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MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
DIPUTACIÓN DE SALAMANCA
2006
EDICIONES DE LA DIPUTACIÓN DE SALAMANCA
SERIE HUMANIDADES, N.° 25
DIPUTACIÓN DE SALAMANCA
DEPARTAMENTO DE CULTURA (Publicaciones)
C/. Felipe Espino, 1, 2ª Planta
37002 Salamanca (España)
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I.S.B.N.: 84-7797-250-8
Depósito Legal: S. 183-2006
Impreso en España.
PRESENTACIÓN ..................................................................................... 9
AGRADECIMIENTOS ............................................................................. 11
SIGLAS DE LOS ESCRITOS MÁS CITADOS ........................................... 11
PRESENTACIÓN
AGRADECIMIENTOS
Agradezco a Carlo Beretta su paciente obra de revisión del aparato crítico y sus muchos
y sabios consejos (y aún más le agradezco la amistad que en cada ocasión me demuestra).
No olvido tampoco todo lo que por mí ha hecho el personal de la Casa-Museo Unamuno
en estos quince años. Estaré siempre en deuda con Ana Chaguaceda Toledano, Julián Montes
Gonzalo, Manolo Iglesias Fraile, Angelines Ponte Araújo, Flor Hernández Martín, Clemente
Bernal Pérez e Inés Alonso Ayuso.
SIGLAS DE LOS ESCRITOS MÁS CITADOS
Textos publicados
PAOLO TANGANELLI
INTRODUCCIÓN
* Las Meditaciones terminadas y los borradores se citarán en las notas de esta introducción
con la sigla seguida por el número del fragmento correspondiente. En esta introducción he utili-
zado mis precedentes estudios sobre las Meditaciones Evangélicas: cfr. P. Tanganelli, “Miguel de
Unamuno: Una revisione della crisi del ’97 alla luce di alcune Meditaciones Evangélicas inedite”,
Annali della Facoltà di Lettere e Filosofía – Università di Siena, Vol. XIX, Florencia, Cadmo, 1998,
pp. 13-53; Hermenéutica de la crisis en la obra de Unamuno entre finales del XIX y comienzos del XX:
La ‘crisis del 97’ como posible exemplum de la crisis finisecular, Salamanca, Universidad de Salamanca,
2001, pp. 387-416; Unamuno fin de siglo. La escritura de la crisis, Pisa, ETS, pp. 161-189; “Ancora
sul progetto delle Meditaciones Evangélicas di Unamuno: il rinvenimento di nuovi abbozzi”, Il
Confronto Letterario, XVII, 33, maggio 2000, pp. 167-191. Además he refundido parcialmente la
conferencia “Del erostratismo al amor de Dios: en torno al avantexto de Del sentimiento trágico de
la vida” que impartí en las Jornadas Unamunianas de 2003 (Miguel de Unamuno – Estudios sobre su
obra. II, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2005, pp. 175-194). Mi reconstrucción del avan-
texto de Del sentimiento trágico de la vida no tiene por tanto ninguna deuda con la que ha esboza-
do sucesivamente Nelson Orringer (“«Concebirnos como no existentes». El problema de editar al
filósofo Unamuno”, Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno, 38, 2003 [publicado en noviem-
bre de 2004], pp. 47-61 y su “Introducción”, en M. de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida
en los hombres y en los pueblos y Tratado del Amor de Dios, Madrid, Tecnos, 2005, pp. 13-72). Desde
luego tampoco Orringer, que asistió en su día a mi conferencia plenaria, tiene ninguna deuda con
mi investigación, puesto que nunca lo hace constar en sus escritos.
PAOLO TANGANELLI
Tal vez sea oportuno empezar por rememorar la crisis de 1897 o, más
exactamente, por la exégesis de esta vivencia que, según suelen afirmar algu-
nos críticos entre los que no me cuento, encerraría la clave del pensamiento
y del mundo poético unamunianos. Como ya he recordado en otras ocasio-
nes, las interpretaciones de la crisis de 1897 que proponían hace medio siglo
Sánchez Barbudo y Zubizarreta pecan de un mismo error de parcialidad, ya
que privilegian a turno uno de los dos polos que definen el espacio temáti-
co de la obra juvenil unamuniana: o se veía tan sólo la trágica cognición de
la nada, o se valoraba únicamente el esfuerzo de reconstrucción mitológica
1
Unamuno confesó a Jiménez Ilundain en una carta fechada el 16-VIII-1899: “En los tra-
bajos algo extensos, que guardo inéditos en su mayoría, en mis Meditaciones (el Nicodemo ante
todo), es donde he puesto más de mi alma”, EpA, p. 69.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
2
“En general, se puede afirmar que la ‘mitopoiesis’ se actúa en la conciencia del límite,
es decir, en la experiencia de la precariedad de la existencia, condenada a un tiempo de fragmen-
tación y extravío y horadado por la oquedad de la muerte; en la experiencia del sinsentido, del
absurdo y el fracaso que parecen anunciar la ruina definitiva de todo sentido y valor, y en la expe-
riencia de la caducidad universal.”, P. Cerezo Galán, “El horizonte mito/lógico”, en VV. AA.,
Filosofía y literatura en el mundo hispánico - Actas del IX seminario de historia de la filosofía española e
iberoamericana, ed. de A. Heredia Soriano y R. Albares Albares, Salamanca, Universidad de
Salamanca, 1997, p. 66.
3
Sánchez Barbudo describe la ‘poiesis’ en Unamuno después de la crisis contemplativa de
esta forma: “A partir de su crisis su obra definitivamente cambiará de signo y lo que Unamuno
hará, más bien, será levantar guerra sobre la paz, ‘fragor y estruendo’ para ocultar el rumor de ‘las
aguas eternas, las de debajo de todo’, porque ‘la paz es terrible.’ ”, A. Sánchez Barbudo, Estudios
sobre Galdós, Unamuno y Machado, Barcelona, Lumen, 1981, p. 95.
PAOLO TANGANELLI
4
“Tengo que humillarme aún más, rezar y rezar sin descanso, hasta arrancar de nuevo a
Dios mi fe o abotargarme y perder conciencia. O imbécil o creyente.”, D, p. 126. Este aut aut es,
naturalmente, de abolengo pascaliano: “¿Y qué sino la incertidumbre, la duda, la voz de la razón,
era el abismo, el gouffre terrible ante el que temblaba Pascal? Y ello fue lo que le llevó a formular
su terrible sentencia: il faut s’abêtir, ¡hay que entontecerse!”, STV, VI, p. 125. Sobre el temor una-
muniano de estar recitando una comedia, cfr. P. Tanganelli, Unamuno fin de siglo..., cit., pp. 136-
142.
5
El padre González Caminero se muestra escéptico acerca de este retiro espiritual: “creí
necesario preguntar a los más antiguos supervivientes del convento de San Esteban sobre el
supuesto retiro espiritual que después de la crisis hizo Unamuno en ese mismo convento domi-
nicano. Me dijeron los padres consultados que ciertamente por entonces frecuentaba mucho su
iglesia D. Miguel. No creían, sin embargo, que hiciera ese retiro, y menos que confesase y comul-
gase. A la misma iglesia dejó pronto de ir porque, según me dijeron, algunos amigos le escribie-
ron en tono de burla.”, N. González Caminero, Unamuno y Ortega - Estudios, Madrid, Comillas,
1987, p. 94.
6
D, p. 60.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
7
Laureano Robles ha publicado recientemente El mal del siglo y Jesús y la samaritana: “El
mal del siglo (texto inédito de Unamuno)”, Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno, 34, 1999
[septiembre de 2002], pp. 99-131 y “El texto inédito de Unamuno: «Jesús y la Samaritana»”, La
Ciudad de Dios, CCXIV, 2001, pp. 579-612.
PAOLO TANGANELLI
8
EpA, pp. 41-44.
9
J. Ignacio Tellechea Idígoras, “La crisis espiritual de Unamuno de 1897. Fragmento
inédito de una carta unamuniana a Leopoldo Gutiérrez Abascal”, Cuadernos de la Cátedra Miguel
de Unamuno, XXXII, 1997, pp. 379-396.
10
Cfr. A. Zubizarreta, “La inserción de Unamuno en el cristianismo: 1897”, Cuadernos
Hispanoamericanos, CVI, 1958, p. 26 y Sánchez Barbudo, Estudios..., cit., p. 93.
11
EpA, pp. 44-49.
12
“Los otros ensayos de mis Meditaciones son Jesús y la Samaritana y Nicodemo, concluidos
ya, y en telar San Pablo en el Areópago, y otro.”, EpA, p. 45.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
13
En su correspondencia con Jiménez Ilundain, Unamuno se refiere a esta meditación lla-
mándola El reinado social de Jesús, cfr. EpA, pp. 47-48. Contamos con dos ediciones de los borra-
dores de esta meditación: L. Robles, “Un texto inédito de Unamuno: El reinado social de Jesucristo”,
Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno, 35, 2000, pp. 117-145; M. M.ª Urrutia, “Unamuno
en 1898: «El reinado social de Jesús» (En torno a un manuscrito inédito)”, Cuadernos de la Cátedra
Miguel de Unamuno, 36, 2001, pp. 95-126. La introducción de Urrutia, no obstante la brevedad,
es imprescindible para una contextualización ideológica de estos borradores.
14
Ya he publicado los borradores de La oración de Dimas, San Pablo en el Areópago y La con-
versión de San Dionisio: cfr. P. Tanganelli, “Ancora sul progetto delle Meditaciones Evangélicas di
Unamuno: il rinvenimento di nuovi abbozzi”, Il Confronto Letterario, XVII, 33, maggio 2000,
pp. 167-191.
15
M. de Unamuno, El Buen Ladrón, «El Globo», 9-IV-1903 (Obras Completas, Madrid,
Escelicer, 1967-1971, T. IX, pp. 862-864; da ora in poi: EBL).
16
Me refiero al artículo “Mateo, XXIII, 5 – Juan, XI, 47 y 48 – Nicodemo” que apareció en
la revista Juventud el 27-III-1902. En la segunda sección del artículo (“Juan, 47 y 48”) se retoman
algunas ideas de esta meditación in fieri (así como en la tercera sección se retoman algunos pasos de
Nicodemo el fariseo). Huelga recordar, además, que Unamuno había publicado ya un artículo titulado
El reinado social de Jesucristo en noviembre de 1896 en La lucha de clases (OCE, IX, pp. 658-659):
artículo socialista que debió representar el embrión de la homónima meditación evangélica.
17
D, pp. 170-171.
18
D, pp. 190-195. A la Samaritana se refiere también sucesivamente en D, p. 198.
19
D, pp. 195-197.
PAOLO TANGANELLI
el Diario íntimo faltan tan sólo alusiones a La oración de Dimas para com-
pletar la serie, puesto que hasta en la única meditación no estructurada
como una acotación a un episodio evangélico (El mal del siglo), Unamuno
insertó, con pocas y marginales correcciones, los comentarios recogidos en
el Diario íntimo a propósito de la predicación pauliniana en el Areópago ate-
niense (comentarios que más tarde amplificaría y trasladaría al tercer capí-
tulo de Del sentimiento trágico de la vida).
No es este un caso aislado: como ya he dicho, varios fragmentos del
Diario coinciden literalmente con las Meditaciones supérstites y numerosos
pasos de las Meditaciones reaparecen y se desarrollan luego en Del sentimien-
to trágico. Pero las Meditaciones no derivan del Diario sólo porque transcri-
ben o glosan algunos de sus párrafos, sino también porque aspiran a reali-
zar aquel proyecto literario, y antes aún existencial, que es acaso el hilo
conductor de esas confesiones diarísticas: “hacer de la pluma un arma de
combate por Cristo”20.
En una perspectiva gadameriana, el hecho de considerar un proyecto exis-
tencial como el revés de una empresa literaria no debería causar ninguna
maravilla, ya que siempre, al fin y al cabo, “[e]n la experiencia del arte vemos
en acción a una auténtica experiencia, que no deja inalterado a quien la
hace”21. La obra artística cumple su función sólo si modifica a su destinata-
rio, incluyendo en esta categoría al mismo creador, el archidestinatario de su
obra, puesto que la verdad de la creación siempre trasciende – al menos des-
de el punto de vista de Warheit und Methode – la intencionalidad del autor.
Una perspectiva de este tipo, en el caso concreto que estamos tratando,
abre el campo a una serie de preguntas de difícil solución, relativas tanto a
la manera en que un texto in fieri como las Meditaciones puede reflejar real
y claramente una transformación del pensamiento unamuniano, como al
presunto significado existencial, biográfico, atribuible al abandono de este
proyecto nada más editarse Nicodemo el fariseo. Desde luego, no intentaré dar
una respuesta a esta segunda cuestión, que se escapa de forma tan mani-
fiesta del dominio de la crítica textual (cada humilde exegeta tiene acceso
a unos cuantos textos y borradores, no a las vivencias intransferibles y pre-
téritas de don Miguel).
20
D, p. 58.
21
H.-G. Gadamer, Verdad y método, Sígueme, Salamanca, 1996, vol. I, p. 142.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
22
“Hay muchos que dicen que quieren creer, que quisieran creer... Sí? quieres creer? Pues
imita desde luego esa vida y llegarás a creer. Condúcete como si creyeras y acabarás creyendo.”,
D, pp. 133-134.
23
D, p. 142.
24
Sánchez Barbudo, Estudios..., cit., p. 134.
PAOLO TANGANELLI
25
“El término existencia, en el caso del hombre, hay que entenderlo en el sentido etimo-
lógico de ex-sistere, estar fuera, rebasar la realidad simplemente-presente en dirección de la posi-
bilidad.”, G. Vattimo, Introduzione a Heidegger, Laterza, Roma-Bari, 1996, p. 21.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
26
N, 44.
27
N, 46.
28
“En las profundidades infantiles de su espíritu que rebosaban a su conciencia parecían
repercutir entonces los ecos purísimos de la infancia del cristianismo.”, NM, p. 90 (fragmento
206).
PAOLO TANGANELLI
29
N, 66-67.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
es un ser sin historia (o, de todas formas, con menos historia que el adulto).
De este modo Unamuno niega que se verifique un cambio neto, injustifi-
cado respecto al pasado del que se procede, para afirmar que, en realidad,
lo que acontece es únicamente una recuperación del fondo íntimo e intra-
histórico. El renacimiento es posible cada vez que nos ponemos a la escu-
cha de la interioridad. Sólo hay una ruptura respecto a la continuidad del
pasado histórico, pero este hiato sirve justamente para manifestar un pasa-
do más antiguo, originario y por eso mítico, el de la intrahistoria:
30
N, 91.
31
N, 102-103. La eternidad es el tiempo estático y circular del mythos y del símbolo: “Tu
vida es ante tu propia conciencia la revelación continua, en el tiempo, de tu eternidad, el desa-
rrollo de tu símbolo; vas descubriéndote conforme obras.”, “¡Adentro!”, OCE, I, p. 948. La reve-
lación de la eternidad sería, entonces, el desarrollo (histórico) del propio símbolo.
32
N, 143.
33
N, 117.
PAOLO TANGANELLI
34
Sólo al final de la conferencia, para que todo el auditorio pueda sacar provecho de la pre-
dicación unamuniana, la costra se asimila a las ocupaciones inherentes al papel público de cada
cual (una especie de divertissement pascaliano): “...volvió cada cual a sus negocios, a sus preocupa-
ciones, a sus domésticos cuidados, a recogerse en la dura costra de sus inquietudes terrenas, y se
separaron para ir cada uno a su casa, en vez de unirse para ir todos juntos a la casa común, a la del
Señor.”, N, 286.
35
N, 41.
36
Así Nicodemo se convierte en un símbolo, en el arquetipo del intelectual que reniega
de la ratio para entregarse al mythos originario; por este motivo se le compara con San Pablo, otro
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
fariseo convertido: “Un fariseo, un intelectual seducido por la cultura helénica, fue aquel judío
Saulo que empezó persiguiendo a los sencillos y que luego de despierto su corazón enseñó la buena
nueva a los gentiles.”, N, 37. La exaltación de un paradigma más o menos laicizado de santidad
en Nicodemo se desprende también de las alusiones unamunianas a su misión providencial, como
sucede en el fragmento en el que afirma experimentar “una confianza firme en que al obrar con
pureza y sencillez de intención, servimos a un designio supremo, sea el que fuere…”, N, 21.
37
“Y en los purísimos, en los verdaderos santos, en los héroes, no hay capa ni membrana
alguna, el mundo y el alma se compenetran y continúan.”, NM, p. 126 (fragmento 413).
38
N, 137. También se debería subrayar la alusión al ‘otro’ mundo que se abre ante los ojos
de quienes consiguen romper las costras que les aprisionan. Por supuesto, huelga ver también en
esto una velada referencia al Nuevo Mundo espiritual que Eugenio Rodero descubre por debajo
de la cáscara del dogma: “los que de entre ellos se hunden en otro mundo, y rompiendo la costra de
la letra descienden al espíritu, quebrantando el dogma van a la fe pura, a éstos sí que puedo pre-
guntarle cómo se hace aquello. Y a este mismo Jesús con quien hablo a solas en su Evangelio...”,
N, 182-183.
PAOLO TANGANELLI
39
EpA, p. 45.
40
EpA, p. 47.
41
“En nuestra época de íntimo desasosiego y despertar del sentido religioso como
Nicodemo el fariseo vamos a Jesús de noche, a ocultas, cuando nadie nos ve...”, D, p. 190.
42
“¡Nacer otra vez! Hacerse un nuevo hombre, regenerándose en la penitencia, volviéndo-
se niño y sencillo.”, D, p. 191.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
43
JyS, 58-60. “Y entonces nos pide que vayamos a buscar nuestros afectos, nuestros ído-
los, los genios ante quienes nos hemos rendido, las doctrinas a que vivíamos adheridos, como dijo
a la samaritana que fuese a llamar a su marido. ‘Respondió la mujer y dijo: no tengo marido’ Así
tenemos que decirle, ‘no tenemos ídolo, ni dueño’. Y como a ella nos dice Jesús que hemos teni-
do varios, que hemos andado de uno en otro, de un amo en amo, de una doctrina en otra, entre-
gándonos ya a esta, ya a aquella y sin habernos desposado con ninguna...”, D, p. 194.
44
JyS, 64.
45
JyS, 65.
PAOLO TANGANELLI
46
JyS, 6.
47
JyS, 6. “¡Qué hermosa la fe de la samaritana! Como ella nuestra alma va a sacar al pozo
tradicional, al tesoro de la ciencia y del consuelo humanos, al estudio.”, D, p. 192.
48
JyS, 7. “Y un día nos encontramos al borde del pozo al dulce Jesús, reposando cansado
del camino, a la hora de sexta (Juan IV, 6) al mediodía, en la mitad de los afanes de nuestra vida.”,
D, p. 192.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
¿quién no tropieza alguna vez con esa aparición tradicional, que cual
eterna esfinge solicita su atención y su estudio? [...] ¿Cómo es que
tantos pueblos, durante tantos siglos, han adorado y siguen adoran-
do cual a Dios a ese galileo ajusticiado? El problema religioso es lo
49
“Mi vida tiene poco que contar [...]. Una adolescencia de continua remisa mental, de
meditaciones inacabables, de enorme lectura (ahora leo poco) y también de tristezas y melanco-
lías.”, Carta de Unamuno a S. Valentí Camps del 8-IV-1900, apud J. Tarín Iglesias, Unamuno y sus
amigos catalanes (Historia de una amistad), Peñíscola, Barcelona, 1966, p. 113.
50
Cfr. las observaciones de Unamuno sobre el teatro popular de Lope y Calderón en “La
regeneración del teatro español”, OCE, I, pp. 890-910.
51
Por este motivo Unamuno ve en Cristo la recapitulación de la cultura humana, su quin-
taesencia: “Su nombre llena las bocas de los buenos e hinche los siglos mientras los brazos de su
cruz dan sombra a toda cultura.”, JyS, 9. “Estudiando sin prejuicio la dulce aparición que se nos
muestra llenando los siglos espirituales, sentada junto a la fuente del saber...”, JyS, 24. “El cris-
tianismo es aún en el orden humano el más estupendo hecho histórico.”, JyS, 12.
PAOLO TANGANELLI
que aún como problema tienta más nuestra sed de saber, es lo que
más atrae al alma sedienta de verdad y de consuelo.52
Pero el maestro vasco se apresura a aclarar que hace falta algo más: un
estudio cordial, una más profunda dedicación53. Renuncia al propósito ‘ilu-
minista’ de someter el mito a “los medios de nuestra investigación y al
potro de nuestra crítica”54, que podía haber alimentado algunas páginas de
En torno al casticismo55, porque comprende que es injustificado considerar la
ratio como la única vía de acceso a la verdad:
52
JyS, 8-12. Cfr. D, pp. 192-193. En el período de la crisis, Unamuno reafirma a menu-
do la idea de la religiosidad de la intra-historia. En En torno al casticismo se lee: “En sociedades tales
el más íntimo lazo social es la religión, y con ella una moral externa de lex, de mandato, que
engendra casuismo y métodos para ganar el cielo. De todos los países católicos, acaso haya sido el
más católico nuestra España castiza.”, ETC, p. 115.
53
“Quiere que le demos nuestro amor, que le estudiemos, pero con amor, no como a vana
curiosidad...”, D, p. 193. “Pide que le estudiemos, pero con amor, no como a curiosidad vana, no
como a mero problema.”, JyS, 16. “¿Por qué resistir y desconfiar? Hagamos la prueba; pidámos-
le, a ver si logramos con la oración lo que con el estudio no se alcanza. ¡Quiero creer! he aquí el
principio del creer.”, JyS, 49-50.
54
JyS, 13.
55
“Me dediqué a estudiar la religión como curiosa materia de estudio, como producto
natural, como pábulo a mi curiosidad. Preparaba una ‘Filosofía de la Religión’ y me engolfé en la
‘Historia de los dogmas’ de Harnack. Y hoy me parecen mis viejas teorías puro asunto de curio-
sidad.”, D, pp. 127-128.
56
JyS, 42-43.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
Las diferencias entre los dos párrafos (el primero del Diario y el segun-
do de Jesús y la Samaritana) son mínimas. En ambos se habla de la perple-
jidad que conlleva la perspectiva de una conversión tradicional en el cre-
púsculo de la modernidad postcartesiana. Ya hemos dicho que la duda de
que la conversión sólo sea un auto-engaño, una comedia, persiste sobre todo
en los primeros tres cuadernos del Diario, mientras que en el cuarto se
reduce a alusiones como ésta: ya neutralizadas y sin ninguna peligrosidad.
Incluso en Jesús y la Samaritana sólo se recuerda la duda y no se expresa con
su impelente carga trágica. Si el recuerdo es, sin embargo, más nítido y
detallado en la meditación, únicamente se debe a que en el Diario Una-
muno ya había confesado precedentemente sus temores, y por tanto podía
indicarlos de manera más expeditiva, mientras que en la meditación tenía
que ser necesariamente más explícito. A fin de cuentas, es evidente que
cuando Unamuno escribió en Jesús y la Samaritana “sospechando que la fati-
ga nos ha traído un momento de flaqueza”, estaba parafraseando un paso
del segundo cuaderno del Diario: “Al saber mi cambio me han dicho algu-
nos: eso pasará, no es más que efecto de fatiga mental, es exceso de traba-
jo. Yo mismo llegué a creerlo.”59
57
D, p. 193.
58
JyS, 24-30.
59
D, p. 71.
PAOLO TANGANELLI
60
D, p. 192.
61
EMS, 19-20.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
Sería inexacto afirmar que El mal del siglo quedó enteramente inédito,
ya que varios fragmentos de esta meditación fueron interpolados en el tex-
to de una entrevista hecha por José Martínez Ruiz, el futuro Azorín, al
autor de Paz en la guerra. Esta entrevista, titulada Charivari. En casa de Una-
muno, apareció el 26 de febrero de 1898 en la revista bakuniana La Cam-
paña y es, en cierto modo, una sinopsis, mejor, un conciso pero coherente
compendio de El mal del siglo63.
62
“Suelen acabar tales estetas, encharcados en el más vano literatismo, por darse al mundo
en espectáculo, por cultivar un sentimentalismo adormecedor o enervante o un diletantismo inhu-
mano, por dar cierto religiosismo de desocupados como si fuese religiosidad. De aquí ha salido
ese engendro del llamado neo-misticismo, sobre que asoma la siniestra figura de aquel René corroí-
do de orgullo.”, EMS, 99-100. Hay que colacionar este párrafo con una de las últimas anotacio-
nes del tercer cuaderno del Diario íntimo: “Esa condenada literatura es diabólica cuando produce
el literatismo, y ese infame esteticismo de los Oscar Wilde y los D’Anunzio [sic] ¡infelices! Es
tomar el mundo en espectáculo... El literatismo, en su forma de diletantismo, ha producido los
libros infames de Renan, esa venenosa Vida de Jesús, llena de sentimentalismo adormecedor y
enervante... Renan ha cultivado ese religiosismo que es lo que más aparta a los hombres de la reli-
gión... Parece a las veces que asoma de nuevo aquella triste y siniestra figura de Chateaubriand,
aquel lúgubre René, corroído de orgullo íntimo...”, D, pp. 154-156.
63
Pedro Cerezo Galán utiliza el comienzo de El mal del siglo para reafirmar que una correc-
ta exégesis del ‘problema’ de la Generación del 98 no puede limitarse al contexto sociopolítico
español: “La crisis política de la Restauración era tan sólo el catalizador de una crisis cultural más
profunda, que hermanaba a la Generación del 98 con otras generaciones trágicas europeas.”,
P. Cerezo Galán, Las máscaras de lo trágico, Madrid, Trotta, 1996, p. 20.
PAOLO TANGANELLI
64
EpA, p. 43.
65
En la misma carta habla de la predicación de San Pablo a los atenienses y concluye anun-
ciando el proyecto de las Meditaciones Evangélicas: “En fin, dejo esto que podrás ver en el ensayo
que he de publicar (con otros) titulado La conversión de San Dionisio.”, EpA, p. 44.
66
EpA p. 45.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
67
EMS, 20.
68
D, p. 84. “El reinado de Cr. espiritual, en cada alma. De aquí irradia. La moral interna-
cional. / Qué? El mundo un cenobio.”, RSJ, Borrador A, 41-42.
69
“«Oracions» por Santiago Rusiñol - II”, OCE, III, pp. 1290-1293 (1ª ed., La Época,
Madrid, 19-VII-1898).
70
Cfr. L. Pareyson, Dostoevskij - Filosofia, romanzo ed esperienza religiosa, ed. de G. Riconda
y G. Vattimo, Turín, Einaudi, 1993, p. 111.
PAOLO TANGANELLI
71
CCU, p. 46. Como fuente secundaria de Charivari. En casa de Unamuno se puede señalar
este otro paso de El mal del siglo: “Lo que en realidad hacen [los epígonos de Nietzsche y Stirner]
es sacrificar su propia alma a un individuo tan abstracto como la Humanidad misma, a un Yo con-
ceptualizado. Viven en pura idolatría individualista perdiendo por la libertad abstracta la verda-
dera e íntima...”, EMS, 93-94.
72
EMS, 29.
73
D, p. 47.
74
EMS, 113. “El progresismo no satisfacía tampoco. Progresar, ¿para qué? El hombre no
se conformaba con lo racional, el Kulturkampf no le bastaba; quería dar finalidad final a la vida [...]
Y la famosa maladie du siècle, que se anuncia en Rousseau y acusa más claramente que nadie el
Obermann de Sénancour, no era ni es otra cosa que la pérdida de fe en la inmortalidad del alma, en
la finalidad humana del Universo.”, STV, pp. 270-271.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
75
CCU, p. 46.
76
EMS, 89-91.
77
Cfr. D, p. 101.
PAOLO TANGANELLI
de lo que podría ser una sociedad anárquica. Está bien: y los hom-
bres de esa sociedad, ¿no morirán? ¡Luchar para eso! ¡Sólo para eso!
Y ¿para qué? ¿Para qué he de luchar por la emancipación de los hom-
bres, que al morir vuelven a la nada? Si el pobre linaje humano es
una procesión de conciencias que de la nada salen para volver a ella;
si un día hecho polvo nuestro globo, no ha de quedar de nuestras con-
ciencias nada, ¿para qué luchar? Mejorar la vida, hacerla más grata,
más fácil, más placentera, es, aumentando así el pesar de tener que
perderla un día, preparar la infelicidad de la felicidad.78
Descorazona el luchar por el bienestar de seres que volverán un
día a la nada de que salieron, y se columbra que el hacer la vida más
fácil, más grata y más placentera es, haciéndola más amable, aumen-
tar el pesar de tener un día que perderla y preparar así el terrible azo-
te de los satisfechos saduceos, la infelicidad de la felicidad, el spleen
desolador, la noia tremenda del pobre Leopardi.79
78
CCU, pp. 45-46.
79
EMS, 73.
80
EMS, 8. En EMS (34 y 108) se alude a un suicidio universal que recuerda, de nuevo, la
experiencia de la crisis unamuniana: “Ahora me persigue la idea del suicidio. Hace un rato pen-
saba en si me inyectara una fuerte cantidad de morfina para dormirme para siempre.”, D, p. 124.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
Con esta confesión, Unamuno alude a una consonancia ideal que mues-
tra el socialismo por lo menos como el mal menor entre los muchos de la
modernidad. Esto explica por qué, incluso después de la crisis, en El negocio
de la guerra82 ataca con dureza la lógica capitalista, que trueca los sufri-
mientos de la guerra en un juego de especulación financiera, y en El desar-
me83 hasta llega a reivindicar los objetivos pacifistas del socialismo interna-
81
D, pp. 143-144.
82
“El negocio de la guerra”, La Estafeta, Madrid, 23-I-1898.
83
M. de Unamuno, Vida Nueva, Madrid, 25-IX-1898 (no recopilado en OCE). Estos dos
textos, temáticamente cercanos, se inspiran en buena medida en una serie de artículos que
Unamuno había publicado entre 1895 y 1896 en La lucha de clases de Bilbao (se refiere precisa-
mente a esta colaboración en el párrafo arriba citado del Diario): cfr. “La guerra es un negocio”
(OCE, IX, pp. 541-542), el homónimo “El negocio de la guerra” (OCE, IX, 601-602) y “Las cri-
sis industriales” (OCE, IX, pp. 543-549). “Y me atrevo a pensar que era la potencia pacificadora
del socialismo lo que lo emparentaba a sus ojos con el espíritu cristiano y lo volvía afín a un movi-
miento religioso.”, Cerezo Galán, Las máscaras..., cit., p. 214. Pero Unamuno veía también las
deficiencias del pacifismo socialista: “mientras los sentimientos meramente humanitarios y
las convicciones progresistas no pasan de propaganda oral y escrita contra la guerra, y hasta la tole-
ran provisionalmente, es fe religiosa lo que lleva a los hombres al martirio, antes que faltar al
claro, limpio y terminante ¡no matarás!”, Carta a F. Urales del 1-VII-1898, en M. de Unamuno,
Epistolario inédito, ed. de L. Robles, Madrid, Espasa-Calpe, 1991, I, p. 56. Para una correcta valo-
ración de las relaciones de proximidad de Unamuno con el socialismo a lo largo de toda su vida:
cfr. M. M.ª Urrutia, “Miguel de Unamuno en El Socialista (Y nueve textos desconocidos)”, Sistema,
186, mayo 2005, pp. 101-121.
PAOLO TANGANELLI
cional: “El desarme sería el triunfo del socialismo internacional, único que,
hoy por hoy, puede cimentar con la paz de los pueblos la cultura huma-
na.”84
De nuevo habría que echar mano de las críticas de Pérez de la Dehesa
a la interpretación de la ‘antesala de la crisis’ que proponía Zubizarreta: no
hay contradicción entre la línea oficial del PSOE y la religiosidad unamu-
niana, el humanismo socialista de Unamuno es “un camino hacia la reli-
gión”85 (así lo entiende el narrador del Diario). Por el mismo motivo, en
San Manuel Bueno, mártir, el progresista Lázaro (Unamuno antes de la cri-
sis), una vez aprendido el secreto del párroco de Valverde de Lucerna, toma
conciencia de los límites de su proyecto de reforma política y se convierte
en el discípulo predilecto de don Manuel (Unamuno después de la crisis).
Éste es el quid de la cuestión: Lázaro puede convertirse a una concepción
trágica de la vida que interpela desesperadamente el mythos religioso e intra-
histórico justamente porque el socialismo no es éticamente inconsistente
como el racionalismo nihilista. Socialismo y pensamiento trágico están uni-
dos por la búsqueda de un fundamento para la acción histórica. El nihilis-
mo racionalista, en cambio, lleva –dice Unamuno– sólo hacia una posible
degeneración de este proceso inventivo y a la parálisis ética.
84
Con estas palabras termina “El negocio de la guerra” (La Estafeta, Madrid, 23-I-1898).
85
“Examinando sus artículos propagandísticos y su correspondencia se puede ver el carác-
ter humanístico y religioso con que entendía el socialismo [...]. Su aproximación a la religión y el
llamado ‘humanismo ateo’ no son, por lo tanto, procesos divergentes, sino convergentes. Los dos
años de antesala a la crisis del 97 son también los años en que ese humanismo alcanza su mayor
intensidad para acabar siendo, en cierto modo, un camino hacia la religión.”, R. Pérez de la
Dehesa, Política y sociedad en el primer Unamuno, Madrid, Ariel, 1973, p. 82.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
Este párrafo de la entrevista resume hasta tres cuartillas de El mal del siglo:
86
CCU, p. 46.
87
EMS, 36-42.
88
CCU, p. 46.
PAOLO TANGANELLI
89
EMS, 65-67. Pérez López ha demostrado que Azorín emplea estas mismas imágenes en
el famoso y polémico artículo “Ciencia y fe” (Madrid Cómico, 9-II-1901): cfr. M. Mª. Pérez López,
“Introducción”, en J. Martínez Ruiz, Antonio Azorín, Madrid, Cátedra, 1991 , pp. 30-33. Pérez
López subraya, en particular, estas palabras de Azorín: “Dolorosa y larga procesión de fantasmas,
la humanidad surge del misterio y al misterio retorna.”, op. cit., p. 32. Tal vez sea oportuno ver
cómo se transforma esta metáfora en La Voluntad, donde el nihilismo se asume no como una hipó-
tesis que es preciso confutar a la Jacobi, sino como un hecho incontestable (Schopenhauer,
Nietzsche): “¡Ah, la inteligencia es el mal!... Comprender es entristecerse; observar es sentirse
vivir... Y sentirse vivir es sentir la muerte, es sentir la inexorable marcha de todo nuestro ser y de
las cosas que nos rodean hacia el océano misterioso de la Nada...”, J. Martínez Ruiz, Azorín, La
Voluntad, cit., p. 180. “Azorín piensa un momento en la dolorosa, inútil y estúpida evolución de
los mundos hacia la Nada...”, op. cit., p. 200.
90
EMS, 84. Cfr. D, p. 41.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
91
VQS, p.139. El párrafo citado pertenece a “El Sepulcro de Don Quijote”, que se publi-
có por primera vez en la revista madrileña La España Moderna (n. 206, febrero 1906), y se repro-
dujo parcialmente, a partir de 1914, en Vida de don Quijote y Sancho. La idea del milenario ya se
encuentra en el Diario íntimo: “Si se anunciara el fin del mundo para un día cualquiera de aquí a
cincuenta años ¿en qué estado no caerían los espíritus? Pues para cada uno de nosotros la muerte
es el fin del mundo.”, D, p. 71.
92
D, p. 60.
93
“El problema de la muerte es el radical de la vida.”, EMS, 53. Nos vamos habituando a
no sentir la muerte, sino a verla en demografías o tablas de mortalidad, a calcular el hueco que
dejará al morir el prójimo en el escalafón de los comensales a la vida. 69Se hace de la muerte un
dato estadístico, un factor irracional, una x, y raro es quien siente respecto a su muerte adentro.”,
EMS, 68-69.
PAOLO TANGANELLI
El mal del siglo no quedó del todo olvidado no sólo porque se divulgó
parcialmente a través de la entrevista azoriniana, sino, sobre todo, porque
unos cuantos párrafos de esta meditación pasaron a configurar el núcleo más
antiguo del tercer capítulo de Del sentimiento trágico de la vida, titulado “El
hambre de inmortalidad”.
Desde luego el proceso de trasvase de unos cuantos fragmentos de El
mal del siglo a Del sentimiento trágico no fue directo, sino que implicó al
menos otros dos proyectos unamunianos que forman parte del avantexto de
Del sentimiento trágico: ante todo, una colección de ensayos proyectada en los
primeros años del siglo XX que debía titularse, según creo, Mi confesión o
A la juventud hispana (lo indicaré con la sigla AJH) y, sucesivamente, el
conocido Tratado del Amor de Dios, título que Unamuno empieza a barajar
en su epistolario hacia 1905 (lo indicaré con la sigla T).
Ya he examinado en otro estudio el proceso de reescritura de los frag-
mentos finiseculares, o sea de El mal del siglo, en sus diferentes fases de
redacción, desde las intermedias (AJH y T) hasta la cristalización definiti-
va de 1912-13. Ahora me detendré únicamente en el segmento textual más
relevante, en el cual Unamuno parece exigir de su destinatario nada menos
que la enargeia o evidentia del propio proceso de nihilificación, premisa nece-
saria para el salto regenerador de la gnosis a la pistis. En el Diario íntimo
insiste constantemente en este punto:
94
“Joven, intente usted una noche, estando acostado, concebirse como no existiendo, y
verá usted, qué hormigueo le da en el alma y cómo se cura de esa pestilente salud de los que no
han llegado al hastío de haber vivido, de haber vivido, joven, no de vivir.”, “Don Martín, o de la
gloria”, OCE, II, p. 797.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
95
D, pp. 44-45.
96
D, p. 83.
97
D, p. 129; cfr. también D, pp. 151-152.
98
“Al rezar reconocía con el corazón a mi Dios, que con mi razón negaba.”, D, p. 23. “Más
se debe esperar de un alma cristiana arrastrada al ateísmo que de un deísta descristianizado.”,
EMS, 22.
99
EMS, 59.
PAOLO TANGANELLI
100
AJH, pp. 3r-3v.
101
T, p. 42.
102
STV, III, pp. 55-56.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
Después, en todas las redacciones, desde El mal del siglo hasta Del sen-
timiento trágico, se introducen dos exempla de degeneración del hambre de
inmortalidad, dos ejemplos diametralmente opuestos de insensibilidad a la
muerte, puesto que conciernen a un segador presumiblemente analfabeto
(que el narrador-Unamuno no conoce) y a un literato del cual el narrador-
Unamuno se declara amigo:
103
EMS, 60-63.
104
AJH, p. 3v.
PAOLO TANGANELLI
105
T, p. 42.
106
STV, III, p. 56.
107
Incluso es posible que Unamuno volviera a consultar el borrador de El mal del siglo,
donde “¡Vaciedad de vaciedades!” tacha un precedente “¡Vanidad de vanidades!”: cfr. EMS-borra-
dor, 54.
108
“O se muere del todo o no, y «si en esta vida tan sólo esperamos en Cristo somos los más
miserables de los hombres» - exclamaba el Apóstol –, añadiendo que «si los muertos no resuci-
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
tan comamos y bebamos, que mañana moriremos» (I. Cor. XV 19 y 32).”, EMS, 64. “«Si en esta
vida tan sólo hemos de esperar en Cristo, somos los más (miserables) lastimosos de los hombres»
dice el Apostol (I. Cor. XV 19)...”, AJH, p. 3r. “«Si en esta vida tan sólo hemos de esperar en
Cristo, somos los más lastimosos de los hombres» escribía el Apostol (I Cor. XV 19)...”, T, p. 40.
“«Si en esta vida tan sólo hemos de esperar en Cristo, somos los más lastimosos de los hombres»,
escribía el Apóstol (I Cor. XV 19)...”, STV, III, p. 54. Sospecho que Unamuno se diera cuenta de
que este fragmento se alejaba del talante eminentemente descriptivo del intra-texto.
109
EMS, 65-67.
110
AJH, p. 3v.
111
T, pp. 42-43.
112
STV, III, p. 56.
PAOLO TANGANELLI
113
Azorín, en cambio, transformará esta suposición en la única verdad, en la sola certeza (el
nihilismo, después de Nietzsche, se ha convertido en la única chance de nuestro tiempo). Véase
cómo expresa la paradoja unamuniana en La Voluntad: “Yo siento que me falta la Fe; no la tengo
tampoco ni en la gloria literaria ni en el Progreso... que creo dos solemnes estupideces... ¡El pro-
greso! ¡Qué nos importan las generaciones futuras! Lo importante es nuestra vida, nuestra sensa-
ción momentánea y actual, nuestro yo, que es un relámpago fugaz. [...] Podrán llegar los hombres
al más alto grado de bienestar, ser todos buenos, ser todos inteligentes... pero no serán felices...”,
J. Martínez Ruiz, Azorín, La Voluntad, ed. de E. Inman Fox, Madrid, Castalia, 1989, p. 229.
114
M. de Unamuno, Amor y pedagogía, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002, p. 333. Esta mira-
da plenamente nihilista asoma también en STV, VII, p. 139 y en T, p. 9.
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
115
Unamuno escribe de esta novela a Valentí Camps: “por debajo de él fluye cierta con-
cepción de la vida como algo teatral, en que todos representamos un papel.”, apud J. Tarín Iglesias,
Unamuno y sus amigos catalanes, cit., p. 125. Esta idea es latente en el Diario íntimo: “y es todo nues-
tro empeño ser fieles al papel que en el miserable escenario nos hemos arrogado y representarlo
del modo que más aplausos nos gane [...]. Es cosa terrible vivir esclavo del yo que el mundo nos
ha dado, ser fieles al papel sin ver fuera del teatro la inmensa esplendidez del cielo y la terrible
realidad de la muerte.”, D, p. 97. Sobre la metáfora del teatro de la vida en Unamuno, cfr. A.
Zubizarreta, Unamuno en su ‘Nivola’, Madrid, Taurus, 1960, p. 246.
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
CRITERIOS DE EDICIÓN
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
10) Plan del Tratado del Amor de Dios (CMU, col. 75/63)
Una hoja (aprox. 44 x 31,5 cm) doblada por la mitad; Unamuno uti-
lizó las primeras tres caras.
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. MIGUEL DE UNAMUNO
copista elimina, de forma casi sistemática, las comas que preceden a la con-
junción “y”).
PAOLO TANGANELLI
102. tú que naciste una sola vez y para siempre, como una sola vez
y para siempre morirás | Ms: tú que naciste una sola vez y para
siempre morirás
118. y otra cosa es ser | Ms: y otra es ser
125. temor alguno | Ms: temor a alguno
134: desfigurado | Ms: desfigurando
248. la de su costra | Ms: la de la costra
Te x t o s
MEDITACIONES EVANGÉLICAS
Nicodemo el fariseo
NICODEMO EL FARISEO*
1
Señores: es la primera vez que desde este sitio hablo y la primera tam-
bién en que desde hace más de ocho años, desde que soy catedrático, me
dirijo al público. 2Deseo que desde luego se establezca cierta comunión de
cordialidad entre nosotros. 3La Junta de esta asociación de cultura me ha
invitado a que diese aquí una conferencia; pero en tales circunstancias para
mí, bajo una premura tal por volverme a mi hogar, que no me era posible
preparar nada ex profeso para este acto. 4Y de ningún modo quiero venir a
improvisar, a ir diciendo cuatro cosas que de momento se me ocurran. 5Sólo
me quedaba, pues, un recurso, y es el de sacar de entre mis trabajos inédi-
tos algo que pareciese apropiado y leéroslo.
6
Apenas hay cuestión que no solicite mi atención, lo cual me lleva aca-
so a dispersar mis fuerzas; pero entre todos los problemas son tal vez los
económicos y los religiosos los que más que hacer dan a mi espíritu. 7Son
lo económico y lo religioso los dos goznes de la historia humana. 8La lla-
mada concepción materialista de la vida, la de Marx, que en el fondo de
todo proceso social veía como ultima ratio al factor económico, nos muestra
no más que una cara de la realidad, la externa, ofreciéndonos la otra lo que
podríamos llamar concepción espiritualista, y más que espiritualista cordial,
*
El exordio y la conclusión fueron improvisados y leído el sustancioso estudio que sirvió
de base a la conferencia dada por su autor en el Ateneo de Madrid en la noche del lunes 19 de
noviembre de 1899.
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
50
No os llaméis, pues, a engaño. 51No es esto una conferencia, ni con
la presuntuosa pretensión de enseñaros cosa alguna vengo; no aspiro más
que a sugerir en vosotros un estado de ánimo, a tocar ciertas fibras de vues-
tro espíritu. 52No busco el que salgáis de aquí llevando nuevas ideas o nue-
vos datos. 53Daríame por satisfecho si al quedaros luego solos, cada uno en
su casa, os sonara dentro un eco, por débil y apagado que fuese, como el
imperceptible prolongamiento que deja al derretirse en el espacio el tañido
de la campana.
54
Que nadie, digo, se llame a engaño; esto que vais a oír, más os pare-
cerá sermón que otra cosa. 55Acaso no falte quien lo crea impropio de este
sitio; yo os aseguro que no lo hago por singularidad, sino que creyendo que
aquí nos hace falta derramarnos, predico con el ejemplo.
56
Sólo os pido que me lo oigáis con simpatía, esforzándoos por oírme-
lo con un estado de ánimo análogo por lo menos a aquel que me lo inspi-
ró, con cierto recogimiento. 57Sé que es mucho pediros, sé que viene cada
cual con sus propios cuidados y preocupaciones, pensando acaso en la cita
próxima, en el amigo que le espera, en el negocio que entre manos trae,
muchos por pura curiosidad, como atenienses, no sé cuántos dispuestos a
oír cosas que, por lo general, cansan o molestan. 58Lo que vais a oír nada
tiene de ameno.
59
Y creedme que, si tanto contribuyó a crear la cultura helénica, aquel
sentido de la forma en que se educaron los griegos, contemplándose des-
nudos los cuerpos en sus olímpicos juegos, sólo se perfeccionará la cultura
cristiana cuando nos eduquemos a contemplar desnudas las almas en reli-
giosas confesiones. 60Voy, pues, a mostraros el alma de Nicodemo el fariseo.
MIGUEL DE UNAMUNO
ellos digan. 64Hay entre los que guían el pensamiento humano no pocos
que bañan su espíritu en indecisas creencias de inmortalidad, impersonal tal
vez, en flotantes esperanzas de un ideal sobresensible. 65Oyendo éstos del
Cristo palabras de sencilla realidad, sin nebulosidades engañadoras, resisten
todavía dejar su religiosismo incierto para acogerse a religión, mas siénten-
se al fin movidos desde dentro, cuando las lágrimas se les suben del cora-
zón rebosante y opreso a los cansados ojos, cuando la antigua sencillez de
su infancia les inunda la mente con las aguas hondas del espíritu que van
creciendo en ellos. 66Porque no en vano fuimos niños, siendo el niño que
llevamos todos dentro el justo que nos justifica. 67Pero son príncipes de los
judíos, tienen una historia y un prestigio, y el hombre íntimo, que al fin
en ellos se despierta, no tiene fuerzas bastantes para sacudirse del exterior,
del que los demás les han hecho. 68Su prestigio ahoga a su alma. 69Y ¡qué
noches, qué noches de angustia las del pobre Nicodemo cuando piensa en
las cadenas que tiene que romper, en la desnudez en que ha de quedarse,
cuando cree que va a destruir obra de años, a deshacer la labor de sus días!
70
Es un sacrificio superior a sus fuerzas.
71
Mas al cabo no puede resistir más, porque el espíritu le empuja, y
una noche vase de hurto a visitar a Jesús. 72Sin que ningún importuno se
entere, a escondidas, después de haber visto bien cerradas las puertas, en el
silencio discreto de la noche, se avistará a solas con el Maestro para decir-
le: sé que eres algo divino, porque tu obra no puede ser humana; ¿qué me
dices?
73
«Respondió Jesús y le dijo: 74De seguro y bien de seguro te digo, que
el que no naciere otra vez no puede ver el reino de Dios.»
75
Ya está Nicodemo postrado a los pies del Maestro, pidiéndole de
noche y a solas alimento de enseñanza. 76Y Jesús le dice que hay que rena-
cer para ver el reino de Dios, cuyo advenimiento piden a todas horas miles
de lenguas sencillas.
77
«¿Cómo – se dice Nicodemo – he de poder cambiar ahora y renovar-
me y hacerme hombre nuevo? *Débome a mi pasado; aún más, no soy sino
el resultado de mi vida. 78No cabe desandar lo andado, ni puedo ser ya de
otro modo que como he venido a ser. 79¿Que sin fe no he de salvarme?
80
Pero la fe no es voluntaria; se debe a gracia, y si no la tengo, ¿qué hacer?
Meditaciones Evangélicas
81
Menester me sería hacerme otro; pero entonces no sería ya yo. 82¡Si pudie-
se hacerme otro!... 83Mas ¿cómo he de hacerme otro yo, yo mismo, que soy
como soy y no de otra manera? 84Según soy, veo y juzgo mi estado íntimo;
es este mismo estado el que a sí propio se juzga: ¿cómo cambiar? 85¡Nacer
de nuevo! 86Sólo naciendo otra vez para ser otro, no ya yo, podría ver el rei-
no de Dios; pero no lo vería yo, sino el otro.... ¡Cuánto absurdo!»
87
¿Has meditado alguna vez, Nicodemo, con el corazón, en el tremen-
do misterio del tiempo irrevertible? 88¿Has sentido penetrar hasta el tuéta-
no de tu alma esta verdad de que el pasado no vuelve ya jamás, jamás,
jamás? 89¿Has considerado esta solemne y única realidad del presente entre
el infinito del pasado y el infinito del porvenir, esta solemne realidad del
presente eterno, siempre presente y fugitivo siempre? 90¿Te has parado a
mirar la eternidad en el seno del siempre fugitivo ahora y no abarcando
pasado y futuro? 91Porque esa eternidad que te imaginas se extiende desde
lo insondable del último inasequible ayer a lo insondable del último inase-
quible mañana, es una eternidad muerta en su quietud, y has de buscar la
eternidad viva sustentando el movimiento actual, en las entrañas mismas
del presente, cual sustancia de éste, como raíz de la permanencia de lo fugi-
tivo, en Dios para quien ayer y mañana son siempre hoy. 92Es una medita-
ción que sacude las raíces del alma ésta del tiempo descansando en la eter-
nidad, de nuestra vida fluyendo sobre la eterna vida de Dios.
93
El tiempo es irrevertible. *Si tomas un camino, te cierras todos los
demás. 94Se te abren varias vías, ¡escoge!; pero piensa que al escoger una,
renuncias a las demás y que no podrás ya desandar lo andado. 95Piensa en
que cada acto tuyo cumplido queda irreparable, en que no hay fuerza huma-
na ni divina que pueda hacer que no hayas hecho lo que hiciste ya, y pien-
sa en que los efectos de ese tu acto irán irradiando en los tiempos venide-
ros. 96Estás en la confluencia de la inmensidad de los espacios con la
insondable procesión de los tiempos; todo lo que ha sucedido y todo lo que
sucede se refleja en ti, y la creación entera concurre a determinarte. 97Y a
la vez, cada uno de tus actos va repercutiendo por ella como golpe que se
propaga en ondas por lago sin orillas. 98Cierto es que tu acto es uno entre
infinitos, y que con ellos se funde; pero tú mira lo tuyo y considera lo irre-
parable de lo cumplido ya. 99¡Irreparable! irreparable tu acción pasada; pero
¿es tu intención, es tu alma irreparable? 100Es irreparable, sin duda, tu acto
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
hicieses daño por temor alguno, o si por cobardía para el mal fueses hon-
rado, justo por de fuera, tu mala intención amargará tu alma. 126Sé bueno,
Nicodemo, sin conformarte con no hacer mal a nadie, ni aun con hacer
bien, que si rindes a otro un beneficio, a la vez que de él murmuras o mal-
dices en el secreto de tu corazón, no te será el beneficio imputado a méri-
to, porque todo el que aborrece a su hermano es homicida. (Ep. V, Juan III,
15.) 127Aprende a odiar tanto al pecado, cuanto a compadecer y amar al
pecador, porque el odio al mal está en inversa razón con el odio al agente
del mal mismo. 128Mientras no llegues a que a la vista del infeliz que come-
tió horrendo crimen se te escape del pecho este amoroso grito, ¡pobre her-
mano!, mientras a esto no llegues, no serás radicalmente bueno, del todo
cristiano. 129La intención es fe, y si fe sin obras es fe muerta, muertas son
también las obras sin fe. 130Eres dueño de tu querer y de tus intenciones;
no lo eres en rigor ni de tu hacer ni de tus actos.
131
Hay, Nicodemo, en nosotros todos dos hombres, el temporal y el
eterno, el que adelanta o atrasa en las cambiantes apariencias y el que cre-
ce o mengua en las inmudables realidades. 132Desde nuestro nacimiento car-
nal, terreno y temporal, desde que nuestro espíritu, embrión entonces, fue
puesto en la matriz del mundo, de donde naceremos con el parto de la
muerte a vida espiritual, celestial y eterna, recibimos del mundo, como de
placenta, capas que nos van envolviendo, capas de pasiones, de impurezas,
de iniquidades, de egoísmo y a la vez va creciendo, con crecimiento inter-
no, aquel espiritual embrión, pugnando por desplegar en sí vida de virtud
y de amor divinos. 133Hay un crecimiento de dentro a fuera, crecimiento
que nos viene de Dios, que habita dentro nuestro, y hay otro de fuera a
dentro, que nos viene de esas capas de aluvión que el mundo deposita en
torno de nuestro núcleo eterno intentando ahogarle en el tiempo. 134Así
vivimos separados los unos de los otros por costras más o menos espesas, a
través de las cuales irradia penosamente en los buenos, y desfigurado casi
siempre, el fuego de la caridad divina. 135Mas aun así y todo comunícanse
las eternas honduras de nuestra alma, con la hondura eterna de la creación
que nos rodea, con Dios que habita en todo y todo lo vivifica, con Dios, en
quien, como en mar común, somos, nos movemos y vivimos. 136Cuando
Dios, que habita en el último seno de todo, se te muestra en tu concien-
cia, uno consigo mismo, que en tu último seno habita, te ves perdido en el
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
219
Y, ¿por qué no se cree, Nicodemo? 220¿Por qué unos se rebelan con-
tra la fe que dicen se les impone, otros fingen tan sólo creer, creen otros
que creen sin creer de veras, y hay quienes aseguran que quieren creer sin
lograrlo? 221¿Por qué no se cree, Nicodemo? 222O más bien, ¿por qué se
cree? 223«La luz vino al mundo, – te dice Jesús a solas – y los hombres ama-
ron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.» 224He aquí
por qué no creen: porque sus obras son malas.
225
No es tanto, Nicodemo, que sean buenos los buenos porque creen,
ni los malos, malos por falta de fe, cuanto que por ser buenos creen los que
lo son, y por no serlo no creen los malos.
226
¿Crees, acaso, que la bondad, la íntima bondad, no es luz más clara
y penetrante que la razón? 227Con ésta, si es poderosa, puede el hombre,
aunque sea malo, comprender y abarcar el mundo temporal, llegar a las
razones de las cosas; pero sentir y ver el mundo eterno, llegar a la verdad
de todo, no ya sólo a su razón, no es dado más que a la fe, «a la sustancia
de las cosas que se esperan» (Hebr. XI, I), a la fe que la bondad atrae sobre
nosotros y que la bondad sustenta como cimiento inconmovible. 228Y la
íntima sustancia de la bondad, su raíz, es la humildad.
229
¡Ah, Nicodemo! Si comprendieras la entrañable lumbre que es la
bondad, la divina potencia de visión con que reviste al espíritu! 230Para ver,
y ver de veras, lo verdadero y eterno, no ya tan sólo lo racional y pasajero;
para verlo de veras es preciso poder sacudirse de lo impuro de sí mismo,
hay que mirar con el núcleo eterno, con el hombre interior, desnudándolo
de la costra terrenal que enturbia, ofusca y trastorna la recta visión. 231Te
enseñan tus maestros, Nicodemo, que nadie puede mirar sino desde donde
está, su forzoso punto de vista, y a través de sus ojos, e ignoran que puede
el hombre mirar desde Dios, en quien es, y a través de la bondad, que más
que trasparentísimo cristal es la vista misma interior. 232Sólo el bueno, no
el simplemente honrado, perdona de veras, porque sólo el bueno ve las
entrañas de la ofensa y la justicia única del perdón; y porque sólo Dios es
del todo bueno, sólo Dios perdona del todo. 233Pero el mismo Jesús que nos
enseña que sólo Dios es bueno, enséñanos también que seamos como Él per-
fectos. 234Consiste nuestra bondad en tender sin cesar a la inasequible Bon-
dad suma, atrayéndonos así de ella la fe. 235Porque si sólo el verdaderamente
bueno cree de verdad, sólo el que de verdad cree es verdaderamente bueno.
MIGUEL DE UNAMUNO
236
Los malos, los soberbios, no creen, «pues todo aquel que hace lo malo
aborrece la luz y no viene a ella, para que no le sean redargüidas sus obras.»
237
Sí, Nicodemo; aborrecen la luz. 238Obsérvalos bien y verás que su
tolerancia concluye así que se hallen frente a verdadera fe; verás que te
soportan el que te entregues a cualquier doctrina, a cualquier culto, a cual-
quier fantasmagoría; pero no te aguantarán en calma el que te entregues a
ese Jesús a quien vas a ver de noche y a solas, y de quien hablan como de
ficción de poetas. 239Muévete en todo género de fantasmagorías, distráelos,
deléitalos, conmuévelos si puedes; pero no les toques a las eternas realida-
des, ni quieras pasar para con ellos de las bellas apariencias que recrean el
ánimo o le arrancan a lo sumo lágrimas de molicie. 240No quieren pensar
en eso, ni sentirlo. 241Aborrecen la luz porque la luz trae la vigilia y les saca
de su sonambulismo, de ese sueño en que viven queriéndose convencer de
que están hechos de la sustancia misma de los sueños. 242Mira y ve cómo
se entercan en no meditar en lo eterno. 243Inquiérenlo a lo sumo, tratan de
racionalizarlo, analizándolo desde afuera, pero no lo meditan desde adentro,
con el corazón. 244Y si acaso se ponen a esto, así que sienten convulsión de
las entrañas del alma, clamando que es enfermedad y delirio, desvían los
ojos de esa consideración, que es su cruz, y vuélvense a vivir como sanos,
como sensatos racionales, en el seno del sueño, huyendo de la vigilia y de
la locura de la cruz. 245«Mas el que obra verdad viene a la luz para que se
manifiesten sus obras hechas en Dios.» 246Sí, Nicodemo; el que busca y
rebusca más que deleite y más que engañar a la vida y a la muerte; el que
obra verdad y no simplemente el bien; el que siente en serio y tiene ham-
bre de eternidad, éste va a la luz sin temor a las convulsiones ni a la pro-
pia miseria que la luz le descubre; éste va a la luz para que sus obras no
aparezcan suyas sino hechas en Dios, en quien vive y es.
——
247
Salió Nicodemo de su nocturna y recatada visita al Salvador, y con
el ánimo preñado de altas ideas y de profundos sentimientos volvió a zam-
bullirse en el mundo de sus cotidianos afanes. 248Volvió a vivir su alma la
vida exterior, la de su costra terrena, mas conservando siempre en el ocul-
to fondo el hervor de aquella noche. 249Mientras proseguía el curso de
sus negocios, de sus farisaicas enseñanzas, de sus conversaciones y tratos,
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
las incoercibles leyes que rigen al universo, los pobres ilusos que, esclavos
de la apariencia, no han penetrado en el augusto determinismo de todo lo
existente, ni se han sumido en el principio de que todo lo racional es real
y todo lo real, racional. 268Ignoran los pobrecillos que sus creencias tienen,
como todo, una ley que las rija y un proceso estrecho. 269Creen, porque no
tienen otro remedio que creer. 270Pero con esa su fe perpetúan el fanatismo
y la hipocresía y el engaño de la vulgaridad sobre la tierra, e impiden que
los ministros de los sabios y de los distinguidos prendan a Jesús y se lo lle-
ven a que ellos le analicen y le reduzcan a su realidad racional. 271Son mal-
ditos. – 272Así piensan los fariseos.
273
«Díceles Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de
ellos: 274¿Juzga nuestra ley a hombre alguno, si antes no le oyere y enten-
diere lo que ha hecho?»
275
El fuego interno que desde la nocturna visita caldeaba a Nicodemo
las entrañas del alma, le soltó la lengua de modo que allí, en la reunión de
los fariseos, de los suyos, apeló a su ley de ellos, en favor de Jesús. 276En
nombre de la razón pides, Nicodemo, que se oiga a Jesús, que se le oiga de
veras y con corazón limpio, y que se entienda lo que ha hecho, que es muy
alto entender. 277En nombre de esa pobre razón, elevada a ídolo, pides,
Nicodemo, que se entienda lo que Jesús hace en las almas de todos esos
malditos vulgares que no conocen la razón. 278¿Habéis meditado – les dices
– en esa palabra que consuela al triste, da movimiento al perlático, abre la
vista al ciego, fortifica al débil, y saca de la bondad, enterrada en la igno-
rancia de los vulgares, luz espléndida que luce en las tinieblas?
279
«Respondieron diciéndole: 280¿No eres tú también galileo? 281
Escu-
driña y ve que de Galilea no se levantó profeta.»
282
«¿Qué nos vienes con todo eso?» – contestan a Nicodemo. 283«Eres
un soñador como ese mismo Jesús por quien abogas ahora; vete, estudia,
examina y mira si de la región de los sueños salió nunca quien previese lo
que sólo la razón prevé.»
284
«Y fuese cada uno a su casa.»
285
Así concluye diciendo este pasaje evangélico. 286«Fuese cada uno a su
casa», volvió cada cual a sus negocios, a sus preocupaciones, a sus domés-
ticos cuidados, a recogerse en la dura costra de sus inquietudes terrenas, y
Meditaciones Evangélicas
se separaron para ir cada uno a su casa, en vez de unirse para ir todos jun-
tos a la casa común, a la del Señor.
287
También Nicodemo se fue a su casa, volvió a zambullirse en sus
aprensiones después de aquella pública profesión, llevando, con el resque-
mor acaso de la despreciativa repulsa de sus compañeros, el calor de la noc-
turna visita. 288Fuese cada uno a su casa.
——
289
Continuó Jesús su divina carrera, mientras debió de seguirle de nue-
vo Nicodemo con la vista y con los pasos tal vez por calles y plazuelas.
290
Llevaron los escribas y fariseos la mujer adúltera al Maestro, para tentar-
le, y oyeron de sus labios la tremenda sentencia de que arrojase la primera
piedra el que de entre ellos estuviese sin pecado, y redargüidos en sus con-
ciencias, le dejaron solo. 291Y Jesús, que desde su divina bondad veía lo
íntimo del pecado, perdonó a la adúltera cuando quedó con ella a solas, una
vez ahuyentados los acusadores.
292
Nicodemo debió de saber todo esto, y de oír a Jesús por calles y pla-
zuelas palabras de vida, y debió de enterarse también de que los suyos, los
fariseos, murmuraban de que hubiese dado el profeta vista al ciego en sába-
do.
293
Cuando Jesús resucitó a Lázaro, colmóse para los fariseos la medida,
y diciéndose: 294«Si le dejamos así, todos creerán en él, y vendrán los roma-
nos y quitarán nuestro lugar y la nación»; por esta razón, que nunca será
bastante meditada, decidieron matarle. 295Decidieron matarle para que no
les borrasen los romanos como nación, según decían, por antipatriota.
296
Llegaron las fiestas de Pascua y de todas partes concurrieron a Jeru-
salem las gentes. 297Y Nicodemo, conocedor del designio de sus compañe-
ros, sentiría extrañas inquietudes en medio del bullicio y tráfago de las fies-
tas. 298La sencilla multitud recibió en triunfo y con palmas a Jesús, que
entraba en la ciudad montado en un pollino.
299
Por debajo de la fiesta, celada por el bullicio alegre, se avivaba la
lucha de pasiones. 300Y parecía que el galileo aquel se complaciera en pro-
clamarse enviado de Dios y luz del mundo, atrayendo así sobre la nación
judaica la suspicaz mirada de los romanos. 301Carecía de toda prudencia
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
ciego; maldíjole con la misma lengua con que bendecía a Jesús; con esa len-
gua, mundo de injusticia, que contamina todo el cuerpo; con esa lengua con
que bendecimos a Dios Padre y maldecimos a los hombres hechos a su ima-
gen y semejanza. (Ep. Sant. III, 6 y 9.) 311El moralismo farisaico de su cos-
tra ahogaba a la piedad cristiana de su seno espiritual removido en la noche
de la visita.
312
Siguió Nicodemo con ansia aquella disputa entre el astuto romano y
el encrespado pueblo judío. 313«He aquí vuestro rey», decía socarronamen-
te Pilato, y la plebe, aquellas mismas turbas que quisieron hacerle rey cuan-
do les multiplicó los panes, gritaba: «¡Crucifícale, crucifícale!» 314Quería el
pretor, encaramado en la soberbia indiferencia de su escéptico espíritu
romano, limitarse a poner en ridículo al profeta, a hacerle la risa del pue-
blo, dejando a salvo la formal justicia romana, y sin condenar a quien creía
justo, inutilizarle en su carrera, terminando aquello en farsa; pero el pue-
blo, religioso aun en su extravío, pedía tragedia y sacrificio. 315Cedió al
cabo el escéptico funcionario, lavóse las manos, y pensando tal vez que todo
aquello era una pobre minucia de judíos, una nonada junto a la inmensa
majestad del Imperio, entregó el profeta al pueblo para que le crucificase.
316
Nicodemo siguió de lejos a Jesús que iba al patíbulo, lloró hacia
adentro con las mujeres que le seguían llorando, y oyó aquel «no me llo-
réis, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.» 317Tal vez des-
de las murallas de la ciudad santa vio cómo allí, a las puertas, en el lugar de
la Calavera, lo alzaron crucificado entre cielo y tierra, desnudo y expuesto a
las gentes, presa del dolor. 318Vió cómo daban al pueblo no ya una muerte,
una agonía en espectáculo. 319Y si acaso volvió a sentir rencor y asco fari-
saicos hacia el pueblo, llegaría a sus oídos aquel: «Padre, perdónalos, por-
que no saben lo que hacen.» 320Y estas palabras volverían su odio hacia sus
propios pecados, engendrándole a la vez suprema piedad para con el ciego
pueblo deicida. 321¿Quién sabe si comprendió entonces que eran sus culpas
las que crucificaban al Maestro?
322
Desde aquellas murallas de la ciudad santa, en aquel día de ferias,
miraría el pobre Nicodemo cómo luchaba Jesús con la muerte, siendo la
burla de las gentes, que le zaherían y molestaban como los niños a un pobre
murciélago clavado con que se divierten. 323La burla que proyectaba el
romano acabó en burla trágica.
MIGUEL DE UNAMUNO
324
Entonces Nicodemo, ablandado por internas lágrimas, derretida con
ellas en gran parte la terrena costra de su espíritu y aniñado y empobreci-
do éste, sintió la carga toda de sus culpas, la pesadumbre de su cruz, el tor-
cedor de sus dudas, y clavó sus ojos en la Cruz que se destacaba en el cie-
lo aturbonado. 325Luchó entonces; tembló; sudó acaso.
326
Oyó el «sed tengo», y saltándole el corazón, hubiera querido correr
a darle agua fresca; pero se sintió atado a la muralla.
——
327
Muerto Jesús, fue Nicodemo a juntarse con los discípulos vergon-
zantes del Maestro, con los que por miedo a los judíos, sólo de noche le
visitaban. 328De ellos era José de Arimatea, que fue a rogar al pretor le per-
mitiese recoger el cadáver.
329
«Y vino también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de
noche, trayendo un compuesto de mirra y de aloes como cien libras.
330
Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y envolviéronle en lienzos con espe-
cias, como es costumbre de los judíos sepultar. 331Y en el lugar donde había
sido crucificado había un huerto y en éste un sepulcro nuevo en el que
nadie había aún sido puesto. 332Allí, pues, por ser víspera de la Pascua de
los judíos y por estar el sepulcro aquel cerca, pusieron a Jesús.»
333
Había muerto, había muerto el Maestro que en aquella inolvidable
noche le hinchió de nueva vida el corazón; había muerto el Maestro que le
hablara de renacimiento y de vida eterna; ¡había muerto! 334¿Morirían así
todas aquellas esperanzas que le había hecho concebir? 335Toda aquella her-
mosa doctrina de consuelo ¿estaría también condenada a muerte? 336¿Sería
algo más que ilusión? 337¿Sería algo más que señuelo para retener en la vida
a los pobres hombres?
338
Había muerto Jesús y fue Nicodemo, el discípulo secreto, llevando
mirra y aloes a enterrarlo. 339Envuelto a la vez en los perfumados bálsamos
de su afecto, enterrólo en su corazón. 340Sus entusiasmos, sus anhelos, su
amor, su ciencia, todo lo convirtió en mirra y aloes con que ungir en
su alma el cadáver del Maestro, y lo enterró en su corazón, sepulcro nuevo,
donde no había sido puesto antes nadie.
Meditaciones Evangélicas
341
Mas sucedió que el primer día de la semana, María Magdalena fue
de mañana, aún oscuro, y vio quitada la piedra del sepulcro que cerraron
José de Arimatea y Nicodemo, los discípulos vergonzantes, y corrió la
mujer a buscar a Pedro y a Juan, que, acudiendo a porfía, vieron echados
los lienzos y el sudario aparte, y vieron y creyeron, mientras María lloraba
junto al sepulcro vacío. 342Entonces se le apareció Jesús; tomóle ella por el
hortelano, pero al oírle su nombre: ¡María!, contestó: ¡Maestro! 343Y fue
María la de Magdala a dar a los discípulos la noticia de haber visto al Señor
y hablado con él.
344
¿Qué pasaría en el corazón de Nicodemo, el fariseo, el distinguido,
cuando supo que el Maestro por él enterrado apareció resucitado a la pobre
María, la arrepentida, la en un tiempo pública pecadora? 345¿Qué pasaría
por el discípulo vergonzante al saber que se había mostrado el Maestro resu-
citado antes que a nadie a la mujerzuela que en público le regó de lágri-
mas los pies, y se los enjugó con los cabellos, y le besó los pies ungidos con
ungüento, en casa del fariseo Simón, escandalizado del acto de la pecadora?
346
Debió de recordar entonces Nicodemo aquellas palabras del Maestro:
347
«Entré en tu casa y no me diste agua para los pies, mientras ésta me
los ha regado con lágrimas, enjugándomelos con sus cabellos. 348No me
besaste, y ésta desde que entró no ha cesado de besarme los pies. 349No
untaste mi cabeza con aceite y ésta me ha untado con ungüento los pies.
350
Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados, mas al
que se perdona poco es que ama poco.»
351
Y luego, cuando al decirle: «Te son perdonados los pecados», comen-
zaron los comensales a decirse: «¿Quién es éste que perdona pecados?», dijo
Jesús a la mujer: «Tu fe te ha salvado: vete en paz.»
352
«Al que ama mucho, se le perdona mucho – se diría Nicodemo,
repitiendo luego en su corazón: – Tu fe te ha salvado: vete en paz.»
353
Entonces debió de comprender que si quería perdón y vida tenía que
regar con los afectos de su alma, enjugar con sus potencias, besar con su
razón, y ungir con el ungüento de su amor, única cosa que es necesaria, a
aquel cadáver que llevaba en el corazón, y que sólo así resucitaría en él para
perdonarle por haber amado.
——
MIGUEL DE UNAMUNO
354
Y ahora, señores, se irá cada uno de nosotros a su casa, volverá cada
cual a sus cuidados. 355¡Dios quiera que cuando en medio de su trajín recor-
déis mi lectura de esta noche, la recordéis como un canto lejano, sin letra,
como un canto evocador que despierte en vuestras entrañas espirituales hon-
das preocupaciones, de las que despreocupan de lo pequeño! 356Porque es lo
único que quiero, no daros ideas mías o de otros – las ideas valen poco, –
sino tocar en el salterio de vuestro corazón cuerdas que suelen yacer dor-
midas.
357
Yo he sembrado mi grano, el grano que me ha sido dado para sem-
bradura, y no quiero volver hacia atrás mi cabeza ni espiar si apunta el bro-
te acá o allá. 358Lo dejo a la tierra fecunda, al aire, al agua, al sol sobre todo,
al Sol único.
359
Id, pues, cada uno a vuestra casa, a la mía yo, y que en ella nos reci-
ba la paz a todos.
El mal del siglo
(CMU, col. 69/9)
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
se saca vida, paz ni justicia. 24Sólo conoce al Padre el Hijo y aquél a quien
el Hijo se lo revele. 25El corazón cristiano nos manifiesta al Dios Padre, al
Dios personal y vivo, al Dios que es Amor y Amor paternal, en cuya fe
reposamos y nos vivificamos; la razón deísta acaba por anegar a Dios en el
mundo y disolverlo. 26A Dios no se prueba ni se puede probar, se le sien-
te. 27Dios no es racional, es cordial.
28
El avance de progreso de nuestro siglo trajo consigo la embriaguez
progresista, embriaguez que enajenó los espíritus llevándolos a olvidar su
propio progreso personal, distraídos como andaban con el del ambiente en
que vivían. 29Formóse un culto idolátrico al progreso, cuya realidad se con-
ceptualizó, y un aún más idolátrico culto a la humanidad abstracta, culto
que amenazaba diluir el sencillo y cristiano «ama a tu prójimo.» 30Pero he
aquí que una legión de pensadores y de sentidores, apartando sus ojos de la
fantasmagoría para volverlos a la realidad íntima, ha destruido la ilusión
que hizo nacer el poderoso florecimiento de adelantos y ha desvanecido el
optimismo racionalista. 31Los ídolos, los spuks o trasgos que decía el demo-
ledor Max Stirner, caen a los golpes de críticos despiadados. 32«El mundo
es mi representación»; este apotegma schopenhaueriano ha obrado inmenso
efecto. 33Representación mía es el progreso todo, representación de mi men-
te todo lo que el agnosticismo puede darme, mero fantasma que se disipa-
rá al cerrar yo mis ojos para siempre. 34Siguiendo por este camino se ha lle-
gado a predicar el suicidio universal, el anonadamiento, y ha aparecido con
carácter social el nihilismo teórico. 35«Muerto yo, si del todo me muero –
se dicen muchos – se acabó el mundo ¿por qué no ha de acabarse cuanto
antes para que nuevas conciencias no vengan a sufrir la pesada broma de
una existencia fenoménica y pasajera? 36Si hemos deshecho la ilusión de
vivir y el vivir por el vivir mismo no nos satisface ¿para qué vivimos? 37La
muerte es el único remedio.» 38Y así es como se ha endechado al reposo
inacabable por terror a él, y se ha llamado a la muerte como a liberadora
ya que vivamos para volver a la nada. 39Los tragos amargos apurarlos pron-
to y de una vez; ¡volvamos cuanto antes a la nada! 40Y así es como ha habi-
do suicidios por terror a la muerte, de la misma manera que el miedo cer-
val a caerse de lo alto de una torre produce el vértigo que impulsa a
desgraciados a arrojarse de ella. 41¡Qué elocuente es el suicidio del poeta
nihilista Antero de Quental, cantor de la muerte eterna y de la vanidad
y humo del todo! 42¡Qué enseñanzas tan amargas en la obra del pobre
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
sería ya suya. 61Así hay muchos que en vez de la mano cierran el espíritu
queriendo guardar en él al mundo. 62Me confesaba un amigo una vez que
previendo en pleno vigor de salud física una muerte muy próxima sólo pen-
saba en concentrar la vida viviéndola toda en los pocos días que calculaba
le quedarían, e imaginaba escribir un libro: «Los últimos días de mi vida.»
63
¡Vaciedad de vaciedades! ¡Triste estado de paganismo el que ha des-
crito Renan en uno de sus dramas!
64
O se muere del todo o no, y «si en esta vida tan sólo esperamos en
Cristo somos los más miserables de los hombres,» – exclamaba el Apóstol,
añadiendo que «si los muertos no resucitan comamos y bebamos, que
mañana moriremos» (I. Cor. XV 19 y 32).
65
¿Que la muerte no es para la sociedad más que un accidente? 66¿que
si yo muero quedan otros? 67Sí, otros que morirán a su vez, y si todos mori-
mos del todo no es el género humano más que una sombría procesión de
fantasmas que salen de la nada para volver a ella. 68Nos vamos habituando
a no sentir la muerte, sino a verla en demografías o tablas de mortalidad, a
calcular el hueco que dejará al morir el prójimo en el escalafón de los
comensales a la vida. 69Se hace de la muerte un dato estadístico, un factor
irracional, una x, y raro es quien siente respecto a su muerte adentro.
70
Los antiguos temblaron ante la naturaleza velada a sus ojos, sobreco-
gidos de reverencial espanto, mas poco a poco fue el hombre reconcilián-
dose con ella y resignándose a la muerte. 71Hoy la ciencia nos ha descu-
bierto un nuevo universo y tras la muerte nos ha mostrado la nada, y
tiemblan los espíritus ante la naturaleza revelada, al escuchar, con Pascal, el
silencio eterno de los espacios infinitos, y verse entre el átomo y el infini-
to universo. 72Hoy temblamos ante la visión de las incoercibles leyes de la
naturaleza, y todos sentimos más o menos la amargura que encerró Leopar-
di en aquel verso: descubriendo sólo la nada crece.
73
«Nada se anula – nos dicen por vía de consuelo intelectual – todo se
trasforma; ni la materia ni la fuerza se pierden. 74Cuanto hacemos perma-
nece en una u otra forma.» 75Y ¡mi yo! – exclamamos con Michelet – ¡qué
me arrebatan mi yo! 76Mi conciencia propia ¿qué es de ella? 77Si mi con-
ciencia es un mero fenómeno desaparecerá, y con ella todo ese consuelo
estoico que quieren darme. 78Cuando te sientes desfallecer de íntima angustia
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
temporal del pan de cada día se satisface, surge la necesidad eterna del pan
espiritual. 91El problema llamado más especialmente social tiene fondo reli-
gioso, ya que la pobreza a los unos y a los otros la riqueza les impide pen-
sar en su fin verdadero.
92
Desilusionados muchos del socialismo materialista refúgianse en un
individualismo trascendente, con su libertad individual abstracta, en las
doctrinas de Max Stirner o de Nietzsche. 93Lo que en realidad hacen es
sacrificar su propia alma a un individuo tan abstracto como la Humanidad
misma, a un Yo conceptualizado. 94Viven en pura idolatría individualista
perdiendo por la libertad abstracta la verdadera e íntima, la de hacer de la
letra espíritu y de la ley justicia, la libertad cristiana lograda cuando viva
en nosotros Cristo. 95Así no poseemos nuestras almas, ni somos dueños sino
esclavos de nuestra voluntad deificada, ya que no la domina nuestro espíri-
tu sino que nos domina ella. 96Ser esclavo de la propia voluntad es tan
miserable como ser esclavo de la propia razón. 97Nietzsche representa la
profunda irreligión.
98
Otros, en fin, se hacen idólatras de la belleza, se embriagan en lo
fenoménico tomándolo como sustancial y se acogen al esteticismo cuya fór-
mula desenmascarada dio Homero en su Odisea al decir que los dioses tra-
man y cumplen la destrucción de los mortales para que los venideros ten-
gan algo que cantar. 99Suelen acabar los tales estetas, encharcados en el más
vano literatismo, por darse al mundo en espectáculo, por cultivar un senti-
mentalismo adormecedor o enervante o un diletantismo inhumano, por dar
cierto religiosismo de desocupados como si fuese religiosidad. 100De aquí ha
salido ese engendro del llamado neo-misticismo, sobre que asoma la sinies-
tra figura de aquel René corroído de orgullo. 101Arrancan de refinado ego-
tismo o egocentrismo, posiciones que encubren un groserísimo egoísmo estili-
zado, para emplear este término que se aplica a las hojas de planta
ornamentales en arquitectura con relación a las hojas naturales, como en el
acanto, y arrancando de ese egoísmo ornamental acaban en el fango de la
crápula exquisita, crápula declarada cuando menos amoral e irresponsable, y
no pocas veces heroica, santa y hasta divina. 102De éstos ha brotado la deno-
minación más blasfematoria, la de mártires del placer, y ellos son los que
han llegado a declarar heroicos sacrificios tales cuales caídas en la imbecili-
dad, la locura y aun el alcoholismo. 103Como en la decadencia romana pasan
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
115
¡La verdad! Y «¿qué es verdad?» preguntó Pilatos a Cristo, volvién-
dole la espalda enseguida sin esperar respuesta. 116¿Qué es verdad? pregun-
ta igualmente todo intelectualismo, que en rigor sólo conoce y acata la inte-
ligencia, como si para relacionarnos con la eterna realidad viva no
tuviésemos más que mera inteligencia pura.
117
¡Todo es relativo! exclaman. 118Sí, todo es relativo, pero y la relati-
vidad misma ¿no es también relativa a su vez? 119¡Todo es relativo y nues-
tra mente por sí sola no pasa de relaciones! 120Mas los que tienden y aspi-
ran con amor al Amor eterno avivan al hombre interior vivificado en Cristo
y por Cristo, para así relacionarse con el Absoluto; 121piden con constante
perseverancia al Padre que venga a nos el su reino, el reino que es justicia
y paz y gozo por el Espíritu Santo (Rom. XIV, 17), que no consiste en pala-
bras sino en virtud (I. Cor. IV, 20), el reino que no es de este mundo;
122
pídenle se haga su voluntad, que es de que no pierda Cristo nada de lo
que le dio el Padre sino que lo resucite en el día postrero, y que todo aquél
que ve al Hijo crea en él, tenga vida eterna y sea por Él resucitado (S. Juan.
VI. 39-40); 123y creen y esperan que el postrer enemigo, la muerte, será des-
hecho, para que acabadas de sujetarse al Hijo las cosas todas se sujete él
mismo a Aquél que le sometió todo, (1. Cor. XV, 26-28), y así sea todo en
todos Dios, en quien vivimos y nos movemos y somos (Hechos de los após-
toles. XVII, 28).
124
Dejando la Razón y la Voluntad buscaremos el Amor. Dios es Amor
(v. San Juan) y el amor es más fuerte que la muerte. 125Una sola cosa es
necesaria, dijo Jesús (Lucas X, 41-42) al hablar de la parte que tomó para
sí María. 126Una sola cosa es necesaria, la fe, que es amor. 127Y el amor es
justicia.
128
Buscando el reino de Dios y su justicia se nos dará lo demás de aña-
didura.
MIGUEL DE UNAMUNO
Salamanca, 18 octubre
Jesús y la Samaritana
(CMU, col. 62/6)
JESÚS Y LA SAMARITANA
1
Véase el Cap. IV del Evangelio de San Juan
2
Dejó Jesús a Judea y fuese otra vez a Galilea, siendo menester que pasa-
se por Samaría. 3Llegó a una ciudad de esta región, que se llama Sicar, junto
a la heredad que Jacob dio a José su hijo. 4Estaba allí la fuente de Jacob, cabe
la cual se sentó Jesús cansado del camino, a eso de la hora de sexta. 5Vino
entonces una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dijo: ¡dame de beber!
6
El alma de cualquiera de nosotros, samaritanos espirituales, va un día
como los demás a sacar agua del pozo tradicional, del tesoro de la ciencia y
del consuelo puramente humanos: del estudio. 7Y este día, al acercarnos al
pozo a la hora de sexta, esto es, al mediodía, en la mitad del ardor y de los
afanes de nuestra vida, nos encontramos sentado al borde de él al dulce Jesús
el galileo, como si nos esperase. 8Rodando por los senderos de la vida y
buceando en las honduras del estudio, ¿quién no tropieza alguna vez con esa
aparición tradicional, que cual eterna esfinge solicita su atención y su estu-
dio? 9¡Jesús! Su nombre llena las bocas de los buenos e hinche los siglos mien-
tras los brazos de su cruz dan sombra a toda cultura. 10El cristianismo es en
el orden humano el más íntimamente humano de los hechos históricos.
11
¿Cómo es que tantos pueblos, durante tantos siglos, han adorado y siguen
adorando cual a Dios a ese galileo ajusticiado? 12El problema religioso es lo
que aún como problema tienta más nuestra sed de saber, es lo que más atrae
al alma sedienta de verdad y de consuelo. 13Los que buscan hacer de la verdad
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
he aquí el principio del creer. 51Jesús mismo dijo: Si puedes creer al que cree
todo es posible. 52El padre en el Evangelio dice: Creo, señor, ayúdame en mi
incredulidad (v. Sabatier, 379)
53
«La mujer le dice: Señor dame esa agua, para que no tenga sed, ni venga
acá a sacarla.»
54
¡Dame fe, Señor – decimos –, dame fe! 55Si logro fe, ¿para qué mayor
prueba de la verdad de su objeto? ¿qué prueba tengo de la realidad de lo que
veo y palpo? 56Si llego a creer, ¿habrá señal mejor de lo divino de mi fe? ¿cabe
mayor milagro para quien ha atravesado el racionalismo agnóstico que creer
en el milagro?
57
«Jesús le dice: Ve, llama a tu marido y ven acá.»
58
Mas antes – nos decimos – tenemos que hacer examen de conciencia,
tenemos que recoger nuestra doctrina, nuestro ideal, nuestra filosofía y traer-
la a examen; tenemos que ir a buscar nuestros afectos, nuestros ídolos, los
genios ante quienes nos hemos rendido, las enseñanzas que sustentaban nues-
tra mente. 59Mas ¿es que tenemos realmente una doctrina nuestra? 60¿posee-
mos una verdadera convicción sentida y querida, una doctrina propia, real-
mente propia, una doctrina carne de nuestra carne espiritual y hueso de los
huesos de nuestra alma, un ideal que encarne en nuestra vida? 61¿Tenemos
marido del alma?
62
«Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. 63Dícele Jesús: bien has
dicho “no tengo marido”, porque cinco maridos has tenido y el que ahora tie-
nes no es tu marido: has dicho eso con verdad.»
64
Quienquiera haya peregrinado por los desiertos del intelectualismo y
los yermos del racionalismo agnóstico entre en sí y considere si es que no ha
andado de doctrina en doctrina, de teoría en teoría, de sistema en sistema,
engañándose con el señuelo de evolución y en realidad movible al último
viento de doctrina. 65Y, sin embargo, ninguna pasaba de su mente a su
corazón, ninguna encarnaba en las honduras de su alma, ninguna lograba
tocar al santo tesoro de su niñez, si es que ésta fue pura y cristiana. 66Hemos
ido de uno en otro, entregándonos ya a éste, ya a aquél, en realidad por luju-
ria espiritual, por curiosidad, por satisfacer el ansia de gozar, prostituyendo al
alma en concubinatos. 67En este examen de conciencia moral oímos una voz
que nos dice: no has tenido marido. 68Es la voz de Jesús.
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
89
Él, el que habla contigo, es el Mesías, es el ideal que ha de venir. 90Esa
voz que desde las profundidades de tu ser te habla es la voz de Cristo, vid de
que eres sarmiento; es la voz de Cristo que habita en ti desde tu bautismo.
91
Y aquella pobre samaritana fue a la ciudad de Sicar y anunció a todos
que quizás estaba allí, junto al pozo de Israel, el Cristo, y salieron a él muchos
y creyeron. 92«Y decían a la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque noso-
tros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador
del mundo, el Cristo.»
93
¿No merece la pena de salirse de la ciudad y seguir a la pobre mujer del
cántaro y ver y oír al hombre que le ha dicho todo lo que ella ha hecho?
BORRADORES
Nicodemo el fariseo [Borrador]
(CMU, col. 63/9)
1
NICODEMO
Ev. San Juan. III VII 50 XIX 39
2
«Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe
de los judios, el cual vino á Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que
has venido de Dios por maestro, porque nadie puede hacer estas señales que
tú haces sino fuere con él Dios.»
3
Hay muchos fariseos, es decir, idealistas, creyentes en vaga vida supe-
rior á la temporal, fariseos como lo fué San Pablo, y príncipes entre los
suyos, que oyen su voz y les escuchan y acatan cuanto dicen. 4Hay entre
los que llevan la dirección del pensamiento humano muchos que bañan su
espíritu en vagas creencias de inmortalidad de inmortalidad impersonal tal
vez, en indecisas esperanzas de un ideal suprasensible. 5Oyendo estos al
Cristo, escuchando sus palabras de sencilla realidad, sin nebulosidades, aún
resisten dejar su religiosismo abstracto para acogerse á religión concreta,
pero al fin sientense movidos allá por dentro y que las lágrimas les suben
del corazón rebosante y opreso á los ojos cansados y que la sencillez popular
les llega á la mente con las aguas hondas del espíritu que van creciendo.
aguas sobre que incuba el espíritu de Dios.
6
Pero son príncipes de los judios, su voz se oye en las sinagogas, tie-
nen una historia y un prestigio y el hombre íntimo que se despierta al fin
en ellos no tiene fuerzas para sacudirse del hombre exterior, del que le han
dado los demás. 7Su prestigio ahoga á su alma. 8Y ¡qué noches, qué noches
MIGUEL DE UNAMUNO
de angustia las del pobre Nicodemo cuando piensa en las cadenas que tie-
ne que romper, en la desnudez en que ha de quedar, cuando cree que va á
destruir una obra de años y que va á deshacer la labor de sus dias! 9Pidan-
le que se suicide moralmente, que enmudezca para siempre, pero no aquel
sacrificio.
10
Al cabo no puede resistir más, el espíritu le empuja y se va una
noche, de escondidas, á ver á Jesús. 11Sin que nadie se entere, allá en el
silencio encubridor de la noche, se avistará á solas con Jesús y le dirá: Sé
que eres algo divino, porque tu obra no puede ser obra humana.
12
«Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo que el que
no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios.»
13
Ya está postrado Nicodemo á los piés del divino Jesús, pidiéndole de
noche, á solas y á escondidas, enseñanza. 14Y Jesús le dice que hay que rena-
cer para ver el reino de Dios, ese reino cuyo advenimiento piden á todas
horas miles de lenguas humanas.
15
¿Cómo –se dice Nicodemo– he de poder cambiar ahora y renovarme
y hacerme un hombre nuevo? 16Me debo á mi pasado; aún más, no soy más
que el resultado de mi vida pasada. 17No cabe desandar lo andado, ni pue-
do ser de otro modo que como soy. Que sin fe no he de salvarme, pero la
fe no es voluntaria, se debe á la gracia, y si no la tengo ¿qué hacer? 18Sería
menester hacer de mí otro, pero entonces no sería ya yo. 19¡Si pudiese hacer-
me otro…! 20Pero ¿cómo he de hacerme otro yo, yo mismo, que soy como
soy y no de otra manera? 21Mi estado íntimo lo veo y juzgo según yo soy,
es ese mismo estado el que á sí propio se juzga ¿cómo cambiar? 22Sería
menester nacer de nuevo! 23Sólo naciendo otra vez para ser otro, no ya yo,
podría ver el reino de Dios, que no consiste en...
el reino de Dios en que no se entra si no volviendo á ser niño.
24
¿Has meditado alguna vez Nicodemo con el corazón en el tremendo
misterio del tiempo irrevertible? 25¿Has sentido penetrar hasta el tuétano
de tu alma esta verdad: el pasado no vuelve ya jamás, jamás, jamás? 26¿Has
considerado esta solemne y única realidad del presente entre el infinito del
pasado y el infinto del porvenir, esta solemne realidad del presente eterno,
siempre presente y fluyente siempre? 27¿Has examinado como la eternidad
se ve en el seno del presente mejor que abarcando desde el pasado y al futuro?
Meditaciones Evangélicas
28
Porque esa eternidad que nos imaginamos correr desde lo insondable del
último inasequible ayer á lo insondable del último inasequible mañana es
una eternidad muerta, siendo la vida la entraña misma del presente, la per-
manencia del presente mismo, y de Dios, siempre presente, para quien ayer
y mañana son siempre hoy. 29Es una meditación que sacude al alma esta del
tiempo descansando en la eternidad, de nuestra vida fluyendo en la Vida
eterna de Dios. 30Si tomas un camino te cierras todos los demás. 31Mira que
se te abren varias vías, escoge! pero piensa que no podrás desandar la esco-
gida y que serás esclavo de ella. 32Piensa en que cada acto tuyo cumplido
ya es irreparable, qué no hay fuerza humana ni divina que pueda hacer que
no hayas hecho lo que hiciste, y piensa que los efectos de ese tu acto irán
irradiando en los tiempos venideros. 33Estás en la confluencia de la inmen-
sidad de los espacios y de la insondable procesión de los tiempos; todo lo
que ha sucedido y todo lo que sucede se refleja en tí y el universo todo con-
curre á determinarte. 34Y á la vez cada acto va repercutiendo por el uni-
verso todo como golpe que se propaga en ondas por lago sin orillas. 35Cier-
to es que tu acto es uno entre infinitos y se funde en ellos, pero tú mira lo
tuyo y considera lo irreparable de lo cumplido ya. 36Irreparable! irreparable
el acto, pero ¿es tu intención, tu alma irreparable? 37Es irreparable en el
tiempo, pero ¿lo es en la eternidad? 38Si el pasado es algo más que pura
nada y pura memoria en nosotros, si ha ido a asentarse en el depósito sedi-
mento eterno y allí vive ¿es allí irreparable? 39Tú mismo, tú que naciste
una vez sola y para siempre morirás ¿eres en tu eternidad presente irrepa-
rable? 40¿No puedes nacer otra vez?
41
«Dícele Nicodemo: ¿cómo puede el hombre nacer siendo viejo? ¿pue-
de entrar otra vez en el vientre de su madre y nacer?»
42
No veo –se dice Nicodemo– como quepa renacimiento. 43Soy viejo,
mis actuales hábitos, sentimientos y doctrinas son los que me constituyen,
son yo; deshacerlos es destruirme. 44No puede volver á la madre tierra, á la
inconciencia otra vez, á la encrucijada en que se abren los caminos de la
vida y nacer de nuevo.
45
«Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo que el que no naciere
de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. 46Lo que es naci-
do de carne, carne es, y lo que es nacido de espíritu, es espíritu. 47No te
maravilles de que te dije: os es necesario nacer otra vez. 48El viento de donde
MIGUEL DE UNAMUNO
quiere sopla, y oyes su sonido, mas ni sabes de donde viene ni donde vaya;
así es todo aquel que es nacido de espíritu»
49
Es, Nicodemo, que sólo miras á tu hombre carnal, y no al espiritual;
que sólo miras al que fluye en las apariencias temporales y no al que per-
manece en las realidades eternas; es que te quedas en las obras muertas sin
ir á la fe viva; es que no pasas del hombre que tal vez hace el bien, sin
penetrar en el que es bueno; es que no buscas bajo el que hace al que es.
50
Porque una cosa es obrar el bien, como dices que la moral enseña, y otra
cosa es ser además bueno, como la religión te pide. (e)
51
Hay en nosotros todos dos hombres, el temporal y el eterno, el que
se mueve en las cambiantes apariencias y el que crece ó mengua en las
inmutables realidades. 52Desde nuestro nacimiento carnal, terreno y tem-
poral, desde que nuestra alma, embrión entonces, fué puesta en la matriz
del mundo de donde naceremos con el parto de la muerte á vida espiritual,
celestial y eterna, recibimos del mundo como de placenta capas que nos van
envolviendo, capas de pasiones, de impurezas, de impiedades, de egoísmos,
y á la vez va creciendo con crecimiento interno aquel divino embrión pug-
nando por desarrollar en sí la vida de virtud y de contemplación divinas.
53
Hay un crecimiento que nos viene de Dios porque Dios está dentro de
nosotros, y hay otro de fuera á dentro, que nos viene de las capas de alu-
vión que el mundo deposita en torno de nuestro nucleo eterno intentando
ahogarle en ellas. 54Así vivimos separados los unos de los otros por costras,
más o menos espesas y sofocantes, á través de las cuales irradia penosamen-
te, desfigurado casi siempre, el fuego de la caridad divina.
55
Mas aún así y todo comunicanse las eternas honduras de nuestra alma
con la hondura eterna del universo que nos rodea, con Dios que habita en
todo y todo lo vivifica, con Dios en que, como en mar común, somos, nos
movemos y vivimos. (a) 56Aún á través de la dura costra mundana que
nos ahoga el calor de nuestro espíritu busca al calor divino, y es á las veces,
en las almas de los santos, tan intensa y viva la explosión que resquebrajan
la costra y el contenido de sus almas se vierte en sangría de caridad abra-
sadora. 57Sus costras se desgastan empezando por las de más dentro, por las
que más apegadas llevan, derriten sus pasiones, destruyen esas capas en que
el mundo les envuelve, se desasen de él, y así, desnudas sus almas, desnudas
del todo, desnudas de afectos terrenos, desnudas de su misma conciencia
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
75
sientan bien? Pero esto no le satisface, y pregunta: ¿como puede esto
hacerse?
76
«Respondió Jesús y díjole: ¿Tú eres el maestro de Israel y no sabes
esto? 77De cierto, de cierto te digo que lo que sabemos hablamos y lo que
hemos visto testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 78Si os he dicho
cosas terrenas y no creeis ¿cómo creereis si os dijere las celestiales? 79Nadie
subió al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está
en el cielo. 80Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto Num. 21.
9. 1, así es necesario que el hijo del hombre sea levantado, para que todo
aquel que en él creyere no se pierda sino que tenga vida eterna. 81Porque
de tal manera amó Dios al mundo que ha dado á su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. 82Por-
que no envió Dios á su Hijo al mundo para que condene al mundo, mas
para que el mundo sea salvo por él. 83El que en él cree, no es condenado;
mas el que no cree ya es condenado, porque no creyó en el nombre del Uni-
génito Hijo de Dios. 84Y esta es la condenacion porque la luz vino al mun-
do y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran
malas. 85Pues todo aquel que hace lo malo aborrece la luz, y no viene á la
luz, porque sus obras no sean redargüidas. 86Mas el que obra verdad, viene
á la luz, para que sus obras sean manifiestas que son hechas en Dios»
87
¿Qué cómo puede hacerse eso, preguntas, Nicodemo? 88¿Eres maestro
y no lo sabes? 89Te has llevado tantos años en labrarte un prestigio y hacer-
te una cultura y no sabes eso? 90Y en vez de ser humilde ya que no lo sabes,
cuando alguien viene á enseñártelo te dices acaso: no lo he aprendido yo
buceando en la ciencia y este ignorante, este vulgar va á saberlo? 91Tendrá
la insipiencia pretensiones de enseñar á la ciencia? 92Dicen que han visto
todo eso, que lo han visto con la fé ¡ilusiones! 93Los que no son hipócritas,
los que no dicen lo que no sienten, son pobres ilusos. 94Los unos fingen
creer, los otros quieren creer sin lograrlo, los demás creyentes creen que
creen sin poseer fe positiva. 95Pero hay sin duda entre ellos algunos á quie-
nes la potencia misma de su ilusión les convierte en videntes, y que lleva-
dos de su ardiente deseo de fe se sumergen en las más profundas aguas del
espíritu y descubren allí campos inmensos vírgenes y fecundos. 96Tiene sin
duda la religiosidad – se dice nuestro Nicodemo – raices arraigadísimas en
las entrañas del espíritu humano, puede ser un estado tal de exaltación de
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
buenos porque creen ni los malos malos por falta de fé, sino más bien que
por ser buenos creen los buenos y por no serlo no creen los malos. 143¿Crees
acaso que la bondad, la íntima bondad no es luz más clara y penetrante que
la razón? 144Con esta, si es potente, puede el hombre, aunque sea malo,
comprender y abarcar el mundo temporal todo, llegar á las razones de las
cosas, pero sentir y ver el mundo eterno, llegar á la verdad de todo, no ya
sólo á su razón, tan sólo es dado á la fé, «á la sustancia de las cosas que se
esperan» (Hebr. 1.) á la fe que la bondad atrae sobre nosotros. 145Y la
íntima sustancia de la bondad, la raiz de ser bueno es la humildad.
146
Ah, Nicodemo, si comprendieras la íntima lumbre que es la bondad,
la divina potencia de visión con que reviste al espíritu! 147Para ver y ver de
veras lo verdadero y eterno, no ya sólo lo racional y pasajero, para verlo de
veras, es preciso poder sacudirse de lo impuro de sí mismo, hay que mirar
con el nucleo eterno, con el hombre interior y divino, desnudándolo de la
costra terrenal que enturbia y ofusca y trastorna la recta visión. 148Te ense-
ñan tus maestros, Nicodemo, que nadie puede mirar si no desde donde está,
su forzoso punto de vista, y á través de sus ojos, y no saben que puede el
hombre mirar desde Dios, en quien es, y á través de la bondad, que es más
que diafanísimo cristal, que es la vista misma interior. 149Sólo el bueno, no
el simplemente honrado, perdona de veras, porque sólo el bueno ve la entra-
ña de la ofensa y la justicia única del perdón, y porque solo Dios es del
todo bueno sólo Dios perdona del todo. 150Pero el mismo Jesús que nos dijo
que sólo Dios es bueno díjonos también que seamos como él perfectos.
151
Consiste nuestra bondad en tender á la Bondad suma, y así ella ten-
derá á nosotros dándonos fé. 152Porque si sólo el verdaderamente bueno cree
de verdad, sólo el que de verdad cree es verdaderamente bueno. 153Los
malos, es decir los soberbios, no creen «pues todo aquel que hace lo malo
aborrece la luz, y no viene á la luz, porque sus obras no le sean redargüi-
das.»
154
Sí, Nicodemo, aborrecen la luz. 155Observalos y verás que su tole-
rancia cesa así que se trata de verdadera fe, verás que te soportan el que te
entregues á cualquier doctrina, á cualquier culto, á cualquier fantasmago-
ría, y no te aguantarán el que entregues á ese Jesús á quien vas á ver de
noche y á solas. 156Muévete en todo género de fantasmagorías, levanta toda
clase de imaginaciones, distraelos, deleitales, conmueveles si puedes, pero
Meditaciones Evangélicas
no toques á las eternas realidades ni quieras pasar para con ellos de las bellas
apariencias que recrean el ánimo ó le arrancan á lo sumo lágrimas de moli-
cie. 157No quieren pensar en eso, ni sentirlo. 158Aborrecen la luz porque la
luz trae la vigilia y les arranca de su sonambulismo, de ese sueño en que
viven queriéndose convencer de que están hechos de la sustancia misma de
los sueños. 159Mira como no quieren meditar en lo eterno. 160A lo sumo lo
inquieren, lo racionalizan, lo analizan desde fuera, pero no lo meditan des-
de dentro. 161Y si se ponen acaso á ello así que sienten convulsión de las
entrañas del alma, clamando que es enfermedad y delirio, desvían los ojos
de esa su cruz y se vuelven á vivir como sanos, como sensatos racionales en
el seno del sueño.
162
«Mas el que obra verdad viene á la luz para que sus obras sean mani-
festadas que son hechas en Dios.»
163
Sí, Nicodemo, el que busca más que deleite y más que engañar á la
vida y á la muerte, el que obra verdad, el que siente en serio y tiene ham-
bre de eternidad, este va á la luz sin temer las convulsiones y la propia
miseria que le pone al descubierto, este va á la luz para que sus obras no
aparezcan suyas si no hechas en Dios, en quien vive.
——
164
Salió Nicodemo de su nocturna y recatada visita al Salvador llevan-
do el ánimo preñado de altas ideas y de profundos sentimientos, y volvió á
zambullirse en el mundo de sus cotidianos afanes. 165Volvió á vivir su alma
la vida exterior, la de su costra terrena, pero conservando siempre en el
oculto fondo el hervor de aquella noche. 166Mientras seguía el curso de sus
negocios, de sus farisaicas enseñanzas, de sus conversaciones y tratos, man-
tenía en lo más íntimo de sí otra conversación callada. 167Y á la vez por las
calles y plazas seguía con la vista y aún con los pasos á Jesús que iba evan-
gelizando á los pobres de espíritu. 168Alguna vez se unió acaso á las turbas
que le escuchaban, asistió á la cura de aquel perlático á quien el Maestro
preguntó ¿quieres ser sano? y sintió tal vez entonces convulsiones de la per-
lesía de su alma.
169
Y cuando se acercaba la fiesta de los tabernáculos, subió Jesús desde
Galilea á Jerusalem y los judios le buscaban disputando si era bueno ó
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
188
«Díceles Nicodemo (el que vino á él de noche, el cual era uno de
ellos) ¿Juzga nuestra ley á hombre si primero no oyere de él y entendiere
lo que ha hecho?»
189
El fuego interno que desde la nocturna visita caldeaba á Nicodemo
le soltó la lengua y allí, en la reunión de los filisteos, apeló á su ley, á la
de ellos, en favor de Jesús. 190En nombre de la razón pides, Nicodemo, que
se oiga á Jesús, que se le oiga de veras y con corazón limpio y que se entien-
da lo que ha hecho, que es muy alto entender. 191En nombre de esa pobre
razón, elevada á ídolo, demandas, Nicodemo, que se entienda lo que Jesús
hace en las almas de todos esos vulgares que no saben la ley, que no cono-
cen la razón. 192¿Habeis meditado – les dice – en esa fuerza que consuela
al triste, da movimiento al perlástico, fortifica al débil, y saca de la bon-
dad, enterrada en la ignorancia, luz espléndida?
193 194
«Respondieronle y dijeronle ¿No eres tú también Galileo? Escu-
driña y ve que de Galilea no se levantó profeta.»
195
¿Qué nos vienes con todo eso? – le contestan á Nicodemo – 196Eres
un soñador como ese mismo Jesús á quien defiendes ahora, vete, estudia,
examina y mira si de la región de los sueños salió nunca quien previera las
cosas, que sólo la razón prevee.
197
«Y fuese cada uno á su casa,» concluye diciendo el relato evangéli-
co.
198
Fuese cada uno á su casa, volvió cada cual á sus negocios, á sus pre-
ocupaciones, á recogerse en la dura costra de sus cuidados terrenos, y se
separaron en vez de unirse, y se fueron á su casa cada uno y no todos á la
casa del Señor. 199También Nicodemo se fué á su casa, volvió á zambullir-
se en sus inquietudes después de aquella pública profesión, llevando con el
resquemor acaso de la despreciativa repulsa el calor de la nocturna visita.
——
200
Continuó Jesús su divina carrera y Nicodemo le seguía de nuevo con
la vista y con los pasos tal vez por calles y plazuelas. 201Los escribas y fari-
seos llevaron la mujer adúltera al Maestro, para tentarle y oyeron de sus
labios la tremenda sentencia de que arrojara la primera piedra el que de
entre ellos estuviese sin pecado, y redargüidos en sus conciencias le dejaron
MIGUEL DE UNAMUNO
solo. 202Y Jesús, que desde su divina bondad veía lo íntimo del pecado, per-
donó á la adúltera cuando quedó con ella á solas, huidos los acusadores.
203
Nicodemo supo esto, y oyó á Jesús por calles y plazas palabras de
vida, y oyó también que los suyos, los fariseos murmuraban de que hubie-
se dado vista al ciego en sábado. 204Mas entre ellos, entre los fariseos, sur-
gía disensión.
205
Cuando Jesús resucitó á Lázaro colmose para los fariseos la medida y
se dijeron: si le dejamos así, todos creerán en él, y vendrán los romanos
y quitarán nuestro lugar y la nación.
206
Y entonces y por esta razón, que nunca será bastante meditada, deci-
dieron matarle. 207Decidieron matarle para que no les borrasen los romanos,
según decían.
208
Llegaron las fiestas de pascua, y de todas partes concurrieron las gen-
tes á Jerusalem. 209Y Nicodemo, que sabía sin duda el designio de sus com-
pañeros, sentía extrañas inquietudes en medio del bullicio de las fiestas.
210
Los sencillos, los pobres, toda aquella muchedumbre recibía en triunfo y
con palmas á Jesús que entraba en la ciudad montado en un borrico.
211
Por debajo de la fiesta, celada por el bullicio alegre, la lucha de las
pasiones era viva. 212Y parecía que el galileo aquel se complacía en procla-
marse enviado de Dios y luz del mundo, atrayendo así la suspicaz mirada
de los romanos. 213Carecía de toda prudencia aquel sedicioso y de la muche-
dumbre en fiesta podía surgir cualquier conflicto que diese pretexto á los
romanos para borrar aquella nación de su asiento y arrojarla á que errase
por el mundo.
214
Jesús, por fín, viendo próxima su hora cenó con los suyos la cena de
despedida y de comunión y al final de ella habló ante ellos a su Padre,
levantados sus ojos al cielo, y le dirigió aquella oración que no puede leer-
se si no de rodillas y con el corazón limpio, pidiéndole que como él era una
cosa en su Padre y su Padre en él así seamos todos uno en ellos, seamos uno
en Dios Padre, en Dios Hijo y en Dios Espíritu Santo.
215
Salió de allí Jesús tras el arroyo Cedrón, luchó con la humanidad en
el huerto de las olivas, fué prendido por el traidor y quedó sometido á jui-
cio,
Meditaciones Evangélicas
216
Y Nicodemo? Nicodemo debió seguir desde lejos sin duda, con
entrañables sobresaltos, estos primeros actos del divino drama y él, de los
fariseos, esto es, de los ferishim, de los distinguidos, debió meditar en aque-
lla petición del Cristo de que seamos hechos todos uno, todos, los llamados
vulgares y los que se llaman distinguidos, todos los que sean de Cristo y
no del mundo.
217
Y el hormigueo de la feria, entre el ir y venir de las gentes traidas
y llevadas por sus negocios, su ociosidad ó sus pasiones, Nicodemo acudi-
ría frente al pretorio con el pueblo allí amotinado para pedir la vida de
Jesús. 218Oyó al pueblo pedir se soltase á Barabás y no á Jesús, y vió á este
con manto de grana y corona de espinas hecho irrisión del pueblo que pocos
dias antes le aclamara. 219«He aquí el hombre!» dijo el pretor al popula-
cho, y Nicodemo se diría: he ahí el hombre, el hombre á quien fué á bus-
car de noche para que declarase la verdad, he ahí el hombre que me sacu-
dió las entrañas hecho ludibrio de estos imbéciles. 220Y entonces, mientras
el pueblo gritaba desde la calle ¡crucifícale, crucifícale! sintió tal vez Nico-
demo más que amor á Jesús escarnecido rencor hacia el pueblo versatil que
hoy recibe con palmas al enviado y mañana pide para él la cruz. 221Y este
rencor de su costra farisaica, este asco de distinguido, ahogó tal vez el amo-
roso afecto de compasión hacia el profeta, aquel afecto de que hubiese bro-
tado una inmensa piedad para el pobre pueblo ciego que le negaba y con-
denaba á muerte, porque no caben juntos amor á la víctima y odio al
verdugo. (c)
222
Siguió Nicodemo aquella disputa entre el astuto romano y el encres-
pado populacho judio y la siguió con retortijones del espíritu y angustias
del corazón. 223«He aquí vuestro rey» decía con inmunda socarronería Pila-
to, y la plebe (b) gritaba ¡crucifícale! 224Quería el pretor limitarse, desde la
soberbia indiferencia de su escéptico espíritu romano, á poner en ridículo
al profeta, á hacerle la risa de las gentes dejando á salvo la justicia romana
y sin condenar á quien creía justo, á terminar aquello en farsa, y el pueblo,
religioso aún en su extravío, pedía tragedia. 225El escéptico funcionario
cedió al cabo, se lavó las manos, y pensando tal vez que todo aquello era
una mezquina cuestioncilla de judios, una nonada junto á la inmensa majes-
tad del Imperio, entregó el profeta al pueblo para que le crucificasen.
MIGUEL DE UNAMUNO
226
Nicodemo siguió á Jesús que iba al patíbulo, lloró acaso hacia den-
tro con las mujeres que le seguían llorando y oyó aquel «no me lloreis, mas
llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.» 227Tal vez desde las mura-
llas de la ciudad vió como allí, á las puertas, en el lugar de la Calavera, lo
alzaron crucificado y le vió entre cielo y tierra, desnudo y expuesto á las
gentes, ser presa del dolor. 228Y si acaso volvió á sentir rencor y asco fari-
saicos hacia el pueblo, llegaría á sus oidos aquel «Padre, perdónalos, por-
que no saben lo que hacen.» (d)
229
Desde aquellas murallas de la ciudad santa, en aquel dia de ferias, el
pobre Nicodemo miraría luchar con la muerte á Jesús siendo la burla de las
gentes y se le evocara txal vez el recuerdo de si acaso de niño clavaron á
algún pobre animalejo, á un murciélago, para divertirse con él. 230La burla
que quería el romano fué burla trágica.
231
Entonces Nicodemo, ablandado por las internas lágrimas, derretida
con ellas en gran parte la terrena costra de su espíritu y aniñado y empo-
brecido este sintió la carga toda de sus culpas, la pesadumbre de su cruz,
el torcedor de sus dudas, y clavó sus ojos en la Cruz que se destacaba sobre
el cielo. 232Luchó entonces, tembló y sudó acaso.
233
Oyó el «sed tengo» y le saltó el corazón y hubiera querido correr á
darle agua fresca, pero se sintió atado á la muralla. 234Murió Jesús y Nico-
demo fué á juntarse con los discípulos secretos del Maestro, con los que sólo
á escondidas le visitaban, por miedo de los judíos. 235De estos era José de
Arimatea que fué á rogar al pretor le permitiese recoger el cadaver.
236
«Y vino también Nicodemo – dice la escritura – el que antes había
venido á Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de aloes, como
cien libras. 237Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y envolvieronle en lienzos
con especias, como es costumbre de los judios sepultar. 238Y en el lugar
donde había sido crucificado había un huerto y en este un sepulcro nuevo
en el que nadie había sido aún puesto. 239Allí, pues, por ser víspera de la
pascua de los judios, porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron á Jesús.»
240
Había muerto, había muerto el Maestro que en aquella inolvidable
noche le hinchió de nueva vida el corazón, había muerto el Maestro que le
hablara de renacimiento y de vida eterna, había muerto! 241Morirían así
todas aquellas esperanzas? 242Toda aquella hermosa doctrina de consuelo
Meditaciones Evangélicas
estaría también condenada á muerte? 243Sería algo más que ilusión conso-
ladora? 244Sería algo más que divino señuelo para retener en la vida á los
pobres hombres? 245Había muerto Jesús, y fué Nicodemo llevando mirra y
aloes á enterrarlo, y envuelto á la vez en los perfumados balsamos de su
afecto enterrolo en su corazón. 246Sus entusiasmos, sus anhelos, su amor,
su ciencia, todo lo convirtió en mirra y aloes con que envolver en su alma
el cadaver del Maestro, y lo enterró en su corazón, hecho sepulcro nuevo,
donde no había sido puesto antes nadie.
247
Mas sucedió que el primer dia de la semana María Magdalena fué de
mañana, aún oscuro, y vió quitada la piedra del sepulcro que cerraran José
de Arimatea y Nicodemo, los discípulos vergonzantes, y corrió la mujer á
buscar á Pedro y á Juan, que acudieron á porfía, vieron echados los lienzos
y el sudario aparte, vieron y creyeron, mientras lloraba María junto al sepul-
cro. 248Entonces apareció Jesús á la Magdalena, tomole esta por el hortela-
no, pero al oir ¡María! contestó ¡Maestro! 249Y fué María Magdalena dando
á los discípulos la noticia de haber visto al Señor y hablado con él.
250
¿Qué pasaría en Nicodemo el fariseo, el distinguido, cuando supo
que el Maestro por él enterrado apareció á la pobre María la arrepentida, la
en un tiempo pública pecadora? 251¿Qué pasaría por el discípulo vergon-
zante al saber que se había mostrado el Maestro á la que en público le regó
de lágrimas los piés y se los enjugó con sus cabellos y le besó los piés ungi-
dos con ungüento, allí, en la casa de aquel fariseo Simón escandalizado del
acto de la pecadora? 252Debió de recordar entonces Nicodemo aquellas pala-
bras del Maestro:
253
«Entré en tu casa y no me diste agua para los piés, mas esta me los
ha regado con lágrimas y me los ha limpiado con sus cabellos. 254No me
besaste, y esta, desde que entró, no ha cesado de besarme los piés.. 255No
untaste mi cabeza con aceite, y esta me ha untado con ungüento los piés.
256
Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados, mas al
que se perdona poco es que ama poco.» 257Y luego cuando al decirla «te
son perdonados los pecados» comenzaron los comensales á decirse: ¿quien
es éste que perdona pecados? 258dijo Jesús á la mujer: Tu fé te ha salvado;
ve en paz.
MIGUEL DE UNAMUNO
259
Al que ama mucho se le perdona mucho – se diría Nicodemo, repi-
tiéndose en su corazón: tu fé te ha salvado, ve en paz. 260Y entonces debió
de comprender que si quería perdón y vida tenía que regar con las lágri-
mas de su alma y enjugar con sus energías y besar con su razón y ungir con
el ungüento de su ternura á aquel cadaver que llevaba en el corazón y que
sólo así resucitaría en él para perdonarle por haber amado.
——
261
(a) Cuando Dios, que habita en el íntimo seno de todo, se une ante
tu conciencia, á Sí mismo, que en tu íntimo seno habita, entonces es cuan-
do se te revela, y cuando te ves perdido en el Mar inmenso, sin propia con-
ciencia temporal, en esplendente conciencia eterna, viviendo en El á tu pro-
pia vista.
262
(b) aquellas mismas turbas que quisieron hacerle rey cuando les mul-
tiplicó los panes,
263
(c) Tal vez maldijo Nicodemo no al pecado, de que él era partici-
pante, sino á los ministros ostensibles del pecado, al pueblo ciego; maldí-
jole con la misma lengua con que bendecía á Jesús, esa lengua, mundo de
injusticia, que contamina todo el cuerpo, con que bendecimos á Dios Padre
y maldecimos á los hombres hechos á su imagen y semejanza (Ep. Sant. III.
6 y 9) 264El moralismo farisaico de su costra ahogada á la piedad cristiana
de su seno removido en aquella noche de la visita.
265
(d) y estas palabras volverían su odio hacia sus propios pecados,
engendrándole suprema piedad para con el ciego pueblo deicida. 266¿Quien
sabe si comprendió entonces que sus culpas eran las que crucificaban al dul-
ce galileo?
267
(e) Hay que vivir recogiendo el pasado, guardando en la eternidad el
tesoro del tiempo, en crecimiento, no en mero adelanto. 268Y cómo? Ate-
sorando méritos en la eternidad, tendiendo á ser hoy mejores que ayer, más
divinos. 269¿Qué obras buenas son esas que al acumularse no te hacen
mejor? 270«La vida del espíritu es la buena intención» (Ricardo de S. Vic-
tor) 271Ten buena intención y pide á Dios que obre ésta en tí buenas obras.
272
Si tu debilidad te doblega al pecado, si te vencen las tentaciones, te arre-
pentirás siendo bien intencionado y te será perdonada tu flaqueza. 273Pero
Meditaciones Evangélicas
El mal del siglo [Borrador]
(CMU, col. 79/231)
1
EL MAL DEL SIGLO
2
Sentido desde cierto punto de sentimiento, pocos ocasos más tristes
que el ocaso de este nuestro siglo, en que una gran fatiga, la fatiga del
racionalismo intelec á los espíritus cultos desorientados sumerge en la tris-
teza de su cultura misma. 3Por todas partes síntomas de descomposición
espiritual y ruinas de ideas muertas cuando no abortadas. 4Pero del seno
mismo de este desencanto brota la esperanza, y á fijarse bien aparecesenos
el tal ocaso cual una aurora. 5Una atonía aparente cela un vivo hervor ínti-
mo así como el desvío que la juventud muestra hacia los llamados intere-
ses generales y su apartamiento de la ostensible vida pública oculta una pro-
funda preocupación por los eternos intereses individuales, que siendo de
cada uno de los hombres resultan los más universales de todos. 6Hay en esta
actitud de los jóvenes mucho de compás de espera, de examen de concien-
cia y de recolección de fuerzas. 7Mas el hecho social patente es que una
enervadora fatiga paraliza á los espíritus en su movimiento expansivo y que
parece preludiarse á las veces un sueño social tan reparador acaso y tan
fecundo como lo fuera el de la edad media, el de aquella recogida edad de
sociedades crisálidas en que una tan intensa vida doméstica y religiosa
rehizo las almas destrozadas por la íntima desesperación de la decadencia
romana.
8
Háblase de crisis moral, de resurrección del espiritualismo, de reac-
ción. 9Es la vuelta á la pavorosa visión del destino individual ultraterreno
pasado ya el colmo de la borrachera progresista. 10Asistimos á la muerte
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
61
¡Qué poco se medita en la muerte como factor social! (j)
62
Nada se anula – nos dicen por via de consuelo intelectual – todo se
trasforma, ni la materia ni la fuerza se pierden. 63Cuanto hacemos perma-
nece en una ú otra forma. 64¡Mi yo, exclamamos con Michelet, que me arre-
batan mi yo!, – mi conciencia propia ¿qué es de ella? 65Todos los dias desa-
parecen fenómenos, si mi conciencia individual es un mero fenómeno
desaparecerá y con ella ese consuelo estoico que me quereis dar. 66Nos
hablan de progreso, de evolución. 67La especie evoluciona, ¡bueno! pero es
en sucesión de individuos totalmente perecederos? 68Y no faltan estoicos
que llaman egoísmo á esta inquietud abrumadora por el propio destino
individual. 69Egoismo! Frente á él han sacado un altruismo intelectualista
que no es caridad, sino que es la esteril enajenación mental de cada uno en
un puro abstracto, en un ídolo Humanidad, y se ha vuelto á la desoladora
moral conceptualista y abstracta del estoicismo redivivo. (h)
70
Hay quien aspira á vivir en la historia y á ello encamina sus acciones
y energías, á vivir en la historia y no en la eternidad, á que hablen de él
voces que no oirá y de el se lean escritos que no verá cuando la tierra cubra
lo que fueran sus oidos y ojos.
71
Lo que más ó menos encubierto entristece el ocaso de este nuestro
siglo, lo que perturba las almas es la obsesión de la muerte total, el lúgu-
bre pensamiento que dió un tinte tan sombrío á la decadencia romana, la
edad del estoicismo, del epicureismo y del suicidio. 72(e) Se toca la vanidad
del progresismo si no hay otra vida y la idolatría progresista se desploma.
73
Descorazona el luchar por el bienestar de seres que volverán un dia á la
nada de que salieron y se columbra que el hacer la vida más fácil, más gra-
ta y más placentera es haciéndola más amable aumentar el pesar de tener
un dia que perderla y preparar así el terrible azote de los satisfechos, la infe-
licidad de la felicidad, el spleen devorador, la noia tremenda de Leopardi.
74
¡Luchar y luchar hasta morir por el bien de otros, que al morir han de
perderlo! 75Así fracasa el humanitarismo en sus formas todas, cuando la fe
en una patria celestial no le acompaña.
76
Los que aquí sufren, faltos del suficiente pan, pelean, y cobra fuerzas el
socialismo porque ha sustituido á abstracciones realidades, á fantasmas tangi-
bilidades, la tremenda cuestión del pan material de cada dia. 77Pero así que
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
93
Humanitarismo, individualismo, esteticismo... idolatrias y nada más,
puros intelectualismos! 94Es cosa triste ver hombres que sacrifican su pro-
pio progreso personal en aras del Progreso, y que sustituyen la caridad para
con el prójimo con el amor á la Humanidad ó al Hombre, tan abstracto
uno como otra. 95Las tremendas realidades de la vida individual, la muerte
sobre todo, se borran en esas borracheras que terminan en esteticismo ó sen-
sualidad estilizada. 96Es cosa que apena ver á hombres convencidos de que
al morir se anulan por completo en cuanto conciencias personales afanarse
por el porvenir y destino de otros hombres á quienes también creen con-
denados á nada eterna... 97Y apena esto porque se acaba por descubrir en el
fondo de todo ello un mero sport, cuando no la lujuria espiritual de que
hablaba S. Juan de la Cruz. ¡Sonambulismo, puro sonambulismo!
98
Se ha formulado la cuestión de si la vida merece la pena de ser vivi-
99
da. Si la vida temporal es un fin en sí, ¿quien se atreverá á la hora de
morir á contestar afirmativamente á la enigmática cuestión?
100
Es pura vanidad de vanidades el progreso si no cabe vencer cada uno
á su propia muerte. 101Si la Humanidad es una serie de generaciones de
hombres totalmente perecederos, no hay más altruismo lógico que la cons-
tante predicación del suicidio colectivo universal. 102Y si por el contrario
pensara cada cual en su propia salvación ¡qué inundación de caridad entre
los prójimos no habría en el mundo! 103La Humanidad á que debemos sacri-
ficarnos es Cristo, recapitulación del hombre viejo, Cristo que se sacrificó
por todos y cada uno de nosotros, vid de que somos sarmientos. 104Pelear
por la emancipación de hombres destinados á la nada eterna puede llegar á
ser obra de muerte, de muerte eterna.
105
Hay que vencer á la muerte y vencerla con el amor, tan fuerte como
ella (Cantares, VIII 6) 106El amor es fe, es esperanza y es caridad.
107
Resurgen en este fin de siglo los dos problemas radicales, el de la vida
temporal y el de la eterna, el económico y el religioso, factores estos dos que
han sido en todos los tiempos y paises los goznes de la historia humana.
108
Resuélvese el problema económico en último análisis en el terrible
círculo vicioso de vivir para trabajar y trabajar para vivir de producir para
el consumo y consumir para la producción y surge de él esta cuestión: la
vida terrena es fin de sí misma?
MIGUEL DE UNAMUNO
109
Del seno mismo del problema económico puede surgir el religioso,
así que traspasando la razón de las cosas se busca su verdad, ó sea su rela-
ción con nuestra salud eterna.
110
¡La verdad! Y «qué cosa es verdad?» preguntó Pilato á Cristo, vol-
viendole la espalda enseguida sin esperar respuesta (S. Juan. XVIII 38)
111
¿Qué es la verdad? pregunta igualmente todo intelectualismo que en
rigor sólo conoce y acata la inteligencia, como si para relacionarnos con la
realidad viva no tuviésemos más que mera inteligencia pura (c) 112Mas los
que tienden y aspiran con amor al Amor Eterno avivan el hombre interior
vivificado por Cristo, para así relacionarse con el Absoluto; 113piden con
constante perseverancia al Padre que venga á nos el su reino, el reino que
no es de este mundo piden se haga la voluntad etc IV 36 y creen y espe-
ran que el postrer enemigo, la muerte, será deshecho, para que acabadas de
sujetarse al Hijo las cosas todas se sujete él mismo á Aquel que le sometió
todo y así sea todo en todos Dios en quien vivimos y nos movemos y somos
(v. I. Cor XV 26-28 y Hechos XIII 28)
114
(a) En sus negaciones mismas palpitaba fe en lo mismo que nega-
ban, aquella fe á que en el ocaso de sus vidas volvieron Stuart Mill, Clau-
dio Bernard, Littré, los más rigorosos agnósticos y más esclavos de la lógi-
ca racionalista.
115
(b) De aquí han salido las lamentables figuras de un Verlaine, un
Oscar Wilde, un D’Annunzio, místicos de sensualidad. 116Arrancando de
refinado egotismo ó egocentrismo, que encubre un groserísimo egoismo
estilizado, para emplear este término de los arquitectos cuando á las hojas
de plantas ornamentales se refieren, acaban en el fangal de la crápula decla-
rada cuando menos amoral é irresponsable y no pocas veces heroica, santa,
divina. 117De estos ha brotado la frase más blasfema y repugnantes: márti-
res del placer. 118Han llegado hasta á declarar heroicos sacrificios tales cua-
les caidas en la imbecilidad, la locura ó el alcoholismo. 119Como en la deca-
dencia romana se pasa del estoicismo más abstracto y frio al epicureismo
más concreto; y del egoismo intelectual al sensual.
Meditaciones Evangélicas
120
(c) ¡Todo es relativo! Exclaman. 121Sí, todo es relativo, y la relativi-
dad misma ¿no es también relativa? y relativo á qué? 122¡Todo es relativo y
nuestra mente por sí sola no pasa de las relaciones!
123
(d) ni de que se la declara fin en sí.
124
(e) Es una obsesión mucho más sombría y enervadora que la del
famoso milenario. 125No se tiembla por el temor á tormentos futuros temor
que atiza ímpetus de penitencia, sino es que se paraliza la energía espiri-
tual ante el espectro de la nada eterna, que envuelve todo en vaciedad abru-
madora.
126
(f) de un sombrío teatro de espectros, que divierte á los niños y ente-
nebrece el ánimo á los maduros!
127
(h) sin más que sustituir á la filantropia con el altruismo.
128
(i) El mal del siglo que denunciaba Max Nordeau, la atonía volitiva
no es más que
129
(j) La muerte en demografía ó tablas de mortalidad, la del prójimo
en el escalafón, el hueco que deja. Se hace un dato estadístico, un factor irra-
cional x, una verdadera cantidad imaginaria.
130
«Es una historia vieja que siempre es, sin embargo nueva, y aquel á
quien le ocurre le destroza el corazón»
Jesús y la Samaritana [Borrador]
(CMU, col. 79/231)
1
JESÚS Y LA SAMARITANA.
LA CONVERSIÓN DE LA SAMARITANA.
2
Evang. San Juan IV
3
«Dejó á Judea y fuese otra vez á Galilea, siendo menester que pasase por
Samaría. 4Vino, pues, á una ciudad de Samaría que se llama Sicar, junto á la
heredad que Jacob dió á José su hijo. 5Y estaba allí la fuente de Jacob, cabe
la cual se sentó Jesús, cansado del camino. 6Era como la hora de sexta. 7Y
Vino una mujer de Samaría á sacar agua, y Jesús le dice: Dame de beber.»
8
El alma de cualquiera de nosotros samaritanos espirituales, va un dia
como los demás á sacar agua al pozo tradicional, al tesoro de la ciencia y del
consuelo humanos, al estudio. 9Y un dia, al acercarnos al pozo, á la hora de
sexta, al mediodía, en la mitad del ardor y de los afanes de nuestra vida, nos
encontramos sentado al borde de él al dulce Jesús el galileo. 10Rodando por
los senderos de la vida y revolviendo en las honduras del estudio ¿quien no
tropieza alguna vez con esa figura tradicional, que cual eterna esfinge, solici-
ta su atención y su estudio? 11Jesús! Su nombre llena los siglos y los brazos
de su cruz dan sombra á todo. 12El cristianismo es aún en el orden humano el
más estupendo hecho histórico. 13¿Cómo es que tantos pueblos durante tan-
tos siglos han adorado y siguen adorando cual á Dios á ese galileo ajusticia-
do? 14El problema religioso es lo que aun como problema tienta más nuestra
sed de saber, es lo que más atrae la atención del alma sedienta de verdad y de
consuelo. 15Vamos á estudiarlo, á descifrarlo, á someter ese Jesús á los trabajos
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
de vacilación nos decimos ¡Ah, si pudiese creer, pero no, no es posible; huyó
para siempre la sencillez primitiva; el pozo es hondo y no hay con que sacar
agua de él. 34Esta figura tradicional que llena los siglos, esta suprema ilusión
de los desgraciados hombres, ¿va á ser mayor que las fuertes realidades de la
ciencia? 35¡Tal vez hubiera sido mejor la ignorancia, la felicidad en la igno-
rancia más que la íntima desesperación en la ciencia! 36¡Vanidad de vanidad!
última palabra del saber, pero mayor vanidad aún querer sobreponerse á ese
vanidad de vanidades.
37
«Respondió Jesús diciéndole: Cualquiera que bebiere de esta agua, vol-
verá á tener sed, mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá jamás
sed, pues el agua que le dé yo será en él una fuente de agua que salte para vida
eterna»
38
¡Terrible cosa la sabiduría humana, que da más sed cuanto más de ella
se bebe! ¡mar inmenso é imponente, que llena la vista pero cuyas aguas no
apagan la sed si antes no se purifican subiendo al cielo. 39¡Vida, vida, vida!
¡vida y no ciencia! Un agua humilde, casta, limpia, un agua de manantial
escondido, pero que quite la sed. 40Y si esos sencillos que viven y viven de
verdad y creen y esperan y aman se hubiesen puesto en relación con la Verdad
sin necesitar para ello de ciencia humana alguna? 41¿Es que no hay más medio
de relacionarse con la realidad que la razón? 42La razón no hace más que ope-
rar sobre hechos, sobre datos inmediatos, si se pone á querer racionalizarlos
los destruye, y nos lleva al ilusionismo, al nihilismo por fin. 43Y la fé, la fé de los
sencillos ¿no es un hecho inmediato é irreductible? 44Esta figura que se me
presenta al borde del pozo á que vengo á sacar agua ¿no es un hecho, un hecho
tremendo y consolador á la vez? 45Y entonces oimos una voz que nos dice: el
que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá jamás sed. 46Pidamosle; á ver
si logramos con la oración lo que con el estudio no se cumple. 47¡Quiero creer!
he aquí el principio del creer.
48
«La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni
venga acá á sacarla.»
49
Dame fé, Señor, decimos, dame fe! 50Si logro fé ¿para qué mayor prue-
ba de la verdad de su objeto? 51Si llego á creer ¿hay señal mayor de lo divino
de la fé? ¿cabe mayor milagro para quien ha pasado por los abismos del racio-
nalismo agnóstico que creer en el milagro?
MIGUEL DE UNAMUNO
52
«Jesús le dice: Ve, llama á tu marido y ven acá.»
53
Mas antes – nos decimos – tenemos que hacer examen de conciencia,
tenemos que recoger nuestra doctrina, nuestro ideal, nuestra filosofía y lla-
marla á examen. 54Tenemos que ir á buscar nuestros afectos, nuestros ídolos,
los genios ante quienes nos hemos rendido, las doctrinas que sustentaban
nuestra mente. 55Mas ¿tenemos realmente una doctrina? ¿poseemos una ver-
dadera convicción, una doctrina propia, estrictamente propia, una doctrina
carne de nuestra carne espiritual y hueso de los huesos de nuestra inteligen-
cia, una doctrina que encarne en nuestra vida? 56¿Tenemos marido del alma?
No! son opiniones todas.
57
«Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. 58Dícele Jesús: bien has
dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tie-
nes, no es tu marido: has dicho eso con verdad.»
59
Quienquiera haya peregrinado por los desiertos del intelectualismo y
las estepas del racionalismo agnóstico entre en sí y considere si es que no ha
andado de doctrina en doctrina, de teoría en teoría, de sistema en sistema,
engañandose con el señuelo de propia evolución, y en realidad movible al
último viento de doctrina. 60Y ninguna pasaba de su mente á su corazón, nin-
guna encarnaba en las honduras de su alma, ninguna lograba tocar el santo
tesoro de su niñez si esta fué pura y cristiana. 61(a) En este examen de con-
ciencia mental oimos una voz que nos dice: no has tenido marido. 62Es la voz
de Jesús.
63
«Dícele la mujer: Señor, paréceme que tú eres profeta. 64Nuestros
padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalem es el lugar
donde es necesario adorar.»
65
¿Qué es esto? ¿qué voz íntima es esta que á la vista de la dulce figura
del Cristo, al fijarme en él y pedirle agua que quite la sed, me dice que no he
tenido doctrina? 66¿Quien es éste que me revela á mí mismo mis propios
secretos, secretos para mí? 67Pareceme que es un profeta. 68Pero los genios que
han nutrido mi mente, los sabios que me han dado luz y deleite mental, ado-
raron sus adoraciones aquí, en el monte, en plena naturaleza, á toda realidad;
bajo el cielo espléndido, á toda luz, lejos de penumbras y de engañosas ilu-
siones; y esos, los que me ofrecen fe y con la fe apaciguar mi sed, dicen que
Meditaciones Evangélicas
es en el templo, que es dentro de la Iglesia donde hay que adorar, y que fuera
de ella no hay salvación.
69
«Dícele Jesús: Mujer, creeme, que la hora viene cuando ni en este
monte ni en Jerusalem adorareis al Padre. 70Vosotros adorais lo que no sabeis;
nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salud viene de los judios. 71Mas
la hora viene y ahora es cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre
en Espíritu y en Verdad, porque también el Padre busca tales adoradores que
le adoren. 72Dios es Espíritu y los que le adoren, en espíritu y en verdad es
necesario que adoren.»
73
No, al Padre, no he de adorarle ni en la Naturaleza ni en la Iglesia, sino
en mi alma, que es mi naturaleza y mi iglesia. 74Naturaleza é Iglesia serán
medios para ello. 75Los sabios según el mundo, los razonables, adoran lo que
no saben, á un inconocible siempre; los sencillos, los humildes creyentes ado-
ran lo que saben y de ellos viene la salud. 76Mas hay que meterse en sí, y ver
en la letra, en el dogma y en la Iglesia medios para llegar al amor íntimo y
adorar en espíritu y verdad al Padre. 77La letra mata, pero el espíritu vivifica.
78
(c) Vendrá á mi alma el Revelador y él me declarará las cosas.
79
«Dícele la mujer: Ya sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el
Cristo; cuando él viniere, nos declarará todas las cosas. 80Dícele Jesús: Yo soy,
que hablo contigo.»
81
Yo, el que hablo dentro de tí, soy el Mesías. 82Esa voz que desde las pro-
fundidades de tu ser te habla es la voz de Cristo que habita en tí desde tu bau-
tismo.
83
Y aquella pobre samaritana fué á la ciudad de Sicar y anunció á todos
que quizás estaba allí, junto al pozo de Jacob, el Cristo, y salieron á él y
muchos creyeron. 84«y decían á la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque
nosotros mismos hemos oido y sabemos que verdaderamente este es el
Salvador del Mundo, el Cristo.»
85
¿No merece la pena de salirse de la ciudad y seguir á la pobre mujer del
cántaro, y ver y oir al hombre que le ha dicho todo lo que ella ha hecho?
La oración de Dimas [Borradores]
(CMU, col. 79/233)
[BORRADOR A]
La oración de Dimas
1
Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba
diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á tí mismo y á nosotros. 2Y
respondiendo el otro, reprendiole diciendo: ¿Ni aun tú temes á
Dios, estando en la misma condenación? 3Nosotros, á la verdad,
justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros
hechos; mas éste ningún mal hizo. 4Y dijo á Jesús: Señor, acuér-
date de mí cuando fueras á tu reino. 5Entonces Jesús le dijo: De
cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraiso.
Luc. XXIII 39 á 43
6
El único á quien en el relato evangélico prometiera el cielo Jesús, el
único á quien éste canonizó solemnemente fué á un malhechor, que se le
confesó en la hora de la muerte. 7Un punto de contrición le redimió de una
vida de pecados.
8
El mayor escándalo que en los fariseos producía Jesús era el que per-
donase los pecados, y el perdón de los pecados sigue siendo lo que de la
religión más escandaliza á los moralistas.
9
¿Cómo? – se dice – vive un hombre honradamente, buen hijo, buen
padre, buen marido, cumple sus deberes todos por ésta ó la otra razón con-
servando su libertad de pensar y es modelo de ciudadanos sin creer lo que
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
encontró Leopardi la noia que produce la infinita vanita del tutto y aspiró
á la muerte.
36
Es la visión tremenda de la nada lo que ha originado el pesimismo.
37
Sólo creyendo que el dolor termina en el aniquilamiento han podido bro-
tar las desesperadas doctrinas de los pesimistas.
38
Y al cabo de los siglos se alza de nuevo como pavoroso problema el
eterno problema del mal.
[BORRADOR B]
La oración de Dimas
Luc. XXIII 39-43
1
La pasión del inocente: La oración de Dimas. 2Ego quidem iuste in
damnatione mortis sum nam digna meis recipio, Jesus vero nihil mali ges-
sit; Domine, memento mei in regno tuo.
——
3
La religión del dolor. Aceptar el dolor; he aquí toda piedad, y dar á
Dios gracias porque nos lo regala. 4El placer enajena, el dolor ensimisma,
y enajena en Dios, que en nuestro interior habita.
5
Sufrían con el hijo de Dios.
6
El único á quien canonizó Cristo á un ladrón.
7
La pasión del justo Inocente es la salud en la historia. 8Todos los que
padecen inocentes. V. Harnack III, 9-10
9
Dolor con fe, de donde sale la esperanza; mejor que placer con… 10El
dolor es que algo nos falta, que no estamos completos.
11
Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados.
12
La aceptación de la pobreza, de la pobreza espiritual.
13
Leopardi huyendo del dolor encuentra la infinita vanità del tutto, la
noia, y aspira á la muerte.
MIGUEL DE UNAMUNO
14
Muero porque no muero.
15
El pesimismo y su origen.
16 17
La concepción jurídica lo tiene todo estropeado. El abogado es un
sofista.
18
Dimas aunque hizo males era bueno. 19Reconoció la bondad de Jesús.
20
El pecador que reconoce la bondad de otro es bueno. 21El creer á otro bue-
no es la más honda revelación de íntima bondad.
22
Fe de Dimas en la resurrección de Jesús, schiboleth del cristiano.
23
¿Un bandido por un momento de arrepentimiento se salva? 24Ser bue-
no y hacer el bien. 25Fe y obras; justicia y ley. 26Hace el mal pero no cre-
yéndose bueno, sino conociéndose malo. 27Humildad. ¿Contradice la salva-
ción del bandido á Mat. 5’, 17-18? 28La fe justifica; las obras legalizan.
29
La oración de Dimas es una confesión. 30Mejor el pecador que se cree
tal y se tiene por tal y pide á Dios perdón que el justo que se atribuye vir-
tud. 31El fariseo y el puritano. Lo esencial es ser humilde. La humildad de
Dimas.
32 33
Dios nos quiere más que nos queremos nosotros. Dejarle obrar en
nos.
Confianza en Dios.
34
Lo cristiano reconocerse pecador y confiar en la graciosa mediación de
Cristo.
35
El origen del mal. Purifica tu ojo y lo purificarás todo. Cristo ó los
pecados. Mat. 9’ 11-13.
36
Nada de confianza en sí mismo, ni en propios méritos. «Acuérdate de
mí etc» 37Le reconoce hijo de Dios. Esperanza y temor – confianza (fe)
38
No se peca contra los hombres, no se peca más que contra Dios.
Dimas y el derecho al castigo.
39
Todos merecemos la muerte, la muerte total, como premio de nues-
tros actos temporales. 40Pero por la muerte del justo hemos merecido vida
eterna.
Meditaciones Evangélicas
41
Un punto de contrición. El escándalo farisaico era que perdonase
pecados. 42Es uno un bandido y si muere confesado se salva, y un hombre
honrado etc.
43
La piedad cristiana es, según S. Agustín, la miseria del pecado venci-
da por la fe, la humildad y el amor.
44
Dimas tiene fe amor y esperanza en D por Cr.
[BORRADOR C]
1
En este relato se salva un criminal, único a quien canonizó Cristo.
2
¿Cómo? Un hombre honrado... y luego... Un punto de contrición. Escán-
dalo farisaico que perdonase los pecados. 3Un bandido que muere confesa-
do se salva, y un hombre honrado que no cree etc.
4
Todos los que dicen esto no piensan más que en lo terreno y aparen-
5
te. Si eres el Cristo sálvate á tí mismo y á nosotros, es decir, evita el cas-
tigo, el dolor. 6El cristianismo no ha aliviado los dolores humanos.
7
Huir del dolor. Leopardi huyendo de él encuentra la infinita vanità del
tutto, la noia y aspira á la muerte. 8Origen del pesimismo y el nihilismo
(egoistas). 9Busquemos nuestra nada natural principio de nuestro Ser sobre-
natural
10
El problema del mal. El mal como castigo, es decir, purificación. El
castigo y el derecho á la pena. 11Justamente padecemos. Correccionalismo.
12
No padecía justamente, dicen. 13El delito es social; el delincuente
ministro de mal social. Hasta que punto. 14La sociedad le malea externa-
mente, empuja sus malos instintos, su pecado original. 15Y luego con la
vida le quita la fuente de su culpabilidad externa, pero le deja el alma y á
esta sólo juzga Cr. Rom. VIII 31-39. Librearbitrismo y determinismo.
16 17
Con su confesión venció Dimas á la vida y santificó su muerte. La
ley le condenó, su justicia, su fe le justificó.
18
El ideal jurídico y el religioso. Abogado = sofista. La ley es doctrina,
el Evangelio fuerza.
19
Ley y justicia. Fé.
MIGUEL DE UNAMUNO
20
Fé de Dimas. Por la creencia en lo que no se á la visión de lo que se
cree. Fé de Dimas en la resurrección de Jesús, schiboleth del cristiano. 21Fe
en la impecabilidad de Jesús. Justificación del pecado, según S. Agustín.
22
Dimas reconoció la bondad de Jesús y en este acto mostró su bondad.
23
El creer á otro bueno la honda revelación de bondad. 24Dimas que hizo el
mal que no quiso era bueno. 25Por esto reconoció la justicia de su causa y
esto le redime. 26No dice ¿qué pecado cometí contra vosostros etc
27
Hizo el mal pero no creyéndose bueno.
28
1. Si es el Cristo que nos salve del dolor. 29¿Qué haya hecho el cris-
tianismo por la especie humana? 30Sigue sufriendo el hombre.
31
Contradice a Mat. 5’, 17-18. 32La fe justifica, las obras legalizan la
justificación. 33La justicia humana que es Isaías 64-6
[BORRADOR D]
1
La oración de Dimas es una confesión y como tal acto de humildad.
2
Se confiesa á Cr. y Cristo le absuelve. 3Escándalo farisaico. Mejor el peca-
dor que se cree tal y por tal se tiene y pide á D. perdón que el justo que
se atribuye virtud. 4El fariseo y el publicano. Lo esencial es ser humilde.
5
Humildad de Dimas. Sólo la humildad ojos para ver lo divino. 6Omne
bonum in humiltate perficitur. 7De su humildad su fe, su esperanza, su
caridad. Esperanza y temor.
8
Tuvo además fe en su salvac (a) porque no se peca contra los hombres,
sino contra Dios. La piedad cristiana según S. Agustín
9
Dimas fe, amor y esperanza en D. por Cr. De Cristo á D. 10Se reco-
noce pecador y confía en la graciosa mediación de Cr. 11Cuando este justo
padece yo con mi padecimiento me justificaré, aceptandolo. 12Nada de con-
fianza en sí ni en propios méritos. 13Acuérdate de mí
14
La oración de D. es sufriendo.
15
La fe y la esperanza brotando del dolor. 16El dolor nos completa. 17En
el seno del dolor nos encontramos. 18Muero porque no muero. 19En los pla-
ceres temporales del mundo, de los pecadores, fondo de tristeza (Denifle 23)
Meditaciones Evangélicas
[BORRADOR E]
El buen ladrón
1
v. Janet’s repentance. 191. 195
2
«Hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por
99 justos que no necesitan arrepentimo»
3
El bandido generoso; el pasaje de Dostoyesqui.
4
¡Tiene buen fondo! ¡Es un infeliz!
5
Lo de Montero. Su vergüenza. No es un bandolero ni un desvergonzado.
6
El que es feliz y cree deberlo á propio mérito.
7
El cielo es chico.
8
El que atropella al que se le pone delante pero sin odiarle; el amor en
la lucha.
9
El desamor.
10
El delito es social; el delincuente ministro del mal social. Hasta que
punto. 11La sociedad le malea externamente, empuja sus malos instintos, su
pecado original. 12Con la vida le quita la fuente de su culpabilidad, pero le
deja el alma y á esta sólo Cristo juzga. 13V. urgente Rom VIII 31-39 Con
su confesión venció Dimas á la vida y santificó su muerte.
14
La ley le condenó, su justicia (su fe) le justificó.
MIGUEL DE UNAMUNO
15
Fe de Dimas. Por la creencia en lo que no se ve á la visión en lo que
se cree.
16
Dimas reconoce la justicia de su pena y esto le redime. 17«¿Qué peca-
do cometí contra vosotros naciendo?»
18 19
El mal ladrón dice: Si hay Dios ¿cómo sufrimos? La existencia del
mal prueba etc.
20
«...ut intellegant homines per eandem gratiam se iustificari a pecca-
tis; per quam factum est ut homo Christus nullum habere posset pecca-
tum.» Aug. Enchir. 36
21
Qua gratia homo Jesus ab initio factus est bonus, eadem gratia homi-
nes qui sunt membra eius ex malis fiunt boni
Aug. De dono persev. 67
22
Omne bonum in humiltate perficitur. Aug. 23Sólo la humildad tiene
ojos para ver lo divino, dice S. Ag.
San Pablo en el Areópago
La conversión de San Dionisio
[Borradores]
(CMU, col. 79/190 y 79/231)
[BORRADOR A]
S. Pablo en el Areópago
1
Por donde quiera que iba Pablo el converso durante su apostolado
tumultuaban al pueblo los judios de la dispersión, en cuyas sinagogas entra-
ba á disputar, y enojabanse con él á causa de su predicación á los gentiles
y de su doctrina respecto á la circuncisión.
2
Fué á dar al cabo en Atenas, corazón de la gentilidad helénica, ciudad
llena de recuerdos de cultura y de monumentos de la más elevada belleza
humana, donde esperó á Silas y Timoteo.
3
«16. Y esperándolos Pablo en Atenas su espíritu se deshacía en él,
viendo la ciudad dada á la idolatría. 17. 4Así que disputaba en la sinagoga
con los judios y religiosos, y en la plaza cada dia con los que le ocurrían.»
5
¿Qué es idolatría?
MIGUEL DE UNAMUNO
[BORRADOR B]
La conversión de S. Dionisio
Hechos XVII.
1
Oir cosas nuevas. Dilectantismo, modernistería. Curiosidad de estetas.
Respeto á toda opinión, á convicción no. Vide Hello pag. 110.
2
Culto al Inconocible entre otros dioses del Panteon, en que no Jesucristo.
Profanación del cristianismo.
3
Diletantismo. v. cuadernillos.
Panteismo. Helenismo. Panteismo búdico; lleva á la imbecilidad y al
opio. Schopenhauer. 4El panteismo helénico encajó en el potente persona-
lismo hebraico. Grandeza moral de la verdad de un Dios personal. Lucrecio
y los profetas.
5
Elemento religioso potente el sentimiento de la personalidad – en los
profetas – que impidió á los místicos más exaltados caer en panteismo o
espinosismo. 6En él vivimos y nos movemos y somos. No somos El, sino
que en El somos. 7Así cabe resurrección. No hay religión panteista, no cabe.
El supuesto egoismo cristiano y el impersonalismo, que hace estragos y lle-
va al nihilismo.
8
Misticismo cristiano, arranca del en él somos etc, de S Dionisio, y
huye por igual del panteístico estoicismo y del grosero epicureismo.
9
Mas así que oyeron hablar de la resurrección... Todos los neo-misticismos
son románticos, sensualistas, intelectualistas, todos tienen por base el nihilis-
mo. 10No hay verdadero sentimiento religioso, de la relación personal de cada
uno con un Dios personal, cuyo corolario es la inmortalidad del alma. 11¿Por
qué no se quiere pensar en otra vida? Meter ruido para no oir la carcoma.
12
Vers. 22. Supersticiosos es decir idólatras. Qué es la idolatría. El
Hombre, la Humanidad, el Yo abstracto. V, 69, 12. 13La idolatría el tomar
el ídolo, imagen, por la realidad, el medio como fin. El esteticismo es la
forma más refinada de idolatría.
——
Meditaciones Evangélicas
14
El hombre psíquico ó intelectual (los intelectuales) y el pneumático ó
espiritual. Los intelectuales no perciben las cosas que son del espíritu de
Dios. V. 10. 22
——
15
versillo 16. Lo que es la idolatría.
——
16
«Sed perfectos» equivale á decir «sed dioses!»
V. Salmo.
Cristo Dios y hombre, hombre perfecto. 17María la humanidad que
sube á Dios, Cristo Dios que desciende á la humanidad.
«Sed perfectos» El sobre-hombre.
18
María símbolo de la Humanidad. v. Bethlehem pag 99
Todos unos en Dios. Sujete á Cristo todas las cosas etc I Cor. XV 27-
19
28 Hebreos II. 8-11. Porque el que santifica (Cristo) y los santificados (los
hombres) de uno (de Dios) son todos (hijos) etc.
——
20
Se admite toda novedad, toda extravagancia, ocultismo, budismo, etc,
todo menos la fe y la liturgia católicas no siendo al modo de Huysmans,
como una friandise más, pero no en serio. 21El odio y el repudio se dirige á
la fe tradicional, á la del pueblo.
——
22
«Te oiremos acerca de esto otra vez.» Déjanos de la resurrección por-
que eso obliga á pensar en vivo en la muerte. La muerte.
——
23
S. Pablo comparece en el Areópago. La religión ante la ciencia. Su
lenguaje. Allí es donde dice el «en El somos etc»
——
MIGUEL DE UNAMUNO
24
La religión, la mística... literatura. Vease la carta de Orbe. Jacinto
Octavio Picón que por la forma se salvan
——
25
San Dionisio y la mística. Ideas erroneas acerca de la mística (Picón,
G. Serrano, Orbe, etc)
——
26
Adoración a la bestia. Apoc. XIII 4-10
París. Parisianismo. Babilonia-babilonismo. Vide Apoc. XIV 8 XVIII,
33. XVII todo él
——
27
Obsesión de la vida. Apoc. XIV, 13. I Tes. IV, 16.
Esteban se durmió en el Señor.
——
El reinado social de Jesucristo
[Borradores]
(CMU, col. 69/10)
[BORRADOR A]
Reinado social
Lema:
1
Estando Jesús á orillas del mar de Galilea seguido de gran muche-
dumbre atraida de las señales que hacía en los enfermos, tomó cinco panes
de cebada y dos pececillos, y dando gracias, dió á que los repartieran á los
cinco mil varones recostados en la yerba, y saciándolos aún sobró de lo que
habían comido. 2«Aquellos hombres entonces como vieron la señal que
Jesús había hecho decían: 3Este es verdaderamente el profeta que había de
venir al mundo. 4Y entendiendo Jesús que habían de venir para arrebatar-
le y hacerle rey, volvió á retirarse al monte, él solo» Ev. Juan. VI 14-15
5
Cuando las carnales turbas quisieron hacerle rey según su terrenal sen-
tido retirose sólo al monte, él, el Rey de los reyes (I. Tim. VI. 15)
6
Al preguntarle Pilato si era rey que sí, Luc. XXIII 3 pero su reino
no es de este mundo, «Mi reino no es de este mundo, si de este mundo
fuera mi reino mis servidores pelearían para que yo no fuese entregado á los
judios, ahora, pues, mi reino no es de aquí» Juan XVIII 36. v 37
7
Pero los judios no comprendían más reino que el terrenal, ni soñaban
más que en batallas. El Mesías un guerrero, Barcocebas.
8
Sólo soñaban con sacudirse de la dominación romana, no de la de su
carnalidad. 9Por eso le tentaron cuando respondió lo de dad al Cesar etc.
MIGUEL DE UNAMUNO
cristianismo borró esto, puso al hombre en directa relación con Dios, patria
del alma, y nos enseñó á llamarle padre.
19
El espíritu pagano culminó como en fruto práctico en el derecho
romano. Amos de esclavos, soldados. Moral de tribu. Adversus hostem. Indi-
vidualismo romano.
20
Entró en lucha con el espíritu cristiano; en Grecia con el esteticismo,
con el legalismo en Roma. 21Tal es hoy el proceso, una lucha de estos dos
elementos. El derecho romano con el Evangelio, las XII tablas con el ser-
món de la montaña.
22
El paganismo, que parece borrado de lo individual, refugiase en lo
social V 77, se refiere á la colectividad y hay dos morales.
23
Parece un absurdo aplicar á las relaciones internacionales la moral de
las privadas. 24Los que condenan el duelo exaltan la guerra, porque no hay
tribunal superior!! Legalismo! (e)
25
La guerra. La guerra santa. Origen de la guerra. La guerra ¿es ele-
mento de cultura? (h) Batallas. Antiguo testamento. Sentimientos de odio.
26
¡Arrasarlos! ¡Son unos bandidos! ¡Acorralarlos en sus guaridas! 27«Nada de
transacciones con los insurrectos (tagalos) ó se rinden á discreción ó son
exterminados como demanda la mucha sangre vertida por aquellos crimi-
nales.» El imparcial lunes 11 oct 1897 (d) 28La justicia del legalismo brota
del odio, de la venganza. Odio al criminal V 93.
Meditaciones Evangélicas
29
Del militarismo el honor caballeresco, opuesto á la santidad cristiana,
Marc VII 15 el no enmendarla, la vileza de la cobardía. El derecho del más
fuerte y la nobleza leonina. 30El culto al honor, la relig del honor El honor
es la soberbia. (g) El honor y la gloria militares. (l) La gloria! v Juan V 41,
44
31
(c) Y luego ¡perdonanos nuestras deudas! V 76
32
La guerra santa. ¡Guerra santa! Las cruzadas! (i) «No matarás» 33No
resistir al mal. El que á hierro mata etc. Mat XXVI 52 v. Sermón de la
montaña. (o)
34
¡¡Naciones cristianas!! «Si alguno no tiene el espíritu de Cr. el tal no
es de él» (Rom. VIII 9)
35
(b) El reinado de Jesús es el reino de Dios, no de paz y de amor.
36
Reina en el corazón de cada uno y desde allí dentro irradia y une por
impulso íntimo haciéndolos uno en el Espíritu. Reinado de humillación
Ecce homo
37
El nuevo mundo. «Esperamos cielos nuevos y tierra nueva, según sus
promesas en los que mora la justicia» II Pedro III 13 v. Rom VIII 21.
38
Como hemos de hallar ese mundo nuevo II Pedro III 14
39
Mi reino no es de este mundo. Mat VI 33 Rom. XIV 17. I Cor IV
40
20. No rogó por el mundo. (V 62 y pasajes Mundo, Cristo, Intestinas
41
El reinado de Cr. espiritual, en cada alma. De aquí irradia. La moral
internacional.
42
Qué? El mundo un cenobio. Y el progreso? Etc. (f) Utopias!
43
Utopias!! «Sed perfectos...» Mat. V 48. Dios manda lo imposible y
da gracia para alcanzarlo. 44Es más difícil que entre un rico etc, es decir, es
imposible. Marc XI 25-27 45Pero sigue diciendo.
46
Hay que anhelar el reino de Jesús precisamente porque no es de este
mundo. Fuerza del anhelo.
47
El reinado de la justicia. Remota iustitia quid sunt regna nisi mag-
na latrocinia. Aug. Civ. Dei IV 4
48
Justicia y ley. Legalismo. Gal II 21
MIGUEL DE UNAMUNO
49
No á derogar la ley, á cumplirla. Qué es cumplir la ley. Dios Padre.
50
En la ley antigua Dios de los ejércitos y de la ley, y como nuncios de Cris-
to los profetas de la justicia. En la ley moderna
51
Psíquicos y pneumáticos. v. Jud 19
52
Legalismo romano. Derecho y deber Supremas categorías del moralis-
mo farisaico. – gracia y sacrificio. 53Ihering y la lucha por el derecho.
54
Cuadro del mundo cristiano. II Pedro III 13 Hechos II 44 sigs. Rei-
no de amor, no de ley, familia, todos hermanos. Amor I Juan IV 7, 8, 11,
12, 16, 18. Amor, amor
55
Ep II Juan III 18
56
Como se logra paz? «Ponte primero á ti en paz y después podrás apa-
ciguar á los otros» Imitac II III 1. La guerra interior
57
La guerra es odio. Dar la vida por nuestros hermanos I Juan III 16
Cómo? El reinado del Amor, es el del Espíritu.
58
Amor al prójimo, no al hombre abstracto. En nombre de la patria se
sacrifica á los hombres.
59
La patria cristiana. El que no aborrezca á padre y madre. etc La Jeru-
salem celestial. 60He ahí tus hermanos. Apoc III 12, XXI 2 Gal IV 26 Har-
nack III 138
61
Dios Padre, todos hermanos. Utopía. 62 La religión no algo aparte,
sino fundido, no mezclado en la vida. 63No hay un estado especificamente
cristiano. Cristiano en el matrimonio, la familia, el Estado, la profesión.
64
Que la vida sea oración. No oir una misa y luego á lo profano. Lo reli-
gioso es un modo de hacer todo y de ser todo. 65Todo es culto, se adora
obrando y trabajando. Todo el que cumple su vocación es martir. v Har-
nack III 107-108
66
Reino sin historia
67
Individualismo religioso, el del asceta, engendra el socialismo. Los
monjes y el internacionalismo monacal. 68Qué relajó á las órdenes? 69El que
haciendo cada monje voto de pobreza era el convento ambicioso y codicio-
so de bienes. (k)
Meditaciones Evangélicas
70
Fin del reinado social I Cor XV 2-29. II Pedro I. 4 Unidos cada uno
á Cristo por Cristo unidos todos, en uno.
71
(a) Reino de la caridad. «Caritas perfecta perfecta iustitia est» De nat
et grat. 84 S Ag. (v. Harnack III 107) La ciudad de Dios
——
72
(b) En estas naciones la religión se estima como una fuerza social,
aprovechable para fines paganos, para contener las turbas etc 73En lo ínti-
mo, en el estado de las almas nadie piensa, ridículo. 74La política se des-
arrolla en la tácita hipótesis de que el hombre no muere. Hay partido cris-
tiano!!! 75«Buscad el reino de Dios etc» Mat. VI 33. No se cree en esto.
76
A Dios rogando y con el mazo dando sobre cabeza ajena.
77
Persiste la ceguera judaica Harnack II 441.
——
78
(c) La gloria y la historia. Vivir en la historia. La historia es humana,
lo religioso es intra-histórico. 79Que hable la posteridad ¡vaya una inmor-
talidad! Vivir en la memoria de las gentes. Los sin historia.
——
80
(d) En sermón del obispo de Madrid el dia de Ramos, 3 abril 1898,
refiriéndose al conflicto hispano-yankee que si son infinitas las tristezas y
horrores que trae aparejada una guerra son mayores los horrores y tristezas
de un pueblo sumido en el deshonor.
——
81
(e) No se cree más que en la ley y la fuerza. Iustitia elevax gentes, etc
——
82
(f) Eso sería bueno si los hombres fuésemos ángeles. 83Es decir que
puesto que no lo somos no debemos tender á serlo. 84Eso es imposible etc
Es menester que haya escándalo
MIGUEL DE UNAMUNO
85
No hay que capitular con el mundo.
86
Si los buenos no resisten y se defienden prevalecerán los malos. Fal-
tos de fé! 87Hay mejor escudo que la bondad? Porque no es tal bondad se
defiende y oculta bajo el pretexto de propia defensa su corrupción.
88
Hay en el que castiga algo de odio.
——
89
(g) El honor es la religionización de la voluntad individual soberana,
del derecho de la fuerza. 90Queda deshonrado aquel cuya voluntad se des-
conoce. Deshonra del marido, burlado, no desgracia. 91La mujer le ofende á
él, no al matrimonio ni á Dios; hiere su voluntad de que sea él sólo, no su
juramento ni el sacramento de la ley. 92Un cabrón es en el fondo un hom-
bre que no sabe imponer su voluntad. 93Está herido su derecho á usar exclu-
sivamente de ella, y por eso es delito el adulterio, pero á la vez está herida
su voluntad. v. Calderón. 94El honor sólo se lava con sangre. El honor es
patrimonio del alma.
——
95
(h) Falta saber si tal progreso por la guerra ó á pesar de ella. La his-
toria nada prueba, porque no admite contraprueba. 96¡Elemento de cultura!
De qué cultura? Cultura y civilización. Tal vez sin guerras otra civilización.
La guerra ha creado una cultura de fondo belicoso. 97Roma y Cartago. Lo
malo de Cartago que no encajaba etc.
98
La guerra ha hecho la cultura militarista. Un mal necesario! ¡Blasfe-
mia! No hay males necesarios, y contra esta supuesta necesidad hay que
luchar. 99La libertad es luchar contra la necesidad del mal. Seamos libres.
100
Muy humano! A lo sobrehumano debe tender el hombre.
101
Si vis pacem, para bellum!!!
102
La guerra como pedagogía nacional, escuela de disciplina. El solda-
do que razona y discute es un mal soldado. Obediencia ciega.
——
Meditaciones Evangélicas
103
(i) Soldados abriendo paso á los misioneros. Campeones del cristia-
nismo. La religión á palos. (m)
——
104
(k) El reino de Dios, de paz etc es interior, está dentro nuestro y no
vendrá por sorpresa. Luc. XVII 20, 21.
——
105
(l) El heroismo. Heroismo é insensibilidad. «O vencer ó morir» es
la frase del cobarde, del que teme la deshonra (?) del vencimiento. 106O con
el escudo ó sobre el escudo. Heroismo pagano. Los mártires no resistían ni
se defendían. 107El heroismo del martir es porque atestiguaba algo. Lo que
atestigua da valor al sacrificio.
——
108
(m) El derecho de la civilización, Carlo Magno contra los sajones (á
civilizarlos á lo franco, no á lo sajón) la Orden teutónica contra los prusia-
nos, los españoles contra los Incas. El pacto ante Luque de Almagro y...
——
109
(n) Honras padre y madre incluye obedecer á la autoridad. El matu-
te. El bandido generoso.
——
110
(o) Se dice que una nación no tiene derecho al suicidio. 111Vale más
que muera como la semilla de trigo (S. Juan. XII 24-25) para renacer en el
pueblo (pueblo y nación) porque si ama su alma en este mundo (su reflejo
en la historia) perecerá. Misión de las naciones!!
112
(p) Es menester que Cristo vaya, para que el Consolador, el Espíritu
de Verdad venga. Juan. XVI 7
113
No armarse v. Harnack III 366
114
Cristo dice «he venido á traer espada y guerra»
115
Es menester que haya escándalo y guerra
MIGUEL DE UNAMUNO
[BORRADOR B]
Reinado social
1
El duelo entre naciones – El honor nacional y en pundonor humano.
– Derecho, deber y sacrificio. – Derecho romano es paganismo.
2
«Nada de transacciones con los insurrectos (tagalos): ó se rinden á dis-
creción, ó son exterminados como demandan la mucha sangre inocente vertida
por aquellos criminales.» (Lo subrayado, por mí)
El Imparcial lunes 11 oct 1897
3
Jesús huye cuando las turbas quieren hacerle rey. Ev. S. Juan VI 15
Quisieron hacerle rey cuando había multiplicado los panes
4
Mi reino no es de este mundo. No ruego por el mundo... v. cuaderni-
llo V, 62. y pasajes de Mundo, Cristo, Intestinas
5
El reinado social de J. C. es el mismo reinado en cada alma, es su rei-
nado espiritual, no es nada nuevo. Es una moda. ¿Qué novedad es esa?
Novedad de palabra.
6
La guerra; sentimientos de odio. ¡Arrasarlos! ¡Son unos bandidos!
7
¡Acorralarlos en sus guaridas! Odio al criminal, v. Cuad. V, 93 No basta
hacer el bien, hay que ser bueno, cuad. V, 87. y otros.
8
Perdónanos nuestras deudas Cuad. V. 76
9
¡Utopias! utopias? «Sed perfectos etc» Hay que aspirar á la perfección.
Mat. V. 48 10Dios manda lo imposible, y da gracia. Es más dificil que entre
un rico etc, es decir es imposible, pero sigue diciendo...
11
El sermón de la Montaña aplicado á los pueblos.
12
El honor humano en lo social.
El paganismo refugiado en lo social V. 77. El derecho romano.
13
Mi reino no es de este mundo. El reino de Dios Mat VI. 33. Rom.
XIV. 17.
I. Cor. IV. 20
Imit. III. XLIII. 3. Sant. III 13-18
Meditaciones Evangélicas
14
Fin del reinado social I. Cor XV 26-28 Participar de la nat. divina II
Pedro I, 4
Patriotismo. La patria celestial y la terrena.
15
Todos unos, hermanos todos.
Moral de tribu.
El nombre de España.
16
El sentimiento patrio entre los judios. El Mesías un patriota. Deci-
dieron los fariseos matar á Cristo para que los romanos no borrasen la
nación judía, hacerle víctima del patriotismo.
17
«El que no aborrezca á padre y madre...» Cómo ha de entenderse. La
patria la idealización de todo lo terreno.
18
Porque se aborrece á las órdenes religiosas. El internacionalismo
monacal; los más individualistas más socialistas. 19Qué relajó á las órdenes?
El que haciendo cada monje voto de pobreza era el convento ambicioso y
codicioso de bienes temporales.
20
El nuevo mundo. «Esperamos cielos nuevos y tierra nueva, según sus
promesas, en los que mora la justicia» II Pedro III 13 V. Rom. VIII.
21
21
Como hemos de hallar ese nuevo mundo, II Pedro III 14.
Ley y justicia. Legalismo. Gal. II 21
22
Harnack. I. 68 Zusatz. 1.
Moralismo y religión. Tennemann 7. 315.
23
El que á hierro mata á hierro muere. Vease el sermón de la Montaña.
«No matarás»
Al fin consideraciones sobre el reinado de la ley y el de la justicia.
24
«Hijitos mios, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y de
verdad» Ep II Juan III 18
25
En la ley antigua, reinado de la ley, batallas, guerras, etc. La guerra
elemento de civilización primero, mal necesario; mas hoy ya no.
MIGUEL DE UNAMUNO
Sed perfectos
26
«Cualquiera que permanece en él no peca; cualquiera que peca no le
ha visto ni le ha conocido» I Juan III 6
27
Como Cristo dió su vida por nosotros, nos por nuestros hermanos. v.
I Juan III 16
El amor es de Dios I Juan IV 7
28
«El que no ama no conoce á Dios, porque Dios es amor» I Juan IV
8, 11,12
Amor, amor, amor
El reinado del Amor
29
«Dios es amor» I. Juan IV 16
En el amor no hay temor “ “ “ 18
30
En la ley antigua Dios el Dios de los ejércitos y de la ley, y como
nuncios de Cristo los profetas de la justicia (y de la paz), en la ley moder-
na Dios es Padre
31
Principio. Cuando panes y peces. No quiere ser rey. Quiere reinar en
el corazón de cada uno, dentro de ellos, y desde allí irradiar y unirlos por
impulso íntimo, hacerlos uno en el Espíritu
32
La gloria! «Gloria de los hombres no recibo» Juan V 41. v. 44.
«¿Eres tú el rey de los judios? Y respondiéndole él dijo: Tú lo dices»
Luc. XXIII 3
33
No vengo á derogar la ley, sino á cumplirla. Qué significa el cum-
plimiento de la ley.
Dad al Cesar etc Mat. XXII 21. Marc. XII, 17
34
Pervierte la nación y veda dar tributo á Cesar, diciendo que él es el
Cristo, el rey. Luc. XXIII 2.
Rey de los reyes. I Tim. VI. 15
Meditaciones Evangélicas
35
«Mi reino no es de este mundo; si de este mundo fuera mi reino mis
servidores pelearían para que yo no fuese entregado á los judios: ahora,
pues, mi reino no es de aquí» Ev. Juan XVIII 36. v. 37
36
Reino de Cristo. Colos. I. 3.
San Miguel no se atrevió á maldecir al diablo. Ep. Judas 9-10
37
Se obedece y no se cumple. Se cumple y no se obedece. Obedecer es
fe, cumplir obra.
La nueva Jerusalem. Apoc. III, 12, XXI 2.
Gal. IV. 26
38
Tibieza Apoc. III 15.16
Persistencia del Antiguo Testamento. Harnack II 441
El que á hierro mata á hierro muere Mat. XXVI 52
39
La religión potencia social Mat VI 33
«Caritas perfecta, perfecta iustitia est» De nat. Et grat 84. S. Agustín
(v. Harnack III 107)
40
Lo racional y lo moral. Lo bueno es verdadero por ser bueno. Dios el
punto de unión de la inteligencia y la voluntad. (v. Harnack. III 110)
41
«Remota iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia?» Aug. Civ.
Dei. IV. 4. v. acerca del reino de D. Harnack III 138
42
Precisamente porque no es de este mundo hay que anhelar que ven-
ga á nos. Fuerza del anhelo
MIGUEL DE UNAMUNO
[BORRADOR C]
——
Ciencia social.
1
Frase repetida, pura vaguedad, monserga.
Cristo y el Corazón de Jesús.
2
Paganismo y cristianismo.
Paganismo en las relaciones internacionales.
3
El individuo y el Estado. Perdonar las injurias.
4
Se apoyan en el paganismo social para satisfacer sus instintos. La gue-
rra, el asesinato y el pillaje. La guerra santa.
5
El honor y la santidad. El falso honor del desafío y esos mismos hablan
del honor nacional y del desafío (guerra) nacional.
[BORRADOR D]
OTROS DOS MANUSCRITOS RELACIONADOS
Sermón sobre la sencillez
(CMU, col. 70/5)
MIGUEL DE UNAMUNO
11
¡Qué tormentas en su corazón, hermanos mios! Al pensar en la muer-
te ¡qué sacudimientos de íntimo horror! El vacío.
12
Y si llegan á la calma es la calma seca del páramo helado, se les ha
secado el alma, son sombras lo que por ella circula!
13
El heroismo de cada momento, la santidad de todos los menudos
actos.
El soberbio es esclavo, vive para el mundo.
14
¡Qué horror a profesión de fé! Y creo todo lo que cree la Santa Madre
Iglesia. 15El niño y su madre, ella guia sus pasos.
16
El don de lágrimas concedido al sencillo. La Santa Lágrima de la igle-
sia de la Trinidad de Vendoma. Sangre del alma según San Agustín.
17
«Dabat pro cantu lacrymas plebs ignara canandi» San Bernardo. 18El bea-
to Domingo del Paraíso lavaba con lágrimas las manchas del alma, Santa
Odila rescató el alma de su padre llorando cinco dias con sus noches sin
cesar hasta quedarse casi ciega.
19
Llora para adentro el soberbio y las lágrimas le amargan el corazón.
20
¡Lágrimas terribles las del soberbio, no rocío de la gracia, sino acti-
vadoras del fuego!
21
Y cuando quiere llorar y no puede?
22
Imitac Cristo. Lib I. Cap. I. 3. II 1. 2. III. 3
23
V. en el index simplicitas
[Plan del Tratado del Amor de Dios]
(CMU, col. 75/63)
1
Prólogo. Lo que me propongo. Tratado >del amor<... y no guia, y del
amor y no del conoc. El conocimo esencial ó vital. San Pablo en Atenas.
Que es la religión Pfleiderer 329.
2
I Amor de Dios y conoc de Dios.
3
II Que es amor. Hay que amar para conocer y conocer para
amar. sup[El que conoce por dentro, sus-] inf[tancialmen-
te, compadece.] Nihil cognitum quin praevolitum.
tras
[Amar es compadecer El hombre quiere ser compade-
cido. El pobre. No dolor como mi dolor Amar es dese-
sperarse. Amor y muerte. Amor sexual, perpetuar el
dolor.] Conoc. sin amor, lógico, pasivo.
4
III Objeto del amor: Dios. El Dios lógico ó aristotélico. Supues-
tas pruebas de su existencia. Prueba de San Anselmo.
tras
[El Dios, por remoción] Tránsito al Dios del amor.
tras
[Conoc. amoroso. Desengaño de todo amor. Compa-
sión] La idea de Dios, no Dios mismo.
5
IV El Dios del amor. sup[El amor personaliza cuanto ama.] La
personalización del Todo sup[para salvarnos de la vida].
Dios la persona total, el Todo personalizado. Su existen-
cia, que es existir / >Concepto de Dios deducido del amor.<
tras
[de la congoja. Terrible dejar de ser, terrible ser siem-
pre no siéndolo todo, es decir, dejando de ser uno. Ser
MIGUEL DE UNAMUNO
Meditaciones Evangélicas
MIGUEL DE UNAMUNO
APARATO CRÍTICO
Nicodemo el fariseo
ENMENDACIONES EDITORIALES
3. ex profeso] exprofeso
8. ultima ratio] última ratio
60. XIX, 38-42.] XIX, 38-48.
65. acogerse] acojerse
74. naciere] naciese
155. – se dice Nicodemo –] – se dice Nicodemo,
164. Hijo] hijo
171. ¿Que] ¿Qué
181. ¿qué] ¿que
182. éstos sí] éstos si | aquello] aquéllo
210 es un horror] «es un horror
233. como Él] como él
251. quieres] quiéres
252. Jerusalem] Jerusalen (se ha enmendado en Jerusalem y no en Jerusalén
–igual que abajo en el fragmento 296–, porque en todos los autógrafos de las Medi-
taciones Unamuno elige esta grafía: cfr. JyS 70, 77; N-borrador, 169, 208; JyS-
borrador 64, 69; RSJ, Borrador A, 59; RSJ, Borrador B, 37)
276. se entienda] se entiende
283. prevé.»] prevé.
PAOLO TANGANELLI
El mal del siglo
VARIANTES PRINCIPALES
PAOLO TANGANELLI
sup
25. [al Dios personal y vivo al Dios que es Amor y Amor paternal]
30. del[a] fantasmainf[goría] para | y ha >desmoronado sillar á sillar el
optimis< desvanecido
sup
31. [ó trasgos] | golpes de >éste mismo los< críticos
36. no nos >llena ¿< satisface
38. vivamos] vivimos: a sobre la segunda i
42. tutto>!<, del vacío
43. es >van< el salmónico
44-45. Escrito en la vuelta de la cuartilla, como indica la nota del autor (á
la vuelta) colocada en la interlínea entre los fragmentos 43 y 46
48. mostrado >sup[esta]< nuestra
51. moderno inf*Hamlet >Haeckel<
52. la del >antiguo< típico
54. >Ya qu< Siendo
59. pienses en *que >cuando<
62. pensaba en >vivirla en [?]< concentrar | calculaba >quedarle< le
quedarían
sup
63. paganismo [el]
64. añadiendo >– «si< que
68. habituando á >no ver á la muerte< no sentir
69. una x, >una verdadera cantidad imaginaria< y raro
70-72. Escrito en la vuelta de la cuartilla, como indica la nota del autor (á
la vuelta) al final del fragmento 69
sup
70. [velada á sus ojos,], sobrecogidos
76-77. ella? >Todos los dias desaparecen fenómenos< Si mi conciencia
70. angustia >de dolor< vienen
Meditaciones Evangélicas. APARATO CRÍTICO
81. ¡Egoísmo! >Fent< Frente | sacado >un altruis< eso | así >hemos
v< se ha vuelto
82. Escrito en la vuelta de la cuartilla, como indica la nota del autor (á la
vuelta) al final del fragmento 81 | y en su *odio >horror hacia< al potente |
que >condu< con el nirvana
83. entristece *á tantos espíritus modernos >el ocaso de este nuestro
siglo<, el mal del siglo >de< que
84. ante el >torm< temor a tormentos >fust< que atiza
89. fantasmas >tangibilida< cosas | el punto tacha una precedente coma
91. llamado >social< más especialmente
93. alma >, su yo concreto,< á un individuo
94. y de la >jus-< ley justicia
95-97. Escrito en la vuelta de la cuartilla, como indica la nota del autor (á
la vuelta) al final del fragmento 94
96. Ser esclavo] S sobre E
sup
99. los [tales] estetas
101. planta >arqui< ornamentales en >agri< arquitectura
103. sensual, >del estilizado al podrido< de la sensualidad
104. >Lo que más apena< Al ver | Al ver] al ver: A sobre a | de que
*la muerte les >al morir se< anula>n< por completo
sup
107. cada >un< hombre venza [a] su
109. contrario *pensase >temblase< | la que habría] l de la escrita sobre
una h
110. Escrito en la vuelta de la cuartilla, como indica la nota del autor (á la
vuelta) colocada en la interlínea entre los fragmentos 109 y 111 | sup[le] brotará
112. radicales:] los dos puntos tachan un punto y coma
115. «¿qué >cosa< es verdad?»
116. ¿Qué es >la< verdad?
PAOLO TANGANELLI
sup
118. pero [y] la relatividad
sup
122. que es [de] que
123. todo, >y< (1. Cor. XV, 26-28)
124-127. Escrito en la vuelta de la cuartilla, como indica la nota del autor
(á la vuelta) colocada en la interlínea entre los fragmentos 123 y 128
125. María] M probablemente sobre A
TACHADURAS ILEGIBLES
ENMENDACIONES EDITORIALES
Jesús y la Samaritana
VARIANTES PRINCIPALES
PAOLO TANGANELLI
ENMENDACIONES EDITORIALES
Nicodemo el fariseo [Borrador]
VARIANTES PRINCIPALES
sup
3. [vaga] | suyos, >de< que oyen
sup
4. bañan] vayan: bañ sobre vay | [de inmortalidad impersonal tal vez]
5. Oyensup[do] | corazón >á los ojos< rebosante sup[y opreso] | les >sube
al< llega | creciendo. inf[aguas sobre que incuba el espíritu de Dios.]
8. en la >esclav< desnudez | cuando >piensa que á< cree
9. Pidanle] i sobre e | suicide >, pero< moralmente
sup
17. soy. [Que] Sin
18. hacer] nacer: h sobre n
23. Dios, >el< que
sup
24. *meditado >pensado< | [Nicodemo]
26. solemne >reali< y única realidad
28. imaginamos >exten sustentar< correr | presente, la >on< perma-
nencia
29. Es una >cosa< meditación | tiempo >como forma de la eternidad,
de< descansando | de nuestra >fluyente< vida fluyendo
32. hiciste] s sobre e
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. APARATO CRÍTICO
69. >Y pue< Intérnate | costra >que< de tu alma | bien que quiero]
bien que quiera: o sobre a
72. Todo esto >parecen sutilezas te[?] pienso< parece | enterrado,
>como buen fariseo,< en el moralismo >, no< sup[farisaico no] penetra en
>e<la religiosidad
sup
74. mal>?< ¿qué importa que [no] sientan *bien >mal<?
75. y >se< pregunta
sup
80. [Num. 21. 9. 1]
81. Hijo] hijo: H sobre h
90. >Y no c< Y en vez | lo he >averiguado y< aprendido
95. [Pero] >Mira Nicodemo< hay
sup
96. [nuestro] Nicodemo | estado >de< tal de exaltación
97. ellos >se aho< se hunden | pura, >estos< á estos
sup
99. [cuando] | creerle si>n< te dijere
100. *sin >de< la letra | espíritu, >qui< intentas
101. Hijo] hijo: H sobre h
102. te >las< puede
103. de Dios, >que< de Dios
104. sus >h< ojos
107. el pueblo] al pueblo: e sobre a
109. La y que sigue tu ciencia tacha una coma | hablado, >contra Dios<
sin saberlo | contra El >que< y contra *el profeta >la Iglesia< | contra El]
contra el: E sobre e | Egipto >de< en que | sentiste>s< sobresaltos
110. calma, >nuevos< extraños
sup
112. que cree [que] no cree
114. entonces>, á< él | sufría de >harto< inapetencia, >á< lleno | le
muerde, >Y ve ent< la cruz | la coma después de muerde tacha probablemente
un punto
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. APARATO CRÍTICO
PAOLO TANGANELLI
189. desde la >v< nocturna visita | apeló á *su >la,< ley, á la de ellos,
>p[?]< en favor
190. que es >todo< muy alto
191. ídolo, >ex< demandas | saben >la< la ley
196. mira si >del los suen< de la región
200. Jesús >e[?]< su divina
201. fariseos >le< llevaron *la >la< mujer
202. á solas, >desv< huidos
203. >N< / Nicodemo supo | y plazas >enseñanzas< palabras de vida,
y >le vió a cuando el ciego curado de su ceguera< oyó
206. Y entonces y] y tacha una coma | decidieron] la primera e sobre una i
210. Los sencillos] Las sencillos: o sobre a | con palmas á>l Sa< Jesús |
la ciudad] el ciudad: l de la tacha el
213. sedicioso y >la m< de la muchedumbre
214. Jesús, >enton al< por fín, >p< viendo | ellos *á >con< su Padre
| seamos uno >sup[sin distin]< en Dios
215. á juicio, >primero ante el sup[soberbio] romano que le escarneció
mandando le azotasen y burlasen, como á ludibrio de las gentes, después
ante el rencoroso<
216. Y Nicodemo?] la primera o de Nicodemo lleva un acento tachado |
seguir >con< desde lejos | sobresaltos, >todo< estos | y él, *de los >el<
fariseo[s], esto es, *de >e<l[os] ferishim, >el d< de los distinguidos | los
>vulgares y los< llamados vulgares
217. de la >fiesta< feria | acudiría >con el pueblo al pretorio< frente
218. con >vestido manto rojo manto de irrisión y con< manto de grana
219. el pretor >ála p< al populacho
220. el pueblo >p< gritaba | versatil que >ayer< hoy | palmas al >que
le< enviado
Meditaciones Evangélicas. APARATO CRÍTICO
sup
221. tal vez >la< el amoroso | piedad >hacia< para | [á la víctima]
y odio sup[al verdugo]. [(c)]
sup
223. y >e<la plebe [(b)] gritaba
224. sup[escéptico] espíritu | justo, >y< á terminar | el pueblo, >pedía
tragedia< religioso
225. aquello] aquella: o sobre a | entregó el] entregó al: e sobre a
226. lloró >con< acaso >con< hacia dentro con las >hijas muchedum-
bre< mujeres | lloreis, más] m de más sobre p
sup
228. asco [farisaicos] | [(d)]
229. gentes y >tal vez recordara< se le evocara
231. sintió >e<l[a] *carga >peso< toda aquella Cruz >levan< que se
destacaba
234. >Y vió como le rompieron las rodillas piernas y le abrieron el
costado< Murió >al cabo< Jesús | rompieron] rompían: ieron sobre ían
238. Y en *el >aquel<
sup
239. de [la] pascua
245. en los >balsa fe< perfumados | afecto >en se< enterrolo
246. nuevo, >p[?]< donde
247. Magdalena>, la arrepe< fué de mañana, >y< aún oscuro
248. Magdalena, >y al sin conf< tomole
251. en público>, le lavó< le regó
254. besaste, y] y sobre una probable m
255. *untaste >ungiste< | untado >los< con ungüento
257. cuando >los com< al decirla | el punto interrogativo después de peca-
dos tacha un punto exclamativo
260. que >te< si quería | regar con las] regar con sus: la de las sobre su
| [de su alma] y *enjugar >limpiar sup[?]< con sus *energías >cabellos< y
sup
PAOLO TANGANELLI
TACHADURAS ILEGIBLES
Meditaciones Evangélicas. APARATO CRÍTICO
PAOLO TANGANELLI
ENMENDACIONES EDITORIALES
El mal del siglo [Borrador]
VARIANTES PRINCIPALES
1. La *mal >muerte<
2. *Sentido >Mirado< | de *sentimiento, >vista< | en que tras*una gran
fatiga, la fatiga del racionalismo intelec >una in mal sup[gran]de fatiga
sumerge< | desorientados sup[sumerge]
3. ideas muertos *cuando no >y algunos< abortados
4. este] esta: la segunda e sobre una a | y >á rato< á>l< fijarse bien >el
ocaso< aparecesup[senos el tal ocaso cual]
5. la >vida< ostensible vida | de *cada uno de los hombres >todos<
7. hecho sup[social] | una *enervadora >enervante< |
movimiento*expansivo >centrífugo< | fuera] tacha fué | sup[el] de aquella
sup
[recogida] edad de >crisalida< sociedades crisálidas
sup
9. pasado [ya] | colmo] culmen: la primera o sobre una u, la segunda o
sobre en
sup
10. de[l] [caballeresco] | en el >eterno< cristiano
sup
12. el [humano]
13. íntima, >dejando la ilusión del destierro< desengañados
15. Hablan de >sup[negra]< sup
[de la ola de la] reacción *más o menos
negra*; de>l< inf[su] ritmo
PAOLO TANGANELLI
sup
16. [reacción,]
17. que >trajeron y< predicaron; positivismo >y el< agnostico | agnos-
tico] agnosticismo: la última o sobre ismo | sido >si< generaciones | absten-
ciones >dogmati< intelectuales | vivificante, >e<la oculta | sup[(a)]
sup
18. [por ellos] | las almas] l de las sobre s
sup
19. subsistir [moralmente]
sup
20. [intrínseco]
21. amenazasup[ba]
22. ojos de[l] *fantasma para volverlos >la ilusión y volviéndola< |
nacer el] nacer la: el tacha la | *poderoso florecimiento >potente explosión<
| sup[y han] desmorona>n<do sup[sillar á sillar]
25. darme] darnos: me sobre nos
sup
26. [por fin]
27. sup[cuanto antes] | que >no sufran< nuevas conciencias sup
[no sufran
>e<l[a] pesada broma de la existencia?]
sup
28. [y el vivir por el vivir mismo no nos llena]
sup
30. ha *endechado >cantado< al reposo [inacabable] | ha llamado
sup
[á] | llamado] tacha pedido | como sup[á]
sup
32. caerse de[l] >una< alto | [de ella.]
sup
33. eterna>!< [y de vanidad y humo de todo!]
34. de un >todo< mundo fenoménico, >!< >[¡Mi yo, que me arreba-
tan mi yo! gritamos hoy con Michelet de]< [(f)]
35. desilusión >algún< se | >¡<como
sup
36. [(d)]
37. Sí, >algo se buscó la perfección por< quisimos | quisimos] quiso:
imos sobre o
39. O >se muere o no se m< al morir | el punto tacha una coma
40. repiten >los< ren*el* moderno>s< Hamlet>s<, obsesionado>s< por
la>s< sombra>s< de su>s< padre>s< que les pide>n<
Meditaciones Evangélicas. APARATO CRÍTICO
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. APARATO CRÍTICO
PAOLO TANGANELLI
TACHADURAS ILEGIBLES
ENMENDACIONES EDITORIALES
1. El mal] La mal
3. muertas] muertos | abortadas] abortados
15. Hablan de] Hablan de de
40. repite] repiten | le pide] les pide
48. caso.] caso.,
49. aun] aún
54. L’Abbesse] L’Abesse
76. ha sustituido] á sustituidos
97. apena esto] apena que esto
121. la relatividad misma] lo relatividad mismo
Jesús y la samaritana [Borrador]
VARIANTES PRINCIPALES
1-2. Debajo del título aparecen estas palabras tachadas: >Yendo Jesús de
Judea á Galilea tuvo que pasar por Samaría, región de semipaganos, despre-
ciados por el pueblo de Israel. C[?]n Y al llegar cerca de la ciudad de Sicar,
cansado del camino, sentose junto á la fuente de Jacob, hacia la hora de sex-
ta.<
sup
2. [Evang. San Juan IV]
3. *Galilea >Samaría<,
8. *El alma de cualquiera >Nosotros, samaritanos, Cualquiera< | sama-
ritanos>,< espirituales | sup[como los demás]
9. pozo, >nos encontramos< á la hora
10. las honduras] los honduras: a de las sobre o
sup
13. y [sigan] adoransup[do cual á Dios]
sup
14. lo que [aun] | saber, >el< es lo
sup
19. demandas >á mí< de beber [á mí],
tras
20. decimos, >*me* nos< pides | [, no a refrescarte]
sup
23. [y no á darte de beber.]
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. APARATO CRÍTICO
TACHADURAS ILEGIBLES
ENMENDACIONES EDITORIALES
La oración de Dimas [Borradores]
[BORRADOR A]
VARIANTES PRINCIPALES
2. aun] aún
3. el punto tacha una coma
sup
6. prometiera >solemn< el cielo | fué [á] un malhechor
inf
8. [de la religión]
9. marido, >buen ciudadano,< cumple | pensar y >sin< es | es mode-
lo] es tacha y | porque >no admi< se muere
12. apariencias. >(v. Hall Caine)<
inf
15. [v. Denifle 29 § 11]
21. romano, >no< ¿era
sup
25. >Es decir: Si eres el Cristo sálvate< [Así es que el] | paganismo
lo] l tacha una coma
tras
26. [Queda la moral cristiana, de Jesús, el gran reformador etc]
27. sálvate á] sálvate y: á tacha y
28. Jesús, >evi< líbranos
31. mueve, >y< y
PAOLO TANGANELLI
TACHADURAS ILEGIBLES
[BORRADOR B]
VARIANTES PRINCIPALES
Meditaciones Evangélicas. APARATO CRÍTICO
ENMENDACIONES EDITORIALES
[BORRADOR C]
VARIANTES PRINCIPALES
ENMENDACIONES EDITORIALES
7. vanità] vanita
33. que] qe
PAOLO TANGANELLI
[BORRADOR D]
VARIANTES PRINCIPALES
sup tras
8. [además] | salvac [(a)]
inf
13. [Acuérdate de mí]
17-19. tras[En el seno del dolor nos encontramos. Muero porque no
muero. En los placeres temporales del mundo, de los pecadores, fondo de
tristeza (Denifle 23) en el justo, una eterna alegría sustenta á los dolores
temporales.]
sup
21. [con] la pasión
[BORRADOR E]
VARIANTES PRINCIPALES
ENMENDACIONES EDITORIALES
3. Dostoyesqui] Dostoyusqui
San Pablo en el Areópago
La conversión de San Dionisio
[Borradores]
[BORRADOR A]
VARIANTES DEL AUTOR
VARIANTES PRINCIPALES
1. de la >convers< dispersión
2. del[a] gentilidad | *monumentos >obras<
3. idolatría. >»< 17.
5. es >la< idolatría?
[BORRADOR B]
VARIANTES DEL AUTOR
VARIANTES PRINCIPALES
El reinado social de Jesucristo
[Borradores]
[BORRADOR A]
VARIANTES PRINCIPALES
sup
1. Jesús [á] orillas | gran >mult< muchedumbre | y >aún sob<
saciándolos
4. *monte >mundo<,
6. sup[>Juan< Luc. XXIII 3] | no es de >este mundo»< aquí» Juan
>VI< XVIII inf[36. v 37]
sup
9. [Mat XXII 21 Marc XII 17]
sup
12. matarle >y un< [Juan 48 XI]
tras
13. [No tenían más Rey qe Cesar, Juan, [?] 15]
16. el punto tacha una coma
17. >ca< Cada
tras
22. [V 77]
23. después de aplicar á las aparece la nota editorial (Vuelta) para indicar
que el texto prosigue en la vuelta de la cuartilla
24. [(e)]
PAOLO TANGANELLI
sup
25. [(h)]
sup
27. [(d)]
tras
29. >Horr< Del | [Marc VII 15]
30. [El culto al honor, la relig del honor El honor es la soberbia. (g)]
sup
| [(l)]
sup
31. [(c)]
33. sup[Mat XXVI 52] | [(o)] / >La patria celestial y la terrena. El que
no aborrezca<
sup
35. [(b)] El reinado >de< de Jesús | el punto tacha probablemente una
coma
tras
44. [Marc XI 25-27]
47. tras[Remota iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia. Aug.
Civ. Dei IV 4]
tras
52. [Supremas categorías del moralismo farisaico.]
53. derecho. / >La patria cristiana, celestial. To<
55. después de Juan III 18 aparece la nota editorial (Vuelta) para indicar
que el texto prosigue en la vuelta de la cuartilla
56. tras[Como se logra paz? «Ponte primero á ti en paz y después podrás
apaciguar á los otros» Imitac II III 1. La guerra interior]
58. >Pat< Amor
tras
60. [Apoc III 12, XXI 2 Gal IV 26 Harnack III 138]
62-65. tras[La religión no algo aparte, sino fundido, no mezclado en la
vida. 63No hay un estado especificamente cristiano. Cristiano en el matri-
monio, la familia, el Estado, la profesión. Que la vida sea oración. No oir
una misa y luego á lo profano. Lo religioso es un modo de hacer todo y de
ser todo. Todo es culto, se adora obrando y trabajando. Todo el que cum-
ple su vocación es martir. v Harnack III 107-108]
tras
66. [Reino sin historia]
68. Qué] fué: Q sobre f
Meditaciones Evangélicas. APARATO CRÍTICO
69. [(k)]
70. en >un< uno.
102. guerra >pe< como
103. [(m)]
105. del que teme] q sobre t
111. como >e<la semilla
ENMENDACIONES EDITORIALES
13. que] qe
27. demanda] demandan
50. moderna] moderno
[BORRADOR B]
VARIANTES PRINCIPALES
tras
3. [Quisieron hacerle rey cuando había multiplicado los panes]
4. v. >Cua< cuadernillo | V, 62.] 6 tacha 8
10. tras[Dios manda lo imposible, y da gracia. Es más dificil que entre
un rico etc, es decir es imposible, pero sigue diciendo...]
PAOLO TANGANELLI
[BORRADOR C]
VARIANTES PRINCIPALES
tras
Al lado del título, en el margen derecho, aparece el subtítulo: [Ciencia
social.]
2. y >socialis< cristianismo.
Sermón sobre la sencillez
VARIANTES PRINCIPALES
ENMENDACIONES EDITORIALES
8. obedecía] obedecían
10. se somete] Se somete
16. La Santa] la Santa
[Plan del Tratado del Amor de Dios]
VARIANTES PRINCIPALES
NOTAS
Nicodemo el fariseo
6-7. Cfr. EMS, 112. “...hay dos goznes de la historia humana: lo eco-
nómico y lo religioso.”, Carta a J. Arzadun del-X-1897, EpA, p. 42.
13-14. “¡No! El remedio es considerarlo cara a cara, fija la mirada en
la mirada de la Esfinge, que es así como se deshace el maleficio de su aoja-
miento. / Si del todo morimos todos, ¿para qué todo? ¿Para qué? Es el ¿para
qué? de la Esfinge, es el ¿para qué? que nos corroe el meollo del alma, es
el padre de la congoja, la que nos da el amor de esperanza.”, STV, III, pp.
56-57. Cfr. también STV, III, p. 63 y STV, VIII, p. 177.
15-16. “El positivismo nos trajo una época de racionalismo, es decir,
de materialismo, mecanicismo o mortalismo; y he aquí que el vitalismo, el
espiritualismo vuelve. ¿Qué han sido los esfuerzos del pragmatismo sino
esfuerzos por restaurar la fe en la finalidad humana del Universo? ¿Qué son
los esfuerzos de un Bergson, verbigracia, sobre todo en su obra sobre la evo-
lución creadora, sino forcejeos por restaurar al Dios personal y la concien-
cia eterna? Y es que la vida no se rinde.”, STV, VII, p. 144. “Y esta per-
sonalización del todo, del Universo, a que nos lleva el amor, la compasión,
es la de una persona que abarca y encierra en sí a las demás personas que
la componen. / Es el único modo de dar al Universo finalidad, dándole con-
ciencia. Porque donde no hay conciencia no hay tampoco finalidad que
supone un propósito.”, STV, VII, p. 151.
18-19. “«P.– ¿Qué cosa es fe? / R.– Creer lo que no vimos.» / ¿Creer
lo que no vimos? ¡Creer lo que no vimos, no!, sino crear lo que no vemos.”,
“La fe”, OCE, I, p. 962 (1900). “¿Y qué cosa es fe? / Así pregunta el
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
59. “La santa desnudez del alma producirá además el arte clásico espi-
ritual. Llegaron los helenos a la belleza plástica corpórea apacentando sus
miradas libres en el cuerpo desnudo y nosotros, mientras no desnudemos
las almas, no comprenderemos sus bellezas.”, NM, p. 142 (fragmentos 518-
519).
67. La metáfora del despertar del hombre íntimo se encuentra también
en un cuento titulado El sermón de Frasquín, que Unamuno, al parecer, deci-
dió no divulgar y que se ha publicado recientemente en una trascripción no
del todo fiable (Obras completas, ed. de Ricardo Senabre, Madrid, Fundación
José Antonio Castro/Turner, 1995, II, pp. 735-740). Por eso citaré directa-
mente el manuscrito (col. CMU, 63/22, pp. 9-10): “Mi yo verdadero, el
hondo, el vulgar, el yo como todos los yos humanos... ese está muerto... á
ese le matasteis... no! no está muerto! está dormido como un lirón, le habeis
dado opio, está amodorrado, imbecil... [...] Me marcho á despertar mi yo...
¿Cómo le despertaré? A latigazo limpio! Latigazo limpio y luego á bañar-
me de vulgaridad, en cursilería, á confundirme entre la masa anónima, á
que con su roce se me gaste el monigote...”
82-83. En Del sentimiento trágico Unamuno rechaza rotundamente el
espejismo de ‘hacerse otro’: “Todo lo que en mí conspire a romper la uni-
dad y la continuidad de mi vida, conspira a destruirme y, por lo tanto, a
destruirse. Todo individuo que en un pueblo conspira a romper la unidad
y la continuidad espirituales de ese pueblo, tiende a destruirlo y a destruirse
como parte de ese pueblo. ¿Que tal otro pueblo es mejor? Perfectamente,
aunque no entendamos bien qué es eso de mejor o peor. ¿Que es más rico?
Concedido. ¿Que es más culto? Concedido también. ¿Que vive más feliz?
Esto ya..., pero, en fin, ¡pase! ¿Que vence, eso que llaman vencer, mientras
nosotros somos vencidos? Enhorabuena. Todo esto está bien; pero es otro.
Y basta. Porque para mí, el hacerme otro, rompiendo la unidad y la conti-
nuidad de mi vida, es dejar de ser el que soy; es decir, es sencillamente
dejar de ser. Y esto no; ¡todo antes que esto!”, STV, I, pp. 28-29.
91-92. Se asiste aquí a una resemantización religiosa de la metáfora de
la intra-historia de En torno al casticismo.
118-120. Sobre el precepto de “ser bueno” en la producción unamu-
niana de este período me permito remitir a P. Tanganelli, Unamuno fin de
siglo. La escritura de la crisis, Pisa, ETS, 2003, pp. 126-127.
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
porque es dueño de sí, sin haber perdido eso que a falta de conocerlo bien,
llamamos poder de inhibición. Y en un escritor la cordura se llama respe-
to al público./ Llevamos todos dos hombres en nosotros. El uno, interior,
se desarrolla por íntimo desenvolvimiento, estando formado de un fondo
hereditario y congénito en su mayor parte, y sobre el cual forman sedi-
mento vivo todas aquellas adquisiciones que a su natural se adaptan. Crece
de dentro a fuera y es lo verdaderamente orgánico en nosotros. / Llevamos
además otro sujeto, exterior, que se desarrolla por accesión de capas de aca-
rreo que el mundo deposita sobre el primero, y así se forma de costra
adventicia en su mayor parte. Es lo inorgánico de nuestro espíritu. Y pue-
de muy bien ocurrir, y de hecho ocurre, que nuestro sujeto externo, cuyo
destino debiera ser alimentar y proteger al otro, lo desnaturalice y ahogue,
convirtiéndosele en verdadero quiste. / Con nuestro sujeto exterior comu-
nicamos con lo exterior del mundo que nos rodea, como dos sustancias que
por sus películas se ponen en mutuo contacto. Mas, a través de ellas cabe
una verdadera ósmosis y exósmosis, y una comunión de lo íntimo de nues-
tro espíritu con lo íntimo de la sociedad que nos rodea, que es su matriz:
Te digo todo esto en metáfora, para ahorrarme largas explicaciones. / La ver-
dadera y honda sinceridad, la sincera, no la hallarás sino refugiándote en tu
núcleo, en tu sujeto interior, y tratando de ponerte allí al unísono con lo
íntimo y nuclear del mundo y de la sociedad que te rodean, para lo cual
tienes antes que ponerte de acuerdo contigo mismo. La sinceridad es el fruto
de larga labor, no la explosión de cualquier tumor pasajero.”, M. de Una-
muno, “Sinceridad sincera”, Artículos en “Las Noticias” de Barcelona (1899-
1902), ed. de Adolfo Sotelo Vázquez, Barcelona, Lumen, 1993, pp. 136-
137 (1ª ed., 28-IV-1899).
146. Dos veces Eugenio Rodero se refiere a sus contemporáneos lla-
mándolos esclavos: “No saben nada – me decía – nada, nada; las eternas
declamaciones, la revuelta huera, el motín bullanguero y por dentro escla-
vos.”, NM, p. 108 (fragmento 281). “Conoces mis infortunios, mis desgra-
cias, las luchas entre mi mundo y ése de tinieblas de que hablan ellos, los
esclavos. Sus leyes, sus preceptos, sus dogmas, sus mandamientos, su
moral... sus... sus... lo suyo ¡qué muerte!”, NM, p. 112 (fragmentos 316-
317).
PAOLO TANGANELLI
150-153. Cfr. EMS, 94. “Lo que ante todo ansío es libertad, libertad,
verdadera libertad. Libertad, que es ser dueño y no esclavo de sí mismo.
Libertad, que consiste en ser como sea y no como los demás quieran hacerme.
Porque la perdición de todo el que se muestra al público es que en torno
a su sujeto íntimo, el que se desarrolla desde dentro a fuera a partir del
eterno núcleo, nos forma el mundo otro sujeto depositándonos capas de aca-
rreo, un sujeto constituido de fuera a dentro por un caparazón que acaba
por enquistar el íntimo. ¡Qué admirablemente describió San Pablo la lucha
de estos dos sujetos, de estos dos hombres que llevamos todos!”, Carta a
Jiménez Ilundain del 3-I-1898, EpA, p. 46. “Si supiera usted cuánto he
suspirado siempre por esto, por la verdadera libertad, la de ser cada cual
según sea y no según los demás quieran hacerle; la de desarrollar su hom-
bre interior, el que se desenvuelve de dentro a fuera sin dejarse ahogar por
el otro, por el que forman sobre nuestro núcleo espiritual las capas de aca-
rreo que el mundo nos va depositando.”, CCU, p. 47. Ángel, el protago-
nista de La Esfinge, le dice a la muchedumbre que se ha adunado debajo de
la casa de Felipe, un momento antes de que un disparo le abata: “Sí, ¡viva la
libertad! [...] ¡Viva la libertad!, que es la vida. Os lo digo también yo...,
la santa libertad..., el alma del mundo..., el espíritu de la idea...”, OCE, V,
p. 214. En el Diario íntimo se lee: “¡Libertad, libertad! Quiero ser libre. Se
me dirá que salgo de una esclavitud para caer en otra, en la humillación a
un dogma estrecho, como me dice S. en la carta... ¡Libertad, libertad en
Cristo!”, D, p. 104. En La crisis del patriotismo esta reivindicación se aplica,
finalmente, incluso a la historia de las naciones: “Libertad, libertad ante
todo, verdadera libertad. Que cada cual se desarrolle como él es y todos nos
entenderemos. La unión fecunda es la unión espontánea, la del libre agru-
pamiento de los pueblos.”, OCE, I, p. 982.
177-178. “Faltos los hombres de la visión desinteresada del mundo,
ignorantes de la corriente viva entre honduras y honduras, forjan una
estructura para llenar su sed de ideal y fingen los dogmas que les intere-
sa.”, NM, p. 128 (fragmento 428).
179. “Se nos abre a la conquista un mundo nuevo, de inexploradas sel-
vas vírgenes, en que habita la veracidad indiscreta, hay que quemar las car-
comidas naves que nos han traído del viejo porque lo eterno de él somos
nosotros.”, NM, p. 144 (fragmento 528).
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
ella, el inglés nos hace también a nosotros sueño, sueño que sueña.”, STV,
III, p. 53.
265. “Quería racionalizar su fe, el rationale obsequium, dibujar con línea
pura y cándida el dogma preciso y limpio, comprender al mundo por la creen-
cia. El amor naciente era fuerza intelectual en él. / El aroma todo de la flor
de sus creencias infantiles iba derritiéndose en savia colorante; sumióse en
la lectura de los más intrincados y abstrusos apologistas y empezó a buce-
ar en la dogmática y la simbólica buscando el fondo de los insondables mis-
terios. Y en la edad en que suele despertar en el alma humana la humani-
dad eterna suspiraba por abarcar bajo su mirada el universo entero.”, NM,
p. 56 (fragmentos 41-45).
267. “Hegel hizo célebre su aforismo de que todo lo racional es real y
todo lo real racional; pero somos muchos los que, no convencidos por
Hegel, seguimos creyendo que lo real, lo realmente real, es irracional: que
la razón construye sobre las irracionalidades. Hegel, gran definidor, preten-
dió reconstruir el universo con definiciones, como aquel sargento de Arti-
llería decía que se construyen los cañones tomando un agujero y recubrién-
dolo de hierro.”, STV, I, p. 24.
273-275. “Ahora le defiende en reunión de fariseos pidiendo que no se
le condene sin oírle y entender lo que ha hecho.”, M. de Unamuno, “Mateo,
XXIII, 5 – Juan, XI, 47 y 48 – Nicodemo”, Juventud, Madrid, 27-III-1902.
Estas palabras se leen en la sección titulada “Nicodemo”.
294-295. “«Entonces los Pontífices y los Fariseos juntaron Concilio, y
decían: ¿Qué hacemos?; porque este hombre hace muchas señales. Si le
dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los Romanos y quitarán nues-
tro lugar y la nación.» / [...] Y sobre todo, era Jesús un mal patriota.”, M.
de Unamuno, “Mateo, XXIII, 5 – Juan, XI, 47 y 48 – Nicodemo”, Juven-
tud, Madrid, 27-III-1902. Estas palabras se leen en la sección titulada
“Juan, XI, 47 y 48”.
295. Cfr. RSJ, Borrador A, 11; RSJ, Borrador B, 16.
329-332. “Lleva un compuesto de mirra y aloes, como cien libras, y
con José de Arimatea, también discípulo secreto, toman el cuerpo de Jesús,
y lo envuelven en lienzos con especias, como era costumbre de los judíos
sepultar, y le entierran en un sepulcro nuevo, «en el cual aún no había sido
PAOLO TANGANELLI
El mal del siglo
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
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Meditaciones Evangélicas. NOTAS
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
PAOLO TANGANELLI
mismo, y no se nos dijo: amate!”, AJH, p. 4v. “Eso que llamais egoismo es
el principio de la gravedad psíquica, el postulado necesario. ¡Ama á tu pró-
jimo como á tí mismo, se nos dijo, presuponiendo que cada cual se ama á
sí mismo y no se nos dijo: ámate! Y, sin embargo, no sabemos amarnos.”,
T, p. 46. “Eso que llamáis egoísmo es el principio de la gravedad psíqui-
ca, el postulado necesario. «¡Ama a tu prójimo como a ti mismo!», se nos
dijo, presuponiendo que cada cual se ame a sí mismo; y no se nos dijo:
«¡Ámate!». Y, sin embargo, no sabemos amarnos.”, STV, III, p. 59.
83. “...a la sombría desesperación que entenebreció la decadencia roma-
na, esa edad del estoicismo y del suicidio.”, Carta a Arzadun del 30-X-
1897, EpA, p. 42. “He aquí la fuente de la degeneración que fustiga Max
Nordau, fuente de donde brotan miles de extravagancias.”, “La dignidad
humana”, OCE, I, p. 974. En el último capítulo de Del sentimiento trágico
Rousseau y Sénancour se sustituyen a Nordau: “Y la famosa maladie du siè-
cle, que se anuncia en Rousseau y acusa más claramente que nadie el Ober-
mann de Sénancour, no era ni es otra cosa que la pérdida de la fe en la
inmortalidad del alma, en la finalidad humana del Universo.”, STV, XII,
p. 271.
84. “Como tú siento yo con frecuencia la nostalgia de la Edad Media:
como tú quisiera vivir entre los espasmos del milenario. Si consiguiéramos
hacer creer que un día dado, sea el 2 de mayo de 1908, el centenario del
grito de la independencia, se acababa para siempre España; que en este día
nos repartían como a borregos, creo que el día 3 de mayo de 1908 sería el
más grande de nuestra historia, el amanecer de una nueva vida.”, VQS,
p.139. La fuente de este pasaje se encuentra en el Diario íntimo: “Si se anun-
ciara el fin del mundo para un día cualquiera de aquí a cincuenta años ¿en
qué estado no caerían los espíritus? Pues para cada uno de nosotros la muer-
te es el fin del mundo.”, D, p. 71.
85. “Muy otra es, bien sé, la posición de nuestros progresistas, los de
la corriente central del pensamiento europeo contemporáneo; pero no puedo hacer-
me a la idea de que estos sujetos no cierran voluntariamente los ojos al gran
problema y viven, en el fondo, de una mentira, tratando de ahogar el sen-
timiento trágico de la vida.”, STV, VI, p. 133.
86-87. Como ya he recordado en la introducción, en estos años Una-
muno repite constantemente la paradoja de la infelicidad (metafísica) de la
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
respuesta se volvió á lavarse las manos para así sincesarse [sic] de la muer-
te de Jesús, Nuestro Señor. Y así preguntan muchos que es verdad sin áni-
mo alguno de >que< recibir respuesta y sólo para volverse á lavarse las
manos del crimen de haber contribuido á matar á Dios en la >conci< pro-
pia conciencia ó en las conciencias ajenas.”, T, pp. 20-21. “¿Es todo esto
verdad? «¿Y qué es verdad?», preguntaré a mi vez como preguntó Pilato.
Pero no para volver a lavarme las manos sin esperar respuesta. / ¿Está la
verdad en la razón, o sobre la razón, o bajo la razón, o fuera de ella, de un
modo cualquiera? ¿Es sólo verdadero lo racional? ¿No habrá realidad inase-
quible, por su naturaleza misma, a la razón, y acaso, por su misma natura-
leza, opuesta a ella? ¿Y cómo conocer esa realidad si es que sólo por la razón
conocemos?”, STV, VII, p. 150. “Y tendremos que preguntar por Pilato:
«¿Qué es la verdad?» / Así preguntó, en efecto, y sin esperar respuesta, vol-
vióse a lavar las manos para sincerarse de haber dejado condenar a muerte
al Cristo. Y así preguntan muchos, ¿qué es verdad?, sin ánimo alguno de
recibir respuesta, y sólo para volverse a lavarse las manos del crimen de
haber contribuido a matar a Dios de la propia conciencia o de las concien-
cias ajenas.”, STV, IX, p. 188. Cfr. Carta a Jiménez Ilundain del 26-I-1900,
EpA, p. 78.
116. Cfr. JyS, 43.
121. “«Padre... padre... padre...» repetía mentalmente sintiéndose niño.
En el «venga a nos el tu reino» se detuvo como ante el misterio más solem-
ne... «venga a nos el tu reino» y no «vayamos nosotros a el tu reino»... ven-
ga a nos. En las profundidades infantiles de su espíritu que rebosaban a su
conciencia parecían repercutir entonces los ecos purísimos de la infancia del
cristianismo.”, NM, p. 90 (fragmentos 204-206).
123. “Y este Dios, el Dios vivo, tu Dios, nuestro Dios, está en mí, está
en ti, vive en nosotros, y nosotros vivimos, nos movemos y somos en Él.”,
STV, VIII, p. 171.
Jesús y la Samaritana
PAOLO TANGANELLI
33. “Ah! si pudiese creer – nos decimos – pero no, no es posible; huyó
para siempre la sencillez primitiva, el pozo está seco...”, D, p. 193.
36. Cfr. EMS, 43.
38. “La sed atormenta á la inteligencia humana y en cuanto á lo lejos
olfatea ya la brisa del mar, corre y se echa de bruces y pasando la amargu-
ra empieza á sorber en el mar de la ciencia. Es agua que da más sed cuan-
to más se bebe y sólo queda el dejo de la amargura y las ansias del apeti-
to, en tanto que el Sol sigue con pesado y monotono canto su incesante
balanceo. ¿Que dan tantos y tantos libros, después de tantos y tantos estu-
dios?”, Cuad 3/27, p. 14. “La frente sobre el polvo del camino/ junto á la
inmensa mar,/ muriéndose de sed un peregrino/ clamaba á más clamar./
‘Pide! De mí que quieres?’ le decía/ á Dios, ‘pide! tuyo es mi corazón’;/
callábase el Señor y el mar seguía/ con monotono ritmo su canción.”, Cuad
3/27, p. 25
30. “La razón es una fuerza analítica, esto es, disolvente, cuando dejan-
do de obrar sobre la forma de las intuiciones, ya sean del instinto indivi-
dual de conservación, ya sean del instinto social de perpetuación, obra sobre
el fondo, sobre la materia misma de ellas. La razón ordena las percepciones
sensibles que nos dan el mundo material; pero cuando su análisis se ejerce
sobre la realidad de las percepciones mismas, nos las disuelve y nos sume
en un mundo aparencial, de sombras sin consistencia, porque la razón fuera
de lo formal es nihilista, aniquiladora. Y el mismo terrible oficio cumple
cuando sacándola del suyo propio, la llevamos a escudriñar las intuiciones
imaginativas que nos dan el mundo espiritual.”, STV, VIII, p. 172.
42-43. Cfr. EMS, 116. “La felicidad consiste en gran parte en saber cre-
er; esto me lo ha enseñado una mujer. La fe está fuera de la razón, arriba o
abajo según se quiera...”, Cuad 3/27, p. 53. “...he acabado por sentir que
hay más medios de relacionarse con la realidad que la razón, que hay gra-
cia y que hay fe, fe que al cabo se logra queriendo de veras creer.”, Carta a
Arzadun del 30-X- 1897, EpA, p. 42.
44. “La razón humana [...] lleva al absoluto fenomenismo, al nihilis-
mo.”, D, p. 44.
45. “Y la fe es un hecho, un verdadero hecho, como tal irreductible.”,
Carta a Jiménez Ilundain del 3-I-1898, EpA, p. 46. En la inédita Carta a
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
Juan Solís (p. 6r; CMU, col. 2.1./ 115) se lee: “Pero digo y sostengo que la
fe es una cosa y la razón otra, que el dogma no puede probarse y que
la teología mata la fe. [...] la fe es un hecho que arranca del sentimiento para
llenar el vacío de la razón, la fe no se prueba ni se discute, el que cree cree.”
50. “Ya veremos que creer es, en primera instancia, querer creer.”, STV,
VI, p. 118. “Ya veremos más adelante, al tratar de la fe, cómo esta no es
en su esencia sino cosa de voluntad, no de razón, como creer es querer cre-
er, y creer en Dios ante todo y sobre todo es querer que le haya.”, STV, VI,
p. 119. Esta idea probablemente deriva de la lectura de The will of believing
de W. James. Con respecto a este tema, se puede leer en el Diario: “El que-
rer creer ¿no es principio de creer? El que desea fe y la pide ¿no es que la
tiene ya aunque no lo sepa?”, D, p. 108.
52. Unamuno se refiere a Auguste Sabatier, Esquisse d’une Philosophie de
la Religion, Quatrième édition, Paris, Librairie Fischbacher, 1897 (CMU,
col. U 3170).
54-56. “Dame fe, Dios mío, que si logro fe en otra vida, es que la hay.”,
D, p. 26. En otro paso del Diario circunscribe la aplicación de este princi-
pio al dogma del infierno: “Ese temor a la nada es un temor pagano. Dame,
Dios mío, fe en el infierno. ¿Le hay? Si llego a creer en él, es que le hay
[...]. Es un misterio terrible y acaso la piedra de toque de la verdadera fe.”,
D, p. 41. “Créame que el más gran milagro es llegar a creer en la posibi-
lidad de él, después de haber pasado por el racionalismo agnóstico.”, Carta
a Jiménez Ilundain del 3-I-1898, EpA, p. 46.
57-58. “Y entonces nos pide que vayamos a buscar nuestros afectos,
nuestros ídolos, los genios ante quienes nos hemos rendido, las doctrinas a
que vivíamos adheridos, como dijo a la samaritana que fuese a llamar a su
marido.”, D, p. 194.
62. “«Respondió la mujer y dijo: no tengo marido.» Así tenemos que
decirle, «no tenemos ídolo, ni dueño.»”, D, p. 194.
64-66. “Y como a ella nos dice Jesús que hemos tenido varios, que
hemos andado de uno en otro, de un amo en amo, de una doctrina en otra,
entregándonos ya a esta, ya a aquella y sin habernos desposado con nin-
guna...”, D, p. 194. Los “desiertos” se convierten en “páramos” en el Tra-
tado del Amor de Dios, donde se vuelve aún más diáfano el planteamiento
PAOLO TANGANELLI
Nicodemo el fariseo [Borrador]
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
El mal del siglo [Borrador]
10. Cfr. “¡Muera don Quijote!”, OCE, VII, pp. 1194-1196 y “¡Viva
Alonso Quijano!”, OCE, VII, pp. 1197-1199.
23. En la fase redaccional sucesiva Unamuno no incluye a Ibsen en el
elenco de autores nihilistas. El artículo “La Fe” (OCE, I, 962-970), de 1900,
se abre con una cita del Brandt de Ibsen, obra que Unamuno declara estar
traduciendo en la carta a Jiménez Ilundain del 26-I-1900 (EpA, p. 77). Y
en la carta a Casimiro Muñoz del 1899 se lee: “La revolución hay que hacer-
la, como dice Ibsen, en los cerebros.”, EpA, p. 55. Sobre la valoración una-
muniana del teatro de Ibsen cfr. José Paulino, “Introducción”, en M. de
Unamuno, La Esfinge. La venda. Fedra, Madrid, Castalia, 1988, p. 9.
50. En la biblioteca unamuniana se conserva sólo una edición de 1905 de
las Operette morali leopardianas: Giacomo Leopardi, “Cantico del gallo silves-
tre”, Le prose morali, Sansoni, Firenze, 1905, pp. 202-208 (CMU, col. U 2628).
84. Unamuno se refiere a los ferishim también en N, 304.
115. Cfr. D, p. 154 (Unamuno menciona al poeta italiano también en
LOD, Borrador A, 33). Curiosamente en la redacción sucesiva ya no nombra
a Verlaine, Wilde y D’Annunzio como arquetipos del esteticismo decaden-
te. Acerca de la actitud siempre polémica de Unamuno con respecto a D’An-
nunzio, cfr. V. González Martín, La cultura italiana en Miguel de Unamuno,
Salamanca, Universidad de Salamanca, 1978, pp. 209-215. Para reconstruir
la recepción unamuniana de Wilde en estos años es imprescindible consul-
tar M. de Unamuno, “Balada de la prisión de Reading”, Artículos en “Las
Noticias” de Barcelona (1899-1902), cit., pp. 187-189 (1ª ed., 14-X-1899).
Jesús y la Samaritana [Borrador]
3-7. “Dejó á Judéa, y fuése otra vez á Galiléa. / Y era menester que
pasase por Samaria. / Vino pues á una ciudad de Samaria que se llama
Sichâr, junto á la heredad que Jacob dió á José su hijo. / Y estaba allí la
fuente de Jacob. Pues Jesús, cansado del camino, así se sentó á la fuente.
Era como la hora de sexta. / Vino una mujer de Samaria á sacar agua: y
Jesús le dice: Dáme de beber.”, S. Juan IV, 3-7 (La Santa Biblia, cit., p.
627).
19. “Y la mujer Samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo Judío, me
demandas á mí de beber, que soy mujer Samaritana? porque los Judíos no
se tratan con los Samaritanos.”, S. Juan IV, 9 (ibid.).
24. “Respondió Jesus, y díjole: Si conocieses el don de Dios, y quien
es el que te dice, Dáme de beber, tú pedirias de él, y el te daria agua viva.”,
S. Juan IV, 10 (La Santa Biblia, cit., pp. 627-628).
28. “La mujer le dice: Señor, no tienes con que sacarla, y el pozo es
hondo: ¿de dónde, pues, tienes el agua viva? / ¿Eres tú mayor que nuestro
padre Jacob, que nos dió este pozo; del cual él bebió, y sus hijos, y sus
ganados?”, S. Juan IV, 11-12, (La Santa Biblia, cit., p. 628).
37. “Respondió Jesus, y díjola: Cualquiera que bebiere de esta agua,
volverá á tener sed: / Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siem-
pre no tendrá sed: mas el agua que le yo le daré, será en él una fuente de
agua que salte para vida eterna.”, S. Juan IV, 13-14 (ibid.). Nótese que este
es el fragmento evangélico que aparece más modificado en el borrador; sig-
PAOLO TANGANELLI
La oración de Dimas [Borradores]
[BORRADOR A]
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
[BORRADOR B]
2. “Et nos quidem juste: (nam digna factis recipimus): iste vero nihil
indecens fecit. / 42 Dixitque, Jesu, Domine, memento mei, quum veneris
in regnum tuum.”, Lucas, XXIII, 41-42 (Novum Testamentum Latine, ed. de
T. Beza, Berolini, Sumptibus Societatis Bibliophilorum Britannicae et
Externae, 1868, p. 169; CMU, col. U 4569). “Et nos quidem juste, nam
digna factis recipimus: hic vero nihil mali gessit. / 42 Et dicebat ad Jesum:
Domine, memento mei, cum veneris in regnum tuum.”, Lucas, XXIII, 41-
42 (“Novum Jesu Christi Testamentum”, Biblia Sacra, Tornaci Nerbiorum,
Desclée Lefebvre, 1901, p. 63; CMU, col. U 6010).
9-10. Cfr. LOD, Borrador D, 15-17. “Del fondo del dolor, de la mise-
ria, de la desgracia, brota la santa esperanza en una vida eterna, esperanza
que dulcifica y santifica el dolor.”, D, pp. 101-102. Es posible que Una-
muno leyera en Auguste Sabatier que es preciso considerar el dolor como
fuente de la conciencia humana (Cfr. N. R. Orringer, op. cit., pp. 67-68;
sobre la relación dolor-conciencia en Unamuno, cfr. J. D. García Bacca,
“Unamuno o la conciencia agónica”, Nueve grandes filósofos contemporáneos y
sus temas, Barcelona, Anthropos, 1990, pp. 83-148).
14. Cfr. LOD, Borrador D, 18. Este verso, “muero porque no muero”,
que encontramos también en la producción poética teresiana, se repite en
los versos 17, 24, 38, 45 y 52 de “Vivo sin vivir en mí” de San Juan de la
Cruz (Obras Completas, 11ª ed., ed. de L. Ruano de la Iglesia, Biblioteca de
Autores Cristianos, Madrid, 1982, pp. 10-11).
28. Cfr. LOD, Borrador C, 32. En otra anotación diarística, en la cual
reflexiona acerca del caso de Dimas, aunque no lo nombre, escribe el maes-
tro vasco: “¿Por qué nos escandalizamos de que un último arrepentimiento
sincero borre una vida de pecados? El que obtiene esa gracia es que fue bue-
no, es que hizo el mal que no quiso. [...] No basta ser moral, hay que ser
religioso; no basta hacer el bien, hay que ser bueno. [...] Es mucho más pro-
fundo de lo que se cree lo de que la fe justifica las obras, y si la fe sin obras
es fe muerta, las obras sin fe son obras vanas.”, D, p. 94.
[BORRADOR C]
15. Escribe Unamuno en el primer cuaderno del Diario íntimo acerca
del libre albedrío: “El curso de los fenómenos [...] es un curso determina-
PAOLO TANGANELLI
do; cada suceso del mundo exterior así como cada estado de conciencia se
sigue por ley a los que le preceden y acompañan. Y por debajo hay el libre
albedrío, que nos hace sentirnos culpables y nos levanta sobre el tiempo.
Por él vivimos en la eternidad.”, D, p. 43.
24. “Pero la concepción verdaderamente religiosa es otra: «que lo
importante es sentir bien, aunque no hagamos el bien que queremos, sino
el mal que no queremos» (Rom., VII, 19).”, M. de Unamuno, “El Buen
Ladrón”, OCE, IX, p. 863.
[BORRADOR D]
4. “El fariseo, en pie, oraba consigo de esta manera: «Dios, te doy gra-
cias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni
aun como este publicano.» (Lucas, XVIII, 11).”, M. de Unamuno, “El Buen
Ladrón”, OCE, IX, p. 863.
23-26. Cfr. EMS, 53-55; EMS-borrador, 42; LOD, Borrador B, 39 y
Borrador C, 9; SPA-LCD, Borrador B 22. La fuente probablemente habría
que buscarla en las numerosas anotaciones del Diario íntimo tituladas
“Muerte” o “De la muerte”.
[BORRADOR E]
San Pablo en el Areópago
La conversión de San Dionisio
[Borradores]
[BORRADOR A]
1-2. “Cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles (cap. XVII) que
llevado Pablo sup[á] Atenas disputaba con los estoicos y epicureos…”, AJH,
6v-7r. “Cuenta el libro de los Hechos de los apóstoles que á donde quiera
que fuese Pablo se concitaban contra él los celosos judios y le perseguían.
Fué apedreado en Iconio y en Listra, ciudades de Licaonia, á pesar de las
maravillas que en la última obró, le azotaron en Filipos de Macedonia y le
persiguieron sus hermanos en Tesalónica y en Berea. Pero llegó á Atenas, á
la noble ciudad de los intelectuales sobre que velaba el alma excelsa de Pla-
tón, y allí disputó con epicúreos y estoicos...”, T, pp. 35-36. “Cuenta el
libro de los Hechos de los Apóstoles que adondequiera que fuese Pablo se
concitaban contra él los celosos judíos para perseguirle. Apedreáronle en
Iconio y en Listra, ciudades de Licaonia, a pesar de las maravillas que en la
última obró; le azotaron en Filipos de Macedonia y le persiguieron sus her-
manos de raza en Tesalónica y en Berea. Pero llegó a Atenas, a la noble ciu-
dad de los intelectuales, sobre la que velaba el alma excelsa de Platón, el
de la hermosura del riesgo de ser inmortal, y allí disputó Pablo con epicú-
reos y estoicos...”, STV, III, p. 61. Cfr. Carta a Juan Arzadun, 30-X-1897,
Epa, pp. 43-44.
PAOLO TANGANELLI
[BORRADOR B]
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
palabras los estetas, es decir, los que sólo perciben por los sentidos.”, AJH,
p. 7r. “Ya está Pablo ante los refinados atenienses [...]. Y alza la voz allí,
en medio del Areópago y les habla como cumplía á los cultos ciudadanos
de Atenas, y todos, ansiosos de la última novedad, le oyen, mas cuando lle-
ga á hablarles de la resurrección de los muertos se sup[les] acaban la pacien-
cia y la tolerancia y unos se burlan y otros le dicen: te oiremos de esto otra
vez!”, T, pp. 36-37. “Ya está, pues, Pablo ante los refinados atenienses [...].
Y alza la voz allí, en medio del Areópago, y les habla como cumplía a los
cultos ciudadanos de Atenas, y todos, ansiosos de la última novedad, le
oyen; mas cuando llega a hablarles de la resurrección de los muertos se les
acaba la paciencia y la tolerancia, y unos se burlan de él y otros le dicen:
«¡Ya oiremos otra vez de esto!», con propósito de no oírle.”, STV, III, p.
62.
12. Cfr. EMS, 93-94 y D, p. 100.
17. También en la carta a Jiménez Ilundain del 25-III-1898 (EpA, p.
47), Unamuno, refiriéndose al Reinado social de Jesús, identifica el sobre-
hombre nietzscheano con el cristiano. Acerca del Übermensch véase también
la carta a Casimiro Muñoz del 1899 (EpA, p. 55) y la carta a Pedro-Emi-
lio Coll del mismo año (EpA, p. 72).
20. En este borrador Unamuno indica tan sólo a Huysmans como ejem-
plo execrable de la literatura neomística. El Diario íntimo es más exhausti-
vo, porque al lado de En route di Huysmans y a Madame Gervaisais de los
hermanos Goncourt, señala también a Renan (Vie de Jesus) y a Chateau-
briand por su “lúgubre René”: cfr. D, pp. 155-156.
23. “...llenos de curiosidad >se< le llevaron al Areópago á que les
expusiera la nueva doctrina porque «entonces todos los atenienses y los
huéspedes extranjeros *no pasaban el tiempo más que >en ninguna otra
cosa entendían sino< en decir ó en oir >novedades» (vers. 21)< lo más nue-
vo» (vers. 21)”, AJH, p. 7r. “...y tomándole le llevaron al Areópago dicien-
do: ¿podremos saber que sea esta nueva doctrina que dices? porque *traes
á >pones en< nuestros oidos >unas nuevas cosas; queremos< cosas peregri-
nas y queremos saber que quiere ser eso» (XVII 19-20) añadiendo el libro
esta maravillosa caracterización de aquellos atenienses de la >lit< decaden-
cia, de aquellos lamineros y golosos de >c[?]< curiosidades pues «entonces
los atenienses todos y sus huéspedes extranjeros no se ocupaban en otra cosa
PAOLO TANGANELLI
sino en decir ó en oir algo de más nuevo» (vers. 21)...”, T, p. 36. “...y
«tomándole, le llevaron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué sea
esta nueva doctrina que dices? Porque traes a nuestros oídos cosas peregri-
nas y queremos saber qué quiere decir eso» (versículos 19-20), añadiendo
el libro esta maravillosa caracterización de aquellos atenienses de la deca-
dencia, de aquellos lamineros y golosos de curiosidades, pues «entonces los
atenienses todos y sus huéspedes extranjeros no se ocupaban de otra cosa
sino en decir o en oír algo de más nuevo» (versículo 21).”, STV, III, p. 61.
25. “Porque el buen González Serrano es otro infeliz que sabe cosas, pero no
piensa, que lee mucho y conoce letras, pero no música.”, Carta a Arzadun del
17-VI-1892, EpA, p. 37.
El reinado social de Jesucristo
[Borradores]
[BORRADOR A]
8-11. “Y sobre todo, era Jesús un mal patriota. No sólo se había atre-
vido, con la moneda del tribuno en la mano, á decir, que puesto que lle-
vaba la efigie del César, se le diera al César lo que es del César; es decir,
que era lícito pagar tributo al odiado romano, sino que con su conducta
atraía la suspicaz mirada de los dominadores que acabarían por borrar la
nación judía del haz de la tierra.”, M. de Unamuno, “Mateo, XXIII, 5
–Juan, XI, 47 y 48– Nicodemo”, Juventud, Madrid, 27-III-1902. Estas
palabras se leen en la sección titulada “Juan, XI, 47 y 48”.
15. “Lo cierto es que Jesús era un imprudente y un revoltoso, un pre-
dicador de novedades y de utopias, denunciador de las personas respetables
y de prestigio. No podía ni debía consertirse aquello; la causa del orden
público exigía que se le prendiese y pusiese á buen recaudo.”, M. de Una-
muno, “Mateo, XXIII, 5 – Juan, XI, 47 y 48 – Nicodemo”, Juventud,
Madrid, 27-III-1902. Estas palabras se leen en la sección titulada “Juan,
XI, 47 y 48”.
18. “La patria del alma es Dios, y el hombre debe ser dueño y no escla-
vo de la tierra.”, Carta a Jiménez Ilundain del 25-III-1898, EpA, p. 48.
19-21. “...toda aquella concepción romana, nacida de la guerra y basa-
da en la propiedad privada, toda aquella construcción jurídica de un pue-
blo de amos de esclavos se ha infiltrado en las almas modernas, en la mis-
ma doctrina cristiana. La iglesia católica no es en gran parte más que un
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
[BORRADOR B]
PAOLO TANGANELLI
[BORRADOR C]
1. “Siempre que oíamos repetir cien y mil veces la frasecita tan obli-
gada del reinado social de Jesucristo, figurábasenos que lo que con ella se
trataba de decir es que debe extender la moral cristiana –cristiana ¡ojo!– a
las relaciones internacionales.”, “El reinado social de Jesucristo”, OCE, IX,
p. 659. Basándose en este principio, que se condensa “en esta suprema sen-
tencia: ame una nación a otra como a sí misma” (ibid.), ya en este artículo
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
Sermón sobre la sencillez
[Plan del Tratado del Amor de Dios]
PAOLO TANGANELLI
Meditaciones Evangélicas. NOTAS
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DEL
PLAN DEL TRATADO DEL AMOR DE DIOS
Plan del Tratado de Amor de Dios. REPRODUCCIÓN FACSIMILAR
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Plan del Tratado de Amor de Dios. REPRODUCCIÓN FACSIMILAR