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Introducción.
La seguridad nacional no ha sido un tema sobresaliente de debate en la política
mexicana y, de hecho, el uso de este concepto en los círculos oficiales y
académicos del país ha sido relativamente reciente. Sin embargo, el fin de la
Guerra Fría ha alterado no sólo las consideraciones geoestratégicas de las
grandes potencias, sino también la configuración de la política mundial. En este
contexto, aún "potencias intermedias" como México como actores internacionales,
se han visto obligadas a revaluar sus intereses nacionales con el objeto de
adaptarlos a la dinámica del nuevo ámbito global, donde los aspectos económicos
han adquirido un mayor énfasis que los asuntos militares, no obstante que la
importancia de estos últimos no ha desaparecido del todo.
Esta investigación está dividida en dos partes. La primera está orientada a analizar
las complicaciones teóricas que rodean al concepto de la seguridad nacional en
general, y la segunda está dedicada a revisar las condiciones, las características y
la evolución de la seguridad nacional en:
I. El Caso de México.
1. Definición.
El tema de la seguridad nacional no ha sido un elemento central en la vida política
de México, y el uso de este concepto en los círculos oficiales y académicos ha
sido relativamente reciente. Esto se debe, en buena parte, a que la importancia de
este concepto no ha sido sólo teórica sino también práctica, ya que el término
puede ser utilizado para proporcionar o restar legitimidad a políticas nacionales
fundamentales, como se ha señalado. Es decir, puede ser empleado por diferentes
actores para promover diferentes agendas, debido a que 'es relativamente fácil
llamar la atención hacia algún asunto al calificarlo como "asunto de seguridad"'.
El vocablo seguridad proviene del latín securus (sine cura) que significa sin
cuidado, o que no es necesario tener cuidado. Derivada del concepto de nación, el
término seguridad nacional refleja un ámbito de Estados nacionales donde la
competencia por la supremacía es un principio ordenador. Es decir, es un contexto
donde el interés propio, el cual está en contraposición al de los otros Estados, se
constituye en el factor determinante del comportamiento estatal. Ésta es,
básicamente, la orientación del enfoque realista ya mencionado. Es importante
subrayar que el interés nacional (que de acuerdo con la orientación anterior es el
referente básico de la seguridad nacional) tiene un aspecto fundamentalmente
externo al estructurar las relaciones entre los Estados, ya que procura la
sobrevivencia del Estado-nación frente a otros Estados-nación.
En el caso de México, la idea del "interés nacional" tiene dos aspectos: por una
parte, su origen se encuentra en factores geográficos, experiencia histórica y
aspiraciones colectivas; por la otra, su naturaleza depende de los objetivos
prácticos de los individuos, grupos e instituciones que toman las decisiones
políticas básicas. Asimismo, el interés nacional mexicano no sólo ha estado
influido por los actores políticos nacionales, sino también por la política exterior de
los Estados Unidos hacia México.
Cabe destacar que si bien la definición anterior refleja una visión que toma en
cuenta los aspectos internos y externos del concepto, en México no existe una
política de seguridad nacional definida como tal, en la cual se pueda encontrar
esta visión. En su lugar, la noción de lo que debe ser la seguridad nacional ha
estado más enfocada en el ámbito interno, y las razones que explican esta
orientación se presentan a continuación.
(1) la rotación frecuente de los comandantes de su Zona Militar (para evitar que
construyeran lealtades personales con las tropas o con los políticos locales); (2) el
otorgamiento de "incentivos materiales generosos" para mantenerlos fuera de la
política; y (3) el solicitar a aquellos militares que desearan permanecer activos en
la política, el hacerlo como individuos privados más que como representantes de
los militares como institución. Asimismo, desde el final de los años cuarenta,
después de la presidencia del General Manuel Ávila Camacho, el ejército quedó
claramente bajo el control del aparato civil del Estado, el cual a su vez estuvo
dominado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI); más específicamente,
por la elite denominada la "familia revolucionaria". Al ser definida por estos
actores, es decir, por civiles, la seguridad nacional en México adquirió una
connotación no de "peligro de agresión", sino más bien se relacionó con la
satisfacción o insatisfacción de los objetivos nacionales de justicia social,
desarrollo económico, y defensa de la soberanía establecidos en la Constitución
de 1917. Por consiguiente, el logro de estas metas fue considerado como la clave
de la seguridad nacional en México.
Al menos en buena parte del período posrevolucionario, la estabilidad del país fue
alcanzada por las instituciones civiles y los esfuerzos constantes del grupo en el
poder para refinar y modernizar sus mecanismos de control, como la cooptación
de líderes de oposición y el uso del sistema corporativista para controlar las
demandas de los diferentes sectores sociales, a través de la manipulación y la
ideología revolucionaria. De hecho, esta estabilidad ha distinguido a México de
otros países latinoamericanos:
En la mayoría de los sistemas políticos latinoamericanos, la "distancia" entre crisis,
inestabilidad, y golpe, es mínima. México es diferente: una y otra vez su sistema
político ha demostrado tener una profunda capacidad para absorber los conflictos
y las crisis internas sin volverse inestable.
Respecto a la primera, los militares en México siempre han tenido una misión
nacional de defensa y una doctrina nacional de defensa. La misión, establecida en
la Constitución, es defender la soberanía y la independencia de México, mantener
la Constitución y las leyes, y preservar el orden interno. Por su parte, la doctrina
de defensa mexicana define tres planes: el Plan DN-I está orientado a la defensa
contra un agresor externo, y contempla el uso combinado de fuerzas regulares e
irregulares para repeler al enemigo; el Plan DN-II está concebido como la defensa
contra un adversario interno, es decir, contra cualquier movimiento político armado
o no armado que atente en contra de la Constitución, leyes e instituciones del
Estado derivadas de ella, así como contra la forma de propiedad dominante, la
privada, amparada por esas instituciones; el Plan DN-III comprende la defensa
contra catástrofes humanas y naturales; es decir, representa el "auxilio a la
población civil en casos de desastre". Es interesante señalar, en particular, que
este último plan está diseñado para hacer frente a actividades ilícitas y situaciones
de emergencia que pudieran ser aprovechadas para atentar contra la defensa
nacional. Estos escenarios incluyen terremotos, inundaciones, epidemias,
incendios, drogadicción generalizada, sequías, y hambruna. Esta podría ser la
"justificación" desde México, quizá, para involucrar a las fuerzas armadas en la
lucha contra el narcotráfico, tema que será abordado más adelante. Cabe destacar
que estos planes autorizan a los militares a llevar a cabo funciones tanto internas
como externas. No obstante, ya que México no ha enfrentado retos sustanciales a
su integridad territorial durante años, esto explica por qué no ha existido la
necesidad de desarrollar una política de defensa en el sentido clásico; esto es, el
país no ha considerado un plan orientado hacia el exterior debido a su falta de
importancia. Como la política exterior, la política militar no ha estado dirigida a la
disuasión de una amenaza externa específica.