Professional Documents
Culture Documents
PERSONAJES
PANTALÓN Mercader
CAPITÁN TONI Dueño de una tartana
CHECCHINA Supuesta hija del Capitán Toni
BEPPO Novio de Checchina
BEATRIZ Romana
ELEONORA Amiga de Beatriz
LELIO Caricato
Doña SGUALDA Ropavejera
Doña CATA Lavandera
ANGÉLICA Modista
OCTAVIO (SALAMINA) Romano, padre de Checchina
TÓFFOLO: Marinero del Capitán Toni
MUSA Armenio, apodado Mani
MERLINO Muchacho napolitano
ARLEQUÍN Criado de Lelio
FAQUÍN Criado de Lelio
CAMARERO de la Posada
PANDURO Marinero
MÓCCOLO Marinero
CHECCHINO Servidor de Eleonora
ACTO PRIMERO
ESCENA SEGUNDA
Pantalón, Capitán Toni, Beppo y dichas
ESCENA TERCERA
Checchina, Beppo, Pantalón y Capitán Toni
ESCENA CUARTA
Checchina, Beppo y el Capitán Toni
ESCENA SEXTA
Doña Sgualda (Con ropa para vender) y Cata
ESCENA SÉPTIMA
Angélica, modista, y Cata
ANGÉLICA: Por favor, Señora Cata, ¿Podríais indicarme dónde queda la casa de
vuestra amiga Checchina?
CATA: Fíjate bien, hija, bajas por esta calle, atraviesas el puente, y a mano
izquierda verás un patio. Es la tercera puerta a la derecha.
ANGÉLICA: Muchísimas gracias
CATA: ¿Qué vas a hacer a casa de Checchina?
ANGÉLICA: Le llevo un vestido que le he rehecho, dejándolo como nuevo.
CATA: ¿Me lo dejas ver?
ANGÉLICA: ¡Mirad qué hermoso es! Está bordado en oro
CATA: ¿Oro, oro, Angélica? ¡Pobre puerca! ¿Oro?
ANGÉLICA: ¿Os maravilláis por eso?
CATA: ¿Cómo no quieres que me maraville? ¡Y ese loco del capitán Toni la deja
gastar tanto!
ANGÉLICA: Es su hija, y la quiere mucho
CATA: ¡Sí, sí, su hija!
ANGÉLICA: ¿Cómo? ¿No es acaso su hija?
CATA: Bien, ¿me prometes callar?
ANGÉLICA: Oh, yo no hablo. Ya sabéis lo reservada que soy.
CATA: Checchina no es hija del capitán Toni
ANGÉLICA: ¡Caramba! ¿Y de quién es hija?
CATA: Escucha... Pero sé reservada, ¿eh?
ANGÉLICA: ¡Oh, por mí no temáis!
CATA: Es una bastarda
ANGÉLICA: ¡Oh! ¿Qué me decís?
CATA: Te lo confío a ti, porque sé que eres una joven prudente...
ESCENA OCTAVA
Un Faquín, Angélica y Cata
ESCENA DÉCIMA
Beatriz, sola.
BEATRIZ: ¿Dónde habrá encontrado el señor Lelio este criado extravagante? Pero
verdaderamente es digno de él. Loco el amo, loco el criado, y miserables
los dos. Es curioso este engreído de Lelio. Hace el amor a todas las
mujeres y no tiene un centavo Todas se burlan de él y él no se da cuenta.
ESCENA UNDÉCIMA
Angélica y Beatriz
ESCENA DECIMOGUNDA
Eleonora y Beatriz
ESCENA DECIMOTERCERA
Checchino, Eleonora y Beatriz
ESCENA DECIMOCUARTA
Lelio y dichas.
ESCENA DECIMOQUINTA
Beppo y dichas.
ESCENA DECIMOSEXTA
Beppo, solo.
BEPPO: Pobre Checchina, ¿tendré que dejarte? Pero si no es hija del capitán Toni
es una hija de... etcétera. No puedo casarme con ella. Mi padre no nos
aceptaría en su casa a mí ni a ella. ¿Qué debo e hacer, pues? Ni yo mismo
lo sé. Amo a Checchina; nos hemos comprometido; le di el anillo... Pero
me obliga mi reputación. No sé nada. Lo pensaré y algo saldrá de todo
esto.
APAGÓN
ACTO SEGUNDO
CUADRO CUARTO ESCENA PRIMERA
Cámara de Checchina – Checchina y Tóffolo
ESCENA SEGUNDA
Beppo y Checchina
CHECCHINA: ¿Beppo, por qué has tardado tanto? ¿Qué deseaba la señora Beatriz?
BEPPO: (Suspira) ¡Ah!
CHECCHINA: ¿Qué te ocurre que suspiras de ese modo?
BEPPO: ¿Dónde está el capitán Toni?
CHECCHINA: ¿Quién? ¿Tu suegro?
BEPPO: Todavía no es mi suegro.
CHECCHINA: Si no lo es, ya lo será.
BEPPO: Querida Checchina, tengo miedo de que no.
CHECCHINA: ¡Ay! ¿Qué dices? Me has herido el corazón.
BEPPO: Si tu corazón está herido, el mío está casi muerto.
CHECCHINA: Pero, vamos, ¿qué ha ocurrido?
BEPPO: Checchina, ¿tú me quieres de veras?
CHECCHINA: ¡Por mi fe! ¿Que si te quiero de veras? No veo por otros ojos que por los
tuyos.
BEPPO: Entonces, si me amas, dime la verdad.
CHECCHINA: No te diría una mentira por todo el oro del mundo.
BEPPO: Dime, Checchina, ¿eres verdaderamente hija del capitán Toni?
CHECCHINA: ¿Qué estás diciendo? ¿eres has vuelto loco? ¿De quién quieres que sea
hija?
BEPPO: Vamos, no te sulfures. Contesta a mis preguntas. ¿Dónde naciste?
CHECCHINA: He nacido en Corfú. Mi padre, como bien sabes, siempre navegó. Y
muchas veces solía llevar con él a ni¡ madre. Ella estaba grávida, y me
tuvo en Corfú.
BEPPO: Checchina, tengo miedo' de que no sea así, como lo cuentas.
CHECCHINA: ¿Por qué motivo? ¿Qué mosca te ha picado?
BEPPO: Me acaban de decir claramente que no eres hija del capitán Toni.
CHECCHINA: ¿Y de quién dicen que soy hija?
BEPPO: ¡Oh, Dios! ¡No tengo coraje para decírtelo
CHECCHINA: Si me amas, tienes que decírmelo.
BEPPO: Dicen... dicen... que no eres legitima.
CHECCHINA: (Llora.) ¡Ay, pobre de mí!
BEPPO: Vamos, Checchina, no llores. Tenemos que poner en claro este asunto.
CHECCHINA: Beppo querido, ¿tendrías corazón para dejarme?
BEPPO: ¡Oh, Dios! ¡Déjame pensar! No sé en qué mundo estoy.
CHECCHINA: Pero, ¿quién te ha dicho esas cosas? Verás que nada de eso es verdad.
BEPPO: La persona que me lo ha dicho me merece mucha fe.
CHECCHINA: Por favor: dime quién te lo dijo.
BEPPO: No, no te lo puedo decir.
CHECCHINA: Si no me lo dices es señal de que no me ames.
BEPPO: Te amo, pero no te lo puedo decir.
CHECCHINA: Ya, ya me imagino quién te lo ha dicho.
BEPPO: A ver, ¿quién?
CHECCHINA: Nadie. Nadie. Estás arrepentido del compromiso. No te quieres casar
conmigo y has inventado ese pretexto.
BEPPO: No, te lo juro.
Los chismes de las mujeres 15
CHECCHINA: Entonces, dime quién te lo ha dicho.
BEPPO: Te lo diría, pero temo que lo cuentes a otras personas.
CHECCHINA: No dudes de mí. Te prometo que de mi boca no saldrá ni una palabra.
BEPPO: ¿Lo prometes?
CHECCHINA: Sí, querido Beppo, te lo prometo.
BEPPO: Pues me lo ha dicho doña Eleonora.
CHECCHINA: Pero, ¿qué sabe ella? ¿Con qué fundamento lo afirma?
BEPPO: Ella lo sabe de buena fuente y me lo ha comunicado para hacerme un
favor.
CHECCHINA: (Para sí:) Debo ir inmediatamente a la casa de doña Eleonora. Quiero
saber con qué fundamento dice tal cosa. Beppo: Querida Checchina, ¡te
quiero tanto, tanto, tanto! Pero, ¿qué diría mi familia si me casara con una
muchacha que no tiene padre?
CHECCHINA: Verás que eso no es cierto. Espérame un poco; enseguida vuelvo.
BEPPO: ¿Adónde vas?
CHECCHINA: Voy y vuelvo. No te muevas de aquí.
BEPPO: Bien, pero cuidado con los chismes. Punto en boca.
CHECCHINA: ¡Oh, no hay peligro! Hago una diligencia y vuelvo enseguida. (Para sí:)
Ni con cadenas me impedirían ir a casa de doña Eleonora. (Vase.)
ELEONORA: ¡Qué carácter singular tiene el señor Lelio! Es un miserable y quiere darse
aires de grandeza. Es un ignorante y quiere pasar por sabio. Es feo, y
quiere parecer bonito. ¡Ah, cuántos individuos hay cortados con el mismo
modelo! En casi todas las reuniones hay una persona ridícula, y nosotras,
las mujeres, nos alegramos cuando podemos reírnos de alguien.
ESCENA CUARTA
Arlequín y Eleonora
ARLEQUÍN: ¡Ah de la casa! ¿Quién es? ¿Se puede entrar? Haga su Voluntad. Gracias.
De nada. Soy su más rendido servidor.
ELEONORA: ¡Muy bien, muy bonito! ¿Qué deseas?
ARLEQUÍN: Absolutamente nada.
ELEONORA: Entonces, ¿para qué has venido?
ARLEQUÍN: Porque me han mandado.
ELEONORA: ¿Y quién te ha mandado?
ARLEQUÍN: Mi amo.
ELEONORA: Y tu amo, ¿quién es?
ARLEQUÍN: Ésta sí que es buena. ¿Tampoco vos conocéis a mi amo?
ELEONORA: Puede ser que lo conozca.
ARLEQUÍN: Bien; cuando lo veáis lo conoceréis.
ELEONORA: ¿Y dónde habré de verlo?
ARLEQUÍN: Donde lo mandéis vos.
ELEONORA: Yo no tengo interés en verlo.
ARLEQUÍN: Yo tampoco.
ELEONORA: Y él, ¿qué desea de mí?
ARLEQUÍN: ¿Qué queréis que sepa yo?
ELEONORA: ¿Quién es tu amo?
ARLEQUÍN: ¿Lo conocéis o no lo conocéis?
Los chismes de las mujeres 16
ELEONORA: ¿Cómo se llama?
ARLEQUÍN: A mí no me dijo que os diga su nombre.
ELEONORA: ¿Y qué te ha dicho?
ARLEQUÍN: Que desea venir a saludaros.
ELEONORA: Dime, pues, su nombre.
ARLEQUÍN: ¡Oh, señora! Debéis perdonarme, pero yo no digo los secretos de mi amo.
ELEONORA: ¿Es algún criminal?
ARLEQUÍN: ¡Criminal! Me extraña lo que decís, señora. El señor Lelio Ardenti, es un
caballero. Está un poco "tocado" pero no es mala persona.
ELEONORA: ¿Así, pues, el señor Lelio Ardenti es tu amo?
ARLEQUÍN: ¡Qué cosa! ¿Si lo sabíais, por qué lo preguntáis?
ELEONORA: ¿Y quiere venir aquí?
ARLEQUÍN: Aquí, no, allí. (Señala el lugar en que está ella.)
ELEONORA: ¿Quiere venir a mi casa?
ARLEQUÍN: A mi casa, no, a la vuestra.
ELEONORA: Perfectamente, ¿y cuándo?
ARLEQUÍN: Cuando se lo pregunte, os lo sabré decir.
ELEONORA: En fin, dile que venga, que será bien recibido. (Para sí:) Un nuevo motivo
de risa.
ARLEQUÍN: ¿Mandáis alguna otra cosa?
ELEONORA: Por mí, no deseo nada más.
ARLEQUÍN: Decidme: ¿conocéis a la señora Raíz de Selenio?
ELEONORA: ¿Qué diablos dices? No te entiendo.
ARLEQUÍN: Esa persona femenina, vestida de mujer.
ELEONORA: Estás loco.
ARLEQUÍN: Sabed pues, que ella me ha dado una rica propina.
ELEONORA: ¿Por qué razón?
ARLEQUÍN: Porque conocía a mi amo.
ELEONORA (Para sí:) ¡Pobre tonto! Ha de ser un miserable como su amo. (Alto:)
Toma, he aquí una propina.
ARLEQUÍN: Que el cielo os lo cobre y os conceda la gracia de vivir hasta que muráis.
(Vase.)
ELEONORA: Amo y criado hacen una muy buena pareja. Por suerte he mandado llamar
a mi amiga Beatriz. Ella tomará parte en esta diversión con agrado.
ESCENA QUINTA
Checchina y Eleonora
ESCENA SEXTA
Beatriz, Checchina y Eleonora
ESCENA SÉPTIMA
Eleonora y Beatriz.
ESCENA OCTAVA
Lelio y dichas.
LELIO: ¿Me será permitido ofrecemos mis más humildes servicios? (Beatriz y
Eleonora lo saludan con la cabeza sin hablar. Lelio Para sí:) Están
Los chismes de las mujeres 18
desdeñosas. (Alto:) Vengo a pediros excusas si esta mañana me mostré un
poco alterado.
ELEONORA: (Muestra a Beatriz los guantes) Mirad este bordado, ¿os gusta?
BEATRIZ: ¡Oh, sí! ¡Qué bien hecho está!
LELIO: Os lo suplico.
BEATRIZ: (A Eleonora:) ¿Cuánto cuestan?
ELEONORA: Poco. Dos zequíes.
LELIO: Señoras mías.
BEATRIZ: ¿Cómo podría hacer para conseguir unos iguales?
ELEONORA: Hablaré con la bordadora.
LELIO: Permitidme, señora Beatriz...
BEATRIZ: ¿Qué os parece esta diadema? ¿Os gusta?
ELEONORA: ¡Es preciosa! Casualmente quería preguntamos si es la que usáis siempre
o una distinta.
BEATRIZ: ¡Cómo! ¿No lo veis? Es nueva.
LELIO: Por favor, decidme una palabra.
ELEONORA: ¿Y la mía? ¿La habéis visto?
BEATRIZ: ¿Es la de la semana pasada?
ELEONORA: No; ésta me la hice traer de Milán.
BEATRIZ: Oh, no, no la he visto.
ELEONORA: ¿Queréis verla?
LELIO: Pero, señoras mías, yo no soy un animal.
BEATRIZ: Oh, sí, sí, con mucho gusto.
LELIO: ¿Me habéis confundido con un asno?
ELEONORA: (Se levanta.): Sí, sí, vayamos a verla.
LELIO: ¡Cómo! ¿Me dejáis plantado?
ELEONORA: Veréis que os gustará.
BEATRIZ: Pronto, pronto, vamos.
LELIO: Señora Beatriz... (Beatriz hace una reverencia y se va.)
LELIO: Señora Eleonora... (Eleonora Hace una reverencia y se va a la calle.)
ESCENA NOVENA
Lelio solo.
LELIO: ¿Así me tratan? ¿Así se burlan? Pero... tienen razón. Yo soy un animal y
recién en este momento me doy cuenta. Las dos están enamoradas de mí.
Están celosas una de la otra. ¡Y yo que me presento siempre cuando están
juntas! Las veré por separado, v estoy seguro de que las dos se derretirán
por mí. Siempre me ha ocurrido lo mismo. Todas las mujeres me han
despreciado por culpa de esos malditos celos. (Vase.)
CHECCHINA: Que venga, no más, esa cochina de la modista. Ya veré cómo hacer para
que se desdiga. Ahora veo claro en el asunto. Ella estaba enamorada de
Beppo. Beppo la dejó, y para vengarse, ha inventado esa horrible
calumnia.
TÓFFOLO:: ¡Oh! ¿Estáis aquí, señorita Checchina? La modista enseguida irá a casa.
CHECCHINA: ¿Dónde está?
TÓFFOLO:: Está en esa calleja. Ahora viene. Me ha costado mucho hacer que se
decida. No quería ir.
Los chismes de las mujeres 19
CHECCHINA: ¡Perversa! Es su conciencia.
TÓFFOLO:: Hela aquí.
CHECCHINA: Vete a casa, que enseguida voy yo.
TÓFFOLO: (Para sí:) ¡Cuánto me agrada esta muchacha! Yo lo sé todo, y sin
embargo me casaría con ella. (Vase.)
CHECCHINA: No puedo más de la rabia. Pero en la calle es necesario usar prudencia.
ESCENA UNDÉCIMA
Angélica y dicha.
ANGÉLICA: Estimada señorita: perdonadme si no he ido antes a vuestra casa. Tengo
tanto trabajo que no puedo ni moverme. Y por si fuera poco, mire, me he
lastimado un dedo y no puedo coser.
CHECCHINA: Hubiera sido mejor que os hubierais lastimado la lengua.
ANGÉLICA: ¿Qué manera de hablar es ésa?
CHECCHINA: Decidme, señora chismosa: ¿habéis dicho que yo no soy hija de mi padre?
ANGÉLICA: Yo no miento jamás. Pues bien, sí, lo he dicho.
CHECCHINA: ¿Y cómo podéis asegurar tal cosa?
ANGÉLICA: A mí me lo ha dicho doña Cata, la lavandera.
CHECCHINA: ¿Cata, la lavandera?
ANGÉLICA: Pues sí, ella misma.
CHECCHINA: Veamos: ésta es su casa. Ahora lo sabré enseguida.
ANGÉLICA: Buenos días, señoría. Yo no quiero chismes.
CHECCHINA: Venid, venid. ¿Adónde vais?
ANGÉLICA: A mi casa. Y si queréis el vestido, mandad por él. (Vase.)
CHECCHINA: Esperad, escuchadme. No me interesa el vestido. Quiero hablar con mi
amiga Cata. ¡Hola! ¿No hay nadie en esta casa?
ESCENA DECIMOSEGUNDA
Cata y dicha.
ESCENA DECIMOTERCERA
Los chismes de las mujeres 20
Sgualda y dicha.
ESCENA DECIMOCUARTA
Checchina sola.
CHECCHINA: Se acabó. Hice, hice, y no hice nada. Ahora esta cizaña crece por todas
partes y nadie sabe quién la plantó. Tóffolo me ha dicho, sin embargo
que... Acaso él sepa alguna cosa. Pero no. Iré a casa, le contaré estas
desdichadas invenciones a mi padre, y él me dirá la verdad. ¡Ay, pobre de
mí! ¿Y si no fuera mi padre? Eso no sería tan grave. Me disgustaría más
que Beppo no llegara a ser mi marido. Pero, ¿por qué habría de dejarme?
Aunque yo fuera una muchacha huérfana, ¿no podría casarse lo mismo?
¿Por qué motivo? Si mi madre pecó, yo no tengo la culpa. (Vase.)
ESCENA DECIMOQUINTA
Beatriz, Eleonora, y después, Angélica
ESCENA DECIMOSEXTA
Los chismes de las mujeres 21
Cata, a la Ventana, y dichas.
CATA: ¡Eh, Angélica! ¡Te quedo muy agradecida! Has ido a contar todo lo que te
dije de mi vecina Checchina.
ANGÉLICA: ¡Oh! Solamente se lo he dicho a esta señora.
CATA: En fin, que eres una correveidile.
ANGÉLICA: ¿Yo, una correveidile?
ESCENA DECIMOSÉPTIMA
Sgualda a la ventana, y dichas.
ESCENA DECIMOOCTAVA
Pantalón y Toni, que han escuchado, y dichas.
ESCENA DECIMOOCTAVA
Capitán Toni y Pantalón
SALAMINA: Amigos míos, por fin hemos llegado a nuestra querida Venecia. Hace
veinte años que falto de ella; hace veinte años que Suspiro por verla.
Aunque no he nacido aquí, aquí he hecho mi fortuna y no la puedo alejar
de mi corazón. La prefiero a mi verdadera Patria. Durante mi penosa
esclavitud, dos cosas me atormentaban. Una: estar privado de esta
hermosa ciudad. La otra, el haber perdido a mi hija única. El Cielo, que
me ha devuelto la libertad, me ha concedido que vuelva a Venecia. ¡Ojalá
me conceda, también, encontrar a mi hija! Musa, acércate. ¿Has estado
antes en Venecia?
MUSA: Mí estar antes, y vender maní.
SALAMINA: Entonces eras mercader; ahora eres mi criado.
MUSA: Mí servir contento a mi querido amo Salamina.
SALAMINA: Ya se acabó el nombre de Salamina. Lo di en Turquía para facilitar el
rescate. Ahora vuelvo a ser Octavio Aretusi, comerciante romano, que
hace muchos años estableció su negocio en Venecia. ¿Hijos míos, conoce
alguno de ustedes a un capitán de tartana que se llama Toni Fongo?
PANDURO: Yo lo conozco. He navegado con él por Levante. Y también recuerdo que
en Corfú le confiaron una niñita y un cofre de dinero, para traer a Venecia.
SALAMINA: ¿Y él, qué hizo?
PANDURO: Los trajo a Venecia.
SALAMINA: ¿Y después?
PANDURO: Y después no sé más nada. Yo me embarqué en un navío inglés Y nunca
he vuelto a verlo
SALAMINA: Por casualidad, ¿ninguno de ustedes sabe dónde vive?
Los chismes de las mujeres 23
MÓCCOLO: Yo lo sé.
SALAMINA: ¿Sí? Me das una gran alegría. Dime, pues, dónde está su casa.
MÓCCOLO: No muy lejos de aquí.
SALAMINA: ¿Serías capaz de ir a. buscarlo?
MÓCCOLO: ¡Claro que sí!
SALAMINA: Ve, pues. Yo te aguardo en esta fonda.
MÓCCOLO: Voy enseguida. (Vase.)
SALAMINA: Y tú, si tienes que hacer alguna cosa puedes irte.
PANDURO: Voy a ver si doy con una amiguita de antes.
SALAMINA: ¿Acabas de salir de la esclavitud y tienes ganas de amiguitas?
PANDURO: Quiero desquitarme del tiempo perdido. (Vase.)
SALAMINA: Los vicios no se pierden nunca. ¡Ah, quiera el cielo que encuentre a mi
hija! El dinero no me preocupa; me preocupa mi hija querida.
ESCENA VIGÉSIMAPRIMERA
Sgualda y dichos.
SGUALDA: ¡Toma! ¡Esas señoras creían que iban a meterme miedo! No saben don
quién tratan. No le tengo miedo a las caras feas.
SALAMINA: Esta mujer ha salido de aquella casa. Quiero preguntarle si conoce al
capitán Toni.
SGUALDA: (Para sí:) ¡Oh! ¿Quién será este bigotudo?
SALAMINA: Buenas tardes, hermosa joven.
SGUALDA: Buenas tardes, señor.
SALAMINA: ¿Puedo haceros una pregunta?
SGUALDA: Por favor, no os acerquéis tanto. Estoy bien de los oídos, ¿sabéis?
SALAMINA: No pensaba molestaros. Decidme: ¿no conocéis, por casualidad, a un
capitán de tartana, llamado Toni Fongo?
SGUALDA: ¿Sí lo conozco? Es vecino mío.
SALAMINA: Me alegro mucho. ¿Está en Venecia?
SGUALDA: Sí, señor; está en Venecia.
SALAMINA: Por favor, os lo ruego, decidme: ¿tiene consigo una muchacha?
SGUALDA: Sí, señor, tiene consigo una muchacha que pasa por ser su hija, pero no es
hija suya.
SALAMINA: (Para sí:) ¡Gracias, Dios mío! ¡Ésa es mi hija! (Alto:) ¿Y se puede saber
de quién es hija?
SGUALDA: Nadie sabe nada. El capitán Toni ha dicho que es suya.
SALAMINA: (Para sí:) ¡Oh, qué consuelo! (Alto:) Y decidme: ¿es linda, graciosa,
inteligente, educada, bondadosa?
SGUALDA: ¿De veras que es hija vuestra, señor?
SALAMINA: Lo ignoro. Decidme cómo es ella.
SGUALDA: Lo lamento, pero sólo puedo dar de ella muy pocos informes buenos.
SALAMINA: ¿Por qué motivo?
SGUALDA: Yo soy una mujer sencilla, y siempre digo la verdad. Sabed, señor, que
está prometida a un muchacho, hijo de un colono. Pero suele visitarla a
menudo un señor Pantalón, lo cual da que hablar a todo el mundo. Y
creedme, me da vergüenza vivir en el mismo barrio que ella.
SALAMINA: (Aparte:) ¡Oh, Dios! ¿Qué oigo?
SGUALDA: Es muy accesible a los que están bien. Y en cuanto a lengua en toda
Venecia no existe una chismosa semejante.
SALAMINA: (Para sí:) ¡Oh, hija mía! Hubiera sido mejor haberte perdido, y no
encontrarte tan despreciable.
SGUALDA: En verdad que, si es hija vuestra, lo siento mucho, señor, Pero yo no me
puedo callar. Es necesario que diga la verdad.
Los chismes de las mujeres 24
SALAMINA: No, no es hija mía. (Para sí:) No merece serlo.
SGUALDA: Si no es vuestra, me parece que vos sabéis de quién es hija.
SALAMINA: Sí, lo é. Ése es el padre. (Señala a Musa.)
SGUALDA: ¿Ése no es uno que vendía maníes?
MUSA: ¿Me conocer?
SGUALDA: Sí, yo te conocer.
SALAMINA: (Para sí:) ¡Mísero, desventurado Octavio! ¡Pero tendrá que rendirme
cuentas aquel que tan mala educación le dio! (Vase.)
MUSA: ¿Me conocer a mí?
SGUALDA: He dicho que sí.
MUSA: Si me conocer, yo andar a tu casa. (Vase.)
SGUALDA: Si reventaras sería mejor. ¡Oh, lo que acabo de saber! ¿Checchina hija de
Maní? ¡Quién lo hubiera dicho! ¡Eh, Cata! ¡Cata!
ESCENA VIGÉSIMASEGUNDA
Cata, sale de entrecasa, y dicha.
ESCENA VIGESIMOTERCERA
Angélica y dicha.
ESCENA VIGESIMOCUARTA
Sgualda, con su delantal, y dichas.
TELÓN
ACTO TERCERO
CUADRO OCTAVO ESCENA PRIMERA
Cámara de Checchina – Pantalón, Checchina y Beppo
ESCENA SEGUNDA
Los chismes de las mujeres 27
ESCENA TERCERA
Calle – Beppo y después Cata
ESCENA CUARTA
Sgualda, después Angélica y Beppo
Los chismes de las mujeres 28
ESCENA QUINTA
Cata y Beppo
ESCENA SEXTA
Sgualda, Cata y Beppo
ESCENA SÉPTIMA
Checchina con cendal, y Beppo
ESCENA OCTAVA
Salamina, Musa, capitán Toni, Pantalón y Checchina
TONI: Del dinero que me confiasteis, me quedan todavía 100 ducados que asigné
como dote de Checchina.
SALAMINA: Sois un hombre generoso.
TONI: Vamos a casa. Vamos a buscar a la muchacha y a consolarla. (Vase.)
PANTALÓN: ¡Pobrecita! ¡Está que se derrite de amor!
SALAMINA: La besaré más dichoso todavía, si puedo contribuir a su felicidad con mi
consentimiento. Vamos, Musa. (Vase.)
PANTALÓN: Vamos, señor Maní.
MUSA: ¿También vos me conocer?
PANTALÓN: Conocer, claro. ¿Dónde estuvisteis tanto tiempo?
MUSA: Armenio estar esclavo de Durcos.
PANTALÓN: Y ahora, ¿qué hacéis?
MUSA: Ahora mí querer vender maní. (Vase)'
PANTALÓN: Tiene una cara que da miedo. Tengo la impresión de que la muchacha
huyó de miedo a esa barba. (Vase.)
ESCENA DÉCIMA
Beatriz, a la ventana, Lelio y Arlequín
ESCENA UNDÉCIMA
Eleonora, a la ventana, y Lelio
ESCENA DUODÉCIMA
Checchina y Lelio
LELIO: Tengo una idea. La llevaré a la posada, hasta que vuelva en sí. (La lleva a
la fonda.)
SGUALDA: Bien ¿qué me dices?
CATA: ¿Has visto?
SGUALDA: Directamente a los brazos.
CATA: ¡Oh, y parecía tan modosita!
SGUALDA: ¿Acaso no lo sabes? Estas moscas muertas hacen así.
CATA: Tiene todas las buenas cualidades.
SGUALDA: Y en la posada; a lo fino.
CATA: ¡Oh, qué muchacha perfecta!
ESCENA DECIMOCUARTA
Sgualda y Cata y Beppo
ESCENA DECIMOQUINTA
Camarero y Beppo
ESCENA DECIMOSEXTA
Arlequín y Beppo
ESCENA DECIMOSÉPTIMA
Salamina, Musa, Pantalón, Capitán Toni y Beppo
ESCENA DECIMOOCTAVA
Checchina sale de la fonda seguida de Lelio, Salamina, Musa, Pantalón y Capitán Toni
ESCENA DECIMONOVENA
Beatriz, después Eleonora y dichos
BEATRIZ: Señores, creed a Checchina, porque yo, desde la ventana, he visto todo.
Vi cómo se desmayaba, y cómo ese señor la socorría.
ELEONORA: Sí, es verdad, señores. Todo ha ocurrido como lo cuenta la señora
Beatriz. Yo, detrás de la celosía he disfrutado de des lindas escenas. Una
del señor Lelio y otra de Checchina. Y me he sentido contenta cuando vi
que la socorría.
TONI: ¿Oye, señor Octavio? Esta muchacha es inocente. Esta muchacha es una
paloma.
SALAMINA: ¿Pero, por qué esa desesperación?
TONI: Dinos, hija mía: ¿por qué estabas tan desesperada?
CHECCHINA: Porque Beppo quiere dejarme.
TONI: ¿Por qué quiere dejarte?
CHECCHINA: Por culpa de mi padre.
TONI: Aquí tienes a tu padre.
CHECCHINA: ¿Oh, Dios, el de los maníes?
MUSA: Mí no ser, mí no ser.
SALAMINA: No, querida, hija, tu padre soy yo. Yo soy Octavio Aretusi, el que te ha
dado la vida, y que ahora te abraza con ternura.
CHECCHINA: ¿Ay de mí, Beppo, donde estás, Beppo? ¿Alma mía, dónde estás? ¡Oh,
Dios, muero de alegría!
TONI: Ya, ya voy a buscarlo. (Vase.)
SALAMINA: ¡Ea, serénate! Ya me han hablado de tu compromiso y estoy contento de
que te cases con el que amas.
CHECCHINA: ¿Pero dónde está Beppo? ¿Dónde está?
SALAMINA: Nuestra cuna es bastante noble. Pero habiendo estado prisionero por
tantos años, ahora me encuentro un poco estrecho de fondos. Mi alegría
es verte a ti, mi única hija, y verte unida con quien tanto amas.
CHECCHINA: ¡Señoras, por favor, id a buscar a Beppo!
SALAMINA: Beppo está disgustado contigo.
CHECCHINA: ¿Pero por qué?
SALAMINA: Porque ha sabido que estabas en la posada con ese señor forastero, y no
sabía el motivo.
CHECCHINA: ¡Qué maldición me ha tocado! (A Lelio) ¡Ha sido por culpa vuestra!
LELIO: Yo solamente os he ayudado.
CHECCHINA: Si es verdad, que el cielo os lo recompense.
ESCENA VIGÉSIMA
Los chismes de las mujeres 36
Beppo, conducido por Pantalón, Toni y dichos
TELÓN FINAL