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J A R I S #29M 2017

Aquí y ahora, hoy y en este patio, en el cual seguramente tantas veces jugaste, te invito simplemente a quince
minutos de silencio, y silencio de verdad, de ese que le hace bien al corazón. Silencio que es mucho más que cerrar la
boca. Silencio no solamente de palabras, sino también interior para encontrar la paz que vive en vos. No intentes
buscar miradas cómplices alrededor para reírte (seguro que ahora que lo dije lo hiciste). Dentro tuyo vive Alguien. El
Dios que te dio la vida, que te ama con locura vive en tu interior, para cuidarte, para sostenerte, para sanarte. Por
eso no estás sola, no estás solo: siempre que callamos nos encontramos con ese Alguien que ya nos esperaba dentro
nuestro, Dios está loco por enseñarte el secreto de la vida, del amor y la felicidad. Nunca vamos a estar conformes
con todo en la vida, porque siempre hay algo que nos molesta o nos falta, y por eso esquivamos al silencio, ¡pero es
tan necesario frenar! Más aún: ¡es maravilloso aprender a encontrar paz en el mundo interior!
¿Qué sentís de tu familia (tus padres, hermanos, parientes…)? Las heridas más grandes aceptalas y listo, no les des
más vueltas. Si te faltó algo, o si te causaron dolor ya pasó, es bueno reconocerlo para poder aceptarlo, pero darle
rosca en la cabeza no sirve de nada. Perdoná hoy a todos los que te hicieron llorar: a tus viejos, a tus hermanos,
abuelos, tíos... Deciles: “Papá, mamá, yo te perdono”… Ofrecele eso a Dios y él lo va a sanar, el puede y quiere
sanarlo. Lo más importante es recordar las cosas hermosas, desde tu cama o tu casa, hasta el colegio, o una salida a
comer, o un helado, cada detalle de amor de tu familia guardalo como un tesoro, y a estas cosas sí que hay que
darles mucha rosca y agradecer. Esos recuerdos tienen el poder de sanar todo tu ser y tu historia.
Y seguro que entre tus amigos y amigas hay montón de recuerdos de todos los colores… pensá en alguien que te
haya hecho daño, a propósito o sin querer, pero lo cierto es que te lastimó. A esa persona alguien también le causó
una gran herida. Hoy perdonala, traé su nombre a la memoria y decile “te perdono, te equivocaste, pero yo no me
molesta, yo te perdono”. Y ahora dedicale unos minutos a los miles de recuerdos lindos que tengas con tus
amistades: jugar a las escondidas, o a la mancha y a la pelota, el poli-ladron, cantar y bailar, las travesuras (por no
decir quilombos que habrán hecho en el colegio, o en alguna casa o en un parque), las salidas a comer o al cine…
Lleva esos recuerdos lindos como un tatuaje en tu corazón, un tatuaje que te cure de la tristeza.
¿Me crees si te digo que nadie está totalmente feliz consigo mismo en el fondo? Al menos no de una, lleva tiempo
conocerse, y aún mucho más tiempo aceptarse a uno mismo… Me imagino, y estoy seguro, que hasta personas como
Shakira o Maluma, Messi o Luciana Aymar tuvieron o tienen que vivir este drama: quererse tal como son. Querete
con tus defectos, tu cuerpo y tu personalidad, todo eso es valioso porque es tuyo. ¿Qué es lo que menos te gusta de
tu personalidad? ¿y de tu cuerpo? Pensalo, y dáselo a Dios, soltalo, basta de darles vueltas a eso. Ama esas cosas,
porque que te hacen ser vos y ser vos es genial… Un día, y no falta mucho para ese día, te vas a estar mirando en el
espejo y muy feliz vas a decir “Ser yo mismo es lo mejor que me pasó en la vida”, pero para que eso pase tenés que
empezar hoy. Si te sirve, ¡enójate con Dios! Putealo y preguntale ¿Por qué carajo me hiciste así, con este o ese
defecto? ¿eh, por qué Dios? Su respuesta es obvia: “Porque así sos perfecto, sos prefecta, sos la obra de mis manos y
te di todo para que seas feliz”. Pensá en esas cosas y no permitas ni hoy ni nunca que tus defectos te robren ni la
felicidad ni la paz, ¡ni la hermosa libertad de ser uno mismo delante de todos! ¿y tus dones? Son miles, son tantos
que no los podes contar. Ya, pensé ahora tus cinco mejores cualidades… ¿viste cuanto tiempo nos lleva? ¿Por qué?
No lo sé, pero nos cuesta mucho ver todo lo bueno que hay en uno (a mí me llevó treinta años, pero me encantaría
que a vos te lleve mucho menos). Perdé tiempo a esto, pero no te agrandes, vas a descubrir tantos dones que te la
vas a creer mil y te vas a volver insoportable, ojo con eso… Tus defectos aceptalos, y tus dones usalos, pensá todo lo
que podes hacer con ellos y dale gracias a Dios (ya que antes lo puteamos, ahora mejor agradecemos…).
Queda lo último. Hay alguien que no hizo nunca algo que pueda lastimarte, pero que se anima a ponerse en el lugar
del culpable solo para sanar tus heridas: Dios. Sí, tal vez sentimos que el culpable de todo lo que sufrimos es Dios. El
culpable de todo lo anterior es Dios: culpable de mis viejos y mis hermanos, de ese curso que me boludeaba, de esa
piba o pibe que me jodía, de mi historia, de mi cuerpo… “Dios, no te preocupes, algo te salió mal, pero yo te
perdono”. En verdad es obvio que Dios nada le sale mal, y vos sos su mejor prueba de eso, pero nos puede amigar
con Dios el sentir que tenemos que perdonarlo… Y así terminamos, espero que hayas disfrutado estos minutos de
silencio… respira hondo, sentí la paz que Dios te regala… El perdón es una semilla de felicidad. Olvidate de todo lo
malo y guardá todos los recuerdos hermosos en tu corazón, tenelos bien a mano, te van a servir para dibujarte una
sonrisa o darte fuerza siempre que lo necesites. Ahora estás más cerca de decirte: “Ser yo es lo mejor que me pudo
haber pasado, gracias Dios”.

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