You are on page 1of 38

Los chismes de las mujeres 1

Toda representación de esta obra deberá contar con la debida autorización.


“I PETTEGOLEZZI DELLE DONE”
(“LOS CHISMES DE LAS MUJERES”)
de Carlo GOLDONI
Representada por primera vez la última noche del Carnaval del año 1751

PERSONAJES
PANTALÓN Mercader
CAPITÁN TONI Dueño de una tartana
CHECCHINA Supuesta hija del Capitán Toni
BEPPO Novio de Checchina
BEATRIZ Romana
ELEONORA Amiga de Beatriz
LELIO Caricato
Doña SGUALDA Ropavejera
Doña CATA Lavandera
ANGÉLICA Modista
OCTAVIO (SALAMINA) Romano, padre de Checchina
TÓFFOLO: Marinero del Capitán Toni
MUSA Armenio, apodado Mani
MERLINO Muchacho napolitano
ARLEQUÍN Criado de Lelio
FAQUÍN Criado de Lelio
CAMARERO de la Posada
PANDURO Marinero
MÓCCOLO Marinero
CHECCHINO Servidor de Eleonora

La acción transcurre en Venecia


Los chismes de las mujeres 2

ACTO PRIMERO

CUADRO PRIMERO ESCENA PRIMERA


Cámara de Checchina - Checchina sentada en el centro,
Beatriz y Eleonora sentadas cerca de Checchina;
Sgualda junto a Beatriz y Cata junto a Eleonora

BEATRIZ: Vamos, futura esposa, ponte alegre


ELEONORA: Este es un día feliz para tí
CHECCHINA: ¡Oh, sí, señora! ¿Cómo no quiere que esté alegre? Hoy me comprometo.
SGUALDA: Bueno, vecina: ¿cuándo llega el novio?
CHECCHINA: Mi padre dijo que volvería enseguida
CATA: Dime, Checca: ¿el padrino te ha enviado los azahares?
CHECCHINA: No me ha enviado ni siquiera una flor
CATA: ¡Oh, qué miserable!
SGUALDA: ¿Te habrá mandado confites?
CHECCHINA: Ni siquiera una almendra
SGUALDA: ¡Vaya, qué lindo padrino te ha tocado! ¡Qué tacaño!
BEATRIZ: Eso no quiere decir nada. ¿No es acaso un caballero el Sr. Pantalón si no
regala o gasta? Las de vuestra clase, tenéis las lenguas muy filosas.
SGUALDA: Cuidado, señora, que a lo mejor nuestra lengua es igual a la vuestra
ELEONORA: Me parece que deberías tener un poco de respeto por las personas
distinguidas
SGUALDA: ¿Qué te parece, Cata? ¿Has oído?
CATA: He oído. Estoy empezando a sentir cosquillas en la punta de los dedos
CHECCHINA: Vamos, amigas mías, un poco de juicio
SGUALDA: ¿Cuándo llega ese bendito novio? ¡Cata, deja pasar!
CATA: Ni en sueños
BEATRIZ: Doña Sgualda: ¿siempre vendéis ropa vieja y chucherías en vuestro
negocio?
SGUALDA: ¡Siempre, menos hoy, ilustrísima! Pues, aunque no trabaje, sabedlo, no me
falta de comer.
ELEONORA: (A Cata) Y vos, ¿no laváis hoy?
CATA: Perded cuidado, que vuestras harapientas camisas serán lavadas
ELEONORA: ¿Qué modo de hablar es ése? Me parece una impertinencia.
CATA: Sgualda, Sgualda, el horno se está calentando
ELEONORA: Checcina, me invitaste a tu compromiso y yo, como vecina, y porque
estimo mucho a Beppo que es hijo de mi administrador, he venido. Pero
no quiero alternar con esta clase de gente.
CHECCHINA: Estimada señora: no se vaya, por favor
CATA: Cuidado, Sgualda, hazte a un lado, no las vayas a manchar
SGUALDA: ¡Eres una locuela encantadora! (Se alejan un poco)
BEATRIZ: Nosotras hemos venido para complacer a Checchina. Tened un poco de
educación.
SGUALDA: ¿Lo decís por mí?
BEATRIZ: Sí, por vos.
SGUALDA: Cata, lo dice por mí, ¿te das cuenta?
CATA: ¿No puedes contestarle?
CHECCHINA: ¿Queréis callaros?
CATA: Al fin; llega el novio
CHECCHINA: Y también mi padre y mi padrino
Los chismes de las mujeres 3

ESCENA SEGUNDA
Pantalón, Capitán Toni, Beppo y dichas

TONI: ¡Felicidades Checchina, hija mía! ¡Felices bodas!


SGUALDA: ¡Lindas bodas sin confites!
PANTALÓN: Querida ahijada, me congratulo
CHECCHINA: Gracias, padrino
CATA: Señor padrino: ¿cuánto será el compromiso?
PANTALÓN: Hoy, al atardecer
CATA: Tengo el gaznate seco.
PANTALÓN: Enseguida lo mojaremos
TONI: Vamos, señor novio, córrase adelante. ¿Ni siquiera miras a tu novia?
BEPPO: ¿Dónde queréis que vaya? Hay tantas señoras que me confundo
TONI: ¿Tienes miedo de no encontrar a la novia? No puedes equivocarte: es la
más joven y la más linda.
CATA: ¡Oh! La más joven, no
SGUALDA: ¡Oh! Tampoco la más linda
BEPPO: O joven o vieja, o linda o fea, si hubiera un lugarcito me sentaría a su lado
PANTALÓN: Tiene razón. El novio ha de estar junto a la novia. Por favor, ¿se corren un
poco y le dan un lugarcito?
ELEONORA: Yo estoy pronta; será suficiente que esta mujer se mueva.
CATA: ¡Oh! Verdaderamente, esta mujer no se mueve de su silla
BEATRIZ: Vamos, Checcina, ocupa tú mi asiento, que la Sgualda me dará el suyo y
se irá a otro
SGUALDA: Allí donde queréis que vaya yo, podéis ir vos
PANTALÓN: Vamos, señoras, es necesario ceder el sitio al que lo merece
SGUALDA: ¿Al que lo merece, no? Pues bien, si no lo merezco no lo quiero. Vecina,
hasta más ver.
CHECCHINA: ¿Adónde vais?
SGUALDA: ¿No has oído? Cedo el asiento al que lo merece. Es necesario que sepas el
ridículo que hacer. El padrino manda, y tú te callas.
TONI: ¡Cómo! ¿Qué quieres decir?
SGUALDA: ¡Oh! Yo me entiendo cuando digo algo. Excelencia, cedo el lugar a quien
lo merece. Acomodaos, Y tú, Checchina, escucha: no me invites a tu casa
nunca más. Nunca más pondré el pie en tu casa. Ni muerta. ¿A una dama
como yo hacerle estos ultrajes? ¿Se tiene más en cuenta a una extraña que
a mí? ¡Ídos todos al diablo! ¡Padre loco, hija sin sesos, padrino tacaño,
novio miserable, excelencia de postín! (Vase)
BEATRIZ: Creo que la pobre está loca
CATA: ¡Eh, señora! Esa loca tiene más cabeza que vos
ELEONORA: ¡Cómo habláis?
CATA: Con la boca
ELEONORA: Veo que en esta casa el decoro corre peligro. Adiós, Checchina. No
quiero alternar con estas mujeres impertinentes (Vase)
CATA: Mantecosa, mantecosa
BEATRIZ: ¿Qué es eso de mantecosa?
CATA: Estimada señora, digo lo que quiero. ¿O acaso está prohibido?
BEATRIZ: Me dan ganas de trataros como merecéis. Pero por no dar un disgusto a
esta buena muchacha, prefiero irme. Y os digo que, si no moderáis
vuestro lenguaje, os haré cortar la lengua
CATA: ¡Oh, qué sufrimiento, qué dolor!
TONI: ¿Sabéis qué me gustaría deciros, dona? Que en mi casa no quiero
charlatanerías. Que su habéis sido invitada, debéis portaros con
educación. Y si no podéis, debéis ir y ocuparos de vuestros asuntos.
Los chismes de las mujeres 4
CATA: ¿Sí? ¿Me echáis de vuestra casa? No sois digno de tenerme. Os
arrepentiréis, ¿Checchina me voy, sabes? Pero quiero que te acuerdes de
Cata la Lavandera (Vase)

ESCENA TERCERA
Checchina, Beppo, Pantalón y Capitán Toni

PANTALÓN: (A Toni) ¡Qué linda conversación! ¡Oh, qué relaciones tenéis!


TONI: Es preferible que se hayan ido. Estaremos mejor entre nosotros.
Checchina aquí está el novio; aquí está el padrino. Si quieres el anillo,
Beppo te lo dará. Aunque no haya invitados, no importa. No faltará
oportunidad de hacer una linda fiesta con mucha gente.
CHECCHINA: Para mí, con tal de que está Beppo, está todo el mundo.
BEPPO: Y yo deseo solamente a mi Checchina
PANTALÓN: (A Beppo) Vamos, toma: éste es el anillo. Colócaselo en su dedo
BEPPO: ¿Cómo se hace? Enseñadme
PANTALÓN: ¡Oh, qué hombre! ¿Es tan difícil? Se hace así (Prueba a poner el anillo a
Checchina)
BEPPO: Vamos, vamos, lo haré yo. No le sobéis la mano
PANTALÓN: ¿Eres celoso? Soy vuestro padrino
BEPPO: Decidme, señor Pantalón, cuando el padrino entrega el anillo, ¿ya ha
terminado?
PANTALÓN: Sí, claro, si quieres, habré terminado
TONI: ¡Pero vamos! ¿Estás loco? ¿No conoces al señor Pantalón? ¿No sabes que
es un hombre serio?
PANTALÓN: Compadre, ya no soy joven. He llegado a puerto, he desmontado la barca,
y ya no soy capaz de navegar.
BEPPO: Oh, me hacéis reír. Qué gracioso sois, señor Pantalón. Vamos, mirad si lo
hago bien (Le pone el anillo a Checchina)
CHECCHINA: ¿Ya estamos casados?
TONI: No Checchina estáis comprometidos
CHECCHINA: ¿Qué necesidad hay de comprometerse? ¿No podemos casarnos
enseguida?
PANTALÓN: Es necesario hacer una cosa por vez.
CHECCHINA: ¡Oh, qué anillo más bonito!
PANTALÓN: ¿Te gusta?
CHECCHINA: Me gusta el anillo, pero más me gusta el que me lo dió.
PANTALÓN: Yo te lo di
CHECCHINA: Digo, el que lo puso en mi mano
PANTALÓN: Bien, hijos, me congratulo. Ahora voy a trabajar en mis asuntos. Que el
cielo os bendiga. Y si precisáis algo, mandad. (Para sí) ¡Oh, qué linda
cosa es la juventud! Y sin embargo, aunque viejo, yo también haría este
trabajo. Hasta a comprometerme llegaría, pero a nada más. (Vase)

ESCENA CUARTA
Checchina, Beppo y el Capitán Toni

TONI: Vamos, Beppo, si tienes algo que hacer, puedes ir


BEPPO: ¡Eh! No tengo nada que hacer.
TONI: Si tú no tienes nada que hacer, lo tengo yo. Vamos
BEPPO: (Para sí) Comprendo: no quiere que me quede Checchina, hasta luego
CHECCHINA: Beppo, quiéreme mucho
Los chismes de las mujeres 5
BEPPO: Mi corazón es tuyo
CHECCHINA: Bendito sea tu corazón
TONI: ¡Cómo me conmueven los enamorados! (Vase)
BEPPO: ¡Querida mía! (Vase)
CHECCHINA: ¡Querido mío! Soy la mujer más feliz de este mundo. Esas dos que se
dicen mis amigas me han hecho pasar un mal momento. Pero no quiero
pensar más en ellas. Mientras Beppo me quiera, mientras Beppo sea mío,
nada me importa de esas chismosas. Nunca más hablaré con ellas.

CUADRO SEGUNDO ESCENA QUINTA


Calle - Doña Cata, con un cestito de ropa blanca;
Merlino con un cesto en la cabeza

CATA: Vamos a llevar estas telas de seda. Ánimo, camina


MERLINO: Esto de trabajar no me gusta
CATA: Si en este pueblo quieres comer, es preciso que trabajes
MERLINO: Me gusta más descansar al sol o pedir limosna
CATA: Puedes tener por seguro que si pides limosna, todos te despreciarán. Ve a
trabajar, te dirán, ve a trabajar, gandul.
MERLINO: ¡Oh! Yo sé perfectamente mi oficio. Mirad: ¡una limosnita a este pobre
manco! (Imita a un manco) ¡Haced una caridad a este pobre inválido!
(Imita a un inválido) ¡Una monedita por amor de Dios para este pobre
ciego! (Hace de ciego) ¡Tened compasión para un pobre albañil que se
cayó de un andamio y no puede trabajar! (Camina con el trasero y las
manos)
CATA: ¡Sal de ahí! ¡Eres un lindo ejemplar de virtudes! ¿De qué pueblo eres?
MERLINO: Soy dignísimo ciudadano de Nápoles
CATA: (Para sí) No me haré llevar más el cesto por un hombre como éste. Es un
pícaro que puede robarme. Toma la propina que te prometí, y vete a lo
tuyo.
MERLINO: ¿No me necesita más?
CATA: No, no deseo nada más
MERLINO: ¡Malditos sean los que te engendraron! ¡Que te amarguen tantas pestes
cuantas puntadas hay en la ropa blanca de esta canasta! ¡Maldito sea tu
padre, tu madre y toda tu parentela!
CATA: Puedes decir lo que quieras. Yo ya no te oigo
MERLINO: Mira, mira, te llaman
CATA: ¿Qué dices?
MERLINO: (Ojalá te mueras de repente) Te han llamado
CATA: ¿Quién me ha llamado?
MERLINO: Una señora. Allá, allá, una señora
CATA: ¿Dónde está? No la veo ¿Será aquella? (Se vuelve y Merlino le roba una
camisa)
MERLINO: Servidor vuestro, señora
CATA: ¿Qué estás diciendo, papagayo maldito?
MERLINO: Ojalá te asesinen
CATA: ¿Qué dices?
MERLINO: ¿No me ha comprendido?
CATA: No, no te he comprendido
MERLINO: Y bien, si no me has comprendido / serás hija de padre consentido / Mal
año te den los cielos / y mil peses y desvelos (Se va cantando y saltando)
CATA: Así seas condenado. No comprendo bien lo que quiso decir, pero me
parece que me insultó. Bien, yo también lo maldigo de corazón. Me
disgusta cargar el cesto, pero tendré que resignarme.
Los chismes de las mujeres 6

ESCENA SEXTA
Doña Sgualda (Con ropa para vender) y Cata

SGUALDA: ¡Hola Cata! ¿Estabas aquí?


CATA: Aquí estoy, llevando la ropa de seda. ¿Qué me dices de esas presumidas?
SGUALDA: Calla, querida Cata, no me las nombres, porque me haces volver la rabia
CATA: ¿Qué tienes de bueno para vender?
SGUALDA: Un lindo chal y un vestido precioso. Tú, que frecuentas casas de lujo, mira
si puedes hacérselas vender.
CATA: Veré si es posible. ¿Se las has mostrado a Checchina?
SGUALDA: Son cosas muy finas para ella
CATA: ¿Por qué lo dices? ¿No has visto cómo se le subieron los humos a la
cabeza?
SGUALDA: Es verdad. Y mi vecino Toni es un loco de remate para gastar tanto dinero
en su hija.
CATA: ¿Y tú piensas que le gasta él? ¡Oh, pobre tonta, estás fresca!
SGUALDA: ¿Y quién lo gasta, si no?
CATA: Pues el padrino
SGUALDA: ¿Quién? ¿El señor Pantalón?
CATA: Precisamente él
SGUALDA: ¡Pero si no le compró siquiera un confite!
CATA: Claro; no puede hacer tantas cosas. Si gasta de un lado no puede gastar
del otro.
SGUALDA: ¿Y mi vecino, el capitán Toni, no dice nada?
CATA: ¿Qué quieres que diga? Deja hacer
SGUALDA: Lo comprendo: a fin de cuentas, no es hija suya
CATA: ¿Qué dices? ¿Checchina no es hija suya?
SGUALDA: ¿Me prometes bajo palabra de mujer honrada no decir nada a nadie?
CATA: Oh, no hay peligro de que hable
SGUALDA: ¿Mucho cuidado, eh? Yo no lo diría a nadie en este mundo, fuera de tí.
CATA: Puedes decirme lo que quieras sin inquietarte. Sabes que nunca digo esta
boca es mía.
SGUALDA: Checchina no es hija del capitán Toni
CATA: ¡Qué me cuentas! Pero, entonces, di, ¿de quién es hija?
SGUALDA: No lo sé. Doña Dominga, que en gloria esté, la mujer del capitán Toni, se
lo confió a mi madre, y mi madre me lo confió a mí.
CATA: ¿De dónde la sacaron, pues?
SGUALDA: Escucha. El capitán Toni navegaba con su tártara. Dijo que encontró a la
muchacha lejos de aquí. Hay quien dice que es una bastarda. Otros
aseguran que es un enredo del Capitán Toni. Y no falta quien sostiene que
es un contrabando de doña Dominga. Cada cual opina a su modo.
CATA: Entonces ¿Todo el mundo está enterado?
SGUALDA: ¡Oh, no, no todos! Únicamente mis amigas; con quienes estoy todo el día.
Tú sabes quienes son: no hay peligro de que hablen.
CATA: No te imaginas el gusto que me has dado con la noticia
SGUALDA: Me voy, que se me hace tarde. Hasta la vista. Voy a ver si Checchina
quiere comprarme algo.
CATA: Cuidado, que no vayan a estar las presumidas
SGUALDA: ¿Crees que me dan miedo? ¡Ah, conmigo tienen que callarse porque
conozco todos sus secretitos! (Vase)
CATA: ¡Mira un poco; quien lo hubiera dicho! Checchina no es hija del capitán
Toni. ¡Y yo que la trataba como una amiga! Bien, bien, ya llegará la
Los chismes de las mujeres 7
ocasión en que quiera mostrarse insolente conmigo. Yo sabré cómo
contestarle.

ESCENA SÉPTIMA
Angélica, modista, y Cata

ANGÉLICA: Por favor, Señora Cata, ¿Podríais indicarme dónde queda la casa de
vuestra amiga Checchina?
CATA: Fíjate bien, hija, bajas por esta calle, atraviesas el puente, y a mano
izquierda verás un patio. Es la tercera puerta a la derecha.
ANGÉLICA: Muchísimas gracias
CATA: ¿Qué vas a hacer a casa de Checchina?
ANGÉLICA: Le llevo un vestido que le he rehecho, dejándolo como nuevo.
CATA: ¿Me lo dejas ver?
ANGÉLICA: ¡Mirad qué hermoso es! Está bordado en oro
CATA: ¿Oro, oro, Angélica? ¡Pobre puerca! ¿Oro?
ANGÉLICA: ¿Os maravilláis por eso?
CATA: ¿Cómo no quieres que me maraville? ¡Y ese loco del capitán Toni la deja
gastar tanto!
ANGÉLICA: Es su hija, y la quiere mucho
CATA: ¡Sí, sí, su hija!
ANGÉLICA: ¿Cómo? ¿No es acaso su hija?
CATA: Bien, ¿me prometes callar?
ANGÉLICA: Oh, yo no hablo. Ya sabéis lo reservada que soy.
CATA: Checchina no es hija del capitán Toni
ANGÉLICA: ¡Caramba! ¿Y de quién es hija?
CATA: Escucha... Pero sé reservada, ¿eh?
ANGÉLICA: ¡Oh, por mí no temáis!
CATA: Es una bastarda
ANGÉLICA: ¡Oh! ¿Qué me decís?
CATA: Te lo confío a ti, porque sé que eres una joven prudente...

ESCENA OCTAVA
Un Faquín, Angélica y Cata

CATA: ¡Eh, tú, muchacho! ¿Me harías un servicio por la propina?


FAQUÍN: (¡Os lo haría también sin propinas!) Como no
CATA: ¿Quieres llevarme este cesto de ropa?
FAQUÍN: Con mucho gusto
CATA: Pronto, vamos, porque hay un caballero que no se levanta si no le llevo la
camisa para mudarse (Vase con el Faquín)
ANGÉLICA: ¿De modo que Checchina no es hija del capitán Toni? Es una... ¡Qué cosa,
Señor! ¿Y Beppo la toma por esposa y me deja a mí por ella? Y yo he de
trabajar para una... ¡Ah, no! Ni siquiera pienso ya en llevarle el vestido. Si
lo quiere, que lo mande a buscar. Iré a llevar la bata a la Señora Beatriz.
¡Una modista como yo no trabaja para esa clase de gente! (Vase)

CUADRO TERCERO ESCENA NOVENA


Cámara de Beatriz - Arlequín, después Beatriz

ARLEQUÍN: ¡Ah de la casa! ¿No hay nadie?


Los chismes de las mujeres 8
BEATRIZ: ¿Quién eres?
ARLEQUÍN: Soy el servidor de mi amo
BEATRIZ: Y tu amo, ¿Quién es?
ARLEQUÍN: Es el que me manda a saludaros y preguntaros si estáis contenta
BEATRIZ: ¿De qué?
ARLEQUÍN: Para deciros la verdad, no me acuerdo
BEATRIZ: Eres un servidor maravilloso
ARLEQUÍN: ¿Pero estáis contenta o no estáis contenta?
BEATRIZ: Si no sé a qué te refieres, no te puedo contestar
ARLEQUÍN: El amo espera una respuesta
BEATRIZ: Pero, ¿quién es tu amo?
ARLEQUÍN: ¿Vos no conocéis a mi patrón?
BEATRIZ: Si me dice quién es, veré si lo conozco
ARLEQUÍN: Pero, ¿lo conocéis o no lo conocéis?
BEATRIZ: Hasta este momento no lo conozco
ARLEQUÍN: Entonces, si no lo conocéis, me retiro. Os saludo humildemente
BEATRIZ: ¿Adónde vas?
ARLEQUÍN: Me voy. Como no lo conocéis, en habré equivocado. Beso vuestra mano.
BEATRIZ: Pero, escucha, ¿a quién te ha mandado tu amo?
ARLEQUÍN: Me mandó a... Me mandó a... ¿Cuál es vuestro nombre?
BEATRIZ: Yo soy Beatriz Anselmi
ARLEQUÍN: Justamente a ver a la señora... Raíz de Selenio
BEATRIZ: ¿Y qué desea de mí?
ARLEQUÍN: Me encargó que os saludara en su nombre y os preguntara si estáis
contenta
BEATRIZ: Pero ¿contenta de qué?
ARLEQUÍN: ¡Ah, qué bonito! ¿Qué tengo yo que ver con los asuntos de mi amo?
BEATRIZ: (Para sí) ¡Pobre de mí! (Alto) Tu amo, ¿quién es? ¿Quién, quien, quien
es?
ARLEQUÍN: No gritéis que no soy sordo. Sí, señora: es él quien me manda, y si no me
hubiera mandado, yo no os preguntaría nada a vos.
BEATRIZ: Así te cuelguen. ¿Es que no sabes contestar a tono?
ARLEQUÍN: ¡Oh, qué cabeza dura tenéis? No sabéis entenderme
BEATRIZ: ¡Fuera, fuera de aquí, pedazo de burro!
ARLEQUÍN: Muchas gracias. Os saludo atentamente
BEATRIZ: Dejan la puerta de par en par y los bribones se meten como si fuera su
casa
ARLEQUÍN: Decidme: ¿estáis contenta o no estáis contenta?
BEATRIZ: ¿De qué?
ARLEQUÍN: De que mi amo venga a saludaros
BEATRIZ: ¡Ah! ¿de modo que tu amor quiere venir a mi casa?
ARLEQUÍN: Sí, señora, os lo he dicho veinte veces
BEATRIZ: ¿Y quién es tu amo?
ARLEQUÍN: ¡Cómo! ¿No lo conocéis todavía? Él vendrá personalmente para darse a
conocer
BEATRIZ: Si viene, lo veré
ARLEQUÍN: Vendrá, y os hará ver quien es el señor Lelio Ardenti
BEATRIZ: ¡Ah! ¿Lelio Ardenti es tu amo?
ARLEQUÍN: ¿La señora está contenta o no está contenta?
BEATRIZ: Ahora te comprendo. El señor Lelio Ardenti quiere hacerme una visita, y
manda a preguntar si eso me complace, ¿no es verdad?
ARLEQUÍN: ¿Y necesitáis tanto para comprenderlo? ¿Lo conocéis?
BEATRIZ: Lo conozco
ARLEQUÍN: ¿Estáis contenta?
BEATRIZ: ¿Estáis contesta?
Los chismes de las mujeres 9
BEATRIZ: Estoy contenta.
ARLEQUÍN: Si vos estáis contenta, yo no estoy contento.
BEATRIZ: ¿Por qué?
ARLEQUÍN: Porque la señora no me da la propina.
BEATRIZ: (Para sí:) Quiero librarme de este tonto. (A Arlequín) Toma; he aquí una
moneda. ¿Estás contento?
ARLEQUÍN: Sí, señora. (Vos me habéis contentado a mí. Luego vendrá mi amo y os
contentará a vos.) (Vase.)

ESCENA DÉCIMA
Beatriz, sola.

BEATRIZ: ¿Dónde habrá encontrado el señor Lelio este criado extravagante? Pero
verdaderamente es digno de él. Loco el amo, loco el criado, y miserables
los dos. Es curioso este engreído de Lelio. Hace el amor a todas las
mujeres y no tiene un centavo Todas se burlan de él y él no se da cuenta.

ESCENA UNDÉCIMA
Angélica y Beatriz

ANGÉLICA: Con el permiso vuestro señora


BEATRIZ: Oh, Angélica, bien venida seas. ¿Has arreglado la bata?
ANGÉLICA: Sí, señora. La he ensanchado sin poco bajo los brazos, como me lo habéis
pedido, y ajusté la cintura un dedo de cada lado. Si os la queréis probar,
aquí estoy para serviros.
BEATRIZ: No es necesario. Si has hecho lo que te dije estará bien.
ANGÉLICA: Os quedará que ni pintada. (Deja la bata sobre la mesita)
BEATRIZ: ¿Qué llevas de lindo en ese atado?
ANGÉLICA: Es el vestido de muchacha. Lo había tomado para llevárselo, pero he
sabido tales cosas, que no se lo llevo nada.
BEATRIZ: ¿Y quién es esa muchacha?
ANGÉLICA: No habréis de conocerla. Es Checchina, la hija del capitán Toni.
BEATRIZ: ¡Oh, sí que la conozco! Es la prometida de Beppo. ¿Y por qué dices que
no quieres llevarle 'el vestido? Angélica: Por cierto asunto que... Basta: no
puedo decir nada más.
BEATRIZ: Vamos, a mí me lo puedes decir. Yo no soy una charlatana, Angélica. Sé
que vos sois una señora prudente y por eso os lo confiaré. Pero, por amor
del cielo, que nadie lo sepa.
BEATRIZ: Desde luego, ni lo dudes.
ANGÉLICA: He sabido que Checchina no es hija del capitán Toni, sino que es una
bastarda.
BEATRIZ: ¿Lo dices en serio?
ANGÉLICA: Lo sé de muy buena fuente.
BEATRIZ: ¿Y Beppo, lo sabe?
ANGÉLICA: No debe de saberlo. Si no, cometería el despropósito de casarse con ella.
BEATRIZ: ¡Pobre muchacho! No debe de saberlo, no.
ANGÉLICA: Claro que no. Él me hacía el amor a mí. Y por causa de ésa, me abandonó.
Si supiera quién es, acaso volviera a quererme.
BEATRIZ: ¿Quieres que yo le hable?
ANGÉLICA: ¡Oh, no mi estimada señora! No deseo meterme en chismes. Por favor: no
digáis nada a nadie. Os lo suplico.
BEATRIZ: Yo no hablo.
Los chismes de las mujeres 10
ANGÉLICA: Si me dais licencia, volveré a mi trabajo.
BEATRIZ: No faltaba más. Puedes ir, si quieres.
ANGÉLICA: Tengo mucho gusto en saludamos. (Para sí:) ¡Ojalá que Beppo me
quiera! Pero Checchina me lo ha robado. (Vase.)

ESCENA DECIMOGUNDA
Eleonora y Beatriz

ELEONORA: Mi querida amiga, ¿puedo pasar?


BEATRIZ: Me dais una gran alegría.
ELEONORA: ¿Qué me decís de esas mujeres impertinentes de esta mañana?
BEATRIZ: ¿Qué queréis que os diga? Son de lo más descaradas.
ELEONORA: Me disgusta por esa buena de Checchina, y por ese excelente hombre que
es su padre.
BEATRIZ: ¡Cómo! ¿No sabéis que Checchina no es hija del capitán Toni?
ELEONORA: ¿No?
BEATRIZ: Ciertamente que no.
ELEONORA: ¿Quién os lo ha dicho?
BEATRIZ: Lo sé de muy buena fuente.
ELEONORA: ¿Y de quién es hija?
BEATRIZ: El cielo lo sabe.
ELEONORA: ¿Y Beppo quiere hacer un matrimonio tan brillante?
BEATRIZ: ¡Pobre muchacho! Lo traicionan. Él no sabe nada.
ELEONORA: Siempre he sentido afecto por Beppo. Me lo recomendó su padre, que
administra mis propiedades. No quiero que cometa semejante disparate.
BEATRIZ: ¿Queréis que lo hagamos venir?
ELEONORA: Sí, me daríais un gusto. Advirtamos al pobre Beppo.
BEATRIZ: Inmediatamente. ¡Eh, Checchino!

ESCENA DECIMOTERCERA
Checchino, Eleonora y Beatriz

CHECCHINO: Señora, ha llegado...


BEATRIZ: ¿Conoces a Beppo?
CHECCHINO: Sí, señora, es amigo mío
BEATRIZ: Ve a buscarlo y dile queremos que venga enseguida, que queremos
hablarle.
CHECCHINO: Sí, señora. En serio, Lelio Ardenti ha llegado y desea saludamos.
BEATRIZ: Sí, sí, que pase. (Riendo. Checchina vase) ¿Conocéis al señor Lelio?
ELEONORA: ¡Ya lo creo que lo conozco! Es el hazmerreír de todo el mundo.
BEATRIZ: Finge derretirse por todas las mujeres.
ELEONORA: Es un muerto de hambre.

ESCENA DECIMOCUARTA
Lelio y dichas.

LELIO: Me inclino ante damas tan gentiles.


BEATRIZ: Por favor, no exageréis. No somos dignas.
LELIO: Vuestro mérito, señoras mías, es grande. Es grande vuestro mérito.
Los chismes de las mujeres 11
ELEONORA: Para tener algún mérito sería necesario tener alguna de las atractivas
cualidades que os adornan, señor Lelio.
LELIO: Mi única cualidad es adorar la belleza, admirar la gracia y serviros
humildemente.
BEATRIZ: Cada vez más y más cumplido.
LELIO: (Le ofrece rapé en una caja de madera.): ¿Queréis serviros?
BEATRIZ: Oh, ésta es una caja demasiado ordinaria para vos.
LELIO: ¿Ésta? Perdonadme. Es de cedro del Líbano, barnizada con aceite del
Olimpo, que mantiene fresco y húmedo este tabaco de España.
BEATRIZ: ¿Rapé de España? Veamos. ¿Dios mío, qué es esto?
LELIO: Tabaco a la última moda. (A Eleonora) Si gustáis.
ELEONORA: Es demasiado seco.
LELIO: Es perfecto, creedme. (Toma.)
ELEONORA: ¿Cuántos años tiene este
LELIO: (Estornuda.): Muy agradecido
BEATRIZ: Vuestro Cedro del Líbano
LELIO: (Estornuda.): No os molestéis,
ELEONORA: Es bueno. Hace estornudar.
LELIO: Descongestiona. Para mí, que estudio tanto, es muy calmante.
BEATRIZ: ¿Estudiáis mucho?
LELIO: Noche y día. Permitidme. (Saca un harapo de pañuelo, limpio pero
roto, y se vuelve para sonarse.)
ELEONORA: (A Beatriz) ¡Ah, qué hermosa tela!
BEATRIZ: (A Eleonora) Pobre miserable.
LELIO: He ido a la feria y compré lindísimos pañuelos.
BEATRIZ: Debisteis proveemos también de guantes.
LELIO: Os diré: les he cortado los dedos a estos guantes que llevo porque me
incomodaban para escribir.
BEATRIZ: ¡Ah! ¿Su excelencia escribe con guantes blancos?
LELIO: ¡Oh, siempre, siempre! Adoro la pulcritud.
BEATRIZ: Pero éstos no son blancos; están sucios.
LELIO: Están un poco amarillentos a causa de los puños.
ELEONORA: Es cierto. También los puños gritan: ¡no me toquéis!
LELIO: Están a la moda.
ELEONORA: ¿Ahora se usan los puños sucios?
LELIO: Sí, señora. Sabed que en París los puños de encaje se tiñen de amarillo,
para que parezcan siempre nuevos.
ELEONORA: Es una linda costumbre.
BEATRIZ: Hacen jue-0 con las medias de color de borra de vino.
ELEONORA: El señor Lelio es un ferviente servidor de la moda.
LELIO: ¡Bah! Sólo tengo un poco de buen gusto.
BEATRIZ: ;Y ese traje está también a la moda?
LELIO: Sí, señora, París.
ELEONORA: ¿Y la peluca?
LELIO: Londres.
ELEONORA: ¿Y los zapatos?
LELIO: Inglaterra.
ELEONORA: ¿Inglaterra y Londres no es lo mismo?
LELIO: ¡Oh, no, señora!
ELEONORA: ¿Y cuál es la capital de Inglaterra?
LELIO: London.
ELEONORA: Y Londres, ¿dónde está?
LELIO: Creo que está en España.
BEATRIZ: ¡Oh, en España! ¡Muy bien!. El señor Lelio lo sabe todo
LELIO: Algo he estudiado.
Los chismes de las mujeres 12
ELEONORA: ¿Dónde hicisteis vuestros estudios?
LELIO: En la Toscana, donde se habla limpiamente.
ELEONORA: Seréis trigo limpio.
LELIO: Sí, señora, soy académico del trigo.
BEATRIZ: Decidme, ¿con cuántas oes se escribe "tonto"?
LELIO: (Para sí) Se burlan de mí. (Alto) Os diré, señoras es necesario distinguir
el género masculino del fenómeno. Tonto se escribe con dos oes, pero
tontas con una o, una a y una ese al final
ELEONORA: (A Beatriz) En broma, en broma, nos insulta
BEATRIZ: Estimado señor Trigo, creo que en la cabeza tenéis harina que salvado.
LELIO: Os diré...
ELEONORA: Y no sólo estáis enharinado, sino también frito.
LELIO: En verdad...
BEATRIZ: Estáis frito, pero no tenéis aceite.
LELIO: Si no tengo aceite...
ELEONORA: No tenéis ni aceite ni sal.
LELIO: Sin embargo...
BEATRIZ: No seis carne salada, sino seca.
LELIO: Dejadme hablar...
ELEONORA: Seca, árida, sin humedad radical.
LELIO: ¡Poder del mundo...!
BEATRIZ: Seca la persona y más seco el bolsillo.
LELIO: Permitidme...
ELEONORA: Nada de bueno más que un gran tupé.
LELIO: Quiero decir que...
BEATRIZ: ¿Y qué me decís de ese perfil admirable?
LELIO: Por piedad...
ELEONORA: Es para reventar de risa.
LELIO: (Aparte:) ¡Oh, maldito! (Alto:) Señoras mías...
BEATRIZ: ¿Y ese talle tan esbelto?
ELEONORA: ¿Y su discurso gentil?
LELIO: No puedo más.
BEATRIZ: ¡Qué aire!
ELEONORA: ¡Qué brío!
BEATRIZ: ¡Qué gracia!
ELEONORA: ¡Qué elegancia!
ELIO: ¡Que os lleve el diablo! (Vase.)
ELEONORA: ¡Ah, ah, ah! Se ha ido.
BEATRIZ: ¡Impertinente! ¡Decirnos, a nosotras, tontas!

ESCENA DECIMOQUINTA
Beppo y dichas.

BEPPO: Aquí estoy. ¿Qué deseáis mandarme?


ELEONORA: Te lo explicaré en pocas palabras. Se trata de un aviso que te doy por tu
bien; tú debes pensar luego v decidir. Sabe que Checchina no es hija del
capitán Toni. Es una hija ilegítima, r por lo tanto no es digna de ti.
BEPPO: ¡Dios mío! ¿Qué oigo? ¿Quién ha dicho semejante cosa?
ELEONORA: No preguntes más. Aprovecha el aviso y no te casas precipitadamente.
Amiga mía, vamos a reírnos del señor Lelio.
BEPPO: Pero, señora, os lo suplico...
ELEONORA: Por ahora basta con lo dicho. Con el tiempo lo sabréis todo. Vamos.
(Vase.)
Los chismes de las mujeres 13
BEPPO: ¡Ay, pobre de mí! ¡No sé en qué mundo me encuentro!
BEATRIZ: ¡Bah! Déjala, y si quieres casarte yo te encontraré una muchacha que
valga la pena. (Vase).

ESCENA DECIMOSEXTA
Beppo, solo.

BEPPO: Pobre Checchina, ¿tendré que dejarte? Pero si no es hija del capitán Toni
es una hija de... etcétera. No puedo casarme con ella. Mi padre no nos
aceptaría en su casa a mí ni a ella. ¿Qué debo e hacer, pues? Ni yo mismo
lo sé. Amo a Checchina; nos hemos comprometido; le di el anillo... Pero
me obliga mi reputación. No sé nada. Lo pensaré y algo saldrá de todo
esto.

APAGÓN

ACTO SEGUNDO
CUADRO CUARTO ESCENA PRIMERA
Cámara de Checchina – Checchina y Tóffolo

CHECCHINA: ¡Eh, Tóffolo! ¿Dónde estás?


TÓFFOLO:: Aquí estoy, señora. ¿Qué desea?
CHECCHINA: Mi buen Tóffolo, hazme un servicio. Ve hasta la casa de Angélica, la
modista, y pregúntale qué está haciendo; que por qué no me trae el
vestido.
TÓFFOLO: Sí, señorita, ya voy. La felicito por el compromiso.
CHECCHINA: Gracias, Tóffolo, gracias.
TÓFFOLO: En fin: le ha tocado esta suerte (por ella) a Beppo.
CHECCHINA: ¡Pobrecito! ¡Es un muchacho tan bueno! Me quiere mucho.
TÓFFOLO: ¡Oh! Hay otros que también os quieren.
CHECCHINA: ¿Otros? Dime: ¿quiénes son?
TÓFFOLO:: Yo era uno de tantos.
CHECCHINA: ¿Tú?
TÓFFOLO:: Sí, señorita. Yo estoy desde muy pequeño al servicio del capitán Toni y lo
he acompañado en todos sus viajes. Él tiene más confianza en mí que en
ningún otro. Una vez me dejó entrever que... En fin: hay que resignarse.
CHECCHINA: No lo pensaste bien. ¿Te parece que un capitán de tartana daría su hija a
un marinero?
TÓFFOLO:: ¿Y qué cosa es un marinero? Es un hombre que de un momento a otro
puede llegar a patrón y ser capitán de su barca. Y además, mi estimada
señorita Checchina, yo guardo muchos secretos. Nadie sabe las cosas del
capitán Toni, salvo yo. Yo sé cómo ha hecho su fortuna, y sé de vos, lo
que no imagináis que yo sepa
CHECCHINA: ¿De mí? ¿Qué sabes de mí?
TÓFFOLO:: Ahí viene Beppo. Voy a casa de la modista.
Los chismes de las mujeres 14
CHECCHINA: Bien, después hablaremos tranquilamente. Quiero que me cuentes todo.
TÓFFOLO:: Sí, sí, ya hablaremos... (Para sí) No le diré nada. Un poco más descubro
lo que siempre tuve callado. (Vase.)
CHECCHINA: Este muchacho ha picado mi curiosidad.

ESCENA SEGUNDA
Beppo y Checchina

CHECCHINA: ¿Beppo, por qué has tardado tanto? ¿Qué deseaba la señora Beatriz?
BEPPO: (Suspira) ¡Ah!
CHECCHINA: ¿Qué te ocurre que suspiras de ese modo?
BEPPO: ¿Dónde está el capitán Toni?
CHECCHINA: ¿Quién? ¿Tu suegro?
BEPPO: Todavía no es mi suegro.
CHECCHINA: Si no lo es, ya lo será.
BEPPO: Querida Checchina, tengo miedo de que no.
CHECCHINA: ¡Ay! ¿Qué dices? Me has herido el corazón.
BEPPO: Si tu corazón está herido, el mío está casi muerto.
CHECCHINA: Pero, vamos, ¿qué ha ocurrido?
BEPPO: Checchina, ¿tú me quieres de veras?
CHECCHINA: ¡Por mi fe! ¿Que si te quiero de veras? No veo por otros ojos que por los
tuyos.
BEPPO: Entonces, si me amas, dime la verdad.
CHECCHINA: No te diría una mentira por todo el oro del mundo.
BEPPO: Dime, Checchina, ¿eres verdaderamente hija del capitán Toni?
CHECCHINA: ¿Qué estás diciendo? ¿eres has vuelto loco? ¿De quién quieres que sea
hija?
BEPPO: Vamos, no te sulfures. Contesta a mis preguntas. ¿Dónde naciste?
CHECCHINA: He nacido en Corfú. Mi padre, como bien sabes, siempre navegó. Y
muchas veces solía llevar con él a ni¡ madre. Ella estaba grávida, y me
tuvo en Corfú.
BEPPO: Checchina, tengo miedo' de que no sea así, como lo cuentas.
CHECCHINA: ¿Por qué motivo? ¿Qué mosca te ha picado?
BEPPO: Me acaban de decir claramente que no eres hija del capitán Toni.
CHECCHINA: ¿Y de quién dicen que soy hija?
BEPPO: ¡Oh, Dios! ¡No tengo coraje para decírtelo
CHECCHINA: Si me amas, tienes que decírmelo.
BEPPO: Dicen... dicen... que no eres legitima.
CHECCHINA: (Llora.) ¡Ay, pobre de mí!
BEPPO: Vamos, Checchina, no llores. Tenemos que poner en claro este asunto.
CHECCHINA: Beppo querido, ¿tendrías corazón para dejarme?
BEPPO: ¡Oh, Dios! ¡Déjame pensar! No sé en qué mundo estoy.
CHECCHINA: Pero, ¿quién te ha dicho esas cosas? Verás que nada de eso es verdad.
BEPPO: La persona que me lo ha dicho me merece mucha fe.
CHECCHINA: Por favor: dime quién te lo dijo.
BEPPO: No, no te lo puedo decir.
CHECCHINA: Si no me lo dices es señal de que no me ames.
BEPPO: Te amo, pero no te lo puedo decir.
CHECCHINA: Ya, ya me imagino quién te lo ha dicho.
BEPPO: A ver, ¿quién?
CHECCHINA: Nadie. Nadie. Estás arrepentido del compromiso. No te quieres casar
conmigo y has inventado ese pretexto.
BEPPO: No, te lo juro.
Los chismes de las mujeres 15
CHECCHINA: Entonces, dime quién te lo ha dicho.
BEPPO: Te lo diría, pero temo que lo cuentes a otras personas.
CHECCHINA: No dudes de mí. Te prometo que de mi boca no saldrá ni una palabra.
BEPPO: ¿Lo prometes?
CHECCHINA: Sí, querido Beppo, te lo prometo.
BEPPO: Pues me lo ha dicho doña Eleonora.
CHECCHINA: Pero, ¿qué sabe ella? ¿Con qué fundamento lo afirma?
BEPPO: Ella lo sabe de buena fuente y me lo ha comunicado para hacerme un
favor.
CHECCHINA: (Para sí:) Debo ir inmediatamente a la casa de doña Eleonora. Quiero
saber con qué fundamento dice tal cosa. Beppo: Querida Checchina, ¡te
quiero tanto, tanto, tanto! Pero, ¿qué diría mi familia si me casara con una
muchacha que no tiene padre?
CHECCHINA: Verás que eso no es cierto. Espérame un poco; enseguida vuelvo.
BEPPO: ¿Adónde vas?
CHECCHINA: Voy y vuelvo. No te muevas de aquí.
BEPPO: Bien, pero cuidado con los chismes. Punto en boca.
CHECCHINA: ¡Oh, no hay peligro! Hago una diligencia y vuelvo enseguida. (Para sí:)
Ni con cadenas me impedirían ir a casa de doña Eleonora. (Vase.)

CUADRO QUINTO ESCENA TERCERA


Habitación de Eleonora. - Eleonora sola.

ELEONORA: ¡Qué carácter singular tiene el señor Lelio! Es un miserable y quiere darse
aires de grandeza. Es un ignorante y quiere pasar por sabio. Es feo, y
quiere parecer bonito. ¡Ah, cuántos individuos hay cortados con el mismo
modelo! En casi todas las reuniones hay una persona ridícula, y nosotras,
las mujeres, nos alegramos cuando podemos reírnos de alguien.

ESCENA CUARTA
Arlequín y Eleonora

ARLEQUÍN: ¡Ah de la casa! ¿Quién es? ¿Se puede entrar? Haga su Voluntad. Gracias.
De nada. Soy su más rendido servidor.
ELEONORA: ¡Muy bien, muy bonito! ¿Qué deseas?
ARLEQUÍN: Absolutamente nada.
ELEONORA: Entonces, ¿para qué has venido?
ARLEQUÍN: Porque me han mandado.
ELEONORA: ¿Y quién te ha mandado?
ARLEQUÍN: Mi amo.
ELEONORA: Y tu amo, ¿quién es?
ARLEQUÍN: Ésta sí que es buena. ¿Tampoco vos conocéis a mi amo?
ELEONORA: Puede ser que lo conozca.
ARLEQUÍN: Bien; cuando lo veáis lo conoceréis.
ELEONORA: ¿Y dónde habré de verlo?
ARLEQUÍN: Donde lo mandéis vos.
ELEONORA: Yo no tengo interés en verlo.
ARLEQUÍN: Yo tampoco.
ELEONORA: Y él, ¿qué desea de mí?
ARLEQUÍN: ¿Qué queréis que sepa yo?
ELEONORA: ¿Quién es tu amo?
ARLEQUÍN: ¿Lo conocéis o no lo conocéis?
Los chismes de las mujeres 16
ELEONORA: ¿Cómo se llama?
ARLEQUÍN: A mí no me dijo que os diga su nombre.
ELEONORA: ¿Y qué te ha dicho?
ARLEQUÍN: Que desea venir a saludaros.
ELEONORA: Dime, pues, su nombre.
ARLEQUÍN: ¡Oh, señora! Debéis perdonarme, pero yo no digo los secretos de mi amo.
ELEONORA: ¿Es algún criminal?
ARLEQUÍN: ¡Criminal! Me extraña lo que decís, señora. El señor Lelio Ardenti, es un
caballero. Está un poco "tocado" pero no es mala persona.
ELEONORA: ¿Así, pues, el señor Lelio Ardenti es tu amo?
ARLEQUÍN: ¡Qué cosa! ¿Si lo sabíais, por qué lo preguntáis?
ELEONORA: ¿Y quiere venir aquí?
ARLEQUÍN: Aquí, no, allí. (Señala el lugar en que está ella.)
ELEONORA: ¿Quiere venir a mi casa?
ARLEQUÍN: A mi casa, no, a la vuestra.
ELEONORA: Perfectamente, ¿y cuándo?
ARLEQUÍN: Cuando se lo pregunte, os lo sabré decir.
ELEONORA: En fin, dile que venga, que será bien recibido. (Para sí:) Un nuevo motivo
de risa.
ARLEQUÍN: ¿Mandáis alguna otra cosa?
ELEONORA: Por mí, no deseo nada más.
ARLEQUÍN: Decidme: ¿conocéis a la señora Raíz de Selenio?
ELEONORA: ¿Qué diablos dices? No te entiendo.
ARLEQUÍN: Esa persona femenina, vestida de mujer.
ELEONORA: Estás loco.
ARLEQUÍN: Sabed pues, que ella me ha dado una rica propina.
ELEONORA: ¿Por qué razón?
ARLEQUÍN: Porque conocía a mi amo.
ELEONORA (Para sí:) ¡Pobre tonto! Ha de ser un miserable como su amo. (Alto:)
Toma, he aquí una propina.
ARLEQUÍN: Que el cielo os lo cobre y os conceda la gracia de vivir hasta que muráis.
(Vase.)
ELEONORA: Amo y criado hacen una muy buena pareja. Por suerte he mandado llamar
a mi amiga Beatriz. Ella tomará parte en esta diversión con agrado.

ESCENA QUINTA
Checchina y Eleonora

CHECCHINA: Con su permiso, ¿puedo pasar?


ELEONORA: ¡Oh, Checchina! ¿Eres tú? ¿Qué milagro?
CHECCHINA: Señora: he venido a vuestra casa para pediros que me hagáis un inmenso
favor.
ELEONORA: Habla. ¿En qué puedo serte útil?
CHECCHINA: Quisiera que os dignaras decirme quién os que no soy hija del capitán
Toni.
ELEONORA: ¿Y quién os ha dicho que yo lo sé?
CHECCHINA: Me lo ha dicho Beppo.
ELEONORA (Para sí:) ¡Qué indiscreto! (Alto:) En fin... este... Yo no sé nada.
CHECCHINA: ¿Entonces, no es verdad que lo habéis dicho?
ELEONORA: Sí, lo he dicho.
CHECCHINA: Pero, ¿a quién lo habéis oído decir?
ELEONORA: En este momento no lo recuerdo.
Los chismes de las mujeres 17
CHECCHINA: Señora: no quisiera que fuese una calumnia, inventada para que Beppo me
abandone.
ELEONORA: ¡Calumnia! Para hacerte ver que hablo con fundamento, te diré quién me
lo ha dicho. Pero guárdate mucho de hablar.
CHECCHINA: ¡Oh, ni lo ponga en duda, siquiera! No diré esta boca es mía.
ELEONORA: Me lo ha dicho la señora Beatriz.
CHECCHINA: Con eso me basta. Quedo muy reconocida a su señoría.
ELEONORA: ¿Adónde vas?
CHECCHINA: Vuelvo a casa.
ELEONORA: Entonces, ¿es verdad eso que se dice de ti?
CHECCHINA: No es verdad nada. Son todas mentiras. Pero ya lo pondremos en claro.
Hasta luego.
ELEONORA: Te lo advierto: nada de chismes.
CHECCHINA: ¡Oh, no hay peligro!
ELEONORA: Casi estoy arrepentida de haberme metido en este embrollo.

ESCENA SEXTA
Beatriz, Checchina y Eleonora

CHECCHINA: (Para sí:) ¡Hela justamente aquí! (Alto:) Señora...


BEATRIZ: Checchina, ¿cómo te va?
CHECCHINA: Decidme, mi estimada señora: ¿de dónde habéis sacado eso de que yo no
soy hija del capitán Toni?
BEATRIZ: (Para sí:) ¡Ah, chismosa! ¡Se lo ha dicho!
CHECCHINA: Decidme, decidme: ¿cómo habéis podido decir eso?
BEATRIZ: A mí me lo ha dicho Angélica, la modista.
CHECCHINA: ¿Angélica lo ha dicho? ¡Pedazo de necia! ¿De ese modo se habla de una
muchacha como yo? Señorías. (Vase.)

ESCENA SÉPTIMA
Eleonora y Beatriz.

BEATRIZ: Estimada amiga, ¡haléis dicho todo cuanto os confié!


ELEONORA: ¿Yo? ¡Oh, ni siquiera he abierto la boca para bostezar!
BEATRIZ: ¿Y cómo lo supo ella?
ELEONORA: No sabría explicarlo. Yo jamás me meto en chismes. Vos misma lo habréis
dicho a algún otro.
BEATRIZ: ¿Yo? Yo jamás hablo con nadie.
ELEONORA: Dejemos estas insignificancias. De un momento a otro espero al señor
Lelio. Y como he disfrutado de una divertida escena en vuestra casa,
deseo que disfrutéis una parecida en la mía.
BEATRIZ: Helo aquí. Hagámosle una escena.
ELEONORA: Eso es: mostrémonos disgustadas. Sentémonos. (Se sientan.)

ESCENA OCTAVA
Lelio y dichas.

LELIO: ¿Me será permitido ofrecemos mis más humildes servicios? (Beatriz y
Eleonora lo saludan con la cabeza sin hablar. Lelio Para sí:) Están
Los chismes de las mujeres 18
desdeñosas. (Alto:) Vengo a pediros excusas si esta mañana me mostré un
poco alterado.
ELEONORA: (Muestra a Beatriz los guantes) Mirad este bordado, ¿os gusta?
BEATRIZ: ¡Oh, sí! ¡Qué bien hecho está!
LELIO: Os lo suplico.
BEATRIZ: (A Eleonora:) ¿Cuánto cuestan?
ELEONORA: Poco. Dos zequíes.
LELIO: Señoras mías.
BEATRIZ: ¿Cómo podría hacer para conseguir unos iguales?
ELEONORA: Hablaré con la bordadora.
LELIO: Permitidme, señora Beatriz...
BEATRIZ: ¿Qué os parece esta diadema? ¿Os gusta?
ELEONORA: ¡Es preciosa! Casualmente quería preguntamos si es la que usáis siempre
o una distinta.
BEATRIZ: ¡Cómo! ¿No lo veis? Es nueva.
LELIO: Por favor, decidme una palabra.
ELEONORA: ¿Y la mía? ¿La habéis visto?
BEATRIZ: ¿Es la de la semana pasada?
ELEONORA: No; ésta me la hice traer de Milán.
BEATRIZ: Oh, no, no la he visto.
ELEONORA: ¿Queréis verla?
LELIO: Pero, señoras mías, yo no soy un animal.
BEATRIZ: Oh, sí, sí, con mucho gusto.
LELIO: ¿Me habéis confundido con un asno?
ELEONORA: (Se levanta.): Sí, sí, vayamos a verla.
LELIO: ¡Cómo! ¿Me dejáis plantado?
ELEONORA: Veréis que os gustará.
BEATRIZ: Pronto, pronto, vamos.
LELIO: Señora Beatriz... (Beatriz hace una reverencia y se va.)
LELIO: Señora Eleonora... (Eleonora Hace una reverencia y se va a la calle.)

ESCENA NOVENA
Lelio solo.

LELIO: ¿Así me tratan? ¿Así se burlan? Pero... tienen razón. Yo soy un animal y
recién en este momento me doy cuenta. Las dos están enamoradas de mí.
Están celosas una de la otra. ¡Y yo que me presento siempre cuando están
juntas! Las veré por separado, v estoy seguro de que las dos se derretirán
por mí. Siempre me ha ocurrido lo mismo. Todas las mujeres me han
despreciado por culpa de esos malditos celos. (Vase.)

CUADRO SEXTO ESCENA DÉCIMA


Calle. - Checchina, y después Tóffolo

CHECCHINA: Que venga, no más, esa cochina de la modista. Ya veré cómo hacer para
que se desdiga. Ahora veo claro en el asunto. Ella estaba enamorada de
Beppo. Beppo la dejó, y para vengarse, ha inventado esa horrible
calumnia.
TÓFFOLO:: ¡Oh! ¿Estáis aquí, señorita Checchina? La modista enseguida irá a casa.
CHECCHINA: ¿Dónde está?
TÓFFOLO:: Está en esa calleja. Ahora viene. Me ha costado mucho hacer que se
decida. No quería ir.
Los chismes de las mujeres 19
CHECCHINA: ¡Perversa! Es su conciencia.
TÓFFOLO:: Hela aquí.
CHECCHINA: Vete a casa, que enseguida voy yo.
TÓFFOLO: (Para sí:) ¡Cuánto me agrada esta muchacha! Yo lo sé todo, y sin
embargo me casaría con ella. (Vase.)
CHECCHINA: No puedo más de la rabia. Pero en la calle es necesario usar prudencia.

ESCENA UNDÉCIMA
Angélica y dicha.
ANGÉLICA: Estimada señorita: perdonadme si no he ido antes a vuestra casa. Tengo
tanto trabajo que no puedo ni moverme. Y por si fuera poco, mire, me he
lastimado un dedo y no puedo coser.
CHECCHINA: Hubiera sido mejor que os hubierais lastimado la lengua.
ANGÉLICA: ¿Qué manera de hablar es ésa?
CHECCHINA: Decidme, señora chismosa: ¿habéis dicho que yo no soy hija de mi padre?
ANGÉLICA: Yo no miento jamás. Pues bien, sí, lo he dicho.
CHECCHINA: ¿Y cómo podéis asegurar tal cosa?
ANGÉLICA: A mí me lo ha dicho doña Cata, la lavandera.
CHECCHINA: ¿Cata, la lavandera?
ANGÉLICA: Pues sí, ella misma.
CHECCHINA: Veamos: ésta es su casa. Ahora lo sabré enseguida.
ANGÉLICA: Buenos días, señoría. Yo no quiero chismes.
CHECCHINA: Venid, venid. ¿Adónde vais?
ANGÉLICA: A mi casa. Y si queréis el vestido, mandad por él. (Vase.)
CHECCHINA: Esperad, escuchadme. No me interesa el vestido. Quiero hablar con mi
amiga Cata. ¡Hola! ¿No hay nadie en esta casa?

ESCENA DECIMOSEGUNDA
Cata y dicha.

CATA: ¡Hola! ¿Eres tú, vecina?


CHECCHINA: Claro que sí, soy yo.
CATA: En qué puedo servirte.
CHECCHINA: Mi estimada Cata: deseo de vos un gran servicio.
CATA: ¿De qué se trata? Estás nerviosa.
CHECCHINA: Decidme un poco, estimada Cata ¿qué habéis ido diciendo de mí, que no
soy hija de vuestro vecino Toni?
CATA: Yo no lo he dicho.
CHECCHINA: Pues sí, que lo habéis dicho.
CATA: ¿A quién, si puede saberse?
CHECCHINA: A Angélica, la modista.
CATA: (Para sí:) ¡Oh, qué cuentera! (Alto:) Escúchame, Checchina. Yo no niego
haberlo dicho, pero yo no le he inventado.
CHECCHINA: Si no lo habéis inventado, ¿por qué lo decís, entonces?
CATA: Porque me lo ha dicho Sgualda.
CHECCHINA: ¡Sgualda! ¿Todavía más? Quiero saber de dónde ha salido ese infundio.
CATA: ¡Oh, yo no quiero chismes! (Entra en su casa.)
CHECCHINA: ¡Sgualda! (Llama.)

ESCENA DECIMOTERCERA
Los chismes de las mujeres 20
Sgualda y dicha.

SGUALDA: ¿Quién me llama?


CHECCHINA: Soy yo, señora, soy yo.
SGUALDA: ¿Qué sucede? ¿Qué quieres?
CHECCHINA: ¿Sois vos esa enredadora que va diciendo que yo no soy hija de vuestro
vecino?
SGUALDA: ¡Oh! ¿Quién te ha dicho semejante cosa?
CHECCHINA: Doña Cata asegura que lo habéis dado a entender.
SGUALDA: Yo no invento cosa, ni miento jamás. Si lo he dicho, será verdad.
CHECCHINA: ¿Cómo podéis decir semejante cosa?
SGUALDA: Lo he dicho, porque el que me lo ha dicho, lo sabía de buena fuente.
CHECCHINA: ¡Oh! Quiero saber quién os lo ha dicho. Y quiero saber si el que os lo ha
dicho a vos, lo sostiene delante de mí.
SGUALDA: A mí me lo ha dicho mi madre.
CHECCHINA: Pues bien; quiero que ella me repita... ¡Ay, pero si hace dos años que ha
muerto!
SGUALDA: Con toda seguridad que por ella no sabrías nada.
CHECCHINA: Pero, ¿en qué se apoyaba para decir esas cosas? Por favor, hablad que
quiero saberlo todo.
SGUALDA: El que tenga sarna, que se rasque. Yo no quiero chistes. (Vase.)

ESCENA DECIMOCUARTA
Checchina sola.

CHECCHINA: Se acabó. Hice, hice, y no hice nada. Ahora esta cizaña crece por todas
partes y nadie sabe quién la plantó. Tóffolo me ha dicho, sin embargo
que... Acaso él sepa alguna cosa. Pero no. Iré a casa, le contaré estas
desdichadas invenciones a mi padre, y él me dirá la verdad. ¡Ay, pobre de
mí! ¿Y si no fuera mi padre? Eso no sería tan grave. Me disgustaría más
que Beppo no llegara a ser mi marido. Pero, ¿por qué habría de dejarme?
Aunque yo fuera una muchacha huérfana, ¿no podría casarse lo mismo?
¿Por qué motivo? Si mi madre pecó, yo no tengo la culpa. (Vase.)

ESCENA DECIMOQUINTA
Beatriz, Eleonora, y después, Angélica

BEATRIZ: El pobre Lelio se quedó desesperado.


ELEONORA: Mi mayor placer es mortificarlo.
BEATRIZ: Hay que darle una buena y cuatro malas.
ANGÉLICA: (A Beatriz) Señora: ¡bonito favor me habéis hecho! Ir a decir a Checchina
que yo dije que no es hija del capitán Toni.
BEATRIZ: Tuve que decirlo para justificarme.
ANGÉLICA: ¡Valiente excusa! Y después diréis que nosotras somos lenguaraces. Me
parece que tampoco su excelencia se puede callar.
ELEONORA: Pero, ¿qué mal hay en ello? ¿Tienes miedo de Checchina?
ANGÉLICA: Yo no tengo miedo, pero soy una muchacha honrada que no necesita de
chismes para vivir.

ESCENA DECIMOSEXTA
Los chismes de las mujeres 21
Cata, a la Ventana, y dichas.

CATA: ¡Eh, Angélica! ¡Te quedo muy agradecida! Has ido a contar todo lo que te
dije de mi vecina Checchina.
ANGÉLICA: ¡Oh! Solamente se lo he dicho a esta señora.
CATA: En fin, que eres una correveidile.
ANGÉLICA: ¿Yo, una correveidile?

ESCENA DECIMOSÉPTIMA
Sgualda a la ventana, y dichas.

SGUALDA: ¡Pst, Cata! Nunca pensé que fueras tan palangana.


CATA: ¿Yo? ¿Por qué lo dices?
SGUALDA: Has volcado fuera todo lo de Checchina.
CATA: únicamente se lo confié a Angélica y ésta, imprudente, ha ido a contarlo a
todo el mundo.
ANGÉLICA: Yo se lo dije únicamente a la señora Beatriz. Ella lo habrá desparramado.
BEATRIZ: Yo apenas se lo conté a mi amiga Eleonora.
ELEONORA: Y yo, únicamente a Beppo.
SGUALDA: ¡Sois todas unas chismosas!
CATa: Yo soy una dama, ¿sabes tú? Y mira bien cómo hablas. Ellas serán las
chismosas y no yo.
ANGÉLICA: ¿Chismosa dice de una muchacha como yo?
BEATRIZ: ¡Atrevidas! ¿Es que pretendéis comparamos con nosotras?
ELEONORA: ¡Desfachatadas!
SGUALDA: ¿Desfachatadas? ¿Y vos? ¡Vuestros tiquis miquis, me dan ganas de
vomitar!
CATA: ¡Aunque tengáis vuestros escuderos no me inspiráis miedo, sabedlo!
BEATRIZ: (A Angélica:) ¿Lo estás viendo? Todo por culpa tuya.
ELEONORA: Tú has sido la deslenguada.
ANGÉLICA: No me hagáis reír. Soy una modista pero tengo mas prudencia que todas
vosotras juntas.
SGUALDA: ¡Respondedle, respondedle! ¡No os dejéis atemorizar!
CATA: ¡Dadle un bofetón!
BEATRIZ: Vámonos. No es decoroso para nosotras reñir con estas mujerzuelas. Ya
las liaremos castigar.
SGUALDA: ¡Brrr, pi, pi, pi, pi! (Como llamando a las gallinas.)
CATA: ¡Mantecosas, mantecosas!

ESCENA DECIMOOCTAVA
Pantalón y Toni, que han escuchado, y dichas.

PANTALÓN: ¿Qué sucede, capitán? ¿Una reyerta?


TONI: ¿Qué significa este comadreo?
FLEONORA: Por culpa de vuestra hija espuria. (Vase con el servidor.)
TONI: ¡Cómo!
BEATRIZ: Sí, la culpable de todo es esa expósita. (Vase con el servidor.)
TONI: ¡Lindo!
ANGÉLICA: (A Toni:) ¡Malditas sean todas las bastardas (Vase)
TONI: ¡Muy fina!
CATA: Vecino, que os vaya bien con vuestra hija ilegítima. (Vase.)
Los chismes de las mujeres 22
SGUALDA: ¡Ea, vecino! Os aseguro que jamás volveré a poner los pies en vuestra
casa. Ni aunque me maten.

ESCENA DECIMOOCTAVA
Capitán Toni y Pantalón

TONI: Estoy petrificado.


PANTALÓN: ¿De qué se trata, capitán Toni?
TONI: Estoy fuera de mis casillas.
PANTALÓN: ¿Se habla de vuestra hija?
TONI: Naturalmente; sí, de mi hija.
PANTALÓN: Pues que, ¿no es vuestra hija?
TONI: ¡Ay, pobre de mí!
PANTALÓN: ¡Ea! Confiadme vuestro secreto.
TONI: Vamos; os lo diré todo.
PANTALÓN: Tengo curiosidad por saberlo.
TONI: ¡Ah, mujeres endiabladas!
PANTALÓN: Bueno, bueno, decidme de qué se trata.
TONI: ¿Qué queréis que os diga?
PANTALÓN: ¿Es hija vuestra o no es hija vuestra?
TONI: No es hija mía. (Vase.)
PANTALÓN: ¡Eh! ¿Adónde vais? Este hombre se volverá loco. (Vase.)

CUADRO SÉPTIMO ESCENA VIGÉSIMA


Vista de un canal con barcas – Llega una barca de la
cual desembarcan Salamina, Musa, Panduro y Móccolo.

SALAMINA: Amigos míos, por fin hemos llegado a nuestra querida Venecia. Hace
veinte años que falto de ella; hace veinte años que Suspiro por verla.
Aunque no he nacido aquí, aquí he hecho mi fortuna y no la puedo alejar
de mi corazón. La prefiero a mi verdadera Patria. Durante mi penosa
esclavitud, dos cosas me atormentaban. Una: estar privado de esta
hermosa ciudad. La otra, el haber perdido a mi hija única. El Cielo, que
me ha devuelto la libertad, me ha concedido que vuelva a Venecia. ¡Ojalá
me conceda, también, encontrar a mi hija! Musa, acércate. ¿Has estado
antes en Venecia?
MUSA: Mí estar antes, y vender maní.
SALAMINA: Entonces eras mercader; ahora eres mi criado.
MUSA: Mí servir contento a mi querido amo Salamina.
SALAMINA: Ya se acabó el nombre de Salamina. Lo di en Turquía para facilitar el
rescate. Ahora vuelvo a ser Octavio Aretusi, comerciante romano, que
hace muchos años estableció su negocio en Venecia. ¿Hijos míos, conoce
alguno de ustedes a un capitán de tartana que se llama Toni Fongo?
PANDURO: Yo lo conozco. He navegado con él por Levante. Y también recuerdo que
en Corfú le confiaron una niñita y un cofre de dinero, para traer a Venecia.
SALAMINA: ¿Y él, qué hizo?
PANDURO: Los trajo a Venecia.
SALAMINA: ¿Y después?
PANDURO: Y después no sé más nada. Yo me embarqué en un navío inglés Y nunca
he vuelto a verlo
SALAMINA: Por casualidad, ¿ninguno de ustedes sabe dónde vive?
Los chismes de las mujeres 23
MÓCCOLO: Yo lo sé.
SALAMINA: ¿Sí? Me das una gran alegría. Dime, pues, dónde está su casa.
MÓCCOLO: No muy lejos de aquí.
SALAMINA: ¿Serías capaz de ir a. buscarlo?
MÓCCOLO: ¡Claro que sí!
SALAMINA: Ve, pues. Yo te aguardo en esta fonda.
MÓCCOLO: Voy enseguida. (Vase.)
SALAMINA: Y tú, si tienes que hacer alguna cosa puedes irte.
PANDURO: Voy a ver si doy con una amiguita de antes.
SALAMINA: ¿Acabas de salir de la esclavitud y tienes ganas de amiguitas?
PANDURO: Quiero desquitarme del tiempo perdido. (Vase.)
SALAMINA: Los vicios no se pierden nunca. ¡Ah, quiera el cielo que encuentre a mi
hija! El dinero no me preocupa; me preocupa mi hija querida.

ESCENA VIGÉSIMAPRIMERA
Sgualda y dichos.

SGUALDA: ¡Toma! ¡Esas señoras creían que iban a meterme miedo! No saben don
quién tratan. No le tengo miedo a las caras feas.
SALAMINA: Esta mujer ha salido de aquella casa. Quiero preguntarle si conoce al
capitán Toni.
SGUALDA: (Para sí:) ¡Oh! ¿Quién será este bigotudo?
SALAMINA: Buenas tardes, hermosa joven.
SGUALDA: Buenas tardes, señor.
SALAMINA: ¿Puedo haceros una pregunta?
SGUALDA: Por favor, no os acerquéis tanto. Estoy bien de los oídos, ¿sabéis?
SALAMINA: No pensaba molestaros. Decidme: ¿no conocéis, por casualidad, a un
capitán de tartana, llamado Toni Fongo?
SGUALDA: ¿Sí lo conozco? Es vecino mío.
SALAMINA: Me alegro mucho. ¿Está en Venecia?
SGUALDA: Sí, señor; está en Venecia.
SALAMINA: Por favor, os lo ruego, decidme: ¿tiene consigo una muchacha?
SGUALDA: Sí, señor, tiene consigo una muchacha que pasa por ser su hija, pero no es
hija suya.
SALAMINA: (Para sí:) ¡Gracias, Dios mío! ¡Ésa es mi hija! (Alto:) ¿Y se puede saber
de quién es hija?
SGUALDA: Nadie sabe nada. El capitán Toni ha dicho que es suya.
SALAMINA: (Para sí:) ¡Oh, qué consuelo! (Alto:) Y decidme: ¿es linda, graciosa,
inteligente, educada, bondadosa?
SGUALDA: ¿De veras que es hija vuestra, señor?
SALAMINA: Lo ignoro. Decidme cómo es ella.
SGUALDA: Lo lamento, pero sólo puedo dar de ella muy pocos informes buenos.
SALAMINA: ¿Por qué motivo?
SGUALDA: Yo soy una mujer sencilla, y siempre digo la verdad. Sabed, señor, que
está prometida a un muchacho, hijo de un colono. Pero suele visitarla a
menudo un señor Pantalón, lo cual da que hablar a todo el mundo. Y
creedme, me da vergüenza vivir en el mismo barrio que ella.
SALAMINA: (Aparte:) ¡Oh, Dios! ¿Qué oigo?
SGUALDA: Es muy accesible a los que están bien. Y en cuanto a lengua en toda
Venecia no existe una chismosa semejante.
SALAMINA: (Para sí:) ¡Oh, hija mía! Hubiera sido mejor haberte perdido, y no
encontrarte tan despreciable.
SGUALDA: En verdad que, si es hija vuestra, lo siento mucho, señor, Pero yo no me
puedo callar. Es necesario que diga la verdad.
Los chismes de las mujeres 24
SALAMINA: No, no es hija mía. (Para sí:) No merece serlo.
SGUALDA: Si no es vuestra, me parece que vos sabéis de quién es hija.
SALAMINA: Sí, lo é. Ése es el padre. (Señala a Musa.)
SGUALDA: ¿Ése no es uno que vendía maníes?
MUSA: ¿Me conocer?
SGUALDA: Sí, yo te conocer.
SALAMINA: (Para sí:) ¡Mísero, desventurado Octavio! ¡Pero tendrá que rendirme
cuentas aquel que tan mala educación le dio! (Vase.)
MUSA: ¿Me conocer a mí?
SGUALDA: He dicho que sí.
MUSA: Si me conocer, yo andar a tu casa. (Vase.)
SGUALDA: Si reventaras sería mejor. ¡Oh, lo que acabo de saber! ¿Checchina hija de
Maní? ¡Quién lo hubiera dicho! ¡Eh, Cata! ¡Cata!

ESCENA VIGÉSIMASEGUNDA
Cata, sale de entrecasa, y dicha.

CATA: ¿Qué pasa?


SGUALDA: ¿A qué no adivinas?
CATA: ¿Qué cosa?
SGUALDA: ¿Sabes quién es el padre de Checchina?
CATA: ¿Quién es?
SGUALDA: Aquel armenio que vendía maníes.
CATA: ¡Qué me cuentas! ¿Y cómo lo supiste?
SGUALDA: Acabo de hablar ahora mismo con él.
CATA: ¿Con el armenio?
SGUALDA: Sí, con el armenio.
CATA: ¡Oh, qué atrocidad!
SGUALDA: Espera, espera.
CATA: ¿Adónde vas?
SGUALDA: Voy a buscar el delantal. Quiero ir a contar a todas mis amigas esta
increíble historia. (Entra en su casa.)
CATA: De veras que es increíble...

ESCENA VIGESIMOTERCERA
Angélica y dicha.

CATA: ¿Ah, no sabes, Angélica? Se ha descubierto quién es el padre de


Checchina.
ANGÉLICA: ¿Ah sí? ¿Y quién es?
CATA: Aquel armenio manisero.
ANGÉLICA: ¡Imposible!
CATA: Sí, palabra de honor.

ESCENA VIGESIMOCUARTA
Sgualda, con su delantal, y dichas.

ANGÉLICA: ¿Habéis sabido, doña Sgualda, de quién es hija Checchina?


SGUALDA: ¡Miren qué cosa! Yo lo he sabido antes que nadie.
Los chismes de las mujeres 25
CATA: Esperadme, que me quito el pañuelo y voy yo también (Entra en su casa
y vuelve.)
ANGÉLICA: Pero, ¿estáis segura?
SGUALDA: Yo misma acabo de hablar con el padre.
ANGÉLICA: De veras que la cosa es para reírse.
CATA: Ya estoy aquí. Vamos.
ANGÉLICA: Yo también voy con vosotras.
SGUALDA: Sí, sí; de ese modo haremos un poco de jarana.
CATA: Así aprenderá esa presumida de Checchina.
LAS TRES: ¡Maní! ¡Maní! ¡Maní! (Gritan como suele hacerlo un vendedor
ambulante, que pregona su mercancía. Vanse.)

TELÓN

ACTO TERCERO
CUADRO OCTAVO ESCENA PRIMERA
Cámara de Checchina – Pantalón, Checchina y Beppo

PANTALÓN: Ánimo muchachos, tranquilizaos, Y confiad en mí, que no hay ningún


peligro. El capitán Toni me lo ha contado todo. En Corfú, un mercader le
entregó una niña de tres años, para que la trajera a Venecia. El Capitán
Toni aceptó el encargo, y durante el viaje se encariñó tanto con la
pequeña, que no tuvo valor para dejarla abandonada. Entretanto, recibió
la noticia de que tu padre, el mercader, que viajaba hacia la Morea, fue
reducido a la esclavitud. Por es motivo, el capitán Toni, de acuerdo con su
esposa, doña Dominga, cuidó de la chiquilla. Y como habían estado en
Levante varios años, cuando llegaron de regreso a Venecia, dieron a
entender que era hija de ellos.
CHECCÉINA: (A Beppo) Pues bien, señor, ¿diréis todavía que soy una bastarda
cualquiera?
BEPPO: Yo no digo nada. Pero todavía no se sabe con certeza quien es vuestro
padre.
PANTALÓN: Cuando yo afirmo que es hija de un hombre honrado y de buena posición,
de un excelente comerciante que tuvo la desgracia de ser cautivo y
esclavizado pero que es un caballero, ¿no basta? Créeme a mí, que soy tu
padrino.
BEPPO: Sí, señor, os creo. Y mi amor por Checchina es tan grande que me
conformo con cualquier cosa, con tal de que pueda salvar mi reputación.
PANTALÓN: Ánimo seguid queriéndoos, y dejad que se vaya la amargura.
BEPPO: (Se acerca a Checchina) Querida; mi querida Checchina.
CHECCHINA: (Desdeñosa) ¡Ea, señor! Podéis iros, puesto que soy una bastarda.
PANTALÓN: ¿Has visto? La has ofendido.
BEPPO: Bueno, vamos, no me atormentes más. Sabes que te amo.
CHECCHINA: De amarme como dices, no hubieras dicho que querías dejarme.
PANTALÓN: ¿La oyes? Tiene toda la razón del mundo.
BEPPO: Maldito sea el causante de todo esto.
PANTALÓN: El causante son los chismes. Y bueno; a lo hecho, pecho. Terminemos de
una vez, y no hablemos más de ello. (A Beppo) Ven aquí, dame la mano.
BEPPO: Con toda el alma, padrino.
Los chismes de las mujeres 26
PANTALÓN: Y tú también, ahijada mía.
CHECCHINA: Yo, no; de ningún modo.
PANTALÓN: ¿Por qué, veamos?
CHECCHINA: Porque soy una bastar...
PANTALÓN: ¡Silencio! ¡Basta ya de palabras feas! Dame la mano.
CHECCHINA: No os la daré nada.
PANTALÓN: Vamos, no te hagas rogar.
CHECCHINA: Os digo que no.
PANTALÓN: Escucha: si te obstinas te diré que es cierto que eres una bast...
CHECCHINA: Tomad, tomad la mano.
PANTALÓN: ¡Muy bien! Bueno, queridos novios, estrechadla y haced las paces.
CHECCHINA: (Con ternura desdeñosa:) Cruel, tirano, criminal.
BEPPO: No, vida mía.
CHECCHINA: Tú querías abandonarme.
BEPPO: No, corazón mío.
PANTALÓN: Vamos, picaruelos, vamos, que me hacéis hacer la boca agua.
BEPPO: Señor Pantalón: ¿cuándo nos casaremos?
PANTALÓN: El capitán Toni ha dicho que dentro de diez o doce días.
BEPPO: ¡Oh! ¿De modo que dentro de diez o doce días?
PANTALÓN: ¿Te parece demasiado pronto?
CHECCHINA: A mí me parece que podríamos casarnos manera o pasado.
BEPPO: Justamente lo que yo pienso: mañana o pasado.
PANTALÓN: (A Beppo) Las cosas necesitan su tiempo, ¿no es verdad?
BEPPO: ¿Y no podrían adelantarse para esta noche?
PANTALÓN: ¡Oh, qué pillos! ¡Qué bribones! Si estuviera aquí el capitán Toni le pediría
que os casara cuanto antes. ¡Ea! Es preciso que ahora me vaya.
BEPPO: Por nosotros no os molestéis
PANTALÓN: ¿Qué no me moleste? ¿Y tú vas a quedarte?
CHECCHINA: ¿No es acaso mi prometido?
PANTALÓN: ¡Oh, no! ¡Yo no dejo al novio con la novia! Han venido a buscar al capitán
Toni, de parte de un forastero, y me ha dejado a mí y no a ti, para
custodiar a la muchacha. Vamos, Beppo, vente conmigo.
BEPPO: Os obedezco, padrino.
CHECCHINA: ¡Mirad qué cosa más bonita! ¡Lo arrancáis de mi lado!
PANTALÓN: Hija querida, ten un poco de paciencia. Cuando sea tu marido estará
contigo tanto tiempo como quieras. mi marido¡
CHECCHINA: ¡Cuánto trabajo se necesita para que sea
PANTALÓN: Está bien; esta noche, si puedo, haré que se adelante lo más posible.
BEPPO: ¡Oh, gracias, señor padrino!
CHECCHINA: ¡Ojalá pueda, señor padrinos
BEPPO: ¡Que Dios os bendiga, padrino!
CHECCHINA: ¡os lo agradezco, señor padrino!
PANTALÓN: ¡Bueno, vamos, que me sofocáis con tanto padrinos
BEPPO: Hasta luego, mi vida.
CHECCHINA: Vuelve pronto, amor mío.
BEPPO: Vamos pronto, señor padrino.
CHECCHINA: Confiamos en vos, padrino.
BEPPO: Que Dios os bendiga, señor padrino.
CHECCHINA: Gracias, señor padrino.
PANTALÓN: Basta de padrino, basta de padrino
CHECCHINA: Menos mal que se ha descubierto la verdad. ¡Miren que han inventado
chismes esas mujeres enredaderas' Y yo, pobre de mí, casi sufro las
consecuencias.

ESCENA SEGUNDA
Los chismes de las mujeres 27

Capitán Toni y Checchina

TONI: ¡Traigo buenas noticias, Checchina!


CHECCHINA: Ya lo sé todo. El señor Pantalón me lo ha contado
TONI: ¿Te habrá dicho que yo no soy tu padre)
CHECCHINA: Sí, señor; me lo ha dicho.
TONI: Y yo vengo a decirte que tu padre ha llegado a Venecia.
CHECCHINA: ¡Ay, qué suerte! ¿Lo habéis visto? ¿Lo habéis hablado?
TONI: No lo he visto ni le he hablado. Me mandó llamar, pero cuando llegué, ya
no estaba. Un marinero me dijo que volvería y lo veré enseguida. He
venido a darte la noticia para alegrarte.
CHECCHINA: Puedo decir que, en verdad, éste ha sido para mí, un día feliz. Primero
porque conoceré a mi padre, y segundo, porque Beppo se casará
inmediatamente conmigo.
TONI: ¡Quién sabe! Puede ser que sí, y puede ser que no.
CHECCHINA: ¡Cómo, cómo! ¿No es acaso mi novio?
TONI: Mientras yo ocupé el lugar de tu padre, podía hacer aquello que me
parecía bien. Ahora que ha llegado tu verdadero padre, será preciso hacer
su voluntad.
CHECCHINA: ¿Y si se opusiera a mi casamiento con Beppo?
TONI: Habrá que obedecerle, y tendrás que despedirlo.
CHECCHINA: ¡Ay, pobre de mí! ¿Y vos pensáis que pueda negarse?
TONI: No sé. Acaso quiera casarte con una persona de condición más elevada.
CHECCHINA: Padre mío, oíd: vos seréis siempre mi padre.
TONI: Y yo te querré siempre como a una hija.
CHECCHINA: Padre mío: si me queréis, concededme una gracia.
TONI: ¿Qué deseas?
CHECCHINA: Permitid que me case con Beppo antes que lo sepa el otro padre.
TONI: Hija querida: no quisiera darle un disgusto.
CHECCHINA: Una vez que esté todo consumado, no podrá decir nada.
TONI: Lo pensaré.
CHECCHINA: Papá, querido papá; si de verdad me queréis como a una hija.
TONI: (Para sí:) Me hará cometer una falta. (Alto) Bien; haré lo que pueda para
ayudarte.
CHECCHINA: Si perdiera a Beppo, antes de tres días estaría enferina y moriría de amor.
(Vase.)
TONI: Haré todo lo posible pira que sea feliz. ¡Pobrecita! Siempre la querré
como a una hija. (Vase.)

ESCENA TERCERA
Calle – Beppo y después Cata

BEPPO: No veo la hora de darle un beso a mi querida Checchina. Por culpa de


esas chismosas casi la pierdo
CATA: ¡Maní! ¡Maní! ¡Maní!
BEPPO: Doña Cata. ¿Sabréis ya que Checchina no es una bastarda?
CATA: ¡Maní!¡Maní! (Entra en su casa.)

ESCENA CUARTA
Sgualda, después Angélica y Beppo
Los chismes de las mujeres 28

SGUALDA: ¡Maní! ¡Maní!


BEPPO: Doña Sgualda. ¿Sabéis quién es vuestra vecina Checchina?
SGUALDA: ¡Maní! ¡Maní! (Entra en su casa)
BEPPO: A ésta también le ha dado por los maníes. No las comprendo.
ANGÉLICA: (Para sí:) He aquí al novio presumido.
BEPPO: ¿Y vos, Angélica: sabéis quién es Checchina?
ANGÉLICA: Naturalmente que lo sé.
BEPPO: Decidme, pues: ¿quién es?
ANGÉLICA: Checchina es hija del vendedor de maníes.
BEPPO: ¡Cómo! ¿Hija de ese tipo de los maníes?
ANGÉLICA: ¡Qué inocente! ¿Venís del campo? Lo sabréis mejor que yo.
BEPPO: ¡Por favor, Angélica, que me hacéis morir! ¿Quién ha dicho semejante
mentira?
ANGÉLICA: ¿Quién me lo dijo? ¿Acaso es un secreto? Lo sabe toda Venecia. Su padre
acaba de llegar a Venecia, y mañana lo vétenlos en la plaza, gritando:
¡maní!
BEPPO: De manera que ése es el mercader forastero, padre de Checchina. ¡Oh, no!
Me parece que os estáis burlando.
ANGÉLICA: ¡Bah! Si no me creéis, preguntadlo a doña Sgualda, a doña Cata, o
preguntad en el barrio. Todos lo saben y todos se ríen. ¡Vaya con la novia
distinguida que os ha tocado! ¡Maní, ¡Maní! ¡Maní! (Vase.)
BEPPO: ¡Oh! ¡Dios mío! ¡Yo me muero! Si esto es verdad, no tendré valor de
casarme con Checchina. Quiero saber sí es cierto. ¡Hola, doña Cata!
(Llama.)

ESCENA QUINTA
Cata y Beppo

CATA: ¿Qué queréis, señor?


BEPPO: Estimada señora, os suplico, por favor: decidme lo que habéis sabido de
Checchina.
CATA: He sabido que es la hija del turco Maní.
BEPPO: ¿Y no podéis equivocamos?
CATA: No, hijo, no me equivoco. Checchina ya no es mi amiga. Es hija del
manisero. Y si no me creéis a mí, preguntad a Sgualda. ¡Sgualda!

ESCENA SEXTA
Sgualda, Cata y Beppo

SGUALDA: ¿Quién me llama?


CATA: Yo. Cuéntanos lo de Checchina.
SGUALDA: ¡Bah, no tiene importancia! Es hija del manisero.
CATA: Estoy fuera de mí. Mirad que no os engañéis.
SGUALDA: He hablado con su padre.
CATA: Está aquí, está aquí; está en Venecia.
SGUALDA: ¡Si vierais qué cara!
CATA: ¡Si vierais qué barba!
SGUALDA: ¡Qué lindo suegro vais a tener!
CATA: ¡Qué linda parentela os espera!
SGUALDA: ¡Ah, qué lindo casamiento!
CATA: ¡Ah, qué novia distinguida!
Los chismes de las mujeres 29
SGUALDA: Y si queréis hacer el trabajo de vuestro suegro, no os cansaréis mucho,
¡Basta un canasto y gritar: ¡maní!
CATA: ¡Y qué linda figura hará él también! ¡Maní! (A Dúo) ¡Maní! ¡Maní!
(Entran en sus casas voceando.)
BEPPO: Me han matado. Estoy muerto. No puedo más. Que se diga de mí que me
he casado con la hija de un hombre despreciable, que es el hazmerreír de
todos, es superior a mis fuerzas. Amo a Checchina, Y moriré si la dejo.
Pero es necesario dejarla.

ESCENA SÉPTIMA
Checchina con cendal, y Beppo

CHECCHINA: Oh, Beppo, justamente te estaba buscando.


BEPPO: (Para sí) ¡Pobre de mí!
CHECCHINA: Sabrás que ha llegado a Venecia mi verdadero padre.
BEPPO: Sí, lo sé, lo sé.
CHECCHINA: ¿Qué pasa) ¿Tienes miedo que no nos perro: a casarnos? ¿Tienes miedo
de que no te crea digno de mí?
BEPPO: ¡Cómo! ¿Que yo no sea digno de ti? ¿Un hombre de esa laya no me va a
creer digno? ¿En tal concepto me tienes, que me crece peor que tu padre?
CHECCHINA: Pero, ¿qué tiene mi padre? Me han dicho que es un negociante.
BEPPO: Bueno sí, un negociante que tiene un lindo negocio. ¿Le conoces? ¿Lo has
visto?
CHECCHINA: Todavía no lo he visto, no.
BEPPO: ¿Sabes quién es tu padre?
CHECCHINA: Veamos, pues, ¿quién es?
BEPPO: ¡Ah, hay que resignarse!
CHECCHINA: ¡Ea! Dime quién es.
BEPPO: ¡Pobre Checchina!
CHECCHINA: ¿Quién es? ¿El verdugo?
BEPPO: Es ese hombre que vende maníes.
CHECCHINA: Ése... ¿mi padre?
BEPPO: Se me parte el corazón. No puedo más.
CHECCHINA: Beppo, Beppo. ¡No es posible!
BEPPO: Y sin embargo es la verdad.
CHECCHINA: Entonces, ¿qué será de mí?
BEPPO: Mi padre no querrá que me case.
CHECCHINA: ¿Y me dejarás?
BEPPO: Y me moriré.
CHECCHINA: ¡Ah, si me amaras, no hablarías así!
BEPPO: Querida Checchina: mi padre es un hombre de buena posición. Trabaja de
colono, pero procede de una familia distinguida. Tengo parientes que son
más que yo... ¡Oh, Dios, no sé qué hacer!.
CHECCHINA: Está bien, déjame, abandóname. Yo sé lo que tengo que hacer.
BEPPO: ¿Qué es lo que pretendes hacer?
CHECCHINA: Me arrojaré en un canal.
BEPPO: No, vida mía, no hables así.
CHECCHINA: Si no te casas, lo haré.
BEPPO: Alguien viene.
CHECCHINA: ¿Quién es?
BEPPO: ¡Oh, Dios! ¡Qué veo!
CHECCHINA: ¿Qué has visto?
BEPPO: Tu padre.
Los chismes de las mujeres 30
CHECCHINA: ¿Cuál?
BEPPO: Ése, el de los maníes.
CHECCHINA: Estoy temblando toda.
BEPPO: No lo quiero ver, Checchina, ahora no. Alma mía, perdóname... luego nos
veremos. (Vase.)
CHECCHINA: ¡Ah, qué desgraciada soy! ¿Podría pasarme algo peor?

ESCENA OCTAVA
Salamina, Musa, capitán Toni, Pantalón y Checchina

TONI: ¡Alégrate, Checchina, que aquí está tu padre!


CHECCHINA: (Para sí:) ¡Oh, Dios, mi padre! ¡Estoy desesperada! ¡No quiero verlo, no
quiero saludarlo! (Vase.)
SALAMINA: ¡Cómo! ¿Mi hija me ve y huye de mí?
PANTALÓN: No ha de saber que su verdadero padre está en Venecia.
TONI: Yo le dije algo, no mucho. Pero la pobrecita habrá sentido vergüenza al
ver tanta gente, y ha escapado.
SALAMINA: Señor Pantalón: conozco vuestra reputación de hombre honrado y creo en
vuestra palabra. No ha de ser cierto lo que me han dicho de mi hija.
Checchina ha de ser juiciosa y recatada, y yo tendré un gran placer
recompensando al capitán Toni por haberla cuidado y educado tan bien.
PANTALÓN: El capitán Toni es hombre de fiar. Es sensato y siempre ha hecho las cosas
con honestidad.
TONI: Como os decía, señor Octavio, la muchacha está comprometida con un
joven muy simpático y educado, hijo de un colono. Si no los casamos, se
mueren.
SALAMINA: Mis finanzas actuales no me aconsejan rechazar semejante partido. No
quiero que mi hija deje de casarse con un hombre de buena posición.

TONI: Del dinero que me confiasteis, me quedan todavía 100 ducados que asigné
como dote de Checchina.
SALAMINA: Sois un hombre generoso.
TONI: Vamos a casa. Vamos a buscar a la muchacha y a consolarla. (Vase.)
PANTALÓN: ¡Pobrecita! ¡Está que se derrite de amor!
SALAMINA: La besaré más dichoso todavía, si puedo contribuir a su felicidad con mi
consentimiento. Vamos, Musa. (Vase.)
PANTALÓN: Vamos, señor Maní.
MUSA: ¿También vos me conocer?
PANTALÓN: Conocer, claro. ¿Dónde estuvisteis tanto tiempo?
MUSA: Armenio estar esclavo de Durcos.
PANTALÓN: Y ahora, ¿qué hacéis?
MUSA: Ahora mí querer vender maní. (Vase)'
PANTALÓN: Tiene una cara que da miedo. Tengo la impresión de que la muchacha
huyó de miedo a esa barba. (Vase.)

CUADRO DÉCIMO ESCENA NOVENA


Calle con casas elegantes – Lelio y Arlequín

LELIO: ¡Suerte ingrata!


ARLEQUIN: ¡Suerte traidora
LELIO: ¿Habrá de ser irrisión de las mujeres un hombre de mis méritos?
ARLEQUIN: ¿Habrá de morir de hambre un hombre de mi clase?
Los chismes de las mujeres 31
LELIO: ¿Hay alguien que tenga más inteligencia que yo?
ARLEQUIN: ¿Hay alguien que tenga más apetito que yo?
LELIO: Esta cara, ¿podría estar mejor hecha?
ARLEQUIN: Estos dientes, ¿podrían ser más fuertes?
LELIO: Este talle, ¿puede ser más elegante?
ARLEQUIN: Esta barriga, ¿puede estar más vacía?
LELIO: ¡Ah, recuerdo cuántas mujeres he seducido!
ARLEQUIN: ¡Ah, recuerdo cuántos platos he lamido!
LELIO: ¿Y ya no soy más aquél?
ARLEQUIN: ¿Y ya no se come nunca más)
LELIO: ¡Ah, Lelio, valor!
ARLEQUIN: ¡Arlequín, no desesperes!
LELIO: ¿Arlequín?
ARLEQUIN: ¿Señor?
LELIO: Llama a esa puerta.
ARLEQUIN: Sí, señor, inmediatamente. (Va hacia la fonda)
LELIO: A ésa, no; a esa otra.
ARLEQUIN: Ésta es la fonda, donde, se come.
LELIO: Y aquélla es la casa donde está mi adorada Beatriz. Necesito consolar mis
pupilas.
ARLEQUIN: Y yo mis dientes.
LELIO: No pierdas tiempo: llama.
ARLEQUIN: Se me ocurre una cosa: llamaré aquí y allá. Aquí para vos, Y allá para mí.
(Llama a la casa y a la fonda)
LELIO: Haz como te parezca.,
ARLEQUIN: ¡Ah, de la casa! ¡Ah, de la fonda! (Llama a las dos Puertas.)

ESCENA DÉCIMA
Beatriz, a la ventana, Lelio y Arlequín

BEATRIZ: He aquí el simpatiquísimo señor Lelio.


ARLEQUIN: Aquí os han respondido; colocaos abajo. Allá han abierto; yo entro.
Consolad vuestros ojos vos, que yo consolaré mi nariz, porque no
tenemos ni un centavo para consolar mi apetito. (Entra a la hostería.)
LELIO: Me inclino ante vuestra hermosura.
BEATRIZ: Y yo ante vuestra fealdad.
LELIO: Señora: tened piedad de mí.
BEATRIZ: Os aseguro que os compadezco.
LELIO: ¿Sí? ¿Me compadecéis? ¿Me amáis?
BEATRIZ: Os compadezco pero no os amo.
LELIO: Si no me amáis, ¿por qué me compadecéis?
BEATRIZ: Os compadezco porque estáis loco. (Vase.)
LELIO: ¡Oh, Dios! ¡Qué golpe mortal para mi corazón! ¿Yo, loco? Pero si ésta me
desdeña, Eleonora será más accesible, será más justa, será más lisonjera y
conocedora de mis méritos. (Llama en otra casa.)

ESCENA UNDÉCIMA
Eleonora, a la ventana, y Lelio

ELEONORA: ¿Sois vos, señor Lelio?


LELIO: Soy yo, que suspiro.
ELEONORA: ¡Pobre joven! ¿Suspiráis de amor o de hambre?
Los chismes de las mujeres 32
LELIO: Suspiro de hambre amorosa.
ELEONORA: ¿Y venís a mi casa para saciaros? ¡Pobrecito! Aquí no hay carne para
vuestros Dientes
LELIO: Moriré desesperado.
ELEONORA: ¡Pobre mundo! Habrá un loco de menos.
LELIO: ¿Así me ultrajáis? ¿Así me despreciáis?
ELEONORA: ¡Oh, señor Lelio! Más bien tengo por vos una infinita veneración y estima.
Y para demostrároslo, antes de dejaros os haré una profunda reverencia.
(Vase.)
LELIO: ¡Y me deja, me rehuye, me escarnece ¡Ah, pobre Lelio! ¡Desventurado
Lelio! ¡Heme aquí con dos horribles desgracias: sin amor y sin dinero!
Muero de hambre y no sé con qué saciarme. Ardo de amor, y no
encuentro piedad. ¡oh, qué vida desdichada es la mía! Pero aquí viene una
mujer. ¡Ah, es una belleza que enamora!

ESCENA DUODÉCIMA
Checchina y Lelio

CHECCHINA: Estoy desesperada. Para mí ya no hay remedio. Beppo me deja. Todos se


burlarán de mí, todos me despreciarán, todos me llamarán maní. Y perderé
a Beppo, mi bien, mi amor, mi alma, mi corazón, mis entrañas. ¡No puedo
más, me muero!
LELIO: ¿Que os sucede, bellísima Diosa?
CHECCHINA: ¡Ay, muero! (Se desmaya en brazos de Lelio.)
LELIO: Ahora sí que estoy arreglado. Se desmayó en mis brazos. ¿Qué debo
hacer?
ESCENA DÉCIMOTERCERA
Sgualda y Cata que escuchan y Lelio y Checchina

LELIO: Tengo una idea. La llevaré a la posada, hasta que vuelva en sí. (La lleva a
la fonda.)
SGUALDA: Bien ¿qué me dices?
CATA: ¿Has visto?
SGUALDA: Directamente a los brazos.
CATA: ¡Oh, y parecía tan modosita!
SGUALDA: ¿Acaso no lo sabes? Estas moscas muertas hacen así.
CATA: Tiene todas las buenas cualidades.
SGUALDA: Y en la posada; a lo fino.
CATA: ¡Oh, qué muchacha perfecta!

ESCENA DECIMOCUARTA
Sgualda y Cata y Beppo

BEPPO: Amigas mías: no habéis visto a Checchina.


SGUALDA: ¡Pobrecita! Estaba tan desesperada que huyó como una loca. ¿Dónde la
habéis visto?
CATA: ¡Oh! No está muy lejos.
SGUALDA: ¡Oh! No te preocupes, no, que está perfectamente.
BEPPO: Por favor, decidme: ¿dónde está?
CATA: Está en la posada.
BEPPO: ¿En la posada? ¿Haciendo qué?
Los chismes de las mujeres 33
SGUALDA: Divertirse.
BEPPO: ¿Con quién está?
CATA: Con un lechuguino de peluca.
BEPPO: Ah, dolía Cate, os burláis de mí.
CATA: Oyes, Sgualda; dice que me burlo.
SGUALDA: ¿Sabes quién te burla? Esa miserable de Checchina. Está en la posada con
un aventurero.
BEPPO: ¡Ay de mí! ¿Qué oigo?
SGUALDA: Y si no lo crees, entra y verás.
CATA: Oye: y estaban abrazados. No digo nada más. (En acto de mutis.)
SGUALDA: Oye: el aventurero se la llevó adentro. (En acto ale irse.)
CATA: Así, en público, sin cuidarse de nadie.
SGUALDA: Oye: la tiene el aventurero.
CATA: ¡Pobre muchacho! ¡Me da lástima! (Vase.)
SGUALDA: ¡Otra que maníes! ¡Es mercadería de fonda! (Vase.)
BEPPO: Ni aún ahora lo puedo creer. Esas chismosas no merecen confianza. No,
no ha de ser verdad. Pero quiero aclararlo. ¡Ah de la fonda! ¿No hay
nadie?

ESCENA DECIMOQUINTA
Camarero y Beppo

CAMARERO: ¿Qué deseáis?


BEPPO: Decidme, señor: ¿conocéis a Checchina, la hija del capitán Toni?
CAMARERO: Claro que la conozco. Precisamente ahora esta arriba, en un cuarto con un
forastero.
BEPPO: ¿En un cuarto, con un forastero? ¿Y qué hacen?
CAMARERO: Yo no me meto en las cosas de los demás. Buenas tardes. (Vase.)
BEPPO: ¡Ah, pobre Beppo! ¡Engañado, burlado, traicionado!

ESCENA DECIMOSEXTA
Arlequín y Beppo

ARLEQUIN: Bien o mal, he comido alguna cosita y me siento mejor.


BEPPO: Señor Arlequín, decidme, por favor, ya que salís de la posada: ¿habéis
visto a Checchina?
ARLEQUIN: ¡Oh, la la, si la he visto!
BEPPO: ¿Y qué está haciendo?
ARLEQUIN: Está en un cuarto, con mi amo.
BEPPO: ¿Oh, Dios, y para hacer qué?
ARLEQUIN: Qui potest capere, capiat. (Vase.)
BEPPO: ¡Quién me hubiera dicho que una joven como ella iría a terminar tan
desgraciadamente mal! ¡Pero, oh, Dios! Temo que hay.1 perdido la
cabeza, y por culpa mía se haya' vuelto loca.

ESCENA DECIMOSÉPTIMA
Salamina, Musa, Pantalón, Capitán Toni y Beppo

PANTALÓN: Aquí está. Te buscamos por todas partes.


Los chismes de las mujeres 34
TONI: Aquí está el padre de Checchina, que está contento de que te cases con
ella y quiere darte un abrazo.
BEPPO: ¡Lindo matrimonio me queréis hacer hacer!
TONI: ¿Por qué dices eso?
BEPPO: ¿Hacerme casar con la hija de Maní?
TONI: ¿Quién ha dicho esa estupidez?
MUSA: Mí no tener hija.
PANTALÓN: Errado, Beppo, errado.
SALAMINA: Señor: yo soy el padre de Checchina, y soy un honrado mercader.
BEPPO: ¿Sois vos? (A Toni) ¿Éste es el padre de Checchina?
TONI: ¿No te lo ha dicho? Es un hombre educado, dueño de una gran fortuna,
que se irá dentro de poco.
BEPPO: (A Pantalón) ¿Éste es su padre?
PANTALÓN: Sí, Beppo. Es el señor Octavio Aretusi, hombre de méritos y de buena
posición.
BEPPO: ¡Ah, pobre de mí!
PANTALÓN: ¿Qué pasa? ¿Qué sucede?
BEPPO: (A Salamina) ¿Vos sois el padre de Checchina?
SALAMINA: Sí, señor, yo.
BEPPO: ¡Oh, pobre de vos! ¡Ah, pobre de mí!
SALAMINA: ¡Me hacéis temblar!
PANTALÓN: Es preciso que haya ocurrido algo grave.
TONI: Querido Beppo, no nos tengas en esta agonía. Habla.
BEPPO: ¿Sabés dónde está Checchina?
TONI: ¿Dónde? ¿No está en casa?
BEPPO: No... Está en esa posada.
TONI: ¿En la posada? ¿Haciendo qué?
BEPPO: Está con un forastero.
PANTALÓN: ¿Qué diablos quieres dar a entender?
BEPPO: Sí, ha entrado en la fonda, abrazada a un forastero.
SALAMINA: ¡Ah, entonces es verdad lo que me ha contado esa mujer!
PANTALÓN: No puede ser. No puede estar allí.
TONI: Me parece imposible.
BEPPO: Estoy seguro, segurísimo. Está allí. Me traiciona. No merece que la
quiera. Me voy. ¡No me veréis nunca más! (Vase.)
PANTALÓN: Espera, escucha. Yo lo sigo. Entrad vosotros en la posada y averiguad si
es cierto. ¡Eh, Beppo! Más que correr, vuela. Esta vez, por ser padrino,
arriesgo romperme una pierna. (Vase corriendo)
SALAMINA: ¿Qué decís, capitán Toni?
TONI: Digo que si no lo veo, no lo creo. Entremos en la posada. Vamos a ver.
SALAMINA: Yo no quiero ir. No quiero afligirme demasiado viendo a una hija
despreciable.

ESCENA DECIMOOCTAVA
Checchina sale de la fonda seguida de Lelio, Salamina, Musa, Pantalón y Capitán Toni

LELIO: (A Checchina) ¡Deteneos!


CHECCHINA: Idos. señor, dejadme tranquila.
SALAMINA: Ahí está la infame.
TONI: Está con el forastero.
SALAMINA:: ¡Padre, padre, socorro!
TONI: Vete de aquí. Yo no soy tu padre.
SALAMINA: ¡Socorredme, que quieren abusar de mí!
TONI: ¿Quién quiere abusar de ti?
Los chismes de las mujeres 35
CHECCHINA: De pronto, me he encontrado en la posada, sin saber cómo.
TONI: ¿Sin saber cómo? Que hable el señor, y explique cómo fue la cosa.
LELIO: Os diré. Me paseaba por este lugar. .. así, para tomar aire, cuando llegó
esta pobre muchacha, que parecía estar desesperada. Cortésmente, con
toda amabilidad, le pregunte qué le ocurría. Sin hablar, se desmayó,
perdió el sentido. Y yo, para asistirla, la llevé a la fonda. Ahora que ha
vuelto en sí, huye, y en vez de darme las gracias, me trata de abusador.
TONI: Ahora comprendo. ¡Pobre muchacha! Es inocente.
SALAMINA: Yo no creo la palabra de quienes se sospecha. Ésta podría ser una fábula
urdida entre ellos para engañarnos.

ESCENA DECIMONOVENA
Beatriz, después Eleonora y dichos

BEATRIZ: Señores, creed a Checchina, porque yo, desde la ventana, he visto todo.
Vi cómo se desmayaba, y cómo ese señor la socorría.
ELEONORA: Sí, es verdad, señores. Todo ha ocurrido como lo cuenta la señora
Beatriz. Yo, detrás de la celosía he disfrutado de des lindas escenas. Una
del señor Lelio y otra de Checchina. Y me he sentido contenta cuando vi
que la socorría.
TONI: ¿Oye, señor Octavio? Esta muchacha es inocente. Esta muchacha es una
paloma.
SALAMINA: ¿Pero, por qué esa desesperación?
TONI: Dinos, hija mía: ¿por qué estabas tan desesperada?
CHECCHINA: Porque Beppo quiere dejarme.
TONI: ¿Por qué quiere dejarte?
CHECCHINA: Por culpa de mi padre.
TONI: Aquí tienes a tu padre.
CHECCHINA: ¿Oh, Dios, el de los maníes?
MUSA: Mí no ser, mí no ser.
SALAMINA: No, querida, hija, tu padre soy yo. Yo soy Octavio Aretusi, el que te ha
dado la vida, y que ahora te abraza con ternura.
CHECCHINA: ¿Ay de mí, Beppo, donde estás, Beppo? ¿Alma mía, dónde estás? ¡Oh,
Dios, muero de alegría!
TONI: Ya, ya voy a buscarlo. (Vase.)
SALAMINA: ¡Ea, serénate! Ya me han hablado de tu compromiso y estoy contento de
que te cases con el que amas.
CHECCHINA: ¿Pero dónde está Beppo? ¿Dónde está?
SALAMINA: Nuestra cuna es bastante noble. Pero habiendo estado prisionero por
tantos años, ahora me encuentro un poco estrecho de fondos. Mi alegría
es verte a ti, mi única hija, y verte unida con quien tanto amas.
CHECCHINA: ¡Señoras, por favor, id a buscar a Beppo!
SALAMINA: Beppo está disgustado contigo.
CHECCHINA: ¿Pero por qué?
SALAMINA: Porque ha sabido que estabas en la posada con ese señor forastero, y no
sabía el motivo.
CHECCHINA: ¡Qué maldición me ha tocado! (A Lelio) ¡Ha sido por culpa vuestra!
LELIO: Yo solamente os he ayudado.
CHECCHINA: Si es verdad, que el cielo os lo recompense.

ESCENA VIGÉSIMA
Los chismes de las mujeres 36
Beppo, conducido por Pantalón, Toni y dichos

PANTALÓN: Helo aquí, helo aquí.


TONI: Ya llega, ya llega. :
CHECCHINA: ¡Ah, Beppo, alma mía!
BEPPO: ¡Oh, Dios, no puedo más!
TONI: ¡Pobrecito! Lo habían soliviantado. Le contaron tantas cosas terribles.
Ahora lo sabe todo. Se conforma y está aquí, todo tuyo.
CHECCHINA: ¿Eres todo mío?
BEPPO: Sí, todo tuyo.
CHECCHINA: ¡Oh, querido mío!
BEPPO: ¡Oh, mi amor!
PANTALÓN: Señor Octavio, haced algo bueno: permitid que se casen.
SALAMINA: Yo no me opongo.
TONI: Aunque mi consentimiento no hace falta, yo lo' doy.
PANTALÓN: Sed valientes, ánimo.
BEPPO: ¡Ay de mí!
CHECCHINA: ¿Es tan difícil? Dame la mano.
PANTALÓN: ¡Muy bien!
BEPPO: Toma mi mano.
CHECCHINA: ¿Y el corazón?
BEPPO: Y el corazón también.
CHECCHINA: ¿Todo?
BEPPO: Todo.
BEPPO: ¡Viva, viva los novios!

ESCENA VIGÉSIMA PRIMERA


Sgualda, Cate y dichos

SGUALDA: ¿Qué significa este barullo?


CATA: ¿Qué significa esta alegría?
PANTALÓN: ¿No los veis? Se han comprometido.
SGUALDA: (Con la burla acostumbrada.) ¡Maní!
MUSA: ¿Qué querer de Maní?
SGUALDA: ¡Mira el padre de la novia!
CATA: ¡Mira el suegro de Beppo!
PANTALÓN: No, señoras chismosas. El padre de Checchina, el suegro de Beppo, es
este señor, un mercader de crédito y de muy buena reputación.
SGUALDA: ¡Bah, bah!
CATA: ¿Lo dice en serio?
BEPPO: Sois unas chismosas, de lenguas envenenadas. Checchina es una
muchacha distinguida y honesta.
SGUALDA: En verdad, esto me da mucho gusto.
CATA: Bendita seas, vecina, me alegro mucho.
SGUALDA: Habrá ido a la posada, así... por distracción.
CATE: Claro, para entretenerse un poquito. No hay nada de malo en ello, ¿no es
cierto, querida?
BEATRIZ: ¡Pobrecita! Por culpa vuestra, se ha desmayado y casi se muere.
ELEONORA: Este señor la ayudó por caridad, y la condujo a la posada para que
recuperase los sentidos.
LELIO: Sí, sí, sí; yo. Yo, el protector de las damas.
SGUALDA: ¡Oh, Excelentísimo señor! Habéis hecho muy bien. No sé cómo datos las
gracias. Es vecina mía, ¿sabéis?
CATA: ¡Pobrecita! Tú también has pasado lo tuyo. Ven, deja que te dé un beso.
Los chismes de las mujeres 37
CHECCHINA: Dejadme tranquila, señoras, que no necesito de vuestros besos.
SGUALDA: Vamos, vamos, ven aquí, hagamos las paces.
CHECCHINA: Idos de aquí, chismosas. No quiero tener más relaciones con vosotras.
SGUALDA: ¿Qué te sucede? ¿Se te han subido los humos?
CATA: ¡Mira qué presumida!
SGUALDA: ¿Somos chismosas?
CATA: ¿No quieres besarme?
TONI: ¿Quieren acabar de una vez?
PANTALÓN: ¿No están hartas ya?
CATA: Excelencia, prometida de Beppo, tomad este regalo. (Gesto. Vase.)
CHECCHINA: ¡Descarada!
SGUALDA: ¡Oh, mirad, estimada señora con delirio de grandeza! Tomad este otro
regalo. (Vase.)
CHECCHINA: ¡Malvadas! ¡Ahora me hacen llorar!
BEPPO: No, vida mía, no llores. Señor suegro, vayamos a casa, por favor.
SALAMINA: Sí, vamos. Tú eres mi hija única, y yo soy generoso. Resurgirá mi casa, y
haré todo lo que pueda por ti.
MUSA: Y mí, para casamiento, regalar maníes.
CHECCHINA: ¡Ah, mi estimado señor Maní! Me habéis hecho padecer de lo lindo.
MUSA: Mí no tener culpa. Mí pide perdón.
BEATRIZ: Perdóname también a mí, si te he perjudicado sin querer.
ELEONORA: Y yo, igualmente te pido disculpas.
LELIO: Señoras mías, sin de mérito para vuestro sexo, que estimo y reverencio
infinitamente, hoy he aprendido un no se qué de las mujeres, que me
obliga a retirarme de aquí, para evitar un encuentro con vuestros
encantadores chismes.
BEATRIZ: El tonto nos hiere en lo vivo.
ELEONORA: Aprovecha la ocasión para desquitarse.
PANTALÓN: ¡Ea, apurémonos! Vamos a casa.
BEPPO: ¡Oh, cuántos chismes!
CHECCHINA: Por culpa de esas chismosas he sufrido tanto que casi llego a la
desesperación. Que se mantengan a la distancia. No quiero verlas nunca
más. He encontrado a mi padre, he recuperado a mi novio, y ahora viviré
tranquilamente, en paz. Y la manera de vivir bien, es hablar poco y estar
lejos de las chismosas, porque de éstas nace, muchas veces, la ruina de
una familia.

Mujeres que con gracia y con agrados


tenéis arte y poder de enamorar,
evitad la tarea de arruinar
los renombres con chismes enredados.

Y vosotros, señores, avezados


a la pobre mujer a criticar,
que a las tabernas vais a murmurar,
sois de lengua filosa y sin cuidados.

Advertid que el honor es paño fino


y muy pronto la mancha se dilata
si lo salpican con aceite o vino;

un paño de textura tan sensata


que consigue ensuciarlo un desatino
y es difícil limpiar si se maltrata.
Los chismes de las mujeres 38

TELÓN FINAL

You might also like