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INFORME DE LECTURA 1
EFESIOS
1. Datos Bibliográficos
Capítulos: I - IX
Introducción
Conclusión y despedida.
3. Resumen:
El llamado del evangelio, esta bendición dice Julio Benitez que, nos atrapó con sus
lazos de amor, nos quitó las vendas del error y nos permitió ver la luz liberadora de
Jesucristo. Sellados con el Espíritu santo y la completa redención, El creyente tiene la
seguridad completa de que recibirá las bendiciones espirituales en Cristo, porque ya
tiene un anticipo o adelanto de estas bendiciones representadas en la presencia
permanente del Espíritu Santo.
Las riquezas dela gracia en el conocimiento de la gracia, para esto solo el Espíritu nos
hará crecer en el conocimiento de Dios solamente a través de su revelación. No
podemos hablar de las riquezas de la gracia de Dios sin basarnos en la gloria de Cristo.
Jesús es el centro de la revelación salvífica y solamente en Él podemos hallar la
abundancia de la gracia de Dios. Tan bien Julio Benitez habla sobres las riquezas
espirituales en la obra de Cristo; nuestra condición abominable ha sido dejada atrás;
ahora, por la obra perfecta de Cristo, podemos sentarnos con Él, en los lugares
celestiales. Nuestra nueva condición como hijos amados de Dios, es solamente labor de
Cristo; solo Él es responsable de que podamos ser aceptados por Dios como hijos
especiales, Jesús trajo la paz de Dios a los corazones de los hombres atribulados, ya que
la Ley traía condenación al pecador.
Las riquezas de su gracia en una vida cristiana, una verdadera y duradera práctica
cristiana solo pueden desprenderse de una correcta doctrina bíblica. El cristianismo no
es simple moralismo. Por eso no podemos pedir a las personas que den frutos de
santidad cuando aún no conocen los misterios y las riquezas de la gracia de Dios, quien
ha obrado para insertarnos en el cuerpo glorioso de la Iglesia y nos ha sentado con
Cristo en una posición elevada. El cristianismo no es solo una religión que manda y
ordena apartarse del pecado y del mal, sino que provee una nueva conciencia, una nueva
mente y un nuevo corazón para que, este nuevo hombre encuentre un verdadero y
renovado sentido a su existencia, la cual no solo se enfoca en apartarse del mal, sino que
ahora se deleita en hacer el bien para la gloria de Dios.
Las riquezas de la gracia en las relaciones de autoridad y sumisión, la unidad del hogar
bajo el orden de funciones y roles establecidos por Dios, y la gloriosa realidad de la
Iglesia como esposa de Cristo. No debe haber separación entre estas dos verdades.
Pretender mantener la unidad en el hogar basados en principios éticos, morales o
psicológicos, alejados, o no fundamentados, en la gloriosa vocación que tenemos como
miembros del cuerpo de Cristo, es tratar de tapar el sol con nuestras manos.
Jesús no solo es nuestro Salvador, sino que también debe Señorear sobre nosotros. El
resultado primero y más obvio de un amor tan grande como el manifestado por Cristo
debe ser el amor y la obediencia voluntaria, porque Él estuvo dispuesto a sufrir los
terrores del sufrimiento humano para salvarnos a nosotros, que no merecíamos sino el
desprecio y la condenación divina. Nos sometemos a los demás porque Cristo así lo
pide y su Palabra gobierna totalmente sobre nosotros.