarlos y arrumbar sus valores, unos valores que se consideraban
anticuados y contrarios a una libertad que empezaba a buscarse y reivindicarse obsesiva-
mente. La comercialización de la píldora dio alas a la libertad sexual porque significaba un
contacto completo y sin intermediaciones profilácticas permitiendo de paso el cuestiona-
miento tradicional de unas relaciones sexuales que buscaban únicamente la procreación y
la consolidación de una familia que de esta manera entraba en crisis. Con la liberación se-
xual vendrían también el derrumbamiento de otros tabúes y la exploración de los paraísos
artificiales.
A España todo esto llegaría de manera limitada hacia finales de la década de los 60 pe-
ro la apertura al mundo y a lo que en el mundo se hacía fue un hecho irreversible desde
que la televisión comenzó a extenderse de manera masiva. Para el régimen la posesión de
un aparato de TV suponía un signo de progreso, o, lo que es lo mismo, un triunfo de or-
den económico en aquella España de los Planes de Desarrollo, por lo que se impuso como
una labor de Estado llevar la TV a los pueblos más recónditos organizando, llegado el ca-
so, los famosos tele-clubs, locales donde podían disfrutar de la programación colectiva-
mente quienes no podían pagarse un aparato. Y, claro, por la televisión —y como efecto
secundario o perverso de aquella modernización perseguida a ultranza— llegaban la músi-
ca y los escándalos de los Beatles o los Rolling —magnificados por la poderosísima indus-
tria discográfica que estaba poniendo un pie en la edad de oro: todo para la música y la
música para todo—, el movimiento hippie, la guerra de Vietnam y las manifestaciones en
su contra, las luchas por los derechos civiles y los asesinatos de Martin Luther King y de
John Kennedy, los movimientos estudiantiles con el paroxismo de Mayo del 68, el Che
Guevara y la Primavera de Praga abortada por la invasión de los tanques soviéticos, pero
también la pintura pop, la minifalda y la psicodelia, en suma un mundo nuevo que cho-
caba con el rastacuerismo de la España imperial y las constricciones de la libertad en cam-
pos como la política y la moral pero también en el de las costumbres. Irrumpía una clase
de ocio desconocida hasta entonces, la discoteca, que hizo furor incluso en Donostia con
los desmadres cotidianos del Parisién y del Tiffany´s. En la prensa de la época ocupa un
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
lugar relevante la guerra de Vietnam —la primera y la única guerra televisada—, no me-
nos que la carrera espacial, la escalada atómica, los conflictos post-coloniales de África y la
situación del Oriente Medio, con las invasiones del ejército israelí.
España entraba en una época de bonanza económica debido no sólo a los Planes de
Desarrollo —para algunos una cortapisa al desarrollo liberal más genuino— sino a la emi-
gración, que suponía quitarse parados de encima convirtiéndolos en una fuente de divisas,
y a un turismo que descubría no sólo un sol barato sino un país atrasado que les permitía
realizar una suerte de viaje en el tiempo hacia lo que sus países fueron 40 años antes. San
Sebastián hacía lo que podía por recuperar el retraso y lo hacía como lo había hecho en
sus mejores tiempos, desarrollando el sector servicios al amparo de la hermosura de una
ciudad que no cambiaba porque todo lo que no fuera enseñable lo relegaba a un patio tra-
sero que crecía de manera descontrolada creando auténticas colmenas en Alza, Roteta o
Bidebieta, para acoger a una población obrera atraída —fueron años de inmigración—
por una industria de mediano tamaño que crecía regularmente.
En el terreno cultural, las ansias de libertad se plasmaban en distintas tertulias y en una
proliferación de actividades de toda índole. La Ley de Prensa de 1966 redactada por Fraga
supuso una tímida apertura hacia una información con las menos cortapisas. San Sebas-
tián no era una ciudad universitaria, aunque en 1967 se inaugura la Facultad de Derecho
dependiente de Valladolid que viene a sumarse a la ESTE y la EUTG así como a la Es-
cuela Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad de Navarra, pero sus jóvenes
—el acceso a los estudios superiores ya no era una cuestión de élites— se beneficiaban del
contacto con otras realidades, realidades que traían en sus relatos a su regreso o durante las
vacaciones permitiendo un intercambio muy positivo y favoreciendo la circulación de
ideas. Los partidos y sindicatos —entre los que ocupa un lugar destacado y heroico CC
OO, tanto por las luchas que impulsa como por su forma de entender la organización de
la clase obrera en fábricas y tajos— se estaban fortaleciendo en la clandestinidad y lanza-
ban distintas iniciativas irrumpiendo puntualmente todos los primeros de mayo y los Abe-
rri eguna en manifestaciones que eran reprimidas con el habitual ensañamiento. Se acen-
tuaba el sentimiento de pertenencia al llamado Pueblo vasco en amplios sectores que no se
consideraban propiamente nacionalistas sino que valoraban sus raíces y creían que la lucha
contra Franco debía ir acompañada de una reivindicación de lo propio, sobre todo cuando
lo propio había sido machacado durante tanto tiempo. El sector ultra de esta forma de
entender la lucha por las libertades llevaba agrupado desde 1958 en esa pesadilla llamada
ETA que cometerá su primer asesinato el 7 de junio de 1968. Un año después, el 21 de
julio de 1969, el hombre pisaba la Luna.
Curso 1959-60
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Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1960-1961
Comienza el curso con más reparaciones del local y con la compra de armarios para la
biblioteca. Se presentan a las elecciones municipales, por orden gubernativa, José Berruezo
y Manuel Agud. El 30 de diciembre se adquiere un aparato de TV. Las conferencias co-
rrespondientes al trimestre las imparten el Barón Jean De L´Espée —«La traversée du Pa-
cifique par La Clave del Sol»(con proyecciones de un film y diapositivas en colores), el 5 de
noviembre—, Edmundo Viennaeuser —«La Louveterie y la caza mayor» (en francés y es-
pañol), el 12 de noviembre—, Rafael A. Arnanz —«El genio expresivo español y Federico
García Lorca», el 19 de noviembre—, y José Miguel de Azaola, «Europa ante la independi-
zación de los pueblos coloniales». En estos inicios del curso se programan una conferencia-
concierto: «Cancionero carlista de las tres guerras», el 29 de octubre, por Bonifacio Gil Gar-
cía, con ilustraciones musicales grabadas en cinta magnetofónica por los Coros de Radio
Nacional de España; y tres conciertos: Luis Izquierdo y Ángeles Rentería, pianistas, el 26
de octubre; la Coral Santa Cecilia, el 23 de noviembre; y concierto de Navidad por el Co-
ro Stella Maris, el 23 de diciembre. El 3 de noviembre tiene lugar un recital de Poesía Jo-
ven con Ortiz Estevez, Olasolo Tabares, Romualdo Salcedo y Méndez Borra.
En 1961, prosiguen los arreglos en la peluquería y en la terraza. A petición del gober-
nador, el Círculo y Ateneo presenta, en marzo, como candidatos a diputados a Manuel
Agud y Joaquín Aristizabal. El 29 de marzo se informa a la Junta de la concesión de la
Medalla Goethe, por el Instituto de la Universidad de Munich, al profesor de alemán del
Círculo, Juan Jesús Gómez Segura. Respecto al local se insiste ante la Diputación y el
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Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
Ayuntamiento para que mejoren el edificio y cobren una renta al Círculo y Ateneo. Se de-
sempolva la vieja idea de convertirlo en Casa de Cultura o Casa de los Colegios Oficiales.
Y como lo cortés no quita lo valiente, se sigue con la programación invitando a los confe-
renciantes Pedro Rocamora —«Velázquez eterno», el 12 de enero—, Nemesio Echániz —
«La ruta de los héroes», el 26 de enero—, Onofre Masse —«La tauromaquia en el País Vas-
co», el 11 de febrero—, José de Arteche —«La biografía y su secreto», el 18 de febrero—,
Juan José Peña Ibáñez —«La guerra de Secesión 1861/1865», el 25 de febrero—, Jesús Ro-
dríguez del Castillo —«Los sueños y sus misterios», el 4 de marzo—, Carlos Caba —«Varia-
ciones sobre un fenómeno lírico española: el cante», el 11 de marzo—, José Montoro —
«Benjamín de Tudela (precursor de Marco Polo) 1127/1180», el 18 de marzo—, el R. P.
Juan B. Olaechea —«El próximo Concilio, esperanza de la Cristiandad», el 23 de marzo—,
Ignacio Mendizabal —«Abril en Portugal», el 27 de abril—, Ángel de la Iglesia —
«Literatura y sociedad», el 29 de abril—, Gabriel Celaya —«La poesía real», el 6 de mayo—
, José Luis Bengoechea —«Impresiones de la Feria de San Isidro», el 27 de mayo—, Luis
Michelena —«El País Vasco y su lengua», el 29 de julio—, Julio Caro Baroja —
«Interpretaciones etnológicas en la Historia de España», el 10 de agosto—, el R. P. Juan
Zaragüeta —«La crisis del humanismo», el 11 de agosto—, y Jaime Oliver Asín, «Acción,
lugar y tiempo en el Quijote», el 12 de agosto. El Curso de Verano consigue su éxito
habitual.
Por lo que respecta al teatro se producen las siguientes intervenciones: la representa-
ción de Tres Juanes Pérez, de José Luis Villarejo, obra finalista en el Concurso Tirso de
Molina, que fue representada en el Teatro Español, el 13 de febrero, y en el teatro Victo-
ria Eugenia de San sebastián el 27 de abril, en el salón Iparraguirre de Tolosa, el 9 de ju-
nio, y en el salón Iparraguirre de Andoain, el 30 de Junio; el 21 de julio, La sangre de
Dios, de Alfonso Sastre y ¡Madre, el drama padre! De Jardiel Poncela. Se programan dos
conferencias-concierto, una el 15 de marzo: «A1béniz y Falla en la música española», por
Fernando López y L. de Tejada, con la colaboración de Eduardo L. Chávarri-Andújar,
pianista, y otra del 22 al 24 de abril sobre «La canción española contemporánea», por Anto-
nio Fernández Cid, con la colaboración de María Teresa Tourne, soprano, y Carmen Dí-
ez Martín, pianista. El 3 de agosto da un concierto el Coro Stella Maris. No hay certamen
de Pintura Joven, pero sí de Floreros y Bodegones, que es ganado por Juan Francisco Vi-
llagarcía, Javier Arocena y Miguel Ubillos. En agosto se celebra el Primer Salón de Verano
con Maturana, Ana María Parra, Martiarena, Esteve, Bizcarrondo, Cortés, Valverde, Al-
dazábal y otros. De agosto a septiembre se celebra la exposición colectiva Óleos y Acuarelas
con Pous Palau, Robert Lesgues, Juan Torrabadell y Jesús Gallego.
A lo largo de 1961 se producen una serie de eventos en colaboración con distintos co-
lectivos: el 1 de enero, Las pequeñas tragedias de Braulio, Drama original de Gallástegui,
interpretado por el actor Pío Fernández Cueto; el 3 de marzo: Teatro de marionetas (con
diálogos en alemán), organizado por el Círculo Alemán; y los días 13 y 14 de mayo, el
Festival de Ballet Infantil, presentado por la Academia de Ballet del Circulo Cultural y
Ateneo Guipuzcoano con la colaboración del Guiñol de Colorín.
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1961-62
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Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
tas José María Bellido, Carmen Carretero, Santiago Aizarna, Elvira González y Aurelio
Cuadrado.
Las conferencias-concierto programadas para lo que resta del curso son dos, «La lírica
del Quijote y Sancho Panza», el 22 de marzo, por Pedro Echevarría Bravo, con ilustracio-
nes musicales grabadas en cinta magnetofónica por un coro de Flechas de la Sección Fe-
menina de Santiago de Compostela; y el 6 de agosto, «La canción española», por María
Nevada, soprano, y Ramona Sanuy, piano. Tienen asimismo lugar los conciertos de la
Orquesta de Cámara de Guipúzcoa, bajo la dirección de Miguel H. Asiain, y el Quinteto
de Cámara , Primitivo Azpiazu, flauta, Eduardo H. Asiain,violín, Luis Antín, viola, J. Ma-
ría Leceta, chelo, y María Milagros Azpiazu, arpa, el 8 de febrero; el Trío Clásico de San
Sebastián, Belén Aguirre, violoncellista, Ignacio Gurruchaga, flauta, y Jesús M.ª Corral,
piano, el 17 de marzo; Concierto-homenaje a Claude Debussy, el 12 de mayo, con moti-
vo de su centenario, por Eduardo López Chávarri-Andujar, piano; Eduardo Albistur,
guitarra, y Nélida de la Paz Albistur, poetisa, el 23 de mayo. El 16 de junio se celebra el
Festival de Ballet Infantil presentado por la Academia de Ballet del Círculo Cultural y
Ateneo Guipuzcoano dirigida por Teresa Fagoaga.
Programación teatral: 28 de enero en el Teatro Principal y del 1 al 3 de febrero en el
local social, Fuenteovejuna, de Lope de Vega, en versión de Cámara; 27 de marzo, Día
Internacional del Teatro: justificación del acto, lectura del mensaje de Jean Cocteau,
guión explicativo y dirección de José L. Villarejo, con la colaboración del Coro Femenino
Stella Maris; Nuestra ciudad, de Thorton Wilder (en el Teatro Principal, el 1 de abril, y en
el local social del 5 al 7 de abril); y 20 de julio, La encantadora familia Bliss, de Noel
Coward, representada en el Teatro Gorriti de Tolosa. En el Noveno Certamen de Pintura
Joven celebrado entre marzo y abril expone en solitario Rafael Ruiz Balerdi; en el Undé-
cimo Certamen de Floreros y Bodegones, celebrado en junio, resultan ganadores: Juan
Francisco Villagarcía, Javier Arocena y Miguel Ubillos. En julio se celebra el Segundo Sa-
lón de Verano con Aldazábal, Amabla Arias, Bizcarrondo, Esteve, Villagarcía, Gastón
Majarenas, Noriega, Tapia, Tomasso, Wellmann, entre otros; en agosto tiene lugar la
muestra colectiva Pintores Mallorquines.
Curso 1962-63
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
los poemas de los finalistas Gulpuzcoanos del Premio Guipúzcoa de Poesía 1962: Mauro
Fernández de Armiño, José Luis Gilaberte y Ezequiel Seminario. Se celebran dos con-
ciertos, uno el 30 de noviembre, a cargo de la Coral Santa Cecilia, dirigida por Ignacio
Goñi, y otro el 22 de diciembre, que no es sino el Concierto de Navidad, con la interven-
ción del Coro Stella Maris dirigido por M.ª Angeles Usoz. En el Decimotercer Certamen
de Paisajes Vascos exponen Agustín Alba, K. Walter, Aldazábal, Ullmann, Gracenea, Ri-
bera, Manuel J. García, F. de Valderrama, Noriega, Lazard, Arocena y Murua entre otros.
El acta del 18 de enero de 1963 recoge una lacónica admonición: «Que se estudien las
necesidades de instalación en un futuro local para presentarlo, en su día, si fuera preciso»
(Acta 296). Dentro de ese laconismo se esconde una mezcla de temor e imprevisión un
tanto suicida habida cuenta de la situación real de desahucio que pesa sobre el Círculo y
Ateneo. Imprevisión que se traduce en un extemporáneo ataque de optimismo pues la
Junta cree que aún estarán un año más por lo que se deciden a seguir acometiendo obras
de acondicionamiento y reparación. Se parece un poco a la política del avestruz y tal vez
de la cigala que no piensa en guardar dinero para los tiempos de verdad difíciles.
Al margen del Ateneo, pero en su condición de integrante del mismo pues en lo suce-
sivo tratará de implicar a la entidad en el proyecto, Manuel Agud participa en la primera
comisión creada para impulsar la Universidad vasca en San Sebastián: «Desde 1963, una
comisión (creada por Ignacio M.ª Barriola, presidente de la Asociación Católica de Padres
de Familia de Guipúzcoa, e integrada por Francisco Yarza, Manuel Agud, Carlos Santa-
maría, Juan Amorós y Ricardo Olaran) pedía una universidad guipuzcoana. Sus promoto-
res comenzaron reclamando el establecimiento de una escuela de Arquitectura en San Se-
bastián, para después pensar en facultades de Físicas, Políticas, Filosofía y Letras, etc.
Incluso en agosto de 1966 solicitaron la restauración de la Universidad de Oñate como
Universidad de Guipúzcoa, con la orientación humanística y jurídica que le había caracte-
rizado en el pasado, pero sus gestiones no dieron resultados. Aunque a partir de septiem-
bre de 1966 el Gobierno se mostró más receptivo a la posibilidad de establecer algún cen-
tro público de estudios superiores en Guipúzcoa —hasta entonces se había cerrado en
banda, facilitando la ya mencionada expansión de Deusto y Navarra—, la reclamación de
una universidad propia fue reiteradamente desoída. Pero, inasequible al desaliento, la co-
misión se transformó en agosto de 1967 en el Patronato Pro Estudios Superiores Oficiales
de Guipúzcoa, continuando su labor en los años siguientes» (Historia de la UPV/EHU,
1980-2005, p. 45).
Curso 1963-64
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Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
ciones que habrían puesto. El 4 de diciembre la Junta se entera de que Información y Tu-
rismo construirá un edificio de 8 plantas en el solar de Andía 13 tras la demolición del
edificio que venía ocupando el Círculo y Ateneo, la buena noticia es que el Ateneo será
realojado por fin en la nueva edificación que será terminada en dos años. Todo ha sucedi-
do a petición de boca de la postura más posibilista y al parecer se ha impuesto la solución
más satisfactoria dado que supone los menores gastos aunque, como se verá, no fue la
mejor a largo plazo debido a que no se escarmentó y no se adoptaron las medidas necesa-
rias para ponerse al abrigo de la situación de precario que había impedido vincularse al lo-
cal que ocupaban y que seguirá impidiéndolo en el futuro. La realidad inmediata es que
deben recoger los bártulos y abandonar el edificio a toda prisa. El 9 de diciembre se cons-
tituyen distintas comisiones de desalojo y mudanza que comienzan por plantearse la de-
volución al Ayuntamiento de las butacas del salón de cine y, al museo de San Telmo, de
las obras que les dejó en préstamo. Mientras duran las obras y se establece una situación
de interinidad por no decir de itineridad se ve comprometido el futuro del Coro Stella
Maris, de la Academia de Ballet, de la Federación de Ajedrez, del Teatro de Cámara y de
los profesores de idiomas.
El 7 de enero de 1964 la Junta interesa al consistorio para que les deje ocupar las de-
nominadas Salas Municipales de Arte en los bajos del Ayuntamiento. Y desde el naufragio
se lanzan mensajes de SOS a los distintos Ateneos de España. El 21 de enero la directiva se
da por enterada de que el Ayuntamiento ha ratificado el permiso para ocupar los salones
arriba indicados pero sólo podrán ser utilizados como secretaría y biblioteca y no para es-
tancia de socios ni recreos. Las sesiones de cine se desarrollarán en el edificio de Sindica-
tos. Todo irá bien hasta el verano en que se produce cierta colusión de intereses. En efec-
to, la organización del campeonato del mundo de ciclismo que se celebrará en San
Sebastián en 1965 reclama el uso de los locales que ocupa el Círculo y Ateneo, pero todo
se resolverá y no habrá nueva mudanza. Con todo, el 25 de agosto la directiva tiene que
reunirse en la Sala de Juntas de la Diputación y allí acuerda subir la cuota a 40 pts. desde
el 1 octubre de 1964.
El 31 de enero de 1964 la Junta toma conocimiento del accidente sufrido por el presi-
dente del Círculo y Ateneo Leandro Martín-Santos en el que fallece su hijo Luis y que
sume a la entidad en el dolor y la consternación. La Junta decide encargar un retrato del
presidente.
En marzo sale elegido diputado el candidato Santiago San Martín, presentado por el
Círculo y Ateneo. En acta del 21 de abril se recoge la propuesta lanzada al Ayuntamiento
de poner el nombre de Gregorio Marañón a una calle de la ciudad: «En atención a que el
ilustre pensador español, dr. Gregorio Marañón, inauguró con una conferencia magistral
el Ateneo Guipuzcoano en julio de 1926 y en varias ocasiones prestigió con su docta pala-
bra la Tribuna del Círculo Cultural, y habiendo además exaltado en algunos de sus escri-
tos a nuestra ciudad de San Sebastián en la que residió durante muchas temporadas vera-
niegas» (Acta 310). Sea o no a causa de la demanda, el doctor Marañón tendrá finalmente
su calle en Donostia desde el 14 de julio de 1971.
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
El 11 de febrero, García Blanco da una lección sobre Unamuno con la que se inaugu-
ran los nuevos locales. Le siguen en el estrado, Busca Isusi, el 28 de febrero, Javier de Lo-
renzo, el 18 de marzo, Juan Becerril, el 31 de marzo, y el R. P. Elizalde el 10 abril. Se or-
ganiza un ciclo sobre Unamuno en el que participan Horno Liria, el 11 de mayo, Azaola,
el 22 de mayo, y Santa María, el 29 de mayo. El Teatro de Cámara actúa los días 24 y 25
de abril.
Sin sufrir trastorno alguno, el XIII Curso de Verano tiene lugar del 21 al 31 de agosto
con 47 alumnos de diferentes países de Europa. José Berruezo leerá la conferencia de clau-
sura que lleva por título «La brujería en el País Vasco» y cuyo sumario reza: 1) Lo que ha-
bía tras ella: ignorancia y sensualidad, 2) Lo que se creía que había: Demonolatría y delin-
cuencia, 3) La pasión de los jueces y la irreflexión del vulgo mantienen el mito, 4) Cuando
en el Tribunal del Santo Oficio se conjugan la Caridad y la Razón, desaparece la brujería
como fenómeno social, y 5) Pero la superstición continúa. Del 8 al 22 de agosto se celebra
una exposición de artistas zaragozanos.
Curso 1964-65
Curso 1965-66
En la reunión de octubre se decide que hay que organizar las actividades plásticas con
arreglo al siguiente calendario: Premio Ateneo, en febrero, Exposición de Noveles, en
abril, Floreros y bodegones, en junio, Paisaje vasco, en octubre, y Christmas en diciembre.
La junta celebrada en noviembre informa de que ya se ha adquirido papel para el Boletín.
En la del 30 de noviembre se pide que se reanuden las clases de idiomas y en la del 17 de
diciembre se toma el acuerdo de que los locales sean inaugurados el 21 del mismo mes. Se
prepara un nuevo reglamento que contempla la admisión de socios a partir de los 19 años
y la renovación de la Junta cada dos años mediante elecciones, para lo cual la Asamblea
General elegirá los vocales que a su vez votarán al presidente, todo esto como resultado de
la necesaria adaptación a la Ley de Asociaciones recién entrada en vigor. El 27 de diciem-
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Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
bre la directiva levanta acta de que el coste final del mobiliario asciende a las 614.935, 50
pts.
El 11 de enero de 1966 se aprueba la colocación del reloj sobre la puerta que da acceso
al pasillo de la sala de lectura y servicios. El 1 de febrero se lanza una invitación a que los
socios suscriban el Bono Amortizable de Ayuda para sufragar unos gastos de mobiliario
que muchos estiman suntuario, lo que provoca ciertas tensiones internas. Hay dos tipos
de bonos: a fondo perdido o reintegrables en 4 años a partir de junio de 1967. Arbide
manifiesta: «Tanto el cuadro, como el marco, deben estar en consonancia», obviando la
carestía del mobiliario y anteponiéndole la necesidad de dignificar una sede como la del
Círculo y Ateneo. Tras agrias discusiones los socios en conjunto deciden afrontar los gas-
tos. Ese mismo día cesa de profesor de euskera Nemesio Echániz, y Agud informa sobre el
Curso de Verano. Las conferencias programadas son: Tellechea Idígoras, 23 de marzo,
Bello Portu, 10 de mayo, Rodríguez del Castillo, 17 y 30 de mayo. Rodríguez del Castillo
cede generosamente sus honorarios para los bonos a fondo perdido. Previsiones de calen-
dario aparte, el curso se inaugura, en realidad, con Juan del Rosal que da una lección so-
bre Ganivet el 3 de marzo. El 5 de mayo se celebra un coloquio sobre Europa y Jesús Ro-
dríguez del Castillo organiza un coloquio sobre el tema «Clases sociales, reivindicaciones y
poder», los días 30 de mayo y 13 de junio. El 7 de junio se celebra un recital poético de la
obra de Antonio Machado a cargo de Carmen Sáenz-Alonso, Dionisio Salamanca y Víctor
Valverde bajo la dirección de Alberto González Vergel.
El 22 de febrero se realiza una visita al gobernador civil para saber por qué no se han
recibido, con la consiguiente aprobación, los estatutos que se le sometieron. Más adelante
se sabrá que no cumplían ciertos requisitos. En la Junta del 8 de marzo se recogen las
quejas de un grupo de socios que el acta correspondiente registra así: «[Se da] a continua-
ción lectura de los escritos presentados por varios socios en los que exponen sus quejas so-
bre la actuación de la junta directiva y solicitan, entre otras cosas, la celebración de una
Asamblea General». La cosa huele a conflicto generacional: los jóvenes estarían llamando a
la puerta para poder acceder a unos cargos directivos que venían siendo ocupados desde
hace muchísimos años por las mismas personas. Para alguno de los que vivieron aquello se
trataba sólo de poner por delante la posibilidad de elegir los cargos directivos según con-
templaba la reciente Ley de Asociaciones, es decir, de hacer valer el derecho al sufragio,
pero, a la postre, lo que ocurrió fue que se renovaría completamente la Junta, aunque en
dos fases.
Como el Ateneo todavía no tenía aprobados sus estatutos de acuerdo con la nueva Ley
de Asociaciones, la directiva se planteaba la cuestión formal de cómo dar curso a la peti-
ción de los socios sin incurrir en el incumplimiento de la ley, pero el delegado de Infor-
mación y Turismo que solía acudir a las reuniones en calidad de… informante de la supe-
rioridad les dijo que bastaba con solicitar por los cauces adecuados la convocatoria de una
Asamblea General Extraordinaria. Se celebran por fin elecciones el 28 de abril y la nueva
Junta queda como sigue: Martín-Santos, Arbide, Berruezo, Ruiz Feliú, Balanzategui,
Agud, Cuberta, Bereciartúa y Ribera, en tanto que mitad que permanece, y Santiago Ai-
193
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
zarna —escritor y periodista—, Luis de Arriaga, Ángel García Ronda —escritor e inmi-
nente hombre político—, Santiago San Martín, Miguel María Martín, Jesús Rodríguez
del Castillo —médico y escritor guipuzcoano—, Carlos Roos, Blanca Sanz y Dolores Ca-
si, en tanto que mitad entrante. Posteriormente, el 27 de octubre, se celebrarán nuevos
comicios para sustituir a los nueve primeros de la lista de permanencia y saldrán elegidos
Javier Bello Portu —director de orquesta y compositor—, Francisco Lachica, Mercedes
Sáenz de Alonso —periodista y escritora, directora de las secciones literarias de Radio San
Sebastián y de Radio Nacional de España—, Carlos Ribera, Fermín Tardio, Valentín
Monreal, José Berruezo, Javier Arbide y Pedro Carasa. La junta elegirá como presidente a
Javier Arbide. Ángel García Ronda especifica el carácter democrático de aquellas eleccio-
nes de verdad, las primeras que se daban en la institución: «Cuando, después de muchos
años, hubo elecciones democráticas (avant la lettre de las políticas, y fue elegido presidente
Javier Arbide, el continuo presidente Leandro Martín-Santos —a quien hay que agradecer
la resurrección del Ateneo, bajo el nombre de Círculo Cultural en 1944— estaba ya muy
decaído física y anímicamente, tras la muerte en accidente de su hijo Luis» (Testimonio
remitido).
El 14 de marzo se celebra una exposición de publicaciones de la UNESCO con confe-
rencia preliminar de Azaola. El 12 de abril el gobernador devuelve los estatutos para que
se incluya un artículo que establezca: «Para la práctica de los deportes, la asociación cons-
tituirá una sección para cada uno de los que se practique, las cuales quedarán sujetas al ré-
gimen de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes» (Acta 341), la aproba-
ción definitiva de los mismos se realiza a primeros de mayo. Los días 19 y 20 de mayo
actúa el Teatro de Cámara. El 8 de junio la Junta prohíbe que se cocine en el bar. Los do-
nostiarras no podían, al parecer, dejar de convertir en sociedad gastronómica cualquier lu-
gar de esparcimiento, como lo demuestra la airada protesta de un socio, emitida meses
después, por no permitir que se guise o que el bar dé platos: «La atracción de los socios
necesita esta instalación sobre todo en verano. Durante muchos años habrá cada vez me-
nos ateneístas porque la labor intelectual, desgraciadamente, está siendo un fracaso;
mientras vengan los conferenciantes que vienen y se proyecten y se den las obras teatrales
que se dan y se hagan las cosas que hasta ahora se han hecho, pues cada vez tendrá menos
gente, porque cada vez habrá más elemento recreativo y menos elemento intelctual» (Acta-
separata de 5 de diciembre de 1966).
El Círculo y Ateneo se adhiere al acto de homenaje a Chillida celebrado el 14 de mayo.
El 31 de mayo se aprueba el acto propuesto por la delegación de Información y Turismo
que Juan Guerrero Zamora y 4 intérpretes más dedicarán a Valle-Inclán. El Coro Stella
Maris da un concierto el 23 de julio. El XIV Curso de Verano se cierra con un déficit de
5.837,75 pts.
Curso 1966-67
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Capítulo VI. El Círculo Cultural y el Ateneo Guipuzcoano (1952-1967)
Comienza el año lectivo con las clases de francés y euskera, como si de un colegio se
tratara. En la reunión del 30 de septiembre se acuerda pedir una conferencia nada menos
que a Jean Paul Sartre (ni que decir tiene que nunca se celebrará) y se programan los si-
guientes actos: concierto del Coro Stella Maris en noviembre más una conferencia-
concierto coronada por un recital de violonchelo por Varkos, y un tercer concierto en el
que actuarían los hermanoa Aspiazu al arpa y la flauta. La delegación Información y Tu-
rismo propone la actuación del Cuarteto de Cuerda de la Orquesta de RTVE, y se acepta
la oferta.
El hecho más sobresaliente del trimestre es la dimisión de la Junta. Pero ni eso impide
que el 29 de noviembre comience la tertulia literaria el Libro del Mes con la novela Olvi-
dar Palermo, presentada por Jesús Rodríguez del Castillo, actividad que se hará fija. El 26
de diciembre se celebra una reunión de todos los centros culturales de San Sebastián a la
que el Ateneo lleva las siguientes propuestas: 1) Procurar que no coincidan las fechas de
las actividades, 2) Elaborar y comunicarse la programación mensual, 3) Reunir esfuerzos
entre dos o tres entidades para determinados actos y 4) Colaboración entre todos para or-
ganizar uno o dos ciclos anuales de calidad. Iniciativas que no parecen plasmarse en reali-
dades concretas. A lo largo de este trimestre se sucederán los conferenciantes Jesús Rodrí-
guez del Castillo —«¿Debe ser politizada la literatura?», el 3 de noviembre—, Miguel
Delibes —«Tres promociones de la novela española actual», el 4 de noviembre—, Jesús Ro-
dríguez del Castillo —«¿Qué beneficio reporta la literatura a la sociedad», el 16 de noviem-
bre—, Julio Campal —«Poesía de vanguardia en la actualidad», el 19 de noviembre— y
Luis Múgica con una proyección de diapositivas sobre la vuelta al mundo.
Miguel Delibes respondió, de la siguiente manera, a la pregunta del periodista donos-
tiarra de turno acerca del compromiso de los intelectuales: «El creador, si obedece a una
ideología política determinada, está carente del más elemental principio del artista: la li-
bertad. Es más, si escribe al dictado de su ideología, no necesita ser libre. El que acepta
totalmente un programa y sirve en todo, es como si abriera un paraguas y quedase aislado
del entorno. Hay que ser audaz y avanzado, pero no por imposición. Únicamente la li-
bertad interior garantiza la libertad crítica» (El Diario Vasco, 5 de noviembre de 1966).
El 23 de enero de 1967 Lourdes Iriondo da un recital. Los socios acuerdan elegir como
emblema del Círculo y Ateneo el del antiguo Ateneo, todo un gesto simbólico. En aquel
momento, la entidad cuenta con 400 socios que están al corriente de sus cuotas y que
participan todavía en las agrias discusiones sobre el abultado gasto en mobiliario. Respecto
a las actividades, el 21 de enero J. M. Velloso habla de la poesía catalana y le siguen en la
tribuna Jesús Rodríguez del Castillo con «Los peligros de la imagen», el 11 de febrero. An-
tonio Viglione presenta La zancada, de Vicente Soto, el 30 de marzo, y dentro del ciclo
médico participan como oradores: el doctor Urrutia —«Los tests», el 4 de marzo—, el
doctor Mariano Arrazola —«Mecanismos cerebrales de la conciencia y de la vida aflictiva», el
14 de marzo— y el doctor Castro, «Crucifixión, revelación, medicina», el 18 de marzo;
previamente, el 7 de marzo, el colectivo de Alcohólicos Anónimos habló de «El alcoholis-
mo visto por los propios alcohólicos». Hubo más conferenciantes: Manuel Gómez-Pallete —
«África (cultura, problemas)», el 20 de abril— y Azaola, «Las relaciones económicas entre la
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
196
VII. EL ATENEO GUIPUZCOANO (1968-1980)
Si los años 60 finalizan con los primeros asesinatos de ETA —escasos y aislados aun-
que significativos, por la elección de las víctimas, y ya entonces terribles— los años 70 van
a conocer una escalada paulatina y terrible del terrorismo. Con la particularidad de que la
pretendida lucha antifranquista argüida por los terroristas para justificar la violencia será
una mera coartada ya que la cifra de asesinatos y atentados se disparará una vez muerto el
dictador. Mientras los terroristas se debaten entre distintas corrientes ideológicas para de-
cantarse finalmente por el nacionalismo y la independencia, que se ha de conseguir por la
vía de las armas, lo que trae distintas rupturas, reajustes y purgas, la policía se emplea
contra ese mundo de manera indiscriminada y violenta deteniendo y torturando a muchos
inocentes, lo que sirve para que los terroristas recaben apoyos.
De esta manera, la represión indiscriminada, excesiva y absolutamente gratuita —los
estados de excepción se suceden unos a otros, cualquier lucha sindical o estudiantil, cual-
quier manifestación por las libertades y cualquier contestación son yuguladas y se saldan
con cientos de detenidos y muchas veces con sangre (Vitoria 1976, Montejurra 1976,
Sanfermines 1978)— contribuye paradójicamente a fortalecer al mundo terrorista que ha
basado precisamente su estrategia en la espiral acción-represión para que se vayan acercan-
do a ellos o como mínimo les amparen, les jaleen o les justifiquen las víctimas de esa re-
presión desmesurada. La tímida apertura del Régimen de mediados de los 60 se transfor-
ma, debido a esta espiral, en un recuerdo durante los estertores del franquismo y sus
ocupaciones cuasi militares de las ciudades (que, por cierto también alimentaban las tesis
etarras de la existencia de un ejército español de ocupación que pisoteaba al pueblo vasco
como le había pisoteado durante siglos al hacerlo visible ante la población).
Porque el Gobierno actuará contra todo lo que se mueva y serán muchos los que se
muevan aunque rechacen a ETA, ya que resulta difícil mantenerse al margen cuando el
sistema resulta no sólo opresivo sino claramente represor: cualquiera podía acabar en el
calabozo —con su secuela de malos tratos amén del sentimiento de haberse convertido en
una víctima más de la injusticia— por el mero hecho de vivir. De ahí la respuesta general
de la sociedad española en general y de la vasca en particular en 1970 contra el proceso de
Burgos, que condenó con 6 penas de muerte y 752 años de cárcel a los 16 encausados por
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
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Capítulo VII. El Ateneo Guipuzcoano (1968-1980)
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Diputación y el Ayuntamiento —un dinero siempre renuente y escaso (nunca les ha gus-
tado invertirlo en proyectos que no controlen directamente)— llegaba con cuentagotas al
Ateneo sencillamente porque ahora había más organismos y entidades entre los que re-
partirlo porque de eso se trataba de repartir más o menos la misma cantidad aunque varia-
sen los agentes. Pese a todo, el Ateneo hubiera podido subsistir ofreciendo una programa-
ción competitiva pero venía muy lastrado de la época precedente. En efecto, la
adquisición del mobiliario en 1964-65 para la nueva sede supuso una carga que no conse-
guiría quitarse encima nunca. Sobre todo porque los gastos de la mano de obra que se en-
cargaba del mantenimiento físico de la entidad —ordenanzas, personal de limpieza, bi-
bliotecarias, etc.— aumentaban constantemente aparte de que, a diferencia de otros
tiempos, también había que cotizar a la Seguridad Social. Para remediar lo irrmediable se
lanzaron bonos entre los socios con el empeño puesto en cancelar una deuda inicial cerca-
na a las 700.000 pts. (más o menos lo que podía valer un buen piso en el centro a media-
dos de los 60) y aunque muchos socios renunciaron a que se les abonasen los mismos, la
deuda no remitía del todo. Hizo falta que llegara un tesorero enérgico —Dorronsoro—
para que mediante unas medidas de choque pudiera reducirse a cifras aceptables, pero el
enfado que le produjo el hecho de que algún miembro de la Junta le desairase —o creyese
que le desairó— y su precaria salud pusieron fin a un trabajo encomiable. Dorronsoro
murió 6 meses después de que dimitiera de la Junta por el presunto desaire.
El lastre de la deuda y los escasos ingresos produjeron situaciones vergonzosas como el
corte de la luz por la compañía eléctrica —Iberduero—, el adelanto de dinero por socios o
el pago —provisionalmente— de los sueldos de los empleados con dinero destinado a la-
bores culturales. Para más complicar las cosas, un abogado recomendó que la reducción de
plantilla a la que se veía abocado el Ateneo se realizase no por un expediente de crisis co-
mo planeaba la Junta —cosa que seguramente era disparatada— sino mediante el despido
puro y simple, en vez de recurrir a un arreglo. El abogado debía de vivir fuera de la nueva
realidad, pese a que estaba ahí constantemente en la calle reivindicando, pues enseguida se
echó encima del Ateneo un sindicato —ELA/STV— reclamando a través de un letrado
propio los atrasos y una fuerte indemnización que pusieron al Ateneo al borde de la ban-
carrota. Como consecuencia de todo lo antedicho, de 1976 a 1981 la actividad cultural se
redujo al mínimo por no decir que simplemente no existió, como se podrá comprobar en
el análisis de los cursos lectivos que se expondrá a continuación. A mi modo de ver el Ate-
neo cometió dos errores de bulto al entrar en la nueva y brillante sede de Andía 13, el
primero, no haber renegociado su situación de disfrute en precario de los locales (otras
asociaciones, por ejemplo, el club Atlético San Sebastián, supieron cambiar su situación de
precario por otra en usufructo, es decir, con derechos sobre la sede), lo que se convirtió en
una bomba de relojería que explotaría en 1992, y, segundo, haberse endeudado tan fuer-
temente en la adquisición de mobiliario para una sede eternamente provisional que gene-
raba gastos importantísimos de mantenimiento (luz, calefacción y muy pronto trabajos de
adecentamiento) así como de personal. Todo ello en una coyuntura que, como hemos
visto, no le favorecía debido a la multiplicación de la oferta cultural y a la redistribución
200
Capítulo VII. El Ateneo Guipuzcoano (1968-1980)
del dinero dedicado a las actividades culturales en la ciudad, redistribución que se hacía
con gran parsimonia debido, en gran parte, a la propia situación de transitoriedad política
principalmente en instituciones como el Ayuntamiento, que estaba regido por una gestora
con un perfil bastante populista.
Curso 1967-1968
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1968-69
Le corresponde a Ángel Establier abrir el fuego del curso con la conferencia «Universi-
dad y residencia de estudiantes», el 8 de octubre. Tras él, ocupará la tribuna Pilar de Cuadra
con «La pareja moderna ante los problemas de hoy», el 16 de octubre. Le seguirán dos sesio-
nes de las Horas Poéticas, con Ángel García Ronda —«La poesía actual», el 15 de noviem-
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Capítulo VII. El Ateneo Guipuzcoano (1968-1980)
bre— y Paco Ibáñez que cantará dentro de un programa que lleva por título «La poesía so-
cial», en el que cabrán también varias lecturas y que tendrá lugar el 15 de noviembre.
Justo después comienza el I Congreso de Escritores con los ponentes que se detallan a
continuación: Camilo José Cela —«Examen de conciencia de un escritor», el 20 de noviem-
bre—, Tomás Salvador «Situación actual del escritor», el 20 de noviembre—, Ramón Zu-
laica, Raúl Guerra Garrido, Luis Castresana, Gerardo Manrique de Lasa, y Carlos Muñiz
intervendrán el día 21 de noviembre sobre el teatro. El día 22 participarán como ponentes
María Elena Eizmendi, Pilar de Cuadra, Aurora Díaz-Plaja, Carmen Mieza, Mercedes
Sáenz de Alonso y Mercedes Salisachs. El 23 les tocará el turno a Ignacio Agustí, Santiago
Aizarna y Héctor Vázquez Azpiri. El 24 hablarán José Hierro y Enrique Llovet, el 27 Án-
gel M.ª de Lera y Tomás Salvador abordarán el asociacionismo, el 30 intervendrán Anto-
nio Arrúe, Jesús Rodríguez del Castillo y Juan Guerrero Zamora correspondiéndole a
Carlos Robles Piquer clausurar el congreso. Ángel García Ronda recuerda aquel evento:
«El Congreso de Escritores, auspiciado y dirigido por una directiva muy diligente, Merce-
des Sáenz-Alonso, atrajo a un número considerable de autores hispánicos. Mis recuerdos:
1) Hablé un buen rato con Miguel Ángel Asturias —premio Nobel 1967— y conversa-
mos sobre su novela Hombres de maíz y sobre Juan Rulfo a quien tenía una gran conside-
ración, 2) Hablé muy brevemente con Camilo José Cela, a quien agradecí su envío de La
colmena, nueve años antes, que resultaba inencontrable aquí, 3) El congreso me concedió
el premio Abubilla de Plata, al Primer Poeta Guipuzcoano, por delante de Jorge González
Aranguren (el tiempo se ha encargado de demostrar el error; me gustaría poder confor-
marme con el segundo puesto, en una de esas clasificaciones imposibles)» (Testimonio re-
mitido). En la sede del Ateneo no se conserva documento alguno del acontecimiento, fue-
ra de las anotaciones en acta.
Como todavía hay ganas de literatura, Mercedes Sáenz-Alonso hará una exposición so-
bre los «Novelistas españoles en el exilio», el 28 de noviembre, dentro del marco del Libro
del Mes. El año llegará a su fin con la conferencia de Rodrigo Rubio «¿Por qué y cómo se
escriben algunos libros?», el 18 de diciembre. Antes, el día 13, hubo proyección de diaposi-
tivas de viajes. La Junta cesará a Cueto como director del Teatro de Cámara.
1969 comienza con un balance extremadamente escrupuloso de las actividades realiza-
das en 1968 pues, en la junta del 9 de enero, se considera que ha sido un año pobre ya
que sólo se han montado 18 conferencias, 5 Libros del Mes, 3 Horas Poéticas y 4 con-
ciertos amén de proyectar 6 películas y un ciclo de cine argentino, más tres exposiciones
colectivas (la primera, de fotos montañeras, la segunda, del pintor Albizu y la tercera, del
escultor Beobide), habiéndose realizado alguna representación dramática. El dato nos sirve
para contrastar las dos fuentes de información, la prensa, por un lado, y las actas por otro,
y concluir que resulta imposible dar cuenta de todas las actividades puesto que aquélla no
recoge todo y éstas rara vez mencionan una actividad concreta como no sea a título de
proyecto del que casi nunca hay confirmación sobre su concreción práctica, es decir, sobre
si finalmente se ha llevado a cabo. Resulta cuando menos curioso que la directiva no se
detenga en algo tan importante como el I Congreso Nacional de Escritores para amorti-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
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Capítulo VII. El Ateneo Guipuzcoano (1968-1980)
estado político», entiéndase, estado de excepción, etc., como recoge el acta del 12 de ju-
nio. El 7 de julio se nombra presidente honorario del Ateneo a Severo Ochoa, que será re-
cibido en San Sebastián con todos los honores. En septiembre —del 22 al 24— se celebra
el II Congreso Nacional de Ateneos que resulta un éxito y cuenta con cien participantes.
Los asistentes a él coinciden en señalar que se impone una regeneración de los mismos pa-
ra adaptarse a los nuevos tiempos. Quizá la posición más dura corresponda a José Berrue-
zo, secretario del Ateneo Guipuzcoano que se pregunta «si no ha llegado la hora de trans-
formar —o al menos de estudiar la posibilidad de hacerlo— el carácter tradicionalmente
minoritario de nuestras entidades abriéndolas a mayores sectores de la sociedad de manera
especial en su zona directiva a la joven generación» y propone que se supere el ambiente
de «casino de pueblo» y de «juegos florales» para acometer una puesta al día que ya se
acordó en el primer congreso celebrado seis años antes sin que se haya acometido nada. El
presidente del Ateneo de Zaragoza, José Giménez Aznar, coincide en el diagnóstico y co-
menta como han conseguido evitar que su entidad se convierta en refugio de eruditos y
escritores locales que sólo tiene proyección en ambientes al estilo de los denunciados por
Berruezo, así como de arribistas superando al mismo tiempo la sumisión a las autoridades
que por el mero hecho de dar algún dinero entienden regir los destinos de las asociacio-
nes. En su apuesta por los nuevos tiempos se han abierto a la ciencia y han relegado la po-
lítica y la literatura al rango de actividades menores. Asimismo han apostado por atender
los valores locales: «En plena época de masificación, el hombre siente la necesidad de indi-
vidualizarse. Y una sección de Estudios Regionales, bien entendida, sin política de partido,
también produce interés. El Ateneo que presido responde a un concepto regional de exal-
tación de comarcas naturales, no administrativas; y traemos a nuestra tribuna problemas
socio-económicos de esas comarcas naturales, sus danzas, espeleología, montañismo, etc.».
A este respecto, un funcionario del ministerio de Información y Turismo, José M.ª Gon-
zález-Stefani, habló sobre la cultura en medio rural y se mostraba partidario de mantener
las manifestaciones folclóricas que aglutinasen para dejar de lado las que había caído en
desuso, además de eso apostaba por ofrecer una cultura integral. Como también aposta-
ban por ella desde las entidades de ahorro, financiándolas u ofreciendo plataformas cultu-
rales mediante la obra social, a los para-estatales Círculos Medina de promoción de la
mujer. José Antonio Pérez Rioja, director de la Casa de Cultura de Soria, reconocía las es-
pecifidades de instrumentos como los ateneos, las casa de cultura y demás tipos de entida-
des pero buscaba unirlas en tareas de planificación, cooperación e intercambio e interco-
municación y establecía un retrato de algo que aún no estaba extendido ni popularizado:
«Aparte de su carácter específico como centros de cultura pública, de información y do-
cumentación, las Casas de Cultura son entidades ágiles dinámicas, porosas y abiertas, de
una gran flexibilidad, como lo demuestran de continuo sus habituales actividades: confe-
rencias, coloquios, cursos de idiomas y de otras materias: conciertos audiciones, teatro leí-
do o representado, cine documental o cine-club, exposiciones de carácter plástico o bi-
bliográfico y de otro tipo; sesiones académicas, asambleas, etc.». En suma, el intercambio
que se produjo durante el congreso fue rico pero seguramente no tan fructífero como hu-
205
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
bieran deseado los participantes porque los ateneos, en general, no dejaron de languidecer
o se enquistaron en sus viejos modos.
En el apartado de acontecimientos más halagüeños se encuadra la concesión al Ateneo
de la corbata de la Ciudad en el pleno del 31 de octubre. Pero no todo es alegría porque
un poco antes, se produce un faux pas por parte del presidente Arbide quien sin haber
convocado a la directiva decide enviar, con fecha de 30 de julio y en nombre de la misma,
una nota de felicitación a Franco, por vía del gobernador civil, redactada en estos térmi-
nos: «En nombre propio y de los señores miembros de la Junta Directiva tengo a bien ro-
garle exprese a S. E. el Generalísimo Franco nuestra más respetuosa adhesión y felicitación
por el importante acto celebrado el día 23 el actual en las Cortes españolas con motivo de
nombrar a don Juan Carlos de Borbón, príncipe de España» (Acta 388). En la reunión del
5 de agosto la directiva en pleno pide al presidente que se disculpe por haber actuado en
nombre de la Junta pero a espaldas de ella a la hora de redactar la nota. Balanzategui, San
Adrián, Lachica, Santillana y Tardio encuentran suficientes las disculpas de Arbide, Mer-
cedes Sáenz de Alonso no se conforma. Salinas, Rodríguez del Castillo, Gasca, García
Ronda y Monreal dicen que el Ateneo debe mantenerse al margen de toda actividad polí-
tica. Finalmente y a instancias de Dolores Casi y Mercedes Sáenz de Alonso se promueve
una moción de censura que se impone por 7 votos a 5.
Curso 1969-70
206
Capítulo VII. El Ateneo Guipuzcoano (1968-1980)
mentarios sobre la novela La envidia, dentro de la rúbrica el libro del mes, el 15 de abril,
con Mercedes Sáenz-Alonso, José Berruezo, Manuel Cárdenas y Pelay Orozco—, Manuel
Santillán Ruiz —«¿Juró Fernando el Católico los Fueros vascongados?», el 12 de abril—, Al-
fonso Alcalá —«La generación machacada», el 20 de mayo— y Marcelino Oreja, «Coorde-
nadas de la política exterior de España», el 30 de mayo. Ya en verano, se produce un en-
contronazo porque en el jurado del premio Ateneo había personas que no eran socios y
además no gusta a todos la película galardonada, Cabezas cortadas, de Glauber Rocha. El
XVIII Curso de verano para extranjeros se celebra, en cambio, sin novedad.
Curso 1970-71
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
miento.
Lo más llamativo del año 1971 son las medidas de austeridad que aplica el contador
Antonio Dorronsoro —sustituto de Fermín Tardio en el cargo desde principios de febre-
ro— y que consisten en suprimir las suscripciones a determinadas publicaciones —consi-
gue un ahorro anual de 15.000 pts.— y en proponer la jubilación de la señora Moso (que
se negará a trabajar cobrando 1.600 pts. mensuales una vez jubilada), con lo que consigue
un ahorro anual de 44.430 pts. A esta política de austeridad destinada a enjugar la impo-
nente deuda arrastrada por la compra de muebles para la sede social hay que añadirle la
política a secas pues debido a ella fue detenido Vicente Salinas, el encargado del cine-club.
Su arresto conllevó la requisa por la policía de la multicopista del Ateneo que fue puesta
bajo la tutela del Tribunal de Orden Público. Detención y sospechas que no impiden que
el gobernador siga solicitando candidatos, en este caso a diputados, y los obtenga en la
persona de Santiago San Martín y de José Joaquín Aristizabal. La zozobra económica
obliga a coger dinero de aquí para tapar un agujero allá creando otro donde menos se es-
pera. Y como a perro flaco todo son pulgas, aún se ha de pagar al guardamuebles Lasarte
la bonita cantidad de 33.135 pts. por el almacenamiento de unos trastos pertenecientes a
los orígenes del Círculo y eso pese a que muchos se han destruido o sencillamente han de-
saparecido. Es decir que el Ateneo está pagando por unos muebles que ya no tiene y por
otros que pesan sobre él como losas. Y en medio de eso se halla el contador Dorronsoro
peleando en lo inmediato y fraguando planes para satisfacer la deuda, en una actividad es-
casamente comprendida como lo muestran la anotación del acta correspondiente al 12 de
mayo: «La entrada de personas, con visión contable, en la renovación de la Junta, dieron
un toque de alarma, frenando el estilo especialmente cultural que cumplía la anterior
Junta» (Acta 413). La buena noticia es que el cine-club, pese a la detención de su rector, se
autofinancia. En marzo hay subida de cuota situándose en 120 pts. La Diputación pide
también en marzo que se nombre a un socio para formar parte de la comisión de cultura.
En agosto se amenaza con dar de baja a los actores del grupo de teatro si no pagan las
cuotas.
Por lo que respecta a las conferencias, 1971 nace con la de Dolores Medio titulada
«Historia de los premios Nadal», pronunciada el 19 de enero. Los oradores hasta el final de
curso serán: Mercedes Saénz Alonso —«Proyección de la novela española en los próximos 10
años»—, y el grupo reunido en mesa redonda compuesta por Santiago Aizarna, Raúl Gue-
rra Garrido, Pilar de Cuadra, Cecilia G. Guilarte y Mercedes Sáenz de Alonso —«La no-
vela hispano-americana», el 17 de febrero—, más Luis de Lázaro —«Lo vivo y lo muerto en
la pintura de Zuloaga», el 25 de febrero—, y termina prematuramente con la del R. P.
Capart «La fe de la juventud», el 23 de marzo.
Curso 1971-72
208
Capítulo VII. El Ateneo Guipuzcoano (1968-1980)
bre con unas copetudas Jornadas Culturales Hispano-francesas compuestas, entre otros
actos, por la conferencia de María Elena Arizmendi «Música y danza medieval a los dos la-
dos de los Pirineos», el mencionado día 24, y la proyección de la película de Marcel Carné
Juliette au ciel des songes, el 25. Sólo hemos podido saber que la quinta sesión de las mis-
mas corresponderá a la intervención de Fernando Chueca, el 2 de diciembre, sobre «El
arte español en París». Por otra parte, el Ateneo participa con la Caja de Ahorros Munici-
pal, según el acta del 29 de diciembre, en el homenaje a José de Arteche, recientemente
fallecido, acto que contará con la participación de Miguel Pelay Orozco, Manuel Agud,
Luis Pedro Peña Santiago, José Luis Banús, Pedro de Anasagasti, Ángel Ibáñez, Ignacio
Eizmendi y Javier Aramburu. En la conmemoración del centenario del nacimiento de Ri-
cardo Baroja intervienen, según el acta fechada el 29 de diciembre: Julio Caro Baroja, «Re-
cuerdos de mi tío Ricardo», Juan M.ª Álvarez Emparanza, «Ricardo Baroja y la pintura vas-
ca», y Miguel Pérez Ferrero, «Recuerdos personales».
La deuda que en 1970 era de 701.800 pts. descenderá a las 470.143 pts. a finales de
1971 gracias a las medidas enérgicas de Dorronsoro. La poesía navideña quedará despla-
zada a 1972 con el recital del grupo Lagunak el 4 de enero. En el acta del 8 de febrero se
recoge que el TOP no devuelve de momento la multicopista. El programa de conferencias
hasta final de curso constará de las aportaciones de Isidoro de Fagoaga —«Eduardo Zama-
cois, su vida y su obra», el 18 de febrero—, Manuel Santillán Ruiz —«Con los navíos de la
Ilustración», el 25 de febrero—, Ana María Navarro —«La crisis de la familia», el 23 de
junio—, David Isaacs —«Los conflictos generacionales en la familia»— y Oliveros Fernán-
dez Otero, «Autoridad y presiones externas» (estos tres últimos miembros del Opus Dei).
Respecto a las actividades veraniegas hay que destacar la no celebración del XX Curso de
Verano para Extranjeros que se iba a realizar bajo el patrocinio de la Universidad de Nava-
rra. En cuanto al premio cinematográfico Ateneo, se lo llevará la película rusa Leutari, de
Emil Lotianu. El cine-club cerrará el balance con 18 largometrajes y 20 sesiones de docu-
mentales cuyos 82 títulos habrían sido servidos por las embajadas de los EE UU, Canadá,
Inglaterra, Italia, Suecia, Brasil y Dinamarca.
Curso 1972-73
La programación del curso comienza un tanto atípicamente con los análisis del doctor
Medina del enfrentamiento ajedrecístico entre Spassky y Fischer realizados el 13 de sep-
tiembre. Javier M.ª Sada, que se encarga del cine-club y el teatro, señala que no será posi-
ble montar obras dramáticas debido a la ausencia de actores. El 23 de octubre tiene lugar
el concierto de Luis Leguía, chelo, y Helena Costa, piano. El día 27 de octubre comienza
el ciclo titulado «La mujer en la vida actual» con Tomás Salinas Mateos —«La mujer y el
Derecho»— y le siguen en el estrado, María Belén Landaburu —«Mujer, sociedad y legisla-
ción», el 9 de noviembre—, M.ª Ángeles López Mora —«La mujer ante el hogar y la socie-
dad», el 21 de noviembre—, y José García Nieto, «La mujer ante la poesía», el 21 de no-
209
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
viembre. Las conferencias del trimestre se completan con las impartidas por Luis Enciso
Recio —«La herencia historiográfica del s. XIX», el 7 de noviembre, y «El rumbo actual de la
historia», el 8 de noviembre—, y las intervenciones de Pelay Orozco, el R. P. Ignacio Eli-
zalde, Raúl Guerra Garrido y Luis S. Granjel, los días 19, 20, 22 y 27 de diciembre res-
pectivamente, en torno al centenario del nacimiento de Pío Baroja. En el terreno musical,
dio un concierto Mary MacDonald, pianista, el 27 de abril. Durante el verano se produjo
el recital de la poetisa Mercedes Novo, el 4 de agosto y la exposición de Enrique Albizu,
durante la primera quincena de septiembre.
En las elecciones de 1973 para la Junta, se presentan sólo 5 candidatos y hay que reno-
var 11 plazas. Sea como fuere, la Junta quedará compuesta por José Joaquín Aristizabal,
Eugenio Arruti, Ramón Díaz Mora, Antonio Dorronsoro, Félix Elejalde —escritor de
origen navarro, autor de numerosos trabajos sobre historia del País Vasco—, Javier M.ª
Sada, Santiago San Martín —los que continúan—, y a ellos se incorporarán Enrique La-
borde, Prudencio Ponce, José M.ª González, Pilar Rais, Domingo Iturralde, Juan M.ª Ál-
varez Emparanza —pintor y crítico de arte, miembro de la RSBAP y de Eusko Ikas-
tuntza— y María Esther Arrieta, amén de Javier Arbide que es reelegido presidente por
aclamación. Dentro de la política de austeridad económica, se decide vender la colección
de sellos. Por estas fechas, la biblioteca del Ateneo cuenta con 8.000 volúmenes.
Las actividades son pocas pero existen. Así, se cuenta con los conferenciantes, Juan
Aparicio —«San Sebastián y abre España para el periodismo», el 12 de enero—, Eduardo
Zepeda —«Novela hispanoamericana actual», el 15 de febrero—, Alfonso García Gallo —
«El Derecho español en la Historia», los días 9 y 10 de abril—, Isidro de Fagoaga —
«Lectura y glosas de poesías de Cristina de Arteaga», el 9 de mayo, con Herminia Laborde
como recitadora—, y, dentro del ciclo sobre el centenario de José María Salaverría, José
María Alfaro y Polanco —«Vida y Aventuras de José María Salaverría», el 7 de mayo—, y
Jaime Delgado —«Visión americana de Salaverría», el 17 de mayo—, y, por último, Encio
Cortázar, «Población y urbanismo», el 12 de junio, como segunda conferencia del ciclo
Historia y futuro del proceso urbano, del que no se han podido recabar más noticias. El 6 de
abril hubo una proyección de cine documental.
Curso 1973-74
210
Capítulo VII. El Ateneo Guipuzcoano (1968-1980)
no saldría ya que murió seis meses después sin reconciliarse con el Ateneo. A la pérdida de
un hombre tan valioso hubo que añadir la ausencia de heredero que recogiera el testigo y
luchara a brazo partido con aquella deuda no se sabe si bíblica o mitológica.
Por lo demás, el curso lo inaugura Jaime Delgado, el 24 de septiembre, con una confe-
rencia titulada «Política cultural», y le siguen en el estrado, Ernesto Giménez Caballero —
«San Sebastián como soñada capital de España», el 27 de septiembre—, Díaz Plaja con dos
conferencias, una sobre Azorín, el 6 de octubre, y otra titulada «Los límites de la novela», el
7 de octubre—, Fernando Frade —«Oriente Medio y su interés para España»—, Jacinto
Choza —«Evasión y nihilismo en la literatura contemporánea», el 25 de octubre—, Jorge
Uscatescu —«Hombre y cultura en la edad de la técnica», el 13 de noviembre—, Luis Ji-
ménez Martos, «Un poeta entre la tierra y el mar», el 15 de noviembre y Henry Cavanna,
«Cambio y tradición», el 13 de diciembre. Dentro de las actividades navideñas, disertaron
Alfonso Muñoz Alonso —«Reflexiones sobre el nacimiento de Cristo», el 18 de diciembre—,
y Santos Beguiristain, «Cristo nace también en 1973», el 19 de diciembre. Previamente el
Ateneo ofreció un homenaje en la sociedad Gastronómica a los socios Francisco Antín y
Pedro Manso y que la prensa recogía así: «Admirable es la labor que en esos 25 años ha
realizado Francisco Antín, tan conocido en todos los medios donostiarras como secretario
del Círculo. Conozco de cerca la ingente tarea que pesó sobre sus espaldas y el tacto y la
habilidad con que la llevó a cabo. Y, virtud extraordinaria, la sencillez que presidió su ges-
tión. Que no fue fácil en muchos momentos, que hubo de sortear mil imponderables,
muchas complicaciones a las que Paco opuso su sertenidad [...] Asimismo, Pedro Manso
ha cumplido idéntico tiempo en las oficinas de secretaría y con servicial interés ha dejado
constancia de una labor por todos los conceptos digna de elogio y merecedora de ese aga-
sajo que la directiva ha decidido con el refrendo de sus asociados» (La Voz de España, 13-
XII-1973).
El grupo de poesía Aizkora recibirá el año 74 con un recital de poesía navideña pero el
ambiente seguía estando muy tenso por el asesinato de Carrero Blanco ocurrido el 20 de
diciembre de 1973. Con él, ETA ponía patas arriba al Estado pues eliminaba al sucesor
escogido por Franco para garantizar el continuismo. En las calles principalmente de
Euskadi muchos celebraron el asesinato e incluso se creó una canción ad hoc que alegraba
las fiestas de barrios y pueblos. En un extraño volte face, la Junta del Ateneo, que sacó a
colación el reglamento para no inmiscuirse en política cuando se trató de pedir clemencia
para los condenados en el Juicio de Burgos, envía telegramas de condolencia al Gobierno
por la muerte de Carrero Blanco, según recoge el acta del 9 de enero. Tuvo razón al con-
denar el asesinato de Carrero pero la habría tenido también en 1971 apiadándose de los
condenados a muerte.
Por lo que a las actividades se refiere, la temporada de conferencias comienza con Gre-
gorio Marañón Moya —«Azorín en bosquejo», el 9 de enero— y se prolongan con un
conjunto de ponencias sobre escultura a cargo de Santiago Amón —«Pensamiento y len-
guaje de la escultura de Chillida», el 14 de enero—, Carlos Antonio Arcán —«La escultura
de vanguardia en el País Vasco», el 25 de enero—, y Eduardo Adsuara «El espacio y el hom-
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1974-75
Puri San Martín abrirá el curso el 15 de septiembre con una conferencia titulada «La
cultura del ocio», seguida de Michele Pallottini con «Violencia y arte», el 23 de octubre. El
plantel de conferenciantes estará compuesto por Enrique García Asensio —«La dirección
de orquesta y sus problemas», el 11 de octubre—, dentro del ciclo «Panorama de la música»,
que contará entre otros con Antonio Fernández Cid «Giaccomo Puccini, en el quincuagési-
mo aniversario de su muerte», Ángel Inaraja, «Centenario del nacimiento de Schönberg», el
30 de noviembre, y la proyección, el día 27, de dos películas sobre la realidad de la música
sinfónica en los EE UU, para un total de nueve eventos. Aún desfilarán por el Ateneo,
Luis Martín Abril —«El cuento de la vida o la vida del cuento», el 15 de noviembre—, José
A. Abad —«La liberación operada por Jesucristo», el 22 de noviembre—, Antonio del Toro
—«Trabajo y ocio», el 25 de noviembre—, Juan Becerril —«De re bibliographica», el 8 de
diciembre—, Horacio Santiago Otero —«Pervivencia ideológica de Santo Tomás», el 10 de
diciembre—, y, dentro del programa navideño, hablarán Luis Alonso Martín —«El miste-
rio de la Navidad», el 14 de diciembre—, Teodoro Larriba —«La virginidad de María», el
17 de diciembre— y Augusto Sarmiento, «La esperanza cristiana», el 18.
1975 no se queda tampoco precisamente corto en materia de conferencias pues concu-
rren los siguientes ponentes, Juan M.ª Álvarez Emparanza —«Veinte obras maestras de la
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Capítulo VII. El Ateneo Guipuzcoano (1968-1980)
Curso 1975-76
El premio Ateneo de cine será otorgado a Diario íntimo de Adele H., de François
Truffaut, según refleja el acta del 15 de octubre. Antes, el 12 de septiembre, se organizó
un homenaje al socio de honor Nicanor Zabaleta. El plato fuerte del trimestre lo constitu-
ye la conmemoración del Año Internacional de la Mujer que se desarrolló con arreglo al si-
guiente calendario: Mercedes Fórmica —«Peripecia de la mujer española», el 21 de octu-
bre—, Carmen Kurtz —«Matrimonio, profesión o estado», el 28 de octubre—, Sofía Noel
—que ofreció un recital de cantos sefardíes, el 30 de octubre—, Ana M.ª Navarro —
«Mujer, familia y sociedad», el 31 de octubre—, Mercedes Salisachs —«Hombre y mujer»,
el 4 de noviembre—, cerrándose con la actuación de María Mahor, el 28 de noviembre.
Elisa Lamas abre el año 1976 con su conferencia «Los roles de la mujer», el 25 de enero.
Tras ella tenía que intervenir, el 11 d efebrero, Álvaro de la Iglesia sobre «Al fin la risa es
libre», pero la conferencia será aplazada. Sí leerán sus cuartillas Alberto de la Hera —
«Iglesia-Estado en España», el 4 de marzo—, Juan Pedro Marín —«El camino iniciático de
Santiago», el 1 de abril—, Antonio Vega de Seoane —«La España del Quijote», el 23 de ma-
yo—, Manuel María Carreira —«Posibilidades de vida en el universo», el 2 de junio», y
Luis Larrañaga, «Orígenes de San Sebastián», el 8 de junio. Hay noticia, pero no fecha ni
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1976-77
El inicio de curso no puede ser más desolador ya que en todo el trimestre no se lee más
que una conferencia, la de Ramón Solís que tiene por título «La conferencia como género
literario», a la que se le añaden la película de Dusan Makavejev La tragedia de una telefo-
nista, y, ya en 1977, una proyección comentada de diapositivas a cargo de Mikel Ruiz
Ortiz, el 26 de abril, sobre el paisaje vasco. Lo que no quita para que se presente en el Mi-
nisterio un ambiciosísimo proyecto de actividades con un presupuesto de 950.000 pts.
Aunque carezca de dinero para montar actividad alguna, el Ateneo decide suspender todas
sus actividades (esas que no hay) entre el 24 de mayo y el 15 de junio por civismo ya que
se están celebrando las primeras elecciones de la democracia. En junio se constata que el
Festival de Cine no incluye al Ateneo en el comité organizador. Pese a que se elevan pro-
testas por el desaire, no se recibe contestación alguna. Con todo, se decide mantener el
premio para no caer en la misma desvergüenza que un Festival que se halla en manos de
una de aquellas gestoras tan de moda y tan revolucionarias de entonces (tanto como para
no desear tener que ver con un organismo burgués como el Ateneo, hay que suponer). El
premio se lo llevará la película Heinrich, de Shirins Hochzeit. Las actividades habrán al-
canzado este curso mínimos históricos pues sólo se ha podido recoger la celebración de
tres conferencias, las de Antonio Vega de Seoane—«El barroco en la poesía española», 11 de
febrero—, el R. P. Elejalde —«Unamuno y la concepción del mundo como teatro»—, el 23
de febrero—, y el R. P. Carreira «Evolución del Universo», el 27 de abril, así como la pre-
sentación de las novelas ganadora y finalsta del VIII Premio Ateneo de Sevilla, a cargo de
su autor José Luis Olaizola (escribió y prento ambas al certamen). En la memoria de 1977
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Capítulo VII. El Ateneo Guipuzcoano (1968-1980)
se recoge así la falta de actividades: «Por orden de la Delegación del Ministerio de Cultu-
ra, hubo de suspenderse toda actividad en el periodo pre-electoral y celebradas estas elec-
ciones legislativas, el estío por una parte, y las manifestaciones y algaradas callejeras, por
otra, obligaron al más profundo silencio hasta el mes de noviembre». El Ministerio está
formando una red de Aulas de Cultura (Orden del 3 de julio de 1974) en la que desea que
entre el Ateneo, lo que plantea un conflicto de intereses que se resolverá por la vía del ol-
vido motivado por la situación crítica de la entidad, y eso pese a que el Ministerio nombra
presidente del Aula a Francisco Antín.
Curso 1977-78
Dadas las dificultades económicas por las que el Ateneo atraviesa y se ve atravesado,
surge la propuesta de crear un... ¡bingo! ¡Sí, un bingo en el Ateneo! Conviene recordar que
en aquellos tiempos los bingos brotaban como setas una vez se legalizó el juego suspendi-
do desde la dictadura de Primo de Rivera aunque legalizado por un corto espacio de tiem-
po a comienzos de los 30. Y en eso de brotar, como brotaba de todo, también surgió un
periódico nuevo, Egin, que muy pronto sufría un golpe de estado por parte de algunos
elementos de la izquierda abertzale que figuraban entre sus fundadores, pero antes de que
se produjera eso, el Ateneo se sintió obligado a suscribirse a él por aquello, faltaría más, de
la novedad. En octubre se cierran los Pactos de la Moncloa, muestra de consenso absoluto
entre todos los partidos para poner fin a la catastrófica situación económica. El 9 de no-
viembre se abre el curso con la película La provocación, de André Charpak. En la memoria
correspondiente a 1977 leída a comienzos de enero de 1978, se añaden a las actividades de
1977 ya expuestas, unas conferencias de Josefina Carabias —«La mujer en las elecciones
norteamericanas», el 30 de noviembre—, J. L. Carreño —sin título ni fecha—, y Juan
Claudio Cifuentes —«Panorámica de la música de jazz», sin fecha— y unos Seminarios de
Cultura organizados por M.ª Concepción y M.ª Isabel Iribas y M.ª del Pilar Monclús, so-
bre La Generación del 27 —con tres sesiones—, La música del Barroco y Luis Buñuel.
De cara al año 1978 se sigue insistiendo en la necesidad de instalar un bingo. El de-
sastre económico se ampliará con el despido de un empleado —lo aconseja un abogado,
como se vio más arriba— porque la medida que iba destinada en principio a aliviar las
cargas laborales se convertirán en una pesadilla en cuanto el despedido ponga en manos de
su abogado —una letrada de ELA— su caso, porque se exigirán atrasos y una compensa-
ción económica que el Ateneo no está en medida de sufragar, pues alcanzará las 350.000
pts., cuando se estipule en marzo de 1978. En mayo hay tal sensación de cansancio y co-
rren tantas suspicacias que la Junta pondrá sus cargos, el día 18, a disposición de la Asam-
blea. En junio se obtienen 180.000 pts. del Ministerio, que dan para pagar las deudas más
acuciantes, cubrir los sueldos y acometer algunas actividades, para lo que se destinan
32.549 pts. No es de extrañar que, ante semejante panorama, las únicas conferencias reco-
gidas —y seguramente pronunciadas— sean la de Manuel Santillana Ruiz sobre «Vicente
215
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1978-79
216
Capítulo VII. El Ateneo Guipuzcoano (1968-1980)
217
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
El 5 de agosto, el grupo dinamizador del Ateneo ofrece una rueda de prensa en la que
propone, a través de un manifiesto leído en euskera y castellano, la intención de hacer del
«Ateneo un centro de cultura viva, dinámica, que aglutine todas las inquietudes culturales
de nuestro pueblo y de cuantos pueblos quieran colaborar. La cultura ha de ser un grito de
esperanza, de rabia y de amor, una creación e investigación sin fronteras dentro de un
ámbito social en el que pueda llegar a ser respetada como lo que verdaderamente es, cami-
no necesario para el desarrollo total del hombre [...]. La labor que los partidos o esta-
mentos políticos pueden hacer dentro de este grupo es la de ayudar o potenciar dentro del
Ayuntamiento y Diputación nuestras propias necesidades culturales que la provincia de
Guipúzcoa y todo Euskadi pueda tener; por eso decimos desde ahora que todo intento de
monopolizar, sea con las siglas que fueren, el deseo de hacer una cultura viva y amplia pa-
ra todos será denunciado a las claras en base a la supervivencia de ese concepto que tene-
mos de lo que ha de ser la cultura de nuestro pueblo» (Unidad, 7-VIII-79).
218
VIII. LOS OCHENTA
La década de los 80 se conoció universalmente como la década del yo, es decir, como
un repliegue a los interiores propios después de una vida vivida hacia los demás en los 70.
Esta clase de estereotipos sirven lo mismo para un roto que para un descosido, aunque sí
que es verdad que en España ocurrió algo de eso (en Estados Unidos también pero sirvió
para que muchos —los llamados yuppies— ganaran una cantidad de dinero indecente).
Después de haber soñado con los cambios en todos los órdenes de vida que podía traer la
Transición, entendida como fin de la dictadura pero menos como normalización, y haber
luchado, de manera más o menos espontánea, de manera más o menos organizada (perte-
neciendo, por ejemplo, a uno de los muchos grupúsculos de los 70), se produjo un cierto
chasco entre quienes entonces se acercaban a la treintena porque no se había podido cam-
biar el mundo y esto trajo consigo un repliegue o bien hacia formas de hacer política más
ortodoxas o bien hacia ninguna parte en lo que se llamó el Desencanto. Cundía la sensa-
ción de que después de haber estado luchando contra Franco desde la adolescencia había
llegado el momento de relajarse y dedicarse a uno mismo. Este desistimiento sería com-
prensible y legítimo de no haber sido tan absoluto. De pronto, una mayoría de jóvenes
abdicó de la política dejándola en manos de quienes siempre la habían entendido de ma-
nera profesional, que se quedaban así con las manos libres a falta de movimientos cívicos
que les controlasen. Aunque quienes más se aprovecharon de esta situación fueron ETA y
la izquierda abertzale, que se infiltró en barrios, pueblos, fábricas y tajos creando auténti-
cos guetos de los que estaban excluidos —y amenazados— quienes pensaran diferente.
Sólo a finales de la década se fueron consolidando organizaciones que empezarían a luchar
contra esta exclusión condenando los asesinatos de ETA en la calle y reivindicando la dig-
nidad de las víctimas.
En Madrid, el Desencanto hizo que las energías disponibles se canalizaran hacia dife-
rentes campos de la cultura —muchos alternativos y otros francamente cutres en sus for-
mas— contando con el beneplácito y el apoyo de su alcalde Tierno Galván que entendió
dar así una cara nueva a lo que fue la denostada capital del Régimen y, con ella, proyectar
la capital hacia la modernidad —ya posmodernidad— europea y mundial instalándola en
el imaginario cosmopolita (donde cupo un bochornoso campeonato mundial de fútbol al
219
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
menos para los anfitriones, el de 1982, cuya mascota no podía ser más rancia y casposa,
más de la España cañí, el Naranjito). Era la Movida Madrileña que sólo pudo exportarse a
las provincias en las ganas que produjo de hacer música o fanzines. En San Sebastián todo
esto —rumba, historietas, pop— hubo de hacerse sobre un fondo de luto y de continuos
enfrentamientos entre la policía y ya menos una población general, porque las calles iban
siendo ocupadas únicamente por quienes se sentían gravemente agraviados en su identi-
dad nacional y estaban conectados por ese cordón umbilical a ETA formando parte de la
nebulosa de satélites que había instalado en la sociedad civil. Todo lo que se discutió du-
rante los 70 se dejó de discutir en los 80: hablar de política resultaba peligroso o como
mínimo inconveniente ya que podía suponer enfrentamientos entre amigos o entre fami-
liares. Los 80 fueron la década del silencio.
Y se volvió así en cierto modo a ese donostiarrismo de sociedad gastronómica que por
el bien de la cena rehuía abordar temas políticos. Porque lo que se recuperaron fueron las
ganas de cocinar tanto por el regreso al hedonismo que, entre otras cosas, trajo ese desertar
de la cosa pública, como por la revolución en los fogones que se estaba produciendo como
consecuencia de los nuevos planteamientos que habían comenzado a darse en Francia —
fruto seguramente del redescubrimiento del yo hedonista que se estaba cociendo desde
que amainara la fiebre izquierdista subsecuente a mayo del 68 que duró hasta mediados de
los 70— en lo que dieron en llamar la Nouvelle Cuisine y que en Guipúzcoa encontró un
campo abonado entre los jóvenes cocineros, por el contacto de aprendizaje y de circula-
ción de usos y modos a través de las fronteras, que cristalizaría, hacia finales de los 70, en
la Nueva Cocina vasca quizá también porque había una cocina que tenía desde tiempo
atrás conciencia de sí y había conseguido proyectar hacia el resto de España si no un estilo
al menos una serie de platos. Sin duda, la Nueva Cocina vasca contribuyó a que se crearan
muchas sociedades gastronómicas —la lucha por la emancipación de la mujer estaba lle-
vando en casa a las cazuelas a los hombres prediponiéndoles a guisar en cualquier sitio—
originando un pequeña eclosión, pero también ocurrió que al amparo de eso algunas —
pocas— se convirtieron no en foro de discusión sino de adoctrinamiento puro y simple al
estar impulsadas por la izquierda abertzale, que creó otro fenómeno hostelero-político,
éste más difundido, las herriko tabernas. Tampoco son para el olvido los auténticos pota-
jes que se cocerán en el obispado a lo largo de esta década y la siguiente como consecuen-
cia del nombramiento de José María Setién como prelado de la ciudad, un prelado que
interviene activa, constante y polémicamente en los asuntos de la polis adoptando un en-
foque inspirado inequívocamente en la ideología sabiniana, así como una posición equi-
distante entre la violencia de ETA y la del Estado de Derecho con el resultado de equipa-
rar las víctimas de los terroristas a los propios verdugos.
Por lo que se refiere al paisaje urbano, los cambios no se produjeron a lo ancho sino
hacia lo hondo. La fisonomía de San Sebastián cambia urbanísticamente muy poco, aun-
que hacia finales de la década comienzan a plantearse las nuevas barriadas por recupera-
ción de terrenos industriales, como ocurrirá en el Antiguo con los solares de Suchard, Li-
zariturry y el León, y la ocupación intensiva de los campos más cercanos para esa otra
220
Capítulo VIII. Los ochenta
forma de vivir que es el adosado y que se desarrollará en los 90. Cuando digo cambios ha-
cia lo hondo me refiero a que el paisaje se tiñe de ideología con las pintadas políticas, los
panfletos, las pegatinas y las chapas. También con todos esos centros del asociacionismo y
de las actividades alternativas que se instalan en los lugares más insospechados —nunca,
pobreza obliga—, en lugares construidos ad hoc. Fruto de esta urbanización ideológica
son los hogares del jubilado —pertenecer a la tercera edad se ha convertido en una cosa
digna y ya no se es viejo, es decir, alguien que camina ineluctablemente hacia la muerte,
sino alguien que dispone de tiempo libre para dedicarse a multitud de actividades— que
crecen en cada barrio, y muy pronto lo serán las casas de cultura, éstas sí en lugares cons-
truidos al efecto o en edificios insignes rehabilitados. El acontecimiento urbanístico más
importante será la instalación en Zorroaga de la facultad de Filosofía en 1979, por cuanto
consagra a Donostia como ciudad definitivamente universitaria —con la proyección na-
cional e internacional que conseguirá gracias a profesores como Félix de Azúa y Fernando
Savater (hijo de aquel Sabater que fue vocal del Ateneo)— y se erige en el germen del
campus que se desarrollará inminentemente en el barrio de Ibaeta.
No hay que olvidarse de otros dos artefactos que cambian el paisaje urbano, los conte-
nedores para escombros —la gente los denomina con el nombre de la primera empresa
que los alquila, Vascontainer— y la grúa municipal, punta de lanza de una clasificación de
las calles en zonas azules que contarán con flora propia, los parquímetros. Otra flora de
más prosapia, importancia y antigüedad, los olmos desaparecen de la ciudad dejándola
como una mandíbula mellada a consecuencia de la enfermedad de la grafiosis. Pero la ciu-
dad no está hecha sólo de diferentes materias sino que también la conforman los relatos, y
muy pronto va a surgir un narrador que se los devuelve convertidos en el espejo en que se
debe mirar. Se trata de Miguel Vidaurre que se consagrará, a partir de marzo de 1982,
como cronista oficial de Donostia. Desde su sección «La Ciudad y sus gentes» en El Diario
Vasco dará entrada a todo lo que se mueve y se mostrará muy generoso con las actividades
del Ateneo, que no dejará de publicitar y comentar. ¿Y qué hay que decir del Ateneo? Po-
ca cosa, aparte de que se producirá el milagro de saldar la enorme deuda acumulada, como
se verá más abajo. De no ser que se tenga en cuenta un extraño viaje hacia el esoterismo
que se ampara de él desde mediados de la década en consonancia con todo el fenómeno
mundial que se está produciendo en torno a la New Age y que no consiste sino en impe-
dir que el yo vuelva hacia sí mismo tranquilamente —ya dijimos que los 80 eran la década
del yo— sino que debe hacerlo utilizando toda una serie de técnicas espirituales, corpora-
les y de alimentación que lo mismo se inspiran en —o se rescatan de— civilizaciones anti-
guas o tribales, que las buscan en las estrellas, la alquimia y el verbo de muchísmimos gu-
rús y charlatanes (si es que no son la misma cosa). En este repliegue hacia el yo, por lo que
tiene de separación del otro, pesa mucho una enfermedad desconocida y mortal que co-
mienza a identificarse hacia el final de la década y que terminará denominándose SIDA
(Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). Al ser transmitida por vía sexual podrá coto
a la promiscuidad de la década precedente, pero como también se propaga por vía paren-
teral fulminará a muchos heroinómanos acostumbrados a compartir la jeringuilla. Pocos
221
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
años después de ser identificado, el SIDA se convertirá en una auténtica plaga mundial.
Curso 1979-80
222
Capítulo VIII. Los ochenta
Curso 1980-81
Curso 1981-82
El comienzo de curso no puede ser más desolador ya que, por falta de fondos y segu-
ramente a causa de la desmoralización reinante, sólo se produce un evento, la entrega, el
28 de septiembre, del Premio del Ateneo a Función de noche, de Josefina Molina. A esto
hay que añadir la humillación a la que ciertos representantes del Gobierno vasco someten
al Ateneo obligándole a solicitar por escrito el salón de actos que antes disfrutaba como
suyo. Hay que «cursar una instancia solicitando el uso del salón», recoge el acta 530 del 15
de septiembre. Uno de los artífices de esta nueva situación es el todavía novicio en política
Joseba Egibar, que ocupa el cargo de delegado de Cultura de un Gobierno vasco con
competencias recién tranferidas. En noviembre, el Club de Fumadores de Pipa quiere in-
gresar con sus 186 socios en el Ateneo, la Junta les responde que deberían hacerlo a título
individual y no como colectivo, tal y como está previsto en los estatutos. Pero la gran no-
ticia del año es la llegada de tres millones de pesetas ofrecidas graciosamente por la minis-
tra de cultura Soledad Becerril que sirven para tapar definitivamente el agujero.
De modo que el año 1982 no puede empezar de manera más feliz, pero también de
manera más rara, porque se produce el desembarco de un fuerte grupo adscrito o empa-
rentado con el nacionalismo que se dan de alta como socios, sobre todo el 1 de enero, —
veintitantos, entre los que se encuentran nombres tan señalados como José Miguel Zuma-
labe, Joxe Joan Gonzalez de Txabarri, Pello Esnal o Joxe Azurmendi y destacados miem-
bros o profesores del organismo de alfabetización en euskera del Gobierno vasco HABE
como Iñaki Aramberri, Antton Iñurritegi o Josu Perales (Libro de altas y bajas de socios,
folios, 381, 383 y 385)— con idea de ganar las elecciones a Junta y hacerse con una enti-
dad a la que consideran como un parásito que ocupa parte de un edificio del que ya son
dueños, excepto por ese cuarto piso ateneísta y el quinto en el que está ubicada Radio Na-
cional de España (pero con ésta puede negociar), debido a la transferencia de competen-
cias. Sin embargo, la jugada les sale mal (por eso dimiten tan en bloque como entraron) y
su candidato Carlos Santamaría no resulta elegido. Porque el Ateneo también movilizó a
los suyos y consiguió incorporar a nuevos socios entre los que se podría destacar a Julio
Caro Baroja, José Ramón Recalde o Raúl Guerra Garrido. El acta del 25 de enero recoge
223
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
la composición de la nueva Junta que está integrada por Julio Caro Baroja, como presi-
dente, Manuel Agud Querol, vicepresidente, Ángel García Ronda, secretario, Pilar Petri-
rena, vicesecretaria, Luis Felipe Bausá, tesorero, Dolores Casi, contador, y los vocales Ja-
vier María Sada, Jaime Cobreros, Raúl Guerra Garrido, Carlos Sanz, Carlos Santamaría
—que se hace socio de manera muy breve en este momento (durará un año)—, María Jo-
sé Insausti y Elena Martínez.
Las represalias no se hacen esperar y, como primera medida, el Delegado de Cultura ni
siquiera responde a la solicitud que se le cursa para poder realizar, a principios de febrero,
en el salón de actos un homenaje a José Luis Villarejo —el alma teatral del Ateneo du-
rante tantos años y tan duros— recientemente fallecido. Para curarse en salud en la junta
del 18 de febrero se acuerda elevar un escrito solicitando que se ceda el salón de actos al
Ateneo una vez a la semana. Como la venganza es un plato que se degusta más bien frío,
la Delegación de Cultura espera a que Manuel Agud vaya a dar una conferencia sobre la
historia del Ateneo el 15 de junio para boicotearle por el procedimiento tan elegante de
remitir una carta en el último momento advirtiendo que no se podría utilizar la sala si los
miembros de la escuela de teatro Antzerti estuvieran ensayando. Pero no hay ensayo,
cuando conferenciante y público van a entrar se encuentran con que otro conferenciante,
éste improvisado por no decir paniaguado, está dando una conferencia fantasma. La Junta
redactará una nota de prensa del siguiente tenor: «La Junta Directiva del Ateneo Guipuz-
coano expresa su repulsa por lo que considera una actitud censorial hacia las actividades
de este Ateneo, su protesta por lo que de desprecio tiene para una personalidad como la de
Manuel Agud Querol y su tristeza por lo que ello implica de postura reaccionaria de cier-
tas personas del Gobierno vasco ante la cultura que no manipulan» (Acta 548, 15 de junio
de 1982).
En el terreno más tranquilo de las actividades, se halla el regalo que hace el gobierno
civil hace de la colección del periódico La Voz de Guipuzcoa y de otras publicaciones his-
tóricas sin que se sepa a qué viene tanta merced y de dónde proceden los fondos. Por gra-
ciosa concesión de la autoridad competente, el Ateneo puede celebrar en el requisado sa-
lón de actos un total de 4 sesiones de cine-club. A primeros de mayo se adecentarán los
locales gracias al respiro económico del que se disfruta y, finalmente, se le entregará una
placa a la viuda de José Luis Villarejo el 29 de mayo. Respecto a las actividades habituales,
se reemprenden con la presentación, el 17 de marzo, del número sobre bilingüismo de la
Revista de Occidente, que la redacción de la misma desea que se realice en los locales del
Ateneo. Los conferenciantes que empiezan a desfilar poco a poco por una entidad en bus-
ca de resuello son Jaime Cobreros —«El camino iniciático de Santiago», el 2 de abril—,
Sergio Rebolledo —«Técnicas de prevención de toxicomanías», el 4 de mayo—, José Manuel
Merino —«Experiencias de desintoxicación de heroinómanos», el 4 de mayo—, Fernando
Iglesias —«Sesión pública de la Primera Semana farmacéutica», el 5 de mayo—, Lucien
Engelmajer fundador de Le Patriarche —«Sesión pública de la Primera Semana farmacéuti-
ca», el 6 de mayo—, y Julio Caro Baroja, «Breve historia de los Ateneos», el 25 de mayo. El
19 de junio se celebra una conferencia-coloquio con Victorino Martín. El mes de julio se
224
Capítulo VIII. Los ochenta
cierra con la preocupación porque las obras de adecentamiento han costado 1.100.000
pts. más que lo presupuestado y el ministerio se niega a conceder otra subvención. Se pro-
grama como fin de curso una conferencia de Alberto Pérez Calvo que lleva el título provi-
sional de «Ejes para la comprensión de la política contemporánea» y que desconocemos
cuándo se leyó.
Se conserva una nota manuscrita de Julio Caro Baroja fechada el 27 de agosto de 1982
en la que pide que se le releve de la presidencia del Ateneo: «La experiencia de estos meses
y el quebrantado estado de mi salud me hacen pensar que no puedo seguir siendo presi-
dente del Ateneo Guipuzcoano. Por eso le ruego que presente mi resolución de dimitir a
los amigos de la Junta en particular y a los socios en general. Un saludo de su viejo amigo
y compañero». La petición no le será tenida en cuenta y se le seguirá considerando por ca-
riño presidente aunque sea de forma casi nominal y desde luego nunca más honorífica. El
resto de la Junta la componen, Manuel Agud Querol, vicepresidente, Ángel García Ron-
da, secretario, Luis Felipe Bausá, tesorero, y Dolores Casi, contadora.
Curso 1982-83
Andrés Sorel inaugura oficiosamente el curso con la conferencia «La cultura como un
medio para cambiar al hombre y a la sociedad» leída el 2 de noviembre. Previamente, el 16
de octubre se organiza una mesa redonda sobre los medios de comunicación. Dentro del
ciclo Novela y Sociedad, Rafael Castellanos habla de «El escritor estepario», el 5 de no-
viembre. Ángel María de Lera interviene el 12 de noviembre. Dentro del ciclo Historia
Contemporánea del País Vasco, José Andrés Gallego pronuncia la conferencia «Historia
contemporánea de Guipúzcoa y Navarra; coincidencias y divergencias», el 28 de noviembre.
El 29 de noviembre comienzan las jornadas sobre Pensamiento Heterodoxo. Con la en-
trada de 1983 parece que la crisis está olvidad ya que se programan bastantes conferencias.
Hay noticia de las pronunciadas por Luis Murugarren —«Desaveniencias entre San Sebas-
tián y Guipúzcoa a lo largo de la historia», el 14 de enero dentro del ciclo «Historia Con-
temporánea del País Vasco»—, Juan G. Atienza —«Geografía sagrada», el 3 de marzo, den-
tro del ciclo «Pensamiento heterodoxo»—, Enrique de Vicente, el 3 de marzo, Alberto
González Carredano, el 11 de marzo, Francisco García Pavón —«Historias de mis novelas
policíacas»—, el 16 de marzo—, y Juan Pablo Fusi, «País Vasco 1900-1936», el 18 de mar-
zo, dentro del ciclo «Historia Contemporánea del País Vasco». El 22 de marzo se presenta el
libro de Juan Fernández Castro titulado El laberinto del fango y los días 1, 5 y 12 de mayo
se desarrolla el ciclo «Ecología y Paisaje» en colaboración con INGEBA con los siguientes
ponentes por orden de intervención: Francisco Gómez Piñeiro, «Aspectos teóricos y meto-
dológicos del estudio del paisaje»; Ángel Farinós, «La defensa del paisaje urbano»; Bernardo
Catón, —«Factores determinantes del paisaje vegetal»— y Guillermo Meaza, «la enseñanza
del medio físico y su entorno», el 19 de mayo. Completa el elenco de ponentes en otra
áreas, Fernando García de Gortázar, «La Iglesia vasca en la Época Contemporánea», el 16 de
225
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
mayo dnetro del ciclo «Historia Contemporánea del País Vasco». El 22 de marzo, Fernando
Savater presentó Laberinto del fango, de Javier Fernández Castro.
Como nota de color hay que reseñar cierta lista de precios del bar fechada el 12 de fe-
brero de 1983 que muestra que el café solo cuesta 30 pts., costando 35 y 40 respectiva-
mente el cortado y el con leche, y resulta un asunto colorístico porque algún alma caritati-
va tuvo a bien colocar al lado otra lista manuscrita con los precios de un hogar del
jubilado en la que los cafés iban de 18 a 22 pesetas. Mientras en el Ateneo el chiquito
costaba 15, en el hogar del jubilado costaba 6. Sin embargo, los bocadillos costaban casi lo
mismo, 65 y 60 pesetas en uno y otro ambigú. Queda por averiguar cuánto costaban las
consumiciones en los bares y por qué alguien se tomó la molestia de añadir la lista de pre-
cios del hogar del jubilado a la del Ateneo. La nota desagradable la pone, en cambio,
cierto socio que se apropia de un millón de pesetas de la caja común. Finalmente la suma
será reintegrada en dos plazos —noviembre de 1983 y octubre de 1984— por la familia
del desaprensivo gracias a una gestión realizada en medio de la más absoluta discreción.
Curso 1983-84
226
Capítulo VIII. Los ochenta
Curso 1984-85
La inauguración del curso tuvo colores jaquelados con la celebración del II Torneo de
Ajedrez de Guipúzcoa, entre el 21 y el 29 de diciembre. Se trabaja en preparar un buen
calendario pero cunde una cierta desmoralización por la falta de apoyos cuando no por el
boicoteo que realizan ciertos elementos del Gobierno vasco y que se ponen de manifiesto
en la frase recogida en el acta número 559 del 27 de noviembre: «[la falta de apoyo] quizá
sea debida a que continúa sin ser bien visto el Ateneo en algunos sectores influyentes de la
actual vida política». Pero ello no es óbice para que se piense continuar con más ánimo si
cabe: «Es preciso luchar por el final de un periodo que nos ha dejado lastre de resenti-
miento y recelo», y es preciso hacerlo porque «la actuación del Ateneo en el largo periodo
de excepción política es suficiente para enorgullecer a cualquier entidad. Es una historia
clara y densa, y esa historia reclama continuidad para abrir caminos hacia el futuro» (Acta
559).
1985 resultará un año no muy prolífico en actividades, con todo se imparten las si-
guientes conferencias: Federico Sopeña —«Centenario de Domenico Scarlatti», el 1 de fe-
brero—, la conferencia-coloquio de Cuadernos de Alzate —el 21 de junio—, José Kozer
—«Bajo este cien», el 12 de julio— y María Jesús Molinuevo —«Meditación trascendental»
los días 18 y 19 de julio. Del 22 al 26 de abril se celebra la Semana Heterodoxa con: Jean
Chevalier —«Diccionario de símbolos»—, Daniel Bonet —«Símbolos del espacio y del tiem-
po»—, Julio de Peradejordi —«Simbolismo astrológico»—, Maritxu Guler —«Elementos del
simbolismo llamado vasco»—, y Luis Migue Martínez Otero, «Simbolismo y realización espi-
ritual». Hubo más actividades heterodoxas como la conferencia sobre Gnosis, el 20 de
abril, la de Medicina natural, el 20 de mayo, y el encuentro literario —raro éste aunque
no heterodoxo— con las Comisiones de Selección de los Premios Nacionales de Literatu-
ra y de las Letras Españolas —el 25 de mayo—, cerrándose el curso con una velada esoté-
rica en la que se produjo la presentación de varios libros, el 28 de junio. Además, Elixa-
bete Illaramendi, campeona del mundo de acordeón 1984 dio un concierto el 13 de abril.
227
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 1985-86
Se inicia el curso con «Recordando a Federico García Lorca», espectáculo del grupo de
Teatro y Ensayo del Ateneo, que será representado en varias localidades durante el otoño.
Debido a las dificultades que plantea la cesión del salón de actos por parte del Gobierno
vasco, las conferencias y mesas redondas tendrán en adelante como centro de operaciones
los locales del Ateneo. El 3 y 4 de octubre se repiten las conferencias de María Jesús Moli-
nuevo sobre «Meditación trascendental» que había ofrecido en julio y se suceden en la tri-
buna José Miguel de Azaola —«Nuestro ingreso en las Comunidades Europeas», el 17 de
octubre—, y Francisco Letamendia, «San Sebastián 1901-1925», el 5 de noviembre. 1986
es el año del ingreso de España en la Comundad Europea como miembro de pleno dere-
cho.
En el año que comienza intervienen Federico Sopeña —«Centenario de Domenico
Scarlatti», el 1 de febrero—, María Jesús Molinuevo —«Meditación trascendental», los días
20 y 21 de febrero—, E. Fernández de Pinedo —«El comercio con América», el 3 de mar-
zo—, doctor Escobedo —«Las reformas en el s. XVIII», el 10 de marzo—, Manuel Santos
—«Los puertos Vascos y su influencia en el comercio marítimo de los s. XVII y XVIII», el 13
de marzo—, comandante Fernández Basterreche —«El reclutamiento para el Servicio Mi-
litar hoy», el 21 de mayo— y José Ángel González, «Salud integral y holística», el 28 de
mayo. Conferencias que se complementan con las siguientes actividades: el concierto de
Elixabete Illarramendi, el 3 de mayo, la IV Semana de Estudios sobre el Pensamiento
Heterodoxo, con Jean Phaure, Ramón Prats, Riay Tatari, Jaime Cobreros y Luis Martínez
Otero —del 13 al 17 de mayo—, el concierto de la Agrupación Lírica Itxaso, el 2 de ju-
nio, y el concierto de Fermín Pujol, el 12 de julio. Durante el mes de julio, Gregorio Lo-
zano imparte un curso de Astrología. El curso finaliza con «232 socios y 10 esposas» en
nómina, según reza el acta 561 del 28 de agosto.
Curso 1986-87
228
Capítulo VIII. Los ochenta
villancico», el 19 de diciembre.
1987 vendrá bajo el signo zodiacal completo con la continuación, en enero, del curso
de Gregorio Lozano sobre Astrología. Los asuntos esotéricos se redondearán con la V Se-
mana de Estudios Heterodoxos, que tiene lugar del 30 de marzo al 3 de abril. En cuanto a
los conferenciantes del programa general, se cuenta con José Ignacio Babás y María Jesús
Molinuevo que hablarán sobre «Salud y descanso personal a través de la técnica de medita-
ción trascendental» —del 4 al 6 de febrero—, Juami Shiva Shankara —«Cultura védica», el
19 de marzo—, Elena Garisoain (un extraño paréntesis) —«El Derecho Tributario», el 23
de marzo—, Gregorio Lozano —«Tendencias y resultados del III congreso mundial de As-
trología», el 21 de mayo— y Enrique Flames «La cátedra de Astrología hasta el s. XVI en la
catedral de Valencia», el 22 de mayo. A primeros de febrero habían ingresado en la Junta,
Antonio Vega de Seoane y Felipe Maya. En la junta del 3 de abril se notifica el falleci-
miento del pintor y miembro de la directiva, Carlos Sanz. Aguirre Alcalde había realizado
en 1976 un emotivo retrato del pintor: «Carlos Sanz es el dolor y el insomnio y hasta el
horror; y la injusticia y la soledad; aspectos de la existencia que otros tratan de orillar y
que él encarna sin reposo, de ahí lo terrible y agresivo de su pintura, que sólo un corazón
como el de Carlos es capaz de abrir a la alegría y a la esperanza; una pintura explícita-
mente despreocupada, Carlos suele decir de él que es desmañado, pero esa indiscutible
impericia es en Carlos su forma de decir y de delatar, Carlos habla y habla al centro de la
persona porque sale del centro de su persona» (Guía secreta de Guipúzcoa, p. 487)
Curso 1987-88
El premio Ateneo de cine recae sobre la película El bosque animado, de José Luis Cuer-
da. La Junta se plantea el estudio de los estatutos de copropiedad en vista de la presión
que se vive con los locales. En noviembre ingresarán en la Junta, Maite Pagazaurtundúa y
Juan Antonio Aspe. Maite Pagazaurtundúa recuerda así su llegada al Ateneo: «Tenía poco
más de veinte años cuando Angel García Ronda me habló del Ateneo Guipuzcoano. Co-
nocí el local de la calle Andía, donde algunos nobles sillones de cuero muy ajados indica-
ban que el Ateneo había vivido momentos de mayor esplendor. La mayoría de los asocia-
dos tenían una media de edad muy alta y el Gobierno vasco quería, además, echarnos del
local porque no quería dejar ni huella de una institución de origen liberal, con vocación
de universalidad y de excelencia cultural, pese a la escasez de medios y asociados. La preca-
riedad de medios la
suplía un puñado de gente en el que destacaba Angel García Ronda con trabajo, ésta es la
pura verdad. Angel García Ronda —hombre de una cultura enciclópedica y trabajador in-
cansable— era en aquel momento, si la memoria no me falla, el Secretario del Ateneo y
Manuel Agud Querol, intelectual y caballero, su presidente hasta el momento en que
falleció. Creo que conocerlos es una de las mejores influencias que he recibido en toda mi
vida. Sigo siendo socia y nunca he dejado de sentir cariño por el Ateneo Guipuzcoano»
229
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
(Testimonio Remitido).
Gregorio Lozano reanuda sus cursillos sobre Astrología, y el trimestre se completa con
el concierto de la soprano María Jesús Lamy, el 12 de diciembre, más una serie de confe-
rencia agrupadas en un ciclo sobre la naturaleza en Guipúzcoa con Miguel Ibáñez —«Vida
marina y variaciones naturales y artificiales», el 9 de noviembre—, Iñaki Linazasoro —
«¿Guipúzcoa paraíso perdido?», el 11 de noviembre— y Ángel Farinós, «Medio ambiente
urbano en Guipúzcoa», el 13 de noviembre. El año concluye con la intervención de
Gregorio Lozano —«Congreso Internacional de Astrología de Río de Janeiro», el 16 de
diciembre—, y José M.ª Zapirain, «Proyección del Misterio de Belén».
En 1988 se monta un Curso de Historia Contemporánea del País Vasco en el que
participan Ángel García Ronda —«El constitucionalismo donostiarra y la modificación fo-
ral», el 19 de febrero—, Guillermo Gortazar —«Liberalismo, nacionalismo y socialismo», el
25 de marzo—, Ricardo Gómez-Rivero —«El pase foral en Guipúzcoa s. XVIII y XIX», el
22 de abril—, y Ernest Lluch, «La Ilustración en Guipúzcoa», el 6 de mayo. En el acos-
tumbrado totum revolutum se programa a Manuel Cárdenas —«Movimientos trascendenta-
les de la cirugía», el 17 de marzo—, José Díaz Vázquez —«La humanidad y la nueva era de
acuario», el 19 de abril, «¿Qué es la Gnosis?», el 25 de abril, «Ego, esencia y personalidad», el
2 de mayo, y «La máquina humana», el 9 de mayo—, Marina Barruso —«Rebirthing», el
12 de mayo— Alfredo Tamayo —«La teología de la liberación», el 13 de mayo, dentro del
ciclo «Situación religiosa actual»—, y finalmente Manuel Escudero, «¿Existe una crisis del
socialismo?», el 26 de mayo, dentro del ciclo Horizonte año 2000. El curso se completa con
el concierto del tenor Francisco Piedrafita, el 27 de febrero, el del pianista Miguel A.
Aguirre, el 9 de abril, el del cuarteto de cuerda Usandizaga, el 16 de abril, más el de Elixa-
bete Illarramendi, el 4 de junio. La VI semana del Pensamiento Heterodoxo girará sobre
lo sagrado y tendrá lugar del 11 al 15 de abril. El 18 de abril se produce la presentación de
la asociación Amigos del Camino de Santiago, que celebrarán el 19 de mayo una reunión
a la que están invitados los socios del Ateneo. Durante el mes de julio, Gregorio Lozano
impartirá un curso titulado «Astrología y amor». El premio del Ateneo se lo lleva la película
de Gonzalo Suárez, Remando al viento.
Quizás la acción más desapercibida pero con mucho la más importante de las que se
hayan emprendido en el curso por la Junta directiva sea la exploración de las posibilidades
para transformar la cesión en precario de los locales por una cesión en usufructo. Las actas
no recogen las conclusiones a las que se llegaron ni si se emprendieron gestiones con el
Estado, propietario de la sede de Andía 13, pero el camino iniciado hubiera debido tener
más continuidad, como se verá en un futuro inminente. Los problemas económicos vuel-
ven a ser acuciantes debido a la exigencia de mantener en buen estado unas fachadas que
se desmoronan constantemente debido a la mala calidad de la construcción. La Junta ra-
zona que pese a estar transferidas las competencias de cultura al Gobierno vasco, el Go-
bierno central debería subvencionar al Ateneo porque «es un lugar especial y es un lugar
en el que en definitiva se hace cultura sin discriminación alguna y no estrictamente de
ámbito vasco, y, por lo tanto, debiera tener el apoyo del Ministerio de Cultura» (Acta
230
Capítulo VIII. Los ochenta
Curso 1988-89
El ubicuo y ¿esoterólogo? Gregorio Lozano abre el curso con una conferencia de As-
trología el 29 de septiembre. Luego, las actividades girarán en torno a la música con el
concierto del Conjunto Barroco de San Sebastián, el 15 de octubre, y la actuación de la
Agrupación Lírica Itxaso, el 12 de noviembre, para volver al punto de partida con el cur-
sillo de «Antropología y Ciencia» (?), impartido por Juan Vizcarra del 26 al 28 de octubre,
en las sesiones: «Tenochtillon», «Teotihuacan» y «Tiahuanaco». 1990 debuta con la orden
del Ayuntamiento para que se arreglen las fachadas urgentemente. El Ateneo trata de aga-
rrarse a que sus locales, junto con los de RNE, son propiedad del Estado por lo que sería
él quien tendría que correr con las reparaciones. En el terreno estrictamente cultural el
año debuta con la conferencia del doctor Miguel Echevarren titulada «Presente y futuro de
la medicina deportiva» y leída el 16 de enero dentro del ciclo de divulgación sanitaria. Al
doctor Echevarren le suceden los Amigos del Camino de Santiago —«De la Rábida a
Santiago y Finisterre por caminos de occidente», el 18 de enero—, el doctor A. Olabora de la
Serna —el 20 de febrero—, Gregorio Lozano —«Predicciones para los doce signos del Zo-
diaco»— Iñaki Linazasoro —«Nuestros Carnavales», el 5 de marzo—, el doctor Manuel
Álvarez —«Intoxicaciones por el alcohol y el tabaco», el 15 de marzo—, Gregorio Lozano —
«Su futuro astrológico para este año», el 20 de marzo—, doctor Juan Calvo —«Tratamiento
actual de las principales afecciones de cadera», el 27 de marzo—, María Jesús Burgos —
«Qué es la Gnosis», el 3 de mayo, y «Ego, personalidad y esencia», el 10 de mayo—, Pedro
Carrasco —«Máquinas de la mente», el 4 de mayo—, y Ramón Etxebarria, «Generalidades
sobre el esoterismo», el 31 de junio. Un amplio programa musical complementa el
calendario con el concierto a dos pianos por M.ª José Barandiaran y José Bustos, el 17 de
enero, el de la soprano Mary Dawning, acompañada al piano por José Manuel Azkue, el
21 de abril, el de piano por Montserrat Auzmendi, el 10 de mayo, el del Quinteto Aroia,
el 19 de mayo, y, por último, el de la organista Koro Saenz Aguirre, el 12 de junio.
Además, el 25 de abril se celebró una mesa redonda sobre «Luis Martín-Santos y la vida
cultural donostiarra en los años 50» con José Luis Munoa, Leandro Martín-Santos, José
Ramón Recalde, Pascual Aldabe y Manuel Agud, actuando de moderador Félix Maraña.
Los gastos de comunidad que supone la sede de Andía 13 se elevan a 85.132 pts., el
primer trimestre de 1988, y 128.083 pts., 79.601 pts. y 193.271 pts., los siguientes, cifras
bastante crecidas que el Ateneo traslada al Estado.
231
IX. LOS NOVENTA... Y PICO
En un papel suelto sin fecha ni firma de los raros que han aparecido en el Ateneo al emprender
estas pesquisas, el anónimo comunicante —¿a quién se lo comunica?, ¿por qué?— realiza un somero
repaso a la trayectoria del Ateneo desde que era sólo Círculo en 1944, y apunta con acierto que, en
los años 80, el Ateneo padece el estigma de hallarse vinculado aunque sólo sea arquitectónicamente
al ministerio de Información y Turismo. Luego, refiriéndose a los ultimísimos 80 o los primerísimos
90 —fecha más que posible de la nota, pues de lo contrario hubieran aparecido hechos traumáticos
como el desalojo, sobrevenido en 1992—, el escriba no identificado levanta acta de que el Ateneo se
halla apuntalado. La última frase, o rúbrica, del folio reza «Perspectivas futuras» y tras ella se ve un
interrogante encerrado en un círculo. Pues bien, esta auténtica cuadratura del Círculo se irá con-
formando a lo largo de los 80 y adquiere tintes cada vez más negros —más negros que la tinta que
utiliza el cronista anónimo al garrapatear su apresurado balance— hasta revestirse de la desespera-
ción en cuanto se produzca el desahucio de los lugares que ocupa el Ateneo, en julio de 1992, el año
de los fastos del Quinto Centenario, la Expo de Sevilla y la Olimpiada de Barcelona. Mientras Es-
paña exulta, en un rincón oscuro de su geografía se apaga la llama de la antorcha de la cultura. Y se
apaga ante la indiferencia olímpica, si no la desidia —como se verá un poco más abajo— de quien
hubiera debido contribuir a mantenerla encendida. Pero también ante la complacencia de quienes
prefieren las sombras. En adelante, el Ateneo será un organismo tocado que subsiste por el puro
empeño de hacer cultura sin adjetivos, vuelto una sombra de lo que fue, aunque orgullosa de seguir
siendo a pesar de haber sucumbido a la indigencia en que le dejaron —por indiferencia basada en
las distintas filias y fobias políticas cruzadas entre sí y con el propio Ateneo— PSOE, PP y PNV.
Felipe González anclado firmemente en la presidencia del Gobierno desde 1982 —cuando obtu-
vo una espectacular y no repetida mayoría absoluta— comienza la década de los 90 con las perspec-
tivas más halagüeñas, no en balde ha conseguido la mayoría absoluta en las elecciones de 1989. Su
estrategia para el Norte pasa por dejar el gobierno del País Vasco en manos del PNV, un PNV no
montaraz, a fin de garantizarse un aliado y de sustraerse al problema que puede representar tenerle
en la oposición mientras se gobierna en minoría sin poder conseguir otros apoyos que los de un PP
con el que compite a escala nacional. Prueba de ello sería la cesión al PNV de la presidencia en 1986
pese a que el PSE obtuvo dos escaños más. Sin embargo, las cosas comenzarán a torcerse a mediados
de los 90 cuando el PNV emprenda una fuga hacia adelante soberanista que obligará a Nicolás Re-
dondo Terreros, secretario general del PSE, a sacar a los suyos del gobierno en julio de 1998 ante los
acuerdos puntuales que el PNV estaba suscribiendo con una Herri Batasuna en clara connivencia
con ETA. A partir de ahí se abriría un novedoso capítulo en la historia de Euskadi, el de la creación
de un frente constitucionalista para desbancar la nacionalismo. Los anteriores atraviesan por múlti-
ples vicisitudes que tienen un común denominador, ETA, tanto por sus atentados y asesinatos, co-
mo por la manera de hacerles frente y de combatirla. Hacia finales de los 80 se estaba produciendo
la asunción por parte del Gobierno vasco de la legitimidad de la lucha policial y judicial contra el te-
rrorismo. Al mismo tiempo, la banda terrorista veía cómo se le acababa el santuario francés al recha-
zar la invitación del Gobierno presidido por Miterrand para que iniciase una negociación con el
Gobierno español. El encuentro de Argel de 1987 fue un fiasco debido al impulso natural de ETA
de subir la apuesta. El atentado de Hipercor, el 19 de junio de ese mismo año, con 21 muertos y de-
233
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
cenas de heridos, estaba destinado a que el Gobierno hiciera concesiones que no podía hacer.
Ante la sinrazón y la escalada terroristas, las fuerzas democráticas —todo el arco, incluidos los
nacionalistas— suscriben el pacto de Ajuria Enea, el 18 de enero de 1988, para enfrentarse a la vio-
lencia etarra con todos los medios policiales, legales y judiciales
en el respeto de los Derechos Humanos (se hallaban muy recientes los asesinatos del GAL, aque-
lla guerra sucia de Estado practicada entre 1983 y 1987) y confiando en la colaboración internacio-
nal. Se repudiaba así la violencia como medio para la consecución de objetivos políticos. Pero el
pacto empezaría a conocer momentos difíciles ya desde de 1995 al cuestionarse los nacionalistas la
dispersión de los presos —expresión externa de la apuesta por el soberanismo que estaba cuajando
en su interior— y proponer EA la incorporación sin condiciones de HB al acuerdo.
ETA venía de una década de los 80 bañada en sangre y atravesaba por unos momentos delicados
debido al fiasco que Argel había supuesto entre sus simpatizantes tanto por las dificultades que expe-
rimentaban para asimilar matanzas indiscriminadas del tipo de la que se había dado en Hipercor
como porque no comprendían la ruptura de unas negociaciones que la banda había vendido como
un logro estratégico. La banda se tambaleaba también porque tenían en frente a todo el espectro
político unido para autorizar medidas policiales que iban siendo cada vez más profesionales —se
buscaba capturar a los terroristas de la manera más limpia posible, con todas las garantías judicia-
les— y, por lo tanto, más eficaces. Tampoco eran ajenos a la zozobra de ETA los cambios tácticos a
los que les obligaba un Estado francés beligerante que les perseguía en lo que habían considerado un
refugio inviolable. Por todo ello ETA quería atentar contra los eventos de 1992 buscando la reper-
cusión mundial de su causa para conseguir, al mismo tiempo, reivindicarse ante los suyos. Los pro-
yectos se les vinieron abajo cuando la policía detuvo a la cúpula etarra en Bidart a comienzos de ese
año para detener dos meses después a sus sucesores. No sólo la banda quedaba descabezada sino que
su mundo se hundió en la desmoralización. Pues bien, justo en aquel momento los Gobiernos vasco
y navarro ceden a las presiones y modifican el trazado de la autovía entre San Sebastián y Pamplona
—la autovía de Leizarán, que había sufrido varios atentados, alguno con muertos— autorizando a
ETA y sus satélites a considerar la cesión como una victoria. Los terroristas recuperan la iniciativa y
pasan al ataque en 1993 con la ponencia Oldartzen que preconizaba la socialización del sufrimiento.
Ya no iban a ser objetivos de su violencia sólo los miembros del aparato del Estado en cualquiera de
sus formas sino todos los ciudadanos que no estuviesen de acuerdo con sus tesis abertzales y lo ma-
nifestaran. A tal fin, ETA crea la kale borroka, o presión en la calle con ataques masivos, quemas de
autobuses y cabinas telefónicas para hacer más reales las amenazas a ciudadanos que veían sus nom-
bres escritos en las paredes con una diana indicativa de que, o desistían, o tendrían que vérselas con
los pistoleros.
Ni que decir tiene que todo este clima de terror se hizo absolutamente opresivo en los pueblos,
fundamentalmente guipuzcoanos y también en ciudades como San Sebastián (o Pamplona), cuyos
cascos viejos serán considerados por los cachorros de ETA como territorios liberados y a ese título
hostiles para quien no fuera de su cuerda. No está de más recordar los ataques que sufrió la librería
Lagun, enclavada en el corazón de la Parte Vieja donostiarra desde los 80, con un máximo de 20
ataques entre 1998 y 1999. Poco se imaginaban los alamedistas y anti-alamedistas del s. XIX que
aquel Boulevard que les enfrentó se iba a convertir en una frontera entre el Estado de Derecho y el
abrigo de los violentos que lo vapuleaban. El carácter de una Parte Vieja tabú provenía de los años
70 —cuando los policías eran los grises y entraban a saco—, perduró durante los 80 —cuando los
policías eran maderos y fueron sustituidos por los ertzainas, mediada la década— y se enquistó en
los 90 cuando las fluctuaciones políticas del nacionalismo convirtieron a la Erzaintza en una policía
no todo lo resolutiva que cabía esperar con las algaradas y las manifestaciones ilegales. Esta aparente
permisividad chocaba con unos radicales ávidos de desterrar de la calle a los pacifistas que la venían
utilizando desde finales de los 80 y muy especialmente desde comienzos de los 90 en lo que ya era
una dinámica imparable —son de destacar las concentraciones de los trabajadores del empresario
Julio Iglesias Zamora en protesta por su secuestro a manos de ETA— no sólo contra los asesinatos
sino por el reconocimiento público de las víctimas.
Las calles de Donostia fueron, pues, a lo largo de los 90 el escenario simbólico donde los violen-
234
Capítulo IX. Los noventa... y pico
tos tenían que imponer su ley contra las concentraciones pacifistas ante la pasividad de una Ert-
zaintza que sólo cargaba contra ellos para dispersarlos (nunca había detenciones) cuando agredían
con objetos a los concentrados. Se trataba de rubricar simbólicamente la hegemonía que sus padri-
nos entendían estar consiguiendo en el ámbito político, no en balde estaban trayendo a sus tesis al
propio PNV. En efecto, dentro del PNV se estaba produciendo una deriva hacia el soberanismo que
alcanzará su punto de no retorno en 1997 con el denominado documento Ollora, inductor de un
debate interno cuyas consecuencias fueron el rechazo al Estatuto vasco —no ya en los términos en
que estaba redactado sino como marco político de convivencia—, la marginación de los partidos
constitucionalistas y el acercamiento al mundo de ETA supuestamente para atraerlo a la política y
alejarlo de la violencia —sostenían que la paz sólo sería posible si aumentaba la soberanía, que era
justo lo que los terroristas pretendían— pero más seguramente para vencerle en el pulso sobre la he-
gemonía en el campo nacionalista, por lo que una intervención directa contra la izquierda abertzale
—reprimiéndola— le hubiera restado credibilidad y detraído la masa de votantes que pretendía
arrebatarle.
Pero los violentos también tenían que conquistar la calle debido paradójicamente a la propia
violencia de ETA, que lejos de amedrentar a la ciudadanía acabó por sacarla masivamente a la calle.
Ocurrió con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. La banda, en realidad, pretendía con
esta acción dejar bien sentado quién mandaba en el mundo nacionalista —puede que otros acepta-
ran sus tesis, pero tenían que defenderse a su modo y bajo su dirección— sobreponiéndose, de paso,
al golpe que había sufrido cuando la Guardia Civil liberó a Ortega Lara después de más de 500 días
de secuestro. Asesinando a Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997, los terroristas sólo consiguieron
movilizaciones masivas en su contra. La respuesta fue tal que el PNV se asustó y para recobrar la ini-
ciativa se reunió con ETA en un intento de poner fin a la violencia a cambio de suscribir un pro-
yecto independentista común. El resultado de esas maniobras en la oscuridad vio la luz en el Pacto
de Lizarra rubricado por el nacionalismo radical y el no radical el 13 de junio de 1999. Comenzaba
así una supuesta nueva era para un nacionalismo unido que marchaba hacia la nación-estado y en-
tendía superar las iniciativas constitucionalistas que resultaban muy amenazadoras desde que el go-
bierno de Aznar —llegó al poder en 1996— había ido sustituyendo sus acuerdos iniciales con el
PNV por una política de oposición al soberanismo y de mano dura contra los terroristas gracias,
entre otras cosas, al Pacto Antiterrorista sellado con un PSOE en la oposición.
El PNV había conseguido lo más importante, obtener la paz —ETA se había sumado previa-
mente al invento declarando una tregua el 16 de septiembre de 1998— y darse tiempo para impo-
ner su hegemonía dentro del conglomerado. Pero la banda no le dejó, ya que rompió la tregua un
año más tarde —el 28 de noviembre de 1999— porque el PNV no fue todo lo lejos que los terro-
ristas querían, ya que se opuso a crear un organismo ejecutivo integrado por los ayuntamientos que
sustituyese al Parlamento vasco rompiendo así con el Estado. Forzando al nacionalismo democrático
a construir un Estado paralelo, los terroristas buscaban poner a prueba su fidelidad y el alcance de su
compromiso. ETA hizo lo de siempre, pedir lo imposible, y PNV y EA tuvieron que ver cómo los
terroristas les humillaban haciendo públicos los papeles del pacto secreto que habían suscrito, y
confirmando en su publicación interna Zutabe —exactamente en el n.º 85—, que, contra lo que
ellos opinaban, tenía razón el entonces ministro del interior y miembro del PP Jaime Mayor Oreja
cuando consideró que se trataba de una tregua-trampa.
Para su desgracia, el nacionalismo moderado lejos de obtener los réditos que esperaba de la ope-
ración perdió votos en las elecciones de 1999 en beneficio de Euskal Herritarrok —EH—, la plata-
forma que venía a sustituir a una ilegalizada HB. Con ese precedente más la movilización ciudada-
na, que les había asustado, y el frente constitucionalista que PP y PSE preparaban para las elecciones
de 2000, PNV y EA realizaron una campaña de «no pasarán» agitando a sus bases y clientela contra
la llegada de unos bárbaros que destruirían las esencias de Euskadi. El miedo dio sus frutos y el na-
cionalismo se impuso por un estrecho margen de 30.000 votos lo que permitió al lehendakari Iba-
rretxe, exultante porque se atribuía personalmente el triunfo, recuperar la iniciativa y pergeñar en los
meses venideros el llamado Plan Ibarretxe o la marcha decidida e irrevocable hacia el soberanismo
oculta bajo una retórica que en realidad no ocultaba nada, allí estaban la territorialidad, el derecho a
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
decidir y el referéndum que lo sancionaría todo. El Plan Ibarretxe fue aprobado por el Parlamento
vasco el 30 de diciembre de 2004 (con 3 votos imprescindibles de SA, la antigua Batasuna o EH o
HB), aunque su recorrido se acabó en el Parlamento español, que lo rechazó el 1 de febrero de 2005
a instancias de un PSOE —con el apoyo del PP— que necesitaba al PNV pero no a ese precio.
Porque para entonces el PSOE había ganado las elecciones imponiéndose a un PP lastrado por la
marea negra causada por el Prestige pero sobre todo por haber metido a España en la guerra de Irak
sin esperar a la resolución de la ONU. Tras rechazar el Plan Ibarretxe y a fin de no enajenarse por
completo la voluntad de un nacionalismo que poseía en buena parte la clave de la gobernabilidad —
el PSOE había logrado una mayoría muy justa—, Zapatero tuvo que compensarle congelando el
Pacto Antiterrorista y estableciendo una cierta permisividad y apertura hacia el mundo de Batasuna
considerado como recuperable y necesario por el PNV. En este acercamiento, una ETA descolocada
por los acontecimientos del 11-M pidió negociar a cambio de establecer un alto el fuego. El Go-
bierno, previa consulta en el Parlamento, accedió a sentarse a la mesa y la banda declaró una tregua
el 24 de marzo de 2006.
Probablemente, la ausencia de concesiones políticas reales —hubo algo que se le aproximaba, la
creación de dos mesas, la de las negociaciones oficiales más la de Batasuna hablando con el PSE, y el
reconocimiento por parte de Zapatero del derecho a decidir— llevaron a ETA a dar el correspon-
diente puñetazo sobre la mesa. Después de cuatro años sin atentados mortales —primero por el aco-
so policial y las dudas que les creó el 11-M, y luego por la tregua, consecuencia de lo anterior— los
etarras volvían al asesinato en 2007 con la bomba de la terminal T-4 del aeropuerto de Barajas que
se cobró dos víctimas. La tregua estaba rota, así lo consideró el Gobierno pero no una ETA que en-
tendía seguir en alto el fuego hasta que emitió un comunicado —nadie debía decidir por ella—
anunciando que así era. Fiel a sí misma, la banda hizo lo de siempre —pedir más, se ofrezca lo que
se le ofrezca—, factor con el que no contó, o no supo contar un Zapatero convencido de la posibili-
dad de conseguir la paz.
Este es el fondo histórico-político sobre el que se movió la ciudad de San Sebastián, algunos de
cuyos episodios, como hemos visto —la toma de la calle por los movimientos cívicos y la reacción
de los violentos para recuperarla, los actos de kale borroka—, la marcaron a fuego. Donostia se ha
convertido en un coto más o menos socialista —siempre ha gobernado en minoría recurriendo a
pactos con otras fuerzas políticas— desde que Odón Elorza fuera elegido alcalde en 1991 y repitiese
en 2006, en un ejercicio del mando sin discontinuidad. Una presencia tan dilatada en el gobierno
de la ciudad le ha permitido desarrollar proyectos a largo plazo en áreas estratégicas como el urba-
nismo. Del estancamiento de las décadas precedentes, se ha pasado a la construcción desaforada de
viviendas. De hecho, la fisonomía de la ciudad se ha alterado con la creación de auténticos barrios
nuevos, como los de Intxaurrondo —con el añadido posterior del parque de Otxoki en fase de am-
pliación hacia Ametzagaña—, el Antiguo —ocupando un viejo suelo industrial—, Atotxa —en lo
que fue campo de fútbol— y el más reciente de Riberas de Loyola, con intervenciones importantí-
simas en Herrera, futuro enclave de otro desarrollo más ambicioso. En la fachada marítima hay que
destacar la reconstrucción de la playa de la Zurriola —multiplicando su superficie considerable-
mente— y el emplazamiento de los cubos del Kursaal, obra del arquitecto Moneo e icono de la ciu-
dad desde su polémica construcción en 1995.
A lo largo de esta década y media han proliferado las casas de cultura —la primera fue la de
Oquendo, abierta en 1987— y los polideportivos, cada barrio cuenta por consiguiente con sus ins-
talaciones deportivas y culturales. La multiplicación de los carriles bici o bidegorris ha modelado el
tejido urbano junto a las calles peatonales, también de reciente implantación. Quedan para el futu-
ro, el centro de Tabacalera, un auténtico mastodonte cultural que se ubicará en el edificio que ocu-
pó la empresa de cigarrillos, el reacondicionamiento del museo de San Telmo y una posible pasarela
marítima en las rocas de Mompás, vetada hoy por el Gobierno vasco. Al Ayuntamiento se le debe
también una biblioteca, la municipal, instalada en lo que son sus bajos (ocupados en parte por el
Ateneo cuando la remodelación de Andía 13 en 1964). Aunque, sin duda, el edificio cultural que
hoy por hoy se lleva la palma es el centro Koldo Mitxelena obra de la Diputación de Guipúzcoa que
data de 1994 y que ocupa el edificio en que estuvo el Instituto donde el Ateneo celebró tantísimas
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Capítulo IX. Los noventa... y pico
sesiones desde 1916. En un extraño regreso a los orígenes, los próceres del Ayuntamiento meditan
sobre la conveniencia de volver a implantar el tranvía que fue desmantelado por haberse quedado
obsoleto y estar reñido con el progreso.
Con el nuevo milenio Donostia —inmersa evidentemente desde el año 2002 en ese componente
uniformizador que es el euro a falta de logros de más calado como la finalmente controvertida Con-
situción europea— ha ido recuperando su imagen de ciudad donde se vive bien y se veranea mejor
tanto por el descenso de la actividad etarra como por la actitud de una mayoría de la población de
dar la espalda al problema y vivir como si no fuera con sus conciencias. Por eso mismo, no sería
justo pasar por alto el hecho de que ETA asesinó a varios socios del Ateneo, no por serlo pero perte-
necer al Ateneo también formaba parte de su resistencia a la barbarie, como Gregorio Ordoñez —en
1995—, Fernando Múgica Herzog —en 1996— y José Luis López de la Calle, en 2000. Sin contar
con que ETA mató al encargado de la sala de exposiciones —Diego Fernández Montes— en 1978
por su condición de militar retirado, e hirió gravemente a otro socio del Ateneo, José Ramón Recal-
de en 2000. Además de que había atentado múltiples veces contra Lagun, la librería de Recalde y de
María Teresa Castells, que también fue socia, y contra la farmacia del también socio Raúl Guerra
Garrido. El primer colaborador en ser amenazado de muerte fue José de Arteche, que recibió la
sentencia por carta en fecha tan temprana como 1965. Al menos tres componentes de la directiva
actual, empezando por el presidente, llevan escolta. Guerra Garrido resume así aquellos tiempos:
«Tiempos tan malos como para que la editorial con quien publicaba no se atreviese, por miedo, con
mi novela La Carta ¡en 1990! La violencia terrorista y el silencio cómplice eran una marea infinita.
Si contra viento y marea mantuvimos a flote el Ateneo, fue para que no naufragara uno de los pocos
navios de la ilustración guipuzcoana que aún navegaba. El plural es muy benevolente» (Testimonio
remitido).
Por lo demás, bien. El Ateneo desarrolla su actividad en una ciudad que ha evolucionado del si-
lencio sólo roto por el tráfico, al tumulto de esas conversaciones unidireccionales que posibilitan los
teléfonos móviles, pasando por el silencio aparente que procuraba el walkman, y desembocando en
una todavía tímida invasión de los ordenadores portátiles merced a la tecnología wi-fi con la que se
quiere dotar el casco urbano. San Sebastián forma parte inevitable de la aldea global que se ha ido
construyendo con la imbricación de tecnologías que a principios de los 90 todavía estaban en paña-
les y que ha ido encerrando a sus habitantes en ofertas de ocio que le retienen en el domicilio —
¿quién va a al cine?, de las 10.000 localidades de los años 20 se ha pasado a las 6.000, contando las
salas de la periferia— o a lo sumo en lugares concebidos para ello, los cibercafés. La disponibilidad
de la gente es cada vez más escasa para una oferta cultural muy amplia, con entidades que compiten
entre sí ofreciendo prácticamente el mismo abanico de actividades —conferencias, exposiciones y
conciertos—, y que a diferencia de las mediatizadas por distintos artilugios exige respuestas
presenciales (se va olvidando la importancia de estar en compañía para conversar o dejar pasar el
tiempo) y activas por parte de quien se acerca a ellas, volviéndose por ello mismo minoritarias
mientras, en el otro lado del espectro, se implanta el ocio del centro comercial, todo un fenómeno
que desarrolla a lo largo de la década con la apertura de varios macro-centros. Corren tiempos
difíciles y el Ciber-ateneo podría esconderse a la vuelta de la esquina.
Los 90 comenzarán arduamente para el Ateneo y terminarán igual debido esta vez a una situa-
ción de extraña interinidad que se desbordará hasta 2004 debido a la edad de una junta directiva en
funciones que regía los destinos de la casa de una forma nominal correspondiendo al secretario y a
uno o dos vocales asegurar la continuidad de las actividades y el funcionamiento de la maquinaria
interna. La situación cambió en 2004 cuando el fallecimiento de Manuel Agud Querol —que había
seguido en su puesto por el cariño de los socios que le deseaban allá pese a sus ganas de dimitir por
razones de salud— hizo imprescindible la convocatoria de elecciones. Una precisión, los 90 apare-
cen muy mal documentados por lo que se refiere a las fuentes internas ya que las actas son erráticas y
a veces resultan incompletas.
Curso 1990-91
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
1991 será el año precursor de la gran debacle, aunque la inminente catástrofe se intuye pues las
obras de la fachada, ya en marcha, dejan entrever la amenaza de que el edificio sea declarado en rui-
nas. El desastre queda todavía un poco lejos y el curso se inaugura bajo los auspicios de Santa Ceci-
lia con el concierto de la Agrupación Lírica Itxaso, el 13 de octubre, y el I Ciclo de Órgano entre el
5 y 9 de noviembre con los organistas José Manuel Azkue, Fernando Gonzalo, Aitor Olea, Ana
García Urcola, Iñaki Bergara, Benantxi Bilbao y Miguel Bernal Ripoll. El 24 de noviembre hay un
concierto del trío Schumann. Ocupan la tribuna iniciando el calendario de conferencias María Jesús
Molinuevo —«Meditación trascendental», los días 3 y 4 de octubre—, Nieves Gómez Montoya —
«Búsqueda sagrada», el 19 de octubre—, Rosa Sopeña —«Tarot, guía y maestro», el 22 de octubre, y
«Terapia a través del espejo», el 23 de octubre—, José Luis Orella —«Investigación de los caminos de
Santiago en Guipúzcoa», el 14 de noviembre—, José Esteve —«El camino de Santiago en el valle del
Bidasoa y en el de Oyarzun», el 15 de noviembre—, Miguel Toribio —«Experiencias de peregrinos de
Santiago (Vía de la Plata)», el 16 de noviembre—, Gregorio Lozano —«Dibujo de la posición de los
planetas», el 3 de diciembre— y «Los aspectos planetarios», el 10 de diciembre.
Pese a los sobresaltos, 1991 es rico en actividades con la actuación, el 9 de marzo, de la coral de
cámara de San Sebastián y la del grupo lírico del Conservatorio Municipal de San Sebastián, el 20
de abril, formación que repite con la representación de Bastián y Bastiana. Actuarán asimismo Beti-
na Kuss, violín, y Miguel Ángel Herrero, al piano, el 4 de mayo; y Mary Downing, soprano, y Ale-
jandro Zabala, al piano, el 1 de junio. Por lo que a conferencias se refiere, se celebra un ciclo titula-
do «¿Qué es la masonería?» que tiene como partipantes a Roger Leverder —«La masonería vista por
dentro», el 15 de mayo—, el R. P. Pedro Álvarez Lázaro —«La masonería como escuela de formación
del hombre», el 16 de mayo—, y Enrique García Ureña «Krause, educador de la humanidad», el 17 de
mayo. En el ciclo de Historia Donostiarra, participan Ángel García Ronda —«San Sebastián ante la
transformación foral», el 17 de junio—, Juan María Álvarez Emparanza —«Hitos de la Historia do-
nostiarra», el 18 de junio—, y Ignacio Pérez-Arregui, «El Urumea, configuración de una ciudad, histo-
ria y recuerdos», el 19 de junio.
Curso 1991-92
Se trata de un curso breve debido al desahucio de los locales, que se producira el 21 de abril de
1992, con la consiguiente zozobra durante el tiempo que lo precede. A pesar de todo, se intenta
conjurar el destino programando sólo conciertos en el Salón de plenos del Ayuntamiento. Los intér-
pretes serán Javier de Solaun, tenor y Alejandro Zabala, piano, el 11 de octubre; el coro Alos-
Torrea, el 19 de octubre; Ricardo Sciammarella, chelo, y Eva Pereda, piano, el 16 de noviembre; la
Agrupación Guitarrística Donostiarra, el 23 de diciembre; Salvador Parada, acordeón, y Mariasun
Parada, piano, el 28 de diciembre; Xabier Lizaso, piano, y Carlos Seco, viola, el 4 de diciembre. Ya
en 1992 con un pie en la calle se sigue buscando consuelo en la música con la Agrupación Lírica
Itsaso, que ofrecerá, el 15 de febrero, la versión de concierto de Cavalleria rusticana y Elixabete Illa-
rramendi, que actuará el 14 de marzo. El concierto de Horacio Parravicini, flauta, y Edward Przyle-
cki, tendrá lugar el 25 de abril, cuando Andía 13 es historia.
Crónica de un desalojo
La evicción del Ateneo de su sede en la calle Andía 13 Fue precedida, como ya hemos visto, de
una serie de desaires por parte del Gobierno vasco en la persona principalmente de quien era su de-
legado territorial en materia de Cultura y Turismo, Joseba Egibar en tanto que responsable último.
Resulta pintoresco que haya que agradecerle la cesión del salón de actos con epístolas oficiales como
la cursada por el vicepresidente, Manuel Agud Querol, el 27 de febrero de 1989: «Me complace
comunicarle que el acto organizado en el salón del Antzerti de la Delegación de Cultura del Gobier-
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Capítulo IX. Los noventa... y pico
no vasco, con motivo del Cincuentenario de la muerte de Antonio Machado, constituyó un verda-
dero éxito. Contribuyó a ello, sin duda, el haber podido disponer del mencionado salón, por lo que
una vez más le agradecemos las facilidades que nos dieron. Esperamos que nuestra mutua colabora-
ción haga posible organizar actos similares e incluso conferencias», ese «incluso conferencias» suena
doloroso pues era en ese salón donde se organizaban desde 1964. En otra carta del 31 de enero de
1989 se solicita formalmente el local de marras, era el procedimiento reglamentario (ya no bastaba
la viva voz entre dos instituciones que vivían puerta con puerta), y se detalla no sólo el uso que se va
a hacer del mismo (una conferencia-recital poético) sino también la duración, una hora y media.
Entre esta carta y la primera, pues el objeto de toda esta correspondencia era poder realizar un ho-
menaje a Antonio Machado en el cincuentenario de su muerte, se incrusta la respuesta de Joseba
Egibar fechada el 19 de enero de 1989: «Pláceme comunicarle que tratándose de una actividad cul-
tural, no hay inconveniente parta que puedan disponer de ese recinto». ¿Acaso el Ateneo organizaba
guateques? ¿O acaso mítines políticos, que es posiblemente lo que necesitaba creer por entonces el
Gobierno vasco?
Todo esto vino precedido de un allanamiento perpetrado por miembros del gabinete de Joseba
Egibar con él a la cabeza el 28 de septiembre de 1988 a las 11,30 de la mañana, atropello que moti-
vó la siguiente queja del secretario del Ateneo Ángel García Ronda al delegado y mandamás en
cuestión: «He tenido conocimiento de que siendo las 11,30 horas de la mañana del día 28 del pasa-
do mes un grupo de personas cuya procedencia y representación desconozco, pero entre las cuales se
encontraba Vd., irrumpió de modo inoportuno, sorpresivo y desconsiderado en los locales del Ate-
neo Guipuzcoano, en cuyo nombre y representación le dirijo la presente. Ignoro cuáles eran los
motivos de dicha imprevista visita, aunque por las breves manifestaciones que se pudieron escuchar,
se trataba de palpar las características y calidad de nuestro local. Tampoco las formas, cercanas al
allanamiento de morada, dado que ninguno de los visitantes era socio de este Ateneo, parecen las
más oportunas para establecer cualquier tipo de diálogo ni festivo ni institucional». Puestos los he-
chos en conocimiento del Delegado del Gobierno en el País Vasco, José Julián Elorriaga, éste, en
carta del 2 de noviembre de 1988, manifestaba su extrañeza por lo modos observados por la comiti-
va en cuestión y exponía que nada se haría en los locales sin el consentimiento del Ateneo: «El Go-
bierno vasco mostró interés en el edificio de Andía y las posibilidades de obtener la totalidad de los
locales, incluidas las plantas que ocupáis vosotros y RTVE. La Delegación, por su parte, consideró
que no era posible la negociación sin vuestro consentimiento y que si se garantizaba una alternativa
que vosotros asumiérais por nuestra parte no iba a producirse oposición. A partir de los primeros
meses de este año no se han producido nuevos contactos con el Gobierno vasco sobre este tema por
lo que desconozco si la visita del sr. Egibar tenía por fin valorar vuestra situación, pero, en todo ca-
so, comparto tu sorpresa por el procedimiento elegido para ello. Ten la seguridad de que si de nuevo
van a realizar negociaciones que os afectaran indirectamente, os tendremos puntualmente informa-
dos para obrar en sintonía».
En este momento preciso es cuando se produce el apremio del Ayuntamiento de San Sebastián
para que se acometan las obras de reparación de la fachada pues se han desprendido algunas losetas y
podrían producirse heridos. En la carta que envía el secretario Ángel García Ronda al subsecretario
del ministerio de Cultura, José Manuel Garrido, el 10 de noviembre de 1989 exponiéndole la situa-
ción y pidiéndole tácitamente que se ocupe de pagar las obras puesto que tanto la planta del edificio
de Andía 13 que ocupa el Ateneo como la que ocupa RTVE pertenecen al Patrimonio del Estado.
Pero el informe pericial elaborado por el arquitecto José Jesús del Arenal, el 13 de agosto de 1990,
pone de manifiesto que las obras a realizar son muchísimo más importantes ya que la estructura está
muy dañada por lo que recomienda reforzarla con pilares de hormigón nuevos y proceder inmedia-
tamente al apuntalamiento. En declaraciones realizadas a El Diario Vasco, el 8 de junio de 1990, Jo-
seba Egibar, ateniéndose a los informes preliminares realizados por los servicios técnicos del Ayun-
tamiento insistía en que estaba descartado que el edificio se declarara en ruina técnica y que se iba a
proceder a una restauración en profundidad, «en cualquier caso ahora se va a reparar la fachada de
una forma exhaustiva y más completa de la que estaba prevista al principio». Un mes después el
mismo rotativo mostraba a la opinión pública la situación en la que se encontraba el Ateneo, de casi
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
ruina técnica, pues con el millón de pesetas que recibía de subvención no le alcanzaba más que para
mantener un programa de actividades mínimo, al igual que una sede que no podía reparar, en pala-
bras del vicepresidente Manuel Agud Querol: «No hay dinero para acometer una reforma en pro-
fundidad, hemos recibido alguna subvención para salvar ciertos arreglos pero no son más que par-
cheos» (El Diario Vasco, 22 de julio de 1990). El profesor Agud se mostraba optimista, sin embargo,
porque el Ateneo ya había salvado situaciones malas y ponía el dedo en la llaga de la malquerencia
que el Gobierno mostraba hacia la institución: «Una de las cosas que ha impedido que el Ateneo
tenga más socios es haberle achacado que estaba vinculado a la política y ahora al Gobierno del
PSOE, pero eso no es verdad. Aquí hay nacionalistas y no nacionalistas, y la misión del Ateneo es
buscar los puntos de unión, y no los de ruptura, de la gente. En este sentido se guarda una escrupu-
losa independencia política».
Finalmente el desalojo del edificio de Andía 13 por parte de todos sus inquilinos —Gobierno
vasco, Radio Euskadi, RNE y Ateneo Guipuzcoano— se produjo el día 15 de julio de 1992. En la
carta dirigida por la directiva del Ateneo a los socios, con fecha del 21 de julio de 1992, se dice: «No
poseemos ningún derecho de propiedad; ni siquiera en arriendo. Por el contrario, nuestra planta ha
sido transferida al Patrimonio Nacional (concretamente a Radio Nacional de España). Nos prome-
ten para después, debidamente acondicionados, los locales de Radio Nacional en la calle Easo 12. Y
mientras, nos vemos forzados a buscar acomodo transitorio para depositar la biblioteca, la hemero-
teca y el mobiliario; aparte de un local para la secretaría, que continuará organizando actos como
hasta ahora». La Junta buscará interesar al Gobierno vasco y al Ayuntamiento en la solución del
problema pero sólo obtiene de este último la cesión de un par de bajeras para almacenar el mobilia-
rio —una en la calle Duque de Mandas y otra en la fábrica de gas— viéndose forzado el Ateneo a
depositar en la biblioteca Municipal sus fondos. Finalmente será la caja de ahorros Kutxa la que
preste, para tres años según carta del 21 de agosto de 1992, un espacio de unos 20 metros cuadrados
para que el Ateneo instale la secretaría. Esta provisionalidad se prolongará sine die pues todavía en
2007 se sigue utilizando el mismo local aunque con alguna mejora. Resulta curioso, por no decir
indignante, que Radio Nacional no cumpliese su promesa de permuta y que ni siquiera desmintiese
la esperanza que destila la carta remitida, el 21 de julio de 1992, por el vicepresidente Agud Querol
al director de RNE en San Sebastián, José Miguel Salaverría: «Esperamos que Radio Nacional, que
pasa a ser beneficiaria de nuestro local, nos compense de alguna manera, como sería ayudarnos a
mantener la mencionada secretaría «en algún rincón», hasta que, en su día, sea definitivamente tras-
ladada nuestra entidad, tras las obras pertinentes, a la calle Easo, 12, sede actual de la radio mencio-
nada, que pasará a ser Ateneo Guipuzcoano».
Todavía en febrero de 1995 la directiva envía una carta al director general de RTVE, Jordi Gar-
cia Candau, exponiéndole los hechos: «Antes de que se descubriera la situación del edificio, se nos
había manifestado por parte de RTVE la voluntad de ocupar ambas plantas y unificar así sus servi-
cios, cediendo a cambio al Ateneo Guipuzcoano su planta baja y semisótano de la calle Easo. Como
por otra parte la intención inequívoca de la Consejería de Cultura del Gobierno vasco era ocupar la
totalidad de Andía 13, RTVE tendría que ser compensada con la cesión de otra superficie urbana en
la misma ciudad, quedando por tanto disponibles los locales de la calle Easo». Más adelante y en la
misma misiva se reitera la petición del local en la calle Easo pero esta vez en usufructo, para evitar la
precariedad que perduraba desde 1945, requiriéndose asimismo dinero para acondicionarlo y una
subvención anual por mantenerlo. Pero el silencio administrativo es la única respuesta que se obtuvo
después de que García Candau remitiese la siguiente nota fechada el 15 de marzo de 1995 dirigida
personalmente a Ángel García Ronda en su condición de diputado: «Me he interesado ante la Di-
rección de Patrimonio de RTVE, por el tema que me planteas sobre la petición del Ateneo Guipuz-
coano. En este momento, la emisora de Radio Nacional de España en San Sebastián, continúa te-
nindo su sede en la calle Easo n.º 12, y aún no está resuelta su ubicación definitiva».
¿Qué pasó, en realidad? Resulta difícil saberlo. Los trabajos de reacondicionamiento los dirigió el
arquitecto José Jesús del Arenal Otero que presentó el Proyecto básico en febrero-mayo de 1992 y el
Proyecto de ejecución en enero de 1994 según reza el expediente 1992.78 del Departamento de Ur-
banismo del Ayuntamiento de San Sebastián. El Proyecto de ejecución aún sufrió tres cambios que
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Capítulo IX. Los noventa... y pico
fueron objeto de sendos proyectos de modificación en noviembre de 1994, junio de 1995 y enero
de 1996 respectivamente. Todos ellos por razones técnicas —también hubo una suspensión de las
obras en agosto de 1994 al detectar el Ayuntamiento un cambio en el alineamiento de las facha-
das— excepto el de junio de 1995, que obedeció a un cambio en la titularidad del edificio por haber
pasado a manos del Gobierno vasco en su conjunto. Y aquí es donde la cosa se complica, porque pa-
ra cuando el Ateneo escribe a Jordi García Candau, RNE ya ha llegado a un acuerdo con el Gobier-
no vasco cediéndole la titularidad de los locales que ocupaba, el suyo propio y el del Ateneo, que pa-
só a su poder, como ya hemos visto. Lo que nos lleva a una amarga conclusión, la de que el Ateneo
—supuesto nido de socialistas para el nacionalismo, como señalaba el profesor Agud— fue abando-
nado a su suerte por un Gobierno precisamente socialista, que no supo intervenir en su calidad de
gestor del Patrimonio del Estado obligando a RNE a satisfacer la promesa de permuta. Una cosa es
cierta, RNE se fue de los locales que ocupaba en Easo 12 —muy insalubres e incómodos al pare-
cer— y que pertenecieron antes a Radio Cadena Española —sucesora en la Transición de la Red de
Emisoras del Movimiento y otros medios— que se aglutinaría con la antigua Radio Nacional, para
instalarse en la calle Fueros, número 2, a finales de 1997 o principios de 1998, entrando en una fase
de reacondicionamiento de las dependencias. El local de Easo 12 fue cedido temporalmente a Radio
San Sebastián, que había sufrido un incendio fortuito que la destruyó precisamente en 1998. La
emisora permanecería allí durante un año. En cuanto la SER se fue, o mientras se iba, RNE vendió
los locales. Podía hacerlo porque RTVE, en la que estaba englobada RNE, disponía de patrimonio
propio.
Al Ateneo le llega en 1998 el rumor de que se va a efectuar esa venta y comandita a Ángel García
Ronda para que se entreviste con el subdelegado del Gobierno —había desaparecido ya la figura del
gobernador civil— Ángel Goya Castroverde el día 7 de marzo de 1997 según consta en acta. La re-
unión no dio nada. El interlocutor de García Ronda, ocupaba el cargo desde 1996 y fue nombrado
por el PP, que, como se recordará, ganó las elecciones ese mismo año. El resultado final es que el
Ateneo se vio burlado tanto por el gobernador civil, independientemente de su color político o de su
cambio de denominación, como por el delegado de RNE en San Sebastián por no mencionar aque-
llos que estaban por encima —Patrimonio Nacional, RTVE— para satisfacción de un Gobierno
vasco que veía cómo desaparecía de su horizonte una ligera molestia llamada Ateneo y se instalaba
en un edificio sito en un lugar privilegiado. Pero tampoco el Ateneo se libra de culpa puesto que en
casi 50 años no supo transformar la cesión en precario en una cesión en usufructo para luego, una
vez sobrevenido el desahucio, no acertar a desprenderse de una candidez que le hizo conformarse
con la palabra de RNE sobre una posible permuta cuando, llegado el caso y si le hubieran apretado,
RNE habría podido argumentar en toda justicia que sólo había contraído una deuda moral con el
Ateneo ya que la propia situación de precario le eximía de una obligación contractual. Pero RNE —
¿obedecería a la voz de su amo?— no tuvo la elegancia ni de decir eso al refugiarse en un silencio
que permitía todas las esperanzas a sabiendas de que no había ninguna. Una cosa es cierta, el Ateneo
fue abandonado a su suerte por una administración —o dos, pero la segunda nunca hubiera hecho
nada por él como no fuera borrarlo del mapa— que no supo entender lo que suponía preservar en
un ambiente totalmente dirigista y ultramontano una cultura que no pagaba peajes.
Curso 1992-93
El curso comienza con el Ateneo desalojado y buscando donde guarecerse. Encontrará asilo para
las conferencias en la Biblioteca del Doctor Camino, como ya hemos visto. La directiva sueña con la
posibilidad de regresar a la calle Andía —todavía no inútilmente debido al silencio de RNE que
permite abrigar esperanzas, pero con muy pocos visos dados los pocos amores de un Gobierno vasco
que maniobra para conseguir la titularidad completa del edificio—, como ya ocurrió antaño, pero
de momento se debe hacer frente al derribo y la construcción del nuevo edificio, es decir a dos años
de exilio.
Manuel Agud, en su condición de vicepresidente había cursado, el 23 de septiembre, una nota a
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Gregorio Ordóñez, concejal en el Ayuntamiento donostiarra y socio del Ateneo: «Estimado conso-
cio, es mi deseo por medio de estas líneas agradecer el interés demostrado para solucionar el pro-
blema gravísimo padecido con motivo del cierre del edificio de Andía 13». Al ¿qué hacer? en materia
de alojamiento (se cuenta todavía con la posibilidad de llegar a un acuerdo con RNE para instalarse
en la calle Easo) se responde con el quehacer cotidiano y así se programan varias conferencias como
las de Ignacio Pérez-Arregui —«Siguiendo a Ignacio de Loyola en Alcalá de Henares», el 20 de no-
viembre—, Iñaki Linazasoro, —«Los vascos en América», el 30 de noviembre—, y José Ignacio Telle-
chea Idigoras, «Suiza ante Unamuno», el 28 de diciembre. Concluye el año con la mesa redonda
«Los vascos en la época de la colonización», celebrada el 29 de diciembre, y que cuenta con la inter-
vención de Manuel Agud, como moderador, y la participación de Juan M.ª Alvarez Emparanza,
María del Coro Cillán-Apalategui, Montserrat Garate, Ángel García Ronda, Iñaki Linazasoro e Ig-
nacio Pérez-Arregui. 1993 se abre con la conferencia de Alfredo Tamayo «El Salvador: ¿valió al pena
la lucha armada», el 16 de febrero. La programación musical del curso tiene como concertistas a It-
ziar Iriarte, piano, el 10 de octubre; Horacio Parravicini, flauta, el 14 noviembre; M.ª Jesús Lamy,
soprano, M.ª Carmen Egaña, mezzo, Eduardo Zubikoa, tenor, Josean García, barítono y Javier
González, al piano, el 28 de noviembre; Coro Saez, órgano, y Javier Hernández, txistu, el 14 de di-
ciembre; Anne Landa, acordeón, el 22 de diciembre; la Coral de Cámara de San Sebastián, el 13 de
febrero; la Agrupación Guitarrística Donostiarra, el 27 de febrero; Elixabete Illarramendi, acordeón,
y Miguel Ángel Aguirre, piano, el 6 de marzo; Garazi Larrañaga, flauta, Saioa Aranburu, flauta,
Asier Pelaez, guitarra, Alfredo Sanz, flauta, y Patxi Galarraga, piano, el 17 de abril; la orquesta de
acordeones Zero Sette, el 15 de mayo, y Ana M.ª Sánchez Donarte, piano, el 24 de mayo.
Hay otra clase de música más dolorosa. Entre las idas y venidas, el patrimonio del Ateneo se dis-
persó, como va dicho. Y acabará por perderse todo el mobiliario. Y algo más. Se conserva un infor-
me redactado el 6 de agosto de 1993 por el socio n.º 5855 —así lo firma— en el que se hace un re-
cuento de la pequeña pinacoteca depositada en RNE y recuperada más tarde. Cotejando esta lista
con los cuadros recobrados y en fase de restauración, hoy —en el año 2007— se echa en falta un
cuadro descrito así en el inventario del socio 5855: «Otro que debe de ser valioso (un desnudo de
espaldas) pequeño que estaba en la Sala de Juntas». Pues bien, nunca más se supo de esta pintura
supuestamente valiosa pero en cualquier caso porpiedad del Ateneo. ¿Cuál será su paradero?
Curso 1993-94
Comienza el curso con un empujón musical debido a Miguel Ángel Aguirre, piano, el 9 de oc-
tubre; el coro Amalur Abeslariak, el 16 de octubre; Eva Pereda, piano, y Ricardo Sciammarella,
chelo, 13 de noviembre; y la Agrupación Lírica Itxaso y la Agrupación Guitarrística Donostiarra, el
27 de noviembre. La programación del trimestre se redondea con la serie de mesas redondas sobre
«El pasado, presente y futuro de la arquitectura y urbanismo donostiarra», que se desarrollan del 2 al 4
de noviembre coordinadas por Juan María Álvarez Emparanza y moderadas por Manuel Agud y
Ángel García Ronda, con Juan María Álvarez Emparanza, Antonio Cañamero, María del Coro Ci-
llán-Apalategui, Juan Manuel Encio de Cortazar, Julio Enrile, Ángel Farinós, Montserrat Garate,
Miguel de Garay, Ángel García Ronda, Raúl Guerra Garrido, Edorta Kortadi, José María Lojendio
y del Alcázar, Ernest Lluch, José Ramón Martinicorena, Paloma Miranda de Lage, José Luis Orella
y Miguel Pelay Orozco.
El 13 de enero de 1994 se organiza otra mesa redonda sobre «Pasado, presente y futuro de la mu-
rallas donostiarras y del Boulevard», que cuenta a título de moderador con Juan María Álvarez Empa-
ranza, siendo los participantes Juan María Arrue, María del Coro Cillán-Apalategui, Juan Manuel
Encio de Cortazar, Ángel Farinós, César Fernández Antuña, Ángel García Ronda, Juan Ignacio
García Velilla, Paloma Miranda de Lage e Ignacio Pérez-Arregui. Alfredo Tamayo abre un parénte-
sis en las mesas redondas con una conferencia titulada «El Salvador entre la esperanza y la desespera-
ción», el 16 de febrero. Luego, se organizan otras dos mesas redondas sobre «La guerra de la Conven-
ción en Guipúzcoa», el 17 y 18 de febrero, actuando de moderador Ángel García Ronda y siendo los
242
Capítulo IX. Los noventa... y pico
ponentes Juan María Álvarez Emparanza, Miguel Artola, María del Coro Cillán-Apalategui, Xose
Estevez, Montserrat Garate, Joseba Goñi Galarraga, Maite Lafourcade, Felipe Maya y Paloma Mi-
randa de Lage.
En julio, del 6 al 8, se celebra otra ristra de mesas redondas bajo el titulo «Pasado presente y futuro
del urbanismo en Guipúzcoa», ejerciendo de presidentes Antton Arbulu, Antxon Ansa y Juan Anto-
nio Aranburu, y de moderadores, Manuel Agud, Ángel García Ronda y Ángel Farinós, para un
plantel de oradores compuesto por Juan María Álvarez Emparanza, Francisco Alonso, Juan María
Arrue, Laura Aisenson, Ignacio Barbeira, María del Coro Cillán-Apalategui, Juan Manuel Encio de
Cortazar, Montserrat Garate, Javier Gómez Piñeiro, Raúl Guerra Garrido, Pedro Jauregui, José Luis
Orella y Enrique Ponte. El curso se completa con los conciertos de Maite Ascunce, piano, el 29 de
enero; María Jesús Lamy, soprano, Xabier Aldalur, tenor, Pablo Azpeitia, barítono, Josean García,
bajo, y Javier González Sarmiento, piano, el 19 de febrero; José Miguel Martínez Esparza, clarinete,
Marsa Martínez Esparza, violín, y Pedro José Rodríguez, piano, el 5 de marzo; Elixabete Illarramen-
di, acordeón, el 16 de abril, y finalmente el conjunto Alboka Abesbatza, el 7 de mayo.
Curso 1994-95
La música es la protagonista única y absoluta del primer trimestre del curso con los conciertos de
Marisa Esparza, violín, y Pedro José Larrañaga, piano, el 24 de septiembre; Montserrat Auzmendi
del Solar, piano, el 8 de octubre; la Agrupación Lírica Itsaso, el 29 de octubre; la orquesta de acor-
deones Zero Sette, el 19 de noviembre; la Agrupación Guitarrística Donostiarra, el 26 de noviem-
bre; el sexteto de acordeones Doinu Bizia, el 3 de diciembre; y el Trío Andantino, el 17 de diciem-
bre. 1995 empieza con una nueva serie de mesas redondas sobre el «Pasado, presente y futuro de la
arquitectura donostiarra» del 11 al 13 de enero presididas por Manuel Agud, Antxon Ansa y Ángel
García Ronda, con Juan María Álvarez Emparanza, Jesús Arregui, Coro Cillán-Apalategui, Juan
Manuel Encio de Cortazar, Mikel Garay, Edorta Kortadi, Jesús Maidagan, Fernando Oñoro, José
Luis Orella, Juan Plazaola y Xabier Uzurrunzaga. Del 24 al 26 de enero se celebran otras mesas re-
dondas, esta vez sobre arte bajo el epígrafe «Jornadas sobre caminos del arte», y las presidirán Manuel
Agud y José Luis Orella, con Enrique Albizu, Maya Aguiriano, Juan María Álvarez Emparanza, Co-
ro Cillán-Apalategui, Julio García Sanz, Tomás Hernández Mendizabal, Edorta Kortadi, Juan Pla-
zaola, Ana Rosa Sánchez Lasa de Losantos y Ricardo Ugarte. Las conferencias de la segunda jornada
fueron aplazadas por el asesinato del concejal del PP y socio del Ateneo, Gregorio Ordóñez a manos
de ETA. Después del luto, las actividades prosiguen los días 20, 21 y 27 de marzo y 3, 10 y 1 de
abril con el ciclo de conferencias sobre Guipúzcoa en la Edad Media, con los siguientes participantes
por orden de intervención: Milagros Esteban Delgado, Mikel Larrañaga, Elena Barrena, José Ángel
Lema, Coro Cillán-Apalategui y José Luis Orella. Alfredo Tamayo da una titulada «Gozos y tristezas
de una experiencia», el 23 de marzo. Las actividades musicales tienen por protagonistas al Conjunto
Barroco de San Sebastián, el 28 de enero; la orquesta de laúdes, la Orden de la Terraza, el 11 de fe-
brero; Pedro José Rodríguez Larrañaga, piano, el 11 de marzo; grupo Bakarlariak, el 8 de abril; trío
San Sebastián, el 22 de abril; y Hervé Jamet, clarinete, y Ana García Urkola, el 3 de junio.
La situación del Ateneo merecerá dos largos artículos en El Diario Vasco, uno, el 7 de abril de
1994, y el otro, el 23 de septiembre del mismo año. El profesor Agud, presidente del Ateneo, co-
mentaba a la periodista: «Instituciones como el Ateneo son necesarias, porque agrupan a gentes con
inquietudes intelectuales y espíritu liberal, y dan cabida a la tolerancia y el coloquio. Somos un pue-
blo crispado, y eso se salva creando un lugar de encuentro dónde sólo se exige el respeto» (El Diario
Vasco, 7-IV-1994). «Lo importante es aguantar», manifestaba Agud, confiando en que la juventud
universitaria se animaría a ingresar en una institución que contaría pronto con una nueva sede, se-
gún era la creencia de Agud y sus compañeros y recogía, sintetizándolas, la periodista: «Cuando
terminen las obras del edificio de la calle Andía en el que hasta ahora se encontraba la sede, Radio
Nacional tiene la intención de hacer un intercambio con la organización cultural. Radio Nacional
ofrecería un local que posee en la calle Easo a cambio de la planta que hasta ahora ocupaba el Ate-
243
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
neo en Andía. Esta es una nueva esperanza, pues el local de la calle Easo es patrimonio nacional con
lo que el Estado podría ofrecer al Ateneo la custodia de sus bienes. Además este local se encuentra a
la altura de la calle, y esto supone una mayor proximidad al público» (Ibídem).
Lo antedicho viene a corroborar la confianza ciega que se tiene en la solución RNE, cuando ésta
no piensa ni por el forro en el Ateneo. No está de más comentar que la fotografía que acompaña al
artículo mencionado es patética con un local lleno de agujeros y apuntalado en amarga metonimia
de sí mismo. El segundo artículo mencionado no aporta nada nuevo pero viene a reflejar una cierta
preocupación más o menos importante por la suerte de la entidad o no se hubiera escrito apenas
cuatro meses después del primero. El profesor Manuel Agud mantenía su optimismo: «Gran canti-
dad de gente cree que el Ateneo debe seguir adelante con su misión: por eso las autoridades conti-
núan apoyando a esta entidad» (El Diario Vasco, 23-IX-1996), pero la realidad era, como él mismo
sabía, mucho más cruel porque el apoyo institucional era mínimo no sólo en lo económico sino de
cara a una reubicación acorde con la trayectoria de la entidad una vez se disipara el espejismo de la
solución RNE, que se producirá andando el tiempo más como constatación de que RNE no cumple
con lo que se habló que como manifestación explícita de rechazo.
Curso 1995-96
El curso comienza parco en conferencias pues sólo se da una, bajo la forma de mesa redonda, en
homenaje a Julio Caro Baroja, el 13 de noviembre, con la intervención de Manuel Agud, Xabier Ai-
zarna, Ángel García Ronda, Raúl Guerra Garrido y Miguel Pelay Orozco. A cambio, el debut es rico
en música pues se ofrecen los conciertos de Itziar Iriarte, el 30 de septiembre; M.ª Jesús Lamy, so-
prano, Eduardo Zubikoa, tenor, Josean García, barítono-bajo y Javier González Sarmiento, piano,
el 7 de octubre; Fernando López Garcín, viola, y Maite Ascunce, piano, el 28 de octubre; la Agru-
pación Guitarrística Donostiarra, el 25 de noviembre; la Agrupación Lírica Itsaso y la Sociedad Mu-
sical Pasaitarra, el 2 de diciembre. Además se programa un ciclo-popurrí de cine los días, 6, 13 y 27
de octubre, y 3 y 17 de noviembre.
El 3 de febrero de 1996 se celebra la asamblea anual ordinaria. En ella, Manuel Agud Querol so-
licita la dimisión argumentando su avanzada edad, pero la asamblea le ruega que continúe hasta que
las autoridades acepten los nuevos estatutos, cosa a la que accede. La Junta queda compuesta por
Manuel Agud Querol, presidente, Lolita Casi, vicepresidenta, Ángel García Ronda, secretario, Coro
Cillán Apalategui, vicesecretaria, Elena Martínez, tesorera, figurando como vocales Juan María Álva-
rez Emparanza, Isidoro Álvarez Sacristán, Ana Ancín, José Antonio Aspe, Carmen Busca —política
del PP—, Ángel Farinós, Javier Gómez Piñeiro —geógrafo, creador del INGEBA—, Raúl Guerra
Garrido, Felipe Maya, José Luis Orella —historiador, autor de numerosos artículos y monogra-
fías— y María Teresa Pagazaurtundua. El número de socios se ha estabilizado en 120 después de la
debacle de 1992 y se cuenta con una subvención fija de la Diputación, por valor de 600.000 pts., y
otra del Ayuntamiento, por un importe de 150.000 pts.
La actividad más madrugadora de 1996 es musical con el Quinteto Alizé, que da un concierto el
3 de febrero. Se sucederán en el atril Coro Sáenz Aguirre, organista, el 15 de marzo; el Jazz Ensem-
ble Duo, el 30 de marzo; Montserrat Auzmendi del Solar, piano, el 18 de abril; el Trío Egurra, el 18
de mayo; Itxaso Aristizabal y Esther Barandiaran, pianistas, el 8 de junio; y finalmente el dúo de ar-
pas Gioccarpa, el 29 de junio. Alfredo Tamayo disertará sobre «La revolución de los jesuitas centroa-
mericanos bajo Pedro Arrupe», el 21 de marzo. Luego, se celebra una mesa redonda, el 14 de mayo,
alrededor del tema «El tercer poder del Estado, el poder judicial», con Coro Cillán Apalategui, Ángel
García Ronda, Isidoro Álvarez Sacristán, Ana Ancín, José Antonio Azpiroz, Juan Bautista Crema-
des, Miriam Iparraguirre, Luis Navajas y José Ramón Recalde.
Curso 1996-1997
244
Capítulo IX. Los noventa... y pico
La inauguración del curso adquiere tintes musicales con el concierto de María Jesús Lamy, so-
prano, y Josean Muñoz, barítono, acompañados al piano por Coro Sáenz Aguirre, que se celebra el
28 de septiembre. Luego, se produce un intermedio cinematográfico con el ciclo de cuatro películas
que ganaron la Concha de Oro, y que comienza el 2 de octubre prolongándose durante cuatro se-
manas. Hasta fin de año se programan los conciertos de Jacek Gebczynsky, chelo, y Pedro José Ro-
dríguez, piano, el 26 de octubre; Jorge Luis Silva-Queralt, piano, el 30 de noviembre; la Agrupación
Guitarrística Guipuzcoana, el 14 de diciembre; y finalmente, Francisco San Emeterio y Laura P. de
Fontecha, pianistas, el 28 de diciembre. La literatura encuentra un hueco con la presentación de la
novela de Raúl Guerra Garrido Tantos inocentes, el 18 de noviembre.
1997 también comienza armónico con las actuaciones de la coral Kimets Goiargi, de Zumárraga,
dirigida por Javier Arratibel, el 11 de enero; y el dúo compuesto por Jerroslaw Augustyniak, fagot, y
Pedró José Larrañaga, piano, el 22 de febrero. La prensa anuncia por estas fechas la colaboración del
Ateneo con el IV Concurso Ciudad de Piano de San Sebastián, comprometiéndose la entidad a
premiar al ganador con un concierto. La programación musical hasta fin de curso se centra en los
intérpretes siguientes: Yolanda Sagarzazu, contralto, y Ana García Urcola, piano, el 5 de abril; Ana
García Urcola, piano, y Hervé Jamet, clarinete, el 26 de abril; Óscar Candendo, organista, el 14 de
mayo; Cinta Medina, piano, el 24 de mayo; Myriam Jaurena, flauta, y Janet Paulus, arpa, el 14 de
junio; Carolina Landriscini, violoncello, y Ana Teresa Rodríguez Larrañaga, piano, 21 de junio; y,
por último, Eva Pereda, piano, y Ricardo Sciammarella, chelo, el 28 de junio.
Casi en primavera se abre el ciclo de conferencias sobre «Gipuzkoa en la Edad Moderna» con la
participación de José Orella —«Gipuzkoa y la guerra de las comunidades en tiempos de Carlos V», el
10 de marzo—, Lourdes Soria —«Participación de Gipuzkoa en el reinado de Felipe II», el 11 de mar-
zo—, María del Coro Cillán Apalategui —«Repercusión en Gipuzkoa de la política internacional de
Felipe III y Felipe IV», el 17 de marzo—, Alfonso González —«Gipuzkoa y Carlos II», el 18 de mar-
zo—, Xoxé Estévez —«Gipuzkoa y la Ilustración», el 24 de marzo—, y Ángel García Ronda, «Gi-
puzkoa en los albores del Liberalismo: de los Caballeritos de Azkoitia a las guerras napoleónicas», el 25
de marzo. Alfredo Tamayo, pronuncia una conferencia titulada «Defensa de una ética civil», el 12 de
marzo. Y en el terreno literario sólo se da la presentación por el socio del Ateneo Juan Miguel Aiz-
pún Ezquiaga de su libro Galerna, que tiene lugar el 12 de mayo. Previamente se había desarrollado
el ciclo de cine sobre el Festival donostiarra con películas de los años 70 durante seis viernes conse-
cutivos a partir del 31 de enero. Y como remate de postín, se imparte a finales de la primavera y por
iniciativa del Ateneo el I Curso de formación para guías turísticos en colaboración con la Diputa-
ción de Gipuzkoa y la Universidad de Deusto, eco de aquellos cursos de turismo de los Cincuenta.
Felipe Maya informa en la Junta del 5 de marzo que los libros y la hemeroteca depositados en la Bi-
blioteca del Ayuntamiento están perfectamente cuidados añadiendo que la prensa sólo es accesible
mediante microfilm a fin de preservar las colecciones. Juan Antonio Garmendia y Felipe Maya res-
catan de los depósitos municipales de la calle Duque de Mandas abundante material historiográfico
sobre la última etapa del Ateneo —la que comienza en 1944— después de que se almacenara allí
tras el desahucio de 1992.
Curso 1997-98
De nuevo, la puesta en marcha del curso hace honores a Euterpe con el concierto inaugural de
Francisco Herrero, violín, y Loreto Aramendi, piano, celebrado el 27 de septiembre. A estos intér-
pretes les siguen hasta finales de año la Agrupación Lírica Itxaso, que interviene el 18 de octubre;
Arantxa Hernández, piano, el 22 de noviembre; Itxaso Aristizabal y Esther Barandiaran, pianistas, el
13 de diciembre; y Roberto Casado, flauta, y Pedro José Rodríguez Larrañaga, piano, el 27 de di-
ciembre.
La Junta concede un obsequio al presidente de la Filmoteca vasca, Peio Aldazabal, y a la secreta-
ria, María del Carmen Ausán, por las facilidades que conceden al Ateneo con las películas. También
desea agasajar al cronista de El Diario Vasco Miguel Vidaurre por sus desvelos y atenciones, pues no
245
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
omite señalar ningún acto en su sección. La actividad literaria tiene como eje la mesa redonda con-
memorativa del centenario del nacimiento de William Faulkner, con la participación de Álvaro
Bermejo, Ángel García Ronda, Raúl Guerra Garrido y María Teresa Pagazaurtundua, que tiene lu-
gar el 11 de noviembre. Pocos días después, el 21 de noviembre, comienza el ciclo de cinco películas
premiadas en el festival donostiarra, que se prolongará durante otras tantas semanas. 1998 será un
año musical con los conciertos de la coral Alaia, el 31 de enero; María Vega y Arrate Monasterio,
pianistas, el 14 de febrero; Jacek Gebczynsky, chelo, y Javier Pérez de Azpeitia, piano, el 14 de mar-
zo; Alberto Giménez, piano, el 23 de mayo; Elisabeth Colard y Janet Paulus, arpistas integrantes del
dúo Gioccarpa, el 20 de junio; y Ana García Urcola, piano, el 27 de junio; para concluir con el de
María Mendizabal, soprano, y Óscar Candendo, órgano, el 4 de julio. En medio de esta tormenta
musical, Alfredo Tamayo lee su conferencia «La libertad de conciencia y el derecho a discrepar», el 31
de marzo. A este acto le sigue la presentación de los libros de Isidoro Álvarez Sacristán, Amor horri-
bilis y Silencios molineros, el 6 de abril.
Curso 1998-99
En lo que ya parece una tradición de los 90, el curso se abre con un concierto, en este caso el de
B 3 Classic, el 26 de septiembre. Un mes más tarde tendrá lugar el del Quinteto Barroco, concreta-
mente el 24 de octubre, seguido por los de la Agrupación Lírica Itsaso, el 21 de noviembre, y el
cuarteto de flautistas Lauaxeta, el 19 de diciembre. Aunque el plato fuerte del trimestre lo constituye
el ciclo de conferencias que lleva por título Lecturas del 98 y cuenta con Jon Juaristi —«El pensa-
miento poético de Machado», el 20 de octubre—, Manuel González Portilla —«Bonanza económica
finisecular», el 20 de octubre—, Javier Tusell —«Política después del 98», el 21 de octubre—, Juan
Pablo Fussi —«El 98 en el País Vasco», el 21 de octubre—, Fernando García de Cortázar —«Un 98
sin llanto», el 22 de octubre—, y Miguel Martínez Cuadrado, «Estructura de clases y poder dominante
en el 98», también el 22 de octubre. La literatura vuelve a estar presente a través de un centenario, el
del nacimiento de Bertolt Brecht, en lo que se convertirá ya en una costumbre, conmemorar naci-
mientos de escritores. La mesa redonda correspondiente tendrá por protagonistas, el 14 de diciem-
bre, a Mikel Azpiazu, Álvaro Bermejo, Javier Sabadíe, Romualdo Salcedo y Ángel García Ronda.
No se prevé, sin embargo, acometer actividad cinematográfica alguna debido a que no se han podi-
do conseguir los permisos de exhibición.
1999 recibe a una Junta formada por Manuel Agud Querol, presidente que no quiere serlo por
motivos de edad pero cuya dimisión los directivos aplazan sine die, Felipe Maya, secretario, y Lolita
Casi, Ángel García Ronda, José Antonio Aspe e Isidoro Álvarez Sacristán —magistrado del Tribunal
Superior de Justicia del País Vasco y poeta—, en diferentes responsabilidades. Los aires musicales
soplan fuerte con los conciertos de Tania Voynovich, piano, el 16 de enero; Cristina Vertiz, violín,
y Carlos Apellániz, piano, el 20 de febrero; Itziar Iriarte, piano, el 13 de marzo; Tatiana Kruilova,
pianista, el 17 de abril. Y también en abril, el 16, comienza el ciclo de cuatro películas de otros tan-
tos realizadores vascos que se extenderá a lo largo de cuatro semanas consecutivas. Alfredo Tamayo
volverá a la tribuna para reflexionar, el 4 de marzo, sobre un tema que dará que hablar muy pronto
y que se hallará detrás de las portadas más sangrientas «Dar cara a los fundamentalismos: un reto para
el próximo siglo». El 2 de julio se celebra la mesa redonda conmemorativa del centenario del naci-
miento de Hemingway con las intervenciones de Raúl Guerra Garrido, Álvaro Bermejo e Ignacio
Latierro. El IV curso de formación de guías turísticos, en colaboración con la Universidad de
Deusto, se desarrollará del 4 de mayo al 22 de junio.
Curso 1999-2000
246
Capítulo IX. Los noventa... y pico
Curso 2000-01
Como excepción, quizá por el inminente cambio de siglo o de milenio —ahora sí— como po-
dría aventurar un milenarista de aquellos que llenaron las salas del Ateneo en los 80, el curso se
inaugura no con música sino con la presentación del libro de poemas de Ricardo Sabadíe, Brisas, el
18 de septiembre. Habrá otro evento literario, la conferencia sobre Ignazio Silone, el 26 de diciem-
bre. El cine estará representado por el ciclo de Ciclo de tres películas de directores vascos, estrenadas
en los 80, y que se desarrollará por espacio de tres semanas comenzando el 14 de noviembre. Las
actuaciones musicales se inician con el ciclo de órgano I Memorial Luis Urteaga, que constará de
cuatro conciertos, el de José Luis Echechipia, que tendrá lugar el 27 de octubre, y los de Coro Sáez
de Aguirre, Óscar Candendo y Esteban Landart, los días 3, 11 y 17 de noviembre, respectivamente.
A cambio, 2001 sí recibe un saludo musical con el concierto de Beñat Arrieta, flauta, el 17 de fe-
brero, al que acompañarán, como integrantes del programa semestral, Anastasia Goldberg, pianista,
el 10 de marzo; Abrahám Gallo, piano, el 28 de abril; Ida Mazzoneto, piano, el 19 de mayo; y el
trío Agitato, el 23 de junio. Como continuación del ciclo de cine vasco de los 80 se proyectan otras
cuatro películas, a razón de una semanal, desde mediados de mayo. El 25 de enero se conmemora el
centenario del nacimiento de Julien Green, y sólo se oirá una conferencia más, la que ofrece Alfredo
Tamayo el 27 de marzo bajo el título «Unamuno, protestante, católico, místico».
Curso 2001-02
La puesta en marcha del curso es nuevamente literaria, ya que se acude a la correspondiente mesa
redonda conmemorativa, esta vez del nacimiento de Saint-Exupéry, reuniendo, el 15 de octubre, a
Beatriz Monreal, Amparo Aracana y Ángel García Ronda. Otra conmemoración, la del nacimiento
de Enrique Jardiel Poncela, sienta en una mesa redonda el 26 de noviembre, a Mikel Azpiazu, Javier
Sabadíe y Ángel García Ronda, cuyas exposiciones serán ilustradas por lecturas a cargo de Mari
Carmen Oihaneder, Isabel Torres, Javier Sabadíe y José Luis Torres. El 13 de diciembre André
Malraux concita a varios ponentes en torno a una mesa redonda que tendrá como pretexto el cente-
247
El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
Curso 2002-2003
El 25 de octubre y, a petición del Ateneo, la ministra de Educación y Cultura Pilar del Castillo
en nombre del Gobierno concede a Manuel Agud Querol la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio por
sus muchos méritos en el campo del saber, de la cultura y de la enseñanza.
Noviembre trae buenas noticias también, ya que el Ministerio de Cultura concede una subven-
ción de 30.000 euros. El curso se abre con el recital de violín y piano ofrecido por el Dúo Ad Libi-
tum el 19 de octubre al que seguirá el de la Agrupación Guitarrística Donostiarra el 16 de noviem-
bre. Entre medio —el 15, 18, 24 y 25 de octubre— se proyecta el ciclo de cuatro películas titulado
«El lado oscuro en el cine de Imanol Uribe y Pedro Olea». Y se cierra el año con la tertulia sobre John
Steinbeck con motivo del centenario de su nacimiento. 2003 es un año un poco más polimorfo que
los habituales debido a la entrada del teatro con las lecturas de Veinte años de Agnes, de Juan Gonzá-
lez, el 28 de enero, e Ismene, el 29 de marzo. Conferencias hay pocas, la de Alfredo Tamayo —«Na-
cionalismo e internacionalismo a la luz de Erich Fromm», el 12 de mayo— y la de Fabián Rodríguez,
«Recordando a Lanza del Vasto», el 17 de junio. La parte del león se la lleva la música con los con-
ciertos del Dúo Aristizabal de pianos, el 11 de enero; y Myriam Tellería, piano, el 8 de febrero; más
los correspondientes al III Memorial Luis Urteaga, con Loreto Aramendi, el 30 de enero, José Ma-
nuel Azcue, el 6 de febrero, y el Coro Sáenz Aguirre, el 13 de febrero. Luego, vendrán los de Itziar
Oiarzabal, violín, y Patxi Azpiri, piano, el 15 de marzo; el Trío Carl Nielsen, el 17 de mayo; y, por
último, el de los alumnos de la Escuela de Canto de Pasaia, Haizea Muñoz y Ohiana Regüela —so-
pranos— y Josu Elberdin, tenor, acompañados por los pianistas Maider Gómez y Esteban Urzelai.
En cuanto al cine se proyectarán: Ander y Yul, de Ana Díez, el 13 de mayo, El invierno en Lisboa, de
José Antonio Zorrilla, el 20 de mayo, más tres documentales antiguos sobre Donostia recién restau-
rados, el 27 de mayo, y Sí quiero, de Eneko Olasagasti y Carlos Zabala, el 3 de junio.
Curso 2003-2004
248
Capítulo IX. Los noventa... y pico
Echeverría, —«La Restauración alfonsina en San Sebastián», el 11 de diciembre— y Luis Castells, «La
cuestión vasca durante la Restauración». Y se llegará a fin de año con las mesas redondas sobre Mar-
guerite Yourcenar, con Javier Mina y Ángel García Ronda, el 22 de diciembre, y sobre Max Aub,
con Mikel Azpiazu y Ángel García Ronda, el 30 de diciembre, exposición a la que seguirá la lectura
de Comedia que no Acaba, de Max Aub, a cargo del grupo de amigos del teatro Txema Zubía. La
parte musical del calendario correrá a cargo de Malgorzata Sek, chelo, y Myriam Tellería, piano, el
18 de octubre; los alumnos de la profesora Masako Ishii, Amaia Arregi, Juncal Baroja y Ainhoa
Franco —sopranos— e Igor Peral, tenor, acompañados al piano por Arkaitz Mendoza, el 8 de no-
viembre; Alberto Urroz, piano, el 29 de noviembre; Julia Elisa Franco, piano, el 20 de diciembre; y
Esteban Elizondo como primer organista del IV Memorial Luis Urteaga, el 29 de diciembre. Dentro
del apartado de cine se proyectarán cuatro peliculas a lo largo de noviembre.
Como se ve, la programación es muy rica gracias a la aparición de la Administración Central en
el horizonte del Ateneo cuyas subvenciones se vienen a sumar a las más habituales y modestas de la
Diputación, el Ayuntamiento, Kutxa y el banco Guipuzcoano. Las vacas gordas se traducirán en un
2004 pletórico con los tres conciertos restantes del IV Memorial Luis Urteaga en el que intervienen
Aitor Olea, el 9 de enero, José Antonio Pascual, el 16 de enero, y Gerardo Rifón, el 24 de enero;
más los de la guitarrista Carmen Becerra, el 6 de marzo, Loreto Fernández Imaz, clave, el 17 de
abril; Itziar Oiarzabal, violín, y Patxi Azpiri, piano, el 8 de mayo; Bienvenido Gutiérrez y Sylvia
Gutiérrez, guitarras, el 15 de mayo; Ane Matxain, violín, y Ana García Urcola, piano, el 12 de ju-
nio; y Luis Noain, piano, el 26 de junio. La mesa redonda en torno a Graham Green con motivo
del centenario de su nacimiento reúne a Ignacio Latierro y Ángel García Ronda, el 1 de abril. Se
producen las lecturas de las obras teatrales Celeste Aída, el 26 de marzo, y Volver a plantar celindas,
de Manuel Carcedo, el 17 de junio, amabas a cargo de la agrupación Txema Zubía. Por último y
como fin de curso se proyectan las películas Todo por la pasta, de Enrique Urbizu, el 4 de mayo, La
escalera de Jacob, de Adrian Lyne, el 7 de mayo, Plan siniestro, de Bryan Forbes, el 11 de mayo, y La
burla del diablo, de John Huston, el 14 de mayo.
Curso 2004-05
Tras la Asamblea General del 29 de diciembre comienza una nueva etapa con la remoción com-
pleta de la Junta directiva que queda compuesta por Ángel García Ronda, Presidente, Javier Mina,
Vicepresidente, Felipe Maya, Secretario, y Miguel Tellería, Tesorero, a los que hay que añadir los
vocales Óscar Candendo, Luis Cañamero, Montserrat Fornells, Raúl Guerra Garrido y María Tere-
sa Pagazaurtundua. Los ejes de la programación serán los mismos de los últimos años con dos series
de conciertos —los de cámara y el Memorial Luis Urteaga de órgano—, sesiones de cine y lectura de
obras de teatro así como las conferencias conmemorativas de autores literarios y tendencias literarias
más las reunidas en ciclos sobre historia de Guipúzcoa. Después de varios encuentros infructuosos
celebrados desde 2005 con distintos representantes del Ayuntamiento, incluido el alcalde Odón
Elorza, en 2007 la alcaldía invita al Ateneo a realizar una solicitud formal de petición de una sede
anteponiendo las dificultades para disponer de un local que satisfaga sus necesidades, concretadas en
150 metros de superficie útil. Ya se verá qué ocurre y si por fin termina el divorcio con el Ateneo del
Ayuntamiento de una ciudad que empezó a romper amarras con él allá por los años 60 del s. XX,
cuando se había mostrado cómplice y muy favorable desde 1870.
A mediados de 2005 se barajará la posibilidad de recoger en un libro la historia de la que es más
que una institución, y cuya longevidad sobrepasa a la de los partidos políticos vigentes siendo sólo
igualada por otra entidad, ésta de índole recreativa, la Unión Artesana —superada en realidad, ya
que el Ateneo nace en octubre y la Unión Artesana en mayo— con quien, como hemos visto, partió
el pan en tiempos difíciles. Tras una serie de vicisitudes y gracias al apoyo económico de Kutxa se
hará posible este libro. Quede para los anales que, hasta junio, las actividades de 2005 comprenden
varios conciertos del V Memorial Luis Urteaga —los de José Santos de la Iglesia, el 27 de enero,
Juan de la Rubia, el 3 de febrero, y Loreto Fernández Imaz, el 10 de febrero— más los conciertos
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
del Dúo In Crescendo —el 12 de febrero—, Arkaitz Mendoza, piano, el 5 de marzo, Marie Gallard,
violín, y Hervé Carrère, piano, el 2 de abril, y la Agrupación Lírica Itxaso, el 7 de mayo. Se organiza
un ciclo de películas de Antonio Mercero —los días 24 y 31 de mayo, y los días 7 y 14 de junio—,
registrándose dos conferencias, la de Alfredo Tamayo —«La increíble teología de George W. Bush», el
2 de febrero—, y la de Javier Mina, «El desengaño de don Quijote», el 21 de junio. A partir de aquí
habrá que preparar los próximos 135 años de historia del Ateneo una vez revisado con el criterio que
impone la distancia, claro está, este adelanto.
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AGRADECIMIENTOS
Debo agradecer a la Junta del Ateneo compuesta por Ángel García Ronda, Felipe Maya, Miguel
Tellería, Maite Pagazaurtundúa, Raúl Guerra Garrido, Óscar Candendo, Luis Cañamero y Montse-
rrat Fornells su confianza al encomendarme este libro y facilitarme diferentes datos. Un agradeci-
miento especial se merecen Felipe Maya, por allanar el trabajo de documentación, y Mariángeles
Goikoa, por sus consejos acerca del manuscrito. La biblioteca del Ayuntamiento de San Sebastián y
la del centro Koldo Mitxelena se han mostrado muy benevolentes conmigo. Nuria Montero, de la
Fototeca de Kutxa, no ha podido ser más profesional, eficiente y simpática. La aportación económi-
ca de Kutxa ha resultado determinante para realizar los trabajos de investigación.
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BIBLIOGRAFÍA
FUENTES DIRECTAS
1. Conferencias
2. Boletines
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El Ateneo Guipuzcoano. Una historia cultural de San Sebastián entre 1870 y 2005
HEMEROTECA
ABC
BLANCO Y NEGRO
BOLETIN SANCHO EL SABIO
BOLETÍN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS SOBRE SAN SEBASTIÁN
EL IMPARCIAL
CUADERNOS DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA
DIARIO DE SAN SEBASTIÁN
DIARIO VASCO
EL DÍA
EL DIARIO VASCO
EL MUNDO
EL PAÍS
EL PUEBLO VASCO
El SOL
EL URUMEA
ESPACIO, TIEMPO Y FORMA
EUSKAL ERRIA
EUSKALERRIAREN ALDE
GACETA DE MADRID
LA VOZ DE ESPAÑA
LA VOZ DE GUIPUZCOA
MUNDAIZ
REVISTA DE HISTORIA INDUSTRIAL
REVISTA DE LAS PROVINCIAS EUSKARAS
UNIDAD
LIBROS
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Bibliografía
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