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El efecto fotoeléctrico

Álvaro Moreno Vallori

2 de Abril de 2010

En 1887, Heinrich Hertz observó que el arco voltaico que saltaba entre dos electrodos alcanza
distancias mayores cuando se ilumina con luz ultravioleta que cuando se deja en la oscuridad.

Posteriormente, en 1889, Joseph John Thomson dedujo que los rayos catódicos (el arco vol-
taico que observaba Hertz) eran un flujo de partículas cargadas negativamente (hoy llamadas elec-
trones). Asimismo, comprobó que, si colocaba una placa metálica en un tubo de vacío, y la exponía
a luces con diferentes longitudes de onda, se producía una emisión de electrones, de manera que la
intensidad de esta corriente (el número de electrones por segundo) aumentaba al aumentar
intensidad de la luz, y la energía cinética cinética de los electrones emitidos aumentaba
al aumentar la frecuencia de la luz. Esto se conoce como efecto fotoeléctrico. Sucedía ade-
más, que para un material dado, existía una frecuencia mínima, tal que si se expone a una luz de
frecuencia inferior, no se emite ningún electrón.

En 1905, Albert Einstein publicó un artículo titulado Un punto de vista heurístico sobre la
producción y transformación de luz, en el que presentaba una explicación teórica y una descripción
matemática al efecto fotoeléctrico. Einstein acabo con el paradigma de la continuidad de la luz,
considerando que ésta estaba constituida por pequeños paquetes o cuantos (hoy conocidos como
fotones). Así, la frecuencia de la luz, es la frecuencia de los fotones por los que está compuesta, y
esto determina la energía de cada fotón, según la ecuación E = hf donde h es la constante de
Planck.

Einstein explicó que, al ser la luz discontinua, los electrones del material se desprendían si un
único fotón de energía suficiente “les golpeaba”. Esto explica porque, por mucho que se aumente
la intensidad de la luz (el número de fotones por segundo), mientras la frecuencia de la luz no sea
igual o superior a la frecuencia mínima para el material, no se arrancará ningún electrón, puesto
que aunque golpeen al electrón muchos fotones, cada vez más seguidos, lo necesario para que se
emita el electrón es que un fotón, individualmente, tenga la energía suficiente (la energía no se va
acumulando conforme los fotones van chocando).

De la misma manera, una vez se pasa la frecuencia mínima, si aumenta la frecuencia, y con esto
la energía de los fotones, habrá un exceso de energía en los electrones, que se manifestará como ener-
gía cinética, lo que es coherente con el hecho de que al aumentar la frecuencia aumenta la energía
cinética de los electrones.

Con esto también se explica por qué al aumentar la intensidad de la luz (ahora, los fotones por
segundo) aumenta la intensidad de la corriente emitida(los electrones emitidos por segundo). En efec-
to, cuantos más fotones haya, más electrones golpearán, y más intensidad tendrá la corriente emitida.
Cabe decir que aunque los fotones se pueden considerar como “partículas de luz”, no son real-
mente partículas en el sentido habitual del término. La luz (y en general, la interacción elec-
tromagnética) se presenta en paquetes discretos, es decir, para una frecuencia f dada, existe una
energía mínima que puede tener una radiación electromagnética, que viene dada por E=hf. A esa
cantidad de energía mínima se le denomina fotón. Con la cuantización de las interacciones
electromagnética, débil, y fuerte, se adoptó la nomenclatura de “partícula” para estas cantidades de
energía mínima. Así, se hará referencia a los fotones, los bosones W y Z (interacción débil), y los
gluones (interacción fuerte), como partículas.

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