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SEPARATA DEL CURSO DE SISTEMAS Y PARTIDOS POLÍTICOS

DOCENTE: Mtra. Liubisa Yong Becaj

TEMA N° 01: EL CLIENTELISMO

El clientelismo se define como un sistema de proteccioó n y amparo con que los poderosos patrocinan a quienes
se acogen a ellos a cambio de su sumisioó n y de sus servicios. En cuanto al clientelismo, nosotros lo encontramos
presente en diferentes aspectos de nuestra vida, tal es asíó que podemos ver que en nuestro mundo coexistimos
con:

- Clientelismo social
- Clientelismo electoral
- Clientelismo políótico

En nuestro curso, nos interesa conocer en queó consisten el clientelismo políótico y el clientelismo electoral y
coó mo estas formas han vivido con nosotros a lo largo de nuestra existencia políótica como paíós.

El “Clientelismo políótico y social” aparece como una relacioó n entre las acciones políóticas y la ciudadaníóa, donde
se produce un intercambio de recursos y ayudas econoó micas, para conseguir una lealtad de voto en el elector.
Sin embargo este tipo de Clientelismo no concede la posibilidad de salir de esta situacioó n, ya que son ayudas
que se conceden por un tiempo limitado (campanñ a electoral), y no se trabaja con la persona en su desarrollo
personal, soó lo cubren las necesidades baó sicas que tienen en ese momento. Ejm. Entrega de víóveres, frazadas,
dinero u otras daó divas.

Elizabeth Jelin (1994), socioó loga argentina, plantea dos puntos de vista, respecto al clientelismo, considerando
que es:

 Una forma de dominio y control sobre aquellos que necesitan ayuda, sin posibilidad de desarrollarse.

 Una relacioó n social solidaria.

Y debemos precisar que el clientelismo lo vemos desde la eó poca de los patrones y campesinos, donde ambos
obteníóan un beneficio el uno del otro, pero los campesinos nunca lograríóan cambiar su estatus de dependencia
del patroó n.

En cuanto a su origen, fue en las regiones del Mediterraó neo que el clientelismo se identificoó inicialmente como
fenoó meno social. En un principio, las relaciones clientelistas se identificaron entre terratenientes y campesinos
con poca o ninguna tierra, tanto en las ciudades agrarias del mezzogiorno latifundista en Italia, como en el
caciquismo espanñ ol. Estas relaciones que en principio se identificaron con la sociedad campesina, se
transformaron con el proceso de integracioó n nacional para hacerse parte del marco institucional vinculado a los
partidos políticos y las burocracias de la sociedad políótica moderna.

Seguó n Kaufman (1974), la relacioó n patroó n-cliente se define como un tipo especial de intercambio mutuo que
muestra las siguientes caracteríósticas: a) la relacioó n ocurre entre actores que tienen poder y estatus desigual; b)
la relacioó n se base en el principio de la reciprocidad; esto es, en una forma de intercambio personal cuya
estabilidad depende de los resultados que cada actor espera obtener mediante la entrega de bienes y servicios
al otro, lo cual cesa cuando las expectativas dejan de materializarse; y c) la relacioó n es particularista y privada,
ligada soó lo de manera difusa a la ley puó blica.

Podemos entonces resumir en el siguiente cuadro queó involucra el concepto de clientelismo, queó atributos
presenta y queó subtipos y dimensiones contiene:
CONCEPTO Clientelismo

DEFINICIÓN Intercambio de bienes y servicios por apoyo políótico y votos

ATRIBUTOS Asimetríóa, reciprocidad, dependencia mutua, caraó cter personal, informalidad, voluntad,
confianza y lealtad

SUBTIPOS - FORZADO: Por la precaria situacioó n en la que se encuentra el “Cliente”, o presiones


por parte del cliente hacia la parte que presta la ayuda (hay una falta de confianza
entre ambas partes)

- ILUSIONARIO: Se da un grado de confianza y lealtad entre ambas partes, aunque


puede llegar a no cumplirse lo prometido

- MODERNO: Es un clientelismo sin compromiso, ya que la persona acude a la


Administracioó n a solicitar una ayuda, sin conocer previamente a la persona que te
va a atender

DIMENSIONES Dimensión racional Dimensión normativa

- Valor simboó lico


- Alianza para conseguir fines
personales
- Obligacioó n moral
- Cuenta el costo/beneficio personal
- Lealtad
- Superacioó n de vulnerabilidades
- Coó digo de honor

Por su parte, el “clientelismo electoral” es el reparto de favores, bienes materiales, servicios o dinero a cambio
de votos y/o apoyo políótico.1 Este clientelismo electoral lo vemos comuó nmente durante las campanñ as
electorales en las que con frecuencia se utilizan recursos puó blicos con fines privados. En este tipo de
clientelismo encontramos a su vez dos subtipos, que son:

- La coacción del voto ocurre cuando el intercambio entre votantes y candidatos se realiza a traveó s de
amenazas, chantajes, fuerza o violencia.

- La compra del voto ocurre cuando este intercambio es voluntario

Uno de los principales razonamientos juríódicos para sancionar el clientelismo electoral y la coaccioó n y compra
del voto es que ponen en riesgo la realizacioó n de elecciones libres y auteó nticas. Sin embargo, resulta muy difíócil
determinar cuaó ntos votos de hecho se condicionan por los operativos clientelares de los partidos políóticos. Esta
dificultad radica en que el acto de votar se realiza a solas (recordemos que el voto es secreto) y detraó s de una
cabina de votacioó n, lo que hace casi imposible calcular la eficacia de la praó ctica a nivel del votante.

La principal consecuencia del clientelismo electoral es que puede alterar ilegalmente el resultado de una
eleccioó n. Esto soó lo es posible a traveó s de la afectacioó n de la voluntad de cientos, miles o millones de votantes,
que opten por “vender” su voto a cambio de bienes materiales, servicios o dinero.

Y una consecuencia real y directa es que el clientelismo electoral en sus diversas manifestaciones requiere
sumas cuantiosas de dinero en efectivo, lo que pude posibilitar el financiamiento de estas actividades con
dinero de origen ilíócito; como por ejemplo del narcotraó fico o de la corrupcioó n en el caso de los políóticos,

1 Andreas Schedler, “El voto es nuestro: ¿coó mo los ciudadanos mexicanos perciben el clientelismo electoral?”, Revista
Mexicana de Sociología, 66, nuó m. 1, Meó xico, 2004.
principalmente los parlamentarios que buscan su reeleccioó n. La no reeleccioó n de presidentes, gobernadores
regionales y alcaldes ha permitido de alguna manera frenar el uso de recursos puó blicos con fines electorales
para la realizacioó n de estas actividades clientelares.

EL CLIENTELISMO EN AMÉRICA LATINA

En el caso de Ameó rica Latina, Eisenstadt y Roniger (1984) plantean que el surgimiento de las relaciones
clientelistas fueron el resultado de dos procesos. Por un lado, la conquista y el dominio colonial que gestoó una
sociedad basada en una relacioó n de poder fuerte entre los distintos estratos sociales y una preocupacioó n por el
orden jeraó rquico, el prestigio y el honor. Por otro, el debilitamiento de las instituciones centrales de control y la
focalizacioó n de las relaciones de poder. Las relaciones clientelistas aparecieron en diversas esferas de la
sociedad. Primeramente, en las haciendas se encontraban los terratenientes con poder econoó mico y políótico y
los trabajadores que obteníóan acceso a la tierra y otros medios de subsistencia y seguridad a cambio de un
trabajo leal. Posteriormente, a partir de mediados del siglo XIX, el surgimiento de estados-nacionales y el
desarrollo del parlamentarismo basado en la expansioó n electoral promovioó el desarrollo de relaciones
clientelistas dentro de las nuevas estructuras políóticas tales como los partidos políticos y la burocracia estatal.
Asíó, el voto se convirtioó en el referente de relacioó n leal. En Ameó rica Latina, tanto regíómenes autoritarios como
democraó ticos han hecho uso del clientelismo para establecer, expandir y/o mantener su base social de apoyo. La
existencia de Estados propietarios de empresas facilitoó la expansioó n del clientelismo a traveó s de empleos
puó blicos, unido eó sto a una burocracia estatal de bajo entrenamiento y sueldos. Facilita tambieó n el clientelismo
en los paíóses latinoamericanos la corrupcioó n administrativa y el bajo nivel de institucionalizacioó n del Estado.

Bibliografía

Clapham, Christopher (1982): Private Patronage and Public Power: Political Clientelism in the Modern State. St.
Martin’s Press. New York.
Kaufman, Robert (1974) “The Patron-Cliente Concept and Macro Politics: Prospects and Problems.”
Comparative Studies in Society and History, Vol.16, No.4. London.

TEMA N° 02: LA TEORÍA DE LOS VÍNCULOS ENTRE POLÍTICOS Y ELECTORES

La teoríóa de los víónculos políóticos es la relacioó n que existe entre un determinado partido políótico y sus electores,
a traveó s de la ideologíóa, el clientelismo o la simpatíóa que el partido políótico o sus líóderes representan ante el
elector. En resumen nos referimos a los víónculos programaó ticos, clientelares y carismaó ticos.

Desde la perspectiva de los votantes, la pregunta principal que distingue los víónculos clientelares de los
programaó ticos es ¿Coó mo voy a recibir el beneficio que me ofrece un partido políótico?. En efecto, partidos
clientelares y programaó ticos se distinguen por la forma en que los votantes son definidos como potenciales
receptores de beneficios puó blicos.

En el primer caso de los partidos clientelares, las redes partidarias definen cuaó les votantes merecen o no
merecen recibir beneficios, con muó ltiples redes políóticas que arbitran el acceso a los mismos. En el segundo
caso en los partidos programaó ticos, el grupo de beneficiarios es definido por el gobierno y el acceso a los
beneficios no depende de las redes de distribucioó n partidarias.

La ola democratizadora que comenzoó a mediados de la deó cada de 1970 llevoó a una revalorizacioó n conceptual de
los víónculos entre los partidos políóticos y los votantes. En la actualidad, se ha puesto en evidencia que los
preconceptos sobre la estructura organizativa de los partidos y los víónculos programaó ticos con sus votantes,
como fuera definido por la tradicioó n socioloó gica de Europa Occidental, no explican de modo adecuado el
comportamiento de los votantes y la dinaó mica de la competencia partidaria en la mayoríóa de las nuevas
democracias (Keefer y Vlaicu 2008; Kitschelt 2000; Kitschelt y Wilkinson 2007; Magaloni, Díóaz-Cayeros y
Esteó vez 2007).

Se entiende por víónculo, tanto clientelar como programaó tico, a las relaciones interpersonales basadas en las
expectativas que tienen los votantes de acceder a beneficios puó blicos a traveó s de redes partidarias o a traveó s de
políóticas programaó ticas. Estas expectativas son formadas histoó ricamente por interacciones previas que los
votantes tienen con militantes de los distintos partidos asíó como por el conocimiento que dichos votantes
tienen respecto de la oferta programaó tica.
Las redes partidarias tienen muchas funciones, las cuales se extienden maó s allaó del reparto de bienes. Por
ejemplo, las redes políóticas permiten a los políóticos reunir informacioó n sobre el estado de aó nimo, las
necesidades y los deseos de los votantes. Las redes partidarias tambieó n permiten a los partidos políóticos
presentar una cara conocida a nivel local, lo cual es necesario para la difusioó n de sus ideas y objetivos políóticos.
Sin embargo, en el caso particular de los partidos clientelares, las redes partidarias tambieó n sirven para
identificar a clientes potenciales, registrar beneficiarios y reducir los costos en la distribucioó n de bienes. Por lo
tanto, aun cuando tanto los partidos programaó ticos como los clientelares se sirven de redes partidarias, tan soó lo
los partidos clientelares generan expectativas distributivas entre sus votantes que estaó n asociadas a víónculos
interpersonales con miembros del partido.

Víónculos programaó ticos Víónculos clientelares Víónculos carismaó ticos


Conciben al partido como un Conciben al partido como una El partido debe brindar alguó n tipo
medio para llevar a cabo las maquinaria políótica en la que a de bienestar material a sus
políóticas preferidas por ambos, lo traveó s de la compra de votos con seguidores, emergiendo el carisma
que a la larga constituye una forma daó divas, intercambio de bienes o de los líóderes que practican
de unioó n o afinidad ideoloó gica. servicios obtienen la captacioó n de determinadas acciones que pueden
personas y sus votos para llegar al constituir un punto de quiebre
poder o mantenerse en eó l. eó ntrelos valores de la sociedad.
Aquíó la relacioó n carismaó tica se
constituye a traveó s de la
consecucioó n de una causa que es
luchada o perseguida por el líóder,
pero que no se agota en su
persona.

TEMA 03: LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN EL PERÚ

CARACTERÍSTICAS DE LOS PARTIDOS Y LOS SISTEMAS DE PARTIDOS

Las caracteríósticas de los partidos políóticos, en los que interviene su historia políótica la forma de su
liderazgo, asíó como su contenido organizativo e ideoloó gico, muestran elementos vitales Para entender la
forma en que se relacionan con otras comunidades políóticas y como con estas estructuran un sistema de
partidos dados. Asíó, el nuó mero de partidos, la intensidad del conflicto partidario y las líóneas de
contradicciones sociales ofrecen un campo de resolucioó n de conflictos que veremos detalladamente.

1 . LAS FAMILIAS IDEOLÓGICAS Y SUS LIDERAZGOS

En el Peruó , no obstante los partidos políóticos se desarrollaron de manera inorgaó nica y sin el enraizamiento
social propio de los europeos, surgieron algunos con cierta capacidad de convocatoria y liderazgos maó s
permanentes, que construyeron maquinarias políóticas que los diferenciaban de los clubes electorales.
Desde el punto de vista ideoloó gico, algunos de ellos, siguieron las pautas de las grandes corrientes
internacionales, pero con sus particularidades nacionales.

Para Jorge Basadre la historia de los partidos políóticos en el Peruó comienza a partir del 10 de enero de
1822, con la Sociedad Patrioó tica, fundada por el general San Martíón y Bernardo de Monteagudo. La
sociedad Patrioó tica seria el punto de partida. Aparecen para esta eó poca los primeros pensadores de la
Independencia (los llamados ideoó logos) y se discute si el Peruó debe ser Repuó blica o Monarquíóa. Los
partidos políóticos propiamente dichos no se hallan aun estructurados. Las poleó micas entre los ideoó logos
de la eó poca inicial de nuestra emancipacioó n no significa necesariamente el nacimiento en nuestro paíós de
los partidos políóticos. Las poleó micas entre las ideas liberales y conservadoras se desenvuelve en los
diarios, que dicho sea de paso, jugaron un papel importante en ese tiempo. El perioó dico se convierte en el
vehíóculo por el cual se estaraó formando las ideas de Nacioó n e identidad.
En 1851 se dan unos comicios especiales. El Mariscal Ramoó n Castilla culminaba en abril de ese anñ o y las
elecciones que convoca seraó n histoó ricas, porque son las primeras elecciones que se realizan en la
repuó blica guardando todas las formalidades de la ley.

En esas elecciones se dan ya todos los ingredientes que actualmente se ven en un proceso electoral:
pluralidad de candidatos, propaganda y campanñ as políóticas. Aparecen muchos candidatos por querer
llegar al poder, se observa un despliegue de propagandas electorales que se inicia en este periodo de
1951. Echenique y Manuel de Vivanco para ello utilizan a los perioó dicos como forma de propaganda para
sus campanñ as y sus poleó micas. Mientras Echenique contaba con el perioó dico El Rimac, Vivanco teníóa El
Nacional, en el que llega a colaborar Manuel Atanasio Fuentes, el famoso Murcieó lago. Entre los candidatos
estaban el general Joseó Rufino Echenique, el general Manuel Ignacio de Vivanco, Domingo Elíóas (que era el
uó nico candidato civil, pero nunca plasmoó un partido), los generales San Romaó n, Bermuó dez y Gutieó rrez de
la Fuente. Auó n no hay partidos formalmente establecidos. Los historiadores soó lo hablan del Club Progreso
(que alienta la candidatura de Domingo Elíóas) es el primer ensayo de partido políótico. Echenique es
nombrado presidente y Castilla le da un golpe y lo saca de palacio en febrero de 1854. Castilla inicio su
segundo periodo presidencial bajo el nombre de “gobierno de la moralidad”. Castilla establece el sufragio
directo en el cual seraó el pueblo quien elija a su candidato, es una especie de sufragio universal.
Anteriormente los candidatos eran elegidos por el llamado Colegio electoral.

En 1871 se inicia formalmente la historia de los partidos políóticos en el Peruó , porque nace el partido Civil.
El partido Civil tuvo su antecedente en 1871 con la formacioó n de una sociedad denominada
“Independencia Electoral”, donde el personaje maó s destacado fue Manuel Pardo y Lavalle quien agruparaó a
las fuerzas populares, la juventud intelectual, profesionales y elementos vinculados a las actividades
econoó micas. “como el proyecto de Sociedad Independencia Electoral, antecedente y matiz del partido Civil,
nacioó un ideario republicano de corte nacionalista, conscientemente construido. El novedoso frente
políótico estaba constituido por una vanguardia socialmente heterogeó nea en al que convergíóan junto con
los ricos propietarios, hacendados y comerciantes de Lima, Trujillo, Arequipa, Cuzco, Puno y de la sierra
central; intelectuales, profesionales medios, universitarios, periodistas, profesores, artesanos y pequenñ os
agricultores”.

El partido civil y su candidato Manuel Pardo y Lavalle ganoó las elecciones de 1872 producieó ndose la
llegada al gobierno de ese grupo políótico, iniciaó ndose el primer civilismo, es decir, los civiles llegaron a
tener el control del Estado. Es un periodo en el cual se pone fin a un largo predominio de los militares que
comenzoó en 1827. Algunos militares se mostraron contrarios a eó ste presidente elegido por lo que se
sublevaron el 22 de julio de 1872 dirigidos por los hermanos Gutieó rrez. En sus albores, el partido Civil
recogioó parte del programa liberal. Incentivaron la descentralizacioó n, divulgaron la educacioó n, la
organizacioó n milicia de los ciudadanos, implantaron registros civiles; entre otros durante el ejercicio de la
primera magistratura por Manuel Pardo. La medida maó s importante que toma este gobierno fue la ley del
Estanco del Salitre mediante el cual el estado peruano controla este recurso. Su programa podríóa
sintetizarse en “la repuó blica praó ctica”, “la repuó blica de la verdad”. A Pardo le tocoó gobernar en la eó poca del
guano y del salitre.

En julio de 1884 fue fundado el partido Demoó crata encabezado por Pieó rola que afirmaba rechazar un
pacto con el general Miguel Iglesias. Pieó rola fundoó en 1882 el Partido Nacional, pero debido a
discrepancias internas decide retirarse y fundar el partido Demoó crata. De otro lado los civilistas se
opusieron radicalmente a Iglesias por haber cedido el salitre a Chile que ellos proyectaban administrar.
Los civilistas maó s tarde se aliaron al partido Liberal fundado en 1901 por Augusto Durand Maldonado y
que presidio Joseó Maria Quimper. Este grupo aliado buscoó el acercamiento a Andreó s Avelino Caó ceres que
declaroó su rebeldíóa frente al gobierno de Iglesias. Caó ceres funda el partido Constitucional en 1882.

En 1928 Joseó Carlos Mariaó tegui, Julio Portocarrero, Avelino Navarro, Hinojosa y Borja, Ricardo Martines
de la Torre y Bernardo Regman fundan el partido Comunista del Peruó que en aquel anñ o se llamo Partido
Socialista afiliado a la III Internacional. Fue concebido por planteamientos marxistas. Mariaó tegui (ideoó logo
y periodista) habíóa participado en la creacioó n de un frente antiimperialista. Fue por la presioó n de la III
Internacional que el “Partido Socialista” cambia de nombre por el de “Partido Comunista”. Plantea la
necesidad de una revolucioó n antifeudal y antiimperialista y avanzar al cambio socialista, para ello debíóa
resolver el problema del indíógena y de la tierra. El proletariado y el campesino son los que transformaraó n
la sociedad.

En 1962 se formo el frente de Izquierda Revolucionaria (FIR) formado por Hugo Blanco, Antonio Aragoó n,
Vladimir Valer y Gorky Chang que dirigíóan los movimientos campesinos del Cusco. El Frente Nacional de
Trabajadores Campesinos (FRENATRACA) fue fundado en Puno por los hermanos Neó stor, Roger y Luíós
Caó ceres Velaó squez.

En los setentas, diferentes expresiones de la izquierda peruana que vendríóan de aquíó en adelante han
pretendido revalorar la figura de Mariaó tegui: Partido Comunista - Bandera Roja (PCP-BR) en 1964, fue la
ruptura maoíósta del PCP, liderado por Saturnino Paredes, Abimael Guzmaó n, Joseó Sotomayor, eó ste grupo
daríóa origen al Partido Comunista Patria Roja (PCP-PR) en 1970, de tendencia maoíósta y liderado por
Alberto Moreno, Jorge Hurtado, Rolando Brenñ a Pantoja y al PCP Sendero Luminoso en 1970 dirigido por
Abimael Guzmaó n y Osmaó n Morote, con bases estudiantiles y docentes en Ayacucho. Vanguardia
Revolucionaria (VR) en 1965, fusioó n de varios nuó cleos marxistas donde sus lideres fueron Ricardo Nepuri,
Ricardo Letts y Edmundo Murrunaga, su ruptura originaraó al partido Obrero Marxista Revolucionario
(POMR) en 1970 dirigido por Ricardo Nepuri y Jorge Villaraó n (tendencia Trotskista), y al partido
Comunista Revolucionario (PCR) con Manuel Dammert, Agustíón Haya de la Torre y Santiago Pegraó glio, su
ruptura daraó al PCR-Trinchera Roja por Agustíón Haya y Jorge Nieto, y a Vanguardia revolucionaria -
Proletario comunista con Edmundo Figari y Julio Mezzich.

En 1971 surge el partido Socialista de los Trabajadores (trotskista) con Hugo Blanco. El partido Socialista
Revolucionario (PSR) en 1976 con líóderes del gobierno de Velasco: Leonidas Rodríóguez, Jorge Fernaó ndez
Maldonado y Enrique Bernales. De aquíó surge el PSR - Marxista - Leninista con Antonio Aragoó n y Carlos
Urrutia. Unioó n Democraó tico Popular (UDP) en 1977, fue un frente de izquierda formado por VR, MIR y
PCR.

En la deó cada del ochenta estuvieron los siguientes partidos políóticos que expresan, de alguna manera,
corrientes ideoloó gicas:

a. El centro izquierda y la socialdemocracia. Este sector es cubierto por el Partido Aprista


Peruano (PAP). Organizacioó n en sus inicios nacionalista-revolucionaria, devino posteriormente en
socialdemoó crata. Fundada en Meó xico como frente en 1924, y como partido en 1930, era la
organizacioó n con mayor experiencia políótica en el escenario nacional. Surgioó como partido de
masas antioligaó rquico, por muchos anñ os clandestino, opositor extraparlamentario hasta el inicio
de la deó cada del sesenta. El liderazgo carismaó tico y feó rreo de Víóctor Rauó l Haya de la Torre mantuvo
un partido políótico organizado alrededor de su figura, pese a los cambios, muchas veces
insospechados, de su líónea políótica. Logroó organizar a un importante sector de la poblacioó n, gran
parte de ella situada en las clases trabajadoras y medias. Gracias a ello, posibilitoó los triunfos
electorales de Manuel Prado en 1939 y 1956 y Bustamante y Rivero en 1945.

Ideoloó gicamente aparecioó como un partido de izquierda, antioligaó rquico y de praó ctica radical. Es la
eó poca que pregonaba un Estado antiimperialista, de alianza de clases productoras. La persecucioó n
implacable creoó toda una mitologíóa del martirologio que no tuvo comparacioó n y que catalizoó la
energíóa contestataria de amplios sectores de masas. Durante treinta anñ os la políótica peruana pasoó
por la influencia del Apra. Maó s allaó de la praó ctica de su direccioó n, lo cierto es que al ser excluido
por el Estado oligaó rquico, polarizoó la políótica peruana hasta la deó cada del cincuenta, eó poca en la
que al asumir posturas conservadoras es incorporado al sistema políótico. Habíóa dejado de lado sus
banderas antioligaó rquicas, situacioó n que le costoó un nuevo enfrentamiento con un sector de los
militares, quienes habíóan desarrollado una perspectiva maó s radical y desarrollista.

El Apra pasoó de ser un partido que ingresa a la transicioó n democraó tica como el partido maó s
orgaó nico para, una deó cada maó s tarde, luego del fracaso de su gobierno, terminar diezmado, con
una direccioó n con pocos horizontes y con un desprestigio que le imposibilitoó tentar alianzas con
los otros grupos de oposicioó n tras el golpe del 5 de abril.

A lo largo del ochenta, el Apra busca y logra ser aceptado por la socialdemocracia internacional,
quien le proporciona cierta ayuda, particularmente cuando se encontraba en el poder. Su
asentamiento territorial contrastaba con su cada vez menor influencia sindical, en donde sus
dirigentes fueron duramente criticados como pro-patronales. A pesar de la pugna de dos
corrientes, que representaban dos estilos maó s que dos propuestas -las encabezadas por el
presidente Alan Garcíóa y el secretario general del partido, Luis Alva Castro-, el aprismo se mantuvo
unido durante todo el períóodo.

En teó rminos de liderazgo partidario podemos senñ alar que el Apra logroó superar lo que se
denominoó la sucesioó n de Haya de la Torre. Si bien el aprismo. ha pasado por crisis importantes,
como la que vivioó en 1980 entre los líóderes Armando Villanueva del Campo y Andreó s Townsend, o
la que experimentoó luego del gobierno de Garcíóa, mantuvo su vigencia políótica logrando, incluso,
llegar al gobierno por primera vez en su historia. Es posible apreciar tambieó n en la uó ltima deó cada
una rotacioó n de gran parte de su direccioó n, lo que contradice, en parte, las tesis acerca del
anquilosamiento de las direcciones políóticas. Incluso, en la eleccioó n parlamentaria de 1990, una
mujer surgida en este periodo, Mercedes Cabanillas, logroó una votacioó n preferencial superior a la
de los líóderes histoó ricos del Apra como Luis Alberto Saó nchez y Armando Villanueva del Campo.
Pese a ello, y como producto del fracaso de su gobierno, experimentoó durante el primer periodo de
Fujimori su mayor crisis.

b. El centro-derecha. Espacio cubierto por Accioó n Popular (AP), organizacioó n fundada en la deó cada del
cincuenta. Desde la larga hegemoníóa del Partido Civil que duroó hasta 1919, es el uó nico partido
políótico peruano que ha llegado al poder en dos oportunidades (1963-1968 y 1980-1985),
participando en trece competencias electorales desde su fundacioó n. Dicho partido durante gran parte
de su historia ha transitado alrededor de la figura de su jefe, fundador y dos veces presidente,
arquitecto Fernando Belauó nde Terry. Es el partido cuya ideologíóa es la maó s difusa de los partidos
representativos de la uó ltima deó cada. Propulsor de una moderada reforma agraria, cooperacioó n
popular y cierta planificacioó n estatal, devino posteriormente en la defensa de los sectores
empresariales y financieros, pero manteniendo la presencia del Estado en la economíóa. Surgido como
una fuerza reformista que expresaba las demandas de los sectores medios profesionales y de las
nuevas capas empresariales de los cincuenta, logroó arrebatar algunas de las banderas arriadas por el
aprismo, preocupado en aquellos tiempos por incorporarse a la vida puó blica, por medio de un pacto
con los sectores conservadores. Estas fueron llevadas en forma de programa tanto para las elecciones
de 1956, como para las de 1963. En este segundo intento llegoó al poder, pero su gobierno terminoó un
anñ o antes por el golpe de Estado de 1968, en medio de una crisis econoó mica y el desgobierno que
frustroó a una poblacioó n que le entregoó gran parte de sus esperanzas.

Con un partido diezmado, AP es perseguido por el gobierno de Velasco Alvarado y no logra


reorganizarse sino hasta las postrimeríóas del mismo. Sin embargo, es el partido que maó s
insistentemente exige elecciones generales. Es asíó que se abstiene de participar en las elecciones
constituyentes, sosteniendo que el gobierno militar no iba a respetar la soberaníóa de la Asamblea.
Deó cada y media despueó s asume la misma actitud antiautoritaria ante el gobierno de Fujimori, frente
al golpe del 5 de abril y la convocatoria a las elecciones constituyentes del mismo anñ o.
Orgaó nicamente es un partido laxo, cuya centralidad es inexistente. En los ochenta, con la presencia de
partidos políóticos maó s competitivos, logroó organizar a algunos sectores medios y provincianos,
beneficiados por algunos programas estatales de ambos gobiernos acciopopulistas.

Con el segundo belaundismo muchos líóderes cumplieron su ciclo. Esto se puede observar
nuevamente en la composicioó n parlamentaria de inicio a finales de la deó cada: soó lo la quinta parte de
su bancada se mantuvo en las caó maras legislativas. La candidatura de un joven ex-diputado a la
alcaldíóa de Lima en 1993, Rauó l Diez Canseco, apunta en esta misma direccioó n. Es decir, se observa
tambieó n en AP una cierta rotacioó n de líóderes. En consecuencia, no parece ser esta la razoó n
fundamental del desprestigio de los partidos políóticos, tal como se ha senñ alado en muó ltiples
oportunidades. Proviene maó s de la forma de gobernar de partidos como Accioó n Popular y del
descreó dito de sus líóderes, como quedoó demostrado en las elecciones de 1995.

c. El socialcristianismo. Representado por el Partido Popular Cristiano (PPC), partido que llegoó a ser
importante en la vida políótica peruana, a pesar de ser electoralmente casi siempre tercerista. Una
actuacioó n que hace recordar al Partido Liberal Alemaó n o, en su momento, al Partido Socialista
Italiano. Partido ubicado en la deó cada del ochenta en la derecha del espectro políótico, nacioó de una
ruptura de la DC, en 1967. Tema entre sus líóderes no soó lo parlamentarios y alcaldes, sino tambieó n a
quienes ostentaban cargos en los ministerios y la administracioó n puó blica gracias a su alianza con el
partido de gobierno AP, entre 1963 y 1968. Reaparecioó en 1978, compartiendo la conduccioó n y
redaccioó n de la Constitucioó n de 1979, gracias a otra alianza con el Apra. De esta manera, el partido de
Haya de la Torre pudo ser mayoríóa. Esta misma políótica la asumioó , nuevamente, en el segundo
belaundismo (1980-1985), con una alianza gubernamental y parlamentaria con AP que duroó los
cuatro primeros anñ os.

Posteriormente, en el periodo del gobierno aprista, pasoó a las filas de la oposicioó n, pero desde una
postura moderada. En 1989 es uno de los fundadores del Fredemo, bajo cuyas banderas logroó , un anñ o
despueó s, representacioó n parlamentaria, a incluso los presidentes de ambas caó maras legislativas, en el
momento del golpe de 1992, despueó s del cual pasoó a la oposicioó n. Sin embargo, por consideraciones
políóticas -que lo distanciaron de todos los grupos políóticos-, participoó en las elecciones constituyentes
de 1992 y formoó parte de la minoríóa opositora que actuoó en el CCD para la redaccioó n de la nueva
Constitucioó n de 1993. Con las caracteríósticas claó sicas de un partido electoral, el PPC buscoó tener una
influencia en la poblacioó n limenñ a soó lo en eó pocas de campanñ a electoral. Esto se demuestra, en parte,
por la escasa implantacioó n de su maquinaria partidaria en los períóodos intermedios entre procesos
electorales, particularmente en provincias. Su actuacioó n se basoó , fundamentalmente, en su presencia
en la escena oficial. En largos períóodos se sintieron en 61 representados sectores de las clases
propietarias.

En el PPC se puede percibir tambieó n una renovacioó n de líóderes partidarios, a pesar de que en el nivel
superior sigue manteniendo como su maó xima figura a Luis Bedoya Reyes. Esto se puede observar en
su composicioó n parlamentaria en el CCD. No hay ninguno que provenga de 1978. Y soó lo la quinta
parte de la generacioó n de la transicioó n se mantuvo en el Congreso clausurado por Fujimori el 5 de
abril de 1992. Sin embargo, el PPC como el resto de partidos, en parte debido a su propia actuacioó n,
se ve afectado por la crisis de la representacioó n políótica.

c. La izquierda y los grupos marxistas. El espacio de izquierda fue cubierto por Izquierda Unida
(IU), frente en donde confluíóan un variado grupo de partidos provenientes de antiguas corrientes
marxistas (maoistas, trotskistas, castristas), comunistas, asíó como cristianos de izquierda. Los
grupos que lograron tener mayor influencia -PUM, PCP y UNIR-, teman su militancia centrada en
los sectores organizados de la poblacioó n, particularmente en los sindicatos, tanto de obreros como
de campesinos, sectores estudiantiles y maestros, tanto en Lima como en provincias. Lograron
reclutar tambieó n a importantes sectores acadeó micos a intelectuales. Con gran influencia en las
organizaciones laborales y populares, pero dividida orgaó nicamente, ingresoó en la competencia
políótica electoral con el llamado a las elecciones constituyentes de 1978. Antes de aquella fecha, la
izquierda peruana habíóa tenido una presencia muy limitada a insignificante Participoó de manera
unitaria en el resto de competencias electorales a lo largo de la deó cada con la fundacioó n de
Izquierda Unida, convirtieó ndose, electoralmente, en la izquierda maó s importante de Ameó rica
Latina. Sin embargo, en su seno se desarrolloó una contradiccioó n permanente entre los sectores
radicales y moderados, que tuvo en su líóder y su varias veces candidato presidencial, el abogado
Alfonso Barrantes Lingan, al aó rbitro de las tendencias en pugna, quien pasoó de una posicioó n de
centro a encabezar la ruptura del frente, en 1989, con los moderados. Agrupacioó n opositora a los
dos gobiernos constitucionales, logroó conquistar el municipio limenñ o, el maó s importante del paíós,
con aceptable eó xito, asíó como un nuó mero apreciable de municipios a nivel nacional: Percibida
como una agrupacioó n de oposicioó n y protesta, no pudo, sin embargo, llegar a transformar su
imagen como agrupacioó n con capacidad de gobierno, salvo en aó mbitos locales. A diferencia de
otras izquierdas latinoamericanas, gran parte de su direccioó n -exceptuando al PCP- era joven,
surgida baó sicamente en la deó cada del sesenta. Ideoloó gicamente variopinta, sin embargo, todas las
corrientes a su interior propugnaban una mayor participacioó n del Estado en la economíóa,
ampliacioó n de los derechos ciudadanos, asíó como una difusa construccioó n de instituciones
políóticas con participacioó n popular.

Por su praó ctica a ideologíóa radical, un sector de ella ligada al maoismo se desprendioó , a inicios de
los setenta, del tronco central para desarrollar una estrategia armada que estalloó con el
surgimiento de Sendero Luminoso, en el mismo momento en que se desarrollaban las primeras
elecciones democraó ticas.

La presencia de esta agrupacioó n afectoó la dinaó mica y el desarrollo ideoloó gico de la izquierda
peruana, que no tuvo capacidad de respuesta ante el nuevo fenoó meno senderista, formando
tambieó n parte del objetivo de los ataques de este grupo. Posteriormente, intentoó por todos los
medios diferenciarse de su dinaó mica, lo que la llevoó tambieó n a sentirse entrampada entre la
presioó n y competencia del senderismo en los sectores populares y el intento estatal de
confundirlos en su plan antisubversivo. Del marxismo ideoloó gico de inicios de la deó cada, la
izquierda se transformoó , a fines del mismo períóodo, en una agrupacioó n demoó crata radical, Pero
con una gran parte de su militancia diezmada y la crisis de su direccioó n, tanto en su compromiso
políótico anterior como en su propuesta ideoloó gica.

d. Grupos fluidos a independientes. A lo largo del periodo tambieó n aparecieron varios partidos
con cierto intereó s en influir en la vida políótica peruana. Algunos de ellos soó lo pudieron hacerlo
desde una representacioó n regional. Fue el caso del FNTC. Sin embargo, este grupo punenñ o no logroó
ser representativo del conjunto de la regioó n del altiplano, y si bien siempre tuvo representacioó n
parlamentaria, no dejoó de ser insignificante. No hubo agrupacioó n políótica que representaraó las
demandas regionales, pues los sentimientos anidados allíó, constantemente postergados por el
Estado, se encontraban dispersos y carentes de lazos comunes, distando de sus pares en otros
paíóses de la regioó n andina.

Hubo otros grupos que asíó como aparecieron en una eleccioó n, desaparecieron con la misma
rapidez. Fueron los casos del PADIN de Mufarech, el MBH de Francisco Diez Canseco o el LFDL JN
del general Francisco Morales Bermudez. Dos casos representan una excepcioó n: el FIM y el
Movimiento Libertad. En el primer caso se trata de una agrupacioó n pequenñ a que abanderoó , desde
una perspectiva de centro, la lucha contra la corrupcioó n -particularmente su líóder Fernando
Olivera-, que fue uno de los males de la administracioó n de Alan Garcíóa. Esta misma agrupacioó n
congregoó el apoyo de un sector de la ciudadaníóa, pero sin perfilarse como una agrupacioó n maó s allaó
de su labor fiscalizadora. Auó n mantiene una pequenñ a bancada en el Parlamento. El caso del
Movimiento Libertad es ilustrativo de una agrupacioó n que, naciendo de un movimiento de defensa
de los intereses de los banqueros contra el intento de nacionalizacioó n de la banca por Alan Garcíóa
en 1987, se organizoó como un partido para representar las ideas liberales. Su propuesta pasaba
por la liberalizacioó n de la economíóa, el empequenñ ecimiento del Estado, y la propuesta de una
economíóa de mercado. El liderazgo absoluto de aquella agrupacioó n tanto por la fuerza de sus ideas
como por la talla internacional de su prestigio, le correspondioó al escritor Mario Vargas Llosa.
Durante cerca de tres anñ os fue el encargado de colocar a la derecha peruana nuevamente en una
posicioó n competitiva. Tras su derrota electoral frente a Fujimori en 1990, se retiroó de la vida
políótica activa y el Movimiento Libertad praó cticamente desaparecioó . Gran parte de sus ideas, pero
con una direccioó n autoritaria, fueron llevadas a la praó ctica por el gobierno de Fujimori.

Con la crisis de representacioó n de estas organizaciones políóticas aparecieron aquellas que se


encontraban maó s allaó de las ideologíóas y que justamente expresaban el rechazo, si no la distancia,
de las grandes corrientes dominantes de la deó cada. Surgen asíó los llamados independientes. Si el
FIM representaba un intento aislado, a partir de 1989 este fenoó meno se hizo extensivo. Aquel anñ o
el duenñ o de una cadena de medios de comunicacioó n pequenñ a, pero con gran capacidad
comunicativa, Ricardo Belmont Cassinelli, organiza un nuó cleo sobre la base de sus amistades y
empleados y logra derrotar a todos los partidos políóticos y sus maquinarias en la competencia por
la alcaldíóa de Lima. Sin ideologíóa y sin programa triunfoó allíó donde ya todos los partidos políóticos
habíóan tenido la oportunidad de ostentar el cargo. Puso en evidencia la fragilidad de la
representacioó n partidaria y abrioó los cauces para que el electorado dirigiera sus adhesiones maó s
allaó de los partidos políóticos. Situacioó n que tuvo su maó xima expresioó n con la victoria del
independiente Alberto Fujimori en el maó s espectacular triunfo de la historia electoral, derrotando
al favorito Mario Vargas Llosa. Fujimori no representaba ninguna ideologíóa y carecíóa de programa.
Era maó s bien la expresioó n de la no políótica, el hartazgo y desilusioó n del sistema de representacioó n
partidaria, el pragmatismo en eó poca de crisis. A partir de aquel entonces la escena peruana
comenzoó a poblarse de nuevas organizaciones sin ideologíóas, carentes de programas y nuevas
ideas. La uó nica idea vaó lida era la independencia de la comunidad de partidos. Ese es el signo de los
fujimoristas Cambio 90 y Nueva Mayoríóa, asíó como de UPP, Renovacioó n, Coordinadora Democraó tica
o MIA.. Todos ellos nacidos despueó s de 1990, con bancadas en el CCD.

Bibliografía

Nunñ ez Huallpayunca, Efraíón. “La Políótica y la Historia de los Partidos Políóticos en el Peruó ”
Tuesta Soldevilla, Fernando. “Sistemas y Partidos Políóticos en el Peruó ”

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