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Regna Dar
"

Joel Sher
MODELOS DE LA INTERACCIÓN ENTRE LENGUAJE
Y VIDA SOCIAL*1

Dell Hymes

~~

t | a diversidad del habla ha sido señalada como el foco principal de la


_ 1 sociolingüística. Sobre esto deben decirse dos cosas: por un lado, lo que
subyace a la diversidad del habla dentro de las comunidades y en la conducta de
los individuos son relaciones sistemáticas; relaciones que, así como las estructuras
gramaticales y sociales, pueden ser objeto de la investigación cualitativa. Por el
otro, el persistente fracaso en reconocer y actuar sobre este hecho coloca a muchos
en la posición de desear aplicar una ciencia básica aún inexistente.
La diversidad del habla se presenta en sí como un problema en muchos
sectores de la vida -la educación, el desarrollo nacional, la comunicación
transcultural-. Cuando quienes se interesan por tales problemas buscan coopera-
ción científica, a menudo se ven decepcionados. Hasta el momento no hay una

Versión abreviada del artículo de Dell Hymes, "Modelsof the Interactionof Language atid
Social Life", en Gumperz, John y Dell Hymes (eds.), Directions in Soáolinguistics: The
Ethnography ofCommunicanon, Oxford/Nueva York, Basil Dlackw t ll, 1986 [versión corregi-
da y aumentada de la I® ed., 1972]; pp. 35-71. Se traducen aquí pp. 38-43; 52 y ss. Se
elimina la sección "Una ilustración (pp. 44-51). Traducción de Claudia Oxman.
"

1 Revisión de Hymes (1967), elaborando particularmente el tratamiento taxonómico y


.

reorganizado de los componentes del habla. Muchos de los ejemplos provienen de un


examen de datos etnográficos llevado a cabo con el apoyo del programa Cultura de Escuelas
de la Oficina de Educación en 1966-67. Estoy en deuda con Regna Darnell Helen Hogan,
,

Elinor Keenan Susan Philips, Seila Seitel, Joel Sherzer, K. M. Tiwary y mi esposa, Vi rginia,
,

por su participación en dicho trabajo. Mis propias ideas sobre el problema en general
contaron con el apoyo de una pequeña beca del Instituto Nacional de Salud Mental en
1968. Agradezco a Meyer Fortes Edmund Leach y J. L. M. Trim por la discusión sobre
,

algunos de estos problemas y sus muchas gentilezas cuando fui profesor visitante del Clare
Hall , Cambridge, en 1968-1969.

55
Dell Hymes

teoría o un cuerpo de conocimientos sistemáticos. Ni siquiera hay acuerdo sobre un


modo de descripción de la lengua en interacción con la vida social, el cual, de ser
explícito y de tener una forma estándar, podría facilitar el desarrollo del conocimien-
to y de la teoría a través de estudios que fueran completos y comparables. Tampoco
hay coincidencia sobre si es deseable o necesario tal modo de descripción.
Los fenómenos bilingües o bidialectales han sido el principal foco del interés.
Sin embargo, el bilingüismo no es en sí una base adecuada para un modelo o una
teoría de la interacción entre lenguaje y vida social. Desde la perspectiva de
dicho modelo o teoría, el bilingüismo no es un fenómeno unitario ni autónomo.
El hecho de que dos lenguas se encuentren presentes en una comunidad o sean
parte de la competencia comunicativa de una persona resulta compatible con
una variedad de relaciones funcionales (sociales) subyacentes. De manera inver-
sa, no se necesita la presencia de distintas lenguas para que las relaciones subya-
centes encuentren un modo de expresión.
El bilingüismo por excelencia (por ejemplo, francés e inglés en Canadá, galés
e inglés en Gales del Norte, ruso y francés entre la nobleza rusa prerrevolucionaria)
es un caso saliente y particular del fenómeno general del repertorio lingüístico.
Ninguna persona normal, y ninguna comunidad normal, se limita a un solo modo
de hablar, a una monotonía sin cambio alguno que impida toda marca de respeto,
insolencia, seriedad burlona, humor, distancia o intimidad según el rol, expresa-
das por el paso de uno a otro modo de hablar.
Dada la universalidad de los repertorios lingüísticos y de los cambios entre
modos de hablar que suponen, no es necesario que estos modos sean lenguas
diferentes. Las relaciones de intimidad o distancia social pueden señalarse por el
cambio entre lenguas diferentes (españobguaraní en Paraguay -Rubín, 1962,
1968-); entre variedades de una sola lengua (alemán estándaridialecto), o entre
pronombres dentro de una misma variedad (alemán Du:Sie; castellano tú/vos:usted).
La segregación de la actividad religiosa puede estar marcada lingüísticamente por
una variedad cuya ininteligibilidad general dependa de su origen extranjero (por
ejemplo, latín, árabe en muchas comunidades), de ser una variedad derivada de
una lengua común (zuni-Newman, 1964-), o de ser una manifestación no iden-
tificable en absoluto (algunas glosolalias). De manera inversa, el cambio entre
variedades puede marcar un cambio entre esferas de actividad distintas (por ejem-
plo, noruego estándar: dialecto hemnes-véase Blomy Gumperz, 1986 [1972]-),
o el estatuto formal del habla dentro de una única actividad integral (por ejem-
plo, el siane en Nueva Guinea -Salisbury, 1962-, el latín en una ceremonia de
graduación actual de la Universidad de Cambridge -por ejemplo, el Cambridge
University Repórter 1969-).
,

Una teoría general de la interacción entre lenguaje y vida social debe com-
prender las múltiples relaciones entre los medios lingüísticos y los significados

56
Modelos re la interacción entre lenguaje y vida social

sociales. Las relaciones dentro de una comunidad en particular o dentro del reper-
torio personal constituyen un problema empírico que requiere un modo de des-
cripción a la vez etnográfico y lingüístico.
Si se considera la teoría sobre el repertorio lingüístico y el habla de la propia
comunidad (como debe hacerse en todo relevamiento etnográfico serio), todas
las cuestiones se vuelven mucho más complejas e interesantes. Algunos pueblos,
como los chinook wishram del río Columbia, en lo que hoy es el estado de
Washington, o los ashanti de Nigeria, han considerado que lás vocalizaciones de
los niños manifiestan un lengua especial (sobre los wishram, véase Hymes, 1966a;
sobre los ashanti, Hogan, 1967). Para los wishram, esta lengua sólo podían inter-
pretarla hombres que tuvieran ciertos guardianes espirituales. En estos casos, la
lengua nativa es, en la teoría nativa, Lina segunda lengua para todos. También
aquí, una comunidad puede esforzarse por mantener la inteligibilidad mutua con
otra comunidad frente a una gran diferenciación dialectal, en tanto otra puede
declarar imposible tal inteligibilidad aun cuando las diferencias lingüísticas ob-
jetivas sean menores. Algunos casos indiferenciables según criterios lingüísticos
pueden ser o bien monolingües o bien bilingües según las actitudes y relaciones
sociales locales (esto es discutido con más detalle en Hymes, 1968c).
En tanto en una situación bilingüe es común la búsqueda de especialización
en la función, elaboración y valoración de una lengua; esta especialización no es
sino una instancia de un fenómeno universal, que también debe estudiarse en
situaciones predominantemente monolingües. La lengua como tal no es equiva-
lente en rol y valor en todas partes; el habla puede tener diferente alcance y carga
funcional según las economías comunicativas de las diferentes sociedades. En
nuestra sociedad, la comunicación cantada y hablada se cruzan en la canción; el
habla pura y la música instrumental son tipos separados de comunicación. Entre
los indios flathead de Montana, el habla y las canciones sin texto están separados ,

mientras que las canciones con texto y la música instrumental como un aspecto de
las canciones con texto forman una intersección. Entre los maoríes de Nueva
Zelanda, la música instrumental es parte de la canción y, en definitiva, ambas se
conciben como habla. (Resulta interesante señalar que tanto para los flathead
como para los maoríes es el contexto sobrenatural el que aúna el habla con la
música, y hace de ambos (incluyendo también los sonidos animales para los
flathead) formas de comunicación lingüística.)2 En lo que concierne al habla
misma, si bien Malinowski nos ha familiarizado con la importancia de la comuni-
cación fótica, hablar por decir algo, el registro etnográfico sugiere que esto dista
de ser umversalmente un motivo importante o siquiera aceptado (véase Sapir ,

2 . Estos ejemplos provienen de un estudio de Judith Temkin Irvine (1968).

57
Dell Hymes

1949a: 16,11). Lospaliyanos de India del sur "se comunican muy poco en todas
las ocasiones y se vuelven casi silenciosos hacía los 40 años. Las personas verbales,
comunicativas, son vistas como anormales y a menudo como ofensivas (Gardner,
"

1966:398). La distribución dql silencio requerido y preferido nos ofrece tal vez
con mayor inmediatez una guía de la estructura del habla de una comunidad
(véase Samarin, 1965; Basso, 1970, en este volumen). Por último, el rol del
lenguaje en el pensamiento y la cultura (el interrogante de Whorf), obviamente
no puede ser evaluado por los bilingües hasta no haber hecho lo mismo con el
rol de cada una de sus lenguas; no obstante, lo mismo vale para los monolingües
ya que, en las diversas sociedades, la lengua participa de manera diferencial en la j
experiencia educativa, la transmisión de creencias, el conocimiento, los valores,
las prácticas y las conductas (véase Hymes, 1966a). Tales diferencias pueden
encontrarse incluso en grupos diferentes dentro de una misma sociedad con una
única lengua.
Lo que se necesita entonces es una teoría y un cuerpo de conocimientos
1 jp
generales dentro de los cuales la diversidad del habla, los repertorios, los modos
de hablar y la elección entre ellos encuentren su lugar natural. Tal teoría y tal
cuerpo de conocimientos recién ahora se están construyendo de manera sosteni-
da. Los científicos sociales que plantean cuestiones relevantes en lo funcional por
lo general no han tenido la percepción y el entrenamiento necesarios para tratar
adecuadamente la faz lingüística del problema. La lingüística, la disciplina central
para el estudio del habla, ha estado casi por completo ocupada en el desarrollo del
análisis de la estructura de la lengua como código referencial, dejando de lado la
significación social, la diversidad y el uso. Ha habido notables excepciones (como
los trabajos de Firth, Jakobson y Sapir), pero el curso principal de la labor lin-
güística ha pasado del campo de la fonología, recién definido en ese entonces :
'

(antes de la Segunda Guerra Mundial), al de la morfología y la sintaxis. En el


momento actual, en que la propia lógica interna de la lingüística la lleva a
incorporar la semántica y los actos de habla, y en que las ciencias sociales en los
Estados Unidos generalmente realizan un tipo de investigación educativa y
intercultural que vuelve importantes las diferencias lingüísticas, ha emergido
algo así como un movimiento que pretende encauzar la situación. Este movi-
miento es comúnmente llamado socioimgwísn ca especíalmente cuando se lo ve
'

relacionando la lengua con categorías sociológicas o mediando entre la lin-


,

i
güística y la ciencia social en su conjunto.
No es necesario pensar en la sociolingüística como una disciplina nueva.
Si la lingüística llega a aceptar totalmente las dimensiones socioculturales y ,

la ciencia social las dimensiones lingüísticas de sus bases teóricas y de sus


,

cuestiones sustantivasse identificará como sociolingüística simplemente un


,

modo de investigación en los sectores adyacentes a ambas Como disciplinas,


.

58
Modelos de la interacción entre lenguaje y vida social

simplemente se hablará de lingüística, antropología y otras similares (véase


Hymes, 1964b, 1966b, 1970a, b, c). Pero, como se acaba de implicar, la lin-
güística, la antropología, etc., que recién mencionábamos, también habrán
cambiado. Para desarrollar modelos o teorías sobre la interacción entre len-
guaje y vida social, se requieren descripciones adecuadas de esa interacción,
y tales descripciones exigen un enfoque que, en parte, vincule las prácticas
corrientes de estas disciplinas, pero que en parte atraviese y en parte se cons-
truya sobre ellas. Es esto lo que vuelve la sociolingüística interesante y nece-
saria. No acepta sino la actual fragmentación del problema del hombre entre
las ciencias del hombre que ofrece una crítica sobre ello. Su meta es explicar
el significado del lenguaje en la vida humana, no en las frases superficiales y
abstractas que pueden encontrarse en ensayos y libros de texto, sino en las
vidas humanas concretas y reales. Para lograrlo, debe desarrollar modos ade-
cuados de descripción y clasificación, con el fin de responder a nuevas pre-
guntas y dar á las preguntas actúales un nuevo enfoque.

El caso para la descripción y la taxonomía

Para algunos de los más brillantes estudiosos del lenguaje en su escenario


social, la estrategia correcta consiste en seleccionar problemas que contribuyan
directamente a la teoría social y la lingüística actuales. Es relevante el interés
primordial por los problemas particulares percibidos ya como tales en las discipli-
nas existentes, si bien los modos de trabajo de las mismas a menudo deban ser
transformados para hallar solución a dichos problemas. Los estudios de campo en
sociedades exóticas para el investigador, donde no es fácil mantener un control
estricto sobre los datos y contrastar hipótesis, no son muy valorados. La preocupa-
ción por garantÍ2ar informes sobre tales sociedades se considera inútil desde el
momento en que sugiere una perspectiva de inagotables descripciones que cual-
,

quiera sea su cantidad y calidad, en nada contribuirían como tales al logro de


descubrimientos teóricos.
Mi visión es diferente. Acepto la tradición intelectual, bosquejada en la
Antigüedad y articulada en el curso del Iluminismo que sostiene que la especie
,

humana no puede ser entendida fuera de la evolución y la conservación de su


diversidad etnográfica. Una comprensión satisfactoria de la naturaleza y unidad
del hombre debe abarcar y organizar esta diversidad y no abstraerse de ella.
,

Siguiendo esta tradición una teoría, sean cuales fueren su lógica y su profundi-
,

dad resulta inadecuada si se divorcia -sí no ilumina- los modos de vida de la


,

especie humana en su conjunto. Esta óptica es consonante con la de Kroeber en su


siguiente reflexión sobre Darwin:
Dell Hymes

los antropólogos [...] aún no reconocen claramente el valor fundamental de la


modesta pero indispensable tarea de clasificar -esto es, de estructurar nuestro
cuerpo de conocimientos, tal como de hecho comenzaron a hacerlo los biólogos
hace doscientos años (1960: 14).

Incluso laifetnografías que tenemos, si bien casi nunca se han centrado en


el habla, nos muestran que las comunidades difieren significativamente en los
modos de hablar, en sus modelos de repertorio y cambio [swi tcfiíng], en Tos
*

r roles y significados del habla. Indican diferencias en lo que hace a las creen-
I cías, valores grupos de referencia, normas y otros cuando ingresan en el siste-
,

,
ma vigente del uso de la lengua y de su adquisición por el niño. Los informes
que individualmente pasan desapercibidos, como posibilidades habituales,
saltan a la vista cuando se las yuxtaponen, como contrastes que requieren
explicación. Los gbeya de los alrededores del pueblo de Bossangoa, al oeste
de la República Centroafricana, son, por ejemplo, sumamente democráticos y
se interesan relativamente poco por el habla. Nadie puede ser considerado
excelente en lo verbal, incluso respecto del folclore tradicional. Más aun,
según Samarin:

Los padres gbeya y demás adultos prestan escasa atención al habla de los niños.
No se hace ningún intento serio por mejorar su lenguaje. De hecho, un niño
, participa muy rara v ez de un evento de habla diádico con un adulto [...] Entre
los gbeya, "a ios niños se los ve, no se los oye". Por último ¡xtrece haber escaso
,

interés en informar cómo habla una persona (Samarin, 1969).

Los anang (Nigeria) recibieron su nombre de sus vecinos, los ibo; dicho nom-
bre significa "habilidad para hablar con agudeza pero significativamente en cual-
"
quier ocasión .

Los anang se enorgullecen mucho de su elocuencia y entrenan a la juventud


desde ¡a primera infancia en el desarrollo de las habilidades verbales. Este acerti-
jo-proverbio (que no citamos aquí) instruye a los jóvenes para que asuman las
responsabilidades y los deberes adultos lo antes posible, aun cuando hacerlo a
veces sea difícil y desagradable. Así como debe luchar la enredadera para escapar ,

creciendo, de su carozo (acertijo) así debe luchar el niño para superar su timidez
,

e inseguridad y aprender a hablar en público (la respuesta proverbial) como ,

también cumplir con otros roles adultos (Messenger 1960: 229).


,

Considerando "la palabra y la espada" entre los araucanos de Chile la cabeza


,

de una banda era su mejor orador y su poder dependía de su habilidad para influir
,

60
Modelos de la ínter a :ción entre lenguaje y vida social

*
sobre los demás por medio de la oratoria. Para los abipones, de Argentina, nin-
gún rol o status deseado dependía de la habilidad para hablar: los jefes y miem-
bros del grupo de hombres prestigiosos eran seleccionados sólo sobre la base del
éxito en la batalla. Los iraqueses valoran la elocuencia de sus jefes y oradores
tanto como la valentía en la guerra; ambas comúnmente se mencionan juntas y
con un mismo status. Un jefe podía ascender con igual rapidez por medio de
cualquiera de las dos.
Dado que no hay una comprensión sistemática de los mocFos en que difieren
las comunidades al respecto, ni de las profundas relaciones que pueden eviden-
ciar tales diferencias, tenemos que crearla. Necesitamos taxonomías del habla y
descripciones adecuadas que les den un sostén y las evalúen.
La descripción y la taxonomía compartirán la tarea de proveer una clasifica-
ción adecuada de las lenguas. Si se comidera que la tarea de clasificar las lenguas
consiste en situarlas en términos de sus diferencias y rasgos comunes, y si tomamos
para esto el punto de partida de las semejanzas, se requieren entonces cuatro <<>
clasificaciones/Las lenguas pueden clasificarse según rasgos provenientes de unty
antecesor común (clasificación genética), rasgos difundidos dentro de una misma *1
área (clasificación areal), rasgos que manifiestan una o más estructuras comunes, \
iss sin considerar origen o área (clasificación tipológica), o rasgos del uso común o [
rol social (como koiné, lengua estándar, pidgin, etc.) (clasificación funcional) /
(véase Hymes, 1968c; Greenberg, 1968: 133-135 )/Los procesos que subyacen a '

estas clasificaciones (diversos tipos de retención, divergencia, convergencia)


pueden considerarse todos en términos de la adaptación de las lenguas a los
contextos sociales; pero las formas de clasificación en donde la dependencia de
los procesos sociales puede excluirse más claramente (clasificaciones genética y
tipológica) son las formas que han tenido mayor desarrolla/La investigación
sociolingüística refuerza el interés intermitente que ha recibido la clasificación -
areal; y puede con justicia reclamar como propio el sector más desestimado, la
clasificación funcional, la interacción entre roles sociales y rasgos de la lengua
Pero la unidad natural para la taxonomía (y la descripción) sociolingüística no es
la lengua sino la comunidad de habla.
Por supuesto, la taxonomía sociolingüística no es un fin en sí mismo, no más
que la clasificación de las lenguas. Una taxonomía no es en sí una misma teoría o
explicación si bien puede suponer o sugerir alguna. Habrá sin duda una diversi-.
,

dad de taxonomías que responderán a una variedad de dimensiones significativas ,

*
Nota de la compiladora: Esta afirmación sigue siendo vigente entre los araucanos (o
mapuches término con que los miembros de este pueblo indígena se llaman a sí mismos)
,

actuales de Argentina y Chile .

. 61
Dell Hymes

como taxonomías de comunidades enteras, sociedades y campos sociales (para un


paso en esta última dirección, véase Ferguson, 1966). El trabajo taxonómico es
parte necesaria del progreso hacia modelos (estructurales y generativos) de des-
cripción socióímgüística, hacia la formulación de conjuntos universales de rasgos y
relaciones y hacia teorías explicativas (más adelante he de decir algo sobre cada
uno). La sola demostración de que los fenómenos del habla están sujetos al estudio
comparativo puede ayudar a acabar con el oscurecimiento de los problemas
actuales que provoca el debate sobre la función del lenguaje en general. Quienes
así discurren tendrían que ser vistos como si siguieran discutiendo de física en
términos de las controversias jónicas acerca del elemento primordial.i

Hacia una teoría descriptiva

El interés primordial debe estar ahora en los análisis descriptivos de una varie-
dad de comunidades. Sólo en relación con los análisis reales será posible manejar
argumentos análogos a los que hoy son posibles en el estudio de la gramática en
cuanto a la adecuación, necesidad, generalidad, etc., de términos y conceptos.
Sin embargo, se requiere algún esquema heurístico inicial si hay que proceder a la
labor descriptiva. Lo que se presenta aquí es algo bastante preliminar -si el inglés
y sus gramáticos lo permitieran, podría llamarse hacía hacia una teoría"-. Algo
"

de esto tal vez sobreviva a los trabajos empíricos y analíticos de la década.


Sólo un modo de descripción específico, explícito, puede garantizar el man-
tenimiento y el éxito del interés actual por la sociolingüística. Impulsan tal inte-
rés, quizás, más las necesidades teóricas y prácticas que los logros. Fue el desarrollo
de un modo específico de descripción lo que, en el siglo XX, aseguró el éxito de
la lingüística como disciplina autónoma en los Estados Unidos, y la falta de ella
(ya que los tipos de motivo y cuento son una forma de indexicar, y siendo la
inferencia distribucional un procedimiento común a las ciencias humanas) lo
que condujo al status hasta hace poco periférico del folclore, aun cuando ambos
habían partido de una base semejante, a saber: el interés convergente de
antropólogos y de académicos ingleses por el lenguaje y la tradición verbal.
El objetivo de la descripción sociolingüística puede plantearse en términos
de las disciplinas que por sus intereses convergen en ella. Cualesquiera sean sus

3 Para ejemplos recientes de elogio acrítico y enjuiciamiento intransigente del lenguaje


.
,

véanse J. O. Hertzler (1965) y Brice Parain (1969) Sobre las "altas y bajas evaluaciones del
.

lenguaje" como parte integral de la historia de la filosofía y la cultura del hombre , véase
Urban (1939: 12 y 23-32) .

62
Modelos de la interacción entue lenguaje y vida social

interrogantes sobre el lenguaje, resulta claro para un lingüista que hay una empresa,
la descripción de lenguas, que reconoce como fundamental. Cualesquiera sean
sus interrogantes sobre la sociedad y la cultura, resulta claro para un sociólogo o
un antropólogo que hay una forma de indagación (examen o etnografía) de la
que dependen las respuestas. En ambos casos, uno comprende qué es lo que signi-
fica describir una lengua, relaciones sociales o la cultura de una comunidad.
Tenemos que ser capaces de decir lo mismo sobre el sistema sociolingüístico de
una comunidad. «
Un objetivo tal es de interés tanto para la labor práctica como para la teoría
científica. En un estudio sobre educación bilingüe, por ejemplo, se tomarán en
cuenta ciertos componentes del habla, y su selección presupondrá un modelo,
implícito, si no explícito, de la interacción entre lenguaje y vida social. La
significatividad vinculada a lo que se encuentre dependerá de comprender qué
es posible, qué es universal, qué es infrecuente y qué está relacionado, en una
perspectiva comparativa. Lo que los investigadores necesitan conocer
lingüísticamente sobre una comunidad cuando seleccionan una variedad de
lengua y cuando realizan entrevistas es, efectivamente, una aplicación de la
descripción sociolingüística de una comunidad (véase Hymes, 1969). A su vez,
los trabajos concretos, si se emprenden teniendo en mente su relevancia para la
teoría, pueden hacer una contribución, ya que deben tratar directamente con la
interacción entre lenguaje y vida social, y proveer así una base de verificación
y una fuente de nuevas ideas.
Los sistemas sociolingüísticos pueden tratarse en el nivel de los estados nacio-
nales y, por cierto en el de la emergente sociedad mundial. Mi interés aquí es el
,

nivel de las comunidades y grupos individuales. La interacción entre lenguaje y


vida social es considerada ante todo como una cuestión relativa a la acción
humana, basada en un conocimiento a veces consciente, a menudo inconsciente,
,

que posibilita a las personas el uso de la lengua. Los eventos de habla y sistemas
mayores sin duda tienen propiedades que no son reductibles a las de la competen-
cia de habla de las personas. Tal competencia no obstante, subyace a la conducta
,

comunicativa, no sólo dentro de las comunidades sino también en los encuentros


entre ellas. La competencia hablante de las personas puede verse como entrando
,
en una serie de sistemas de encuentro en niveles de diferente alcance.
Una teoría descriptiva adecuada proveería al análisis de las comunidades
individuales la especificación de los conceptos técnicos requeridos y la caracte-
rización de las formas que debería adoptar el análisis Estas formas serían, en lo
.

posible, formales, esto es, explícitas, generales (en el sentido de observar reglas y
convenciones generales respecto del contenido orden, interrelación, etc.), eco-
,

nómicas y congruentes con los modos de formulación lingüísticos Sólo una .

gran cantidad de trabajo empírico y experimentación mostrará cuáles formas

63
Dei.i. Hymes

de descripción se requieren y, de ellas, cuáles son preferibles. Así como ocurre


con la gramática, la aproximación a una teoría para el análisis estándar, explícito,
de los sistemas individuales también será una aproximación a una parte de una
teoría de la explicación.
Entre las nociones con que debe trabajar una teoría así concebida se en-
cuentran las de comunidad de habla, situación de habla, evento de habla, acto
de habla, hablante fluido, componentes de los eventos de habla, funciones del
haEIá, etc.

Unidades sociales

Se debe considerar en primer término la unidad social de análisis. Para ello


adopto la expresión corriente comunidad de habla.

Comunidad de habla. El habla es considerada aquí como un subrogado de toda


forma de lenguaje, incluyendo la escritura, la canción y el silbido derivado del
habla, el tañido de tambores, el toque de cuerno y otros similares. El término
comunidad de habla es necesario y primordial porque postula como base de la
descripción una entidad más social que lingüística. Se comienza con un grupo
social y se consideran todas las variedades lingüísticas en ella presentes, en lugar
de comenzar con alguna de esas variedades.
Bloomfield (1933) y otros redujeron en el pasado la noción de comunidad de
habla a la noción de lengua (o de variedad lingüística). Se definía a aquellos
hablantes de una misma lengua (o lengua primera, o lengua estándar) como miem-
bros de la misma comunidad de habla. Esta confusión aún persiste, y se la asocia
con una medición cuantitativa de frecuencia de interacción como modo de des-
cribir (en principio) la variación y el cambio internos, como postulara
especulativamente Bloomfield. La presente aproximación requiere una defini-
ción que sea cualitativa y que se exprese en términos de normas para el uso de la
lengua. A partir del trabajo de Gumperz, Labov, Barth y otros, resulta claro que lo
decisivo no es la frecuencia de interacción sino la definición de las situaciones en
las que tiene lugar la interacción, particularmente la identificación (o no) con
otras. (En este punto la sociolingüística se pone en contacto con el desplazamien-
,

to en la teoría retórica que va de la expresión y la persuasión a la identificación,


tomada ésta como concepto clave (véase Burke 1950; 19-37 y 55-59).
,

De manera tentativa una comunidad de habla se define como una comunidad


,

que comparte reglas para el manejo y la interpretación del habla y reglas para la
interpretación de por lo menos una variedad lingüística Ambas condiciones
.

son necesarias.

64
Modelos de i. a interacción entre lenguaje y vida social

No basta con compartir las reglas gramaticales (de la variedad). Puede haber
muchas personas que hablan un inglés con una gramática que puedo identificar
pero cuyos mensajes se me escapan. Puedo desconocer lo que cuenta como se-
cuencia coherente, pedido, aserción que requiere una respuesta, tópico requerido
o prohibido, marca de énfasis o ironía, duración normal del silencio, tópico
normal, nivel normal de la voz, etc., y no poseer los medios metacomunicativos o
la oportunidad para descubrirlo .«La diferencia entre el conocimiento de una
variedad y el conocimiento del habla por lo general no se hace evidente dentro
de una misma comunidad, donde normalmente ambos se adquieren de manera
.
conjuntabas comunidades sin duda mezclan lo que un lingüista distinguiría
como gramatical y como social o culturalmente aceptable. Entre los cochiti de
Nueva México, J. R. Fox era incapaz de elicitar la forma posesiva de la primera
persona del singular de alas sobre la base de que el hablante, no siendo un ave,
" "

no podía decir mis alas -convirtiéndose en la única persona de Cochiti capaz de


" "

decirlo en los mismos términos que "tu nombre es Robin".


La no identidad de las dos clases de reglas (o normas) tiene más probabilidad
de observarse cuando la variedad compartida es una segunda lengua para una o
ambas partes. Las oraciones que se traducen entre sí gramaticalmente pueden ser
tomadas erróneamente como si tuvieran las mismas funciones en el habla, así
como las palabras que se traducen entre sí pueden ser tomadas como si tuvieran la
misma función semántica. Puede existir influencia de un sustrato o interferencia
(Weinreich, 1953) tanto en una como en la otra. El lingüista checo J. Neustupny
ha acuñado el término Sprechbuiid, "área del habla" (paralelo a Sprachbund, "área
_

de la lengua"), para el fenómeno de las reglas de habla que son compartidas por
lenguas contiguas. Así, en Checoslovaquia,:Hungría, Austria y Alemania del sur
pueden encontrarse normas compartidas en lo que hace a saludos, tópicos aceptables,
lo que se dice a continuación en una conversación, etc.
El compartir reglas de habla no es suficiente. Un checo que no sabe alemán
puede pertenecer a la misma Sprechbund pero no a la misma comunidad de habla,
al igual que un austríaco.
El campo de la lengua y el campo del habla (emparentados con la noción de
campo social) pue3en ser definidos como el espectro total de las comunidades
dentro de las cuales el conocimiento por parte de una persona de variedades y
reglas de habla lo capacita potencialmente para actuar comunicativamente. Den-
tro del campo del habla debe distinguirse la'red de habla que comprende los lazos
,

específicos entre personas a través de variedades y reglas de habla compartidas a


través de comunidades. Así, en Queensland norte (Australia) distintos hablantes
,

de una misma lengua (por ejemplo, el yir yoront) pueden tener redes bastante
diferentes a lo largo de circuitos geográficamente diferentes basadas en la membresía
al clan, e incluyendo diferentes repertorios de multilingüismo. En Vitiaz Strait

65
Dell Hymes

(Nueva Guinea), los isleños bilibili (uti grupo de unos 200-250 comerciantes y
alfareros de la Bahía Astrolabio) tienen un conocimiento colectivo de las len-
guas de todas las comunidades con las que han tenido relaciones económicas;
pero sólo unos pocos hombres saben la lengua de las comunidades particulares en
las que han tenido socios comerciales.
En suma, la comunidad de habla de una persona puede ser, efectivamente,
una única localidad o una porción de la misma; el campo de la lengua de una
persona estará delimitado ¡x>r su repertorio de variedades; su campo del habla,
I por su repertorio de modelos de habla. La red de habla dé una persona es la unión
t efectiva de los dos últimos.

¿.A
'
"
Jarte del trabajo de definición es aquí, obviamente, obra de la noción de
'"

(comunidad, cuyas dificultades, como las de definir límites entre variedades y


entre modelos de hablar, pasamos por alto. Las concepciones nativas de los límites
son sólo un factor en su definición, esencial pero, a veces, en parte engañoso (un
punto señalado por Gumperz sobre la base de su trabajo en India central). Las
concepciones de sí, los valores, las estructuras de roles, la contigüidad, los propó-
sitos de la interacción, la historia política, todos ellos pueden ser factores. Es claro
que un mismo grado de diferencia lingüística puede asociarse con un límite en un
caso y no en otro, dependiendo de factores sociales. Lo esencial es que el objeto
X de la descripción sea una unidad social integral. Probablemente, demostrará ser
de gran utilidad reservar la noción de comunidad de habla para la unidad local
caracterizada con la mayor especificidad para una persona por la localidad co-
mún y la interacción básica (Gumperz, 1962:30-32). Aquí he señalado distincio-
,

¡ ynes de escala y de tipo de vinculación dentro de lo que Gjjmgerz ha denominado


-

comunidad lingüística (cualquier grupo distinguible con intercomunicación). Las


descripciones posibilitarán el desarrollo de una tipología provechosa y el descu-
brimiento de causas y consecuencias de los diversos tipos.

Situación de habla. Dentro de una comunidad se detectan rápidamente mu-


chas situaciones asociadas con el habla (o marcadas por la ausencia de ella). Tales
contextos 3e situación se describirán a menudo, naturalmente, como ceremonias,
luchas, caza, comidas, hacer el amor y otras semejantes. No sería provechoso
convertir tales situaciones en masa en partes de una descripción sociolingüística
por medio del mero expediente de reetiquetarlas en términos de habla. (Obsérve-
se que las distinciones realizadas respecto de la comunidad de habla no son idén-
ticas a los conceptos del enfoque comunicativo general, que debe señalar el
espectro diferencial de la comunicación a través del habla, del film, del objeto
artístico o de la música,) Tales situaciones pueden entrar como contextos para la
aserción de reglas de habla en términos de aspectos de la situación (o del género).
A diferencia de los eventos de habla en sí no son gobernados por tales reglas ni
,

66
Modelos de la interacción entoe lenguaje y vida social

por un conjunto de ellas. Una cacería, por ejemplo, puede abarcar tanto eventos
verbales como no verbales, y los eventos verbales pueden ser de más de un tipo.
En una descripción sociolingüística, es necesario entonces abordar activida-
des que de algún modo reconocible son vinculadas o integrales. Desde el punto
de vista de una descripción social general se las puede registrar como ceremonias,
viajes de pesca y otras análogas; desde los puntos de vista particulares pueden
considerarse como situaciones políticas, estéticas, etc., que sirven como contex-
tos para la manifestación de actividades políticas, estéticas, etc. Desde el punto de
vista sociolingüístico, pueden considerarse como situaciones de habla.

Evento de había. El término evento dejiabla estará restringido a aquellas activida-


des o aspectos de actividades directamente gobernadas txwr reglas o normas para el
usó Je! rubia. Un evento puede consistir en un solo acto de habla, pero a menudo
comprenderá varios de ellos. Así como una ocurrencia de un sustantivo puede ser a
la vez el total de un sintagma nominal y el total de una oración (por ejemplo,
"
¡Fuego! ) del mismo modo un acto de habla puede ser el total de un evento de
"
,

habla y de una comunicación de habla (el caso de un rito consistente en una sola
plegaria; en sí, una sola invocación). Sin embargo, es más frecuente encontrar una
diferencia de magnitud: una fiesta (situación de habla), una conversación durante
la fiesta (evento de habla), un chiste dentro de la conversación (acto de habla).
Sobre los eventos y,los actos de habla se suelen escribir reglas formales de sus
ocurrencias y características. Pero obsérvese que un mismo tipo de acto de habla
puede tener lugar en diferentes tipos de eventos de habla, y un mismo tipo de
evento de habla, en diferentes contextos de situación. Así, un chiste (acto de habla)
puede estar incrustado en una conversación privada, una conferencia, una presen-
tación formal. Una conversación privada puede darse en el contexto de una fiesta ,

de un servicio fúnebre, o de una pausa al cambiar de lado en un partido de tenis.

Acto de habla. Es el término mínimo del conjunto recién discutido, como lo


indican las observaciones hechas arriba sobre los eventos de habla. Representa un
nivel distinto de la oración, y no identificable con ninguna parte aislada u otro
nivel gramatical como tampoco con segmentos de ningún tamaño particular defi-
,

nidos en términos de otros niveles de la gramática. El hecho de que una emisión


tenga el status de una orden puede depender de una fórmula convencional ("Por
este acto ordeno a Ud. que abandone este edificio ) de la entonación ("¡Te vas!"
"

" "
vs. ¿Te vas? ), de la posición dentro de un intercambio conversacional ("Hola"

como saludo iniciador o como respuesta -empleado quizás al responder el teléfo-


no-) o de la relación social entre las dos partes (como cuando una emisión con
forma de pregunta amable es en realidad una orden cuando la dice un superior a un
subordinado). El nivel de los actos de habla actúa como mediador inmediato entre

67-
Dell Hymes

los niveles usuales de la gramática y el resto de una situación o evento de habla por
el hecho de que implica a la vez forma lingüística y normas sociales.
Hasta cierto punto los actos de habla pueden ser analizables por extensiones
de la estructura sintáctica y semántica. Sin embargo, parece ser cierto que mucho,
si no la mayor parte, del conocimiento que comparten los hablantes respecto del
status de las emisiones como acto?, es inmediato y abstracto, ya que depende de un
sistema autónomo de señales pertenecientes tanto a los diversos niveles de la
gramática como a la situación social. El intento de describir actos de habla de
manera completa postulando un segmento adicional a la estructura gramatical
subyacente (por ejemplo, Por la presente le X a Ud que...") es forzado e incómodo
"

(considérese el caso en que "¿cree Ud. que podría yo tomar eso que queda de té?"
ha de ser entendido como una orden).
De hecho, dicha lógica de los niveles lingüísticos implica un nivel autónomo
de actos de habla; según ella, la ambigüedad de "the shooting of the blacks was
terrible" (el tiroteo/fusilamiento de los negros fue terrible) y el rasgo común de
superar a Erv es casi imposible y "es casi imposible superar a Erv" a la vez
" "

requiere un nivel estructural más, en el que el primero tiene dos estructuras dife-
rentes y el segundo, una. La relación entre formas de oración y su status como actos
de habla es del mismo tipo. Una oración interrogativa por su forma puede ser ya
sea un pedido, una orden o bien una afirmación; un pedido puede manifestarse
por una oración que es interrogativa, declarativa o bien imperativa por su forma.
I El discurso puede considerarse en términos de actos tanto sintagmática como
í paradigmáticamente; esto es, como una secuencia de actos de habla y en términos
í de clases de actos de habla entre los cuales, en ciertos puntos dados, se ha hecho
\ una elección.

Estilos de habla. El estilo se ha enfocado a menudo como cuestión de frecuen-


cia estadTstlcacie elementos ya dados en la descripción lingüística o como desvia-
ción de alguna norma dada por esta descripción. Las estadísticas y los desvíos
importan pero no bastan. Los estilos también dependen de juicios cualitativos de
pertinencia, y, a menudo, deben describirse en términos de selecciones que se
aplican al discurso en su globalidad, como es el caso del uso honorífico en japonés
(McCawley, 1968: 136); es decir, existen patrones de habla consistentes que
atraviesan los componentes gramaticales (fonología, sintaxis, semántica) o que
operan dentro de uno de ellos independientemente de las restricciones selectivas
que normalmente se describen para él. Whorf prefigura esto en su concepción de
maneras [fashsons] de hablar ; joos ha demostrado e ilustrado este punto con el
" "

caso del inglés; Pike (1967) ha considerado una amplía variedad de estilos
contextúales como condiciones para la manifestación de las unidades fonológicas
y morfológicas. Además de la existencia de estilos definidos cualitativamente,

68
Modelos de la interacción entre lenguaje y vida social

hay otros dos puntos que son esenciales para la descripción sociolingüística. Uno
es que los estilos de habla comprenden elementos y relaciones que convencional-
mente sirven a funciones expresivas o, mejor dicho, estilísticas, como también
" "

referenciales (por ejemplo, el contraste en la fuerza de aspiración que en inglés


convencionalmente marca énfasis) £1 segundo punto es que los estilos de habla
han de considerarse no sólo en términos de co-ocurrencia dentro de los mismos
sino también en términos de selección contrastiva entre ellos. Al igual que los actos
de habla, los estilos tienen a la vez una dimensión sintagmática y una dimensión
paradigmática [para un detallado tratamiento de las reglas de alternancia y co-
ocurrencia, véase Ervin Tripp, 1986 (1972)Jí La coherencia (o cohesión) del
discurso depende tanto de la relación sintagmática de los actos y estilos de habla
como de los rasgos sintácticos y semánticos.

Modos de hablar. Se emplea modos de hablar como una suerte de término pri-
mitivo, como el término más general. El meollo de este concepto es la idea regulativa
de que el comportamiento comunicativo dentro de una comunidad es analizable en
términos de determinados modos de hablar, que la competencia comunicativa de
las personas comprende en parte un conocimiento de determinados modos de
hablar. No es mucho más lo que puede decirse hasta que se disponga de cierta
magnitud de descripción etnográfica en términos de modos de hablar. Probable-
mente, las comunidades difieran ampliamente en los rasgos en términos de los
cuales se organizan básicamente sus modos de hablar.

Componentes del habla. Una teoría descriptiva requiere algún esquema de los
componentes de los actos de habla. En la actualidad un esquema tal sólo puede
ser un aporte a las descripciones de carácter ético o heurístico. Más adelante
puede alcanzar el estatuto de una teoría de rasgos y dimensiones universales.
De larga tradición en nuestra cultura es la división tripartita en hablante,
oyente y algo de lo que se habla. La misma ha tenido diversas elaboraciones por
parte de la teoría de la información, la lingüística, la semiótica, la crítica literaria
y la sociología. En manos de algunos investigadores, varios de estos modelos han
mostrado ser productivos pero su productividad ha dependido no de tomarlos en
,

forma literal sino sólo de emplearlos de manera precisa Todos estos esquemas, por
.

ejemplo parecen concordar ya sea en tomar el punto de partida de un hablante


,

individual o en postular la diada hablante-oyente (o fuente-destino emisor-re-


,

ceptor destinador-destinatario). Aun si un esquema tal intenta ser un modelo, no


,

puede serlo para la tarea de descripción. Algunas reglas de habla requieren la


.
especificación de tres participantes [destinador destinatario, oyente (audiencia),
,

, fuente, orador, destinatarios, etc.]; algunas, sólo de «no, indiferente en cuanto a su


-

rol en el evento de habla; algunas de dos, sólo el hablante y la audiencia (por


,

69
Dell Hymes

ejemplo, un niño), y así sucesivamente. En suma, el trabajo etnográfico serio


muestra que se puede postular una dimensión general o universal, la de participante.
El modelo diádico común del hablante-oyente a veces especifica demasiados
participantes, a veces demasiado pocos, o a veces participantes erróneos. El
futuro trabajo etnográfico nos permitirá dar cuenta de cuál es el espectro de los
tipos efectivos de relaciones participantes y ver en la ocurrencia diferencial
algo por explicar.
Los materiales etnográficos investigados hasta el momento indican que se
deben distinguir algunas veces unos dieciséis o diecisiete componentes. No se ha
encontrado regla alguna que requiera la especificación simultánea de todos ellos.
Siempre existen redundancias, y a veces una regla requiere la mención explícita
de la relación existente entre sólo dos, la forma del mensaje y algún otro compo-
nente. (Constituye un principio general el que todas las reglas impliquen la forma
del mensaje, la cual, si no afecta su conformación, entonces gobierna su interpre-
tación.) Dado que cada uno de los componentes puede ser a veces un factor, a
pesar de esto se debe reconocer cada uno de ellos dentro de la trama general.
Algunas investigaciones psicolingüísticas han indicado que la memoria
humana opera mejor con clasificaciones de una magnitud de siete elementos,
más/menos dos (Miller, 1956). Para hacer el conjunto de los componentes
mnemotécnicamente conveniente, al menos en inglés, pueden emplearse las le-
tras de la palabra SPEAKING (hablar). Los componentes pueden ser agrupados
sin gran dificultad dentro de sus ocho letras. Es claro que el uso de SPEAKING
como palabra mnemotécnica nada tiene que ver con la forma de un eventual
modelo o teoría.
1 Forma del mensaje. Como se acaba de señalar, la forma del mensaje es funda-
.

mental. El defecto más común y más serio de la mayoría de los informes sobre el
habla probablemente sea que la forma del mensaje y, a partir de ello, las reglas que
lo gobiernan, no pueden ser recuperadas. La importancia de los detalles de las
formas reales sorprende a algunos como algo insignificante, como carente de
importancia científica o humanística. Tal punto denota una impaciencia que
hace un flaco servicio a propósitos tanto científicos como humanísticos. Es preci-
samente el fracaso en unir forma y contenido en la perspectiva de un foco de
estudio único lo que ha retrasado la comprensión de la capacidad humana de
hablar, y lo que vicia muchos intentos por analizar la significatividad de la con-
ducta. Las categorías de contenido y las categorías interpretativas por sí solas no
son suficientes. Es una perogrullada que, sin embargo, la investigación ignora con
frecuencia, el que cómo se dice algo es parte del qué se dice. Tampoco puede
prescribirse de antemano la magnitud totalóle Ta señal que habrá de ser determi-
nante para el contenido y la habilidad para exresarlo e interpretarlo. Cuanto más
compartido y significativo sea un modo de hablar dentro de un grupo, más probable

70-
Modelos de la interacción entre lenguaje y vida social

es que las pistas determinantes sean eficientes, esto es, leves en escala. Si uno
soslaya este detalle -tal vez porque requiere competencias técnicas en lingüística,
musicología u otras disciplinas de difícil manejo-, uno debería afrontar el hecho
de que el significado humano del propio objeto de estudio y los planteos cientí-
ficos del propio campo de investigación no se están tomando en serio.
Especialmente, cuando importan la competencia y la habilidad de las personas
debe reconocerse que los modos de hablar compartidos adquieren una autonomía
parcial, que en parte se desarrolla en términos de una lógica interna de sus medios
de expresión. Los medios de expresión condicionan y, a veces, controlan el con-
tenido. Para los miembros de la comunidad, entonces, la libertad es el reconoci-
"

"
miento de la necesidad ; el dominio del modo de hablar es un prerrequisito para

la expresión personal. El verdadero interés por el análisis científico así como por
el significado humano requiere que uno vaya más allá del contenido, hacia la
afirmación explícita de reglas y rasgos de la forma.
Mientras puede parecer que un enfoque semejante se aplica ante todo a los
géneros convencionalmente reconocidos como estéticos, también se aplica a la
conversación de la vida cotidiana. Sólo un cuidadoso análisis de la forma del
mensaje -cómo se dicen las cosas-, hecho de manera tal que actúe paralelamente
a la crítica literaria y que pueda aprender de su intensidad, puede revelar la
profundidad y la adecuación del elíptico arte que es hablar.
£ ípjSontentdo delmensaje (message contení). Un contexto para distinguir forma
del mensaje de contenido del mensaje sería: "Rezó. Dijo"...>" (citando la forma del
mensaje) vs. Rezó diciendo que se sentiría bien" (refiriendo sólo el contenido).
"

El contenido entra en el análisis ante todo, tal vez, como una cuestión de
tónico y cambio de tópico. Los miembros de un grupo saben de qué se está hablando
y cuándo aquello de lo que se habla ha cambiado, y controlan el mantenimiento
y el cambio de tópico. Estas habilidades son parte de su competencia comunicativa,
de particular importancia para el estudio de la coherencia discursiva.
La forma del mensaje y el contenido del mensaje son centrales para el acto de
habla y su foco en la "estructura sintáctica"; también son estrechamente
interdependientes. Por ello ambos pueden nombrarse como componentes de la
" "
secuencia del acto (mnemotécnicamente, A).
3 .
Situación. La situación se refiere al tiempo y lugar de un acto de habla, y, en
J general, a las circunstancias físicas.
/ 4. Escena. La escena, distinta de la situación, designa la "situación psicológica"
la definición cultural de una ocasión como un tipo de escena determinado. En
una obra teatral con el mismo escenario y con el mismo decorado, puede cambiar
"
el tiempo dramático: diez años más tarde". En la vida diaria, las mismas personas,
en igual situación, pueden rédefínir su interacción como un cambio en el tipo de
escena, digamos, de formal a informal, de serio a festivo y otros semejantes. (Para un

71
Dell Hymes

análisis acerca de la importancia de los tipos de escena para el análisis de los


géneros de habla, véase el contraste que realiza Frake entre los subanun y los
yakan, 1986 [1972], cap. 3.) Los actos de habla con frecuencia se emplean para
definir escenas, y también con frecuencia son juzgados como apropiados o
inapropiados en relación con las escenas. Las situaciones y las escenas mismas
desde luego pueden juzgarse como apropiadas e inapropiadas, felices o infelices,
relacionadas entre sí, desde el nivel de las quejas sobre el clima hasta el de la
ironía dramática.
La situación y la escena pueden vincularse entre sí como componentes de la
situación del acto (mnemotécnicamente, S). Puesto que la escena siempre impli-
ca un análisis de definiciones culturales, el término situación probablemente ha
de preferirse como término informal o no marcado para ambas.
V 5. Hablante, o emisor.
6 Destinador.
.

7. Oyente, o receptor, o audiencia.


8 Destinatario.
.

>, Estos cuatro componentes fueron discutidos al introducir el tema de los com-
ponentes del habla. He aquí unas pocas ilustraciones. Entre los abipones de la
Argentina se agregaba -in al final de cada palabra si algún participante (cualquie-
ra fuera su rol) era miembro de los hocheri (clase guerrera). Entre los chinook
"

wishram, las escenas formales se definen por la relación entre una; fuente'¡(por
ejemplo, un jefe o patrocinante de una ceremonia), un orador que repite las
palabras de la fuente y otros que constituyen la audiencia o público. La fuente de
quien se repiten las palabras a veces no se encuentra presente; los destinatarios a
veces son espíritus del entorno circundante. En presencia de un niño, en Alemania
los adultos a menudo usan entre ellos el término de apelación que sería apropiado
para el niño. A veces, las reglas para los participantes son internas a un género e
independientes de los participantes del evento en el que se incrustan. Así, los
actores masculinos y femeninos de los mitos yana usan las formas de habla apro-
piadas para hombres y mujeres, respectivamente, sin considerar el sexo del narrador.
Se requiere el uso del habla de los hombres cuando tanto el destinador como el
destinatario son adultos y varones a la vez; de otro modo, se emplea el habla "de
las mujeres". Los grupos difieren en sus definiciones de los participantes en forma
reveladora, particularmente al definir la ausencia (por ejemplo, niños, mujeres
jóvenes) y la presencia (por ejemplo, sobrenatural) de participación. Mucho de
la conducta religiosa puede interpretarse como parte de una teoría nativa de la
comunicación. Los diversos componentes pueden agruparse como participantes
(mnemotécnicamente, P).
r 9.
'

propósitos-resultados. Los resultados convencionalmente reconocidos y es-


perados a menudo entran en la definición de los eventos de habla, como entre los

72
Dell Hymes

La clave convencionalmente se adscribe a una instancia de algún otro com-


ponente como atributo: puede, por ejemplo, esperarse seriedad como concomi-
tante de una escena, un participante, un acto, un código o un género (digamos:
iglesia, juez, voto solemne, uso del latín, exequias). No obstante, siempre existe la
posibilidad de que haya un modo convencionalmente conocido de sustituirla
por una clave alternativa (la posibilidad de elegir entre un estilo o registro de
habla y otro). En este sentido, el ritual siempre sigue siendo informativo. Aun
sabiendo qué es lo que debería ocurrir a continuación, uno puede prestar aten-
ción al modo en que ocurrirá. (Considérense, por ejemplo, a los críticos que
analizan ejecuciones del repertorio pianístico clásico.)
La significatividad de la clave se subraya por el hecho de que, cuando entra
en conflicto con el contenido manifiesto de un acto, muchas veces se superpone
a éste (como en el sarcasmo). El señalamiento de la clave puede ser no verbal
(como un guiño de ojos, un gesto, una postura, un estilo de vestir, un acompaña-
miento musical); pero también generalmente incluye unidades de habla conven-
cionales por lo común desestimadas en el análisis lingüístico corriente, tales como
la aspiración y la longitud vofijlica que en inglés señalan énfasis. Estos rasgos son
denominados con frecuencia expresivos, pero es mejor llamarlos estilísticos, puesto
que no requieren en moclo alguno depender del temperamento del usuario. Revill
(1966) refiere, por ejemplo, que "se han encontrado algunas formas que no pueden
(bastardillas mías) describirse como reflejando sentimientos del hablante, sino que
se emplean en ciertas situaciones sociales (para indicar énfasis, claridad, cortesía).
"

,
, 12. ¡Canales. Se entiende por selección del canal la selección de los modos de
í jgjt -.
transmisión del habla: oral, escrita, telegráfica, por código de luces u otro medio.
En lo que respecta a los canales, se deben distinguir también modos de uso. El
canal oral, por ejemplo, puede emplearse para cantar, tararear, silbar o salmodiar
rasgos del habla tanto como para hablar. Dos metas importantes de la descripción
son las consideraciones respecto de la-interdependencia de los canales en
interacción y de la jerarquía relativa existente entre ellos.
13. Formas del habla. Es un problema teórico y empírico de gran importancia el
distinguir cuáles son los recursos verbales de una comunidad. Obviamente es
superficial y, sin duda, confuso hablar de la lengua de una comunidad (Ferguson
"
y Gumperz, 1960). Aun cuando no haya más que una sola lengua" presente en
una comunidad (no se conocen casos en el mundo contemporáneo), esa lengua
estará organizada en diversas formas de habla. Tres son los criterios que, pareciera,
cabe reconocer en la actualidad: la proveniencia histórica de los recursos
lingüísticos, la presencia o ausencia de inteligilibilidad mutua y la especializa-
ción en el uso. Los criterios frecuentemente no coinciden. Para el primero se
sugiere lengua y dialecto; para el segundo códigos; y variedades y registros, para el
,

tercero. Normalmente se habla de la lengua inglesa y de los dialectos del inglés,

74
Modelos de la interacción entke lenguaje y vida social

dondequiera se encuentran formas de habla cuyo contenido derive históricamen'


"
te de la línea de la tradición lingüística que llamarnos inglés". Los diferentes
dialectos no siempre son mutuamente inteligibles (cf. el inglés de Yorkshire con
el de la India), y sus funciones sociales varían de manera considerable alrededor
del mundo, desde la forma infantil vernácula a la lingua franca burocrática. El
"
código sugiere la decodificación y la cuestión de la inteligibilidad. La ininteli-
"

gibilidad puede surgir cuando el habla se da en una lengua sin relación histórica
con la propia, pero también del uso de una simple transformación del habla
propia, por ejemplo, el lenguaje secreto de los niños o la jerigonza. En resumen,
algunas formas del habla derivan de otras por adición, borrado, sustitución y
permutación en distintas combinaciones. Por último, las formas del habla común-
mente están especializadas para usos de diversa índole. El término registro se ha
hecho familiar en el uso lingüístico inglés en referencia a situaciones específicas;
el término variedades, o variedades funcionales ha sido empleado en la lin-
" "
,

güística norteamericana en relación con dominios extensos (por ejemplo, verná-


culo vs. estándar).
„ Para la sociolingüística, el concepto de variedades tiene prioridad como punto
de partida desde donde considerar las formas de habla de una comunidad. Los
criterios de proveniencia e inteligibilidad tienen que ver con las fuentes y carac-
terísticas del criterio de uso con la organización funcional, de las formas del
habla. Los canales y las formas de habla pueden agruparse como medios o agentes
del habla y rotularse, en parte, en favor del código verbal y, en parte, con un ojo
puesto en el uso del término instrumental en gramática, como instrumentos
(mnemotécnicamente, I).
[ 14-'Normas de interacción. Todas las reglas que gobiernan el habla tienen, por
supuesto, un carácter normativo. A lo que se apunta aquí es a las conductas y
propiedades específicas que se vinculan con el habla -por ejemplo, que no se
debe interrumpir, o que se lo puede hacer libremente; que no se debe emplear la
voz normal salvo cuando está pautado, en un servicio religioso (de lo contrario, se
debe hablar con susurros); que los tumos de habla tienen que organizarse de cierto
modo-. Las normas de interacción obviamente implican el análisis de la estructu-
ra social y de las relaciones sociales en general dentro de una comunidad. Lo que
sigue es una ilustración:

A la mañana siguiente, durante el té con Jikjitsu, entró un profesor colega que


alquila habitación en uno de los edificios Sodo y habló sobre los koans. Cuan-
'

do usted entiende el Zen, sabe que el árbol realmente está allí" -la única vez
que alguien dijo algo sobre filosofía o experiencia zen en toda la semana-. Los
zenbos nunca conversan entre ellos sobre koans o sobre experiencia sanzen
(Snyder, 1969: 52).

75 .
Dfxl Hymes

, 15. Normas de interpretación. La descripción de las normas de interacción


puede, no obstante, dejar abierta la interpretación que se les habrá de dar, espe-
cialmente cuando los que entablan comunicación son miembros de diferentes
comunidades. Así, es claro que los estudiantes árabes y los estadounidenses difie-
ren en una serie de normas interaccionaies: los árabes se enfrentan unos a otros de
manera más directa (cara a cara) cuando conversan, se sientan más próximos entre
sí; probablemente se toquen, se miren más directo a los ojos, y conversen en voz más
alta (Watson y Graves, 1966: 976-977). Los propios investigadores que refieren
estos hallazgos dejan abiertos a los participantes los significados de estas normas.
El problema de las normas de interpretación es corriente incluso en la pon-
deración de las comunicaciones con otros gobiernos y líderes nacionales. A
menudo se considera como cordialidad un grado reducido de hostilidad abier-
ta. Las relaciones entre grupos de un mismo país a menudo se ven afectadas por
malos entendidos respecto de esto. Para los norteamericanos de clase media, por
"
ejemplo, el comportamiento vacilante normal comprende rellenos en el punto
"

de vacilación ("eh", etc.). Para muchos negros, es una pauta normal rebobinar
hasta el comienzo de la emisión (tal vez más de una vez). La norma negra puede
interpretarse por los blancos no como una norma diferente sino como un defecto
(debo este ejemplo a David Dalby).
Las nonnas de interpretación implican el sistema de creencias de una comunidad.
El precedente clásico en el análisis etnográfico de una lengua es el tratamiento
que realizara Malinowski (1935) del ritual y las fórmulas mágicas Trobriand, bajo
el título de contexto dogmático (las otras denominaciones de Malinowski se rcla-
cionan grosso modo con las presentadas aquí de la siguiente manera: su contexto
sociológico y su contexto ritual abarcan toda la información de lo que hace a
situación, participantes, fines como meta y como resultado, normas de
interacción y aspectos genéricos de nivel más alto; la estructura se refiere al
conjunto de pautas relevantes de la forma verbal de un acto o evento; el modo de
recitado se refiere a las características salientes del aspecto vocal del uso del
canal y de la forma del mensaje).
Los procesos de interpretación discutidos por Garfinkel (1986 [1972]), que
por lo general incluyen recursos ad hoc, pertenecerían a esta categoría. Estas dos
clases de normas pueden agruparse mnemotécnicamente en N.
eros. Se entiende por géneros categorías tales como poema, mito, cuento,
proverbio, acertijoTmajdiciÓn, rezo, oración, conferencia, publicidad, carta for-
*

mal editorial, etc. Desde cierto punto de vista, el análisis del habla en actos es un
,

análisis del habla en instancias genéricas. La noción de género implica la posibi-


lidad de identificar características formales reconocidas por la tradición. Desde
jna perspectiva heurística, es importante proceder como si toda habla tuviera
;aracterísticas formales de algún tipo que fueran manifestación de géneros; y esto

7A .
Modelos de la interacción entre lenguaje y vida social

bien puede ser cierto {acerca de los géneros, véase Ben-Amos, 1969). La noción
habitual de habla "casual" o no marcada, no obstante, señala el hecho de que
existe un amplio espectro entre los géneros en lo que hace al número y al carácter
explícito de los marcadores formales. Es un hecho que existe un amplio espectro,
dada la facilidad con la cual se han identificado tales marcadores. Aun así, el
habla casual "no marcada" se sigue reconociendo como tal por los contextos en
donde no se la espera o en donde se la explota para lograr un efecto particular. Su
menor visibilidad puede estar en función de nuestras orientaciones y de nuestro
uso de ella; su perfil puede ser tan agudo como cualquier otro, una vez que
logremos verla como extraña.
Los géneros a menudo coinciden con los eventos de habla, pero deben tratarse
como analíticamente independientes de ellos. Pueden tener lugar en (o como)
eventos diferentes. El sermón como género es, por su tipo, idéntico a cierto lugar
en un servicio religioso, pero se pueden invocar sus propiedades en otras situacio-
nes para lograr un efecto serio o humorístico. Con frecuencia, un mismo género se
repite en varios eventos, como sucede con un género de cántico empleado por las
mujeres del estado de Bihar (India), que es, asimismo, la forma prescripta para un
conjunto de actos relacionados entre sí y que se reiteran en bodas, visitas familia-
res y protestas al marido (K. M. Tiwary, comunicación personal). Se requerirá
mucho trabajo empírico para aclarar cuáles son las relaciones entre géneros, even-
tos, actos y otros componentes (mnemónicamente, G).
Como se ha mostrado, los dieciséis componentes pueden agruparse bajo las
letras de la palabra clave SPEAKING: settings [situación], participcints [partici-
pantes], ends [fines], actsequences [secuenciasdel acto], instrumentalities [instru-
mentos] , norms [normas], y genres [géneros]. El hecho de que la palabra clave no
sea totalmente etnocéntrica se ve en la posibilidad de denominar y reagrupar
los componentes necesarios en términos del francés PARLANT: participants,
actes, raison (résultat), lócale, agents (instrumentos), normes, ron (tono o clave),
types (géneros).
Regías (Relaciones) de habla. Para descubrir el sistema del habla local, sin duda
deben emplearse algunaTd¡rectrices familiares. Uno debe determinar cuál es la
taxonomía local de los términos y considerarla una guía esencial si bien nunca
. ,

perfecta. El desplazamiento de alguno de los componentes del habla puede mar-


car la presencia de una regla (o relación estructurada) por ejemplo, el paso del
,

tono normal de la voz al susurro, del inglés formal a la jerga; la corrección, el


elogio, el desconcierto, la retractación y demás respuestas evaluativas al habla
pueden indicar la violación o el cumplimiento de una regla. En general, uno
puede pensar en cualquier cambio en un componente como locus potencial para
la aplicación de una prueba de conmutación "sociolingüística": ¿qué contraste
relevante en caso de haberlo, se encuentra presente?
,
Dell Hymes

El conjunto heurístico de componentes debiera emplearse de manera tanto


negativa como positiva; esto es, si un componente parece irrelevante para deter-
minados actos o géneros, se debería aseverar esto y corroborar las consecuencias
de esta aserción. Precisamente, en este sentido, Arewa y Dundes (1964) descu-
brieron aspectos adicionales en el uso de los proverbios entre los yoruba: el canal
había parecido irrelevante (o, mejor dicho, siempre hablado). La insistencia so-
bre este punto condujo al reconocimiento de un cambio en la forma de los pro-
verbios cuando se los acompañaba con tambores, es decir, cuando mantenían una
pauta de repetición parcial propia del toque de tambores. Nuevamente, el status
adulto del participante (usuario) parecía invariante. La insistencia sobre este
punto, afirmando esto como regla, llevó a descubrir una fórmula justificativa por
la que el niño podía emplear proverbios.
~

r Muchas de las generalizaciones sobre las reglas del habla adoptarán la forma
(de afirmaciones acerca de la relación entre los componentes. No_está claro aún
que en tales afirmaciones exista alguna prioridad asignable a ciertos componen-
tes en particular. Hasta lo que se puede decir hoy, cualquier componente jiuede
ser tomado como punto de partida, y los otros, considerados con relación a él.
Uña vez que se han analizado correctamente las sociedades individuales, es pro-
bable que aparezcan jerarquías de precedencia entre los componentes y que se
encuentren diferencias entre caso|0ales diferencias en la jerarquía de los compo-
nentes serán, entonces, parte importante de la taxonomía de los sistemas
%

sociolingüísticosJPara un grupo, las reglas del habla estarán fuertemente vincula-


das con la situación; para otros, fundamentalmente con los participantes; para un
tercero, tal vez con el tópico.
Recién hace poco tiempo ha comenzado la experimentación con la asevera-
ción formal de de reglas del habla [c/. los ejemplos informales de Tyler, 1986
(1972) y el pionero examen de Ervin-Tripp, que contiene muchos puntos origi-
nales, en Ervin-Tripp, 1986 (1972)]. El trabajo con datos etnográficos realizado
por Joel Sherzer y por mí sugiere la posibilidad de adaptar un modo sintáctico de
aserción. En este formato, los rasgos que sostienen todo el evento de habla son
afirmados desde el comienzo como una suerte de léxico" de componentes. La
"

estructura jjgcuencial del acto mismo se formula a través de una suerte de sin-
"

taxis", por medio de reglas de reescritura (Chomsky, 1965). Una vez que se han
reformulado de esta manera las descripciones de eventos en prosa, se gana mucho
en la comprensión de la estructura; o, podría uno decir, se exige una clarificación
considerable de lo que uno entendió como que era la estructura. Se separa la
forma del evento del obligatorio follaje verbal de las oraciones en prosa, y se la
puede ver más claramente. A los fines de comparar los eventos dentro de una
sociedad y entre sociedades se necesitan algunos formatos estándar concisos. La
,

78
Modelos de la interacx;ión entre lenguaje y vida social

comparación no puede depender de la memorización o la mezcolanza de párrafos


en prosa con amplias diferencias en el estilo verbal. Y es a través de alguna forma
de enunciado formal cómo uno puede consagrarse a un planteo preciso, a saber,
qué es lo que sabe un miembro de una sociedad cuando sabe cómo participar en
un acto de habla.

,Reprimenda" abipona (=G)

1 Evento: castigo del chamán (ofensa menor)


.

Componentes: S casa del chamán


(1) chamán, (2) ofensor
chamán [- femenino]
ofensor persona identificada por el chamán
como responsable de una desgracia
castigar al ofensor
¿probar valentía?
K seriedad ritual
1 lengua abipona, mandíbula de pez (palometa)
N -habla valencia
+ habla cobardía

Secuencia llamado + reprimenda


Llamado
perforar
Reprimenda (Pl) respuesta + (P2) respuesta
(P2) Respuesta -
evitación,-habla
+ evitación , + habla
(Pl) Respuesta R1 - evitación, - habla
R1 R2 + evitación, + habla
R1 reproche en nombre del espíritu ancestral y de las
tradiciones por la ofensa inicial
R2 reproche en nombre del espíritu ancestral por la
ofensa de la cobardía

2. Evento: rito de pubertad de una joven

Componentes: S casa del chamán


P (1) chamán, (2) joven i
chamán [ + femenino, + de edad]
joven [ + femenino, + en edad casadera
(aprox. 20 años)]

79
Dell Hymes

identificar a la joven como casadera


embellecer a la joven
probar/manifestar la valentía de la joven
K seriedad ritual
I lengua abipona, espinas
N - habla valentía
+ habla cobardía

Secuencia: (¡llamado? + reprimenda)


Reprimenda (P1) pinchar con espinas
respuesta + (P2) respuesta
(P2) Respuesta -
evitación, -habla
+ evitación, + habla
(Pl) Respuesta (¿?) - evitación, - habla
R2 + R2 + evitación, + habla
R2 reproche en nombre del espíritu ancestral y de las
tradiciones por la cobardía
R3 burla de la soltería femenina por venir

3. Evento: prueba de niños

Componentes: S ¡casa de padre o madre?


P (Pl) padre o madre, (P2) niño
E enseñar el papel del receptor en la burla ritual
enseñar, probar valentía (?)
y: i

I lengua abipona
N - habla valentía
+ habla cobardía
Secuencia: (?) + reprimenda
"
Reprimenda" (Pl) burla + (P2) respuesta
respuesta
Burla ??
(P2) Respuesta -
habla
+ habla
(Pl) Respuesta (¿orgullo?)-habla
R2 + habla

El análisis explícito de los eventos más formalmente definidos fue lo que


condujo a Sherzer a observar rasgos del mismo carácter en la mención casual
hecha por la fuente de un uso informal del habla por parte de los padres. Obvia-
mente, puede intentarse más de un modo de formulación formal (explícita) -el
formato aquí empleado difiere del de Sherzer (1967) y también, en detalles

80
Modelos de la interacción entre lenguajey vida social

menores, del formato revisado de Sherzer (1970)-. El punto es que plantear el


análisis en este formato lo obliga a uno a confrontar qué prosa puede estar dejan-
do escapar: ¿qué es exactamente lo que especifica la información propia y qué es
lo que no logra especificar acerca de estos rasgos? La tarea de presentación en un
formato -algo que puede tomar mucho tiempo para hacerse de manera exhausti-
va y consistente- fuerza la atención hacia la estructura y destaca el paralelismo en
la organización de estos eventos, como también las diferencias reveladoras -la
jerarquía relativa, por ejemplo, entre perforar con mandíbula je pez, pinchar con
espinas y burlarse de manera puramente verbal, que co-varía con la jerarquía
relativa existente entre la respuesta al silencio por parte del iniciador, el reproche
único (R1), el silencio y tal vez el elogio, manteniéndose los fines generales por su
orientación, castigo, iniciación y entrenamiento-. La estructura paralela sugiere
la explotación de los distintos sentidos de la palabra inglesa scoring (reprimenda)
para la primera acción del iniciador, y dirigiría la atención (si los abipones exis-
tieran aún) hacia el comportamiento equivalente al pedido de castigo del chamán
que podría encontrarse en los otros dos eventos.
La denominación de los actos es, inevitablemente, en cierta medida arbitra-
ria. No podemos determinar ahora cómo los abipones hubieran traducido bur-
"

larse" y "reprochar", por ejemplo, como tampoco si hubieran hecho una distin-
ción entre ambos como lo hacemos aquí. Dado que en inglés los dos términos
" "
superponen sus sentidos, es razonable emplear el término reprochar para lo que
respecta a ofensas (causa de una desgracia, ofensa a las tradiciones como réplica a
" "
reprender ) y "burlarse" en los otros casos, en tanto seguimos a Sherzer en su
elección de burlarse" para la categoría general. La información sobre otras cultu-
"

ras indígenas de América del Sur y una teoría general de los actos de habla en el
futuro podrán apoyar o cambiar esta interpretación.
El análisis ha partido de la perspectiva "sintáctica" del componente de la
secuencia del acto. El análisis también permite partir desde categorías o desde un
"
léxico" de actos. Los actos de reprender y responder del primer participante
pueden ser en cierta medida una suerte de subcategorización en el contexto del
evento, o bien el componente del segundo participante:

Reprender [perforar] / [castigo del chamán] u [ ofensor]


[pinchar] / [rito de pubertad de la muchacha]
o [muchacha casadera]
[burlarse] / [entrenamiento del niño] o [niño]
Burlarse [R1 + (R2)] / [como aparece arriba] o [como aparece arriba]
[(R2 + (R3)] /
KR2)] /

81
Dell Hymes

No conocemos la forma del mensaje de la burla inicial o la respuesta que


podrían llevamos a una mayor especificación. La respuesta del segundo partici-
pante es constante a lo largo de los tres eventos en el nivel de la información que
tenemos, pero, nuevamente, podría subcategorizarse si se tuviera conocimiento
de la forma del mensaje.
Los tres tipos de actos también pueden verse como entradas de un léxico
comunicativo, en donde la formulación familiar X -> (se reescribe o realiza como)
Y/(en el contexto) W-Z, puede adaptarse para su lectura como X(tiene el valor)
Y/(en el contexto) W-Z.

Reprender [punición] / (castigo del chamánj [ofensor]


[iniciación] / [rito de pubertad de la muchacha]
o [muchacha casadera]
[entrenamiento] / [prueba del niño] [niño]

Las respuestas alternativas del segundo participante tienen siempre el mismo


significado: valentía/cobardía. Tal vez no sea accidental el hecho de que la
propia percepción de la socialización verbal que tenemos a partir de Dobrizhoffer
se ajuste a una sociedad en la que la valoración de ningún rol adulto depende de
la habilidad verbal.
Este modo de análisis permite un tratamiento formal de muchos de los actos
de habla. Los medios convencionales de muchas de estas funciones sin duda
pueden analizarse como relaciones entre componentes, por ejemplo, forma del
mensaje, género y clave en el caso de la forma -y del acusativo plural de los
sustantivos masculinos en polaco, con valor de solemne en poesía, y el valor
" "
,

"
irónico, peyorativo", en los géneros de habla no poéticos. Las funciones mismas
pueden enunciarse en términos de relaciones entre componentes, de manera tal
que la función poética, por ejemplo, puede requerir de determinada relación
entre elección del código, elección del tópico y de la forma del mensaje en un
período de la sociedad dado.
Sería, no obstante, engañoso pensar que la definición de funciones puede
reducirse a otros componentes o derivarse de ellos. Tal idea tal sería un residuo
inhabilitante proveniente de la ideología conductista. En definitiva las funcio-
,

nes para las que sirve el habla deben derivarse directamente de los propósitos y
necesidades de las personas involucradas en la acción social y son lo que son:
,

hablar para seducir para permanecer despierto, para evitar una guerra. El análisis
,

formal del habla es un medio para la comprensión de los propósitos y las necesi-
dades de los hombres , y de su satisfacción; es un medio indispensable, pero sólo un
medio, y no la comprensión en sí.

82
MODELOS DE LA INTER ACCIÓN ENTRE LENGUAJE Y VIDA SOCIAL

Explicación

Una vez realizada la descripción, surge la tarea de idear modelos de explica-


ción. Los muchos tipos de actos y géneros de habla no son todos universales; cada
,

uno de ellos tiene una historia y un conjunto de condiciones de origen, manteni-


miento, cambio y pérdida. Todas las cuestiones vinculadas con la explicación en
ciencias sociales-cuestiones de primacía de factores (tecnología, estructura social ,

valores y otros similares), consideraciones de pautas areales, difusión, desarrollo


independiente y evolución- habrán de repercutir. Si el tipo de adecuación expli-
cativa discutido por Chomsky (1965) es reconocido como esencial esto es,
" "
,

como implicado en lo que es interno al lenguaje, y, más allá de esto, interno a la


naturaleza humana, podemos ver la necesidad de una adecuación explicativa
"
existencial o "experiencial", un tipo de explicación que vincule el habla con la
"

historia y la praxis humanas (Petrovich, 1967: 11 1-118, 126-127 171-172; ,

Lefebvre, 1968: 34, 45-46). Hacer esto no es sólo ver las lenguas como parte de
sistemas del habla sino también ver los sistemas del habla desde la perspectiva de
la cuestión central de la naturaleza del orden sociocultural -entendiendo por una
teoría del mantenimiento del orden una teoría que implique una teoría del cam-
bio correspondiente, y a la inversa.*
Cada caso, o cada tipo de caso, sin duda puede valorarse por derecho propio
como expresión de la humanidad. Mi propio trabajo surge en parte de un deseo
por comprender los significados del lenguaje en las vidas individuales y por
trabajar a los fines de acabar con la frecuente alienación de los seres humanos a
algo que los seres humanos han creado (véase Berger 1967, cap. 1; especialmente,
,

4 Véase Cohén (1968). Su convincente y penetrante trabajo considera la explicación


.

como fundamental para la teoría, y el orden social como central para lo que se habrá de
explicar (pp. X, 16 Cap. 2). Cohén habla sencillamente de "orden social". Yo empleo
,

"
orden sociocultural para volver explícita la inclusión del orden simbólico o cognitivo
"

(véase Berger, 1967). Sobre la relevancia de la sociolingüística, obsérvese la introducción a


cargo de Donald MacRae (p. X). Acerca de una teoría adecuada sobre el cambio lingüístico,
véase Weinreich Labov y Herzog (1968), especialmente, pp. 100-101: "La clave para una
,

concepción racional del cambio lingüístico-y por cierto, del lenguaje mismo-es la posibi-
,

lidad de describir ordenadamente que la diferenciación presente en una lengua que sirve a
una comunidad (...) nativa como el gobierno de estructuras heterogéneas no es una
cuestión de muhidialectalismo o de
mera ejecución, sino que es parte de la competencia
' '

lingüística unilingüe (...). En una lengua que sirve a una comunidad compleja (es decir,
real), lo disfuncional sería la ausencia de heterogeneidad estructurada (p. 101). Las conclu-
"

siones (pp. 187-188) muestran que una teoría adecuada debe ser sociolingüística y debe
basarse en descripciones sociolingüísticas.

83
Dell Hymes

pp. 12-13 y notas 1,2 y 11; Lefebvre; 1966, cap. VIII y 1968; 72-74; y Merleau-
Ponty, 1967). Los motivos individualizadores, interpretativos y fenome-
nológicos son consistentes con el interés por la explicación general y causal.
Cada caso y cada tipo tienen su valor, ya que extienden y prueban el conoci-
miento general, y sólo por medio de una visión general de las condiciones y
posibilidades puede estimarse con precisión el valor de los modos de habla
individuales.
Necesitamos un amplio espectro de descripciones en serie, cualesquiera sean
los motivos que individualmente las produzcan. Ni un modelo descriptivo ni una
teoría explicativa son convincentes si no han pasado la prueba de las situaciones
diversas, de un cuerpo general de datos. Recuérdese que la exposición de Darwin
sobre la selección natural y la exposición de Tylor (1871, cap. 1) sobre una
ciencia de la cultura en parte fueron convincentes por dicha razón. Necesitamos
algún ordenamiento inicia! de la diversidad, si bien este ordenamiento no tiene
que concebirse como histórico o único. La descripción y la taxonomía
sociolingüísticas son, juntas, las condiciones del éxito para comprender y explicar
la interacción entre lenguaje y vida social.

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