Professional Documents
Culture Documents
SOCIALISTA
ENJ YUGOSLAVIA
DEMOCRACIA
SOCIALISTA
EN YUGOSLAVIA
S U M A R I O
La propiedad social
" L a propiedad social de los medios de producción ha sido
realizada en Yugoslavia, gracias a una transformación revolu-
cionaria. La propiedad social abarca todos los medios de pro-
ducción, excepción hecha de los instrumentos de trabajo y de
los útiles pertenecientes, en propiedad, a los campesinos y a
los artesanos. La propiedad social de los medios de producción,
además de liquidar la propiedad capitalista privada, se ha trans-
formado en base y garantía de las relaciones sociales de produc-
ción, de las que van desapareciendo progresivamente las con-
diciones indispensables al monopolio sobre la propiedad y, con-
secuentemente, al monopolio económico y político; y dicho en
otros términos, de las que van desapareciendo el monopolio de
los particulares y, también, el del Estado socialista.
La médula social de este proceso radica en el desarrollo
de la autogestión de los productores en la economía, y de la
autogestión del pueblo trabajador en la comuna, en el distrito,
en la República federada y en la Federación, con una clara deli-
mitación de los derechos y de los deberes entre todos estos órga-
nos. Es precisamente esta delimitación que forma, a la vez, un
enlace, lo que permite a la comunidad social y a los productores
el ejercer, de manera definida, su influencia en la producción,
en el reparto de ingresos y en el destino del producto social.
Estas relaciones no son absolutas y, a veces son contradictorias,
pero no cabe duda alguna que van desarrollándose gradualmente
en el sentido de una influencia cada vez mayor y más directa
del trabajador y de un equilibrio, en constante perfección, con
5
las necesidades de toda la sociedad. En tales relaciones -que
van transformando a la sociedad en una verdadera comunidad
de productores-, la libre expansión de cada uno en todos los
planos llega a ser la condición de la libre expansión de todos.
La Liga de los comunistas considera la propiedad social
de los medios de producción como la base imprescriptible del
sistema socialista yugoslavo. Sólo el desarrollo de la propiedad
social puede crear las condiciones necesarias al continuo forta-
lecimiento económico de la comunidad socialista y, por ende,
a una mejor vida en una mayor libertad del trabajador. En estas
condiciones, el trabajo dejará de ser una simple lucha por la
existencia para convertirse en satisfacción del hombre consciente
de su obra.
6
La tierra es un bien público, pese a la existencia de la pro-
piedad territorial privada. Toda la población está interesada en
que la tierra sea cultivada racionalmente y, para ello, debe ser
colocada bajo el control general de la sociedad. Es por esta razón
que la comunidad social crea, estimula y afianza sistemática-
mente los elementos más diversos de la gran agricultura socia-
lista, por medio de una política apropiada, económica y general,
y sobre todo por medio de la política crediticia y de inversiones,
paralelamente a las diversas medidas de planificación, de regla-
mentación y de organización técnica. Y así, la comunidad social
anima y favorece incesantemente la transformación socialista del
campo.
La Liga de los comunistas de Yugoslavia considera que es
indispensable, también, que el campesino, en su tierra, se sienta
en seguridad, o sea, que su bien esté jurídicamente protegido
y que ninguna medida de expropiación -salvo en los casos
estrictamente previstos por la ley, por imperativos de utilidad
pública- pueda privarle de su tierra mientras la cultive, sin
límite de tiempo. El campesino debe decidir por sí mismo y por
su libérima voluntad -considerando su propio interés y el
de la comunidad, y fundando su decisión en su experiencia
personal-, si coopera, o no, con el sector socialista de la gran
producción agrícola, único capaz de liberarlo de su pobreza y de
su atraso.
. . . La actividad en la artesanía con ayuda de instrumentos
de trabajo personales, no susceptibles de ser causa de la explo-
tación del prójimo, se va incorporando a la economía socialista
en la medida en que el artesano, produce y facilita sus servicios
por medio de su propio trabajo.
El Estado socialista debe tomar las más rigurosas medidas
administrativas para impedir, y reprimir, toda tentativa de hacer
de la pequeña producción privada un soporte de las tendencias
capitalistas.
La Liga de los comunistas de Yugoslavia considera como
derecho individual, esencial, y como estímulo de la iniciativa
creadora de cada cual, la propiedad personal de diferentes obje-
tos de consumo y uso corriente, que condicionan una existencia
más intensa y más confortable.
7
El carácter del derecho a la propiedad personal exige que
no llegue a ser -por la explotación del prójimo- manantial
de enriquecimiento personal; que no motive especiales privi-
legios sociales; que no anule, en el prójimo, el goce de ese mismo
derecho; y, más concretamente, que mantenga al individuo den-
tro de la sociedad, sin permitir que se encastille -como en
el pasado- en el aislamiento de su egoísmo.
El origen de la propiedad personal debe ser el trabajo.
La propiedad personal no está abolida en el sistema socialista
sino que, todo lo contratio, la protege y la amplía, puesto que
el socialismo, en su conjunto, se orienta, no sólo hacia el pro-
greso social general sino, también, hacia la conscecución del
bienestar personal del hombre. En este aspecto, el socialismo
se caracteriza por la aspiración constante a hallar los medios
de satisfacer, al máximo, las necesidades del hombre, sus incli-
naciones, sus deseos, etc."
(Del Programa de la Liga de los comunistas de
Yugoslavia, editado por la Agencia Yugoslava
de Informaciones, París, 1958, páginas 166— 170).
8
ciadas de trabajo -que Marx denomina cooperativas, siguiendo
el ejemplo de la Comuna de París- garantizan, paralelamente,
en el marco de toda la comunidad social, el plan: un plan te-
niendo por objetivo el impedir la anarquía y los trastornos perió-
dicos en los cuadros de la producción social. Y , finalmente, el
trabajador sigue siendo el mantenedor principal de todo el sis-
tema de las relaciones de propiedad; y ello, porque, de una
parte, tiene el derecho de apropiarse los resultados de su tra-
bajo proporcionales a su contribución en el trabajo asociado y,
de otra parte, porque está obligado a garantizar la reproducción
ampliada de la base material, así como la continuidad en el
avance de la comunidad social.
9
Planificación
" L a experiancia de Yugoslavia y de la de otros numerosos
países, muestran que los planes económicos, por "perfectos" que
puedan ser, no abarcan las innumerables posibilidades, formes
e iniciativas que ofrece el desarrollo espontáneo de las fuerzas
económicas. Y es por ello por lo que, el sistema económico y
el plan, no deben anular el indispensable grado de autonomía
del trabajador, de la empresa y de las unidades sociales y econó-
micas, sin cuyo grado de autonomía, ninguna iniciativa cons-
ciente es posible, y sin cuya iniciativa el hombre deja de ser un
creador. N o se debe sofocar ni el interés material colectivo de
los productores en la producción y el trabajo, ni su aspiración
constante a un nivel de vida más elevado, que es una de las
principales fuerzas motrices de su actividad.
Sólo si tales condiciones están cumplidas, la orientación
racional y planificada a partir de un centro, se halla confirmada
y corregida por la práctica; e inversamante, la actividad prác-
tica de las fuerzas socialistas adquire una firme orientación. Las
relaciones cuantitativas y concretas entre estos dos elementos
del proceso socialista, sólo pueden ser prefijadas por una regla
inmutable; deben ser puntualizadas por la lucha de opiniones,
por la orítica social y por la práctica de los productores sociali-
stas. Y estos productores deben dejarse guiar, en su cometido,
por las posibilidades objetivas, por su propia apreciación y por
su conciencia socialista.
Despúes de haber domeñado las leyes económicas objetivas,
la sociedad debe utilizar su juego, sobre todo para determinar
las proporciones fundamentales de la producción y del reparto
social, para orientar, así, el desarrollo de las fuerzas productivas,
y para definir los límites en los que se despliega la libre acción
del individuo, de las colectividades de trabajo, y de las comunas.
L a actividad consciente y planificada de los productores
no se limita a esto. En la vida social y económica, cada productor,
cada unidad de producción, establece su propio plan y se efuerza
en obtener, por los medios más racionales, el máximo de resul-
tados según el lugar que ocupa, la naturaleza de sus funciones
y los medios materiales disponibles. Es así como se elabora una
nueva organización social del trabajo que coordina, de manera
específica, la orientación planificada y la libre iniciativa sociali-
10
sta, el elemento consciente y el elemento espontáneo, en la que
se refleja el libre juego de los factores económicos socialistas
orientado por el plan social y limitado por los medios materiales.
11
sociedad en un mecanismo en el que, todo, está prescrito mi-
nuciosamente y en donde el cometido de cada cual esté clara-
mente definido; debe garantizar al máximo la libertad del hom-
bre en la creación y utilización de los bienes. En este aspecto,
la libre iniciativa del productor y del ciudadano socialista repre-
senta una fuerza económica incomparablemente más grande,
y una conciencia social mucho más elevada que la iniciativa
capitalista privada, confinada en el estrecho círculo de los de-
tentores de los capitales y de su aparato. Es precisamente por
esto que, en su lucha económica a brazo partido con el capita-
lismo, el socialismo saldrá victorioso."
(Del Programa de la Liga de Comunistas de
Yugoslavia, editado por la Agencia Yugoslava
de Informaciones París, 1958, páginas 1 8 5 —
188).
12
funciones en el marco del plan económico y social único, y con-
forme a los intereses generales de la comunidad que se expresan
en el sistema económico único del país. En el Consejo obrero,
la fuerza motriz de la actividad de los productores directos,
orientada por completo hacia el aumento de la productividad
y aceleración de la expansión de las fuerzas productivas, está
cimentada en su voluntad de perfeccionar incesantemente el
trabajo de cada cual, el funcionamiento de la empresa en su
conjunto, y acelerar el progreso económico en general. Es esto
lo que debe permitir la elevación constante del nival de vida
material de la comunidad social y de las condiciones de vida de
los trabajadores, que podrán así, desarrollar libremente sus ca-
pacidades creadoras y sus inclinaciones individuales, en armonía
con el interés general.
Los Consejos obreros no son ni los representantes de los
propietarios ni un propietario colectivo de los medios de pro-
ducción. Regentan estos medios en interés de la comunidad
social, y se sienten estimulados en su trabajo por sus propias
aspiraciones materiales, morales y políticas. Y es precisaments
por esto, por lo que representan el más eficaz instrumento
económico y social en la lucha contra el burocratismo y el egoís-
mo individualista.
La autogestión obrera traduce y confirma el carácter
social de la propiedad de los medios de la producción; es, al
mismo tiempo, la forma fundamental de integración y de parti-
cipación directa de los trabajadores en la gestión de la economía;
y es gracias a ella, que la producción social se ciñe, lo más direc-
tamente, a las necesidades reales de los individuos, mientras
que el producto del trabajo humano se tranforma en objeto de
apropiación social y de apropiación personal de los trabajadores.
Las relaciones sociales en la producción y el reparto y, lenta-
mente, en todos los otros sectores esenciales del sistema social,
se enriquecen así de un contenido socialista cada vez más
avanzado.
Regentando los medios de producción, de los que había
sido alejado por la sociedad de clases, el productor desempeña
hoy un cometido activo; es cada vez más consciente de que la
realización de su interés social y económico individual, depende
directamente del aumento de la productividad de su propio
13
trabajo, del aumento de la producción de su colectividad de
trabajo, de la expansión de las fuerzas productivas y, esto, tanto
en su comuna como en todo el país. He aquí el porqué, los Con-
sejos obreros, constituyen y constituirán para la producción y
para la economía en general, un estímulo que permitirá una
mayor rapidez en el desarrollo de las fuerzas de producción.
En estas condiciones, el productor realiza progresivamente el
proceso de la emancipación del hombre y de la humanización
de las relaciones sociales."
(Del Programa de la Liga de Comunistas de
Yugoslavia, editado por la Agencia Yugoslava
de Informaciones, París, 1958, páginas 202—
203).
14
solver inmediatamente, de la mejor manera que podía por razón
de sus posibilidades materiales, los problemas sociales de los tra-
bajadores. Graduelmente, el Estado popular ha ido aumentando
los salarios de los obreros, ha adoptado una Constitución, leyes
y reglamentos que garantizan a los obreros y empleados el de-
recho al retiro, a las vacaciones anuales, etc. El Estado se ha
encargado del Seguro de los obreros y empleados, se han creado
diversas instituciones culturales, y otras instituciones, en favor
de los obreros, pero todo ello no implica, naturalmente, la en-
trega de las fábricas y de las empresas a manos de los trabaja-
dores; acto que representa el primer gran paso del Estado, y
que trae consigo elementos de su aminoramiento, es decir, del
aminoramiento de su función en la economía, paralelamente al
establecimiento de la verdadera democracia socialista en la
producción y, consecuentemente, en la sociedad.
Es una de las conquistas más importantes de nuestra
revolución socialista, conseguida cinco o seis años después de
la guerra, es decir, después de la expropiación y la nacionaliza-
ción de los medios de producción...
15
rrollo futuro de la ciencia marxista-leninista, uno de nuestros
nuevos ensayos en la vía de la edificación del socialismo, etc.
N o ; la sustancia misma de este acto está contenida en esa cien-
cia. Empero, este acto marcará una época porque, de una parte,
la ciencia marxista le atribuye una de las más esenciales impor-
tancias, sino la más esencial, en lo que se refiere a la modifición
de relaciones entre la producción y la repartición en la sociedad,
y, de otra parte, por ser algo realizado por vez primera en la
historia y en un brevísimo período del proceso de desarrollo
revolucionario, en un país pequeño y atrasado, como lo era
Yugoslavia.
Ahora que las colectividades de trabajo regentan la pro-
ducción ¿ cuáles son los elementos materiales que condicionan la
democratización de la producción socialista?, ¿en qué consiste
su sustancia material?
En primer lugar, los obreros modifican totalmente sus re-
laciones para con los medios de producción, puesto que de la
condición de obreros asalariados, se transforman en productores
y gestores independientes de la producción. Además, el importe
de la retribución de cada obrero y empleado depende ahora del
importe del ingreso realizado por la empresa, es decir, de todo
el resultado del trabajo llevado a cabo por la colectividad de
una empresa. Y esto, a su vez, depende del grado de producti-
vidad, de la calidad del producto, de la demanda del producto
en cuestión y de elementos similares, como lo son el ahorro del
material, la utilización racional de los medios de producción,
y la atención de los mismos para conservarlo en buen estado,
el acierto en la organización de la producción, etc., etc."
(Josip Broz Tito, Obras, tomo VII, páginas
224—227, edición "Naprijed", Zagreb, 1959).
16
los trabajadores y, consecuentemente, puede y debe ser cristali-
zado en la práctica si intentamos, en verdad, edificar el socia-
lismo."
(Josip Broz Tito, Obras, tomo V, página 205,
edición "Naprijed", Zagreb, 1959).
2 17
tuase la liberación económica del trabajo", lo que Carlos Marx,
en cierta época, dijo de la comuna. Los Consejos obreros, junto
con los Consejoe de productores y la comuna, significan, en rea-
lidad, para la época del socialismo, lo que significo, para la
época del capitalismo, la entrada del tercer poder en el parla-
mento, la conquista de su cometido dirigente en ese parlamento,
y la abolición de los obstáculos feudales al desarrollo del capi-
talismo. La burguesía ha dejado de ser dependiente, no sólo de
la aristocracia feudal sino, también, de la burocracia de la mo-
narquía absoluta. Gracias a los Consejos obreros, la clase obrera,
no sólo se ha liberado de los capitalistas sino que ha llegado a ser,
en su acción económica y social consciente y espontánea, indepen-
diente, asimismo, del aparato administrativo de Estado, o sea, que
transforma efectivamente, total y directamente, este aparato, en
su propio instrumento. Es en esto en lo que consiste, ante todo,
la suma importancia histórica de los Consejos obreros.
18
la competencia- la principal fuerza motriz y, al propio tiempo,
el límite de su actividad con miras al desarrollo futuro de las
fuerzas productoras.
También las condiciones socialistas, el interés económico
personal es una regla en cuanto al estímulo del progreso eco-
nómico. Empero, este interés se manifiesta de forma diferente
que en el capitalismo, y la dirección -en su acción- es
diferente también.
No hay que olvidar, ante todo, que no se trata del interés
del propietario, del explotador de la potencia del trabajo ajeno,
sino del obrero en cuanto a los medios sociales de producción. Los
obreros-productores regentan estos medios en la fábrica, de una
manera colectiva e independiente, por mediación de los Con-
sejos obreros, mientras que en los Consejos de productores tie-
nen el derecho de decidir de la política económica en general
en la comuna y en todo el país. En su lucha por conseguir un
mayor beneficio, el capitalismo tiende a la máxima explotación
del obrero: lo que demuestra claramente que su tendendia es
diametralmente opuesta al interés de los obreros. Ahora bien:
el obrero -sobre la base de la propiedad social de los medios
de producción- sólo tiene en su lucha por realizar su interés
económico, por regla y a condición de ser orientado en esa direc-
ción por todo el sistema económico; sólo tiene -repetimos-
un camino ante él: la mayor productividad de su propio trabajo,
la mayor producción de su propia colectividad de trabajo, y el
desarrollo ulterior de las fuerzas productoras de su propia co-
muna, y de todo el país. El interés individual del trabajador y
el interés de la comunidad social están, consecuentemente, en
una dependencia mutua, directa y evidente. Nuestro obrero
es cada vez más consciente de que, su nivel vida, depende del
éxito de toda su colectividad, y del nivel de vida de la comuna
en la que vive; y de que, ambos niveles, dependen a su vez, en
primer lugar, del desarrollo de las fuerzas productoras de la
comuna y de todo el país y a condición, naturalemente, que el
reparto básico del ingreso se lleve a cabo según las necesidades
efectivas del desarrollo económico, y ateniéndose al principio de
que, cada cual trabaja según sus capacidades y que, cada cual,
es retribuido con relación al trabajo realizado. En este contexto
específico entre el interés individual y el interés colectivo, ra-
2* 19
dica, pues, el estímulo que -pueda suponiendo una consecu-
ente política económica general del país- actuar con mucha
mayor fuerza en el sentido del desarrollo inmediatamente futuro
de las fuerzas productoras, que en la lucha por beneficios en
las condiciones de un capitalismo desarrollado. Ningún meca-
nismo administrativo tecnócrata, y ninguna fórmula matemática,
puede reemplazar esta acción consciente y espontánea de las fuer-
zas económicas socialistas, por mediación del Consejo obrero
y de la c o m u n a . . . "
(E. Kardelj, Obras, tomo I V , edición " K u l -
tura", Belgrado, 1960, páginas 185, 186, 187,
y 188—190).
20
desarrollo de la base material de la comunidad socia'-política
determinada, y a satisfacer otras necesidades sociales generales.
" . . . La posición de la organización económica está regla-
mentada de una nueva manera. Se han definido los principios
de reparto entre la organización econórrrca y ia comunidad, así
como los principios del reparto en la colectividad de trabajo.
Las colectividades de trabajo están en el perfecto derecho de
disponer con toda independencia -pero después de haber
cumplido con sus obligaciones para con la comunidad, y propor-
cionalemente a los medios sociales utilizados y al trabajo reali-
zado- del ingreso habido, en el reparto entre los ingresos per-
sonales y los fondos, de acuerdo siempre con sus necesidades
y con los éxitos obtenidos en el trabajo. Este es -sin duda al-
guna- el único ejemplo en el mundo en el que, los trabajadores,
decidem con toda independencia del reparto de una parte del
ingreso, estableciendo como consideren más oportuno los cri-
terios de retribución, y fijando la parte del excedente de trabajo
que servirá para su futuro desarrollo.
La intervención soc;al se halla reducida al plan y a los
métodos económicos de orientación del desarrollo económico,
lo que deja un amplio campo de acción para el trabajo indepen-
diente y la autoiniciativa de las organizaciones económicas.
Cada uno de los participantes en el reparto del ingreso, desde el
productor hasta la Federación, ha ocupado un lugar correspon-
diente y, de esta manera, ha estado en posesión de la suficiente
capacidad para desarrollar su propia iniciativa. Paralelamente
al desarrollo de la producción, se han modificado las relaciones
en el reparto del producto social, acusando una tendencia de
aumento constante de los recursos de las organizaciones eco-
nómicas y de los otros órganos de gestión social.
El principio fundamental que nos ha guiado para el esta-
blecimiento y la elaboración llevados a cabo hasta hoy, del sis-
tema y da sus instrumentos, consistía en garantizar la remune-
ración según el trabajo. Era indispensable, también, garantizar
el que cada participante en el reparto, y respentado los derechos
de las colectividades de trabajo y los del os órganos de autoges-
tión social, dispusiera, sea de recursos procesentes de su acti-
vidad y de los resultados debidos a él, sea de su parte en el
reparto definido por la ley.
21
En cada país que se adentra en la vía de la transformación
social socialista, se deja sentir con fuerza, en el período transí
torio, el o los elementos de la antigua sociedad, que frenan el
proceso normal de desarrollo. Además, los países subdesarrolla-
dos, como lo era el nuestro, sufren las consecuencias de las
fuerzas productoras insuficientemente desarrolladas. Y es por
lo que, nosotros, hemos incluido la potencialidad de las fuerzas
productivas, como una condición indicpensable a un desarrollo
social y general. La consecución de este objetivo sólo es posible
por medio de la aplicación del principio de remuneración
según el trabajo realizado, expresado en forma de dinero líquido,
es decir, en forma de ingreso personal. En vez de instaurar una
igualdad que no estimula y que, por lo contrario, frena el desarro-
llo de la productividad de trabajo, nosotros debemos aplicar
el principio de la remuneración según el trabajo y una "desi-
gualdad" basada en el principio de " A cada cual según sus capa-
cidades y su trabajo": principio que, en la fase actual, estimula
considerablemente el desarrollo de las fuerzas productoras.
D e esta manera, sequimos la trayectoria que nos acerca de la
plena igualdad, y que puede ser alcanzada en la abundancia de
productos, cuando sea realizable el principio de " A cada cual
según sus necesidades". Y he aguí el porqué, en la fase actual
de desarrollo, la lucha por una mayor participación en el trabajo,
es el único medio en la determinación de las condiciones mate-
riales individuales de vida, el medio de un más rápido desarrollo
de la productividad y de las fuerzas productoras.
22
de la organización económica, y por consolidar su conciencia
de que el ingreso personal no depende únicamente del trabajo
del individuo sino, también, del progreso de la organización
económica en la que trabaja. En tales condiciones, se modifica
la relación del individuo para con la organización económica.
El productor directo se da cada vez más cuenta de que su ingreso
no es fijado por persona alguna, sino que es él mismo quien
lo crea; y que una producción más grande y de mejores resul-
tados o, mejor dicho, de mayores ganancias, se obtiene a base de
una mayor competencia profesional y de un mayor celo en el
trabajo..."
(Josip Broz Tito, Extractos del Informe pre-
sentado en el V Congreso de la Alianza Socia-
lista del Pueblo trabajador de Yugoslavia. —
Edición "Kultura", Belgrado, 1960, páginas
27—28, 29—30).
23
nada según la ley, pero no una igualdad exectiva según el tra-
bajo. Además -y esto es lo más importante desde el punto de
vista social-económico-, el mismo productor carecía de influ-
encia directa sobre el reparto, salvo en la medida que el Estado
socialista tenía en consideración las disposiciones del espíritu y
de las concepciones de las masas trabajadoras. En verdad, aunque
los medios de producción se habían transformedo en propiedad
del Estado, la conciencia social del obrero cantinuaba a for-
marse, en cuanto a lo esencial, en su puesto de trabajo. El obrero
se sentía aún en una situación en la que, las fuerzas sociales
determinaban su suerte sin su participación. En otros términos, sin
consideración al carácter modificado de la propiedad y a la ori-
entación progresiva, humanista y subjetiva, del Estado socialista,
las formas de repartición acusaban en ellas -par lo menos en
cuanto a sus formas exteriores-, destacadas sobrevivencias de
las relaciones de asalariados o, mejor dicho, de relaciones de
asalariado de Estado.
Un gran paso hacia la supresión de esas relaciones, ha
sido dado gracias a la institución de los Consejos obreros...
El sentido y el contenido de la autogestión obrera en la
producción reside, en primer lugar, en el hecho de que la auto-
gestión permite, y permitirá cada vez más, al Consejo obrero,
influir directamente en el reparto, es decir, proceder de manera
autónoma al reparto del fruto de su trabajo, en los límites
fijados por el plan del reparto social global. El quantum indivi-
dual de trabajo de los productores debe llegar a ser, en este
sistema, el criterio de la parte que le corresponde en el ingreso
total de la colectividad, destinado a ser repartido, mientras que
el quantum de la colectividad de trabajo de la empresa se hace
el criterio de la parte que corresponde a las colectividades de
trabajo en los fondos sociales generales de reparto. Esta cuota de
las colectividades es el manantial de sus fondos internos, de los
que disponen libremente. Es de esos manantiales materiales de
donde procede, también, el ingreso de la comuna, es decir, la
base material del nivel de vida social.
En este proceso empieza a modificarse, no sólo la forma del
Estado sino, también, el carácter de la propiedad del Estado
sobre los medios de producción, como negación inicial y elemen-
tal de la propiedad privada; y se transforma cada vez más en
24
elemento social, en la acepción más pulcra del término, es decir,
propiedad común de todos y de cada uno en particular y, por
consecuencia lógica, negación rotunda de toda propiedad; y es,
al mismo tiempo, colectiva e individual, local y común. El pro-
ducto del trabajo social constituye el producto social, es decir,
el bien de toda la comunidad social -en la medida en que ga-
rantiza la subsistencia y el progreso de esta última- y el bien
de cada productor en particular, proporcionalmente al quantum
individual de trabajo con que ha intervenido en el producto social.
... En tales condiciones, los problemas del reparto global
planificado dejan de ser, en cuanto a lo esencial, un factor de las
relaciones sociales y económicas para transformarse en un pro-
blema del sistema político: en problema de la influencia del
productor directo sobre este reparto, a travé des las formas demo-
cráticas apropiadas en la comuna, la repablica y la Federación.
Esta influencia debe -en condiciones normales- garan-
tizar, en este reparto, proporciones que no dañen los excedentes
del trabajo de los productores, al punto de obstaculizar la auto-
nomía de la colectividad de trabajo, el progreso del nivel de vida
que será proporcional al aumento de la productividad del tra-
bajo, la posibilidad de progresos económicos y técnicos de la
empresa, al igual que el desarrollo progresivo, interrumpido,
de las relaciones social-económicas en general, por la acción
de estas fuerzas materiales e ideológicas internas.
A l margen de los límites de este reparto global, los crite-
rios de reparto según el trabajo -aunque estén establecidos
como principio por toda la comunidad — se transforman en
instrumento de cada colectividad de trabajo y de cada obrero
en su intento por influir de una manera decisiva — por su tra-
bajo libre con los medios sociales de producción y por su par-
ticipación activa en el sistema de autogestión — en la producción,
en los negocios de la empresa, en la productividad del trabajo
y, consecuentemente, en su propio ingreso y en sus propias
condiciones de vida. Los vestigios de las relaciones de asalariado
desaparecen, mientras que las categorías de propiedad de Estado
dejan de ser un factor económico y social autónomo fuera del
productor directo y de su trabajo.
En estas condiciones de reparto, la conciencia de cada
obrero deja de estar formada únicamente bajo la influencia del
25
lugar que ocupa en el trabajo y de su comportamiento para con
el que fija su salario, sus normas, etc., y va formándose bajo la
influencia del trabajo y de toda la empresa, y en mayor medida
cada vez, y bajo la influencia, también, de su elevada conciencia
al considerar los intereses de la comuna y, en general, los de la
comunidad. La conciencia del productor liberado empieza a
rechazar con cada vez mayor decisión y conocimiento de causa,
los restos de la mentalidad del obrero asalariado."
(Edvard Kardelj. — "Cuatro factores del de-
sarrollo de las relaciones socialistas««. — Dis-
curso pronunciado en el V Congreso de la
Alianza Socialista del pueblo trabajador de
Yugoslavia. — 19 abril 1960).
26
de las organizaciones de trabajo, a otras organizaciones autóno-
mas y a los cuerpos representativos de las comunidades sociales
y políticas.
" L a nueva Constitución enuncia ante todo la autogestión
social, como principio fundamental en la edificación de la socie-
dad socialista, y como dirección principal de la evolución inmedia-
tamente futura del sistema político del Estado socialista. La
médula de la autogestión social no consiste, en realidad, en la
"transferencia" de las funciones a las organizaciones de trabajo
y a los correspondientes órganos de autogestión, sino en que,
por su medición, es expresada y garantizada la condición y el
cometido de los productores liberados y de otros obreros, en la
gestión de los medios sociales de trabajo, al igual que en el re-
parto del ingreso y en la solución de otros asuntos comunes de
las organizaciones de trabajo. La autogestión obrera, los Conse-
jos obreros en la producción, las otras organizaciones de trabajo,
y los órganos similares en las instituciones autónomas y en los
servicios públicos, se transforman en la base imprescriptible
social-económica y política de todo el sistema social-politico..."
(Edvard Kardelj. — Informe en la Asamblea
Nacional Federal. — 20. 9. 62. Editorial "Ju-
goslavia", Knez Mihajlova 6. — Belgrado.)
" . . . En las condiciones de los medios socializados de pro-
ducción, precisa edificar un tal mecanismo orgánico y demo-
crátio de gestión social, que permita que las masas laboriosas
se expresen directa y cotidianamente, y no solamente por medio
de la cumbre de uno de sus partidos políticos. Tomando una
parte directa en los órganos de autogestión social, los ciudadanos
decidirán por medio de ellos, puesto que serán sus representan-
tes ante los órganos superiores. Cualquier otro derrotero con-
duce al burocratismo y a la limitación de la iniciativa socialista
y creadora del individuo. Naturelmente, en tales condiciones,
el dominio principal de la lucha de los combatientes conscientes
por el socialismo, no es la administración de Estado propiamente
dicha, sino los órganos sociales de autogestión, a los que las
masas laboriosas, delegan sus representantes. La administración
de Estado debe ser un aparato competente, subordinado a dichos
órganos sociales de autogestión; y los combatientes conscientes
por el socialismo deben luchar en las masas, para que sus deci-
27
siones en los órganos democráticos correspondientes sean socia-
listas, es decir, de conformidad con las necesidades de la defensa
del socialismo y contra las tendencias antisocialistas, y en pro
de las necesidades del desarrollo inmediatamente futuro de los
elementos socialistas. Estos son los principios que constituyen
la base de la actividad socialista en Yugoslavia."
(Edvard Kardelj. — Obras, tomo IV, pág. 2 1 1 ,
edición " K u l t u r a " , i960).
La comuna
Las comunidades social-políticas (las comunas, los dis-
tritos, las repúblicas federadas y la Federación), difieren entre
sí por su carácter, su posición y sus funciones, pero son idénti-
cas en cuanto a la base social-económica y la forma política.
Las comunidades social-políticas son también comunidades
social-económicas, en las que los trabajadores resuelven las
cuestiones de su vida común, al mismo tiempo que las de las
unidades político-territoriales, en las cuales, para dirigir los
asuntos sociales y comunes, organizan el poder político y sus
órganos representativos, político-ejecutivos, etc., en los que son
representados los trabajadores y sus organizaciones de trabajo.
La comuna es la comunidad social-económica de base, en
la que los ciudadanos, sea directamente o por medición de sus
órganos de autogestión social, ejercen las funciones fundamen-
tales de la comunidad social en el plano de las relaciones social-
económicas; garantizan las condiciones materiales, y otras con-
diciones, para el desarrollo de las fuerzas productores y el trabajo
de los hombres; orientan y armonizan el desarrollo de la eco-
nomía y de los servicios sociales; disponen con toda indepen-
dencia de los recursos sociales de la comuna; coordinan, en
grandes líneas, los intereses individuales y comunes con los
intereses generales; crean las condiciones propicias a la satis-
facción de las necesidades comunes y vitales, culturales, sociales,
comunales, y otras necesidades de los ciudadanos; realizan la
más directa autogestión social; organizan los órganos del poder
y de autogestión social, y los servicios sociales que tienen un
interés común para los ciudadanos de la comuna; protegen la
legalidad y la seguridad de las personas y de los bienes, y ejer-
cen el control social en la comuna.
28
"Colectividad social y económica de base, la comuna es
la célula del cuerpo social en la que se establecen las relaciones
de producción, de distribución y de consumo, y las otras prin-
cipales relaciones diarias entre los trabajadores. La autogestión
del pueblo laborioso en los diferentes sectores de la vida social,
garantiza a la comuna una estructura democrática y, de hecho,
la organización fundamental la más típica de la autonomía en la
base territorial.
Dado que, en la comuna, los trabajadores aparecen como
productores, como consumidores y como promotores de los
esfuerzos que tienden a elevar el nivel de las fuerzas productivas
y el nivel de vida material general, la comuna es, al mismo
tiempo, la colectividad socialista básica en la que se opera la
conciliación de los intereses individuales y de los intereses co-
lectivos.
29
Con los Consejos obreros y el conjunto de la organización
de autogestión social, la comuna se afirmará así como la forma
fundamental de la colectividad de los productores."
(Programa de la Liga de los comunistas de
Yugoslavia, editado por la Agencia Yugoslava
de Informaciones, París, 1958, páginas. 167—
170).
30
orgánico a los Consejos obreros y otros órganos democráticos
de la autogestión de los productores. La comuna es, pues, un
organismo no sólo político sino, también, social-económico, en
la que la primera función se debilitará mientras se fortalezca la
segunda. Es por mediación de la comuna que se efectúa, en rea-
lidad, la repartición básica del excedente de trabajo que queda
a su disposición. De esta manera, queda directamente interesada
en el desarrollo continuo de las fuerzas productoras en su te-
rritorio."
(Edvard Kardelj, Obras, Tomo IV, edición
"Kultura", Belgrado, i960, página 223).
31
de los otros problemas sociales, de los que deciden los órganos
superiores. Es por esta razón que, para nosotros, vale la regla
según la cual, la comuna autónoma es la principal escuela de la
democracia socialista.
No hay duda alguna que la comuna, tal como queda des-
crita, llegará a ser la base de todo nuestro sistema político, o sea,
que su estructura influirá en la de todos los otros órganos socia-
les dirigentes, hasta la Federación. La perspectiva del desarrollo
inmediatamente futuro de nuestro sistema político consiste,
evidentemente, en que en las organizaciones autónomas en ge-
neral y particularmente en las comunas, los ciudadanos obten-
drán el prestigio social y la capacidad de ejercer funciones de
gestión social; y que precisamente esas organizaciones mismas
los elevarán a candidatos de los cuerpos representativos de los
órganos superiores de gestión social.
La comuna, naturalmente -y quede bien sentado-
no es ni debe ser jamás una organización que debilite o entor-
pezca de manera alguna la unidad de la sociedad, como enti-
dad, o la independencia de otros órganos sociales autónomos.
Ademas, la comunidad social dispone de un suficiente número
de instrumentos para impedir la posibilidad de tales fenómenos.
1. — El plan económico único trazará los rasgos generales
de la actividad económica de las comunas y de otros órganos
autónomos, y formulará los principios generales de la distri-
bución del excedente de trabajo. Esto garantizará, al mismo
tiempo, un fácil desarrollo y, a la vez, orientado de la economía
social en su conjunto, al igual que la libre iniciativa de las comu-
nas, de las organizaciones autónomas y de los trabajadores en
particular, a fin de que puedan verdaderamente -en el marco
de sus posibilidades- obtener el máximo de resultados.
32
lado, ello impide también la posibilidad de fenómenos de arbi-
trariedad local en cuanto a la sociedad en su conjunto, o de ten-
dencias a servirse del mecanismo de la comuna para violentar
política o moralmente al ciudadano o a las organizaciones socia-
les autónomas. El ciudadano y las diferentes organizaciones
autónomas no están nunca ligados a la sociedad como entidad,
por mediación exclusivamente de la comuna sino, también, por
mediación de otras organizaciones, asociaciones y órganos socia-
les, sean locales o a escala de las repúblicas federadas o de la
Federación; y sus derechos y deberes para con la comuna están
definidos por la Ley, de manera que la comuna no puede mo-
dificarlos en perjuicio de los dudadnos o en perjuicio de la
comunidad social.
Un tal mecanismo legal, al igual que diversas asociaciones
autónomas a escala vertical, garantizará, no sólo el que la comuna
no se transforme en una autoridad local arbitraria sino que
impedirá, asimismo, que los conceptos raquíticos o conservado-
res se arraiguen en la comuna: conceptos que conducirían a la
sociedad hacia atrás. Todas nuestras organizaciones autónomas
deben estar lo suficientemente abiertas para dar paso a las corr-
ientes sociales progresistas que impiden la rarefacción del aire.
He hablado de todo esto porque, a veces, se manifiestan
entre nosotros ilusiones exajeradas en cuanto al carácter de la
comuna y del sistema de autogestión en general. Sería lamentable
el creer que este sistema resuelve todo por sí solo o que está in-
munizado contra las diferentes tendencias negativas. Todo lo
contrario: si el desarrollo de las comunas estuviera determinado
exclusivamente por elemento expontáneo, en este caso la co-
muna autónoma podría, en condiciones determinadas, transfor-
marse en una comunidad conducida por ideas raquíticas de
carácter arbitrario, o, quizá, en una autoridad política o espi-
ritual reaccionaria sobre el ciudadano o sobre sus organizaciones.
Las consecuencias de un tal sistema serían más graves y más
negativas que las consecuencias de cualquier centralismo de
Estado; y ello, tanto para el ciudadano como para la sociedad
en su conjunto. Es precisamente por todas estas razones por lo
que no debemos considerar la comuna como una organización
social-universal y escastillada, sino como célula de un organismo
social complejo pero formando un todo único, y que debe ser
3 33
origen de su fuerza y de su capacidad vital, de la misma manera
qu'e el organismo, como un todo, debe hallar el origen de su
fuerza y de su capacidad, en las células. Y precisamente por
esto es por lo que, nosotros, rechazamos, tanto la interpretación
de que nuestra sociedad es una especie de federación de comu-
nas, como el concepto de que el desarrollo de la autogestión
debiera significar el abandono de las funciones sociales que deben
ser centralizadas tanto en interés de la sociedad, como entidad,
que por interés de ciertas de sus partes.
34
también, en los otros servicios sociales de educación nacional,
cultura, ciencia, salud pública, Seguro social, etc., acusando
tendencia a penetrar en todos los sectores de la vida social, la
nueva Constitución establece una estructura de los órganos re-
presentativos susceptible de englobar a los representantes de
todas las organizaciones autónomas de trabajo y no, sólo, a los
del sector de la economía. Todos les órganes representativos son
elegidos por los ciudadanos y por los trabajadores empleados en
las organizaciones de trabajo.
"Los Consejos de productores aparecen en nuestro sistema
de autogestión social, como una forma democrática específica
que garantiza -en circunstancias determinadas y en un período
también determinado de desarrollo del socialismo- el cometido
dirigente de la clase obrera y su íntima conexión con los otros
trabajadores.
Los Consejos de productores luchan contra las influencias
negativas de ciertas relaciones sociales atrasadas sobre los órga-
nos democráticos de autogestión social; y reducen de más en
más la necesidad del recurso a las intervenciones administrativas
directas, sobre todo en el sector económico.
Los Consejos de productores desempeñan un importante
cometido económico, debido a su constante contacto con la prác-
tica y con las necesidades de las unidades de producción, de
las cooperativas agrícolas y de las organizaciones e instituciones
sociales y económicas.. Los Consejos de productores contribuyen
considerablemente a la mayor unión entre el centro y la base,
a la adopción de medidas económicas y sociales más justas y
más útiles, a la supresión del papeleo administrativo y del buro-
cratismo en las relaciones económicas, y a la mejora de la edu-
cación y de la cultura económica general de los productores
directos, es decir, de los trabajadores empleados en la economía
del país.
Durante el desarrollo de los Consejos de productores, es
esta función económica la que ganará en importancia, mientras
que, progresivamente, vaya desapareciendo la función que con-
siste en garantizar el cometido dirigente de la clase obrera."
3* 35
Las organizaciones social-políticas -la Alianza socialista
del pueblo trabajador de Yugoslavia y la Liga de los comunistas
de Yugoslavia- no proponen los candidatos a las asambleas, de
la misma manera que estas organizaciones no son parte inte-
grante del mecanismo del poder. Empero, desempeñan un im-
portante cometido en el proceso de candidatura: cometido que
consiste en dar carácter democrático a las elecciones y en la
tendencia de hacer elegir cuadros capaces de enfrentarse con
las funciones responsables de la asamblea y otras funciones so-
ciales. El cometido de estas organizaciones social-políticas, y de
otras, en las condiciones de autogestión, se manifiesta de más
en más como un factor interno de la autogestión, como expresión
de la conciencia la más progresista, factor de la orientación ideal
y política de la actividad del trabajador, pero el hombre sigue
siendo el sujeto cuando se trata de tomar decisiones en todas
las relaciones sociales.
" . . . en el sistema clásico representativo, los titulares
directos de las funciones públicas no son el pueblo sino los par-
tidos políticos. Estos partidos son la condición de la existencia
del Estado político burgués-democrático, en el que los titulares
del poder político están separados -a la manera de una corpo-
ración particular- de los hombres que trabajan en la produc-
ción. Consecuentemente, las elecciones se desenvuelven necesa-
riamente como elecciones entre diferentes equipos formados
a base del monopolio político de partido, y no a base de la parti-
cipación directa del pueblo en la administración práctica de los
asuntos y en la solución de los problemas corrientes.
36
mente en toda la vida social, como es actualmente el caso en
Yugoslavia.
En las condiciones de autogestión, las elecciones representan
una forma de poder de decisión directa de los asuntos y, por lo
tanto, el sistema representativo clásico se hace inapropiado.
Y es por ello por lo que, el contenido mismo de nuestro concepto
de "órgano representativo", es diferente del concepto demo-
crático burgués. En Yugoslavia, estas organizaciones no repre-
sentan al pueblo a través del partido sino directamente, es decir,
sobre el soporte de las relaciones en la producción y el trabajo, y
de la progresiva satisfacción cotidiana de las aspiraciones y de
los intereses humanos."
37
de las comunas y de los distritos, sea en las de las repúblicas fe-
deradas y de la Federación. Todo esto crea las condiciones para
hacer de las elecciones una actividad autónoma y normal de los
ciudadanos, preparándose en las organizaciones de trabajo y en
las comunas, y no dando lugar a la subasta política demagógica
o a competiciones individuales para obtener tal o cual cargo, o
a campañas de agitación y de propaganda tan complicadas como
costosas."
(E. Kardelj: Extractos del informe en la
Asamblea Nacional Federal, sobre la nueva
Constitución de la República Socialista Fe-
derativa de Yugoslavia. — Abril, 1963).
38
socialismo en ausencia del progreso se las relaciones democrá-
ticas y humanas. Nuestra Constitución, toda ella, lleva preci-
samente el sello de estas aspiraciones."
39
funciones que ya no corresponden a la gestión directa de la
producción, pueden ser desempeñadas por los productores y
, los ciudadanos o por sus órganos directos. Trátase, por su íntima
naturaleza, de funciones de planificación y control, de coordi-
nación y de reglamentación."
40
sición a la teoría del marxismo- debe existir como una superes-
tructura de la sociedad, incluso en el Estado socialista . . . "
Asociación autónoma
La autogestión de los trabajadores a base del trabajo so-
cial comprende, también, el derecho a decidir - para la gestión
de los asuntos que tengan un interés comñn- de la asociación
de sus organizaciones de trabajo, y de participar, por mediación
de sus representantes elegidos, a la gestión de tal asociación o
de otras organizaciones similares de cuyos asuntos dependen las
41
condiciones de su trabajo. Trátase de diferentes formas de co-
operación y de asociación vertical de diversos sectores de la
economía y de otras actividades sociales.
Creando formas superiores (cámaras y asociaciones eco-
nómicas, asociaciones en el plano de la producción y en el de
los intercambios, Oficinas superiores del Seguro social, etc.),
esta asociación vertical de las principales instituciones de auto-
gestión social permite unificar, democráticamente, las funciones
profesionales, técnicas y coordinadoras que la sociedad moderna
debe ejercer de una manera centralizada. El carácter social y
democrático de esta asociación radica en el hecho de que, tal
asociación, no se lleva a cabo mecánicamente, por medidas ad-
ministrativas impuestas del exterior, sino en forma de coopera-
ción voluntaria, considerando el interés de los productores aso-
ciados y de los ciudadanos mismos, sin por ello privar a las insti-
tuciones y a los órganos del pueblo laborioso, de sus funciones
esenciales de autogestión.
Se asiste a un proceso análogo en el sector de la educación,
de la ciencia, de la cultura, de la salud pública, del Seguro y de
la prevención sociales, así como en los otros sectores en los que
diversas instituciones garantizan el ejercicio de funciones o de
servicios públicos. Las funciones de gestión han sido transferidas
a los representantes de las colectividades de trabajo y a los de la
comunidad social, y han ido acompañadas del reparto de ciertos
derechos y de nuevas formas de colaboración.
En esos sectores, los órganos de gestión son elegidos y
revocados por los ciudadanos interesados en el buen funciona-
miento de los servicios públicos, gracias a la participación de
estos ciudadanos en la gestión, y gracias al control que ellos
ejercen sobre la gestión. Los órganos administrativos de Estado
en el sector de la educación, de la cultura, de la salud pública, de
los servicios sociales, etc., se transforman cada vez más -por
su composición y por su función- en órganos de autogestión
social.
El mismo proceso se desenvuelve, en fin, en las diversas
formas de control social y de colaboración entre los ciudadanos
interesados, las empresas y las instituciones sociales. En el co-
mercio y en ciertas otras actividades, la autogestión de los tra-
bajadores queda completada por órganos de autogestión social,
42
tales como los Consejos de consumidores y las cooperativas
de consumo. Mientras que, en las organizaciones económicas
se ocupan de la educación, de la enseñanza, de la cultura (edi-
toriales, empresas de prensa, empresas cinematográficas, etc.),
la autogestión de los trabajadores es secundada por órganos
compuestos de representantes de la actividad cultural y escolar y
de la actividad pública en general, sin que ello modifique el
estatuto de la autogestión obrera. Gracias a estas formas de
autogestión social, estas organizaciones asumen funciones púb-
licas conforme a las necesidades y a los intereses de la sociedad
socialista.
El sistema de autogestión social se extiende también a
los inmuebles destinados a viviendas y a toda una serie de edi-
ficios económicos o para servicios de interés público.
Todas estas relaciones sociales y todas estas instituciones
sociales emanan directamente de las necesidades del trabajo y
del funcionamiento de las empresas y de las organizaciones so-
ciales, así como de las necesidades vitales e inmediatas de los
ciudadanos en su vida familiar, en el consumo, la cultura, los
recreos, la vida social, etc. Y es por ello que, necesariamente,
tales relaciones son muy diversas, tanto por razón de su organi-
zación como por los métodos de trabajo."
(Programa de la Liga de los comunistas de
Yugoslavia, editado por la Agencia Yugoslava
de Informaciones. — Paris, 1958, páginas 200
y 201).
43
que son función de estas relaciones, o sea que el Estado, doquiera
que haya sido creado, en las relaciones de producción, comienza
a desaparecer y se dibuja, de forma cada vez más precisa, la
perspectiva de relaciones más libres entre los hombres.
47
la aplicación, cada vez más intensa, de los métodos y formas de
democracia directa, es decir, por la participación cada vez más
directa de los ciudadanos en la administración de la sociedad.
Y es precisamente por esta razón que la Alianza socialista del
pueblo trabajador representa la base política del sistema de de-
mocracia socialista en Yugoslavia."
(Programa de la Liga de los comunistas de
Yugoslavia).
49
mino. Se trata, en realidad, de una asociación de hombres uni-
taria desde el punto de vista ideológico, que basan su acción
social, política y social-económica en los principios de los des-
cubrimientos científicos de Marx y del desarrollo ulterior del
socialismo científico en general, sin exigir para ellos el mono-
polio del aparato de Estado, sino luchando por la realización de
los principios socialistas en la práctica de las masas laboriosas y
de sus órganos autónomos.
La Alianza socialista del pueblo trabajador no es, tampoco,
una organización de partido que transmitiría el privilegio de la
administración estatal y social de las masas populares, a las
cumbres políticas. Todo lo contrario: ha sido creada, justa-
mente, para que tal privilegio sea inútil y para que las funciones
de la administración social estén, lo más directamente posible, en
manos de las masas. La Alianza socialista del pueblo trabajador
no es un partido político centralizado de viejo tipo, sino un am-
plio parlamento a escala de toda la nación, en el que pueden
manifestarse todas las tendencias sobre la trayectoria del socia-
lismo, donde se produce una confrontación activa de opiniones
en cuanto a los problemas candentes del desarrollo social y de
la posición de los trabajdores: posición que influye sustancial-
mente en las decisiones de los órganos autónomos de las empresas,
de las comunas, y en los órganos sociales y estatales centrales.
Además, la Alianza socialista del pueblo trabajador ejerce una
influencia activa -precisamente por su cometido- en el desa-
rrollo de la conciencia socialista de las masas, en la preparación y
educación políticas, ideales y profesionales de los hombres para
la administración social socialista, lo que afianza continuamente
la influencia socialista consciente en toda la vida social. Por sí
mismas, estas organizaciones no representan peligro alguno para
los intentos del burocratismo, puesto que el origen de los fenó-
menos burocráticos no radica en la existencia propiamente dicha
de tales organizaciones, sino en su posición social determinada,
es decir, en el caso que se unieran al sistema omnipotente del
aparato de Estado centralizado. Empero, si están unidas al me-
canismo de democracia directa y de autogestión o sea, si actúan
en primer lugar a través de las masas y no del aparato adminis-
trativo, constituyen indudablemente un elemento activo en la
50
lucha contra el burocratismo y son, a la vez, mantenedoras de
una acción consciente en pro del desarrollo de la democracia
socialista."
(E. Kardelj. — Obras, tomo I V , Editorial
"Kultura", Belgrado, 1960, páginas 231—233).
4* 51
nunciar al arma de su lucha de clase, a la dictadura del proleta-
riado y al cometido dirigente de la Liga de los comunistas de
Yugoslavia en su combate por vencer los factores sociales y
materiales que, bajo diversas formas, continúan ejerciendo
presión en las relaciones sociales, con intención de restaurar el
capitalismo o, por lo menos, hacer prevalecer las tendencias
burocráticas y capitalistas de Estado.
53
estas organizaciones, de las que depende también, en gran me-
dida, la capacidad de la sociedad para oponerse, tanto a los fac-
tores de la vieja sociedad que intenta siempre manifestarse de
una u otra manera, como a los intentos burocráticos y technocrá-
ticos que se desarrollan en las propias bases de la sociedad socia-
lista durante el período transitorio...
... Este importante cometido en la formación de la con-
ciencia social, corre a cargo de todas las organizaciones sociales
y de la actividad científica, cultural, instructiva y educativa de
todos los hombres en la sociedad. Pero es de lógica que es, pre-
cisamente, a la Liga de los comunistas -como mantenedor
ideal y político de la revolución socialista- a la que corresponde
el cometido social-político dirigente en la defensa de las con-
quistas de la Revolución y en la lucha por la edificación y la esta-
bilización de las relaciones sociales socialistas, mientras que esta
lucha sea necesaria.
Algunos nos reprochan el querer instaurar, por no se qué
derrotero, el monopolio político de un partido en el sistema de
poder. Pero una sociedad cimentada en la autogestión, y que se
organiza cada vez más en comunidad de intereses de los traba-
jadores, en libre comunidad de productores, excluye por razón de
su esencia semejante monopolio. En tal sistema, el hombre tra-
bajador es el único titular del poder, sea directamente sea por
mediación de los órganos de autogestión. El cometido dirigente
específico de la Liga de los comunistas de Yugoslavia es, en rea-
lidad, la manifestación históricamente determinada del interés
del trabajador por sentir salvoguardado, consolidado y desarro-
llado un tal sistema social conquistado en la Revolución.
54
íáctores sociales influye en el desarrollo del otro. El sistema de
autogestión social por sí mismo, así como el estatuto social-eco-
nómico elemental del hombre en la sociedad, ejercen, en este
aspecto, una influencia continua en las formas y métodos de
realización de las funciones sociales de la Liga de los comuni-
stas y de la Alianza socialista, como también en el desarrollo
ideológico. Y es, además, la trayectoria de la evolución progre-
siva y democrática de la sociedad socialista."
(E. Kardelj. — Extractos del informe a la
Asamblea nacional federal, sobre la nueva Cons-
titución de la República Socialista Federativa
de Yugoslavia. — Abril, 1963).
La Confederación de sindicatos
En las condiciones de autogestión obrera, los sindicatos
pierden su cometido de protectores de los intereses económicos
e inmediatos de la clase obrera y el carácter de una fuerza polí-
tica especial al margen del sistema de autogestión obrera, pero
se transforman en una de las organizaciones que, por sus funcio-
nes específicas, completa el sistema general de autogestión.
En las relaciones de autogestión, el cometido de los sindicatos
no es, pues, el de la protección de los intereses obreros frente
a los intereses de ciertas fuerzas o tendencias opuestas, sino el
del control obrero colectivo para la eliminación de los defectos
y errores en los órganos de autogestión, para la realización y
desarrollo más completos del sistema de autogestión, y para la
más eficaz realización del principio del reparto según el trabajo.
Además, los sindicatos tienen siempre un gran número de fun-
ciones qué cumplir en cuanto a la protección económica y social
de los obreros, en cuanto a la mejora de sus condiciones de vida
y de trabajo, en la solución de los problemas de las relaciones
mutuas de los obreros, y en otras cuestiones de interés material,
cultural y moral, comunes a los trabajadores. L o especialmente
importante, es el cometido educativo de los sindicatos, es decir,
la formación de los obreros para la solución independiente de los
problemas de interés común y general, al igual que para el de-
sarrollo de sus capacidades de trabajo. Por medio de la organi-
zación de diversas formas de educación económica, profesional,
55
cultural, etc., los sindicatos forman a los obreros, tanto para el
trabajo profesional como para su participación activa en los ór-
ganos de autogestión obrera, en la comuna y en la gestión social.
Los sindicatos trabajan, asimismo, para armonizar los intereses
individuales y comunes con los intereses generales, y para la
protección de los derechos autónomos y otros derechos relacio-
nados con los intereses de los trabajadores.
" . . . Se cree todavía que los sindicatos implican un movi-
miento, pero no es así. En una comunidad social socialista en
donde se crean las comunas, en donde la clase obrera regenta
por sí misma sus empresas, los sindicatos no pueden ser consi-
derados como un movimiento. Cuando hablamos de movimiento
sindical, se sobreentiende también que se trata de movimiento
político, y esto sólo puede darse en un sistema como lo era el
antiguo. Los sindicatos han cambiado y deben cambiar su come-
tido; han cambiado de carácter y, pese a ciertos elementos, sería
absurdo que en este nuestro nuevo sistema siguieran siendo,
por su organización y estructura, lo que fueron antes. La misma
estructura orgánica de los sindicatos debe cambiar, al igual qu
nuestra estructura de Estado ha tenido que adaptarse a nuestras
nuevas formas de administración de la economía.
Los sindicatos han dejado de ser en nuestro país, una orga-
nización a política independiente, puesto que realizan su polí-
tica en el seno de la Alianza socialista, o sea que participan en
la actividad de la Alianza y junto a los otros representantes de los
trabajadores de nuestro país. Los sindicatos debieran acusar una
variante, puesto que su lugar corresponde, principalmente, en
el marco de las comunas, de las empresas, etc. En realidad, asta
coordinación y control allanan diversas malas interpretaciones
y constituyen un vardadero trabajo educativo. No me refiero
a un trabajo educativo que consista únicamente en enseñar a las
gentes los rudimentos del marxismo-leninismo, puesto que no
se trata de esto; pero, sí, enseñarles a administrar, a velar para
que las tendencias locaüstas en nuestra economía y en nuestras
colectividades de trabajo no tomen cuerpo sino que sean recha-
zadas en tedo momento. Y esta es, hoy, la actividad fundamental
de los sindicatos. Nuestros sindicatos deben preocuparse de los
intereses del individuo pero, también, de los intereses de las
colectividades de trabajo y de toda nuestra comunidad social.
Por lo tanto, el sindicato no figura al margen del mecanismo
56
social, en lucha contra algo. ¿ Contra quién podría luchar en un
país en el que la gestión de las empresas está en mano de los
mismos trabajadores? Las organizaciones sindicales deben lu-
char contre las incorrecciones que puedan existir en la misma
producción, y deben instruir y educar a las gentes. Los sindicatos
forman parte integrante de nuestra comunidad social, pero no
como una organización política que actúa de forma especial:
son un factor que forma parte integrante de la Alianza socialista;
un factor que, por razón de los cometidos orgánicos que debe
desempeñar, y por razón de su misma estructura orgánica,
facilita la edificación de nuestra comunidad socialista. Y esta
es su función esencial."
57
asambleas se hallan, asimismo, los Consejos de Productores
como cámara igual en derechos a la otra cámara (política), en
materia de todos los problemas económicos y sociales. Los
Consejos de Productores son elegidos y constituidos exclusiva-
mente por los productores directos en las empresas, en los tal-
lleres y en el campo. Es fácil, pues, comprender que en un tal
sistema, los sindicatos, como instrumento de lucha económica de
la clase obrera, sean inútiles para los mismos obreros.
Empero, desempeñan funciones sociales más importantes
aún. La práctica de su desarrollo en nuestras condiciones, mues-
tra que tales funciones tienen su expresión en múltiples come-
tidos. Ante todo, la función protectora de los sindicatos persiste:
luchan por un mejor protección del trabajo, en favor de medidas
sanitarias y otras medidas de protección para los obreros, etc.
Además, los sindicatos contribuyen al mismo tiempo a armo-
nizar los intereses económicos inmediatos de todos los obreros,
con los intereses de ciertas colectividades de trabajo, luchando
para que los derechos materiales y otros derechos de los obreros
sean respetados en todo momento, y luchando incluso contra
las tendencias posiblemente egoístas de ciertas colectividades de
trabajo y que pueden ser perjudiciales a otras colectividades.
Ademas, los sindicatos deben ayudar a los obreros a formarse
lo mejor posible para el cumplimiento de sus cometidos en los
órganos de autogestión, en la producción y en las comunas, a
fin de que interpreten con acierto sus derechos y su cometido
y, consecuentemente que puedan desplagar la mayor actividad
e iniciativa en la producción. Por ello, los sindicatos se preocu-
pan sobre todo de la formación aconómica profesional de los
obreros y de su nivel cultural. Y , en fin, los sindicatos deben
preocuparse de las necesidades de la vida cotidiana, de los
obreros y de los empleados, así como de su reposo y recreo:
organizan, o toman la inciativa, para la creación de cantinas, de
instituciones sociales, de casas de reposo, de sanatorios, de cen-
tros de vacaciones, de establecimientos de cultura física, etc.
R E L A C I O N E S INTERNACIONALES
59
de desarrollo, y en pro de la inteligencia mutua entre pueblos,
y para el más amplio intercambio posible de bienes materiales
y espirituales, en condiciones de iguldad y de respeto a las ca-
racterísticas de cada pueblo.
" L a situación actual pone de manifiesto que puede evi-
tarse la catástrofe de una nueva guerra. Esta posibilidad se funda
en la modificación de la relación de fuerzas sociales y políticas
mundiales, así como en el despertar y en la movilización política
de centenares de millones de trabajadores del mundo entero,
que se elevan conscientemente contra la catástrofe que impli-
caría una nueva conflagración mundial. Las formas del socialis-
mo, que constituyen un factor de paz y que pueden ejercer una
influencia decisiva en los derroteros y formas del desarrollo
social se han consolidado considerablemente. Numerosos pueblos
se han liberado, y asistimos a la creación de toda una serie de
nuevos Estados que aspiran a la paz y que representan fuerzas
positivas en las actuales relaciones internacionales. Cada vez se
concibe más conscientemente el imperativo de la coexistencia
pacífica entre Estados a sistemas diferentes. Existen posibilida-
des efectivas para intensificar el cometido y multiplicar la auto-
ridad de la organización de Naciones Unidas, en cuanto a la
solución de litigios internacionales y en cuanto a la salvaguardia
de la paz. A despecho de todas las insuficiencias actuales
-resultantes de las contradicciones internacionales-, esta Orga-
nización podría llegar a ser el factor activo de un sistema demo-
crático que sirviera, no solamente a luchar contra la guerra
sino, también, a estimular y a promover la colaboración y el
acercamiento entre pueblos, es decir, la integración cada vez
más íntima de la comunidad humana.
Todos estos elementos han reforzado, en estos últimos
años, el sentido de conciencia de que ha dejado de ser inevitable
una nueva guerra mundial.
60
absolutamente pueden colaborar. Ahora bien: en las actuales
circunstancias, la paz debe traducirse ante todo en coexistencia
pacífica de los pueblos y Estados a diferentes sistemas sociales.
Esta coexistencia no debe ser pasiva; no debe practicarse en
posiciones encastilladas de los bloques; debe ser activa y tender
a una mayor colaboración entre pueblos; debe conducir, sobre
todo, a la creación de condiciones necesarias a la solución gradual
de los problemas internacionales, al desarme, a la liberación de
los inmensos recursos destinados a armamentos, para destinarlos
a la elevación del nivel económico y cultural del mundo, por
medio de una amplia ayuda a los países insuficientemente desa-
rrollados, por la competencia pacífica constructiva en los sectores
económico, cultural, científico, etc., entre Estados a sistemas
sociales diferentes, y para multiplicación de las fuerzas produc-
tivas de la sociedad hasta alcanzar un nivel superior, utilizando
para ello todos los nuevos descubrimientos de la ciencia y de la
técnica."
(Programa déla Liga de los Comunistas de
Yugoslavia, editado por la Agencia Yugoslava
de Informaciones, París, 1958, páginas 122—
123).
61
elementos negativos son: primero, la desigualdad entre los
Estados y entre los pueblos; segundo, la ingerencia en la vida
interna de los demás -generalmente son los grandes Estados
desarrollados los que pecan de ingerencia-; tercero, la división
del mundo en esferas de interés y en bloques; y cuarto, el colo-
nialismo. Mientras que estos cuatro elementos no hayan sido
eliminados de la práctica en las relaciones internacionales, la
humanidad no podrá liberarse del temor por su destino.
Nosotros consideramos que la formación de bloques con
carácter militar e ideológico, es peligrosísima para la paz del
mundo, puesto que aspira a la consecución de una supremacía
en fuerza y potencial militar, con miras a la solución de los pro-
blemas internacionales en litigio por medio de la fuerza y no por
vía diplomática pacífica, o lo que sería de toda lógica, por media-
ción de Naciones Unidas puesto que para ello ha sido creada esta
organización internacional.
En oposición a los bloques y a la división ideológica del
mundo y para que la humanidad sea salvada de la más terrible
catástrofe de su historia, nosotros vemos una posibilidad rea
en la coexistencia entre los pueblos y entre los Estados a sistemas
diferentes. Y o no me refiero a una coexistencia pasiva sino a una
colaboración activa y a la entente pacífica en la solución de di-
versos problemas y en la eliminación de todos los elementos
que pueden entorpecer la colaboración universal entre los peque-
ños y los grandes Estados. Además, una tal coexistencia es, no
solamente posible sino también indispensable si queremos evi-
tar una nueva guerra mundial de terribles consecuencias, por
razón de los medios actuales de destrucción, como son la bomba
atómica y la bomba hidrogena, etc.
Contrariamente a la práctica en uso hasta ahora de que,
la miseria en los paises subdesarrollados sea utilizada a menudo
para ingerencia en los asuntos internos de estos países, no sólo
de parte de los países altamente desarrollados sino también de
los grandes Estados que no se hallan a un alto grado de desa-
rrollo, nuestra posición ha sido siempre, y sigúe siendo hoy, la
de ofrecer una ayuda material y técnica a los países subdesarro-
llados, puesto que, en último análisis, ello es útil no sólo a los
países que reciben la ayuda sino también a los que la ofrecen y
cuyas posibilidades en la producción han alcanzado un alto
62
grado, pero que podrían encontrase en el caso de un estanca-
miento e incluso declinar a causa de la imposibilidad de que
todos sus productos sean colocados."
(J. Broz Tito. — Obras, tomo X, páginas 28,
29, etc., Editorial "Naprijed", Zagreb, 1959).
63
que los Estados se desarrollan, no pueden dejar de haber dife-
rencias en la organización social y política que refiejan el desa-
rrollo en cuestión. El respeto al derecho de sada país de desa-
rrollarse libre e independientemente -contenido en la política
de coexistencia- no es otra cosa que la aceptación del hecho de
la existencia de tales diferencias, que son inevitables, que no
pueden suprimirse, pero que ello no debe ser un obstáculo a la
colaboración internacional. Consecuentemente, la coexistencia se
funda en el respeto a la soberanía y a la independencia, y pro-
hibe la ingerencia en los asuntos interiores de los otros Estados,
puesto que ello representaría violación a tal soberanía y nega-
ción del derecho al desarrollo interno independiente. La coexisten-
cia exige la igualdad en derechos en las relaciones internacio-
nales, puesto que solamente los miembros iguales en derecho
de una comunidad, pueden coexister pacífica y activamente
durante un largo período.
Los principios en los que se funda la política de coexisten-
cia son simples. Estos principios han guiado vuestra política y
la nuestra, mucho antes de que la política de coexistencia ad-
quiriese su valor actual. Estos principios están inscritos en la
Carta de Naciones-Unidas, a la que nuestro país está tan profun-
damente unido como el vuestro. Nuestro viaje, y nuestras posi-
ciones en cuanto a los problemas internacionales, están gudios
por el principio de coexistencia. Nuestras relaciones con las
potencias occidentales, la normalización de relaciones con los
Estados del Este de Europa, y nuestro rechazo de adhesión
a cualquiera de los bloques militares o ideológicos, así como
nuestros esfuerzos por contribuir a la consolidación de Naciones-
Unidas y a su influencia cada vez mayor y más positiva en los
acontecimientos internacionales; todo ello está inspirado en
nuestra profunda fe en la posibilidad y en el imperativo de la
coexistencia de los Estados a sistemas diferentes. No existe otra
alternativa, actualmente, que la coexistencia, puesto que la ex-
terminación recíproca no puede ser considerada come al-
ternativa."
65
expansión exterior, sino que influye cada vez más fuertemente
en el desenvolvimiento social interno de los países capitalistas.
Además, el cometido de los antagonismos imperialistas
entre los grandes Estados capitalistas se ha modificado cuantita-
tivamente. Estos antagonismos, en tiempos de Lenin, predo-
minaban y hacían prácticamente secundarios los antagonismos
con el primer país del socialismo, lo que se ha demostrado en la
Segunda Guerra mundial. Actualmente la situación se ha modi-
ficado. Los antagonismos imperialistas entre los grandes países
capitalistas van careciendo de máxima importancia y desempeñan
un cometido secundario. Más claro: dependen del desarro-
llo y de la manera como se desligan las contradicciones fun-
damentales, es decir, las oposiciones entre el mundo del socialis-
mo y el mundo de capitalismo. Por lo tanto, esto significa que
la guerra no depende ya únicamente de las leyes internas del
desarrollo del capitalismo, sino que depende también de las
leyes internas del desarrollo del socialismo.
Simultáneamente a estas modificaciones que han esta-
blecido nuevas relaciones cuantitativas de las fuerzas sociales del
mundo, he hecho su aparición que actúa en el mismo sentido,
y que es el progresso revolucionario de la ciencia y de la técnica
que ha modificado hasta en sus mismos cimientos el conjunto
de la estrategia y de la táctica de una eventual guerra mundial.
La nueva táctica militar, terriblemente destructora, concentrada
y puesta en pie en los dos polos de los antagonismos mundiales
dominantes, ha establecido un equilibrio específico entre las
fuerzas materiales de esos dos polos. El equilibrio consiste en
que la potencia destructora de una eventual y futura guerra mun-
dial haría que la victoria y la derrota se acompañaran una y
otra de consecuencias materiales y social políticas aproximada-
mente iguales. Por razón de este hecho y en un cierto sentido,
la técnica de guerra se transforma en un obstáculo para la gue-
rra: implica, en efecto, un tal peligro de destrucción del mundo,
que nadie -incluso disponiendo de una gran fuerza- hallaría
fácilmente su ventaja en una nueva guerra mundial. Diríase que
la historia se ha esforzado en armonizar, en este dominio, las
tendencias subjectivas y las conciencias sociales con las condi-
ciones materiales, dejando cada vez menos un espacio a las deci-
siones subjetivas en este aspecto.
66
I, en fin, el sentimiento de que no puede continuarse a la
vieja manera ejerciendo igualmente una gran influencia en la
diferenciación política e interior de la sociedad burguesa. Si la
política de los países socialistas es orientada claramente hacia
la paz y la coexistencia, aumentarán infaliblemente no sólo las
fuerzas socialistas en esos países sino, también, las tendencias a la
conciliación y a la colaboración con los países del socialismo;
y esto, tanto en el seno de la clase obrera como en las más extensas
capas de los pueblos, incluyendo una gran parte de la bur-
guesía. Dicho en otros términos: es precisamente en tales con-
diciones, que los procesos internos, sociales y políticos, consti-
tuirán la más potente barrera frente al intento de victoria de las
tendencias agresivas."
5* 67
belicosos del mundo capitalistas tendrán de menos en menos la posi-
bilidad de imponer una guerra mundial; y que el mundo socialista
rechaza en principio y en la práctica -y debe rechazarla- la
idea de una guerra de conquista como instrumento para imponer el
socialismo. Y puesto que nosostros comprendemos así la política
de coexistencia, ella debe ser, naturalmente, el principio impres-
cindible y duradero de la política internacional socialista. De lo
contrario, no tiene porque existir.
Esto no significa, claro está, que nosotros consideremos la
política de coexistencia como un dogma inerte. Nadie puede
prever exactamente qué constelaciones concretas de fuerzas
sociales mundiales aparecerán en el transcurso del futuro desa-
rrollo ; y nadie puede prever los numerosos medio y las formas
múltiples por las cuales, y a través de ellas, se desenvolverá el
combate futuro para afirmación definitiva de las relaciones
socialistas, ni tampoco las formas futuras de entreayuda de las
fuerzas socialistas. Pero hay algo que se mantiene como prin-
cipio intangible: la imposición del socialismo, en tales o cuales
de sus formas, por vía de la agresión exterior, será siempre cosa
ignorada para el socialismo, un instrumento inaceptable, inadmi-
sible y reaccionario. El alto sentido de la política de coexistencia
elimina también este instrumento."
68
la presión del imperialismo y de la hegemonía. Todo lo contra-
rio: esta política adopta una actitud activa frente a estos pro-
blemas. En sustancia, esta política es, en realidad, una concep-
ción integral en cuanto a los métodos, la manera y los medios
de solución de los grandes contrastes del mundo actual, para
bien del progreso general de la humanidad, es decir, de la demo-
cracia, de la independencia, de la igualdad en derecho de los
pueblos, y del socialismo."
IMPRESO POR
I N S T I T U T O YUGOSLAVO POR LA PRODUCTIVIDAD D E L TRABAJO
BEOGRAD