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Introducción

Si existe una contradicción capaz de generar angustia y trastornos en el individuo, hay


conflicto. Un conflicto es una lucha, un enfrentamiento con el otro o con los otros. Pero
también consigo mismo. “El conflicto incluye intereses opuestos entre individuos o grupos en
una situación de suma cero” (Valenzuela P., 1994). La contradicción es caos, conflicto,
entropía. Cuando el ser humano intenta hallar y eliminar el origen de la contradicción
(neguentropía), se presenta el conflicto.

El conflicto es inherente a la naturaleza humana. Está en el hombre malo por naturaleza


(Hobbes, 1651) como en el que es bueno pero se corrompe en sociedad (Rousseau, 1762).

Dificultades, intereses contrapuestos ponen al sujeto en conflicto; lo enfrentan con el yo


(moral), con el otro (personal), con el entorno (ética), con la familia (reconocimiento), en el
trabajo (necesidad), en la escuela (conocer), en la universidad (el saber), en el bus
(cotidianidad, urbano), con la sociedad (lucha de clases, género, intercultural), con el Estado
(político, poder).

El conflicto está en nuestras relaciones sociales, en el hogar, el trabajo, la universidad, en


nuestra relación de pareja, en forma latente o manifiesta (Valenzuela, P. 1994).
Es cíclico y dinámico: Cíclico porque se incrementa o disminuye por las relaciones
interpersonales de evitación, negación o solución (Pallares, 2003).
Dinámico cuando pasa por las fases de escalamiento -aumento- y desescalamiento -
disminución- y que tienen que ver con la intensidad el conflicto (Molinares y Madariaga,
2013).
Términos relacionados con la violencia política, de partidos o como en el caso de Colombia,
con el enfrentamiento entre el Estado y las guerrillas.

La dificultad sujeto - individuo


El sujeto es aquella persona cuyo nombre se ignora o no se quiere decir (RAE), un
desconocido, alguien del común, un miembro más de la sociedad.
Pero si el sujeto deja la pereza y piensa, es individuo. Alguien completo en sí y no la parte de
un todo.
Si está cómodo no siendo emancipado, es sujeto. Y tal vez seguirá siendo sujeto, por su
propia decisión, por no querer servirse por sí mismo (Kant, 1784).

Quien piensa es individuo, quien no lo hace, es sujeto. El sujeto no entra en conflicto, porque
no quiere luchar, es feliz; y así lo quiere el Estado, sumiso, conforme.

El individuo, en cambio, no gusta de la entropía, del caos. No está conforme, busca


soluciones, salidas a la complejidad emergente. Nuestra tesis, entonces, es que el sujeto es
un ser sumiso, pasivo. En cambio, el individuo no lo es, por el contrario, es inquieto, busca la
organización y establece vínculos entre lo querido y lo prohibido, entre lo necesario y lo
imposible.

Cuando el individuo acepta, porque hay voluntad, que el Estado tiene el poder legítimo, se
vuelve sujeto. El Estado lo objetivizó, lo convirtió en una herramienta.
El filósofo italiano Michele Botto refiere a Hume para definir a la mente como la antecámara
de la naturaleza humana, del hombre individual, el individuo, la persona.
Y se vale de este concepto para diferenciar al sujeto, que es un algo informe. El sujeto que
mira el mundo por primera vez no es nada más que un receptáculo de estímulos (Botto,
2011), que ocupa cualquier espacio. Así el sujeto, antes de ser persona, individuo, se limita a
recibir informaciones de su mundo. No tiene voluntad, no hay fines ni emociones, solo
estímulos básicos determinados por la supervivencia, como el dolor o el placer (Botto, 2011).

Dice la RAE que la resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un


agente perturbador o un estado o situación adversos. La autopoiésis es, en cambio, la
capacidad de autoregularse, de organizarse, de enfrentar la situación adversa y eliminarla,
según las teorías de Humberto Maturana (1995) y Niklas Luhmann.
La resiliencia es de sujetos. La autopoiésis de individuos.

Así las cosas, en este trabajo entiéndase sujeto como individuo. Un sujeto que entra en
conflicto con su interior y su exterior. Abordaremos las teorías de Michel Foucault en cuanto
al sujeto y al poder; y a la potestad que el Estado se arrogó de decidir sobre la vida de sus
asociados y que lleva a estos a pedirle que les permita decidir sobre sus propias vidas,
principalmente cuando el sujeto padece un dolor insoportable producto de una enfermedad
terminal. Cuando le exige a ese Estado que lo deje morir dignamente. Cuando ruega por la
eutanasia.

Además, tomaremos como base los trabajos de Marina Garcés Mascareñas, profesora de
filosofía en la Universidad de Zaragoza, España; de Zandra Pedraza Gómez, antropóloga de
la Universidad de los Andes y doctora en Ciencias de la Educación de la Universidad de
Berlín; y de Cristina López, doctora de la Universidad de San Martín, en Argentina,
especialista en el estudio del pensamiento de Michel Foucault.
La eutanasia es aquel procedimiento mediante el cual se le da muerte sin sufrimiento físico a
aquella persona enferma que no tiene perspectiva de cura.
Este proceso contiene todas las clases de lucha que el sujeto tiene que enfrentar para
conseguir que le permitan morir dignamente, es decir, que le faciliten hacer con su vida lo
que él quiere. Absurdo si se tiene en cuenta que cada quien es dueño de su vida. Al menos
consideramos que debe ser así.
Para lograrlo, el sujeto entra en conflicto consigo mismo, con el otro, con la familia, con la
sociedad y con el Estado.
Pero, ¿en qué momento el sujeto perdió la potestad de decidir sobre su propia vida, y por
tanto, de su muerte?
Con el filósofo francés Michel Foucault tratamos de encontrar algunas respuestas.

En primer lugar, Foucault (1926-1984) utiliza dos términos que le explican (a él) la relación
existente entre Estado y sujeto y cómo el primero objetiviza al segundo, convirtiéndolo en un
instrumento, en un esclavo, en un vasallo que reconoce un poder superior, un soberano: La
biopolítica y el biopoder.
El término biopolítica lo utilizó por primera vez en una conferencia en la Universidad de Río
de Janeiro, en Brasil, en 1974, al cual definió como el control que de la sociedad ejerce un
poder. Pero no de la sociedad como masa, sino de cada individuo, de su cuerpo. El culto del
cuerpo y la inactividad de la mente son lo importante para el capitalismo.
El segundo, el biopoder, hizo referencia a él en la Historia de la sexualidad (Foucault 1970),
hace referencia al biopoder, que tiene estrecha relación con el anterior, pues se trata de las
diferentes técnicas que utiliza el Estado para subyugar los cuerpos y controlar la población.

El Estado ejerce dominación sobre el sujeto, lo anula, evita que se resista, que no tenga
reacción. A este solo le queda rebelarse, eliminar al dominador o matarse. Para evitar tal
acción in extremis, el Estado le deja al sujeto un espacio para que crea que puede conseguir
una libertad. Le permite al ciudadano razonar en lo que quiera, siempre que obedezca (Kant,
1784).
El Estado atiende a la población por conveniencia, se apropia del cuerpo que es el recipiente
de la vida y prefiere ocultar la muerte, se ocupa de hacer vivir y dejar morir, se arroga el
derecho de sacrificar a la población. Esto es la tanatología.

Sin embargo, Foucault sugiere que la biopolítica no es una herramienta para que el soberano
demuestre su poder, sino una estrategia para imponer leyes (Foucault, 1981). Para ello
echará mano también de la religión, de la pastoral, de una deidad, de la salvación lejos de la
tierra como recompensa por el buen comportamiento, para aplacar los conflictos con el
Estado y se enfoque en sus conflictos internos.

El conflicto es la oposición al poder del hombre sobre la mujer, de los padres sobre los hijos,
del siquiatra sobre el enfermo mental, de la medicina sobre la población.
Foucault divide al sujeto en locos y cuerdos, en el enfermo y el sano y en el criminal y el
bueno (Foucault, 1981).

El objeto de estas luchas son los efectos del poder como tales. Por ejemplo, la profesión
médica no es criticada en principio por sus provechosas preocupaciones, sino porque ejerce
un poder descontrolado sobre los cuerpos de las personas, su salud, su vida y su muerte.
Hay fuerza bruta y no biopoder cuando el Estado decide utilizar su poder para acabar con la
vida de otros, como en las guerras o en los genocidios fascistas, estanilistas, nacistas.
Hay tres tipos de luchas: una contra la forma de dominación, otra contra las formas de
explotación que separan al individuo de lo que produce y una tercera contra lo que liga al
individuo a sí mismo y lo somete a otros en esta forma (lucha contra la sujeción, contra
formas de subjetividad y de sumisión).

La eutanasia

En Colombia, ante una enfermedad terminal, irreversible, si el paciente decidía ponerle fin a
su sufrimiento con la muerte, el Estado colombiano se lo impedía.
Hasta antes de 1997, la eutanasia era un delito en el país, un homicidio, que se castigaba
con prisión, pero disminuida la pena por ser un asesinato piadoso de quien obra por la
motivación de poner fin a los intensos sufrimientos de otro. Regía el Código Penal de 1980.

Ese año, con ponencia del entonces magistrado Carlos Gaviria, mediante Sentencia C-239
de 1997, la eutanasia dejó de ser castigada penalmente y se convirtió en un favor.
Un favor, como diría Lucius Anneus Séneca en el año 62 D. de C.: "La muerte es un castigo
para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor".
Del dolor que acompaña el deseo de la eutanasia, dijo el escritor francés André Malraux:
“Pero la muerte no es tan grave, el dolor sí lo es”.

Ya desde antes, un médico en Colombia, Gustavo Quintana, practicaba la eutanasia. En una


entrevista concedida al programa La Noche, en 2010, aseguró que había realizado 230
eutanasias.
“Pongo mi corazón muy cerca del dolor del paciente”, dijo en la entrevista Quintana. “El
método es muy sencillo, no tarda más de 10 minutos. Aplico en la vena inicialmente un suero
con anestesia y la persona entra en un profundo sueño. Luego inyecto un medicamento
despolarizador cardíaco, que detiene los latidos del corazón. La sangre no circula, el oxígeno
no va a su sangre y la persona finalmente descansa”, contó.
Muchas de sus eutanasias fueron ilegales, pero piadosas.

En el año 1997 es despenalizada la eutanasia, pero no fue regulada. Diecisiete años


después, en diciembre de 2014, una señora que murió por causa de la penosa enfermedad
que la llevó a presentar una acción de tutela, denominada Luisa en la sentencia T-970/14,
logró que fuera regulada la eutanasia, pero no consiguió para ella la protección del derecho a
morir dignamente.

Luisa sufrió un cáncer de colon que luego le hizo metástasis en la pelvis. Empezó a
deteriorarse su salud y ya no podía caminar. El dolor era intenso. En julio de 2013, solicitó a
Coomeva que le practicara la eutanasia, pero la EPS se negó. Ella presentó la acción de
tutela ante el Juzgado Décimo Civil Municipal de la Ciudad de Medellín, que falló a su favor.
Pero Coomeva apeló el fallo, pues no existía una resolución que regulara los procedimientos
de la eutanasia.
La Corte Constitucional revisó el fallo y ordenó al Ministerio de Salud que efectivamente
regulara el procedimiento.

Para cuando el Ministerio expidió la Resolución 1216 de 2015, ya Luisa había muerto.
Esta sirvió sin embargo, para que José Ovidio González, un zapatero de 79 años que
padecía cáncer de boca, padre del caricaturista Matador, se convirtiera en la primera persona
a quien en Colombia le aplican la Eutanasia.
El 26 de junio de 2015, don José se despidió de todos y se fue para la Clínica de Oncólogos
de Occidente, en Pereira, para que le aplicaran la eutanasia. Pero en el último minuto, un
médico no autorizó el procedimiento, porque, según él, don José estaba muy lúcido y casi
alegre, muy funcional.
Finalmente, después de muchas batallas legales, el 3 de julio se le provocó la muerte
asistida.

Y aunque ya es legal la eutanasia en el país, el conflicto entre el sujeto y el Estado persiste,


porque el derecho a morir dignamente solo se puede aplicar en casos extremos, que el dolor
sea insoportable, que la enfermedad no tenga cura y que esté causando un daño irreversible,
que no existan procedimientos médicos y paliativos para superar la enfermedad, pero
sobretodo, sigue siendo potestad del enfermo terminal decidir sobre su vida.
No se puede aplicar la eutanasia a quien estando en estado inconsciente no manifestó a
alguien su deseo de morir dignamente, manifestación que tiene que estar apoyada por
escrito, en un video o muchos testigos. Sino, nadie puede decidir por él.
Asimismo, dentro de los homicidios por piedad aún queda el de aquellas personas que por
sus problemas sicológicos y personales deciden acabar con su vida, otra modalidad de
homicidio por piedad.

La decisión autónoma de la persona en la eutanasia traza límites entre el Estado como señor
de la fuerza, como dueño del poder o micropoderes que operan en la sociedad, y el sujeto
como súbdito, esclavo, vasallo, dependiente, pero autónomo para elegir los principios y
valores que deben regir su conducta.
Es en la eutanasia que el sujeto le pone límites al Estado, pues cuando toma control sobre su
vida y decide qué hacer con ella, el sujeto se autogobierna y prescinde del soberano.
Además, materializa sus derechos.

Conclusión
En sentencia C-355 de 2006, la Corte señala que es deber del Estado proteger la vida y que
esta debe ser compatible con el respeto a la dignidad humana y al libre desarrollo de la
personalidad.
El enfermo no decide entre morir ya o hacerlo muchos años después, sino entre la muerte
como alivio al sufrimiento sufrido por una enfermedad terminal y el morir en pocas semanas
de manera indigna y harto dolorosa e insoportable.
Aunque se reglamentó la eutanasia, esta solo procede en un caso y es cuando el paciente
decide poner fin a su vida por causa de una enfermedad incurable que le está causando un
grande dolor. La persona debería tomar decisiones sobre su propia existencia, así vayan en
contravía de la misma. No puede el sujeto ser obligado por el Estado a continuar una vida
indigna bajo el pretexto de la protección a la vida, pues no puede desconocer la autonomía y
la dignidad de las propias personas.
Dijo la Corte Constitucional en la sentencia T-970 de 2014 que sólo el titular del derecho a la
vida puede decidir hasta cuándo es ella deseable y compatible con la dignidad humana.

En la eutanasia el primer conflicto que se presenta es consigo mismo. Aceptar que ya la


muerte es la única opción, dejar los seres queridos. Quebrantar los principios morales que
prohíben el suicidio o el anhelo de morir; el conflicto entre el valor de la vida y el valor de
morir dignamente.
Los derechos fundamentales en juego tienen su propio conflicto: la vida, la intimidad, el libre
desarrollo de la personalidad, en cuanto al individuo. Por su parte, están los fines esenciales
del Estado: servir a la comunidad y garantizar la efectividad de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución.

Un tercer conflicto tiene al Estado como protagonista. Se ha dicho que el soberano tenía
potestad sobre la vida y la muerte de sus súbditos, lo que, al parecer, era lo que ocurría en
Roma con el pater familias, quien decidía si daba o quitaba la vida a los suyos: hijos, esposa,
esclavos. Tenía también entonces el poder de enviar a la guerra a sus dirigidos y exponer
sus vidas en el frente de guerra. En la actualidad, el Estado no permite que la persona decida
sobre qué hacer con su propia vida. Está la eutanasia, que solo se aplica en un caso
específico, ya mencionado. Este conflicto es pues, la lucha del individuo por obtener del
Estado el derecho a decidir sobre su propia muerte.

¿Qué dice la Resolución 1216 de 2015?


El 20 de abril de 2015, el ministro de Salud y Protección Social, Alejandro Gaviria Uribe, firmó
la reglamentación (Resolución 1216 de 2015) de la sentencia T-970 de 2014 de la Corte
Constitucional, que ordenó al Ministerio que él lidera, diseñar y trazar la ruta para que se
garantice la muerte digna a los colombianos en todos los hospitales, clínicas y centros
médicos del país.

Características:
-El procedimiento es gratuito.
-El paciente debe ser mayor de edad.
-Debe ser un enfermo terminal.
-Ser autónomo y estar consciente.
-Debe solicitar la eutanasia a su médico tratante.
-El médico tratante debe presentarle todas las alternativas para intentar salidas a su
enfermedad.
-Después de escuchar al médico debe reiterar su voluntad.
-El Congreso está en mora de elaborar una ley estatutaria.
-El hospital debe conformar un comité científico.
-El comité tiene diez días para estudiar el caso y tomar la decisión definitiva.
-El comité preguntará al paciente de nuevo.
-Después del paciente reiterar su intención, el comité tiene un plazo de 15 días para efectuar
el protocolo determinado por el Ministerio.
-El paciente pude desistir en cualquier momento.
-Si el paciente está en estado vegetativo, tuvo que expresar previamente a su familia su
voluntad de morir dignamente, por video o por escrito.
-La familia no decide por el paciente.
-El comité debe reemplazar inmediatamente al médico que argumente objeción de
conciencia.
-Al paciente se le suministra una droga para que muera dignamente.
-El procedimiento no aplica:
*En casos de enfermedad degenerativa
*En menores de edad.
*Suicidio asistido

La Corte consideró que el derecho fundamental a vivir en forma digna implica el derecho
fundamental a morir con dignidad y ordenó al Ministerio de Salud y Protección Social
disponer de todo lo necesario para que los hospitales, clínicas, IPS, EPS y todos los
prestadores del servicio de salud en general, conformen un comité interdisciplinario.

Un grupo de trabajo interdisciplinario convocado por el Ministerio y conformado por expertos


académicos, hizo recomendaciones para la conformación y funcionamiento de los Comités
Científico-Interdisciplinarios para el Derecho a Morir con Dignidad, los cuales actuarán en los
casos y en las condiciones definidas en las Sentencias C-239 de 1997 y T-970 de 2014.

En consecuencia, el Ministerio elaboró la Resolución 1216 de 2015 por medio de la cual se


imparten las directrices para que se aplique la eutanasia por piedad.

Requisitos para obtener el Derecho a Morir dignamente


El solicitante debe ser un enfermo en fase terminal (Artículo 2, Ley 1733 de 2014), cuya
condición patológica grave, progresiva e irreversible, con pronóstico fatal próximo, haya sido
diagnosticada por un médico experto. Tal enfermedad no puede ser susceptible de un
tratamiento curativo y de eficacia comprobada. También procede si tales tratamientos
dejaren de ser eficaces. Se podrá requerir una segunda opinión de un grupo de expertos.

Para garantizar el derecho fundamental a morir con dignidad, el enfermo terminal debe ser
autónomo. El procedimiento debe ser rápido, oportuno e imparcial.
El paciente, sin embargo, tiene derecho a la atención en cuidados paliativos, así como sus
familias a un tratamiento integral del dolor y el alivio del sufrimiento. El derecho abarca su
decisión autónoma de desistir de manera voluntaria y anticipada de tratamientos médicos
que no representen una vida digna para él.

El paciente solicitará la eutanasia a su médico tratante cuando el dolor sea insuperable y los
tratamientos y cuidados paliativos ya no sean efectivos. Este convocará al Comité científico
al día siguiente de la solicitud.

Comité Científico-Interdisciplinario
En todas las Instituciones Prestadoras de Salud, (IPS) habrá un Comité Científico-
Interdisciplinario para el Derecho a Morir con Dignidad, conformado por un médico
especializado en la patología del paciente, un abogado y un siquiatra o sicólogo clínico.
Si la IPS no tiene habilitado el servicio de hospitalización oncológica o el servicio de atención
institucional de paciente crónico o el servicio de atención domiciliaria para paciente crónico,
deberá informar a la Entidad Promotora de Salud, (EPS) del paciente para que coordine lo
necesario para garantizar tal derecho.

Los integrantes del Comité no podrán ser objetores de conciencia del procedimiento. En caso
de conflicto de intereses deben informar al momento de conformar el Comité.

El Comité deberá revisar la decisión del médico tratante, ordenar a la institución que asigne
un médico no objetor en un término de 24 horas, actuar si en un término de diez días el
paciente reitera su decisión, luego tendrá un tiempo máximo de 15 días para proceder a la
eutanasia, vigilar que el procedimiento se realice cuando la persona lo indique, ser garante
de un procedimiento respetuoso, legal e imparcial.

El comité suspenderá el procedimiento si detecta alguna irregularidad y pondrá el caso en


conocimiento de las autoridades competentes; acompañará a la familia con ayuda sicológica,
médica y social; verificará que se cumplan los requisitos cuando la decisión no sea autónoma
del paciente sino un consentimiento sustituto; elaborar un documento del procedimiento y
remitirlo al Ministerio de Salud y Protección Social y a la EPS.

El Comité deberá elaborar su propio reglamento, velará por la reserva y confidencialidad que
le sean propias (sin perjuicio de las excepciones legales) y podrá consultar a expertos que
estime puedan ser de utilidad.

Corresponde al Comité dar respuesta a los derechos de petición, las solicitudes de


información y demás requerimientos.

La entidad deberá designar de manera inmediata el profesional que reemplace al no


acudiente al Comité, según el respectivo perfil.

Instituciones Prestadoras de Salud -IPS-


Las IPS deben ofrecer y disponer todo lo necesario para suministrar cuidados paliativos al
paciente que lo requiera y así él no lo quiera; designar a los integrantes del Comité y
facilitarles la documentación requerida en cada caso; informar permanentemente a la EPS;
garantizar que hayan médicos no objetores para la práctica del procedimiento.
La IPS no podrá argumentar la objeción de conciencia institucional.

Entidad Promotora de Salud -EPS-


Las EPS deben asegurar la comunicación permanente con los miembros del Comité.
Tramitar con celeridad los requerimientos.
Hacer efectivo el derecho a morir con dignidad.
No interferir en la decisión que adopte el paciente o de quienes estén legitimados.
Contar con profesionales de la salud idóneos.
Garantizar tanto al paciente como a su familia ayuda sicológica y médica.

Procedimiento
El paciente solicita el procedimiento a morir con dignidad a su médico tratante.
El médico valorará su condición.
El paciente debe estar consciente y manifestar su voluntad de manera libre, informada e
inequívoca. Un testamento vital se considerará válido.
Si el paciente está en incapacidad, la solicitud podrá ser presentada por quienes estén
legitimados para dar el consentimiento sustituto, siempre y cuando la voluntad del paciente
haya sido expresada previamente mediante un documento de voluntad anticipada o
testamento vital.
El médico tratante le deberá reiterar el derecho que tiene a recibir tratamiento integral del
dolor y alivio del sufrimiento, según lo contemplado en la Ley 1733 de 2014.
El médico tratante, con la documentación respectiva, convocará de manera inmediata al
respectivo Comité.
El Comité tiene diez días para verificar la información.
El Comité preguntará al paciente si se ratifica en su decisión. Si reitera su voluntad, el Comité
programará el procedimiento en un máximo de quince (15) días.
El procedimiento tiene carácter gratuito.
En la historia clínica del paciente se dejará constancia del procedimiento.
El Comité enviará un documento con los pormenores al Ministerio de Salud y Protección
Social.
El paciente puede desistir en cualquier momento de su decisión. El sustituto también.
El médico que predique objeción de consciencia debe ser reemplazado dentro de las 24
horas siguientes.

Referencias

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http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2014/t-970-14.htm

-Artículo 173, numeral 3, de la Ley 100 de 1993

-Artículo 4 de la Ley 1438 de 2011

-Artículo 2 del Decreto-ley 4107 de 2011

-Artículo 2 de la Ley 1733 de 2014

-Resolución de 1216 de 2015 de Ministerio de Salud

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