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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

ÍNDICE

BERLÍN, SALVAD A JOSÉ ANTONIO .......................................................................................................... 2


Protagonismo de Franco .......................................................................................................................... 5
José Antonio: atención especial............................................................................................................... 7
Uniformes alemanes para los Pascual de Pobil ...................................................................................... 9
«Importante líder» .................................................................................................................................. 10
Interviene la Marina................................................................................................................................ 13
Operación soborno................................................................................................................................. 14
Aznar, en apuros .................................................................................................................................... 16
Cuestión de prioridades ......................................................................................................................... 18
José Antonio, a segundo plano.............................................................................................................. 19
DOCUMENTOS ..................................................................................................................................... 22

BERLÍN, SALVAD A JOSÉ ANTONIO


Los Alemanes vieron en la Falange uno
de los motores del Alzamiento.
El III Reich, al final, prefirió mantener sus
relaciones con la República.
Los agentes alemanes acortaron sus

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

márgenes de actuación
Por Ángel Viñas

José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, era uno de los personajes
clave en la gestación del Alzamiento del 18 de julio, por más qué se hallase prisionero en
una cárcel del Gobierno. Sobre los intentos encaminados a conseguir su libertad se ha
escrito mucho 1 y siempre ha quedado en el aire la incógnita de lo que hubiera ocurrido
si tales intentos hubiesen tenido éxito. Pero la historia es irreversible. Con todo, hay una
parte de esa historia escasamente conocida en España: la visión alemana de los hechos
2
, cuestión importante ya que sus agentes en España y la Marina del III Reich
participaron activamente en el asunto.
Con documentos, en gran parte inéditos, se presentará en este artículo la visión
alemana de los comienzos de la guerra civil: el papel del Ejército, la ayuda a Franco, la
situación política... La Falange fue considerada como uno de los principales motores del
Alzamiento por lo que la liberación de José Antonio se convertiría en tema muy
importante para el III Reich, aunque no tanto como para destruir la ficción de las
relaciones diplomáticas entre Berlín y Madrid.
Este artículo se refiere al primer intento de liberar al Jefe de la Falange con ayuda
alemana. En el próximo número se publicará un segundo trabajo sobre el final de la
actuación del III Reich en este asunto, cuando el panorama había cambiado
radicalmente. Franco había tomado las riendas del mando único y su personalidad
anularía cualquier otro posible liderazgo.

1
Pueden señalarse, a título de mero ejemplo orientativo: Maximiano García Venero, Falange en la guerra
de España: la unificación y Hedilla, Ruedo Ibérico, París, 1967; Herbert R. Southworth, Antifalange.
Estudio crítico de Falange en la guerra de España, Ruedo Ibérico, París, 1967; Agustín del Río Cisneros y
Enrique Pavón Pereyra, Los procesos de José Antonio, Ediciones del Movimiento, Madrid, 1969; Felipe
Ximénez de Sandoval, José Antonio (Biografía apasionada), sexta edición, corregida y aumentada. Fuerza
Nueva Editorial, Madrid, 1974; Antonio Gibello, José Antonio. Apuntes para una biografía polémica,
Doncel, Madrid, 1974; José de Mora-Figueroa, Datos para la historia de la Falange Gaditana, Gráficas del
exportador. Jerez de la Frontera, 1974; Manuel Lara, «Una misión imposible». Pueblo 27 de agosto de
1975.
2
Entre los autores de esta nacionalidad que se han ocupado del tema cabe mencionar a: Hans Henning
Abendroth, Hitler in der spanischen Arena, Schóningh Verlag, Paderborn, 1973, con breve tratamiento, y
en particular, Manfred Merkes, Die deutsche Politik im spanischen Bürgerkrieg.

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LA liberación de José Antonio Primo de Rivera no podía ser nunca una empresa
fácil. La significación política del prisionero era lo suficientemente destacada como para
que las autoridades republicanas prestasen la mayor atención a la seguridad del
detenido y, más aún, cuando la Falange se expandía aceleradamente y parecía poder
ofrecer finalmente una cobertura ideológica ad hoc a las abigarradas fuerzas del 18 de
Julio. Las gestiones amparadas por la Marina de Guerra alemana y la Wilhelmstrasse
(sede del Ministerio de Asuntos Exteriores) tenían grandes posibilidades de cosechar un
rotundo fracaso. Y así ocurrió.
Los intentos de liberación se sitúan en dos momentos perfectamente diferenciados:
el primero, en la segunda quincena de septiembre; en el mes de octubre de 1936, el se-
gundo. El primero abortaría en las condiciones que expondremos en este trabajo y que
determinarían el marco de las divergentes opiniones que sostendrían los agentes ale-
manes de cara al segundo intento. Las gestiones de octubre se verían dificultadas por
circunstancias cada vez más enrarecidas y, adicionalmente, por la toma de posición que
Salamanca había adoptado ya entonces.
El relato es, pues, la historia de una frustración y del no empleo del margen de
discrecionalidad a disposición de los agentes alemanes encargados oficialmente de la
operación. Este margen de maniobra es indisoluble de sus propias opiniones sobre los
complejos problemas que se planteaban en España y en una guerra civil
internacionalizada casi desde sus mismos comienzos. A esa internacionalización había
contribuido decisivamente el III Reich, una vez que en agosto de 1936 se presentaron en
la zona nacional altos jefes alemanes, como el general Wilberg (encargado de los
aspectos organizativos de la intervención) y, posiblemente, el almirante Canaris (jefe del
servicio de inteligencia militar), para hacerse una idea de las fuerzas levantadas contra la
República y, sobre todo, para estudiar la forma de apoyo al único general receptor de la
ayuda alemana: Franco.
Hacia la segunda mitad de agosto de 1936 se disponía en Berlín de informes
contradictorios acerca de la situación en España, si bien Hitler había decidido ya que se
prestase a Franco ayuda en pequeña escala, aunque de forma continuada.
Así, por ejemplo, el comandante von Scheele, jefe del primer contingente de volun-
tarios alemanes llegados a España, se hacía eco el 19 de agosto de 1936 de que: «... en
cuanto a las consecuencias de la colaboración alemana, en términos de política exterior,
todas las partes consideran aquí que son iguales, tanto si sólo interviene material
alemán, como si lo hacen, también, soldados alemanes». Seguidamente, von Scheele
indicaba sobre el terreno que «el rápido suministro de más Heinkel y de 20 transportes
pequeños W-34 constituye, en mi opinión, el presupuesto básico para un rápido triunfo
final» (Archivos militares alemanes de Friburgo —AMAF—, legajo M 1367/80.602, pp.
57-68).
La opinión de los observadores profesionales alemanes sería bien diversa. Karl
Schwendemann regresaba a Berlín en la segunda mitad de agosto de 1936 en misión
informativa. Era el consejero de la embajada alemana y sus despachos desde la capital
española constituyen una de las primeras fuentes para la interpretación de este período
3
. Schwendemann declararía a los servicios de inteligencia alemanes que: «... la guerra
3
Algunos se encuentran reproducidos en los documentos de la Wilhelmstrasse de los que hay dos
ediciones completas, la anglo-americana y la alemana original (la francesa que tanto mencionan autores
españoles no lo está). Se utiliza Deutschland und der spanische Bürgerkrieg, Imprimerie Nationale, Baden-
Baden, 1951. Véanse, en particular, documentos 4, 11 y 23 para los primeros momentos de la guerra civil.
La información posterior aparece ya firmada por el encargado de Negocios Hans-Hermann Vólckers.

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civil en España durará largo tiempo, a no ser que se produzcan acontecimientos


imprevisibles. Posiblemente termine en tablas. Las fuerzas de ambos lados están
distribuidas de forma bastante similar y los refuerzos se equilibran mutuamente. En el
supuesto de conceder una posibilidad de triunfo a una de las partes esta sería, sin duda,
la de los militares...» (AMAF, legajo M 1391/80.787, sin paginar).
Los altos jefes de las Fuerzas Armadas Alemanas quedaron sorprendidos por la
decisión tomada por Hitler de ayudar a Franco. Por tanto no es de extrañar que, en la
confusas semanas del mes de agosto, deseasen obtener declaraciones sobre la
orientación que la dirección política se proponía seguir en el curso de su intervención. El
documento 1 (reproducido al final del trabajo) reflejaba la opinión del Alto Mando de la
Marina. El ministro de la Guerra, von Blomberg, la puso directamente en conocimiento
de Hitler el 22 de agosto de 1936. De tal documento merece la pena destacar, por lo
menos, la concentración exclusiva que se hace en Franco y en su «Gobierno» (sic), así
como la paradoja de que se redactase cuando se perfilaba la no-intervención occidental.
La respuesta no se hizo esperar: «El Führer y Canciller dio órdenes el 24 de agosto
—el mismo día en que se firmaba el acuerdo de no-intervención— de apoyar lo más
posible, tanto en lo material como en lo militar al general Franco 4 .

Protagonismo de Franco
En un principio se prohibía a las fuerzas alemanas la intervención directa en
combate, pero esa restricción apenas si tuvo vigencia (desapareció el 28 de agosto) y el
1.° de septiembre comenzaron los preparativos para utilizar en España formaciones
cerradas. Los efectivos soviéticos aún no habían hecho acto de presencia cuando la
intervención alemana ya era decidida. En esos primeros días de septiembre llegaba a
España el teniente coronel de E. M. Walter Warlimont con el fin de coordinar sobre el
terreno la acción militar y de sugerir medidas de apoyo en favor de los nacionales.

Ilustración 1. «Exteriormente, el Movimiento busca aproximarse a los grandes movimientos

Schwendemann falleció en Munich en 1974 o 1975.


4
Véase la primera parte de la historia oficial alemana de la intervención de la guerra civil: Unternehmen
Feuerzauber, cito por el ejemplar conservado en AMAF, Legajo II. L 234/75 Bd. 1, pág. 66.

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nacionales europeos mediante el uso, practicado por todas partes, del saludo brazo en alto...»

Por parte alemana se percibía claramente la heterogeneidad de las fuerzas


existentes en la zona nacional, que ya deja traslucir el mencionado documento número
1. Los informes enviados a Berlín acentuarían la importancia de unas u otras a tenor de
los prejuicios ideológicos o profesionales de los agentes germanos. Pero es de notar que
sólo en raras ocasiones aparece la Falange en un primer plano, puesto que suele ocupar
el Ejército.
Con todo, no se ignoraba la importancia de la Falange, tal como puede
comprobarse en las informaciones enviadas a Berlín por Warlimont (AMAF, legajo M
1367/80.604), que debieron tener una alta significación por provenir del principal
representante en España de la Fuerzas Armadas Alemanas, seleccionado por el Ministro
de la Guerra. Y, además, porque sus informaciones iban a parar inmediatamente al
servicio interarmas, encargado del apoyo a Franco, al frente del cual se encontraba el
general Wilberg, directamente subordinado a Góring.

Ilustración 2. José Antonio en la cárcel de Madrid, con Arcadio Carrasco y Valdés (derecha) y José
M.a Bedriñana y Ruiz de Alda (izquierda)

Ilustración 3. Tte. coronel Walter Warlimont: «Franco, primus ínter pares».

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Warlimot se entrevistaría por vez primera con Franco el 6 de septiembre de 1936,


en Cáceres. En su primer despacho, enviado a Berlín seis días más tarde, ya informaba
que la más alta dirección militar radicaba en la Junta de Burgos, si bien, entre los
generales y en la medida que hasta entonces había podido colegir, «Franco ocupa la
posición de primus ínter pares, con autorización de la Junta y la aprobación de los
demás Jefes».
Warlimont reconocía que «para ello no posee poderes de iure pero en lo que
parece divisarse en relación con las operaciones, los emplea con toda reserva en cuanto
a la forma». Las causas encontradas por Warlimont para esa preeminencia de Franco
eran las siguientes: «Se apoya en su destacada posición en la participación del
Movimiento, si bien la misma intensidad corresponde, igualmente, al general Mola; en su
papel como jefe de todas las tropas marroquíes, que representan las fuerzas de choque;
en su prestigio personal y en los éxitos por él conseguidos hasta ahora».
En este primer despacho de Warlimont no asoma todavía que el general Mola
hubiera sido descartado por Hitler para recibir la ayuda alemana 5 . Hay que esperar al
segundo, enviado el 19 de septiembre, para encontrar este significativo párrafo:
«Diversas observaciones permiten indicar que la alta dirección militar por parte del
general Franco es, sin embargo, algo más intensa de lo que se suponía en el informe
anterior. Evidentemente, ello es consecuencia de la ayuda que prestamos a él y sólo a
través de él. La Junta de Burgos no tiene importancia, en cualquier caso, en lo que se
refiere a la conducción militar».

José Antonio: atención especial


Este segundo despacho de Warlimont engloba ya consideraciones de índole
política interna. Todavía encontramos aquí una imagen poco diferenciada, aunque hay
en él observaciones que no pueden olvidarse dadas su inmediatez y procedencia:
«La Junta de Burgos resalta poco, al menos en esta región. A su presidente,
Cabanellas, se le considera como exponente de las gentes de la vieja escuela que no
escuchan la voz del pueblo. Se lamenta aquí que el general Franco no haga
manifestaciones políticas. Puedo imaginarme que ello traduce una reserva consciente,
con el fin de evitar cualquier señal de desunión en el campo nacional.
Las tendencias políticas pueden dividirse, a grandes rasgos, entre Falangistas y
Carlistas (Requetés) y se encuentran distribuidas por todo el país. Los segundos
predominan en el Norte y se apoyan en un movimiento antiguo, ligado a lo tradicional en
todos sus aspectos... Los falangistas se han desarrollado extraordinariamente desde el
comienzo del actual movimiento; respecto al número, son mayorita-rios y ejercen una
especial atracción sobre la juventud. La dirección y la organización dejan mucho que
desear, pero podría ser que ellos fuesen el futuro».
Warlimont entraba, también, en este segundo despacho, en la liberación de José
Antonio: «Se agradece aquí especialmente que, siguiendo nuestra recomendación, el
comandante del escuadrón ligero de la Flota haya prestado inmediatamente y con la

5
Ángel Viñas: Los espías alemanes entran en la guerra civil, Historia Internacional, octubre de 1975 y La
Alemania Nazi y el 18 de julio, Alianza Universidad, Madrid, 1974. Véase José Ignacio Escobar, Así
empezó..., Gregorio del Toro, Madrid, 1974, para una versión de alguien próximo a Mola.

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mejor voluntad toda su ayuda para que los voluntarios falangistas puedan aproximarse al
Jefe supremo de la Falange, que se encuentra encarcelado en Alicante. Parece que los
preparativos han transcurrido hasta ahora de forma satisfactoria y la explotación de un
éxito eventual por la propaganda merece una atención especial por nuestra parte».
Finalmente, Warlimont expone sus impresiones sobre la España nacional: «En
todas partes reina un gran entusiasmo nacionalista entre la población campesina y la
urbana. Apenas si hay hombres que no lleven, al menos, una boina de uniforme. Muchos
van armados, pero evidentemente son pocos los utilizables para la lucha. El entusiasmo
muestra un impulso especial a favor de Alemania, gracias a nuestra intervención y, sobre
todo, gracias a los destacados éxitos de nuestros aviadores...»
«Exteriormente el Movimiento busca, por ejemplo, aproximarse a los grandes movi-
mientos nacionales europeos mediante el uso, practicado por todas partes, del saludo
brazo en alto. Todavía no me es posible apreciar la significación interna
"La concepción del fascismo como exponente del imperium romanum en el tiempo
en que España era colonia del mismo, parece que no es muy popular. Más bien se
escucha la expresión de 'nacional-sindicalismo' como denominación del movimiento
presente.
"Más o menos son dos terceras partes de la población las que parecen encontrarse
en la zona controlada por el Gobierno de Burgos. Tanto antes como ahora, a los
elementos rojos se les elimina por fusilamientos en gran escala».
Cuando Warlimont enviaba este segundo y significativo despacho, el 19 de
septiembre de 1936, se habían producido acontecimientos de importancia en Alicante,
donde se hallaba encarcelado José Antonio Primo de Rivera. De ellos tuvo conocimiento
el observador alemán y pasó información a Wilberg. Sin embargo, la parte de los
despachos en que Warlimont se refería a los intentos de liberación de José Antonio no
ha sido localizada todavía y hasta es posible que haya desaparecido. Han de emplearse,
pues, otras fuentes para reconstruir la operación.

Ilustración 4. Aviones alemanes, sólo para Franco, sólo a través de Franco.

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Uniformes alemanes para los Pascual de Pobil


En este punto entra en escena el cónsul honorario del Reich en Alicante, Joachim
von Knobloch, con nombramiento para ese cargo desde agosto de 1935, pero quien no
había recibido todavía el exequátur al comenzar la guerra 6 . Esa anomalía se debía a la
rivalidad del cónsul alemán en Cartagena, representante de la compañía Neptun, de
Bremen, en competencia con la representada por von Knobloch, la naviera Sloman, de
Hamburgo.
En el asunto intervino, incluso, un diputado republicano de Cartagena quien frenó la
tramitación del exequátur y las cosas llegaron tan lejos que la misma embajada alemana
tenía una investigación en marcha cuando comenzó la guerra. El inicio de las hostilida-
des no zanjó la cuestión, con grave perjuicio para la información alemana y sólo la
llegada a Alicate de los barcos de guerra del Reich puso en orden la situación.
La importancia de von Knobloch se había centuplicado. Alicante se convertía en el
puerto de evacuación de la colonia alemana en la España republicana así como de otros
muchos súbditos extranjeros. La operación se desarrolló en gran escala desde los
primeros días de agosto hasta los comienzos de septiembre. Además, poco después de
comenzar las hostilidades, varias embajadas trasladaron su residencia a la capital
alicantina, tanto por alejarse del escenario de la lucha como por disponer de garantías
de evacuación. Entre ellas estaban la italiana, alemana y portuguesa. Para este fin,
Alemania, Italia, Portugal, Gran Bretaña y Francia solían tener un barco de guerra como
mínimo a la altura de Alicante. A partir de septiembre harían lo mismo Argentina y los
EE. UU.
Desde el punto de vista de la recogida de información, la importancia de Alicante
comenzó durante ese otoño, al llegar a su puerto parte de los suministros enviados al
bando republicano desde el exterior. Las informaciones sobre tales fletes serían de gran
interés para los alemanes y su recogida acarrearía algunos disgustos a von Knobloch.
Entre tanto, seguía el proceso de evacuación y no se limitaría a súbditos
extranjeros. El cónsul alemán —igual que ocurría con su colega argentino— posibilitaba
la fuga a destacados elementos de la derecha, que saldrían mezclados con los
alemanes que abandonaban España. Entre los españoles que huyeron de la zona
republicana por el puerto de Alicante figuraban, según recuerda von Knobloch, el obispo
de Murcia, Rosario Urquijo (esposa de Fernando Primo de Rivera), Lolita Primo de
Rivera (casada posteriormente con Agustín Aznar), Rafael Garcerán, Pilar Primo de
Rivera (que fue acompañada por un secretario de la embajada alemana hasta Alicante y
dotada de un pasaporte del III Reich)... Algo más tarde, a raíz de un telegrama de
Franco a Berlín, en el que solicitaba una intervención

«La Junta de Burgos no tiene importancia, en cualquier caso, en lo que se


refiere a la conducción militar».

6
El 8 de mayo de 1937, el embajador alemán en Salamanca, general Faupel, remitiría un informe
redactado por von Knobloch en Sevilla, y fechado en marzo de ese mismo año, en el que este exponía su
labor como cónsul honorario en Alicante. Se encuentra en el archivo político del ministerio alemán de
Asuntos Exteriores, Bonn, dirección general de Asuntos Políticos III, España, Legajo «Innere Po-litik,
Parlaments - und Parteiwesen: Bd. 31, 5.37-6.37».

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en favor de la familia de su hermano, Nicolás, la embajada encargó el caso a von


Knobloch, que logró embarcar a 18 personas, entre las que se encontraban Ricardo y
Luis Pascual de Pobil, la cuñada de Nicolás Franco y la viuda e hijos del Almirante
Pascual de Pobil, ejecutado en Mahón. Lo mismo que había ocurrido en casos
anteriores, los hermanos Pascual de Pobil salieron de Alicante con uniformes de la
Marina Mercante Alemana.

Ilustración 5. Cabanellas y la Junta General de Burgos, «la vieja escuela».

«Importante líder»
Según el testimonio de von Knobloch, ya al comienzo de la operación había dirigido
un telegrama a la Wilhelmstrasse, a través de la Flota Alemana en el Mediterráneo, en el
que indicaba la situación de José Antonio Primo de Rivera, que no era secreto en la
zona republicana y tampoco debía serlo para el Reich, toda vez que el jefe de la Falange
era tema asiduo de información. Así, por ejemplo, existe un telegrama del 5 de
septiembre de 1936, enviado por el encargado de negocios de la embajada alemana a la
Wilhelmstrasse, en el cual llamaba la atención sobre «el para nuestra política importante
líder», encarcelado en Alicante.
Con todo, el tema de la liberación de José Antonio no parece que fue asunto
prioritario, en un momento en que Berlín dibujaba las líneas maestras de su apoyo a
Franco. Como resultado de las órdenes de von Blomberg, según instrucciones de Hitler,
la operación debería traducirse en una amplia entrega de material, en la medida que ello
no retrasase la constitución de unidades activas. En consecuencia, la atención debería
centrarse sobre el material procedente de los arsenales previstos para el caso de una
movilización. A la Marina se le recomendaba una actuación generosa en caso de duda,
toda vez que las otras armas alemanas —Ejército de Tierra y Aviación— participaban ya
directamente con personal y unidades activas (AMAF, legajo M 1367-80.604, pág. 89).
Era, también, el momento en que Moscú sopesaba su intervención directa y
cuando Berlín estudiaba minuciosamente las impresiones del primer despacho de
Warlimont, al que anteriormente ya aludíamos).
«Todos los factores que han podido tenerse en cuenta, para valorar la situación
desde el punto de vista militar, permiten abrigar la esperanza de un triunfo de los

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nacionales en el próximo futuro. Tal conclusión no se ve afectada en lo fundamental por


los puntos negativos señalados y que percibo principalmente en la carencia de una
conducción centralizada, en la falta de una organización precisa para la emisión de
órdenes y en el insuficiente empleo de las fuerzas de que se dispone. Ello no obstante,
el tiempo no trabaja en contra del movimiento nacional».

Ilustración 6. José Antonio, a la salida del funeral por Matías Montero.

Ilustración 7. Contralmirante Hermann Boehm.

«Desde el punto de vista político no deja de tener importancia que alcance


rápidamente sus objetivos para conseguir efectos de entusiasmo. Desde el punto de
vista militar cabe esperar sorpresas —en esto comparto totalmente la opinión del general
Franco— que podrían derivarse de una intensificación de la ayuda material extranjera a
los rojos. Desde el punto de vista exterior es también esencial, en mi opinión, para
nosotros que el Movimiento llegue a su meta con toda rapidez y puedan evitarse
complicaciones ulteriores a nivel europeo».
Con todo, las preocupaciones político-militares no hacían olvidar a José Antonio
Primo de Rivera. Precisamente el cinco de septiembre, vísperas del primer encuentro
entre Franco y Warlimont, la representación nacional en Lisboa acudía a la Legación

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alemana para conseguir el traslado de un delegado a algún barco germano fondeado a


la altura de Alicante, con el fin de que pudiera llevar a cabo desde el buque las
negociaciones precisas para obtener la liberación del Jefe falangista (Merkes pág. 181).
Tales sugerencias debieron hallar eco en las esferas berlinesas. De hecho, el 14 de
septiembre, el Alto Mando de la Marina dio las primeras órdenes. A tenor de estas se
sabe que anteriormente hubo gestiones para conseguir el traslado en barcos no
alemanes. En un telegrama a la Flota se dice: «Absolutamente necesario rápido traslado
de dos delegados del Gobierno blanco, ahora en Lisboa, hasta Alicante en favor acción
para prisionero en ésta. Intentos utilizar buque de guerra portugués no han dado
resultado. Se desea con urgencia llevar a cabo traslado en navío de guerra alemán. La
presencia de los delegados a bordo debe mantenerse en secreto» (Diario

«Los falangistas se han desarrollado extraordinariamente desde el comienzo


del actual movimiento... podría ser que ellos fuesen el futuro...»

de Operaciones de Boehm en AMAF, legajo M Box 1405-80.837, tomo 1, pág. 81).

Ilustración 8. José Antonio jugaba al fútbol en la cárcel, mientras bajaba su cotización en el


Movimiento.

Otro telegrama de la misma fecha indicaba que «la subida a bordo puede hacerse
en Lisboa o en Gibraltar o de acuerdo con la propuesta del escuadrón ligero. La
Legación en Lisboa y el encargado de Negocios, Vólc-kers, están al corriente del tema.
Pregunta: ¿Dónde y cuándo? Trasládese el contenido de este telegrama a Vólckers con
la respuesta del comandante».

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Interviene la Marina
El contraalmirante Hermann Boehm, que estaba al frente del escuadrón ligero y era
comandante de las unidades navales enviadas a España, dejaría constancia de sus pen-
samientos respecto a esta misión en el diario de operaciones:
«De tales telegramas se desprende que el Alto Mando de la Marina está interesado
en la liberación de este prisionero. Para el traslado de los delegados sólo cabe disponer
del litis, fondeado en estos momentos ante Málaga, y que está secundado al Spee en
sus tareas de protección». El Contraalmirante se refería al torpedero litis, que aparecerá
reiteradamente en los intentos de liberación de José Antonio, y al acorazado de bolsillo
Admiral Graf Spee, el mayor buque alemán que operaba en el Mediterráneo y que,
durante la segunda guerra mundial (el 17 de diciembre de 1939), sería volado por su
tripulación en el mar del Plata.
Inmediatamente, Boehm se pondría en contacto con Vólckers, quien desaconsejó
el embarque de los delegados en Gibraltar, «porque allí existe un riguroso control sobre
los extranjeros». Al día siguiente, el contraalmirante telegrafiaría que el litis podría
hacerse cargo de los delegados en Algeciras, proyecto que luego no llegaría a
realizarse. El cambio de la propuesta tuvo lugar a causa de la sugerencia de Warlimont,
que aconsejó el embarque en Bonanza, para el 16 de septiembre.
Ya para esa fecha se habían efectuado algunos sondeos para conseguir la
liberación de José Antonio mediante soborno. Von Knobloch recuerda: «Desde el
comienzo mismo, mi atención se había fijado en el Jefe de la Falange, prisionero en
Alicante... [quien] se encontraba, juntamente con su hermano Miguel, en la Cárcel
Provincial... Una vez realizadas las primeras gestiones, me di cuenta de que quizás
mediante una fuerte suma de dinero pudiera conseguirse su libertad a base de sobornos.
La embajada telegrafió varias veces a Berlín en tal sentido...»
No hemos localizado tales telegramas, pero la existencia de los sondeos queda
demostrada por las anotaciones de Boehm en su diario de operaciones. En la entrada
correspondiente al día 15 se lee: «Mientras tanto, el encargado de Negocios ha tratado
de conseguir mediante soborno la libertad del prisionero. Convenidos detalles con él. A
los prisioneros ha de llevárseles en una barca hasta la bahía, donde les recogerá una
chalupa sin luces procedente del crucero Nürnberg, contra entrega de 100.000 pesetas»
7
.
Pero el primer intento discurría de forma bien diferente a cómo lo planteaban los
sondeos de von Knobloch y Vólckers en sus comunicados a Berlín y a Boehm.
Es preciso señalar que el Alto Mando de la Marina estaba al corriente de toda la
operación. A las 18,40 horas del 15 de septiembre, Boehm recibía un telegrama de
Berlín en el que se indicaba, en respuesta a su sugerencia del mismo día, que «siguen
decisión y, en consecuencia, notificación del momento. En el caso de aceptar misión y
ejecutarla, según propuesta, ¿están garantizados el estricto secreto y el que no nos
comprometamos?» (diario de Boehm, pág. 85).
Se observa, pese al críptico lenguaje, que el Alto Mando de la Marina estaba
conforme con la operación, siempre y cuando se desarrollase en secreto y evitase
conflictos al Reich. Se concedía, eso sí, un margen de maniobra, que podrían
aprovechar discrecionalmente sus representantes conocedores de la situación sobre el

7
Merkes, ob. cit., pág. 182, menciona que Vólckers había comunicado el 9 de septiembre a la
Wilhelmstrasse la posibilidad de un soborno a base de un millón de dólares. En la literatura española se
maneja usualmente un millón de pesetas.

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terreno. Estas precisiones elementales —pero ignoradas en la literatura sobre el tema—


tendrían consecuencias importantes en el curso de los acontecimientos que no tardarían
en precipitarse.

Ilustración 9. Fachada de la cárcel de Alicante.

Esas reflexiones que el telegrama provocó en Boehm figuran en su diario de


operaciones —día 15—: «Este telegrama, que hace depender la admisión de los
emisarios de Franco de que, según nuestro criterio, se asegure el secreto y evitemos
comprometernos, se ha cruzado con la orden de ejecución dirigida al Spee. La operación
ha comenzado. El Alto Mando está al corriente y puede pararla en el caso de creerlo
necesario. Desde aquí ya no cabe intervenir. Si la operación no se realiza ahora surgirán
dudas en nuestras filas —y más aún en las de Franco— respecto a la línea que
seguimos; dudas, por lo demás, muy comprensibles. El resultado sería, probablemente,
que habría que renunciar a la operación; pero esto evidentemente, no es la intención del
Alto Mando. Un camuflaje mejor que el que tiene la operación iniciada no es fácil de
conseguir. Decisión: no intervenir desde aquí».
Boehm esperaba, pues, que fuese Berlín quien se pronunciase sobre la realización
de la operación. Mientras no se demuestra documentalmente lo contrario, hemos de
suponer que, en Alicante, la embajada y el comandante del escuadrón ligero, creerían
que la misión iba a consistir en recibir a bordo a los delegados que negociarían el so-
borno y en darles toda clase de facilidades para llevar a José Antonio a un barco
alemán, tal como se ha señalado anteriormente.

Operación soborno
Desde la óptica de la Marina de Guerra alemana, los acontecimientos del primer in-
tento para conseguir la libertad de José Antonio pueden seguirse casi al minuto. El 16 de
septiembre, a las 7,51 el Admiral Graf Spee telegrafiaba a Boehm que en el litis habían
embarcado los delegados y que el torpedero había puesto rumbo a Alicante. A las 12,30

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

del mismo día, el comandante del escuadrón ligero, el Spee y el litis recibieron un
escueto telegrama del Alto Mando de la Marina, en Berlín: «Ejecuten operación». Boehm
anotaba en su diario de operaciones: «con ello se revela correcta mi decisión del día
15».
El 17 de septiembre llegó el litis a la altura de Alicante, procedente de Bonanza (en
la literatura española suele mencionarse el día 15). A bordo del torpedero no se
encontraban los dos delegados previstos, sino un grupo de hombres, once en total,
fuertemente armados y «decididos a todo». Al frente del comando estaba Agustín Aznar
y entre sus hombres se encontraba Rafael Garcerán, evacuado a través de Alicante el
mes anterior.
No hemos hallado huellas documentales que permitan comprobar si la formación y
envío del comando, en lugar de los dos delegados, se había hecho de acuerdo con
Warlimont u otros agentes alemanes en la zona nacional o si, por el contrario, era el fruto
de un posterior proyecto falangista. En cualquier caso, el comandante del litis no se
opuso al embarque. Es de precisar que el comando fue presentado en el torpedero por
el capitán de corbeta Hans Schottky, quien había desempeñado un importante papel en
la cooperación naval hispano-germana durante los años veinte y principio de los treinta y
que en los primeros momentos de la guerra civil cumplía misiones aún no esclarecidas.
Boehm dejó constancia en su diario de operaciones de los propósitos del grupo:
«El jefe del comando quiere, en primer lugar, conseguir la liberación a base de sobornos;
pero, en el caso de no conseguirlo, la llevaría a cabo mediante un golpe de mano».
Sobre los incidentes ocurridos en los dos intentos de liberación se levantó cierta
polvareda. El diario de Boehm permite, sin embargo, seguir nítidamente el razonamiento
alemán:
«El éxito de tal golpe de mano es bastante dudoso. Cabe esperar, con seguridad,
represalias de los rojos contra el prisionero blanco. Pero, ante todo, no puede
mantenerse en secreto la participación de buques de guerra alemanes. Con ello se
debilita el procedimiento hasta ahora seguido, y que se desea continuar en el futuro, de
apoyo encubierto a los blancos. La consecuencia inmediata sería peligrosa para los
alemanes que se encuentran en zona roja, sin contar con otras complicaciones políticas
aún mayores. Decisión: despediré inmediatamente a los hombres armados, dejando tan
sólo al jefe para que proceda al intento de soborno encubierto» (Diario de Boehm págs.
89-90).
También en esto quiso Boehm pisar sobre terreno firme y envió el día 17 un
telegrama a Berlín, desde donde recibió el conforme a las 15,53 horas del mismo día. La
responsabilidad, pues, de la operación recaía sobre el Alto Mando de la Marina, en
Berlín y, por delegación, en los oficiales superiores, como Boehm, que se encontraba a
cargo de su ejecución inmediata. El que el encargado de negocios alemán acentuase o
no las decisiones tomadas por el contra-almirante es algo que se escapa por ahora a la
contrastación documental.
Por lo dicho anteriormente está claro que sería Agustín Aznar el encargado de
llevar a cabo el intento de soborno. En efecto, poco después de recibirse el conforme de
Berlín, von Knobloch hizo descender a Aznar a tierra, al parecer con la oposición de
Vólckers, provisto de documentos falsos. En los días siguientes visitaron a diversas
personas conectadas con la FAI y con la CNT que, en la opinión del cónsul, podrían ser
susceptibles de soborno. Las primeras gestiones prometieron resultados
esperanzadores, mientras War-limont se mantenía al corriente de la operación, próximo
al cuartel general. Al final los contactos de von Knobloch se echaron atrás. Las gestiones
—en las que no entramos aquí por ser sobradamente conocidas, lo mismo que las

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

discrepancias existentes en las diversas versiones— quedaron bruscamente inte-


rrumpidas el 22 de septiembre, cuando el corpulento Aznar, reconocido en la calle, fue
detenido. El falangista consiguió escapar y acudió a von Knobloch, quien había alquilado
una habitación en el hotel Victoria, después de que unos milicianos quisieran arrestarle
en su propia casa. La habitación del cónsul estaba al lado de las dependencias
ocupadas por la embajada alemana, ya en período de transhumancia.

Ilustración 10. Agustín Aznar fracasó en su intento de soborno.

Aznar, en apuros
La situación de Aznar en la habitación de von Knobloch era gravemente
comprometedora para la Legación alemana. El cónsul recuerda: «Vólckers no se hallaba
presente, pues se había ido a almorzar a un destructor portugués. Rápidamente di
cuenta de la situación al torpedero alemán que se encontraba frente al puerto y poco
después llegó su primer oficial con quien enseguida convinimos que la única solución
consistía en traer un uniforme de la Marina alemana para Agustín Aznar y trasladarlo a
bordo, acompañado por marinos alemanes. En aquellos momentos regresó el Dr.
Vólckers y dijo que no podía darse un uniforme al español y que no cabría negar su
entrega a la policía si así lo solicitase.
«El oficial del torpedero y yo teníamos la opinión opuesta y, finalmente, llegamos a
la conclusión de que lo mejor era enviar un telegrama al almirante en el sentido de que el
emisario de Franco había sido reconocido y que la única posibilidad de salvarle era ves-
tirlo con un uniforme de la Marina de Guerra alemana, para lo cual solicitábamos su con-
sentimiento. Aunque nosotros nos opusimos, el Dr. Vólckers logró que el telegrama
terminase con la alternativa «o entregarle si no a las autoridades españolas». El Dr.
Vólckers dio un plazo de tres horas para aguardar la respuesta del almirante. Cuando
transcurrió ese tiempo aún no había llegado contestación. Entonces, Vólckers insistió en
que Agustín Aznar debía abandonar las habitaciones de la embajada, a pesar de que las

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

autoridades españolas no la habían solicitado. Le respondí que estábamos en mi propia


habitación; replicó él que pertenecía a la embajada. Entonces le dije que la pagaba con
mi propio dinero y que había sido alquilada por mi y estaba a mi nombre.
»En aquél momento llegó el oficial del torpedero con el telegrama del almirante y
con una maleta en la que se encontraba el uniforme del comandante del litis quien,
casualmente, tenía un tipo bastante similar al de Agustín Aznar. El Dr. Vólckers reprochó
al telegrama que sólo dijese «traer a bordo» y que no se indicase nada respecto al
uniforme; pero al contarlo con nuestra demanda, en la que se señalaba que la única
posibilidad de llevar a Aznar a bordo era vistiéndolo de uniforme, no pudo por menos de
rendirse a la evidencia de que con ello, simultáneamente, el almirante había dado su
aprobación al efecto» (declaraciones de von Knobloch al autor, 23-IV-1974).

Ilustración 11. Rafael Garcerán, miembro del comando.

La actitud de Vólckers fue muy criticada por von Knobloch y, según su testimonio,
cuando tiempo después el encargado de Negocios alemán se trasladó a la España
nacional fue objeto de un recibimiento bastante frío. De haber triunfado su posición,
quizás Agustín Aznar hubiera tenido un destino similar al de José Antonio Primo de
Rivera.
Ahora bien, aparte de posibles razones de índole personal, se daba una
circunstancia que determinaba el comportamiento de Vólckers: el temor a comprometer
a su Gobierno, por más que Alemania apoyase ya claramente al general Franco y que
esa ayuda fuese de común conocimiento en la España republicana. De cualquier-forma,
Berlín consideraba importante el mantenimiento de esa ficción en la capital alicantina y a
ella iban a terminar sacrificándose los intentos de liberar a José Antonio, cuando no
parecieron poder prosperar sin la participación directa de Alemania.

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

Cuestión de prioridades
Parece claro que los alemanes destacados en la España republicana interpretaron
de forma restrictiva el margen de maniobra que Berlín les otorgaba: el rescate del Jefe
de la Falange no compensaba, en su opinión, los riesgos que la empresa entrañaba.
Para interpretar el fracaso del primer intento de liberación de José Antonio se
revela, de nuevo, insustituible el diario de operaciones del contraalmirante Boehm,
informado del incidente surgido con Aznar por el comandante del torpedero litis: «Han
quitado los papeles al delegado... Se encuentra actualmente bajo protección embajada.
Única posibilidad ahora es sacarlo de uniforme. Temo ser vigilado y comprometerme
gravemente. ¿Hay que abandonarlo?» (Diario de Boehm, pág. 118).
El temor a provocar un conflicto con las autoridades republicanas, cuando todavía
se reconocía de iure al Gobierno de Madrid, vuelve a aparecer en el anterior telegrama,
mostrándose presente a todos los niveles que intervenían en la operación.
El contraalmirante Boehm meditó sobre el problema que planteaba la situación de
Aznar y deseó que constaran en el diario sus reflexiones sobre el tema: «... da la
impresión que los propósitos negociadores de los rojos eran una trampa. En lo que se
refiere a los papeles sustraídos se trata probablemente de alguna autorización a favor
del emisario para prometer pagos por cuenta de Lisboa. Es evidente que para nosotros
resulta peligroso que el delegado caiga en manos de los rojos. Cabe contar con que,
apresado, lancen una propaganda terrible a base de sus declaraciones, sin que nosotros
supiésemos si tales declaraciones le habrían sido arrancadas por la fuerza o si acaso las
hubiera inventado él para salvar la piel. Ahora bien, si tenemos al emisario a bordo de
uno de nuestros barcos de guerra podemos, por lo menos, esperar. En consecuencia, no
podemos abandonarlo. La liberación de Primo de Rivera es para nosotros de gran
importancia pero, a la vez, no tan importante que tratemos de conseguirla por la fuerza.
Esto llevaría, con seguridad, a una ruptura a causa de una personalidad que, en último
término, es español. Si, por el contrario, se detiene al emisario no nos queda otro
recurso que defendernos a base de nociones humanitarias, pudiendo señalar que en
Ibiza, San Sebastián y Bilbao hemos dado asilo tanto a rojos como a nacionales. En
consecuencia telegrafió al litis: no abandonar al delegado. Trátese de embarcarlo
clandestinamente. No hacer uso de la fuerza. Óbrese, por lo demás, de acuerdo con el
encargado de Negocios. Si se le descubre, indíquese que barcos de guerra alemanes
han dado asilo a nacionales y a rojos, por ejemplo, en Ibiza, San Sebastián y Bilbao»8.
Boehm, a bordo del buque insignia, se encontraba ya a la altura de Bonanza y
señalaba, seguidamente: «Desde aquí no cabe ordenar más medidas. El Spee debe
concretar in situ con el encargado de Negocios si hay que abandonar la operación. En tal
caso el Spee deberá traer de nuevo al Oeste a los emisarios». La base documental
permite, pues, un conocimiento más diferenciado de la operación desde la óptica
alemana, cuyas líneas fundamentales, en lo que se refiere a la actuación de su Marina
en España, habían sido precisadas el 19 de agosto de 1936, tal como se reproduce en el
documento 2 (insertado al final de este trabajo).
Al día siguiente, 23 de septiembre, el torpedero litis informaría con más detalle
sobre los sucesos de Alicante, lo que induciría a Boehm a dejar constancia de tales
extremos en su diario:
«El Iltis es de la opinión, al igual que la Embajada, que un comportamiento poco
hábil de los emisarios (sic) de Franco despertó la atención de la policía roja. Ambos

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

delegados (sic) parecen inadecuados 8 . Se trama un nuevo intento de liberación a través


de una persona que conoce al cónsul y un abogado de la FAI. El cónsul ha recibido
órdenes del embajador (sic) de no mezclarse en el asunto. Este nuevo camino, dada la
situación actual del litis, la fuerte vigilancia y la actividad desarrollada por el cónsul, es
difícilmente aceptable desde el punto de vista del Reich («Für Reich schwer tragbar»,
escribe Boehm). De las informaciones complementarias del litis cabe deducir el siguiente
cuadro:
«Por lo que éste dice, el intento de liberación en Alicante ha fracasado a causa de
un comportamiento poco hábil del emisario de Franco. El cónsul de Alicante se ha
comprometido tanto en el asunto que no le es posible desarrollar ya actividad alguna en
tierra. La policía roja se negó, en primer lugar, a permitirle subir a bordo del litis. Un
oficial fue a buscarle a tierra y ahora se encuentra en el litis. El comportamiento de los
rojos ante el litis es correcto. Sin dificultades. Informo en tal sentido al Alto Mando. El
comandante del Spee tiene ya orden de examinar la situación de acuerdo con el
encargado de Negocios y decidir en consecuencia. No es necesario dar instrucciones
complementarias» (Diario de Boehm, págs. 125-126).
Las dificultades del cónsul alemán eran reales y un importante incidente se había
producido una vez que Agustín Aznar embarcase en el navío alemán. Von Knobloch
viajaba por los alrededores de Alicante con un oficial de la Marina alemana cuando su
Mercedes fue embestido por un camión. Al día siguiente, un telegrama de Madrid
ordenaba la expulsión del cónsul de la España republicana. Von Knobloch, temiendo que
se le aplicase la ley de fugas, había tratado de buscar refugio en un buque alemán y tuvo
incluso algunas dificultades para embarcar en el litis.

José Antonio, a segundo plano


Toda la exposición anterior reitera la doble medida política alemana de cara a la
España en guerra civil: ayuda al general Franco y mantenimiento, en la medida de lo
posible de los usos diplomáticos en el territorio controlado por el Gobierno republicano,
al que todavía se reconocía de iure, aun cuando por supuesto no pudieran evitarse
conflictos. Para mantener tal difícil equilibrio, los hombres de Berlín estaban dispuestos a
suspender, incluso, la operación de rescate de José Antonio Primo de Rivera.

8
Diario de Boehm, págs. 119-120. Las cursivas son mías. Se recordará que Agustín Aznar declaró a Julio
Trenas que un capitán de Asalto, «viejo conocido de las luchas en Madrid», según recoge Gibello, le había
visto en la calle y le denunció poco v después a la policía.

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

Ilustración 12. José Antonio con Ramiro Ledesma, tras la fusión Falange-JONS.

A este respecto, cabe destacar que Boehm, Warlimont y el Alto Mando de la


Marina, a la luz de los documentos utilizados, vinculaban esa operación a Franco. Los
falangistas que intervinieron en ella aparecen siempre caracterizados como emisarios
del general, quien todavía no había sido nombrado Jefe de Estado.
Poco después del primer intento de liberación, el 29 de septiembre, a la altura de
Alicante, Boehm constataría una total coincidencia con las opiniones de Vólckers en
torno a la situación global creada por la guerra, señalando seguidamente que «a
nuestras tripulaciones no se les ha insultado ni atacado en ninguna parte, sino que, por
el contrario —si se consideran las circunstancias generales que se dan cita en las
ciudades y en las zonas costeras rojas— se les ha tratado amablemente, contra todo lo
esperado». Con lo que Boehm llega a esta conclusión: «Ello muestra que el extranjero
que se comporta correctamente no se ve molestado. Lo mismo cabe decir de todos los
cónsules, del cónsul general, del encargado de negocios y del personal de la
dependencia (diplomática).» Por tanto, el doble juego podría ser mantenido.
De hecho, la única excepción que señalaba Boehm era el caso de von Knobloch
quien, «como debemos reconocer nosotros mismos», se había comprometido de forma
muy destacada, poniéndose en evidencia (diario de Boehm, pág. 149).
La exposición anterior quizás pueda sugerir que el contra almirante Boehm no tenía
mucha idea de la significación de José Antonio Primo de Rivera o de la Falange. Tal
deducción no corresponde a opiniones contrastables. En efecto, en el informe global
sobre su actividad, durante el período comprendido entre el 19 de agosto y el 7 de
octubre de 1936 como comandante del escuadrón ligero y de las unidades navales
destacadas en España, Boehm enjuicia la situación política en la zona nacional:
«Aquí existen, en primer lugar, dos grandes grupos. En el Norte (general Mola), los
carlistas, de orientación monárquica y clerical. En el Centro y Suroeste (Franco) se
encuentra la auténtica zona de la Falange, un movimiento popular con ¡deas y programa
similares a los del Partido Obrero Nacionalista Alemán. La Falange aspira a profundas
reformas sociales y quiere eliminar la lucha de ciases. Un juicio firme sobre en qué
medida la Falange haya captado ya a las grandes masas es algo que no puede hacerse
aquí. Un punto del programa de Falange es el siguiente: «Falange cree
incondicionalmente en España. España no es una unidad territorial, no es un amon-
tonamiento de hombres y mujeres; España es, ante todo, una comunidad de destino,

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

una realidad histórica que ha sabido cumplir misiones en la historia mundial y que
todavía tendrá que cumplir más» 9 .
Así, pues, con independencia de los errores de facto, parece que para Boehm
(como previamente para Warlimont) Falange se configuraba como uno de los factores de
movilización política de la zona nacional —y no el Ejército—. El que la liberación de su
fundador no compensase el riesgo político o diplomático ha de interpretarse a la luz de la
voluntad alemana de prevenir estos, aún a pesar del apoyo descarado a Franco, y de un
enjuiciamiento similar de la situación, realizado tanto por los representantes de la Marina
como por los de la Wilhelmstrasse.
Entre tanto, Knobloch, primero a bordo del litis y luego en el crucero Nürnberg,
pasó unos cuantos días aguardando el resultado de las gestiones de su embajada en
Alicante para regresar a la ciudad. En esos días, junto con Aznar y Garcerán, continuó
explorando las posibilidades que aún existían para liberar a José Antonio. El 5 de
octubre abandonaron las aguas de Alicante y un torpedero les condujo hasta Bonanza.

Ilustración 13. Franco asumía la dirección político-militar de la guerra.

Tras el fracaso del primer intento activo por empujar la liberación de José Antonio
con la ayuda alemana las gestiones sucesivas se llevarían desde dos posiciones
contrapuestas: la de von Knobloch, íntimamente ligado a los planes falangistas y, la de la
embajada alemana en Alicante, de común acuerdo con el nuevo jefe de las fuerzas
navales destacadas en España, vicealmirante Rolf Caris.
El choque de ambas posiciones terminaría con la victoria de la postura oficial. El
marco en que se produjo el encontronazo —y el segundo intento de liberación— no fue
sustancialmente diferente al descrito hasta este momento. Aparecería, sin embargo, un
nuevo factor de importancia: la apreciación del propio general Franco, ya jefe del Estado,
constituido a la sombra del 18 de julio.
9
Traducción literal. En el original alemán mecanografiado, figura la Falanga. AMAF, Case 1. 199.

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

El autor desea expresar su reconocimiento a D. Joachim von Knobloch por la


valiosa información que le ha suministrado. Igualmente agradece el apoyo de D. Walter
Zuchristian y del teniente general Walter Warlimont. Evidentemente, sólo el autor es
responsable de la exposición e interpretación así como de los errores o fallos que hayan
podido deslizarse en las mismas.

DOCUMENTOS
I
1) En la opinión del Comandante en Jefe de la Marina de Guerra es absolutamente
imprescindible que nos aclaremos en cuanto a los objetivos políticos alemanes en
España, adecuando al efecto las medidas tanto políticas como militares y previniéndonos
de ciertas sorpresas ante las cuales ni estamos preparados ni adaptados.
2) La situación política y militar es enjuiciable de la siguiente manera:
a) Grupo militar: Bien dirigido desde el punto de vista bélico, débil numéricamente
dado que carece de soporte en la masa. En la actualidad unido en la lucha conjunta
contra el comunismo, sin que ello suponga que sus aspiraciones puedan equipararse a
las del nacionalsocialismo. Del lado de tal grupo luchan diferentes partidos políticos con
metas diversas. Entre ellos figuran partidos como, por ejemplo, los clericales y los
monárquicos, etc., que en modo alguno pueden calificarse de fascistas.

Ilustración 14. Mariscal von Blomberg, ministro de la Guerra del III Reich.

Dado que el grupo militar está limitado, en consecuencia, en los medios de fuerza
de que dispone, toda vez cuanto que la mayor parte de la Aviación y de la Marina luchan
al lado del Gobierno no cabe esperar que el de Franco (sic) pueda mantenerse a la larga
sin un generoso apoyo del exterior, incluso teniendo en cuenta éxitos externos.
b) El Gobierno de Madrid: En la actualidad sigue reconocido oficialmente. Está
compuesto políticamente no sólo por los partidos radicales de izquierda sino también por
los círculos de la burguesía liberal y por los enemigos de los partidos que en estos

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

momentos luchan al lado de Franco, por ejemplo, los anticlericales y los antimonár-
quicos. Del lado del Gobierno luchan, además, los separatistas españoles que, en rea-
lidad, no tienen posturas comunistas. Ejemplos: los catalanes y los vascos. Sin duda es
el ala comunista y radical la que hoy tiene mayor peso especifico en el frente guber-
namental pero, por otra parte, ello no quiere decir por el momento que el Gobierno
pueda calificarse, sin más, de comunista. La posición militar del mismo no cabe
calificarla tampoco de desfavorable. Por un lado dispone de la masa de hombres de la
población trabajadora y, por otro, cuenta con elementos entrenados militarmente que
comprenden sin duda una parte del Ejército en activo, de la Marina de Guerra y de la
Aviación. Finalmente, no hay que olvidar que el país vecino, Francia, lo apoya cons-
tantemente de tal forma que frente a ello la ayuda que se presta a Franco no puede
compararse en modo alguno, siquiera sea por meras consideraciones de geografía. Por
el comportamiento del Gobierno español ante nuestra protesta cabe deducir que en
absoluto se siente débil. En ello, sin duda, dada la resistencia que opone, se apoya en la
conciencia de su mayor superioridad militar a la larga y en la ayuda a Francia y de Rusia.
3) La situación actual puede caracterizarse brevemente como sigue:
Nosotros e Italia apoyamos afectivamente a Franco pero no estamos en
condiciones personales ni materiales de suministrarle tanta ayuda como para que, a la
larga, pueda mostrarse a la altura del bando contrario. Por otro lado, y frente al Gobierno
que todavía reconocemos, adoptamos una actitud cada vez más dura que, en alguna
medida, y de un día para otro, puede conducir a una ruptura, por lo menos de las re-
laciones diplomáticas. El Gobierno español admite de entrada esta intención nuestra y
se lo da a conocer a nuestro encargado de Negocios.
No cabe, sin embargo, pensar cuáles puedan ser las consecuencias políticas que
se deriven de tal ruptura de las relaciones, toda vez cuanto que quizá no se produzca
por parte nuestra sino por la de ellos. El peligro de que surjan rápidamente com-
plicaciones a escala europea es algo que, sin duda, cabe esperar de tal ruptura. Hemos
de estar preparados a que no sólo Francia y Rusia sino también Inglaterra apoyen al
Gobierno español y que Portugal, en último extremo, no pueda hacer nada contra la
voluntad inglesa. En el caso de que deseemos continuar por la senda que hasta ahora
seguimos debemos, pues, disponernos a aceptar tanto en lo político como en lo militar
las consecuencias.
Esto supone, por un lado, el apoyo a Franco en una medida totalmente diferente de
la prestada hasta ahora y, por otro, la necesaria preparación de nuestra Marina y, proba-
blemente, del resto de las fuerzas armadas de cara a los conflictos bélicos que se pro-
duzcan. Para la Marina de Guerra ello implicaría la necesidad de reforzar las unidades
que se encuentran en España a base de nuevos medios, por ejemplo, submarinos y que
nos dispongamos a establecer una distribución de fuerzas en consonancia con la
posibilidad de tales complicaciones bélicas.
Ahora bien, si se llega a adoptar la decisión de evitar a toda costa la ruptura de
relaciones y la posibilidad de una guerra, no queda otro remedio que eliminar todo ele-
mento afectivo en la política con respecto a España si no se divisa la posibilidad de
disponer en favor de Franco de los importantes medios necesarios para garantizar su
victoria, acentuando hacia afuera el hecho de no tomar partido tanto en lo que se refiere
a la propaganda como en otras facetas del comportamiento. En ningún caso puede
abogar en favor de una política sobria hacia España el utilizar valiosos materiales y
medios para apoyar a un partido al que, en último término, no se le puede ayudar a
conseguir el triunfo.
4) Al Comandante en Jefe de la Marina de Guerra le parece imprescindible

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Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

conseguir que el Führer dé a conocer las grandes líneas de política a seguir en el caso
de España y, a saber, lo más rápidamente posible con el fin de preparar las
correspondientes medidas tanto en lo político como en lo militar a efecto de apoyar la
decisión, cualquiera que sea la dirección en que se tome. Para las fuerzas navales es
especialmente importante tal decisión, dado que en la actualidad casi la totalidad de la
Flota se encuentra en aguas españolas.
FUENTE: AMAF, Legajo M 1365/80 597 /c.

Como opinión no del Comandante en Jefe de la Marina sino del


«Marinekommandoamt» del Alto Mando de la misma el documento anterior se encuentra
reproducido en la colección publicada de la Wilhelmstrasse dedicada a la guerra civil es-
pañola (documento n.° 50) tras una nota del director general de Asuntos Políticos y
subsecretario en funciones en la que señaló que el almirante Raeder se la había
entregado el 22 de agosto, una vez que tal opinión se había hecho llegar a manos del
ayudante de campo de Hitler.
Como se indica en el texto, el 22 de agosto el Fúhrer celebró una conferencia con
el ministro de la Guerra, general von Blomberg, a resultas de la cual se sentaron las
líneas de política apuntadas.

II
«Directrices del Comandante en Jefe del Escuadrón Ligero de la Flota para las
unidades navales que operan en
España
Kiel, 19 de agosto de 1936
1) Misión: apoyar a los alemanes residentes en España y a sus intereses aún
cuando la mayor parte de aquéllos hayan sido ya evacuados. A los alemanes se les ha
recomendado regresar a la patria. Quienes siguen manteniéndose firmes deben con-
tinuar disfrutando de apoyo a pesar de no haber obedecido el consejo.
2) Comportamiento frente a España
A. Gobierno izquierdista: Dado que éste existe y lo reconocemos es preciso tratarlo
externamente como tal. Es correcto, por ejemplo, proceder al intercambio de visitas con
sus representantes, como se ha hecho con el Jaime I en Cartagena. Hay que tener en
cuenta, ante todo, que hacer frente abiertamente al Gobierno de izquierdas perjudica a
los alemanes que se encuentran en el territorio por él controlado. Por ello es
particularmente importante que la navegación alemana respete externamente en España
todas las disposiciones en materia de Derecho Internacional con el fin de no obstaculizar
la política del Führer. En lo que se refiere a los mercantes especiales 10 se darán
instrucciones orales. No debe ponerse de relieve en modo alguno ningún tipo de
colaboración. Los barcos de guerra alemanes no deben navegar con ellos
conjuntamente... Si el mercante solicita ayuda, en el caso de detención o ataque por
parte de buques españoles, impídase y replíquese que el barco alemán lo registrará y
confiscará, en su caso, el cargamento. A la fuerza respóndase con la fuerza. El Gobierno
de izquierdas ha declarado zona de operaciones todos los puertos ocupados por los
blancos, también en el continente. El Gobierno alemán ha protestado contra tal medida

10
Se trata de los barcos que transportaban material de guerra para los nacionales.

24
Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

exigiendo que no se menoscabe el derecho a proteger los intereses alemanes, es decir,


que los buques de guerra alemanes y los mercantes entren libremente en puerto para la
evacuación…
B. Comportamiento frente al bando de Franco: Todavía no se le ha reconocido
como beligerante. Nuestro Gobierno quiere proceder a tal reconocimiento tan pronto
como sea posible. Por lo visto, Portugal va a dar ejemplo.
La actitud de nuestras unidades ante el bando de Franco debe ser correcta. Es
mejor evitar los gestos de simpatía que se proyecten fuertemente ante el exterior (por
ejemplo, partido de fútbol conjunto en La Coruña). En el comportamiento ante el bando
de Franco no deben prevalecer consideraciones afectivas sino únicamente la idea de
cómo auxiliamos mejor a los alemanes que se encuentran en España
3) Comportamiento frente a los representantes diplomáticos alemanes: Estos
carecen de autoridad para dar instrucción es sobre la misión a cumplir. La
responsabilidad compete únicamente a los buques de guerra alemanes. Sólo en casos
de extrema necesidad debe procederse al embarque de los representantes diplomáticos.
4) Comportamiento frente a los barcos mercantes alemanes: A los primeros que se
utilizaron para la evacuación de súbditos alemanes se recurrió de forma más o menos
espontánea. La operación se realiza ahora a través de las autoridades de Hamburgo. En
caso de que se presente de pronto la necesidad de recurrir a ellos han de tenerse en
cuenta, en la medida de lo posible, los intereses comerciales de Alemania.

Ilustración 15. Góring, el mariscal que canalizó la ayuda de Berlín a Franco.

5) Tropas de desembarco: Su empleo no puede ser sino limitado y en combinación


con el buque de que se trate, por así decir bajo la protección de sus baterías para, por
ejemplo, apoyar el embarque de súbditos alemanes amenazados. Utilizar tropas para
proteger consulados o realizar expediciones en el interior son acciones que no deben
llevarse a cabo toda vez cuanto que nuestros efectivos son limitados en hombres y
armamento...
6) Comportamiento ante otros países: Italia se ha aproximado a nosotros en base a
la situación general creada y a la acción emprendida. Francia e Inglaterra han invitado a
Alemania a participar en el pacto de neutralidad. Se llevan a cabo negociaciones al
respecto. Alemania exige condiciones: por ejemplo, que no se den su ministros privados

25
Salvad a José Antonio – Historia 16, nº 1, año 1, Mayo 1976

y que no se envíen súbditos a España, como soldados. Hay que aguardar instrucciones
fina les».
FUENTE: AMAF, Legajo M Box 1405/80 837, anexo.

Ilustración 16. Artillería naval alemana, argumento contundente.

26

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