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Introducción
En este ámbito de comprensión, lo sagrado aparece como el esfuerzo del hombre para
comprender, controlar y hacer favorable todo lo que se sitúa más allá de su saber, de su
poder y de su esperanza, ya que el ser humano posee un instinto incondicionado que le
lleva a dar sentido y a conciliar consigo mismo lo desconocido y lo incontrolable. Lo
sagrado aparece entonces como su tentativa de concebir todo el universo como
humanamente significativo, para poderse orientar y actuar en él. Hay una realidad
trascendente, una verdad que todo lo explica, un poder al cual nada escapa; de ella se
ocupa lo sagrado. De ahí la pluralidad de funciones de lo sagrado: conjurar las
amenazas de una naturaleza caótica e incontrolable, calmar ansiedades y frustraciones
propias de la condición humana, rescatar la caducidad del tiempo, procurar entender lo
absurdo del sufrimiento y de la muerte, proteger del futuro desconocido, legitimar la
MARIO DE FRANCA MIRANDA
Una primera lectura de este fenómeno en el nivel socio-cultural procura captar lo que
buscan los hombres en estas manifestaciones religiosas. Unos, decepcionados con el
cientismo o con el marxismo, quieren sentido para la vida y persiguen la felicidad, ya
sea rechazando el "pecado (neocristianos) o limitando sus propios deseos (orientales):
Otros, en la soledad y anonimato de la sociedad' moderna, recusando sistemas y
autoridades impersonales, buscan referentes sociales más humanos y gurús
personalmente escogidos. Los insatisfechos con el individualismo utilitarista del
consumismo van detrás de referencias éticas y de cierto bienestar psicológico. En los
países del tercer mundo, la carencia de los bienes primarios (de orden material y
cultural) lleva a las capas más pobres de la población a buscar en las prácticas religiosas
la solución para los sufrimientos o la fuerza para soportarlos.
Una interpretación más global del fenómeno debe, para empezar, distinguir entre
manifestaciones paracientíficas (que apenas relacionan el individuo con la esfera de lo
oculto) y las propiamente religiosas (donde el misterio es Alguien, cuyo designio se
revela, se representa y se formula). Las paraciencias procuran suplirlo que las ciencias
no suministran: un saber sobre el cuerpo en cuanto es parte del universo y sometido a su
influencia; un saber sobre el futuro, de donde viene la felicidad o' la desgracia; un saber
sobre el más allá, tan inevitable como la muerte.
propias de la condición humana. Por lo tanto, la exp licación socio-cultural vista antes,
que considera la producción de lo sagrado en íntima dependencia de la satisfacción de
las necesidades, no desautoriza ni reduce, sin más, lo sagrado a superstición inferior. Lo
sagrado salvifico puede estar incluido en la necesidad antropológica de lo sagrado.
Nuestra tarea ahora es iluminar lo que entendemos por sagrado salvífico, ya que éste es
el criterio decisivo de toda nuestra reflexión. Recordemos pues, algunos elementos
esenciales de la concepción cristiana de la salvación.
Esta consideración teológica debe ser completada por la afirmación anterior del hombre
como productor de lo sagrado. Lo sagrado primordial se irá ramificando en una
pluralidad de sagrados cristianos (palabras, celebraciones, personas, comunidades,
tiempos...), todos ellos inspirándose en el sagrado primordial En cuanto son también
producciones socio-culturales, los sagrados cristianos pueden ser objeto de las ciencias
humanas: (pueden ser clasificados, comparados e incluso explicados).
Lo sagrado cristiano, por ser, salvífico, tiene necesariamente una dimensión totalizante:
psicológica, ética, sociológica, cultural, económica... Lo cristiano no se opone a lo
humano sino que lo asume, revelándolo a sí mismo y liberando todas sus virtualidades
más profundas; al vedar al hombre la tentación de encerrarse en sí mismo, lo lleva a la
comunión con Dios y con el prójimo, único lugar en que puede encontrar su realización
profunda. La preocupación por las necesidades de cada día debe estar subordinada a la
búsqueda del reino (Lc 12,31). Subordinada pero no ausente.
MARIO DE FRANCA MIRANDA
De cualquier modo, la rapidez con que lo sagrado salvífico es elaborado por los
teólogos no es la misma con la que es captado y vivido por el pueblo de Dios. Todo esto
acontece en un proceso lento, quizá a lo largo de muchas generaciones, e implicando un
cambio gradual en las representaciones religiosas (sobre todo de Dios) y un vivir más
genuinamente la praxis cristiana. De hecho el -Dios de Jesucristo decepciona bastante
las expectativas humanas: no aparece, como lleno de poder, interviniendo en cada
momento para satisfacer nuestras necesidades, ni como un Dios juez y moralista que
excluyera los pecadores o actuase según nuestros criterios (Mt 20,1-16); sino que, en su
Hijo, demuestra una predilección por los débiles, enfermos, pecadores, los socialmente
marginados y religiosamente excluidos. La praxis realmente salvifica no viene al
encuentro de nuestras necesidades de cuño íntimo, material o social (aunque, no las
excluya); ella nos lleva a los más necesitados, donde encontramos lo sagrado cristiano
por excelencia (Mt 25,31-46), del cual se derivan los otros.
El Dios de Jesucristo no ha sido producido por el hombre para hacer frente a sus
dificultades, y sí es un Dios que va al encuentro del hombre con un designio salvifico
bien definido; es un Dios que contraría, decepciona y transforma las expectativas de
salvación simplemente humanas y homogéneas (Mt 10,39). Lo sagrado cristiano posee,
por tanto, un .dinamismo intrínseco que convierte progresivamente a aquellos que lo
buscan. Sin excluir la óptica de la funcionalidad, dirige la vista del fiel hacia el Padre ,y
el hermano necesitado, subordinándola a sí misma y garantizando su eficacia salvifica
(Mt 6,33).