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Bandera Ranquel
Paisaje de la laguna de
Leuvucó
Antes del amanecer, siendo el día 24 de junio, rodeamos al REWÉ con una
medialuna. Los hombres están envueltos en sus ponchos con guardas pampas
y las mujeres luciendo trailonco -lo que envuelve la cabeza- y traipel -adorno de
la garganta- realizados en alpaca. Todos los presentes quedamos mirando
hacia la salida del sol. Al asomar los primeros rayos, suena el cuerno de la
trutruka (corneta) e inicia la rogativa. La MACHI explica a los presentes el
festejo por el comienzo de un nuevo año.
Con los brazos extendidos hacia Antü -sol-, piden al Vuta Chao -gran padre- y
a Nguenechen -ser supremo- por la Mapu -patria-, por los Peñí -hermanos- y
Lamnguen -hermanas-; por la lluvia, por la salud, pero sobre todo por Newen -
fuerza-. Dan las gracias por encontrarse todos los Loncos, se pide también por
los que no están, si están enfermos por su recuperación. Se invoca al sol, a la
luna, al cielo, al universo. Uno a uno los Loncos van tomando la palabra,
realizando agradecimientos o pedidos. Siempre el numero de Loncos debe ser
cuatro o en base a cuatro. También deben darse cuatro vueltas al REWÉ, en
señal de respeto, por ser este un número sagrado. Además se realizaron las
ofrendas de yerba, azúcar, agua y semillas.
Al final de la ceremonia los presentes se saludan en señal de festejo por el
comienzo de un nuevo año, después de toda una noche de vigilia, en plena
estación invernal.
En el pasado, la ceremonia del NGUILLATÚN, al igual que otras costumbres,
eran practicadas con devoción, en estas tierras, por nuestro pueblo originario.
En el presente, y a pesar de la ausencia de estas prácticas durante largo
tiempo, la ceremonia del NGUILLATÚN sigue conservando su escencia: el
pedido y el agradecimiento a la naturaleza, capaz de otorgar al pueblo Ranquel
el alimento, el agua, la curación, en fin… capaz de entregarle al pueblo
Ranquel lo indispensable para su existencia.
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