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El Sutra Sanghata Dharma-paryaya es una parte de una enseñanza que Buda Shakyamuni

impartió en la montaña Banda de Buitres en Rayagriha. Este discurso del Buda, como todos los
sutras del Mahayana, fue memorizado por sus discípulos y más tarde escrito en sánscrito. El
Sanghata es singular porque es una instrucción que el Buda escuchó de otro Buda anterior y es
también particular por el alcance de los efectos que tiene en aquellos que lo recitan.

El Sutra Sanghata pertenece al grupo de los sutras llamados dharma-paryayas o enseñanzas


transformadoras cuya función es evolucionar las mentes de aquellos que las escuchan o las recitan.
Uno de los beneficios más poderosos es que en el momento de la muerte cualquier persona que lo
haya recitado tendrá visiones de Budas que estarán dispuestos a aliviarle y ayudarle durante el
proceso de la muerte. Otro beneficio es que dondequiera que el Sutra Sanghata se haya recitado, los
Budas estarán siempre presentes. Es por eso que su recitación imparte una bendición muy poderosa
al lugar donde se hace la lectura o la recitación.
En general la recitación de los sutras mahayanas es una de las seis prácticas virtuosas
recomendadas específicamente para la purificación espiritual. La recitación de este sutra en
particular promueve improntas kármicas extensas, cuya influencia perdurará durante muchas vidas,
como el mismo sutra revela.

***

La traducción del texto tibetano al inglés fue llevada a cabo por la generosidad y la
compasión de la Venerable Damchö, discípula del Ven. Lama Zopa Rimpoché.
La versión en castellano se realizó gracias al esfuerzo de Flora Lara Klahr y del Grupo del
Centro Rechung Dorje Dragpa de Xalapa, México, miembros de la Fundación para la Preservación
de la Tradición Mahayana. Posteriormente, el texto fue revisado por Begoña Mendizábal y editado
por Ediciones Dharma.
La presente versión ha sido realizada por Ricardo J. Ramos. Se ha pretendido actualizar la
sintaxis y el lenguaje del texto a un castellano más naturalizado y agradable de leer y recitar. Para
ello, se ha tomado como referencia el original de la versión inglesa de la Ven. Damchó y algunos
términos de la traducción al castellano de Flora Lara Klahr y del Grupo del Centro Rechung Dragpa
de Xalapa, México. Asimismo, se ha formateado el texto actualizando los signos de puntuación.

Córdoba, 27 de julio de 2018


EL NOBLE SUTRA MAHAYANA
SANGHATA DHARMA-PARYAYA

En el lenguaje de la India: Arya Sanghatasutradharmaparyaya

En el lenguaje del Tíbet: phag pa zung gi do'i chö kyi nam drang

¡Homenaje a todos los Budas y Bodhisatvas!

Así lo escuché una vez: el Bendito moraba en Rayagriha, en la montaña Pico de los Buitres,
junto con una gran asamblea de treinta y dos mil monjes, incluyendo al venerable Ajñatakaundinya,
al venerable Maha Maudgalyayana, al venerable Shariputra, al venerable Maha Kashiapa, al
venerable Rahula, al venerable Bakhula, al venerable Bradrapala, al venerable Bhadrashri, al
venerable Chandanashri, al venerable Jangula, al venerable Subhuti, al venerable Revata, y al
venerable Nandasena, entre otros; y junto con sesenta y dos mil Bodhisatvas, incluyendo al
Bodhisatva, el Gran Ser Maitreya; al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura; al Bodhisatva, el Gran
Ser Kumarashri; al Bodhisatva, el Gran Ser Kumaravasin; al Bodhisatva, el Gran Ser
Kumarabhadra; al Bodhisatva, el Gran Ser Anuna; al Bodhisatva, el Gran Ser Manyushri; al
Bodhisatva, el Gran Ser Samantabhadra; al Bodhisatva, el Gran Ser Sudarshana; al Bodhisatva, el
Gran Ser Bhaishajyasena; y al Bodhisatva, el Gran Ser Vajrasena, entre otros; y junto con doce mil
hijos de los dioses, incluyendo al hijo divino Arjuna, al hijo divino Bhadra, al hijo divino Subhadra,
al hijo divino Dharmaruci, al hijo divino Chandanagarbha, al hijo divino Chandanavasin, y al hijo
divino Chandana, entre otros; y junto con ocho mil hijas de los dioses, incluyendo a la hija divina
Mirdamgini, a la hija divina Prasadavati, a la hija divina Mahatma Samprayukta, a la hija divina
“Ojo Glorioso”, a la hija divina Prajapati Vasini, a la hija divina Balini, a la hija divina “Riqueza
Gloriosa”, y a la hija divina Subahuyukta, entre otras; y junto con ocho mil reyes de los nagas,
incluyendo al rey naga Apalala, al rey naga Elapatra, al rey naga Timingila, al rey naga
Kumbhasara, al rey naga Kumbhashirsha, al rey naga “El que Causa Virtud”, al rey naga Sunanda,
al rey naga Sushakha, y al rey naga Gavashirsha, entre otros.

Todos ellos se dirigieron a Rayagriha, a la montaña Pico del Buitre, donde se encontraba el
Bendito. Al llegar allí, se postraron inclinando la cabeza a los pies del Bendito, circunvalaron al
Bendito tres veces y después se sentaron frente al Bendito. El Bendito aprobó su presencia
permaneciendo en silencio.

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura se levantó, colocó la parte superior de su


hábito sobre uno de sus hombros, hincó su rodilla derecha en el suelo, junto sus manos en oración y
se inclinó ante el Bendito. Se dirigió al Bendito de la siguiente forma: «Bendito, un millón de
dioses, un millón de hijas de los dioses y muchos millones de Bodhisatvas se han reunido. Bendito,
muchos millones de Oyentes y también de reyes nagas se han reunido y se han sentado para oír el
Dharma. Siendo esto así, ¿podría el Tathagata, el Destructor del Enemigo, el Buda Perfecto y
Completo explicar, por favor, cuál es la enseñanza de Dharma por la cual tan pronto como la
escuchan los viejos seres sintientes purifican todas sus obstrucciones kármicas, y los jóvenes seres
sintientes llevan a cabo grandes esfuerzos por el virtuoso Dharma y, de ese modo, logran la
superioridad, sus acciones virtuosas no degenerarán, no degenerarán en modo alguno y no
degenerarán jamás?»
Así hablo, y el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura: «Sarvashura, que hayas
pensado en preguntar al Tathagata acerca de esto es bueno, muy bueno. Por eso, Sarvashura,
escucha con atención y recuerda lo que voy a decirte».

Después de decir al Bendito “así lo haré”, el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura escuchó
con total atención al Bendito.

El Bendito le habló así: «Sarvashura, hay un dharma-paryaya llamado Sanghata que aún
permanece activo en este planeta Tierra. Quienquiera que escuche este Sanghata dharma-paryaya,
purificará el karma de las cinco acciones de pena inmediata y nunca habrá de alejarse de la
inigualable, perfecta y completa iluminación. Sarvashura, ¿qué piensas sobre esto? Si concluyes que
aquellos que escuchen este Sanghata Sutra producirán tanta acumulación de mérito como la que
acumula un Tathagata, no debes de entenderlo de ese modo».

Sarvashura dijo: «Bien, entonces, ¿cómo debe de entenderse?»

El Bendito dijo: «Sarvashura, esos Bodhisatvas, esos Grandes Seres, producirán una
acumulación de mérito como la que es generada por tantos Tathagatas, Destructores del Enemigo,
Budas Completos y Perfectos como granos de arena del río Ganges. Sarvashura, aquellos que
escuchen este Sanghata dharma-paryaya nunca se alejarán. Verán al Tathagata. Nunca se apartarán
de la presencia del Tathagata. Se iluminarán completamente en la inigualable, perfecta y completa
iluminación. Las puras realizaciones que alcanzarán nunca serán sobrepasadas por los malvados
maras. Sarvashura, todos aquellos que escuchen este Sanghata dharma-paryaya entenderán el
surgimiento y la cesación».

Entonces, en ese momento, todos esos Bodhisatvas se levantaron, colocaron el manto


superior sobre un hombro, hincaron la rodilla derecha en el suelo y preguntaron al Bendito:
«Bendito, ¿qué cantidad de mérito acumula un Tathagata?»

El Bendito habló como sigue: «Hijos del linaje, escuchad cuál es la medida de la
acumulación de mérito de un Buda. Es como sigue: para hacer una analogía, si la acumulación de
mérito de tantos Bodhisatvas del décimo plano como gotas de agua hay en el gran océano, y
partículas de polvo en el planeta Tierra, y granos de arena en el río Ganges es muy grande; la
acumulación de mérito de un Buda es mucho mayor que eso. Y para aquellos seres sintientes que
escuchen este Sanghata dharma-paryaya, la acumulación de mérito que producirán será todavía
mayor. No es posible hacerse una idea de esa cantidad de mérito contándolo. Sarvashura, cualquiera
que en ese momento, mientras escucha estas palabras, sienta una gran alegría, producirá una
inmensurable cantidad de mérito».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, dijo esto al Bendito: «Bendito, ¿quiénes
son los seres sintientes que están tremendamente sedientos por el Dharma?»

Después de decir esto, el Bendito habló como sigue al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura:
«Sarvashura, hay dos clases de seres sintientes que están tremendamente sedientos por el Dharma.
Si te preguntas quiénes son, Sarvashura, es como sigue: el primero es ecuánime con todos los seres
sintientes; el segundo, Sarvashura, es cualquiera que, después de haber escuchado el Dharma, lo
enseña perfectamente a todos los seres sintientes por igual».

El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, dijo: «Bendito, ¿quién, después de escuchar el


Dharma, lo enseña perfecta y extensamente a todos los seres sintientes por igual?»
El Bendito dijo: «Sarvashura, el primero es aquel que, después de escuchar el Dharma, se
consagra por completo al logro de la Iluminación. Cuando uno se ha consagrado por completo al
logro de la Iluminación, uno está tremendamente sediento por el Dharma por el beneficio de los
seres sintientes. Sarvashura, el segundo es aquel que entra en el Mahayana. Ése también está
siempre tremendamente sediento por el Dharma».

Entonces los millones de dioses, nagas, humanos e hijos de los dioses se levantaron y,
poniendo sus manos juntas en oración hacia el Bendito, se dirigieron al Bendito como sigue:
«Bendito, también nosotros estamos tremendamente sedientos por el Dharma y por eso, que pueda
el Bendito colmar nuestros deseos por completo y los de todos los seres sintientes».

En ese tiempo, en ese momento, el Bendito sonrió.

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura se levantó, se inclinó con reverencia


uniendo sus manos en oración hacia el Bendito y se dirigió al Bendito de la siguiente forma:
«Bendito, ¿cuál es la causa de tu sonrisa? ¿cuál es la razón?»

Entonces el Bendito habló al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura: «Sarvashura, estos seres
sintientes que han venido aquí se iluminarán completamente en la inigualable, perfecta y completa
iluminación. Todos ellos alcanzarán la plenitud de las experiencias gozosas de los Tathagatas».

El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, dijo: «Bendito, ¿por qué? ¿cuál es la razón de que
los seres sintientes que han venido aquí logren la completa, perfecta e inigualable iluminación?»

El Bendito dijo: «Sarvashura, es bueno, es muy bueno que preguntes al Tathagata acerca de
este asunto. Por eso, Sarvashura, escucha las circunstancias de la dedicación.

»Sarvashura, en un tiempo pasado, hace mucho, hace incontables eones, un Tathagata,


Destructor del Enemigo, un Buda Completo y Perfecto llamado Ratnashri, dotado de conocimiento
y buena conducta, ido al gozo, conocedor del mundo, inigualable Guía de seres a ser pacificados,
maestro de dioses y humanos, un Buda, un Bendito, surgió en el mundo.

»Sarvashura, en ese tiempo, en ese momento, yo era un joven brahmán. Por aquel entonces,
todos los seres sintientes que estaba conduciendo hacia la sabiduría de un Buda eran animales
salvajes. En ese tiempo, en ese momento, compuse esta oración: “Que cualquier animal salvaje que
esté ahora atormentado por el sufrimiento, pueda renacer en mi campo búdico. Que pueda
conducirlos a todos a la sabiduría de un Buda”. Y todos esos animales salvajes, habiendo escuchado
esas palabras, asintieron diciendo: “Que así sea”. Sarvashura, por eso, por esa raíz de mérito, estos
seres sintientes han llegado hasta aquí y se iluminarán en la inigualable, perfecta y completa
iluminación».

Una vez escuchado esto, después de oír esta historia de gran gozo del Buda, el Bodhisatva,
el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, ¿qué período de vida es posible para estos seres?»

El Bendito dijo: «Para estos seres sintientes es posible un período de vida de ochenta
eones».

El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: «Bendito, ¿cuál es la medida de un eón?»

El Bendito dijo: «Hijo del linaje, escucha. Es como sigue. Para hacer una analogía, un
hombre construye un recinto de doce yóyanas de circunferencia y tres yóyanas de alto, y por dentro
lo llena por completo únicamente de semillas de sésamo. Entonces, cada mil años, dicho hombre
saca una sola semilla de sésamo de ese recinto completamente lleno de semillas de sésamo. Si
continuara así, incluso cuando llegara el momento en que ese hombre hubiera agotado todas las
semillas de sésamo, e incluso los cimientos y la base del recinto hubieran dejado de existir, aún
entonces un eón no habría pasado completamente.

»Es más, Sarvashura, es de la siguiente forma. Para hacer una analogía, hay una montaña de
cincuenta yóyanas de profundidad y doce yóyanas de altura. Entonces, un hombre construye una
casa en una ladera de esa montaña. Durante mucho tiempo, cada cien años, dicho hombre la frota
con un trapo de muselina de Benarés. Haciendo eso, aun cuando llegue el momento en que la
montaña haya sido consumida por completo, un eón no habría pasado completamente. Sarvashura,
esa es la medida de un eón».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura se levantó y se dirigió al Bendito: «Bendito,


si tan sólo una dedicación produce una acumulación de mérito tan grande que la duración de un
renacimiento afortunado alcanza los ochenta eones, ¿es preciso mencionar la que producirá aquél
que reverencia profundamente las enseñanzas del Tathagata?»

El Bendito dijo: «Escucha, hijo del linaje: si alguien que oye el Sanghata Sutra dharma-
paryaya es capaz de vivir una vida de ochenta y cuatro mil eones, ¿qué necesidad hay de mencionar
a uno que escribe el Sanghata Sutra y que lo lee? Sarvashura, ése producirá una acumulación de
mérito extremadamente enorme.

»Sarvashura, quienquiera que haga postraciones sinceras al Sanghata Sutra con fe, recordará
sus vidas pasadas durante noventa y cinco eones. Se convertirá en un rey que pone en movimiento
la rueda hasta por sesenta eones. Incluso durante una vida tan larga será querido por todos.
Sarvashura, esa persona no morirá a causa de las armas. Esa persona no morirá por causa de un
veneno. La magia negra no podrá herirla. Es más, en el momento de la muerte verá noventa y nueve
millones de Budas de manera directa y, Sarvashura, esos Budas, esos Benditos, le dirán: “Ser Santo,
esta acumulación de mérito ha surgido porque escuchaste el gran Sanghata Sutra dharma-paryaya,
expuesto en detalle”. Y esos noventa y nueve millones de Budas, los Benditos, en sus respectivos
universos, predecirán el lugar de su iluminación.

»Sarvashura, si esto es así, ¿qué necesidad hay de mencionar a quien escucha este gran
Sanghata Sutra dharma-paryaya hasta el final, completa y extensamente? No sólo eso, los Budas le
confortarán y le dirán: “No tengas miedo”».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, si yo también


escuchase el gran Sanghata Sutra dharma-paryaya, ¿qué cantidad de mérito acumularía, Bendito?»

El Bendito dijo: «Sarvashura, los seres sintientes que lo escuchasen acumularían una
cantidad de mérito igual al mérito de tantos Budas, Tathagatas, como granos de arena del río
Ganges».

Sarvashura dijo: «Bendito, cuando escucho el gran Sanghata Sutra dharma-paryaya no


puedo saciarme de él».

El Bendito dijo: «Sarvashura, es bueno, es muy bueno que no seas capaz de saciarte de las
enseñanzas de Dharma. Sarvashura, ya que yo tampoco soy capaz de saciarme de las enseñanzas de
Dharma, Sarvashura, ¿qué necesidad hay de decir que los seres ordinarios no pueden saciarse?

»Sarvashura, cualquier hijo o hija del linaje que genere fe en el Mahayana no caerá en los
reinos desafortunados durante mil eones; no renacerá como un animal durante cinco mil eones; no
generará malicia durante doce mil eones; no nacerá en lugares inhóspitos durante dieciocho mil
eones; durante veinte mil eones practicará con entusiasmo la generosidad; nacerá en el mundo de
los dioses durante veinticinco mil eones; practicará el celibato durante treinta y cinco mil eones;
renunciará a la forma de vida de la familia durante cuarenta mil eones; sostendrá el Dharma durante
cincuenta mil eones y meditará con dedicación sobre la muerte durante sesenta y cinco mil eones.
Sarvashura, ni el más leve karma perjudicial dañará a ese hijo o hija del linaje. Los malvados maras
no podrán herirlo. Nunca nacerá del vientre de una madre. Sarvashura, quienquiera que escuche este
Sanghata Sutra dharma-paryaya, sin importar dónde haya nacido, por noventa y cinco incontables
eones no caerá en los reinos desafortunados; durante ocho mil eones recordará lo que ha escuchado;
durante mil eones dejará de matar; durante noventa y nueve mil eones dejará de mentir; durante
trece mil eones dejará de causar desunión con la palabra. Sarvashura, es difícil encontrar seres
sintientes que hayan oído este dharma-paryaya».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura se levantó, puso su manto superior sobre un
hombro, hincó su rodilla derecha en el suelo, puso sus manos en oración hacia el Bendito, se inclinó
respetuosamente ante el Bendito y dijo al Bendito: «Bendito, ¿qué cantidad de karma negativo
acumularán los que rechacen este dharma-paryaya?»

El Bendito dijo: «Sarvashura, es mucho».

Sarvashura dijo: «Bendito, ¿qué cantidad de karma negativo acumularán esos seres
sintientes?»

El Bendito habló: «Calla, Sarvashura, calla. No me preguntes acerca de las acumulaciones


de karma negativo. Sarvashura, aquellos que despreciaran el Sanghata Sutra acumularían una
cantidad de karma perjudicial mucho mayor que la que se produciría al generar mala voluntad hacia
tantos Tataghatas, Destructores del Enemigo, Budas Perfectos y Completos como granos de arena
hay en doce ríos Ganges. Sarvashura, los que desprecien el Mahayana acumularán aún una mayor
cantidad de karma negativo. Sarvashura, esos seres sintientes están quemados. Ya están quemados».

Sarvashura preguntó: «Bendito, ¿no es posible liberar a esos seres sintientes?»

El Bendito dijo: «Sarvashura, así es. Es imposible liberarlos.

»Sarvashura, es de la siguiente forma. Para hacer una analogía, si alguien cortara la cabeza
de un hombre y luego aplicara una cataplasma en esa cabeza, ya sea de miel o de azúcar, o de
melaza o de mantequilla, o de aceite vegetal o de cualquier otra clase de cataplasma medicinal, ¿qué
opinas? ¿podría ese hombre levantarse nuevamente?»

Sarvashura dijo: «Bendito, eso no es posible».

El Bendito dijo: «Es más, Sarvashura, si un hombre hiriera a otro ser sintiente golpeándolo
con un arma punzante, aunque no sea capaz de matarlo, Sarvashura, le producirá una herida. Si se
aplica medicina, esa herida sanará. Entonces, después de sanar, al recordar el sufrimiento, ese
hombre pensará: “Ahora lo comprendo, y por eso no volveré a cometer acciones perjudiciales, que
producen karma negativo”. Cuando alguien reflexiona de esta forma, Sarvashura, al recordar el
sufrimiento, abandona por completo las acciones perjudiciales. En ese momento el Dharma se pone
de manifiesto. Cuando el Dharma se pone de manifiesto, conduce a la realización completa de todas
las virtuosas enseñanzas de Dharma.

»Sarvashura, es de la siguiente forma: para hacer una analogía, los padre de un hombre que
ha muerto se llenan de angustia y se lamentan; sin embargo, no tienen la capacidad de protegerlo.
De esta misma forma, Sarvashura, los seres ordinarios e inmaduros son incapaces de ayudarse a sí
mismos o a los demás. Igual que los padres que han visto todas sus esperanzas frustradas, también
esos seres sintientes, en el momento de la muerte, verán cómo todas sus esperanzas se frustran.

»Sarvashura, hay dos clases de seres sintientes que verán sus esperanzas frustradas. ¿Cuáles
son esos dos? Son los siguientes: el primero es el que lleva a cabo acciones negativas o las ordena
cometer; el segundo es el que abandona el santo Dharma. Estas dos clases de seres sintientes, en el
momento de la muerte, verán cómo sus esperanzas se frustran».

El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: «Bendito, ¿dónde renacerán esos seres
sintientes? ¿qué les espera después?»

El Bendito dijo: «Sarvashura, ilimitados son los renacimientos de los seres sintientes que
rechazan el Dharma. Ilimitadas son también sus vidas futuras. Sarvashura, los seres sintientes que
abandonen el santo Dharma experimentarán sufrimientos durante un eón en el gran Infierno
Resucitante, un eón en el Infierno de la Destrucción Masiva, un eón en el Infierno Caliente, un eón
en el Infierno Muy Caliente, un eón en el gran Infierno de la Raya Negra, un eón en el gran Infierno
del Tormento Incesante, un eón en el gran infierno de los Gemidos Estrepitosos, un eón en el gran
Infierno de los Gemidos y, Sarvashura, tendrán que experimentar el sufrimiento de estos ocho
grandes infiernos durante ocho eones».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo lo siguiente al Bendito: «Bendito, es


sufrimiento. Ido al Gozo, es sufrimiento. No es agradable de oír».

Entonces, en ese tiempo, el Bendito pronunció estos versos:

«A causa del extremo dolor que los seres


en el infierno experimentan,
palabras tan aterradoras como éstas
encuentras tristes sólo de oír.

»Quien lleva a cabo acciones virtuosas,


obtendrá como resultado felicidad.
Quien lleva a cabo acciones negativas,
recibirá sin duda sufrimiento.

»El que desconoce la causa de la felicidad,


con el nacimiento seguirá sufriendo
el tormento de la muerte y la atadura al dolor.
Estos seres inmaduros sufrirán sin cesar.

»Los que consideran al Buda como supremo,


en verdad estos sabios serán felices.
Del mismo modo, los que tienen fe en el Mahayana
no obtendrán renacimientos desafortunados.

»Sarvashura, de esta forma,


debido al karma acumulado en el pasado,
aunque éste sea muy pequeño,
se experimentan ilimitados resultados.

»Si uno planta una semilla en el campo supremo,


el campo de Buda,
abundantes serán los frutos.
Al igual que al plantar unas cuantas semillas
son muchos los frutos que se recogen,
del mismo modo los sabios que se deleitan
en las enseñanzas del Conquistador
serán felices, abandonarán lo que es perjudicial
y llevarán a cabo muchas acciones virtuosas.

»Quienquiera que ofrezca aun un solo cabello


como ofrenda a mis enseñanzas,
durante ochenta mil eones disfrutará de grandes posesiones
y también de mucha riqueza.

»Donde quiera que renazcan


serán siempre generosos.
Así, enormemente fecundo es el Buda,
un profundo campo de méritos».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, ¿cómo debemos
buscar el Dharma enseñado por el Bendito? Bendito, después de oír el Sanghata Sutra dharma-
paryaya, ¿cómo debemos sostener con firmeza las raíces de virtud?»

El Bendito dijo: «Sarvashura, debes saber que la acumulación de mérito del que escucha este
Sanghata Sutra dharma-paryaya es igual que la de venerar a tantos Tathagatas, Destructores del
Enemigo, Budas Completos y Perfectos como incontables granos de arena hay en doce ríos Ganges,
proveyéndolos con todo lo necesario para su bienestar».

El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: «Bendito, ¿cómo pueden las raíces de virtud ser
perfeccionadas?»

Preguntó esto y el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura: «Esas raíces de virtud
deben ser consideradas iguales a un Tathagata».

«¿Qué son esas raíces de virtud que deben ser consideradas como iguales a un Tathagata?»

El Bendito dijo: «El que enseña el Dharma debe ser considerado como un Tathagata».

El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: «Bendito, ¿quién enseña el Dharma?»

«Quienquiera que recite el Sanghata Sutra, ése enseña el Dharma».

El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: «Bendito, si los que escuchen el Sanghata Sutra
dharma-paryaya producirán tal acumulación de méritos, ¿qué necesidad hay de mencionar a los que
lo escriben o lo leen? ¿cuánta mayor acumulación de mérito producirán?»

El Bendito dijo: «Sarvashura, escucha. Es como sigue. Para hacer una analogía, en cada una
de las cuatro direcciones hay tantos Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y
Perfectos, tantos como incontables granos de arena hay en doce ríos Ganges y todos ellos
permanecen y enseñan el Dharma durante doce eones. Aún cuando todos ellos describieran la
acumulación de mérito de alguien que escribe el Sanghata Sutra, no serían capaces de lograrlo o de
expresarlo con palabras. Y aún si tantos Budas, Benditos, como incontables granos de arena hay en
cuarenta y ocho ríos Ganges son incapaces de describir la acumulación de mérito de quien lo
escribe, ¿qué necesidad hay de decir que aquel que lo escribe o reflexiona en él o lo lee se
convertirá en un tesoro del Dharma?»

El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: «¿Cuál será la acumulación de mérito de quien
lo lee?»

Entonces, en ese momento, el Bendito pronunció estos versos:

«Las virtudes acumuladas por quien ha leído


tan sólo una estrofa de cuatro versos son tales que,
si tantos Conquistadores como granos de arena
hay en ochenta y cuatro ríos Ganges
expresasen sin interrupción los méritos
del que ha leído este sutra, el Sanghata,
no consumirían ese mérito.

»El Dharma enseñado por los Budas


es difícil de encontrar e ilimitado».

Y entonces, en ese tiempo, en ese momento, ochenta y cuatro cientos de miles de miríadas
de millones de dioses rindieron homenaje uniendo sus manos en oración hacia donde el Sanghata
Sutra dharma-paryaya estaba siendo enseñado, y dijeron esto al Bendito: «Bendito, cualquiera que
haya sido el propósito del Bendito al depositar un tesoro del Dharma como éste en este mundo es
bueno, muy bueno».

Desde otro lugar, dieciocho cientos de miles de miríadas de millones de ascetas desnudos de
otras tradiciones llegaron al lugar donde estaba el Bendito y dijeron al Bendito: «¡Oh, Asceta
Gautama, que seas victorioso!»

El Bendito respondió: «El Tathagata es siempre victorioso. Nudistas extremistas, ¿cómo


podríais vosotros, extremistas, ser victoriosos?»

Ellos dijeron: «Sé victorioso, Asceta Gautama. Sé victorioso».

El Bendito respondió:

«No veo victoria en vosotros.


Si persistís en un camino equivocado,
¿cómo podríais ser vencedores?
Escuchad, vosotros que vais desnudos,
y os enseñaré algo que os será de beneficio.
Para una mente inmadura, nada es placentero.
¿Cómo podéis vosotros ser vencedores?
De este modo, con el ojo de Buda,
enseñaré también el camino profundo».

Entonces esos ascetas desnudos se enfadaron con el Bendito y generaron una mente
incrédula. En ese tiempo, en ese momento, el señor de los dioses, Indra, blandió su rayo. Entonces
esos dieciocho millones de ascetas desnudos quedaron aterrorizados y, llenos de dolor, sollozaban
entre lágrimas. Además, el Bendito hizo desaparecer su cuerpo. Entonces, los ascetas desnudos se
lamentaron y lloraron y, al no ver al Bendito, pronunciaron estos versos:
«No hay nadie que nos proteja,
ni padre ni madre.
Todo es un desierto,
sin un hogar, sin lugar alguno donde ir.

»Ni siquiera hay agua.


No hay árboles ni aves
ni ser vivo alguno.
Sin nadie que nos proteja, todo es sufrimiento.

»Sin el Tathagata,
todo es sufrimiento».

Entonces, los dieciocho millones de ascetas desnudos se levantaron y poniéndose de rodillas


y alzando sus voces, cantaron:

«Tathagata, tú que resides en la compasión,


Completo Buda, supremo entre los hombres,
por favor, ayúdanos,
sé refugio para los seres sin esperanza».

Entonces el Bendito sonrió y dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura: «Sarvashura, ve y


enseña el Dharma a los ascetas desnudos extremistas de otras tradiciones».

Así habló. Y el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, si la Montaña
Negra hace caer sus rocas y rinde homenaje postrándose con sus cumbres ante el Monte Meru, rey
de las montañas, ¿cómo podría yo enseñar el Dharma cuando el Tathagata está presente?»

El Bendito dijo: «Calla, hijo del linaje. Son muchos los recursos de los Budas, Sarvashura,
así que adelante. Ve, busca en las diez direcciones del universo y encuentra el lugar donde los
Tathagatas aparecen y donde los tronos están dispuestos. Sarvashura, yo mismo enseñaré el Dharma
a los ascetas desnudos extremistas de otras tradiciones».

El Bodhisatva Sarvashura dijo: «Bendito, ¿debo ir gracias a mis poderes sobrenaturales o a


los del Tathagata?»

El Bendito respondió: «Sarvashura, ve por la bendición de la fuerza de tus poderes


sobrenaturales. Sarvashura, regresa por la fuerza de los poderes sobrenaturales del Tathagata».

Entonces el Bodhisatva Sarvashura se levantó, circunvaló al Bendito y, acto seguido,


desapareció.

Entonces el Bendito enseñó el Dharma a esos extremistas de otras tradiciones.

«Amigos, nacer es sufrimiento. El mero hecho de nacer es sufrimiento. Después de nacer


surgen muchos miedos al sufrimiento. Del nacimiento surge el miedo a la enfermedad. De la
enfermedad, surge el miedo a la vejez. De la vejez, surge el miedo a la muerte».

«Bendito, ¿qué quieres decir con “del nacimiento nace el miedo a nacer”?»

«Al nacer como un ser humano surgen muchos temores. Surge temor al rey. Surge temor a
los ladrones. Surge temor al fuego. Surge temor al veneno. Surge temor al agua. Surge temor al
viento. Surge temor a los remolinos. Surge temor a las acciones del pasado».

El Bendito enseñó el Dharma haciendo usos de numerosos ejemplos relacionados con el


nacimiento y, de ese modo, los ascetas desnudos extremistas de otras tradiciones quedaron
completamente aterrados y decían: «De ahora en adelante no queremos volver a nacer».

Cuando el Bendito expuso este Sanghata dharma-paryaya, los dieciocho millones de ascetas
desnudos extremistas de otras tradiciones alcanzaron la inigualable, total, perfecta y completa
iluminación. De entre su propio séquito, dieciocho mil Bodhisatvas alcanzaron el décimo plano y
todos ellos manifestaron diferentes emanaciones sobrenaturales: caballos, elefantes, tigres, garudas,
el Monte Meru y otras formas como esvásticas o árboles. Todos ellos se sentaron en la postura vajra
sobre tronos de loto.

Nueve mil millones de Bodhisatvas se sentaron a la derecha del Bendito. Nueve mil
millones de Bodhisatvas se sentaron a la izquierda del Bendito, y el Bendito permanecía en
meditación estabilizada, enseñando el Dharma por medio de sus poderes sobrenaturales. Al séptimo
día, el Bendito abre la palma de su mano, pues sabe que el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura,
regresa desde el Universo del Loto Sublime. Cuando el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura fue
hasta el universo del Loto Sublime por la bendición de sus propios poderes sobrenaturales, empleó
siete días. Pero cuando el Bendito abrió su mano, en ese mismo momento el Bodhisatva Sarvashura
apareció ante el Bendito. Después de circunvalar al Bendito tres veces, su mente se inspiró con fe
pura en el Bendito.

Unió sus manos en oración, se inclinó hacia el Bendito y dijo esto al Bendito: «Bendito,
habiendo visitado los universos de las diez direcciones, gracias a uno de mis poderes sobrenaturales
vi noventa y nueve millones de campos búdicos y, gracias a dos de mis poderes sobrenaturales, vi
mil millones de Benditos. Al séptimo día llegué al universo del Loto Sublime, y por el camino
también vi cientos de miles de millones de campos búdicos inamovibles.

»Bendito, entonces los Budas, Benditos, manifestaron emanaciones sobrenaturales, y vi


cómo en noventa y dos mil millones de campos búdicos los Benditos enseñaban el Dharma. En ese
mismo día vi ochenta mil millones de campos búdicos donde ochenta mil millones de Tathagatas,
Destructores del Enemigo, Budas Perfectos y Completos surgieron en el mundo. Después de
postrarme ante todos esos Benditos seguí adelante.

»Bendito, en ese mismo día atravesé treinta y nueve mil millones de campos búdicos, y en
esos treinta y nueve mil millones de campos búdicos, treinta y nueve mil millones de Bodhisatvas
aparecieron, y en ese mismo día se iluminaron por completo en la inigualable, perfecta y completa
iluminación. Circunvalé a esos Benditos, Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y
Perfectos tres veces y, gracias al poder sobrenatural, desaparecí.

»Bendito, también vi Budas, Benditos, en sesenta millones de campos búdicos. Bendito, hice
postraciones ante los campos búdicos y ante los Budas y seguí adelante.

»Bendito, en otros ocho millones de campos búdicos vi cómo los Tathagatas completaban la
acción de pasar al nirvana. Después de hacer postraciones también ante esos Benditos, seguí
adelante.

»Es más, Bendito, en noventa y cinco millones de campos búdicos presencié la desaparición
del santo Dharma. Me afligí y rompí en llanto. Además, vi dioses, nagas, espíritus malignos,
demonios y otros muchos seres del reino del deseo que lloraban, traspasados por grandes y
agonizantes dolores. Igual que antes, Bendito, ante estos campos búdicos junto con sus océanos, sus
montes Meru y su tierra, que estaban todos, sin excepción, quemados, hice postraciones y,
profundamente apenado, me marché.

»Bendito por el camino hasta el universo del Loto Sublime también vi quinientos mil
millones de tronos dispuestos. En la dirección del sur había cien mil millones de tronos dispuestos.
En la dirección del norte vi cien mil millones de tronos dispuestos. En la dirección del este, cien mil
millones de tronos dispuestos. En la dirección del oeste, cien mil millones de tronos dispuestos. En
la dirección superior, cien mil millones de tronos dispuestos. Bendito, todos esos tronos que estaban
dispuestos estaban hechos con las siete clases de piedras preciosas, y en ellos se sentaban los
Tathagatas enseñando el Dharma.

»Yo estaba maravillado ante esos Benditos y les pregunté: “¿cuál es el nombre de este
universo búdico?”. Y esos Benditos dijeron: “Hijo del linaje, este universo se llama Loto Sublime.”

»Bendito, entonces, después de circunvalar a esos Tathagatas, pregunté: “¿cómo se llama el


Tathagata de este campo búdico?”

»Ellos respondieron: “El Tathagata, Destructor del Enemigo, el Buda Completo y Perfecto
Esencia de Loto lleva a cabo las actividades de un Buda en este campo búdico.”

»Entonces les pregunté: “Hay muchos cientos de miles de millones de Budas, pero no he
encontrado al Tathagata, Destructor del Enemigo, al Buda Perfecto y Completo Esencia de Loto.
¿Quién es?”

»Ese Bendito dijo: “Hijo del linaje, te mostraré al conocido como Tathagata, Destructor del
Enemigo, al Buda Completo y Perfecto Esencia de Loto.”

»Entonces el santo cuerpo de todos esos Tathagatas desapareció y se manifestaron bajo la


forma de Bodhisatvas. Sólo un Tathagata estaba presente, y ante él me postré tocando el suelo con
la cabeza ante sus santos pies. Entonces apareció un trono y me acerqué a él. Y, Bendito, en ese
momento otros muchos tronos aparecieron. Pero como nadie se sentaba en ellos le dije al Tathagata:
“Bendito, nadie se sienta en esos tronos.”

»El Tathagata respondió: “Nadie puede sentarse en esos tronos sin haber creado las raíces de
virtud.”

»Dije: “Bendito, ¿qué clase de acción virtuosa crea la causa para poder sentarse en esos
tronos?”

»El Bendito dijo: “Escucha, hijo del linaje. Aquéllos que han oído el Sanghata Sutra
dharma-paryaya, gracias a esa acción virtuosa, se sentarán en esos tronos; y no es preciso
mencionar a los que lo han escrito o leído. Sarvashura, tú has oído el Sanghata Sutra dharma-
paryaya y por eso ahora estás sentado en ese trono. ¿Cómo si no podrías haber accedido a este
campo búdico?”

»Así habló el Bendito, y yo le dije: “Bendito, ¿cuál es la cantidad de mérito que acumularán
los que escuchen el Sanghata Sutra dharma-paryaya?”

»Entonces ese Bendito, el Tathagata Esencia de Loto, sonrió. Le pregunté con qué intención
sonreía: “Bendito, ¿por qué sonríe el Tathagata y con qué propósito?”
»El Bendito respondió “Hijo del linaje, Bodhisatva, Gran Ser Sarvashura, el Que Ha
Obtenido Gran Poder, escucha. Es así: para hacer una analogía, hay un rey que pone en movimiento
la rueda y reina sobre los cuatro continentes. Si ese rey plantara sésamo en todos los campos de los
cuatro continentes, Sarvashura, ¿qué opinas? ¿crecerían muchas de esas semillas?”

»Sarvashura dijo: “Bendito, muchas. Ido al Gozo, muchas.”

»El Bendito dijo: “Sarvashura, si una persona reuniera todas esas semillas de sésamo y otra
las tomara una a una y las fuera apartando, Sarvashura, ¿qué opinas? ¿podría llegar a contar todas
esas semillas de sésamo o hacer una analogía de su número?”

»El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: “Bendito, no sería capaz. Ido al Gozo, no
podría. Sería incapaz de contar todas esas semillas de sésamo o de hacer una analogía de su
número.”

»“De esa misma forma, Sarvashura, salvo el Tathagata, nadie más puede hacer una analogía
de la cantidad de mérito que produce este Sanghata Sutra dharma-paryaya. Sarvashura, es así. Para
hacer una analogía, ni aun si tantos Tathagatas como las semillas de sésamo mencionadas
proclamaran el mérito que se acumula al escuchar el Sanghata dharma-paryaya, ni siquiera haciendo
uso de una analogía, podría ese mérito expresarse en su totalidad. Siendo así, no es preciso
mencionar al que lo escribe, lo lee o hace que lo escriban.”

»El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: “¿Cuánto mérito acumula el que lo escribe?”

»El Bendito dijo: “Hijo del linaje, escucha. Es como si alguien cortara toda la hierba o la
madera de un millón de universos y la redujera al tamaño de un mero pulgar y, Sarvashura, escucha
otra analogía. Si se redujeran a partículas de polvo las piedras, las montañas y la tierra de un millón
de sistemas de mundos, y todas ellas se convirtieran en reyes que ponen en movimiento la rueda en
los cuatro continentes, ¿sería posible hacer una analogía de su mérito?”

»Sarvashura respondió: “No, Bendito, salvo para el Tathagata.”

»“Sarvashura, del mismo modo es también imposible hacer una analogía de la acumulación
de mérito que se produce al escribir el Sanghata Sutra dharma-paryaya. Si lo comparamos con la
acumulación de mérito de todos esos reyes que ponen en movimiento la rueda, la acumulación de
mérito de aquel que escribe una sola sílaba de este dharma-paryaya es mucho mayor. Aunque su
mérito es extremadamente grande, esos reyes que ponen en movimiento la rueda no pueden
compararse. Sarvashura, del mismo modo el Bodhisatva, el Gran Ser que sostiene el santo Dharma
del Mahayana y lo practica no puede ser superado por un rey que pone en movimiento la rueda. De
esta forma, no es posible hacer una analogía de la acumulación de mérito que se produce al escribir
el Sanghata Sutra dharma-paryaya.”

»“Sarvashura, este Sanghata Sutra es un tesoro de méritos. Es un pacificador de todos los


engaños. Hace que la lámpara del Dharma brille con gran esplendor. Vence a todos los malvados
demonios. Hace que las moradas de todos los Bodhisatvas se iluminen con gran esplendor. Conduce
a la plenitud de todas las realizaciones de Dharma.”»

Así habló, y el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, la práctica del
celibato es aquí muy difícil. Si uno se pregunta porqué, Bendito, ya que la práctica de un Tathagata
es rara, del mismo modo la práctica del celibato también lo es. Cuando alguien se compromete en la
práctica del celibato, verá al Bendito cara a cara. Día y noche verá al Bendito. Siendo así, cuando
uno ve al Bendito cara a cara, día y noche, uno ve el campo búdico. Cuando alguien ve el campo
búdico está viendo un tesoro inagotable. En el momento de la muerte no tendrá miedo. Nunca más
nacerá del vientre de una madre. Nunca más volverá a estar afligido. No estará atado por las
cadenas del apego».

Esto es lo que dijo, y el Bendito repuso al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura: «Sarvashura,
el surgimiento de un Tathagata es algo difícil de encontrar».

Sarvashura respondió: «Bendito, ciertamente es difícil de encontrar. Ido al Gozo,


verdaderamente es difícil de encontrar».

El Bendito dijo: «Sarvashura, del mismo modo, este Sanghata Sutra dharma-paryaya es
también difícil de encontrar. Sarvashura, quienquiera que escuche este Sanghata dharma-paryaya,
durante ochenta eones recordará sus vidas pasadas. Durante sesenta mil eones obtendrá la soberanía
del que pone en movimiento la rueda. Durante ocho mil eones alcanzará la posición de Indra. Hasta
por veinte mil eones renacerá igual de afortunado que los dioses de los recintos puros. Hasta por
treinta y ocho mil eones se convertirá en el gran Brahma. Hasta por noventa y nueve mil eones no
obtendrá renacimientos desafortunados. Hasta por cien mil eones no renacerá entre los espíritus
ávidos. Hasta por veintiocho mil eones no nacerá como un animal. Hasta por trece mil eones no
renacerá como un semidiós. No encontrará la muerte a causa de las armas. Hasta por veinticinco mil
eones su sabiduría no degenerará. Hasta por siete mil eones será sabio. Hasta por nueve mil eones
será hermoso y atractivo. Será como los Cuerpos de la Forma completados por el Tathagata. Hasta
por veinticinco mil eones no renacerá como una esposa. Hasta por dieciséis mil eones no sufrirá
enfermedades físicas. Hasta por treinta y cinco mil eones poseerá el ojo divino. Hasta por
diecinueve mil eones no renacerá entre los nagas. Hasta por sesenta mil eones no estará dominado
por el odio. Hasta por siete mil eones no nacerá en una familia pobre. Hasta por ochenta mil eones
obrarán en los dos continentes. Incluso si renaciera en la pobreza, disfrutará de dones y libertades
como son: hasta por doce mil eones no padecerá ceguera; hasta por trece mil eones no obtendrá un
mal renacimiento; hasta por once mil eones tendrá sabiduría y practicará la paciencia.

»Además, en el momento de la muerte, cuando la última consciencia haya cesado, no tendrá


percepciones erróneas. No sucumbirá al odio. En la dirección del este verá tantos Budas, Benditos,
como el número de granos de arena de doce ríos Ganges. En la dirección del sur verá de manera
directa tantos Budas, Benditos, como el número de granos de arena de veinte millones de ríos
Ganges. En la dirección del oeste verá tantos Budas, Benditos, como el número de granos de arena
de veinticinco ríos Ganges. En la dirección del norte verá directamente tantos Budas, Benditos,
como el número de granos de arena de ochenta ríos Ganges. En la dirección superior verá de
manera directa noventa millones de Budas, Benditos. En la dirección inferior verá tantos Budas,
Benditos, como el número de granos de arena en ochenta millones de ríos Ganges, y todos ellos le
dirán a ese hijo del linaje: “Hijo del linaje, tú has oído el Sanghata dharma-paryaya y, por ello, en
las vidas futuras disfrutarás de buenas cualidades, bienestar y todo tipo de felicidad. Así pues, no
tengas miedo.” Con estas palabras le confortarán».

El Bendito dijo: «Oh, hijo del linaje, ¿has visto tú tantos cientos de miles de miríadas de
millones de Tathagatas como granos de arena hay en muchos ríos Ganges?»

Él respondió: «Bendito, los he visto. Ido al Gozo, los he visto».

El Bendito dijo: «Oh, hijo del linaje, estos Tathagatas han venido a verte».

Él respondió: «¿Qué acción virtuosa ha sido la causa de que todos estos Tathagatas hayan
venido al lugar donde me encuentro?»
El Bendito dijo: «Hijo del linaje, escucha. Obtuviste un renacimiento humano, el Sanghata
dharma-paryaya llegó a tu oído y, como consecuencia, debido a esa causa, acumulaste esta gran
cantidad de mérito».

Sarvashura dijo: «Bendito, si mi acumulación de mérito se ha convertido en todo esto, ¿es


preciso mencionar al que lo escucha por completo y lo comprende?»

El Bendito dijo: «Calla, calla, oh hijo del linaje. Voy a describir el mérito de una estrofa de
cuatro versos, así que presta atención. Hijo del linaje, es similar a lo siguiente: para hacer una
analogía, la acumulación de mérito que produce es mucho mayor que la de tantos Tathagatas,
Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos como el número de granos de arena de
trece ríos Ganges. Si alguien que escucha tan sólo una estrofa de cuatro versos de este Sanghata
dharma-paryaya produce una acumulación de mérito mucho mayor que la de alguien que venera a
tantos Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos como el número de
granos de arena de trece ríos Ganges, ¿acaso es necesario mencionar al que lo escucha por completo
y lo comprende? Hijo del linaje, escucha acerca del que escucha todo el Sanghata dharma-paryaya y
lo comprende. Si se plantaran tantas semillas de sésamo como para llenar todos los mundos de un
billón de universos, y en igual número hubiera tantos reyes que ponen en movimiento la rueda
como dichas semillas, y entonces una persona rica, con grandes riquezas y posesiones, empleara sus
bienes para hacer regalos a todos esos reyes que ponen en movimiento la rueda; el mérito
acumulado por esa persona no podría compararse con el de alguien que hace regalos a uno que ha
logrado el estado del que Ha Entrado en la Corriente, pues el mérito de este último es mucho mayor.
Si los seres de todos los mundos de un billón de universos alcanzaran el estado del que Ha Entrado
en la Corriente y alguien hiciera ofrendas a todos esos seres, el mérito acumulado por otro que
hiciera ofrendas a alguien que ha logrado el estado del Que Regresa Una Vez sería mucho mayor. Si
los seres de todos los mundos de un billón de universos alcanzaran el estado del Que Regresa Una
Vez y una persona les hiciera ofrendas, el mérito acumulado por otro que las hiciera a alguien que
ha logrado el estado del que Nunca Regresa sería mucho mayor. Si los seres de todos los mundos de
un billón de universos alcanzaran el estado del que Nunca Regresa y alguien les hiciera ofrendas, el
mérito acumulado por otro que las hiciera a un Destructor del Enemigo sería mucho mayor. Si los
seres de todos los mundos de un billón de universos fueran Destructores del Enemigo y alguien les
hiciera ofrendas, el mérito acumulado por otro que las hiciera a un Conquistador Solitario sería
mucho mayor. Si los seres de todos los mundos de un billón de universos fueran Conquistadores
Solitarios y alguien les hiciera ofrendas, el mérito acumulado por otro que las hiciera a un
Bodhisatva sería mucho mayor. Si los seres de todos los mundos de un billón de universos fueran
Bodhisatvas y alguien les hiciera ofrendas, el mérito acumulado por otro que generara fe en un
Tathagata sería mucho mayor. Pero si el del que escucha este Sanghata dharma-paryaya es incluso
mayor que el mérito acumulado por el que genera fe en tantos Tathagatas como para llenar los
mundos de un billón de universos, Sarvashura, ¿es preciso mencionar al que escribe este Sanghata
dharma-paryaya, lo memoriza, lo lee o lo entiende? Sarvashura, ¿es preciso mencionar el que se
postra con una mente de fe ante este Sanghata dharma-paryaya?

»Sarvashura, ¿qué opinas sobre este asunto? Sería maravilloso si todos los seres de mente
inmadura pudieran escuchar esto, pero aunque pudieran escucharlo, no generarían fe.

»Sarvashura, escucha: ¿puede algún ser ordinario de mente inmadura ser capaz de alcanzar
el fondo del gran océano?»

Él respondió: «Bendito, no hay nadie».

El Bendito preguntó: «¿Hay alguien que pueda vaciar el océano con la palma de su mano?»
Sarvashura respondió: «Bendito, no hay nadie. Ido al Gozo, no hay nadie».

El Bendito dijo: «Al igual que no hay nadie que sea del todo capaz de desecar el gran
océano, Sarvashura, tampoco hay nadie con aspiraciones menores que sea capaz de escuchar este
dharma-paryaya. Sarvashura, aquellos que no han visto tantos millones de Tathagatas como
incontables granos de arena en ochenta ríos Ganges, son incapaces de escribir este Sanghata
dharma-paryaya. Aquellos que no han visto tantos Tathagatas como incontables granos de arena en
noventa ríos Ganges son incapaces de escuchar este dharma-paryaya. Aquellos que no han visto
cien miríadas de millones de Tathagatas, aunque oigan este dharma-paryaya, lo rechazarán.
Sarvashura, aquellos que han visto cien millones de Tathagatas, tantos como incontables granos de
arena hay en el río Ganges, al escuchar este dharma-paryaya generarán fe. Quedarán deleitados.
Conocerán la verdad tal cual es. Tendrán fe en este Sanghata dharma-paryaya y no lo rechazarán.

»Sarvashura, escucha: aquellos que escriban tan sólo una estrofa de cuatro versos de este
Sanghata Sutra, después de atravesar noventa y cinco mil millones de universos, su campo búdico
devendrá igual al universo de Sukhavati. Sarvashura, la duración de la vida de esos seres sintientes
alcanzará los ochenta y cuatro mil eones.

»Sarvashura, escucha: y para los Bodhisatvas, los Grandes Seres que escuchen tan sólo una
mera estrofa de cuatro versos de este Sanghata dharma-paryaya, será como sigue. Para hacer una
analogía, un ser sintiente ha llevado a cabo las cinco acciones de pena inmediata, las ha mandado
llevar a cabo o se ha regocijado de que hayan sido cometidas; si este ser escucha tan sólo una
estrofa de cuatro versos de este Sanghata dharma-paryaya, purificará por completo el karma
negativo de las cinco acciones de pena inmediata. Esto es así.

»Sarvashura, escucha y te mostraré aún otra virtud. Es como sigue: para hacer una analogía,
una persona ha destruido estupas, ha causado desunión en la Sangha, ha perturbado la meditación
estabilizada de un Bodhisatva, ha causado obstrucciones a la sabiduría de un Buda y ha matado a un
ser humano. Después de todo esto, esa persona se siente arrepentida y apenada: “Este cuerpo es la
causa de mi ruina y también la ruina de mis vidas futuras. No valgo nada.” Mientras piensa en esto
le embarga una profunda pena y sufre amargamente. Su dolor es insoportable. Sarvashura, una
persona así será rechazada por todos. Será objeto de desprecio. Esta persona estará acabada y no
tendrá esperanza. La felicidad mundana y la supramundana son ya para ella imposibles de alcanzar.
Como un trozo de madera reducido a cenizas, tal será su destino durante muchos eones. Como los
pilares y las vigas de una casa bien construida que, al quemarse, pierden su belleza, así será para esa
persona. Tampoco merece aprecio en este mundo. Donde quiera que vaya, sea donde sea, los demás
la criticarán y abusarán de ella, y sufrirá hambre y sed y no encontrará nada para comer o beber.

»A consecuencia de esto, sufre profundamente y se acuerda de la destrucción de estupas, de


las cinco acciones de pena inmediata, además del hambre y de la sed, y por todo ello piensa: “¿A
dónde puedo ir? ¿Quién me protegerá?” Y llena de amargura piensa: “Ya que nadie puede
protegerme, dejadme ir a la montaña o a un acantilado para poner fin a mi vida”. Y dice:

»“Por haber llevado a cabo acciones perjudiciales,


soy como ceniza, quemado para siempre.
Nadie me quiere en esta vida,
y nadie me querrá en las futuras.

»Nadie me quiere en mi propia casa


y fuera de ella, tampoco me quiere nadie.
A causa de las perturbaciones mentales
he cometido acciones perjudiciales
que me conducirán a los reinos inferiores.

»También sufriré en las vidas futuras,


en cualquier desafortunado lugar en que me halle.”

»Y mientras se lamentaba y se deshacía en llanto,


los dioses oyeron sus palabras:

»“¡Ay! Renaceré en los reinos inferiores,


pues no hay esperanza para mí en la próxima vida.”

»Los dioses le dijeron:

»“¡Eres un necio por pensar así!


Abandona tu congoja y haz algo.”

»“He matado a mi padre y a mi madre


y he cometido los cinco crímenes atroces.
No tengo amigo ni protector que me ayude.
Sólo el sufrimiento me espera.
Me marcho a la cima de la montaña
para arrojarme desde allí.”

»“Necio, no lo hagas.
Esa acción te perjudicará,
como las muchas maldades
que ya has llevado a cabo.
¡No cometas ese error!”

»“El que se daña a sí mismo


renacerá en los dolorosos infiernos
y se lamentará y gemirá a gritos
mientras se revuelca por el suelo.”

»“No es por esas acciones que los Budas llegaron a ser tales,
como tampoco los Bodhisatvas.
Ni siquiera conducen al estado de un Oyente.
Esfuérzate por otras metas.
Ve a la montaña donde vive el Sabio.”

»Así lo hizo, y después de contemplar la grandeza del Sabio


se postró con la cabeza a sus pies.

»“¡Ser Santo, sé mi refugio!


Estoy oprimido por el miedo y la angustia.
¡Esencia de Seres, Sabio, por favor, escúchame!
Por favor, siéntate y escucha mis palabras.

»Enséñame el virtuoso Dharma, aunque sólo sea un poco,


pues el miedo y la angustia me oprimen.
Por favor, siéntate aunque sólo sea un momento.
Deja que te confiese todas las malas acciones
que he cometido.
Por favor, que el Sabio me enseñe.”

»El Sabio dijo:

»“Lamentándote por el sufrimiento y oprimido por el dolor,


estás afligido por el hambre y la sed,
mientras vagas por los tres mundos, sin esperanza.
Por eso, acepta la comida que te ofrezco.”

»Para satisfacer las necesidades del cuerpo,


el sabio le dio alimentos.

»“Después de comer esta deliciosa y sabrosa comida,


los seres quedarán extremadamente complacidos.
Más tarde te enseñaré el Dharma que purifica
todas las faltas.”

»Entonces, en un momento, comió


el delicioso alimento que le había sido ofrecido.
Después de comer se lavó las manos
y circunvaló al Sabio tres veces.

»Se sentó con las piernas cruzadas


y confesó al Sabio todas las faltas que había cometido.

»“He matado a mi padre y a mi madre,


he destruido estupas y
he interferido en el logro de la Budeidad
de un Bodhisatva.”

»Cuando el Sabio escuchó sus palabras


le dijo lo siguiente:

»“Ya que has cometido estas malas acciones,


querido mío, careces de virtud.
Confiesa las acciones perjudiciales que has cometido
o que has ordenado a otros cometer.”

»Entonces, en ese momento, atravesado por grandes dolores y afligido por el miedo, el
hombre le dijo al Sabio:

»“¿Quién me protegerá?
Por haber cometido malas acciones
experimentaré sufrimiento.”

»Entonces se puso de rodillas y dijo al Sabio:

»“Todas las malas acciones que he cometido


y que he ordenado a otros cometer,
yo las confieso en este momento.
Que no maduren con sus malos frutos.
Que no tenga que experimentar sufrimiento.

»Deja que me acerque a ti,


Sabio, por favor, sé mi refugio.
Libérame del dolor y dame paz,
y así pacifica mi karma negativo.”

»Entonces, en ese tiempo, en ese momento, el Sabio consoló al hombre diciéndole: “Ser
sintiente, yo seré tu refugio. Te apoyaré. Seré el amigo que te proteja. Por eso, escucha sin temor el
Dharma que voy a enseñarte. ¿Has oído aunque sólo sea un poco el dharma-paryaya llamado
Sanghata?”

»El hombre respondió: “No, no lo he oído.”

»El Sabio dijo: “Sólo alguien que reside en la compasión y que enseña el Dharma a los seres
sintientes enseñaría el Dharma a un ser sintiente quemado.”

»El Sabio dijo: “Hijo del linaje, escucha algo más. En un tiempo pasado, inconcebiblemente
pasado, hace incontables eones, hubo un justo rey del Dharma llamado Vimalacandra. Hijo del
linaje, en la casa del rey Vimalacandra nació un niño. Entonces el gran rey Vimalacandra mandó
llamar a los sacerdotes augures y les preguntó: 'Sacerdotes, ¿qué futuro auguráis a este niño?'. Los
sacerdotes augures le dijeron: 'Gran rey, no es auspicioso. Este niño que acaba de nacer no es de
naturaleza bondadosa.' El rey preguntó: 'Sacerdotes, ¿qué futuro le espera?' Los augures
respondieron: 'Majestad, si este niño alcanza los siete años, pondrá en peligro la vida de su madre y
de su padre.' Entonces el rey dijo lo siguiente: 'Aunque mi vida vaya a correr peligro, que así sea,
pero no mataré a mi hijo. Puesto que el renacimiento humano es tan difícil de obtener, no quitaré la
vida a ninguna persona.'

»Después de eso, el niño creció con rapidez, de tal forma que al cumplir un mes de vida
había crecido lo que otros niños en dos años. Al ver esto, el rey Vimalacandra comprendió que su
propio karma había sido la causa de que el niño creciera tan rápidamente.

»Entonces, el rey cedió su reino al niño y le dijo: 'Que te conviertas en un rey admirado por
todos, con un gran reino. Gobierna rectamente de acuerdo con el Dharma, no por lo que es contrario
al Dharma.'

»Y así, renunciando a la corona en favor de su hijo, le llamó 'rey'. Y el rey Vimalacandra


dejó de reinar sobre su propia tierra.

»Entonces, un millón de ministros se dirigió al lugar donde estaba el rey Vimalacandra y,


cuando lo encontraron, dijeron al rey Vimalacandra lo siguiente: 'Oh, gran rey, ¿por qué razón no
reinas ya sobre tu propia tierra?'

»El rey respondió: 'A pesar de que he gobernado durante muchos eones esta tierra, con gran
riqueza y poderío, nunca me he sentido satisfecho.'

»Y de ese modo, no mucho tiempo después, el niño arrebató la vida de su padre y de su


madre, y con ello acumuló el karma de las cinco acciones de pena inmediata.

»Oh, ser sintiente, recuerdo cómo también, cuando el tiempo del sufrimiento llegó para ese
rey, y el remordimiento lo consumía mientras se lamentaba ahogado en sus propias lágrimas, generé
una gran compasión hacia él y, yendo en su busca, le enseñé el Dharma; y cuando escuchó el
Dharma, todas las acciones de pena inmediata fueron purificadas con rapidez y por completo.”

»El sabio dijo: “Los grandes ascetas que escuchen el Sanghata dharma-paryaya, el rey de los
sutras, obtendrán la insuperable fuente del Dharma, la purificación de toda negatividad y la
pacificación de todos los engaños.”

»“Voy a explicar el Dharma que, con rapidez,


te hará libre, así que escucha con atención.

»Si tan sólo una estrofa de cuatro versos


es enseñada, toda la negatividad
de la mente quedará purificada,
se logrará la entrada a la corriente
y la liberación de todo sufrimiento.”

»Con estas solemnes palabras,


los seres atormentados son liberados
de la atadura al miedo del infierno.

»Entonces, el hombre se levantó,


puso sus manos juntas en oración
y se postró ante el Sabio
tocando el suelo con la cabeza.
“Excelente”, afirmó él.

»“Excelente, amigos virtuosos.


Excelentes los que enseñan el gran método,
el Sanghata Sutra, que destruye todo mal,
y también para aquellos que lo escuchan, excelente.”

»Después de esto, en aquel entonces, desde el cielo, doce mil hijos divinos, con las manos
juntas en oración, descendieron hasta donde estaba el Sabio, se postraron a sus pies y le dijeron:
“Bendito, Gran Sabio, ¿hasta dónde alcanzan tus recuerdos del pasado?”

»Del mismo modo, cuatro millones de reyes naga y dieciocho mil reyes de los espíritus
malignos llegaron a donde estaba el Sabio. Poniendo sus manos juntas en oración hacia el Sabio e
inclinándose respetuosamente, le dijeron: “Gran Ser, ¿hasta dónde alcanzan tus recuerdos del
pasado?”

»El Sabio respondió: “Hasta cientos de miles de miríadas de millones de incontables eones.”

»Ellos preguntaron: “¿Qué acción virtuosa logrará que todo el karma negativo acumulado
durante ese tiempo quede purificado en un instante?”

»Él respondió: “Por oír el Sanghata dharma-paryaya. Todos los seres que se han reunido
aquí, todos aquellos seres sintientes que se han reunido aquí, todos los que con fe escuchan este
dharma-paryaya, quedan predichos para el inigualable, completo y perfecto despertar. Los que
hayan cometido las cinco acciones de pena inmediata, con sólo escuchar este dharma-paryaya
llamado Sanghata, consumirán por completo el karma de esas cinco acciones de pena inmediata en
un instante y las purificarán sin ningún remanente. Durante incontables cientos de miles de miríadas
de millones de eones la puerta de los reinos inferiores quedará cerrada para ellos y las treinta y dos
puertas del reino de los dioses se abrirán. Si la acumulación del que escucha tan sólo una estrofa de
cuatro versos de este Sanghata dharma-paryaya produce tales resultados, ¿qué necesidad hay de
mencionar al que honra con flores, incienso, perfumes, guirnaldas, ungüentos, polvos, hábitos,
pabellones, estandartes y gallardetes, o al que lo venera embelleciéndolo con dibujos, haciendo
ofrendas, tocando los timbales y otros instrumentos musicales y luego se regocija, aunque sea sólo
un instante, diciendo 'Bien dicho, excelente, excelente'?”»

Entonces, el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, ¿cuánto mérito
acumulará el que junta sus manos y se postra cuando el Sanghata dharma-paryaya está siendo
expuesto? ¿Cuánto mérito acumulará tan sólo por juntar sus manos?»

El Bendito respondió: «Hijo del linaje, escucha. Si alguien ha cometido las cinco acciones
de pena inmediata, las ha ordenado cometer o se ha regocijado de que se hayan cometido, con sólo
juntar sus manos y postrarse mientras escucha tan sólo una estrofa de cuatro versos de este Sanghata
dharma-paryaya, todo el karma negativo acumulado por las cinco acciones de pena inmediata
quedará completamente purificado. Siendo así, Sarvashura, ¿es precioso mencionar a aquel que
escucha y comprende este Sanghata dharma-paryaya hasta el final? El mérito que acumulará será
mucho mayor que el del anterior. Hijo del linaje, te enseñaré una analogía para clarificar el
significado del Sanghata Sutra. Sarvashura, es como sigue: para hacer una analogía, del palacio del
rey naga Anavatapta, donde nunca sale el sol, nacen cinco grandes ríos. Si una persona intentara
contar las gotas de agua de esos cinco grandes ríos, Sarvashura, ¿crees que le sería posible
completar su propósito contando sus gotas?»

Sarvashura respondió: «Bendito, no sería posible».

El Bendito dijo: «Sarvashura, del mismo modo, aunque alguien intentara contar el mérito del
Sanghata dharma-paryaya durante un eón o incluso durante mil eones, no le sería posible completar
ese cálculo. Sarvashura, ¿qué piensas sobre esto? ¿acaso no afronta una difícil tarea el que explica
este Sanghata dharma-paryaya, incluso por un solo instante?»

Él respondió: «Bendito, ése afronta una difícil tarea».

El Bendito dijo: «Sarvashura, el que es capaz de exponer este Sanghata dharma-paryaya


lleva a cabo tareas mucho más arduas que eso. Es como sigue: para hacer una analogía, al intentar
contar las gotas de agua de los cinco grandes ríos que llegan al lago Anavatapta, no es posible llegar
a su final».

Sarvashura dijo: «Bendito, ¿cuáles son esos cinco grandes ríos?»

El Bendito respondió: «Son los siguientes: el Ganges, el Sita, el Vakshu, el Yamuna y el


Chandrabhaga. Estos son los cinco grandes ríos que llegan hasta el gran océano. Cada uno de los
cinco grandes ríos va acompañado por quinientos ríos más. Sarvashura, esos cinco ríos descienden
también desde el cielo con otros mil ríos cada uno, y gracias a ellos los seres sintientes son
satisfechos».

Sarvashura preguntó: «¿Cuáles son esos mil ríos que los acompañan?»

El Bendito dijo: «El Sundari va acompañado por mil ríos, el Shamkha va acompañado por
mil ríos, el Vahanti va acompañado por mil ríos, el Chitrasena va acompañado por mil ríos y el
Dharmavritta va acompañado por mil ríos. Cada uno de estos grandes ríos tiene otros mil que lo
acompañan.

»Estos ríos proporcionan abundante lluvia sobre la tierra. Sarvashura, cuando la lluvia cae,
flores, frutos y cosechas maduran. Cuando la lluvia cae sobre la tierra, hay agua. Gracias al agua,
las tierras de cultivo y los jardines son regados en abundancia y florecen. Sarvashura, es como
sigue: para hacer una analogía, el señor de los seres hace que la tierra sea próspera. Del mismo
modo, Sarvashura, este Sanghata dharma-paryaya es proclamado en el mundo para el beneficio de
muchos seres y la felicidad de muchos seres. La vida de los seres humanos no es como la de los
dioses de la Tierra de los Treinta y Tres Cielos. Si te preguntas quiénes son los dioses de la Tierra de
los Treinta y Tres Cielos, son los que residen con Indra, señor de los dioses.

»Sarvashura, hay también seres sintientes que se esfuerzan por mantener una disciplina
verbal virtuosa, y tampoco es posible hacer una analogía de su acumulación de mérito. También hay
seres cuya conducta verbal es perjudicial, y del mismo modo es imposible hacer una analogía de los
renacimientos en los infiernos y como animales que les aguardan. Estos seres sintientes, que habrán
de experimentar el sufrimiento de los infiernos, de los animales y de los espíritus ávidos, no saben
cómo protegerse y, habiendo perdido las esperanzas, entre lamentos caen en los infiernos.
Deberíamos considerar que han sido influenciados por amigos no virtuosos. En cambio, aquellos
que practican la disciplina moral de la palabra correcta y de cuya acumulación de mérito no es
posible hacer una analogía, deben de considerarse bajo la influencia de amigos virtuosos. Un amigo
virtuoso es como un Tathagata. Cuando uno ve a un Tathagata, todo lo negativo queda purificado.
Cuando el señor de los seres bendice la tierra, es imposible hacer una analogía de la felicidad de los
seres sintientes que viven en ella.

»Sarvashura, del mismo modo, este Sanghata dharma-paryaya es para los seres sintientes del
mundo como un Buda. Quien no haya escuchado el Sanghata dharma-paryaya será incapaz de
iluminarse por completo en la inigualable, completa y perfecta iluminación. No será capaz de poner
en movimiento la rueda del Dharma, ni de golpear el tambor del Dharma, ni de sentarse en el trono
del león del Dharma. Será incapaz de alcanzar la paz del nirvana y de resplandecer con incontables
rayos de luz. Sarvashura, de esta manera, los que no hayan escuchado este Sanghata dharma-
paryaya serán incapaces de sentarse en el corazón de la iluminación».

Sarvashura dijo: «Bendito, ¿puedo hacer una pregunta? Ido al Gozo, ¿puedo preguntar
algo?»

El Bendito respondió: «Sarvashura, pregunta lo que quieras que yo disiparé tus dudas».

Sarvashura dijo: «¿Quién era el Sabio que liberó a esos seres sintientes del karma de las
cinco acciones de pena inmediata y los condujo uno a uno al estado del que No Regresa?»

El Bendito respondió:

«La palabra de los Budas es profunda.


Sarvashura, escúchame.
El Sanghata Sutra es un maestro,
manifestándose bajo la forma de un Sabio.
El Sanghata manifiesta, por compasión,
incluso Cuerpos de Budas.

»Como granos de arena hay en el río Ganges,


de todas estas formas enseña.
Enseña bajo la forma de un Buda.
Enseña la esencia misma del Dharma.

»Para el que desee ver a un Buda,


el Sanghata es como un Buda.
Dondequiera que el Sanghata esté,
ahí estará siempre el Buda».

El Bendito dijo: «Hijo del linaje, escucha. Sarvashura, en un tiempo muy lejano, hace
noventa y nueve incontables eones, aparecieron en el mundo doce millones de Budas. Cuando
apareció el Tathagata Ratnotama, yo me esforzaba en la práctica de la generosidad y veneré doce
millones de Budas cuyo nombre era Chandra. Les atendí con comida, bebida, perfumes, guirnaldas,
ungüentos y todo aquello que fuera de su agrado; alimento saludable y todo lo necesario para su
bienestar. Habiéndoles servido, recuerdo que me predijeron para la inigualable, completa y perfecta
iluminación.

»Sarvashura, recuerdo también que después aparecieron en el mundo dieciocho millones de


Budas cuyo nombre era Ratnavabhasa. También por aquel entonces, habiéndome esforzado en la
práctica de la generosidad, veneré a dieciocho millones de Tathagatas cuyo nombre era Garbhasena
con guirnaldas, ungüentos, ornamentos y hermosas vestiduras, como era apropiado para ellos, y
después, habiéndoles servido, recuerdo que me predijeron para la inigualable, perfecta y completa
iluminación.

»Sarvashura, recuerdo que surgieron veinte millones de Budas, cada uno de los cuales
recibía el nombre de Tathagata, Destructor del Enemigo, Buda Completo y Perfecto
Shikhisambhava.

»Sarvashura, recuerdo veinte millones de Budas, y cada uno de esos Tathagatas,


Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos se llamaba Kashyapa. Por aquel entonces,
después de haberme esforzado en la práctica de la generosidad, honré a los Tathagatas con
perfumes, guirnaldas y ungüentos, y les ofrecí mis humildes servicios, tal y como uno debe servir a
un Tathagata. Y de ese tiempo también recuerdo que me predijeron para la inigualable, perfecta y
completa iluminación.

»Sarvashura, después aparecieron en el mundo dieciséis millones de Budas cuyo nombre era
Vimalaprabhasa. En ese tiempo yo era un hombre hacendado, con grandes riquezas y posesiones.
Después de renunciar a todas mis posesiones, ofrecí mis humildes servicios a esos dieciséis
millones de Budas con ofrendas de telas para sentarse, vestiduras, perfumes, guirnaldas, ungüentos
y ornamentos, tal y como uno debe servir a un Tathagata, y entonces me predijeron para la
inigualable, perfecta y completa iluminación. También recuerdo eso, pero aún no había llegado el
momento exacto de la predicción.

»Sarvashura, escucha. Noventa y cinco millones de Budas aparecieron en el mundo, y todos


ellos, todos esos Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos, fueron
llamados Shakyamuni. Yo, en ese tiempo, era un rey justo que veneró a esos noventa y cinco
millones de Tathagatas Shakyamuni con perfumes, guirnaldas, ungüentos, telas para sentarse,
vestiduras, incienso, banderas y estandartes, y también me predijeron para la inigualable, perfecta y
completa iluminación. Lo recuerdo bien.

»Sarvashura, después aparecieron en el mundo noventa millones de Tathagatas, Destructores


del Enemigo, Budas Completos y Perfectos cuyo nombre era Krakutsanda, siendo yo por aquel
entonces un joven y rico sacerdote, con grandes riquezas y posesiones. Después de renunciar a todo
lo que tenía, veneré a esos Tathagatas con perfumes, guirnaldas, ungüentos, telas para sentarse,
vestiduras y, tras ofrecer mis humildes servicios a los Tathagatas, tal y como debía hacerse, me
predijeron para la inigualable, perfecta y completa iluminación. También recuerdo esto, pero aún no
me encontraba en el tiempo exacto de la predicción.
»Sarvashura, después aparecieron en el mundo dieciocho millones de Budas y cada uno de
esos Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos se llamaba Kanakamuni.
Por aquel entonces, después de haberme esforzado en la práctica de la generosidad, veneré a todos
esos Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos con perfumes, guirnaldas,
ungüentos, telas para sentarse y ornamentos. Tal y como debe ofrecerse servicio a los Tathagatas,
así les ofrecí yo servicio, y también entonces me predijeron para la inigualable, perfecta y completa
iluminación. Pero aún no me encontraba en el tiempo exacto de la predicción.

»Sarvashura, después aparecieron en el mundo trece millones de Budas, y cada uno de esos
Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos se llamaba Avabhasasrhi.
Veneré a todos esos Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos con telas
para sentarse, vestiduras, perfumes, guirnaldas, ungüentos, atavíos y ornamentos. Tal y como debe
ofrecerse humildemente servicio a un Tathagata, así les ofrecí humildemente servicio. Y como en
ocasiones anteriores, después de haber impartido muchas enseñanzas de Dharma sobre su
significado y la disciplina moral, me predijeron para la inigualable, perfecta y completa
iluminación. Recuerdo esto, pero el tiempo de la predicción tampoco había llegado todavía.

»Sarvashura, después aparecieron en el mundo veinticinco millones de Tathagatas,


Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos cuyo nombre era Pushya. Por aquel
entonces yo practicaba la renuncia y veneré a todos esos Tathagatas. Igual que Ananda me sirve
ahora, del mismo modo ofrecí yo mis servicios a esos Tathagatas, y fui predicho para la inigualable,
perfecta y completa iluminación. Lo recuerdo, pero el tiempo de la predicción tampoco había
llegado todavía.

»Sarvashura, después aparecieron en el mundo doce millones de Tathagatas, Destructores


del Enemigo, Budas Completos y Perfectos cuyo nombre era Vipashyin. Veneré a esos Tathagatas,
Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos con telas para sentarse, vestiduras,
perfumes, guirnaldas y ungüentos. Tal y como debe ofrecerse servicio a los Tathagatas, así les ofrecí
servicio. Por aquel entonces, cuando practicaba la renuncia, recuerdo que me predijeron para la
inigualable, perfecta y completa iluminación. Al poco tiempo, el último Vipashyin en aparecer
enseñó este Sanghata dharma-paryaya, yo lo escuché y, entonces, una lluvia de siete tipos de piedras
preciosas cayó sobre la tierra. Los seres sintientes del mundo dejaron de ser pobres. En ese tiempo
fui predicho para la inigualable, perfecta y completa iluminación. Después de eso, no fui predicho
durante mucho tiempo».

Sarvashura preguntó: «¿Cuándo ocurrió? ¿Cuáles fueron las circunstancias?»

El Bendito respondió: «Sarvashura, escucha. Un inconcebible eón después apareció en el


mundo el Tathagata, Destructor del Enemigo, Buda Completo y Perfecto Dipamkara. Por aquel
entonces yo era un joven brahmán, de nombre Megha. Cuando el Tathagata Dipamkara apareció en
el mundo, yo practicaba el celibato bajo la forma de un joven brahmán. Entonces, cuando me
encontré con el Tathagata Dipamkara, le ofrecí siete lotos azules y dediqué los méritos para la
inigualable, perfecta y completa iluminación. Y ese Tathagata me predijo: “Joven brahmán, en el
futuro, dentro de un inconcebible eón, aparecerás en este mundo y te convertirás en un Tathagata,
Destructor del Enemigo, Buda Perfecto y Completo llamado Shakyamuni.”

»Sarvashura, después de eso, me elevé con las piernas cruzadas en medio del espacio a una
altura de doce palmeras y alcancé el estado de perseverancia en relación con los fenómenos no
producidos. Recuerdo perfectamente estas raíces de mérito, igual que si fuera ayer u hoy, cuando
practicaba el celibato durante incontables eones y poseía las perfecciones. Después de eso conduje a
innumerables cientos de miles de miríadas de millones de seres sintientes, uno a uno, hacia el santo
Dharma. Por lo tanto, Sarvashura, ahora que me he iluminado de manera manifiesta y completa en
la insuperable, perfecta y completa iluminación, ¿es preciso mencionar mi deseo de beneficiar a
todos los seres sintientes? Sarvashura, yo enseño el Dharma a los seres sintientes de muy diversas
formas.

»Cualquiera que sea la apariencia de aquellos que van a ser subyugados, enseño el Dharma
bajo esa apariencia. En el reino de los dioses enseño el Dharma bajo la forma de un dios. En el reino
de los nagas enseño el Dharma bajo el aspecto de un naga. En el reino de los espíritus malignos
enseño el Dharma bajo el aspecto de un espíritu maligno. En el reino de los seres humanos enseño
el Dharma bajo el aspecto de un ser humano. A los seres que van a ser subyugados por un Buda,
enseño el Dharma bajo el aspecto de un Buda. A los que van a ser sometidos por un Bodhisatva
enseño el Dharma bajo el aspecto de un Bodhisatva. Cualquiera que sea la apariencia de los seres
sintientes que vayan a ser subyugados, enseño el Dharma bajo esa misma apariencia.

»Sarvashura, de este modo enseño el Dharma a los seres sintientes bajo muchos aspectos. Si
alguien se preguntará el porqué, Sarvashura, así como los seres sintientes escuchan el Dharma de
diferentes formas, del mismo modo esos seres de buena voluntad crearán raíces de mérito también
de diferentes formas. Llevarán a cabo actos de generosidad. Acumularán mérito. Incluso se privarán
del sueño por su propio beneficio. También meditarán sobre la muerte. Llevarán a cabo las acciones
virtuosas que deben de ser completadas, como éstas. Por haber escuchado el Dharma, recordarán las
raíces de virtud del pasado. Y así alcanzarán la meta última y el bienestar y la felicidad de dioses y
humanos.

»Sarvashura, de este modo, tan pronto como el Sanghata dharma-paryaya es escuchado, las
virtudes y los méritos devienen inconcebibles».

Entonces, esos seres sintientes se dijeron los unos a los otros: «El resultado del logro del
completo despertar en la insuperable, perfecta y completa iluminación y el deseo de beneficiar a
todos los seres sintientes deben de tener una causa, una raíz de virtud que surja del santo Dharma,
puesto que no podrían lograrse sin que su causa fuese creada».

«Aquellos que han generado fe en el Dharma dirán: “Hay un Dharma perfectamente acorde
con la realidad tal cual es”. Como consecuencia de su virtud alcanzarán la insuperable felicidad del
Dharma. En cambio, los seres sintientes necios e ignorantes que dicen: “No hay ningún camino del
Dharma ni es posible ir más allá del sufrimiento”, caerán en los reinos inferiores. Una y otra vez
renacerán en los reinos desafortunados. Durante ocho eones sufrirán en los infiernos. Durante doce
eones renacerán como un espíritu ávido. Durante dieciséis eones renacerán entre los semidioses.
Durante nueve mil eones nacerán entre los espíritus malignos y los demonios devoradores de carne.
Durante catorce mil eones no tendrán lengua. Durante dieciséis mil eones les llegará la muerte en el
vientre de su madre. Durante once mil eones nacerán ciegos y llenos de dolores, y sus padres
pensarán: “Nuestro sufrimiento ha sido en vano. El nacimiento de nuestro hijo no tiene sentido.
Soportarlo en el vientre durante nueve meses no tuvo sentido”. Y esos seres sufrirán frío y calor
intensos, hambre y sed. Durante toda su vida sufrirán muchos infortunios. Ni siquiera sus padres se
alegrarán con el nacimiento de su hijo, y perderán toda esperanza.

»Sarvashura, de este modo, los que abandonan el santo Dharma se precipitan hacia los
reinos de los infiernos y de los animales. En el momento de la muerte les traspasará la gran lanza
del dolor. Sarvashura, los que dicen: “Hay un camino del Dharma; es posible alcanzar la
liberación”, por esta acción virtuosa renacerán en el continente norte, Uttarakuru, durante veinte
eones. Durante veinticinco mil eones renacerán entre los dioses de la Tierra de los Treinta y Tres
Cielos. Después de caer de la Tierra de los Treinta y Tres Cielos de los dioses volverán a renacer en
el continente norte, Uttarakuru. No nacerán del vientre de una madre. Verán cien mil mundos, de
nombre Sukhavati. Verán todos los campos búdicos y, habiéndolos visto, se establecerán en ellos y
allí alcanzarán la perfecta y completa iluminación.

»Sarvashura, éste es sin duda el gran poder de este Sanghata dharma-paryaya. Los que
generen fe en él no morirán de muerte prematura. Mantendrán una disciplina moral pura.
Sarvashura, algunos dicen: “El Tathagata libera incontables seres, día y noche, pero el mundo de los
seres sintientes aún no ha quedado vacío. Son muchos los que se comprometen en el camino de la
iluminación y muchos también los que renacen entre los dioses. Muchos seres logran el nirvana. Sin
embargo, ¿por qué el mundo de los seres sintientes no ha quedado vacío?”»

Los practicantes extremistas de otras tradiciones, los mendicantes errantes y los ascetas
desnudos se dijeron: «Debemos ir a debatir con el asceta Gautama». Entonces ochenta y cuatro mil
brahmanes, practicantes extremistas de otras tradiciones y mendicantes errantes y muchos cientos
de ascetas desnudos se encaminaron a Rayagriha. Y en ese tiempo, en ese momento, el Bendito
sonrió.

Enseguida el Bodhisatva, el Gran Ser Maitreya se levantó, puso el manto superior sobre un
hombro, hincó la rodilla derecha en el suelo, puso sus manos en oración hacia el Bendito y le dijo:
«Bendito, ¿cuál es la razón de tu sonrisa? ¿a qué se debe? Los Tathagatas, Destructores del
Enemigo, los Budas Completos y Perfectos no sonríen sin razón».

El Bendito respondió: «Escucha, hijo del linaje. Hoy habrá una gran asamblea en la ciudad
de Rayagriha».

Maitreya dijo: «Bendito, ¿quién estará allí? ¿Dioses, nagas, espíritus malignos, seres
humanos o seres no humanos?»

El Bendito respondió: «Maitreya, vendrán todos ellos: dioses, nagas, espíritus malignos,
humanos y seres no humanos vendrán hoy aquí. Y también vendrán ochenta y cuatro mil
brahmanes, nueve mil millones de practicantes extremistas, mendicantes errantes y ascetas
desnudos. Todos ellos debatirán conmigo. Yo enseñaré el Dharma para pacificar todos sus
conflictos. Todos esos brahmanes generarán la mente de la suprema, perfecta y completa
iluminación. Nueve mil millones de practicantes extremistas, mendicantes errantes y ascetas
desnudos lograrán el estado del que Ha Entrado en la Corriente. También vendrán dieciocho mil
millones de reyes naga, que escucharán el Dharma de mí y generarán la suprema mente de la
iluminación. Vendrán también sesenta millones de hijos de los dioses de los reinos puros. Treinta
mil millones de malvados maras junto con sus cortejos vendrán. También vendrán doce mil
millones de reyes de los semidioses. Quinientos reyes vendrán, junto con sus séquitos, para
escuchar el Dharma. Todos ellos, después de escuchar el Dharma que les enseñaré, generarán la
mente de la insuperable, perfecta y completa iluminación».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Maitreya, después de haberse postrado con la cabeza a
los pies del Bendito y haberlo circunvalado tres veces, desapareció.

En ese momento el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, se levantó, puso el manto superior
sobre un hombro, hincó la rodilla derecha en el suelo, puso sus manos en oración hacia el Bendito y
dijo: «Bendito, ¿cuál es el nombre de esos quinientos reyes?»

El Bendito respondió: «Escucha, Sarvashura. Son el rey Nanda, el rey Sunanda, el rey
Upananda, el rey Jinarsabha, el rey Brahmasena, el rey Brahmagosha, el rey Sudarshana, el rey
Jayasena, el rey Nandasena, el rey Bimbisara, el rey Prasenajit y el rey Virudaka. Estos son, y el
resto de reyes, quinientos en total, y cada uno va acompañado por cien mil millones de asistentes.
Todos ellos se han preparado para la inigualable, completa y perfecta iluminación, a excepción del
rey Virudaka. Por el este se acercan treinta mil millones de Bodhisatvas; por el norte se acercan
ochenta mil millones de Bodhisatvas; por el nadir se acercan noventa mil millones de Bodhisatvas;
por el cenit se acercan cien mil millones de Bodhisatvas, y todos ellos residen en el décimo plano».

Todos esos Bodhisatvas llegaron a la gran ciudad de Rayagriha, donde estaba el Bendito,
para verlo; y todos ellos estaban preparados para la incomparable, perfecta y completa iluminación.

Entonces el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura: «Sarvashura, ve, dirígete a
los Bodhisatvas de los mundos de las diez direcciones y diles: “Hoy el Tathagata enseñará el
Dharma en la gran ciudad de Rayagriha. Por eso vosotros, que habitáis en los mundos de las diez
direcciones, rendidle homenaje poniendo vuestras manos juntas en oración”. Diles esto y tan pronto
como se lo hayas hecho entender, regresa inmediatamente para escuchar el Dharma».

Entonces Sarvashura se levantó, se postró con la cabeza a los pies del Bendito y, después de
haberlo circunvalado tres veces, desapareció gracias a sus poderes sobrenaturales. Yendo a todos los
mundos de las diez direcciones, el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura anunció a los Bodhisatvas:
«El Tathagata, Destructor del Enemigo, el Buda Perfecto y Completo Shakyamuni enseña el
Dharma hoy en la gran ciudad de Rayagriha. Regocijáos y proclamad “excelente”. Hoy será un gran
día para vosotros, recibiréis incontables beneficios y alcanzaréis gran gozo».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, que había ido a los mundos de las diez
direcciones y venerado respetuosamente a todos los Budas, y que había exhortado a los
Bodhisatvas, en el breve instante en que una persona fuerte chasquea sus dedos, regresó a la ciudad
de Rayagriha, donde estaba el Bendito, y se presentó ante el Bendito.

También se encontraban allí reunidos los practicantes extremistas de otras tradiciones, los
mendicantes errantes y los ascetas desnudos, además de dioses, nagas, seres humanos, seres no
humanos y los quinientos reyes junto con sus séquitos. Además, también habían llegado treinta y
tres mil millones de maras, los malvados, junto con sus séquitos.

Entonces la gran ciudad de Rayagriha tembló y sobre los mundos de las diez direcciones
cayó una lluvia de polvo de sándalo celestial, y también una lluvia de flores cayó y permaneció en
un palacio celestial a la altura del moño de la coronilla de la cabeza del Tathagata. Además, en ese
momento Indra, señor de los dioses, blandió un rayo en la presencia del Tathagata. Después de esto,
cuatro fuertes vientos se levantaron desde las cuatro direcciones y limpiaron toda la suciedad, el
polvo y la arena de la gran ciudad de Rayagriha. Sobre los mundos de las diez direcciones cayó una
lluvia de flores utpala, lotos, flores de kúmuda y lotos blancos que, como parasoles divinos, cubrían
las cabezas de todos esos seres sintientes. Además, sobre la coronilla de la cabeza del Tathagata
permanecían inmóviles ochenta y cuatro mil palacios celestiales. Dentro de los ochenta y cuatro mil
palacios celestiales aparecieron ochenta y cuatro mil tronos hechos de los siete tipos de piedras
preciosas. En cada trono se sentaba un Tathagata enseñando el Dharma. Y esta galaxia de un billón
de mundos tembló de seis formas diferentes.

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura juntó sus manos en oración hacia el Bendito
y dijo al Bendito: «Bendito, ¿cuál es la causa, cuál es la razón de que se hayan producido estos
milagros en la gran ciudad de Rayagriha?»

El Bendito respondió: «Es como sigue. Para hacer una analogía, en cierta ocasión un rey
acarició la cabeza de un hombre inestable, violento, egoísta, codicioso y muy pobre. Cierto día ese
hombre se acercó hasta la reja del palacio real. Una vez allí, se empeñó en entrar al palacio del rey.
Pero los sirvientes y ministros del rey lo detuvieron y lo apalearon. Alertado por los comentarios de
los miembros de la corte, el rey supo del indigente que había intentado entrar en palacio por la
fuerza y pensó: “Sin duda quería matarme”. Lleno de odio, el rey dijo a su guardia: “Soldados,
tomad al intruso, llevadlo al monte y matadlo. Matad a todos sus sirvientes, padres, hijos, esclavos,
esclavas y a todos sus trabajadores”. Y, cumpliendo las órdenes del rey, todos fueron muertos, y
todos sus amigos y demás familia fue alcanzada por la lanza del dolor. Del mismo modo,
Sarvashura, el Tathagata, el Destructor del Enemigo, el Buda Perfecto y Completo enseña el
Dharma a los seres sintientes. Al igual que este hombre arrogante, la gente simple y necia observa el
aspecto, el color, las marcas y la forma del Tathagata y piensan que es el cuerpo del Tathagata. Y
después de oír muchas enseñanzas de Dharma se llenan de orgullo y dicen cosas sin sentido.
Llevados por el interés personal y el egoísmo, ya no prestan atención al Dharma ni lo enseñan. Si
alguien les explica un sutra o un mero verso, o una sencilla analogía, no le prestan atención ni lo
retienen, pensando: “Ya sabemos todo eso”; y así no lo recuerdan ni permiten a su oído prestar
atención. ¿Por qué ocurre esto? A causa del orgullo se vanaglorian de sus conocimientos. Por causa
de su extenso aprendizaje no prestan atención. Aquellos que buscan la compañía de los necios no
actuarán en orden a alcanzar esta clase de Dharma. No escucharán palabra alguna dotada de esta
clase de Dharma. A causa de su extenso aprendizaje se vuelven arrogantes. Estas personas
componen sus propios tratados e incluso los prefacios de sus propios tratados. Se engañan a sí
mismos y a los demás. Consumirán sin sentido los recursos que son de todos y después no los
digerirán bien. Cuando les llegue el momento de la muerte serán presa del miedo.

»Y esos seres sintientes le dirán: “Nos has instruido en muchas materias. ¿Por qué no las
aplicas ahora para tu beneficio?” Y él les responderá: “Amigos, no puedo ayudarme a mí mismo”.

»Y entonces esos seres sintientes se lamentarán y gemirán. Así como un solo hombre
culpable, a consecuencia de sus propias acciones ocasionó la muerte de un gran número de
familiares a causa de una sola persona, del mismo modo, estos seres sintientes se lamentarán y
gemirán en el momento de la muerte y se verán a sí mismos renaciendo en los infiernos y como
animales, y todo ello a causa de las malas compañía.

»Por eso os digo, brahmanes y practicantes extremistas de otras tradiciones: no seáis


engreídos.

»Es como sigue: para hacer una analogía, igual que un pájaro sin alas no puede levantar el
vuelo para alcanzar el reino de los dioses, del mismo modo vosotros no podéis alcanzar la
liberación pues no tenéis esa capacidad sobrenatural. Si alguien se pregunta cuál es la razón, es
porque después de haber nacido como un ave a consecuencia del karma, en un instante este cuerpo
se desintegrará y finalmente morirá.

»Cuando llegue el momento de la muerte, después de haber perdido el sentido del gusto, se
llenarán de terror y pensarán: ''¿Por qué nos hemos dedicado a este cuerpo? No hemos disfrutado de
la felicidad de los dioses ni de los humanos ni tampoco moraremos en la paz del nirvana. Hemos
alimentado este cuerpo nuestro, tan inútil. ¿Qué será de nosotros? ¿Quién nos protegerá? ¿Dónde
renaceremos y dónde será nuestro fin?”»

Entonces el Bendito dijo a esos practicantes extremistas de otras tradiciones, mendicantes


errantes y ascetas desnudos: «Amigos, no perdáis la esperanza de renacer en este planeta Tierra. No
os apartéis de la joya del Dharma, que es rara y excelente. Amigos, preguntad al Tathagata cualquier
cosa que deseéis, que yo colmaré todos vuestros deseos».

Entonces, los brahmanes, los practicantes extremistas de otras tradiciones, los mendicantes
errantes y los ascetas desnudos se levantaron, cubrieron su hombro con el manto, juntaron las
manos en oración y preguntaron al Bendito: «Bendito, a pesar de que los Tathagatas han estado
liberando seres sintientes del samsara día y noche, no hay ni un incremento ni una merma en el
mundo de los seres sintientes. Bendito, ¿por qué? ¿Cuál es la causa de que el número de seres
sintientes no varíe y sigan manifestando nacimiento y cesación por igual?»

Entonces el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena: «Los extremistas visten
la gran armadura espiritual. Plantean preguntas importantes para disipar grandes perturbaciones
mentales, para encender las grandes lámparas del Dharma. Llegará el momento, en verdad, en que
los seres sintientes, sean jóvenes o viejos, entenderán el nacimiento y la cesación. Bhaishajyasena,
hay en verdad seres sintientes viejos que, al igual que los jóvenes, no saben nada.

»Bhaishajyasena, es como sigue: para hacer una analogía, había una vez un hombre que,
después de lavar su cabello, se vistió con ropa nueva y salió de su casa. La gente le decía: “¡Qué
bien te sienta la ropa nueva!”. En cambio otro hombre también lavó su cabello y lavó sus viejas
ropas, pero por ser viejas, aunque se había aseado el cabello, ese hombre no tenía un aspecto
agradable. Al igual que su ropa no resultaba atractiva, Bhaishajyasena, los seres sintientes viejos
que habitan el planeta Tierra también carecen de belleza, y los seres sintientes jóvenes manifiestan
nacimiento y cesación».

Entonces los brahmanes, los practicantes extremistas de otras tradiciones y los mendicantes
errantes se levantaron de sus asientos y dijeron al Bendito: «Bendito, ¿quién de entre nosotros es
joven y quién es viejo?»

El Bendito respondió: «Una y otra vez habéis experimentado los terribles sufrimientos de los
renacimientos en el reino de los infiernos, de los animales y de los espíritus ávidos, y aún no estáis
satisfechos. Por lo tanto, todos sois viejos».

Entonces, todos los brahmanes y todos los reyes naga dijeron al Bendito: «Bendito, no
podemos tolerar por más tiempo los terribles sufrimientos del samsara».

Los practicantes extremistas de otras tradiciones, los mendicantes errantes y los ascetas
desnudos dijeron: «Aun así, de entre los seres sintientes jóvenes, nadie está capacitado para realizar
la vacuidad de manera directa».

Esto es lo que dijeron, y el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito:


«Bendito, por favor, observa. ¿Por qué es tan difícil para los seres sintientes generar verdadero
interés?»

El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, por favor, escucha. El Tathagata aprehende de manera


directa todos los fenómenos».

Entonces noventa y cuatro mil millones de jóvenes seres se presentaron ante el Tathagata.
No se postraron ante él ni pronunciaron palabra alguna. Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser
Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Bendito, estos seres sintientes no se dirigen al Bendito.
Permanecen en completo silencio y ni siquiera se postran. ¿Cuál es la razón de que no pregunten
nada al Tathagata? ¿Cuál es la condición?»

El Bendito respondió: «Escucha, Bhaishajyasena. Debes de saber que estos seres sintientes
que dicen, “los seres sintientes jóvenes no están capacitados para realizar la vacuidad de manera
directa”, son seres sintientes jóvenes».

Y esos seres sintientes dijeron: «Venerable Bendito, somos seres sintientes jóvenes.
Venerable Ido al Gozo, somos seres sintientes jóvenes».
El Bendito dijo: «Estos seres sintientes comprenden el mundo de manera directa; pero ahora,
mostrad la extensión del mundo desde vuestro propio cuerpo».

Entonces, en ese instante, los noventa y cuatro mil millones de seres jóvenes, sin abandonar
sus cuerpos, se elevaron en el espacio y alcanzaron el décimo plano.

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Bendito, estos seres
sintientes se han esforzado mucho para lograr la completa extinción y cesación del samsara.
Bendito, éste ha sido el día de su nacimiento. Bendito, éste ha sido el día de su liberación. Todos
han logrado el décimo plano».

Por otra parte, poco después llegaron los brahmanes, los practicantes extremistas de otras
tradiciones, los mendicantes errantes y los ascetas desnudos, junto con los reyes naga y con Mara, el
malvado, junto con su séquito, con la intención de causar confusión, y así dijeron al Bendito:
«Bendito, hemos venido ante el Tathagata y ahora que hemos escuchado este dharma-paryaya
hemos generado fe tanto en el Buda como en el Dharma. De este modo, deseamos alcanzar el gozo
de la Budeidad, al igual que el Bendito. Deseamos convertirnos en Tathagatas, en Destructores del
Enemigo, en Budas Completos y Perfectos en el mundo».

El Bendito respondió: «Perfecto, buena gente. No importa cómo habéis llegado hasta el
Tathagata; al escuchar el Sanghata dharma-paryaya, habéis generado la mente de la insuperable,
perfecta y completa iluminación, y gracias a esta raíz de virtud, buenos amigos, lograréis la
inigualable, perfecta y completa iluminación en poco tiempo».

Entonces, tan pronto como el Bendito dijo esto, en ese momento, todos esos practicantes
extremistas de otras tradiciones alcanzaron el estado de perseverancia en relación con los
fenómenos no producidos. Todos ellos se convirtieron en Bodhisatvas del décimo plano y,
elevándose en el espacio a la altura de siete palmeras, ofrecieron al Tathagata siete palacios
celestiales hechos de los siete tipos de piedras preciosas. También manifestaron diversas
emanaciones milagrosas y llevaron a cabo manifestaciones sobrenaturales. Entonces,
permaneciendo sobre la coronilla de la cabeza del Bendito, hicieron llover pétalos de flores sobre el
Tathagata y todos ellos contemplaron al Tathagata. Además percibieron sus propios cuerpos como
Budas.

Muchos cientos de miles de millones de hijos de los dioses esparcieron flores sobre el
Tathagata y pronunciaron estas palabras: «El asceta Gautama es un gran benefactor, es un profundo
campo de méritos, un salvador del mundo. Ha alcanzado el logro de la meditación estabilizada. Es
un maestro que desea enseñar a ser maestro. A través de medios hábiles libera de manera gradual a
los seres sintientes de la existencia cíclica. Con tan sólo pronunciar una mera frase libera a
incontables seres sintientes del samsara».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena se levantó, puso el manto sobre un


hombro, hincó la rodilla derecha en el suelo, juntó sus manos en oración hacia el Bendito y dijo al
Bendito: «Bendito, ¿por qué? ¿Cuál es la razón de que estos hijos del linaje pronuncien tales
palabras, realicen tales proezas y justamente alaben al Tathagata con tantas alabanzas?»

El Bendito respondió: «Escucha, hijo del linaje, no me alaban a mí, sino a sus propios
cuerpos; y ellos mismos establecerán sus propios cuerpos como un sagrado trono del Dharma.
Irradiarán de sus cuerpos la luz del Dharma. Todos los Budas les darán fuerza para que puedan
alcanzar la insuperable, perfecta y completa iluminación. Y cuando se hayan iluminado por
completo, enseñarán el Dharma».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «El Tathagata, el Ido al
Gozo libera por completo a un gran número de seres sintientes, día y noche, aunque su número no
se haya agotado aún».

El Bendito habló: «Bhaishajyasena, es bueno, muy bueno que hayas pensado en preguntar al
Tathagata sobre este asunto. Bhaishajyasena, te lo explicaré con la ayuda de una analogía. Había
una vez un hombre muy rico, con abundantes bienes y posesiones, con mucho dinero y grano, joyas
y casas. Tenía muchas sirvientas, sirvientes y obreros, gran cantidad de riqueza, fértiles campos de
labranza que producían abundantes cosechas de cebada, trigo, arroz, judías, lentejas y muchos otros
cereales. Durante la primavera plantaba todas las semillas y el grano y, en la siguiente estación, las
semillas y el grano maduraban. Cuando veía que la cosecha había madurado, recogía los frutos y los
enviaba a su casa, almacenándolos en un lugar preparado en su hacienda para disponer de ellos
cuando fuese necesario. Cuando la primavera regresaba, volvía a sembrar. De este modo,
Bhaishajyasena, los seres sintientes que llevaron a cabo acciones virtuosas en el pasado, vuelven a
plantar en los campos de mérito una y otra vez, sembrando la semilla de la felicidad cuando las
buenas acciones del pasado se consumen. Su práctica virtuosa del Dharma consiste en sembrar las
semillas de la felicidad. Así incrementan sus realizaciones y generarán felicidad y regocijo. Gracias
a estas mentes de felicidad y regocijo, Bhaishajyasena, no echarán a perder su existencia por
muchos miles de millones de eones. Del mismo modo, Bhaishajyasena, el Bodhisatva que ha hecho
la promesa de la iluminación no desaprovechará su existencia. En poco tiempo alcanzará todas las
realizaciones».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿qué sueña el Bodhisatva que ha hecho la promesa de la


iluminación?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, el Bodhisatva que ha hecho la promesa de la


iluminación tiene sueños atemorizadores. Si te preguntas por qué, se debe a que está purificando
todo su karma. Bhaishajyasena, los seres sintientes con mal karma no pueden eliminar el
insoportable sufrimiento; pero los Bodhisatvas no tienen miedo de las pesadillas».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, qué temores surgen durante el sueño para el Bodhisatva
que ha hecho la promesa de la iluminación?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, sueña con llamas ardientes. Cuando ocurre esto, el
Bodhisatva debe pensar: “He consumido todos mis engaños”. En segundo lugar, Bhaishajyasena,
sueña con agua arremolinada y turbulenta, ante lo cual el Bodhisatva que ha hecho la promesa de la
iluminación no debe sentir miedo. ¿Por qué? Bhaishajyasena, porque todas las ataduras de la
ignorancia son deshechas, y todos los males son purificados. En tercer lugar, Bhaishajyasena, el
Bodhisatva que ha hecho la promesa de la iluminación tiene un sueño muy amedrentador».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿qué sueña?»

El Bendito respondió: «Ve cómo cercenan la cabeza de su cuerpo. Pero, Bhaishajyasena, el


Bodhisatva que ha hecho la promesa de la iluminación no debe tener miedo. ¿Por qué? Porque debe
pensar: “He cortado las raíces del apego, el odio y la ignorancia He trascendido el samsara y sus
seis reinos de existencia”. De hecho, nunca más renacerá en los reinos de los infiernos, de los
animales, de los espíritus ávidos, de los semidioses, de los nagas o de los dioses. Bhaishajyasena, el
Bodhisatva que ha hecho la promesa de la iluminación renace en las tierras puras de los Budas.
Bhaishajyasena, en el futuro, en un tiempo que está por llegar, si alguien se compromete en el logro
de la iluminación, sufrirá rechazo y humillación. Ante esto, Bhaishajyasena, el Bodhisatva que ha
hecho la promesa de la iluminación no debe descorazonarse ni desanimarse.
»Bhaishajyasena, he predicado el Dharma ampliamente. Durante cientos de miles de
millares de millones de eones he llevado a cabo arduas tareas no para disfrutar de autoridad, de una
vida próspera ni de poder. Bhaishajyasena, he llevado a cabo arduas tareas para poder entender la
naturaleza de la realidad. Pero hasta que no escuché este Sanghata dharma-paryaya no pude lograr
la insuperable, perfecta y completa iluminación. Bhaishajyasena, en cuanto escuché este Sanghata
dharma-paryaya, ese mismo día logré la insuperable, perfecta y completa iluminación.

»Bhaishajyasena, profundo es este dharma-paryaya. Bhaishajyasena, es difícil lograr


escuchar este dharma-paryaya. Bhaishajyasena, el surgimiento de un Tathagata es también
extremadamente raro. Muy difíciles de encontrar, Bhaishajyasena, son los que sostienen este
dharma-paryaya. Todos los que escuchen este dharma-paryaya alcanzarán la insuperable, perfecta y
completa iluminación. Bhaishajyasena, sobrepasarán el samsara durante cien mil eones y alcanzarán
la Tierra Pura de Buda. Entenderán correctamente la cesación y el camino. Estarán preparados para
comprender correctamente el origen. Estarán preparados para comprender correctamente la causa de
la virtud. Estarán preparados para conocer correctamente el origen de la virtud y la cesación.
Bhaishajyasena, ¿por qué se llama a esto “cesación”?

Bhaishajyasena dijo: «Bendito, porque es una realización de Dharma».

El Bendito prosiguió: «Bhaishajyasena, ¿qué es una realización de Dharma?»

Bhaishajyasena respondió: «Bendito, el Dharma es dedicación al esfuerzo gozoso, es el


guardián de la moralidad y el poseedor de la moralidad. Esto es un tesoro del Dharma. Bendito, éste
es el surgimiento de un tesoro del Dharma».

El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, es bueno, muy bueno que estimes apropiado preguntar al
Tathagata una pregunta sobre este asunto».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿con qué propósito se manifiestan los Tathagatas en el


mundo?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, aquellos que poseen mucha sabiduría y gran


conocimiento comprenden el surgimiento de los Tathagatas. Cuando comprenden el surgimiento de
los Tathagatas, comprenden que el surgimiento de los Tathagatas es una fuente de felicidad. Cuando
los Tathagatas aparecen en el mundo, los seres sintientes comprenden todas las enseñanzas. A través
de medios hábiles comprenden todas las enseñanzas. Comprenden los fenómenos mundanos y
supramundanos. Comprenden la sabiduría mundana y supramundana».

Bhaishajyasena dijo: «Habiendo logrando sabiduría, ¿qué nirvana buscan?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, cuando han entendido correctamente el Dharma,


comprenden el Dharma correctamente. Bhaishajyasena, de manera similar, cuando han
comprendido correctamente el santo Dharma de una forma condensada, se alcanza el primer logro.
Recordando el Dharma tal y como lo han oído, lograrán la posesión del Dharma. Bhaishajyasena, es
como sigue: para hacer una analogía, había una vez un mercader que, después de haber reunido oro
de mil hombres, se preparó para iniciar un viaje de negocios. Sus padres le dicen: “Hijo, escucha.
Toma estas mil monedas de oro. Lleva con cuidado este oro nuestro y el de los demás”.

»Entonces, el comerciante tomó todo el oro y se marchó. Poco tiempo después, lo perdió
todo en un solo mes. Atormentado por el remordimiento y con el corazón lleno de dolor y
vergüenza, no se sentía capaz de regresar a su propia casa. Sin embargo, la noticia de la pérdida del
oro llegó a oídos de sus padres y quedaron sumidos en la desesperación y el dolor. Rasgaron sus
ropas y, entre gritos y sollozos, se lamentaban: “Mal hijo el que nació en esta casa. Nos ha llevado a
todos a la ruina. Nos ha dejado sin recursos, sin nada con que valernos; nos ha hecho caer en la
servidumbre y la esclavitud”. Y así, consumidos por el sufrimiento, los padres del mercader
murieron en la más absoluta desesperación.

»Cuando el mercader tuvo noticia de la muerte de sus padres quedó consumido por la
desesperación y también murió. De la misma manera, Bhaishajyasena, aunque el Tathagata explica
estos temas, los seres sintientes que no tienen fe en mis enseñanzas, al momento de la muerte, con
el corazón afligido, mueren sin esperanza. Al igual que los padres del mercader que por causa de su
propio oro y del oro de otros, lloraron y se lamentaron sin esperanza, con el corazón atravesado de
dolor y finalmente murieron llenos de ansiedad y sufrimiento, Bhaishajyasena, del mismo modo los
que no tienen fe en mis enseñanzas también se lamentarán. Cuando les llegue el momento de la
muerte estarán atormentados y sufrirán con gran dolor. Habrán consumido el karma de las buenas
acciones que llevaron a cabo en el pasado, pero no habrán creado otras nuevas que les ayuden a
alcanzar un renacimiento afortunado. Al haber agotado sus méritos se llenarán de pesar y, cuando en
el momento de la muerte comprendan que van a renacer en los temibles infiernos, en el vientre de
animales o en el mundo del Señor de la Muerte, pensarán: “¿Quién me protegerá del terrible
sufrimiento de renacer en el infierno, como un animal o un espíritu ávido, o en el reino del Señor de
la Muerte?”

»Sus padres, al oír sus lamentos mientras agoniza a las puertas de la muerte, le dicen: “Hijo
mío, ¿qué podemos hacer?” Y sollozan así:

»“Ni el dolor de la enfermedad


ni el miedo atroz han de vencerte.
Hijo, no vas a morir.
El miedo a la muerte es para el moribundo.
Tú te sobrepondrás a la muerte y al miedo.
Querido hijo, ten valor.
Todo saldrán bien”.

»El hijo les dice:

»“Mi consciencia se apaga.


Mi cuerpo está traspasado de dolores.
Me duele todo el cuerpo.
La muerte se acerca”.

»“Mis ojos ya no ven,


mis oídos ya no oyen,
mi nariz no volverá a oler nada.
Mi cuerpo no lucha por vivir”.

»“Me duelen todos los miembros del cuerpo.


Como un trozo de madera, no tengo entendimiento.
Consuélame, madre mía,
dime que no voy a morir”.

»La madre responde:

»“Hijo, por favor, no digas esas cosas


que me angustias.
La fiebre te ha afectado
y no piensas con claridad”.

»El hijo replica:

»“No es la fiebre, ni la enfermedad


ni el dolor del cuerpo.
Es la aterradora muerte.
Mi cuerpo, tan querido, será aniquilado”.

»“Puedo sentir cómo todo mi cuerpo


se consume en el sufrimiento.
¿En quién puedo refugiarme?
¿Quién me protegerá?”

»Los padres le responden:

»“Hijo, la ira de algún dios


debe de haber caído sobre ti.
Si hacemos un sacrificio a los dioses,
te recuperarás”.

»El hijo les dice:

»“Hacedlo, haced lo que sea necesario


para que me cure.
Por favor, id rápidamente y
hablad con el sacerdote”.

»Y así, los padres fueron al templo y ofrecieron incienso al dios. Entonces el sacerdote les
dijo: “El dios está enfadado con vosotros. Debéis ofrecer un sacrificio al dios. Sacrificad una cabeza
de ganado y también un hombre. De este modo, vuestro hijo se verá libre de la enfermedad”. Los
padres se preguntaron: “¿Qué podemos hacer? Somos gente pobre y no tenemos dinero. ¿Dónde
conseguiremos una cabeza de ganado y un hombre para el sacrificio?” Así, los padres vendieron
todo lo que tenían, hacienda y propiedades, pero no siendo suficiente, pidieron dinero a un
prestamista. Le dijeron: “Señor, necesitamos un poco de oro en préstamo. Lo devolveremos en diez
días. Pero si no pudiéramos cumplir en ese plazo, seremos tus esclavos y sirvientes”.

»Cuando reunieron el oro necesario, se hicieron con una víctima, un hombre que ignoraba
que iban a matarlo. Sin regresar a su casa, fueron ante el altar y le dijeron al sacerdote: “Lleva a
cabo el sacrificio, rápido”.

»Así pues, los dos padres, con sus propias manos, sacrificaron la cabeza de ganado y
también al hombre. A continuación, el sacerdote encendió un fuego para la ofrenda del sacrificio.
Entonces el dios descendió y dijo: “He aceptado a vuestro hijo”. Y ellos, radiantes de felicidad y
gozo, dijeron: “Que nuestro hijo viva, aunque tengamos que convertirnos en esclavos”.

»Después de hacer el sacrificio al dios, volvieron a su casa y encontraron a su hijo muerto.


Desesperados y llenos de dolor y angustia, murieron allí mismo. De este modo, Bhaishajyasena,
debéis de comprender lo pernicioso de las malas influencias».
Bhaishajyasena dijo: «Bendito, ¿puedo preguntar dónde renacieron esos seres?»

El Bendito habló: «Calla, Bhaishajyasena, no preguntes».

Bhaishajyasena insistió: «Bendito, me gustaría saberlo. Ido al Gozo, me gustaría saberlo».

El Bendito dijo: «En esa ocasión, la madre renació en el Gran Infierno de los Gemidos. El
padre renació en el Gran Infierno de la Destrucción Masiva. El hijo renació en el Gran Infierno
Caliente. El sacerdote renació en el Gran Infierno del Tormento Incesante».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿dónde renació el hombre inocente? ¿Cuál fue su


destino?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, el hombre inocente renació en la comunidad de los


dioses de la Tierra de los Treinta y Tres Cielos».

El Bendito respondió: «Escucha, Bhaishajyasena. En el momento de la muerte ese hombre,


con fe en el Tathagata, dijo una vez: “Me postro ante el Buda”. Por esta raíz de mérito,
Bhaishajyasena, gozará de la felicidad de los dioses de la Tierra de los Treinta y Tres Cielos durante
sesenta eones. Durante ochenta eones recordará sus vidas pasadas. Vida tras vida estará libre de
todo dolor. Desde el mismo momento de su nacimiento todos sus sufrimientos se extinguirán. Esos
seres son incapaces de superar por completo el sufrimiento».

Bhaishajyasena preguntó al Bendito: «Bendito, ¿cómo podrán los seres sintientes superar
por completo el sufrimiento?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, deben esforzarse».

Bhaishajyasena dijo: «Bendito, ¿cómo deben esforzarse?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, escucha. El esfuerzo es la causa de todos los logros.


Para poner un ejemplo, el logro del estado del que Ha Entrado en la Corriente surge del esfuerzo. El
logro del estado del que Regresa Una Vez surge del esfuerzo. El logro del estado del que No
Regresa surge del esfuerzo. El logro del estado de un Destructor del Enemigo y la cesación de las
perturbaciones mentales de un Destructor del Enemigo surgen del esfuerzo. El logro del estado de
un Conquistador Solitario y la sabiduría de un Conquistador Solitario surgen del esfuerzo. También
las realizaciones del camino del Bodhisatva, el camino de la Budeidad, surgen del esfuerzo.
Bhaishajyasena, todos estos son los caminos del esfuerzo».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿cómo debemos ver a uno que Ha Entrado en la


Corriente y los logros del que Ha Entrado en la Corriente?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, te lo explicaré. Para hacer una analogía, había una
vez un hombre que plantó un árbol. En ese mismo día el árbol enraizó y sus raíces profundizaron
una yóyana. Del mismo modo, ese mismo día otro hombre plantó un segundo árbol pero, agitado
por el viento, no enraizó. Airado, arrancó el árbol del primer hombre y éste se lo reprochó
diciéndole: “¿Por qué has desenterrado mi árbol?”. Por aquel entonces, la noticia de la discusión
entre los dos hombres llegó a oídos del rey y éste envió un heraldo diciéndole: “Ve y trae hasta aquí
a los dos hombres”. El heraldo respondió: “Así se hará, majestad”; y después corrió a su encuentro
y les dijo: “El rey os convoca a ambos”.

»De los dos hombres, uno se alarmó y se llenó de miedo, mientras que el otro permaneció
tranquilo. Ambos fueron conducidos ante el rey, que les dijo: “¿Por qué reñís entre vosotros?” Y
ellos respondieron: “Majestad, no tenemos tierra. En una parcela prestada, uno de nosotros plantó
un árbol y, en ese mismo día, enraizó y dio hojas, flores y frutos. También en ese mismo día, en la
misma parcela de tierra, otro de nosotros plantó un segundo árbol, pero éste no enraizó ni dio hojas,
flores ni frutos porque fue agitado por el viento y sus raíces no profundizaron ni una yóyana, gran
rey. Por esta razón este hombre discute conmigo diciendo: 'Es culpa tuya'. Pero como vos podréis
comprobar, majestad, no he cometido falta alguna”.

»Entonces el rey mando llamar a treinta millones de ministros y, una vez reunidos, les dijo:
“Hablad”. Uno de ellos respondió: “Gran rey, ¿sobre qué debemos pronunciarnos?” El rey dijo:
“¿Es posible que un árbol enraíce el mismo día en que es plantado y dé hojas, flores y frutos?
Debéis decidir al respecto en una semana o en la mitad de un mes”.

»Y los ministros, levantándose de sus asientos, dijeron al rey: “Gran rey, no es apropiado
que decidamos sobre esto. Es algo maravilloso, gran rey. Deberíamos hablar un poco más con este
hombre”.

»El rey dijo: “Hombre, cuéntanos más. ¿Es cierto lo que dices?” El hombre respondió:
“Gran rey, lo que digo es verdad”.

»El rey dijo:

»“No puedo creer lo que dices si no lo veo.


Que un árbol enraíce el mismo día
en que es plantado y dé hojas,
flores y frutos es difícil de creer”.

»El hombre puso sus manos juntas


y pronunció estos versos ante el rey:
“Majestad, comprobadlo vos mismo,
plantad un árbol y ved si enraíza”.

»Así pues, el rey junto con los treinta millones de ministros decidió hacerlo, pero mientras
tanto mandó encarcelar a los dos hombres. Cuando el rey llegó a la parcela de tierra, plantó él
mismo un árbol, pero éste no enraizó ni dio hojas, flores ni frutos. El rey, muy enojado, gritó:
“¡Rápido! ¡Traed hachas para cortar madera!” Y tan pronto como las trajeron, con odio arremetió
contra el árbol que había sido plantado por el primer hombre y que había enraizado y dado hojas,
flores y frutos. Pero en el mismo momento en que este singular árbol cayó, otros doce aparecieron.
Todos ellos fueron también cortados, pero veinticuatro más surgieron, con sus raíces, hojas, frutos y
retoños, y estaban hechos de los siete tipos de piedras preciosas. Entonces, en esos veinticuatro
árboles aparecieron veinticuatro aves, con crestas y pechos de oro y plumas hechas de los siete tipos
de piedras preciosas. El rey, asombrado y lleno de ira, golpeó uno de los árboles con el hacha y, al
instante, fluyó de él agua de néctar. Lleno de confusión, el rey ordenó: “Liberad de la cárcel a los
dos hombres”. Los demás respondieron: “Así se hará, majestad”. Y rápidamente fueron a liberar a
los dos hombres y los condujeron hasta donde estaban los árboles. El rey preguntó al primer
hombre: “¿Cómo es posible que cuando el árbol que plantaste, que era uno, fue derribado, se
multiplicara hasta que fueron veinticuatro, cuando el que yo planté ni enraizó ni dio hojas, flores ni
frutos?” Y él le respondió: “Gran rey, no poseéis el tipo de mérito que tengo yo”.

»Entonces, los treinta millones de ministros, hincando ambas rodillas en el suelo, dijeron a
ese hombre: “Tú deberías ser el que gobierne. El anterior rey no es digno”.
»El hombre respondió a los ministros con estos versos:

»“La soberanía no me atrae, ni el grano o la riqueza.


He puesto mi confianza en los Budas.
Puedo yo convertirme en un ser supremo
entre los hombres”.

»“Puedo yo ir donde reside el Tathagata,


a la esfera del nirvana, que es paz.
El Dharma que conduce a la ciudad del nirvana:
eso es lo que debería seros enseñado”.

»Entonces, se sentó con las dos piernas cruzadas e hizo la siguiente confesión:

»“Por mis malas acciones del pasado


he acabado en la prisión del rey.
Pero pueda por esta confesión
quedar todo mi karma consumido”.

»En ese momento, veinticuatro millones de aves con picos de diamante hicieron sonar
címbalos. Entonces aparecieron treinta y dos mil palacios celestiales. Cada uno medía veinticinco
yóyanas y de cada uno de ellos surgieron veinticinco millones de aves con picos, crestas y rostros
dorados que con voz humana proclamaron:

»“No ha sido apropiado que


derribaras el árbol, gran rey.
En lugar de cien millones de árboles,
sólo veinticuatro aparecieron”.

»“Afirmas desconocer qué clase de ser


es el que plantó el árbol.
Tendrás que experimentar
los amargos frutos de tus malas acciones”.

»El rey dijo:

»“No comprendo el significado de todo esto.


Por favor, Gran Asceta, explícamelo”.

»Las aves dijeron:

»“Él es el que ilumina el mundo


y se convertirá en su Guía.
De la prisión que es el samsara
libera a todos los seres”.

»Y el rey dijo:

»“¿Quién es el segundo hombre,


cuyo árbol no creció?
¿Qué malas acciones cometió?
Decidme, Pájaros Dos Veces Nacidos”.
»Los pájaros respondieron:

»“Aquel cuyo árbol no creció


es el necio Devadata.
¿Cómo podría crecer su árbol
sin haber llevado a cabo acciones virtuosas?”

»Entonces, los treinta millones de consejeros, después de escuchar este Dharma-paryaya, se


convirtieron en Bodhisatvas del décimo plano y desarrollaron clarividencias. También el rey
alcanzó el décimo plano y logró una comprensión clara del virtuoso Dharma».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Bendito, ¿cuál es la


causa y cuál es la condición de que los treinta y tres millones de ministros hayan desarrollado
clarividencias y logrado el décimo plano?»

El Bendito respondió: «Escucha, Bhaishajyasena, te lo explicaré».

Entonces el Bendito sonrió y, en ese mismo instante en que el Bendito sonrió, ochenta y
cuatro mil rayos de muchos y variados colores, muchos cientos de miles de colores, azul, amarillo,
rojo, blanco, rosa, cristal y plata, surgieron de la boca del Bendito. Esos rayos, después de iluminar
los ilimitados e incontables mundos, regresaron, circunvalaron al Bendito tres veces y se
absorbieron en la coronilla del Bendito.

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena se levantó, puso el manto superior


sobre un hombro, hincó la rodilla derecha en el suelo, juntó sus manos en oración hacia el Bendito y
le dijo: «Bendito, ¿cuál es la causa y cuál es la condición de tu sonrisa? Los Tathagatas,
Destructores del Enemigo, los Budas Completos y Perfectos no sonríen sin razón».

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, ¿puedes ver los diferentes grupos de personas que
desde todos los mundos de las cuatro direcciones vienen a mi presencia?»

Bhaishajyasena dijo: «Bendito no, no puedo verlas».

El Bendito dijo: «Entonces, Bhaishajyasena, ve y busca esa multitud».

El Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena busco y encontró un árbol en el este que medía
unas siete mil yóyanas. Junto a él había un grupo de veinticinco mil millones de personas que
permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas, ni comían, ni se levantaban ni se movían
de allí. Estaban sentadas en silencio.

En el sur apareció otro árbol que medía unas siete yóyanas. Junto a él había un grupo de
veinticinco mil millones de personas que permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas,
ni se levantaban ni se movían de allí. Estaban sentadas en silencio.

En el oeste apareció un árbol que medía unas siete mil yóyanas. Junto a él había un grupo de
veinticinco mil millones de personas que permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas,
ni se levantaban ni se movían de allí. Estaban sentadas en silencio.

En el norte apareció un árbol que medía unas siete mil yóyanas. Junto a él había un grupo de
veinticinco mil millones personas que permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas, ni
se levantaban ni se movían de allí. Estaban sentadas en silencio.
En el cenit apareció un árbol que medía unas siete mil yóyanas. Junto a él había un grupo de
veinticinco mil millones de personas que permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas,
ni se levantaban ni se movían de allí. Estaban sentadas en silencio.

En el nadir apareció un árbol que medía unas siete mil yóyanas. Junto a él había un grupo de
veinticinco mil millones de personas que permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas,
ni se levantaban ni se movían de allí. Estaban sentadas en silencio.

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Me gustaría preguntar
al Bendito, al Tathagata, al Destructor del Enemigo, al Buda Completo y Perfecto sobre cierto
asunto, si el Bendito me permitiera interesarme por la respuesta de cierta cuestión».

El Bendito habló al Bodhisatva, al Gran Ser Bhaishajyasena: «Bhaishajyasena, pregunta


cualquier cosa que desees. Deleitaré tu mente contestando cualquier pregunta que me plantees».

Así habló, y el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Bendito, ¿cuál es la
razón de que un número tan grande de personas de los mundos de las cuatro direcciones hayan
venido y permanezcan aquí? ¿Por qué ha venido y permanece aquí este grandioso grupo de
personas, cincuenta mil millones en total, de los mundos entre el cenit y el nadir? Permanecen
calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas, ni han rendido homenaje al Bendito y ni siquiera le han
dirigido la palabra. Tampoco se levantan ni se mueven de ahí. Están sentadas en silencio. Bendito,
¿cuál es el porqué? ¿cuál es la razón?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, averígualo por ti mismo. Pregunta a los Tathagatas


de dónde provienen estas personas».

Bhaishajyasena dijo: «Bendito, ¿de qué poderes sobrenaturales debo servirme? ¿Del poder
sobrenatural del Tathagata o del mío propio?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, ve por tus propios poderes sobrenaturales y regresa


por el poder sobrenatural del Tathagata».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena, después de circunvalar al Bendito tres


veces, desapareció allí mismo. Después de atravesar noventa y seis millones de mundos, llegó al
universo Chandrapradipa. Allí el Bendito, el Tathagata, el Destructor del Enemigo, el Buda
Completo y Perfecto Chandravatikshetra estaba enseñando el Dharma, rodeado de ochenta mil
millones de Bodhisatvas, de Grandes Seres.

El Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena permaneció ante el Bendito, el Tathagata, el


Destructor del Enemigo Chandravatikshetra. Con las manos juntas en oración se inclinó ante el
Bendito y le dijo: «Bendito, ¿por qué no puedo ver a los diferentes grupos de personas que han
llegado de las diez direcciones y se han congregado ante la presencia del Tathagata Shakyamuni en
el universo Saha?»

El Bendito habló: «Bhaishajyasena, en ese mismo lugar están errantes y permanecen».

Bhaishajyasena dijo: «Pero Bendito, ¿cómo es eso posible?»

Entonces el Bodhisatva, el Gran ser Bhaishajyasena se acercó un poco más al Tathagata


Chandravatikshetra, se sentó frente a él y le dijo lo siguiente al Bendito: «Bendito, he atravesado
noventa y seis mil millones de universos para venir aquí y, Bendito, no he visto en ningún otro lugar
tantos seres sintientes como vi allí».

El Bendito repuso: «Esos seres sintientes surgieron de árboles sin entendimiento».

Bhaishajyasena respondió: «Bendito, ¿dónde se ha visto u oído que nazcan personas de


árboles sin entendimiento?»

El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, ¿no has visto ni oído que nazcan personas de árboles sin
racionalidad?»

Bhaishajyasena respondió: «No, Bendito, nunca vi ni oí nada igual».

El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, ¿te gustaría verlo? Si es así, te lo mostraré».

Bhaishajyasena respondió: «Sí, Bendito, me gustaría verlo. Sí, Ido al Gozo, me gustaría
verlo».

Entonces el Bendito Tathagata Chandravatikshetra extendió su brazo y de él surgieron cien


mil millones de grupos de seres. Cada uno de esos grupos de personas extendió cien brazos y
esparció incienso, guirnaldas y ungüentos variados como ofrendas al Tathagata, y el Bendito dijo:
«Bhaishajyasena, ¿ves este gran grupo de personas que esparce incienso, guirnaldas y ungüentos
como ofrendas al Tathagata?»

Bhaishajyasena respondió: «Lo veo, Bendito. Lo veo, Ido al Gozo».

El Bendito dijo: «Estos grupos de seres que han surgido carecen de entendimiento. Así es
como nacen los seres insensatos».

Entonces a todos esos cien mil millones de seres humanos se les cayeron los cien brazos que
tenían.

En ese momento, el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena, al ver esto, preguntó al


Bendito: «Bendito, ¿qué ha pasado? Ido al Gozo, ¿qué ha pasado para que los cien brazos de todas
estas personas se hayan caído en un instante? Bendito, si seres de cien brazos no son liberados,
entonces mucho menos lo serán los de dos brazos».

El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, de manera similar, los seres sintientes que nacen sin
entendimiento cesan también sin entendimiento. Bhaishajyasena, debes saber que también el cuerpo
es producido sin sensatez».

Bhaishajyasena dijo: «Bendito, de estos seres, ¿quiénes son jóvenes y quiénes viejos?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, hay seres sintientes jóvenes y hay también seres
sintientes viejos».

Bhaishajyasena dijo: «Bendito, ¿quiénes son jóvenes y quiénes son viejos?»

El Bendito respondió: «Los que han caído ahora son viejos. Los que han nacido de los
árboles son jóvenes».

Bhaishajyasena dijo: «Bendito, deseo ver a los seres sintientes jóvenes».


Entonces el Bendito Tathagata Chandravatikshetra extendió la palma de su mano derecha.
De cada una de las diez direcciones llegaron cien mil millones de grupos de personas. Del nadir y
del cenit llegaron cincuenta millones de grupos de personas. Todas ellas, al llegar, se postraron con
la cabeza a los pies del Bendito y permanecieron en silencio, sin decir nada ni dirigirse al Tathagata.

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿por qué estos
seres no conversan ni hablan con el Tathagata, sino que permanecen en silencio?»

El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, ¿no lo comprendes? Los seres insensatos de este mundo
no tienen nada que decir. No dicen nada en absoluto y tampoco entienden las enseñanzas de
Dharma. Si te preguntas por qué esto es así, Bhaishajyasena, algunos seres jóvenes no entienden el
nacimiento, a pesar de haberlo experimentado. Después de haber visto la extinción, el
envejecimiento, la enfermedad, el dolor, la angustia, la pérdida de lo que les gusta, el
enfrentamiento con lo que no les gusta, la muerte y la muerte prematura; después de haber
experimentado todos estos grandes sufrimientos, no se sienten conmocionados ni les repugnan. Por
eso, ¿cómo podría comprenderlos? Bhaishajyasena, deben ser enseñados una y otra vez».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena habló así al Bendito: «Bendito, ¿de
dónde han venido estos jóvenes que no conocen el Dharma? ¿De dónde proceden? ¿Dónde
renacerán?»

El Bendito respondió: «Escucha, Bhaishajyasena. El cuerpo humano que han obtenido no ha


sido labrado por un joyero, ni ha sido forjado por un herrero, ni lo ha tallado un carpintero, ni lo ha
moldeado un alfarero. No surge del miedo a un rey. Se produce en dependencia de karma
contaminado y de la unión de un hombre y una mujer. Estas causas, una y otra vez, son creadas por
estos seres, y por ello experimentan intensos sufrimientos una y otra vez. De esa manera, a causa de
la maduración de las malas acciones del pasado, experimentan intensos sufrimientos.
Bhaishajyasena, son esos jóvenes que no se levantan y que experimentan tales sufrimientos y
pesares los que han venido a este lugar. Bhaishajyasena, por esta razón no hablan ni conversan entre
ellos. De este modo, Bhaishajyasena, estos jóvenes, desconociendo la causa de la felicidad, no
saben del nacimiento ni de la cesación, y por ello no logran renacer como seres humanos.
Bhaishajyasena, estos son los llamados “seres sintientes jóvenes”».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿cómo nacen estos seres sintientes jóvenes y cómo
cesan?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, es como sigue. Para hacer una analogía, si un


hombre acercara al fuego un pedazo de madera, entonces, Bhaishajyasena, poco a poco ese pedazo
de madera se quemaría. Del mismo modo, Bhaishajyasena, en un primer momento uno nace como
un ser humano. Después del nacimiento, experimenta sensaciones».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿quién de aquí ha nacido de verdad? Después de nacer,


¿quién ha pasado por completo más allá?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, el Buda ha nacido de verdad. El Tathagata ha


pasado por completo más allá. Bhaishajyasena, es como sigue. Para hacer una analogía, un rey
encarceló a un hombre dentro de un lóbrego calabozo. Éste, dentro de la cárcel, sólo podía ver la
tenebrosa oscuridad. Otro hombre que había sufrido dolor y pena, al ver al que estaba encerrado
pensó: “Este hombre está hundido. Como no ha tenido experiencias dolorosas con anterioridad, esto
acabará con él”. Pensando así, llevó a la parte trasera del edificio una pequeña lumbre. El
prisionero, al ver la luz, se sintió consolado y animado. Sin embargo, por alguna razón, la llama se
agitó y prendió fuego a toda la casa, quemando también hasta la muerte al prisionero. Cuando el rey
supo que el hombre que había aprisionado se había quemado vivo, se angustió grandemente y
pensó: “Nunca más encarcelaré a nadie dentro de mis dominios”.

»De este modo, el rey tranquilizó a sus súbditos diciéndoles: “Pueblo mío, no temáis, no os
preocupéis. Estaréis a salvo. Nadie os maltratará ni os encarcelará en mis dominios. No quitaré la
vida a ningún ser sintiente. Pueblo mío, no tengáis miedo”.

»Bhaishajyasena, del mismo modo que el rey les confortó, el Tathagata, que ha consumido
todos los engaños, ha pacificado por completo todas las enfermedades. Igual que el hombre cuyo
cuerpo se quemó al quemarse la casa y por haber sido así, por el beneficio y la felicidad de todos los
seres, liberó a los seres que estaban prisioneros de la esclavitud; del mismo modo el Tathagata ha
abandonado las faltas del apego, el odio y la ignorancia y ha surgido en el mundo como una luz para
todos los seres sintientes, liberando a los seres sintientes, jóvenes y viejos, del renacimiento en el
infierno, en el reino de los animales, de los espíritus ávidos y de los semidioses».

Entonces, en ese momento, de las profundidades del espacio surgieron estos versos:

«El campo del Conquistador es un campo excelente,


un campo fértil y bien arado.
Las semillas que en él se siembran
nunca jamás se desperdician.

»El campo del Conquistador es una tierra pura.


Las enseñanzas del Buda son ensalzadas.
Para llegar a todos los seres,
el Maestro recurre a todos los medios.

»Aunque reside en la esfera del nirvana,


aparece en el mundo.
Habiendo pacificado el mundo para siempre,
Buda purifica los objetos de conocimiento.

»Él libera a los seres jóvenes


y libera también a los viejos.
De manera gradual, de los tres reinos
libera por completo a todos los seres.

»Cierra las puertas de los infiernos.


Libera a los animales y a los espíritus ávidos.
Ha traído la paz a este mundo
y la felicidad al siguiente».

Entonces el Bendito sonrió y dijo:

«Es excelente poder contemplar a los que son excelentes.


Es excelente poder ver a los Budas.
El santo Dharma, tierra fecunda,
es también excelente.
Contemplar a la Sangha reunida es excelente.
La enseñanza del Sanghata es también excelente.
Destruir toda maldad es excelente».
Entonces, el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena, con las manos juntas en señal de
respeto hacia el Bendito, dijo esto al Bendito: «¿Cuál es la causa? ¿Cuál es el porqué de tu
sonrisa?»

El Bendito respondió: «¿Ves, hijo del linaje, a estos jóvenes seres sintientes?»

Bhaishajyasena dijo: «Sí, Bendito, los veo. Sí, Ido al Gozo, los veo».

El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, hoy mismo todos ellos serán Bodhisatvas del décimo
plano».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena se elevó ochenta mil yóyanas en el


espacio y ochenta mil millones de hijos de los dioses hicieron caer una lluvia de flores sobre el
Bendito. Al contemplar esto, todos los seres sintientes jóvenes unieron sus manos en señal de
respeto hacia el Bendito. Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser, desde la inmensas alturas, comenzó a
hablar. Su voz se escuchó en un billón de universos. Los seres que residían en los treinta y dos
grandes infiernos escucharon su voz. Las treinta y dos clases de dioses también escucharon su voz.
Un billón de universos se agitaron de seis formas diferentes. Ochenta y cuatro mil reyes naga
temblaron en el gran océano. Treinta mil millones de demonios vinieron a este mundo. Veinticinco
mil millones de espíritus ávidos, espíritus malignos y demonios llegaron de la ciudad real de
Adakavati y se presentaron ante el Bendito, reunidos en una gran asamblea. Entonces el Bendito
enseñó el Dharma a los seres sintientes jóvenes y cien mil millones de Bodhisatvas de los mundos
de las diez direcciones llegaron también, cada uno gracias a sus propios poderes sobrenaturales.

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena, con las manos juntas en oración hacia
el Bendito, dijo esto al Bendito: «Son muchos, Bendito, son muchos, Ido al Gozo, los Bodhisatvas
que están aquí sentados y reunidos. Bendito, son muchos los dioses y nagas que están aquí sentados
y reunidos. También muchos demonios y espíritus ávidos, venidos de la ciudad real de Adakavati,
están aquí sentados y reunidos con el propósito de escuchar el Dharma».

Entonces el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena: «Desciende, hijo del
linaje».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena descendió de las alturas gracias a sus
propios poderes sobrenaturales y, después de poner las manos juntas en oración hacia el Bendito, le
dijo al Bendito: «Bendito, la doctrina del Dharma, la doctrina del Dharma de la que se habla, ¿cuán
extensa es esta doctrina del Dharma?»

El Bendito dijo: «Hijo del linaje, la doctrina del Dharma se manifiesta en el caso del que
guarda el celibato y, por mantener el celibato, evita toda acción negativa. ¿Ves, hijo del linaje? Los
seres sintientes jóvenes evitan las acciones perjudiciales y así alcanzarán todos los logros y lograrán
todas las realizaciones».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿qué ha propiciado que todos estos seres se hayan
reunido para escuchar la doctrina del Dharma?»

Entonces el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena: «Bhaishajyasena,


muchos seres no saben que el nacimiento es, en verdad, sufrimiento. No saben que el
envejecimiento es sufrimiento. No saben que la enfermedad es sufrimiento, que la tristeza es
sufrimiento, que el llanto es sufrimiento, que separarse de los seres queridos y enfrentarse con lo
desagradable es sufrimiento. Y la muerte, después de todas estas miserias, nos arrebata el cuerpo y
la vida. Bhaishajyasena, a esto se le llama “todo sufrimientos”».
Entonces esos seres sintientes jóvenes, después de escuchar esta enseñanza, pusieron sus
manos juntas en oración hacia el Bendito y le dijeron: «Bendito, ¿es cierto que vamos a morir?»

El Bendito respondió: «Sí, hijos del linaje, tanto vosotros como todos los demás seres
moriréis».

Ellos dijeron: «Bendito, ¿cómo acaecerá el momento de nuestra muerte?»

El Bendito respondió: «En el momento de la muerte, hijos del linaje, en los últimos
momentos de consciencia, tres vientos -el viento, de “la cesación de la consciencia”, el viento de “la
confusión de la consciencia” y el viento de “la perturbación de la consciencia”- agitan, confunden y
perturban la última consciencia en el momento de la muerte».

Los jóvenes dijeron: «Bendito, ¿cuáles son los tres vientos que destruyen el cuerpo en el
momento de la muerte, cuando cesa la consciencia?»

El Bendito respondió: “Amigos, “el que daña”, “el que apremia” y “el que hiere” causan la
destrucción del cuerpo».

Los jóvenes preguntaron: «Bendito, ¿qué es el cuerpo?»

El Bendito respondió: «Amigos, al cuerpo de le llama “abrasado por completo”, “fuente de


mucosidades”, “bolsa de gases”, “campo de cremación”, “necio”, “pesada carga”, “torturado por el
nacimiento”, “convulsionado por el nacimiento”, “atormentado por la vida” y “causa de muerte y de
separación de los seres queridos”. Amigos, esto es el cuerpo».

Los jóvenes dijeron: «Bendito, ¿cómo morimos y cómo vivimos?»

El Bendito respondió: «Amigos, lo que llamamos consciencia muere. Longevos, lo que


llamamos mérito perdura. Amigos, el cuerpo, que está unido por millones de tendones, que posee
ochenta y cuatro mil poros, que tiene doce mil partes y que está sostenido por trescientos sesenta
huesos, muere. Ochenta y cuatro mil clases de parásitos viven dentro del cuerpo. Y todos esos seres
vivos también mueren; encuentran la muerte, que es cesación. Cuando una persona muere, las
esperanzas de todos esos seres vivos se desvanecen. Debido a que esos seres se devoran los unos a
los otros, los vientos internos se agitan y se perturban. En ese momento experimentarán
sufrimiento. Algunos sufrirán por sus hijos y otros por sus hijas. Algunos sufrirán por sus amigos.
Todos ellos serán traspasados por la lanza del dolor. Intentarán devorarse los unos a los otros y
después, cuando se hayan comido mutuamente, sólo quedarán dos seres vivos que lucharán durante
siete días. Después de siete días uno de los dos será destruido y el otro quedará libre.

»Vosotros, los longevos, ¿qué es el Dharma? ¿Qué opináis? Al igual que todos estos seres
han muerto a causa de las disputas de unos con otros, del mismo modo las personas corrientes e
inmaduras se involucran en disputas las unas con las otras. No tienen miedo del nacimiento ni de la
vejez, ni temen la enfermad y la muerte. Al igual que estos dos seres sintientes pelearon entre sí, del
mismo modo las personas corrientes e inmaduras se pelean las unas con las otras. Luego, cuando
llega el momento de la muerte, personas virtuosas les dicen: “Amigos, ¿en qué habéis puesto
vuestra confianza? ¿No habéis vistos las miserias de la existencia? ¿No habéis visto las miserias del
nacimiento? ¿No habéis visto las miserias de la vejez y la enfermedad? ¿No habéis visto las
miserias de la muerte?” Y ellos respondieron: “¡Oh, vosotros, los longevos! Hemos visto las
miserias del nacimiento, las miserias de la vejez y las miserias de la enfermedad. Hemos visto
también las miserias de la muerte, al final de todas las demás”.
»Y los otros les dijeron: “¿Por qué no llevasteis a cabo acciones para acumular raíces
virtuosas? ¿Por qué no creasteis las raíces de virtud de la doctrina del Dharma que proporciona
felicidad en los dos mundos? Amigos, otra cuestión: ¿Por qué no acumulasteis las causas virtuosas
que os permitieran alcanzar la liberación del nacimiento y de la muerte? ¿Por qué no aprendisteis a
dirigir correctamente vuestra atención? ¿No oísteis el tañido del gong sobre toda la tierra? ¿No
visteis a los que daban limosnas y sembraban las raíces de la felicidad en el campo del Tathagata?
¿No visteis a los que hacían ofrendas de perfumes, guirnaldas, luces o manjares al Tathagata o a los
cuatro grupos de monjes, monjas, hombres o mujeres con votos de laico que guardan los preceptos,
todos ellos dedicados por completo a las enseñanzas?”

»De esta forma les hablarán y les recriminarán por su propio beneficio. ¡Oh, rey! ¿Acaso no
has cometido acciones malvadas? ¡Oh tú, hombre! ¿acaso no has llevado a cabo acciones
perjudiciales?»

Entonces el Rey del Dharma impartió estas enseñanzas en verso al hombre muerto:

«Has visto el nacimiento del Tathagata


y has oído el tañido del gong.
Has escuchado la enseñanza del Dharma
que conduce a la paz del nirvana.
Y sin embargo no has hecho nada».

Y el hombre respondió:

«Me he comportado como un necio,


influenciado por malas compañías.
Con la mente cegada por el deseo
cometí acciones perniciosas.

»Me dejé llevar por mis impulsos


y tomé la vida de otros seres vivos.
Incluso destruí lo que era de la Sangha.
Insoportables son los frutos de esto.

»Con una mente llena de odio,


fui la causa de la destrucción de estupas,
pronuncié también palabras ofensivas
e incluso a mi madre atormenté.
De lo que hice con mi propio cuerpo
reconozco también las faltas.

»Ahora veo que voy a renacer


en el espantoso Infierno de los Gemidos.
Tendré que experimentar el sufrimiento
del Infierno de la Destrucción Masiva.
También sufriré los tormentos
del Infierno Muy Caliente
y del Insoportable Infierno del Tormento Incesante.

»Me desquebrajaré en el Infierno


de la Gran Flor de Loto Agrietada,
y en el extremadamente terrorífico
Infierno de la Raya Negra
experimentaré estos sufrimientos
como un ser infernal
y renaceré cien veces.

»Después de ser destrozados, los seres infernales


vuelven a experimentar estos aterradores tormentos.
Una y otra vez se precipitan
cien yóyanas hacia los profundos terrores
de los que no podrán escapar.

»Se hundirán en la oscuridad.


Mil navajas surgirán en el
Infierno de las Cuchillas.
Renacerán entre cuchillas,
entre cientos de miles de millones.
A causa de mis propias acciones
habrán de lacerar mi cuerpo.

»Terribles y vastas tormentas


destruirán el cuerpo por completo.
En infiernos como estos
sufriré una y otra vez.
Todos verán mi cuerpo
extremadamente atormentado.

»Me apropié de la riqueza de otros


para sustentar mi propia hacienda.

»¡Oh, hijos e hijas míos!


¡También vosotros, hermanos y hermanas
y vosotros, mi madre y mi padre,
amigos, parientes,
criados y trabajadores,
animales, ganado y asistentes!
Me dejé llevar por mal camino.

»Erré mi camino para hacerme


con vasijas de oro y plata,
elegantes vestiduras y para
construir mi propia hacienda.

»Construí una espléndida casa


donde hombres y mujeres retozaban.

»Con la mente incontrolada por el deleite,


me dejé arrastrar por el laúd y los címbalos.
Ungí mi cuerpo con agua perfumada,
pero nunca me lo ha agradecido.

»¡Oh, cuerpo! Careces de juicio


pero por tu culpa erré mi camino.
En el futuro, nadie podrá protegerme
cuando un viento grande y tempestuoso
lacere mi cuerpo de manera insoportable.

»Disfruté también de deliciosos y exquisitos manjares


y deleité mi lengua con una gran variedad de sabores.
Adorné mi cabeza con variadas
y espléndidas guirnaldas
maravillosamente entretejidas.

»A causa de la belleza mis ojos se perdieron.


No hay protección para los ojos.

»A causa de los ojos


he cometido muchas maldades.
Mi oído es el culpable de que mis manos
resultaran heridas y cortadas por diamantes.

»Engalané mis brazos con brazaletes.


Adorné mis dedos con anillos.
Rodeé de perlas mi garganta.
Incluso mis dos piernas enjoyé con profusión.

»Se labraron cadenas para los tobillos


y de oro fueron recubiertos.
Mi cuerpo estaba cubierto de gemas
y adornado con cadenas de oro.

»Extasiado con tanta riqueza,


mi mente se llenó de un apego extremo.
Me acostumbré al suave tacto de
ricos y sedosos tejidos y los deseaba.

»Sobre alfombras y lechos


mi cuerpo reposaba.
Después de bañarme en excelente agua perfumada
me ungía con perfumes celestiales.

»Toda mi casa estaba llena del aroma del incienso


del alcanfor divino y de la madera de sándalo.

»Después de vestirme con ropa de exquisito colorido,


me ungía con almizcle y antiguos aceites perfumados,
flores de jazmín y champaka.
Me maquillaba y me vestía
con fina ropa de Benarés, de muselina blanca e inmaculada.

»Después de pasearme sobre el lomo de un elefante


me subía a la grupa de un caballo.
Me consideré a mi mismo un rey
y la gente me temía.
»Hermosas mujeres me servían,
diestras en el canto y la danza.
A pesar de que no me hicieron daño,
con mis flechas herí y di muerte a muchos animales salvajes.

»Por desconocer la realidad de las vidas futuras,


causé muchos males como estos.
Me alimenté de la carne de otros seres
y por ello me precipito hacia el abismo.
Desconocía lo que era la muerte.
He sido un necio.
Todo lo hice por satisfacer el cuerpo.

»Ya está aquí la muerte


y nadie puede protegerme de verdad.
Todos vosotros, mis seres queridos,
¿por qué me miráis de ese modo?

»¿Por qué rasgáis vuestras ropas?


¿Por qué lloráis y os lamentáis?
¿Por qué mesáis vuestro cabello?
¿por qué os golpeáis hasta sangrar?

»¿Por qué cubrís de ceniza vuestra cabeza?


¿Por qué golpeáis vuestro pecho?
Debería haber abandonado la vileza
mientras estaba vivo. ¿Por qué os angustiáis?

»Mi carne será devorada por lobos y perros,


por cuervos y otras aves de rapiña.
Satisfacer el cuerpo no es beneficioso.
Pertenece a la serpiente de la muerte
y por su causa renacemos una y otra vez.

»Es preciso tomar la medicina


que protege del temor.
No necesito la medicina de ningún médico.
Ahora, en el momento de la muerte,
dadme la medicina del Dharma,
que libera de la serpiente de los engaños.

»No me deis carne alguna.


Aunque este cuerpo se alimentó de ella,
sin duda será destruido.
Ya que produce gran sufrimiento,
¿por qué preocuparse por el que es la causa de tanta vileza?
Este cuerpo, aunque ha sido cuidado con mucho cariño,
se involucrará en actividades degeneradas.

»Hijos e hijas míos, ¿por qué me miráis de ese modo?


¡Protegedme de esta enfermedad!
¡Oh, hijos e hijas míos!
¿por qué lloráis sin sentido?
No hagáis nada inapropiado por mi beneficio.
Para proporcionaros sustento,
incluso despojé a otros de su riqueza.

»Ahora que el momento de la muerte ha llegado


no hay esperanza. ¿Qué puedo hacer?

»Es grande el miedo al nacimiento


y a los reinos desafortunados
y la muerte está llena de muchos sufrimientos.
El contacto, la sensación, el discernimiento y
los factores productores me laceran.

»Por causa del apego, los seres inmaduros vagan errantes


y sufren lo que no desean.
Si uno nace en el seno de una mala familia,
en verdad quedará atado a la miseria.

»Sabiendo que carecía de mérito,


hice daño a otros seres.
Mi generosidad y disciplina moral
degeneraron por completo,
y así me alejé del Dharma.
Por desconocer la realidad del renacimiento,
fui confundido por la serpiente de los engaños.

»A causa de la ignorancia, los seres inmaduros vagan


por los caminos que no conducen a la liberación.
Desconociendo el significado de la liberación y
confundidos, llevan a cabo acciones perjudiciales.

»A causa de los engaños, los seres inmaduros vagan


con la mente siempre dominada por las perturbaciones.
El cuerpo, atado con todo tipo de cadenas,
se consume y arde por completo.

»El cuerpo vaga, confundido,


buscando la felicidad donde no es posible encontrarla.
Desconoce la felicidad
de la que la felicidad completa surge.

»El camino de la felicidad está en el campo búdico.


La rueda del Dharma es la medicina suprema.
La disciplina moral muestra las acciones correctas.
Esta es la voz pura del Tathagata».

Entonces el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Bhaishajyasena lo siguiente:


«Bhaishajyasena, aunque los seres lloran y se lamentan en el momento de su muerte, nadie puede
protegerlos salvo la maduración de los frutos de las acciones virtuosas que han llevado a cabo».
Después de decir esto, el Bendito pronunció estos versos:

«A causa de las malas acciones


los seres caen en los infiernos,
donde llevarán vestiduras ardientes
y beberán hierro fundido para calmar la sed.

»Metales incandescentes caerán sobre sus cuerpos.


El dolor del fuego es extremadamente irresistible.
Grandes son los miedos de los infiernos.
Los cuerpos, privados de todo goce
y privados del Dharma, se queman por completo.
Los necios, vagando por caminos erróneos
que se alejan del Dharma, no disfrutarán ni siquiera
de un poco de bienestar.

»El que genera fe


y se adiestra en la disciplina moral,
la sabiduría y la renuncia,
el que se rodea de amigos virtuosos,
éso pronto se convertirá en un Tathagata.

»Para surgir como un Buda en el mundo,


es preciso cultivar un supremo esfuerzo gozoso,
procurar uno mismo el bienestar de todos los seres sintientes
y enseñar el Dharma de las acciones correctas.

»Con pensamientos amorosos y


observando el celibato perfecto,
después de haber escuchado esta enseñanza,
Bhaishajyasena, debes practicarla de manera perfecta.

»Busca la liberación y la iluminación,


y al Guía cuya palabra es alabada.
Busca al padre y a la madre del mundo:
su nombre es “Bodhichita”.

»Un amigo virtuoso que enseñe este Dharma


en el mundo es extremadamente raro.
Los que escuchan las enseñanzas de Buda
con respeto se convertirán en Budas supremos,
en Idos al Gozo.

»Los que generan respeto


hacia los hijos de los apacibles Budas
se convertirán también en protectores del mundo,
en liberadores de todos los seres sintientes».

Entonces, el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Bendito, ¿por qué
está temblando aquí este lado de la montaña? ¿Por qué tiembla de manera tan intensa?»

Así habló, y el Bendito respondió al Bodhisatva, el Gran Bhaishajyasena: «Bhaishajyasena,


presta atención».

El Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena miró y vio la tierra partida en las cuatro
direcciones, y de las grietas por donde la tierra se había partido emergieron veinte millones de
personas. Vio veinte millones de personas saliendo desde abajo y veinte millones de personas
viniendo desde arriba. Entonces los jóvenes seres, al contemplar lo que pasaba, dijeron al Bendito:
«Bendito, ¿quiénes son estas personas que acaban de nacer aquí?»

El Bendito dijo: «Mirad esta multitud de seres».

Ellos respondieron: «Bendito, la vemos».

El Bendito dijo: «Esta gran multitud de personas ha nacido para vuestra felicidad».

Los jóvenes preguntaron: «¿Morirán también estas personas?»

El Bendito respondió: «Amigos, así es. Todos los seres sintientes han de morir».

Entonces los anteriores jóvenes seres, los que habían nacido primero, poniendo las manos
juntas en oración hacia el Bendito, dijeron al Bendito: «Bendito, no deseamos seguir contemplando
el nacimiento y la muerte».

El Bendito preguntó: «Bien, entonces ¿deseáis lograr el poder del esfuerzo gozoso?»

Ellos dijeron: «Hemos visto al Tathagata en persona. Después, con deleite, hemos escuchado
el Dharma que habíamos suplicado oír. Hemos visto a la asamblea de la Sangha de Oyentes del
Tathagata, la asamblea de los discípulos del Tathagata y hemos admirado la grandeza de los poderes
sobrenaturales de los Bodhisatvas. Bendito, esto es lo que deseamos. No queremos seguir
contemplando el nacimiento y la muerte».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena y otros quinientos Bodhisatvas, se


levantaron de sus asientos al mismo tiempo y todos ellos se elevaron en el espacio. Se sentaron con
las piernas cruzadas y entraron en un estado de profunda meditación. De sus cuerpos emanaron
leones, tigres, serpientes y elefantes y mostraron una manifestación de grandes poderes
sobrenaturales. También se sentaron en la montaña con las piernas cruzadas y se elevaron a una
distancia de veinte mil yóyanas. Del mismo modo, manifestaron diez mil millones de soles y lunas
y las hicieron descender.

Entonces los jóvenes seres preguntaron al Bendito: «Bendito, ¿cuál es la causa y cuál es la
razón de esta gran luz y de que hayan surgido en el mundo todas estas grandiosas manifestaciones?»

El Bendito dijo: «Hijos del linaje, contemplad el surgimiento de la luna y del sol».

Ellos respondieron: «Bendito, los vemos. Ido al Gozo, los vemos».

El Bendito dijo: «Esta gran luz y todas las manifestaciones sobrenaturales han surgido de los
propios cuerpos de los Bodhisatvas. Después de haberlas manifestado, enseñarán el Dharma por el
beneficio de muchos seres, para la felicidad de muchos seres, por compasión hacia el mundo y por
el bienestar, el beneficio y la felicidad de la gran asamblea de seres, dioses y humanos. Tras haber
mostrado el aspecto de seres humanos, la fuerza y el esfuerzo gozoso, han manifestado esta suerte
de poderes sobrenaturales».
Ellos dijeron: «Bendito, por favor, danos una enseñanza de Dharma que clarifique esta
manifestación de rayos de luz».

Cuando dijeron esto, el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena:


«Bhaishajyasena, ¿has visto temblar la galaxia de un billón de universos de seis formas?»

Bhaishajyasena respondió: «Sí, Bendito, lo he visto. Sí, Ido al Gozo, lo he visto. Y estaba
pensando que me gustaría preguntar al Tathagata sobre cierto asunto».

El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, pregunta lo que quieras, que yo satisfaré tu mente


clarificando esos temas. Los expondré con claridad. Bhaishajyasena, clarificaré cualquier asunto del
pasado, el presente o el futuro».

Bhaishajyasena dijo: «Bendito, por favor, enséñanos para aclarar nuestras dudas. Bendito,
veo que el Tathagata está rodeado por ochenta y cuatro mil hijos de los dioses, ochenta y cuatro mil
millones de Bodhisatvas, doce mil millones de reyes de los nagas, dieciocho mil millones de
espíritus malignos, veinticinco mil millones de espíritus ávidos y devoradores de carne».

El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, sin duda todos estos seres se han reunido aquí para
escuchar de mí el Dharma. Bhaishajyasena, hoy mismo sobrepasarán el samsara. Por su deseo de
beneficiar a todos los seres, hoy mismo alcanzarán el décimo plano y después de eso alcanzarán la
suprema iluminación.

»Para liberarse del envejecimiento y de la muerte,


tras llevar a cabo acciones virtuosas
y destruir las cadenas del apego,
culminarán las enseñanzas de Buda».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿cuál es la razón de que seres sintientes con un karma
tan dispar hayan venido hasta aquí y permanezcan rodeando al Bendito?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, escucha.

»Los seres sintientes, confundidos y sin sabiduría,


no saben cómo lograr la liberación.
Sin embargo, hoy mismo todos estos jóvenes
alcanzarán realizaciones espirituales.

»En cuenta del logro de los diez planos


llevarán a cabo las actividades de un Buda.
Harán girar la rueda del Dharma
y derramarán la lluvia del Dharma.

»De esta forma, los seres que aquí se han reunido


quedarán complacidos con mi enseñanza.
Los dioses, nagas, espíritus ávidos,
semidioses y los espíritus coléricos,
habiendo alcanzado el décimo plano,
proclamarán el sonido del Dharma.

»Harán sonar el tambor del Dharma


y soplarán la concha del Dharma.
Estos jóvenes seres alcanzarán también
el poder del esfuerzo gozoso.

»Tal y como hizo el Tathagata,


lograrán hoy mismo todos los frutos del Dharma».

Entonces, cinco mil jóvenes seres se levantaron, pusieron sus manos juntas en oración hacia
el Bendito, se inclinaron con respeto ante el Bendito y dijeron al Bendito:

«Puesto que no hay fin para


el cautiverio en el samsara,
el cuerpo es una pesada carga, Bendito,
muy mala y terrible.

»No encontramos un camino.


En verdad, ni siquiera podemos verlo y, por eso,
Protector, ya que estamos ciegos,
te rogamos que nos acojas.

»A ti, Vencedor, te suplicamos.


Que el Guía enseñe el Dharma.
Hemos nacido con poca sabiduría
y no conseguimos ser felices.

»Por favor, enséñanos el Dharma.


Libéranos del sufrimiento insoportable.
Donde sea que renazcamos,
que veamos al Buda».

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena se acercó a donde estaban los jóvenes
seres y les dijo:

«Comed algo.
Tomad alguna bebida de agradable sabor.
Luego, cuando vuestros miedos se hayan ido,
escuchad el Dharma sin temores».

Ellos dijeron:

«Venerable señor, ¿quién eres?


No te conocemos.
Es muy agradable contemplarte,
tu apariencia es serena y tu gloria grandiosa.

»Te has liberado de los grandes temores


del reino de los espíritus ávidos, de los infiernos
y de los animales.
Como alguien que embellece el mundo,
todas tus negatividades han sido pacificadas.

»En tu mano sostienes un cuenco


hecho de los siete tipos de piedras preciosas.
Tu cuerpo está adornado con oro
y resplandeces con una gran luz.

»No nos vemos capaces de responder


a tus serenas palabras.
Ya no necesitamos comida alguna,
ni tampoco bebidas deliciosas.

»La comida se transforma en excrementos


y la bebida se convierte en orina.
De los líquidos se produce la sangre
y de la sangre, la carne.

»Ya no necesitamos comida ni bebida.


Ya no necesitamos el suave roce de la seda,
de los finos tejidos de lana
ni de la buena ropa.

»Ya no necesitamos anillos en los dedos.


Todas estas cosas son de naturaleza impermanente.
Buscamos una vida que no nos conduzca
hacia renacimientos de sufrimiento y dolor.
Nos esforzamos por la felicidad de los dioses
y por la generosidad del Dharma.

»Necesitamos amigos virtuosos,


no convertirnos en reyes que ponen en movimiento la rueda.
Un rey que pone en movimiento la rueda también muere,
dejando atrás un mundo de grandes placeres.

»Ni sus hijos, consortes


o hijas podrán seguirlos.
No podrán llevar con ellos
las siete posesiones reales.

»Aunque consigan reunir un gran séquito,


ninguno de ellos le seguirá.
Nadie abrirá camino delante suyo,
ni tampoco lo hará después.

»Después de ser rey durante una sola vida,


por causa de la impermanencia, lo perderán todo.
Por haber cometido muchas acciones perjudiciales
se precipitarán en el Infierno de los Gemidos.

»El poder de las siete posesiones reales


les acompaña en los cuatro continentes.
Sin embargo, cuando caigan en el Infierno de los Gemidos,
¿dónde habrá quedado ese poder?

»No hay lugar sobre la tierra donde encontrarlos,


pues han muerto,
y los poderes sobrenaturales no traspasan
el umbral de la muerte.
Supremo Señor, por favor, escúchanos:
Vayamos a donde se encuentra el Tathagata.

»Deseamos intensamente verlo,


como a una madre o a un padre.
No tenemos madre
ni padre ni hermanos.

»El Tathagata es supremo en este mundo.


Es nuestro padre y nuestra madre,
es el sol y la luna.
Nos muestra el camino a la felicidad.

»Nos libera del samsara


para que no tengamos que volver a nacer.
Grande es el sufrimiento del río de los engaños.
Él es la barca que nos salva del río.

ȃl conduce a la otra orilla a todos los seres


para que nunca regresen.
Enseña el Dharma puro
y muestra la iluminación suprema.

»Ya no necesitamos comida


ni deseamos los placeres mundanos.
Aquellos que temen los reinos infernales
no deberían renacer en el mundo de los dioses.

»El renacimiento humano es muy afortunado,


pues ahí aparece el que Todo lo Conoce.
A causa de las acciones perjudiciales
llevadas a cabo por ellos mismos,
sus vidas son cortas y vagan errantes.

»No conocen la realidad de la muerte


y sólo desean los placeres mundanos.
Atrapados en el ciclo de la muerte
y el renacimiento nada temen,
pues carecen de sabiduría.

»Confundidos por la impermanencia


no comprenden el sutil Dharma.
No llevan a cabo acciones virtuosas
y desconocen la esfera de la paz.

»Al enfrentarse a la muerte no sienten remordimiento.


Por eso renacerán una y otra vez
y durante mucho tiempo
habrán de experimentar grandes sufrimientos.
»Serán maltratados y apaleados,
serán hechos prisioneros y los encarcelarán
y les darán muerte.
A causa de las malas acciones del pasado
estarán encadenados por los cinco grilletes,
sin esperanza, llenos de miseria y dolor.

»Cuando les llegue el momento de la muerte


se lamentarán y dirán:

»“¿Quién me protegerá?
Daría todo lo que tengo, oro, plata y cristal.
Me convertiré en un esclavo y haré las tareas de un esclavo.
Todo el trabajo recaerá sobre mí”.

»No necesitamos reinos o posesiones,


tampoco riquezas ni grano.
No necesitamos nuestro propio cuerpo.
Los que comenten acciones perjudiciales carecen de libertad.
Por todo esto, ¡Oh, Supremo Señor!,
no necesitamos comida.

»Los reyes que disfrutan


de exquisitos manjares también morirán.
Los dioses que disfrutan del néctar
más delicioso también morirán.

»Manjares y néctares preparados con maestría


y de sabores variados
son dispuestos ante el rey que
con su lengua los degusta.

»Luego los reyes se apegan a los placeres de la comida


y causa de ello llevan a cabo acciones perjudiciales.
¿Por qué apegarse a los sabores
que carecen de esencia verdadera
y que son impermanentes?

»No tenemos necesidad de bebidas,


no tenemos necesidad de comida.
Tenemos necesidad del Dharma
que nos libera del sufrimiento.

»Nos refugiamos en Buda,


que se ha liberado de las cadenas del apego,
que se ha liberado de las cadenas de los engaños,
que ha alcanzado la liberación de todas las cadenas.

»Anhelamos refugiarnos
en el Gran Sabio, el Protector del mundo.
Deseamos postrarnos ante el que
genera gozo en los seres que lo contemplan.
»No sabemos tu nombre,
por favor, dinos tu glorioso nombre».

Bhaishajyasena dijo:

«Vosotros y también todos los demás seres


deseáis escuchar mi nombre.
El Tathagata está rodeado
por billones de jóvenes seres».

Ellos contestaron:

«Eres un discípulo del Buda.


Tu nombre es profundo y glorioso.
Todos los seres sintientes sin excepción
desean escuchar tu nombre».

Bhaishajyasena dijo:

«Mi nombre es Bhaishajyasena.


Yo soy la medicina de todos los seres.
Yo os enseñaré la medicina suprema.
Los seres sintientes, que padecen
innumerables enfermedades,
serán sanados de toda enfermedad.
La enfermedad de la ignorancia,
que conduce a los necios por caminos erróneos,
es una terrible enfermedad que provoca
la caída de los seres en los reinos infernales,
de los animales y de los espíritus ávidos.
¿Cómo podrían ser pacificados
los seres inmaduros dominados por el odio?»

Ellos respondieron:

«Por escuchar este santo Dharma


nos liberaremos de todo sufrimiento.
Somos seres de mente inmadura e ignorante,
pero después de ser liberados de todo sufrimiento
hemos abandonado las acciones perjudiciales.
Que podamos escuchar el regalo del Dharma.

»Habiendo abandonado toda maldad,


los terroríficos miedos también cesarán.

»Que podamos ver pronto al Buda Perfecto,


al doctor que pacifica toda enfermedad.
Él es el rey de los médicos,
el que sana por completo todo sufrimiento.

»Supremo Señor, vayamos pronto


a rendir homenaje al Tathagata.
Después de postrarnos, por favor, habla en nuestro nombre
al Guía del mundo.

»Pacifica por completo esta enfermedad.


El cuerpo arde por completo
y se abrasa sin ningún consuelo.
Pacifica este fuego irresistible
que quema y consume nuestra paz.

»La carga del cuerpo es una pesada carga,


en verdad es una irresistible y lacerante carga.
Ten compasión por nosotros, Asceta, tal y como prometiste,
pues estamos agobiados por el sufrimiento.

»Los seres sintientes viven continuamente oprimidos


y dominados por las cadenas del odio y la ignorancia.
Una y otra vez arrastran su pesada carga
y no saben cómo liberarse de ella.

»Desconocen cómo alcanzar la liberación,


ni siquiera creen que la haya y por ello
no se atemorizan cuando llega el momento de la muerte.

»Se aferran a una vida cómoda


y creen que nunca morirán,
lo que es una gran necedad.
Y así, aun ante la muerte de su propia madre,
permanecen impasibles.

»Algunos ni siquiera se acuerdan de su padre,


continuamente oprimidos por el sufrimiento
y perturbados por los engaños y el karma.
Ante esto, ¿cómo podríamos ni tan siquiera comer?

»Ignorantes y consumidos por el sufrimiento,


estamos completamente exhaustos.
Todos estos sufrimientos surgen
de la causa raíz de la ignorancia.

»La discriminación, las sensaciones y


los factores mentales productores son
una enorme, espantosa y pesada carga.

»A causa del aferramiento, los seres de mente inmadura


vagan errantes, inconscientes del Dharma.
Oprimidos por la carga del cuerpo,
nacen en el mundo sin sentido.

»Se complacen en bañarse,


en ungirse y vestirse con exquisitas ropas.
Se apegan al sabor de los manjares
que gratifican el cuerpo.

»El oído se deleita con la armoniosa música


de los cinco tipos de instrumentos musicales.
La vista se recrea en la belleza
de los siete tipos de piedras preciosas.

»El gusto se goza en los sabores más dulces.


El cuerpo se deleita con el tacto
de la suave y fina ropa.

»El cuerpo se complace en la carne y


así este cuerpo ingrato nace sin sentido.
¿Quién podría encontrar placer en eso?

»Protejo mis pies con fino calzado


y visto mi cuerpo con delicadas ropas,
pero cuando llegue el momento de la muerte
ni la ropa ni los perfumes lo protegerán.

»Nadie puede proteger el cuerpo.


¿De qué sirven las ropas y los perfumes?

»Este cuerpo al que llamamos “humano”


ha recibido el poder de respirar, de escuchar,
gran fuerza y pensamiento racional.
Es un cuerpo con grandes cualidades.

»En el pasado, entre caballos y elefantes,


me divertía y viajaba.
Porque desconocía el Dharma de la liberación,
¡cuan apegado estaba a las acciones perjudiciales!

»Sin saber de las vidas futuras


me entregué a diversiones perniciosas.
Renací una y otra vez,
y una y otra vez me llegó la muerte.

»Una y otra vez vi el sufrimiento,


prisionero por completo del dolor.
Vi morir a mis madres y el fin de mis padres,
de mis amigos, de mis hermanos
y de mis hijos. Mis consortes también murieron.

»Todos estos fenómenos son de naturaleza dependiente y,


por lo tanto, vacíos.
¿Cómo podría alguien sensato apegarse a ellos?
Sin embargo, con la mente cautiva por el deseo,
me engañé pensando que eran confiables.

»No practiqué el Dharma apacible.


No hay ningún goce en la muerte.
Con una mente perturbada por el apego
no hice ofrendas.
De este modo, nada es comparable al apego en vileza,
y sin embargo no lo hemos abandonado.

»Nacemos llenos de confusión.


Los seres están confundidos en todo momento.
Confundidos por completo, oímos sonidos,
aferrándonos a lo que no es el sagrado Dharma.

»Buscamos la liberación y la meditación.


No seguiremos arrastrando la carga del cuerpo.
Que podamos convertirnos en guías para los seres,
-en Budas, en Maestros- por el beneficio del mundo.

»Buda es el padre y la madre del mundo.


El Buda muestra el camino y es la causa
de que lluevan joyas
por todas partes sobre la tierra.

»Los seres necios desconocen


la naturaleza de las enseñanzas de Dharma.
Cuando uno se compromete
con el logro de la iluminación,
alcanzará todas las realizaciones del Dharma.

»Todos los fenómenos dependientes son vacíos,


al igual que toda la riqueza y los placeres.
Cuando uno percibe la vacuidad, también la del yo,
en ese momento, cesan las expectativas.

»Supremo Señor, Bhaishajyasena,


por favor, escucha nuestras palabras.
Por el bien de los Bodhisatvas
te rogamos que seas nuestro mensajero.

»A pesar de las miserias del samsara,


los Bodhisatvas permanecen infatigables.
Dotados de esfuerzo y gran austeridad,
alcanzarán todas las virtudes.

»Por favor, ve adonde está el Maestro,


el que ha despertado por completo a la felicidad,
el Conquistador que no desfallece ni siquiera un momento.
Por nuestro bien, por favor, ve y dile:

»“Tú has conquistado a los Maras


y los has sometido, a pesar de su gran poder.
Tú haces que resplandezca con rapidez
el Dharma que apoya y sostiene a todos los seres sintientes”.

»No hemos escuchado el Dharma


que nos convertirá en Budas.
Por nuestro beneficio te rogamos,
Supremo Señor, ve con presteza.

»No hemos visto al Tathagata,


que está embellecido con las treinta y dos marcas,
y por eso no hemos podido cruzar al otro lado.
Esto es lo que decimos. Todos nosotros aguardamos
con respeto».

Bhaishajyasena dijo:

«Mirad hacia arriba un instante.


¿Qué veis ahí arriba?»

Ellos miraron hacia arriba y vieron tres mil quinientos palacios celestiales. Estaban
exquisitamente decorados con los siete tipos de piedras preciosas y adornados con celosías de
gemas. En su interior, hermosas flores se abrían por doquier e incienso divino perfumaba el aire.

Entonces preguntaron al Supremo Señor:

«¿Por qué han aparecido estos palacios celestiales


de labrados ricamente decorados
y engastados con joyas
y flores de loto por doquier?»

Bhaishajyasena respondió:

«Estos lugares han surgido para vosotros.


Id para que podáis ver al Buda.
Postraos ante el Maestro,
el que ha pasado más allá de este mundo,
el que ilumina el mundo».

Ellos dijeron:

«Pero no sabemos cómo encontrarlo


ni tampoco dónde podemos verlo.
¿Cómo podemos ir a postrarnos ante él
si desconocemos el camino?»

Bhaishajyasena respondió:

«Al igual que el espacio no tiene límites


ni puede ser tocado,
no es posible ir a postrarse
ante el Maestro que concede el néctar.

»Así como el monte Meru permanece,


del mismo modo el Maestro reside en su lugar.
El monte Meru puede ser medido,
y también el profundo océano.

»Es posible contar las partículas de polvo


de un universo de un millón de mundos,
pero no es posible conocer el surgimiento de los Budas.
Los Bodhisatvas de las diez direcciones
se postran ante aquel que ilumina el mundo».

Ellos dijeron:

«¡Protector del mundo, vuelve tu mirada hacia nosotros!


¡Por favor, complace nuestros deseos!
De todo corazón nos postramos ante el Maestro,
y por ello que podamos alcanzar los frutos!»

Bhaishajyasena dijo:

«El Maestro no se apega a los perfumes.


Tampoco a las guirnaldas ni a los ungüentos.
Es el sostenedor de la causa de los seres sintientes
y gracias a él serán liberado
de la existencia condicionada.

»Aquellos que han subyugado sus mentes


y se han refugiado en Buda
no serán vencidos en batalla
por el supremo y terrible Mara.

»No sucumbirán ante el poder de la muerte.


Lograrán con rapidez todas las realizaciones.
Sus mentes se inspirarán con una fe pura
y entonces verán al Maestro».

Entonces el Bendito, el Tathagata cuya voz es sublime como el canto del pájaro kalavinka,
sonrió. En ese momento, el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena se levantó, puso sus manos
juntas en señal de respeto, se inclinó ante el Bendito y dijo al Bendito: «Bendito, ochenta y cuatro
mil rayos de luz han surgido de tu rostro, y este universo de un billón de mundos y todo lo que
contiene se han llenado de luz. Incluso los treinta y dos grandes infiernos se han iluminado con
ellos. También se han llenado de luz los treinta y dos reinos de los dioses. Estos rayos de luz son de
una gran diversidad de colores, como el verde, el amarillo, el rojo, el blanco, el carmesí, cristal y
plata. Estos rayos de luz, tras surgir del rostro del Bendito, han proporcionado felicidad a los seres
sintientes de una galaxia de un billón de mundos, y después de haber regresado, han circunvalado al
Bendito siete veces y se han absorbido en la coronilla del Bendito. ¿Cuál es la razón de haber
mostrado la sonrisa que ha sido la causa de esto? ¿Cuál es la condición?»

Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo también al Bendito: «Bendito, si


me fuera dada la oportunidad, me gustaría preguntar al Bendito, al Tathagata, al Destructor del
Enemigo, al Buda Completo y Perfecto sobre cierta cuestión».

Así habló, y el Bendito respondió como sigue al Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena:
«Bhaishajyasena, pregunta cualquier cosa que desees que yo satisfaré tu mente explicando lo que
sea que preguntes».
Él dijo: «Bendito, después de que estos treinta mil millones de jóvenes seres que aparecieron
hubieron entendido las enseñanzas del sutil Dharma del Tathagata, dijeron a los viejos seres:
“Vosotros, los viejos, no conocéis el Dharma. Continuamente os dejáis llevar por lo que no es
Dharma ni es virtuoso”. Cuando dicen cosas sutiles como éstas que no resultan agradables, lo hacen
abiertamente y sin reservas y por ello causan daño, Bendito. ¿Por qué habrían de proclamar palabras
tan agradables y encantadoras?»

El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, ¿no sabes por qué pronuncian estas palabras?
Proclaman lo que es dulce y extremadamente agradable para el Tathagata. Por haber escuchado el
Dharma, Bhaishajyasena, por esa causa, entenderán el significado de todas las enseñanzas de
Dharma. Serán dotados con todas las buenas cualidades. Alcanzarán todos los logros. A partir de
hoy, residirán en el décimo plano. Hoy harán sonar el gran tambor del Dharma. Hoy serán dotados
con todas las cualidades del Dharma supremo. Bhaishajyasena, ¿ves estos palacios celestiales?»

Él dijo: «Bendito, los veo. Ido al Gozo, los veo».

El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, en este mismo día, estos jóvenes seres se sentarán en esos
palacios celestiales y entonces alcanzarán una clara realización del Dharma. En este mismo día
lograrán la culminación de todos los Dharmas virtuosos. Hoy golpearán el gran tambor del Dharma.
Hoy dioses de diversas clases alcanzarán la comprensión directa del Dharma. Incluso muchos seres
de los reinos infernales que habitan en entornos de sufrimiento, después de oír las enseñanzas de la
sabiduría del Tathagata, sobrepasarán la existencia cíclica y serán vencedores. En ese momento los
noventa mil millones de viejos seres lograrán el estado del que Ha Entrado a la Corriente, y todos
ellos serán también dotados con el Dharma. Bhaishajyasena, extinguirán por completo todos los
sufrimientos. Bhaishajyasena, lograrán ver al Tathagata. Bhaishajyasena, todos ellos serán dotados
con el sonido del Dharma supremo. Bhaishajyasena, mira en las cuatro direcciones».

El Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena miró en las cuatro direcciones, y desde el este
llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en cincuenta millones de ríos Ganges. Desde
el sur llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en sesenta millones de ríos Ganges.
Desde el oeste llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en setenta millones de ríos
Ganges. Desde el norte llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en ochenta millones
de ríos Ganges. Desde abajo llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en noventa
millones de ríos Ganges, y desde arriba llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en
cien millones de ríos Ganges. Después de que hubieron llegado, se sentaron a un lado ante el
Bendito.

Estaban sentados a un lado cuando el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al


Bendito: «Bendito, ¿qué son las formas negras y rojas que pueden verse arriba en el cielo?»

Él respondió: «Bhaishajyasena, ¿no sabes lo que son las formas negras y rojas que pueden
verse en el cielo? El Tathagata lo sabe. Bhaishajyasena, es Mara. Bhaishajyasena, ¿quieres verlo?»

Bhaishajyasena respondió: «Bendito, deseo verlo. Ido al Gozo, deseo verlo».

Él dijo: «Bhaishajyasena, han venido tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en cien
millones de ríos Ganges».

Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿cuál es la razón de que hayan venido todos estos
Bodhisatvas? ¿Cuál es la condición?»
«Bhaishajyasena, los jóvenes seres son la condición por la que todos los seres sintientes
serán dotados ahora con el Dharma de la meditación. Bhaishajyasena, ¿ves a los seres sintientes de
diferentes aspectos que han llegado hasta aquí gracias a los poderes sobrenaturales?»

Él respondió: «Veo tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en cien millones de ríos
Ganges y tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en cientos de miles de miríadas de millones
de ríos Ganges, poseedores de poderes sobrenaturales, y adoptan multitud de aspectos, colores y
formas. Todos estos Bodhisatvas residen en la cumbre del Dharma supremo. He visto a todos estos
Bodhisatvas residiendo en las moradas del Dharma junto con sus séquitos».

Después de que el Bendito hablara de este modo, el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, el
Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena y todos los Bodhisatvas, jóvenes y viejos, junto con la
asamblea completa y el mundo con sus dioses, humanos, semidioses y los que se alimentan de
olores se regocijaron y alabaron la palabra del Bendito.

Así concluye el noble sutra Sanghata Dharma-paryaya.

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