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Participante:
Yelenni Baez Galvez
Matricula
17-4211
Asignatura:
Teoría de la Personalidad
Facilitadora:
Licda. María Ercilia Hernández
Tema:
Luego de la lectura del libro de texto básico, del autor, Garver Charles S. y Séller
Michael F.: “Teorías de la Personalidad” e investigación en la web, sobre la
personalidad humana.
1. MENCIONAR:
Teorías Disposiciones:
Primero hay que mencionar que las disposiciones tienen consistencia o continuidad
y se refiere a los actos, pensamientos y sentimientos que construyen la
personalidad. Y difieren en cada persona.
Luego estos postulados fueron, si cabe la palabra, mejorados al incluir E.A.C que
se refiere a los aspectos emotivos y de actividad conductual. Considero que al
agregar estos puntos, puede llegar a ser más fácil la ubicación de los individuos
dentro de los temperamentos.
En cuanto a la teoría de Jung, sabemos que no es tan simple como puede llegar a
ser presentada. Él menciona dos clasificaciones, generalizando como Galeno.
Después Cattell habló de la evidencia empírica dentro de las investigaciones,
aspecto que le da más valor científico. Incluyó el análisis factorial y la aproximación
multivariada colaborando con esa cientificidad. Menciona que los aspectos de la
personalidad han sido registrados en el lenguaje, así que realizó un examen
sistémico del lenguaje.
La crítica sería tal vez el que sean ambiguos los términos y pueda malinterpretarse,
necesita contextualización. Y que son muchísimos los rasgos que han sido
propuestos.
Dentro de la teoría de los cinco grandes se debe mencionar que lograron conjuntar
diferentes test de personalidad y posen sólidas diferencias individuales.
En este ámbito, sería difícil avanzar en el análisis sin recurrir a los aportes que ha
hecho Manfred Max-Neef. Vamos a resumir su pensamiento, en lo que respecta al
tema que nos ocupa: necesidades y motivaciones.
Las necesidades, sostiene Max-Neef, existen con una doble naturaleza: como
carencia y como potencialidad. Entenderlas sólo a nivel de subsistencia, sólo como
carencia, implica restringir su espectro a lo fisiológico, que es el ámbito en el cual la
necesidad asume con mayor fuerza la sensación de falta de algo; pero esto
empobrece la comprensión del rol que juegan las necesidades en la conducta
humana. Por el contrario, dicho rol se puede aprehender con mayor riqueza en la
medida que entendemos que las necesidades expresan una tensión constante entre
carencia y potencia que es muy propia de la naturaleza humana. Esto significa
comprender que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas;
es decir, constituyen una potencialidad y, más aún, pueden transformarse en un
recurso para que las personas puedan realizar cosas. Si entendemos así las
necesidades -como carencia y potencialidad- resulta impropio hablar de
necesidades que se “satisfacen” y, luego, dejan de existir como tales. Por el
contrario, la presencia de las necesidades constituyen un proceso dialéctico, un
movimiento incesante. Por eso, Max-Neef propone que hablemos de “vivir las
necesidades y realizarlas de manera continua y renovada”. Pero para vivir y realizar
sus necesidades, el ser humano debe estar inserto en el medio. Es éste el que
reprime, tolera o estimula dicha realización. Y es en este punto donde entran lo que
Max-Neef denomina satisfactores. Este autor parte de una afirmación que es
fundamental. En su libro “Desarrollo a escala humana” sostiene lo siguiente:
“Se ha creído, tradicionalmente, que las necesidades tienden a ser infinitas; que
están constantemente cambiando; que varían de una cultura a otra, y que son
diferentes en cada período histórico. Nos parece que tales suposiciones son
incorrectas, puesto que son producto de un error conceptual…este error es que no
se explicita la diferencia fundamental entre lo que son propiamente necesidades y
lo que son los satisfactores de esas necesidades”.
Max-Neef habla de que el ser humano, justamente para realizarse como tal, debe
satisfacer necesidades correspondientes a cuatro categorías existenciales: ser,
tener, hacer o estar. Para dar respuesta a esta gama tan amplia de necesidades,
los satisfactores incluyen desde los bienes económicos hasta las estructuras y
prácticas sociales, pasando por los valores, normas, espacios, contextos,
comportamientos y actitudes. En un sentido último, satisfactor es el modo a través
del cual se expresa una necesidad. Entendidos así, los satisfactores son productos
históricamente constituidos y, por lo tanto, susceptibles de ser modificados. Esto
nos conduce a la conveniencia de rastrear el proceso de creación, mediación y
condicionamiento entre necesidades y satisfactores. Ciertamente, carecemos de
evidencia empírica para sostener que las necesidades humanas fundamentales son
permanentes. Pero nada nos impide hablar de que existen necesidades cuya
realización ha sido, desde siempre, deseable y cuya inhibición ha sido desde
siempre indeseable. Lo que ha variado ha sido el conjunto de satisfactores que las
expresaron. Volviendo al ejemplo que planteamos: el consumismo. Quizás sea el
ejemplo más claro del carácter social que tienen los satisfactores. Porque el
consumismo es la directa consecuencia de la lógica de un sistema socio-económico
cuyo desarrollo -e incluso existencia como tal- descansa, justamente, en un
crecimiento permanente de la demanda de bienes y servicios. Entendido así la
relación entre necesidades y satisfactores, Max-Neef sostiene que las necesidades
son atributos esenciales que han variado al ritmo de la evolución biológica del ser
humano en tanto que los satisfactores son formas de ser, estar, tener y hacer que
han variado al ritmo de la evolución histórica. Ambos, obviamente, muy distintos.
Finalmente, este autor propone una clasificación que resulta de enorme utilidad para
comprender el rol de necesidades y satisfactores en el condicionamiento del
comportamiento humano. Por un lado, parte de los cuatro estados básicos en los
cuales se realiza la vida y de ellos deriva cuatro necesidades básicas, como
habíamos mencionado: ser, tener, hacer y estar.
Por otro lado, reconoce nueve tendencias hacia la realización del ser humano, que
van desde lo biológico a lo ético; de allí deriva nueve necesidades básicas:
subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación,
identidad y libertad. Con la ayuda de una matriz, Max-Neef combina estas
categorías, y va definiendo tanto los satisfactores como los inhibidores de estas
necesidades.
Hasta aquí, hemos intentado explicar de dónde surge la energía que nos lleva a
actuar tras ciertos objetivos. Pero no podemos terminar este artículo sin
preguntarnos lo que sucede cuando una persona motivada no logra conseguir los
fines deseados. Es decir, cuando la conducta desemboca en una situación de
frustración. El término frustración se aplica a las circunstancias que dan por
resultado la falta de satisfacción de una necesidad o logro de un motivo. Cuando
sucede esta circunstancia, son innumerables los procesos que se pueden desatar
en una persona; y todos ellos afectan, indudablemente, su comportamiento. En
primer lugar, cabe destacar que las personas difieren considerablemente en sus
reacciones frente a la frustración. Una persona puede dar pasos constructivos para
superar los obstáculos mientras otra sigue soñando con el éxito; una puede volverse
enérgica y otra apática. En general, unas pueden resistir bien y otras no. El término
tolerancia a la frustración se utiliza, justamente, para designar el grado y la duración
de la ansiedad o estrés que acompaña a una situación de frustración. Este es un
elemento fundamental para entender el comportamiento de una persona.
La idea básica de esta jerarquía es que las necesidades más altas ocupan nuestra
atención sólo cuando se han satisfecho las necesidades inferiores de la pirámide.
Las fuerzas de crecimiento dan lugar a un movimiento ascendente en la jerarquía,
mientras que las fuerzas regresivas empujan las necesidades prepotentes hacia
abajo en la jerarquía. Según la pirámide de Maslow dispondríamos de:
Necesidades fisiológicas
Están relacionadas con el desarrollo afectivo del individuo, son las necesidades de
asociación, participación y aceptación. Se satisfacen mediante las funciones de
servicios y prestaciones que incluyen actividades deportivas, culturales y
recreativas. El ser humano por naturaleza siente la necesidad de relacionarse, ser
parte de una comunidad, de agruparse en familias, con amistades o en
organizaciones sociales. Entre estas se encuentran: la amistad, el compañerismo,
el afecto y el amor.
Necesidades de estima
Auto-realización o auto-actualización
Este último nivel es algo diferente y Maslow utilizó varios términos para denominarlo:
«motivación de crecimiento», «necesidad de ser» y «auto-realización».
Tanto Marx como Weber toman como criterio general para distinguir las clases el
criterio de la económico en general y el de la propiedad en particular, pero no hacen
lo mismo al definir el papel de las clases como actores partícipes de esa sociedad
Para Marx las clases constituyen un factor decisivo en la historia - su “motor” - y
esto no se refleja en la postura de Weber. Para Weber las clases no son actores ni
agentes de transformación centrales en la sociedad; la multiplicidad de categorías
y sub categorías que Weber incorpora en su análisis termina por diluir su papel (el
de las clases) en la economía y en la sociedad. Respecto del capitalismo Marx lo
caracteriza como un sistema de explotación donde la sociedad terminaría por
agruparse en dos clases: los propietarios de los medios de producción y quienes no
cuentan más que con su fuerza de trabajo (es decir la distinción entre burgueses y
proletarios), Weber en cambio creía en un aumento sostenido de los sectores
medios. Esta diferencia se funda en la visión diferente que ambos tenían del
capitalismo. Mientras Marx sostenía la contradicción de clase, Weber resaltaba la
tendencia a la burocratización del sistema a saber, entre otras cosas, a la
diferenciación funcional entre las ocupaciones y como consecuencia a la movilidad
social resultante. Weber afirma también que debe distinguirse en clase en sí y clase
para sí donde sólo bajo determinadas condiciones los que comparten una situación
de clase común toman conciencia de ello y actúan en orden a sus mutuos intereses
económicos, diferenciándose de esta manera de la postura marxista que reconoce
a los lazos entre clase (clase en sí) y conciencia de clase (clase para sí) como
directos e inmediatos.