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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

Participante:
Yelenni Baez Galvez

Matricula
17-4211

Asignatura:
Teoría de la Personalidad

Facilitadora:
Licda. María Ercilia Hernández
Tema:

Unidad IV – TEORIA DE LAS DISPOSICIONES

26 de Julio del 2018


Este espacio está reservado para colocar las actividades del tema cuatro:

Luego de la lectura del libro de texto básico, del autor, Garver Charles S. y Séller
Michael F.: “Teorías de la Personalidad” e investigación en la web, sobre la
personalidad humana.

1. MENCIONAR:

a-Naturaleza de la teoría de las disposiciones.

b- Componentes de las necesidades y motivaciones.

c-Concepto de sistemas de necesidades.

d- Clasificación de las necesidades.

e- Descripción de las semejanzas de las distintas perspectivas.

f- Opinión personal sobre el tema.

Teorías Disposiciones:

Primero hay que mencionar que las disposiciones tienen consistencia o continuidad
y se refiere a los actos, pensamientos y sentimientos que construyen la
personalidad. Y difieren en cada persona.

Un rasgo se entiende como un constructo que describe una dimensión de la


personalidad. Pone énfasis en las diferencias individuales y la medición.

La teoría de Hipócrates y Galeno en la que se mencionan cuatro tipos de


personalidad (colérico, melancólico, sanguíneo y flemático) puede llegar a ser
cuestionable por los fluidos con los que se relacionan las personalidades y su
generalidad. En el aspecto positivo hay que mencionar que a pesar de la época en
la que se propuso sigue en vigencia, además de que afirma que hay una de ellas
que predomina en cada individuo.

Luego estos postulados fueron, si cabe la palabra, mejorados al incluir E.A.C que
se refiere a los aspectos emotivos y de actividad conductual. Considero que al
agregar estos puntos, puede llegar a ser más fácil la ubicación de los individuos
dentro de los temperamentos.

En cuanto a la teoría de Jung, sabemos que no es tan simple como puede llegar a
ser presentada. Él menciona dos clasificaciones, generalizando como Galeno.
Después Cattell habló de la evidencia empírica dentro de las investigaciones,
aspecto que le da más valor científico. Incluyó el análisis factorial y la aproximación
multivariada colaborando con esa cientificidad. Menciona que los aspectos de la
personalidad han sido registrados en el lenguaje, así que realizó un examen
sistémico del lenguaje.

Y en el caso de Eysenck no ha valorado el impacto de las situaciones, su manera


de entender las situaciones es demasiado global.

La crítica sería tal vez el que sean ambiguos los términos y pueda malinterpretarse,
necesita contextualización. Y que son muchísimos los rasgos que han sido
propuestos.

Dentro de la teoría de los cinco grandes se debe mencionar que lograron conjuntar
diferentes test de personalidad y posen sólidas diferencias individuales.

Y una crítica general a la perspectiva, es que la conducta es inconsistente como


para suponer rasgos estables.

Componentes de las necesidades y motivaciones

Necesidades y motivaciones constituyen, por así decirlo, el motor que impulsa a la


persona a actuar. De allí la importancia de estos procesos.

Motivación es un término bastante amplio utilizado en psicología para comprender


las condiciones que proporcionan al organismo la energía para implementar
acciones tendientes a obtener algún fin; y ese fin está relacionado directamente con
las necesidades. En otras palabras, la conducta humana se dirige, normalmente,
hacia fines u objetivos. En los primeros meses de vida, esos fines están
estrechamente ligados a la satisfacción de las necesidades fisiológicas básicas y no
es hasta mucho más tarde que la conducta tiende a ser dirigida a satisfacer
necesidades de naturaleza psico-social.

Veamos cuáles son los elementos que caracterizan lo que se considera,


normalmente, una conducta motivada. En primer lugar, diremos que la conducta
motivada es cíclica, es decir, que la motivación tiene una curva de intensidad que
no se mantiene pareja. En una primera etapa, lo que existe es una necesidad
insatisfecha, y esa necesidad despierta la energía que impulsa a la persona a
realizar acciones tendientes a satisfacerla. Pero, una vez lograda la satisfacción de
la necesidad, el impulso decae, se reduce, o termina. Por ello decimos, que desde
el punto de vista de la energía que despierta, la conducta motivada es cíclica.
En segundo lugar, la motivación opera como instrumento de selección de la
conducta. Cuando la persona experimenta una necesidad, durante algún tiempo
orientará su conducta hacia los fines relacionados con esa necesidad y no con otra.
Es decir, siempre las personas tenemos alternativas de acción. Y una manera de
decidir es, justamente, a partir de la motivación. Porque lo que las personas
tendemos a hacer es, normalmente, aquello que nos produce mayor satisfacción.
En otras palabras, aquello que satisface necesidades más fuertes y, por ello, genera
mayor motivación. Esto no significa que, a veces, la opción se hace con otros
criterios que no son el de la satisfacción. Pero incluso en esos casos, si
escudriñamos en nuestro interior, veremos que el aplazamiento de una satisfacción
se hace en beneficio de otra.

Y, finalmente, diremos que la conducta motivada es homeostática. Este rasgo se


refiere al hecho de que una necesidad expresa un estado de desequilibrio del
organismo, sea este de naturaleza fisiológica o psico-social. La conducta motivada
opera con el objeto de volver al individuo hacia un estado de equilibrio. Nos
detendremos en este rasgo porque de él surgen teorías importantes sobre la
motivación. Que la conducta motivada sea homeostática significa que surge de un
estado de desequilibrio entre una necesidad y su nivel de satisfacción. De allí que
para entender la conducta de una persona debemos, frecuentemente, preguntarnos
por sus motivos. Por eso es importante que nos preguntemos, primero, cuáles son
las necesidades que provocan conductas motivadas. En otras palabras, se trata de
identificar aquellas necesidades capaces de impulsar a una persona a
comprometerse -con mayor o menor intensidad- en todas las acciones que
emprende, en los diferentes ámbitos de su vida. El trabajo, las relaciones humanas,
la familia, etc.

Podríamos iniciar el análisis de este fenómeno recogiendo algunas opiniones que


se han ido generalizando en ciertos ámbitos. Hablamos de quienes sostienen que
la lógica del sistema hoy imperante ha llevado a la creación de necesidades cuyo
valor ni siquiera nos preguntamos y cuya satisfacción conduce a comportamientos
discutibles y a fines cuestionables. Este ejercicio nos permite adentrarnos en el
problema del consumismo. Se habla mucho de este fenómeno. Pero, ¿qué es, en
realidad? Un zapato satisface una necesidad de protección; pero, ¿qué necesidad
satisface el que ese zapato sea de una marca determinada. Porque eso también
satisface otra necesidad. Esto significapreguntarnos qué necesidades hay detrás
de una conducta consumista. Y esa pregunta nos conduce a análisis bastante
interesante.

En este ámbito, sería difícil avanzar en el análisis sin recurrir a los aportes que ha
hecho Manfred Max-Neef. Vamos a resumir su pensamiento, en lo que respecta al
tema que nos ocupa: necesidades y motivaciones.
Las necesidades, sostiene Max-Neef, existen con una doble naturaleza: como
carencia y como potencialidad. Entenderlas sólo a nivel de subsistencia, sólo como
carencia, implica restringir su espectro a lo fisiológico, que es el ámbito en el cual la
necesidad asume con mayor fuerza la sensación de falta de algo; pero esto
empobrece la comprensión del rol que juegan las necesidades en la conducta
humana. Por el contrario, dicho rol se puede aprehender con mayor riqueza en la
medida que entendemos que las necesidades expresan una tensión constante entre
carencia y potencia que es muy propia de la naturaleza humana. Esto significa
comprender que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas;
es decir, constituyen una potencialidad y, más aún, pueden transformarse en un
recurso para que las personas puedan realizar cosas. Si entendemos así las
necesidades -como carencia y potencialidad- resulta impropio hablar de
necesidades que se “satisfacen” y, luego, dejan de existir como tales. Por el
contrario, la presencia de las necesidades constituyen un proceso dialéctico, un
movimiento incesante. Por eso, Max-Neef propone que hablemos de “vivir las
necesidades y realizarlas de manera continua y renovada”. Pero para vivir y realizar
sus necesidades, el ser humano debe estar inserto en el medio. Es éste el que
reprime, tolera o estimula dicha realización. Y es en este punto donde entran lo que
Max-Neef denomina satisfactores. Este autor parte de una afirmación que es
fundamental. En su libro “Desarrollo a escala humana” sostiene lo siguiente:

“Se ha creído, tradicionalmente, que las necesidades tienden a ser infinitas; que
están constantemente cambiando; que varían de una cultura a otra, y que son
diferentes en cada período histórico. Nos parece que tales suposiciones son
incorrectas, puesto que son producto de un error conceptual…este error es que no
se explicita la diferencia fundamental entre lo que son propiamente necesidades y
lo que son los satisfactores de esas necesidades”.

Este es el punto central en la argumentación de este autor y, creemos, es crucial


para tener una perspectiva adecuada de este problema. Existen por un lado,
necesidades que han, obviamente, acompañado al ser humano a lo largo de su
historia como especie. Pero lo que ha variado ha sido la forma de satisfacerlas. Y
son los satisfactores los que definen el carácter dominante y la forma de realización
que una cultura o sociedad imprime a las necesidades y ellos están referidos no
sólo a los bienes económicos sino a todo aquello que permite al ser humano su
realización como tal.

Max-Neef habla de que el ser humano, justamente para realizarse como tal, debe
satisfacer necesidades correspondientes a cuatro categorías existenciales: ser,
tener, hacer o estar. Para dar respuesta a esta gama tan amplia de necesidades,
los satisfactores incluyen desde los bienes económicos hasta las estructuras y
prácticas sociales, pasando por los valores, normas, espacios, contextos,
comportamientos y actitudes. En un sentido último, satisfactor es el modo a través
del cual se expresa una necesidad. Entendidos así, los satisfactores son productos
históricamente constituidos y, por lo tanto, susceptibles de ser modificados. Esto
nos conduce a la conveniencia de rastrear el proceso de creación, mediación y
condicionamiento entre necesidades y satisfactores. Ciertamente, carecemos de
evidencia empírica para sostener que las necesidades humanas fundamentales son
permanentes. Pero nada nos impide hablar de que existen necesidades cuya
realización ha sido, desde siempre, deseable y cuya inhibición ha sido desde
siempre indeseable. Lo que ha variado ha sido el conjunto de satisfactores que las
expresaron. Volviendo al ejemplo que planteamos: el consumismo. Quizás sea el
ejemplo más claro del carácter social que tienen los satisfactores. Porque el
consumismo es la directa consecuencia de la lógica de un sistema socio-económico
cuyo desarrollo -e incluso existencia como tal- descansa, justamente, en un
crecimiento permanente de la demanda de bienes y servicios. Entendido así la
relación entre necesidades y satisfactores, Max-Neef sostiene que las necesidades
son atributos esenciales que han variado al ritmo de la evolución biológica del ser
humano en tanto que los satisfactores son formas de ser, estar, tener y hacer que
han variado al ritmo de la evolución histórica. Ambos, obviamente, muy distintos.

Finalmente, este autor propone una clasificación que resulta de enorme utilidad para
comprender el rol de necesidades y satisfactores en el condicionamiento del
comportamiento humano. Por un lado, parte de los cuatro estados básicos en los
cuales se realiza la vida y de ellos deriva cuatro necesidades básicas, como
habíamos mencionado: ser, tener, hacer y estar.

Por otro lado, reconoce nueve tendencias hacia la realización del ser humano, que
van desde lo biológico a lo ético; de allí deriva nueve necesidades básicas:
subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación,
identidad y libertad. Con la ayuda de una matriz, Max-Neef combina estas
categorías, y va definiendo tanto los satisfactores como los inhibidores de estas
necesidades.

A modo de ejemplo, tomaremos la necesidad de entendimiento. A nivel de la


categoría “ser”, la necesidad de entendimiento se realiza a través de los siguientes
satisfactores: desarrollo de la conciencia crítica, receptividad, curiosidad, capacidad
de asombro, disciplina, intuición y racionalidad. A nivel de la categoría “tener”, la
necesidad de entendimiento se realiza a través de satisfactores como la literatura,
los maestros, el método, las políticas educacionales y de formación, y las políticas
comunicacionales. A nivel del “hacer”, para entender las personas requieren de
investigar, estudiar, experimentar, educar, capacitar, analizar, meditar e interpretar.
Y, finalmente, a nivel del “estar”, el entendimiento exige ámbitos de interacción
formativa, espacios de reflexión colectiva, grupos e instituciones cuyo propósito sea
el desarrollo del proceso de aprendizaje. La matriz de satisfactores que propone
Max-Neef es sólo una propuesta. Más aún, el autor sostiene que un excelente
ejercicio para cada grupo es diseñar su propia matriz de manera tal que puedan
identificar tanto los satisfactores que mejor se adaptan a su realidad, a sus valores
y a los estilos de vida que creen más adecuados, como los factores que están
inhibiendo la realización de dichas necesidades.

En síntesis, desde el punto de vista de los factores psicológicos que condicionan la


conducta humana, la motivación juega un rol esencial porque es ella la que
proporciona la energía y la direccionalidad a esa conducta. Pero la direccionalidad
no se expresa a través de las necesidades sino a través de sus satisfactores. Y
estos son histórica y socialmente definidos. Por lo tanto, están sujetos a
manipulación y cambio.

Hasta aquí, hemos intentado explicar de dónde surge la energía que nos lleva a
actuar tras ciertos objetivos. Pero no podemos terminar este artículo sin
preguntarnos lo que sucede cuando una persona motivada no logra conseguir los
fines deseados. Es decir, cuando la conducta desemboca en una situación de
frustración. El término frustración se aplica a las circunstancias que dan por
resultado la falta de satisfacción de una necesidad o logro de un motivo. Cuando
sucede esta circunstancia, son innumerables los procesos que se pueden desatar
en una persona; y todos ellos afectan, indudablemente, su comportamiento. En
primer lugar, cabe destacar que las personas difieren considerablemente en sus
reacciones frente a la frustración. Una persona puede dar pasos constructivos para
superar los obstáculos mientras otra sigue soñando con el éxito; una puede volverse
enérgica y otra apática. En general, unas pueden resistir bien y otras no. El término
tolerancia a la frustración se utiliza, justamente, para designar el grado y la duración
de la ansiedad o estrés que acompaña a una situación de frustración. Este es un
elemento fundamental para entender el comportamiento de una persona.

Pero, ¿Cuáles son los factores que determinan la tolerancia a la frustración?


Nombraremos sólo algunos que creemos son los más importantes. En primer lugar,
la fuerza con que la persona vive el motivo, siente la necesidad; obviamente,
mientras más motivado se ha sentido alguien, más fuerte será su estrés al no
conseguir lo deseado. En segundo lugar, la disponibilidad de metas sustitutivas; es
decir, la facilidad con que una persona encuentra maneras alternativas de satisfacer
su necesidad. En tercer lugar, la experiencia previa. Las investigaciones
psicológicas han mostrado hasta qué punto las experiencias traumáticas de
frustración que se viven en la primera infancia obstaculizarán, más tarde la
capacidad de una persona para soportar las frustraciones. En cuarto lugar, el nivel
en que se ve afectada la autoimagen. Las frustraciones que ofrecen menoscabo o
amenaza directa sobre la imagen que tenemos de nosotros mismos son sentidas
con mayor intensidad que las otras. Estas son reacciones a la frustración que tienen
que ver con la intensidad de la emoción que conlleva. Pero también la forma, el tipo
de conducta reactiva puede variar. En general, se habla de dos posibilidades de
conducta frente a la frustración: conductas orientadas hacia la realidad externa y
conductas orientadas hacia el propio individuo que experimenta la frustración; en
este último caso estamos en presencia de lo que se denomina “mecanismos de
defensa”.

Las conductas orientadas hacia el exterior son todas aquellas reacciones de la


persona tendientes a modificar la realidad que generó la frustración. Pueden ser
conductas constructivas, si ellas significan superar los obstáculos sin herir a terceros
o a sí mismo; por ejemplo la sustitución de fines o la negociación. Pero también
pueden ser destructivas y en este caso estamos frente al fenómeno de la agresión.
Dada la fuerza que la agresividad ha ido tomando en la sociedad moderna, es
importante no olvidar que, en términos generales, la agresividad tiene su origen en
situaciones de frustración. Los mecanismos de defensa, en cambio, implican
distorsiones de la realidad que tienen como función el defenderse de la ansiedad
resultante de la frustración. El uso de este tipo de mecanismos es muy frecuente y,
por la importancia que tiene en la definición de nuestra conducta, hablaremos un
poco de ellos.

En general, podemos decir que este tipo de conducta no resuelve el problema


planteado por la frustración porque no tienen ningún efecto sobre los obstáculos
que la provocaron. Simplemente nos protegen contra la ansiedad. Su rasgo esencial
es que operan a nivel inconciente. Veremos cuáles son los más utilizados. En primer
lugar, la racionalización. A través de este mecanismo lo que la persona hace es
buscar razones lógicas, pero falsas, que explican la frustración de tal manera que
las responsabilidad nuestra en la situación se diluye. En general, la racionalización
nos conduce a ubicar la culpa, la responsabilidad de lo sucedido, en los demás. No
nos confundamos. Si las razones son falsas, estamos en presencia de una
racionalización. Si efectivamente el motivo de la frustración fue ajeno a nuestra
responsabilidad, la conducta que desplegamos es otra: de aceptación, de
sustitución o de modificación de los factores externos. Estas son conductas
conscientes. Otro mecanismo de defensa muy utilizado es la represión; esta implica
que la persona, ante la frustración, sabe que experimentará sentimientos,
emociones o impulsos que considera inaceptable expresar -generalmente por
razones sociales- y por ello los encierra en su inconsciente. No permite que ellos
afloren, ni siquiera a su conciencia. En la teoría Freudiana, este mecanismo tiene
un gran peso explicativo. La sustitución es otro mecanismo de defensa y consiste
en reemplazar los impulsos originados en la frustración y que se consideran
socialmente inaceptables por otros impulsos que sean aceptados. Un ejemplo muy
recurrido es el de reemplazar la agresividad por una expresión de humor
descalificatoria. Finalmente, destacamos el mecanismo de defensa denominado
proyección que consiste en atribuir a otros las emociones y sentimientos de dolor o
agresividad que nos produjo una frustración, porque en nosotros mismos lo
consideramos inaceptable. Como vemos -y es importante repetirlo- los mecanismos
de defensa operan a nivel inconsciente y con el sólo propósito de evitarnos el dolor,
la tensión que provoca la frustración. Pero, a pesar de ello, tienen un fuerte peso en
nuestro comportamiento. Y, lo que resulta más grave, es que sus consecuencias no
son positivas. Eso es importante de considerar. No son positivas porque no apuntan
a cambiar la realidad en la que se originó la frustración. Por lo tanto, la necesidad
donde se generó la motivación sigue estando insatisfecha. Al recurrir a los
mecanismos de defensa, lo único que hacemos, en el fondo, es postergar una
situación de dolor que más tarde, casi con seguridad, volverá a aparecer, en otra
situación, bajo otra fachada, frente a otro estímulo, pero reaparecerá. Como el uso
de estos mecanismos es inconsciente, sólo una gran capacidad de introspección o
una adecuada acción terapéutica puede sacar a luz esos mecanismos.

Concepto de sistemas de necesidades

La Jerarquía de necesidades de Maslow. Aplicaciones y evaluación de la jerarquía


de necesidades. En segmentación. En posicionamiento. Versatilidad de la jerarquía
de necesidades. Una alternativa a la jerarquía de necesidades. El trío de
necesidades es una alternativa más sencilla de necesidades que se puede aplicar
al mercado. Poder: deseo de los individuos de controlar su ambiente (necesidades
del ego) Afiliación: la conducta está muy influida por la necesidad de tener
amistades, aceptación y sentido de pertenencia (necesidad social). De logro: Las
personas con este tipo de necesidades consideran que los éxitos personales son
un fin en si mismos (necesidades de autorrealización).

La Jerarquía de necesidades de Maslow (1954). Autorrealización Secundarias


Ámbitos social De Status y económico (Prestigio, estima, auto-respeto) Pertenencia
(afecto, amistad, sociales) Seguridad (protección física, orden, estabilidad)
Primarias Fisiológicas (alimento, agua, aire, desplazamiento, abrigo, sexo).

Clasificación de las necesidades

Clasificación de las necesidades:

La idea básica de esta jerarquía es que las necesidades más altas ocupan nuestra
atención sólo cuando se han satisfecho las necesidades inferiores de la pirámide.
Las fuerzas de crecimiento dan lugar a un movimiento ascendente en la jerarquía,
mientras que las fuerzas regresivas empujan las necesidades prepotentes hacia
abajo en la jerarquía. Según la pirámide de Maslow dispondríamos de:

Necesidades fisiológicas

Son necesidades fisiológicas básicas para mantener la homeostasis (referente a la


salud); dentro de estas, las más evidentes son:

Necesidad de respirar, beber agua, y alimentarse.


Necesidad de mantener el equilibrio de la temperatura corporal.

Necesidad de dormir, descansar, eliminar los desechos.

Necesidad de evitar el dolor

Necesidades de seguridad y protección

Estas surgen cuando las necesidades fisiológicas se mantienen compensadas. Son


las necesidades de sentirse seguro y protegido; incluso desarrollar ciertos límites
de orden. Dentro de ellas se encuentran:

Seguridad física y de salud.

Seguridad de empleo, de ingresos y recursos.

Seguridad moral, familiar y de propiedad privada.

Necesidades de afiliación y afecto

Están relacionadas con el desarrollo afectivo del individuo, son las necesidades de
asociación, participación y aceptación. Se satisfacen mediante las funciones de
servicios y prestaciones que incluyen actividades deportivas, culturales y
recreativas. El ser humano por naturaleza siente la necesidad de relacionarse, ser
parte de una comunidad, de agruparse en familias, con amistades o en
organizaciones sociales. Entre estas se encuentran: la amistad, el compañerismo,
el afecto y el amor.

Necesidades de estima

Maslow describió dos tipos de necesidades de estima, alta y otra baja.

La estima alta concierne a la necesidad del respeto a uno mismo, e incluye


sentimientos tales como confianza, competencia, maestría, logros, independencia y
libertad.

La estima baja concierne al respeto de las demás personas: la necesidad de


atención, aprecio, reconocimiento, reputación, estatus, dignidad, fama, gloria, e
incluso dominio.

La merma de estas necesidades se refleja en una baja autoestima y el complejo de


inferioridad.

Auto-realización o auto-actualización
Este último nivel es algo diferente y Maslow utilizó varios términos para denominarlo:
«motivación de crecimiento», «necesidad de ser» y «auto-realización».

Son las necesidades más elevadas, se hallan en la cima de la jerarquía, y a través


de su satisfacción, se encuentra un sentido a la vida mediante el desarrollo potencial
de una actividad. Se llega a ésta cuando todos los niveles anteriores han sido
alcanzados y completados, al menos, hasta cierto punto.

Descripción de las semejanzas de las distintas perspectivas

Tanto Marx como Weber toman como criterio general para distinguir las clases el
criterio de la económico en general y el de la propiedad en particular, pero no hacen
lo mismo al definir el papel de las clases como actores partícipes de esa sociedad
Para Marx las clases constituyen un factor decisivo en la historia - su “motor” - y
esto no se refleja en la postura de Weber. Para Weber las clases no son actores ni
agentes de transformación centrales en la sociedad; la multiplicidad de categorías
y sub categorías que Weber incorpora en su análisis termina por diluir su papel (el
de las clases) en la economía y en la sociedad. Respecto del capitalismo Marx lo
caracteriza como un sistema de explotación donde la sociedad terminaría por
agruparse en dos clases: los propietarios de los medios de producción y quienes no
cuentan más que con su fuerza de trabajo (es decir la distinción entre burgueses y
proletarios), Weber en cambio creía en un aumento sostenido de los sectores
medios. Esta diferencia se funda en la visión diferente que ambos tenían del
capitalismo. Mientras Marx sostenía la contradicción de clase, Weber resaltaba la
tendencia a la burocratización del sistema a saber, entre otras cosas, a la
diferenciación funcional entre las ocupaciones y como consecuencia a la movilidad
social resultante. Weber afirma también que debe distinguirse en clase en sí y clase
para sí donde sólo bajo determinadas condiciones los que comparten una situación
de clase común toman conciencia de ello y actúan en orden a sus mutuos intereses
económicos, diferenciándose de esta manera de la postura marxista que reconoce
a los lazos entre clase (clase en sí) y conciencia de clase (clase para sí) como
directos e inmediatos.

Mi opinión personal sobre el tema:

Esta unidad fue sumamente interesante, los contenidos de la misma captaron en


cada uno de los puntos mi atención, pero el que más me impactó fue el tema de las
necesidades y las motivaciones. La motivación define la persona y la necesidad es
un estado interno no satisfactorio. Las necesidades operan por motivaciones.
Las necesidades de cada quien varían según el tiempo y la circunstancia pero las
personas difieren cuando disponen de sus necesidades.

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