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Según las etapas del desarrollo moral de Kohlberg, los adolescentes, al igual
que la mayoría de los adultos, suelen estar en el nivel II, que incluye las etapas
3 y 4. Es decir, han interiorizado los estándares de los demás y se ajustan a las
convenciones sociales, apoyan el status quo y piensan en términos de hacer lo
correcto para complacer a otros u obedecer la ley. Solamente un pequeño
número de personas parece alcanzar el nivel III, tanto en la adolescencia como
en la edad adulta.
Sexualidad
Así han quedado relegadas al recuerdo las iniciaciones que provenían del trato
con prostitutas o, en el caso de la mujer las iniciaciones se retrasaban hasta el
matrimonio. La práctica heterosexual, es hoy algo normal entre los adolescentes
de ambos sexos. Las relaciones prematrimoniales no solo son aceptadas
socialmente, sino incluso recomendadas por la mayoría de los especialistas. Y
no puede ser de otro modo: el proceso de aprendizaje del joven no puede dejar
de lado precisamente aquel campo en el que más inseguro se siente y del que
todavía en la práctica nada sabe. El adolescente que haya recibido la necesaria
información sobre los aspectos teóricos, prácticos y “técnicos” de las relaciones
sexuales, tiene el bagaje de conocimientos y la madurez necesaria para que sus
primeras prácticas heterosexuales sean para él y su pareja algo satisfactorio.
Desarrollo psicosexual
Algunos sostienen que las diferencias de carácter entre hombres y mujeres son
el producto de factores biológicos innatos, pero no debe olvidarse que el proceso
de socialización es responsable de la adquisición, formación y desarrollo de la
mayoría de los roles sociales, incluyendo los sexuales. Los principales agentes
de socialización que influyen en la identidad sexual alcanzada son la familia, los
medios de comunicación, el grupo de pares y el sistema educacional.
Según lo planteado por Junca, Plata y otros, (1999), podríamos decir que si la
autoestima del adolescente es alta, aumentarán las probabilidades de que
persista en sus propósitos, que se esfuerce más ante las dificultades de la vida,
que se conduzca como un ser reflexivo, que responda de una manera más
apropiada y con mayor ingenio a los desafíos y oportunidades de la vida, que
aumente su intuición y sentido de realidad y que se acreciente su independencia.