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impartió en la montaña Banda de Buitres en Rayagriha. Este discurso del Buda, como todos los
sutras del Mahayana, fue memorizado por sus discípulos y más tarde escrito en sánscrito. El
Sanghata es singular porque es una instrucción que el Buda escuchó de otro Buda anterior y es
también particular por el alcance de los efectos que tiene en aquellos que lo recitan.
***
La traducción del texto tibetano al inglés fue llevada a cabo por la generosidad y la
compasión de la Venerable Damchö, discípula del Ven. Lama Zopa Rimpoché.
La versión en castellano se realizó gracias al esfuerzo de Flora Lara Klahr y del Grupo del
Centro Rechung Dorje Dragpa de Xalapa, México, miembros de la Fundación para la Preservación
de la Tradición Mahayana. Posteriormente, el texto fue revisado por Begoña Mendizábal y editado
por Ediciones Dharma.
La presente versión ha sido realizada por Ricardo J. Ramos. Se ha pretendido actualizar la
sintaxis y el lenguaje del texto a un castellano más naturalizado y agradable de leer y recitar. Para
ello, se ha tomado como referencia el original de la versión inglesa de la Ven. Damchó y algunos
términos de la traducción al castellano de Flora Lara Klahr y del Grupo del Centro Rechung Dragpa
de Xalapa, México. Asimismo, se ha formateado el texto actualizando los signos de puntuación.
En el lenguaje del Tíbet: phag pa zung gi do'i chö kyi nam drang
Así lo escuché una vez: el Bendito moraba en Rayagriha, en la montaña Pico de los Buitres,
junto con una gran asamblea de treinta y dos mil monjes, incluyendo al venerable Ajñatakaundinya,
al venerable Maha Maudgalyayana, al venerable Shariputra, al venerable Maha Kashiapa, al
venerable Rahula, al venerable Bakhula, al venerable Bradrapala, al venerable Bhadrashri, al
venerable Chandanashri, al venerable Jangula, al venerable Subhuti, al venerable Revata, y al
venerable Nandasena, entre otros; y junto con sesenta y dos mil Bodhisatvas, incluyendo al
Bodhisatva, el Gran Ser Maitreya; al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura; al Bodhisatva, el Gran
Ser Kumarashri; al Bodhisatva, el Gran Ser Kumaravasin; al Bodhisatva, el Gran Ser
Kumarabhadra; al Bodhisatva, el Gran Ser Anuna; al Bodhisatva, el Gran Ser Manyushri; al
Bodhisatva, el Gran Ser Samantabhadra; al Bodhisatva, el Gran Ser Sudarshana; al Bodhisatva, el
Gran Ser Bhaishajyasena; y al Bodhisatva, el Gran Ser Vajrasena, entre otros; y junto con doce mil
hijos de los dioses, incluyendo al hijo divino Arjuna, al hijo divino Bhadra, al hijo divino Subhadra,
al hijo divino Dharmaruci, al hijo divino Chandanagarbha, al hijo divino Chandanavasin, y al hijo
divino Chandana, entre otros; y junto con ocho mil hijas de los dioses, incluyendo a la hija divina
Mirdamgini, a la hija divina Prasadavati, a la hija divina Mahatma Samprayukta, a la hija divina
“Ojo Glorioso”, a la hija divina Prajapati Vasini, a la hija divina Balini, a la hija divina “Riqueza
Gloriosa”, y a la hija divina Subahuyukta, entre otras; y junto con ocho mil reyes de los nagas,
incluyendo al rey naga Apalala, al rey naga Elapatra, al rey naga Timingila, al rey naga
Kumbhasara, al rey naga Kumbhashirsha, al rey naga “El que Causa Virtud”, al rey naga Sunanda,
al rey naga Sushakha, y al rey naga Gavashirsha, entre otros.
Todos ellos se dirigieron a Rayagriha, a la montaña Pico del Buitre, donde se encontraba el
Bendito. Al llegar allí, se postraron inclinando la cabeza a los pies del Bendito, circunvalaron al
Bendito tres veces y después se sentaron frente al Bendito. El Bendito aprobó su presencia
permaneciendo en silencio.
Después de decir al Bendito “así lo haré”, el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura escuchó
con total atención al Bendito.
El Bendito le habló así: «Sarvashura, hay un dharma-paryaya llamado Sanghata que aún
permanece activo en este planeta Tierra. Quienquiera que escuche este Sanghata dharma-paryaya,
purificará el karma de las cinco acciones de pena inmediata y nunca habrá de alejarse de la
inigualable, perfecta y completa iluminación. Sarvashura, ¿qué piensas sobre esto? Si concluyes que
aquellos que escuchen este Sanghata Sutra producirán tanta acumulación de mérito como la que
acumula un Tathagata, no debes de entenderlo de ese modo».
El Bendito dijo: «Sarvashura, esos Bodhisatvas, esos Grandes Seres, producirán una
acumulación de mérito como la que es generada por tantos Tathagatas, Destructores del Enemigo,
Budas Completos y Perfectos como granos de arena del río Ganges. Sarvashura, aquellos que
escuchen este Sanghata dharma-paryaya nunca se alejarán. Verán al Tathagata. Nunca se apartarán
de la presencia del Tathagata. Se iluminarán completamente en la inigualable, perfecta y completa
iluminación. Las puras realizaciones que alcanzarán nunca serán sobrepasadas por los malvados
maras. Sarvashura, todos aquellos que escuchen este Sanghata dharma-paryaya entenderán el
surgimiento y la cesación».
El Bendito habló como sigue: «Hijos del linaje, escuchad cuál es la medida de la
acumulación de mérito de un Buda. Es como sigue: para hacer una analogía, si la acumulación de
mérito de tantos Bodhisatvas del décimo plano como gotas de agua hay en el gran océano, y
partículas de polvo en el planeta Tierra, y granos de arena en el río Ganges es muy grande; la
acumulación de mérito de un Buda es mucho mayor que eso. Y para aquellos seres sintientes que
escuchen este Sanghata dharma-paryaya, la acumulación de mérito que producirán será todavía
mayor. No es posible hacerse una idea de esa cantidad de mérito contándolo. Sarvashura, cualquiera
que en ese momento, mientras escucha estas palabras, sienta una gran alegría, producirá una
inmensurable cantidad de mérito».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, dijo esto al Bendito: «Bendito, ¿quiénes
son los seres sintientes que están tremendamente sedientos por el Dharma?»
Después de decir esto, el Bendito habló como sigue al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura:
«Sarvashura, hay dos clases de seres sintientes que están tremendamente sedientos por el Dharma.
Si te preguntas quiénes son, Sarvashura, es como sigue: el primero es ecuánime con todos los seres
sintientes; el segundo, Sarvashura, es cualquiera que, después de haber escuchado el Dharma, lo
enseña perfectamente a todos los seres sintientes por igual».
Entonces los millones de dioses, nagas, humanos e hijos de los dioses se levantaron y,
poniendo sus manos juntas en oración hacia el Bendito, se dirigieron al Bendito como sigue:
«Bendito, también nosotros estamos tremendamente sedientos por el Dharma y por eso, que pueda
el Bendito colmar nuestros deseos por completo y los de todos los seres sintientes».
Entonces el Bendito habló al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura: «Sarvashura, estos seres
sintientes que han venido aquí se iluminarán completamente en la inigualable, perfecta y completa
iluminación. Todos ellos alcanzarán la plenitud de las experiencias gozosas de los Tathagatas».
El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, dijo: «Bendito, ¿por qué? ¿cuál es la razón de que
los seres sintientes que han venido aquí logren la completa, perfecta e inigualable iluminación?»
El Bendito dijo: «Sarvashura, es bueno, es muy bueno que preguntes al Tathagata acerca de
este asunto. Por eso, Sarvashura, escucha las circunstancias de la dedicación.
»Sarvashura, en ese tiempo, en ese momento, yo era un joven brahmán. Por aquel entonces,
todos los seres sintientes que estaba conduciendo hacia la sabiduría de un Buda eran animales
salvajes. En ese tiempo, en ese momento, compuse esta oración: “Que cualquier animal salvaje que
esté ahora atormentado por el sufrimiento, pueda renacer en mi campo búdico. Que pueda
conducirlos a todos a la sabiduría de un Buda”. Y todos esos animales salvajes, habiendo escuchado
esas palabras, asintieron diciendo: “Que así sea”. Sarvashura, por eso, por esa raíz de mérito, estos
seres sintientes han llegado hasta aquí y se iluminarán en la inigualable, perfecta y completa
iluminación».
Una vez escuchado esto, después de oír esta historia de gran gozo del Buda, el Bodhisatva,
el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, ¿qué período de vida es posible para estos seres?»
El Bendito dijo: «Para estos seres sintientes es posible un período de vida de ochenta
eones».
El Bendito dijo: «Hijo del linaje, escucha. Es como sigue. Para hacer una analogía, un
hombre construye un recinto de doce yóyanas de circunferencia y tres yóyanas de alto, y por dentro
lo llena por completo únicamente de semillas de sésamo. Entonces, cada mil años, dicho hombre
saca una sola semilla de sésamo de ese recinto completamente lleno de semillas de sésamo. Si
continuara así, incluso cuando llegara el momento en que ese hombre hubiera agotado todas las
semillas de sésamo, e incluso los cimientos y la base del recinto hubieran dejado de existir, aún
entonces un eón no habría pasado completamente.
»Es más, Sarvashura, es de la siguiente forma. Para hacer una analogía, hay una montaña de
cincuenta yóyanas de profundidad y doce yóyanas de altura. Entonces, un hombre construye una
casa en una ladera de esa montaña. Durante mucho tiempo, cada cien años, dicho hombre la frota
con un trapo de muselina de Benarés. Haciendo eso, aun cuando llegue el momento en que la
montaña haya sido consumida por completo, un eón no habría pasado completamente. Sarvashura,
esa es la medida de un eón».
El Bendito dijo: «Escucha, hijo del linaje: si alguien que oye el Sanghata Sutra dharma-
paryaya es capaz de vivir una vida de ochenta y cuatro mil eones, ¿qué necesidad hay de mencionar
a uno que escribe el Sanghata Sutra y que lo lee? Sarvashura, ése producirá una acumulación de
mérito extremadamente enorme.
»Sarvashura, quienquiera que haga postraciones sinceras al Sanghata Sutra con fe, recordará
sus vidas pasadas durante noventa y cinco eones. Se convertirá en un rey que pone en movimiento
la rueda hasta por sesenta eones. Incluso durante una vida tan larga será querido por todos.
Sarvashura, esa persona no morirá a causa de las armas. Esa persona no morirá por causa de un
veneno. La magia negra no podrá herirla. Es más, en el momento de la muerte verá noventa y nueve
millones de Budas de manera directa y, Sarvashura, esos Budas, esos Benditos, le dirán: “Ser Santo,
esta acumulación de mérito ha surgido porque escuchaste el gran Sanghata Sutra dharma-paryaya,
expuesto en detalle”. Y esos noventa y nueve millones de Budas, los Benditos, en sus respectivos
universos, predecirán el lugar de su iluminación.
»Sarvashura, si esto es así, ¿qué necesidad hay de mencionar a quien escucha este gran
Sanghata Sutra dharma-paryaya hasta el final, completa y extensamente? No sólo eso, los Budas le
confortarán y le dirán: “No tengas miedo”».
El Bendito dijo: «Sarvashura, los seres sintientes que lo escuchasen acumularían una
cantidad de mérito igual al mérito de tantos Budas, Tathagatas, como granos de arena del río
Ganges».
El Bendito dijo: «Sarvashura, es bueno, es muy bueno que no seas capaz de saciarte de las
enseñanzas de Dharma. Sarvashura, ya que yo tampoco soy capaz de saciarme de las enseñanzas de
Dharma, Sarvashura, ¿qué necesidad hay de decir que los seres ordinarios no pueden saciarse?
»Sarvashura, cualquier hijo o hija del linaje que genere fe en el Mahayana no caerá en los
reinos desafortunados durante mil eones; no renacerá como un animal durante cinco mil eones; no
generará malicia durante doce mil eones; no nacerá en lugares inhóspitos durante dieciocho mil
eones; durante veinte mil eones practicará con entusiasmo la generosidad; nacerá en el mundo de
los dioses durante veinticinco mil eones; practicará el celibato durante treinta y cinco mil eones;
renunciará a la forma de vida de la familia durante cuarenta mil eones; sostendrá el Dharma durante
cincuenta mil eones y meditará con dedicación sobre la muerte durante sesenta y cinco mil eones.
Sarvashura, ni el más leve karma perjudicial dañará a ese hijo o hija del linaje. Los malvados maras
no podrán herirlo. Nunca nacerá del vientre de una madre. Sarvashura, quienquiera que escuche este
Sanghata Sutra dharma-paryaya, sin importar dónde haya nacido, por noventa y cinco incontables
eones no caerá en los reinos desafortunados; durante ocho mil eones recordará lo que ha escuchado;
durante mil eones dejará de matar; durante noventa y nueve mil eones dejará de mentir; durante
trece mil eones dejará de causar desunión con la palabra. Sarvashura, es difícil encontrar seres
sintientes que hayan oído este dharma-paryaya».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura se levantó, puso su manto superior sobre un
hombro, hincó su rodilla derecha en el suelo, puso sus manos en oración hacia el Bendito, se inclinó
respetuosamente ante el Bendito y dijo al Bendito: «Bendito, ¿qué cantidad de karma negativo
acumularán los que rechacen este dharma-paryaya?»
Sarvashura dijo: «Bendito, ¿qué cantidad de karma negativo acumularán esos seres
sintientes?»
»Sarvashura, es de la siguiente forma. Para hacer una analogía, si alguien cortara la cabeza
de un hombre y luego aplicara una cataplasma en esa cabeza, ya sea de miel o de azúcar, o de
melaza o de mantequilla, o de aceite vegetal o de cualquier otra clase de cataplasma medicinal, ¿qué
opinas? ¿podría ese hombre levantarse nuevamente?»
El Bendito dijo: «Es más, Sarvashura, si un hombre hiriera a otro ser sintiente golpeándolo
con un arma punzante, aunque no sea capaz de matarlo, Sarvashura, le producirá una herida. Si se
aplica medicina, esa herida sanará. Entonces, después de sanar, al recordar el sufrimiento, ese
hombre pensará: “Ahora lo comprendo, y por eso no volveré a cometer acciones perjudiciales, que
producen karma negativo”. Cuando alguien reflexiona de esta forma, Sarvashura, al recordar el
sufrimiento, abandona por completo las acciones perjudiciales. En ese momento el Dharma se pone
de manifiesto. Cuando el Dharma se pone de manifiesto, conduce a la realización completa de todas
las virtuosas enseñanzas de Dharma.
»Sarvashura, es de la siguiente forma: para hacer una analogía, los padre de un hombre que
ha muerto se llenan de angustia y se lamentan; sin embargo, no tienen la capacidad de protegerlo.
De esta misma forma, Sarvashura, los seres ordinarios e inmaduros son incapaces de ayudarse a sí
mismos o a los demás. Igual que los padres que han visto todas sus esperanzas frustradas, también
esos seres sintientes, en el momento de la muerte, verán cómo todas sus esperanzas se frustran.
»Sarvashura, hay dos clases de seres sintientes que verán sus esperanzas frustradas. ¿Cuáles
son esos dos? Son los siguientes: el primero es el que lleva a cabo acciones negativas o las ordena
cometer; el segundo es el que abandona el santo Dharma. Estas dos clases de seres sintientes, en el
momento de la muerte, verán cómo sus esperanzas se frustran».
El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: «Bendito, ¿dónde renacerán esos seres
sintientes? ¿qué les espera después?»
El Bendito dijo: «Sarvashura, ilimitados son los renacimientos de los seres sintientes que
rechazan el Dharma. Ilimitadas son también sus vidas futuras. Sarvashura, los seres sintientes que
abandonen el santo Dharma experimentarán sufrimientos durante un eón en el gran Infierno
Resucitante, un eón en el Infierno de la Destrucción Masiva, un eón en el Infierno Caliente, un eón
en el Infierno Muy Caliente, un eón en el gran Infierno de la Raya Negra, un eón en el gran Infierno
del Tormento Incesante, un eón en el gran infierno de los Gemidos Estrepitosos, un eón en el gran
Infierno de los Gemidos y, Sarvashura, tendrán que experimentar el sufrimiento de estos ocho
grandes infiernos durante ocho eones».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, ¿cómo debemos
buscar el Dharma enseñado por el Bendito? Bendito, después de oír el Sanghata Sutra dharma-
paryaya, ¿cómo debemos sostener con firmeza las raíces de virtud?»
El Bendito dijo: «Sarvashura, debes saber que la acumulación de mérito del que escucha este
Sanghata Sutra dharma-paryaya es igual que la de venerar a tantos Tathagatas, Destructores del
Enemigo, Budas Completos y Perfectos como incontables granos de arena hay en doce ríos Ganges,
proveyéndolos con todo lo necesario para su bienestar».
El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: «Bendito, ¿cómo pueden las raíces de virtud ser
perfeccionadas?»
Preguntó esto y el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura: «Esas raíces de virtud
deben ser consideradas iguales a un Tathagata».
«¿Qué son esas raíces de virtud que deben ser consideradas como iguales a un Tathagata?»
El Bendito dijo: «El que enseña el Dharma debe ser considerado como un Tathagata».
El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: «Bendito, si los que escuchen el Sanghata Sutra
dharma-paryaya producirán tal acumulación de méritos, ¿qué necesidad hay de mencionar a los que
lo escriben o lo leen? ¿cuánta mayor acumulación de mérito producirán?»
El Bendito dijo: «Sarvashura, escucha. Es como sigue. Para hacer una analogía, en cada una
de las cuatro direcciones hay tantos Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y
Perfectos, tantos como incontables granos de arena hay en doce ríos Ganges y todos ellos
permanecen y enseñan el Dharma durante doce eones. Aún cuando todos ellos describieran la
acumulación de mérito de alguien que escribe el Sanghata Sutra, no serían capaces de lograrlo o de
expresarlo con palabras. Y aún si tantos Budas, Benditos, como incontables granos de arena hay en
cuarenta y ocho ríos Ganges son incapaces de describir la acumulación de mérito de quien lo
escribe, ¿qué necesidad hay de decir que aquel que lo escribe o reflexiona en él o lo lee se
convertirá en un tesoro del Dharma?»
El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: «¿Cuál será la acumulación de mérito de quien
lo lee?»
Y entonces, en ese tiempo, en ese momento, ochenta y cuatro cientos de miles de miríadas
de millones de dioses rindieron homenaje uniendo sus manos en oración hacia donde el Sanghata
Sutra dharma-paryaya estaba siendo enseñado, y dijeron esto al Bendito: «Bendito, cualquiera que
haya sido el propósito del Bendito al depositar un tesoro del Dharma como éste en este mundo es
bueno, muy bueno».
Desde otro lugar, dieciocho cientos de miles de miríadas de millones de ascetas desnudos de
otras tradiciones llegaron al lugar donde estaba el Bendito y dijeron al Bendito: «¡Oh, Asceta
Gautama, que seas victorioso!»
El Bendito respondió:
Entonces esos ascetas desnudos se enfadaron con el Bendito y generaron una mente
incrédula. En ese tiempo, en ese momento, el señor de los dioses, Indra, blandió su rayo. Entonces
esos dieciocho millones de ascetas desnudos quedaron aterrorizados y, llenos de dolor, sollozaban
entre lágrimas. Además, el Bendito hizo desaparecer su cuerpo. Entonces, los ascetas desnudos se
lamentaron y lloraron y, al no ver al Bendito, pronunciaron estos versos:
«No hay nadie que nos proteja,
ni padre ni madre.
Todo es un desierto,
sin un hogar, sin lugar alguno donde ir.
»Sin el Tathagata,
todo es sufrimiento».
Así habló. Y el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, si la Montaña
Negra hace caer sus rocas y rinde homenaje postrándose con sus cumbres ante el Monte Meru, rey
de las montañas, ¿cómo podría yo enseñar el Dharma cuando el Tathagata está presente?»
El Bendito dijo: «Calla, hijo del linaje. Son muchos los recursos de los Budas, Sarvashura,
así que adelante. Ve, busca en las diez direcciones del universo y encuentra el lugar donde los
Tathagatas aparecen y donde los tronos están dispuestos. Sarvashura, yo mismo enseñaré el Dharma
a los ascetas desnudos extremistas de otras tradiciones».
«Bendito, ¿qué quieres decir con “del nacimiento nace el miedo a nacer”?»
«Al nacer como un ser humano surgen muchos temores. Surge temor al rey. Surge temor a
los ladrones. Surge temor al fuego. Surge temor al veneno. Surge temor al agua. Surge temor al
viento. Surge temor a los remolinos. Surge temor a las acciones del pasado».
Cuando el Bendito expuso este Sanghata dharma-paryaya, los dieciocho millones de ascetas
desnudos extremistas de otras tradiciones alcanzaron la inigualable, total, perfecta y completa
iluminación. De entre su propio séquito, dieciocho mil Bodhisatvas alcanzaron el décimo plano y
todos ellos manifestaron diferentes emanaciones sobrenaturales: caballos, elefantes, tigres, garudas,
el Monte Meru y otras formas como esvásticas o árboles. Todos ellos se sentaron en la postura vajra
sobre tronos de loto.
Nueve mil millones de Bodhisatvas se sentaron a la derecha del Bendito. Nueve mil
millones de Bodhisatvas se sentaron a la izquierda del Bendito, y el Bendito permanecía en
meditación estabilizada, enseñando el Dharma por medio de sus poderes sobrenaturales. Al séptimo
día, el Bendito abre la palma de su mano, pues sabe que el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura,
regresa desde el Universo del Loto Sublime. Cuando el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura fue
hasta el universo del Loto Sublime por la bendición de sus propios poderes sobrenaturales, empleó
siete días. Pero cuando el Bendito abrió su mano, en ese mismo momento el Bodhisatva Sarvashura
apareció ante el Bendito. Después de circunvalar al Bendito tres veces, su mente se inspiró con fe
pura en el Bendito.
Unió sus manos en oración, se inclinó hacia el Bendito y dijo esto al Bendito: «Bendito,
habiendo visitado los universos de las diez direcciones, gracias a uno de mis poderes sobrenaturales
vi noventa y nueve millones de campos búdicos y, gracias a dos de mis poderes sobrenaturales, vi
mil millones de Benditos. Al séptimo día llegué al universo del Loto Sublime, y por el camino
también vi cientos de miles de millones de campos búdicos inamovibles.
»Bendito, en ese mismo día atravesé treinta y nueve mil millones de campos búdicos, y en
esos treinta y nueve mil millones de campos búdicos, treinta y nueve mil millones de Bodhisatvas
aparecieron, y en ese mismo día se iluminaron por completo en la inigualable, perfecta y completa
iluminación. Circunvalé a esos Benditos, Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y
Perfectos tres veces y, gracias al poder sobrenatural, desaparecí.
»Bendito, también vi Budas, Benditos, en sesenta millones de campos búdicos. Bendito, hice
postraciones ante los campos búdicos y ante los Budas y seguí adelante.
»Bendito, en otros ocho millones de campos búdicos vi cómo los Tathagatas completaban la
acción de pasar al nirvana. Después de hacer postraciones también ante esos Benditos, seguí
adelante.
»Es más, Bendito, en noventa y cinco millones de campos búdicos presencié la desaparición
del santo Dharma. Me afligí y rompí en llanto. Además, vi dioses, nagas, espíritus malignos,
demonios y otros muchos seres del reino del deseo que lloraban, traspasados por grandes y
agonizantes dolores. Igual que antes, Bendito, ante estos campos búdicos junto con sus océanos, sus
montes Meru y su tierra, que estaban todos, sin excepción, quemados, hice postraciones y,
profundamente apenado, me marché.
»Bendito por el camino hasta el universo del Loto Sublime también vi quinientos mil
millones de tronos dispuestos. En la dirección del sur había cien mil millones de tronos dispuestos.
En la dirección del norte vi cien mil millones de tronos dispuestos. En la dirección del este, cien mil
millones de tronos dispuestos. En la dirección del oeste, cien mil millones de tronos dispuestos. En
la dirección superior, cien mil millones de tronos dispuestos. Bendito, todos esos tronos que estaban
dispuestos estaban hechos con las siete clases de piedras preciosas, y en ellos se sentaban los
Tathagatas enseñando el Dharma.
»Yo estaba maravillado ante esos Benditos y les pregunté: “¿cuál es el nombre de este
universo búdico?”. Y esos Benditos dijeron: “Hijo del linaje, este universo se llama Loto Sublime.”
»Ellos respondieron: “El Tathagata, Destructor del Enemigo, el Buda Completo y Perfecto
Esencia de Loto lleva a cabo las actividades de un Buda en este campo búdico.”
»Entonces les pregunté: “Hay muchos cientos de miles de millones de Budas, pero no he
encontrado al Tathagata, Destructor del Enemigo, al Buda Perfecto y Completo Esencia de Loto.
¿Quién es?”
»Ese Bendito dijo: “Hijo del linaje, te mostraré al conocido como Tathagata, Destructor del
Enemigo, al Buda Completo y Perfecto Esencia de Loto.”
»El Tathagata respondió: “Nadie puede sentarse en esos tronos sin haber creado las raíces de
virtud.”
»Dije: “Bendito, ¿qué clase de acción virtuosa crea la causa para poder sentarse en esos
tronos?”
»El Bendito dijo: “Escucha, hijo del linaje. Aquéllos que han oído el Sanghata Sutra
dharma-paryaya, gracias a esa acción virtuosa, se sentarán en esos tronos; y no es preciso
mencionar a los que lo han escrito o leído. Sarvashura, tú has oído el Sanghata Sutra dharma-
paryaya y por eso ahora estás sentado en ese trono. ¿Cómo si no podrías haber accedido a este
campo búdico?”
»Así habló el Bendito, y yo le dije: “Bendito, ¿cuál es la cantidad de mérito que acumularán
los que escuchen el Sanghata Sutra dharma-paryaya?”
»Entonces ese Bendito, el Tathagata Esencia de Loto, sonrió. Le pregunté con qué intención
sonreía: “Bendito, ¿por qué sonríe el Tathagata y con qué propósito?”
»El Bendito respondió “Hijo del linaje, Bodhisatva, Gran Ser Sarvashura, el Que Ha
Obtenido Gran Poder, escucha. Es así: para hacer una analogía, hay un rey que pone en movimiento
la rueda y reina sobre los cuatro continentes. Si ese rey plantara sésamo en todos los campos de los
cuatro continentes, Sarvashura, ¿qué opinas? ¿crecerían muchas de esas semillas?”
»El Bendito dijo: “Sarvashura, si una persona reuniera todas esas semillas de sésamo y otra
las tomara una a una y las fuera apartando, Sarvashura, ¿qué opinas? ¿podría llegar a contar todas
esas semillas de sésamo o hacer una analogía de su número?”
»El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: “Bendito, no sería capaz. Ido al Gozo, no
podría. Sería incapaz de contar todas esas semillas de sésamo o de hacer una analogía de su
número.”
»“De esa misma forma, Sarvashura, salvo el Tathagata, nadie más puede hacer una analogía
de la cantidad de mérito que produce este Sanghata Sutra dharma-paryaya. Sarvashura, es así. Para
hacer una analogía, ni aun si tantos Tathagatas como las semillas de sésamo mencionadas
proclamaran el mérito que se acumula al escuchar el Sanghata dharma-paryaya, ni siquiera haciendo
uso de una analogía, podría ese mérito expresarse en su totalidad. Siendo así, no es preciso
mencionar al que lo escribe, lo lee o hace que lo escriban.”
»El Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo: “¿Cuánto mérito acumula el que lo escribe?”
»El Bendito dijo: “Hijo del linaje, escucha. Es como si alguien cortara toda la hierba o la
madera de un millón de universos y la redujera al tamaño de un mero pulgar y, Sarvashura, escucha
otra analogía. Si se redujeran a partículas de polvo las piedras, las montañas y la tierra de un millón
de sistemas de mundos, y todas ellas se convirtieran en reyes que ponen en movimiento la rueda en
los cuatro continentes, ¿sería posible hacer una analogía de su mérito?”
»“Sarvashura, del mismo modo es también imposible hacer una analogía de la acumulación
de mérito que se produce al escribir el Sanghata Sutra dharma-paryaya. Si lo comparamos con la
acumulación de mérito de todos esos reyes que ponen en movimiento la rueda, la acumulación de
mérito de aquel que escribe una sola sílaba de este dharma-paryaya es mucho mayor. Aunque su
mérito es extremadamente grande, esos reyes que ponen en movimiento la rueda no pueden
compararse. Sarvashura, del mismo modo el Bodhisatva, el Gran Ser que sostiene el santo Dharma
del Mahayana y lo practica no puede ser superado por un rey que pone en movimiento la rueda. De
esta forma, no es posible hacer una analogía de la acumulación de mérito que se produce al escribir
el Sanghata Sutra dharma-paryaya.”
Así habló, y el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, la práctica del
celibato es aquí muy difícil. Si uno se pregunta porqué, Bendito, ya que la práctica de un Tathagata
es rara, del mismo modo la práctica del celibato también lo es. Cuando alguien se compromete en la
práctica del celibato, verá al Bendito cara a cara. Día y noche verá al Bendito. Siendo así, cuando
uno ve al Bendito cara a cara, día y noche, uno ve el campo búdico. Cuando alguien ve el campo
búdico está viendo un tesoro inagotable. En el momento de la muerte no tendrá miedo. Nunca más
nacerá del vientre de una madre. Nunca más volverá a estar afligido. No estará atado por las
cadenas del apego».
Esto es lo que dijo, y el Bendito repuso al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura: «Sarvashura,
el surgimiento de un Tathagata es algo difícil de encontrar».
El Bendito dijo: «Sarvashura, del mismo modo, este Sanghata Sutra dharma-paryaya es
también difícil de encontrar. Sarvashura, quienquiera que escuche este Sanghata dharma-paryaya,
durante ochenta eones recordará sus vidas pasadas. Durante sesenta mil eones obtendrá la soberanía
del que pone en movimiento la rueda. Durante ocho mil eones alcanzará la posición de Indra. Hasta
por veinte mil eones renacerá igual de afortunado que los dioses de los recintos puros. Hasta por
treinta y ocho mil eones se convertirá en el gran Brahma. Hasta por noventa y nueve mil eones no
obtendrá renacimientos desafortunados. Hasta por cien mil eones no renacerá entre los espíritus
ávidos. Hasta por veintiocho mil eones no nacerá como un animal. Hasta por trece mil eones no
renacerá como un semidiós. No encontrará la muerte a causa de las armas. Hasta por veinticinco mil
eones su sabiduría no degenerará. Hasta por siete mil eones será sabio. Hasta por nueve mil eones
será hermoso y atractivo. Será como los Cuerpos de la Forma completados por el Tathagata. Hasta
por veinticinco mil eones no renacerá como una esposa. Hasta por dieciséis mil eones no sufrirá
enfermedades físicas. Hasta por treinta y cinco mil eones poseerá el ojo divino. Hasta por
diecinueve mil eones no renacerá entre los nagas. Hasta por sesenta mil eones no estará dominado
por el odio. Hasta por siete mil eones no nacerá en una familia pobre. Hasta por ochenta mil eones
obrarán en los dos continentes. Incluso si renaciera en la pobreza, disfrutará de dones y libertades
como son: hasta por doce mil eones no padecerá ceguera; hasta por trece mil eones no obtendrá un
mal renacimiento; hasta por once mil eones tendrá sabiduría y practicará la paciencia.
El Bendito dijo: «Oh, hijo del linaje, ¿has visto tú tantos cientos de miles de miríadas de
millones de Tathagatas como granos de arena hay en muchos ríos Ganges?»
El Bendito dijo: «Oh, hijo del linaje, estos Tathagatas han venido a verte».
Él respondió: «¿Qué acción virtuosa ha sido la causa de que todos estos Tathagatas hayan
venido al lugar donde me encuentro?»
El Bendito dijo: «Hijo del linaje, escucha. Obtuviste un renacimiento humano, el Sanghata
dharma-paryaya llegó a tu oído y, como consecuencia, debido a esa causa, acumulaste esta gran
cantidad de mérito».
El Bendito dijo: «Calla, calla, oh hijo del linaje. Voy a describir el mérito de una estrofa de
cuatro versos, así que presta atención. Hijo del linaje, es similar a lo siguiente: para hacer una
analogía, la acumulación de mérito que produce es mucho mayor que la de tantos Tathagatas,
Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos como el número de granos de arena de
trece ríos Ganges. Si alguien que escucha tan sólo una estrofa de cuatro versos de este Sanghata
dharma-paryaya produce una acumulación de mérito mucho mayor que la de alguien que venera a
tantos Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos como el número de
granos de arena de trece ríos Ganges, ¿acaso es necesario mencionar al que lo escucha por completo
y lo comprende? Hijo del linaje, escucha acerca del que escucha todo el Sanghata dharma-paryaya y
lo comprende. Si se plantaran tantas semillas de sésamo como para llenar todos los mundos de un
billón de universos, y en igual número hubiera tantos reyes que ponen en movimiento la rueda
como dichas semillas, y entonces una persona rica, con grandes riquezas y posesiones, empleara sus
bienes para hacer regalos a todos esos reyes que ponen en movimiento la rueda; el mérito
acumulado por esa persona no podría compararse con el de alguien que hace regalos a uno que ha
logrado el estado del que Ha Entrado en la Corriente, pues el mérito de este último es mucho mayor.
Si los seres de todos los mundos de un billón de universos alcanzaran el estado del que Ha Entrado
en la Corriente y alguien hiciera ofrendas a todos esos seres, el mérito acumulado por otro que
hiciera ofrendas a alguien que ha logrado el estado del Que Regresa Una Vez sería mucho mayor. Si
los seres de todos los mundos de un billón de universos alcanzaran el estado del Que Regresa Una
Vez y una persona les hiciera ofrendas, el mérito acumulado por otro que las hiciera a alguien que
ha logrado el estado del que Nunca Regresa sería mucho mayor. Si los seres de todos los mundos de
un billón de universos alcanzaran el estado del que Nunca Regresa y alguien les hiciera ofrendas, el
mérito acumulado por otro que las hiciera a un Destructor del Enemigo sería mucho mayor. Si los
seres de todos los mundos de un billón de universos fueran Destructores del Enemigo y alguien les
hiciera ofrendas, el mérito acumulado por otro que las hiciera a un Conquistador Solitario sería
mucho mayor. Si los seres de todos los mundos de un billón de universos fueran Conquistadores
Solitarios y alguien les hiciera ofrendas, el mérito acumulado por otro que las hiciera a un
Bodhisatva sería mucho mayor. Si los seres de todos los mundos de un billón de universos fueran
Bodhisatvas y alguien les hiciera ofrendas, el mérito acumulado por otro que generara fe en un
Tathagata sería mucho mayor. Pero si el del que escucha este Sanghata dharma-paryaya es incluso
mayor que el mérito acumulado por el que genera fe en tantos Tathagatas como para llenar los
mundos de un billón de universos, Sarvashura, ¿es preciso mencionar al que escribe este Sanghata
dharma-paryaya, lo memoriza, lo lee o lo entiende? Sarvashura, ¿es preciso mencionar el que se
postra con una mente de fe ante este Sanghata dharma-paryaya?
»Sarvashura, ¿qué opinas sobre este asunto? Sería maravilloso si todos los seres de mente
inmadura pudieran escuchar esto, pero aunque pudieran escucharlo, no generarían fe.
»Sarvashura, escucha: ¿puede algún ser ordinario de mente inmadura ser capaz de alcanzar
el fondo del gran océano?»
El Bendito preguntó: «¿Hay alguien que pueda vaciar el océano con la palma de su mano?»
Sarvashura respondió: «Bendito, no hay nadie. Ido al Gozo, no hay nadie».
El Bendito dijo: «Al igual que no hay nadie que sea del todo capaz de desecar el gran
océano, Sarvashura, tampoco hay nadie con aspiraciones menores que sea capaz de escuchar este
dharma-paryaya. Sarvashura, aquellos que no han visto tantos millones de Tathagatas como
incontables granos de arena en ochenta ríos Ganges, son incapaces de escribir este Sanghata
dharma-paryaya. Aquellos que no han visto tantos Tathagatas como incontables granos de arena en
noventa ríos Ganges son incapaces de escuchar este dharma-paryaya. Aquellos que no han visto
cien miríadas de millones de Tathagatas, aunque oigan este dharma-paryaya, lo rechazarán.
Sarvashura, aquellos que han visto cien millones de Tathagatas, tantos como incontables granos de
arena hay en el río Ganges, al escuchar este dharma-paryaya generarán fe. Quedarán deleitados.
Conocerán la verdad tal cual es. Tendrán fe en este Sanghata dharma-paryaya y no lo rechazarán.
»Sarvashura, escucha: aquellos que escriban tan sólo una estrofa de cuatro versos de este
Sanghata Sutra, después de atravesar noventa y cinco mil millones de universos, su campo búdico
devendrá igual al universo de Sukhavati. Sarvashura, la duración de la vida de esos seres sintientes
alcanzará los ochenta y cuatro mil eones.
»Sarvashura, escucha: y para los Bodhisatvas, los Grandes Seres que escuchen tan sólo una
mera estrofa de cuatro versos de este Sanghata dharma-paryaya, será como sigue. Para hacer una
analogía, un ser sintiente ha llevado a cabo las cinco acciones de pena inmediata, las ha mandado
llevar a cabo o se ha regocijado de que hayan sido cometidas; si este ser escucha tan sólo una
estrofa de cuatro versos de este Sanghata dharma-paryaya, purificará por completo el karma
negativo de las cinco acciones de pena inmediata. Esto es así.
»Sarvashura, escucha y te mostraré aún otra virtud. Es como sigue: para hacer una analogía,
una persona ha destruido estupas, ha causado desunión en la Sangha, ha perturbado la meditación
estabilizada de un Bodhisatva, ha causado obstrucciones a la sabiduría de un Buda y ha matado a un
ser humano. Después de todo esto, esa persona se siente arrepentida y apenada: “Este cuerpo es la
causa de mi ruina y también la ruina de mis vidas futuras. No valgo nada.” Mientras piensa en esto
le embarga una profunda pena y sufre amargamente. Su dolor es insoportable. Sarvashura, una
persona así será rechazada por todos. Será objeto de desprecio. Esta persona estará acabada y no
tendrá esperanza. La felicidad mundana y la supramundana son ya para ella imposibles de alcanzar.
Como un trozo de madera reducido a cenizas, tal será su destino durante muchos eones. Como los
pilares y las vigas de una casa bien construida que, al quemarse, pierden su belleza, así será para esa
persona. Tampoco merece aprecio en este mundo. Donde quiera que vaya, sea donde sea, los demás
la criticarán y abusarán de ella, y sufrirá hambre y sed y no encontrará nada para comer o beber.
»“Necio, no lo hagas.
Esa acción te perjudicará,
como las muchas maldades
que ya has llevado a cabo.
¡No cometas ese error!”
»“No es por esas acciones que los Budas llegaron a ser tales,
como tampoco los Bodhisatvas.
Ni siquiera conducen al estado de un Oyente.
Esfuérzate por otras metas.
Ve a la montaña donde vive el Sabio.”
»Entonces, en ese momento, atravesado por grandes dolores y afligido por el miedo, el
hombre le dijo al Sabio:
»“¿Quién me protegerá?
Por haber cometido malas acciones
experimentaré sufrimiento.”
»Entonces, en ese tiempo, en ese momento, el Sabio consoló al hombre diciéndole: “Ser
sintiente, yo seré tu refugio. Te apoyaré. Seré el amigo que te proteja. Por eso, escucha sin temor el
Dharma que voy a enseñarte. ¿Has oído aunque sólo sea un poco el dharma-paryaya llamado
Sanghata?”
»El Sabio dijo: “Sólo alguien que reside en la compasión y que enseña el Dharma a los seres
sintientes enseñaría el Dharma a un ser sintiente quemado.”
»El Sabio dijo: “Hijo del linaje, escucha algo más. En un tiempo pasado, inconcebiblemente
pasado, hace incontables eones, hubo un justo rey del Dharma llamado Vimalacandra. Hijo del
linaje, en la casa del rey Vimalacandra nació un niño. Entonces el gran rey Vimalacandra mandó
llamar a los sacerdotes augures y les preguntó: 'Sacerdotes, ¿qué futuro auguráis a este niño?'. Los
sacerdotes augures le dijeron: 'Gran rey, no es auspicioso. Este niño que acaba de nacer no es de
naturaleza bondadosa.' El rey preguntó: 'Sacerdotes, ¿qué futuro le espera?' Los augures
respondieron: 'Majestad, si este niño alcanza los siete años, pondrá en peligro la vida de su madre y
de su padre.' Entonces el rey dijo lo siguiente: 'Aunque mi vida vaya a correr peligro, que así sea,
pero no mataré a mi hijo. Puesto que el renacimiento humano es tan difícil de obtener, no quitaré la
vida a ninguna persona.'
»Después de eso, el niño creció con rapidez, de tal forma que al cumplir un mes de vida
había crecido lo que otros niños en dos años. Al ver esto, el rey Vimalacandra comprendió que su
propio karma había sido la causa de que el niño creciera tan rápidamente.
»Entonces, el rey cedió su reino al niño y le dijo: 'Que te conviertas en un rey admirado por
todos, con un gran reino. Gobierna rectamente de acuerdo con el Dharma, no por lo que es contrario
al Dharma.'
»El rey respondió: 'A pesar de que he gobernado durante muchos eones esta tierra, con gran
riqueza y poderío, nunca me he sentido satisfecho.'
»Oh, ser sintiente, recuerdo cómo también, cuando el tiempo del sufrimiento llegó para ese
rey, y el remordimiento lo consumía mientras se lamentaba ahogado en sus propias lágrimas, generé
una gran compasión hacia él y, yendo en su busca, le enseñé el Dharma; y cuando escuchó el
Dharma, todas las acciones de pena inmediata fueron purificadas con rapidez y por completo.”
»El sabio dijo: “Los grandes ascetas que escuchen el Sanghata dharma-paryaya, el rey de los
sutras, obtendrán la insuperable fuente del Dharma, la purificación de toda negatividad y la
pacificación de todos los engaños.”
»Después de esto, en aquel entonces, desde el cielo, doce mil hijos divinos, con las manos
juntas en oración, descendieron hasta donde estaba el Sabio, se postraron a sus pies y le dijeron:
“Bendito, Gran Sabio, ¿hasta dónde alcanzan tus recuerdos del pasado?”
»Del mismo modo, cuatro millones de reyes naga y dieciocho mil reyes de los espíritus
malignos llegaron a donde estaba el Sabio. Poniendo sus manos juntas en oración hacia el Sabio e
inclinándose respetuosamente, le dijeron: “Gran Ser, ¿hasta dónde alcanzan tus recuerdos del
pasado?”
»El Sabio respondió: “Hasta cientos de miles de miríadas de millones de incontables eones.”
»Ellos preguntaron: “¿Qué acción virtuosa logrará que todo el karma negativo acumulado
durante ese tiempo quede purificado en un instante?”
»Él respondió: “Por oír el Sanghata dharma-paryaya. Todos los seres que se han reunido
aquí, todos aquellos seres sintientes que se han reunido aquí, todos los que con fe escuchan este
dharma-paryaya, quedan predichos para el inigualable, completo y perfecto despertar. Los que
hayan cometido las cinco acciones de pena inmediata, con sólo escuchar este dharma-paryaya
llamado Sanghata, consumirán por completo el karma de esas cinco acciones de pena inmediata en
un instante y las purificarán sin ningún remanente. Durante incontables cientos de miles de miríadas
de millones de eones la puerta de los reinos inferiores quedará cerrada para ellos y las treinta y dos
puertas del reino de los dioses se abrirán. Si la acumulación del que escucha tan sólo una estrofa de
cuatro versos de este Sanghata dharma-paryaya produce tales resultados, ¿qué necesidad hay de
mencionar al que honra con flores, incienso, perfumes, guirnaldas, ungüentos, polvos, hábitos,
pabellones, estandartes y gallardetes, o al que lo venera embelleciéndolo con dibujos, haciendo
ofrendas, tocando los timbales y otros instrumentos musicales y luego se regocija, aunque sea sólo
un instante, diciendo 'Bien dicho, excelente, excelente'?”»
Entonces, el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura dijo al Bendito: «Bendito, ¿cuánto mérito
acumulará el que junta sus manos y se postra cuando el Sanghata dharma-paryaya está siendo
expuesto? ¿Cuánto mérito acumulará tan sólo por juntar sus manos?»
El Bendito respondió: «Hijo del linaje, escucha. Si alguien ha cometido las cinco acciones
de pena inmediata, las ha ordenado cometer o se ha regocijado de que se hayan cometido, con sólo
juntar sus manos y postrarse mientras escucha tan sólo una estrofa de cuatro versos de este Sanghata
dharma-paryaya, todo el karma negativo acumulado por las cinco acciones de pena inmediata
quedará completamente purificado. Siendo así, Sarvashura, ¿es precioso mencionar a aquel que
escucha y comprende este Sanghata dharma-paryaya hasta el final? El mérito que acumulará será
mucho mayor que el del anterior. Hijo del linaje, te enseñaré una analogía para clarificar el
significado del Sanghata Sutra. Sarvashura, es como sigue: para hacer una analogía, del palacio del
rey naga Anavatapta, donde nunca sale el sol, nacen cinco grandes ríos. Si una persona intentara
contar las gotas de agua de esos cinco grandes ríos, Sarvashura, ¿crees que le sería posible
completar su propósito contando sus gotas?»
El Bendito dijo: «Sarvashura, del mismo modo, aunque alguien intentara contar el mérito del
Sanghata dharma-paryaya durante un eón o incluso durante mil eones, no le sería posible completar
ese cálculo. Sarvashura, ¿qué piensas sobre esto? ¿acaso no afronta una difícil tarea el que explica
este Sanghata dharma-paryaya, incluso por un solo instante?»
Sarvashura preguntó: «¿Cuáles son esos mil ríos que los acompañan?»
El Bendito dijo: «El Sundari va acompañado por mil ríos, el Shamkha va acompañado por
mil ríos, el Vahanti va acompañado por mil ríos, el Chitrasena va acompañado por mil ríos y el
Dharmavritta va acompañado por mil ríos. Cada uno de estos grandes ríos tiene otros mil que lo
acompañan.
»Estos ríos proporcionan abundante lluvia sobre la tierra. Sarvashura, cuando la lluvia cae,
flores, frutos y cosechas maduran. Cuando la lluvia cae sobre la tierra, hay agua. Gracias al agua,
las tierras de cultivo y los jardines son regados en abundancia y florecen. Sarvashura, es como
sigue: para hacer una analogía, el señor de los seres hace que la tierra sea próspera. Del mismo
modo, Sarvashura, este Sanghata dharma-paryaya es proclamado en el mundo para el beneficio de
muchos seres y la felicidad de muchos seres. La vida de los seres humanos no es como la de los
dioses de la Tierra de los Treinta y Tres Cielos. Si te preguntas quiénes son los dioses de la Tierra de
los Treinta y Tres Cielos, son los que residen con Indra, señor de los dioses.
»Sarvashura, hay también seres sintientes que se esfuerzan por mantener una disciplina
verbal virtuosa, y tampoco es posible hacer una analogía de su acumulación de mérito. También hay
seres cuya conducta verbal es perjudicial, y del mismo modo es imposible hacer una analogía de los
renacimientos en los infiernos y como animales que les aguardan. Estos seres sintientes, que habrán
de experimentar el sufrimiento de los infiernos, de los animales y de los espíritus ávidos, no saben
cómo protegerse y, habiendo perdido las esperanzas, entre lamentos caen en los infiernos.
Deberíamos considerar que han sido influenciados por amigos no virtuosos. En cambio, aquellos
que practican la disciplina moral de la palabra correcta y de cuya acumulación de mérito no es
posible hacer una analogía, deben de considerarse bajo la influencia de amigos virtuosos. Un amigo
virtuoso es como un Tathagata. Cuando uno ve a un Tathagata, todo lo negativo queda purificado.
Cuando el señor de los seres bendice la tierra, es imposible hacer una analogía de la felicidad de los
seres sintientes que viven en ella.
»Sarvashura, del mismo modo, este Sanghata dharma-paryaya es para los seres sintientes del
mundo como un Buda. Quien no haya escuchado el Sanghata dharma-paryaya será incapaz de
iluminarse por completo en la inigualable, completa y perfecta iluminación. No será capaz de poner
en movimiento la rueda del Dharma, ni de golpear el tambor del Dharma, ni de sentarse en el trono
del león del Dharma. Será incapaz de alcanzar la paz del nirvana y de resplandecer con incontables
rayos de luz. Sarvashura, de esta manera, los que no hayan escuchado este Sanghata dharma-
paryaya serán incapaces de sentarse en el corazón de la iluminación».
Sarvashura dijo: «Bendito, ¿puedo hacer una pregunta? Ido al Gozo, ¿puedo preguntar
algo?»
El Bendito respondió: «Sarvashura, pregunta lo que quieras que yo disiparé tus dudas».
Sarvashura dijo: «¿Quién era el Sabio que liberó a esos seres sintientes del karma de las
cinco acciones de pena inmediata y los condujo uno a uno al estado del que No Regresa?»
El Bendito respondió:
El Bendito dijo: «Hijo del linaje, escucha. Sarvashura, en un tiempo muy lejano, hace
noventa y nueve incontables eones, aparecieron en el mundo doce millones de Budas. Cuando
apareció el Tathagata Ratnotama, yo me esforzaba en la práctica de la generosidad y veneré doce
millones de Budas cuyo nombre era Chandra. Les atendí con comida, bebida, perfumes, guirnaldas,
ungüentos y todo aquello que fuera de su agrado; alimento saludable y todo lo necesario para su
bienestar. Habiéndoles servido, recuerdo que me predijeron para la inigualable, completa y perfecta
iluminación.
»Sarvashura, recuerdo que surgieron veinte millones de Budas, cada uno de los cuales
recibía el nombre de Tathagata, Destructor del Enemigo, Buda Completo y Perfecto
Shikhisambhava.
»Sarvashura, después aparecieron en el mundo dieciséis millones de Budas cuyo nombre era
Vimalaprabhasa. En ese tiempo yo era un hombre hacendado, con grandes riquezas y posesiones.
Después de renunciar a todas mis posesiones, ofrecí mis humildes servicios a esos dieciséis
millones de Budas con ofrendas de telas para sentarse, vestiduras, perfumes, guirnaldas, ungüentos
y ornamentos, tal y como uno debe servir a un Tathagata, y entonces me predijeron para la
inigualable, perfecta y completa iluminación. También recuerdo eso, pero aún no había llegado el
momento exacto de la predicción.
»Sarvashura, después aparecieron en el mundo trece millones de Budas, y cada uno de esos
Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos se llamaba Avabhasasrhi.
Veneré a todos esos Tathagatas, Destructores del Enemigo, Budas Completos y Perfectos con telas
para sentarse, vestiduras, perfumes, guirnaldas, ungüentos, atavíos y ornamentos. Tal y como debe
ofrecerse humildemente servicio a un Tathagata, así les ofrecí humildemente servicio. Y como en
ocasiones anteriores, después de haber impartido muchas enseñanzas de Dharma sobre su
significado y la disciplina moral, me predijeron para la inigualable, perfecta y completa
iluminación. Recuerdo esto, pero el tiempo de la predicción tampoco había llegado todavía.
»Sarvashura, después de eso, me elevé con las piernas cruzadas en medio del espacio a una
altura de doce palmeras y alcancé el estado de perseverancia en relación con los fenómenos no
producidos. Recuerdo perfectamente estas raíces de mérito, igual que si fuera ayer u hoy, cuando
practicaba el celibato durante incontables eones y poseía las perfecciones. Después de eso conduje a
innumerables cientos de miles de miríadas de millones de seres sintientes, uno a uno, hacia el santo
Dharma. Por lo tanto, Sarvashura, ahora que me he iluminado de manera manifiesta y completa en
la insuperable, perfecta y completa iluminación, ¿es preciso mencionar mi deseo de beneficiar a
todos los seres sintientes? Sarvashura, yo enseño el Dharma a los seres sintientes de muy diversas
formas.
»Cualquiera que sea la apariencia de aquellos que van a ser subyugados, enseño el Dharma
bajo esa apariencia. En el reino de los dioses enseño el Dharma bajo la forma de un dios. En el reino
de los nagas enseño el Dharma bajo el aspecto de un naga. En el reino de los espíritus malignos
enseño el Dharma bajo el aspecto de un espíritu maligno. En el reino de los seres humanos enseño
el Dharma bajo el aspecto de un ser humano. A los seres que van a ser subyugados por un Buda,
enseño el Dharma bajo el aspecto de un Buda. A los que van a ser sometidos por un Bodhisatva
enseño el Dharma bajo el aspecto de un Bodhisatva. Cualquiera que sea la apariencia de los seres
sintientes que vayan a ser subyugados, enseño el Dharma bajo esa misma apariencia.
»Sarvashura, de este modo enseño el Dharma a los seres sintientes bajo muchos aspectos. Si
alguien se preguntará el porqué, Sarvashura, así como los seres sintientes escuchan el Dharma de
diferentes formas, del mismo modo esos seres de buena voluntad crearán raíces de mérito también
de diferentes formas. Llevarán a cabo actos de generosidad. Acumularán mérito. Incluso se privarán
del sueño por su propio beneficio. También meditarán sobre la muerte. Llevarán a cabo las acciones
virtuosas que deben de ser completadas, como éstas. Por haber escuchado el Dharma, recordarán las
raíces de virtud del pasado. Y así alcanzarán la meta última y el bienestar y la felicidad de dioses y
humanos.
»Sarvashura, de este modo, tan pronto como el Sanghata dharma-paryaya es escuchado, las
virtudes y los méritos devienen inconcebibles».
Entonces, esos seres sintientes se dijeron los unos a los otros: «El resultado del logro del
completo despertar en la insuperable, perfecta y completa iluminación y el deseo de beneficiar a
todos los seres sintientes deben de tener una causa, una raíz de virtud que surja del santo Dharma,
puesto que no podrían lograrse sin que su causa fuese creada».
«Aquellos que han generado fe en el Dharma dirán: “Hay un Dharma perfectamente acorde
con la realidad tal cual es”. Como consecuencia de su virtud alcanzarán la insuperable felicidad del
Dharma. En cambio, los seres sintientes necios e ignorantes que dicen: “No hay ningún camino del
Dharma ni es posible ir más allá del sufrimiento”, caerán en los reinos inferiores. Una y otra vez
renacerán en los reinos desafortunados. Durante ocho eones sufrirán en los infiernos. Durante doce
eones renacerán como un espíritu ávido. Durante dieciséis eones renacerán entre los semidioses.
Durante nueve mil eones nacerán entre los espíritus malignos y los demonios devoradores de carne.
Durante catorce mil eones no tendrán lengua. Durante dieciséis mil eones les llegará la muerte en el
vientre de su madre. Durante once mil eones nacerán ciegos y llenos de dolores, y sus padres
pensarán: “Nuestro sufrimiento ha sido en vano. El nacimiento de nuestro hijo no tiene sentido.
Soportarlo en el vientre durante nueve meses no tuvo sentido”. Y esos seres sufrirán frío y calor
intensos, hambre y sed. Durante toda su vida sufrirán muchos infortunios. Ni siquiera sus padres se
alegrarán con el nacimiento de su hijo, y perderán toda esperanza.
»Sarvashura, de este modo, los que abandonan el santo Dharma se precipitan hacia los
reinos de los infiernos y de los animales. En el momento de la muerte les traspasará la gran lanza
del dolor. Sarvashura, los que dicen: “Hay un camino del Dharma; es posible alcanzar la
liberación”, por esta acción virtuosa renacerán en el continente norte, Uttarakuru, durante veinte
eones. Durante veinticinco mil eones renacerán entre los dioses de la Tierra de los Treinta y Tres
Cielos. Después de caer de la Tierra de los Treinta y Tres Cielos de los dioses volverán a renacer en
el continente norte, Uttarakuru. No nacerán del vientre de una madre. Verán cien mil mundos, de
nombre Sukhavati. Verán todos los campos búdicos y, habiéndolos visto, se establecerán en ellos y
allí alcanzarán la perfecta y completa iluminación.
»Sarvashura, éste es sin duda el gran poder de este Sanghata dharma-paryaya. Los que
generen fe en él no morirán de muerte prematura. Mantendrán una disciplina moral pura.
Sarvashura, algunos dicen: “El Tathagata libera incontables seres, día y noche, pero el mundo de los
seres sintientes aún no ha quedado vacío. Son muchos los que se comprometen en el camino de la
iluminación y muchos también los que renacen entre los dioses. Muchos seres logran el nirvana. Sin
embargo, ¿por qué el mundo de los seres sintientes no ha quedado vacío?”»
Los practicantes extremistas de otras tradiciones, los mendicantes errantes y los ascetas
desnudos se dijeron: «Debemos ir a debatir con el asceta Gautama». Entonces ochenta y cuatro mil
brahmanes, practicantes extremistas de otras tradiciones y mendicantes errantes y muchos cientos
de ascetas desnudos se encaminaron a Rayagriha. Y en ese tiempo, en ese momento, el Bendito
sonrió.
Enseguida el Bodhisatva, el Gran Ser Maitreya se levantó, puso el manto superior sobre un
hombro, hincó la rodilla derecha en el suelo, puso sus manos en oración hacia el Bendito y le dijo:
«Bendito, ¿cuál es la razón de tu sonrisa? ¿a qué se debe? Los Tathagatas, Destructores del
Enemigo, los Budas Completos y Perfectos no sonríen sin razón».
El Bendito respondió: «Escucha, hijo del linaje. Hoy habrá una gran asamblea en la ciudad
de Rayagriha».
Maitreya dijo: «Bendito, ¿quién estará allí? ¿Dioses, nagas, espíritus malignos, seres
humanos o seres no humanos?»
El Bendito respondió: «Maitreya, vendrán todos ellos: dioses, nagas, espíritus malignos,
humanos y seres no humanos vendrán hoy aquí. Y también vendrán ochenta y cuatro mil
brahmanes, nueve mil millones de practicantes extremistas, mendicantes errantes y ascetas
desnudos. Todos ellos debatirán conmigo. Yo enseñaré el Dharma para pacificar todos sus
conflictos. Todos esos brahmanes generarán la mente de la suprema, perfecta y completa
iluminación. Nueve mil millones de practicantes extremistas, mendicantes errantes y ascetas
desnudos lograrán el estado del que Ha Entrado en la Corriente. También vendrán dieciocho mil
millones de reyes naga, que escucharán el Dharma de mí y generarán la suprema mente de la
iluminación. Vendrán también sesenta millones de hijos de los dioses de los reinos puros. Treinta
mil millones de malvados maras junto con sus cortejos vendrán. También vendrán doce mil
millones de reyes de los semidioses. Quinientos reyes vendrán, junto con sus séquitos, para
escuchar el Dharma. Todos ellos, después de escuchar el Dharma que les enseñaré, generarán la
mente de la insuperable, perfecta y completa iluminación».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Maitreya, después de haberse postrado con la cabeza a
los pies del Bendito y haberlo circunvalado tres veces, desapareció.
En ese momento el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, se levantó, puso el manto superior
sobre un hombro, hincó la rodilla derecha en el suelo, puso sus manos en oración hacia el Bendito y
dijo: «Bendito, ¿cuál es el nombre de esos quinientos reyes?»
El Bendito respondió: «Escucha, Sarvashura. Son el rey Nanda, el rey Sunanda, el rey
Upananda, el rey Jinarsabha, el rey Brahmasena, el rey Brahmagosha, el rey Sudarshana, el rey
Jayasena, el rey Nandasena, el rey Bimbisara, el rey Prasenajit y el rey Virudaka. Estos son, y el
resto de reyes, quinientos en total, y cada uno va acompañado por cien mil millones de asistentes.
Todos ellos se han preparado para la inigualable, completa y perfecta iluminación, a excepción del
rey Virudaka. Por el este se acercan treinta mil millones de Bodhisatvas; por el norte se acercan
ochenta mil millones de Bodhisatvas; por el nadir se acercan noventa mil millones de Bodhisatvas;
por el cenit se acercan cien mil millones de Bodhisatvas, y todos ellos residen en el décimo plano».
Todos esos Bodhisatvas llegaron a la gran ciudad de Rayagriha, donde estaba el Bendito,
para verlo; y todos ellos estaban preparados para la incomparable, perfecta y completa iluminación.
Entonces el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura: «Sarvashura, ve, dirígete a
los Bodhisatvas de los mundos de las diez direcciones y diles: “Hoy el Tathagata enseñará el
Dharma en la gran ciudad de Rayagriha. Por eso vosotros, que habitáis en los mundos de las diez
direcciones, rendidle homenaje poniendo vuestras manos juntas en oración”. Diles esto y tan pronto
como se lo hayas hecho entender, regresa inmediatamente para escuchar el Dharma».
Entonces Sarvashura se levantó, se postró con la cabeza a los pies del Bendito y, después de
haberlo circunvalado tres veces, desapareció gracias a sus poderes sobrenaturales. Yendo a todos los
mundos de las diez direcciones, el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura anunció a los Bodhisatvas:
«El Tathagata, Destructor del Enemigo, el Buda Perfecto y Completo Shakyamuni enseña el
Dharma hoy en la gran ciudad de Rayagriha. Regocijáos y proclamad “excelente”. Hoy será un gran
día para vosotros, recibiréis incontables beneficios y alcanzaréis gran gozo».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, que había ido a los mundos de las diez
direcciones y venerado respetuosamente a todos los Budas, y que había exhortado a los
Bodhisatvas, en el breve instante en que una persona fuerte chasquea sus dedos, regresó a la ciudad
de Rayagriha, donde estaba el Bendito, y se presentó ante el Bendito.
También se encontraban allí reunidos los practicantes extremistas de otras tradiciones, los
mendicantes errantes y los ascetas desnudos, además de dioses, nagas, seres humanos, seres no
humanos y los quinientos reyes junto con sus séquitos. Además, también habían llegado treinta y
tres mil millones de maras, los malvados, junto con sus séquitos.
Entonces la gran ciudad de Rayagriha tembló y sobre los mundos de las diez direcciones
cayó una lluvia de polvo de sándalo celestial, y también una lluvia de flores cayó y permaneció en
un palacio celestial a la altura del moño de la coronilla de la cabeza del Tathagata. Además, en ese
momento Indra, señor de los dioses, blandió un rayo en la presencia del Tathagata. Después de esto,
cuatro fuertes vientos se levantaron desde las cuatro direcciones y limpiaron toda la suciedad, el
polvo y la arena de la gran ciudad de Rayagriha. Sobre los mundos de las diez direcciones cayó una
lluvia de flores utpala, lotos, flores de kúmuda y lotos blancos que, como parasoles divinos, cubrían
las cabezas de todos esos seres sintientes. Además, sobre la coronilla de la cabeza del Tathagata
permanecían inmóviles ochenta y cuatro mil palacios celestiales. Dentro de los ochenta y cuatro mil
palacios celestiales aparecieron ochenta y cuatro mil tronos hechos de los siete tipos de piedras
preciosas. En cada trono se sentaba un Tathagata enseñando el Dharma. Y esta galaxia de un billón
de mundos tembló de seis formas diferentes.
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura juntó sus manos en oración hacia el Bendito
y dijo al Bendito: «Bendito, ¿cuál es la causa, cuál es la razón de que se hayan producido estos
milagros en la gran ciudad de Rayagriha?»
El Bendito respondió: «Es como sigue. Para hacer una analogía, en cierta ocasión un rey
acarició la cabeza de un hombre inestable, violento, egoísta, codicioso y muy pobre. Cierto día ese
hombre se acercó hasta la reja del palacio real. Una vez allí, se empeñó en entrar al palacio del rey.
Pero los sirvientes y ministros del rey lo detuvieron y lo apalearon. Alertado por los comentarios de
los miembros de la corte, el rey supo del indigente que había intentado entrar en palacio por la
fuerza y pensó: “Sin duda quería matarme”. Lleno de odio, el rey dijo a su guardia: “Soldados,
tomad al intruso, llevadlo al monte y matadlo. Matad a todos sus sirvientes, padres, hijos, esclavos,
esclavas y a todos sus trabajadores”. Y, cumpliendo las órdenes del rey, todos fueron muertos, y
todos sus amigos y demás familia fue alcanzada por la lanza del dolor. Del mismo modo,
Sarvashura, el Tathagata, el Destructor del Enemigo, el Buda Perfecto y Completo enseña el
Dharma a los seres sintientes. Al igual que este hombre arrogante, la gente simple y necia observa el
aspecto, el color, las marcas y la forma del Tathagata y piensan que es el cuerpo del Tathagata. Y
después de oír muchas enseñanzas de Dharma se llenan de orgullo y dicen cosas sin sentido.
Llevados por el interés personal y el egoísmo, ya no prestan atención al Dharma ni lo enseñan. Si
alguien les explica un sutra o un mero verso, o una sencilla analogía, no le prestan atención ni lo
retienen, pensando: “Ya sabemos todo eso”; y así no lo recuerdan ni permiten a su oído prestar
atención. ¿Por qué ocurre esto? A causa del orgullo se vanaglorian de sus conocimientos. Por causa
de su extenso aprendizaje no prestan atención. Aquellos que buscan la compañía de los necios no
actuarán en orden a alcanzar esta clase de Dharma. No escucharán palabra alguna dotada de esta
clase de Dharma. A causa de su extenso aprendizaje se vuelven arrogantes. Estas personas
componen sus propios tratados e incluso los prefacios de sus propios tratados. Se engañan a sí
mismos y a los demás. Consumirán sin sentido los recursos que son de todos y después no los
digerirán bien. Cuando les llegue el momento de la muerte serán presa del miedo.
»Y esos seres sintientes le dirán: “Nos has instruido en muchas materias. ¿Por qué no las
aplicas ahora para tu beneficio?” Y él les responderá: “Amigos, no puedo ayudarme a mí mismo”.
»Y entonces esos seres sintientes se lamentarán y gemirán. Así como un solo hombre
culpable, a consecuencia de sus propias acciones ocasionó la muerte de un gran número de
familiares a causa de una sola persona, del mismo modo, estos seres sintientes se lamentarán y
gemirán en el momento de la muerte y se verán a sí mismos renaciendo en los infiernos y como
animales, y todo ello a causa de las malas compañía.
»Es como sigue: para hacer una analogía, igual que un pájaro sin alas no puede levantar el
vuelo para alcanzar el reino de los dioses, del mismo modo vosotros no podéis alcanzar la
liberación pues no tenéis esa capacidad sobrenatural. Si alguien se pregunta cuál es la razón, es
porque después de haber nacido como un ave a consecuencia del karma, en un instante este cuerpo
se desintegrará y finalmente morirá.
»Cuando llegue el momento de la muerte, después de haber perdido el sentido del gusto, se
llenarán de terror y pensarán: ''¿Por qué nos hemos dedicado a este cuerpo? No hemos disfrutado de
la felicidad de los dioses ni de los humanos ni tampoco moraremos en la paz del nirvana. Hemos
alimentado este cuerpo nuestro, tan inútil. ¿Qué será de nosotros? ¿Quién nos protegerá? ¿Dónde
renaceremos y dónde será nuestro fin?”»
Entonces, los brahmanes, los practicantes extremistas de otras tradiciones, los mendicantes
errantes y los ascetas desnudos se levantaron, cubrieron su hombro con el manto, juntaron las
manos en oración y preguntaron al Bendito: «Bendito, a pesar de que los Tathagatas han estado
liberando seres sintientes del samsara día y noche, no hay ni un incremento ni una merma en el
mundo de los seres sintientes. Bendito, ¿por qué? ¿Cuál es la causa de que el número de seres
sintientes no varíe y sigan manifestando nacimiento y cesación por igual?»
Entonces el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena: «Los extremistas visten
la gran armadura espiritual. Plantean preguntas importantes para disipar grandes perturbaciones
mentales, para encender las grandes lámparas del Dharma. Llegará el momento, en verdad, en que
los seres sintientes, sean jóvenes o viejos, entenderán el nacimiento y la cesación. Bhaishajyasena,
hay en verdad seres sintientes viejos que, al igual que los jóvenes, no saben nada.
»Bhaishajyasena, es como sigue: para hacer una analogía, había una vez un hombre que,
después de lavar su cabello, se vistió con ropa nueva y salió de su casa. La gente le decía: “¡Qué
bien te sienta la ropa nueva!”. En cambio otro hombre también lavó su cabello y lavó sus viejas
ropas, pero por ser viejas, aunque se había aseado el cabello, ese hombre no tenía un aspecto
agradable. Al igual que su ropa no resultaba atractiva, Bhaishajyasena, los seres sintientes viejos
que habitan el planeta Tierra también carecen de belleza, y los seres sintientes jóvenes manifiestan
nacimiento y cesación».
Entonces los brahmanes, los practicantes extremistas de otras tradiciones y los mendicantes
errantes se levantaron de sus asientos y dijeron al Bendito: «Bendito, ¿quién de entre nosotros es
joven y quién es viejo?»
El Bendito respondió: «Una y otra vez habéis experimentado los terribles sufrimientos de los
renacimientos en el reino de los infiernos, de los animales y de los espíritus ávidos, y aún no estáis
satisfechos. Por lo tanto, todos sois viejos».
Entonces, todos los brahmanes y todos los reyes naga dijeron al Bendito: «Bendito, no
podemos tolerar por más tiempo los terribles sufrimientos del samsara».
Los practicantes extremistas de otras tradiciones, los mendicantes errantes y los ascetas
desnudos dijeron: «Aun así, de entre los seres sintientes jóvenes, nadie está capacitado para realizar
la vacuidad de manera directa».
Entonces noventa y cuatro mil millones de jóvenes seres se presentaron ante el Tathagata.
No se postraron ante él ni pronunciaron palabra alguna. Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser
Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Bendito, estos seres sintientes no se dirigen al Bendito.
Permanecen en completo silencio y ni siquiera se postran. ¿Cuál es la razón de que no pregunten
nada al Tathagata? ¿Cuál es la condición?»
El Bendito respondió: «Escucha, Bhaishajyasena. Debes de saber que estos seres sintientes
que dicen, “los seres sintientes jóvenes no están capacitados para realizar la vacuidad de manera
directa”, son seres sintientes jóvenes».
Y esos seres sintientes dijeron: «Venerable Bendito, somos seres sintientes jóvenes.
Venerable Ido al Gozo, somos seres sintientes jóvenes».
El Bendito dijo: «Estos seres sintientes comprenden el mundo de manera directa; pero ahora,
mostrad la extensión del mundo desde vuestro propio cuerpo».
Entonces, en ese instante, los noventa y cuatro mil millones de seres jóvenes, sin abandonar
sus cuerpos, se elevaron en el espacio y alcanzaron el décimo plano.
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Bendito, estos seres
sintientes se han esforzado mucho para lograr la completa extinción y cesación del samsara.
Bendito, éste ha sido el día de su nacimiento. Bendito, éste ha sido el día de su liberación. Todos
han logrado el décimo plano».
Por otra parte, poco después llegaron los brahmanes, los practicantes extremistas de otras
tradiciones, los mendicantes errantes y los ascetas desnudos, junto con los reyes naga y con Mara, el
malvado, junto con su séquito, con la intención de causar confusión, y así dijeron al Bendito:
«Bendito, hemos venido ante el Tathagata y ahora que hemos escuchado este dharma-paryaya
hemos generado fe tanto en el Buda como en el Dharma. De este modo, deseamos alcanzar el gozo
de la Budeidad, al igual que el Bendito. Deseamos convertirnos en Tathagatas, en Destructores del
Enemigo, en Budas Completos y Perfectos en el mundo».
El Bendito respondió: «Perfecto, buena gente. No importa cómo habéis llegado hasta el
Tathagata; al escuchar el Sanghata dharma-paryaya, habéis generado la mente de la insuperable,
perfecta y completa iluminación, y gracias a esta raíz de virtud, buenos amigos, lograréis la
inigualable, perfecta y completa iluminación en poco tiempo».
Entonces, tan pronto como el Bendito dijo esto, en ese momento, todos esos practicantes
extremistas de otras tradiciones alcanzaron el estado de perseverancia en relación con los
fenómenos no producidos. Todos ellos se convirtieron en Bodhisatvas del décimo plano y,
elevándose en el espacio a la altura de siete palmeras, ofrecieron al Tathagata siete palacios
celestiales hechos de los siete tipos de piedras preciosas. También manifestaron diversas
emanaciones milagrosas y llevaron a cabo manifestaciones sobrenaturales. Entonces,
permaneciendo sobre la coronilla de la cabeza del Bendito, hicieron llover pétalos de flores sobre el
Tathagata y todos ellos contemplaron al Tathagata. Además percibieron sus propios cuerpos como
Budas.
Muchos cientos de miles de millones de hijos de los dioses esparcieron flores sobre el
Tathagata y pronunciaron estas palabras: «El asceta Gautama es un gran benefactor, es un profundo
campo de méritos, un salvador del mundo. Ha alcanzado el logro de la meditación estabilizada. Es
un maestro que desea enseñar a ser maestro. A través de medios hábiles libera de manera gradual a
los seres sintientes de la existencia cíclica. Con tan sólo pronunciar una mera frase libera a
incontables seres sintientes del samsara».
El Bendito respondió: «Escucha, hijo del linaje, no me alaban a mí, sino a sus propios
cuerpos; y ellos mismos establecerán sus propios cuerpos como un sagrado trono del Dharma.
Irradiarán de sus cuerpos la luz del Dharma. Todos los Budas les darán fuerza para que puedan
alcanzar la insuperable, perfecta y completa iluminación. Y cuando se hayan iluminado por
completo, enseñarán el Dharma».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «El Tathagata, el Ido al
Gozo libera por completo a un gran número de seres sintientes, día y noche, aunque su número no
se haya agotado aún».
El Bendito habló: «Bhaishajyasena, es bueno, muy bueno que hayas pensado en preguntar al
Tathagata sobre este asunto. Bhaishajyasena, te lo explicaré con la ayuda de una analogía. Había
una vez un hombre muy rico, con abundantes bienes y posesiones, con mucho dinero y grano, joyas
y casas. Tenía muchas sirvientas, sirvientes y obreros, gran cantidad de riqueza, fértiles campos de
labranza que producían abundantes cosechas de cebada, trigo, arroz, judías, lentejas y muchos otros
cereales. Durante la primavera plantaba todas las semillas y el grano y, en la siguiente estación, las
semillas y el grano maduraban. Cuando veía que la cosecha había madurado, recogía los frutos y los
enviaba a su casa, almacenándolos en un lugar preparado en su hacienda para disponer de ellos
cuando fuese necesario. Cuando la primavera regresaba, volvía a sembrar. De este modo,
Bhaishajyasena, los seres sintientes que llevaron a cabo acciones virtuosas en el pasado, vuelven a
plantar en los campos de mérito una y otra vez, sembrando la semilla de la felicidad cuando las
buenas acciones del pasado se consumen. Su práctica virtuosa del Dharma consiste en sembrar las
semillas de la felicidad. Así incrementan sus realizaciones y generarán felicidad y regocijo. Gracias
a estas mentes de felicidad y regocijo, Bhaishajyasena, no echarán a perder su existencia por
muchos miles de millones de eones. Del mismo modo, Bhaishajyasena, el Bodhisatva que ha hecho
la promesa de la iluminación no desaprovechará su existencia. En poco tiempo alcanzará todas las
realizaciones».
Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, qué temores surgen durante el sueño para el Bodhisatva
que ha hecho la promesa de la iluminación?»
El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, sueña con llamas ardientes. Cuando ocurre esto, el
Bodhisatva debe pensar: “He consumido todos mis engaños”. En segundo lugar, Bhaishajyasena,
sueña con agua arremolinada y turbulenta, ante lo cual el Bodhisatva que ha hecho la promesa de la
iluminación no debe sentir miedo. ¿Por qué? Bhaishajyasena, porque todas las ataduras de la
ignorancia son deshechas, y todos los males son purificados. En tercer lugar, Bhaishajyasena, el
Bodhisatva que ha hecho la promesa de la iluminación tiene un sueño muy amedrentador».
El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, es bueno, muy bueno que estimes apropiado preguntar al
Tathagata una pregunta sobre este asunto».
»Entonces, el comerciante tomó todo el oro y se marchó. Poco tiempo después, lo perdió
todo en un solo mes. Atormentado por el remordimiento y con el corazón lleno de dolor y
vergüenza, no se sentía capaz de regresar a su propia casa. Sin embargo, la noticia de la pérdida del
oro llegó a oídos de sus padres y quedaron sumidos en la desesperación y el dolor. Rasgaron sus
ropas y, entre gritos y sollozos, se lamentaban: “Mal hijo el que nació en esta casa. Nos ha llevado a
todos a la ruina. Nos ha dejado sin recursos, sin nada con que valernos; nos ha hecho caer en la
servidumbre y la esclavitud”. Y así, consumidos por el sufrimiento, los padres del mercader
murieron en la más absoluta desesperación.
»Cuando el mercader tuvo noticia de la muerte de sus padres quedó consumido por la
desesperación y también murió. De la misma manera, Bhaishajyasena, aunque el Tathagata explica
estos temas, los seres sintientes que no tienen fe en mis enseñanzas, al momento de la muerte, con
el corazón afligido, mueren sin esperanza. Al igual que los padres del mercader que por causa de su
propio oro y del oro de otros, lloraron y se lamentaron sin esperanza, con el corazón atravesado de
dolor y finalmente murieron llenos de ansiedad y sufrimiento, Bhaishajyasena, del mismo modo los
que no tienen fe en mis enseñanzas también se lamentarán. Cuando les llegue el momento de la
muerte estarán atormentados y sufrirán con gran dolor. Habrán consumido el karma de las buenas
acciones que llevaron a cabo en el pasado, pero no habrán creado otras nuevas que les ayuden a
alcanzar un renacimiento afortunado. Al haber agotado sus méritos se llenarán de pesar y, cuando en
el momento de la muerte comprendan que van a renacer en los temibles infiernos, en el vientre de
animales o en el mundo del Señor de la Muerte, pensarán: “¿Quién me protegerá del terrible
sufrimiento de renacer en el infierno, como un animal o un espíritu ávido, o en el reino del Señor de
la Muerte?”
»Sus padres, al oír sus lamentos mientras agoniza a las puertas de la muerte, le dicen: “Hijo
mío, ¿qué podemos hacer?” Y sollozan así:
»Y así, los padres fueron al templo y ofrecieron incienso al dios. Entonces el sacerdote les
dijo: “El dios está enfadado con vosotros. Debéis ofrecer un sacrificio al dios. Sacrificad una cabeza
de ganado y también un hombre. De este modo, vuestro hijo se verá libre de la enfermedad”. Los
padres se preguntaron: “¿Qué podemos hacer? Somos gente pobre y no tenemos dinero. ¿Dónde
conseguiremos una cabeza de ganado y un hombre para el sacrificio?” Así, los padres vendieron
todo lo que tenían, hacienda y propiedades, pero no siendo suficiente, pidieron dinero a un
prestamista. Le dijeron: “Señor, necesitamos un poco de oro en préstamo. Lo devolveremos en diez
días. Pero si no pudiéramos cumplir en ese plazo, seremos tus esclavos y sirvientes”.
»Cuando reunieron el oro necesario, se hicieron con una víctima, un hombre que ignoraba
que iban a matarlo. Sin regresar a su casa, fueron ante el altar y le dijeron al sacerdote: “Lleva a
cabo el sacrificio, rápido”.
»Así pues, los dos padres, con sus propias manos, sacrificaron la cabeza de ganado y
también al hombre. A continuación, el sacerdote encendió un fuego para la ofrenda del sacrificio.
Entonces el dios descendió y dijo: “He aceptado a vuestro hijo”. Y ellos, radiantes de felicidad y
gozo, dijeron: “Que nuestro hijo viva, aunque tengamos que convertirnos en esclavos”.
El Bendito dijo: «En esa ocasión, la madre renació en el Gran Infierno de los Gemidos. El
padre renació en el Gran Infierno de la Destrucción Masiva. El hijo renació en el Gran Infierno
Caliente. El sacerdote renació en el Gran Infierno del Tormento Incesante».
Bhaishajyasena preguntó al Bendito: «Bendito, ¿cómo podrán los seres sintientes superar
por completo el sufrimiento?»
El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, te lo explicaré. Para hacer una analogía, había una
vez un hombre que plantó un árbol. En ese mismo día el árbol enraizó y sus raíces profundizaron
una yóyana. Del mismo modo, ese mismo día otro hombre plantó un segundo árbol pero, agitado
por el viento, no enraizó. Airado, arrancó el árbol del primer hombre y éste se lo reprochó
diciéndole: “¿Por qué has desenterrado mi árbol?”. Por aquel entonces, la noticia de la discusión
entre los dos hombres llegó a oídos del rey y éste envió un heraldo diciéndole: “Ve y trae hasta aquí
a los dos hombres”. El heraldo respondió: “Así se hará, majestad”; y después corrió a su encuentro
y les dijo: “El rey os convoca a ambos”.
»De los dos hombres, uno se alarmó y se llenó de miedo, mientras que el otro permaneció
tranquilo. Ambos fueron conducidos ante el rey, que les dijo: “¿Por qué reñís entre vosotros?” Y
ellos respondieron: “Majestad, no tenemos tierra. En una parcela prestada, uno de nosotros plantó
un árbol y, en ese mismo día, enraizó y dio hojas, flores y frutos. También en ese mismo día, en la
misma parcela de tierra, otro de nosotros plantó un segundo árbol, pero éste no enraizó ni dio hojas,
flores ni frutos porque fue agitado por el viento y sus raíces no profundizaron ni una yóyana, gran
rey. Por esta razón este hombre discute conmigo diciendo: 'Es culpa tuya'. Pero como vos podréis
comprobar, majestad, no he cometido falta alguna”.
»Entonces el rey mando llamar a treinta millones de ministros y, una vez reunidos, les dijo:
“Hablad”. Uno de ellos respondió: “Gran rey, ¿sobre qué debemos pronunciarnos?” El rey dijo:
“¿Es posible que un árbol enraíce el mismo día en que es plantado y dé hojas, flores y frutos?
Debéis decidir al respecto en una semana o en la mitad de un mes”.
»Y los ministros, levantándose de sus asientos, dijeron al rey: “Gran rey, no es apropiado
que decidamos sobre esto. Es algo maravilloso, gran rey. Deberíamos hablar un poco más con este
hombre”.
»El rey dijo: “Hombre, cuéntanos más. ¿Es cierto lo que dices?” El hombre respondió:
“Gran rey, lo que digo es verdad”.
»Así pues, el rey junto con los treinta millones de ministros decidió hacerlo, pero mientras
tanto mandó encarcelar a los dos hombres. Cuando el rey llegó a la parcela de tierra, plantó él
mismo un árbol, pero éste no enraizó ni dio hojas, flores ni frutos. El rey, muy enojado, gritó:
“¡Rápido! ¡Traed hachas para cortar madera!” Y tan pronto como las trajeron, con odio arremetió
contra el árbol que había sido plantado por el primer hombre y que había enraizado y dado hojas,
flores y frutos. Pero en el mismo momento en que este singular árbol cayó, otros doce aparecieron.
Todos ellos fueron también cortados, pero veinticuatro más surgieron, con sus raíces, hojas, frutos y
retoños, y estaban hechos de los siete tipos de piedras preciosas. Entonces, en esos veinticuatro
árboles aparecieron veinticuatro aves, con crestas y pechos de oro y plumas hechas de los siete tipos
de piedras preciosas. El rey, asombrado y lleno de ira, golpeó uno de los árboles con el hacha y, al
instante, fluyó de él agua de néctar. Lleno de confusión, el rey ordenó: “Liberad de la cárcel a los
dos hombres”. Los demás respondieron: “Así se hará, majestad”. Y rápidamente fueron a liberar a
los dos hombres y los condujeron hasta donde estaban los árboles. El rey preguntó al primer
hombre: “¿Cómo es posible que cuando el árbol que plantaste, que era uno, fue derribado, se
multiplicara hasta que fueron veinticuatro, cuando el que yo planté ni enraizó ni dio hojas, flores ni
frutos?” Y él le respondió: “Gran rey, no poseéis el tipo de mérito que tengo yo”.
»Entonces, los treinta millones de ministros, hincando ambas rodillas en el suelo, dijeron a
ese hombre: “Tú deberías ser el que gobierne. El anterior rey no es digno”.
»El hombre respondió a los ministros con estos versos:
»Entonces, se sentó con las dos piernas cruzadas e hizo la siguiente confesión:
»En ese momento, veinticuatro millones de aves con picos de diamante hicieron sonar
címbalos. Entonces aparecieron treinta y dos mil palacios celestiales. Cada uno medía veinticinco
yóyanas y de cada uno de ellos surgieron veinticinco millones de aves con picos, crestas y rostros
dorados que con voz humana proclamaron:
»Y el rey dijo:
Entonces el Bendito sonrió y, en ese mismo instante en que el Bendito sonrió, ochenta y
cuatro mil rayos de muchos y variados colores, muchos cientos de miles de colores, azul, amarillo,
rojo, blanco, rosa, cristal y plata, surgieron de la boca del Bendito. Esos rayos, después de iluminar
los ilimitados e incontables mundos, regresaron, circunvalaron al Bendito tres veces y se
absorbieron en la coronilla del Bendito.
El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, ¿puedes ver los diferentes grupos de personas que
desde todos los mundos de las cuatro direcciones vienen a mi presencia?»
El Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena busco y encontró un árbol en el este que medía
unas siete mil yóyanas. Junto a él había un grupo de veinticinco mil millones de personas que
permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas, ni comían, ni se levantaban ni se movían
de allí. Estaban sentadas en silencio.
En el sur apareció otro árbol que medía unas siete yóyanas. Junto a él había un grupo de
veinticinco mil millones de personas que permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas,
ni se levantaban ni se movían de allí. Estaban sentadas en silencio.
En el oeste apareció un árbol que medía unas siete mil yóyanas. Junto a él había un grupo de
veinticinco mil millones de personas que permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas,
ni se levantaban ni se movían de allí. Estaban sentadas en silencio.
En el norte apareció un árbol que medía unas siete mil yóyanas. Junto a él había un grupo de
veinticinco mil millones personas que permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas, ni
se levantaban ni se movían de allí. Estaban sentadas en silencio.
En el cenit apareció un árbol que medía unas siete mil yóyanas. Junto a él había un grupo de
veinticinco mil millones de personas que permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas,
ni se levantaban ni se movían de allí. Estaban sentadas en silencio.
En el nadir apareció un árbol que medía unas siete mil yóyanas. Junto a él había un grupo de
veinticinco mil millones de personas que permanecían calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas,
ni se levantaban ni se movían de allí. Estaban sentadas en silencio.
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Me gustaría preguntar
al Bendito, al Tathagata, al Destructor del Enemigo, al Buda Completo y Perfecto sobre cierto
asunto, si el Bendito me permitiera interesarme por la respuesta de cierta cuestión».
Así habló, y el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Bendito, ¿cuál es la
razón de que un número tan grande de personas de los mundos de las cuatro direcciones hayan
venido y permanezcan aquí? ¿Por qué ha venido y permanece aquí este grandioso grupo de
personas, cincuenta mil millones en total, de los mundos entre el cenit y el nadir? Permanecen
calladas, sin decir nada ni hablar entre ellas, ni han rendido homenaje al Bendito y ni siquiera le han
dirigido la palabra. Tampoco se levantan ni se mueven de ahí. Están sentadas en silencio. Bendito,
¿cuál es el porqué? ¿cuál es la razón?»
Bhaishajyasena dijo: «Bendito, ¿de qué poderes sobrenaturales debo servirme? ¿Del poder
sobrenatural del Tathagata o del mío propio?»
El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, ¿no has visto ni oído que nazcan personas de árboles sin
racionalidad?»
Bhaishajyasena respondió: «Sí, Bendito, me gustaría verlo. Sí, Ido al Gozo, me gustaría
verlo».
El Bendito dijo: «Estos grupos de seres que han surgido carecen de entendimiento. Así es
como nacen los seres insensatos».
Entonces a todos esos cien mil millones de seres humanos se les cayeron los cien brazos que
tenían.
El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, de manera similar, los seres sintientes que nacen sin
entendimiento cesan también sin entendimiento. Bhaishajyasena, debes saber que también el cuerpo
es producido sin sensatez».
Bhaishajyasena dijo: «Bendito, de estos seres, ¿quiénes son jóvenes y quiénes viejos?»
El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, hay seres sintientes jóvenes y hay también seres
sintientes viejos».
El Bendito respondió: «Los que han caído ahora son viejos. Los que han nacido de los
árboles son jóvenes».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿por qué estos
seres no conversan ni hablan con el Tathagata, sino que permanecen en silencio?»
El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, ¿no lo comprendes? Los seres insensatos de este mundo
no tienen nada que decir. No dicen nada en absoluto y tampoco entienden las enseñanzas de
Dharma. Si te preguntas por qué esto es así, Bhaishajyasena, algunos seres jóvenes no entienden el
nacimiento, a pesar de haberlo experimentado. Después de haber visto la extinción, el
envejecimiento, la enfermedad, el dolor, la angustia, la pérdida de lo que les gusta, el
enfrentamiento con lo que no les gusta, la muerte y la muerte prematura; después de haber
experimentado todos estos grandes sufrimientos, no se sienten conmocionados ni les repugnan. Por
eso, ¿cómo podría comprenderlos? Bhaishajyasena, deben ser enseñados una y otra vez».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena habló así al Bendito: «Bendito, ¿de
dónde han venido estos jóvenes que no conocen el Dharma? ¿De dónde proceden? ¿Dónde
renacerán?»
Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿cómo nacen estos seres sintientes jóvenes y cómo
cesan?»
»De este modo, el rey tranquilizó a sus súbditos diciéndoles: “Pueblo mío, no temáis, no os
preocupéis. Estaréis a salvo. Nadie os maltratará ni os encarcelará en mis dominios. No quitaré la
vida a ningún ser sintiente. Pueblo mío, no tengáis miedo”.
»Bhaishajyasena, del mismo modo que el rey les confortó, el Tathagata, que ha consumido
todos los engaños, ha pacificado por completo todas las enfermedades. Igual que el hombre cuyo
cuerpo se quemó al quemarse la casa y por haber sido así, por el beneficio y la felicidad de todos los
seres, liberó a los seres que estaban prisioneros de la esclavitud; del mismo modo el Tathagata ha
abandonado las faltas del apego, el odio y la ignorancia y ha surgido en el mundo como una luz para
todos los seres sintientes, liberando a los seres sintientes, jóvenes y viejos, del renacimiento en el
infierno, en el reino de los animales, de los espíritus ávidos y de los semidioses».
Entonces, en ese momento, de las profundidades del espacio surgieron estos versos:
El Bendito respondió: «¿Ves, hijo del linaje, a estos jóvenes seres sintientes?»
Bhaishajyasena dijo: «Sí, Bendito, los veo. Sí, Ido al Gozo, los veo».
El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, hoy mismo todos ellos serán Bodhisatvas del décimo
plano».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena, con las manos juntas en oración hacia
el Bendito, dijo esto al Bendito: «Son muchos, Bendito, son muchos, Ido al Gozo, los Bodhisatvas
que están aquí sentados y reunidos. Bendito, son muchos los dioses y nagas que están aquí sentados
y reunidos. También muchos demonios y espíritus ávidos, venidos de la ciudad real de Adakavati,
están aquí sentados y reunidos con el propósito de escuchar el Dharma».
Entonces el Bendito dijo al Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena: «Desciende, hijo del
linaje».
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena descendió de las alturas gracias a sus
propios poderes sobrenaturales y, después de poner las manos juntas en oración hacia el Bendito, le
dijo al Bendito: «Bendito, la doctrina del Dharma, la doctrina del Dharma de la que se habla, ¿cuán
extensa es esta doctrina del Dharma?»
El Bendito dijo: «Hijo del linaje, la doctrina del Dharma se manifiesta en el caso del que
guarda el celibato y, por mantener el celibato, evita toda acción negativa. ¿Ves, hijo del linaje? Los
seres sintientes jóvenes evitan las acciones perjudiciales y así alcanzarán todos los logros y lograrán
todas las realizaciones».
Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿qué ha propiciado que todos estos seres se hayan
reunido para escuchar la doctrina del Dharma?»
El Bendito respondió: «Sí, hijos del linaje, tanto vosotros como todos los demás seres
moriréis».
El Bendito respondió: «En el momento de la muerte, hijos del linaje, en los últimos
momentos de consciencia, tres vientos -el viento, de “la cesación de la consciencia”, el viento de “la
confusión de la consciencia” y el viento de “la perturbación de la consciencia”- agitan, confunden y
perturban la última consciencia en el momento de la muerte».
Los jóvenes dijeron: «Bendito, ¿cuáles son los tres vientos que destruyen el cuerpo en el
momento de la muerte, cuando cesa la consciencia?»
El Bendito respondió: “Amigos, “el que daña”, “el que apremia” y “el que hiere” causan la
destrucción del cuerpo».
»Vosotros, los longevos, ¿qué es el Dharma? ¿Qué opináis? Al igual que todos estos seres
han muerto a causa de las disputas de unos con otros, del mismo modo las personas corrientes e
inmaduras se involucran en disputas las unas con las otras. No tienen miedo del nacimiento ni de la
vejez, ni temen la enfermad y la muerte. Al igual que estos dos seres sintientes pelearon entre sí, del
mismo modo las personas corrientes e inmaduras se pelean las unas con las otras. Luego, cuando
llega el momento de la muerte, personas virtuosas les dicen: “Amigos, ¿en qué habéis puesto
vuestra confianza? ¿No habéis vistos las miserias de la existencia? ¿No habéis visto las miserias del
nacimiento? ¿No habéis visto las miserias de la vejez y la enfermedad? ¿No habéis visto las
miserias de la muerte?” Y ellos respondieron: “¡Oh, vosotros, los longevos! Hemos visto las
miserias del nacimiento, las miserias de la vejez y las miserias de la enfermedad. Hemos visto
también las miserias de la muerte, al final de todas las demás”.
»Y los otros les dijeron: “¿Por qué no llevasteis a cabo acciones para acumular raíces
virtuosas? ¿Por qué no creasteis las raíces de virtud de la doctrina del Dharma que proporciona
felicidad en los dos mundos? Amigos, otra cuestión: ¿Por qué no acumulasteis las causas virtuosas
que os permitieran alcanzar la liberación del nacimiento y de la muerte? ¿Por qué no aprendisteis a
dirigir correctamente vuestra atención? ¿No oísteis el tañido del gong sobre toda la tierra? ¿No
visteis a los que daban limosnas y sembraban las raíces de la felicidad en el campo del Tathagata?
¿No visteis a los que hacían ofrendas de perfumes, guirnaldas, luces o manjares al Tathagata o a los
cuatro grupos de monjes, monjas, hombres o mujeres con votos de laico que guardan los preceptos,
todos ellos dedicados por completo a las enseñanzas?”
»De esta forma les hablarán y les recriminarán por su propio beneficio. ¡Oh, rey! ¿Acaso no
has cometido acciones malvadas? ¡Oh tú, hombre! ¿acaso no has llevado a cabo acciones
perjudiciales?»
Entonces el Rey del Dharma impartió estas enseñanzas en verso al hombre muerto:
Y el hombre respondió:
Entonces, el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena dijo al Bendito: «Bendito, ¿por qué
está temblando aquí este lado de la montaña? ¿Por qué tiembla de manera tan intensa?»
El Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena miró y vio la tierra partida en las cuatro
direcciones, y de las grietas por donde la tierra se había partido emergieron veinte millones de
personas. Vio veinte millones de personas saliendo desde abajo y veinte millones de personas
viniendo desde arriba. Entonces los jóvenes seres, al contemplar lo que pasaba, dijeron al Bendito:
«Bendito, ¿quiénes son estas personas que acaban de nacer aquí?»
El Bendito dijo: «Esta gran multitud de personas ha nacido para vuestra felicidad».
El Bendito respondió: «Amigos, así es. Todos los seres sintientes han de morir».
Entonces los anteriores jóvenes seres, los que habían nacido primero, poniendo las manos
juntas en oración hacia el Bendito, dijeron al Bendito: «Bendito, no deseamos seguir contemplando
el nacimiento y la muerte».
El Bendito preguntó: «Bien, entonces ¿deseáis lograr el poder del esfuerzo gozoso?»
Ellos dijeron: «Hemos visto al Tathagata en persona. Después, con deleite, hemos escuchado
el Dharma que habíamos suplicado oír. Hemos visto a la asamblea de la Sangha de Oyentes del
Tathagata, la asamblea de los discípulos del Tathagata y hemos admirado la grandeza de los poderes
sobrenaturales de los Bodhisatvas. Bendito, esto es lo que deseamos. No queremos seguir
contemplando el nacimiento y la muerte».
Entonces los jóvenes seres preguntaron al Bendito: «Bendito, ¿cuál es la causa y cuál es la
razón de esta gran luz y de que hayan surgido en el mundo todas estas grandiosas manifestaciones?»
El Bendito dijo: «Hijos del linaje, contemplad el surgimiento de la luna y del sol».
El Bendito dijo: «Esta gran luz y todas las manifestaciones sobrenaturales han surgido de los
propios cuerpos de los Bodhisatvas. Después de haberlas manifestado, enseñarán el Dharma por el
beneficio de muchos seres, para la felicidad de muchos seres, por compasión hacia el mundo y por
el bienestar, el beneficio y la felicidad de la gran asamblea de seres, dioses y humanos. Tras haber
mostrado el aspecto de seres humanos, la fuerza y el esfuerzo gozoso, han manifestado esta suerte
de poderes sobrenaturales».
Ellos dijeron: «Bendito, por favor, danos una enseñanza de Dharma que clarifique esta
manifestación de rayos de luz».
Bhaishajyasena respondió: «Sí, Bendito, lo he visto. Sí, Ido al Gozo, lo he visto. Y estaba
pensando que me gustaría preguntar al Tathagata sobre cierto asunto».
Bhaishajyasena dijo: «Bendito, por favor, enséñanos para aclarar nuestras dudas. Bendito,
veo que el Tathagata está rodeado por ochenta y cuatro mil hijos de los dioses, ochenta y cuatro mil
millones de Bodhisatvas, doce mil millones de reyes de los nagas, dieciocho mil millones de
espíritus malignos, veinticinco mil millones de espíritus ávidos y devoradores de carne».
El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, sin duda todos estos seres se han reunido aquí para
escuchar de mí el Dharma. Bhaishajyasena, hoy mismo sobrepasarán el samsara. Por su deseo de
beneficiar a todos los seres, hoy mismo alcanzarán el décimo plano y después de eso alcanzarán la
suprema iluminación.
Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿cuál es la razón de que seres sintientes con un karma
tan dispar hayan venido hasta aquí y permanezcan rodeando al Bendito?»
Entonces, cinco mil jóvenes seres se levantaron, pusieron sus manos juntas en oración hacia
el Bendito, se inclinaron con respeto ante el Bendito y dijeron al Bendito:
Entonces el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena se acercó a donde estaban los jóvenes
seres y les dijo:
«Comed algo.
Tomad alguna bebida de agradable sabor.
Luego, cuando vuestros miedos se hayan ido,
escuchad el Dharma sin temores».
Ellos dijeron:
»“¿Quién me protegerá?
Daría todo lo que tengo, oro, plata y cristal.
Me convertiré en un esclavo y haré las tareas de un esclavo.
Todo el trabajo recaerá sobre mí”.
»Anhelamos refugiarnos
en el Gran Sabio, el Protector del mundo.
Deseamos postrarnos ante el que
genera gozo en los seres que lo contemplan.
»No sabemos tu nombre,
por favor, dinos tu glorioso nombre».
Bhaishajyasena dijo:
Ellos contestaron:
Bhaishajyasena dijo:
Ellos respondieron:
Bhaishajyasena dijo:
Ellos miraron hacia arriba y vieron tres mil quinientos palacios celestiales. Estaban
exquisitamente decorados con los siete tipos de piedras preciosas y adornados con celosías de
gemas. En su interior, hermosas flores se abrían por doquier e incienso divino perfumaba el aire.
Bhaishajyasena respondió:
Ellos dijeron:
Bhaishajyasena respondió:
Ellos dijeron:
Bhaishajyasena dijo:
Entonces el Bendito, el Tathagata cuya voz es sublime como el canto del pájaro kalavinka,
sonrió. En ese momento, el Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena se levantó, puso sus manos
juntas en señal de respeto, se inclinó ante el Bendito y dijo al Bendito: «Bendito, ochenta y cuatro
mil rayos de luz han surgido de tu rostro, y este universo de un billón de mundos y todo lo que
contiene se han llenado de luz. Incluso los treinta y dos grandes infiernos se han iluminado con
ellos. También se han llenado de luz los treinta y dos reinos de los dioses. Estos rayos de luz son de
una gran diversidad de colores, como el verde, el amarillo, el rojo, el blanco, el carmesí, cristal y
plata. Estos rayos de luz, tras surgir del rostro del Bendito, han proporcionado felicidad a los seres
sintientes de una galaxia de un billón de mundos, y después de haber regresado, han circunvalado al
Bendito siete veces y se han absorbido en la coronilla del Bendito. ¿Cuál es la razón de haber
mostrado la sonrisa que ha sido la causa de esto? ¿Cuál es la condición?»
Así habló, y el Bendito respondió como sigue al Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena:
«Bhaishajyasena, pregunta cualquier cosa que desees que yo satisfaré tu mente explicando lo que
sea que preguntes».
Él dijo: «Bendito, después de que estos treinta mil millones de jóvenes seres que aparecieron
hubieron entendido las enseñanzas del sutil Dharma del Tathagata, dijeron a los viejos seres:
“Vosotros, los viejos, no conocéis el Dharma. Continuamente os dejáis llevar por lo que no es
Dharma ni es virtuoso”. Cuando dicen cosas sutiles como éstas que no resultan agradables, lo hacen
abiertamente y sin reservas y por ello causan daño, Bendito. ¿Por qué habrían de proclamar palabras
tan agradables y encantadoras?»
El Bendito respondió: «Bhaishajyasena, ¿no sabes por qué pronuncian estas palabras?
Proclaman lo que es dulce y extremadamente agradable para el Tathagata. Por haber escuchado el
Dharma, Bhaishajyasena, por esa causa, entenderán el significado de todas las enseñanzas de
Dharma. Serán dotados con todas las buenas cualidades. Alcanzarán todos los logros. A partir de
hoy, residirán en el décimo plano. Hoy harán sonar el gran tambor del Dharma. Hoy serán dotados
con todas las cualidades del Dharma supremo. Bhaishajyasena, ¿ves estos palacios celestiales?»
El Bendito dijo: «Bhaishajyasena, en este mismo día, estos jóvenes seres se sentarán en esos
palacios celestiales y entonces alcanzarán una clara realización del Dharma. En este mismo día
lograrán la culminación de todos los Dharmas virtuosos. Hoy golpearán el gran tambor del Dharma.
Hoy dioses de diversas clases alcanzarán la comprensión directa del Dharma. Incluso muchos seres
de los reinos infernales que habitan en entornos de sufrimiento, después de oír las enseñanzas de la
sabiduría del Tathagata, sobrepasarán la existencia cíclica y serán vencedores. En ese momento los
noventa mil millones de viejos seres lograrán el estado del que Ha Entrado a la Corriente, y todos
ellos serán también dotados con el Dharma. Bhaishajyasena, extinguirán por completo todos los
sufrimientos. Bhaishajyasena, lograrán ver al Tathagata. Bhaishajyasena, todos ellos serán dotados
con el sonido del Dharma supremo. Bhaishajyasena, mira en las cuatro direcciones».
El Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena miró en las cuatro direcciones, y desde el este
llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en cincuenta millones de ríos Ganges. Desde
el sur llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en sesenta millones de ríos Ganges.
Desde el oeste llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en setenta millones de ríos
Ganges. Desde el norte llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en ochenta millones
de ríos Ganges. Desde abajo llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en noventa
millones de ríos Ganges, y desde arriba llegaron tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en
cien millones de ríos Ganges. Después de que hubieron llegado, se sentaron a un lado ante el
Bendito.
Él respondió: «Bhaishajyasena, ¿no sabes lo que son las formas negras y rojas que pueden
verse en el cielo? El Tathagata lo sabe. Bhaishajyasena, es Mara. Bhaishajyasena, ¿quieres verlo?»
Él dijo: «Bhaishajyasena, han venido tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en cien
millones de ríos Ganges».
Bhaishajyasena preguntó: «Bendito, ¿cuál es la razón de que hayan venido todos estos
Bodhisatvas? ¿Cuál es la condición?»
«Bhaishajyasena, los jóvenes seres son la condición por la que todos los seres sintientes
serán dotados ahora con el Dharma de la meditación. Bhaishajyasena, ¿ves a los seres sintientes de
diferentes aspectos que han llegado hasta aquí gracias a los poderes sobrenaturales?»
Él respondió: «Veo tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en cien millones de ríos
Ganges y tantos Bodhisatvas como granos de arena hay en cientos de miles de miríadas de millones
de ríos Ganges, poseedores de poderes sobrenaturales, y adoptan multitud de aspectos, colores y
formas. Todos estos Bodhisatvas residen en la cumbre del Dharma supremo. He visto a todos estos
Bodhisatvas residiendo en las moradas del Dharma junto con sus séquitos».
Después de que el Bendito hablara de este modo, el Bodhisatva, el Gran Ser Sarvashura, el
Bodhisatva, el Gran Ser Bhaishajyasena y todos los Bodhisatvas, jóvenes y viejos, junto con la
asamblea completa y el mundo con sus dioses, humanos, semidioses y los que se alimentan de
olores se regocijaron y alabaron la palabra del Bendito.