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Voluntad
i,
la interpr
Rafael Gómez Pardo*
Resumen
Palabras clave
Abstract
Keywords
Cf. ZULETA, Estanislao. "Sobre la lectura". En: Sobre la idealizaci6nenlavida personal y cole,ctiver v
ensayos. Bogotá: Procultura, 1985, p. 84.
UNNERSIDAD DE
~Al?DO !Nn;!¡p,~E·i~\CI'")N Di:: ffEWEGGEi¿
2 HEIDEGGER, Martín, "El eterno retorno de lo mismo y la voluntad de poder". En: Nietzsche Il, Vermal, J.
(trad.). Barcelona: Destino, 2000, p. 11
3 ZULETA, Estanislao. Comentarios a Así habló Zaralhustra de F. Nietzsche. Medellin: Hombre Nuevo Edito-
res, 2006, p. 82.
4 HEIDEGGER, Martín. lntroducción a la metaíísica, Emilio Estiú (trad.). Buenos Aires: Nova, 1956, p. 144.
5 NIETZSCHE, Friedrich. La voluntad de poder. Froufe, Anibal (trad.). Madrid: Edad, 2000, p. 469.
6 LEIBNIZ, Gottfried. "Discurso de metafísica", En: 'fres textos metafísicos, Sierra, R. (trad.). Santafé de Bogo-
tá: Norma, 1992, p. 11.
7 NIETZSCHE, Friedrich. As! habló Zarathuslra. Sánchez Pascual, A. (trad.). Madrid: Alianza Editorial, 1993,
p.36.
:ad recibe ninguna "recompensa". La recompensa -si cabe utilizar este térmi-
le- no- está en el hecho mismo de asumir su destino íntegramente, en deso-
lOS cultar su esencia 8 , en saber quien és, aunque la respuesta a su identidad
da sea la tragedia. ¿Para qué una recompensa, y qué haría con ella? ¿No sería
la- tal recompensa la negación de su voluntad de poder y del sentido de la
~ro tragedia? La verdad no tiene nada que ver con el resultado de lo que hace
go Edipo, sino con la pasión y el amor que lo domina. Según Heidegger, en
,y Edipo el dolor es un momento (¿purificación?) que consuma la pasión por la
:J.S. verdad. Su búsqueda es la búsqueda de sí mismo. El dolor no "gana" sino
\To que consuma la experiencia de la verdad como desocultación (aletheia)
Jr: para que la verdad luzca ante todos como presencia. Pero la verdad es te-
lta rrible, insoportable. La sistemática destrucción de lo que aparece ante los
ojos, de la apariencia, de la fama y el prestigio, esto es, de lo que se valora
en el mundo no prevalece ante la presencia de la verdad terrible.
n-
In, Asumir el dolor desde una voluntad de poder [de sentido], y no como
or la forma misma de la vida (valle de lágrimas), supone experimentar la
)n vida desde su rica multiplicidad, desde sus matices, desde sus contrastes,
fe desde su devenir, desde su eternidad, y sobre todo, desde su perdón. No
0- desde uno de sus polos, desde una identidad, desde la disyunción: placer
.e, o dolor, felicidad o tristeza, triunfo o derrota, sino como devenir y riqueza.
~r, El ser debe dejar al devenir ser un devenir9. Asumida desde el devenir, la
to vida es placer y dolor y... todo. La vida lo es todo desde la verdad y desde
ar la interpretación. No tiene opuestos ni es una identidad fija, definible.
Id Entonces, ¿qué quiere decir "voluntad de poder"? ¿Será voluntad de
ia conquistar una vida feliz y cómoda., propia del "instinto del rebaño"lO? ¿O
to resignación a esperar lo que venga de sus manos? No. Esta forma de resig-
m nación, de fatalismo pesimista, es también una máscara del resentimiento
la y del nihilismo. La voluntad de poder implica voluntad de aceptación del
mundo o de la vida en lo que esta tiene de diversa, multiforme, rica, im-
)0 predecible y necesaria: el placer como el dolor volverá, la muerte llegará,
la la felicidad será pasajera como la misma tristeza, e incluso, volveremos a
'á aquello que hay que asumir con la voluntad de aceptación: la muerte, la
l.1 corporeidad, o aquello que hay que transformar. Sólo así se estaría maduro
l- para el sentido de la tierra. Amar la vida significaría amar la lucha o el
e combate, el devenir. Si la vida fuera toda placer o fuera toda dolor no ten-
a dría sentido la lucha ni el devenir, ni la vida. Si fuera sólo ciencia, o solo
o metafísica, no tendría sentido la rica discusión con los "nuevos sofistas"
y o con los "viejos dogmáticos". Es porque no es ni lo uno ni lo otro, sino lo
a uno y lo otro (entre otras cosas más), que la vida es rica, diversa, diferente,
n nueva todos los días. La voluntad de poder se prueba en esa lucha (yen
e la aceptación de la vida) a sí misma como "afirmación", como creación,
e como obra de arte.
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El cristianismo que cuestiona Nietzsche juzga la vida como "sufrimien-
e to" pero este no se asume en cuanto tal, sino en cuanto es prueba o venta
n
de algo (felicidad en el más allá). De manera análoga, el hombre moderno
sólo quiere asumir de la vida la porción de placer y seguridad irrisoria que
s pretende de todas las cosas. que hace, y espera evadir constantemente el
dolor que esa elección o voluntad le acarrea. N o quiere aprender nada del
o dolor y, paradójicamente, esta se vuelve su forma de experimentarlo. No
o sabe que en la forma de esa evasión un tipo de dolor se presenta, tarde o
temprano, no para desocultar la verdad de un hombre que se entrega a
ir su pueblo o se entrega a su esencia bajo la forma de la tragedia (Edipo),
r sino para desocultar o guardar en la oscuridad algo terrible: el hombre
:l moderno no se entrega completamente a nada, ni siquiera a sí mismo. La
:, forma de su dolor es hueca, miserable. Por ello busca el placer con ansie-
) dad o como una forma de anestesiarse. Encuentra el tedio y la soledad
y fácilmente a pesar de estar rodeado de estímulos y compañías. El hombre
) moderno, al buscar el placer tan desesperadamente, al hacer esta "inver-
sión" [placer por dolor] que no invierte nada l3 , no consuma su ocaso y no
es propiamente el Superhombre. Sigue amando el sacrificio, y él mismo
)
S
) 13 Heidegger aclara que la inversión del platonismo que plantea Nietzsche no se propone destruir la verdad
para quedarse con la apariencia (Schein, Erscheinung). "¿Qué sucede cuando se suprime el mundo verdade-
ro? ¿Queda todavia el mundo aparente? No. Porque el mundo aparente no puede ser lo que es sino en cuanto
contrapuesto al verdadero" (HEIDEGGER, Martín. Op. Cit. "La voluntad de poder como arte". p. 119). De
manera análoga, al suprimir el dolor en la vida no queda el "placer". También se suprime cierto placer per-
verso que consiste en disfrutar de la crueldad y el dolor; se suprime también el crudo hedonismo que busca
el placer por sí mismo, como si fuera el "sentido de la vida". El sentido de la vida más que encontrarse en el
placer, se encuentra en la guerra, en asumir la dificultad, lo doloroso (o el placer), no para ser sacrificado en
ello, sino para ser superado a sí mismo en todo ello mediante la voluntad de poder.
es un ser que se ha sacrificado [por sus "placeres"] para morir todos los
días. Al sacrificar el dolor sacrifica también el placer. Su búsqueda del
placer, al ser miserable, se transforma pronto en un dolor sin sentido. El
dolor del que aprende a ser insensible. Su muerte 14 , su aprendizaje de la
insensibilidad, es su comodidad, su incapacidad de valorar la lucha, su
incapacidad de entrega y relación. La "inversión" desde la cual vive no
es transmutación. Antes buscaba el paraíso en el más allá, ahora lo busca
aquí, en el mundo. Y su búsqueda no es encuentro; al no ser encuentro,
no consuma el "sentido de la tierra". Sigue siendo un ser necesitado, hijo
del resentimiento y del miedo. Como el León necesita «oponerse», y por
ende, no es realmente libre [para crear].
Si se asume la experiencia de la vidácomo algo plural, diverso, enton-
ces el dolor, como toda experiencia humana, adquiere un sentido desde una
interpretación dada, desde un valor. La vida no es biología: es voluntad,
es decir, interpretación. La filosofía esüritTabajo con las interpretaciones
dadas; un trabajo genealógico, y por otro lado, propositivo. Desde esa vo-
luntad intempestiva, voluntad propositiva que accede a lo más difícil y lo
más bello, es que el dolor existe así como existe su contrario. Nada ocurre
o acontece desde ninguna voluntad. Todo le acontece a la voluntad que
ama su virtud [desde lo más fasto a lo más nefasto], que se arriesga por
ella. Entonces, estamos cerca al más fulminante de todos los pensamientos
de Zarathustra: el «eterno retorno». "Si hasta lo más malvado es digno
de servir de condimento"15, ¿por qué no ansiar el «eterno retorno»? ¡Que
vuelva ese placer con su dolor, ese bien con su mal! Si la vida no es un
lento y doloroso aprendizaje para un día encontrar la felicidad y no volver
a sufrir, sino que es lucha, desafío, noche y día, abundancia y pobreza,
14 Al parecer la muerte tiene muchos rostros. La muerte de los "predicadores de la muerte" que denuncia
Nietzsche no debería hacer parte de la vida, porque precisamente la niega, la envilece. Esa es la muerte de
quien se entrega al resentimiento y al cinismo de combatir la esperanza, de destruirla en todo lo que hace y
en todo lo que sucede. Esa es la muerte que aparece en El lado oscuro del corazón (primera parte). la película
de Eliseo Zubiela, acechando al poeta para que claudique a su vocación y se resigne a ser parte del sistema...
Es la muerte administrada por el orden establecido. Esa muerte dice: «no pienses, no vivas, resignate... ».
Esa muerte antes predicaba la vida en el "más allá" y hoy predíca la vida en la comodídad del "más acá".
Sacrifica todas tus ilusiones por la comodidad en el mundo... por la muerte. Pero está también la otra muerte
(¿hay acaso dos tipos de muerte?) la muerte de la vida, la muerte que es transformación, que es vida, que no
deja de estimular la vida porque ella misma crece con la muerte. Quien no muere no renace, quien se resiste
a morir no vive... teme vivir... Esta muerte edifica la vida, no la niega. Es la muerte del que se entrega, del
enamorado, del que ama. Esta muerte es parte de la vida, porque tiene corazón....
16 Cf. ZULETA, Estanislao. Op. Cit. Comentarios a Asi habló Zarathustra de F. Nietzsche. Cap. V.
17 En algunos textos de Nietzsche la figura de Jesús o de Cristo es cuestionada, pero en el Anticristo (NIETZS-
CHE, Friedrich. Anticristo. Sánchez Pascual, A. (trad.). Bogotá: Alianza Editorial, 1987. § 36, § 39,), por el
contrario, se muestra un Jesús que redime la vida como creación de valores. Víctima del cristianismo, que
representa el anticristo, es decir, victima de lo que sus discipulos hicieron con su mensaje. Afirma Nietzsche:
"Es evidente que la pequeña comunidad [los apóstoles] no entendió precisamente lo principal, lo ejemplar
en el modo de morir, la libertad, la superioridad sobre todo sentimiento de resentimiento: ¡signo de cuán poco
se llegó a entender! (§ 40).
18 Aqui encontramos una curiosa coincidencia entre Nietzsche y Kierkegaard. Según este pensador danés, una
cosa es el mensaje de Cristo o del Nuevo Thstamento y otro el mensaje de la cristiandad: "Nada es más fácil
de ver que el cristianismo oficial, que lo que nosotros llamamos cristianismo no es el cristianismo del Nuevo
Testamento, que ni se le aproxima, ni tiene la más remota similitud con él" (KIERKEGAARD, Sóren, El Ins-
tante. Madrid: Trotta., 2006, p. 69).
19 La "muerte de Dios" no significa literalmente la muerte de Dios, sino la muerte del "valor Dios", es decir,
de Dios entendido sólo como un valor (axiología), Por ello afirma Heidegger, siguiendo a Nietzsche, que los
hombres han "matado a Dios", es decir, con la creciente secularización de la cultura, la experiencia de Dios,
como un valor de vida, ha finiquitado en Occidente (HEIDEGGER, Martín, Sendas Perdidas, Argentina:
Losada, 1960, p, 175-223), Y ello no s610 afecta la cultura, el mundo de la vida en general, sino incluso las
instituciones religiosas, Pero si entendemos la muerte como una experiencia "positiva", inherente a la vida,
la "muerte de Dios" puede ser interpretada de un modo radicalmente diferente: la muerte como el aconte-
cimiento más relevante de la vida y de lo religíoso, e incluso, la presencia misma de Dios (que ofrece a su
hijo),
21 Cf. ZULETA, Estanislao, Op, Cil. Comentarios a Asi habló Zarathustra de F. Nietzsche, p, 73 - 74.
22 Recordemos el pasaje donde una víbora muerde a Zarathustra. Lo que este le enseña a la víbora es que no
se puede devolver mal por bien, ya que, para el que no se encuentra resentido, no hay "mal" alguno ante
cual reaccionar. Y sin embargo, sí hay una vísión desde la cual es posible que Zarathustra le haga un "bien"
a la víbora (NIETZSCHE, Friedrich. Op. elt. Asi habló Zarathustra. p. lOS).
23 Ibid. p. 40.
24 HEIDEGGER, Martín. Op. Cit. "La voluntad de poder como arte". p. 142.
25 [bId. p. 141.
26 HEIDEGGER, Martín. Op. Cit. "El eterno retorno de lo mismo y la voluntad de poder". p. 5.
27 HEIDEGGER, Martín. "EntrevIsta del Spiegel". En: La autoafírmacl6n de la unIversIdad alemana, Rodrí-
guez, R. (trad.). Madrid: Tecnos, 1989, p. 75.
28 HEIDEGGER, Martín. Op. Cil. "La voluntad de poder COIDO arte" p. 144.
29 HEIDEGGER, Martín. Conceptos fundamentales, Vásquez, M. (trad.). Madrid: Altaya, 1994, p. 41.
32 [bid. p. 36.
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